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Cristina Gil psicopato 2 tema 8

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Psicopatología 14/15 Cristina Gil 
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8. TRASTORNOS DISOCIATIVOS 
(El punto 1, introducción, solo viene a decir que tenían interés, que durante muchas décadas se olvidaron 
de ellos y que en los 90 se dio un resurgir del interés por estos trastornos) 
 
2. DELIMITACIONES CONCEPTUALES 
A. El concepto de disociación 
La etiqueta “disociativos” no solo cumple la función de denominación, también implica un mecanismo 
específico que da cuenta de las alteraciones observadas (disociación), cosa que no ocurre en la mayoría de 
etiquetas diagnósticas. La disociación puede definirse como “una separación estructurada de los procesos 
mentales que normalmente están integrados”. Freud fue quien lo describió realmente por primera vez. 
Identificó las estructuras elementales del sistema mental como “automatismos psicológicos”, cada uno de 
ellos representaba un acto complejo, precedido de una idea y acompañado por una emoción y se ajustaba 
a las circunstancias externas o internas. Bajo ciertas circunstancias podía ocurrir que uno o más 
automatismos, que generalmente estaban unidos, se dividieran del resto funcionando fuera de la 
consciencia e independiente del control voluntario. Janet denominaba a esta condición désagrégation, que 
se tradujo al inglés como “disociación” refiriéndose con ello a la ruptura de la vida mental y a una falta de 
integración entre diversas partes de la personalidad. El concepto era diferente al que Freud mantenía: 
“represión”. Janet señalaba los automatismos como subconscientes, opuesto al concepto inconsciente, y el 
funcionamiento de los automatismos proporcionaba el mecanismo para los principales síntomas de la 
histeria. 
El éxito de los planteamientos freudianos ensombreció las teorías de Janet, de forma que éstas fueron 
escasamente difundidas. Sin embargo es importante observar que la disociación se considera, desde el 
primer momento, como uno de los mecanismos de la histeria, y por ello ambos conceptos van unidos. De 
hecho los mecanismos disociativos actualmente recogidos constituyen una parte de lo que clásicamente se 
denominaba “histeria”. 
B. El concepto de histeria 
La definición de histeria ha ido cambiando mucho, teniendo definiciones muy variadas desde su noción 
original, llegando hasta la actualidad que se encuentra prácticamente desterrada. 
Una de las definiciones se dio en el memorándum del Medical Research Council y dice así: “La histeria es 
una condición en la que los síntomas mentales y físicos, que no son de origen orgánico, se producen y se 
mantienen por motivos nunca totalmente conscientes, dirigidos a alguna ganancia real o imaginaria que se 
deriva de tales síntomas”. Aquí se combinan dos elementos importantes: la simulación de un trastorno y la 
ganancia inconsciente. 
Actualmente parece que se quiere evitar la noción de “propósito inconsciente” ya que es algo que no se 
puede medir objetivamente y no cumple los requisitos de un sistema descriptivo ateórico. También se 
tiene en cuenta el efecto de los síntomas histéricos sobre los aspectos de conducta y relaciones sociales 
del paciente: conducen a que se le considere enfermo o discapacitado, de forma que altera el modo en el 
que los otros le ven, incluyendo los profesionales de la salud. 
Slater ha sido uno de los principales “enemigos” del término, que proponía que se abandonara y sólo se 
usara como adjetivo para ciertos síntomas o personalidades. En un estudio con 85 pacientes 
diagnosticados de histeria, vio que la mayoría tenían un trastorno orgánico (la mayoría desarrollado en 
periodo de seguimiento), otros –aunque menos- desarrollaron esquizofrenia o lo que hoy se conoce como 
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trastorno de somatización, y sólo siete mantenían el diagnostico original de histeria. De este estudio 
podemos extraer dos conclusiones importantes: primero la alta proporción de pacientes con síntomas 
“histéricos” que luego no se diagnosticaron como tales, es decir que hay que usar el término con mucha 
precaución; y segundo la drástica reducción de la muestra inicial diagnosticada como histeria, que puede 
ser simplemente que no hay explicación satisfactoria para los síntomas en ese momento. Otros estudios 
tienen resultados similares, con reducción de los pacientes con histeria diagnosticados en inicio. 
Es decir, la histeria existe pero es mucho menos común de lo que inicialmente se pensaba. Es más confuso 
aun cuando los síntomas se dan con otra condición física (como la histerio-epilepsia). Por tanto puede que 
los síntomas histéricos sean extremadamente comunes, pero el diagnostico primario de histeria no. 
