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CAPÍTULO 7
Eventos y protagonistas centrales para la historia 
de la Psicología en el Paraguay
José E. García
Universidad Católica de Asunción 
La elección sobre donde iniciar la reconstrucción histórica de la 
psicología implica una decisión que contiene un cierto grado de 
arbitrariedad. En efecto, si la estrategia se inclinara por una iden-
tiicación de los hechos y procesos relevantes acaecidos a partir 
del establecimiento de la psicología como disciplina con plena 
autonomía institucional y un peril propio aceptablemente bien 
deinido tendríamos una secuencia de hechos cuyo punto de inicio 
se situaría en una fecha relativamente cercana. En el caso de la psi-
cología paraguaya, no haría falta retroceder más allá de la década de 
1960, pues es en 1963 cuando se había fundado la primera carrera. 
Este pensamiento y la ubicación temporal correspondiente eran los 
usuales antes que se iniciara la documentación sobre el desarrollo 
histórico de la psicología en el país. Si nuestro propósito es tam-
bién incluir a los primeros casos de teorización sobre la mente, la 
conciencia, el desarrollo del niño o las inluencias que ejercen el 
medio ambiente, la geografía y la historia sobre la coniguración 
de la identidad racial o el establecimiento de las peculiaridades en 
el carácter nacional es obvio que deberíamos comenzar mucho 
antes. Y si en nuestro recuento tomamos la decisión de incorporar 
incluso aquéllos conceptos y puntos de vista que no se deinen 
estrictamente como psicológicos en el sentido contemporáneo del 
término, pero cuyas analogías conceptuales en dominios como el 
de la teología y la ilosofía nos enfrentan con las propiedades y las 
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funciones del alma inmaterial, ideas que lorecieron en la cultura 
occidental dentro de la fusión entre el pensamiento platónico y el 
cristianismo, tendríamos que dar unos pasos que nos conduzcan 
incluso varios siglos atrás. Es posible agrandar el círculo todavía 
más y seguir explorando incluso la cosmovisión antropológica y 
cultural que son particulares de las numerosas etnias indígenas que 
habitan el territorio nacional desde antes del inicio de la historia 
moderna y que arrastra innegables aspectos relevantes para una 
comprensión acabada de la psicología aborigen. Todo lo cual nos 
situaría tan atrás que en este caso especíico acabaría siendo pro-
blemático el ijar un momento aceptablemente convencional para 
el inicio de la reconstrucción.
Aunque la psicología académica cumple sus primeros cin-
cuenta años en el 2013, puede comprobarse que en Paraguay existe 
un pensamiento previo que largamente precede a la psicología 
institucional y proviene de una interesante variedad de autores y 
contextos (García, 2005a). Este es el sentido en que resulta útil 
adoptar periodizaciones que contribuyan a una mejor comprensión 
y esclarecimiento de las diversas fases que se pueden establecer en 
la historia de la psicología. La división en etapas ayuda no solo a 
encontrar una cierta secuencia y regularidad que se desprende del 
ordenamiento de los hechos, sino que también permite identiicar 
procesos que se hallan en acción permanente, así como posibles 
rupturas y continuidades consistentes. En este sentido, las sin-
gularidades que se puedan descubrir en una psicología nacional 
y que sirvan para establecer características y procesos únicos que 
la diferencien de las demás, pueden plantearse como temas de 
investigación con importancia e interés propios (García, 2011a, 
2011b). Para el estudio de la psicología en el Paraguay se proponen 
varios criterios distintos con el in de distinguir etapas, autores 
relevantes y tendencias en la teoría y la práctica profesional. Estas 
clasiicaciones y las categorizaciones que por fuerza traen aparejadas 
responden a necesidades especíicas de separación o agrupamiento 
de hechos y personalidades semejantes o disímiles. Los conceptos 
más frecuentemente utilizados en los escritos referidos a los por-
menores de la historia de la psicología en el Paraguay consideran 
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Gonzalo Salas (editor) 
la vigencia de: a) un período preuniversitario y b) un período 
universitario y profesional (García, 2004, 2005a, 2005b, 2009). El 
primero de ellos se reiere a la etapa que se extiende entre los años 
marcados por la fundación de los primeros centros educacionales 
en el Paraguay colonial y donde se enseñaban o discutían algunos 
conceptos implícitos en la ilosofía y teología que marcaban alusión 
a realidades con características mentales o espirituales, aunque en 
este caso debe quedar claro que un discurso psicológico de esta na-
turaleza es necesariamente implícito a la teorización ilosóica y por 
lo tanto ajeno a los usos convencionales y modernos del término. 
Se extiende hasta 1963, momento en que la psicología adquiere 
el status de disciplina universitaria autónoma. Esta fase ha sido 
considerada como una preparación o gestación para la psicología 
contemporánea (García, 2003a). A su vez, el período preuniversitario 
comprende dos subperíodos relacionados. El primero se denomina 
subperíodo ilosóico-teológico en el cual la psicología, como hemos 
apuntado, constituye un componente de la relexión ilosóica y 
teológica y se concibe y discute en esos términos. El segundo es 
un subperíodo de conceptualización autónoma cuyo inicio coincide 
con la publicación de las primeras obras en la forma de libros y 
artículos que se difundieron en revistas culturales y donde el uso 
de los conceptos asociados a la psicología recogen una delimitación 
más precisa que aspira a integrarse a un sentido de cientiicidad 
con razonable precisión y especiicidad variable.
