Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
54 61 10 Mensaje del Secretario General Aerosoles carbonosos Actividades de investigación y desarrollo de la OMM con el fin de beneficiar a África Organización Meteorológica Mundial 7bis, avenue de la Paix - Case postale 2300 - CH-1211 Geneva 2 - Switzerland Tel.: +41 (0) 22 730 81 11 - Fax: +41 (0) 22 730 81 81 Correo electrónico: wmo@wmo.int - Dirección web: www.wmo.int ISSN 0250-6025 41 Deposición atmosférica sobre el océano: los ecosistemas marinos y el clima Calidad del aire, condiciones meteorológicas y climáticas en Ciudad de México Gestión de la calidad del aire y predicción del tiempo durante los Juegos Olímpicos de Pekín Gases de efecto invernadero y contaminación urbana 16 31 22 Contaminación atmosférica, tormentas de polvo y arena y el monzón del Índico 48 Organización Meteorológica Mundial Tiempo · Clima · Agua Vol. 58 (1) - Enero de 2009 Artículos de fondo | Entrevistas | Noticias | Reseñas bibliográficas | Calendario www.wmo.int Boletín Vo lu m EN 5 8 (1 ) - EN ER o D E 20 09 B o lE TÍ N D E lA o m m Cambio climático y calidad del aire 4 El tiempo, el clima y el aire que respiramos [...] resulta prioritario desarrollar sistemas exhaustivos de control, herramientas de asimilación de datos y modelos de predicción que integren un conjunto diverso de datos dentro de una estructura coherente. Guy Brasseur Boletín Las noticias acerca de las actividades de la OMM y de los episodios más recientes pueden encontrarse en el boletín informativo de la OMM Meteo- World (http://www.wmo.int/pages/publications/meteoworld/index_en.html), en la sección de NOTICIAS de la página web de la OMM (http://www.wmo. int/pages/mediacentre/news/index_en.html) y en las páginas web de los programas de la OMM a través de la dirección de internet de la OMM (http:// www.wmo.int). Boletín de la OMM www.wmo.int/bulletin_en Unidad de gestión de productos de información al público y de la página web Organización Meteorológica Mundial (OMM) 7bis, avenue de la Paix Tel.: + 41 22 730 84 78 Case postale No. 2300 Fax: + 41 22 730 80 24 CH-1211 Geneva 2, Switzerland Correo el.: jtorres@wmo.int Copyright © Organización Meteorológica Mundial, 2009 La OMM se reserva el derecho de la publicación impresa, elec� trónica y en cualquier otra forma, y en todos los idiomas. Se autoriza la reproducción de breves extractos de los artículos del Boletín de la OMM a condición de que se cite claramente la fuente completa de los mismos. La correspondencia edito� rial y las peticiones solicitando autorización para publicar, re� producir o traducir (parcial o totalmente) artículos firmados, deberán dirigirse al Editor. Las denominaciones empleadas en el Boletín de la OMM y la forma en que aparece la información que contiene no implican, de parte de la Secretaría de la OMM, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios, ciu� dades o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. Las opiniones expresadas en los artículos y las afirmaciones contenidas en los anuncios insertados en este Boletín corres�ontenidas en los anuncios insertados en este Boletín corres� ponden a sus autores o anunciantes y no reflejan necesaria� mente la opinión de la OMM. El hecho de que en los artículos y anuncios se mencionen los nombres de determinadas com� pañías y productos no significa que la OMM los favorezca ni recomiende con preferencia a otros similares que no se men� cionan ni se anuncian. Índice En este número ..................................................................................... 2 Mensaje del Secretario General con motivo del Día Meteorológico Mundial de 2009 ................................................................................... 4 Tercera Conferencia Mundial sobre el Clima ..................................... 8 Implicaciones del cambio climático en la calidad del aire, por Guy P. Brasseur ....................................................................................... 10 La atmósfera global: los gases de efecto invernadero y la contaminación urbana, por Euan Nisbet y Martin Manning ........................ 16 Posibles influencias de la contaminación atmosférica y de las tormentas de polvo y arena en el monzón del Índico, por William K.M. Lau, Kyu-Myong Kim, Christina N. Hsu y Brent N. Holben ................. 22 Gestión de la calidad del aire y predicción del tiempo durante los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, por Jianjie Wang, Xiaoye Zhang, Tom Keenan y Yihong Duan ............................................................................. 31 Actividades de investigación y desarrollo de la OMM relacionadas con la calidad del aire, el tiempo y el clima, con el fin de beneficiar a África, por André Kamga Foamouhoue, José María Baldasano, Emilio Cuevas Agulló, Aïda Diongue-Niang, Carlos Pérez García-Pando, Eugene Poolman y Madeleine Thomson .... 41 Calidad del aire, condiciones meteorológicas y climáticas en Ciudad de México, por Luisa T. Molina, Benjamin de Foy, Óscar Vázquez Martínez y Víctor Hugo Páramo Figueroa ......................................... 48 Los aerosoles carbonosos: un desafío pendiente, por Karl Espen Yttri, Cathrine Lund Myhre y Kjetil Tørseth ........................................ 54 Los impactos de la deposición atmosférica sobre el océano en los ecosistemas marinos y en el clima, por Robert A. Duce, James N. Galloway y Peter S. Liss .................................................................... 61 Hace cincuenta años ............................................................................. 67 Necrología ............................................................................................. 70 Noticias de la Secretaría de la OMM ................................................... 71 Calendario ............................................................................................. 76 La Organización Meteorológica Mundial ............................................ 77 Miembros de la Organización Meteorológica Mundial ..................... 78 La revista de la Organización Meteorológica Mundial Volumen 58 (1) - Enero de 2009 Secretario General M. Jarraud Secretario General Adjunto Hong Yan Subsecretario General J. Lengoasa El Boletín de la OMM se publica trimestralmente (enero, abril, julio, octubre) con ediciones en español, francés, inglés y ruso. Editor Hong Yan Editora asociada Judith C.C. Torres Consejo editorial Hong Yan (Presidente) J. Torres (Secretaria) G. Asrar (investigación del clima) L. Barrie (investigación atmosférica y medio ambiente) G. Love (meteorología y reducción del riesgo de desastres) E. Manaenkova (política, relaciones exteriores) R. Masters (desarrollo, actividades regionales) B. Nyenzi (clima) B. Ryan (satélites) D. Schiessl (planificación estratégica) A. Tyagi (agua) J. Wilson (enseñanza y formación profesional) Wenjian Zhang (sistemas de observación e información) Precios de la suscripción: Correo terrestre Correo aéreo 1 año 60 FS 85 FS 2 años 110 FS 150 FS 3 años 145 FS 195 FS Correo electrónico: pubsales@wmo.int 2 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 El tema del Día Meteorológico Mun- dial de este año es “El tiempo, el clima y el aire que respiramos”. Este número del Boletín se ha concebido en torno al mismo tema, e incluye artículos relacionados con la calidad del aire y su manifestación en las zo- nas urbanas y sus alrededores, los vínculos con el tiempo atmosférico y el cambio climático, y el impacto de la deposición de contaminan- tes (incluido el nitrógeno) sobre la capa superior del océano. Como de costumbre, el número de enero del Boletín se abre con un mensaje del Secretario General con ocasión del Día Meteorológico Mundial. Entre 1800 y 2007, la parte de la po- blación mundial que reside en las ciudades se ha incrementadodesde aproximadamente el 3 por ciento hasta alcanzar un 50 por ciento. En consecuencia, las megalópolis y los núcleos regionales de concentración de población se han desarrollado lle- vando aparejados cambios en el uso del suelo y en las emisiones antro- pogénicas de contaminantes, lo que ha originado grandes implicaciones medioambientales tanto para los propios núcleos regionales de con- centración de población como a una escala mayor. La contaminación at- mosférica en zonas con una alta den- sidad de población afecta a la salud humana de manera grave a lo largo y ancho del planeta. La predicción de la contaminación atmosférica en las zonas urbanas es un servicio ne- cesario para que la población pueda tomar medidas de precaución de forma cotidiana y para que puedan determinarse las medidas políticas adecuadas para reducir las emisio- nes, de modo que se alcancen los ni- veles de contaminación establecidos como objetivo. A través del programa de Vigilancia de la atmósfera global (VAG), su Proyecto sobre la meteo- rología y el medio ambiente urbano (GURME) y el Programa mundial de investigación meteorológica (PMIM), la OMM refuerza las capacidades de los estados Miembros a la hora de ofrecer predicciones de calidad del aire, ilustrando así los vínculos que existen entre la meteorología y la ca- lidad del aire. La composición química de la atmós- fera, los fenómenos meteorológicos y el clima están fuertemente interco- nectados. Existe un crecimiento en las emisiones de agentes contami- nantes en el Extremo Oriente y en América del Sur, mientras que en Europa y en América del Norte es- tas emisiones están estabilizándose o reduciéndose. La economía está globalizada, con importantes conse- cuencias para el transporte intercon- tinental de la contaminación atmos- férica, las emisiones procedentes de las aeronaves (Organización de avia- ción civil internacional) y de los bu- ques (Organización marítima inter- nacional). Los cambios en las prácti- cas agrícolas y en el clima físico dan lugar a un