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Interciencia ISSN: 0378-1844 interciencia@ivic.ve Asociación Interciencia Venezuela Pucheta Díaz, Micaela; Flores Macías, Antonio; Rodríguez Navarro, Silvia; de la Torre, Mayra Mecanismo de acción de los hongos entomopatógenos Interciencia, vol. 31, núm. 12, diciembre, 2006, pp. 856-860 Asociación Interciencia Caracas, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33901204 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=339 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33901204 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=33901204 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=339&numero=6392 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33901204 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=339 http://www.redalyc.org 856 DEC 2006, VOL. 31 Nº 12 PALABRAS CLAVE / Control Biológico / Hongos Entomopatógenos / Recibido: 16/11/2005. Modificado: 11/11/2006. Aceptado: 14/11/2006. Micaela Pucheta Díaz. Ingeniera Agrónoma. M.C. Agropecuaria, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), México. Antonio Flores Macías. Ingeniero Agrónomo, Doctor en Ciencias Biológicas, UAM, México. Do- cente e Investigador, UAM, México. Dirección: Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Xochilmilco. Departamento de Pro- ducción Agrícola y Animal. Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud, 04960, DF. México. e-mail: floresuam@prodigy.net.mx Silvia Rodríguez Navarro. Bióloga y M.C. Facultad de Ciencias. Universidad Nacional Au- tónoma de México. Docente e Investigador, UAM, México. Mayra de la Torre. Ingeniera Bioquímica y Doctora en Microbiología, Escuela Nacional de Ciencias Biológicas - Instituto Politécnico Nacional, México. Investigador, Centro de Investigación en Alimentación y De- sarrollo, Sonora, México. e-mail: mdelatorre@ciad.mx MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS HONGOS ENTOMOPATÓGENOS MICAELA PUCHETA DíAz, ANTONIO FLORES MACíAS, SILVIA RODRíGUEz NAVARRO y MAyRA DE LA TORRE l potencial que tienen los hongos entomopa- tógenos como agentes de control, al constituir un grupo con más de 750 especies de casi 100 géne- ros que pueden infectar insectos, ha sido reconocido. La mayoría de estos hongos pertenecen a las divisiones Zigomicota (entomoptorales), Deuteromicota (hifo- micetos) y Ascomicota (Hegedus y Kha- chatourians, 1995; Khachatourians, 1996) y se encuentran comúnmente en la natu- raleza (Deshpande, 1999; Milner, 2000). Sin embargo, solo algunos hongos ento- mopatógenos han sido estudiados a fondo (Wraight et al., 1998; Monzón, 2001) y son utilizados comercialmente (Tabla I). 0378-1844/06/12/856-05 $ 3.00/0 Relación patógeno-hospedero Los hongos entomopa- tógenos son de gran importancia dentro de los agroecosistemas por su capacidad natural para regular las poblaciones de insectos, la cual depende de la suscep- tibilidad del hospedero o de la asocia- ción patógeno-hospedero. En este último caso, el insecto hospedero puede ejercer una presión de selección que favorezca a pocos genotipos del patógeno; es decir, hay una selección natural de estos mi- croorganismos en términos de especiali- zación con respecto al hospedero (Mau- rer et al., 1997; St. Leger et al., 1997). La Figura 1 muestra esquemáticamente el ciclo de vida del hongo. Para que la manifestación epizoótica de los hongos entomopatógenos tenga lugar, los facto- res bióticos y abióticos tienen una enor- me influencia. Entre los factores abióti- cos que afectan la viabilidad y la per- sistencia de los hongos entomopatógenos en el campo se encuentran los rayos ultravioleta, la temperatura, la humedad relativa y los funguicidas. La suscepti- bilidad y la relación con los hospederos se relacionan con los nutrimentos pre- sentes en los insectos, que son el medio para la propagación, dispersión y persis- tencia de los hongos. Las esporas de los entomopatógenos tienen requerimientos específicos de agua y temperatura, así RESUMEN Los hongos entomopatógenos tienen un gran potencial como agentes de control, ya que constituyen un grupo con más de 750 especies que al dispersarse en el ambiente provocan infecciones fúngicas en las poblaciones de insectos. Estos