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MODELO DE ATENCION SALUD MENTAL INTRESS 2014

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MODELO DE ATENCIÓN 
EN SALUD MENTAL 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ENERO, 2014 
 
 
 
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ÍNDICE 
 Pag. 
A) INTRODUCCIÓN 
 
INTRODUCCIÓN ………………………………………………………….. 3 
 
B) RESULTADOS 
 
1. RESULTADOS ………………………………………………………….. 8 
 
C) ENFOQUE 
 
2. ANTECEDENTES …………………………………………………………... 12 
 
3. FILOSOFÍA ATENCIONAL ……………………………………………….. 20 
 Aspectos clave del Modelo ……………………………………………. 20 
 Misión, visión y valores ………………………………………………….. 22 
 
4. LOS ACTORES ……………………………………………………………. 23 
 Descripción del colectivo de personas 
con trastorno mental grave …………………..………….. 23 
 Necesidades específicas de este colectivo …………………………… 27 
 
5. PRINCIPIOS ORIENTADORES …………………………………………. 33 
 
6. PRINCIPIOS TEÓRICOS ………………………………………………….. 37 
 Modelos de vulnerabilidad y estrés …………………………………… 37 
 Modelo de recuperación ………………………………………………... 39 
 Modelo comunitario ……………………………………………………... 42 
 Modelo de competencia ………………………………………………... 42 
 
7. ESTILO DE ATENCIÓN …………………………………………………… 45 
 
D) DESPLIEGUE 
 
8. PROCESOS DE ATENCIÓN ………………………………………………. 49 
 
 
E) EVALUACIÓN 
 
9. INDICADORES Y METAS ………………………………………………... 66 
 
F) REVISIÓN 
 
10. REVISIÓN Y MEJORA ……………………………………………………... 69 
 
 
 
 
 
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INTRODUCIÓN 
 
 
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El Instituto de Trabajo Social y de Servicios Sociales (Intress) es una asociación 
independiente de profesionales constituida como una entidad sin finalidad lucrativa y 
su objetivo es contribuir a la promoción y a la mejora de la calidad técnica de los 
servicios de bienestar social y del desarrollo comunitario. 
 
Intress fue creada en diciembre del año 1984, en Barcelona, como una propuesta 
innovadora en el campo de los servicios sociales planteada por un grupo de 
profesionales con experiencia en el sector y durante los primeros años de 
funcionamiento de la entidad (1984-1988) Intress desarrolló una intensa actividad de 
formación de profesionales en el ámbito de todo el Estado. Los cursos se centraban, 
fundamentalmente, en la planificación, organización y supervisión en servicios sociales 
y también en las metodologías de intervención. El marco teórico sirvió de base a la 
práctica, y ésta retroalimentó la teoría. 
 
También se inició entonces la línea de publicaciones de Intress, a partir de textos 
originales, fruto de investigaciones y experiencias propias en el campo social. 
 
En el año 1988, Intress asume por primera vez la gestión de un servicio público para el 
Ayuntamiento de Barcelona. Inicia así la línea de trabajo de gestión de servicios que 
desde entonces ha ido creciendo y desarrollándose. 
 
Para ampliar su presencia en el Estado e incrementar la gestión de servicios realizada 
Intress creó otras sedes territoriales: en 1989 en Palma de Mallorca y en 1990, en 
Madrid y enfocó su atención hacia cuatro áreas que desde el inicio han estado 
priorizadas: 
 
- Área de infancia y familia. 
- Área de personas mayores. 
- Área de promoción de la mujer y respuestas a la violencia. 
- Área de Salud Mental. 
 
Además de la gestión de servicios del área de salud mental, y del resto de las áreas, la 
labora asociativa de Intress supone un trabajo para estar presentes en el tercer sector 
y defender el estado de bienestar, mejorando la satisfacción de todos sus grupos de 
interés. 
 
