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La historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 1 
 
 
 
La historia del relojero astuto y el astrónomo 
desalmado 
Primera parte: Un problema por resolver 
Carlos Velázquez 
 
El 8 de julio de 1714 la corona inglesa promulgó un decreto que tendría 
profundas consecuencias científicas: ofreció un premio de 20,000 libras 
(equivalente a varios millones de dólares hoy en día) a quien fuera capaz 
de solucionar el problema de establecer la longitud (la coordenada 
complementaria de la latitud) de cualquier punto sobre la Tierra. Por muchos 
años este problema permaneció sin solución hasta que un relojero y un 
astrónomo sentaron las bases de las técnicas modernas de medición de la 
longitud terrestre. 
 
 
 
La historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 2 
 
Tiempos oscuros y tormentosos 
La navegación hasta finales del siglo XVIII se restringía a bogar avistando 
las costas. Adentrarse en el mar constituía una temeridad frecuentemente 
castigada con la muerte. 
Pero el mar siempre ha ofrecido tentadoras ventajas y desde tiempos 
inmemoriales la humanidad ha buscado mejores métodos para dominar el 
tránsito por los océanos, por ejemplo, la brújula de China, el astrolabio 
árabe y los mapas costeros. 
 
 
Figura 1. Más que a la guerra misma se temía no calcular bien la longitud a la que se 
encontraban las naves. Ilustración de naves holandesas a punto de naufragar. 
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assets/230-shipwreck-a16333_f-ol_small-test_rgb.jpg?itok=hLCur-UY 
 
Pero incluso estas innovaciones tenían muchas limitaciones, esto lo ilustra 
bastante bien una página negra de la historia de Inglaterra acontecida en 
el año de 1707. En ese momento toda Europa se encontraba inmersa en la 
Guerra de Sucesión Española. El almirante inglés Cloudesley Shovell regresaba 
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a Inglaterra después de un ataque combinado por mar y tierra a la base 
naval más importante de Francia en Tolón, donde destruyeron la flota 
francesa. En este viaje de retorno la escuadra comandada por Shovell se 
encontró atrapada por doce días en una densa niebla. Cuando por fin la 
noche del 22 de octubre las embarcaciones divisaron tierra, los cálculos 
hicieron creer a los tripulantes que estaban cerca de la costa de Francia, 
en Eusa, lugar que no ofrecía mayores peligros. Pero al seguir avanzando 
se dieron cuenta de que habían calculado mal la longitud y que se hallaban 
cerca del extremo sudoriental de Inglaterra, donde estaban las peligrosas 
aguas que rodean el Land's End. Este hecho fue fatal, pocos minutos después 
de descubrir su error los barcos de Shovell comenzaron a hundirse uno a 
uno. La escena fue espantosa y esa noche murieron 2,000 marinos debido 
a la incapacidad de determinar la longitud de manera confiable. 
 
Las dos soluciones... que no son soluciones 
Hasta el siglo XVII muchos científicos, entre los que se contaban Christian 
Huygens, Robert Hooke, Edmond Halley y el propio Sir Isaac Newton, habían 
intentado crear un método para determinar la longitud, pero resultaba 
descorazonador que ni las más grandes mentes pudieran dar con la solución 
definitiva de este problema. Sin embargo, no todo fue en vano, y para fines 
del siglo XVII se sabía que existían dos caminos posibles para resolverlo. El 
primero consistía en construir un reloj increíblemente preciso (ver en 
Cienciorama "El espacio y el tiempo en el tiempo") y el segundo en tener 
mapas estelares increíblemente precisos. 
Para explicar cómo podemos determinar la longitud con un reloj, 
supongamos que nuestro aparato está ajustado perfectamente a la hora de 
Londres. Esto quiere decir que si estamos allí, cuando nuestro reloj marque 
las doce, el Sol estará exactamente encima de nosotros o en el punto más 
alto en el que lo podemos observar. 
 
http://cienciorama.unam.mx/#!titulo/456/?el-espacio-y-el-tiempo-en-el-tiempo
La historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 4 
 
 
Figura 2. La latitud, es decir, qué tan lejos nos encontramos del Ecuador, es fácil de 
determinar, sin embargo durante siglos fue imposible determinar la longitud de manera 
confiable. 
http://www.britannica.com/science/latitude 
 
