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Psicopatología 14/15 Cristina Gil 1 10. TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO: TEORÍAS PSICOLÓGICAS 1. INTRODUCCIÓN La mayoría de las propuestas para explicar los trastornos del ánimo se han centrado en la explicación de los trastornos depresivos, mientras que apenas existen para los trastornos bipolares. Las teorías difieren en muchos aspectos, empezado por las definiciones de “depresión” y “manía”, en las que se pueden enfatizar unos aspectos u otros. También hay diferencias según el paradigma en el que cada teoría se apoye. El inicio de investigaciones sobre los trastornos del ánimo se dio en la psiquiatría, donde imperaban modelos biológicos, psicodinámicos o ambos. Con la llegada de este interés de mano de la psicología, a finales de los sesenta, fueron aumentando las explicaciones basadas en modelos del aprendizaje. En los 70 con la aparición de las teorías cognitivas, aumentó el interés de psicólogos en la depresión, pero se utilizaban constructos con escasa fundamentación teórica, por lo que durante los años 80 buena parte de la investigación se centró en tratar de asentarlos. En los 80 y 90 aparecieron teorías integradoras, que buscaban enlazar conceptos seleccionados de las teorías cognitivas y conductuales. Durante los últimos años del siglo pasado y los primeros de este siglo, la mayoría de la investigación se ha volcado en el refinamiento de las teorías que trataban de integrar conceptos cognitivos y conductuales, aunque se puede observar un cambio en el foco de interés de las teorías desde el análisis exclusivo de las diferencias individuales en el origen de la depresión hasta el análisis complementario de las diferencias individuales en el curso de la depresión, en especial, en las recaídas y recurrencias. 2. TEORÍAS PSICODINÁMICAS DE LOS TRASTORNOS DEPRESIVOS Las primeras formulaciones psicológicas vinieron del psicoanálisis de mano de Karl Abraham (sobre 1911). Éste, influido por la teoría freudiana del desarrollo psicosexual, apreció en su experiencia clínica que existía una fuerte relación entre depresión y obsesión; también que el comienzo de una depresión frecuentemente estaba asociado a un desengaño amoroso, y que muchos depresivos recurrían a la ingesta de líquidos o comida para evitar o superar la depresión. Concibió la depresión como una exacerbación constitucional y heredada del erotismo oral, es decir una tendencia exagerada a experimentar placer por medio de la gratificación oral, lo que intensificaba las necesidades y por tanto las frustraciones asociadas a las conductas de chupar, beber, comer, besar, etc. Posteriormente Freud unió estas teorías a sus propias conceptualizaciones para construir lo que sería el núcleo del modelo psicodinámico en su trabajo duelo y melancolía. Diferenció las reacciones depresivas normales (“melancolía”) de las debidas a la pérdida de un ser querido (“duelo”). Ambas son reacciones ante la pérdida y ambas incluyen tristeza, falta de interés o inhibición de la actividad. Sin embargo la melancolía se caracteriza por una disminución del autoestima, dando lugar a autorreproche, y por la incapacidad del melancólico de reconocer la causa de su tristeza. En cuanto a la etiología, para comprender la pérdida de autoestima en el melancólico, Freud enfatiza la regresión de la libido y la identificación narcisista del yo con el objeto perdido. El niño interioriza una representación de ese objeto. Como consecuencia, la ira dirigida hacia el objeto perdido es dirigida ahora hacia una parte del propio yo del niño, predisponiéndole a futuros episodios depresivos. A pesar de la aceptación de este esquema, Freud en sus últimos escritos considera la depresión sencillamente como la existencia de un superyó excesivamente exigente, es decir, de un excesivo sentido del deber y la obligación que crea una gran cantidad de sentimientos de culpa. Psicopatología 14/15 Cristina Gil 2 Los autores posteriores, influidos por el modelo estructural (ello/yo/superyó) ampliaron el concepto de oralidad de la depresión, y posteriormente centraron los modelos en el papel del autoestima y los determinantes de ésta. En la fase oral, el bebe depende de otras personas, por tanto una fijación en esa fase facilitaría la dependencia emocional. Debido a algún trauma infantil, las personas depresivas tendrían una fijación oral, y por tanto un autoestima (que viene dado por la relación madre-hijo en los primeros años) dependiente de los demás. Las teorías psicoanalíticas recientes afirman que las personas depresivas serían aquellas que, desde pequeñas, y debido a la pérdida de un “objeto” amado por separación, muerte o rechazo se han vuelto muy sensibles a la sensación de pérdida, sea real o imaginaria. Los objetos amados serían personas significativas, más frecuentemente la madre. Se ven incapaces de superar una frustración porque su autoestima depende de la aprobación de los demás. Hay que recordar que es muy difícil hacer comprobación empírica de estas teorías, pues habla de mecanismos como la interiorización, que se suponen inconscientes y se dan durante la infancia. Para realizar introyección de representaciones de objetos es necesario que las estructuras intrapsiquicas estén bien desarrolladas, por eso muchos teóricos no consideran que la depresión se pueda dar en niños. También hay dificultades de irrefutabilidad, y