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Dialnet-LaAldeaComoParabolaDelMundo-9149018

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La aldea como pariibola del mundo 
Alejandro Ortiz Rescaniere * 
iEse era el rnundo! La pequeiia aldea 
JosC Maria Arguedas. "Diamantes y pedernales" 
1. "DIAMANTES Y PEDERNALES" 
Alguna vez, Arguedas afirm6 que "Diamantes y pedernales" era una novela.' 
En verdad, no llega a serlo por su extensibn, per0 tiene un desarrollo narrativo 
m5s propio de ese gCnero que del cuento. La acci6n se detiene en la descrip- 
ci6n de numerosos detalles, en la personalidad de 10s actores. Transcurre len- 
tamente, aunque el tiempo de la ficci6n es corto. Empieza con la llegada de 
dos forasteros; y 10s acontecimientos centrales y su desenlace se precipitan en 
unos pocos dias. Si las secuencias narrativas no se entrelazan ajustadas como 
en el cuento, y tambiCn el mito, hay un ordenamiento simb6lico que si recuer- 
da esos tipos de relato. 
"Diamantes y pedernales" tiene un programa simple. Una primera parte, 
que es la mis larga, presenta a 10s dos personajes centrales: un tonto --el Upa 
o Mariano- y el sefior o Aparicio. "Luego de tres afios" empieza la acci6n 
propiamente dicha: llega una rubia que despierta una encendida pasi6n en el 
sefior. En esta secuencia se intercala otra en la que se describe a una amante 
1 Afirmaci6n de Arguedas, seg6n la "Nota a esta edicidn". En Jose Maria Arguedas. Relaros 
completos. Edici6n de Jorge Lafforgue. Buenos Aires: Losada. 1975. En esa edicidn apare- 
cen 10s dos cuentos que comentamos en el presente articulo: "Diamantes y pedemales" y 
"Orovilca". Los ndmeros de phgina que seiialamos despuCs de las citas corresponden a di- 
cha edici6n. 
ANTHROPOLOGICA 1 19 
Alejandro Ortiz Rescaniere 
"permanente" del seiior, la morena Irma. La morena organiza un plan para 
rescatar el amor de su seiior; fracasa. Como consecuencia, el seiior mata al 
tonto. El final trata del entierro del tonto, de la desaparici6n del seiior y de la 
rubia, y de la adopci6n de la morena por parre de la cornunidad. Una simpleza 
para unos escenarios, personajes, animales, cosas, sentimientos, que tienen en- 
tre si unas correspondencias ricas pero ticitas o apenas sugeridas. Este haz de 
relaciones da al relato un particular encanto y una hermosa coherencia. De ese 
universo de valores y de discretas conexiones presentark algunos apuntes. 
Dos personajes centrales, el tonto y el seiior. El tonto, Upa, es forastero; 
viene del mundo de abajo, de las tierras cdidas del Este. El seiior es del pue- 
blo de aniba. Esta aldea es el centro de la acci6n, pero tambikn del mundo de 10s 
hombres. Se es forastero con relaci6n a ese ombligo. El seiior es duetio de casa, 
dominante, varonil, apasionado y sensible a la belleza de la musics, de las muje- 
res. El tonto, asilado en casa del seiior, es dkbil, inocente, apacible. Ambos tempe- 
ramentos se atraen y complementan, al parecer, por ser opuestos. Y algo m i s 
10s une: la musica; el tonto es arpista y al seiior le gustan aquellas melodias 
de las tierras cBlidas del Este que toca su protegido. Tales son 10s contrastes 
bisicos: el seiior y el tonto, el espacio central y alto, y el perifkrico y bajo. 
A partir de ambos, otros juegos de oposiciones se agregan, tambiCn de media- 
ci6n. 