Una periodización diferente y que fue sugerida diez años 
atrás (García, 2003a) incorpora como criterio central a las etapas 
por las que cruzó la enseñanza de la psicología en el país, dividiendo 
su desarrollo en cuatro fases cuyas referencias son: a) la psicología 
y sus vinculaciones con la ilosofía, que abarca fundamentalmente la 
enseñanza de la psicología capturada en los esquemas de la ilosofía 
colonial, con un carácter identiicado con la doctrina escolástica, 
b) la psicología en los planes de estudio del nivel medio, que fue el 
primer estamento educativo donde se insertó la enseñanza de la 
psicología y cuyo origen viene del año 1881 o 1882, c) la psicología 
y la formación de maestros, que está vinculada con la fundación de 
las primeras escuelas normales de maestros y profesores, lugares en 
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Historias de la psicología en América del Sur
los que se impartió psicología a los futuros miembros del magisterio 
nacional, ubicando sus comienzos aproximadamente en 1890 con 
un antecedente destacado en el centro educativo que dirigieron las 
hermanas Adela (1865-1902) y Celsa Speratti (1868-1938) y que se 
denominó Escuela de Preceptoras. Esta fue la primera institución 
donde las jóvenes paraguayas pudieron abrazar la noble vocación 
del magisterio (Monte de López Moreira, 2011), aunque la vigencia 
continuada en la enseñanza de la psicología debería contemplarse 
con una estabilidad mayor desde 1896, año de fundación de la 
primera Escuela Normal de Maestros. Finalmente y ya coincidien-
do plenamente con el período universitario y profesional, podemos 
mencionar a una última etapa que comprende: d) la enseñanza de 
la psicología en las universidades, que aunque registra algunos ante-
cedentes previos, se reconoce como inicio para el establecimiento 
de las primeras carreras de psicología a comienzos de la década de 
1960 y se extiende hasta nuestros días. En este capítulo, aunque 
desde luego tendremos en cuenta el marco general que ofrecen las 
divisiones en períodos sugeridas para el estudio sistemático de la 
historia de la psicología en el Paraguay, nos concentraremos con 
mayor detenimiento en los eventos y en los protagonistas que 
deinieron esta evolución particular, en un intento de presentarlos 
de manera sintética. Los datos presentados son una integración 
de informaciones ya entregadas en publicaciones previas que iránsiendo mencionadas progresivamente de acuerdo a su pertinencia, 
complementando a su vez algunas exposiciones globales anteriores 
(García, 2009), aunque agregando en esta revisión otros detalles 
nuevos y relevantes para una comprensión acabada de los proce-
sos fundamentales que actuaron en la formación de la psicología 
paraguaya.
La relexión y la teoría: El período preuniversitario
El subperíodo ilosóico-teológico.
Un día del año 1537, especíicamente en la fecha del 15 de agosto, 
desembarcaba un grupo de navegantes españoles en la bahía a la 
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Gonzalo Salas (editor) 
que da cobijo una de las entradas que tiene el Rio Paraguay en di-
rección noreste. Allí fundaron el puerto y Casa Fuerte de Nuestra 
Señora de la Asunción, muy cerca de donde hoy se levanta el casco 
histórico de la ciudad, para que sirviera como amparo y reparo de la 
conquista (Cardozo, 1996a). Desde este punto estratégico saldrían 
poco después otras partidas expedicionarias con el in de establecer 
nuevas ciudades en otros puntos esparcidos por la gran región del 
cono sur, entre ellos la ciudad de Buenos Aires. Por ese motivo 
Asunción ha recibido el nombre de madre de ciudades. Los recién 
llegados pronto iniciaron un activo mestizaje con los indígenas que 
por entonces habitaban la zona, lo cual propició una alianza de 
corte racial y político que resultó muy eicaz. Aquí no se estableció 
una universidad de manera temprana, como ocurrió en Lima o 
Santo Domingo, pero las órdenes religiosas que pronto arribaron 
a estos territorios sí se preocuparon por establecer algunos centros 
educacionales donde los novicios que aspirasen a formar parte del 
clero pudieran recibir una instrucción adecuada para el logro de 
estos propósitos. Por razones obvias, la cruz que siguió a la espada 
tuvo mucho que ver con los primeros resquicios de pensamiento 
psicológico que se insinuaban en aquél paisaje lejano y apacible del 
Paraguay, aunque sonaran muy distintos a lo que acostumbramos 
oír en nuestros días.
La ilosofía del siglo XVI ya insinuaba un enfoque más 
cercano a la modernidad y por ello menos proclive a una admiti-
da prevalencia de lo religioso sobre lo racional. Ello se daba de la 
mano de autores como Rene Descartes (1596-1650), en cuya obra 
también se introdujeron los conceptos frescos de la cognición y 
el estudio isiológico del comportamiento al marco general de la 
ilosofía renacentista. Por estas razones no son pocos los que ven 
a Descartes como la quintaesencia de esa ruptura que supuso la 
orientación ilosóica moderna con respecto a los principios que 
rigieron por siglos a la ilosofía medieval (Jones, 2006). Sin em-
bargo, los territorios españoles de ultramar vivieron una situación 
bastante distinta en lo que respecta a inluencias ideológicas. En este 
lado del mundo se perilaba un claro predominio de la perspectiva 
tomista y aristotélica cuya vigencia habría de extenderse todavía 
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Historias de la psicología en América del Sur
por mucho tiempo más. La colonia que todavía era el Paraguay 
en aquél momento, por supuesto, no fue la excepción. Este era 
el panorama que imperaba en los claustros que orgánicamente 
dependían de las órdenes religiosas. Con respecto a este punto la 
documentación no es abundante, por ello no es sencillo establecer 
una fecha precisa para ijarla como punto de partida. Pero es posible 
que podamos ubicarla con lógica probabilidad hacia el año 1580, 
cuando se produjo la fundación de un Seminario cuyo promotor 
fue el Obispo Alonso de Guerra. Otro referente importante fue el 
colegio fundado por el padre Francisco Saldívar un par de déca-
das más tarde, en 1600 (Massare de Kostianovsky, 1968). Ambos 
establecimientos educativos, al igual que muchos de esa época, 
ejercieron sus funciones durante un tiempo brevísimo. La contri-
bución de los jesuitas se inicia en 1609, cuando abrieron su primer 
colegio en Asunción. Allí se impartieron cátedras de Latín, Filosofía, 
Escolástica, Moral, Arte y Gramática (Massare de Kostianovsky, 
1968) y por supuesto Teología (Peters, 1996), que nunca podría 
faltar. Más adelante, los dominicos y los franciscanos regentearon 
sus propios establecimientos educacionales. En este período el 
pensamiento original y la producción de libros fueron escasos en el 
Paraguay, por no decir prácticamente nulos, a diferencia de cuanto 
sucedía en el Río de la Plata, donde a juzgar por cuanto explica 
Furlong (1952) se pueden mencionar varias piezas bibliográicas 
de importancia cuyos contenidos temáticos, si bien anclados en el 
maridaje que aún se veía con la ilosofía, recreaban estudios de corte 
especulativo que a menudo incluían tópicos psicológicos. Mucha de 
esta labor también es obra de los jesuitas, quienes nunca ignoraron 
la psicología (García García y Alonso, 2005; Massimi, 2001). En 
el Paraguay, sin embargo, la gestión más notable que cumplió la 
Compañía de Jesús se ubicó en las misiones, un portentoso ensayo 
de organización política, social, económica y cultural que fue objeto 
de comentarios en el mundo entero (Cardozo, 1996b). Esta labor 
educacional de los jesuitas culminó abruptamente con la expulsión 
de los dominios españoles en 1767.