por tanto de imposibilidad de comprobación empírica. Por ejemplo en la hipótesis de Freud de la ira interiorizada, podríamos analizar los sueños pero fuera cual fuera el resultado lo podrían plantear como confirmación de la misma (si se dan sueños sin hostilidad dirían que es un mecanismo de defensa inconsciente). Recientemente se ha formulado la depresión desde el psicoanálisis en términos de diátesis-estrés, característica compartida con otras teorías psicológicas. Los teóricos actuales han formulado la existencia de al menos dos tipos de depresión: una conocida como anaclítica, dominada por el otro o dependiente (cuando las personas están preocupados y dependen de las relaciones interpersonales) y otra denominada introyectiva, dominada por metas o autocrítica (preocupados por cuestiones de logro, autovalía, y manifiestan sentimientos de fracaso e inutilidad). Ambos tipos de depresión también han sido formulados en teorías cognitivas, al menos a nivel descriptivo. Estos puntos en común favorecen la convergencia de diferentes teorías psicológicas para explicar la depresión. 3. TEORÍAS CONDUCTUALES DE LOS TRASTORNOS DEPRESIVOS Comparten la base de las teorías del aprendizaje, en especial del condicionamiento operante (CO) según la idea general de Skinner de que la principal característica de la depresión es una reducción generalizada en la frecuencia de las conductas. Charles Ferster fue uno de los primeros en estudiar la depresión desde el marco experimental y todos los enfoques conductuales parten de sus trabajos. Según Ferster la principal característica de la depresión es la reducida frecuencia de conductas reforzadas positivamente que sirven para controlar el medio (por ejemplo reducción de contactos sociales) mientras que, por el contrario, se produce un exceso de conductas de evitación o escape ante estímulos aversivos (ej. quedarse en la cama por no enfrentarse a las tareas diarias). Fester señala cuatro procesos que, aislados o combinados, podrían explicar la patología: a) Cambios inesperados y rápidos en el medio que supongan pérdidas de fuentes de refuerzo o estímulos discriminativos importantes. Además se da una generalización de los efectos de esa pérdida a conductas y ámbitos diferentes. b) Programas de refuerzo de gran coste que requieren grandes cambios de conducta para producir efectos en el medio (es decir que requieren mucho esfuerzo hasta conseguir la recompensa) Psicopatología 14/15 Cristina Gil 3 c) imposibilidad de desarrollar repertorios conductualesdebido al surgimiento de espirales patológicas en las que una baja tasa de refuerzos positivos provoca una reducción de las conductas, lo que supone a la vez una mala adaptación al medio (pueden darse conductas de evitación) que lleva a un menor número de refuerzos positivos, y así. d) Repertorios de observación limitados, que distorsionan la realidad y llevan a los depresivos a conductas que son reforzadas en pocas ocasiones. (Hay ejemplos de todo esto en la pág. 275 del libro) Por otro lado Ferster opinaba que muchas de las conductas depresivas permitían al individuo evitar estímulos aversivos o desagradables, de tal manera que se mantienen por reforzamiento negativo. Siguiendo esta línea es Lewinsohn quien ha desarrollado el programa de investigación más completo dentro del enfoque conductual para elaborar una teoría de la depresión que poder aplicar a la práctica clínica. Para él la depresión es una respuesta a la pérdida o falta de refuerzos positivos contingente a la conducta. Un reforzamiento insuficiente en los principales dominios vitales de una persona conduciría a un estado de ánimo deprimido y a una reducción en el número de conductas, lo cual según Lewinsohn son los fenómenos primarios de la depresión. También señala ciertos factores mantenedores de la depresión a corto y a largo plazo. A corto plazo, la conducta depresiva se mantendría al provocar refuerzo social positivo por parte de las personas del entorno (empatía, apoyo, afecto). Pero a largo plazo la conducta puede llegar a ser aversiva para esas personas, que evitarían al individuo deprimido. El reforzamiento se vería reducido estableciendo una espiral psicológica. Costello en cambio señala que el rasgo más característico de las personas deprimidas es la falta de interes general por el medio que les rodea. Esto se explica por una pérdida general de la efectividad de los reforzadores, que es la causa suficiente y necesaria de la depresión. Los responsables de dicha pérdida son estos dos factores (aislados o juntos): a) cambios endógenos bioquímicos y neurofisiológicos y b) pérdida de uno o varios EC o estímulos discriminativos de una cadena conductual. No obstante cualquier otro factor que conduzca a la perdida de la eficacia de los reforzadores, puede contribuir a la aparición de un episodio depresivo. 