aumento en la quema de biomasa y en el número de incendios forestales. El transporte de agentes contaminantes atmosféricos a través de fronteras nacionales, regionales y continentales representa un aspecto importante del ciclo mundial de la contaminación atmosférica, inclu- yendo el impacto sobre el Ártico y sus mares limítrofes. La contaminación atmosférica y el cambio climático interactúan en am- bos sentidos. La Convención mar- co de las Naciones Unidas sobre el cambio climático se centra en el efecto del cambio climático de los gases de efecto invernadero de lar- ga duración. Los aerosoles (directa e indirectamente) y el ozono troposfé- rico ejercen un forzamiento radiativo a nivel regional sobre el clima, y se espera que dicho forzamiento modi- fique la distribución de los patrones meteorológicos sinópticos y la distri- bución de los elementos meteoroló- gicos, como por ejemplo las precipi- taciones y el viento, a nivel regional. El alcance de la modificación y su impacto social aún no se conocen suficientemente, pero es muy proba- ble que sean importantes. La variabilidad y el cambio climá- ticos tienen consecuencias para la composición atmosférica, a través de la modificación de factores que afectan al ciclo vital (fuentes, trans- porte, transformación física/química y eliminación) de un agente conta- minante en la atmósfera: por ejem- En este número Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 3 plo, temperatura, propiedades en superficie (sequía y cubierta vege- tal), nubosidad, precipitación (inclu- yendo la duración de los períodos secos) y propiedades de mezcla en la capa límite. La adaptación de las sociedades al cambio climático tiene consecuencias para la composición atmosférica, por ejemplo, a través de los cambios inducidos en las emi- siones procedentes del consumo de energía a medida que el sistema de producción energética va avanzan- do hacia una mayor utilización de las energías renovables, incluyendo los biocombustibles. La OMM cuen- ta con una responsabilidad concreta y con una capacidad probada para liderar el análisis técnico acerca del modo en que pueden interaccionar en ambos sentidos la variabilidad del clima y el cambio climático con la contaminación atmosférica a nivel regional y, en combinación, a escala mundial, puesto que estos son asun- tos de preocupación inmediata que afectan a las sociedades de todo el mundo en una proporción que aún no se conoce con claridad, pero que podría ser muy importante (episo- dios de contaminación atmosféri- ca, crecidas, sequías, suministro de agua, suministro de alimentos, etc.). Al igual que ocurre con el clima, los agentes contaminantes atmosféricos pueden afectar a las condiciones me- teorológicas. Cada vez existe una ma- yor sensibilización de que, al incluir los aerosoles y el ozono en los mo- delos de predicción meteorológica de manera realista, aumentarán las posibilidades de mejorar la precisión de las predicciones meteorológicas. Al mismo tiempo se están generando predicciones de la calidad del aire en las que se están empleando los me- jores sistemas de predicción meteo- rológica del mundo, a saber, los man- tenidos por los centros operativos de predicción meteorológica. El componente atmosférico del ciclo biogeoquímico del nitrógeno reacti- vo, incluyendo su relación con el se- cuestro de carbono en ecosistemas, aún no se conoce de forma precisa. El nitrógeno reactivo se propaga en cascada a través de compartimentos medioambientales, con una produc- ción anual aproximada de 165 mega- toneladas de dicha sustancia, de las cuales alrededor del 75 por ciento está relacionada de alguna manera con las prácticas agrícolas y el 25 por ciento con la quema de combustibles fósiles y con la utilización industrial del nitrógeno. Los temas en cuestión que resultan más importantes para la OMM son la calidad en el sumi- nistro de agua y el vínculo existente entre el ciclo del nitrógeno reactivo, la contaminación atmosférica y el cambio climático. Øystein Hov, Presidente del Comité científico mixto sobre contaminación ambiental y química atmosférica, Comisión de ciencias atmosféricas de la OMM 4 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 EL TIEMPO, EL CLIMA Y EL AIRE QUE RESPIRAMOS www.wmo.int Organización Meteorológica Mundial Tiempo · Clima · Agua Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 5 Title El 23 de marzo de cada año la Organi- zación Meteorológica Mundial (OMM) y la comunidad meteorológica mun- dial celebran el Día Meteorológico Mundial, que conmemora la entrada en vigor, ese mismo día de 1950, del Convenio de la OMM por el que se creó la Organización, justo 30 días des- pués de que los Miembros depositaran el 30.º instrumento de ratificación o adhesión. La OMM asumió desde entonces las responsabilidades de su predecesora, la Organización Meteo- rológica Internacional (OMI), creada por el Primer Congreso Meteorológico Internacional celebrado en Viena en septiembre de 1873 con el objetivo de facilitar la colaboración internacional en la esfera de la meteorología, en par- ticular las observaciones coordinadas y los instrumentos normalizados. Un año después de esa reestructura- ción, en 1951, se designó a la OMM organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas. En la actua- lidad, la Organización cuenta con muchos más Miembros, a saber, 188 países y territorios, y ha ampliado su mandato con el fin de que abarcara las cuestiones relacionadas con el agua y el medio ambiente. Como es costumbre que la celebra- ción del Día Meteorológico Mundial se centre en un tema concreto, el Consejo Ejecutivo de la OMM decidió que el tema de 2009 sería “El tiempo, el clima y el aire que respiramos”. Este tema es particularmente adecuado en un momento en que las distintas co- munidades del mundo se esfuerzan por alcanzar los Objetivos de Desa- rrollo del Milenio, establecidos porlas Naciones Unidas, en especial en lo que se refiere a la salud, la alimen- tación, la seguridad de los recursos hídricos y el alivio de la pobreza, y asimismo se esfuerzan por aumentar su eficacia para prevenir y atenuar los desastres naturales, el 90% de los cuales está directamente relacionado con los riesgos de efectos meteoroló- gicos, climatológicos e hidrológicos y, por consiguiente, se incluyen en el mandato de la OMM. Además, los científicos y profesionales de la me- dicina son cada vez más conscientes de los vínculos fundamentales que existen entre el tiempo, el clima, la composición del aire que respiramos y sus efectos sobre la salud humana. Durante muchos siglos, los huma- nos consiguieron adaptarse bastante bien a las repercusiones del tiempo y el clima al adecuar la vivienda, la producción alimentaria, el suministro de energía y los medios de vida a las condiciones climáticas y medioam- bientales. Sin embargo, en los últi- mos decenios, el crecimiento demo- gráfico, el mayor uso de la energía y el desarrollo industrial han contribui- do a la emisión de gases y partículas que pueden afectar, y de hecho afec- tan, a la salud humana. De ahí que el asma, las enfermedades cardíacas, el cáncer de pulmón y muchas otras afecciones médicas se hayan visto agravadas o incluso hayan sido pro- vocadas por el empeoramiento de la calidad del aire. Además, la contami- nación del aire vulnera la economía mundial, la seguridad alimentaria y de los recursos hídricos y el desarro- llo sostenible al dañar las plantas, los cultivos y los ecosistemas. Es interesante recordar que Hipócra- tes (c. 460-377 a. C.), considerado por muchos el “padre de la medicina”, rechazó la superstición en favor de la observación científica, realizó una clasificación de las enfermedades y estableció conjuntos de normas morales y profesionales que conti- núan siendo válidas hoy en día. En particular, en su obra publicada en el siglo V a. C. “Sobre los aires, aguas y lugares” se examinan los efectos del clima, el suministro de agua y las regiones sobre la salud humana y se realiza una comparación de las condiciones geofísicas de la vida en Europa y Asia. En la época de Hipó- crates en general se aceptaba que tan solo existían cuatro elementos: el agua, el aire, el fuego y la tierra con sus correspondientes cualidades de frío, sequedad, calor y humedad. Si estas estuvieran presentes en el cuer- po humano en su justa medida y en el lugar apropiado, se gozaría de bue- na salud pero si el equilibrio se alte- raba también se deterioraba la salud. Hoy en día sabemos que los gases y partículas residuales que se encuen- tran en el aire tienen un impacto con- siderable sobre el tiempo, el clima y la calidad del aire. El tiempo, el clima y el aire que respiramos Mensaje de Michel Jarraud, Secretario General de la OMM, con motivo del Día Meteorológico Mundial de 2009 www.wmo.int Michel Jarraud, Secretario General 6 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 Los meteorólogos, climatólogos y químicos atmosféricos contribuyen actualmente a la atenuación de los impactos del tiempo, el clima y la ca- lidad del aire que respiramos ya que trabajan conjuntamente, para pro- porcionar predicciones y análisis de la distribución atmosférica y la con- centración y el transporte de gases y partículas en la atmósfera, a los pro- fesionales de la medicina y los cientí- ficos ambientales. Desde los años cincuenta la OMM ha estado a la vanguardia de la coor- dinación de las observaciones y aná- lisis de la composición atmosférica. La información sobre los gases de efecto invernadero, aerosoles y ozo- no, así como los parámetros clási- cos de observación meteorológica e hidrológica hoy en día, se obtienen periódicamente gracias a las redes mundiales de estaciones de superfi- cie in situ y de teledetección, sondas instaladas en globos, aeronaves y satélites. Ello ha contribuido a com- prender el cambio de la composición química de la atmósfera y constituye