Luego del Upa aparece en el pueblo otro forastero. TambiCn viene de aba- 
jo, per0 en todo lo demBs es diferente al Upa: no del Este, per0 del Oeste, de 
la costa; no se trata de un pobre indio disminuido, sino de una mujer rubia, 
hermosa y atractiva (aunque, desamparada y sin medios econ6micos). Si a1 se- 
iior le cautiva y atempera el Bnimo la musica del Upa, la rubia le despierta 
una pasi6n que lo pierde. Tenemos asi un primer triingulo: 
El seiior; e l pueblo alto, central 
Media: La m~jsica Media: la belleza femenina 
El tonto; La rubia; 
abajo, e l Este abajo, e l Oeste 
Esta es, claro, una simplificacibn. Cada uno de 10s vCrtices entraiia o re- 
mite a otros valores. El seiior y el pueblo representan el poder. Pero, en aquel, 
La aldea corno parabola del mundo 
10 es en su aspect0 tremendo, vital, catastr6fico. En cambio, 10s poblanos 
-sus autoridades y vecinos- lo son corno principio de orden, de seguridad y 
de justicia. El seiior tiene una posici6n alta, central, frente a 10s dos foraste- 
ros, que son de abajo y perifkricos. Los rasgos de cada marginal resaltan por 
contraste con el otro: 61 es casi mudo; ella habla un castellano fluido; a ella le 
atraen las flores; a 61, las aves; ella es de donde nace el Sol; 61, de donde 
muere; ella, por su cuerpo y maneras, despierta pasi6n a1 seiior y termina por 
inquietar a todo el pueblo (porque enajena a1 seiior); en cambio, el arpista en- 
ternece con su presencia insignificante y con su mlisica; ella es "civilizada"; 
61 se confunde con el paisaje y 10s animales. "El semblante del 'Upa' estaba 
iluminado, corno un lago cristalino a cuyas orillas se puede llorar sin descan- 
so. Los patitos vendrin nadando agitadamente; soplari el viento, la imagen de 
las montaiias y de 10s totorales se doblarin" (p. 36). El arpista llora sin saber 
por quC: "Y era que el mundo le hacia llorar, el mundo entero, la esplendente 
morada, amante del hombre, de su criatura" (p. 43). 
De ambos personajes desconfia el pueblo: porque son forasteros; de 61, 
por ser Upa y enigmitico; de ella, por ser tan hermosa; porque perturban a su 
seiior. Pero la rubia es rnis inquietante y peligrosa: mis lo es el embrujo de la 
civilizada que la magia de la naturaleza, la belleza fisica que la mlisica, la 
ciudad que las montaiias y 10s cielos. L P O ~ quC el seiior, siendo poderoso, ne- 
cesita de 10s dos marginales? Ellos son su complemento; el centro, para ser 
tal, requiere de sus opuestos para reafirmarse en el contraste. Mas 10s perso- 
najes de 10s tCrminos del triingulo no estin encasillados. 
El arpista asciende y logra un lugar en el pueblo. Hasta llega a ser respe- 
tado: por su extrafia mlisica, por su misma humildad e inocencia; ademis, por 
la deferencia con que lo trataba el seiior. Ambos parias, el arpista y la bella 
rubia, terminarin por transformar a1 seiior del centro. 
El seiior est5 tambiCn entre otros dos marginales, la rubia de la costa y una 
mestiza de la sierra de Ocobamba ("La explanada profunda"). Esta morena es 
una de sus "principales" amantes; pero tiene con ella unas relaciones discre- 
tas. En cambio pretende a la rubia y no esconde en public0 su pasi6n por ella. 
La una es constante y fiel; la otra no parece comprender 10s sentimientos del 
enamorado y el escindalo que ello provoca. 
Los tCrminos de 10s triingulos cambian y, a1 final del relato, hay un true- 
que de posiciones. Cuando muere, el arpista es enterrado en uno de 10s barrios 
del pueblo -asi es asimilado a1 ordenamiento del pueblo; deja de ser un fo- 
rastero, un marginal de abajo-. Entonces, el seiior siente que 61 mismo es el 
Upa, deja de estar en el centro y se exilia. La morena de Ocobamba es adop- 
tada por las autoridades del pueblo; y se convierte asi en una mis del pueblo, 
Alejondro Ortiz Rescaniere 
de ese centro del mundo. La rubia desaparece de la escena, como el seiior, no 
se sabe para ir a adbnde, porque 10s verdaderos desvalidos no tienen destino 
ni origen conocidos. 
La pasi6n y 10s marginales cambiaron el centro y su seiior. La magia de la 
musica natural fue incorporada; tambien, la templanza y la constancia de la 
explanada profunda. El arrebato propio y tambiCn la sensualidad y la magia 
que vino del Oeste urbano son echados del pueblo. 