La entrada del siglo XIX supone una evolución paulatina de 
las inluencias intelectuales vigentes hasta entonces. Los cambios 
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Gonzalo Salas (editor) 
que esto produjo, sin embargo, pueden ser mejor comprendidos 
si se toma en consideración el marco histórico y político que les 
sirven de fondo. Paraguay obtuvo su emancipación de la corona 
española en mayo de 1811. Desde esta época hasta el inicio de la 
Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870), un evento inmensa-
mente destructivo para el país porque fracturó de forma dramática 
el desarrollo del Paraguay como nación, hubo tres gobiernos que 
marcaron su destino de manera decisiva: los del Dr. José Gaspar 
Rodríguez de Francia (1766-1840) que comenzó en 1816 y culminó 
con su muerte natural en 1840, don Carlos Antonio López (1792-
1862) cuyo gobierno duró desde 1842 hasta fallecer por enfermedad 
en 1862 y el Mariscal Francisco Solano López (1827-1870), hijo 
del anterior, que tuvo las riendas del poder desde 1862 hasta su 
muerte en el campo de batalla en 1870. Francia estudió abogacía 
en la Universidad de Córdoba. En su momento poseyó la única 
biblioteca respetable del país. Su pensamiento acusó la presencia 
de las doctrinas políticas del ilósofo ginebrino Jean-Jacques Rous-
seau (1712-1778), cuya célebre obra El contrato social (Rousseau, 
1762/1980) parece haber sido una de sus lecturas habituales, 
aunque el conocimiento y discusión de estas ideas desde luego 
nunca trascendió al resto de la población, ni tampoco se relejaron 
de manera congruente en su estilo de gobierno. En ese momento 
no podía haber una apertura muy libre por supuesto dado el con-
texto en que se forjó el gobierno de Francia, que era una estricta 
dictadura de claro sesgo patriarcal, que desde luego jamás hubiera 
permitido semejantes debates. Aunque no debe perderse de vista 
que Francia también defendió la independencia del país ante las 
amenazas externas, sobre todo los planes anexionistas del gobierno 
de Buenos Aires, recurriendo a un virtual encerramiento del país.
Pero de acuerdo al criterio de Amaral (2010), las primeras 
manifestaciones de un pensamiento ilosóico reconocible en el 
Paraguay en el sentido de producciones escritas por autores que 
vivieron en el país tienen que rastrearse al menos hasta el segundo 
de los gobernantes mencionados, el de don Carlos Antonio López. 
Este escribió un breve texto titulado Catecismo de San Alberto, 
una pieza con pretensiones doctrinarias de ilosofía política que 
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Historias de la psicología en América del Sur
pudo ser el inicio de tal género de discusiones en el Paraguay. A 
comienzos de la década de 1860 parece que había una razonable 
tolerancia respecto a la discusión sobre las diversas corrientes de 
pensamiento que imperaban en la época, algunas de las cuales eran 
conocidas en el Paraguay,y la lectura de libros era una costumbre 
que no resultaba infrecuente. En este sentido la escritora Joseina 
Pla (1903-1999) menciona el importante dato que algunos de los 
títulos de mayor preferencia entre quienes ocupaban parte de sus 
gastos en la adquisición de libros eran las obras de icción, las novelas 
y el teatro y en segundo término las que tenían como temas a la 
dietética, la higiene y la psicología (Pla, 1983). Pese a las libertades 
públicas limitadas que imperaban por entonces, no hay evidencia 
cierta que existiera alguna forma de censura contra los libros. La 
Guerra contra la Triple Alianza alteró absolutamente el escenario de 
las cosas y quebró lo que parecía una clara senda de progreso que 
se abría para el país. El modo y la extensión de la destrucción que 
este conlicto supuso para el Paraguay solo pueden ser caliicadas 
como la ejecución de un grandioso y macabro genocidio contra la 
patria (Chiavenatto, 1989). Si casi nada o muy poco, material o 
humano permaneció en pie, lo mismo puede decirse de la cultura 
y cualquier iniciativa que pudiera haber representado un impulso 
para la promoción de la ciencia, incluida por supuesto la psicología 
(García, 2012a). No es de extrañarse entonces que la vida cultural 
del país tardara un cierto tiempo en recuperarse.
El subperíodo de conceptualización autónoma de la psicología.
En la década de 1880 comienzan a registrarse vestigios claros de 
una presencia progresiva de la psicología en un sentido moderno 
y con ello se acelera un poco la dinámica de la historia. En 1878 
inició sus labores en la enseñanza pública el Colegio Nacional de 
Asunción, una institución que dependía del municipio o ayunta-
miento de la ciudad y que constituía el primer establecimiento de 
su tipo que fue abierto en el país. Entre otras cosas, allí se dictó el 
primer curso especíico de psicología, que como se comprende tuvo 
como destinatarios a los estudiantes del nivel medio. Haciendo una 
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Gonzalo Salas (editor) 
deducción a partir de los datos que provee Benítez (1981), sabemos 
que se impartía psicología en el quinto curso del primigenio plan 
de estudios, razón por la que García (2003a) deduce que tiene que 
haberse dictado por primera vez en 1881 con mayor probabilidad 
o en su defecto durante 1882. El colegio, sin embargo, no tuvo la 
continuidad que habría sido deseada y tuvo que dejar de funcionar 
al cabo de unos pocos años. Para explicarse mejor la razón de esta 
discontinuidad hay que recordar que el país acababa de terminar 
la guerra y se hallaba en un estado de virtual bancarrota inanciera. 
En ese momento los recursos disponibles para la educación eran 
mínimos. Aun así, este evento puede estimarse como el punto de 
partida para la psicología a nivel educativo. El otro acontecimiento 
de importancia que se produjo durante esta década es la publicación 
del primer estudio que interesa al uso consecuente del concepto 
de psicología y que sugiere el peril de una disciplina con carácter 
autónomo. Sin embargo el autor, pese a ser paraguayo, concibió 
la obra fuera del país. Aludimos por supuesto al médico Dióge-
nes Decoud (1857-1920), quien perteneció a una de las muchas 
familias paraguayas que vivieron conlictos con Francisco Solano 
López y como consecuencia tuvieron que ver a uno o varios de 
sus integrantes sufrir las recias amarguras del exilio o debieron 
lamentar el exterminio físico de sus miembros (Decoud, 1930). A 
Diógenes le tocó emprender una destacada carrera académica en la 
Argentina y allí produjo varios trabajos que le valieron el elogio de 
personalidades sobresalientes del vecino país como José Ingenieros 
(1877-1925) (Ingenieros, 1915), uno de los pioneros que tuvo la 
psicología en el Río de la Plata. 
