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PALEONTOLOGIA I EVOLUCIÓ Sabadell 2003 núm. 34 SEPARATA RESUMEN Los primeros restos fósiles descritos en las dolinas del Pleistoceno inferior de Incarcal corresponden a ele- mentos atribuidos a Pachycrocuta brevirostis. Durante las excavaciones programadas llevadas a cabo en años posteriores en los diferentes yacimientos, se re- cuperó material de este hiénido en los embudos Incar- cal I e Incarcal V. En este artículo se describen estos restos fósiles y, a partir de las observaciones realizadas, se apuntan hipó- tesis de trabajo sobre aspectos relacionados con los há- bitos de caza, dominancia entre especies, cleptoparasi- tismo y transporte de carroñas, entre otros aspectos. En relación al cánido, debido al hecho de corres- ponder a un individuo juvenil, su presencia sólo es in- dicativa de un nuevo taxón, sin poder llegar a mayor determinación taxonómica ABSTRACT The first fossils ever described from the lower Pleis- tocene sinkholes of Incarcal corresponded to the giant hyaena, Pachycrocuta brevirostris. During the syste- matic excavations undertaken in later years at the va- rious sites, fossils of this hyaenid were recovered from the Incarcal I and Incarcal V sinkholes. In this paper we describe these fossils, and from their study we derive working hypotheses about possi- ble predatory behaviour, inter-specific dominance rela- tionships, kleptoparasitism and carcass transport, among other aspects. Concerning the canid, the fact that the fossils co- rrespond to a young individual precludes taxonomic determination at the generic or specific level, so we can only confirm the presence of a member of the dog family at Incarcal. INTRODUCCIÓN Los yacimientos del Pleistoceno inferior de Incarcal (Girona) han proporcionado una variada fauna que tie- ne como principales características el magnífico esta- do de conservación de los fósiles, la alta representación de los elementos anatómicos y la elevada presencia de restos de carnívoros. Así, tanto el felino de dientes de sable (Homotherium latidens) (Galobart, 1996; Antón & Galobart, 1999), como la hiena (Pachycrocuta breviros- tris) (Galobart, 1996) están bien representados, tanto a nivel anatómico como a nivel del número de elementos (Galobart et al., 1990; Maroto & Galobart, 1992). Esta abundancia de restos permite profundizar los estudios de estas dos especies y obtener indicios sobre la pa- 79 PALEONTOLOGIA I EVOLUCIÓ, t. 34 (2003), p. 79-98 Hiénidos y cánidos de los yacimientos de Incarcal (Girona, NE de la Península Ibérica). Una aproximación a la paleobiología del hiénido del Pleistoceno inferior Àngel GALOBART1, Mauricio ANTÓN2 y Julià MAROTO3 1. Institut de Paleontologia M. Crusafont. C/ Escola Industrial, 23. 08201 Sabadell. 2. Departamento de Paleobiología. Museo Nacional de Ciencias Naturales. C/ José Gutiérrez Abascal, 2. 20006 Madrid. 3. Àrea de Prehistòria. Universitat de Girona. Pl. Ferrater Mora,1. 17071 Girona. leobiología de Homotherium latidens y de Pachycrocu- ta brevirostris. En el presente trabajo se describe el material recu- perado de este hiénido y se profundiza en los aspec- tos paleobiológicos y paleobioecológicos de esta es- pecie del Pleistoceno inferior. También se describe el único resto de cánido recuperado en estos yaci- mientos. Es interesante destacar que el primer trabajo de análisis sistemático de los macromamíferos de Incar- cal se centró en buena parte en el estudio de los res- tos de Pachycrocuta brevirostris (Julià & Villalta, 1984). SISTEMÁTICA, ANTECEDENTES Y PROBLEMÁTICA DE PACHYCROCUTA BREVIROSTRIS Orden Carnivora Bowith, 1821 Familia Hyaenidae Gray, 1869 Género Pachycrocuta Kretzoi, 1938 Especie Pachycrocuta brevirostris Aymard, 1853 Antecedentes de Pachycrocuta brevirostris en la Península Ibérica La presencia de Pachycrocuta brevirostris en la Pe- nínsula Ibérica está restringida, al margen de Incarcal, a los yacimientos de Venta Micena y Cueva Victoria, aunque se han citado restos fragmentarios atribuibles a esta especie en el Pleistoceno inferior del Pontón de la Oliva, Madrid (Cabra et al., 1983). En Venta Micena se cita en dos trabajos: Pons-Moyà (1987) y Martínez, (1992). El primer autor crea una nueva subespecie, Pachycrocuta brevirostris ruizi, a partir de una mandíbu- la con los premolares más pequeños que en las formas europeas y asiáticas, mientras que Martínez (1992), en la revisión que efectúa de la fauna para su tesis docto- ral, invalida esta subespecie, pues considera que está basada en un P/4 en estado de germen y sin raíces. De este yacimiento, Martínez (1992) cita la presencia de un cráneo, dos fragmentos de maxilar, cinco fragmen- tos mandibulares y diversos dientes, aunque sólo des- cribe la dentición. Del postcraneal cita diversos restos, aunque sin describirlos. El otro yacimiento corresponde a Cueva Victoria, donde Pons-Moyà (1982) describe un P4/ y la denti- ción inferior, constatando asimismo la presencia de coprolitos. Problemática del género Pachycrocuta El género Pachycrocuta, instaurado por Kretzoi en 1938, se basa en la especie Hyaena brevirostris (Ay- mard, 1853), que es el tipo de Sainzelles. Kretzoi no considera dentro del mismo género ni Hyaena arver- nensis (Croizet y Jobert, 1826) ni Hyaena perrieri (Croi- zet y Jobert, 1826), creando para ellas dos nuevos géneros que son por orden de cita Pliohyaena y Plio- crocuta. Kurtén (1956) no considera válido el género Pachy- crocuta y vuelve a atribuir a Hyaena las especies euro- peas perrieri y brevirostris, junto a las subespecies asiáticas de brevirostris, que son sinensis, licenti, ne- glecta y bathygnata. El género Pachycrocuta vuelve a ser utilizado por Ficarelli & Torre (1970) y es oficialmente reconocido por Galiano & Frailey (1977) y Howell & Petter (1980). Galiano & Frailey (1977) describen la distinción de Pachycrocuta respecto a Hyaena en una mayor am- plitud de los P3/ y P/3, una cresta anterior del P3/ formando como una cresta cortante, y un talónido del M/1 pequeño con el metacónido reducido o au- sente. En el trabajo de Qiu (1987) se vuelven a transferir las especies perrieri y brevirostris al género Pliohyae- na (Kretzoi, 1938), y deja como sinonimia Hyaena, Pachycrocuta y Pliocrocuta, estos dos últimos géne- ros instaurados por Kretzoi al mismo tiempo que Pliohyaena, pero, según Qiu (1987), sólo es válido este último al ser descrito dos páginas antes que los otros. Así, la utilización de uno u otro nombre, creados si- multáneamente, depende del autor, Plyohyaena es uti- lizada por Koufos (1992) y Pachycrocuta por Werdelin & Solounias (1991), Martínez (1992) y Turner & Antón (1996). A falta de una aceptación plena de la nomenclatu- ra propuesta por Qiu (1987), hemos utilizado la termi- nología de Ficarelli & Torre (1970) y Howell & Petter (1980) La diagnosis que aplicamos aquí es la que definen Howell & Petter (1980): grandes hienas con un M/1 lar- go en relación al P/4, en el cual el metacónido se en- cuentra reducido, el trigónido es proporcionalmente largo y el talónido recortado y con las pequeñas cús- pides reducidas. MATERIAL DE PACHYCROCUTA BREVIROSTRIS DE LOS YACIMIENTOS DE INCARCAL Disponemos de 22 restos, procedentes de al me- nos tres embudos. Su relación es la siguiente. Incarcal I IN-I 753: mandíbula izquierda con la serie dentaria de los tres incisivos, un fragmento del canino, los tres premolares y el primer molar. IN-I 955: fragmento de mandíbula izquierda con el ter- cer y cuarto premolar y el primer molar (resto pu- blicado en Julià & Villalta, 1984). IN-I 487: fragmento de mandíbula derecha con las raí- ces del cuarto premolar y parte de los alveolos del tercer premolar y el primer molar. IN-I 533: fragmento de mandíbula izquierda con restos de la raíz y parte del alveolo del M/1. IN-I 818: tercer incisivo inferior izquierdo. IN-I 699: tercer premolar inferior izquierdo con frag- mentos de hueso mandibular. IN-I 672: cuarto premolar inferior derecho. IN-I 684: fragmento mesial de un primer molar inferior derecho. IN-I 956: tercerincisivo superior derecho. 