4. TEORÍAS COGNITIVAS DE LOS TRASTORNOS DEPRESIVOS A. TEORÍAS DEL PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN Estas teorías utilizan constructos derivados de la psicología cognitiva como elementos centrales, ajustándose a la metáfora del hombre como sistema de procesamiento de la información: el individuo construye activamente la realidad mediante la selección, codificación almacenamiento y recuperación de la información presente en el medio. Se da una interdependencia entre cognición, emoción y conducta. La teoría más conocida es la de Aaron Beck. 1. Teoría de Beck La premisa básica es que en lo trastornos depresivos existe una distorsión o sesgo sistemático en el procesamiento de la información. Se valora excesivamente los sucesos negativos, considerándolos globales, frecuentes e irreversibles, mostrando la llamada triada cognitiva negativa: visión negativa del yo, del mundo y del futuro, como resultado de una amplificación de sentimientos de tristeza y abatimiento. Según Beck, ese procesamiento distorsionado conduce al resto de los síntomas afectivos conductuales y fisiológicos típicos del trastorno. Esa distorsión o sesgo funciona como factor de mantenimiento. En la etiología pueden estar implicados factores genéticos, hormonales físicos y psicológicos. Psicopatología 14/15 Cristina Gil 4 Entre todas las posibles causas distantes que pueden provocar ese procesamiento distorsionado, la teoría de Beck afirma que en muchos casos de depresión no endógena la etiología tiene que ver con tres factores: a) la presencia de actitudes o creencias disfuncionales sobre el significado de ciertas experiencias; b) una alta valoración subjetiva de esas experiencias que resulta de la estructura de personalidad del individuo; y c) la ocurrencia de un estresor específico a los anteriores factores. Las actitudes o creencias se representan mentalmente como esquemas de conocimiento duraderos. Esas estructuras dirigen la percepción, codificación organización y almacenamiento de la información del entorno. Los estímulos consistentes con ellos se codifican, y los inconsistentes se ignoran y olvidan. Es un procesamiento “arriba-abajo”. Los esquemas responsables del procesamiento sesgado en la depresión (esquemas disfuncionales depresógenos) se diferencian de los esquemas de personas normales tanto en su estructura como en el contenido que almacenen. De contenido, se dan reglas creencias y actitudes estables de carácter disfuncional, y poco realistas, con contingencias inflexibles e inapropiadas, de forma que los acontecimientos normales de la vida impiden al individuo cumplir dichas contingencias. En cuanto a su estructura, tienden a ser esquemas más rígidos, impermeables y concretos que los esquemas adaptativos y flexibles de los individuos normales. La activación de esquemas depresógenos sería la responsable del procesamiento distorsionado; se activan por la aparición de un suceso estresante (similar a los que sirvieron de base para la formación de las reglas que se almacenan en ellos). Son un factor de vulnerabilidad cognitiva para la depresión, permanecen latentes antes de su activación. El tipo de estresor que puede activarlos también difiere según las estructuras de personalidad. La teoría cognitiva propone dos dimensiones de personalidad como factores vulnerables a la depresión: sociotropía y autonomía. Los esquemas sociotrópicos incluyen actitudes y creencias que implican una consideración muy elevada de las relaciones interpersonales y una alta dependencia social a la hora de juzgar la propia valía. Los esquemas autónomos incluyen actitudes que priman la independencia, la libertad, la privacidad y la autodeterminación. En consecuencia, habría sucesos estresantes específicos para cada tipo de esquema. Como ya dijimos, esta distinción es similar a la propuesta por las actuales teorías psicoanalíticas. Una vez activados, los esquemas orientan y canalizan el procesamiento de la información, actuando como filtro. Hay operaciones que en un cierto grado se dan en todas las personas (sobregeneralización, personalización, inferencias arbitrarias, etc.) pero en el caso de la depresión ocurren en mayor medida y son congruentes con el contenido disfuncional de los esquemas depresógenos: se magnifica la información negativa o minimiza la positiva, los errores se personalizan y sus efectos se exageran. Tales operaciones cognitivas conducen en la depresión a la triada cognitiva negativa, que se expresa en forma de: a) pensamientos o imágenes voluntarias y b) pensamientos automáticos. Estos últimos no son controlables, aparecen repetidamente de forma inintencionada. Ambos tipos de pensamiento son relativamente accesibles a la conciencia del individuo, y son dañinos puesto que interfieren tanto con las actividades que realiza la persona como con su estado de ánimo. Estos pensamientos giran en torno a los temas de pérdida, fallo, rechazo, incompetencia y desesperanza. La triada implica una visión negativa de sí mismo (ser indeseable, sin valor y culpable), también del mundo (demandas excesivas, lleno de obstáculos) y del futuro (nada malo se podrá cambiar, desesperanza) Psicopatología 14/15 Cristina Gil 5 2. Hipótesis de la activación diferencial de Teasdale Se desarrolla a partir de la teoría de la depresión de Beck y del modelo de redes asociativas de Bower. Bower postula que cada emoción en particular está representada en la memoria por una unidad o nodo, al cual están conectados un conjunto de rasgos asociados a esa emoción, tales como su patrón de respuestas típicos,palabras asociadas, creencias y recuerdos registrados, etc. En el caso del nodo de la tristeza o depresión, esas cogniciones serían negativas. Cuando un nodo es activado, se experimenta la emoción correspondiente y se propaga para evocar otras manifestaciones de la emoción que tiene asociadas. La teoría de Teasdale es un modelo de vulnerabilidad-estrés, en el que se asume que un acontecimiento que provoca