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Una_escuela_de_resistencia_el_anarquismo

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Una «escuela de resistencia»: el anarquismo “después de la época del anarquismo”. 
València (España), aprox. 1976-1996.*
Vicent Bellver Loizaga
(Universitat de València)
* El presente trabajo forma parte del proyecto HAR 2014-57392: Transiciones, movimientos sociales y democracia en 
el siglo XX. España en perspectiva comparada. Financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y por 
los fondos FEDER. 
Esta ponencia pretende, a partir de mi investigación doctoral en curso, acercarse a la experiencia1 de 
la militancia anarquista en el último tercio del siglo XX. Momento este que, grosso modo, se 
extiende entre el llamado «post 68» y la irrupción de los «novísimos» movimientos sociales, en el 
que las izquierdas van a sufrir una serie de importantes mutaciones. Para intentar acercarme a dicha 
experiencia voy a centrarme en una serie de historias de vida realizadas a militantes anarquistas, 
cuya actividad se ha desarrollado en un lugar concreto: la ciudad española de València. Esta cuenta 
con relativa importancia dentro del panorama anarquista estatal (aunque menor a la de Barcelona y 
Madrid pero equiparable a la de Vitoria o Zaragoza) y también en ella ha habido cierto arraigo del 
anarquismo hasta el presente.
Por lo que respecta a este texto, en primer lugar, explicitaré el marco teórico y metodológico de mi 
investigación. En segundo lugar, pasaré a contextualizar de manera global el lugar del anarquismo 
en el contexto del último tercio del siglo XX. Seguidamente lo pondré en relación con el caso 
español, dentro del cual se enmarca València. Por último, a través de los diferentes testimonios 
intentaré hacer un primer acercamiento al significado de dicha experiencia.
Marginalxs y resistentxs
Primeramente, y por lo que respecta al marco metodológico de mi investigación, debo señalar que 
parto de algunas de las herramientas metodológicas proporcionadas por la historia oral. En el 
mundo académico lo más habitual ha sido que la historia oral haya sido utilizada para «rescatar» la 
historia de grupos subalternos. Parto desde esta misma posición al centrarme en sujetos, lxs 
anarquistas, que podrían considerarse social y políticamente marginales, tanto a nivel cuantitativo 
como por su presencia en la esfera pública. En este sentido, creo que mirar desde los márgenes 
puede servir para desdibujar y problematizar algunos de los relatos consolidados sobre el pasado 
reciente español. Sin embargo, mi apuesta por la historia oral se combina también en mi caso con 
una teórica. De hecho, considero que las herramientas de la historia oral más interpretativa pueden 
utilizarse como una de las vías para profundizar el giro cultural (lo que no quiere decir, sin 
embargo, que esta no esté exenta de problemas epistemológicos). Un giro, el cultural, del que mi 
análisis participa pero que considero que, al menos en la práctica historiográfica española, está 
llevando a ciertos callejones sin salida interpretativos como, por ejemplo, un excesivo énfasis en los 
discursos y visiones demasiado racionalizadas y desproblematizadas de los sujetos.
Ante esto, pienso que una de las opciones a explorar puede ser las posibilidades hermenéuticas que 
ofrece la entrevista semiestructurada, realizada bajo el formato conocido como «historia de vida», 
1 Entiendo que el concepto «experiencia» es problemático. De hecho, como se ha señalado en respuesta a su extensión 
dentro de la historiografía de grupos subalternos, esta no habla por si sola ni es autoevidente: Joan Scott: “La 
experiencia como prueba” en Neus Carbonell y Meri Torras (eds.): Feminismos literarios, Madrid, Arco Libros, pp. 
77-112, 1999. Por ahora utilizo la categoría en sentido de experiencia vivida por lxs entrevistadxs, lo que creo que 
me sirve como una especie de observatorio del entrecruzamiento entre los discursos y prácticas.
para «adentrarse», a través de la memoria, en los mecanismos de construcción del sujeto2. De igual 
modo, en los últimos años, han empezado a tenderse puentes entre esta metodología y el emergente 
campo de la historia de las emociones. Entre estos creo que destaca la atención, a nivel de discurso, 
de los valores que unen a las diferentes «comunidades emocionales»3, así como la “escucha” a los 
elementos emocionales de la entrevista4. En este sentido, creo que a través de estas vías podemos 
intentar superar los problemas anteriormente señalados, ya que se presta atención a la complejidad 
y contradicciones de la vida de lxs sujetos. Lo que reintroduce también la capacidad de estxs de 
tener agencia y reapropiarse de los discursos5, sin que ello niegue las constricciones culturales 
presentes. Además de introducir en esto elementos no solamente racionales, sino también 
corporales6. 
Otro de los elementos importantes a la hora de enfocar nuestro análisis es el de «resistencia». De 
hecho considero que, en buena medida, es una actitud definitoria del mundo anarquista en el 
periodo a analizar, ya que ha mantenido una posición opuesta a cómo estaban conformándose y 
consolidándose las relaciones sociales y políticas en la España que salía de la dictadura y emprendía 
el camino de la «modernización». En este sentido, si para el periodo anterior, la dictadura 
franquista, se ha hablado (no sin problemas) de las asociaciones civiles como «escuelas de 
democracia»7, creo que (o al menos es la hipótesis a explorar) la participación en el mundo 
anarquista servía también como escuela de esa actitud crítica, de resistencia. Aunque 
mayoritariamente en el mundo anarquista esa actitud de resistencia suele ser abierta o pública, 
pienso que también los análisis del antropólogo James Scott sobre esta pueden servirnos. Ya que la 
amplía a pequeñas acciones cotidianas o lo que él denomina la «infrapolítica»8, lo que puede 
resultarnos interesante teniendo en cuenta el énfasis del anarquismo en el carácter prefigurativo de 
las alternativas en todos los ámbitos de la vida.