Así, este compromiso social de Intress se manifiesta por su participación en múltiples 
plataformas, asociaciones y foros del tercer sector, y además Intress forma parte del 
Consejo Estatal de ONG de Acción Social, órgano consultivo de la Administración 
General del Estado, así como en consejos locales de bienestar social. El 
reconocimiento de Entidad de Utilidad Pública en el año 2004, así como la obtención 
 
 
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de varios Premios de Calidad y del sello +200 EFQM, son estímulos que ayudan a 
avanzar en este compromiso. 
 
Intress, además, dispone de un Código Ético que define el conjunto de compromisos 
éticos que, derivados de los valores, adquiere la organización frente a todos los grupos 
de interés. La difusión, implantación y cumplimiento del Código Ético se asegura a 
través de un Comité de Ética propio. 
 
Volviendo al área de salud mental, en el año 1990 Intress empezó a gestionar 
recursos para personas con trastorno mental grave, siendo el punto de partida de este 
Área de Personas con Enfermedad Mental. Al comienzo la atención se desarrolló 
desde los Centros de Rehabilitación Psicosocial en Madrid. Con posterioridad, en el 
año 1999, Intress comenzó a gestionar su primer dispositivo residencial, al que más 
tarde, a partir de 2002, se añadieron recursos de rehabilitación laboral, de soporte 
social y apoyo comunitario. Poco a poco se sumaron equipos específicos para trabajar 
en el propio contexto de vida de las personas atendidas; o en ámbitos muy concretos 
de actuación, como es el entorno penitenciario y se extendió la gestión de servicios a 
Cataluña y Baleares. 
 
Desde un primer momento la atención a las personas con enfermedad mental grave y 
duradera, desde los dispositivos y programas de Intress, se ha caracterizado por el 
convencimiento de que la discapacidad o las dificultades que puedan producir estas 
enfermedades no impiden que las personas que las padecen puedan decidir sus 
objetivos y metas personales y la forma de alcanzarlos. Es decir, las personas que 
utilizan los servicios prestados son los artífices de sus propios procesos de 
rehabilitación/recuperación. El trabajo de Intress consiste en aportar el conocimiento 
técnico y el apoyo profesional, tanto a las personas usuarias como a sus familiares. 
 
Se puede decir que en Intress la rehabilitación psicosocial se entiende como el apoyo 
profesional a las personas con trastorno mental grave y duradero en el camino de su 
plena integración social. Además, desde el objetivo global a alcanzar –consistente en 
que estas personas vivan en la comunidad como ciudadanos de pleno derecho– 
Intress promueve y desarrolla un conjunto de acciones dirigidas, no a los usuarios y a 
sus familiares, sino al entorno comunitario, desde un trabajo en red para la activación 
de recursos normalizados que faciliten esta integración social buscada. 
 
Además de la gestión de servicios específicos para estas personas, en el año 2005 se 
creó la Fundación INTRESS para la Integración. Desde entonces, la Fundación 
viene desarrollando una importante labor en el ámbito de centros especiales de trabajo 
y de tutelas. En el campo de las tutelas cabe decir que más del 80% de las personas 
atendidas tienen un trastorno mental grave. 
 
 
 
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También, y de forma ininterrumpida desde el año 1985, Intress ha realizado cursos de 
formación y reciclaje para otras organizaciones y para el propio personal de la Entidad, 
y evidentemente también en temas de salud mental. En los cursos se priorizan las 
necesidades formativas y se diseñan, conjuntamente con los clientes, proyectos 
individualizados de formación. Siempre se ha pretendido ofrecer una formación de 
calidad dirigida a producir competencias, porque Intress entiende la formación como el 
impulso necesario para afrontar los retos futuros. 
 
