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LA CAMPAÑA DE CULTURA ALDEANA Y SU 
IMPACTO EN LA CULTURA NARIÑENSE
María Teresa Alvarez Hoyos*
Los acontecimientos que ocurrieron en los años treinta y cuarenta del 
siglo veinte marcaron significativamente el desarrollo de la cultura en el 
Departamento de Nariño, y se constituyen en valiosos elementos a considerar 
al tratar de reconstruir la memoria histórica de los habitantes de esta región. 
El nuevo orden que introdujo la República Liberal - período que abarca los 
años 1930 a 1946 - fue calando en el tejido social mediante “la difusión de 
pautas culturales, actitudes y valores conducentes a moldear el prototipo de 
hombre civilizado que circulaba en el período… [todo ello] con propósitos 
de cohesión nacional y homogeneización cultural”1.
Rubén Sierra considera que ningún otro período en la historia colom-
biana del siglo XX muestra el volumen de realizaciones, en todos los campos 
correspondientes a la acción del Estado, como la llamada República Liberal.
“Fueron suficientes dieciséis años para dejar una huella profunda 
en la vida política, social y cultural del país: una reforma constitu-
cional que le permitió a la Carta de 1886 adaptarse a los tiempos 
modernos; una radical reforma educativa que dio por resultado 
no solo una nueva Universidad, apropiada para el estudio de los 
problemas nacionales, sino, además, una Escuela que rompió con 
formas tradicionales de enseñanza; una concepción global y orgáni-
ca de la cultura que permitió a través de las instituciones estatales 
* Profesora titular Universidad de Nariño. Miembro de Número de la Academia Nariñense de 
Historia.
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y sus programas responder a las aspiraciones de las diversas clases 
sociales colombianas; unos códigos que inauguraron nuevas rela-
ciones entre patrones y trabajadores; unas formas de entendimiento 
entre la Iglesia católica y el Estado, que buscaban propulsar una 
sociedad si no radicalmente laica, sí al menos un ciudadano con 
criterios autónomos y, por lo tanto, de mayor responsabilidad en 
sus actuaciones”2.
Al llegar al poder Alfonso López Pumarejo (1934), precedido de una 
campaña libre de compromisos con el partido conservador, contó prácti-
camente con la hegemonía liberal en la rama legislativa, lo que le permitió 
emprender reformas institucionales de profundo significado para la moder-
nización económica y cultural del país. “La Revolución en Marcha”, como 
llamó López a su gobierno, consistía en adoptar “un nuevo orden económico, 
político y social”, pero “sin trastocar el país y sin alterar el sereno proceso de 
su andar democrático”3. El programa buscaba acelerar la modernización del 
país a través de la acción de un Estado intervencionista, el que tuvo mucho 
en común con el “New Deal” del presidente Roosevelt: “Ambos programas 
de reforma se basaron en los principios económicos keynesianos; ambos 
fueron impulsados por brillantes políticos jóvenes comprometidos con la 
visión de sus extraordinarios jefes; tanto el programa colombiano como el 
norteamericano culminaron con la racionalización de un sector agrícola 
sumido en crisis por una excesiva adherencia a los principios económicos 
del laissez faire”4.
Al tiempo que emprendió la reforma constitucional, López promovió 
una serie de cambios e innovaciones al sistema educativo, cuyo primer 
programa tuvo como eje la llamada Cultura Aldeana, un proyecto nacio-
nalista y modernizador que combinaba para su implementación dos ele-
mentos fundamentales, la política y la cultura. En 1934, la Ley 12 reformó 
el Ministerio de Educación haciendo más técnica y racional su estructura 
y autorizó al gobierno para establecer “la campaña de Cultura Aldeana y 
Rural, mediante los elementos educativos modernos, de la radiodifusión, 
el cinematógrafo, las bibliotecas, la designación de médicos, odontólogos y 
abogados, y la constitución, dotación y manutención técnica de una comi-
sión de cultura aldeana compuesta por un perito en urbanismo, un perito 
en salubridad pública, un perito en agronomía, un perito en pedagogía y 
un relator literario o perito en sociología”5.
La Campaña de Cultura Aldeana fue un proyecto ideado por Luis Ló-
pez de Mesa (1884-1967), médico psiquiatra, miembro de la Generación 
del Centenario, ministro en varias ocasiones en el período de la República 
Liberal, educador y escritor prolífico, y autor de la obra De cómo se ha for-
mado la nación colombiana, en la que lo genético-racial constituye el hilo 
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argumental. En esta obra propuso fijar la atención en la constitución social 
de campos y aldeas, dada la índole agraria de nuestra cultura.
“La aldea […] puede ser y debe ser un centro orgánico completo en 
su pequeñez, amable en su diminuta perfección. Ahí la economía 
regional, la religión, la justicia, la educación pública, la cultura 
social, los recursos para la salud y los medios para una sana ame-
nidad deben poseer su representación discreta y permanente. La 
aldea puede aspirar a ser hermosa en su rusticidad y pequeñez, no 
monumentalmente como las grandes urbes. […] Un rincón público 
de prados y boscaje, con una piscina de natación ya resuelve la 
mitad de los inconvenientes del aislamiento social en que se vive en 
las aldeas, donde para obviarlo se recurre al estanco de aguardiente 
o al garito, con muy graves consecuencias”6.
La campaña de Cultura Aldeana, impulsada por un grupo de intelec-
tuales liberales, se propuso transformar la “mentalidad popular” mediante 
la introducción de prácticas modernas*. Según Carlos J. Díaz, entre los 
objetivos de este proyecto político cultural estaba “producir conocimientos 
sobre la realidad nacional, auscultando la potencialidad económica del país 
y, simultáneamente, difundir, mediante procesos de educación y alfabetiza-
ción, ideales políticos y conocimientos modernos”7. Se trataba de generar en 
los habitantes de las aldeas conciencia de Estado y pertenencia a la nación 
y al partido de gobierno, así, al tiempo que se intentaba la transformación 
de la vida rural de Colombia, se pretendía instaurar en el pueblo una nueva 
manera de sentir, pensar y actuar más cercana a los principios de la higiene 
y la estética que imponía el período. “El objetivo de la Campaña giró en 
torno a la idea de llevar a los sectores populares, urbanos y rurales, nuevas 
imágenes, a la vez que buscaba reconfigurar algunos espacios públicos, 
con la pretensión de transformar hábitos y costumbres relacionados con 
los principios de higiene, estética, alimentación y nutrición”8.
Mientras se preparaba la Campaña en Bogotá, se enviaron encuestas a 
los alcaldes departamentales y municipales para que describieran aspectos 
muy puntuales de cada municipio y aldea, con el objetivo de diagnosticar 
“las características del país y de los grupos que lo pueblan”. En estas en-
cuestas se buscaba conocer:
* Según Gonzalo Cataño, López de Mesa, desde la década del veinte, cuando escribió el libro la 
Civilización Contemporánea ya tenía nociones claras de los elementos que la campaña debía 
contener. Pensaba que había que promover un cambio y apostaba que se podría emprender 
una revolución a través de la prensa, el parlamento, la universidad, el cinematógrafo y el arte, 
que a su juicio suscitaba el instinto de imitación del ciudadano de la era moderna. Citado por 
DIAZ SOLER, Carlos Jilmar. El Pueblo: de sujeto dado a sujeto político por construir. El Caso 
de la Campaña de Cultura Aldeana en Colombia (1934-1936). Premio Nacional de Educación 
Francisca Radke. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2005. p. 44.