 
3. LOS TRASTORNOS DISOCIATIVOS 
Los trastornos disociativos son una mezcla de condiciones, muchas bastante infrecuentes, con unos pocos 
puntos en común. En todos ellos la integración normal de la emoción, la sensación el movimiento y/o el 
pensamiento, está deteriorada. En segundo lugar, no hay ningún trastorno físico que explique los síntomas. 
Por otro lado suelen venir acompañados de la presencia de estresores psicológicos traumáticos, 
inmediatamente precedentes al comienzo del trastorno, hasta tal punto que a veces se les ha considerado 
modalidades del TEP 
A. Clasificaciones de los trastornos disociativos 
Según el DSM-IV la sintomatología esencial de los trastornos disociativos “consiste en una alteración de las 
funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno. Esta 
alteración puede ser repentina o gradual, transitoria o crónica”. Para la CIE-10 “el rasgo común que 
comparten los trastornos de este grupo es la pérdida parcial o completa de la integración normal en ciertos 
recuerdos del pasado, la conciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones inmediatas y el control de 
los movimientos corporales”. 
La diferencia más importante entre ambos sistemas se encuentra en la ubicación del “trastorno por 
conversión”. Desde el DSM-III en este sistema se incluye en la categoría de trastornos somatoformes. 
Muchos autores piensan que es un error y que dicho trastorno tiene más en común con los disociativos, 
que es dónde se ubica en el CIE siendo uno de sus principales subgrupos. 
Tyler ofrece una clasificación basada en la función afectada: 
1. La disociación de la personalidad: donde se incluye la personalidad múltiple. 
2. Disociaciones de conductas complejas: donde se incluyen la clásica fuga y los estados de trance. 
3. Disociación de movimientos o sensaciones: donde se incluye la histeria de conversión. 
4. Disociación de la función cognitiva: donde se incluye la amnesia psicógena. 
5. Disociación de la percepción: donde se incluye la despersonalización. 
6. Otros tipos de disociación: donde se incluyen el trance y los estados de posesión, los estados 
disociativos de corta duración en adolescentes y jóvenes adultos y la pseudodemencia histérica o 
síndrome de Ganser. 
No obstante nosotros vamos a seguir fundamentalmente la clasificación del DSM-IV-TR 
 
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1. LA AMNESIA DISOCIATIVA (psicógena) 
Hay casos en los que esta amnesia es la característica predominante, y por tanto, constituye el diagnostico 
principal. Se aplica cuando existe una pérdida de memoria personal que no puede explicarse en base al 
olvido normal ni es debida a otra enfermedad o daño cerebral. Es típicamente retrógrada, aunque en 
ocasiones afecta solo a algún acontecimiento traumático y en otros puede cubrir un periodo de tiempo 
más amplio. Los criterios señalados en el DSM-IV-TR son: 
a) La alteración predominante consiste en uno o más episodios de incapacidad para recordar información 
personal importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante, que es demasiado extensa para 
ser explicada a partir del olvido ordinario. 
b) La alteración no ocurre exclusivamente durante el curso de un trastorno disociativo de identidad y no es 
debida a los efectos directosde una sustancia (por ejemplo, abuso de drogas, medicación) o una condición 
medica general (por ejemplo, trastorno amnésico debido a trauma cerebral). 
En el DSM-III esta categoría estaba situada en tercer lugar, mientras que en los DSM recientes se sitúa el 
primero. Janet propuso cuatro categorías para describir las diferentes formas en las que se puede 
presentar esta anomalía: 
1) la amnesia localizada: el tipo más común, limitado a hechos durante un periodo específico de 
tiempo, normalmente situado en el trauma o las horas posteriores (catástrofes naturales o delitos 
violentos) 
2) la amnesia selectiva: igual que la anterior pero con recuerdo parcial de los hechos 
3) la amnesia generalizada: perdida completa del pasado del paciente, típico en personalidad 
múltiple. 
4) la amnesia continua: se extiende desde un punto concreto del pasado hasta el presente 
incluyéndolo. Es el único caso de amnesia anterógrada de carácter psicógeno. 