hongos inician su proceso infectivo cuando las esporas son retenidas en la su- perficie del integumento, donde se inicia la formación del tubo germinativo, comenzando el hongo a excretar enzimas como las proteasas, quitinasas, quitobiasas, lipasas y lipooxigenasas. Es- tas enzimas degradan la cutícula del insecto y coadyuvan con el proceso de penetración por presión mecánica iniciado por el apresorio, que es una estructura especializada formada en el tubo germinativo. Una vez dentro del insecto, el hongo se desar- rolla como cuerpos hifales que se van diseminando a través del hemocele e invaden diversos tejidos musculares, cuerpos grasos, tubos de Malpighi, mitocondrias y hemocitos, ocasionando la muerte del insecto después de 3 a 14 días de iniciada la infec- ción. Una vez muerto el insecto y ya agotados muchos de los nutrientes, el hongo inicia un crecimiento micelar e invade to- dos los órganos del hospedero. Finalmente, las hifas penetran la cutícula desde el interior del insecto y emergen a la superficie, donde en condiciones ambientales apropiadas inician la for- mación de nuevas esporas. DEC 2006, VOL. 31 Nº 12 857 como de otros factores ambientales que en conjunto funcionan como inductores para la activación de receptores presen- tes en el patógeno y que les permiten llevar a cabo el proceso infectivo sobre el hospedero (Hajek, 1997). Los hongos entomopa- tógenos, a diferencia de otros agentes entomopatógenos, no necesitan ser in- geridos por el insecto para controlarlo (Carruthers y Hural, 1990), pudiendo ocurrir la infección por contacto y ad- hesión de las esporas a las partes bu- cales, membranas intersegmentales o a través de los espiráculos (Charnley, 1997; Jeffs et al., 1997; Kershaw y Talbot, 1998). Características de la pared de los hongos entomopatógenos La pared celular de los hongos está constituida por polisacáridos (80%), proteínas (3-20%), lípidos, pig- mentos y sales inorgánicas en cantidades menores. La quitina forma microfibrillas y es el polisacárido característico de la pared celular en hongos, pero también existe en los insectos. Este polímero es un polisacárido no ramificado, constitui- do de N-acetil-D-glucosamina (GlcNAc), donde los monómeros están unidos por enlaces β-1,4 y existen tres tipos de qui- tina: α, β y g. Las proteínas son glico- proteínas, cuya fracción glicosilada esta formada por galactosa y manosa (Ruiz, 1991; Wessels, 1999). Los lípidos en la pared celular de los hongos están pre- sentes en un rango de 1 a 10% de su peso seco; son ácidos grasos, siendo los más abundantes C16 y C18. La colora- ción característica de la pared celular se debe a la presencia de melaninas, pro- ducto de la oxidación de diferentes fe- noles. La importancia de estos pigmen- tos se debe a su carácter protector ante efectos deletéreos ocasionados por la luz o por las enzimas líticas (Ruiz, 1991). En la pared celular ocu- rren cambios durante las diferentes eta- pas de desarrollo de los hongos, cambios que ocurren mediante el ensamblaje de los componentes celulares como polisa- cáridos microfibrilares, la asociación de polisacáridos de reforzamiento y de com- plejos de proteínas (glicoproteínas). Las glicoproteínas inician su ensamblaje a ni- vel del lumen, en el interior del retículo endoplásmico rugoso; posteriormente, son transportadas a diferentes compartimien- tos membranosos del retículo endoplás- mico liso y del aparato de Golgi, hasta alcanzar la superficie celular mediante el aparato vesicular. Este conglomerado vesicular conduce a las glicoproteínas y otros componentes hacia lapared celular Se ha sugerido que iones divalen- tes como el Ca+2 y el Mg+2 reducen las fuerzas de repulsión electrostática de la superficie de la del insecto, por lo que pueden afectar su hidrofobicidad y pro- mover la adhesión pared celular fúngi- ca-cutícula (Figura 2a), creando condi- ciones favorables para el establecimiento de la espora y la subsecuente invasión del hospedero (Barnes y Moore, 1997; Jeffs et al., 1997; Kershaw y Talbot, 1998; Wessels, 1999). La germinación de la espora se inicia con el hinchamien- to de la misma, que es favorecido por una humedad alta (70% durante 14h); la germinación es disparada por mensaje- ros que