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“aspectos referentes a la población, sus condiciones de vida, el 
número de habitantes, así como si poseían algunas comodidades 
que la modernidad venía instaurando, como el alumbrado y las 
condiciones sanitarias. Interesaba saber el día de mercado, el precio 
de los transportes, las principales industrias y las especificidades 
agrícolas, así como las plagas y las enfermedades que aquejabana los habitantes y a los animales de cada aldea. Igualmente, de-
seaban conocer aspectos relacionados con la comunicación como 
el telégrafo, el radio, el cine, las librerías, las carreteras y ferroca-
rril. En cada encuesta hay un apartado en donde se pregunta a 
los alcaldes por las necesidades del municipio. Curiosamente las 
respuestas consignadas en estas encuestas señalan la necesidad 
de instrucción general, de escuelas secundarias, de radio y de cine, 
de alumbrado, de bibliotecas y de médicos, precisamente aquellos 
aspectos en los cuales estaba centrada la campaña”9.
Para lograr los resultados que se había fijado la Campaña desde el Mi-
nisterio de Educación, se emitió el “Estatuto de la Aldea Colombiana” en 
el que se detallaban los frentes de acción de la Campaña y las instituciones 
encargadas de difundir las nuevas representaciones. Los lineamientos funda-
mentales de este Estatuto, expedidos por Luis López de Mesa, se transcriben 
a continuación, en forma abreviada:
Para los efectos del siguiente plan de progreso de la aldea co-
lombiana, se entiende por tal el Municipio o Corregimiento que 
posea de 500 a 5.000 habitantes, con un poblado como centro 
administrativo. La intención de las disposiciones es la de facilitar 
al campesino la mayor suma posible de bienestar material y de 
dignidad espiritual, para que ame la vida que le cupo en suerte y 
la sirva con efectiva estimación y gratitud.
I. El Ministerio de Educación Nacional proveerá de planos arqui-
tectónicos para las casas de habitación del poblado, alquería 
y chozas rurales.
II. Invita a las autoridades y a los ciudadanos a embellecer su 
poblado, cuidando del buen aspecto de plazas y calles, de la 
holgura interior y agraciado frente de sus casas, de la forma-
ción de una avenida para paseo, de un parquecito con algún 
boscaje, jardines, prados, campo de deportes, piscina de 
natación, kiosco de descanso, donde los ciudadanos puedan 
gozar de sociedad y sanas distracciones.
III. El gobierno nacional ofrece a las aldeas que manifiesten mas 
espíritu público, auxiliarlas con la construcción de la Casa 
Social para salón de festividades, cinematógrafo, radio y bi-
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blioteca, conforme a las características de la localidad y en 
combinación con la escuela hasta donde sea práctico:
a. Para ello invita a la conformación de una banda de música.
b. Suministrará los aparatos de radiodifusión y cuidará de 
este servicio oficialmente. Por este medio acercará a los 
campos las ventajas culturales de la ciudad, llevará más 
directamente las orientaciones del Gobierno a la mente 
de todos los ciudadanos y expondrá a la Universidad la 
misión docente que cabe cumplir, así como a las normales 
y demás instituciones técnicas, sin descuidar la informa-
ción de noticias ni el culto regocijo de buenos programas 
musicales.
c. Organizará el cinematógrafo como función cultural del 
Estado, en su triple potencia instrumental de información 
de amenidades, de espectáculos artísticos y de instrucción 
técnica.
d. Creará un modelo de biblioteca aldeana con cien obras 
celebres de la intelectualidad colombiana, con otras tantas 
de autores extranjeros, con cartillas de información técnica 
elemental y un buen diccionario manual enciclopédico, 
para lo cual, aprovechará los servicios de la Biblioteca 
Nacional, mejor provista al efecto para estas funciones 
editoriales.
IV. Las aldeas que lo necesiten por su situación lejana de recursos 
médicos […] tendrán un médico oficial.
a. Este médico gozará de un sueldo de $100, que le permita 
atender a sus funciones.
b. Establecerá la botica adecuada a las necesidades de la 
localidad.
c. Será el consejero en el cuidado de la salud pública.
d. Servirá las funciones de médico escolar.
e. Será el profesor de higiene y de biología de las escuelas 
públicas.
f. Rendirá a la dirección departamental de Educación Nacio-
nal un informe anual de sus labores, con un criterio social 
de interpretación de la vida aldeana y de su progreso y no 
meramente burocrático.
V. En donde ello sea necesario se proveerá el puesto de abogado 
de pobres, para defender al campesino en sus derechos a la 
propiedad y a los desvalidos por ignorancia o pobreza […] de 
los asaltos de la astucia dañina o de la deficiente protección.
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VI. Llegado el problema de la propiedad íntimamente a la evo-
lución de la cultura, se estimulará la acción de un comité 
nacional que estudie con detenida meditación los problemas 
que esto implica, conforme con las realidades ineludibles del 
mundo contemporáneo, de la ciencia y de la prudencia.
VII. La escuela aldeana se contemplará como una institución social 
a la cual están vinculados todos los intereses y las capacidades 
todas del aldeado y no meramente como un lejano rizoma de 
las funciones sociales.
a. En consecuencia, los aldeanos cuidarán de su escuela 
como del templo cultural que debe ser de sus hijos.
b. El párroco enseña en ella la historia de la religión en for-
ma biográfica y anecdótica, pues la mente de los niños 
ama esta manera de ilustrarse y es casi impermeable a las 
disertaciones abstractas, dogmáticas y prolijas.
c. El médico enseñará los elementos de la biología y de la 
higiene con demostraciones gráficas y dibujo personal.
d. El alcalde o corregidor o un delegado suyo, cuando mayor 
conveniencia así lo determine, enseñará los elementos 
de instrucción cívica, según las cartillas elementales que 
sirven a este propósito, cuidando de infundir en los niños 
una discreta y razonada concepción de la nobleza histórica 
de la democracia colombiana...
VIII. El gobierno procurará formar al aldeano por medio de una 
cartilla, de la enseñanza metódica y de conferencias ocasio-
nales, de las condiciones del vestido, alimentación y bebidas 
más adecuadas a los variados climas que tiene el país.
IX. El aldeano deberá disciplinarse en los deportes que distraigan 
gratamente su imaginación y vigoricen su salud, en lo cual 
el gobierno lo ayudará eficazmente, entendiendo que ello no 
es una cosa de poca importancia, sino medio prodigioso de 
mejoramiento racial. La gimnasia, la calistenia, la danza, la 
natación, los variados juegos de balón, pelota y disco, etc. 
deben ser prosperados indefinidamente. Hay que entender 
que el buen deporte disciplina el músculo, la inteligencia y la 
conducta a la vez, hasta el punto de constituirse una amplia 
vía de la reforma social que es indeclinable en los estudios 
de una educación bien entendida.
X. Con el propósito de orientar a los aldeanos en estas actividades 
y mejor ilustrar al Gobierno sobre las necesidades particulares 
de que padezca cada sitio, este Ministerio organizará una “Co-
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misión de Cultura Aldeana”, que recorra las aldeas y enseñe 
a sus habitantes lo que deben hacer a fin de mejorar su nivel 
de vida, a la vez que estudie sobre el terreno las reformas 
que deben implantarse en cada caso, para de este discreto 
modo, consumar la verdadera revolución social que atienda 
a la prosperidad económica, a la estética de la personalidad 
y del ambiente en que actúa, a la cultura de la mente y a la 
disciplina del carácter. Esta comisión estará compuesta de:
a. un perito en urbanismo
b. un perito en salubridad
c. un perito en agronomía
d. un perito en pedagogía escolar
e. un redactor literario perito en sociología
Los departamentos establecerán sendas comisiones filiales y 
similares de la anterior, que la vayan reemplazando a medida 
de la oportunidad, pues sería difícil que la nacional pudiera 
desempeñar misión tan ardua en toda la extensión del país.