80 IN-I 957: canino superior izquierdo. IN-I 175: escápula izquierda. IN-I 305: húmero izquierdo. IN-I 149: séptima vértebra cervical. IN-I 12: escafolunar. IN-I 290: cuboide derecho. IN-I 428: calcáneo izquierdo. IN-I 926: metatarsiano II derecho. IN-I 188: metatarsiano IV izquierdo sin la epífisis distal. Incarcal IV IN-IV 1: tercer incisivo superior derecho (publicado en Julià y Villalta, 1984) IN-IV 4: fragmento mesial de primer molar inferior de- recho (publicado en Julià y Villalta, 1984). Incarcal V IN-V 292: doceava vértebra lumbar. (No se había cita- do material de hiénido hasta el momento en este embudo. Una revisión del material, posterior al tra- bajo de Galobart (1996), permitió el reconocimien- to de este resto). Incarcal embudo no localizado IN-n.l. : escafolunar izquierdo (publicado en Julià y Vi- llalta, 1984). (De este último resto no se ha podido averiguar con precisión su procedencia, siendo re- gistrado como Incarcal no localizado). En base al material identificado de hiena en el total de embudos de Incarcal, se puede establecer un nú- mero mínimo de individuos (N.M.I.) de cinco ejempla- res, que se distribuyen: tres en Incarcal I (determina- dos por la presencia de tres P/3 izquierdos), uno en Incarcal IV y uno en Incarcal V. DESCRIPCIÓN ANATÓMICA: ESQUELETO CRANEAL Mandíbula Existen dos ejemplares de mandíbula bien conser- vados, aunque en estado fragmentario, además de otros dos poco significativos. El primero, IN-I 955, corresponde a un fragmento de hemimandíbula izquierda rota en su parte anterior a nivel del alveolo posterior del P2, el cual conserva par- te de la raíz posterior de este diente, justo al final del M1. Se aprecia el agujero mentoniano debajo del alve- olo de la raíz posterior del P2. Esta mandíbula tiene tres dientes, P3, P4 y M1. To- dos ellos están desgastados, en especial el P4. Ade- más de este desgaste, presentan en la superficie oclu- sal signos de ataque ácido que dificultan en gran medida la observación de la morfología dentaria. El segundo ejemplar, IN-I 753 (fig. 1; lám. 1, A1, A2 y A3), es el más entero, aunque se encuentra bastante fragmentado y ha requerido un largo y delicado proce- so de restauración. De esta hemimandíbula izquierda se conservan los tres incisivos y un fragmento del ca- nino, en estado germen, así como la serie dentaria P2- M1 incluida en el fragmento óseo mandibular, a dife- rencia de los tres incisivos que se encuentran unidos entre sí aunque sin matriz ósea mandibular. El frag- mento está roto justo por delante del P2 y, por el otro lado, al inicio de la rama ascendente. Los premolares y el molar, poco gastados, y el canino, en estado ger- men, parecen verificar que corresponde a un adulto joven. Las dos mandíbulas son robustas, aunque no tan- to como la mandíbula tipo de Sainzelles (tabla 1). IN-I 487 es un fragmento de hemimandíbula dere- cha con P3 y M1. Su espesor máximo es 27,2 mm, prácticamente igual al de las otras dos mandíbulas (ta- bla 1). 81 FIG. 1. Mandíbula de Pachycrocuta brevirostris de Incarcal IN-I 753. El último resto, IN-I 533, corresponde a un peque- ño fragmento de hemimandíbula que conserva los al- veolos del M1. Dentición inferior Incisivos I/1 Tenemos un solo I/1, que corresponde a la mandí- bula IN-I 753 (lám. 1, B1 y B2). La cúspide está daña- da por el ataque químico sufrido, siendo difícil de ob- servar su morfología. Tiene unas dimensiones más reducidas que el I/2 de la misma mandíbula (tabla 2). I/2 En el segundo incisivo inferior IN-I 753 (lám. 1, B1 y B2) la corona presenta una morfología parecida a los I/3, con una cúspide principal y un dentículo accesorio bien marcado. El resto de morfología de la cúspide se ha perdido debido a la degradación que ha sufrido el esmalte. I/3 Las dos piezas correspondientes al tercer incisivo inferior (IN-I 753, IN-I 818) son izquierdas (lám. 1, B1 y B2). Tienen una raíz muy alargada y vertical, caras aplanadas y sección subtriangular. La corona presenta una cúspide principal levantada con dos aristas trans- versales; la interna es un poco más corta que la exter- na, terminando esta última con un dentículo accesorio bien marcado. La primera termina en un tubérculo in- cipiente. Hay mucha diferencia de medida entre los dos in- cisivos (tabla 2), aunque este hecho podría indicar sólo una amplia variación individual en esta especie. El inci- sivo más grande (IN-I 818) presenta desgaste en la cúspide y en el dentículo. Canino inferior El único canino inferior (IN-I 753) conservado es una pieza muy fragmentada que sólo nos da una idea de su notable tamaño, muy superior a los terceros in- cisivos inferiores y superiores y al P2 inferior. Su esta- do no permite obtener ninguna medida. Premolares P/2 El segundo premolar inferior (IN-I 753) (tabla 3) es muy estrecho, corto en relación al P3 y bajo de coro- na. Presenta una cúspide principal y dos crestas, una mesial y otra distal. Hay un tubérculo anterior en posi- ción lingual y un tubérculo posterior lingual que forma un dentículo bien diferenciado. El cíngulo distal es in- cipiente. P/3 Se conservan tres P/3 izquierdos (IN-I 699, IN-I 753, IN-I 955) (tabla 4). De ellos, dos tienen la corona bastante gastada (IN-I 699, IN-I 955). El P/3 es un dien- te ancho con una cúspide principal alta en la que no se aprecia el cíngulo basal en posición lingual ni en IN-I 753 ni en IN-I 955. En IN-I 699 sí se insinúa este cín- gulo en la parte anterior, perdiéndose después su mor- fología a causa del ataque químico sufrido por el es- malte. En este diente se observan las crestas mesiales y distales, y en la parte posterior se encuentra un den- tículo bien diferenciado desplazado hacia la parte bu- cal, seguido de un cíngulo distal. P/4 El cuarto premolar inferior es un diente alargado y estrecho, del cual se han identificado tres piezas (IN-I 672, IN-I 753, IN-I 955) (tabla 5). Tiene una sección sub- romboidal con la cúspide central y los dentículos ante- rior y posterior bien diferenciados. Estos dentículos, así como el cíngulo distal que también está bien formado, son muy altos. Las crestas mesial y distal igualmente están bien desarrolladas. IN-I 955 está muy desgastado y fracturado, al igual que el resto de dientes de esta mandíbula, hecho que sólo permite observar la morfología general de la base de la corona. El P/4 de la mandíbula IN-I 753 solamente tiene un leve desgaste plano y horizontal en la cúspide principal y una cierta degradación del esmalte que, no obstan- te, no impide observar la morfología de la corona. 82 IN-I 955 IN-I 753 IN-I 487 Sainzelles Longitud serie P3-M1 76,2 – – – H entre P4-M1 59,0 55,6 – 71 Espesor máximo 27,0 (27,2) (27,2) 25 Longitud serie P2-M1 – 96,1 – – TABLA 1. Medidas de las mandíbulas de Pachycrocuta brevi- rostris del yacimiento de Incarcal I, comparadas con el mate- rial de Sainzelles. IN-I 753 V.M. 2271 V.M. 3548 Sainzelles � mesodistal 18,3 17,7 18,4 19,1 � linguallabial 12,2 12,5 13,5 14,5 TABLA 3. Medidas de los segundos premolares inferiores de hiena de Incarcal. Se comparan con las de Pachycrocuta bre- virostris de Venta Micena (Martínez, 1992) y Sainzelles (Howell & Petter, 1980; Boule, 1893). I/1 I/2 I/3 IN-I 753 IN-I 753 IN-I 753 IN-I 818 � anteroposterior 6,0 7,6 9,1 10,8 � transversal 3,6 6,5 9,2? 