depresión clínica en unos individuos, es capaz de producir al menos un estado de ánimo deprimido transitorio en la mayoría de personas. El inicio de los síntomas correspondería con la activación del nodo de la depresión, dicha activación se propaga a los nodos cognitivos asociados. Si por un efecto de bucle, esa actividad vuelve al nodo de depresión y lo reactiva, se establece un círculo que intensifica el estado de depresión y lo mantiene. Por tanto no importa mucho la fuente original de la depresión, si no ese establecimiento de circulo vicioso reciproco y reforzante, que es el que determinada la intensificación hasta convertirse en depresión clínica. La probabilidad según el autor de que ese círculo se establezca, depende de si los nodos o constructos cognitivos activados después del nodo depresivo, suponen la interpretación de los acontecimientos como sucesos aversivos e incontrolables. Es como “deprimirse por estar deprimido”. El establecimiento del círculo depende de interacciones entre factores ambientales, biológicos y psicológicos. Por ejemplo ante una situación estresante que se interpreta como incontrolable, el apoyo social puede ser decisivo. Los factores biológicos pueden determinar la intensidad de la activación inicial del nodo, y en consecuencia la activación de los nodos asociados. Pero Teasdale destaca la importancia de factores psicológicos. Las interpretaciones dependen de diferencias individuales en cuando a los nodos cognitivos negativos, también hay diferencias en disponibilidad y de accesibilidad de los nodos (según experiencias y aprendizajes pasados). Además hay una distinción importante: las interpretaciones también dependen del patrón de estado de ánimo normal y del que se muestra con un estado de ánimo deprimido. Si de normal una persona se considera inútil, esos nodos están más disponibles y accesibles y es más probable que intérprete así cualquier nuevo acontecimiento relacionado. Sin embargo, para Teasdale la clave de la depresión son los constructos cognitivos activados una vez que el individuo está deprimido. Sobre este último patrón de procesos cognitivos se centra fundamentalmente la hipótesis de la activación diferencial, dando sentido a su nombre: Una vez deprimido, la activación de nodos relacionados con evaluaciones globales negativas de uno mismo o la activación de nodos cognitivos que conduzcan a interpretar la experiencia como muy aversiva e incontrolable determinan, a través de los mecanismos mediadores expuestos, que el estado de depresión empeore, lo cual a su vez intensifica la activación de esos nodos, dando lugar al círculo vicioso que hace que el estado inicial depresivo se agrave y persista, dando lugar al trastorno clínico. Son las interpretaciones y autoevaluaciones negativas las que moderan el papel de los factores ambientales. Pero mientras en la teoría de Beck tales interpretaciones se dan cuando hay un acontecimiento estresante, la teoría de Teasdale no cree que el emparejamiento entre tipo de suceso y tipo de nodo sea un requisito necesario para la depresión. Recientemente, Teasdale ha modificado su hipótesis incluyendo una reconceptualización en términos cognitivos de los conceptos de “kindling” (activación inducida propagada) y sensibilización para explicar la Psicopatología 14/15 Cristina Gil 6 mayor susceptibilidad a la recurrencia de episodios depresivos de los individuos con una historia previa de depresión: la reactivación continua de los nodos produciría interconexiones tan densas que la activación de uno solo de la estructura es probable que active el resto de nodos, es decir de la estructura en conjunto. En el proceso de sensibilización, la activación repetida de los constructos depresivos durante los episodios previos de depresión produciría un descenso en el nivel de activación de estas estructuras. Así explican el hecho de que, a medida que aumentan los episodios de depresión mayor, se requieren estresores de menor magnitud para provocar recaída o recurrencia. B. TEORÍAS COGNITIVO-SOCIALES Se apoyan en constructos desarrollados dentro de la tradición de psicología social y aprendizaje social. Merece destacarse la teoría de la desesperanza por innovadora y provocativa basada en la teoría de la indefensión aprendida de Seligman. 1. La teoría de la indefensión aprendida Seligman, partiendo del condicionamiento clásico y operante, estudió en animales el efecto de descargas eléctricas inescapables. Se descubrió que los animales desarrollaban un patrón de conductas y cambios neuroquímicos semejantes a los deprimidos, y se le llamó desamparo o indefensión aprendida. Seligman da una explicación cognitiva, pues propone que estas conductas se desarrollan solo cuando el animal no tiene esperanza de poder controlar nunca la situación aversiva en que se encuentra. Aplicado al estudio de la conducta humana, postuló que la pérdida percibida de control en el ambiente o expectativa de incontrolabilidad es causa suficiente de aparición de una reacción depresiva, y que es fruto de cualquiera de estos factores: a) historia de fracaso en el manejo de situaciones; b) historia de reforzamientos sobre una base no contingente. Aunque es una teoría muy atractiva, su traspaso al estudio humano encontró dificultades, sobre todo porque no explica por completo el complejo síndrome de problemas de la depresión. Psicopatología 14/15 Cristina Gil 7 2. La teoría