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142 CAPÍTULO 7 Eventos y protagonistas centrales para la historia de la Psicología en el Paraguay José E. García Universidad Católica de Asunción La elección sobre donde iniciar la reconstrucción histórica de la psicología implica una decisión que contiene un cierto grado de arbitrariedad. En efecto, si la estrategia se inclinara por una iden- tiicación de los hechos y procesos relevantes acaecidos a partir del establecimiento de la psicología como disciplina con plena autonomía institucional y un peril propio aceptablemente bien deinido tendríamos una secuencia de hechos cuyo punto de inicio se situaría en una fecha relativamente cercana. En el caso de la psi- cología paraguaya, no haría falta retroceder más allá de la década de 1960, pues es en 1963 cuando se había fundado la primera carrera. Este pensamiento y la ubicación temporal correspondiente eran los usuales antes que se iniciara la documentación sobre el desarrollo histórico de la psicología en el país. Si nuestro propósito es tam- bién incluir a los primeros casos de teorización sobre la mente, la conciencia, el desarrollo del niño o las inluencias que ejercen el medio ambiente, la geografía y la historia sobre la coniguración de la identidad racial o el establecimiento de las peculiaridades en el carácter nacional es obvio que deberíamos comenzar mucho antes. Y si en nuestro recuento tomamos la decisión de incorporar incluso aquéllos conceptos y puntos de vista que no se deinen estrictamente como psicológicos en el sentido contemporáneo del término, pero cuyas analogías conceptuales en dominios como el de la teología y la ilosofía nos enfrentan con las propiedades y las 143 funciones del alma inmaterial, ideas que lorecieron en la cultura occidental dentro de la fusión entre el pensamiento platónico y el cristianismo, tendríamos que dar unos pasos que nos conduzcan incluso varios siglos atrás. Es posible agrandar el círculo todavía más y seguir explorando incluso la cosmovisión antropológica y cultural que son particulares de las numerosas etnias indígenas que habitan el territorio nacional desde antes del inicio de la historia moderna y que arrastra innegables aspectos relevantes para una comprensión acabada de la psicología aborigen. Todo lo cual nos situaría tan atrás que en este caso especíico acabaría siendo pro- blemático el ijar un momento aceptablemente convencional para el inicio de la reconstrucción. Aunque la psicología académica cumple sus primeros cin- cuenta años en el 2013, puede comprobarse que en Paraguay existe un pensamiento previo que largamente precede a la psicología institucional y proviene de una interesante variedad de autores y contextos (García, 2005a). Este es el sentido en que resulta útil adoptar periodizaciones que contribuyan a una mejor comprensión y esclarecimiento de las diversas fases que se pueden establecer en la historia de la psicología. La división en etapas ayuda no solo a encontrar una cierta secuencia y regularidad que se desprende del ordenamiento de los hechos, sino que también permite identiicar procesos que se hallan en acción permanente, así como posibles rupturas y continuidades consistentes. En este sentido, las sin- gularidades que se puedan descubrir en una psicología nacional y que sirvan para establecer características y procesos únicos que la diferencien de las demás, pueden plantearse como temas de investigación con importancia e interés propios (García, 2011a, 2011b). Para el estudio de la psicología en el Paraguay se proponen varios criterios distintos con el in de distinguir etapas, autores relevantes y tendencias en la teoría y la práctica profesional. Estas clasiicaciones y las categorizaciones que por fuerza traen aparejadas responden a necesidades especíicas de separación o agrupamiento de hechos y personalidades semejantes o disímiles. Los conceptos más frecuentemente utilizados en los escritos referidos a los por- menores de la historia de la psicología en el Paraguay consideran 144 Gonzalo Salas (editor) la vigencia de: a) un período preuniversitario y b) un período universitario y profesional (García, 2004, 2005a, 2005b, 2009). El primero de ellos se reiere a la etapa que se extiende entre los años marcados por la fundación de los primeros centros educacionales en el Paraguay colonial y donde se enseñaban o discutían algunos conceptos implícitos en la ilosofía y teología que marcaban alusión a realidades con características mentales o espirituales, aunque en este caso debe quedar claro que un discurso psicológico de esta na- turaleza es necesariamente implícito a la teorización ilosóica y por lo tanto ajeno a los usos convencionales y modernos del término. Se extiende hasta 1963, momento en que la psicología adquiere el status de disciplina universitaria autónoma. Esta fase ha sido considerada como una preparación o gestación para la psicología contemporánea (García, 2003a). A su vez, el período preuniversitario comprende dos subperíodos relacionados. El primero se denomina subperíodo ilosóico-teológico en el cual la psicología, como hemos apuntado, constituye un componente de la relexión ilosóica y teológica y se concibe y discute en esos términos. El segundo es un subperíodo de conceptualización autónoma cuyo inicio coincide con la publicación de las primeras obras en la forma de libros y artículos que se difundieron en revistas culturales y donde el uso de los conceptos asociados a la psicología recogen una delimitación más precisa que aspira a integrarse a un sentido de cientiicidad con razonable precisión y especiicidad variable. Una periodización diferente y que fue sugerida diez años atrás (García, 2003a) incorpora como criterio central a las etapas por las que cruzó la enseñanza de la psicología en el país, dividiendo su desarrollo en cuatro fases cuyas referencias son: a) la psicología y sus vinculaciones con la ilosofía, que abarca fundamentalmente la enseñanza de la psicología capturada en los esquemas de la ilosofía colonial, con un carácter identiicado con la doctrina escolástica, b) la psicología en los planes de estudio del nivel medio, que fue el primer estamento educativo donde se insertó la enseñanza de la psicología y cuyo origen viene del año 1881 o 1882, c) la psicología y la formación de maestros, que está vinculada