La rubia inquieta mis a 10s poblanos que el Upa. Pero el narrador -que 
habla de rnanera impersonal- describe con detalle 10s sentimientos del Upa y 
su entraiiable vinculo con la naturaleza: una musica callada, una comuni6n 
panteista, un arte y una magia que encantan mis a1 narrador que a 10s vecinos 
y a1 mismo seiior. El autor establece asi una doble sensibilidad, dos temores: 
el mundo del pueblo, por la belleza civilizada; el distante narrador y tambiCn 
el lector, por la muda melodia de la naturaleza. Al Upa y a la rubia, a la mo- 
rena, a 10s valles y pueblosde abajo, se les suman otros dos marginales y cen- 
trales frente a esa aldea-ombligo del mundo: el que narra y el que lee. 
Unos personajes viven en otros. El cernicalo, el "inteligente Jovin", es 
como su dueiio, el arpista. 
El cernicalo lo miraba [al arpista] con inteligencia. El rostro del musico se reflejaba res- 
plandeciente de felicidad en 10s ojos profundos del cernicalo [...I 
--jSon amigos! iSe entienden! iLa rnisma alrna tienen, seguro! -exclarnaba Antolin 
[el hermano del tonto] [...I Mariano [el arpista] y el cernicalo no dejaban de rnirarse. El 
coraz6n del "Upa" esti palpitando corno si fuera killincho [cernicalo]; en su adentro es 
vivo. (p. 17) 
El caballo "Halc6n" es fogoso como su jinete, el seiior. Las flores son 
blancas y delicadas como a quien son ofrecidas, la rubia. El seiior y su mayor- 
domo "miran" 10s pensamientos, 10s sentimientos del otro: "Don Aparicio in- 
tuia las reflexiones de su mayordomo grande. FClix era para 61 como una par- 
te de su cuerpo y de su alrna" (p. 41). 
Cuando muere el arpista y "renace" en el seiior (que muere en tanto se- 
iior), el caballo Halc6n es herido en sacrificio y el cernicalo es adoptado, o 
adopta al ex seiior y nuevo marginal. El caricter de 10s personajes es nitido 
per0 la persona que 10s habita no lo es: uno esti en el otro, toma su personali- 
dad. Son como islas entre si contrastadas, per0 el isleiio pasa de una a otra, se 
reconoce o funde en el otro habitante. El yo fluye entre personas, animales y 
cosas diferentes, y varios yo se compenetran hasta fundirse entre si. Los dia- 
mantes y pedemales bosquejan una concepci6n de persona individual, una an- 
tropologia en que la identidad no coincide con un mismo rostro, ni con una 
La aldea como ~arabola del mundo 
misma especie, sin0 que pasa por una cadena de seres, interminable, hasta el 
infinito, desde el coro fiinebre de las mujeres hasta el cosmos: 
Pero el coro volvia de hora en hora como un pCndulo que batia desde el centro del cie- 
lo. ~QuC Sol ni Sol! Toda la luz era como aquella temblorosa y amarillenta que baiia la 
tierra al final de 10s eclipses. El hombre de altura camina lleno de presentimiento bajo 
esa luz. (pp. 49-50) 
Ese "hombre de altura" es tambiCn Arguedas. Tal fluidez no es privativa 
de la obra literaria de nuestro autor. Es un rasgo del pensamiento andino. Asi 
lo ha mostrado, de manera bella y convincente, Claudette Kemper C o l ~ m b u s . ~ 
El triAngulo, o m6s bien, 10s trihgulos, con sus oposiciones dramaticas y tCr- 
minos mediadores, tambiCn recuerdan algunos de 10s antiguos relatos de Hua- 
rochiri. Cuando Arguedas escribi6 "Diamantes y pedernales", hacia 1953, no 
habia leido alin esos manuscritos, ahora famosos, en parte gracias a 61. Sin 
embargo, 10s mitos de Cuniraya, y m6s aun, el de Huatyacuri, pueden ser me- 
jor comprendidos si se est6 familiarizado con tales triadas: Huatyacuri es un 
pobre soltero; como forastero asciende hasta donde mora un divino seiior, 
quien sufre un ma1 desconocido. Huatyacuri sana a ese casi dios, se casa con 
la hija de 61 y conquista ese mundo de arriba; su padre (que es tambiCn 61 
mismo) destruye ese orden e impone el suyo. En este mito, Huatyacuri es 
como el Upa de Arguedas (pero que viene del Oeste); el Upa conserva su ino- 
cencia (mientras que Huatyacuri se casa); el Upa se incorpora a1 pueblo de 
arriba con su muerte (el otro, con el afianzamiento de su matrimonio). Y el 
sefior del pueblo de "Diamantes y pedernales" es como Tantafiamca, el viejo 
semidibs, enfermo (tambiCn de un ma1 que tiene que ver con la pasi6n) que a1 
final, "cae" (implicitamente toma el lugar que a1 principio le correspondia a 
~ u a t ~ a c u r i ; como el sefior, que toma el cernicalo del Upa y la ruta del destie- 
rro). Arguedas todavia no conocia esos mitos, pero era un apasionado de la 
narrativa andina y vivia inmerso en el mundo metaf6rico de la lengua que- 
chua. No pudo entonces inspirarse en esos mitos (corno lo haria m6s tarde, en 
su novela pbstuma, "El zorro de arriba y el zorro de abajo"), ni en otros, a1 
menos de manera consciente, porque 10s diamantes y pedernales tienen su 
propia vitalidad. Emergieron de una antigua veta, para recrearse en el espiritu 
de ese gran peruano que fue Arguedas. 