Nemiah en cambio distingue tres tipos de amnesia psicógena: 1) localizada: afecta a un periodo de tiempo 
que va desde horas hasta semanas; 2) sistematizada: afecta solo a acontecimientos específicos y al 
material relacionado con ellos; 3) generalizada: implica perdida transitoria de memoria de la vida del 
individuo 
La amnesia psicógena se puede considerar también como reacciones, infrecuentes pero distintivas, a 
estresores graves. Por ejemplo, aunque no hay datos precisos, se suele afirmar que este trastorno tiene 
más incidencia en épocas de guerra o después de desastres naturales. Por otro lado, aunque por definición 
no puede estar causada por un daño cerebral, nos podemos encontrar con casos en que la amnesia 
funcional se asocie a daño cerebral. 
Hay ciertos signos que pueden ayudar a diferenciar la amnesia orgánica de la psicógena. En las orgánicas es 
poco frecuente la pérdida de identidad personal, se encuentra afectado el aprendizaje de material nuevo y 
la información olvidada no puede ser recordada mediante hipnosis ni barbitúricos; tres aspectos que en las 
psicógenas se dan justo al contrario. También hay que plantearse la posibilidad de la amnesia simulada, 
indagando en el hecho de la motivación. 
2. LA FUGA DISOCIATIVA (psicógena) 
La fuga disociativa se caracteriza por un estrechamiento de la conciencia, errando lejos del entorno 
habitual, con amnesia posterior para lo ocurrido. La persona parece tener buen contacto con el ambiente, 
y comportarse de un modo adecuado aunque a veces puede presentar desinhibición. Puede darse pérdida 
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de identidad, y la duración del episodio es variables: de varias horas hasta semanas en las que el sujeto 
puede viajar distancias considerables. Hay diferencias en incidencia (aunque hay pocos datos) y 
presentación entre culturas, y suelen estar relacionados con estresores importantes. Los criterios 
establecidos en el DSM-IV-TR son: 
A) La alteración predominante en la existencia de un viaje repentino e inesperado lejos del hogar o del 
lugar de trabajo con incapacidad para recordar el propio pasado 
B) Confusión sobre la identidad personal o asunción de una nueva identidad (parcial o completa) 
C) La alteración no curre exclusivamente durante el curso de un trastorno disociativo de identidad y no es 
debida a los efectos de una sustancia o una condición médica general. 
D) Los síntomas producen malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas 
importantes de la actividad del individuo. 
La única diferencia con el DSM-III-R es que en éste no se incluía el criterio B). 
Fisher distinguía tres tipos de fugas. En al primera se daba amnesia para la propia historia personal, 
acompañada de un cambio de identidad y nuevo domicilio; en la segunda la amnesia conlleva pérdida 
(pero no cambio) de identidad personal; la tercera reflejaba una regresión a un periodo anterior de la 
propia vida, con amnesia desde ese momento hasta el presente. 
La recuperación de la fuga suele presentarse como una consciencia espontánea de la situación. Algunos de 
repente recuperar la consciencia de su identidad, otros no saben quién son. Cuando la situación se 
resuelve, normalmente el paciente sufre amnesia para el periodo de la fuga. 
Los factores predisponentes serían: estresores precipitantes, estado de ánimo deprimido, intentos de 
suicidio, historia previa de trauma craneal, historia de abusos de alcohol, epilepsia, otras neurosis y 
tendencia a mentir. Es destacable que el suicidio nunca ocurre durante la fuga, pero puede darse una vez 
el paciente “vuelve en sí”, lo que puede hacer que la fuga actúe como un sustituto de suicidio en cuadros 
depresivos. Es importante también la relación con haber padecido previamente un síndrome amnésico y la 
probabilidad de padecer una fuga en presencia de depresión o estresores, lo que evidencia la dificultad 
que a veces hay de separar las amnesias orgánicas de las psicógenas. 
Cuando están presentes todos los elementos el diagnostico no es complicado, pero cuando se dan con 
conductas complejas que hacen sospechas que el paciente si tiene consciencia plena se podrían considerar 
como una simulación o fingimiento. Comparte también muchos síntomas con la poriomanía (vagar a causa 
de una epilepsia) aunque ésta suele ser precedida por un aura y su duración es de minutos, raramente 
horas. Además se acompañan de movimientos azarosos y conductas estereotipadas y violentas. 
3. TRASTORNO DISOCIATIVO DE IDENTIDAD (personalidad múltiple) 
El antiguo trastorno de personalidad múltiple, denominado disociativo de identidad desde el DSM-IV, es 
una condición infrecuente pero popular debido a su presencia en el cine y la literatura. El más citado es el 
descrito por Morton Prince en 1905: Miss Beauchamp. Era una joven estudiante responsable que se 
quejaba de falta de vigor físico y mental y de fatiga. La hipnosis parece que intensificó esto y la condujo a 
un cambio de personalidad: la joven se presentaba como una niña, divertida, sin responsabilidad, que 
afirmaba odiar toda actividad relacionada con las obligaciones. Más tarde apareció otra personalidad con 
un temperamento irritable y colérico. Llegó a 4 personalidades, con patrones asimétricos de amnesia entre 
ellas. 