En la actualidad Intress gestiona los siguientes servicios del área de salud mental: 
 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Los Cármenes. Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Martínez Campos. Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Getafe. Getafe, Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Arganzuela. Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Villaverde. Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Psicosocial Navalcarnero. Navalcarnero. Madrid. 
- Centro de Rehabilitación Laboral Getafe. Getafe, Madrid. 
- Centro de Día Getafe. Getafe, Madrid. 
- Centro de Día Navalcarnero. Navalcarnero, Madrid. 
- Centro de Día Chamberí.Madrid. 
- Equipo de Apoyo Social Comunitario Getafe. Getafe, Madrid. 
- Equipo de Apoyo Social Comunitario Chamberí. Madrid. 
- Equipo de Apoyo Social Comunitario Villaverde. Madrid. 
- Equipo de Apoyo Social Comunitario Navalcarnero. Navalcarnero, Madrid. 
- Programa de Atención Personalizada. Madrid-Lleida-Mallorca. 
- Residencia Getafe. Getafe, Madrid. 
- Residencia Intress-Navalcarnero. Navalcarnero, Madrid. 
- Pisos supervisados Navalcarnero. Navalcarnero y Móstoles, Madrid. 
- Pisos supervisados Getafe. Parla y Pinto, Madrid. 
- Piso supervisado Aluche. Madrid. 
- Servicio de Apoyo psicosocial e intermediación comunitaria para personas con 
trastorno mental grave y crónico en ámbito penal y penitenciario. Navalcarnero, 
Madrid. 
- Llar Residencia Elisenda de Montcada. Lleida. 
- Servicio Prelaboral del Vallés Oriental. Granollers, Barcelona. 
- Club Social El Picot. Seu d’Ugell. Lleida. 
- Programa de Apoyo a la Autonomía en el propio domicilio. Lleida y la Seu 
d’Urgell (Lleida) y Granollers (Barcelona). El Programa de Lleida incluye dos 
pisos supervisados. 
 
En Baleares los servicios de atención a personas con trastorno mental grave se 
integran en Gira-sol, entidad que forma parte del grupo Intress. Gira-sol gestiona en 
Palma de Mallorca los siguientes dispositivos: 
 
 
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- Centro de día Girasol. 
- Centro Especial de Trabajo. 
- Viviendas supervisadas. 
- Programa de empleo con apoyo. 
 
Esta amplia experiencia en la gestión de servicios y la dedicación a esta área 
novedosa de intervención es lo que ha llevado a que Intress genere un modelo de 
atención propio. 
 
Este documento ha sido elaborado por un grupo de profesionales de Intress 
conformado por: 
- Miryam Alonso Galilea 
- José Manuel Cañamares Yelmo 
- Ángeles de la Hoz Garcimartín 
- Lola Ramírez Cordero 
- Marta Rosillo Herrero 
- Carlos Salamero Platas 
 
 
Nota previa a la exposición del modelo 
 
Intress tiene incorporada una gestión de calidad en la entidad y en sus servicios según 
el modelo europeo de calidad (EFQM). 
El modelo de atención en salud mental recoge, por lo tanto, las orientaciones y 
sustentos técnicos e ideológicos y también el modo de aplicarlos en la gestión de sus 
servicios. Es decir, no es solo un modelo teórico sino también una forma de gestionar 
los servicios. 
Para desarrollar este modelo se ha utilizado la lógica REDER (Resultados-Enfoque-
Despliegue-Evaluación y Revisión), que es de la que se desprende también el modelo 
EFQM. 
Por lo tanto, el modelo de atención se presenta en esta secuencia en la que lo 
prioritario es definir qué resultados se deben alcanzar para posteriormente concretar el 
marco de actuación, el despliegue con las herramientas a utilizar (mediante los 
procesos), y la forma de evaluar y mejorar el modelo. 
 
 
 
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RESULTADOS 
 
 
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1. RESULTADOS. 
 
Con la definición de un Modelo de Atención de Salud Mental propio de Intress se 
recoge el conocimiento y la experiencia que se ha venido construyendo durante los 
más de veinte años de gestión técnica de recursos de rehabilitación psicosocial y 
atención a personas con un trastorno mental grave y sus familiares. 
 