2 Claudete Kemper Columbus. "Dos ejemplares del pensamiento andino no-lineal: Los zo- 
rros de J. M. Arguedas; la illa andina". Anthropologica XV. 15 ( 1 997): 195-21 6. "The Se- 
miotics of Water Cult Chaos in Classic Andean Contexts: Words as Zones of Convergence1 
DivergenceEmergence". Serniotica 11 3. 314 (1 997): 277-291. 
Alejandro Ortiz Rescaniere 
En nuestros corazones tambiCn hay diamantes y pedernales. Dejkmosles 
que afloren para asi escuchar la duke musica de los valles chlidos: 
[ . . . I donde el Sol se hundia, calenrando las piedras. haciendo brillar las flores. las plu- 
mas de 10s pequeiios patos del rio. el vientre de 10s pejerreyes que cruzaban como agu- 
jas 10s remansos. (p. 13) 
2. "OROVILCA" 
Quien se inclina con humildad nnre lo parricular y rnenrrdo riene abierta 
la rura de lo universal 
Louis Dumoni. Horno hierarchicus 
Arguedas se propuso explorar el mundo, ver el rostro de la humanidad, desde 
una aldea, desde una quebrada estrecha y profunda. Asi lo afirma en su intro- 
ducci6n a la primera edici6n de "Diamantes y pedemales"; y en sus novelas y 
cuentos hallamos esa blisqueda de lo universal en lo pequeiio y singular. 
En "Diamantes y pedemales", un poblado serrano es el espejo del mundo 
y de los dramas de la humanidad. Las aves, 10s &-boles, el paisaje, 10s hom- 
bres, el cielo de esa villa se conjugan en un todo violento y arm6nico. "Oro- 
vilca" es un breve cuento, de argument0 y trama mis simples que "Diamantes 
y pedernales". Tal vez por lo mismo, el universo de "Orovilca" es, quiz& m5s 
denso. Los escenarios son la entonces provinciana ciudad de Ica, un interna- 
do, una laguna. Los personajes centrales son tres niiios: el que rememora 10s 
hechos y habla en primera persona, el hiroe y su enemigo. El hCroe, Salcedo, 
su distinci6n, su inteligencia, su habla sosegada y culta provocan la envidia de 
Wilster. Cierta vez, Wilster reta a Salcedo a liarse a golpes. Este acepta. Se 
trompean. Pierde el hCroe y se marcha para nunca m6s regresar. Entre estos 
escenarios, personajes y el drama infantil, se establecen unas methforas con el 
paisaje, animales, encantos y apariciones. Estos nexos entre el cosmos y los 
hombres -1as mutuas semejanzas, las comuniones secretas, las identificacio- 
nes sospechadas- dan al cuento una majestad y un misterio particulares. 
El cuento empieza describiendo un ave, el chaucato. Cuando descubre una 
vibora venenosa, atrae con su canto a 10s otros chaucatos. Estos p5jaros acu- 
den y su revuelo alerta a los campesinos que, entonces, buscan al reptil y lo 
matan. El autor dice que esa ave est5 emparentada con el chihuillu, con el 
guardacaballo de la costa y con el zorzal serrano. Es un pAjaro del campo. 
