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elaborado por medigraphic 310 Bol Med Hosp Infant Mex A R T Í C U L O E S P E C I A L 1Departamento de Infectología, 2Dirección General, Hospital Infantil de México Federico Gómez, México, D. F., México. Las hormonas, el sistema inmune y la respuesta a la infección en los últimos 100 años Dr.Antonio Arbo-Sosa1, Dr. José Ignacio Santos2 Hace 150 años, en 1855, Claude Bernard usó el término de “secreción interna” para describir la liberación de glucosa de la reserva glucogénica del hígado y especuló que el milieu interne debe ser mantenido para preservar la vida.1 Ese mismo año, Thomas Addison describió un síndrome caracteri- zado por debilidad, vómitos y pigmentación de la piel que él atribuyó a una enfermedad de la glán- dula suprarrenal. Sin embargo, su artículo sobre esta observación no fue aceptado para publicación en Transactions, revista de la Sociedad Médico- Quirúrgica de Londres, impulsándolo al suicidio.1 A principios de la centuria anterior, Ernest Henry Starling, investigador compulsivo, tal vez más cono- cido por sus trabajos sobre la regulación de for- mación de líquido extravascular (demostración que a la fuerza hidrostática en los capilares se opo- nía una fuerza osmótica dependiente principal- mente de proteínas plasmáticas -Principio de Star- ling), trabajando con la hipótesis de que el ácido causa la liberación de alguna sustancia del duode- no hacia la sangre, aspecto que hasta ese momen- to había sido considerado ser dependiente del sis- tema nervioso vagal (JP Pavlov, Premio Nobel de Medicina, 1904), demostró que filtrados obtenidos de la mucosa duodenal desinervada expuesta a medio ácido al inyectar en perros por vía intrave- nosa, desencadenaba una vigorosa secreción pan- creática.2,3 Llamaron a la sustancia secretina, y al exponer sus resultados en junio de 1905 (Croo- nian Lectures) por invitación ante el Royal Collage of Physicians de Londres, por primera vez utiliza la palabra hormonas (“These chemical messengers, however, or hormones as we might call them”) para referirse a sustancias producidas en un órga- no que luego son trasportadas por el torrente san- guíneo hacia otros órganos (órganos blancos), donde ejercen sus efectos, sentando sólidamente Solicitud de sobretiros: Dr. Antonio Arbo Sosa, Departamento de Infectología, Hospital Infantil de México Federico Gómez, Calle Dr. Márquez 162, Col. Doctores, Deleg. Cuauhtémoc, C.P. 06720, México, D.F., México. Fecha de recepción: 19-09-2005. Fecha de aprobación: 13-10-2005. Artemisamedigraphic en línea http://www.medigraphic.com/espanol/e1-indic.htm http://www.medigraphic.com/medi-artemisa Las hormonas, el sistema inmune y la respuesta a la infección en los últimos 100 años. 311Vol. 62, septiembre-octubre 2005 las bases de la endocrinología moderna.1 Las funciones del cuerpo humano se hallan en un delicado estado de equilibrio que dependen principal, pero no únicamente, de tres sistemas regulatorios básicos que son el sistema nervioso central, el endocrino y el inmune, hallándose per- manentemente bajo estímulos desequilibrantes provenientes del interior y exterior o estrés.4 Uno de los insultos más frecuentes de la homeostasis lo constituyen las enfermedades infecciosas, que pro- ducen en los infectados graves una serie de desa- rreglos metabólicos y endocrinos. En respuesta al estrés infeccioso se desencadena, entre otros, la activación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HHA) el cual se asocia a la liberación de la hor- mona liberadora de corticotropina del hipotálamo hacia el sistema portal hipofisario. La liberación de la corticotropina de la hipófisis hacia la circulación sistémica estimula a su vez a la corteza suprarrenal a liberar glucocorticoides. Paralelamente, el estrés induce la activación del sistema nervioso simpático, lo que conduce a la liberación de catecolaminas de las terminales ner- viosas autonómicas y de la médula adrenal. La inte- racción entre el sistema neuroendocrino y el sis- tema inmune tiene uno de sus mejores ejemplos en los efectos inmunosupresores de los glucocor- ticoides, aunque actualmente se sabe que la inte- racción es bidireccional. Sin embargo, la interac- ción entre el estrés, el sistema endocrino y el sis- tema inmune no es fortuito.5,6 Las hormonas hipotalámicas e hipofisarias del eje HHA tienen propiedades inmunopotenciado- ras y proinflamatorias. Así, los glucocorticoides influencian en el tránsito de leucocitos y otras células del sistema inmune,7 inhibiendo la acumu- lación de células a nivel del sitio inflamatorio, y reduciendo el número de linfocitos, monocitos y eosinófilos circulantes por estimulación de la muerte apoptótica de las mismas.8 Pero a su vez, diferentes citocinas producidas en las células no inmunes o inmunes activadas (inmunidad innata y adaptativa) son capaces de modular al eje HHA tanto a nivel del hipotálamo e hipófisis como de glándulas suprarrenales.5,9 Citocinas como el factor de necrosis tumoral α, la interleucina-1, interleuci- na-2 y la interleucina-6, producidas por macrófagos y linfocitos durante el estrés, son conocidos acti- vadores del eje HHA, afectándose en consecuencia la producción de los diferentes mediadores. En este sentido, existe evidencia de que células inmu- nes de la glándula suprarrenal son capaces de pro- ducir hormona liberadora de corticotropina.10 Esta interacción bidireccional puede interpretarse en función que el papel del eje HHA en una situación de crisis tiene por objetivo prevenir una hiperres- puesta potencialmente autodestructiva del sistema inmune, cuando un microorganismo infecta grave- mente al cuerpo humano. El mantenimiento de la integridad del eje HHA es esencial para la adapta- ción y mantenimiento de la homeostasis del paciente críticamente enfermo, y por tanto para la supervivencia del mismo.11 La importancia de esto se halla en que una pro- porción significativa de los niños que sufren cho- que séptico puede presentar insuficiencia supra- rrenal, en la mayor parte de los casos relativa (26%), y exhibir una respuesta inadecuada a la administración de inotrópicos, pudiendo eventual- mente beneficiarse de dosis sustitutivas de este- roides.12-14 La mortalidad de diferentes cuadros infecciosos no ha mejorado substancialmente en la última década, a pesar de la disponibilidad de potentes antibióticos.15 De ahí que las nuevas investigaciones en la interacción entre el sistema endocrino y el sistema inmune, así como la explo- ración de los adyuvantes del tratamiento, algunas de ellas hormonas como los esteroides, actualizan la vigencia de lo que hace 100 años instituyó Ernest H. 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