La experiencia generada en estos años de trabajo y el saber adquirido se ha 
cristalizado en un corpus de conocimiento lo suficientemente potente como para 
mantener una alta calidad en los servicios y poder ser el catalizador de nuevas 
respuestas en el ámbito de la salud mental. 
 
Todos los profesionales de Intress y las personas que a lo largo de estos años han 
sido atendidas han sido testigos de la evolución en la atención a las personas con 
problemas de salud mental. Conocedores de los procesos de desinstitucionalización 
psiquiátrica, la puesta en marcha de nuevos dispositivos de atención, la nueva 
organización de los servicios, el desarrollo de diferentes programas de intervención, e 
incluso el alumbramiento de estrategias de promoción de la salud mental, la 
prevención de los trastornos mentales y la identificación temprana, Intress se siente 
co-protagonista de estos cambios en la medida en que ha desarrollado el trabajo con 
la mayor profesionalidad posible, participando en grupos de trabajo, comisiones, 
investigaciones, foros de debate y demás espacios que han sido la base para la 
elaboración de documentos, planes e incluso medidas legislativas 
 
Además, fruto del funcionamiento interno de Intress y de las exigencias internas y 
externas de análisis de la realidad y mejora de la atención, los trabajadores de Intress 
han influido en las administraciones públicas o colaborando con ellas para la definición 
de nuevos servicios (como los Centros de Día o los Equipos de Apoyo Social 
Comunitario) o el desarrollo de iniciativas novedosas como son los Programas de 
Intervención Psicosocial con personas reclusas con trastorno mental. Profesionales de 
Intress han sido también pioneros en el desarrollo de iniciativas y acciones de lucha 
contra el estigma y sensibilización social a favor de una imagen más realista y positiva 
de este colectivo. 
 
La especial sensibilidad de Intress con este colectivo, que hace que la salud mental 
sea una de las cuatro áreas priorizadas, y el alto compromiso social con la atención, 
asistencia, y recuperación de las personas con problemas de salud mental animan 
también a los profesionales en esta dirección de elaborar un modelo de atención 
propio que sistematice, articule e integre este conocimiento adquirido y que permita a 
Intress seguir siendo parte activa en este camino abierto y vivo de la salud mental. 
 
 
 
 
 
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Ya se ha indicado que se presenta el modelo de atención según la lógica REDER para 
definir conjuntamente un modelo técnico y también de gestión. Y en esta lógica el 
inicio es definir los resultados a conseguir con el modelo. 
 
El objetivo buscado con la generación e implantación del modelo de atención es 
conseguir los resultados propios de la atención a personas con trastorno mental 
grave: 
 
- Dar respuesta a las necesidades y expectativas planteadas por las personas 
atendidas (bienestar subjetivo, proyectos, etc...) en cada momento de la 
atención. 
 
- Mejorar la autonomía, calidad de vida y participación de las personas 
atendidas. 
 
- Mejorar sus redes sociales y la integración en su entorno de vida. 
 
- Apoyar a las familias dándoles información, apoyo y herramientas para que 
afronten de la forma más exitosa posible la situación que tienen. 
 
- Influir en el entorno para sensibilizar hacia este colectivo y promover su 
participación social. 
 
- Mejorar el conocimiento técnico en esta área de actuación. 
 