Por último, decir también que, si los estudios sobre la memoria, han estado normalmente marcados 
por el signo de las víctimas (debido en parte al peso que el Holocausto tiene en ellos), me gustaría 
2 Miren Llona: “Historia oral: la exploración de las identidades a través de la historia de vida” en Miren Llona 
(coord.): Entreverse: teoría y metodología práctica de las fuentes orales, Bilbao, Publicaciones de la Universidad 
del País Vasco, pp. 15-60, 2012.
3 Barbara Rosenwein: Emotional communities in the early middle ages, Ithaca- Londres, Cornell University Press, 
pág. 2, 2006: “groups in which people adhere to the same norms of emotional expression and value – or devalue- 
the same or related emotions”.
4 Carrie Hamilton: “Emociones y animales en el archivo de la Historia Oral”, Ayer, 98, pp. 101-127, 2015.
5 En este sentido, me parece remarcable el marco teórico dibujado por la historiadora Nerea Aresti: Masculinidades 
en tela de juicio. Hombres y género en el primer tercio del siglo XX, Madrid, Cátedra, 2010.
6 José Javier Díaz Freire: “Cuerpo a cuerpo con el giro lingüístico”, Arenal: Revista de historia de mujeres, 14 (2007), 
pp. 5-29.
7 En tanto que su participación en ellas proporcionaba herramientas (hablar en público, tomar actas,,..) que suponían 
un aprendizaje de cierta práctica democrática. Óscar J. Martín García: “La polis paralela. Espacios de participación 
política en el franquismo final” en Miguel Ángel del Arco, Carlos Fuertes, Claudio Hernández y Jorge Marco (eds.): 
No solo miedo: actitudes políticas y opinión popular bajo la dictadura franquista, 1936-1977, Granada, 
Comares, pp. 195-208, 2013
8 James Scott: Los dominados y el arte de la resistencia, Tafalla, Txalaparta, 2003.
con mi trabajo enfatizar otra posibilidad9: recuperar la memoria de cuando otro mundo, a escala 
micro o macro, parece posible.El discreto encanto del anarquismo “después de la época anarquismo”
Durante las décadas de 1960 y 1970 se produjeron por buena parte del globo toda una serie de 
protestas, movilizaciones y revueltas experienciales. Estas, englobadas generalmente bajo la rubrica 
del «68» o «post68», estuvieron “protagonizadas” por la «Nueva Izquierda» y los llamado 
«nuevos» movimientos sociales (ecologismo, feminismo «de segunda ola» y 
antimilitarismo/pacifismo, así como los menos re-conocidos de liberación sexual, antipsiquiátrico o 
anticarcelario)10. Todas ellas, si bien es cierto que eran minoritarias en términos cuantitativos, 
conformaron, sin embargo, una cultura revolucionaria de carácter transnacional socialmente (y 
mediáticamente) presente e influyente11. 
No obstante, a lo largo de la misma década de 1970 y de la siguiente, para muchxs de lxs 
participantes de esa cultura, la imposibilidad de llevar a cabo en un sentido palpable e inmediato esa 
revolución, que en muchos casos veían como inminente, supuso la generalización de una sensación 
de fracaso y derrota12. Emoción que dio lugar a una pluralidad de respuestas: desencanto del mundo 
y abandono del anterior compromiso político, transformación de este por otras formas de activismo 
social o directamente otras culturas políticas e incluso la apuesta por la vía armada13. 
A esto se añadiría el hecho que estos años, además, se tratan de un momento de encrucijada en los 
lenguajes políticos radicales, porque, aunque la clase sigue siendo un elemento central, empieza a 
estar problematizada a través de otros ejes identitarios como el género, la sexualidad o la etnia. 
Cosa que tampoco es de extrañar, ya que dentro de esta cultura revolucionaria había también una 
importante corriente que buscaba extender la concepción de lo político a cuestiones personales y de 
la vida cotidiana. Lo que también se traduciría en un progresivo énfasis en el carácter prefigurativo 
de las alternativas, es decir, en el aquí y ahora (y no en depositar las esperanzas de cambio en una 
futura revolución). Todo esto, junto con la progresiva imposición de una emergente nueva razón del 
9 Kristin ROSS: Mayo del 68 y sus vidas posteriores. Ensayo contra la despolitización de la memoria, Madrid, 
Acuarela y A. Machado Libros, 2008.
10 Para el contexto general (europeo), Geoff Eley: Un mundo que ganar. Historia de la izquierda en Europa, 1850- 
2000, Barcelona, Crítica, 2002.
Utilizamos los términos «Nueva Izquierda» y «nuevos» movimientos sociales debido a que se tratan de etiquetas 
consolidadas en la literatura especializada. Sin embargo, y pese a que no discuto la novedad de elaboraciones 
teóricas y repertorios de acción, creo que tampoco cabe dejar de lado la existencia de continuidad de visiones del 
mundo (una visión de la modernidad, por ejemplo), proyectos y personas entre ambas.
11 Pau Casanellas: “«Hasta el fin». Cultura revolucionaria y práctica armada en la crisis del franquismo”, Ayer, 92, pp. 
21-46, 2013.
12 David Beorlegui: La experiencia del desencanto en el País Vasco (1976-1986): memoria, subjetividad y utopía, 
Leioa, Tesis Doctoral inédita, 2016. Agradezco al autor que me haya permitido su lectura.
13 Daniel Cohn-Bendit: La revolución y nosotros, que la quisimos tanto, Barcelona, Anagrama, 1998 y Josepa Cucó: 
“Recuperando una memoria en la penumbra. El Movimiento Comunista y las transformaciones de la extrema 
izquierda española”, Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales, 20, pp. 73-96, 2008. Para un 
análisis que remarca la apuesta por la vía armada, Mark Mazower: La Europa negra: desde la Gran Guerra hasta 
la caída del comunismo, Barcelona, Ediciones B, 2001.
mundo de carácter neoliberal, que intentaría entre otras cosas hacer borrar del mapa categorías 
como la de «clase»14, y que acabaría imponiéndose en la década de 1990 provocaría (sin dejar de 
lado elementos como el recambio generacional) profundas mutaciones en las izquierdas.