con la fundación de las primeras escuelas normales de maestros y profesores, lugares en 145 Historias de la psicología en América del Sur los que se impartió psicología a los futuros miembros del magisterio nacional, ubicando sus comienzos aproximadamente en 1890 con un antecedente destacado en el centro educativo que dirigieron las hermanas Adela (1865-1902) y Celsa Speratti (1868-1938) y que se denominó Escuela de Preceptoras. Esta fue la primera institución donde las jóvenes paraguayas pudieron abrazar la noble vocación del magisterio (Monte de López Moreira, 2011), aunque la vigencia continuada en la enseñanza de la psicología debería contemplarse con una estabilidad mayor desde 1896, año de fundación de la primera Escuela Normal de Maestros. Finalmente y ya coincidien- do plenamente con el período universitario y profesional, podemos mencionar a una última etapa que comprende: d) la enseñanza de la psicología en las universidades, que aunque registra algunos ante- cedentes previos, se reconoce como inicio para el establecimiento de las primeras carreras de psicología a comienzos de la década de 1960 y se extiende hasta nuestros días. En este capítulo, aunque desde luego tendremos en cuenta el marco general que ofrecen las divisiones en períodos sugeridas para el estudio sistemático de la historia de la psicología en el Paraguay, nos concentraremos con mayor detenimiento en los eventos y en los protagonistas que deinieron esta evolución particular, en un intento de presentarlos de manera sintética. Los datos presentados son una integración de informaciones ya entregadas en publicaciones previas que iránsiendo mencionadas progresivamente de acuerdo a su pertinencia, complementando a su vez algunas exposiciones globales anteriores (García, 2009), aunque agregando en esta revisión otros detalles nuevos y relevantes para una comprensión acabada de los proce- sos fundamentales que actuaron en la formación de la psicología paraguaya. La relexión y la teoría: El período preuniversitario El subperíodo ilosóico-teológico. Un día del año 1537, especíicamente en la fecha del 15 de agosto, desembarcaba un grupo de navegantes españoles en la bahía a la 146 Gonzalo Salas (editor) que da cobijo una de las entradas que tiene el Rio Paraguay en di- rección noreste. Allí fundaron el puerto y Casa Fuerte de Nuestra Señora de la Asunción, muy cerca de donde hoy se levanta el casco histórico de la ciudad, para que sirviera como amparo y reparo de la conquista (Cardozo, 1996a). Desde este punto estratégico saldrían poco después otras partidas expedicionarias con el in de establecer nuevas ciudades en otros puntos esparcidos por la gran región del cono sur, entre ellos la ciudad de Buenos Aires. Por ese motivo Asunción ha recibido el nombre de madre de ciudades. Los recién llegados pronto iniciaron un activo mestizaje con los indígenas que por entonces habitaban la zona, lo cual propició una alianza de corte racial y político que resultó muy eicaz. Aquí no se estableció una universidad de manera temprana, como ocurrió en Lima o Santo Domingo, pero las órdenes religiosas que pronto arribaron a estos territorios sí se preocuparon por establecer algunos centros educacionales donde los novicios que aspirasen a formar parte del clero pudieran recibir una instrucción adecuada para el logro de estos propósitos. Por razones obvias, la cruz que siguió a la espada tuvo mucho que ver con los primeros resquicios de pensamiento psicológico que se insinuaban en aquél paisaje lejano y apacible del Paraguay, aunque sonaran muy distintos a lo que acostumbramos oír en nuestros días. La ilosofía del siglo XVI ya insinuaba un enfoque más cercano a la modernidad y por ello menos proclive a una admiti- da prevalencia de lo religioso sobre lo racional. Ello se daba de la mano de autores como Rene Descartes (1596-1650), en cuya obra también se introdujeron los conceptos frescos de la cognición y el estudio isiológico del comportamiento al marco general de la ilosofía renacentista. Por estas razones no son pocos los que ven a Descartes como la quintaesencia de esa ruptura que supuso la orientación ilosóica moderna con respecto a los principios que rigieron por siglos a la ilosofía medieval (Jones, 2006). Sin em- bargo, los territorios españoles de ultramar vivieron una situación bastante distinta en lo que respecta a inluencias ideológicas. En este lado del mundo se perilaba un claro predominio de la perspectiva tomista y aristotélica cuya vigencia habría de extenderse todavía 147 Historias de la psicología en América del Sur por mucho tiempo más. La colonia que todavía era el Paraguay en aquél momento, por supuesto, no fue la excepción. Este era el panorama que imperaba en los claustros que orgánicamente dependían de las órdenes religiosas. Con respecto a este punto la documentación no es abundante, por ello no es sencillo establecer una fecha precisa para ijarla como punto de partida. Pero es posible que podamos ubicarla con lógica probabilidad hacia el año 1580, cuando se produjo la fundación de un Seminario cuyo promotor fue el Obispo Alonso de Guerra. Otro referente importante fue el colegio fundado por el padre Francisco Saldívar un par de déca- das más tarde, en 1600 (Massare de Kostianovsky, 1968). Ambos establecimientos educativos, al igual que muchos de esa época, ejercieron sus funciones durante un tiempo brevísimo. La contri- bución de los jesuitas se inicia en 1609, cuando abrieron su primer colegio en Asunción. Allí se impartieron cátedras de Latín, Filosofía, Escolástica, Moral, Arte y Gramática (Massare de Kostianovsky, 1968) y por supuesto Teología (Peters, 1996), que nunca podría faltar. Más adelante, los dominicos y los franciscanos regentearon sus propios establecimientos educacionales. En este período el pensamiento original y la producción de libros fueron escasos en el Paraguay, por no decir prácticamente nulos, a diferencia de cuanto sucedía en el Río de la Plata, donde a juzgar por cuanto explica Furlong (1952) se pueden mencionar varias piezas bibliográicas de importancia cuyos contenidos temáticos, si bien anclados en el maridaje que aún se veía con la ilosofía, recreaban estudios de corte especulativo que a menudo incluían tópicos psicológicos. Mucha de esta labor también es obra de los jesuitas, quienes nunca ignoraron la psicología (García García y Alonso, 2005; Massimi, 2001). En el Paraguay, sin embargo, la gestión más notable que cumplió la Compañía de Jesús se ubicó en las misiones, un portentoso ensayo de organización política, social, económica y cultural que fue objeto de comentarios en el mundo entero (Cardozo, 1996b). Esta labor educacional de los jesuitas culminó abruptamente con la expulsión de los dominios españoles en 1767. La entrada del siglo XIX supone una evolución paulatina de las inluencias intelectuales vigentes hasta entonces. Los cambios 148 Gonzalo Salas (editor) que esto produjo, sin embargo, pueden ser mejor comprendidos si se toma en consideración el marco histórico y político que les sirven de fondo. Paraguay obtuvo su emancipación de la corona española en mayo de 1811. Desde esta época hasta el inicio de la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870), un evento inmensa- mente destructivo para el país porque fracturó de forma dramática el desarrollo del Paraguay como nación, hubo tres gobiernos que marcaron su destino de manera decisiva: los del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840) que comenzó en 1816 y culminó con su muerte natural en 1840, don Carlos Antonio López (1792- 1862) cuyo gobierno duró desde 1842 hasta fallecer por enfermedad en 1862 y el Mariscal Francisco Solano López (1827-1870), hijo del anterior, que tuvo las riendas del poder desde 1862 hasta su muerte en el campo de batalla en 1870. Francia estudió abogacía en la Universidad de Córdoba. En su momento poseyó la única biblioteca respetable del país. Su pensamiento acusó la presencia de las doctrinas políticas del ilósofo ginebrino Jean-Jacques Rous- seau (1712-1778), cuya célebre obra El contrato social (Rousseau, 1762/1980) parece haber sido una de sus lecturas habituales, aunque el conocimiento y discusión de estas ideas desde luego nunca trascendió al resto de la población, ni tampoco se relejaron de manera congruente en su estilo de gobierno. En ese momento no podía haber una apertura muy libre por supuesto dado el con- texto en que se forjó el gobierno de Francia, que era una estricta dictadura de claro sesgo patriarcal, que desde luego jamás hubiera permitido semejantes debates. Aunque no debe perderse de vista que Francia también defendió la independencia del país ante las amenazas externas, sobre todo los planes anexionistas del gobierno de Buenos Aires, recurriendo a un virtual encerramiento del país. Pero de acuerdo al criterio de Amaral (2010), las primeras manifestaciones de un pensamiento ilosóico reconocible en el Paraguay en el sentido de producciones escritas por autores que vivieron en el país tienen que rastrearse al menos hasta el segundo de los gobernantes mencionados, el de don Carlos Antonio López. Este escribió un breve texto titulado Catecismo de San Alberto, una pieza con pretensiones doctrinarias de ilosofía política que 149 Historias de la psicología en América del Sur pudo ser el inicio de tal género de discusiones en el Paraguay. A comienzos de la década de 1860 parece que había una razonable tolerancia respecto a la discusión sobre las diversas corrientes de pensamiento que imperaban en la época, algunas de las cuales eran conocidas en el Paraguay,y la lectura de libros era una costumbre que no resultaba infrecuente. En este sentido la escritora Joseina Pla (1903-1999) menciona el importante dato que algunos de los títulos de mayor preferencia entre quienes ocupaban parte de sus gastos en la adquisición de libros eran las obras de icción, las novelas y el teatro y en segundo término las que tenían como temas a la dietética, la higiene y la psicología (Pla, 1983). Pese a las libertades públicas limitadas que imperaban por entonces, no hay evidencia cierta que existiera alguna forma de censura contra los libros. La Guerra contra la Triple Alianza alteró absolutamente el escenario de las cosas y quebró lo que parecía una clara senda de progreso que se abría para el país. El modo y la extensión de la destrucción que este conlicto supuso para el Paraguay solo pueden ser caliicadas como la ejecución de un grandioso y macabro genocidio contra la patria (Chiavenatto, 1989). Si casi nada o muy poco, material o humano permaneció en pie, lo mismo puede decirse de la cultura y cualquier iniciativa que pudiera haber representado un impulso para la promoción de la ciencia, incluida por supuesto la psicología (García, 2012a). No es de extrañarse entonces que la vida cultural del país tardara un cierto tiempo en recuperarse. El subperíodo de conceptualización autónoma de la psicología. En la década de 1880 comienzan a registrarse vestigios claros de una presencia progresiva de la psicología en un sentido moderno y con ello se acelera un poco la dinámica de la historia. En 1878 inició sus labores en la enseñanza pública el Colegio Nacional de Asunción, una institución que dependía del municipio o ayunta- miento de la ciudad y que constituía el primer establecimiento de su tipo que fue abierto en el país. Entre otras cosas, allí se dictó el primer curso especíico de psicología, que como se comprende tuvo como destinatarios a los estudiantes del nivel medio. Haciendo una 150 Gonzalo Salas (editor) deducción a partir de los datos que provee Benítez (1981), sabemos que se impartía psicología en el quinto curso del primigenio plan de estudios, razón por la que García (2003a) deduce que tiene que haberse dictado por primera vez en 1881 con mayor probabilidad o en su defecto durante 1882. El colegio, sin embargo, no tuvo la continuidad que habría sido deseada y tuvo que dejar de funcionar al cabo de unos pocos años. Para explicarse mejor la razón de esta discontinuidad hay que recordar que el país acababa de terminar la guerra y se hallaba en un estado de virtual bancarrota inanciera. En ese momento los recursos disponibles para la educación eran mínimos. Aun así, este evento puede estimarse como el punto de partida para la psicología a nivel educativo. El otro acontecimiento de importancia que se produjo durante esta década es la publicación del primer estudio que interesa al uso consecuente del concepto de psicología y que sugiere el peril de una disciplina con carácter autónomo. Sin embargo el autor, pese a ser paraguayo, concibió la obra fuera del país. Aludimos por supuesto al médico Dióge- nes Decoud (1857-1920), quien perteneció a una de las muchas familias paraguayas que vivieron conlictos con Francisco Solano López y como consecuencia tuvieron que ver a uno o varios de sus integrantes sufrir las recias amarguras del exilio o debieron lamentar el exterminio físico de sus miembros (Decoud, 1930). A Diógenes le tocó emprender una destacada carrera académica en la Argentina y allí produjo varios trabajos que le valieron el elogio de personalidades sobresalientes del vecino país como José Ingenieros (1877-1925) (Ingenieros, 1915), uno de los pioneros que tuvo la psicología en el Río de la Plata. Entre otros numerosos trabajos, Decoud escribió un breve Estudio del hipnotismo. Bajo el punto de vista psicológico y de la medicina legal (Decoud, 1888). La obra encuadra al fenómeno hipnótico como un proceso esencialmente psicológico y al que puede considerarse análogo a la neurosis experimental. Era un estado peculiar en que desaparecía la voluntad, el entendimiento quedaba en una situación pasiva y sujeto a las estimulaciones externas, de manera momentánea y en una forma semejante a la de un relejo (Decoud, 1888). Baker (1990) señala que durante la década de 151 Historias de la psicología en América del Sur 1880 la discusión sobre las características del hipnotismo giraba sobre el detalle de si este consistía en un fenómeno de naturaleza isiológica o psicológica. Otro aspecto debatido era si la hipnosis era un estado patológico o normal de la mente. En sus ideas sobre este complejo fenómeno Decoud acusó la inluencia del médico francés Jean Marie Charcot (1825-1893) así como de uno de sus antiguos maestros en la cátedra de Enfermedades Nerviosas cuando todavía se hallaba en su entrenamiento universitario en la Argentina, el doctor José María Ramos Mejía (1849-1914) (Ingenieros, 1919/1962). Con Decoud comienzan a dibujarse los rostros de los pioneros de la psicología en el Paraguay, aún con todas las diicultades que se han apuntado para determinar a quiénes corresponde considerar como tales (García, 2007). La década de 1890 se abre con la fundación de la Univer- sidad Nacional de Asunción, institución que fue la primera de su tipo en el país. Junto a ella se habilitaron también cuatro nuevos colegios nacionales en las ciudades de Asunción, Encarnación, Pilar y Villarrica. Pero solo en la sede de Asunción, que no era la misma que hemos comentado previamente pero venía a llenar el vacío que aquella dejó, se incluyó una cátedra de Psicología dictada por vez primera en 1893. Esta materia se denominaba Elementos de Psicología y se cursaba solo durante un año, en el cuarto curso. Emeterio González fue el profesor y también quien elaboró el plan de estudios respectivo que salió publicado en la Revista de la Universidad Nacional (González, 1894). En las clases impartidas en aquél curso se estudiaba la isiología del sistema nervioso, psi- cología experimental, la sensibilidad, la voluntad, la sensación, el sentimiento, las emociones, el placer, el dolor, la inteligencia, la atención, la conciencia, el juicio, la abstracción, la inducción, la personalidad, la psicología social y la psicología comparada. Todos esos tópicos sugieren la clara inluencia de la psicología experimental que estaba ganando auge en la época. Pero también se incluyeron en el programa otros temas como la armonía entre el alma y el cuerpo, las teorías que niegan y las que airman la relación de ambos, el alma y la trinidad, la belleza, la verdad, la bondad y la libertad. Al lado de la enseñanza media, en esta década también se abrió otro 152 Gonzalo Salas (editor) campo nuevo para la difusión de la psicología en el campo de la formación normalista, aquélla que preparaba profesionalmente a los futuros miembros del magisterio nacional. De esta manera las hermanas Adela y Celsa Speratti, quienes adquirieron su formación en la Escuela Normal de Concepción del Uruguay (Benítez, 1981) establecieron la primera Escuela de Preceptoras en 1890, que ha- bría de transformarse en Escuela Normal de Maestras en 1897. En cuanto a institutos para varones, se abrió una Escuela Normal de Maestros en 1896 y su director fue Francisco Tapia, un educador nacido en la Argentina a quien el gobierno nacional encargó de forma especíica tal función. Este podría parecer un detalle menor en el contexto de esta historia de no ser por el hecho que, además de sus funciones directivas en la escuela, Tapia produjo un par de artículos que representan el punto de partida para una de las tradiciones fundamentales de la psicología paraguaya en el período preuniversitario de las tres principales que existen, en este caso la que vincula a la psicología con la educación (García, 2006a). Una de las muestras del renacimiento intelectual que se vivió en la década de 1890 fue la publicación de varias revistas culturales,algunas de las cuales alcanzaron a tener gran calidad. Posiblemente la mejor de todas fue la Revista del Instituto Paraguayo, que se publicó entre 1896 y 1909 y era el órgano de difusión del Instituto Paragua- yo, creado en 1895. Puede decirse que la institución involucró en sus actividades y reuniones a lo más reinado de la intelectualidad paraguaya de la época y fue un auténtico epicentro de la cultura. En su mejor momento la biblioteca albergó más de mil doscientos volúmenes (Centurión, 1948). La revista publicó varios artículos con una temática psicológica. El ya mencionado Tapia publicó un par de trabajos antes que terminara el siglo. El primero de ellos (Tapia, 1897) era un trabajo más encuadrado en el ámbito de la pedagogía, pero en el segundo (Tapia, 1898), su autor partía de una concepción lamarckiana de la evolución para analizar procesos psicológicos como el de la inteligencia humana. Otros artículos se referían a las relaciones entre el ejercicio y la diversión (Rubio, 1899) o la formación del carácter, este último un escrito que pertenecía a la escritora uruguaya Adela Castell (1867-1926), quien presentó 153 Historias de la psicología en América del Sur una disertación en el Instituto Paraguayo a su paso por Asunción (Castell, 1901). Asimismo deben mencionarse dos escritos de Manuel Domínguez (1868-1935), que dio a conocer numerosos artículos sobre historia en la Revista del Instituto Paraguayo. Para lo que nos concierne en este capítulo debe mencionarse un trabajo que estaba centrado