la base científica de nuestros cono- cimientos actuales sobre los efectos del tiempo y el clima en la calidad del aire, así como las repercusiones recí- procas de los componentes del aire en el tiempo y el clima. Muchos ejemplos de esta actividad innovadora de la OMM se remontan a los estudios científicos publicados en el contexto del Año Polar Interna- cional y del Año Geofísico Internacio- nal, gracias a los trabajos de los Ser- vicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) de los Miembros de la OMM y en colaboración con otras organizaciones internacionales. En ese sentido, la OMM ha participa- do de forma activa en las iniciativas internacionales destinadas a evaluar nuestra atmósfera cambiante en lo que se refiere a los contaminantes del aire como el ozono al nivel del suelo, el esmog, las partículas, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono, que en su mayoría son resultado de la combustión industrial, urbana y vehicular de los combustibles fósiles. La OMM fue una de las organizacio- nes fundadoras de las tres principa- les convenciones relacionadas con la composición atmosférica: la Conven- ción sobre la contaminación atmos- férica transfronteriza a larga distancia de la Comisión Económica para Eu- ropa de las Naciones Unidas (1979), el Convenio de Viena para la Protec- ción de la Capa de Ozono (1985) y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1994). En la actualidad, la OMM con- tinúa suscribiendo las disposiciones de estos mecanismos internacionales esenciales en el marco de la acción mundial. Muchos de los subproductos con- taminantes del aire de la revolución industrial también son responsables de otros cambios que actualmente observamos en nuestro clima y que quedan al margen de la variabilidad natural que se esperaba obtener de los efectos astronómicos y geofísicos por sí solos. El Grupo Interguberna- mental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), copatrocinado por la OMM, publicó su Cuarto Informe de Evaluación y recibió el prestigio- so Premio Nobel de la Paz en 2007. El Grupo llegó a la conclusión de que el cambio climático es indiscuti- ble y muy probablemente se debe al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero antropó- genos. El IPCC también prevé que au- mente la frecuencia y la intensidad de las inundaciones, las sequías y otros fenómenos meteorológicos y climáti- cos extremos como consecuencia de los cambios en el clima, en particular las olas de calor que pueden tener efectos perjudiciales para la salud hu- mana, exacerbar la contaminación y propagar los incendios forestales. El viento, la lluvia, la nieve, la luz del sol y la temperatura pueden tener distintos grados de incidencia en la dispersión y la permanencia de los contaminantes atmosféricos. El calor urbano puede atrapar a los conta- minantes mientras que la lluvia y la nieve tienden a eliminarlos de la at- mósfera y a dispersarlos por el suelo y los océanos. Los científicos pueden utilizar modelos meteorológicos para evaluar y predecir las característi- cas de la contaminación del aire. En consecuencia, las predicciones opor- tunas, pertinentes y exactas de la ca- lidad del aire contribuyen a proteger las vidas y los bienes y complemen- tan las predicciones meteorológicas más tradicionales. Aunque el desarrollo de las predic- ciones regionales de la calidad del aire ha mejorado considerablemen- te en los últimos 30 años, todavía es difícil que lleguen a las comunidades locales en el momento oportuno. Sin embargo, un número cada vez mayor de SMHN se sirve de las predicciones sobre la calidad del aire y muchos de esos Servicios también proporcionan una amplia gama de índices y adver- tencias como los códigos de colores. Como en cada región varía la mane- ra en la que se difunden los índices y las advertencias, la OMM facilita la formación para maximizar la eficacia de esos productos y sus beneficiossociales. Esos productos nunca han sido tan necesarios como ahora. La Organiza- ción Mundial de la Salud (OMS) calcu- la que cada año perecen prematura- mente 2 millones de personas debido Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 7 a la contaminación del aire. Incluso concentraciones relativamente bajas de ozono, partículas y contaminantes conexos pueden tener efectos impor- tantes en las afecciones respiratorias y cardíacas, en particular en los paí- ses en desarrollo, de modo que las predicciones de la calidad del aire son una buena oportunidad para emi- tir alertas tempranas y contribuyen a atenuar los peligros relacionados con los contaminantes atmosféricos. A medida que las megaciudades cre- cen y se expanden, la contaminación urbana cada vez afecta a más perso- nas en todo el mundo. Aproximada- mente la mitad de la población mun- dial vive en grandes ciudades, que carecen de sistemas de vigilancia de la calidad del aire, en particular en los países en desarrollo. Por consiguien- te, la movilización de recursos y la formulación de políticas adecuadas para vigilar y hacer frente a la conta- minación del aire en estos países es un desafío cada vez más importante. La Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM y el Programa Mundial de Investigación Meteorológica están ampliando de forma activa el con- junto de servicios relacionados con la calidad del aire de que se dispone actualmente a través de los SMHN de los Miembros de la OMM. Ya se han puesto en marcha una serie de pro- yectos en distintos países para mejo- rar la predicción de la contaminación del aire y la prevención de sus efec- tos conexos. Además de coordinar la predicción de la calidad del aire, la OMM pro- mueve la investigación en el ámbito de su contaminación. Las partículas en suspensión, o aerosoles, son de- cisivas para determinar la absorción o el reflejo del calor por parte de la superficie de la Tierra, las nubes y la atmósfera así como la formación de esas nubes y precipitaciones. Aunque conforme transcurren los días la lluvia se lleva la mayor parte de los aeroso- les de la parte baja de la atmósfera, algunas partículas pueden permane- cer durante períodos más largos en las masas de aire más secas y en la parte alta de la atmósfera producien- do distintos efectos. Por consiguien- te, los estudios relacionados con los aerosoles han pasado a ser una importante esfera de investigación y serán uno de los componentes prin- cipales de los modelos de próxima generación de predicción del clima y el tiempo. La calidad del aire también es deci- siva en lo que se refiere al conteni- do de la arena y el polvo, que reduce la visibilidad, estropea los cultivos y afecta al clima local. Hacer frente a los problemas específicos de las tor- mentas de arena y polvo es uno de los principales objetivos del Siste- ma de la OMM de aviso, evaluación y advertencia de tormentas de arena y polvo, que apoya el desarrollo de predicciones específicas conexas así como la investigación y la evaluación de los efectos de las tormentas de arena y polvo. Algunos Miembros de la OMM y organizaciones asociadas actualmente participan en la investi- gación y la predicción operacional de esos fenómenos peligrosos que prin- cipalmente repercuten en África, Asia y América del Norte. Además, los SMHN de los Estados Miembros de la OMM y algunas de las organizaciones asociadas de la Organización desempeñan un papel clave en la vigilancia de las emergen- cias medioambientales y en la res- puesta a estas. Cuando se producen emergencias de ese tipo, que pueden desprender sustancias peligrosas, como derrames de sustancias quími- cas, una erupción volcánica, enferme- dades transmitidas por vectores de la atmósfera o un accidente en una cen- tral nuclear, los meteorólogos pueden contribuir a predecir su subsiguiente dispersión y propagación. A ese res- pecto, el programa de la OMM de Ac- tividades de Respuesta de Emergen- cia facilita la modelización numérica de los contaminantes del aire por par- te de una red de Centros Meteoroló- gicos Regionales Especializados de la OMM, en estrecha colaboración con la OMS, el Organismo Internacional de Energía Atómica, la Organización de Aviación Civil Internacional y otros asociados. A través de los programas relaciona- dos con la calidad del aire, la OMM y los SMHN de sus Miembros con- ciencian a los encargados de la adop- ción de políticas y al público, sobre la estrecha relación que existe entre el tiempo, el clima y el aire que respi- ramos suministrando la información más pertinente y fundamentada. Se trata de una colaboración que exige la cooperación de muchas comuni- dades y sectores, cuya importancia se pondrá de relieve este año en la Tercera Conferencia Mundial sobre el Clima que se celebrará en Ginebra del 31 de agosto al 4 de septiembre. En el curso de esa colaboración de- cisiva, los SMHN continuarán siendo clave para proteger la salud humana y el medio ambiente. Confío en que el tema del Día Meteorológico Mun- dial de 2009 contribuya a fomentar la participación de todos los Miembros y socios de la OMM al más alto nivel y con este motivo deseo felicitarles sin reservas. Se ha editado una carpeta, un folleto (OMM-No. 1035) y un cartel para el Día Meteorológico Mundial de 2009, sobre el tema “El tiempo, el clima y el aire que respiramos”. Se ha creado un sitio web relativo al Día Meteorológico Mundial de 2009 al que puede accederse a través de la página web de la OMM (http://www.wmo.int/ wmd/) donde, en principio, se incluirán el folleto y el cartel (en formato pdf) así como el mensaje del Secretario General. Se añadirá más material conforme se vaya disponiendo del mismo. 