Cierta vez, un chaucato se pos6 en un ficus del internado. Salcedo hace co- 
mentarios sobre el pfijaro a su amigo -el que rememora los sucesos-. Salce- 
La aldea como parabola del mundo 
do afirma que el chaucato debe ser un principe, un genio antiguo del valle de 
Ica. El pAjaro: 
Es quizh el agua que se esconde en el subsuelo [.. .] y hace posible que esta tierra pro- 
duzca. La voz del chaucato es el dnico indicio que bajo el sol tenemos de esa honda co- 
mente. 
Luego, Salcedo dice que ha notado que su amigo ha sido "tocado" por ese 
canto. Que entre el chaucato y la vibora ("que es de color del polvo y hecha 
de fuego maligno") hay una "oposici6n absoluta" -la misma que detalla. El 
esquema de este contraste puede ser resumido: 
- El pcijaro chaucato: genio benefactor y hermoso, es el agua fCrtil y fresca 
del subsuelo. 
- La vibora: brota del polvo y se confunde con 61, esti "hecha de fuego ma- 
l ign~", toma la parte maligna de 10s rayos del sol. 
El chaucato, a pesar de ser ave, representa el agua subterr8nea.La vibora, 
no obstante que "brota del polvo7', estA relacionada con lo alto y con el aspec- 
to maligno del sol. 
Asi, ambos animales adquieren una dimensi6n c6smica y un valor huma- 
no. El uno es genio del mundo de abajo y el otro, de arriba; uno es bueno y el 
otro es malo para 10s hombres. El contraste mismo entraiia humanidad (es un 
tema reiterado, en especial en sus primeras obras, el describir la sociedad hu- 
mana -vista en un villorrio- a la manera de dos grandes bandos sociales 
opuestos e irreconciliables). 
Luego, el narrador sugiere otras identificaciones complementarias. Salcedo 
es como el chaucato (p. 73) y su amigo es serrano como el zorzal ("primo7'del 
costefio chaucato). Wilster, el enemigo de Salcedo, es descrito de tal manera 
que recuerda a la vibora. Asi, desde el inicio del cuento, se establece una rela- 
ci6n entre 10s personajes y unos animales que, a su vez, encarnan unos aspec- 
tos elementales del cosmos y de la humanidad. Los odios y la ternura, la rifia 
y la magia, 10s sentimientos y el drama que viven esos tres humildes niiios 
son tambiCn 10s de la humanidad y del mundo. 
Salcedo se pasea por el patio del internado, por la ciudad. Es afable con 
su amigo, es respetado por 10s profesores y sus compafieros. Es distante, soli- 
tario (pp. 76-78), noble. No acostumbra, como sus compaiieros, vestirse con 
un traje llamado de Oxford (p. 77). En cambio, Wilster gusta de la mlisica y 
10s bailes de moda de la ciudad y de la internacional (p. 83). Asi, a las oposi- 
ciones, digamos, animal y c6smica, entre el hCroe Salcedo y su enemigo, 
Wilster, se sugiere otra, de tipo social y cultural: el rival tiene una actitud 
abierta a1 mundo exterior; el hCroe prefiere lo propio. 
Alejandro Ortiz Resconiere 
Salcedo reposa bajo la sombra de 10s ficus. Esos firboles altos y frondosos 
dan una sombra protectora. Y Salcedo sufre una sed que tambien es la del pa- 
dre y del desierto de su Ica natal. Salcedo es sereno como la paz que da la 
sombra de 10s ficus. Entre estos irboles y Salcedo hay, pues, una semejanza. 
Salcedo es como el chaucato y es como el ficus, como un p5jaro y un irbol. En 
la frigil persona del escolar se condensan esos seres con sus valores y multiples 
significados (p. 77). EI es Ica, su sombra protectora, su sabia tierra, el agua sub- 
terrinea que la nutre; 61 sufre de la sed de su padre y del desierto; 61 es la bon- 
dad, la amistad, el amor. Su enemigo, Wilser, es el desarraigo, el desamor y el 
odio. Es el sol inclemente de Ica y las ardientes arenas del desierto. 
Salcedo acostumbraba baiiarse en una laguna perdida entre las dunas, Oro- 
vilca. Su amigo lo acompafi6 algunas veces: 
Llev6bamos una sandia al hombro, cada uno. Salcedo no perdia su compostura a pesar 
de ir cargando la sandia a la manera de 10s campesinos. Conversaba con la naturalidad 
y animacibn de siempre. 