generalmente son carbohidratos presentes en las proteínas cuticulares del insecto (Hegedus y Khachatourians, 1995; Khachatourians, 1996). La hidra- tación de la espora es favorecida por la acción antidesecante de su cubierta mu- cilaginosa, que además funciona como protector ante la presencia de polifeno- les tóxicos y enzimas, secretadas por sistema inmune del insecto. Metarhizium anisopliae presenta un alto contenido de aminopeptidasas e hidrofobina, las cua- les favorecen la acción de enzimas ex- tracelulares sobre la cutícula del insecto. Sin embargo, se han encontrado estera- sas y proteasas en conidias no germina- das, lo que sugiere una modificación de la superficie cuticular previa a la germi- TABLA I PRINCIPALES HONGOS ENTOMOPATóGENOS uTILIZADOS COMERCIALMENTE PARA EL CONTROL DE INSECTOS PLAGA Especie Insecto plaga Beauveria bassiana Langostas, chapulines, áfidos, escarabajos, mosquita blanca Beauveria brogniartii Moscas, escarabajos Langenedium giganteum Mosquitos Metarhizium anisopliae Termitas, chapulines, gallina ciega, langostas, picudos del chile y algodón, escarabajos Paecelomyces fumosoroseus Mosquita blanca Lecanicillium (Verticillium) lecanii Áfidos, trips, mosquita blanca Adaptado de Wraight et al., 1998. Figura 1. Esquema del ciclo biológico del hongo. pasando por la membrana plasmática; los otros com- ponentes siguen esta vía para integrarse a la pared celular, tanto para la for- mación de la espora, como del desarrollo de micelio (Ruiz, 1991; Harold, 1999; Wessels, 1999). Mecanismo patogénico Los hongos entomo- patógenos inician su pro- ceso infectivo en los in- sectos hospederos cuando las esporas viables son re- tenidas por contacto en la superficie del integumento, mientras encuentran un espacio propicio para es- tablecer la asociación pa- tógeno-hospedero (Jones, 1994) y formar los túbu- los germinales y a veces el apresorio, que facilita- rán la invasión del hongo. (Hajek, 1997; Deshpande, 1999; Milner, 2000; Asaff et al., 2002; Barranco et al., 2002). 858 DEC 2006, VOL. 31 Nº 12 nación, ya que durante la hidratación la espora no solo absorbe agua, sino tam- bién nutrientes (Jones, 1994; Kershaw y Talbot, 1998). Los lípidos que se en- cuentran en la cutícula de la mosquita blanca pueden afectar potencialmente la germinación de la espora como resulta- do de su acción fungilítica o fungiestá- tica, o actuando como una barrera en la matriz de quitina del exoesqueleto del insecto, previniendo que la espora en- tre en contacto con los nutrimentos y se inicie la señal de disparo de la germina- ción (James et al., 2003). Después del hincha- miento de la espora tiene lugar la for- mación del tubo germinativo mediante el proceso de polarización típico del crecimiento apical de los hongos, que estimula la síntesis de la pared celular. Los iones H+ y Ca2+ entran en la punta de la hifa a través de un mecanismo de transporte pasivo y son expulsados por mecanismos dependientes de energía. Este flujo transcelular permanece cons- tante y mantiene el desarrollo del tubo germinativo y la formación del apreso- rio (Figura 2b), una estructura especia- lizada formada en el tubo germinativo (Riquelme et al., 1998; Harold, 1999; Wessels, 1999). El tubo germinativo ras- trea y reconoce la superficie del insecto para la localización de sitios receptores, habilitando a la hifa para la penetración de la cutícula (Wessels, 1999). El apre- sorio sirve para el anclaje de la espora y ejerce una presión hacia el interior del insecto. Paralelamente, el hongo excre- ta una gran cantidad de enzimas entre las que se incluyen proteasas, quitina- sas, quitobiasas, lipasas, lipooxigenasas y otras enzimas hidrolíticas, que van degradando la cutícula y proporcionan a su vez nutrientes al hongo (Monzón, 2001). una vez dentro del insecto, el hongo prolifera formando cuerpos hifales secundarios, que se ra- mifican en la procutícula conformada principalmente de fibrillas lameladas de quitina embebidas en una matriz pro- teínica que actúa como cubierta física protectora ante las secreciones extra- celulares del patógeno. Posteriormente, los cuerpos hifales se encuentran con la capa epidérmica y con su respectiva membrana basal y se diseminan a través del hemocele (Deshpande, 1999). Así, invaden diversas estructuras como teji- dos musculares, cuerpos grasos, tubos de Malpighi, mitocondrias, hemocitos, retículo endoplásmico y membrana nu- clear. Al agotarse los nutrien- tes, el hongo inicia un crecimiento mi- celiar invadiendo todos los órganos del hospedero. Finalmente, las hifas pene- tran la cutícula desde el interior del in- secto y emergen a la superficie inician- do la formación de esporas cuando la humedad relativa es adecuada (Gillespie y Claydon, 1989). Cabe destacar que du- rante la penetración del hongo desde la cutícula del insecto hasta el hemoce- le, la hifa queda inmersa en proteínas, quitina, lípidos, melanina, difenoles y carbohidratos; algunos de ellos son nu- trimientos pero otros pueden inhibir su crecimiento, ya que el insecto activa su sistema inmune a través de proce- sos como la melanización, fagocitosis, nodulación y encapsulamiento (St. Le- ger y Roberts, 1997). Sin embargo, los hongos desarrollan una serie de activi- dades que les permiten evitar este tipo de defensas, tales como cambios en la pared celular y producción de sustancias inmunomodulatorias o toxinas fúngicas (Khachatourians, 1991). Toxinas de hongos entomopatógenos La literatura de las últi- mas décadas cita un número considera- ble de metabolitos secundarios de bajo peso molecular que han sido aislados de patógenos de insectos, muchos de los cuales han demostrado poseer una ac- tividad insecticida marginal (Gillespie y Claydon, 1989). Varias especies de hongos entomopatógenos son capaces de producir ácidos orgánicos y algunos de ellos han sido implicados en el proce- so infectivo. Por ejemplo, se ha repor- tado la producción de ácido oxálico por Beauveria spp., Lecanicillium (Vertici- llium) lecanii, Paecilomyces fumosoro- seus y Metarhizium anisopliae (Hegedus y Khachatourians, 1995; Asaff et al., 2006). Este compuesto ha sido descrito como un factor de virulencia en hongos fitopatógenos y se ha sugerido que en el caso de los hongos entomopatógenos puede ser un elemento que coadyuve a la solubilización de la proteína cuticu- lar (Bidochka y Khachatourians, 1991). Otro compuesto importante producido por algunos hongos entomopatógenos entre los que destaca Paecilomyces spp. y M. anisopliae es el ácido 2,6-piridin- dicarboxilico (ácido dipicolínico; Asaff et al., 2006), que posee propiedades in- secticidas contra larvas de Calliphora eryhrocephala (Claydon y Grove, 1982). También se han reporta- do toxinas peptídicas cíclicas y lineales. A las primeras pertenece una familia de péptidos conocidos como depsipéptidos. El primer compuesto de esta naturaleza en ser caracterizado fue la beauverici- na, extraída del micelio de Beauveria bassiana, y posteriormente se han ais- lado de diferentes especies de Fusarium y Paecilomyces (Logrieco et al., 1998). Otros depsipéptidos son las eniatinas aisladas de Fusarium (Grove y Pople, 1980), que son tóxicas contra larvas de Choristoneura fumiferana (Strongman et al., 1987). La acción insecticidade estos depsipéptidos es específica para ciertos grupos de insectos y su toxicidad se debe a la acción sinérgica de un complejo de compuestos, entre los que se incluye la beauvericina. La beauvericina es sinteti- zada de manera similar a las eniatinas y en su biosíntesis interviene una enzima multifuncional conocida como eniatina sintetasa cuya expresión es constitutiva (Billich y Zocher, 1988). Dos ciclote- trapéptidos muy parecidos denominados beauverólidos H e I fueron aislados del micelio de B. bassiana y B. brogniarti, aunque no tuvieron actividad insecticida contra Melolontha melolontha. También se aislaron beauverólidos L y La del micelio de Beauveria tenella y Paecilo- myces fumosoroseus, estos compuestos tienen una fuerte acción inmunomodula- dora pero no un efecto insecticida (Jego- rov et al., 1994). Otro metabolito aislado de B. bassiana y L. (V.) lecanii, conoci- do como basianólido, mostró una fuerte acción insecticida tanto por ingestión como por inyección contra larvas de gu- sanos de seda Bombix mori (Kanaoka et al., 1978). Algunos aislados de M. ani- sopliae producen las llamadas destruxi- nas, de las que la dimetildextruxina y la Figura 2. a: Conidias sobre la cutícula de un