 
 
 
 
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ENFOQUE 
 
 
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2. ANTECEDENTES. IDEAS CLAVE 
Para situar el modelo en un contexto histórico, y así poder entenderlo, se recogen a 
continuación los hitos o ideas clave que han permitido evolucionar la atención desde 
las respuestas manicomiales hasta la situación actual, limitando la exposición a 
aquellos que han acaecido desde la fundación de Intress y en los años 
inmediatamente anteriores. 
Modelo de salud comunitaria 
En los años 60 y 70, en los países desarrollados, se produjo un cambio de enfoque 
sobre el propio concepto de lo que es la salud y la enfermedad. Este cambio se 
origina, entre otros motivos, por las dificultades de la asistencia sanitaria tradicional 
desarrollada frente a las patologías infecciosas agudas, de orientación curativa, base 
hospitalaria y tecnificación y especialización creciente, para hacer frente y dar 
respuesta a las nuevas patologías crónicas, actualmente las de mayor prevalencia en 
los países desarrollados, a su etiología multifactorial y el importante papel que 
desempeñan los aspectos psicosociales en su etiología y manifestaciones y en los 
procedimientos a desarrollar para su control.Además surge una corriente crítica hacia 
los procedimientos clásicos de la medicina porque contribuye a que la sociedad no se 
responsabilice y a la pérdida de autonomía y deshumanización de la atención. 
En este contexto crítico se confluye en lo que se puede denominar "concepto 
ecológico de la salud", que básicamente mantiene: 
 Ver la salud y la enfermedad como los dos polos de un fenómeno 
esencialmente colectivo, aun cuando tenga manifestaciones individuales 
concretas. 
 Que ambos son resultados de la interacción activa y multiforme entre las 
colectividades humanas y su entorno. 
 Que este fenómeno unitario salud-enfermedad presenta aspectos o 
componentes biológicos, psicológicos y sociales (tanto en sus causas como en 
sus manifestaciones), que no se pueden manejar por separado. 
 
Esta trasformación conceptual tiene implicaciones en cuanto a las intervenciones 
sobre los problemas de salud, a la hora de definir una nueva política sanitaria general: 
a) La articulación de las intervenciones sanitarias en una orientación integral de 
enfoque preventivo, incluyendo los niveles clásicos de la prevención (fomento y 
protección de la salud, prevención de la enfermedad, diagnóstico precoz, 
tratamiento y rehabilitación). 
b) La atención global a las necesidades de salud de los colectivos poblacionales 
como contexto obligado para el desarrollo de las intervenciones 
individualizadas. 
 
 
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c) El papel activo e indispensable de la propia comunidad responsabilizándose e 
interviniendo, a distintos niveles, en el cuidado de su propia salud. En este 
aspecto es muy relevante el desarrollo de las organizaciones de autoayuda, 
apoyo mutuo y el movimiento asociativo. 
 
Este nuevo contexto teórico hace posible la consideración de las enfermedades 
mentales como un elemento más a incluir dentro de los problemas de salud, dando 
lugar a un nuevo modelo teórico y paradigma de actuación, conocido como "Salud 
mental comunitaria". 
En nuestro país este proceso de trasformación asistencial se inicia a principios de los 
80, en un momento a nivel sociológico y político de grandes trasformaciones hacia la 
democratización del país, con numerosos cambios también a nivel legislativo, que en 
el terreno sanitario se plasman en la Ley General de Sanidad de 1986, que dedica el 
artículo 20, del capítulo tercero, a la atención en Salud Mental, apostando por la 
perspectiva comunitaria. 
 