10,1 Longitud raíz (cara interna) – 25 32 37 TABLA 2. Medidas de los incisivos inferiores de hiena del ya- cimiento de Incarcal. El P/4 mejor conservado corresponde a IN-I 672 (lám. 1, E1 y E2), una corona sin raíces con un des- gaste parecido al de IN-I 753. Tiene los dentículos an- terior y posterior bien desarrollados y diferenciados, siendo el posterior mayor que el anterior. El cíngulo distal es alto y, asimismo, está bien diferenciado. En posición bucal posterior y al lado del dentículo poste- rior se encuentra un pequeño tubérculo accesorio que no está presente en las otras dos piezas. Molares M/1 Del primer molar inferior se han recuperado cua- tro ejemplares que nos permiten caracterizarmuy bien este diente (IN-IV 4, derecho; IN-I 684, IN-I 753, IN-I 955, izquierdos) (tabla 6). El trigónido es alargado y muy abierto, con un cíngulo meso-bucal que se ob- serva bien en IN-I 753 y en IN-IV 4 (este último publi- cado en Julià & Villalta, 1980, aunque no descrito) (lám. 1, D1 y D2) y con un paracónido bastante en- sanchado y un poco más largo que el protocónido. El talónido, más pequeño (sólo se conserva en IN-I 955 y en IN-I 753), es estrecho y poco desarrollado; cons- ta de una sola cresta y tiene un cíngulo bucal, un hi- pocónido y un pequeño entocónido en el ángulo dis- tolingual. También presenta un metacónido muy incipiente, a excepción de IN-I 753 que no lo presen- ta. Este metacónido incipiente se observa igualmente en el ejemplar tipo de Sainzelles y en Hyaena arver- nensis. Dentición superior Incisivos I3/ Se han recuperado dos terceros incisivos superio- res (IN-IV 1, IN-I 956) (tabla 7). El primero de ellos co- rresponde al ejemplar publicado por Julià & Villalta (1984; lám. 1). Destaca por su tamaño, muy superior al de los incisivos inferiores. La corona está curvada ha- cia el exterior y presenta dos aristas: una interna y una externa. La primera finaliza con un pequeño tubérculo y un cíngulo claro en posición anterior. La segunda está más marcada pero tiene la terminación rota. La raíz del incisivo es grande y su cara interna, plana. El segundo ejemplar, más grande que el primero, proviene en principio del yacimiento de Incarcal I, aun- que al haberse recuperado por medio de una donación no hay una seguridad absoluta del embudo de proce- dencia. Corresponde a un individuo de mayor tamaño que el anterior y con un desgaste más acusado, que se observa claramente en la parte superior de la corona. La arista externa se conserva intacta y termina en la base de la corona con un engrosamiento que forma un tubérculo incipiente. La arista interna sigue la morfolo- gía descrita para el diente anterior. Canino superior Se conserva un solo canino superior (IN-I 957) que está muy roto y tiene un grado de desgaste elevado en 83 IN-I 753 IN-I 699 IN-I 955 VM-2271 VM-3548 Sainzelles � mesodistal 26,3 24,9 24,2 25,2 24,1 26,0 � linguallabial 17,6 17,4 17,6 15,6 16,3 19,0 TABLA 4. Medidas de los terceros premolares inferiores de la hiena de Incarcal. Se comparan con las de Pachycrocuta brevi- rostris de Venta Micena (Martínez, 1992) y Sainzelles (Howell & Petter, 1980; Boule, 1893). IN-I 753 IN-I 672 IN-I 955 VM-2271 VM-3548 Sainzelles � mesodistal 27,1 27,1? 25,9 25,2 25,6 28,0 � linguallabial 16,1 16,0? – 16,2 16,3 17,0 TABLA 5. Medidas de los cuartos premolares inferiores de la hiena de Incarcal. Se comparan con las de Pachycrocuta brevi- rostris de Venta Micena (Martínez, 1992) y Sainzelles (Howell & Petter, 1980; Boule, 1893). IN-I 753 IN-I 955 Sainzelles Valdarno Longitud hilo cortante/Long. total x 100 85,9 84,3 85 83,17/83,63/82,69 Longitud corona 23,8 24,8 25,5 – Incarcal Venta Micena (n=9) Sainzelles Mygdonia IN-I 753 IN-I 955 Máx. Media Mín. GER-157 � meso-distal 27,7 30,0 30,5 29,1 27,8 30,0 29,0 � lingual-labial 15,2 15,5 16,4 14,9 13,2 15,0 14,6 TABLA 6. Medidas de los primeros molares inferiores de hiena de Incarcal, comparados con los de Sainzelles (Howell & Petter, 1980; Boule, 1893), Valdarno, Venta Micena (Pons, 1987; Martínez, 1992) y Mygdonia (Koufos, 1992). su corona. Mantiene toda la raíz, pero ha perdido la morfología de la corona, tanto por acción del des- gaste como por las fracturas. Este desgaste, a dife- rencia del de los terceros incisivos superiores que es plano, es inclinado hacia la parte posterior y lingual del diente. DESCRIPCIÓN ANATÓMICA: ESQUELETO POSTCRANEAL Húmero Hay un único húmero (IN-I 305) (lám. 2) (tabla 8). Es robusto y fuerte, y su epífisis proximal es grande en re- lación al total del hueso. El trocánter mayor, mal con- servado, forma una apófisis elevada y cortante para re- cibir la cabeza articular. El trocánter menor también es voluminoso. La forma general de la cabeza articular, en norma superior, es subromboidal. La diáfisis es ancha en la mitad superior, con una cresta deltoide bien marcada. En la epífisis distal, el foramen supratroclear tiene forma circular y atraviesa el hueso y se encuentra si- tuado en posición mediana externa e inmediatamente por encima del cóndilo. La fosa oleocraneana es gran- de y profunda. El labio interno de la tróclea articular presenta una cresta cortante bien marcada, con las inserciones musculares sobre la epitróclea bien mar- cadas. Vértebras De las piezas vertebrales de carnívoros recupera- das en los diferentes embudos de Incarcal, sólo se han podido seleccionar dos que por su tamaño y morfolo- gía pueden identificarse como de P. brevirostris. IN-V 292 corresponde a una vértebra lumbar 12 e IN-I 149, a una séptima cervical de morfología similar a la de la hiena manchada actual (Crocuta crocuta). Escápula La escápula hallada en Incarcal I se encuentra en mal estado de conservación (IN-I 175) (lám. 3, A) (tabla 9). A pesar de tener la cavidad glenoide rota, faltar el acromion y tener la espina deformada, se puede ob- servar su forma general subcuadrangular (a diferencia de la de la hiena actual, que es trapezoidal) La dirección de la espina es oblicua (divergente al lado inferior). El lado superior es casi perpendicular al lateral, mientras que el inferior es oblicuo. Las fosas espinosas son anchas y profundas, y el cuello del omóplato también es ancho. Escafolunar Se han recuperado dos escafolunares en el yaci- miento de Incarcal (tabla 10). De uno de ellos (IN-n.l.) no se ha podido averiguar el embudo de procedencia y se describió en el trabajo de Julià & Villalta (1984). El otro corresponde a una pieza encontrada en el embu- do Incarcal I (IN-I 12) (fig. 2) (lám. 3, B1, B2 y B3). La superficie articular con el radio es mayor y está menos inclinada que en Crocuta spelaea interme- dia del Pleistoceno medio (Ballesio, 1979). La cavidad destinada a recibir la apófisis estiloide del radio se en- cuentra menos pronunciada que en la especie citada. Por contra, en su cara distal, las dos facetas corres- pondientes al magno y al unciforme presentan una si- milar disposición y un mismo desarrollo. Cuboide Se recuperó un solo cuboide, procedente del em- budo Incarcal I (IN-I 290) (tabla 11) (lám. 4, B1 y B2) (fig. 3). Tiene la faceta para el metatarsiano convexa, a diferencia de Homotherium en donde es plana. La fa- ceta de articulación con el calcáneo es más pequeña que en Homotherium. Este cuboide es más estrecho en vista dorso-ventral y alargado en vista próximo-dis- tal, y no da, por tanto, una impresión tan compacta y masiva como en Homotherium. Calcáneo Se dispone de un solo calcáneo (IN-I 428) (lám. 4, A1 y A2) (fig. 4), que corresponde a un ejemplar adul- to. Su morfología es muy diferente a la de Homothe- rium; es más corto y más estilizado. No tiene la pe- queña faceta para el navicular. El sustentaculum talli es más estrecho y alargado que en Homotherium. Su cara inferior es plana y oblicua hacia el interior en relación al eje del hueso. Las superficies de articu- lación con el astrágalo son casi perpendiculares al eje del hueso (tabla 12). 