Si en ese mismo momento nos trasladamos digamos, unos 90° de longitud 
en dirección oeste, cuando nuestro reloj marque las 12:00, hora de Londres, 
seguirá siendo cierto que en Londres el Sol estará en lo más alto del cielo, 
pero en el lugar donde estamos no estará sobre nuestra cabeza, sino que 
apenas estará amaneciendo. De hecho tendremos que esperar 6 horas para 
que esté sobre nosotros y que sean las doce del día. Cuando medimos esta 
diferencia de tiempo entre las doce del día de dos lugares a una hora de 
diferencia, sabemos que nos hemos alejado 15° de longitud del lugar de 
referencia elegido. 
El segundo método consiste en guiarse por la perfecta maquinaria de 
relojería del universo, o sea, las estrellas ¿Cómo las utilizamos para ubicar 
la longitud? En el caso de la latitud es muy sencillo, basta con identificar 
la estrella polar del norte. Ésta permanece siempre en el mismo lugar del 
horizonte si nos mantenemos en una misma latitud y basta con que midamos 
qué tan arriba está en grados de la línea del horizonte para que sepamos 
http://www.britannica.com/science/latitude
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cuál es nuestra latitud (para saber más detalles puedes ver "Coordenadas 
Celestes", aquí en Cienciorama). 
¡Qué conveniente! ¡Hasta pareciera que nos dejaron una estrella a 
propósito! Bueno, esto es en el caso de la latitud, ¿qué pasa con la longitud? 
No hay una estrella con la que nos podamos guiar y no nos basta con 
saber la ubicación de una estrella, debemos conocer todo el mapa estelar 
o al menos un conjunto muy grande de estrellas para que cada vez que 
una estrella se oculte en el horizonte, otra esté visible. Además, tenemos 
que saber en qué punto se encontrarán en todo momento las estrellas que 
hayamos elegido. En la práctica esto significa que hay que hacer mapas 
celestes increíblemente precisos acompañados de tablas que nos digan la 
hora en la que se espera que aparezcan las distintas estrellas. 
Todas estas consideraciones nos harían inclinarnos hoy en día por el 
reloj, pero las mejores mentes del siglo XVII y XVIII no pensaban así, y 
cuando se le preguntó a Newton su opinión al respecto, expresó que la 
solución estaba del lado de los astrónomos y no de los relojeros. 
 
La Comisión de la Longitud y el gran premio 
Accidentes como la pérdida de la flota de Shovell hicieron que marinos y 
comerciantes se unieran para pedirle a la corona inglesa que buscara una 
solución para tan trascendente problema. Finalmente, consciente de que 
muchos de sus ingresos y su superioridad militar provenían de los mares, el 
gobierno imperial creó en junio de 1714 la Comisión de la Longitud. Una de 
sus primeras acciones fue preguntarle a Newton, entonces una leyenda viva 
de la ciencia en Inglaterra, su opinión del asunto, y ya hemos oído cual era. 
A pesar de ello, él hizo hincapié en que su opinión no era definitiva y 
recomendó a la Comisión ofrecer una recompensa en metálico a quien fuera 
capaz de resolver el problema. La Comisión atendió su sugerencia y en 
mayo de 1714 se establecieron los siguientes premios para quienes fueran 
capaces de dar con una solución: 
http://cienciorama.unam.mx/#!titulo/408/?coordenadas-celestes
http://cienciorama.unam.mx/#!titulo/408/?coordenadas-celestesLa historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 6 
 
-20, 000 libras esterlinas (equivalente a varios millones de dólares hoy en 
día) para un método que determinara la longitud con un error no mayor a 
medio grado. 
-15,000 libras par un método con un error no mayor a dos tercios de grado. 
-10,000 libras para un método con un error no mayor a un grado. 
 
¡Eran grandes cantidades para impulsar un avance científico trascendente! 
Sin embargo, el resultado inmediato no fue el esperado, pues las cantidades 
hicieron que toda una marabunta de chiflados, charlatanes, excéntricos y 
unos pocos científicos declararan tener la solución al problema. De hecho 
en sus primeros años la Comisión se volvió experta en descartar ideas sin 
el más mínimo fundamento, y por ello un par de años después de creada 
dejó de hacer reuniones formales y sus miembros se limitaban a enviar 
cartas de rechazo a los aspirantes. 
 