Modelo de competencia 
También en los años 60 y 70, coincidiendo con el nacimiento de la Salud comunitaria, 
se plantea la necesidad de enfatizar un nuevo nivel de actuación que fuera más allá 
del marco clínico y que tuviera cualidades preventivas, surgiendo así intervenciones 
para mejorar la resistencia de las personas, modificar condiciones ambientales y 
proveer cuidados anticipados. 
Desde la psicología se fue configurando así el Modelo de competencia (Albee, 1980; 
Costa y López, 1983), que en su aproximación a la salud tiene dos objetivos básicos: 
promover la competencia individual y desarrollar comunidades y organizaciones 
competentes. La variabilidad del binomio salud-enfermedad es el resultado de un 
proceso ecológico entre los individuos y su ambiente, por tanto hay que intervenir para 
modificar las situaciones y contextos del entorno y los repertorios de comportamiento 
de los humanos. 
Por ello, la incidencia de los problemas de salud es una razón variable que depende 
por una parte de las causas orgánicas, de las circunstancias estresantes de la vida y 
de las necesidades en general. Y por otra parte depende también de los recursos 
disponibles, personales, sociales y en el entorno, para hacer frente a las situaciones y 
necesidades. 
Los efectos de amortiguación del estrés que los sistemas de apoyo social ejercen 
sobre el funcionamiento personal están ampliamente descritos en la literatura. La 
disponibilidad de redes de apoyo social puede ayudar a la gente a enfrentarse a 
situaciones negativas, de pérdida, enfermedad, etc. La ausencia de recursos sociales 
promueve en el individuo sentimientos de impotencia y falta de control. 
 
 
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La creencia en la inhabilidad para controlar las condiciones que afectan a la propia 
vida y la falta de acceso real a los recursos que permitan el control, facilitan el estado 
de vulnerabilidad o mayor susceptibilidad a los efectos estresantes del ambiente. El 
concepto de vulnerabilidad en este modelo sería más bien una propiedad de cada uno 
de estos recursos en lugar de ser una condición intrapsíquica y de la personalidad del 
individuo. 
 
Reforma psiquiátrica: Nuevo paradigma en la atención en salud mental 
 Hasta hace pocas décadas el modelo de atención a las necesidades y problemas 
psiquiátricos y sociales de la población con trastorno mental grave, se organizaba 
mediante el internamiento durante largos períodos de tiempo o incluso de por vida en 
instituciones psiquiátricas (denominados psiquiátricos o manicomios), habitualmente 
de gran tamaño y situados lejos de los núcleos urbanos, Se caracterizaban por ofrecer 
una atención de tipo custodial caracterizada por la falta de intimidad, 
despersonalización y masificación, con tratamientos psiquiátricos escasos y 
deficitarios. La permanencia prolongada en dichas instituciones constituía un 
importante factor de cronificación y deterioro personal además de marginación y 
aislamiento de la sociedad. 
 
En las últimas décadas, la situación ha ido cambiando y mejorando sustancialmente, 
gracias a la confluencia de diferentes factores: desarrollo de nuevas formas más 
eficaces de tratamiento (farmacológico, psiquiátrico y de intervención psicosocial), 
cambios políticos y culturales en la sociedad, movimientos de lucha por los derechos 
civiles, colectivo profesional que impulsa las líneas de cambio ofreciendo un proyecto 
de reestructuración de la atención acorde con la necesidad social..., produciendo 
cambios y modificaciones en la manera de abordar y tratar a las personas con TMG. 
 
A pesar de las diferencias y peculiaridades de las experiencias de reforma llevadas a 
cabo en los diferentes países, hay elementos básicos comunes que constituyen el 
referente conceptual de lo que genéricamente se entiende por reforma psiquiátrica 
(Rodríguez y Bravo, 2003)1 
 
 Una crítica al hospital psiquiátrico y un intento por transformarlo recuperando su 
papel terapéutico o incluso por suprimirlo sustituyéndolo por dispositivos 
alternativos, y buscando la reinserción social en la comunidad. 
 Un desplazamiento del eje de la atención del hospital a la comunidad. 
 Una apuesta por un nuevo modelo de atención basado en la comunidad a través 
de la puesta en marcha de servicios capaces de atender los problemas de salud 
mental en el propio entorno social donde vive el individuo, reconociendo los 
 
1
 Rodríguez y Bravo (2003) en Gisbert, C.: Rehabilitación psicosocial y Tratamiento integral del 
trastorno mental severo. AEN. Estudios/28. 
 