El papel del anarquismo en toda esta cultura revolucionaria que re-emerge a la altura de las décadas 
de 1960 y 1970 es, sin embargo, ambiguo. Si bien se ha subrayado una inspiración libertaria en 
«Mayo del 68» y los «nuevos» movimientos sociales15, tanto en personas, símbolos como, sobre 
todo, en prácticas (asamblearismo, apuesta por la acción directa...), lo cierto es que el atractivo de 
los movimientos de liberación nacional y de los diferentes comunismos, en un mundo marcado 
además por la Guerra Fría, limitaba en buena medida su “encanto”. No obstante, y aunque no 
llegara a consolidarse dentro de la cultura revolucionaria, el anarquismo aún poseía cierto atractivo 
para una nueva generación de jóvenes:
- El anarquismo estaba- com donant-te les claus de tot el que es necessari plantejar-se, transformar, 
plantejar-se, vore que relació tenen amb el capitalisme, no sols relacions de producció. Aleshores jo crec 
que això resulta molt atractiu no? En una persona molt jove en un context (...)molt efervescent i molt aubert, 
en molta gent fent moltes coses16.
Atractivo que continuaría, eso sí de manera discreta, al largo de las décadas siguientes debido a la 
existencia en su seno de elementos como la sensibilidad hacia otros tipos de opresión que no son 
solamente la económica o la importancia del carácter prefigurativo de las alternativas que 
resultaban en cierta “consonancia” con las mutaciones en las izquierdas radicales.
España, ¿un foco del anarquismo?
En el caso particular del Estado español esta efervescencia de una cultura revolucionaria que hemos 
visto se desarrolló en el contexto de crisis política de los años finales de la dictadura de Franco. Una 
crisis que además va a entrecruzarse con otra: la crisis económica global que va a marcar la década 
de 1970. Por tanto, la muerte del dictador en noviembre de 1975, así como los años inmediatamente 
posteriores, van a suponer un “estallido” a través del cual van a catalizarse una pluralidad de 
heterogéneos proyectos políticos y vitales. Como recordaba una de las entrevistadas, muy joven en 
esos años: 
14 Owen Jones: Chavs: la demonización de la clase obrera, Madrid, Capitán Swing, 2012.
15 Jesús Casquete: Política, cultura y movimientos sociales, Bilbao, Bakeaz, pp. 113-117, 1998.
16 Entrevista a L.S., 10-3-2015: “como dándote las claves de todo lo que es necesario plantearse, transformar, 
plantearse, ver que relación tienen con el capitalismo, no solo relaciones de producción. Entonces yo creo que eso 
resulta tan atractivo, ¿no? En una persona muy joven en un contexto (…) muy efervescente y muy abierto, con 
mucha gente haciendo muchas cosas”.
L. S. nació en Tavernes Blanques en 1956. Con 19 años entra a trabajar, siguiendo los pasos de su padre, en la Caja 
de Ahorros de Valencia a la vez está cursando también la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de 
Valencia. Es en estos momentos cuando se implica en la reconstrucción del Sindicato de Banca de la Federación 
Local de Valencia de la central anarcosindicalista CNT.
 [H]ubo una explosión de libertad y de deseos y la verdad que la gente de esa generación, un poquito más 
mayores también, estábamos tomando las cosas (…). La verdad es que era bastante espontáneo y bastante 
visceral y representaba un poco una necesidad, una necesidad personal y colectiva (...). Entonces (...) se 
estaba tirando, se intentaba tirar todos los viejos esquemas abajo, de hecho, se hacía todo lo que se podía17. 
En este complejo momento, que ha pasado a conocerse en la esfera pública española y la literatura 
académica (no sin cierta visión teleológica) como «transición»18, se produce también en España 
cierto resurgimiento del anarquismo19. Una cultura política, la anarquista, que, además, en el caso 
español ocupaba y ocupa un lugar casi “mítico” en la memoria revolucionaria por su acción de 
“masas”durante el primer tercio del siglo XX y su papel en la revolución social ocurrida durante la 
guerra civil. Este resurgir se tradujo en diferentes expresiones, entre las cuales estaba el 
relanzamiento de las organizaciones históricas del anarquismo español como la Federación 
Anarquista Ibérica (FAI), las Juventudes Libertarias (JJLL), Mujeres Libres y, sobre todo, la 
anteriormente “todopoderosa” central anarcosindicalista: la Confederación Nacional del Trabajo 
(CNT). También, por otra parte, inundó parte del mundo contracultural, como en el caso de la 
emblemática revista Ajoblanco20, y, aunque quizás sean menos conocidos, también impulsó la 
creación de diversos grupos de afinidad y comandos autónomos libertarios21. Además, de esa 
creación y reconstrucción organizativa y asociativa, se produjeron también algunos “hitos” 
espectaculares como los mítines de San Sebastián de los Reyes, València y Montjuïc a lo largo de 
1977 o la celebración de las Jornadas Libertarias de Barcelona en julio de ese mismo año. Una 
agitación que algunxs aún recuerdan con ilusión: “yo viví todo aquello de los ateneos, el mitin y 
todas esas cosas pues daba bastante ilusión y la gente se afiliaba (…) y eso, era muchísima gente la 
que venía todos los días a afiliarse y el interés con el que cogían las hojas que repartíamos”22.
17 Entrevista a Carmen, 27-1-2016.
Carmen nació en Valencia en 1964. Contactó con el anarquismo en sus años de instituto. Desde mitad de la década 
de 1980 hasta finales de la de 1990 ha pertenecido a diferentes colectivos anarquistas, okupas y feministas de la 
ciudad. 