sobre las relaciones entre la talla y la inteligencia (Domínguez, 1903b) y otro, de mayor extensión e importancia, referido a las causas del heroísmo de los paraguayos durante la guerra (Domínguez, 1903a). Este último fue reimpreso más tarde en una obra titulada El alma de la raza (Domínguez, 1918) que también incluyó otros ensayos relacionados. Las ideas en él contenidas recibieron ampliaciones en libros posteriores (Do- mínguez, 1946, 1959). En su explicación de las particularidades que deinen al ser nacional paraguayo y su bravura como guerrero en el Campo de Marte, Domínguez recurrió al concurso de varios factores como el medio, la raza, el momento y el caudillo que guía las tropas, considerando la más importante lo que llamó la causa interna, que es igual a decir la raza y está en la raíz de las diferen- cias. Como es sencillo de notar, el nudo para estas relexiones fue la conducta demostrada por el soldado durante la gran guerra. Muchas de las cualidades que Domínguez resaltó en cuanto típicas de los paraguayos, como su heroísmo, valor, capacidad de enfrentar la adversidad o el sufrimiento y su decidido apego a la familia y los valores de la patria convertía a los paraguayos eran un pueblo superior. Para sostener sus ideas Domínguez recurrió a muchos conceptos tomados de la psicología. Es por ello que se lo considera el punto de partida de otra de las tradiciones que la psicología paraguaya registra como marca de fábrica, la del estudio del carácter nacio- nal (García, 2012b, 2013a). No puede decirse que estos artículos fueran investigaciones empíricas, pero eran importantes porque constituían discusiones conceptuales apoyadas en constructos cuyo origen estaba en la psicología (García, 2004). Antes de inalizar la década se produce también otro evento importante aunque en un ámbito muy distinto: el de la atención a los perturbados mentales. En efecto, el 30 de octubre de 1898 quedó habilitado el primer 154 Gonzalo Salas (editor) Asilo de Enfermos y Mendigos, lugar donde también se hallaban alojados algunos enfermos psiquiátricos. Esta fue la base para la organización del futuro Manicomio Nacional, instituido en 1917, ocasión en que los internos con desviaciones comportamentales fueron separados de los mendigos y acondicionados en un recinto independiente (Cegla y Franco, 1984). El Dr. Cándido Vasconsellos (1894-1955), a quien debemos recordar también por ser autor del primer texto sobre diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales (Vasconsellos, 1947), fue su primer director. Las faenas de la atención psiquiátrica y más tarde psicológica en el Paraguay comenzaron en estos lugares y fechas. Al despuntar el siglo XX se produjeron otros eventos en los escenarios académicos que habrían de tener una importancia fundamental para el desarrollo de algunas subdisciplinas como la psicología social. Es así que en 1900 se creó la primera cátedra de Sociología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, aunque la materia comenzó a dictarse recién a partir de 1903. El primer profesor fue Cecilio Báez (1862-1941), un hombre de leyes con gran erudición y notoria actuación en el ámbito público nacional y que fue también autor del programa académico. Como su principal aporte, Báez escribió una Introducción al estudio de la sociología (Báez, 1903). Este texto para nada era semejante a las introducciones a la sociología que se utilizan actualmente en las universidades del mundo, pues su contenido estaba fuertemente cohesionado con tópicos que son comunes en la psicología social (García, 2003b, 2013b). La entra- da en escena de Báez signiicó también la llegada del positivismo como inluencia intelectual clara y contundente en el escenario del pensamiento nacional y se reconoce a este autor como su máximo exponente en el Paraguay (Benítez, 1983). Un poco más tarde, en 1905, Eusebio Ayala (1875-1942), quien más adelante en su vida tendría una destacada participación en la política paraguaya ocupando la presidencia de la Repúbli- ca en los duros tiempos de la Guerra del Chaco contra Bolivia (1932-1935), publicaba en los Anales de la Universidad Nacional un denso estudio psicológico donde su objeto era el análisis de las 155 Historias de la psicología en América del Sur interrelaciones entre la ideación, la perceptividad y el pensamiento (Ayala, 1905). El autor no dejaba dudas de su gran familiaridad con las ideas de muchos de los psicólogos líderes de comienzos de siglo: héodule Ribot (1839-1916), Wilhelm Wundt (1832-1920), Herbert Spencer (1820-1903) o Alexander Bain (1818-1903). Esto condujo a suponer que, de no haber sido por su involucramiento en la política y su participación en los asuntos de estado, Ayala bien podría haber sido el iniciador de la psicología experimental en el Paraguay (García, 2005c). La educación vuelve a demostrar el fuerte entrelazamiento que la une con la psicología en el Paraguay durante la década siguiente de 1910. En una obra titulada Páginas de un maestro, el docente Juan Ramón Dahlquist (1884-1956) alertaba sobre la urgencia de contar con laboratorios de psicología para el estudio del niño paraguayo y que la investigación a que diera lugar debía servir para la mejora de la educación nacional. También comen- taba otros aspectos de la psicología de sus días. No se publicaban revistas psicológicas pero si educativas, en cuyas tablas de conteni- dos era común encontrar artículos psicológicos. A la ya existente Revista de Instrucción Primaria que fuera establecida en la década previa, Dahlquist agregó otra llamada La Enseñanza, en la que por ejemplo reprodujo artículos del notable educador cubano nacido en Puerto Rico Alfredo M. Aguayo (1866-1942), quien también refrendaba la psicología experimental (Aguayo, 1913). En otros ramos muy diferentes, otros autores se ocupaban también de problemas anclados en la psicología. Entre ellos el naturalista y antropólogo suizo Moisés Santiago Bertoni (1857-1929), quien en su Resumen de prehistoria y protohistoria de los pueblos guaraníes (Bertoni, 1914) principalmente y también en el tercer tomo de su gran obra La civilización guaraní (Bertoni, 1956), expuso sus teorías sobre el origen y la evolución del hombre americano, la cultura de los aborígenes de lo que designó como el racial grupo guaraniano, además de aspectos resaltantes sobre la