reformulada de la indefensión aprendida Se daban cuatro problemas en la teoría de la indefensión aprendida: primero no explicaba la baja autoestima; segundo tampoco de la típica autoinculpación de los fallos en los deprimidos; tercero no explicaba la cronicidad y generalidad de la depresión, y cuarto tampoco explicaba el estado de ánimo deprimido como síntoma de depresión. Para resolver estos problemas, Abramson y su equipo (1978) postulan que la exposición a situaciones incontrolables no basta por sí misma para desencadenar reacciones depresivas. Al verse en una situación así, las personas buscan explicación sobre la causa de la incontrolabilidad: Si la falta de control se atribuye a factores internos se produce un descenso de la autoestima, que no ocurre si se atribuya a factores externos. Si se atribuye a factores estables y globales llevaría a una expectativa de incontrolabilidad en situaciones futuras, y ahí la indefensión y los déficits depresivos se extienden en el tiempo. Por el contrario, la atribución de la falta de control a factores inestables y específicos supondría sentimientos de indefensión y déficit depresivos de corta duración, específicos a la situación en cuestión. Este análisis atribucional basado en tres dimensiones, internalidad-externalidad, estabilidad-inestabilidad y globalidad-especificidad, resuelve algunos problemas pero no el del estado de ánimo deprimido. Lo solucionaron con un factor motivacional: la depresión solamente se da en los casos en los que se da pérdida de control sobre un suceso altamente deseable o ante un hecho altamente aversivo. También señalan un factor de vulnerabilidad cognitiva a la depresión: un estilo atribucional depresógeno, que tienden a realizar atribuciones a factores internos, estables y globales. 3. Teoría de la desesperanza La teoría de la desesperanza, para resolver el problema de la heterogeneidad de la depresión, postula una nueva categoría nosológica de los trastornos depresivos: la depresión por desesperanza, definidaprincipalmente por su causa: la expectativa negativa acerca de la ocurrencia de un suceso valorado como muy importante (“desesperanza”) unida a sentimientos de indefensión sobre cambiar la probabilidad de ocurrencia de dicho suceso. Este modelo se puede extender a los tipos de depresión caracterizados por la desesperanza dónde es ésta, a pesar de que para desarrollarla es necesaria la indefensión, la clave. La teoría se presenta como un modelo diátesis-estrés y especifica una cadena de causas distantes y próximas que incrementan la probabilidad de depresión y que culminan en la desesperanza. Como se ve en la figura, la cadena causal comienza con la ocurrencia de sucesos vitales negativos. La clase de atribuciones y el grado de importancia que se les da a esos sucesos, contribuyen al desarrollo de la desesperanza y los síntomas de depresión por desesperanza. De nuevo, si se hacen atribuciones estables, globales (estos dos rasgos determinan el alcance de la desesperanza) y se ven como sucesos importantes, la probabilidad de desarrollar síntomas depresivos es mayor. Si además interviene la atribución interna, se puede acompañar de baja autoestima, pero no es necesario. Psicopatología 14/15 Cristina Gil 8 Para integrar en la teoría los descubrimientos de psicología social, Abramson y su equipo rescatan la importancia de la información situacional a la hora de determinar el tipo de atribuciones que las personas hacen. La información situacional sugiere que cuando un suceso negativo es bajo en consenso (“le pasa a poca gente lo que a mí”) alto en consistencia (“me pasa siempre”) y bajo en distintividad (“no solo me va mal en esto, me va mal en otras cosas”) favorece la explicación atribucional que lleva a desesperanza. También las diferencias individuales de poseer o no un estilo atribucional depresógeno son un factor de vulnerabilidad. En la teoría de la desesperanza no se requiere que ninguno de los elementos distantes del modelo esté presente para desencadenar la cadena causal depresiva, siendo la desesperanza lo único requerido. Se plantea otra novedad: que la desesperanza puede ser producto de las conclusiones a las que una persona llegue sobre las consecuencias del suceso negativo. Otros factores, como la falta de apoyo social, también podrían ser antecedentes de la desesperanza. Otro aspecto que la diferencia con la teoría de 1978 es que no se incluyen síntomas del tipo de los errores o distorsiones cognitivas de Beck en la depresión por desesperanza. Se explica por ciertos descubrimientos que apuntan a que los depresivos podrían ser más precisos en su visión de la realidad que los no deprimidos, fenómeno llamado “realismo depresivo”. Quizás la mayor diferencia entre la teoría de la indefensión aprendida y la de desesperanza es que ésta última otorga gran énfasis a los procesos atribucionales, hasta crean una nueva categoría de depresión, e insisten en que diferentes cadenas causales llevan a diferentes tipos de depresión. Se cuestiona el punto central de la teoría de Beck, pues aquí señalan que los procesos atribucionales negativos son sesgados, pero no necesariamente distorsionados. En la teoría de Beck la desesperanza es uno más de los síntomas, pero aquí es un elemento central. Psicopatología 14/15 Cristina Gil 9 4. La teoría de los estilos de respuesta Es una teoría sobre los factores que explican el curso de la