84 IN-I 956 IN-IV 1 � anteroposterior 17,1 14,8 � transversal 14,1 12,8 � anteroposterior (base corona) 18,6 16,5 Longitud máxima 58,2 55,0 TABLA 7. Medidas de los terceros incisivos superiores de Pachycrocuta brevirostris recuperados en los yacimientos de Incarcal. FIG. 2. Escafolunar de Pachycrocuta brevirostris del yaci- miento de Incarcal I (IN-I 12), vista posterior. Metatarsianos Sólo se han hallado dos metatarsianos de hiena en Incarcal (tablas 13 y 14). Un segundo metatarsiano (IN- I 926) (lám. 4, D1-D3) entero y en buen estado de con- servación, con la línea de epifisización distal aún visi- ble. El otro, un cuarto metatarsiano que corresponde a un ejemplar juvenil sin la epífisis distal (IN-I 188) (lám. 4, C1-C4), tiene la epífisis proximal muy deteriorada, por lo que sólo se pueden obtener dosmedidas. Estos metatarsianos son más largos y comparati- vamente menos robustos que los de la hiena de las ca- vernas, hecho que podría indicar una mayor adapta- ción de P. brevirostris a la carrera. 85 Crocuta P. brevirostris spelaea intermedia IN-n.l. IN-I 12 Mollet I (Serinyà) � transversal máximo 47,2 (45,4) 37,0 � dorsopalmar máximo 34,0 32,1 25,7 � proximodistal máximo 29,0 29,3 22,4 TABLA 10. Medidas de los escafolunares de Incarcal, compa- radas con las de Crocuta spelaea intermedia de la cueva de Mollet I de Serinyà (Julià & Villalta, 1984). P. brevirostris C. crocuta C. crocuta spelaea P.b. sinensis IN-I 305 actual, máx.-mín. Jaurens, máx.-mín. máx.-mín Longitud absoluta 290 208-248 237-241 270-295 � anteroposterior epífisis proximal 186 � transversal máx. de la tróclea 59 � transversal máx. de la epífisis distal 80 47-62,4 55-29 � anteroposterior de la epífisis distal 55 � anteroposterior cabeza articular 66 TABLA 8. Medidas del húmero de Pachycrocuta brevirostris de Incarcal, comparadas con los valores que da Ballesio (1979) para la hiena manchada actual (Crocuta crocuta) y la hiena de las cavernas (C. crocuta spelaea) de la cueva de Jaurens, y con las de Kurtén (1956) para Pachycrocuta brevirostris sinensis. P. brevirostris C. crocuta C. crocuta spelaea IN-I 175 actual Jaurens Longitud absoluta (medida paralela a la espina escapular) 260? 169-225 192-227 Anchura máxima (medida perpendicular al lado posterior) 128? Anchura del cuello del omóplato 51 TABLA 9. Medidas de la escápula de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal, comparadas con los valores propor- cionados por Ballesio (1979) para la hiena manchada actual (Crocuta crocuta), y la hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spe- laea) de la cueva de Jaurens. FIG. 3. Cuboide de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal I (IN-I 290). a: vista medial, b: vista dorsal. FIG. 4. Vista dorsal del calcáneo de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal I (IN-I 428). PALEOBIOLOGÍA DE PACHYCROCUTA BREVIROSTRIS Antecedentes Para llevar a cabo inferencias sobre la paleobiolo- gía de P. brevirostris, es fundamental disponer de da- tos no sólo sobre el cráneo y la dentición, sino también sobre su esqueleto postcraneal, datos que desgracia- damente son bastante escasos. Sólo el yacimiento de Choukoutien ha librado una colección abundante de postcraneal de este hiénido, pero dicha muestra nun- ca ha sido descrita convenientemente; y la monografía de Pei (1934) apenas proporciona unas pocas medidas de una parte ínfima del material. En este contexto, la muestra de Incarcal ofrece datos valiosos que ayudan a configurar una imagen más completa de P. breviros- tris y que incluso en una primera impresión confirman el rasgo más característico de esta especie: su tama- ño gigantesco. La talla descomunal de este hiénido ha sido reco- nocida por los paleontólogos desde que Boule descri- biera la especie en 1893 como “del tamaño de un león”, pero las interpretaciones sobre su paleobiología han sido contradictorias. Kurtén (1968: 66) sugirió que se trataría de un animal más cazador y menos carro- ñero que la hiena manchada (Crocuta crocuta), y de hecho interpretó la extinción de P. brevirostris como el triunfo “del carroñero más especializado” cuando am- bas especies entraron en competencia directa. Otros autores en cambio atribuyen al hiénido fósil un com- portamiento casi exclusivamente carroñero (Palmqvist et al. 1996; Arribas & Palmqvist, 1998). Queda más allá de toda duda que el carroñeo sería una faceta importantísima en la alimentación de P. bre- virrostris, como lo demuestran sus extremas adapta- ciones dentales para la trituración de huesos. En esta discusión nos proponemos más bien determinar si se puede atribuir a este hiénido una importante faceta ca- zadora, como en las actuales hienas manchadas (Cro- cuta crocuta) y a diferencia de las hienas rayadas (Hyaena hyaena) y las hienas pardas (Parahyaena brun- nea). En cuanto a la actividad carroñera, existen consi- derables diferencias entre el comportamiento de las distintas especies actuales: mientras las hienas man- chadas a menudo prospectan en grupo y obtienen muchas de sus carroñas arrebatando las presas a otros predadores, las hienas pardas y rayadas normal- mente prospectan en solitario, y rara vez arrebatan las presas a otros predadores. En esta discusión también nos proponemos investigar si el comportamiento ca- 86 IN-I 290 � transversal máximo 24,1 � dorsopalmar máximo 23,1 � proximodistal máximo 28,0 TABLA 11. Medidas del cuboide de Pachycrocuta brevirostris de Incarcal I. P. brevirostris C. crocuta C. crocuta spelaea IN-I 428 actual Jaurens Longitud total 77,8 58-68,5 64-65 � transversal máximo 31,2 � anteroposterior máximo 37,7 25-28,7 26-28,9 TABLA 12. Medidas del calcáneo de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal, comparadas con los valores que da Ballesio (1979) para la hiena manchada actual (Crocuta crocuta) y la hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea) de la cueva de Jaurens. Mt II P. brevirostris C. crocuta C. crocuta spelaea IN-I 926 actual Jaurens Longitud total absoluta 96,2 74-85 63-73 � transversal de la epífisis proximal 15,1 � dorsopalmar de la epífisis proximal 19,3 � transversal en la mitad de la diáfisis 12,1 9,5-12 11-13 � dorsopalmar en la mitad de la diáfisis 10,2 � transversal de la epífisis distal 18,0 13-15 14-15 � dorsopalmar de la epífisis distal 16,0 TABLA 13. Medidas del segundo metatarsiano de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal, comparadas con los va- lores que da Ballesio (1979) para la hiena manchada actual (Crocuta crocuta) y la hiena de las cavernas (C. crocuta spelaea) de la cueva de Jaurens. Mt IV P. brevirostris C. crocuta C. crocuta spelaea IN-I 188 actual Jaurens � transversal en la mitad de la diáfisis 11,8 9,5-10,5 9-11,5 � dorsopalmar en la mitad de la diáfisis 8,8 TABLA 14. Medidas del cuarto metatarsiano de Pachycrocuta brevirostris del yacimiento de Incarcal, comparadas con los valo- res que da Ballesio (1979) para la hiena manchada actual (Crocuta crocuta) y la hiena de las cavernas (C. crocuta spelaea) de la cueva de Jaurens. rroñero de P. brevirostris se aproximaría más a uno u otro de estos modelos. Anatomía funcional El cráneo y el aparato masticador de P. brevirostris son bien conocidos desde hace más de un