Entre otros numerosos trabajos, Decoud escribió un breve 
Estudio del hipnotismo. Bajo el punto de vista psicológico y de la 
medicina legal (Decoud, 1888). La obra encuadra al fenómeno 
hipnótico como un proceso esencialmente psicológico y al que 
puede considerarse análogo a la neurosis experimental. Era un estado 
peculiar en que desaparecía la voluntad, el entendimiento quedaba 
en una situación pasiva y sujeto a las estimulaciones externas, de 
manera momentánea y en una forma semejante a la de un relejo 
(Decoud, 1888). Baker (1990) señala que durante la década de 
151
Historias de la psicología en América del Sur
1880 la discusión sobre las características del hipnotismo giraba 
sobre el detalle de si este consistía en un fenómeno de naturaleza 
isiológica o psicológica. Otro aspecto debatido era si la hipnosis era 
un estado patológico o normal de la mente. En sus ideas sobre este 
complejo fenómeno Decoud acusó la inluencia del médico francés 
Jean Marie Charcot (1825-1893) así como de uno de sus antiguos 
maestros en la cátedra de Enfermedades Nerviosas cuando todavía se 
hallaba en su entrenamiento universitario en la Argentina, el doctor 
José María Ramos Mejía (1849-1914) (Ingenieros, 1919/1962). 
Con Decoud comienzan a dibujarse los rostros de los pioneros de 
la psicología en el Paraguay, aún con todas las diicultades que se 
han apuntado para determinar a quiénes corresponde considerar 
como tales (García, 2007).
La década de 1890 se abre con la fundación de la Univer-
sidad Nacional de Asunción, institución que fue la primera de su 
tipo en el país. Junto a ella se habilitaron también cuatro nuevos 
colegios nacionales en las ciudades de Asunción, Encarnación, 
Pilar y Villarrica. Pero solo en la sede de Asunción, que no era la 
misma que hemos comentado previamente pero venía a llenar el 
vacío que aquella dejó, se incluyó una cátedra de Psicología dictada 
por vez primera en 1893. Esta materia se denominaba Elementos 
de Psicología y se cursaba solo durante un año, en el cuarto curso. 
Emeterio González fue el profesor y también quien elaboró el 
plan de estudios respectivo que salió publicado en la Revista de la 
Universidad Nacional (González, 1894). En las clases impartidas 
en aquél curso se estudiaba la isiología del sistema nervioso, psi-
cología experimental, la sensibilidad, la voluntad, la sensación, el 
sentimiento, las emociones, el placer, el dolor, la inteligencia, la 
atención, la conciencia, el juicio, la abstracción, la inducción, la 
personalidad, la psicología social y la psicología comparada. Todos 
esos tópicos sugieren la clara inluencia de la psicología experimental 
que estaba ganando auge en la época. Pero también se incluyeron en 
el programa otros temas como la armonía entre el alma y el cuerpo, 
las teorías que niegan y las que airman la relación de ambos, el 
alma y la trinidad, la belleza, la verdad, la bondad y la libertad. Al 
lado de la enseñanza media, en esta década también se abrió otro 
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Gonzalo Salas (editor) 
campo nuevo para la difusión de la psicología en el campo de la 
formación normalista, aquélla que preparaba profesionalmente a 
los futuros miembros del magisterio nacional. De esta manera las 
hermanas Adela y Celsa Speratti, quienes adquirieron su formación 
en la Escuela Normal de Concepción del Uruguay (Benítez, 1981) 
establecieron la primera Escuela de Preceptoras en 1890, que ha-
bría de transformarse en Escuela Normal de Maestras en 1897. En 
cuanto a institutos para varones, se abrió una Escuela Normal de 
Maestros en 1896 y su director fue Francisco Tapia, un educador 
nacido en la Argentina a quien el gobierno nacional encargó de 
forma especíica tal función. Este podría parecer un detalle menor 
en el contexto de esta historia de no ser por el hecho que, además 
de sus funciones directivas en la escuela, Tapia produjo un par 
de artículos que representan el punto de partida para una de las 
tradiciones fundamentales de la psicología paraguaya en el período 
preuniversitario de las tres principales que existen, en este caso la 
que vincula a la psicología con la educación (García, 2006a).
Una de las muestras del renacimiento intelectual que se vivió 
en la década de 1890 fue la publicación de varias revistas culturales,algunas de las cuales alcanzaron a tener gran calidad. Posiblemente la 
mejor de todas fue la Revista del Instituto Paraguayo, que se publicó 
entre 1896 y 1909 y era el órgano de difusión del Instituto Paragua-
yo, creado en 1895. Puede decirse que la institución involucró en 
sus actividades y reuniones a lo más reinado de la intelectualidad 
paraguaya de la época y fue un auténtico epicentro de la cultura. 
En su mejor momento la biblioteca albergó más de mil doscientos 
volúmenes (Centurión, 1948). La revista publicó varios artículos 
con una temática psicológica. El ya mencionado Tapia publicó un 
par de trabajos antes que terminara el siglo. El primero de ellos 
(Tapia, 1897) era un trabajo más encuadrado en el ámbito de la 
pedagogía, pero en el segundo (Tapia, 1898), su autor partía de 
una concepción lamarckiana de la evolución para analizar procesos 
psicológicos como el de la inteligencia humana. Otros artículos se 
referían a las relaciones entre el ejercicio y la diversión (Rubio, 1899) 
o la formación del carácter, este último un escrito que pertenecía 
a la escritora uruguaya Adela Castell (1867-1926), quien presentó 
153
Historias de la psicología en América del Sur
una disertación en el Instituto Paraguayo a su paso por Asunción 
(Castell, 1901). Asimismo deben mencionarse dos escritos de 
Manuel Domínguez (1868-1935), que dio a conocer numerosos 
artículos sobre historia en la Revista del Instituto Paraguayo. 