8 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 Title El clima ofrece a las sociedades opor- tunidades, pero también riesgos. Con el paso de los años, la OMM ha mejorado las capacidades por lo que respecta a la meteorología, la hidro- logía y las geociencias afines para ofrecer servicios que permitan a la humanidad afrontar las condiciones climáticas. Los sistemas y normas desarrolla- dos por la OMM facilitan la recopi- lación, el proceso y el intercambio de observaciones climáticas a fin de prestar servicios que protejan la vida y los bienes materiales y que impul- sen el desarrollo socioeconómico. En las dos anteriores conferencias mundiales sobre el clima, la OMM y sus socios congregaron al mundo para tratar cuestiones climáticas re- lacionadas con la ciencia y las polí- ticas necesarias para comprender y mitigar mejor los efectos del cambio climático. La Primera Conferencia sobre el Cli- ma, celebrada en 1979, impulsó la creación de instituciones como el Programa Mundial sobre el Clima de la OMM, el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (co- patrocinado por la OMM, el Conse- jo Internacional para la Ciencia y la Comisión Oceanográfica Interguber- namental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), y el Grupo In- tergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (copatrocinado por la OMM y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Am- biente), que recibió el Premio Nobel de la Paz de 2007. La Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima, celebrada en 1990, pidió el establecimiento de un con- venio sobre el clima e impulsó los esfuerzos internacionales que final- mente dieron lugar a la creación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1992. Asimismo, esta Conferencia condujo a la creación del Sistema Mundial de Observación del Clima y a la formulación de recomendacio- nes para las actividades futuras del Programa Mundial sobre el Clima. En consecuencia, la CMC-3 ha sido concebida en virtud de nuestro me- jor conocimiento del sistema climáti- co y de los progresos en la ciencia de la información y predicción del clima que pueden contribuir a aumentar el bienestar social. La Conferencia se TerceraConferencia Mundial sobre el Clima Predicción e información del clima para la adopción de decisiones Ginebra, Suiza 31 de agosto-4 de septiembre de 2009 Centro Internacional de Conferencias de Ginebra CMC 3 Patrocinado por Federal Department of Home Affairs FDHA Federal Office of Meteorology and Climatology MeteoSwiss Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 9 centrará en la creación de servicios que permitan a los responsables de adoptar decisiones una mejor gestión de las oportunidades y de los riesgos climáticos asociados a condiciones climáticas extremas y que posibiliten, a su vez, que las comunidades mejoren su capacidad de adaptación al cambio climático a largo plazo. La enorme cantidad de datos que la OMM ha reunido y archivado, junto con sus sistemas mundiales de pro- ceso de datos y de telecomunica- ción, supone un recurso que puede contribuir de manera significativa al desarrollo de servicios y productos climáticos, entre los que se incluyen mapas de posibles riesgos y oportu- nidades, períodos de retorno de po- sibles riesgos y oportunidades, posi- bles fuentes de energías renovables, gestión urbana, posibles brotes de enfermedades y predicciones climá- ticas precisas. Los centros mundiales, regionales y nacionales de predicción del clima poseen los conocimientos necesa- rios para producir información y pre- dicciones climáticas de utilidad. Sin embargo, estos conocimientos va- rían en función de la región y el país. Es necesario fortalecer las capacida- des de los países en desarrollo y de los países menos adelantados para facilitar que generen productos y servicios útiles y precisos. Debemos ser conscientes de las ne- cesidades de las diferentes socie- dades e integrarlas en la creación de productos y servicios. Hay que mejorar la vigilancia y la predicción del clima y desarrollar políticas apro- piadas. Un país no puede satisfacer estas necesidades por sí mismo. El mundo tiene un único sistema climá- tico que redistribuye calor, energía y otros componentes atmosféricos y oceánicos; por lo tanto, la coopera- ción mundial resulta indispensable. Si se vigila de forma adecuada el sis- tema climático es posible detectar a tiempo los sistemas climáticos peli- grosos transfronterizos. El mundo debe de unirse para mejorar los ser- vicios de información y predicción del clima que contribuirán de mane- ra significativa a cumplir los Objeti- vos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, el Plan de Acción de Bali de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cam- bio Climático y el Marco de Acción de Hyogo para la reducción de ries- gos de desastres. La CMC-3 establecerá un marco in- ternacional para desarrollar servi- cios climáticos que disminuyan la brecha existente entre los informes de evaluación del IPCC y los servi- cios necesarios para adaptarse a la variabilidad y el cambio climáticos a nivel regional y sectorial. Asimismo, cabe esperar que la CMC-3 proporcione orientaciones sobre la forma de tratar riesgos relaciona- dos con el clima como, por ejemplo, sequías, crecidas, episodios de frío extremo, olas de calor, hambruna o brotes de ciertas enfermedades que, además de poner en peligro la vida de las personas, afectan a la salud y a la disponibilidad de necesida- des básicas como alimentos, agua y energía. Promovemos la publicidad de la Con- ferencia y la participación en la misma con el fin de contribuir a su éxito. Por favor, visite nuestro sitio web (citado arriba) para consultar el programa y obtener más información. Una mejor información climática para un futuro mejor http://www.wmo.int/pages/world_climate_conference/ Q U IN ET 10 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 Title Implicaciones del cambio climático en la calidad del aire por Guy P. Brasseur* Introducción Los cambios en la composición quí- mica de la atmósfera que se han producido como consecuencia de una industrialización masiva y de una agricultura y urbanización in- tensivas, y también a causa del trá- fico rodado, marítimo y aéreo, han derivado directa e indirectamente en un incremento del forzamiento ra- diativo y, fruto del mismo, en futuros cambios en las temperaturas y en los ciclos hidrológicos del planeta. La mayor aportación al forzamien- to radiativo está originada por el aumento de las concentraciones at- mosféricas de dióxido de carbono, un producto derivado de la quema de combustibles fósiles. Las emisio- nes de otros gases de efecto inver- nadero, entre los que se incluyen el metano y el óxido nitroso, también se han elevado como consecuencia de las actividades del ser humano. El ozono es un gas reactivo que no solo es importante a la hora de pro- tegernos de la perniciosa radiación ultravioleta, sino que también es un gas de efecto invernadero y, con al- tas concentraciones de esmog, pue- de llegar a ser nocivo tanto para la salud de los seres humanos como para el mundo vegetal. Finalmente, la emisión a la atmósfera de dióxido de azufre, precursor de las partículas de aerosoles sulfatados, de carbono negro y de partículas orgánicas tam- bién ha afectado a la transferencia radiativa en la atmósfera, ocasio- nando impactos sobre el sistema climático. Las partículas submicróni- cas de aerosoles sulfatados tienden a impulsar de nuevo a la atmósfera una parte de la radiación solar reci- bida, mientras que las partículas de carbono negro absorben una canti- dad importante de radiación solar de onda corta y afectan al flujo de la ra- diación terrestre de onda larga. Además, los aerosoles proporcionan los núcleos de condensación que facilitan la formación de las gotitas de las nubes. Su presencia en la at- mósfera ocasiona importantes cam- bios en el albedo de las nubes y en la vida de las mismas, con efectos indi- rectos sobre el clima del planeta. La presencia de grandes cantidades de aerosoles también puede afectar a la estabilidad vertical de la atmósfera y, al depositarse en la superficie, las partículas pueden reducir el albedo de la nieve originando, una vez más, consecuencias sobre el clima. Estos fenómenos son muy difíciles de cuantificar, puesto que implican la aparición de complejos procesos microfísicos y químicos. Por consi- guiente, el impacto climático de los compuestos químicos, y concreta- mente de la contaminación atmosfé- rica, resulta complicado de calcular. Y aún es más difícil de evaluar, si cabe, el efecto del cambio climático sobre la composición química y, en particular, sobre la calidad del aire. En este artículo analizaremos breve- mente los procesos que determinan las interacciones del sistema climá- tico y la composición química de la atmósfera a diferentes escalas. En concreto, examinaremos los dife- rentes procesos a través de los cua- les los cambios esperados en térmi- nos de temperatura y precipitación debidos a la acción del hombre po- drían afectar a la calidad del aire en el futuro. Impacto del cambio climático en la composición química de la atmósfera de fondo Se han empleado modelos climáti- cos (IPCC, 2007) para llevar a cabo proyecciones de la evolución del va- lor medio de la temperatura y de la precipitación durante los próximos siglos. Cuando se adopta un escena- rio cotidiano para realizar las simu- laciones, el incremento previsto en la temperatura media de la superfi- cie global para finales del siglo XXI es de 2,8 ºC, con un calentamiento medio de 3,5 ºC en tierra y de has- ta 7 ºC en el Ártico. Estos cambios, que se producirán a menos que se adopten medidas drásticas encami- nadas a reducir las emisiones de ga- ses de efecto invernadero, tendrán importantes consecuencias sobre el sistema acoplado físico, químico, biológico e hidrológico que gobierna la evolución del planeta con arreglo a escalas temporales que pueden ir de decenios a siglos. Tal y como se pone de manifiesto en la Figura 1, las interacciones de los ecosistemas continentales y oceá- nicos, y de los sistemashidrológi-* Centro