El Gobierno enviará la nacional a los Departamentos que 
indiquen tener las suyas ya preparadas en el orden de la pre-
lación de aviso, para que así las filiales puedan orientarse en 
sus labores y armonizar los trabajos subsiguientes.
LUIS LÓPEZ DE MESA
Bogotá, agosto 15 de 193410
Entre las estrategias diseñadas para transformar las aldeas colombianas 
se encontrabanla radio, el cinematógrafo, la distribución de planos arqui-
tectónicos y la puesta en circulación de la Biblioteca Aldeana de Colombia. 
Así mismo, se conformaron comisiones sanitarias compuestas por médicos, 
enfermeras, odontólogos, y se organizaron maestros ambulantes e inspec-
tores nacionales de educación, y restaurantes escolares11.
Para coordinar la Campaña a nivel central, se puso en marcha la Co-
misión de Cultura Aldeana, que realizó estudios sobre algunas regiones. 
Las comisiones aldeanas se constituyeron en un aspecto importante de 
la Campaña, ya que su propósito era orientar sobre los objetivos de la 
Campaña e instruir a personalidades públicas, élites locales y pobladores 
de las aldeas y, como consecuencia, dar a conocer al gobierno central las 
particularidades de cada población. “Para ello, cada comisión debería re-
correr las ´aldeas y enseñarle a sus habitantes lo que deben hacer a fin de 
mejorar sus nivel de vida, a la vez que estudie sobre el terreno las reformas 
que deben implantarse´. De igual manera se buscó con esta estrategia el 
objetivo político de hacer sentir en cada aldea la presencia del Estado, así 
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mismo, informar de todo que viese y fuese útil al gobierno nacional y a los 
departamentos respectivos”12.
La Comisión estaba conformada por cinco expertos, especialistas en 
urbanismo, salud pública, agronomía, pedagogía y sociología, quienes de-
bían estudiar las posibilidades de desarrollo de cada departamento y sus 
necesidades educativas.
Al divulgarse El Estatuto de la Aldea Colombiana, el diario El Derecho 
comentó positivamente la nueva política instruccionista que iniciaba el 
doctor López de Mesa, “inclinando el favor del gobierno sobre las clases 
campesinas como la base sustentante de la grandeza nacional”:
“Indudablemente el Ministro trae un programa nuevo al fijar el 
derrotero de la cultura fuera del centro universitario, único foco de 
inquietudes presentes, pero cuyas proyecciones en la vida nacional 
no pueden rendir todo el beneficio esperado, mientras el pueblo 
no sea una materia capacitada intelectualmente para recibir sus 
influencias.
Si la educación es el arte de conducir y de encauzar las corrientes 
humanas, es preciso convenir que nuestra política instruccionista 
andaba errada, al empeñarse de rodear a las ciudades de todas 
las comodidades y mejoras al tiempo que la aldea se la mantenía 
abandonada, sin un solo motivo que sirviera de halago y de atrac-
tivo a las gentes incorporadas en ella. Una consecuencia natural 
de esa política era el abandono de los campos y la creación del 
grave problema del urbanismo en un país agrícola, cuya riqueza 
principal se radica en el trabajo de la tierra con el sostenimiento de 
pequeños poblados que son mejor centros de aprovisionamiento y 
de vida sencilla y apacible, próximos a decaer por la disminución 
creciente de sus entradas rentísticas.
[…] Ojalá el doctor López de Mesa lleve adelante su reforma en 
beneficio del país”13.
La Comisión de Cultura Aldeana visita Nariño
Después de visitar el Departamento del Huila, el 11 de abril de 1935, la 
Comisión de Cultura Aldeana recibió la orden del ministro López de Mesa de 
dirigirse hacia el Departamento de Nariño. Esta Comisión estuvo integrada 
por los señores Tulio Gaviria, perito en pedagogía, el médico Alonso Restre-
po, el perito en agronomía Antonio Miranda, el perito en urbanismo Ricardo 
Olano y el redactor literario perito en sociología Jorge Zalamea Borda.
El periódico El Radio informó sobre la llegada a Pasto de los miembros 
de la Comisión, y expresaba que ellos son “los portavoces de la labor con 
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA286
que va a resolver el señor doctor López de Mesa, el problema fundamental 
de la educación primaria, secundaria como profesional del país”.
“La Comisión de Cultura Aldeana, es como si dijéramos el grupo 
de avanzada que viene a escrutar el fondo social; que viene a 
convivir en nuestro propio medio ambiente las condiciones en que 
se desenvuelve la vida ciudadana y muy principalmente viene a 
palpar, a conocer objetivamente el nivel de la vida campesina, base 
principal de la población de Colombia y por lo mismo, el mayor 
factor de valía en el desarrollo ascendente del progreso nacional.
En reportaje que tuvo a bien conceder a este periódico el sociólogo 
y relator de prensa de la Comisión de Cultura Aldeana, Jorge Zala-
mea, expone con sencillez y claridad los objetivos de su comisión: 
[…] Es urgente levantar el espíritu hasta hoy rodeado de tinieblas 
porque otros gobiernos le negaron la luz de la ciencia para sus 
mentes sencillas y sus corazones nobles […] El señor ministro de 
Educación ha querido que la Comisión de Cultura Aldeana empiece 
sus labores por este alejado departamento de Colombia y hacia el 
cual convergen hoy las miradas atentas del Gobierno Nacional. Un 
pueblo grande en sus necesidades, grande en sus virtudes, grande 
en sus deficiencias y que hoy se impone ante la conciencia patria, 
porque la nacionalidad ha sorprendido en los hijos del sur, los 
grandes baluartes de su soberanía.
Y está bien que así sea. En ninguna parte de la República es quizá 
tan grande el problema educacional y tan perentoria y grave la 
necesidad de entrar a resolverlo. Sobre Nariño ha caído con pe-
santez de montaña que no ha dejado movilizar los espíritus hacia 
las regiones de su propia concepción y grandeza, una oligarquía 
conservadora que se complació en mantener un estado de agresiva 
ignorancia y de sublevante estado de atraso, al campesinato [sic] 
y al obrero rural de esta sección”14.
La descripción que hizo el urbanista Olano sobre la ciudad con la que 
se encontró la Comisión fue la siguiente:
“La ciudad está bien trazada con calles rectas de 10 metros de 
ancho que forman manzanas de 90 metros por lado. Sus casas son 
en la mayoría de balcón con tiendas en la parte baja. Estas tiendas 
son habitadas por familias enteras que viven en comunidad con 
algunos animales, en las peores condiciones de higiene. Tiene Pasto 
luz eléctrica, servicio de teléfonos y un malísimo servicio de aguas 
que van a fuentes públicas y a contados edificios cuyos excedentes 
corren en zanjas por en medio de las calles recibiendo toda clase 
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 287
de basuras y desperdicios. Ahora se estudia la construcción de un 
acueducto moderno, según planos que levantó el Dr. Lobo Guerrero.
En 1928 dio el censo 45.162 habitantes. La temperatura media es de 
14° centígrados. El área que ocupa la ciudad es de 140 hectáreas, 
con 2.640 edificios. Entre éstos son notables el Palacio Departamen-
tal, el Edificio de la Universidad, la plaza de mercado, el Pasaje del 
Corazón de Jesús, el Asilo San Rafael, el Colegio de San Francisco 
Javier, algunas residencias particulares y las iglesias y capillas de 
las cuales hay catorce.