Para lo que nos concierne en este capítulo debe mencionarse 
un trabajo que estaba centrado sobre las relaciones entre la talla y 
la inteligencia (Domínguez, 1903b) y otro, de mayor extensión e 
importancia, referido a las causas del heroísmo de los paraguayos 
durante la guerra (Domínguez, 1903a). Este último fue reimpreso 
más tarde en una obra titulada El alma de la raza (Domínguez, 
1918) que también incluyó otros ensayos relacionados. Las ideas 
en él contenidas recibieron ampliaciones en libros posteriores (Do-
mínguez, 1946, 1959). En su explicación de las particularidades 
que deinen al ser nacional paraguayo y su bravura como guerrero 
en el Campo de Marte, Domínguez recurrió al concurso de varios 
factores como el medio, la raza, el momento y el caudillo que guía 
las tropas, considerando la más importante lo que llamó la causa 
interna, que es igual a decir la raza y está en la raíz de las diferen-
cias. Como es sencillo de notar, el nudo para estas relexiones fue 
la conducta demostrada por el soldado durante la gran guerra. 
Muchas de las cualidades que Domínguez resaltó en cuanto típicas 
de los paraguayos, como su heroísmo, valor, capacidad de enfrentar 
la adversidad o el sufrimiento y su decidido apego a la familia y 
los valores de la patria convertía a los paraguayos eran un pueblo 
superior. 
Para sostener sus ideas Domínguez recurrió a muchos conceptos 
tomados de la psicología. Es por ello que se lo considera el punto 
de partida de otra de las tradiciones que la psicología paraguaya 
registra como marca de fábrica, la del estudio del carácter nacio-
nal (García, 2012b, 2013a). No puede decirse que estos artículos 
fueran investigaciones empíricas, pero eran importantes porque 
constituían discusiones conceptuales apoyadas en constructos cuyo 
origen estaba en la psicología (García, 2004). Antes de inalizar la 
década se produce también otro evento importante aunque en un 
ámbito muy distinto: el de la atención a los perturbados mentales. 
En efecto, el 30 de octubre de 1898 quedó habilitado el primer 
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Gonzalo Salas (editor) 
Asilo de Enfermos y Mendigos, lugar donde también se hallaban 
alojados algunos enfermos psiquiátricos. Esta fue la base para la 
organización del futuro Manicomio Nacional, instituido en 1917, 
ocasión en que los internos con desviaciones comportamentales 
fueron separados de los mendigos y acondicionados en un recinto 
independiente (Cegla y Franco, 1984). El Dr. Cándido Vasconsellos 
(1894-1955), a quien debemos recordar también por ser autor del 
primer texto sobre diagnóstico y tratamiento de las enfermedades 
mentales (Vasconsellos, 1947), fue su primer director. Las faenas 
de la atención psiquiátrica y más tarde psicológica en el Paraguay 
comenzaron en estos lugares y fechas.
Al despuntar el siglo XX se produjeron otros eventos en 
los escenarios académicos que habrían de tener una importancia 
fundamental para el desarrollo de algunas subdisciplinas como la 
psicología social. Es así que en 1900 se creó la primera cátedra 
de Sociología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la 
Universidad Nacional de Asunción, aunque la materia comenzó 
a dictarse recién a partir de 1903. El primer profesor fue Cecilio 
Báez (1862-1941), un hombre de leyes con gran erudición y notoria 
actuación en el ámbito público nacional y que fue también autor 
del programa académico. Como su principal aporte, Báez escribió 
una Introducción al estudio de la sociología (Báez, 1903). Este texto 
para nada era semejante a las introducciones a la sociología que 
se utilizan actualmente en las universidades del mundo, pues su 
contenido estaba fuertemente cohesionado con tópicos que son 
comunes en la psicología social (García, 2003b, 2013b). La entra-
da en escena de Báez signiicó también la llegada del positivismo 
como inluencia intelectual clara y contundente en el escenario del 
pensamiento nacional y se reconoce a este autor como su máximo 
exponente en el Paraguay (Benítez, 1983). 
Un poco más tarde, en 1905, Eusebio Ayala (1875-1942), 
quien más adelante en su vida tendría una destacada participación 
en la política paraguaya ocupando la presidencia de la Repúbli-
ca en los duros tiempos de la Guerra del Chaco contra Bolivia 
(1932-1935), publicaba en los Anales de la Universidad Nacional 
un denso estudio psicológico donde su objeto era el análisis de las 
155
Historias de la psicología en América del Sur
interrelaciones entre la ideación, la perceptividad y el pensamiento 
(Ayala, 1905). El autor no dejaba dudas de su gran familiaridad 
con las ideas de muchos de los psicólogos líderes de comienzos de 
siglo: héodule Ribot (1839-1916), Wilhelm Wundt (1832-1920), 
Herbert Spencer (1820-1903) o Alexander Bain (1818-1903). Esto 
condujo a suponer que, de no haber sido por su involucramiento 
en la política y su participación en los asuntos de estado, Ayala 
bien podría haber sido el iniciador de la psicología experimental 
en el Paraguay (García, 2005c).
La educación vuelve a demostrar el fuerte entrelazamiento 
que la une con la psicología en el Paraguay durante la década 
siguiente de 1910. En una obra titulada Páginas de un maestro, 
el docente Juan Ramón Dahlquist (1884-1956) alertaba sobre la 
urgencia de contar con laboratorios de psicología para el estudio 
del niño paraguayo y que la investigación a que diera lugar debía 
servir para la mejora de la educación nacional. También comen-
taba otros aspectos de la psicología de sus días. No se publicaban 
revistas psicológicas pero si educativas, en cuyas tablas de conteni-
dos era común encontrar artículos psicológicos. A la ya existente 
Revista de Instrucción Primaria que fuera establecida en la década 
previa, Dahlquist agregó otra llamada La Enseñanza, en la que por 
ejemplo reprodujo artículos del notable educador cubano nacido 
en Puerto Rico Alfredo M. Aguayo (1866-1942), quien también 
refrendaba la psicología experimental (Aguayo, 1913). En otros 
ramos muy diferentes, otros autores se ocupaban también de 
problemas anclados en la psicología. Entre ellos el naturalista y 
antropólogo suizo Moisés Santiago Bertoni (1857-1929), quien 
en su Resumen de prehistoria y protohistoria de los pueblos guaraníes 
(Bertoni, 1914) principalmente y también en el tercer tomo de su 
gran obra La civilización guaraní (Bertoni, 1956), expuso sus teorías 
sobre el origen y la evolución del hombre americano, la cultura de 
los aborígenes de lo que designó como el racial grupo guaraniano, 
además de aspectos resaltantes sobre la psicología de los guaraníes 
(García,2013c). Vemos que, en esencia, Domínguez se ocupó de 
la forma de ser típica de los paraguayos y Bertoni de los rasgos 
psicológicos del aborigen guaraní. En el ámbito de la sociología 
156
Gonzalo Salas (editor) 
se volvió a producir una segunda publicación importante, esta vez 
de Ignacio A. Pane (1881-1920), hombre formado en la disciplina 
del derecho y profesor de sociología en la Universidad Nacional al 
igual que Báez. Pane discutió con erudición los conceptos vecinos 
de la psicología social, la psicología individual y la psicología co-
lectiva como parte de su obra Apuntes de Sociología (Pane, 1917). 