siglo, y muestran todas las adaptaciones para triturar huesos que conocemos en las hienas actuales. En el M/1 de Pachycrocuta brevirostris, la longitud relativa del trigó- nido (la parte cortadora) es bastante corta, en torno al 83,5%, inferior al valor medio que presenta Crocuta crocuta (92%), similar al de Parahyaena brunnea (84%) y algo superior al de Hyaena hyaena (79%) (Van Val- kenburgh, 1989). Esto sugiere una menor capacidad para procesar la carne y cortar la piel de las presas que en la hiena manchada, y unos hábitos tal vez más ca- rroñeros. Los restos mandibulares de Incarcal confir- man estas características. En un cráneo de Choukoutien figurado en vista posterior por Pei (1934: 94) se aprecia una zona de in- serción muscular muy desarrollada para los músculos biventer cervicis y complexus. Este rasgo, presente también en las hienas actuales, confirma la gran po- tencia de los extensores del cuello en P. brevirostris, lo cual según Spoor & Badoux (1986) constituye una adaptación para el transporte de carroñas. La única vértebra cervical de Incarcal, IN-I 149, es similar a las de los hiénidos actuales y sugiere un cue- llo largo y potente. La vértebra lumbar IN-V 292, tam- bién semejante a las de los hiénidos actuales, tiene un centro muy corto, sugiriendo una espalda corta y rígi- da. Ambas características de la columna vertebral de los hiénidos han sido interpretadas por Spoor & Ba- doux (1986, 1988) como adaptaciones para el trans- porte de carroñas. La escápula de Incarcal destaca por su tamaño, mucho mayor que en la hiena manchada, y semejante al de la escápula de Choukoutien figuradapor Pei (1934). Al igual que en las hienas modernas, la escá- pula es alta y estrecha, con un glenoide relativamente poco cóncavo. Las fosas espinosas, amplias y profun- das, sirven para el origen de potentes músculos su- praespinatus e infraespinatus, que a su vez insertan en la tuberosidad mayor del húmero. Esta última, al igual que en las hienas modernas, es muy alta y está relati- vamente más desarrollada que en otros carnívoros. Según Spoor & Badoux (1986), el gran desarrollo y la disposición de las inserciones de los músculos su- praespinatus e infraespinatus en la escápula y húmero de las hienas actuales confieren estabilidad a la articu- lación del hombro, compensando la escasa concavi- dad del glenoide, la cual a su vez es una adaptación para transmitir grandes pesos, como ocurre durante el transporte de carroñas. Los huesos del tarso preservados en Incarcal son básicamente similares a los de las hienas actuales, y no sugieren diferencias en cuanto al tipo de locomo- ción. Los metatarsianos destacan por su gran tamaño, pero no son relativamente tan robustos como en la hie- na de las cavernas, asemejándose en este aspecto a los de la hiena manchada actual. Este dato sugiere una capacidad para la carrera mayor que en las hienas de las cavernas, y constituye otra interesante aportación del yacimiento de Incarcal, dado que los metatarsianos de P. brevirostris no se habían descrito previamente. ANÁLISIS DE ACUMULACIONES DEBIDAS A LA ACTIVIDAD DE HIENAS La hipótesis del comportamiento exclusivamente carroñero ha sido elaborada recientemente por Palm- qvist y colaboradores (Palmqvist et al. 1996; Arribas & Palmqvist 1998) a partir del análisis estadístico de los restos de ungulados acumulados en el yacimiento de Venta Micena (Granada). Dichos autores interpretan convincentemente el yacimiento como una zona de cu- biles de hienas y extraen interesantes conclusiones so- bre la selección ejercida por estos predadores del Pleis- toceno inferior sobre sus presas. Los autores señalan una gran similitud entre la composición de la acumula- ción de ungulados de Venta Micena y los porcentajes de presas de distintas tallas carroñeadas por hienas man- chadas actuales (Palmqvist et al., 1996: 530), lo que para ellos demuestra que la acumulación de Venta Mi- cena consiste exclusivamente de piezas carroñeadas. Ahora bien, nosotros pensamos que si hubiera una aportación de presas cazadas por las propias hienas, di- cha aportación no sería necesariamente detectada por el análisis. Hay que recordar que la acumulación de Venta Micena no refleja en principio lo que las hienas cazaron o carroñearon, sino más bien la parte de todo ello que transportaron de vuelta a sus cubiles. Para este transporte, ejercerían una selección, cuyo efecto se apli- ca tanto a lo que hubieran cazado como a lo que hubie- ran carroñeado, por lo cual los datos de Venta Micena son de distinta naturaleza que los porcentajes ofrecidos por Kruuk (1972) y Henschell & Skinner (1990) –y utiliza- dos por Palmqvist et al. (1996)– sobre hienas actuales, que reflejan observaciones directas sobre el comporta- miento carroñero de estos carnívoros. La comparación directa entre ambos conjuntos de datos puede provocar confusión, y de hecho los autores advierten que la ma- yor escasez de presas pequeñas en la muestra de Ven- ta Micena se debería seguramente a una selección ne- gativa para el transporte, pero a continuación aseguran que este es el único sesgo existente y que para presas con pesos superiores a 50 kg, la acumulación reflejaría fielmente lo que las hienas encontraban, especialmente en forma de carroña. Incluso si aceptamos esa supues- ta ausencia de sesgos, todavía tendríamos que tener en cuenta las diferencias de comportamiento que la misma especie puede mostrar en ecosistemas distintos. Estas diferencias quedan obviadas en los porcentajes ofreci- dos por Palmqvist et al. (1996) porque se trata de pro- medios de los valores obtenidos por distintos autores en distintos espacios naturales. Pero si examinamos los datos originales de Kruuk (1972: 88) observamos que los porcentajes por tallas de las presas carroñeadas son considerablemente distintos entre las poblaciones de hienas de los dos ecosistemas considerados, el Seren- geti y el Ngorongoro. De hecho, los datos sobre presas 87 cazadas (por contraste con las carroñeadas) por las hienas en el Ngorongoro muestran un predominio con- siderable de las presas de gran tamaño, lo que hace que los porcentajes se asemejen más al perfil de la acumu- lación de Venta Micena que al promedio de presas ca- zadas por hienas actuales reflejado en la figura 12 de Palmqvist et al. (1996). Si asumimos que el ecosistema de los alrededores de Venta Micena se mantuvo bási- camente estable durante el tiempo que duró la acu- mulación, entonces los porcentajes observados en la acumulación podrían reflejar la ecología local de P. bre- virostris en esa área, tan particular como lo pueda ser la de las hienas del Ngorongoro o del Serengeti, y por tanto la comparación con un promedio artificial de muestras actuales carecería de significado, y no de- mostraría un comportamiento exclusivamente carroñero. Incluso, podríamos afirmar, con igual fundamento, que la muestra de Venta Micena sugiere un comportamiento cazador de P. brevirrostris, porque, teniendo en cuenta su gran talla sería probable que la aportación provenien- te de sus presas cazadas incrementara el porcentaje de aquellas situadas entre 150 y 400 kg de peso, precisa- mente el segmento mejor representado en la acumula- ción. También conviene precisar que el ecosistema ac- tual del Ngorongoro es en cierto modo atípico por su relativo aislamiento de las llanuras circundantes y podría constituir un modelo menos generalizable para la inter- pretación de ecosistemas del pasado. En cualquier caso, pensamos que la composición de la muestra de ungulados de Venta Micena no arroja pruebas definiti- vas que demuestren si todas las presas fueron