in- secto, b: formación de apresorio. DEC 2006, VOL. 31 Nº 12 859 protodextruxina están relacionadas con la virulencia (Kershaw y Talbot, 1998; Gillespie y Claydon, 1989; Monzón, 2001). Las destruxinas son los compues- tos mejor caracterizados, ya que su modo de acción también inhibe la síntesis de ADN, ARN y de proteínas en las célu- las de los insectos (Quiot et al., 1985). Además, las destruxinas son capaces de inhibir la secreción de fluidos por el tubo de Malpighi en Schistocerca grega- ria (James et al., 1993). Las destruxinas A, B y E producidas por M. anisopliae, mostraron propiedades insecticidas al ser probadas en larvas de Plutella xylostella, así como en larvas y adultos de Phaedon cochleariae, con un nivel de mortalidad alto en las poblaciones de insectos; ade- más, causaron deformaciones en los éli- tros y alas anteriores del insecto (Amiri et al., 1999). Conclusiones El mecanismo de pato- genicidad de los hongos entomopatóge- nos es muy complejo y aun quedan mu- chas interrogantes por responder. Es in- dudable que tal mecanismo es altamente especializado y que la relación insec- to-hongo es fundamental, siendo ambos organismos activos. Conocer más sobre este mecanismo contribuirá a la búsque- da de cepas con características especia- les y a establecer condiciones de proce- so que permitan la obtención de esporas con mayor virulencia hacia determinado insecto plaga, sin descartar la posibili- dad de utilizar esporas y metabolitos, o bien solo los metabolitos con mayor ac- tividad insecticida. REFERENCIAS Amiri B, Ibrahim L, Butt TM (1999) Anti- feedant properties of destruxins and their potential use with the entomogenous fun- gus Metarhizium anisopliae for improved control of crucifer pest. Biocont. Sci. Technol. 9: 487-498. Asaff TA, Reyes VY, López LVE, De la Torre MM (2002) Guerra entre insectos y mi- croorganismos: una estrategia natural para el control de plagas. Avance y Perspectiva (México) 21: 291-295. Asaff A, Cerda-García-Rojas C, Viniegra- González G, de la Torre M (2006) Carbon distribution and redirection of metabolism in P. fumosoroseus during solid-state and liquid fermentations. 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Uma vez dentro do inseto, o fungo se desenvolve como corpos hifales que se vão disseminando através do hemocele e invadem diversos tecidos musculares, corpos graxos, tubos de Malpighi, mitocôndrias e hemócitos, ocasionando a morte do inseto depois de 3 a 14 dias de iniciada a infecção. Uma vez morto o inseto e já esgotados muitos dos nutrientes, o fungo inicia um crescimento micelar e invade todos os órgãos do hospedeiro. Finalmente, as hifas penetram a cutícula desde o inte- rior do inseto e emergem à superfície, onde em condições ambien- tais apropriadas iniciam a formação de novas esporas. MECHANISM OF ACTION OF ENTOMOPATHOGENIC FUNGI Micaela Pucheta Díaz, Antonio Flores Macías, Silvia Rodríguez Navarro and Mayra de la Torre SUMMARY Entomopathogenic fungi have a great potential as control agents, as they constitute a group with over 750 species that, when dispersed in the environment, provoke fungal infections in insect populations. These fungi begin their infective process when spores are retained on the integument surface, where the formation of the germinative tube initiates, the fungi starting to excrete enzymes such as proteases, chitinases, quitobiases, lipases and lipoxygenases. These enzymes degrade the insect’s cuticle and help in the process of penetration by mechanical pressure that is initiated by the apresorium, a specialized struc- ture formed in the germinative tube. Once inside the insect, the fungi develop as hyphal bodies that disseminate through the haemocele and invade diverse muscle tissues, fatty bodies, Mal- pighian tubes, mitochondria and haemocytes, leading to death of the insect 3 to 14 days after infection. Once the insect dies and many of the nutrients are exhausted, fungi start micelar growth and invade all the organs of the host. Finally, hyphae penetrate the cuticle from the interior of the insect and emerge at the surface, where they initiate spore formation under appro- priate environmental conditions.
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