Vistos en perspectiva, es claro que Báez y Pane son los pioneros de 
la psicología social en el Paraguay. 
Los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta coniguran 
lo que puede notarse como un predominio muy marcado de los 
educadores en la generación y difusión del conocimiento psicoló-
gico. En este contexto la igura más representativa es la de Ramón 
Indalecio Cardozo (1876-1943), un maestro nacido en la pequeña 
ciudad de Villarrica y que fue el promotor central del enfoque de la 
escuela activa en la educación nacional, agregando con su trabajo 
muchas innovaciones propias a las variantes que eran conocidas 
hasta entonces (García, 2004). Cardozo insistió en que la psicología 
debe ser la base para la implementación eiciente de la pedagogía. 
La obra más importante que publicó fue La Pedagogía de la Escuela 
Activa en tres volúmenes, consagrando por completo el primero de 
ellos a una exposición sobre los fundamentos de la psicología de 
la educación (Cardozo, 1938). Además escribió muchos artículos 
psicológicos, entre ellos algunos donde discutió por vez primera en el 
Paraguay las ideas de referentes como Sigmund Freud (1856-1939) 
(Cardozo, 1927) y John Dewey (1859-1952) (Cardozo, 1923, García, 
2003c). Asimismo fue pionero en la aplicación de las escalas del 
test Stanford-Binet, por lo que también es justo considerarlo como 
el propulsor de la psicometría en el país. Cardozo continuó con 
la edición de revistas pedagógicas de fuerte contenido psicológico 
que complementaron las tendencias anteriores y así estableció La 
Nueva Enseñanza, que comenzó a salir en 1927. Por todas estas 
razones es uno de los pioneros genuinos de la psicología (García, 
2003c, 2008a, 2010a, 2011c).
El primer texto introductorio también fue obra de un 
educador, el profesor Manuel Riquelme (1885-1961), autor de 
unas Lecciones de Psicología (Riquelme, 1948) que llegaron a las 
157
Historias de la psicología en América del Sur
librerías en 1936 con su primera edición. En vida de Riquelme 
también le correspondió iniciar importantes iniciativas en favor 
de la educación nacional. Para la historia de la psicología como 
disciplina igualmente es un actor importante, pues fue el primero 
en ocuparse de este tema en el Paraguay (García, 2008b). Tanto 
Cardozo como Riquelme fueron bien valorados en su tarea por 
quienes en ese momento se hallaban escribiendo sobre la psicología 
en América (Foradori, 1954). Completa esta secuencia la profe-
sora María Felicidad González (1884-1980) que dio a conocer la 
obra inicial que se identiica con la entonces dinámica área de la 
paidología. El libro se llama Misceláneas paidológicas para padres 
y educadores (González, 1942), y su autora además escribió un 
manual breve sobre organización escolar y pedagogía (González, 
1951) así como artículos que aparecieron en La Nueva Enseñanza 
de Cardozo. Cuando fue directora de la Escuela Normal de Profe-
sores en Asunción, ella estableció la primera cátedra de Psicología 
Experimental en 1921 y otra de Psicología Infantil en 1923 (García, 
2011c). El primer laboratorio de psicología habría de llegar de la 
mano de otro pedagogo, en este caso un extranjero que ejerció la 
jefatura de la oicina de la UNESCO en Paraguay entre 1955 y 
1959. Hablamos de Emilio Uzcátegui (1899-1986), quien también 
es conocido en el campo de la psicología en su tierra, el Ecuador. 
La inauguración del laboratorio tuvo lugar el 23 de octubre de 
1959 (Uzcátegui, 1959). Pero su mentor debió abandonar el país 
al poco tiempo para proseguir funciones en otra nación, dejando 
al laboratorio huérfano que, en lo que se asemeja a un claro relejo 
de la fatalidad que se cierne sobre la psicología nacional, quedó 
trunco y sin ejercer ninguna inluencia real.
Emerge la igura del psicólogo: 
El período universitario y profesional
Las carreras de psicología se establecieron durante la década de 1960. 
Primero en la Universidad Católica en 1963 y luego en la Univer-
sidad Nacional de Asunción en 1967. Con ellas arranca el período 
universitario y profesional en la historia de la psicología nacional. 