psicología de los guaraníes (García,2013c). Vemos que, en esencia, Domínguez se ocupó de la forma de ser típica de los paraguayos y Bertoni de los rasgos psicológicos del aborigen guaraní. En el ámbito de la sociología 156 Gonzalo Salas (editor) se volvió a producir una segunda publicación importante, esta vez de Ignacio A. Pane (1881-1920), hombre formado en la disciplina del derecho y profesor de sociología en la Universidad Nacional al igual que Báez. Pane discutió con erudición los conceptos vecinos de la psicología social, la psicología individual y la psicología co- lectiva como parte de su obra Apuntes de Sociología (Pane, 1917). Vistos en perspectiva, es claro que Báez y Pane son los pioneros de la psicología social en el Paraguay. Los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta coniguran lo que puede notarse como un predominio muy marcado de los educadores en la generación y difusión del conocimiento psicoló- gico. En este contexto la igura más representativa es la de Ramón Indalecio Cardozo (1876-1943), un maestro nacido en la pequeña ciudad de Villarrica y que fue el promotor central del enfoque de la escuela activa en la educación nacional, agregando con su trabajo muchas innovaciones propias a las variantes que eran conocidas hasta entonces (García, 2004). Cardozo insistió en que la psicología debe ser la base para la implementación eiciente de la pedagogía. La obra más importante que publicó fue La Pedagogía de la Escuela Activa en tres volúmenes, consagrando por completo el primero de ellos a una exposición sobre los fundamentos de la psicología de la educación (Cardozo, 1938). Además escribió muchos artículos psicológicos, entre ellos algunos donde discutió por vez primera en el Paraguay las ideas de referentes como Sigmund Freud (1856-1939) (Cardozo, 1927) y John Dewey (1859-1952) (Cardozo, 1923, García, 2003c). Asimismo fue pionero en la aplicación de las escalas del test Stanford-Binet, por lo que también es justo considerarlo como el propulsor de la psicometría en el país. Cardozo continuó con la edición de revistas pedagógicas de fuerte contenido psicológico que complementaron las tendencias anteriores y así estableció La Nueva Enseñanza, que comenzó a salir en 1927. Por todas estas razones es uno de los pioneros genuinos de la psicología (García, 2003c, 2008a, 2010a, 2011c). El primer texto introductorio también fue obra de un educador, el profesor Manuel Riquelme (1885-1961), autor de unas Lecciones de Psicología (Riquelme, 1948) que llegaron a las 157 Historias de la psicología en América del Sur librerías en 1936 con su primera edición. En vida de Riquelme también le correspondió iniciar importantes iniciativas en favor de la educación nacional. Para la historia de la psicología como disciplina igualmente es un actor importante, pues fue el primero en ocuparse de este tema en el Paraguay (García, 2008b). Tanto Cardozo como Riquelme fueron bien valorados en su tarea por quienes en ese momento se hallaban escribiendo sobre la psicología en América (Foradori, 1954). Completa esta secuencia la profe- sora María Felicidad González (1884-1980) que dio a conocer la obra inicial que se identiica con la entonces dinámica área de la paidología. El libro se llama Misceláneas paidológicas para padres y educadores (González, 1942), y su autora además escribió un manual breve sobre organización escolar y pedagogía (González, 1951) así como artículos que aparecieron en La Nueva Enseñanza de Cardozo. Cuando fue directora de la Escuela Normal de Profe- sores en Asunción, ella estableció la primera cátedra de Psicología Experimental en 1921 y otra de Psicología Infantil en 1923 (García, 2011c). El primer laboratorio de psicología habría de llegar de la mano de otro pedagogo, en este caso un extranjero que ejerció la jefatura de la oicina de la UNESCO en Paraguay entre 1955 y 1959. Hablamos de Emilio Uzcátegui (1899-1986), quien también es conocido en el campo de la psicología en su tierra, el Ecuador. La inauguración del laboratorio tuvo lugar el 23 de octubre de 1959 (Uzcátegui, 1959). Pero su mentor debió abandonar el país al poco tiempo para proseguir funciones en otra nación, dejando al laboratorio huérfano que, en lo que se asemeja a un claro relejo de la fatalidad que se cierne sobre la psicología nacional, quedó trunco y sin ejercer ninguna inluencia real. Emerge la igura del psicólogo: El período universitario y profesional Las carreras de psicología se establecieron durante la década de 1960. Primero en la Universidad Católica en 1963 y luego en la Univer- sidad Nacional de Asunción en 1967. Con ellas arranca el período universitario y profesional en la historia de la psicología nacional. 158 Gonzalo Salas (editor) Se produce entonces un paso muy signiicativo para la evolución institucional de la disciplina, pues a partir de allí la psicología habría de comenzar el proceso que la llevará a ser reconocida como una profesión autónoma. En su estructura de materias, las dos carreras adoptaron un peril de formación de neto corte generalista (García, 1993), aunque más adelante se eligió ijar especializaciones con el objetivo de brindar un peril diferenciado para las alternativas que podría tomar la futura práctica profesional de sus estudiantes. En primer lugar, la Universidad Católica abrió las que se conocían entonces como áreas de énfasis a partir de una reforma que se realizó en el año 1978. Las opciones fueron tres: a) Psicología Clínica, b) Psicología Educacional y c) Psicología Laboral. La planiicación de estos estudios era muy congruente con las líneas que había sugerido el Modelo de Bogotá tan solo unos años antes (Ardila, 1981). La Universidad Nacional de Asunción, que instituyó un doctorado en 1975 y que en sus primeros años también fue de raíz general, pronto asimiló la misma lógica que la Universidad Católica aunque con la variante que allí se presentaban como opciones de especialización en el grado doctoral. Veinte años duró este programa académico, entre 1975 y 1995, aunque dejó como resultado muy pocos doctores titulados y su efectividad como instancia de formación siempre fue cuestionable. En el país solo existieron estas dos carreras de psicolo- gía hasta 1989, pero a partir de ese año, en coincidencia con el in de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), comenzaron a