18 Pese lo consolidado que se encuentra el término transición me parecen más acertados los de «postdictadura» o 
«postfranquismo». Para el término postdictadura, Evangelina Margiolakis: “Cultura de la resistencia, dictadura y 
posdictadura” en AA.VV. : VI Jornadas de Jóvenes Investigadores, Instituto de Investigaciones Gino Germani, 
Buenos Aires, 2011, https://ww.aacademica.org/000-093/106.pdf 
19 Pablo César Carmona Pascual: Libertarias y contraculturales: el asalto a la sociedad disciplinaria. Entre 
Barcelona y Madrid, 1965-1979, Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2011; Margaret Torres 
Rayan: “El anarquismo viejo y nuevo: la reconstrucción de la CNT, 1976-1979” en AA.VV. : La oposición 
libertaria al régimen de Franco, 1936-1975. Memorias de las III Jornadas Internacionales de Debate 
Libertario, Madrid, Fundación Salvador Seguí, pp. 653-674, 1993; Antonio Rivera: “Demasiado tarde (El 
anarcosindicalismo en la transición española), Historia Contemporánea, 19, pp. 329-353, 1999; Gonzalo 
Wilhelmi: El movimiento libertario en la Transición. Madrid 1976-1979, Madrid, Fundación Salvador Seguí, 
2012 y Joan Zambrana: La alternativa libertaria (Catalunya 1976-1979), Badalona, Edicions Fet a Mà, 1999.
20 José Ribas: Los 70 a destajo: “Ajoblanco” y libertad, Barcelona, RBA, 2007.
21 AA.DD. : Por la memoria anticapitalista. Reflexiones sobre la autonomía, Barbantxo Beltza Banaketak- Rabia 
contra el sistema- MALdeCAP- Soroll- Asamblea de estudiantes libertarios- Tumbando gigantes- Klinamen, Eibar- 
Segorb- Alacant- València- Madrid, 2009. Para la lucha armada libertaria en concreto: Joni D.: Grups autònoms. 
Una crònica armada de la Transacció democràtica, Barcelona El Lokal, 2013 e Irene CARDONA: Aproximació 
al paper de les dones dins els Grups Autònoms de la Transacció. Testimonis per la reflexió i la memòria , 
Barcelona, Descontrol, 2015.
22 Entrevista a A. P., 26-11-2014.
Todo este resurgimiento, sin embargo, se mostró fugaz. La represión y los montajes policiales, así 
como los enfrentamientos internos, que llegaron a saldarse con agresiones y expulsiones, sumieron 
el mundo libertario en una importante crisis organizativa. Además, y aunque es un elemento que no 
suele tenerse en cuenta, el esfuerzo que suponía una militancia como la anarquista, intensa y con 
una capacidad de movilización muy elevada23 (frente a unas afiliaciones muchas veces 
testimoniales24), está también en la base de ese rápido auge y declive.
Por otro lado, el progresivo “encauzamiento” de la izquierda mayoritaria (en términos electorales) 
dentro del sistema político parlamentario y sindical, así como la progresiva aceptación de la 
democracia que estaba formulándose por gran parte de la población y la desmovilización que 
supuso la progresiva consecución de derechos formales25 supusieron también una gradual 
cancelación de las expectativas revolucionarias. Un proceso que, en buena medida, se vería 
consolidado con la obtención de la mayoría absoluta de un partido de izquierdas, el Partido 
Socialista Obrero Español (PSOE), que, bajo el discurso de «por el cambio», había conseguido 
conectar con las aspiraciones de un amplio sector de la población española en las elecciones 
generales de octubre de 1982.
Se inauguraba de este modo una etapa de gobierno que se extendió durante catorce años y se 
«abría» también un período diferente al anterior, ya que los retos habían pasado a ser la 
normalización y la consolidación de la democracia parlamentaria que se estaba construyendo. No 
obstante, la historiografía que se ha centrado en la «época socialista» (1982-1996), pese a la 
cantidad de trabajos memorialistas, periodísticos o de otras disciplinas (Sociología, Politología...), 
es aún emergente26. Y dentro de esta, buena parte hace suyo el discurso «oficial», destacando los 
cambios producidos, especialmente el avance de una legislación de carácter social. Sin embargo, y 
sin dejar de lado la relevancia de algunas de las medidas y acciones tomadas, existe también una 
corriente relativamente crítica. Esta ha señalado que la acción de gobierno fue más bien reformista, 
dejando la dirección del partido de lado, por tanto, muchos de sus postulados ideológicos, y que el 
liderazgo de Felipe González fue ganando cada vez un mayor peso personalista27. Además, no hay 
A. P., original de un pueblo de la provincia Cuenca, nació en 1953. Llega a València en 1972, donde empieza a 
trabajar en diferentes empresas del área metropolitana. En 1976 entra a una gran empresa donde entra en contacto 
con gente del movimiento autónomo y, posteriormente, se afilia a la CNT que está reconstruyéndose. 
23 Rubén Vega: “Contra corriente. El sindicalismo radical en la Transición” en Rafael Quirosa-Cheyrouze (de.): La 
sociedad española en la Transición: los movimientos sociales en el proceso democratizador, Madrid, Biblioteca 
Nueva, 2011, pp. 175-191
24 Entrevista a A. P., 26-11-2014: “ Tampoco era una afiliación muy rigurosa porque había miles, ciento de miles de 
carnets repartidos, pero igual afiliados de verdad que estuvieran cotizando pues no, no, no habían tantos.”
25 Pamela Radcliff: “La ciudadanía y la transición a la democracia” en Manuel Pérez Ledesma (coord.): De súbditos a 
ciudadanos: una historia de la ciudadanía en España, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 
pp. 343-372, 2007.