158
Gonzalo Salas (editor) 
Se produce entonces un paso muy signiicativo para la evolución 
institucional de la disciplina, pues a partir de allí la psicología habría 
de comenzar el proceso que la llevará a ser reconocida como una 
profesión autónoma. En su estructura de materias, las dos carreras 
adoptaron un peril de formación de neto corte generalista (García, 
1993), aunque más adelante se eligió ijar especializaciones con el 
objetivo de brindar un peril diferenciado para las alternativas que 
podría tomar la futura práctica profesional de sus estudiantes. En 
primer lugar, la Universidad Católica abrió las que se conocían 
entonces como áreas de énfasis a partir de una reforma que se realizó 
en el año 1978. Las opciones fueron tres: a) Psicología Clínica, b) 
Psicología Educacional y c) Psicología Laboral. La planiicación de 
estos estudios era muy congruente con las líneas que había sugerido 
el Modelo de Bogotá tan solo unos años antes (Ardila, 1981). La 
Universidad Nacional de Asunción, que instituyó un doctorado en 
1975 y que en sus primeros años también fue de raíz general, pronto 
asimiló la misma lógica que la Universidad Católica aunque con la 
variante que allí se presentaban como opciones de especialización 
en el grado doctoral. Veinte años duró este programa académico, 
entre 1975 y 1995, aunque dejó como resultado muy pocos doctores 
titulados y su efectividad como instancia de formación siempre fue 
cuestionable. En el país solo existieron estas dos carreras de psicolo-
gía hasta 1989, pero a partir de ese año, en coincidencia con el in 
de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), comenzaron a 
planiicarse nuevos departamentos. Acompañado de una apropiada 
legislación, el proceso se disparó aceleradamente desde 1996 y en 
la actualidad las carreras en funcionamiento superan holgadamente 
la cifra de cuarenta y se los ubica en casi todas las capitales depar-
tamentales del país: Asunción, Caacupé, Caaguazú, Ciudad del 
Este, Concepción, Coronel Oviedo, Encarnación, Hernandarias, 
Pedro Juan Caballero, Pilar, San Ignacio, San Juan Nepomuceno 
y Villarrica, entre otras. Los problemas, sin embargo, son muchos 
y van desde la insuiciente infraestructura y las limitaciones en la 
formación hasta la ausencia casi completa de investigación en los 
claustros universitarios (García, 2003a, 2003d, 2010b, 2012c). En 
cuanto a las organizaciones gremiales y cientíicas, puede anotarse 
159
Historias de la psicología en América del Sur
que la Sociedad Paraguaya de Psicología, cuya personería jurídica 
se obtuvo el 29 de julio de 1966, parece haber sido fundada el 22 
de mayo de aquél año, cuando un grupo de alumnos y profesores se 
reunieron para darle vida. Por ello en esa fecha se recuerda el día del 
psicólogo en el Paraguay (García, 2012d). Pese a su reducido poder 
de convocatoria, que se halla relejado en la exigua membresía, esta 
sociedad siempre se ha considerado la más representativa de cuantas 
lograron establecerse en el país. Entre las entidades internacionales, 
es la Sociedad Interamericana de Psicología —SIP—, que cuenta 
con miembros desde 1976, la que ha ejercido una inluencia más 
notable (García, 2012e). 
Las inluencias teóricas predominantes en la psicología para-
guaya a partir de la década de 1960 puedenverse como un relejo 
claro de las tendencias que dominan la disciplina a nivel interna-
cional y de las corrientes que mayor peso ganaron en la psicología 
practicada en el cono sur americano. En este sentido, han existido 
pocos trabajos que apunten, aunque sea de manera muy incipiente, 
hacia un desarrollo más autóctono. En gran medida, esas orientacio-
nes pueden notarse más en un área aplicada como es la psicología 
clínica (García, 2011b). Así puede reportarse una presencia muy 
fuerte de la corriente psicoanalítica desde el comienzo mismo de 
la carrera en los años sesenta, extendiéndose durante los setenta y 
hasta por los menos mediados de los ochenta en una hegemonía sin 
retadores de peso. Las discrepancias más importantes en estos años 
provenían de las que se forman habitualmente entre las escuelas 
psicodinámicas rivales. A inales de la década de 1970 también se 
suman algunos seguidores de las perspectivas humanistas de Carl 
Rogers (1902-1987) y Fritz Perls (1893-1970), aunque con un 
impacto limitado y sin conmover en absoluto el liderazgo absoluto 
de los seguidores de Freud y sus derivados, como la teoría de la 
psicología social del psiquiatra argentino Enrique Pichon-Riviére 
(1907-1977). Y aunque también hubo antecedentes previos, es 
a mediados de la década de 1980 cuando irrumpen con relativa 
potencia el conductismo y la modiicación del comportamiento, 
en buena medida gracias al establecimiento en 1985 de la cátedra 
de Psicología Experimental en la Universidad Católica (García, 
160
Gonzalo Salas (editor) 
2010c). También se hizo presente a mediados de la década la tera-
pia sistémica, igualmente irradiada desde algunas cátedras en esta 
misma universidad. 
Lo que se ha visto en los dos decenios siguientes es una dis-
tribución más equilibrada de las preferencias de los profesionales 
psicólogos entre estas orientaciones teoréticas. En la década de 1990 
comenzaron a practicarse también algunas formas de psicoterapia 
como la programación neurolinguística o las lores de Bach, a las 
que se denomina terapias alternativas y que arrastran inconvenientes 
muy reales por sus conlictos con la replicación de sus postulados más 
elementales (García, 1998). En el área de la psicología educacional 
las tendencias iniciales estuvieron asociadas al conductismo de B. F. 
Skinner (1904-1990), especialmente en el campo de la educación 
especial. A comienzos de la década de 1980 comenzó a sentirse la 
inluencia ejercida por las ideas de Jean Piaget (1896-1980) y Lev 
S. Vygotski (1896-1934). En la década del 2000 algunos enfoques 
como la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner 
(1943-) y la inteligencia emocional de Peter Salovey (1958-) y John 
D. Mayer (1953-), popularizada por Daniel Goleman (1947-), 
acapararon las preferencias de los psicólogos. Las investigaciones 
de Robert J. Sternberg (1949-) y la teoría de la inteligencia exitosa, 
aunque difundidas en algunas cátedras universitarias, aún se cono-
cen poco en el país. Otras áreas aplicadas como la psicología de la 
salud comenzaron a ser discutidas en los noventa (García, 2013d) 
en tanto la psicología comunitaria empezó a despertar gran interés 
en la década del 2000 (García, 2013a, Rabito y Soto, 2011). Los 
conceptos y las teorías asociadas a la psicología positiva y la psicología 
evolucionista, dos de las novedades más interesantes que surgieron 
en los últimos años tanto en la teoría como en la investigación a 
nivel internacional y que además reservan un elevado potencial para 
la transformación de la disciplina en un futuro cercano, también 
comenzaron a discutirse en fecha reciente.
Se ha mencionado con cierta frecuencia que la producción 
cientíica es el área en que la psicología paraguaya requiere de un 
impulso más signiicativo. Si bien existe alguna producción que 
representa una parte de los intereses teóricos prevalecientes en la 
161
Historias de la psicología en América del Sur
disciplina, arrastran al mismo tiempo la gran diicultad que supone 
la persistencia de lo esporádico, aislado y ocasional de su aparición. 