Nacional de Investigación de la Atmósfera, Boulder, Colorado (Estados Unidos) Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 11 cos, biogeoquímicos, fotoquímicos, microfísicos y climáticos son muy complejas, por lo que su compren- sión ha de pasar necesariamente por la investigación, la observación y la modelización en un laboratorio. Concretamente, para la comunidad investigadora internacional resulta prioritario desarrollar sistemas ex- haustivos de control, herramientas de asimilación de datos y modelos de predicción que integren un con- junto diverso de datos dentro de una estructura coherente. Los seres hu- manos perturban el sistema terres- tre, no solo a través de la emisión de gases de efecto invernadero, sino también por la producción y emisión de compuestos reactivos y aeroso- les, y al cambiar el uso de las tierras (por ejemplo, a través de la defores- tación, el riego y la urbanización). Todas estas transformaciones an- tropogénicas y el cambio climático derivado de las mismas son suscep- tibles de modificar la composición química de la atmósfera. El impacto del cambio climático en la abundancia atmosférica de gases reactivos y de aerosoles puede pro- ducirse a través de diferentes meca- nismos: • los cambios en la temperatura atmosférica influyen en las velo- cidades a las que tienen lugar las reacciones químicas; • los cambios en la humedad at- mosférica afectan a la produc- ción y destrucción químicas de especies químicas y, particular- mente, al índice de pérdida de ozono troposférico; • los cambios en la frecuencia e intensidad de las descargas eléc- tricas afectan a la producción at- mosférica de óxido nítrico, con un efecto directo en el balance de ozono de la troposfera superior; • los cambios en la nubosidad at- mosférica influyen en la compo- sición de la atmósfera al modi- ficar el grado de penetración de la radiación solar y, por tanto, la actividad fotoquímica en la at- mósfera; también resulta modi- ficada la química acuosa y hete- rogénea asociada a la presencia de nubes; • los cambios en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones como consecuencia del cambio climático afectan al ritmo de eli- minación de la atmósfera de las sustancias solubles; • los cambios en la temperatura en superficie y en las precipita- ciones afectan a la emisión de compuestos químicos y a su de- pósito en la vegetación y en el suelo; • los cambios en la temperatura del océano influyen en el inter- cambio de compuestos entre la atmósfera y los océanos, como por ejemplo el dimetil sulfuro, los cuales constituyen una fuen- te de aerosoles sulfatados; • los cambios en la frecuencia e intensidad de las situaciones de estancamiento prolongado del aire afectan a la dispersión de contaminantes y aumentan la frecuencia e intensidad de los episodios de contamina- ción con consecuencias graves para la salud de los seres hu- manos; Clima Deposición de N O3, radiación UV Efecto invernadero Gases de efecto invernadero Emisiones antropogénicas Emisiones antropogénicas CO2 Cambio en el uso de la tierra, incendiosPresas/ riego/ emisiones térmicas Agua de la superficie/ ciudades Emisiones antropogénicas Emisiones biogénicas de CH4, DMS, COV Deposición seca y conducción por estomas Ecosistemas (Fase gaseosa) Química Oxidantes: OH, H2O2 HO2, O3 Incendios: hollín Polvo mineral Efecto de isla de calor CH4, O3, N2O, CFC Aerosoles Efectos directos e indirectos/ reacciones sobre fuentes naturales Figura 1 — Representación esquemática de las interacciones del clima, los gases atmosféricos reactivos, los gases de efecto invernadero, los aerosoles, los ecosistemas y el sistema hidrológico (de Cox, comunicación personal) 12 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 • los cambios en la circulación ge- neral de la atmósfera influyen en el transporte a gran escala de agentes contaminantes de un continente a otro; • los cambios en la actividad con- vectiva dan lugar a variaciones en el transporte vertical con res- pecto a la composición química de la troposfera superior; • los cambios en el intercambio entre la estratosfera y la tropos- fera afectan a la abundancia de especies químicas, incluyendo el ozono, en la troposfera superior; • los cambios en la intensidad del viento en superficie sobre los continentes modifican la movili- zación de partículas de polvo en las regiones áridas y, por tanto, afectan a la concentración de ae- rosoles en la troposfera; • los cambios en la intensidad del viento en superficie sobre los océanos modifican los intercam- bios de gases traza en la interfa- se océano-atmósfera, y afectan a la emisión de partículas de sal marina en la capa límite atmos- férica. Un ejemplo de interacciones del clima y de los sistemas químicos atmosféricos lo ofrece la acción del isopreno, un hidrocarburo biogéni- co liberado en grandes cantidades por la vegetación. Estas emisiones aumentan considerablemente con la temperatura de las hojas. Una vez li- berado a la atmósfera, el isopreno se oxida, lo que contribuye a la forma- ción de aerosoles orgánicos secun- darios y, cuando el nivel de óxidos de nitrógeno es elevado, también a la producción de ozono. La mayor parte de los óxidos de nitrógeno presentes en la atmósfera se emiten como consecuencia de procesos de combustión. De este modo, cabe esperar que el calentamiento climático aumente la emisión a la atmósfera de hidrocar- buros biogénicos como el isopreno, lo que contribuirá a empeorar la cali- dad del aire a escala regional; se pro- ducirá de manera adicional ozono y aerosoles, lo que conllevará conse- cuencias directas sobre la salud y el cambio climático. Un segundo ejemplo de interacción química entre el clima y la atmósfera puede percibirse en las emisiones de óxido nítrico por parte de bacterias presentes en el suelo terrestre; estas emisiones son sensibles a la tempe- ratura y a la humedad del suelo, y pueden verse afectadas por el cam- bio climático. La multiplicación de los incendios forestales en las regio- nes donde las sequías son cada vez más frecuentes o intensas conducirá a que el volumen de emisiones de productos derivados de la combus- tión, como el monóxido de carbono, el óxido nítrico, el hollín y otros com- puestos, sea cada vez mayor, origi- nando graves consecuencias sobre la calidad del aire a nivel regional e, incluso, global. Finalmente, los incrementos en la frecuencia de las descargas eléctri- cas a causa del clima podrían ocasio- nar un mayor número de incendios de origen natural, sobre todo en las regiones boreales que experimenten un aumento en las emisiones a la atmósfera de compuestos químicos de naturaleza pirogénica. En todos los casos no solo se ve afectada la calidad del aire, sino también el for- zamiento radiativo y, por ende, el sistema climático. Las reacciones positivas entre los sistemas quími- co y climático pueden identificarse, pero el papel que desempeñan so- bre el conjunto del sistema terrestre podría verse relegado a un segundo plano por otras reacciones negativas y más intensas que mantengan el clima dentro de unos límites acep- tables, al menos de cara al futuro previsto. La cuantificación de los mecanismos de acoplamiento entre la química atmosférica y el clima requiere el desarrollo de complejos modelos re- lacionados con el sistema terrestre, que deberán tener en cuenta las in- teracciones conocidas de los proce- sos químicos y climáticos. Muchos grupos en el mundo están emplean- do actualmente estos modelos, por ejemplo, para evaluar el grado de recuperación del ozono estratosfé- rico (tras la reducción progresiva de los halocarbonos de origen an- tropogénico) en el contexto de un clima cambiante. Una de las princi- pales expectativas que suscitan es- tos modelos estriba en que también ofrecerán información acerca de la respuesta de la troposfera, concreta- mente por lo que se refiere al ozono ya los aerosoles, ante el futuro cam- bio climático. Se han utilizado numerosos modelos químicos de transporte para evaluar la respuesta del ozono troposférico a los cambios climáticos durante el si- glo XXI (véanse, por ejemplo, Breas- seur y otros, 2006; Stevenson y otros, 2006). En el estudio de Stevenson y Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 13 otros se emplearon nueve modelos globales para evaluar cómo afectaría el cambio climático al ozono tropos- férico de cara al año 2030. Aunque los modelos presentan importantes diferencias, apuntan a que, en un clima más cálido, la concentración de ozono debería reducirse en la tro- posfera inferior conforme aumente la concentración de vapor de agua como consecuencia de una mayor evaporación en la superficie. Al mismo tiempo, el ozono debería aumentar en las capas altas de la tro- posfera como resultado de una ma- yor entrada de dicho gas desde la es- tratosfera. A pesar de los últimos pro- gresos alcanzados por medio de los estudios basados en estos modelos, aún no existen conclusiones en firme acerca de la magnitud de la retroali- mentación entre el ozono y el clima, ni siquiera se sabe si es positiva o negativa. Asimismo, los cambios en la probabilidad de aparición de episo- dios relacionados con el ozono como consecuencia del cambio climático siguen siendo objeto de debate. Los modelos acoplados químico- climáticos también han de tener en cuenta el papel de las partículas de aerosoles. El problema es complejo porque, aparte de los efectos de los aerosoles sulfatados, también hay que considerar el papel del hollín y de los aerosoles orgánicos. Estos últimos se producen en gran parte por la oxidación de gases orgánicos biogénicos, seguida por la conden- sación de moléculas orgánicas oxi- genadas semivolátiles. Tal y como se ha señalado anteriormente, la vegetación libera una gran parte de componentes orgánicos gaseosos y las emisiones correspondientes pre- sentan una fuerte dependencia de la temperatura. Por