carroñe- adas, o si una parte significativa de las mismas fueron cazadas por las hienas. TALLA Y HÁBITOS DE CAZA La relación entre la talla y morfología de las hienas actuales y sus hábitos alimentarios nos puede ofrecer indicios sobre la ecología de las especies fósiles. Como se ha dicho más arriba, Crocuta crocuta, la hiena man- chada, es la cazadora más activa entre los hiénidos ac- tuales, mientras que la hiena parda (Parahyaena brun- nea) y la hiena rayada (Hyaena hyaena) son mucho más carroñeras y en general sólo cazan de manera ocasional (Kingdon, 1977 o 1971-82; Rieger, 1981; Mills, 1989, 1990). En cuanto a su morfología, la principal diferencia entre la hiena manchada y las otras dos especies es el mayor tamaño y robustez de la primera (Spoor, 1985; Mills, 1990). No solamente la hiena manchada es mayor que las otras dos especies en tamaño absoluto, y sus huesos son más robustos, sino que los segmentos dis- tales de sus extremidades son proporcionalmente bas- tante más cortos que en la hiena rayada (Kurtén, 1956; Hendey, 1974; Spoor, 1985), un rasgo que normalmen- te se asocia con una capacidad menor para la carrera, y que no es lo que se esperaría a priori de la especie más cazadora de la familia (la hiena parda ocupa una posi- ción intermedia en sus proporciones corporales entre las otras dos especies). Pero esta contradicción es sólo aparente: en realidad, la constitución grácil y el menor peso corporal de las especies menores hace que su lo- comoción sea más eficiente, permitiéndoles recorrer enormes distancias en busca de un recurso tan disper- so como es la carroña. La hiena manchada, por su par- te, recorre menores distancias, y su corpulencia y fuer- za le permiten derribar a los ungulados que le sirven de presa (Spoor, 1985; Mills, 1989, 1990). A pesar de estas evidencias procedentes del estu- dio de las hienas actuales, en la bibliografía paleonto- lógica se perpetúa el tópico de que la capacidad para la caza activa siempre debe ir acompañada de una mayor adaptación cursorial. Por ejemplo, Werdelin& Solounias (1996) especulan sobre el comportamiento de la hiena turoliense Adcrocuta eximia, y concluyen que, debido a su postcraneal robusto y poco cursorial y a su gran talla (en realidad semejante a la de la actual hiena manchada), no podría cazar activamente, y “sim- plemente se movería pesadamente hasta las carroñas, apropiándose de lo que quisiera en virtud de su mero tamaño”. Si tenemos en cuenta que muchas de las ca- rroñas disponibles para Adcrocuta estarían defendidas por uno o varios macairodontinos de afilados colmillos y del tamaño de un león, la estrategia descrita resulta bastante poco prometedora, especialmente si supone- mos que el hiénido prospectaba en solitario. DOMINANCIA ENTRE ESPECIES Y HÁBITOS DE CAZA Otro aspecto interesante son las relaciones entre las hienas actuales y los otros predadores de su eco- sistema, y cómo estas relaciones afectan a sus hábitos alimentarios. La imagen habitual de la hiena rayada es la de un discreto carroñero que sólo ocasionalmente caza algu- na presa de pequeño tamaño, y esta imagen coincide con la realidad en los espacios naturales del Este de África (Kruuk, 1976). Sin embargo, en otras partes de su área de distribución, especialmente en Argelia, Israel, Pakistán y la India, la hiena rayada resulta ser un animal bastante más agresivo, que llega a atacar a ma- míferos de la talla de un asno adulto, e incluso a arrebatar sus piezas a los leopardos (Pocock, 1941; Roberts, 1977; Rieger, 1981; Thapar, 1986; Kingdon, 1990; Kowalski & Rzebik-Kowalska, 1991). Este com- portamiento descarado de las hienas rayadas nortea- fricanas y asiáticas parece deberse simplemente a que están libres de la competencia de sus primas domi- nantes las hienas manchadas. Esta plasticidad en el comportamiento de la hiena rayada es un dato interesante porque nos demuestra que la proclividad a la caza no es un rasgo genético exclusivo de las hienas manchadas y completamente ausente en las otras especies, sino que es un potencial que se expresa en mayor o menor medida según la in- fluencia de condicionantes ecológicos. TALLA, MORFOLOGÍA Y HÁBITOS DE CAZA EN P. BREVIROSTRIS Si intentamos aplicar las observaciones anterio- res a la interpretación de la conducta de P. breviros- 88 tris, nos encontramos con las siguientes considera- ciones. En primer lugar, la talla y la morfología del esquele- to en P. brevirostris se aproximan al modelo de C. cro- cuta más que a ninguna otra especie de hiénido, y de hecho muestra las mismas características en un grado exagerado. Aquí cabe preguntarse si, pasado cierto lí- mite, la corpulencia y robustez no se convierten en un problema más que en una ventaja para la caza activa. Si éste fuera el caso, entonces las poblaciones del Pleistoceno europeo de Crocuta crocuta se enfrentaron a los mismos problemas que P. brevirostris, puesto que desarrollaron la misma tendencia al aumento de talla y al acortamiento de los segmentos distales de las extre- midades (Ballesio, 1979; Cardoso, 1993). ¿Significa esto que las hienas manchadas de Europa abandona- ron los hábitos cazadores de sus parientes africanas? Esto implicaría postular dos modelos etológicos radi- calmente distintos para dos poblaciones de la misma especie, un concepto difícil de aceptar. Resulta más parsimonioso suponer que el comportamiento de las hienas manchadas europeas fuera básicamente similar al de otras poblaciones, y si aceptamos esto, entonces está claro que las robustas proporciones corporales de P. brevirrostris no serían un serio impedimento para desarrollar una estrategia de supervivencia similar. Cabe señalar, en cualquier caso, que recientemente Baryshnikov (1999) ha sugerido que la hiena de las ca- vernas en realidad pertenece a una especie distinta que las hienas manchadas actuales, aunque las evidencias que presenta para ello son claramente discutibles. En realidad, la gran robustez de P. brevirostris pudo ser un obstáculo para llevar una vida más carroñera, como la de las hienas pardas o rayadas actuales. Uno de los principales requerimientos de un carroñero es una locomoción eficiente, el mejor ejemplo de lo cual lo constituyen los buitres (Houston, 1979). Cuanto más cortos sean los segmentos distales de las extremi- dades, y mayor el peso corporal, mayor es el coste energético de la locomoción, y recorrer las enormes distancias que requiere la prospección de carroñas probablemente dejaría a P. brevirrostris exhausta. Sin embargo, esta desventaja podría quedar en parte compensada si Pachycrocuta, más que prospectar al azar, se dirigiese de forma más o menos certera a los escenarios de las matanzas de otros carnívoros (Palm- qvist, comunicación personal). Respecto a las relaciones de jerarquía entre espe- cies de carnívoros, está claro que P. brevirrostris era, con diferencia, la hiena dominante en los ecosistemas que habitaba, al menos hasta la aparición de la hiena de las cavernas. Esta posición de dominio favorecería un comportamiento agresivo y activamente cazador. Pero la caza no es la única actividad donde la agresivi- dad y la talla de un hiénido le pueden conferir ventajas. COMPORTAMIENTO GRUPAL, CAZA Y CLEPTOPARASITISMO La gran talla y el hábito de prospectar en grupo no sólo benefician a las hienas manchadas a la hora de cazar ungulados, sino que también les permiten arre- batar sus presas a otros grandes predadores. Las otras especies de hienas también pueden arrebatar las presas a otros carnívoros, pero sólo si se trata de es- pecies de menor talla. Una hiena parda o una hiena ra- yada pueden robarle la