Se publican en Pasto varios periódicos políticos, entre ellos uno 
diario, una revista literaria, La Ilustración Nariñense; la revista 
del Centro de Historia y algunas otras. Hay numerosos centros de 
enseñanza: la Universidad; la Escuela Normal establecida recien-
temente; el colegio de los Jesuitas; los colegios de Bethlemitas y 
Franciscanas para niñas, y varias escuelas de enseñanza primaria, 
urbanas y rurales”15.
En cuanto a la existencia de industrias, comentaba:
“Hay varias fábricas de cigarrillos; algunas de curtimbres de cueros 
y talabartería; muy buenos talleres de carpintería y ebanistería; una 
fábrica de tejidos de algodón y de lana; fábrica de sombreros de lana, 
de cerveza, de aguas gaseosas, de ladrillo y tejas, de hielo, de velas 
de esperma, de licores, de tapicería, de jabón. Hay varios molinos 
para la producción de harina de trigo, tres aserríos, fundiciones de 
cobre, zapaterías, sastrerías, etc. El nariñense tiene gran habilidad 
manual y bastante gusto artístico.
Merece mención especial el barniz de Pasto que se emplea en el 
decorado de toda clase de objetos y que rivaliza con la laca japo-
nesa, extraídodel fruto de un árbol que crece en el Putumayo. El 
barniz lo preparan mascando el fruto y cuando ya tiene alguna 
consistencia lo mezclan con los colores que se desean. Al aplicarlo 
sobre algún objeto echan el vaho para asentarlo firmemente. Es 
lástima que aun no se le haya dado a esta industria gran desarro-
llo comercial porque no se ha encontrado el medio mecánico de 
sustituir la mascada del fruto”16.
Según la descripción hecha por Olano, los lugares visitados por la 
Comisión fueron: Pasto, La Unión, Génova, La Cruz, San José, Cartago, 
Buesaco, Ipiales, Pupiales, Aldana, Guachucal, Túquerres, Imués, Tangua, 
Yacuanquer, Nariño, La Florida, Sandoná, Consacá, Piedrancha, Ricaurte, 
Altaquer, El Diviso, Agua Clara, Tumaco y Barbacoas.
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA288
En la ciudad de Pasto, la labor del perito en urbanismo Ricardo Olano 
se centró en ilustrar a los dirigentes y pobladores sobre la necesidad de co-
menzar los trabajos del acueducto17, la importancia de construir las nuevas 
edificaciones con todos los requisitos de la arquitectura moderna y de mejo-
rar las existentes; la urgencia de acabar con las “tiendas sucias, incómodas 
y antihigiénicas que son vergüenza de la ciudad”18; la necesidad de fundar 
la Sociedad de Mejoras Públicas y levantar el espíritu público, el amor a la 
ciudad, emprender la pavimentación y construcción del alcantarillado, y en 
fin, acometer las realizaciones “sin demora para poder celebrar dignamente 
el cuarto centenario de la fundación de Pasto”19.
El doctor Alonso Restrepo, higienista de la Comisión, en su informe 
sobre la visita al Departamento de Nariño mencionaba lo siguiente:
“Confieso que, a pesar o gracias más bien a mis estudios oficiales, 
tenía ideas muy erróneas sobre tan importante región de la Repú-
blica, y que experimenté una grande y gratísima sorpresa al caer 
en aquella porción de lo que con acierto tanto llamó el Barón de 
Humboldt “el Thibet Americano”.
Y es tal la belleza de la tierra, tan intenso y paciente el trabajo con 
que se la mantiene domeñada, tan violenta en su aparente resigna-
ción y mansedumbre (y en medio de las calamidades que la azotan) 
la pujanza de la raza, a pesar del desamparo y del individualismo 
en que ha vivido, y tántos y tan múltiples los otros elementos de 
valía, aplicados e inéditos, con que cuenta, que lamento de todo 
corazón me corresponda la peor parte del estudio cuya encomien-
da se nos dio, cual es el señalar las ignorancias seculares que en 
punto a defensa de la vida particular y colectiva, ha sufrido y está 
sufriendo este pueblo abandonado a sí propio en los confines del 
territorio nacional.
[…] De ahí, que como ciudadano y a la vez que como parte inte-
grante hasta hoy, de la Comisión de Cultura Aldeana (persegui-
dora de la creación de un verdadero espíritu colombianista por el 
conocimiento a fondo de nuestros pueblos), confíe en que gracias 
a ella, laudable institución del Gobierno actual, vayan por fin a 
derrumbarse las barreras que enclaustraban nuestras colectivida-
des, dispersas de manera nociva para ellas y tan peligrosa para la 
integridad nacional.
Y que por fin en cualquier rincón de nuestra tierra, desde el en-
copetado señor capitalino que visita sus haciendas, hasta el mas 
humilde coaiquer de la costa nariñense, pueda experimentar la 
satisfacción del amparo oficial, de seguridad y de igualdad republi-
cana, sintiéndose colombiano en toda la acepción del gentilicio”20.
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 289
Informe que rinde al Señor Ministro de Educación Nacional el Relator 
Literario y Perito en Sociología de la Comisión de Cultura Aldeana, Jorge 
Zalamea Borda
El informe titulado Esquema para una interpretación sociológica del 
Departamento de Nariño, contiene un estudio macrorregional, con varios 
estudios de caso sobre La Unión, Barbacoas, Génova e Ipiales y un centenar 
de escuelas rurales.
Entre los aspectos relevantes que destaca el informe se puede mencionar 
la situación de aislamiento del Departamento, que lo llevó a someterse a los 
mercados ecuatorianos “que no solo propiciaban frutos sino que también 
ofrecían en sus colegios y universidades especies de cultura y de conoci-
miento” todo lo cual
“hubiese bastado acondicionar el espíritu y a torcer el ánimo del 
pueblo menos leal que el nariñense. Cierto que en tan dura prue-
ba se resintió su ambición y vino alguna desgana a destemplar su 
voluntad; cierto que el olvido de los gobiernos le creó un peligroso 
complejo de inferioridad, contra el que en veces reaccionaba a riesgo 
de deformar su incomparable lealtad y hacerlo aparecer contrario a 
sí mismo; cierto que por la esquivez que le mostraban las cosas te-
rrenas dio en abrazarse ciegamente a otras mas distantes promesas 
de perfección y felicidad, con lo que acaso ganase merecimientos 
ultraterrenos a costa de pecar contra la tierra y contra su propia 
humanidad. Pero nada de ello le impidió ejercitarse en la virtud 
durísima de vivir en soledad y olvido de bastarse en ellos”21.
En torno al plan vial de Nariño considera desacertada la búsqueda de 
una salida hacia el exterior “como si fuesen los mercados extranjeros y no los 
del centro de la República los que se hallaban necesitados de la producción 
típicamente nariñense. Ciñéndose a tan errónea política, se descuidaron las 
vías del norte para concentrar todos los esfuerzos en la carretera a Ipiales 
y en la comunicación con el Pacifico”22. Y en cuanto al ferrocarril del Pa-
cífico comenta: “Véase ahora cuál es el rendimiento actual del ferrocarril 
Aguaclara-El Diviso, compáresele con las perspectivas económicas que 
ofrece a Nariño y a la Nación la carretera Pasto-Popayán y dígase si no fue 
una política fundamentalmente errada la que inspiró el plan vial de Nariño 
hasta 1930. Una vez más, la política de “vivir hacia fuera”, la tendencia mes-
tiza a fingirnos metrópolis exteriores, demoró el progreso de una admirable 
región del país y frustró la economía nacional de un elemento de equilibrio 
del que se hallaba harto necesitada”23.