planiicarse nuevos departamentos. Acompañado de una apropiada legislación, el proceso se disparó aceleradamente desde 1996 y en la actualidad las carreras en funcionamiento superan holgadamente la cifra de cuarenta y se los ubica en casi todas las capitales depar- tamentales del país: Asunción, Caacupé, Caaguazú, Ciudad del Este, Concepción, Coronel Oviedo, Encarnación, Hernandarias, Pedro Juan Caballero, Pilar, San Ignacio, San Juan Nepomuceno y Villarrica, entre otras. Los problemas, sin embargo, son muchos y van desde la insuiciente infraestructura y las limitaciones en la formación hasta la ausencia casi completa de investigación en los claustros universitarios (García, 2003a, 2003d, 2010b, 2012c). En cuanto a las organizaciones gremiales y cientíicas, puede anotarse 159 Historias de la psicología en América del Sur que la Sociedad Paraguaya de Psicología, cuya personería jurídica se obtuvo el 29 de julio de 1966, parece haber sido fundada el 22 de mayo de aquél año, cuando un grupo de alumnos y profesores se reunieron para darle vida. Por ello en esa fecha se recuerda el día del psicólogo en el Paraguay (García, 2012d). Pese a su reducido poder de convocatoria, que se halla relejado en la exigua membresía, esta sociedad siempre se ha considerado la más representativa de cuantas lograron establecerse en el país. Entre las entidades internacionales, es la Sociedad Interamericana de Psicología —SIP—, que cuenta con miembros desde 1976, la que ha ejercido una inluencia más notable (García, 2012e). Las inluencias teóricas predominantes en la psicología para- guaya a partir de la década de 1960 puedenverse como un relejo claro de las tendencias que dominan la disciplina a nivel interna- cional y de las corrientes que mayor peso ganaron en la psicología practicada en el cono sur americano. En este sentido, han existido pocos trabajos que apunten, aunque sea de manera muy incipiente, hacia un desarrollo más autóctono. En gran medida, esas orientacio- nes pueden notarse más en un área aplicada como es la psicología clínica (García, 2011b). Así puede reportarse una presencia muy fuerte de la corriente psicoanalítica desde el comienzo mismo de la carrera en los años sesenta, extendiéndose durante los setenta y hasta por los menos mediados de los ochenta en una hegemonía sin retadores de peso. Las discrepancias más importantes en estos años provenían de las que se forman habitualmente entre las escuelas psicodinámicas rivales. A inales de la década de 1970 también se suman algunos seguidores de las perspectivas humanistas de Carl Rogers (1902-1987) y Fritz Perls (1893-1970), aunque con un impacto limitado y sin conmover en absoluto el liderazgo absoluto de los seguidores de Freud y sus derivados, como la teoría de la psicología social del psiquiatra argentino Enrique Pichon-Riviére (1907-1977). Y aunque también hubo antecedentes previos, es a mediados de la década de 1980 cuando irrumpen con relativa potencia el conductismo y la modiicación del comportamiento, en buena medida gracias al establecimiento en 1985 de la cátedra de Psicología Experimental en la Universidad Católica (García, 160 Gonzalo Salas (editor) 2010c). También se hizo presente a mediados de la década la tera- pia sistémica, igualmente irradiada desde algunas cátedras en esta misma universidad. Lo que se ha visto en los dos decenios siguientes es una dis- tribución más equilibrada de las preferencias de los profesionales psicólogos entre estas orientaciones teoréticas. En la década de 1990 comenzaron a practicarse también algunas formas de psicoterapia como la programación neurolinguística o las lores de Bach, a las que se denomina terapias alternativas y que arrastran inconvenientes muy reales por sus conlictos con la replicación de sus postulados más elementales (García, 1998). En el área de la psicología educacional las tendencias iniciales estuvieron asociadas al conductismo de B. F. Skinner (1904-1990), especialmente en el campo de la educación especial. A comienzos de la década de 1980 comenzó a sentirse la inluencia ejercida por las ideas de Jean Piaget (1896-1980) y Lev S. Vygotski (1896-1934). En la década del 2000 algunos enfoques como la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1943-) y la inteligencia emocional de Peter Salovey (1958-) y John D. Mayer (1953-), popularizada por Daniel Goleman (1947-), acapararon las preferencias de los psicólogos. Las investigaciones de Robert J. Sternberg (1949-) y la teoría de la inteligencia exitosa, aunque difundidas en algunas cátedras universitarias, aún se cono- cen poco en el país. Otras áreas aplicadas como la psicología de la salud comenzaron a ser discutidas en los noventa (García, 2013d) en tanto la psicología comunitaria empezó a despertar gran interés en la década del 2000 (García, 2013a, Rabito y Soto, 2011). Los conceptos y las teorías asociadas a la psicología positiva y la psicología evolucionista, dos de las novedades más interesantes que surgieron en los últimos años tanto en la teoría como en la investigación a nivel internacional y que además reservan un elevado potencial para la transformación de la disciplina en un futuro cercano, también comenzaron a discutirse en fecha reciente. Se ha mencionado con cierta frecuencia que la producción cientíica es el área en que la psicología paraguaya requiere de un impulso más signiicativo. Si bien existe alguna producción que representa una parte de los intereses teóricos prevalecientes en la 161 Historias de la psicología en América del Sur disciplina, arrastran al mismo tiempo la gran diicultad que supone la persistencia de lo esporádico, aislado y ocasional de su aparición. En este sentido (García, 2006b) inventarió con detalle la producción de los psicólogos paraguayos entre 1960 y el 2005, demostrando que en el conjunto de las publicaciones logradas resultan más frecuentes los estudios teóricos y descriptivos que los estudios propiamente empíricos. Pese a esta relativa escasez de los productos, dos iguras que trabajaron de forma activa durante esta etapa son el padre José de Jesús Aguirre (1922-2002), cuyas indagaciones en el campo de la personalidad y el temperamento aplicando el modelo del psicólogo holandés Gerard Heymans (1857-1930) lograron trascender las fronteras y obtuvieron reconocimiento en el exterior (García, 2013e) así como