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Este trastorno se inicia en la infancia pero es más tarde cuando llama la atención, y se suele diagnosticar 
más en mujeres. Estos son los criterios según el DSM-IV-TR: 
a) Presencia de dos o más identidades distintas o estados de personalidad (cada uno con sus pautas 
relativamente constantes de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre el yo). 
b) Por lo menos, dos de estas identidades o estados de personalidad toman el control de la conducta de la 
persona de forma recurrente. 
c) Incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado extensa como para ser 
explicada por un olvido ordinario. 
d) No es debida a los efectos directos de una sustancia (por ejemplo, blackouts —lagunas de memoria por 
intoxicación alcohólica o conducta durante la intoxicación por alcohol— o de una condición medica general 
-por ejemplo, ataques epilépticos parciales complejos-. Nota: en los niños los síntomas no son atribuibles a 
compañeros de juego imaginarios o a otros juegos con fantasía). 
El criterio c) es una novedad respecto al DSM-III-R, además ya no se habla de personalidades sino de 
identidades. Es el único trastorno de personalidad específico que es diagnosticado como trastorno mental. 
Se pueden llegar a dar hasta 100 identidades en el mismo individuo en diferentes momentos, lo que lo 
diferencia de otros trastornos de personalidad. Las personalidades se pueden dar de forma simultánea o 
de forma sucesiva. Lo más usual es que se den de forma sucesiva, con amnesia simétrica o asimétrica 
(según si las personalidades conocen o no a las otras y comparten sus memorias); otra categoríasería las 
personalidades simultaneas (más infrecuente), y una tercera se refiere a agrupaciones de personalidades. 
Cuando las personalidades tienen conocimiento de las otras –es decir se “conocen” entre si- se dan casos 
de conversaciones entre ellas. Si son mutuamente amnésicas (amnesia simétrica) ninguna personalidad 
sabe nada de la otra. Hay casos dónde se da amnesia en una sola dirección (amnesia asimétrica), la 
personalidad A no conoce de nada a la B, pero la B si conoce y mantiene un continuo de memoria con la A. 
Uno de los problemas principales es discernir que “yo” es el “primario”, si es que se da el caso. Por lo 
general existe una tendencia a identificar la personalidad primaria con aquella que tiene más cualidades 
convencionales y socialmente deseables o a la que controla la identidad más tiempo o con más frecuencia. 
Uno de los interrogantes del trastorno es el estado de consciencia de una personalidad cuando no está 
dominando la conciencia. Se supone que permanece inactiva en el inconsciente, aunque a veces puede 
“vivir” una existencia separada mientras que es otra identidad la que está en contacto con el mundo 
exterior. Este estado Prince lo denominó “coconciencia” y señala como el mundo aparece mutuamente 
conocido por las distintas personalidades. 
Existe una duda considerable sobre la personalidad múltiple, a menudo considerada como “creada” por el 
interés que el clínico muestra en el caso o simulada. Hay escasez de investigaciones, la mayoría son 
estudios de caso único en los que se usan paradigmas muy variados, lo cual es problemático. 
 
4. LA DESPERSONALIZACIÓN 
Este trastorno designa un cambio particular en la consciencia del sí mismo, en el cual el individuo se siente 
“como si” fuera irreal. Se suele acompañar de desrealización, un cambio similar en la consciencia del 
mundo externo. Es decir, el paciente pierde el sentimiento de realidad que tenia de si mismo o del 
entorno. En ambos casos, la persona sigue siendo consciente de estas contradicciones entre su experiencia 
subjetiva y la realidad objetiva, pero es como si no fueran reales. 
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Los criterios del DSM-IV-TR son: 
a) Experiencias persistentes o recurrentes de sentirse distanciado, o como si uno fuera observador externo 
del cuerpo o de los propios procesos mentales (por ejemplo, sentirse como si se estuviera en un sueño). 
b) Durante la experiencia de despersonalización permanece intacto el sentido de la realidad. 
c) La despersonalización causa molestias clínicamente significativas o deterioros en el funcionamiento 
social, ocupacional o en otras áreas importantes. 
d) La experiencia de despersonalización no puede ser explicada por otro trastorno, como esquizofrenia, 
trastorno disociativo de identidad, trastorno por angustia, y no es debido a los efectos directos de una 
sustancia o a una condición médica general. 