presa ocasionalmente a un leo- pardo, pero sólo las hienas manchadas se apropian con relativa frecuencia de las presas de los otros gran- des depredadores sociales: el licaón y el león. Este tipo de comportamiento, llamado cleptoparasitismo, puede llegar a ejercer una presión muy considerable en otras especies, y recientemente se ha descubierto que es el principal factor de control sobre los licaones en varias zonas de África (Creel & Creel, 1995; Gorman et al., 1998). La gran talla de P. brevirostris sería evidentemente ventajosa para desplegar un comportamiento de este tipo. Sin embargo, el otro requisito necesario para ejercer el cleptoparasitismo es el comportamiento gru- pal. A pesar de su enorme tamaño, parece muy impro- bable que un individuo de P. brevirostris pudiera salir victorioso en una confrontación con un félido de dien- tes de sable de la talla de un león como Homotherium latidens, máxime si tenemos en cuenta que existen in- dicios de que estos macairodontinos podrían, a su vez, ser sociables (Turner & Antón, 1997, 1999). Algunos aspectos de la composición de la muestra de ungulados de Venta Micena resultan interesantes al hilo de esta discusión. Por ejemplo, la abundancia de grandes ungulados y la casi total ausencia de presas pequeñas nos recuerda los cubiles de hienas mancha- das actuales del Kalahari, en los cuales predominan los restos de grandes presas. Por el contrario, en los cubi- les de hiena parda de la misma región, predominan los restos de presas pequeñas (Mills, 1990). Esto refleja las diferencias en el comportamiento de ambas especies: la hiena manchada prospecta en grupo (casi siempre), lo que le permite abatir ungulados de mediana y gran talla, y arrebatar las presas, especialmente medianas y grandes, a otros predadores. Cuando las hienas man- chadas capturan o roban una presa pequeña, el grupo consume la carcasa en el sitio sin dejar prácticamente restos que puedan ser transportados al cubil. Las hie- nas pardas, por su parte, prospectan en solitario, y sus posibilidades de hacerse con un ungulado grande son menores, porque les es muy difícil cazarlo o arrebatár- selo a otros carnívoros sin la ayuda del grupo. Pero cuando consiguen una pieza pequeña, no tienen la presión del grupo para devorarla in situ, y la transpor- tan tranquilamente de vuelta al cubil (Mills 1990: 208). Así pues, la composición de la muestra de Venta Mice- na se explicaría más fácilmente si suponemos que P. brevirostris prospectabaen grupo, tal y como propo- nen Turner & Antón (1996), y llevaba a cabo un carro- ñeo agresivo, probablemente lo bastante sistemático como para considerarse cleptoparasitismo. Ahora bien, sería contradictorio atribuir a un animal la organi- zación y agresividad necesaria para atacar en grupo a otros predadores y arrebatarles las presas, y negar sin embargo la posibilidad de que usara esas mismas fa- cultades para obtener sus propias presas. 89 LECHE MATERNA Y TRANSPORTE DE CARROÑAS Con respecto a acumulaciones como la de Venta Micena o la de Choukoutien, que evidencian la cos- tumbre de P. brevirostris de transportar carroñas a sus cubiles, cabe mencionar el hecho de que las hienas pardas y rayadas actuales muestran una mayor ten- dencia a ese tipo de comportamiento que las hienas manchadas. Por lo demás, las impresionantes acumu- laciones de restos de ungulados atribuidas a la hiena de las cavernas, es decir, a la hiena manchada euro- pea, en diversos yacimientos del Pleistoceno superior, también indican una diferencia de comportamiento respecto a las poblaciones africanas actuales. Es pro- bable que el hábito de transportar carroñas sea ances- tral entre las hienas actuales puesto que todas ellas comparten rasgos del esqueleto postcraneal interpre- tadas convincentemente por Spoor (1985) y Spoor & Badoux (1988, 1989) como adaptaciones para dicha actividad, como hemos visto anteriormente. La cerca- nía filogenética de P. brevirrostris con las hienas ac- tuales (Werdelin & Solounias, 1989) y las evidencias del esqueleto postcraneal, especialmente algunos datos de Incarcal comentados más arriba, dejan claro que las mismas adaptaciones estaban presentes en este hiénido fósil. Una razón por la que este hábito se ha atenuado en C. crocuta parece ser la prolongada de- pendencia de la leche materna que desarrollan los ca- chorros de esta especie. La leche de las hienas man- chadas es extraordinariamente nutritiva, y permite que los cachorros lleguen hasta los 12 meses de edad sin comer prácticamente otra cosa (Hofer & East, 1993). Si esta particular adaptación no existía en P. brevirostris, entonces sería sencillo explicar su tendencia a trans- portar carroñas al cubil. Sin embargo, la presencia del mismo hábito en las hienas manchadas europeas pone en entredicho esta explicación, y se hace necesario plantear hipótesis adicionales, tales como la ya men- cionada de que la hiena de las cavernas perteneciese a una especie distinta a la hiena manchada actual (Baryshnikov, 1999), o bien la posibilidad, difícil de de- mostrar, de que hubiera factores ambientales que afectaran a los hábitos de cría y la riqueza de la leche materna de las hienas de modo diferente para las po- blaciones de clima templado respecto a las tropicales. CANIDAE INDETERMINADO Familia Canidae Gray, 1821 Género y especie indet. Material Sólo un resto de los recuperados en los yacimien- tos de Incarcal ha podido adscribirse a un cánido. Se trata de un fragmento de húmero infantil (IN-I 663), al cual le falta la epífisis proximal. La epífisis distal no está epifisada y la diáfisis, muy fragmentada. La falta del foramen supracondilar permite su identificación como cánido. Debido a que corresponde a un individuo infantil, sus medidas no son indicativas, y por su estado de conservación, su morfología no está suficientemente definida. Otro resto podría ser identificado como canidae in- det. Esta segunda pieza se halló en contacto con la an- terior, y corresponde a la epífisis proximal de un fémur (IN-I 668) de un individuo infantil sin epifisar. No obs- tante no se conserva ninguna característica morfoló- gica que nos permita identificar con seguridad esta pieza, sólo las similitudes de tamaño, estado de con- 90 FIG. 5. Correlación entre la longitud y la anchura de los M/1 para las especies Pachycrocuta brevirostris y Pachycrocuta perrieri. En línea discontinua se dibujan las elipses equiprobables que contienen el 95% de la población. servación y proximidad, nos permiten hablar del fémur en este apartado. SÍNTESIS Y CONCLUSIONES El material de hiena que ha proporcionado los ya- cimientos de Incarcal presenta una morfometría propia de la especie Pachycrocuta brevirostris común en los yacimientos del Pleistoceno inferior de Europa y Asia. En las tablas comparativas para la dentición (apéndi- ces I y II) se observa que los valores medidos en las pie- zas de Incarcal son próximos a los descritos para los es- pecímenes del Pleistoceno inferior. Para cuantificarlo, hemos construido las gráficas de las figuras 5-7. En ellas se representan las medidas de la longitud y la anchura de los terceros y cuartos premolares y del primer molar de los especímenes adscritos a P. brevirostris y a P. perrie- ri (apéndice III) de los yacimientos europeos y asiáticos. 