26 Pere Ysàs (ed.): “La época socialista: política y sociedad (1982-1996)”, Ayer, 84, pp.13-127, 2011 y Manuel Pérez 
Ledesma e Ismael Saz (coords.): Del franquismo a la democracia, 1936-2013. Volumen IV Historia de las 
culturas políticas en España y América Latina, Madrid-Zaragoza, Marcial Pons y Prensas de la Universidad de 
Zaragoza, 2015.
27 Álvaro Soto: Transición y cambio en España, 1975-1996, Alianza, Madrid, 2005.
que dejar de lado tampoco que el periodo se enmarcó entre dos crisis económicas y que estuvo 
atravesado por una dura conflictividad social, pocas veces objeto de atención. De hecho, aunque 
trabajadorxs que vivieron el proceso de reconversión industrial, así como muchxs jóvenes, han sido 
considerados«víctimas de la modernización socialista», poco sabemos de sus experiencias y cómo 
vivieron estos procesos28. De igual modo, si las cloacas del Estado están presentes en algunas de las 
narrativas por la «guerra sucia» contra el terrorismo, en ningún momento se citan los casos de 
torturas policiales y los abusos y arbitrariedades del sistema penitenciario, ejemplarizados con la 
oficialización en 1991 del régimen de Ficheros Internos de Especial Seguimiento (FIES)29.
También suele señalarse que el PSOE disfrutó de una hegemonía política incontestada. 
Mencionándose solo “a su izquierda” la progresiva pérdida de apoyo social del Partido Comunista 
de España, el nacimiento en 1986, al calor de la campaña de oposición en contra de la permanencia 
de España en la OTAN, de la coalición electoral Izquierda Unida (IU); así como la actividad de los 
sindicatos mayoritarios. Queda, por tanto, para la izquierda radical la imagen de un periodo 
normalmente desatendido y «marcado» por la sombra de la derrota y el fracaso (problemas 
organizativos, decantamiento hacia la lucha armada, extensión del consumo de heroína,...). Sin 
embargo, estaban presentes y gestándose, si bien en los márgenes políticos y sociales, todo un mapa 
de disidencia(s): antiguos radicales y desencantados, los «nuevos» movimientos sociales y una 
generación que llegó a adolescente a mitad de los años 80. En este sentido, y por lo que hace al 
anarquismo, si bien la consolidación del nuevo marco democrático supuso la profundización de la 
escisión de la CNT de 1979, poniendo de manifiesto las tensiones internas de esta cultura política 
respecto a la democracia30, por otro lado, los «nuevos movimientos sociales» se esbozaron como 
nuevos espacios de los que participar e incluso dinamizarlos31: “[E]n eixos anys n'havia molta 
contestació contra l'exèrcit, contra el servei militar, contra la prestació social,... n'hi havia gent 
dins del MOC -Movimiento de Objeción de Conciencia- que era gent anarquista. De fet, en eixos 
anys, alguna persona de l'Ateneu que estava en el MOC era de les més dinamitzadores”32.
28 El término en José Antonio Pérez: “Una sociedad en transformación (1982-1996)”, Ayer, 84, pp. 99-127, 2011.
29 Un relato de todo esto lo podemos encontrar en el diario de Xosé TARRÍO: Huye, hombre, huye. Diario de un 
preso FIES, Buenos Aires, reeditado por individualidades anarquistas, 2008.
30 Javier Navarro: “Irresistibles pervivencias. CNT, anarquía y democracia desde 1939” en Ana Aguado y Luz Sanfeliu 
(eds.): Caminos de democracia. Ciudadanía y culturas democráticas en el siglo XX, Granada, Comares, pp. 
207-222, 2014.
31 Por ejemplo, para el caso del antimilitarismo, Carmen Gordon-Nogales: "Objetion de conscience et culture 
libertaire: Espagne, 1971-1996" en Marie-Claude Chaput (ed.): De l'anarchisme aux courants alternatifs XIXe-
XX siècles, Université Paris Ouest-Nanterre La Défense, Publidix, 2007. 
32 Entrevista a Mac, 14-10-2015: “En esos años había mucha contestación contra el ejército, contra el servicio militar, 
contra la prestación social… había mucha gente que estaba en el MOC que era gente anarquista. De hecho, en esos 
años, alguna persona del Ateneo -Libertad- que estaba en el MOC era de las más dinamizadoras”.
Mac es natural de València. Mientas estaba estudiando Historia en la Universidad de Valencia entró en 
contacto con el mundo del anarquismo durante las “movidas” estudiantiles de 1986-1987 así como por su 
participación en diferentes radios libres del entorno libertario. Esta actividad radiofónica le llevaría a 
implicarse en diversos ateneos, colectivos y Kasales Populares. 
Asimismo, al margen (o relativamente al margen) de las centrales sindicales, se desarrolló, con la 
subcultura punk (y posteriormente hardcore) de fondo, un difuso y heterogéneo mundo de fanzines, 
distribuidoras, grupos musicales, agencias de contrainformación, okupaciones, colectivos y grupos 
de afinidad. Estos eclosionaron en el cambio de década cristalizando en un movimiento antagonista 
juvenil más amplio, autodenominado autónomo, y que, en València, se desarrolló sobre todo 
alrededor del mundo de la okupación y los Kasales Populares33.
¿Una escuela de resistencia?
Una vez ya esbozado brevemente el panorama europeo y español, paso ya a centrarme en la parte 
más analítica de mi investigación y que, como decía anteriormente, se centra en la experiencia 
anarquista en este periodo.