depresión. Nolen-Hoeksema propuso que la manera en que las personas responden a los primeros síntomas depresivos influye en su duración y gravedad. En concreto, aquellas personas que presentan respuestas rumiativas sufrirán durante más tiempo y con mayor intensidad los síntomas depresivos que aquellas que sean capaces de distraerse de los mismos. Las respuestas rumiativas a la depresión pueden definirse como “conductas y pensamientos que focalizan la atención de una persona en sus síntomas depresivos y en las implicaciones de estos síntomas” es decir aislarse pensando en los síntomas, hablar todo el rato de ellos, o pensar siempre en causas y consecuencias de los mismos. Las personas no hacen nada para aliviar sus síntomas a pesar de darles tantas vueltas. La teoría postula además que las personas tienen estilos de respuesta ante la depresión, así algunas tienden a un estilo de respuesta rumiativo mientras que otros manifiestan conductas de distracción que son intentos activos de ignorar los síntomas depresivos (pasear, deporte, amigos, lo que sea). Se proponen varios mecanismos psicológicos que explicarían el efecto del estilo rumiativo en el mantenimiento o exacerbación de los síntomas depresivos. 1º las rumiaciones intensifican los efectos del estado de ánimo sobre las cogniciones, haciendo que los pensamientos negativos estén más accesibles, lo que aumenta a su vez los síntomas depresivos y ya estamos otra vez en círculo vicioso. 2º se reduce la generalización de soluciones efectivas a los problemas. 3º las respuestas rumiativas interfieren la puesta en marcha de conductas instrumentales de distracción que permiten obtener reforzamientos positivos, aumentar la sensación de control y elevar el estado de ánimo. Por 4º y último también se disminuye el efecto beneficioso del apoyo social, pues al estar continuamente hablando de sus síntomas y preocupaciones, las personas de su entorno no aprecian mejoras y se sentirán irritados y molestos. En cuanto al origen de los estilos rumiativos, la teoría sugiere que se aprende, fundamentalmente, en la infancia, a partir de las conductas de padres y otros referentes. El aprendizaje tiene doble vía: por un lado a través del modelado de los estilos de respuesta que los referentes muestran cuando se sienten deprimidos, y por otro a través de sus prácticas de socialización si éstas no enseñan a los niños conductas más adaptativas para manejar las emociones negativas. C. TEORÍAS CONDUCTUALES-COGNITIVAS Se centran más en la varianza personas de la interacción persona x situación e incluyen procesos cognitivos, incluso estructuras cognitivas, en su conceptuación de la depresión. 1. Teoría del autocontrol de Rehm Rehm hizo esta teoría basada en el aprendizaje social y tratando de integrar elementos de las teorías de Lewinson, Beck y Seligman dentro del marco del modelo de autocontrol de Kanfer. Este último se centra en los procesos de regulación de la propia conducta, que implican la manipulación de aspectos situacionales y la disposición de contingencias y consecuencias alternativas para obtener metas a largo plazo. Kafner describe el control de la propia conducta a través de tres fases que forman un bucle de retroalimentación: cuando una persona quiere cambiar un comportamiento (ej. dejar de fumar), primero se presta atención a las conductas relevantes y al ambiente (cuantos cigarros fuma). La información obtenida es comparada con algún criterio o estándar interno para el comportamiento que se quiere logar, y se hace un juicio sobre la adecuación de la conducta (“lo hago mal, fumo más de lo que debería”). La fase final implica la Psicopatología 14/15 Cristina Gil 10 autoadministración de refuerzos positivos si la conducta ha estado bien encaminada hacia el objetivo, o castigos en caso contrario. Rehm también parte de que la depresión es consecuencia de la pérdida de una fuente de reforzamiento externa, de ahí la importancia del control de la propia conducta y la relevancia de estos modelos. En la depresión las personas están desesperanzadas y se ven incapaces de controlar su conducta. La teoría defiende que un déficit en el repertorio de conductas de autocontrol (factor de vulnerabilidad) interactúa con la pérdida o ausencia de reforzadores externos (factor de estrés) para desencadenar un episodio depresivo. Tal déficit, según Rehm, se concreta en cualquier combinación de las siguientes condiciones: a) Déficit en las conductas de autoobservación:los vulnerables a la depresión muestran tendencia a prestar más atención a los sucesos negativos que a los positivos. También prestan mayor atención a las consecuencias inmediatas de la conducta, por lo que les cuesta mirar más allá al decidir conductas. b) Déficit en las conductas de autoevaluación: Las personas con criterios muy rigurosos o muy altos de autoevaluación son más vulnerables a la depresión, ya que a menudo no pueden alcanzarlos y se evalúan de manera negativa. Además ya sabes que una atribución interna estable y global para sucesos negativos es un factor de vulnerabilidad para la depresión. c) Déficit en las conductas de autorreforzamiento: La persona deprimida se administra insuficientes recompensas o excesivos castigos. Esto es en parte consecuencia de los otros dos déficits que mencionamos, puesto que si el individuo tiene criterios muy altos y solo se fija en lo negativo, tenderá a autocastigarse. Este patrón puede explicar el bajo nivel de actividad y la inhibición en deprimidos. Estos déficits se adquieren durante el proceso de socialización de la persona y parecen constituir rasgos estables, Rehm los entiende como un “programa de control” que se emplea en todos los dominios conductuales que impliquen metas a largo plazo y por tanto se pueden generalizar a otras situaciones. 