Escalhbamos las dunas silenciosas, como dos pequeiios insectos, de andar lento [ . . . I 
Lleghbamos a la orilla dela laguna y Salcedo partia inmediatamente la sandia. Cortaba 
grandes trozos de la pulpa roja, y la bebia con apresuramiento que me parecia locura. 
-La sed que tengo [ . . .] no debe venir linicamente de mis entraiias, sino de alguna otra 
necesidad antigua. En Nazca, a estas horas, mi padre se expone a1 fuego del valle; trota 
catorce horas diarias recorriendo la Hacienda de su patrbn. EI Cree ser dichoso. Yo he 
caminado por el cauce seco del rio millares de dias para ir a la escuela. El fuego debie- 
ra atraerme, pero no en forma de sed. A veces sospecho que un can mitico vive en mi. 
El espiritu del rio cuyo cauce arde diez meses y brama dos con esa agua terrosa. iPero 
estos patos de Orovilca, que tienen la cresta roja y nadan con tanta armonia, felizmente 
existen! (pp. 79-80) 
El rojo liquid0 del coraz6n de la sandia y el blanco desierto, en 10s cuales 
trepan el h6roe y su amigo como dos insectos, la roja cresta de 10s patos que 
nadan armoniosos, el color encarnado de la fruta y de la cresta del ave, son la 
sed de uno que es la del padre bajo el sol y con una dicha como un espejismo. 
Orovilca es el centro de ese universo: "Gusano sagrado" quiere decir en que- 
chua. El tCrmino tambikn evoca a1 huevo (ruru), al continente del hombre 
(runa) y vilca (wilka), al nieto y a1 ancestro. Orovilca es como esos dos nifios: 
antiguo y promesa, sacralizado por 10s seres que en CI convergen. 
Orovilca es la vida. "En cambio, andar en el desierto, sobre la arena suel- 
ta, es una via segura para buscar la muerte" (p. 79). Entre la vida y la prome- 
sa, la muerte del desierto y el sol ardiente, Orovilca tiene otro aliado, ademis 
de 10s dos nifios y de 10s patos, es la generosa sombra de 10s irboles y 10s ar- 
bustos que atempera el fuego de la luz. No son 10s ficus sino 10s hurangos 
La aldea como oarabola del mundo 
-esos firboles nativos de retorcidos tallos- 10s que orillan ese lugar. Orovil- 
ca es el coraz6n secreto de Ica, su raiz mfis antigua: a1 retornar, "el valle apa- 
recia como un rumoroso mundo, reciCn descubierto, un oasis donde 10s pBja- 
ros hablaran". 
Orovilca, es decir el hkroe, tiene un secreto que es revelado a1 amigo: des- 
puCs de la medianoche, una corvina de oro recorre la distancia que separa el 
mar de Orovilca. "Tiene una cola ramosa y aletas Bgiles que la impulsan sobre 
la arena con la misma libertad que en el agua" (p. 85). Es una corvina inmen- 
sa y brillante. En primavera, la corvina de oro lleva en su lomo a la niiia so- 
iiada del hCroe y de su enemigo, Hortensia Mazzoni, que suele cantar sola a1 
mediodia. Salcedo dice, a propdsito de Hortensia, que "Hay en el mundo 
hombres rigidos que no tocaran Ias mejillas de ninguna mujer muy bella'' (pp. 
85-86) y agrega: "Somos como la superficie de la corvina de oro, amigo. 
~QuC proa para cortar el aire, la arena, el agua densa!" (p. 86) Las pequefias 
lagunas de la sierra y de la costa suelen "tener un encanto". Se dice que su 
dueiia es una anciana, o un toro, o bien una pareja de vacunos, tambiCn puede 
ser una sirena. La madre del lago puede seducir a un muchacho y tragtirselo. 
El cuento de Arguedas ilustra esa creencia: Orovilca es la laguna encantada de 
Ica; su dueiio es la corvina de oro y su dama, Hortensia. 