Entre los interrogantes que guían la investigación, uno hace referencia a si existen ciertos lugares, 
experiencias, memorias, ... que acercan a algunas personas a la adquisición de una subjetividad 
resistente, en este caso anarquista. Me gustaría advertir que ni el hecho de vivir experiencias 
similares ni el contacto con ciertos discursos lleva de manera directa y unívoca a la militancia 
anarquista. Más bien, se trataría de una compleja «tecnología» en el sentido foucaltiano 
(posteriormente recuperado por Lauretis), es decir un entramado o «conjunto de efectos producidos 
en cuerpos, comportamientos y relaciones sociales»34. En buena parte de las entrevistas, uno de los 
elementos que me he encontrado es la importancia de la historia del anarquismo en la configuración 
de una identidad política de ese signo. De hecho, el contacto con la historia del anarquismo, ya sea 
en el colegio, el instituto o la universidad, se revela como un elemento importante en las diferentes 
historias de vida. Por ejemplo, uno de los entrevistadxs comenta como en el colegio, aún bajo la 
educación franquista, la imagen peyorativa oficial que se ofrecía del anarquismo le llevo a 
interesarse, por oposición, por este: “Y sobre todo -el libro del centro de la Organización Sindical 
en que estudiaba- hablaba mal de la CNT, con lo cual ya a mí me mosqueó un poco y ya me empezó 
a caer bien la gente aquella”35. La democratización de la enseñanza en el posfranquismo ampliaría 
las posibilidades de tratar el tema en las aulas:
Total, que en clase de Historia dábamos una historia que no tenía que ver con el libro de texto. El profesor 
nos explicaba que, como hacía muy poco que se había muerto el dictador y los libros de textos durante 40 
años fueron manipulados y falseados (...) él había hecho una aportación personal (...), para que tuviéramos 
una idea más amplia de la historia de España. Entonces ahí nos explicó la guerra civil de otra manera, nos 
explicó el nacimiento de la CNT, la historia del movimiento anarquista, las ramificaciones que tenía el 
33 Francisco Collado Cerveró: Abriendo puertas. Okupaciones en València (1988-2006), València, Ediciones la 
Burbuja, 2007 y “La epidemia de rabia en España (1996-2007)”, Resquicios, 4-5 (2008). Disponible en: 
http://info.nodo50.org/IMG/article_PDF/La-epidemia-de-rabia-en-Espana.pdf 
34 Teresa De Lauretis: Diferencias: etapas de un camino a través del feminismo, Madrid, Horas y Horas, 2000, pp. 
33-69. O en la terminología del pensador postestructuralista, Félix Guattari, de renombre en algunos círculos 
militantes de la época: «revolución molecular». Félix GuattariI y Suely Rorlnik: Micropolítica. Cartografías del 
deseo, Madrid, Traficantes de Sueños, 2006.
35 Entrevista a A. P., 26-11-2014.
movimiento anarquista antes y durante la guerra, toda su importancia en el mundo de la educación, del 
trabajo, de la colectivización, del reparto de las tareas y de los recursos y [...] también nos contó muchísimo 
sobre la guerra y nos hizo verla de una manera completamente diferente. Y esto fue un shock, para mí y para 
todos los alumnos36.
Este contacto, más bien discursivo además se «materializaría» en muchos de los casos en la 
convivencia con anarquistas “históricos” en los locales de la CNT37, entre los cuales destaca 
Progreso Fernández38. En este sentido, nohay que olvidar que se ha señalado el peso del pasado y 
la memoria, especialmente el referente a la década de 1930 y la revolución social, como un 
elemento fundamental (hasta el punto, según algunos autores, de llegar a marcar su trayectoria) en 
esta cultura política39.
Aún así, como ha señalado Nerea Aresti, los discursos identitarios deben establecer una relación 
fecunda no solo con el pasado, sino también con el presente y con el futuro de la sociedad sobre la 
que operan40. En este sentido, aparte del pasado mítico, también cabe tener en cuenta la presencia en 
el anarquismo de una potente proyección hacia el futuro de componente utópico y de revestido 
carácter emocional: la anarquía.“[U]n estado de orden armónico y natural con la libertad máxima 
del individuo, con la igualdad total41”. O en palabras de unx de nuestrxs entrevistadxs:
 jo personalment en eixe moment, i sentimental ara i en altres coses, ho reivindique, com a que n'hi ha que 
intentar tendir cap a l'anarquia, que, potser, és la cosa més difícil d'aconseguir, això i... (rialles) l'amor 
etern però és una cosa a reivindicar i realment et poses a analitzar el que significa l'anarquia o 
l'anarquisme, en totes les seues vessants, i és que és una filosofia de lluita i de vida supervital i 
col·laborativa, i d'autogestió, i del bé comú, el suport mutu i jo que sé.42
Por lo que hace al presente, quiero señalar tres elementos. Primero, la existencia de una difusa (y 
cambiante) red de sociabilidad anarquista en la ciudad, de la que, sin ánimo de ser exhaustivos, 
podemos citar: los locales de las dos centrales anarcosindicalistas, los ateneos libertarios de 
Marchalenes-Parreta (197?-1979), Progrés (198?-1990), Llibertat (198?-1990) y Al Margen (1986-
actualidad); las radios libres Radio Klara (1982-actualidad), Ràdio Iris (?) y Ràdio Llibertària (?); 
36 Entrevista a Carmen, 27-1-2016
37 Entrevista a Carmen, 27-1-2016: “Y estos nos contaban algunas cosas que habían hecho en la guerra y muchas 
técnicas de sabotaje, muchas cosas, todo lo que tuvieron que hacer y su versión también de la historia y también nos 
enseñaron a tirar para adelante con un colectivo”.
38 Antonio Fernández Bailén (1897-1996), conocido como Progreso Fernández, fue un anarcosindicalista “histórico” 
que, entre otras cosas, estuvo en la fundación de la FAI en 1927. Desde los años de la “transición” hasta muy 
avanzada edad estuvo de nuevo muy presente, junto son sus hijas Armonía y Libertad, en la vida del 
anarcosindicalismo valenciano. 