Hay autores que sugieren que la desrealización es el caso más general mientras que la despersonalización 
es una forma limitada en la que sólo cambian las experiencias del sí mismo. La CIE-10 incluye ambas en 
esta categoría, mientras que el DSM se ciñe a las experiencias de despersonalización. Además este último 
acentúa que las experiencias deben asociarse con molestias notables, mientras que en la CIE no es 
necesario. En los casos que el sentimiento es autoinducido, como por drogas, puede ser hasta placentero, 
pero en los casos clínicos puede llegar a ser aversivo, llegando a desarrollar explicaciones delirantes a 
partir de estas experiencias. 
Ambas clasificaciones enfatizan la despersonalización como un síntoma que ocurre en el trastorno por 
angustia, en la depresión y en la esquizofrenia, y en cualquiera de estas condiciones se ha de considerar 
como un fenómeno secundario. Es también bastante frecuente como síntoma, en el TAG y las fobias. 
La despersonalización es difícil de describir tanto para el clínico como para el paciente. Este a veces inicia 
sus intentos de descripción con afirmaciones inseguras, tales como “a veces pienso que debo estar loco” o 
“pensará que soy muy raro cuando le digo esto, pero...”, a lo que sigue una lista titubeante y confusa de 
experiencias desagradables que el paciente cree que son únicas, y es incapaz de construir metáforas que le 
satisfagan. 
Algunos autores que es un poco forzado incluir este trastorno dentro de los disociativos por no tener en 
común características básicas con los otros y no tiene ninguna de las divisiones cognitivas que son base de 
la disociación. En clasificaciones previas, se incluía dentro de la neurosis. 
6. EL SÍNDROME DE GANSER 
Fue descrito por el autor a quién debe su nombre en 1898 al diagnosticar así a tres prisioneros en espera 
de juicio, quienes en respuestas a las preguntas mostraban los rasgos esenciales del Vorbeireden: dar 
respuestas aproximadas, es decir respuestas erróneas pero tan cercanas a la correcta que quién pregunta 
se plantea si el sujeto conoce la respuesta correcta. “a la hora de elegir las respuestas el paciente parece 
pasar deliberadamente de la respuesta correcta indicada a seleccionar una falsa, que hasta un niño podría 
reconocer como tal”. El verdadero síndrome es infrecuente, en una prisión es más frecuente en prisioneros 
pendiente de juicio que en aquellos ya sentenciados. 
Aunque está incluido dentro de los “trastornos disociativos no especificados” sus síntomas son también 
comunes en un amplio rango de trastornos psiquiátricos, como depresión y esquizofrenia y trastornos 
orgánicos cerebrales: en tales casos se debe clasificar con la patología primaria. Hay polémica sobre si esta 
condición es orgánica o histérica. 
 
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B. Diagnóstico diferencial 
El principal problema de diagnóstico es cómo estar seguro de que el trastorno es psicógeno, saber si los 
síntomas están siendo inducidos conscientemente o son de origen inconsciente y si el paciente está 
fingiendo por algún deseo de fraude o engaño. El investigador no recibe información diagnostica más allá 
de la presentación del síntoma, pero aun cuando el paciente esté fingiendo raramente es una explicación 
completa del problema, ya que la mayoría tienen otro problema psiquiátrico. En psicología forense este es 
un problema importante, pues tiene implicaciones legales. 