tanto, cabe esperar que el calentamiento climático origi- ne un aumento de las emisiones de hidrocarburos biogénicos y, en con- secuencia, derive en la producción de aerosoles orgánicos adicionales. Los modelos climáticos modernos incluyen una representación simpli- ficada de los procesos relacionados con los aerosoles, aunque estos dis- tan mucho de aproximarse a la reali- dad a la hora de tratar dichos proce- sos y, concretamente, la formación de aerosoles orgánicos secundarios. El cambio climático afectará a las emisiones de los precursores de los aerosoles, en particular, los com- puestos orgánicos volátiles (COV) biogénicos. Las variaciones en el pe- ríodo e intensidad de los fenómenos climáticos como El Niño/Oscilación Austral (ENOA) en el Pacífico tropical afectarán a los regímenes de precipi- tación en diferentes partes del plane- ta. Durante los episodios de El Niño, en regiones como Indonesia, donde las precipitaciones desaparecen y la quema de biomasa es intensa, se in- tensifican las cantidades de partícu- las y las emisiones de gas. Nuestro conocimiento en lo que res- pecta a los cambios en la calidad del aire a nivel mundial como conse- cuencia del cambio climático tiene aún muchas lagunas. Entre ellas, los posibles cambios que cabría esperar a partir de la modificación del trans- porte a grandes distancias, la venti- lación de la capa límite y los inter- cambios a través de la tropopausa. Es preciso, asimismo, abordar mejor los posibles cambios a experimentar en las emisiones y deposiciones en superficie como consecuencia del cambio climático. Los estudios ex- perimentales llevados a cabo en el laboratorio y sobre el terreno, así como los estudios efectuados a par- tir de imágenes de satélite y mode- los, ayudarán a resolver muchas de estas preguntas pendientes. Efectos de las olas de calor sobre la calidad del aire a nivel regional Las olas de calor ofrecen una forma de estimar cómo puede evolucionar la contaminación atmosférica en un escenario futuro de cambio climá- tico. A este respecto, la ola de calor que tuvo lugar en Europa occidental y central en agosto de 2003 constitu- ye un caso interesante sobre el que efectuar pruebas. Durante las dos pri- meras semanas del mes de agosto, la temperatura fue particularmente elevada en estas regiones de Europa, con máximas diarias que se situaban entre los 35 y los 40 ºC en París, es decir, más de 10 ºC por encima de la temperatura media climatológica para esta época del año. Se registra- ron tasas de mortalidad superiores en un 50 a 100% de la normal en muchos países de Europa. En total, se tuvo constancia de más de 30 000 muertes adicionales (15 000 en Francia, 5 000 56° 54° 52° 50° 47° 46° 44° 42° 40° 38° 36° 360 300 240 220 200 180 170 160 150 140 130 120 110 100 90 80 70 60 40 20 0 -10° -8° -6° -4° -2° 0° 2° 4° 6° 8° 10° 12° 14° 16° 18° 20° 22° Estaciones donde O3 >180µg/m3 Ozono en superficie (µg/m3) el 8 de agosto de 2003 Figura 2 — Concentración de ozono en superficie (en μg/m3) el día 8 de agosto de 2003 (durante la ola de calor europea de 2003), calculada por Vautard y otros, 2005. Las estaciones que informaron de concentraciones de ozono superiores a 180 μg/m3 aparecen indicadas (de Vautard y otros, 2005). 14 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 RCM simulations for northern Switzerland Fr ec u en ci a Fr ec u en ci a 2018161412 28262422 CTRL 1961-1990 SCEN 2071-2100 Temperatura (°C) (a) (b) Figura 3 — Simulación a través del modelo climático de Schär y otros (2004) de la temperatura media y de su variabilidad en el norte de Suiza para los períodos 1961-1990 y 2071-2100 (escenario SRES A2), respectivamente. La probabilidad de que se produzcan olas de calor aumenta en el futuro. en Alemania, 6 000 en España, 5 000 en Portugal y 5 000 en el Reino Uni- do) (Trigo y otros, 2005). Los daños a las cosechas, los deslizamientos asociados al deshielo de la tundra en latitudes elevadas, el brote de incen- dios forestales, etc., ocasionaron un importante daño a la economía. Durante este período de temperatu- ras extraordinariamente elevadas, se registraron altos niveles de ozono producido de forma fotoquímica, so- bre todo en la parte central de Fran- cia y en el suroeste de Alemania. Así, por ejemplo, el 8 de agosto muchas estaciones informaron de concentra- ciones de ozono que superaban los 180 μg/m3, nivel que se encuentra muy por encima de lo que se consi- dera una calidad óptima del aire se- gún las normas establecidas (véase la Figura 2). Se cree que cerca de un tercio de los fallecimientos registra- dos durante este período de tiempo estaban asociados a problemas de salud ocasionados por estas concen- traciones excesivas de ozono. Son muchos los factores que pueden explicar las elevadas concentracio- nes de ozono durante la ola de calor de agosto de 2003. En primer lugar, los aumentos de temperatura favo- recieron la producción química de ozono en la troposfera. En segundo lugar, la baja humedad atmosférica redujo la destrucción de ozono, así como la producción del radical hi- droxilo, que destruye muchos conta- minantes atmosféricos, incluidos los precursores del ozono. En tercer lu- gar, la vegetación se vio afectada por las elevadas temperaturas y por la ausencia de precipitaciones, lo que condujo a una importante reducción en la eliminación por deposición seca del ozono y otros compuestos en la superficie de la Tierra. En cuarto lugar, la emisión de los precursores del ozono biogénico, como el isopre- no, se vio notablemente fortalecida como consecuencia de las elevadas temperaturas. Se registraron incre- mentos del 60 al 100 por ciento en las emisiones de isopreno (Solberg y otros, 2008). Finalmente, una si- tuación meteorológica estable, con cielos despejados y que se prolongó por espacio de dos semanas, pro- pició unas condiciones favorables para la contención de agentes conta- minantesen la capa límite y para la fotoquímica activa. Además de estas condiciones loca- les, la sequía extrema que tuvo lu- gar en la parte meridional de Europa durante el mes de agosto favoreció la aparición de incendios forestales. Portugal, por ejemplo, fue testigo de una de sus peores temporadas de incendios. Hodzic y otros (2007) esti- maron que se emitieron alrededor de 130 kilotones de partículas finas de aerosoles (PM2,5) como consecuencia de los incendios en Europa durante el período de la ola de calor, lo que dio lugar a una concentración media en el suelo de partículas PM2,5 de en- tre el 20 y el 200% (hasta 40 μg/m3) sobre el continente europeo. Estas minúsculas partículas de aeroso- les, compuestas principalmente de materia orgánica y carbono negro, pueden penetrar profundamente en el sistema respiratorio de los seres humanos y, por tanto, representan un importante riesgo para la salud. Hodzic y otros (2007) también confir- maron que la presencia de capas de humo elevadas sobre el continente europeo había alterado notablemen- te las propiedades radiativas de la atmósfera: los resultados de los mo- delos apuntaron a una reducción del 10 al 30% en los índices de fotólisis y a un incremento en el forzamiento radiativo de 10 a 35 W/m2 durante el período de fuerte influencia de los incendios a lo largo y ancho de gran parte de Europa. Los episodios de contaminación atmosférica podrían tornarse más frecuentes e intensos en un escena- rio futuro de cambio climático. Los modelos climáticos muestran que la probabilidad de que se produz- can olas de calor podría aumentar de manera significativa durante el siglo actual. Los modelos emplea- dos en Suiza apuntan, por ejemplo, a que la temperatura media del país no solo se incrementaría de forma notable, sino que la variación están- dar de la temperatura se duplicaría a finales del siglo XXI (véase la Figu- ra 3 y Schär y otros, 2004). Así pues, los veranos secos y calurosos serían más frecuentes y, por término medio, las olas de calor como la de 2003 po- drían tener lugar en Europa una vez cada dos años. Los modelos globales (IPCC, 2007) muestran que la desvia- ción típica en la temperatura y, en consecuencia, la probabilidad de que se produzcan olas de calor, aumenta- ría en muchas partes del mundo. Por tanto, cabría esperar la aparición de episodios de ozono más frecuentes, no solo en las regiones urbanizadas del hemisferio norte, sino también en los países emergentes (como China y Brasil), afectados ambos por la rápi- da industrialización y por una intensa combustión de biomasa. Aunque los países de Europa y de América del Norte traten de reducir las emisiones antropogénicas de contaminantes, la contaminación atmosférica podría volverse más resistente de lo espe- rado como consecuencia del cambio climático. Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 15 Conclusiones En resumen, las elevadas concentra- ciones de ozono observadas en Euro- pa durante la ola de calor de 2003 fue- ron consecuencia de una combinación de factores meteorológicos, químicos y biológicos. Es probable que estos episodios se produzcan con una ma- yor frecuencia en el futuro. Es nece- sario contar con una mejor compren- sión de los vínculos existentes entre el clima, los ecosistemas y los ciclos biogeoquímicos, puesto que el aco- plamiento entre estos sistemas afecta directamente a la calidad del aire. Puesto que consideramos tanto los aspectos regionales como los glo- bales de estas interacciones, resulta importante abordar la contaminación atmosférica desde una perspectiva centrada en el sistema de la Tierra. Los modelos del futuro tendrán que integrar procesos relacionados con: • el clima físico, incluyendo la di- námica y la microfísica a todas las escalas; • la química atmosférica (gases reactivos y partículas de aeroso- les) y los ciclos biogeoquímicos (incluyendo los ciclos del carbo- no y del nitrógeno); • los ecosistemas terrestres y los pro- cesos hidrológicos (ecosistemas gestionados y no gestionados); y • las interacciones de los sistemas naturales y sociales (energía, agricultura, sistemas costeros y otros sistemas humanos). Uno de los desafíos intelectuales de cara al futuro no es solo comprender mejor el comportamiento de los di- ferentes componentes del sistema terrestre, sino desarrollar también una ciencia de acoplamiento, de tal forma que el destino de nuestro sistema planetario pueda simularse mejor a través de modelos numéri- cos integrales. Agradecimientos Quiero expresar mi más sincera grati- tud a Claire Granier, Alma Hodzic, Jean- François Lamarque y Christine Wiedin- myer, por su valiosa ayuda durante nues- tras discusiones. Referencias Brasseur, G.P., M. schultz, c. Granier, M. saunois, t. Diehl, M. Botzet, e. roechner and s. Walters, 2006: Impact of clima- te change on the future chemical com- position of the global troposphere, J. Climate, 19, 3932-3951. hoDzic, a., s. MaDronich, B. Bohn, s. Mas- sie, l. Menut and c. WieDinMyer, 2007: Wildfire particulate matter in Europe during summer 2003: Mesoscale mo- deling of smoke emissions, transport and radiative effects, Atmos. Chem. and Phys., 7 (15), 4043-4064. interGovernMental Panel on cliMate chan- Ge (iPcc), 2007: Climate Change 2007—The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fourth Assessment (s. soloMon, D. Qin, M. ManninG, z. chen, M. MarQuis, K.B. averyt, M. tiGnor and h.l. Miller (Eds.)). Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA, 996 pp. schär, c., P.l. viDale, D. lüthi, c. Frei, c. häBerli, M.a. liniGer and c. aPPen- zeller, 2004: The role of increasing temperature variability in European summer heatwaves, Nature, 427, 332-336. sollBerG, s., Ø. hov, a. svØDe, i.s.a. isaK- sen, P. coDeville, h. De BacKer, c. Forster, y. orsilini and K. uhse, 2008: European surface ozone in the extreme summer 2003, J. Geophys. Res., 113, D07307, doi: 10.129/2007JD009098. stevenson, D.s., F.J. Dentener, M.G. schultz et al., 2006: Multimodel en- semble simulations of present-day and near-future tropospheric ozo- ne, J. Geophys. Res., 111, D8301, doi:10.1029/2005JD006338. triGo, M.c., r. García-herrera, J. Díaz, i.F. triGo and M.a. valente, 2005: How exceptional was the early Au- gust 2003 heatwave in France?, Geophys. Res. Let., 32, L10701, doi:10:1029/2005GL022410. vautarD, r., c. honoré, M. BeeKMann and l. rouil, 2005: Simulation of ozone during the August 2003 heatwave and emission control scenarios, Atmos. Environ., 39, 2957-2967. 16 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 Title La atmósfera global: los gases de efecto invernadero y la contaminación urbana por Euan Nisbet1 y Martin Manning2 Introducción Durante cincuenta años, desde que Dave Keeling comenzó a realizar un seguimiento del dióxido de carbono en Mauna Loa (Hawai) y en el Polo Sur, muchos científicos han rastrea- do los gases de efecto invernadero y otros gases traza presentes en la at- mósfera global. Los resultados han revolucionado nuestra forma de en- tender la biogeoquímica y, asimismo, han demostrado que la actividad hu- mana influye en el cambio climático y en la calidad del aire. Las medicio- nes precisas de las concentraciones de gases traza, iniciadas por Dave Keeling, comenzaron como una in- vestigación científica emocionante y desembocaron, probablemente, en el desafío socioeconómico y político de mayor importancia al que la hu- manidad se ha enfrentado. A través de mediciones precisas y calibradas de gases traza en varios emplazamientos hemos sido capa- ces de elaborar balances exactos para las fuentes y los sumideros de los gases de efecto invernadero y de los contaminantes que determinan la calidad del aire. Los efectos antropó- genos en la atmósfera se han identi- ficado claramente. Al mismo tiempo, hemos perfeccionado nuestra com- presión acerca de la envergadura de los daños que puede generar uncambio atmosférico sin límites. Esto ha provocado que el mundo entero se replantee la dirección y el modelo de actividad económica. Los avances tecnológicos necesa- rios para evitar cambios perjudicia- les para la atmósfera tienen un cos- te pero, cada vez más, la evidencia demuestra que el precio de no hacer nada sería mucho mayor. Las conse- cuencias en la calidad del aire y en el cambio climático ascienden posible- mente a billones de dólares (Burtraw y otros, 2003; Metz y otros, 2007; Sitch y otros, 2007). Irónicamente, a pesar de la atención internacio- nal que se presta al cambio global, el seguimiento preciso y estratégico de los gases traza presentes en la at- mósfera, que identificaron el proble- ma en primera instancia, carece de una gran financiación (Nisbet, 2007). Sin embargo, esta “ciencia cenicien- ta” sigue siendo la única con medios que señalen si la mitigación está te- niendo resultados. Si diésemos por sentado el cambio atmosférico, se justificaría un enfo- que de vigilancia minimalista. Sin embargo, el agujero de la capa de ozono demostró que la química de la atmósfera es capaz de dar sorpresas. Es más, la vigilancia de la atmósfe- ra nos proporciona la visión general más completa de los cambios bio- geoquímicos que se producen en un mundo que se está calentando a gran velocidad. Este no es momento para dar por sentada la vigilancia de la atmósfera. ¿Qué gases de efecto invernadero se vigilan y dónde? Es necesario vigilar los gases de efec- to invernadero por varias razones. En primer lugar, la respiración de la Tierra es una ciencia fundamental. Keeling (1960), en su primer informe, documentó el ciclo estacional de au- mento y descenso de la biosfera pla- netaria y mostró el efecto dominante de las masas de tierra del hemisferio norte sobre las del sur. En segundo lugar, y lo que es más preocupante, la vigilancia ha detectado el conti- nuo aumento del nivel de dióxido de carbono. Las mediciones comenza- ron en Hawai en marzo de 1958; en- tonces se registraron 316 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono. En marzo de 2007, el valor compara- ble era 384 ppm. La curva de Mauna 1 Departamento de ciencias de la Tierra, Royal Holloway, Universidad de Londres (Reino Unido) 2 Instituto de investigación sobre el cambio climático, Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda) [...] la vigilancia de la atmósfera nos proporciona la visión general más completa de los cambios biogeoquímicos que se producen en un mundo que se está calentando a gran velocidad. Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 17 Loa, simple e inequívoca, cambió nuestra forma de concebir el mundo y nuestros actos. En la actualidad, muchos países de- claran sus emisiones de gases de efecto invernadero, que se calculan a partir de datos económicos y esta- dísticos, tales como las toneladas de combustible fósil quemado, las fil- traciones de vertederos o el cálculo de las emisiones de metano de las vacas (que pueden variar considera- blemente de un país a otro). Existen documentos en los que figura esta información pero, pese a la posi- bilidad de errores en el proceso de acopio de datos, estas emisiones to- davía no se han verificado de forma independiente y completa. Este es el mayor defecto del proceso de Kioto, ya que en él las emisiones se aso- cian con costes financieros reales o con ganancias. Hoy en día, la vigilancia mundial de los gases de efecto invernadero y de sustancias similares que llevan a cabo muchas naciones por el bien público está comenzando a propor- cionar un enfoque independiente y científico para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero. Por el momento, la información solo sir- ve para ofrecer elementos generales y muy regionales que ayuden a com- prender la situación o para cuantifi- car penachos que proceden de fuen- tes localizadas de gran tamaño. En el futuro, en virtud de un tratado de Kioto complementario, se deberían llevar a cabo un mayor número de acciones con el fin de garantizar su aplicación en todos los niveles: local (por ejemplo, en una fábrica), regio- nal, nacional y continental. Los principales componentes traza presentes en la atmósfera vigilados a escala mundial son: • los principales gases que regula Kioto, esto es, el dióxido de car- bono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), el hidrofluo- rocarbono (HFC), el perfluoro- carbono (PFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6); • los gases que agotan la capa de ozono tales como el clorofluoro- carbono (CFC) y el hidrocloro- fluorocarbono (HCFC), contro- lados por el Protocolo de Mon- treal; • los gases de efecto invernade- ro indirecto, como el hidrógeno (H2), que en una economía de hi- drógeno crecería bruscamente, y el monóxido de carbono (CO) (implicado en la química del me- tano y en la calidad del aire); y, • el dióxido de carbono isotópi- co (13CO2), el metano isotópico (13CH4), y el ozono (O3), que limi- tan las fuentes y los balances de CO2. A escala local y regional, muchos contaminantes de corta duración, ta- les como los compuestos orgánicos volátiles (COV), el óxido de nitrógeno (NOx) y las partículas, son vigilados junto con sustancias que resultan de sus reacciones químicas, por ejem- plo, el ozono. No todos estos gases se vigilan por igual y la cobertura espacial y tem- poral de la información disponible varía enormemente. Pero, en cual- quier caso, el alcance limitado de la cobertura o el carácter esporádico de los programas de mediciones que no se financian de forma continua están limitando nuestra capacidad para identificar cambios de origen natural o humano. Durante muchos años, la verificación de los efectos de la po- Figura 1 — Lugares del mundo en los que se vigila el dióxido de carbono en noviembre de 2008 (cortesía de A.C. Manning). Las estaciones indicadas pertenecen a programas de la NOAA (EEUU), del Instituto de investigación Scripps (EEUU), de Princeton (EEUU), de la Organización