39 Isaac Martín Nieto: “El mito del paraíso revolucionario perdido. La guerra civil española en la historia militante 
libertaria”, Ayer, 89, pp. 145-166, 2013 y Antonio Rivera: “Demasiado tarde (El ...”
40 Nerea Aresti: Masculinidades en tela..., pp. 21-22.
41 Entrevista a Carmen, 27-1-2016.
42 Entrevista a Mac, 14-10-2015 : “yo personalmente en ese momento, y sentimentalmente ahora y en otras cosas, lo 
reivindico -ser anarquista-, como que hay que intentar tender hacia la anarquía que, puede ser, es la cosa más difícil 
de conseguir, eso y… (risas) el amor eterno pero es una cosa a reivindicar y realmente si te pones a analizar lo que 
significa la anarquía o el anarquismo, en todas sus variantes, y es que es una filosofía de lucha y de vida supervital y 
colaborativa, y de autogestión, y del bien común, el apoyo mutuo y yo que sé”.
el Grupo Ecologista Libertario... En definitiva, toda una red que permitía la posibilidad de hacer y 
transgredir y que, sobre todo para lxs jóvenxs, se convertían en lugares de expectativas, de 
protagonismo, de sentir:
Porque la gente joven nos considerábamos muy mierdas entonces – a mitad de la década de 1980-, porque 
estábamos muy ahogados en la familia y vivíamos con muchísima angustia vital. De hecho, la gente que no 
vivíamos con nuestros padres era porque nos habíamos escapado. La gente entonces no nos 
independizábamos, nos escapábamos de casa por la noche. Bueno, había algunos que los echaban (…). Y en 
estos lugares, yo pienso que en los colectivos sociales y de la ideología que fuera, la gente joven sí que nos 
sentíamos respetada toda, era el único sitio donde éramos protagonistas y sujetos activos.43
Por otro lado, si consideramos el anarquismo como una especie de «comunidad emocional», una 
línea interpretativa que estoy trabajando en la actualidad, cabe destacar la existencia de una especie 
de «sentimentalidad antijerárquica» presente en este44. La autoidentificación y la empatía con dicha 
sentimentalidad y escala de valores formaría, por tanto, otra de las formas de adopción de una 
identidad anarquista (o libertaria). En este sentido, y en muchos casos por contraposición a los 
comunismos de diferente signo (hasta la fecha, cierto anticomunismo es un elemento que aparece 
relativamente presente en las entrevistas)45, la voluntad de no ser mandados (ni mandar) y el énfasis 
en la autonomía del sujeto46 serían (no sin tensiones) importantes elementos de relación con el 
mundo y el resto de personas. También señalar, por último, que el carácter prefigurativo del 
anarquismo, del aquí y ahora, puede tener un gran atractivo en tanto que forma de vida para ciertxs 
sujetos: 
[M]ontones de charlas, viajes, jornadas estatales, (..) películas, vídeos, conciertos, todo esto se financiaba 
con los conciertos de música, la cafetería y vendiendo y generando cosas y haciendo comida vegetariana y 
con una ridiculez de dinero generábamos un montón de actividades (…). [N]osotras trabajamos mucho no 
tener necesidades por lo que en realidad no importaba: por las cosas materiales, el tal, el dinero o 
determinadas profesiones o lo que fuera...47
Sin embargo, este amplio abanico de experiencias, proyectos y actividades no siempre se ha visto 
re-conocido en la esfera pública, más bien al contrario, desplazándolo a un lugar más bien marginal: 
 [E]l silenci és continu sobre estos moviments, estos col·lectius, el vel de silenci és, som tan poca cosa per 
a ells que no, que com si no existirem i, quan existíem, és a nivell anecdòtic com “pom!” (...) Però no parlen 
res de... si ara fas un repàs de tot el que han fet els Ateneus (Al Marge, l'Ateneu Llibertat, Progrés), el 
43 Entrevista a Carmen, 27-1-2016.
44 Adriana Petra: “Anarquistas: cultura y lucha política en Buenos Aires. El anarquismo como estilo de vida” en Pablo 
Cosso y Pablo Giori (comps.): Sociabilidades punks y otros marginales. Memorias e identidades (1977-2010), 
Temperley, Tren en Movimiento, 2015.
45 Entrevista a L.S., 10-3-2015: “estos continuen mantenint un cul de autoridad y “lo que yo pienso, que soy el PCE, 
os lo coméis todos y punto pelota”.
46 Entrevista a Carmen, 27-1-2016: “en ese momento ya teníamos muy integrado el concepto de «libertad responsable» 
porque (..) eso significaba que éramos los protagonistas”.
47 Entrevista a Carmen, 27-1-2016.
Kol·lectiu Anàrquic, els Kasals que han hagut, els col·lectius vinculats als Kasals (l'Assemblea Antifeixista, 
els de Mèxic, les Dones Esmussades)... si te poses a vore tot el que s'ha fet dius “òstia!”, ací n'hi ha 
propostes, publicacions, articles, manifestacions, exposicions, ehh... i tot amb un objectiu de pel bé comú, 
no? de millorar la societat en la que estem i de tot això no se veu res48.
Todo esto nos lleva a la hipótesis de nuestra investigación y que es que esta cultura política ha sido 
de alguna manera, y a pesar de esa posición marginal, una «escuela de resistencia» (al menos una 
de las existentes) en la ciudad. En este sentido, y más allá de un recorrido de acciones, lugares y 
publicaciones, innumerables, cabe destacar sobre todo el poso emocional y subjetivo que florece en 
las entrevistas. Como, por ejemplo, cuando una de las entrevistadas, que abandonó su militancia 
anarquista a principios de los 80 después de una crisis personal“desplazándose” más tarde hacia el 
feminismo autónomo, afirma : “[E]l objetivo último tú lo sigues pensando en relación a lo que tú 
allí conociste... en, per supost, totes les variants del context, no?”49. Y continua:
Determinades coses et continuen ressonant molt: no relacions de poder o, per lo menos, qüestionament, 
presa col·lectiva de decisions, qüestionament de la vida personal, jo que sé pues hi han moltes coses ahí que 
dius «bueno de tot lo que han pensat tots els que han pensat en altra forma de fer política açò continua 
semblant-me molt digne, sabent totes les limitacions que n'hi ha»50.