2. Teoría de la autofocalización de Lewinsohn A pesar de ser un defensor conductista, Lewinsohn ha dado un giro a sus planteamientos iniciales para abarcar otros elementos. Su nueva teoría amplia e integra su modelo conductual a los descubrimientos desde enfoques cognitivos y de la psicología social. Postula que los factores ambientales son responsables primarios de la depresión, aunque los cognitivos mediarían los efectos del ambiente. La principal variable mediadora sería un aumento de la autoconciencia (es decir un aumento transitorio y situacional de la cantidad de atención que la persona dirige hacia sí mismo). Según Lewinsohn y su equipo la cadena de acontecimientos que conduce a la aparición de un episodio depresivo empieza con la aparición de un suceso antecedente (A) (que es cualquiera que incrementa la probabilidad de ocurrencia futura de depresión), es decir lo que hemos venido llamando estresores. Estos acontecimientos inician el proceso depresógeno porque interrumpen importantes patrones adaptativos de conducta del individuo y este no es capaz de desarrollar otros patrones conductuales que reemplacen a los anteriores (B). La presencia de estresores y la interrupción de conductas adaptativas, tiene como resultado una reacción emocional negativa o estado de ánimo deprimido. Estos factores están relacionados con al depresión en la medida en que conducen a un desequilibrio negativo en la calidad de las interacciones de la persona con el ambiente, es decir una reducción del reforzamiento positivo y un aumento de experiencias aversivas (C) y el fracaso en su prevención se debe tanto a factores ambientales como disposicionales (G). Psicopatología 14/15 Cristina Gil 11 La respuesta emocional negativa que sigue a los sucesos estresores y el impacto emocional negativo que deriva del fracaso en anular su efecto, desencadenan un estado elevado de autoconciencia (D). Este es el factor mediador crítico de los efectos de la reducción del reforzamiento, produciendo muchas alteraciones cognitivas (autodespreciación, autoculpación, atribuciones internas, etc.) El incremento en autoconciencia (D) y la intensificación de las emociones negativas (E) destruyen las autopercepciones que sirven al individuo para proteger y ensalzar su autoestima y en general su concepto de sí mismo, y así conducen a muchos de los cambios cognitivos, emocionales y conductuales (F) que están correlacionados con la depresión. Estos cambios (F) exacerban la autoconciencia, desempeñando un importante papel en el mantenimiento y agravamiento del estado depresivo, cerrando el círculo. La teoría asume la existencia de características de predisposición, relativamente estables, que incrementan o reducen el riesgo de un episodio depresivo (G) y también influyen en su duración. Lewinson y su equipo enumeran estas características de vulnerabilidad: 1) ser mujer; 2) tener 20-40 años; 3) historia previa de depresión; 4) pocas habilidades de afrontamiento; 5) alta sensibilidad a estímulos aversivos; 6) ser pobre; 7) alta tendencia a autoconciencia; 8) baja autoestima; 9) bajo umbral para la activación de esquemas depresógenos; 10) mostrar dependencia interpersonal y 11) hijos menores de 7 años. Pero también citan factores protectores: 1) autopercibirse con altas competencias sociales; 2) experimentar sucesos positivos; y 3) disponer de una persona íntima y cercana a la que confiarse. Esta teoría asigna un papel central al estado de ánimo deprimido, asume que es necesario para la producción de las consecuencias asociadas a la depresión (F). Psicopatología 14/15 Cristina Gil 12 5. TEORÍAS INTERPERSONALES DE LOS TRASTORNOS DEPRESIVOS El enfoque interpersonal enfatiza la importancia de los factores interpersonales, tanto sociales como familiares, en la etiología mantenimiento y tratamiento de la depresión. Existen diferencias en el tipo de influencias teóricas que subyacen a cada teoría de este marco; unas vienen de la tradición psicoanalítica mientras otras parten de enfoques conductuales-cognitivos. Todos los acercamientos interpersonales a la depresión han tenido su foco de interés en desarrollar una terapia más eficaz para los trastornos depresivos, pero escasean los intentos de desarrollar modelos teóricos fundamentados en sus principios. Quizá la más clara conceptualización interpersonal de la depresión sea la presentada por Coyne en 1976. Este autor sugiere que la depresión es una respuesta a la ruptura de las relaciones interpersonales de las cuales los individuos solían obtener apoyo social, y que la respuesta de las personas significativas de su entornos sirve para mantener o agravar los síntomas depresivos. Coyne sugiere que cuando esa ruptura interpersonal se produce, los depresivos se vuelven a las personas en busca de apoyo social, pero las demandas persistentes por su parte acaban por ser aversivas para las personas de su entorno, que cada vez se sienten más molestos e irritados, sobre todo si su ayuda falla (básicamente es como la primera teoría de