Tanto el DSM como la CIE recalcan que se debe excluir cualquier trastorno físico antes de diagnosticar un 
trastorno disociativo, pero en realidad no se puede estar totalmente seguro de haber descartado todo. No 
obstante se cuentan con indicios para diferenciar síndromes orgánicos cerebrales de disociativos: 
 
También se puede confundir con la pasividad esquizofrénica, que tiene cierta similitud con estos 
trastornos. Sin embargo en ésta si existe consciencia de sí mismo y del tiempo, y tiene completa memoria 
para las acciones posteriores. Lo que si ocurre es una pérdida de la atribución personal (no reconoce los 
actos o pensamientos como propios, si no debidos a una fuerza exterior) 
4. ALGUNOS INTENTOS DE EXPLICACIÓN 
Desde el psicoanálisis de Freud se planteaba que la base de los trastornos disociativos se encontraba en los 
mecanismos de represión y regresión a la etapa fálica, pero esta corriente es incapaz de explicar la 
variedad de sintomatología. El conductismo en cambio se ceñía a los paradigmas de aprendizaje: Dollar y 
Miller defendían que las respuestas histéricas se mantenían por los refuerzos que suponían las ganancias 
primarias. Los planteamientos cognitivos además de explicar el trastorno buscan el mecanismo que parece 
subyacer a todos ellos. El ejemplo más claro es la “teoría neo-disociativa de Hilgard. Este autor parte del 
supuesto de que el aparato mental consta de un conjunto de estructuras cognitivas que supervisan, 
organizan y controlan el pensamiento y la acción. Cada una de estas estructuras puede buscar o evitar 
inputs y facilitar o inhibiroutputs. Las estructuras tienen una organización jerárquica, de tal modo que se 
encuentran intercomunicadas. En el vértice de la jerarquía se localiza una estructura cognitiva que ejerce 
funciones ejecutivas de supervisión y control y da la base para la conciencia. Determinadas circunstancias 
pueden obligar a intervenir al control ejecutivo, interrumpiendo la integración y organización jerárquica de 
las estructuras de control inferiores. Así se rompe la conexión, de forma que siguen funcionando de 
manera independiente o bien (si se rompe con la ejecutiva superior) se disminuye el control voluntario. Ahí 
es cuando se da la “conciencia dividida”. 
 
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Existen diferencias entre las explicaciones de disociación y el concepto de mente inconsciente freudiana. 
En primer lugar, los teóricos de la disociación mantienen que los contenidos mentales no conscientes no se 
restringen necesariamente a impulsos primitivos o a ideas agresivas o sexuales, y los procesos mentales no 
conscientes no son necesariamente irracionales o cualitativamente diferentes de los conscientes: son 
simplemente no accesibles conscientemente. En segundo lugar, la restricción de la conciencia no necesita 
estar motivada por propósitos de defensa, ni necesariamente tiene efectos de reducción de conflicto o 
ansiedad; ocurren simplemente como consecuencia de operaciones psicológicas particulares. 
Con las teorías cognitivas también hay diferencias, ya que los procesos mentales no conscientes de los 
planteamientos disociativos no se restringen simplemente a conocimiento automatizado, y los contenidos 
no conscientes no se limitan a percepciones o memorias no atendidas o degradadas. Estas teorías no 
explican la intencionalidad de los procesos disociativos. 
Kihlstrom ofrece un mecanismo alternativo para la disociación: discute que estos trastornos se entiendan 
como trastornos de la identidad o integración y prefiere entenderlos como trastornos de memoria. La 
memoria tiene un papel central, puesto que lo que se disocia es parte (o todo) del historial de experiencias 
de la persona. Parte de que un episodio cualquiera de la experiencia, del pensamiento y/o de la acción se 
vuelve consciente si, y solo si, se establece una conexión entre la representación mental de ese 
acontecimiento y la representación mental del sí mismo como agente o “experienciador” de ese 
acontecimiento. Se basa en la memoria como una red asociativa de nodos, de forma que el nodo de “si 
mismo” se asocia con otras representaciones mentales de la experiencia, del pensamiento y de la acción. 
Las alteraciones de memoria se podrían explicar por la pérdida de conexión preexistente entre las 
memorias autobiográficas y la representación mental del sí mismo. Si se crean una o más representaciones 
mentales nuevas del sí mismo, según estén activadas unas u otras tienen acceso a diferentes fuentes 
autobiográficas. Según Kihlstrom, los deterioros de memoria en los trastornos disociativos se restringen a 
deterioros en la memoria episódica explicita, ya que estos pacientes mantienen intacta su memoria 
semántica y su memoria de procedimientos. Aunque el mismo autor reconoce que queda por resolver el 
problema de la personalidad múltiple. 
Van der Hart, van der Kolk y Boon han propuesto un modelo jerárquico que divide la disociación patológica 
en tres niveles. En el primer nivel estaría la disociación primaria, que implica el procesamiento 
fragmentado (no integrado) del acontecimiento traumático. La disociación secundaria se produce cuando 
la persona percibe el acontecimiento sin experimentar un impacto emocional completo. Por último, la 
disociación terciaria supondría el desarrollo de identidades separadas. 
5. CONCLUSIÓN 
 
Aun a falta de datos fiables, parece que hay un acuerdo en señalar que estos trastornos no son tan raros ni 
infrecuentes como se pensaba hace unos años.

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