Oscar Seraini, quien se ha dedicado con preferencia a la psicometría y la educación. Entre quienes por diversos motivos trabajan fuera del país, Merardo Arriola-Socol es la igura más co- nocida. El desarrolló interesantes propuestas que se encuadran en la línea del aprendizaje experiencial en la Université Laval de Canadá. Las demás producciones existentes, si bien resultan valiosas en un medio donde el apoyo oicial y privado a la ciencia es ínimo y por demás difícil de obtener, no han podido ganar la sistematicidad y continuidad mínimas que se requieren para constituir sistemas estables y reconocibles de ideas. Estas, a la vez, podrían tener la fuerza de abrir tradiciones coherentes y formar escuela sobre te- mas relevantes para una comprensión de las inluencias que ejerce la cultura típica del país sobre el comportamiento y los procesos cognitivos humanos. Comentarios inales Desde sus primeras manifestaciones en la enseñanza escolástica colonial, donde apenas era distinguible por la vinculación que la mezclaba con la ilosofía, hasta los días del tiempo presente cuando se constituye en una disciplina autónoma y organizada en cuanto conjunto de aplicaciones profesionales, la psicología paraguaya ha tenido un largo recorrido que exigió cambios y transformaciones. Quienes en mayor número se interesaron en su estudio sistemático 162 Gonzalo Salas (editor) fueron los educadores, quienes tal vez por la presión que les impo- nen sus necesidades cotidianas inmediatas, pronto comprendieron su claro potencial para introducir una diferencia signiicativa en las tareas diarias que involucra la enseñanza escolar con los niños y los jóvenes. Asimismo, los primeros cultores de la sociología, que fue- ron profesores y escritores de libros, también se sintieron atraídos por los conocimientos y teorías proveídos por la psicología social, cuando aún las semejanzas entre los enfoques de ambas disciplinas eran mayores de lo que puede percibirse en la actualidad. Los au- tores que sintieron inquietudes por las características y los modos de ser típicos de los paraguayos y trataron de comprenderlos de manera crítica estimaron que ciertos conceptos en uso dentro de la psicología, como por ejemplo el de la raza o las inluencias del medio externo podían ser útiles en sus discusiones sobre la especi- icidad inherente a los paraguayos. Estas son las circunstancias que impulsaron y los productos que se lograron durante la vigencia de la psicología paraguaya en el período preuniversitario. Al cruzar la marca divisoria erigida en la década de los sesenta, la psicología ingresó de lleno a las aulas universitarias, se convirtió en un campo de estudio diferenciado y con ello adquirió características por completo nuevas, que no poseía previamente. Inició el proceso para transformarse en una profesión liberal. Como es lógico, sobrevinieron entonces muchos cambios en lo que respecta a la concepción y el peril general de la disciplina, pero el más notable de todos es que la psicología dejaba de constituir un área de relexión abierta para intelectos de diversa procedencia y ailiación, de incorporación de conocimientos desarrollados en el marco de la investigación contemporánea y posteriorasimilación de sus principales descubrimientos para volcarlos hacia problemas que emergen en contextos análogos a ella. Con la fundación de las primeras carreras la psicología comenzó a redeinirse en un símbolo de creciente experticia, de reconocimiento colectivo como un campo de aplicación técnica que es privativa de la práctica de un profesional único y especíico entrenado para el efecto y que al propio tiempo reivindica en ella su propia esfera de acción e inluencia. La psico- 163 Historias de la psicología en América del Sur logía anterior, la de comienzos del siglo XX y antes inclusive, que comenzó a crecer como terreno apropiado y abierto para cualquier persona que quisiera utilizarla en beneicio y auxilio de sus propios intereses, transmutó al cabo de pocos años en una propiedad de los psicólogos. Surge entonces en el escenario social una igura investida del reconocimiento colectivo y la legitimación universitaria para hablar en nombre de la psicología, y para aplicar su conocimiento cientíico a los crecientes ámbitos de conlicto que enfrenta la sociedad que los acoge. Llegó así el tiempo de la psicología como profesión. En este movimiento de transformación desde un período preuniversitario inicial hacia una fase eminentemente profesional se retuvo la intención de los pioneros de utilizar la psicología para interceder exitosamente ante determinados problemas cotidianos que demandan urgente atención, pero ha disminuido en forma creciente el apego que antaño más se notaba a la esencia de la psi- cología como una vocación cientíica. La de hoy es una disciplina con mucha profesión y escasa ciencia. Para evitar que se diluya en exceso ese peril fundamental, los psicólogos paraguayos y las instituciones que los forman deberían sentirse exigidos a replantear con premura las inconveniencias de este divorcio muchas veces excesivo entre investigación y práctica con el que han moldeado su disciplina durante los últimos cincuenta años. Ello los alejó también de sintonizar su pensamiento y acción de una manera más realista con cuanto les interpela a diario desde la cultura. Con una mayor toma de conciencia sobre la importancia de estos problemas es posible que se llegue a comprender que, solo otorgando a la investigación desinteresada y a las intervenciones solventes basadas en ella y que además sean correctamente replicadas para ponderar su adecuación, podrá realizarse la conexión necesaria entre el conocimiento proveído por las ciencias del comportamiento y las peculiaridades que son privativas de la población local, igual que las circunstancias especíicas en que estas se originan, ocurren y mantienen. El logro de esta condición podrá considerarse, entre otros aspectos críticos, como el avance de la psicología nacional hacia una nueva y más productiva etapa en el rumbo previsible de su consolidación futura. 164 Gonzalo Salas (editor) Referencias Aguayo, A. M. (1913). Los laboratorios de paidología y las clínicas psi- cológicas. La Enseñanza, 1, 73-88. Amaral, R. (2010). La Filosofía en el Paraguay. Anticipos (1814-1918). 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