 
Figura 3. El Acta de la Longitud, que prometía premios fabulosos a quien diera con una solución a 
la medición de la longitud, hizo que hordas de charlatanes proclamaran tenerla. 
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http://imageweb-cdn.magnoliasoft.net/nmm/supersize/d7130.jpg 
 
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Pero en 1730 la situación cambió por completo. Ese año un desconocido 
relojero de Yorkshire, un condado del norte de Inglaterra, llegó a Londres, 
su nombre era John Harrison. 
 
El relojero 
La historia de Harrison es la de un genio natural. Nació el 24 de marzo de 
1693. Su primer oficio que aprendió de su padre, fue el de carpintero. Desde 
su adolescencia dio muestras de una insaciable ansia de conocimiento y 
devoraba todos los libros que llegaban a sus manos. En 1713 construyó su 
primer reloj de péndulo. Los estudiosos no están de acuerdo en la manera 
en que este muchacho de 20 años logró este prodigio. Al parecer cerca de 
donde vivía no había relojes de péndulo, y no se tiene registro de que 
hubiera consultado algún libro al respecto. Por otra parte, aunque no eran 
comunes, la existencia de estos relojes era del dominio público, del mismo 
modo en que aunque hoy en día es raro ver un Rolls Royce, todos tenemos 
una idea de cómo es. Pero a la luz de todo lo que pasó después, no parece 
exagerado suponer que gran parte de los mecanismos de este reloj los 
inventó el propio Harrison. Otro de los momentos claves de su vida fue en 
1720, cuando sir Charles Perlman lo contrató para que construyera un reloj 
en una torre en su casa de Brocklesby Park. Harrison terminó de construir 
este reloj en 1722 y aún sigue dando la hora. 
 
 
La historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 8 
 
Figura 5. Harrison construyó relojes de péndulo y relojes para torres. Sus relojes tenían 
la asombrosa cualidad de no necesitar lubricación ya que estaban hechos con maderas 
especiales. 
http://johnketteringham.me.uk/davidvale/image20.jpg 
https://www.youtube.com/watch?v=sBKMTKl0wkY 
 
Este fue un reloj importantísimo para Harrison, ya que para ponerlo en 
funcionamiento inventó nuevos mecanismos y les añadió una característica 
que hasta ese momento nadie hubiera creído posible: funcionaban sin 
necesidad de ser lubricados. Este prodigio lo logró combinando su habilidad 
de ebanista con su fina intuición de relojero. Todos sus relojes están hechos 
de madera y los mecanismos de lubricación están fabricados con maderas 
que secretan resinas, en particular guayacanes de las especies Guaiacum 
officinale y Guaiacum sanctum. 
Poco después Harrison, junto a su hermano James, fundó un taller de 
relojes. La habilidad que mostraron fue tal que sus relojes no cometían 
errores mayores a un segundo en un mes. Comparados con los relojes de 
la época con errores de un minuto al día, las máquinas de los Harrison 
resultaban casi perfectas. 
Todos estos logros llevaron a Harrison a presentarse ante la Comisión 
de la Longitud para que ésta le facilitara los medios para construir un reloj 
que pudiera superar la gran prueba. Fue en el año de 1730 y Harrison tenía 
37 años. Así comenzó la leyenda de la que sabrás más en la segunda parte 
de este artículo. 
 
Bibliografía: 
 Rupert T. Gould, The marine chronometer. Its history and development. J. D. Potter, 
Londres, 1923. 
 David Heskin, Perfecting the Harrison twin pivot grasshopper escapement, Soptera 
Publications, UK, 2009. 
 Dava Sobel, Longitud, Anagrama, España, 2006. 
 
http://johnketteringham.me.uk/davidvale/image20.jpg
https://www.youtube.com/watch?v=sBKMTKl0wkY
La historia del relojero astuto y el astrónomo desalmado I / CIENCIORAMA 9 
 
Crédito por la imagen inicial: 
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/62/Starsinthesky.jpg 
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/62/Starsinthesky.jpg

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