Lewinsohn). Cuando la persona deprimida se da cuenta de las reacciones negativas de los otros, emite un mayor número de conductas sintomáticas, y llegamos de nuevo al círculo vicioso, que continúa hasta que las personas acaban por alejarse del deprimido. Gotbil y su grupo han extendido el modelo de Coyne resaltando los papeles que desempeñan en el desarrollo, mantenimiento o empeoramiento de un episodio depresivo tanto el individuo —especialmente sus estilos cognitivos— como los miembros de su ambiente social: Psicopatología 14/15 Cristina Gil 13 Gotlib y cols. asumen que la cadena causal se inicia con la ocurrencia de un estresor (C), su gravedad depende de circunstancias externas (B) y también de factores de vulnerabilidad (D), que pueden ser interpersonales o intrapersonales (incluyendo aquí cognitivos y conductuales). Estos factores son similares a las otras teorías que hemos visto, pero a diferencia de éstas, Gotlib afirma que la adquisición de dichos factores es fruto de experiencias familiares adversas y estilos desadaptativos de crianza durante la infancia (A), que llevan al desarrollo de esquemas cognitivos negativos acerca de uno mismo o del mundo. El inicio de la depresión (F) es resultado pues de un estresor, que debido a factores de vulnerabilidad, es interpretado por el individuo como un acontecimiento que reduce su valía, sin opción de gratificación (E). Si el individuo es incapaz de afrontar eficazmente el estresor, se incrementa el estrés y con este los síntomasdepresivos y patrones desadaptativos (F). La capacidad de resolución depende tanto de la naturaleza de la situación como de sus habilidades de afrontamiento (D). El equipo señala que uno de los primeros síntomas depresivos es la auto focalización o autoconciencia. Una vez que la depresión se ha iniciado, dos factores más convergen para mantenerla y agravarla: el primero un factor interpersonal (F), que implica tanto al individuo como a su entorno; y el segundo es el sesgo cognitivo negativo que hace que aumente la sensibilidad y atención prestada a los aspectos negativos (reales o distorsionados) del ambiente. Esto conduce a una interpretación negativa de la situación y a que se manifiesten más síntomas (J), lo que a su vez lleva a una interpretación peor aún. Esto llevaría a más síntomas y patrones desadaptativos, a un rechazo de su entorno y de nuevo al círculo. 6. TEORÍAS PSICOLÓGICAS DE LOS TRASTORNOS BIPOLARES Apenas hay teorías psicológicas sobre los TB, quizás porque parece que los factores biológicos y genéticos tienen un papel muy importante y además son solo un 10% del total de trastornos del ánimo. Las fases depresivas en general se pueden explicar con los modelos que hemos visto. Para la fase maníaca las teorías son menos elaboradas. Freud concibió las fases maníacas dentro de un contexto energético. El yo ha superado la pérdida del objeto amado, y el superyó que lo había interiorizado ya no lo mantiene. Toda la energía empleada en los conflictos de la fase depresiva queda libre y se dirige al exterior. Lewin sentó las bases del esquema básico del psicoanálisis sobre la manía, formulando ésta en términos de procesos regresivos y de defensa. Sería una interrupción defensiva de la depresión, no su desenlace. Se vuelve a un nivel anterior de funcionamiento del yo, en el que la relación con la realidad se guía por el principio del placer y es una defensa contra acontecimientos dolorosos que se hallan inconscientes. Así explica también las manías que no tienen antecedentes depresivos. Para otros teóricos psicoanalíticos la manía es un mecanismo de defensa de la persona frente a sus sentimientos de baja autoestima, sentimientos que se potencian en la fase depresiva. Los pacientes se caracterizan por una personalidad narcisista, y por tanto tienen una necesidad exagerada de autoestima, asociada a una excesiva sensibilidad al apoyo y aprobación de los demás. Algunos autores psicoanalíticos han llegado a sugerir que la depresión podría ser una defensa contra la manía. Dejando a un lado el psicoanálisis, Beck también extendió su teoría cognitiva de la depresión para abarcar otros estados emocionales. Su explicación de la manía no tiene ninguna alusión a posibles factores de personalidad, ni a la interacción entre éstos y acontecimientos estresores. Su teoría de la manía es como un “espejo” de su teoría de la depresión, y los mecanismos causales serían similares. Afirma que los maníacos presentan actitudes disfuncionales rígidas y poco realistas, pero en este caso con un contenido Psicopatología 14/15 Cristina Gil 14 que exagera los aspectos positivos y eleva la autoestima. También supone la existencia de un procesamiento sesgado o distorsionado, de forma que comenten más errores cognitivos tomando de base ese contenido disfuncional de sus actitudes y reglas vitales. Solo que en este caso prestan más atención a experiencias positivas, generalizan su éxito, etc. Sería la triada cognitiva positiva, dónde el paciente se ve a sí mismo, al mundo y al futuro como muy positivo, potente y lleno de posibilidades. El enfoque de Beck tiene el grave inconveniente de no contar con ninguna formulación que relaciones sus dos teorías, la de depresión y la de manía, explicando así por qué se produce un episodio maníaco y no depresivo o viceversa, y aclarando la alternancia entre dichos episodios.
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