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA290
En cuanto a las peculiaridades del hombre nariñense, Zalamea in-
troduce el tema de la raza como un factor explicativo de las conductas 
individualistas encontradas. Considera que “los contrastes, más o menos 
violentos, que se observan en la psicología del nariñense, provienen sin 
duda de las diferentes razas que forman el conglomerado social, razas que 
no se han fundido en total mestizaje. Solo así podría explicarse, por ejem-
plo, el contraste característico entre el individualismo a ultranza de la gente 
urbana y la tendencia colectivista de la población rural”24. Le sorprende 
observar que en el comercio nariñense no existe la compañía anónima, ni 
siquiera la asociación de dos capitales, de dos firmas, fenómeno que halla 
su expresión cabal en un refrán que jamás había oído antes: “compañías ni 
con la mujer”. El individualismo cerrado que encuentra, posible expresión 
de la desconfianza y complejo de inferioridad mencionados, deriva en una 
carencia de espíritu público, muy notorio en las ciudades de Nariño, lo que 
ha llevado a que servicios tan esenciales como el acueducto y el alcantari-
llado no existan en el Departamento.
Sin embargo, rescata el espíritu solidario del campesino:
“¡Qué contraste con lo que acontece en la población rural! Toda 
su vida parece dominada por el concepto del bien común y de la 
prestación mutua de servicios. Si el indio necesita levantar vivienda 
nueva, no tiene más que poner un tenderete con dos botellas de 
aguardiente o una barrica de chicha, según la región, y solicitar de 
sus compañeros la ayuda que en otra ocasión pagará con similares. 
Si es el pueblo, la colectividad, la que necesitan en un camino, 
antes de que se le pida dos veces, ya se habrá reunido la población 
en minga y la construcción de la vía no demorará mas tiempo del 
que reputase indispensable el más exigente de los ingenieros. Y no 
se crea que estas “mingas” son cosa de poca monta, ni cortos susalcances”25.
La tienda
Con crudo realismo, Zalamea relata su encuentro con la tienda, a la 
que denomina una “casi institución social” y la más señalada de las plagas 
que tiene el Departamento:
“Recibe este nombre un cuartucho no mayor de cuatro metros cua-
drados, cuya puerta se abre sobre la calle. Frente a esta única vía 
de luz y de ventilación se levanta un tenderete, separado del resto 
de la habitación por un biombo de papel y por sabanas y mantas 
colgadas de una cuerda. La estantería y cajones del tenderete 
muestran un surtido heterogéneo de víveres, pequeña mercancía, 
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 291
cervezas, cigarrillos, espermas, bolas de cacao, etc. Una docena de 
botellas de aguardiente, medio saco de harina y algún cajón con 
frutas redondean el negocio.
A espaldas de este baratillo y cegado por el biombo o las colchas que 
lo limitan, queda el espacio destinado a la cocina, salón y alcoba 
de familia. Allí el fogón primitivo, los camastros harapientos y la 
afrentosa cubeta destinada a servir para las necesidades fisiológicas 
de los habitantes. Y allí la tribu cegatona de los cuyes que corretea 
por el suelo, esquivando los picotazos de una pareja de gallinas, y 
el perro que bate la cola al oscuro hacinamiento de criaturas que 
rebulle en torno a los cabezas de familia. Las exhalaciones huma-
nas, el hedor de las bestias, el tufo de la cubeta jamás lavada, se 
mezclan a la humareda del fogón creando una atmosfera que no 
basta a descargarse de su fetidez por la estrechura de la puerta, 
obstaculizada, de adehala por el baratillo que exhibe el tenderete.
Y no vaya a creerse que esta suerte de vivienda es cosa de extra-
muros. La tienda invade todas las calles de la ciudad; se prende 
al ejido y se cuela hasta la plaza principal, viviendo al arrimo de 
hoteles e iglesias, de edificios públicos, de escuelas y mansiones, 
todo lo cual va deslustrando el paso”26.
Respecto a la higiene en la ciudad de Pasto, el médico de la Comisión 
comentaba su asombro sobre las bajas estadísticas de mortalidad global e 
infantil y la vitalidad y supervivencia de un pueblo criado en condiciones 
tan deplorables. “Lo peor estriba en los arroyos que circulan por las carreras, 
a lo largo de la ciudad y que constituyen verdaderos albañales descubiertos, 
vehículos naturales de toda suerte de inmundicias; y para mayor desgracia 
urbana, desbordan y diseminan por el piso su infecto contenido al crecer en 
las épocas lluviosas […] vi varias veces jugar niños en el arroyo mientras a 
veinte pasos por encima, una vecina vertía en el caño, con toda la tranqui-
lidad de su ignorancia, buen acopio de excrementos”27.
La escuela
Para Zalamea, la creencia simplista de que la escuela y la universidad 
remediarán todos los males de la nación y pondrán a la raza en condiciones 
sobradas para medirse con los problemas que su propia vida le plantea a 
cada paso, evidencia el concepto metafísico y retórico que ha dominado 
nuestro existir, velándonos la realidad y sumergiéndonos en el olvido de 
lo que se debe a la materia, al organismo vivo y de la influencia decisiva 
que éste tiene en el retraso o desarrollo de las facultades mentales y de las 
fuerzas psíquicas. Tal vez esta creencia, dice, haya sido engendrada por la 
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA292
ignorancia universal de lo que son entre nosotros raza, escuela, maestro y 
discípulo.
Para empezar a comprender la situación, Zalamea expresa que el 
hombre de las ciudades, el gobernante, el legislador debe tener presente 
en todo momento que “la infancia aldeana que asiste a las escuelas rurales 
apenas tiene nada que ver con nuestros hijos. Desde el momento en que 
estos vinieron a la luz del mundo se tejió en torno suyo una red primorosa 
de cuidados: la ciencia y la ternura compitieron en servirles”28.
“El proletariado infantil no supo jamás de cosa semejante. Ya vimos 
en qué choza nació y cómo las bestias fueron sus compañeros de 
infancia; asistimos a su frugal e invariable comida y por pudor hu-
manos retrasamos el momento en que hubiésemos de afirmar que 
ese condumio no tarda en sazonarse con rociadas de alcohol que 
acabarán en el cerebro y los nervios del niño la obra iniciada por 
la herencia […] De tal modo que cuando asoma el niño al umbral 
de la escuela, es un ser física, moral e intelectualmente enfermo.
Ese niño no está pidiendo escuela, ni puede aprovechar la escuela; 
no la necesita ni le sirve. Lo que demandan su silencio tembloroso 
y su mirada empavorecida de criatura que no entiende nada de las 
cosas de este mundo, es ver en torno suyo y tener entre sus manos 
objetos limpios y sencillos; es comer a medida de las exigencias de 
un organismo que solo pide crecer en fuerza y en gracia; es limpiarse 
de tanta mugre como le roe la carne y le empobrece la sangre; es 
oír una voz serena y blanda que le explique sus curiosidades y le 
cure esos terrores solitarios que le están corrompiendo el alma”29.
En la correría cumplida por la Comisión en Nariño, Zalamea menciona 
que se visitaron cerca de cien escuelas y que si a cada uno de esos locales se 
le hurtase su porción más limpia o nueva o adecuada, no se lograría cons-
truir con todas ellas una sola escuela que llenara las condiciones requeridas 
para recibir al niño en su seno. La propuesta que surge en su informe es la 
formación de la escuela del conocimiento práctico e inmediato, que enseñe 
al niño a conocer su provincia y su departamento, “no su Europa y su Asia, 
que esas están muy lejanas de su existir y pueden aguardar unos años a 
ser presentadas”, donde se adecue la enseñanza a las condiciones físicas, 
económicas y sociales de los climas frío, medio y cálido de Colombia. “Y 
aun sería ambicionable que dentro de la división de materias que impusiera 
este nuevo concepto, se tuviese luego en cuenta las características raciales 
y psicológicas de cada Departamento, para amoldar a ellas los textos defi-
nitivos en que hayan de expresarse aquellos programas instruccionistas”30.