91 FIG. 7. Correlación entre la longitud y la anchura de los P/4 para las especies Pachycrocuta brevirostris y Pachycrocuta perrie- ri. En línea discontinua se dibujan las elipses equiprobables que contienen el 95% de la población. FIG. 6. Correlación entre la longitud y la anchura de los P/3 para las especies Pachycrocuta brevirostris y Pachycrocuta perrie- ri. En línea discontinua se dibujan las elipses equiprobables que contienen el 95% de la población. A excepción de un solo molar, los valores de los premolares y molares de Incarcal se encuentran situa- dos dentro de la elipse que contiene el 95% de los valores de la especie (figs. 5, 6 y 7). Asimismo, los va- lores se separan claramente de los que nos proporcio- nan los individuos de la especie P. perrieri. Del esqueleto postcraneal, destacamos la longitud del húmero, que supera casi todas las medidas obte- nidas, tanto para las especies fósiles como para las actuales (apéndice IV). Sólo los valores extremos de la subespecie asiática de P. brevirostris son comparables a los de Incarcal. Los fósiles de Incarcal aportan datos importantes sobre la anatomía funcional de P. brevirrostris, y confir- man que se trata del hiénido más grande conocido y que tenía las mismas adaptaciones para el consumo y transporte de carroñas que caracterizan a las tres es- pecies actuales. Las mayores semejanzas en cuanto a la anatomía postcraneal son con la hiena manchada, que es la cazadora más activa entre las especies ac- tuales, pero la carnicera de P. brevirostris tiene una hoja cortante relativamente corta, lo que la asemeja a las hienas carroñeras. Este último dato y el hábito de trans- portar carroñas a sus cubiles, que se atribuye a P. bre- virostris, plantean la duda sobre si su comportamiento sería exclusivamente carroñero o si tendría una impor- tante faceta cazadora. Nuestra revisión de los datos de las acumulaciones atribuidas a P. brevirostris sugiere que dichas acumulaciones no aportan pruebas claras sobre el comportamiento más o menos carroñero del 92 P/2 L P/2 A P/3 L P/3 A P/4 L P/4 A M/1 L M/1 A Incarcal IN-I 753 Galobart 18,2 12,2 26,3 17,6 27,1 16,1 27,2 15,2 Incarcal IN-I 699 Galobart 24,9 17,4 Incarcal IN-I 672 Galobart 27,1 16,0 Incarcal IN-I 955 Galobart 24,2 17,6 25,9 - 30,0 15,5 Mygdonia GER-157 Koufos 26,8 17,0 29,0 14,6 VM VM-2271 Martínez 17,7 12,5 25,2 15,6 25,2 16,2 27,8 13,7 VM VM-3548 Martínez 18,4 13,5 24,1 16,3 25,6 16,3 28,8 14,6 VM VM-2272 Martínez 24,0 15,3 27,8 14,2 VM VM-2275 Martínez 30,4 15,8 VM VM-2274 Martínez 29,5 15,0 VM VM85c3sn Martínez 30,5 16,4 VM VM85c396 Martínez 28,8 14,9 VM VM-2276 Martínez 29,5 15,2 VM VM85c3sn Martínez 29,1 14,5 Sainzelles Boule 19,0 14,5 26,0 19,0 28,0 17,0 30,0 15,0 Siwaliks GSI D.102 Howell 19,8 13,7 26,6 16,5 27,9 19,3 30,9 Nihowan Nih. 172 Qiu 23,9 16,5 25,2 16,3 28,8 15,6 Nihowan V 7293 Qiu, 16,4 12,1 23,7 16,7 26,0 16,8 Chouk I Howell/Qiu 18,0 9,0 24,0 17,0 27,3 17,1 29,0 15,5 Chouk I Howell/Qiu 18,0 13,2 26,0 18,0 28,0 18,0 C Victoria 1a Pons-Moyà 24,7 19,4 28,3 18,0 30,6 15,6 C Victoria 1b Pons-Moyà 28,0 19,5 APÉNDICE I. Medidas de la dentición inferior de los ejemplares atribuidos a Pachycrocuta brevirostris de los yacimientos euro- peos y asiáticos(Galobart, 1996; Koufos, 1992; Martínez, 1992; Boule, 1893; Howell, 1960; Qiu, 1987; Pons-Moyà, 1982). Hilo Hilo M1/ A P2/ A P3/ A P4/ A P3/ L M1/ M/1 LM1 L P2 L P3 L P4 A P4 L P4 Incarcal IN-I 753 Galobart 23,8 87,5 67,0 66,9 59,4 109,3 100,4 Incarcal IN-I 699 Galobart – – – 69,9 – – – Incarcal IN-I 672 Galobart – – – – 59,0 – – Incarcal IN-I 955 Galobart 24,8 82,7 – 72,7 – – 115,8 Mygdonia GER-157 Koufos – – – – 63,4 – 108,2 VM VM-2271 Martínez – – 70,6 61,9 64,3 96,3 110,3 VM VM-3548 Martínez – – 73,4 67,6 63,7 100,0 112,5 VM VM-2272 Martínez – – – – 63,8 – 115,8 Sainzelles Boule 25,5 85,0 76,3 73,1 60,7 111,8 107,1 Siwaliks GSI D102 Howell – – 69,2 62,0 69,2 85,5 110,8 Nihowan Nih. 172 Qiu 24,0 83,3 – 69,0 64,7 101,2 114,3 Nihowan V 7293 Qiu – – 73,8 70,5 64,6 99,4 – Chouk I Howell/Qiu 25,4 87,6 50,0 70,8 62,6 99,4 106,2 Chouk I Howell/Qiu – – 73,3 69,2 64,3 100,0 – C Victoria 1a Pons-Moyà – – – 78,5 63,6 107,8 108,1 C Victoria 1b Pons-Moyà – – – – 69,6 – – APÉNDICE II. Variación de los índices dentales de los especímenes de Pachycrocuta brevirostris de los yacimientos europeos y asiáticos (Galobart, 1996; Koufos, 1992; Martínez, 1992; Boule, 1893; Howell, 1960; Qiu, 1987; Pons-Moyà, 1982). animal, mientras que un repaso de la ecología compa- rada de los hiénidos actuales sugiere que la gran talla y robustez de P. brevirostris favorecería el carroñeo agre- sivo y la caza activa, y que ambas actividades se bene- ficiarían de una hipotética prospección en grupo. Estas hipótesis son claramente especulativas y sólo podrán ponerse a prueba con el descubrimiento de nuevos fó- siles que aporten datos adicionales sobre la anatomía de P. brevirostris y sobre la naturaleza de las acumula- ciones de huesos que se le atribuyen. En relación al pequeño cánido, su presencia sólo es indicativa de un nuevo taxón en los yacimientos de Incarcal, sin poder llegar a determinar el género. AGRADECIMIENTOS Trabajo financiado gracias al proyecto BOS2001- 1044 del Ministerio de Ciencia y Tecnología. BIBLIOGRAFÍA ANTÓN, M., & À. GALOBART (1999). Neck function and predatory behavior in the scimitar toothed cat Ho- motherium latidens (Owen). Journal of Vertebrate Paleontology, 19 (4): 771-784. ARRIBAS, A., & P. PALMQVIST (1998). Taphonomy and pa- laeoecology of an assemblage of large mammals: hyaenid activity in the Lower Pleistocene site at Venta Micena (Orce, Guadix-Baza basin, Granada, Spain). Geobios, 31 (3) supplément: 3-47. BALLESIO, R. (1979). Le gisement Pléistocène supèrieur de la Grotte de Jaurens a Nespouls, Corrèze, Fran- ce: Les carnivores (Mammalia, Carnivora). I. Cani- dae et Hyaenidae. Nouv. Arch. Mus. Hist. Nat. Lyon, 17: 25-55. BARYSHNIKOV, G. (1999). Chronological and geographi- cal variability of Crocuta spelaea (Carnivora, Hyeni- dae) from the Pleistocene of Russia. Deinsea, 6: 155-174. BOULE, M. (1893). 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P/3 L P/3 A P/4 L P/4 A M/1 L M/1 A Hajnavka Qiu 20,5 13,6 23,1 13,5 – – Villarroya 1764 Qiu 20,8 13,5 23,0 13,6 – – Villarroya V 132 Qiu 21,6 12,7 – – 26,2 12,5 Yushe V 7290 Qiu 20,1 14,0 22,8 14,5 24,5 12,9 Yushe V 7290 Qiu 20,3 14,1 22,6 14,6 24,3 12,8 Yushe V 7291 Qiu – – – – 26,8 13,6 Nihowan V 7292 Qiu 21,3 14,9 22,7 15,2 25,6 13,8 Les Etouaires 211223 Qiu 20,3 14,9 23,9 14,5 26,0 13,0 Les Etouaires 832 Qiu 22,2 15,1 24,6 14,7 25,5 12,6 St Vallier 161760 Qiu 20,5 14,8 23,3 15,0 26,7 13,0 St Vallier 161768 Qiu 20,8 15,0 22,4 14,9 – – St Vallier 161770 Qiu 20,9 14,8 22,7 14,3 24,8 12,2 St Vallier 161771 Qiu 20,4 14,5 22,7 14,8 – – St Vallier ? Qiu 20,9 14,9 23,5 15,0 25,6 13,0 Mygdonia GER-158 Koufos 19,5 13,7 22,2 13,4 23,4 12,0 APÉNDICE III. Medidas de la dentición inferior de los ejemplares atribuidos a Pachycrocuta perrieri de los yacimentos europeos y asiáticos (Koufos, 1992; Qiu, 1987). ble to kleptoparasitism by hyaenas. Nature, 391: 479-481. HENDEY, Q. (1974). 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A4: hú- mero IN-I 305, vista lateral. 97 LÁMINA 3. A: escápula IN-I 175. B1: escafolunar IN-I 12, vista superior. B2: escafolunar IN-I 12, vista lateral. B3: escafolunar IN-I 12, vista inferior. LÁMINA 4. A1: calcáneo derecho IN-I 428, vista dorsal. A2: calcáneo derecho IN-I 428, vista ventral. B1: cuboide IN-I 290, vista proximal. B2: cuboide IN-I 290, vista lateral. C1: cuarto metatarsiano IN-I 188, vista medial. C2: cuarto metatarsiano IN-I 188, vis- ta lateral. C3: cuarto metatarsiano IN-I 188, vista dorsal. C4: cuarto metatarsiano IN-I 188, vista ventral. D1: segundo metatar- siano IN-I 926, vista lateral. D2: segundo metatarsiano IN-I 926, vista dorsal. D3: segundo metatarsiano IN-I 926, vista ventral. 98
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