Pese a esto, también señalar uno de los problemas, puede que más importantes, de esta «escuela de 
resistencia» y que es su tendencia hacia la ghetización (lo que explica también en parte su carácter 
marginal y en alguna medida autoimpuesto): “La teua vida era eixa. De fet, a nivell personal 
alguna vegada eixes d'allí o del barri o tal i anaves al carrer Colom i te semblava que estaves fora 
de lloc i que eixe planeta no el coneixies, no? I claro, això també t'allunyava de la realitat, no? 
Érem realment una minoria i continuem sent-ho51”. Una tendencia que, no obstante, cabe 
contextualizar dentro del riesgo que comportan algunas de sus acciones de protesta y la 
clandestinidad en la que a veces ha tenido que operar. Pero que, aún así, en algunos casos comporta 
48 Entrevista a Mac, 14-10-2015: “El silencio es continuo sobre estos movimientos, estos colectivos, el velo de silencio 
es, somos tan poca cosa para ellos que no, como si no existiéramos y, cuando existimos, es a nivel anecdótico como 
“pom!” (…). Pero no hablan de nada de... si ahora haces un repaso a todo lo que han hecho los Ateneos (Al Margen, 
el Ateneu Llibertat, Progreso), el Kol·lectiu Anàrquic, los Kasales que han habido, los colectivos vinculados a los 
Kasales (la Asamblea Antifascista, los de México, las Dones Esmussades)... si te pones a ver todo lo que se ha hecho 
dices “¡ostia!, aquí hay propuestas, publicaciones, artículos, manifestaciones, exposiciones”, ehh... y todo con un 
objetivo de por el bien común, ¿no? de mejorar la sociedad en la que estamos y de eso no se ve nada”.
49 Entrevista a L.S., 10-3-2015: “[E]l objetivo último tú lo sigues pensando en relación a lo que tú allí conociste... con, 
por supuesto, todas las variantes del contexto, ¿no?”
50 Entrevista a L.S., 10-3-2015: “Determinadas cosas te continúan resonando mucho: no relaciones de poder o, por lo 
menos, cuestionamiento, toma colectiva de decisiones, cuestionamiento de la vida personal, yo que sé pues hay 
muchas cosas ahí que dices: «bueno de todo lo que han pensado todos los que han pensado en otra forma de hacer 
política esto continua pareciéndome muy digno, sabiendo todas las limitaciones que hay»”.
51 Entrevista a Mac, 14-10-2015: “Tu vida era esa. De hecho, a nivel personal alguna vez salías de allí o del barrio o tal 
e ibas a la calle Colón y te parecía que estabas fuera de lugar y que ese planeta no lo conocías, ¿no? Y claro, eso 
también te alejaba de la realidad ¿no? Eramos realmente una minoría y continuamos siéndolo.”
también una especie de elitismo52. Sin embargo, esas dificultades para incardinarse con protestas y 
movilizaciones más amplias, en algunas ocasiones se han visto soslayadas:
 
Sempre ha hagut el problema de vincular-se amb la societat. En alguns moments en Flora se va 
aconseguir, perquè quan n'hi hagué de reaccionar contra amenaces de desallotjament o contra 
empresonaments, molta gent estigué al carrer, igual que ha estat al carrer molta gent en lluites veïnals com 
La Punta o com el Cabanyal i ahí és quan s'està més a prop d'aconseguir allò que vols, de.. quan una gent 
que és el teu veí, que mai has parlat en ell, te'l trobes en la manifestació (…). Eixos són els moments que 
valen la pena, que te reconcilien53.
El anarquismo, por tanto, ha conseguido estar (aunque de manera ambigua) en las luchas y protestas 
de la ciudad, incluso (o sobre todo) en algunas de las más emblemáticas, de manera prácticamente 
permanente en todo este periodo.
A modo de conclusión (provisional)
Como podemos ver, el anarquismo en la posdictadura y la democracia se convierte en un mundo 
minoritario que ocupa/se le otorga una posición marginal pero que, sin embargo, resulta 
heterogéneo, muy activo en las protestas de todo tipo y muy rico en propuestas experienciales. Todo 
ello también pese a la progresiva esclerosis del anarcosindicalismo oficial, la CNT. Por tanto, y al 
menos en el caso de València, podemos hablar de este como de una pequeña y difusa pero 
permanente «escuela de resistencia».
52 Entrevista a Carmen, 27-1-2016: “[D]edicamos mucho esfuerzo a convencer a los demás de que mi filosofía, de que 
mis creencias políticas son mejores, que en realidad son mejor que las tuyas y por eso te quiero convencer (...)¿Ese 
es el medio para conseguir la anarquía (...)? Pues no, porque ya me estoy creyendo más que tú ¿Cuándo hemos 
dejado de ser obreros? (…) Todas esas cosas en mi personalmente, yo me las planteó porque yo he aprendido las 
cosas desde una óptica anarquista”.
53 Entrevista a Mac, 14-10-2015: “Siempre ha habido el problema de vincularse con la sociedad. En algunos momentos 
en Flora se consiguió, porque cuando se tuvo que reaccionar contra amenazas de desalojo o contra encarcelamientos, 
mucha gente estuvo en la calle, igual que ha estado mucha gente en luchas vecinales como La Punta o como el 
Cabañal y ahí es cuando se está más cerca de conseguir lo que quieres, de... cuando una gente que es tu vecino, que 
nunca has hablado con él, te lo encuentras en la manifestación (…). Esos son los momentos que valen la pena, que te 
reconcilian”.

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