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 293
En torno al aspecto de la Colonización y Comunicaciones, el infor-
me lamenta que el “memorable esfuerzo rendido por el nariñense en la 
construcción de su sistema vial no podía, infortunadamente adquirir una 
proporción y un sentido favorables al resto de la nacionalidad […] Apenas 
un hilo de lealtad lo mantenía unido a su patria. Sus caminos, por tanto, 
buscaban, no el acercamiento a la olvidadiza hermandad del norte, sino 
el más estrecho contacto posible de la población nariñense dentro de los 
límites departamentales y la salida hacia el exterior”. Concluye el informe 
que la orientación que tuvo el sistema vial en Nariño hasta 1932, cambió 
con la apertura de la carretera Pasto-Popayán y servirá en el futuro de eje 
para la economía nariñense.
Una de las conclusiones que destaca es la necesidad de combatir al 
individualismo en el trabajo agrícola mediante el establecimiento de coope-
rativas campesinas de crédito, producción y transportes, que solucionaría 
los problemas de financiación, distribución y utillaje planteados por la 
parcelación excesiva de los terrenos de cultivo.
“Creadas estas sociedades en las regiones de producción homo-
génea, un solo equipo mecánico atendería a los menesteres de 
labranza de las parcelas cooperadas y los pequeños remanentes de 
producción –aumentados entonces apreciablemente por el empleo 
de maquinaria, abonos y semillas seleccionadas– serían centrali-
zados en almacenes comunales que se encargarían del transporte 
total y de la venta, ya en volumen comercial de los frutos. De esta 
manera desaparecería, en beneficio parejo para el productor y el 
consumidor, buen número de intermediarios y se pondría punto 
final al monopolio solapado que suelen establecer las compañías 
de transportes en regiones agrícolas de tan peculiar organización 
como las nariñenses”31.
En la conferencia dictada en el Teatro Imperial de Pasto, Jorge Zalamea 
reconoció que la presencia de la Comisión Aldeana en esta región era un 
resultadodel “desdichado incidente internacional que puso en peligro la 
paz de América”, incidente por el cual se había logrado la vinculación de 
Nariño al resto del país, mediante una vía de comunicación que requirieron 
las necesidades de defensa nacional. Y como lo hicieron diferentes miem-
bros de la intelectualidad liberal en otras oportunidades, mencionó que 
Colombia estaba en deuda con Nariño y “por pagar parte de esa deuda para 
con vosotros, envía hoy el Gobierno a esta comisión de Cultura Aldeana, 
en la esperanza de que podamos nosotros vincularnos a vuestra vida de 
una manera honda y con un entendimiento tan despierto, que mañana nos 
sean propias vuestras aspiraciones, comunes vuestros menesteres, amados 
vuestros ideales, compartidas vuestras necesidades y problemas”32.
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA294
La Biblioteca Aldeana
La Biblioteca Aldeana era uno de los componentes del proyecto de 
difusión de la cultura en que estaba empeñado el gobierno de Alfonso Ló-
pez, junto con otros aspectos relacionados con la salud, la estatización de 
la vida en sociedad, la mejora en la productividad, etc., que bien podían 
considerarse haciendo parte de un proyecto civilizatorio en el sentido de 
Norbert Elias, el que se apoyaba en los medios de comunicación como el 
libro, la biblioteca, la radio y el cinematógrafo33.
La Biblioteca Nacional y no el Ministerio de Educación, fue la encar-
gada de la organización, control, asesoría e inspección de las bibliotecas 
aldeanas, todo gracias a la labor de Daniel Samper Ortega, hombre de letras, 
para quien la lectura es “ante todo una forma de redignificación de la vida, 
de acceso a la ciudadanía, de ampliación de horizontes, y además una for-
ma del conocimiento necesario que todo hombre debe tener del pasado de 
su sociedad y de sus tradiciones”. El proyecto lo sostendrán el director y 
funcionarios de la Biblioteca Nacional hasta que en 1945 es completamente 
abandonado34.
El proyecto de las bibliotecas aldeanas tuvo origen en las “misiones 
culturales”, que ya habían realizado la experiencia de llevar el cine y el libro 
a las aldeas, mediante bibliotecas ambulantes, antes de 1935. El ministro 
López de Mesa cambió la biblioteca ambulante por una biblioteca fija en cada 
aldea. Las bibliotecas no eran de carácter escolar pues se trataba de que es-
tuvieran al alcance del pueblo, y bajo el control de los concejos municipales 
o de la primera autoridad civil en los corregimientos. La comunicación de 
la Biblioteca Nacional para la instalación de la biblioteca aldeana contenía 
las especificaciones y requerimientos exigidos35.
Las bibliotecas aldeanas estaban compuestas, en primer lugar, por una 
colección de cartillas técnicas, nacionales y extranjeras relacionadas con el 
hombre, la agricultura y la industria, las que llegaron a cumplir una función 
muy importante en el progreso material y espiritual de las comunidades 
rurales. Entre éstas se encontraban:
“De las editadas por el Ministerio: La vida de las plantas. Las 
huertas y las granjas escolares. Las aves de corral. Los animales 
domésticos. Las doce plagas mayores. Nociones de puericultura. 
Enfermedades de los órganos de los sentidos. Enfermedades de la 
dentadura. Nociones elementales de dibujo. Nuestros alimentos. 
Corrección del lenguaje. Cantos escolares. Arquitectura rural y 
moblaje. Educación religiosa. Educación cívica. Educación física. 
Y algunas otras en preparación”36.
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 295
El segundo tipo de libros, denominado por López de Mesa como “in-
formación para la segunda enseñanza”, constaba de textos adecuados para 
el estudio de los rudimentos de las diferentes ciencias, a la manera de in-
troducción a disciplinas modernas:
“De conocimientos generales. Aritmética, tres cartillas. Geometría, 
dos cartillas. Gramática, tres cartillas. Geografía, cuatro cartillas. 
Resumen de historia de España. Resumen de Historia Universal. 
Introducción a la Botánica. Introducción a la Zoología. El cuerpo 
humano. Introducción a la Física. Introducción a la Química. 
Resumen de historia del arte. Resumen de historia del comercio. 
Historia de Grecia. Historia de Roma. Economía Política. Lógica. 
Microbiología. Antigüedades Griegas. Fisiología. Astronomía. Geo-
logía. Biología”37.
La tercera clase de libros eran lo que Samper Ortega calificaba como 
“libros de perfeccionamiento”, que se utilizaron para mejorar la cultura de 
los docentes y para la preparación de los cursos. Todo lo anterior lo com-
plementaba la popularísima Colección Araluce, un centenar de libros que 
reunía lo mejor de la literatura universal, “al alcance de una inteligencia 
infantil, es decir de diez a catorce años de edad, que corresponde también 
al desarrollo de nuestros campesinos, al decir de Luis López de Mesa”. A 
más de lo anterior, la Biblioteca Aldeana recibió unas cien obras célebres 
de la intelectualidad colombiana:
“De la Colección Araluce, obras maestras de la literatura universal 
al alcance de los niños: Historias de Shakespeare. Los héroes. La 
Divina Comedia. Historias de Andersen. Guillermo Tell. Cuentos de 
Grimm. Viajes de Gulliver. Historias de Wagner. Don Quijote. Más 
cuentos de Grimm. La Odisea. La Iliada. La canción de Rolando. 