En este sentido (García, 2006b) inventarió con detalle la producción 
de los psicólogos paraguayos entre 1960 y el 2005, demostrando que 
en el conjunto de las publicaciones logradas resultan más frecuentes 
los estudios teóricos y descriptivos que los estudios propiamente 
empíricos. Pese a esta relativa escasez de los productos, dos iguras 
que trabajaron de forma activa durante esta etapa son el padre José 
de Jesús Aguirre (1922-2002), cuyas indagaciones en el campo de la 
personalidad y el temperamento aplicando el modelo del psicólogo 
holandés Gerard Heymans (1857-1930) lograron trascender las 
fronteras y obtuvieron reconocimiento en el exterior (García, 2013e) 
así como Oscar Seraini, quien se ha dedicado con preferencia a 
la psicometría y la educación. Entre quienes por diversos motivos 
trabajan fuera del país, Merardo Arriola-Socol es la igura más co-
nocida. El desarrolló interesantes propuestas que se encuadran en la 
línea del aprendizaje experiencial en la Université Laval de Canadá. 
Las demás producciones existentes, si bien resultan valiosas en un 
medio donde el apoyo oicial y privado a la ciencia es ínimo y por 
demás difícil de obtener, no han podido ganar la sistematicidad 
y continuidad mínimas que se requieren para constituir sistemas 
estables y reconocibles de ideas. Estas, a la vez, podrían tener la 
fuerza de abrir tradiciones coherentes y formar escuela sobre te-
mas relevantes para una comprensión de las inluencias que ejerce 
la cultura típica del país sobre el comportamiento y los procesos 
cognitivos humanos.
Comentarios inales
Desde sus primeras manifestaciones en la enseñanza escolástica 
colonial, donde apenas era distinguible por la vinculación que la 
mezclaba con la ilosofía, hasta los días del tiempo presente cuando 
se constituye en una disciplina autónoma y organizada en cuanto 
conjunto de aplicaciones profesionales, la psicología paraguaya ha 
tenido un largo recorrido que exigió cambios y transformaciones. 
Quienes en mayor número se interesaron en su estudio sistemático 
162
Gonzalo Salas (editor) 
fueron los educadores, quienes tal vez por la presión que les impo-
nen sus necesidades cotidianas inmediatas, pronto comprendieron 
su claro potencial para introducir una diferencia signiicativa en 
las tareas diarias que involucra la enseñanza escolar con los niños 
y los jóvenes. 
Asimismo, los primeros cultores de la sociología, que fue-
ron profesores y escritores de libros, también se sintieron atraídos 
por los conocimientos y teorías proveídos por la psicología social, 
cuando aún las semejanzas entre los enfoques de ambas disciplinas 
eran mayores de lo que puede percibirse en la actualidad. Los au-
tores que sintieron inquietudes por las características y los modos 
de ser típicos de los paraguayos y trataron de comprenderlos de 
manera crítica estimaron que ciertos conceptos en uso dentro de 
la psicología, como por ejemplo el de la raza o las inluencias del 
medio externo podían ser útiles en sus discusiones sobre la especi-
icidad inherente a los paraguayos. Estas son las circunstancias que 
impulsaron y los productos que se lograron durante la vigencia de 
la psicología paraguaya en el período preuniversitario.
Al cruzar la marca divisoria erigida en la década de los 
sesenta, la psicología ingresó de lleno a las aulas universitarias, se 
convirtió en un campo de estudio diferenciado y con ello adquirió 
características por completo nuevas, que no poseía previamente. 
Inició el proceso para transformarse en una profesión liberal. 
Como es lógico, sobrevinieron entonces muchos cambios en lo que 
respecta a la concepción y el peril general de la disciplina, pero el 
más notable de todos es que la psicología dejaba de constituir un 
área de relexión abierta para intelectos de diversa procedencia y 
ailiación, de incorporación de conocimientos desarrollados en el 
marco de la investigación contemporánea y posteriorasimilación 
de sus principales descubrimientos para volcarlos hacia problemas 
que emergen en contextos análogos a ella. Con la fundación de las 
primeras carreras la psicología comenzó a redeinirse en un símbolo 
de creciente experticia, de reconocimiento colectivo como un campo 
de aplicación técnica que es privativa de la práctica de un profesional 
único y especíico entrenado para el efecto y que al propio tiempo 
reivindica en ella su propia esfera de acción e inluencia. La psico-
163
Historias de la psicología en América del Sur
logía anterior, la de comienzos del siglo XX y antes inclusive, que 
comenzó a crecer como terreno apropiado y abierto para cualquier 
persona que quisiera utilizarla en beneicio y auxilio de sus propios 
intereses, transmutó al cabo de pocos años en una propiedad de los 
psicólogos. Surge entonces en el escenario social una igura investida 
del reconocimiento colectivo y la legitimación universitaria para 
hablar en nombre de la psicología, y para aplicar su conocimiento 
cientíico a los crecientes ámbitos de conlicto que enfrenta la 
sociedad que los acoge. Llegó así el tiempo de la psicología como 
profesión. En este movimiento de transformación desde un período 
preuniversitario inicial hacia una fase eminentemente profesional 
se retuvo la intención de los pioneros de utilizar la psicología para 
interceder exitosamente ante determinados problemas cotidianos 
que demandan urgente atención, pero ha disminuido en forma 
creciente el apego que antaño más se notaba a la esencia de la psi-
cología como una vocación cientíica. La de hoy es una disciplina 
con mucha profesión y escasa ciencia. Para evitar que se diluya 
en exceso ese peril fundamental, los psicólogos paraguayos y las 
instituciones que los forman deberían sentirse exigidos a replantear 
con premura las inconveniencias de este divorcio muchas veces 
excesivo entre investigación y práctica con el que han moldeado su 
disciplina durante los últimos cincuenta años. Ello los alejó también 
de sintonizar su pensamiento y acción de una manera más realista 
con cuanto les interpela a diario desde la cultura. 
Con una mayor toma de conciencia sobre la importancia 
de estos problemas es posible que se llegue a comprender que, solo 
otorgando a la investigación desinteresada y a las intervenciones 
solventes basadas en ella y que además sean correctamente replicadas 
para ponderar su adecuación, podrá realizarse la conexión necesaria 
entre el conocimiento proveído por las ciencias del comportamiento 
y las peculiaridades que son privativas de la población local, igual 
que las circunstancias especíicas en que estas se originan, ocurren 
y mantienen. El logro de esta condición podrá considerarse, entre 
otros aspectos críticos, como el avance de la psicología nacional 
hacia una nueva y más productiva etapa en el rumbo previsible de 
su consolidación futura.
164
Gonzalo Salas (editor) 
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