de investigación y ciencia de la Commonwealth (Australia), del Instituto nacional de investigaciones sobre el agua y la atmósfera (Nueva Zelandia), del Instituto nacional de estudios ambientales (Japón), del Servicio Meteorológico de Sudáfrica y de CarboEurope-IP (UE, incluyendo el programa francés RAMCES). Mediciones intermitentes con matraces Mediciones continuas 18 | Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 lítica en el control de las emisiones se ha identificado como uno de los posibles objetivos de los programas nacionales e internacionales de la ciencia atmosférica, pero aún debe lograrse de forma significativa. Grupos nacionales y multinaciona- les, algunos gubernamentales, y otros vinculados a universidades se encargan de realizar la vigilancia. El programa de vigilancia mundial más exhaustivo lo lleva a cabo la Admi- nistración nacional del océano y de la atmósfera de los Estados Unidos (NOAA), que también aporta la ma- yor parte de la normativa sobre cali- bración. El trabajo de la NOAA sobre dióxido de carbono está estrecha- mente coordinado con los programas nacionales de Australia, Canadá, Chi- na, Japón, Nueva Zelanda y Sudáfri- ca, entre otros, pero no con el Reino Unido: una excepción considerable respecto a los países desarrollados. Los programas de la Unión Euro- pea, como CarboEurope y GEOmon, contribuyen de forma significativa al coordinar los esfuerzos nacionales, por ejemplo, la red francesa RAM- CES (Red atmosférica de medición de compuestos de efecto invernade- ro), y al ayudar a realizar mediciones en la India y en África. Sin embargo, muchos programas de vigilancia re- ciben poca financiación o son pro- pensos a reducciones importantes (como ha ocurrido con el trabajo de prestigio mundial que se realizaba en Australia y en Canadá así como con el programa de vigilancia del metano de la Unión Europea). Las principales deficiencias de la red de vigilancia se dan en los trópicos, es- pecialmente en laIndia (donde Fran- cia realiza cierta labor de vigilancia), en Arabia Saudí, en el África Tropical y en Brasil (desde donde es difícil en- viar muestras). La OMM coordina las mediciones de todo el mundo y el análisis de las mismas, por ejemplo, al apoyar des- de 1975 un encuentro internacional bienal de la comisión de expertos sobre dióxido de carbono y gases traza. A través del programa de la Vigilancia atmosférica global (VAG), la OMM es la responsable de ayudar a los asociados internacionales que mantienen los componentes clave de la red mundial de medición del dióxido de carbono y gases traza de la VAG, que es parte del Sistema mundial de observación del clima. El gran compromiso adoptado por la comunidad internacional que in- vestiga el ciclo del carbono ha faci- litado el acuerdo sobre las normas y la metodología analítica. Esta co- munidad ayuda a la OMM a publicar un boletín anual sobre los gases de efecto invernadero en el que se hace constancia del consenso existente sobre la composición y la tenden- cia de dichos gases. Lo que es más importante, los grupos de expertos sobre mediciones del VAG inician estudios de comparación circulares descuidados por los organismos de financiación, pero sin los cuales la colaboración internacional y la ma- yor parte de la modelización de los balances carecería prácticamente de valor. Aproximadamente 25 progra- mas nacionales participan en este trabajo (el número va en aumento). El trabajo tiene un alcance mundial, especialmente gracias a la NOAA y al programa RAMCES, que utilizan las islas oceánicas estratégicamente. Sin embargo, hay deficiencias en la cobertura (Figura 1), sobre todo en los trópicos. La vigilancia por satélite de gases tra- za todavía está en su etapa prelimi- nar pero proporcionará una imagen más amplia y valiosa. Los sistemas de satélites, como el Espectrómetro de absorción de imágenes median- te exploración para cartografía de la atmósfera (Sciamachy) del satélite de observación del medio ambiente (Envisat) de la Unión Europea, usan el infrarrojo cercano para medir la cantidad total de dióxido de carbo- no y metano presente en la colum- na vertical de la atmósfera. Dentro de poco, el Observatorio orbital de carbono (OCO) de la NASA y el saté- lite IBUKI (GOSAT) de la Agencia de exploración aeroespacial de Japón, que observa los gases de efecto in- vernadero, proporcionarán cober- tura adicional en la mayor parte del mundo. En principio, la cobertura prácticamente mundial que ofrecen las técnicas de teledetección nos con- ducirá a mejorar nuestra capacidad para relacionar la actividad humana en la concentración de gases traza con la distribución de las fuentes y sumideros que las causan (Rayner y O’Brien, 2001). De todos modos, este enfoque todavía tiene que ser proba- do. En el futuro cercano, dependere- mos claramente de la red terrestre. Además, a largo plazo, continuare- mos necesitando la verificación en tierra de datos proporcionados por las mediciones en la columna de su- perficie y en la ascendente. El dióxido de carbono varía a lo largo del planeta. Keeling demostró que cambia considerablemente en una escala de tiempo plurianual, pero también existen variaciones esta- cionales y latitudinales importantes. La Figura 2 muestra la “alfombra de carbono” o “alfombra mágica”, es decir, el dióxido de carbono presente en la capa marina límite por tiempo Figura 2 — Promedio mundial de la distribución del dióxido de carbono atmosférico en el fondo marino por tiempo y latitud (datos de la red cooperativa de muestreo de aire del Laboratorio de investigación del sistema terrestre de la NOAA (www.esrl.noaa.gov)) C O 2 (μ m o l m o l–1 ) Latitud Año Boletín de la OMM 58 (1) - Enero de 2009 | 19 y latitud. Esto es un registro maravi- lloso de la respiración de la biosfera de nuestro planeta y del incremento de la actividad humana. La topografía fina de la variación mundial de dióxi- do de carbono puede compararse con la variación global en tempera- tura absoluta. Mientras que, durante un anticiclón primaveral, el nivel de dióxido de carbono en tierra en una región altamente industrializada pue- de exceder las 450 ppm, en un bos- que a mil kilómetros de distancia di- cho nivel puede ser 100 ppm inferior. Compárese esta información con la temperatura de 330 K en el Sahara y de 230 K en el Polo Sur en el mes de julio. Hay ciclos estacionales gran- des y un gradiente hemisférico más importante. El efecto invernadero mundial La Figura 3 muestra la evolución de los promedios mundiales de los ga- ses de efecto invernadero más im- portantes desde 1978, según datos de la red cooperativa de muestreo de aire del Laboratorio de investigación del sistema terrestre de la NOAA. El aumento del dióxido de carbono pa- rece inexorable, especialmente en el último decenio. Obsérvese el cambio que se produce en la pendiente en el período de menor crecimiento y de El Niño a comienzos de los noventa. El óxido nitroso también crece a un rit- mo constante: este gas, liberado en la fabricación del nailon y en la agricul- tura, puede ser un objetivo rentable de las medidas de reducción. El metano es, incluso por delante del óxido nitroso, un primer objetivo in- teresante para la labor de reducción ya que muchas de sus emisiones, como las de los vertederos y los ga- soductos, son económicamente dis- pendiosas y medioambientalmente perjudiciales. El balance de metano estuvo cerca de alcanzar el equilibrio a principios de la década de los no- venta pero, en la actualidad, el balan- ce de este gas puede estar creciendo nuevamente, especialmente en el Ártico (resultados de la NOAA que aún no se han publicado, y Rigby y Prinn, 2008). Todavía se descono- cen los motivos de dicho aumento y esto, mientras continúe así, constitu- ye una crítica contundente a nuestra capacidad para diagnosticar el cam- bio atmosférico. La Unión Europea financió hace unos años la vigilancia de los isótopos del metano presente en el Ártico que, en principio, per- mitía distinguir las fuentes de apor- te. Este programa terminó y ahora prácticamente toda la investigación isotópica en el Ártico está en ma- nos de programas estadounidenses y nacionales. Por último, la Figura 3 muestra reducciones alentadoras de los clorofluorocarbonos, lo que refle- ja el éxito del proceso del Protocolo de Montreal. Este resultado es un in- dicador esperanzador para continuar con el Protocolo de Kioto. ¿Para qué medir los gases de efecto invernadero? Estudios regionales El estudio detallado de la distribu- ción del dióxido de carbono que proporcionan las redes de vigilan- cia ayuda a resolver varias cuestio- nes científicas. Por ejemplo, permite cuantificar los sumideros de dióxi- do de carbono en la tierra y en los océanos, evaluar las consecuencias de la ola de calor que vivió Europa en 2003 sobre el nivel de dióxido de carbono presente en la atmósfera, estudiar las consecuencias del ciclo de El Niño/Oscilación Austral u ob- servar los principales impactos de los episodios volcánicos. En los Estados Unidos de América, la NOAA vigila el dióxido de carbono realizando observaciones de forma continua desde torres de gran altu- ra y recogiendo muestras con una pequeña aeronave. La información recogida proporciona gradientes re- gionales en espacio y tiempo, que se introducen en un sistema de modeli- zación de la asimilación de datos del ciclo del carbono denominado Car- bon Tracker (rastreador de carbono). A partir de los datos que ofrece el mencionado sistema, Peters y otros (2007) calcularon el intercambio neto de dióxido de carbono entre la tie- rra y la atmósfera desde 2000 hasta 2005. Descubrieron que la biosfera continental de América del Norte es un sumidero de carbono de gran im- portancia, ya que absorbe unos 0,65 × 1 015 gramos de carbono por año (nota: la variabilidad es grande, des- de 0,4 hasta 1,01 × 1 015 g/año). Esto compensa parcialmente
Compartir