Leyenda de Peregrinos. Historias de Calderón de la Barca. Fábulas 
de Esopo. Más historias de Shakespeare. Robinson Crusoe. Ivan-
hoe. Cuentos de la Alhambra. Los caballeros de la tabla redonda. 
Cántico de Navidad. La cabaña del tío Tom. El Paraíso Perdido. Los 
Lusiadas. La Gitanilla […] Además, el Ministerio acaba de contra-
tar la impresión de los cien volúmenes que componen la Selección 
Samper Ortega de Literatura Colombiana”38.
Según Carlos Rincón, este fue uno de los rostros con que se presentó 
en Colombia la modernización cultural, a un precio muy económico. El 
animador del proyecto fue Daniel Samper Ortega, hombre de negocios y, 
en sus ratos libres, de letras, quien inició la preparación del proyecto desde 
1926, bajo la impresión de los recién publicados compendios histórico-
literarios de Belisario Matos Hurtado y del jesuita Jesús María Ruano. 
Desde un principio, lo notable de la Selección Samper Ortega de literatura 
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA296
colombiana residió en su calidad de inventario ideal, orientado por una 
actitud inclusiva de liberalidad tolerante, y en su magnitud, en función de 
lo amplio del corpus presentado39.
La correspondencia sostenida por el director de la Biblioteca Nacional 
con los encargados de las bibliotecas aldeanas, dejan ver que los ideales 
culturales impulsados por el liberalismo habían sido asimilados en muchos 
lugares de Colombia, “tal como lo manifiesta el encargado de la Biblioteca 
Aldeana de El Contadero (Nariño) en 1940, al escribir que “la biblioteca 
funciona en un cómodo local de propiedad del municipio y a ella concu-
rren la mayor parte de los ciudadanos, que han comprendido que la mejor 
manera de levantar la patria es proporcionándoles [a los ciudadanos] la 
instrucción”40.
En 1934 el Ministerio de Educación puso en marcha un plan de apoyo 
a la formación de los maestros a través de las Bibliotecas Pedagógicas o del 
Maestro, las que lograron agrupar un incipiente “movimiento pedagógico” 
que se reunía en torno a las Sociedades Pedagógicas. Silva menciona que 
en un Departamento tan pobre como el de Nariño, existía una biblioteca de 
más de 1.500 volúmenes, obsequiados en parte por el Ministerio y en parte 
comprados por el gobierno departamental, “pues se había determinado la 
fundación de una biblioteca pedagógica por cada una de las siete zonas 
escolares en que se encontraba dividido el departamento”. Este dato, que 
aparece registrado en la Memoria del ministro de Educación al Congreso de 
1934, testimonia el inmenso interés y expectativa que despertaba la reforma 
educativa liberal. Además de lo anterior, Silva menciona que “la Biblioteca 
Pedagógica de Pasto, prestaba servicio a domicilio y contaba además con 
un radiorreceptor para uso comunitario. La pobrezaparecía no impedir el 
entusiasmo ni de los maestros ni de los padres. Estos últimos se habían 
organizado en “Centros de Padres de Familia” y asumían los servicios de 
“beneficencia escolar” –¡difícil imaginar cómo!–, es decir servicio de “ropero 
infantil”, “desayuno escolar”, “peluquería escolar”, “causando una verdadera 
revolución en el régimen instruccionista de Colombia”41.
CONCLUSIONES
El propósito que impulsaba la República Liberal de integrar la nación 
política e ideológicamente, mediante la divulgación de información y de 
investigación sobre el territorio nacional, que muy precisamente abordó la 
Campaña de Cultura Aldeana, logró iniciar un primer reconocimiento sobre 
diversos aspectos de la realidad social colombiana, que hasta ese momento 
no habían sido objeto de análisis.
Esta Campaña produjo estudios monográficos sobre los departamentos 
de Huila, Nariño, Guajira y Atlántico, en un espacio de tiempo de seis meses 
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 297
y terminó cuando Luis López de Mesa se retiró del Ministerio de Educación. 
Los objetivos que llevaron a formular esta empresa posiblemente no se cum-
plieron tal como se lo propuso el equipo de intelectuales que acompañaban 
al presidente López Pumarejo, sin embargo, las dinámicas que introdujo 
en las poblaciones que fueron objeto de la visita de la Comisión se pueden 
observar si se hace un detenido estudio sobre los cambios que se operaron 
en las regiones.
En el caso del Departamento de Nariño, que hacía poco había puesto a 
prueba la solidaridad con el resto del país con ocasión del conflicto con el 
Perú, la visita de la Comisión de Cultura Aldeana se constituyó en uno de 
los factores de impulso a las actividades en el campo de la higienización, el 
mejoramiento de la vivienda, la educación, la organización de las bibliotecas 
aldeanas, el ornato y la planeación urbana, las cooperativas agrícolas y el 
turismo. Si bien las funciones de la Comisión no tuvieron larga duración, se 
despertó en la ciudad el interés por organizar las juntas cívicas, la Sociedad 
de Mejoras Públicas y otras actividades como las ferias del libro.
De los intercambios y contactos que se suscitaron con la visita de la 
Comisión surgieron entidades –como la Sociedad de Mejoras Públicas, la 
Cruz Roja, el Club de Leones, el Cuerpo de Bomberos– que cumplieron 
funciones de intermediación entre la esfera oficial y la privada alrededor 
de las demandas, tanto de infraestructura que tenía el núcleo urbano, como 
también de intermediación social: plan regulador urbano, pavimentación 
de calles, sistema de manejo de aguas (acueducto y alcantarillado), luz 
eléctrica, construcción de vivienda para obreros, parques y zonas verdes, 
campañas de higienización, atención a desastres, etc.
En el campo educativo, los ideales que trató de trasmitir la Comisión 
empalmaron muy bien con las instituciones educativas que habían iniciado 
actividades en la década del treinta como la Gran Normal de Occidente y la 
Escuela de Artes y Oficios y cuya orientación correspondía con el ideario 
propuesto por la República Liberal. Junto con la Universidad de Nariño, 
tales instituciones conformaron un motor de desarrollo para la región, que 
introdujo nuevos espacios para dotar a los jóvenes de herramientas huma-
nísticas, científicas y técnicas, nuevas formas de habitar la ciudad y nuevos 
sistemas de enriquecer la cotidianidad de los habitantes.
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA298
NOTAS
1. HERRERA, Martha Cecilia. Modernización y escuela nueva en Colombia: 1914-1951. Bogotá: 
Plaza y Janés, 1999. p. 158.
2. SIERRA MEJÍA, Rubén (ed.). Republica Liberal: sociedad y cultura. Bogotá: Universidad 
Nacional de Colombia, 2009. p. 11.
3. JIMÉNEZ, David “Revolución: imágenes, ideas, relatos”, en SIERRA MEJÍA, Rubén (ed.). 
República Liberal: sociedad y cultura. Op. cit., p. 397.
4. HENDERSON, James D. La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez, 1889-
1965. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2006. p.308.
5. MOLINA, Gerardo. Las ideas liberales en Colombia. Tomo III, p. 19, citado por MOLANO, 
Alfredo y VERA, César. Evolución de la política educativa durante el siglo XX. Primera parte 
1900-1957. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 1982. p. 75.
6. LÓPEZ DE MESA, Luis. De cómo se ha formado la nación colombiana. Texto original publicado 
en 1935. Medellín: Editorial Bedout, 1970. pp. 216-217.
7. Ibíd., p. 18.
8. Ibíd., pp. 100-101.
9. Ibíd., p. 104.
10. “Estatuto de la Aldea Colombiana”, El Radio, No. 160, Pasto, 7 de enero de 1935.
11. DÍAZ, Op. cit., p. 112.
12. Ibíd.
13. “El concepto de la Aldea”, El Derecho, Pasto, No. 830, 8 de septiembre de 1934.