Salcedo y Wilster no se trompean solo por Hortensia. Wilster siente una 
aversi6n por la manera de ser de Salcedo. No obstante, fue luego de que am- 
bos hablaran de ella que Wilster odi6 a Salcedo. El hCroe afirma que desde la 
plaza puede verla bailar en su sal6n. Wilster, que no puede pues "Una rama 
de ficus de la esquina extiende justo frente a 10s dos balcones, y por lo alto" 
(p. 84). Y Salcedo le responde: "Es el privilegio de 10s hrboles. Crezca usted 
como 61, Wilster" (p. 84). A 10s pocos dias, Wilster empez6 a acosar a Salce- 
do. La metfifora empleada en este difilogo reitera la relacidn entre el hCroe y 
el Brbol que da sombra. Salcedo ve a Hortensia porque es como las ramas del 
ficus. Este poder se debe a la altura, a ese sortilegio que une a1 hCroe con 
Orovilca, el pez de oro, la bella que monta en su lomo, el agua subterrinea, y 
asi, hasta el chaucato. Salcedo es parte de ese mundo maravilloso y Wilster, 
no. Wilster no tiene magia, o la suya es la del mundo de fuera, la novedad y 
la violencia. Pero estos valores no tienen altura ni belleza; Wilster pertenece a 
ese "mundo de 10s hombres rigidos que no tacarfin las mejillas de ninguna 
mujer muy bella'' (p. 86). 
El hCroe y su enemigo se trompean. Salcedo es derrotado. Su amigo, el 
narrador, sufre. Salcedo desaparece, probablemente en Orovilca. El internado, 
el mundo de 10s nifios, el amigo han perdido a su hCroe per0 la laguna estB 
viva. En ella estfi Salcedo. 
Aleiandro Ortiz Rescaniere 
A partir de unas oposiciones elementales se va entrelazando un universo 
de relaciones metafbricas, es decir, de lazos sutiles, hermosos porque son fru- 
to de la observacion atenta de lo particular: de ese suelo y de 10s hombres, del 
pueblo de arriba, de la sombra de los ficus, el desiertoy las pasiones infanti- 
les. La aldea serrana e Ica son nuestro pequeiio mundo: el quechua revive y se 
expresa en las metaforas de 10s dos cuentos. Pero en 10s diamantes y 10s pe- 
dernales, en la secreta relacion entre el niiio y el lago, en el fuego del padre y 
la sed del hijo, en todos esos mliltiples vinculos y personajes, reconocemos el 
rostro del alma humana: su infinita necesidad de encontrarse en las cosas par- 
ticulares del mundo y de conversar consigo misma. Lo singular y el costum- 
brismo de "Diamantes y pedernales" y "Orovilca" entreabren la puerta de lo 
universal. 
Los personajes -humanos- son frfigiles criaturas ante el cosmos colori- 
do. Tres escolares: una voz, un chico espiritual y uno que odia, ellos son la 
urdimbre gracias a la cual se teje un mundo abigarrado de seres plenos de 
vida y de signification. El mundo habla por ellos. La grandeza del heroe, el 
rencor de su enemigo, la timida voz del amigo son las del cosmos y sus cria- 
turas. En "Diamantes y pedernales", iquC es el tonto del pueblo? Casi nada, 
una sombra, apenas si habla y entiende. Sin embargo, la mlisica de su arpa 
trae la melodia de los valles profundos -flares, colores, olores, cielos, aves, 
todos reviven en las cuerdas del arpa-. La mirada del tonto es limpia e ino- 
cente. Pero su halcdn vuela alto y su vista es aguda y puede ver el ma1 y las 
pasiones humanas. La joven blanca, una pobre forastera, evoca el perfume 
denso de las flores de la costa y el misterio de los pueblos lejanos. El pueblo 
de arriba no es solo eso, una aldea serrana, quechua, costumbrista, arcaica; es, 
ademfis, y sobre todo, el centro de un concierto, el de las criaturas del cos- 
mos. Ese contraste entre el escenario insignificante y su lugar en el mundo da 
una fuerza conmovedora al villorrio, a sus personajes y sentimientos. La di- 
mension y la grandeza provienen de la alianza con las cosas y las criaturas: al 
tonto, su arpa, el halcdn, el valle d i d o ; al hacendado, su caballo, y porque 
sabe escuchar el canto del mundo, porque siente el encanto de las flores de su 
amada. El pueblo pintoresco e Ica son 10s escenarios donde se realiza el rito 
de la humanizacidn de la naturaleza, el viejo conjuro de la humanidad, esa 
utopia arcaica per0 universal.

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