14. “La Comisión de Cultura Aldeana”, El Radio, No. 212, 20 de abril de 1935.
15. OLANO, Ricardo. Memorias. Tomo I. Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2004, p. 
402.
16. Ibíd.
17. “Dije que teniendo los magníficos planos del acueducto, levantados hace algunos años por el 
Dr. Lobo Guerrero, deberían comenzar los trabajos sin demora para aprovechar los cien mil 
pesos que en esta vigencia tiene apropiados para ello el Gobierno Nacional. Que se podría 
construir con esa suma la boca-toma y conducir el agua hasta los tanques de distribución 
frente a la ciudad, y que teniendo el agua allí la terminación del acueducto era segura porque 
Pasto haría para ello un esfuerzo extraordinario”. OLANO, Op. cit., p. 404.
18. Ibíd.
19. Ibíd. Ricardo Olano, personaje cívico de Medellín, con una gran experiencia en asuntos 
urbanos, en su visita a Pasto se relacionó con Rafael Eraso Navarrete, quien acogió las reco-
mendaciones para la modernización de la ciudad, en especial, la fundación de la Sociedad 
de Mejoras Públicas, lo que dio como resultado que en 1940 se estableciera en Pasto esta 
entidad, siendo el señor Eraso Navarrete su primer presidente. De este contacto surgió una 
estrecha amistad entre ambos líderes cívicos, hecho que contribuyó a que Rafael Eraso 
promoviera la elaboración del primer Plan Regulador de Pasto, en 1947, por contrato con el 
urbanista austríaco Karl Brunner y consiguiera la contratación de un técnico ecuatoriano, Jorge 
Ubidia Betancourt, para poblar de alevinos de trucha La Cocha, tal como lo había realizado 
el mencionado técnico en la Laguna de Tota, por gestión del gobierno nacional. Citado por 
ÁLVAREZ, María Teresa. “Imaginarios de nación y construcción de la memoria regional en las 
publicaciones periódicas del sur de Colombia. 1930-1954”. Informe de investigación. Pasto: 
Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados Universidad de Nariño, 2010, sin publicar.
20. RESTREPO, Alonso. Apuntes, notas y algunos comentarios del Médico de la Comisión de 
Cultura Aldeana que visitó el Departamento de Nariño. Medellín: Imprenta Oficial, 1935, pp. 
3-4.
MANUAL HISTORIA DE PASTO XI 299
21. ZALAMEA, Apuntes para una interpretación sociológica del Departamento de Nariño. Pasto 
1935 y Carta a la Juventud Colombiana. 2ª. ed. Pasto: Colección Biblioteca del Centenario, 
Departamento de Nariño 1904-2004, 2005. p. 27-28.
22. Ibíd., p. 35.
23. Ibíd., p. 36.
24. Ibíd., p. 43.
25. Ibíd.
26. Ibíd., p. 51.
27. RESTREPO, Op. cit., p. 8.
28. ZALAMEA, Op. cit., p. 89.
29. Ibíd., p. 90.
30. Ibíd., p. 97.
31. Ibíd., p. 70.
32. ZALAMEA, Jorge. “La tarea que se nos ha encomendado se revela de gran facilidad en cuanto 
el pie se pone en contacto con vuestro territorio, dijo Zalamea en su conferencia de anteno-
che”. El Radio, No. 271, 26 de abril de 1935.
33. SILVA, Op. cit., p. 90.
34. Ibíd., p. 92.
35. “Señor Alcalde o Corregidor: Se encuentra ya en el país parte de los depósitos de la Biblioteca 
Nacional y parte subiendo el río Magdalena, las cartillas que van a ser distribuidas gratuita-
mente a las bibliotecas aldeanas de aquellos municipios y corregimientos que hayan cumplido 
con los requisitos exigidos por el Ministerio de Educación Nacional. Para obtenerlas todo lo 
que hay que hacer es lo siguiente: En los Corregimientos: a) Nombrar un maestro de escuelacomo director de la biblioteca en proyecto y construir un mueble que tenga 1.50 de alto, 2 m de 
largo, 40 cms. de fondo y los entrepaños colocados a distancia de 25 cm. Conviene ponerle una 
base para evitar la humedad y tapa encima para proteger los libros contra el polvo. b) Remitir 
a la biblioteca nacional el certificado de posesión del maestro nombrado bibliotecario y una 
fotografía o dibujo del mueble. En los municipios lo mismo más: c) Expedir un acuerdo por 
medio del cual el municipio se constituya en patrono de la biblioteca aldeana y apropie una 
partida anual para compra directa de libros. Esta suma puede ser de $1,00 en las poblaciones 
muy pobres, pues de lo que se trata es crear en todos el hábito de gastar algo todos los años 
en mejorar su biblioteca; d) si existe ya alguna, deben enviarse a la Biblioteca de Bogotá el 
nombre del director, número de lectores por día y mes y una fotografía de las estanterías; e) 
todas las poblaciones que reciban una biblioteca aldeana adquieren el compromiso de remitir 
a la Nacional de Bogotá el dato de los libros que obtengan por otros conductos y someterse a la 
reglamentación que oportunamente les será comunicada”. Citado en El Radio, “El Ministerio 
de Educación enviará importantes obras para las Bibliotecas Aldeanas. Lista de las obras”, 
No. 263, 21 de junio de 1935.
36. Ibíd.
37. Ibíd.
38. Ibíd.
39. RINCÓN, Carlos. “Canon y clásicos literarios en la década de 1930”, en Rincón, Carlos, Mo-
jica, Sarah de y Gómez, Liliana (edit.). Iconos, lugares de memoria, cánones historiográficos y 
literarios en Colombia. Bogotá: Instituto Pensar, Universidad Libre de Berlín, 2010, en prensa.
40. Biblioteca Nacional. Archivo Samper Ortega, caja 13, carpeta 232, citado en SILVA, p.119.
41. Memoria del ministro de Educación al Congreso de 1934. Bogotá, Imprenta Nacional, 1934, 
208-212. Citado por Renán Silva, pp. 159-160.
ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA300
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
ÁLVAREZ, María Teresa. “Imaginarios de nación y construcción de la memoria regional en las 
publicaciones periódicas del sur de Colombia. 1930-1954”. Informe de investigación. Pasto: Vi-
cerrectoría de Investigaciones y Postgrados Universidad de Nariño, 2010, sin publicar.
DÍAZ SOLER, Carlos Jilmar. El Pueblo: de sujeto dado a sujeto político por construir. El Caso de la 
Campaña de Cultura Aldeana en Colombia (1934-1936). Premio Nacional de Educación Francisca 
Radke. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2005.
HENDERSON, James D. La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez, 1889-1965. 
Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2006.
HERRERA, Martha Cecilia. Modernización y escuela nueva en Colombia: 1914-1951. Bogotá: 
Plaza y Janés, 1999.
JIMÉNEZ, David “Revolución: imágenes, ideas, relatos”, en SIERRA MEJIA, Rubén (ed.). República 
Liberal: sociedad y cultura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009.
LÓPEZ DE MESA, Luis. De cómo se ha formado la nación colombiana. Texto original publicado 
en 1935. Medellín: Editorial Bedout, 1970.
MOLANO, Alfredo y VERA, César. Evolución de la política educativa durante el siglo XX. Primera 
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OLANO, Ricardo. Memorias. Tomo I. Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2004.
RESTREPO, Alonso. Apuntes, notas y algunos comentarios del Médico de la Comisión de Cultura 
Aldeana que visitó el Departamento de Nariño. Medellín: Imprenta Oficial, 1935.
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Periódicos
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