 
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factores psicosociales y sociales que inciden en el proceso de enfermar y en el 
curso y evolución del trastorno. 
 Un intento de articular una gama de servicios y dispositivos alternativos en la 
comunidad que den respuesta a las diferentes necesidades del enfermo mental 
para facilitar tanto su desinstitucionalización como su mantenimiento en la 
sociedad. 
 La hospitalización debe perder su papel preponderante como respuesta a la 
cronicidad. Debe ser un complemento de los servicios comunitarios y no al revés 
como hasta ese momento. 
 Un enfoque integrado de la atención en salud mental que tenga en cuenta los tres 
niveles de prevención, atención y rehabilitación, desde un modelo de atención 
multidimensional (biológico- psicológico-social.) 
 Una estrecha vinculación con modelos de atención sanitaria basados en la salud 
pública o comunitaria. 
 La demarcaciónde zonas geográficas como marco para la organización de los 
servicios comunitarios de salud mental. 
 Un intento de articular una lógica de continuidad de cuidados que asegure la 
atención integral y coordinada a la población enferma mental. 
 
Todos estos elementos no se han desarrollado de forma homogénea en todos los 
países, si bien han servido de líneas rectoras para reformar la atención a las personas 
con trastorno mental. A pesar de su desarrollo desigual e insuficiente, los procesos de 
reforma psiquiátrica han supuesto un cambio positivo y une mejora sustancial en la 
atención a las personas con trastorno mental. 
 
Como ya se ha señalado, España se incorporó con retraso a este movimiento de 
reforma psiquiátrica y salud mental comunitaria. No fue hasta la recuperación de la 
democracia y en especial a partir de mediados de los ochenta cuando el Estado 
español inició un proceso de transformación de la asistencia psiquiátrica. 
 
Los principios que sustentan el desarrollo de la reforma psiquiátrica en el estado se 
recogen en el Informe de la Comisión Ministerial para la Reforma Psiquiátrica (1985, 
Ministerio de Sanidad y Consumo) y quedaron plasmados en la Ley General de 
Sanidad de 1986 en su artículo 20: 
"Sobre la base de la plena integración de las actuaciones relativas a la salud mental 
en el sistema sanitario general y de la total equiparación del enfermo mental a las 
demás personas que requieran servicios sanitarios y sociales, las Administraciones 
Sanitarias competentes adecuarán su actuación a los siguientes principios: 
1. La atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el 
ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y 
los sistemas de hospitalización parcial y atención a domicilio, que reduzcan al 
máximo posible la necesidad de hospitalización. Se considerarán de modo 
especial aquellos problemas referentes a la psiquiatría infantil y la psicogeriatría. 
 
 
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2. La hospitalización de los pacientes por procesos que así lo requieran se realizará 
en las unidades psiquiátricas de los hospitales generales. 
3. Se desarrollarán los servicios de rehabilitación y reinserción social necesarios 
para una adecuada atención integral a los problemas del enfermo mental, 
buscando la necesaria coordinación con los servicios sociales. 
4. Los servicios de salud mental y de atención psiquiátrica del sistema sanitario 
general cubrirán, asimismo, en coordinación con los servicios sociales, los 
aspectos de prevención primaria y de atención a los problemas psicosociales que 
acompañan a la pérdida de la salud en general." 
 
Este cambio supone, un cambio en la formulación de las políticas asistenciales, 
especialmente en el reconocimiento de la importancia de las actividades 
intersectoriales entre los diferentes proveedores de servicios: sociales, sanitarios, 
comunitarios. 
 
Desarrollo del sistema de servicios sociales 
Desde la transición política, se produce en España la configuración de los servicios 
sociales como un sistema público y organizado de protección social, dirigido a todos 
los ciudadanos y superador de las actuaciones benéficas y asistenciales del pasado. 
 
La Constitución de 1978 fue el primer paso; la asistencia social aparece señalada tan 
sólo en el artículo148.1.20, descrita como una de las competencias que corresponde 
asumir a las Comunidades Autónomas. Los estatutos de autonomía que se han ido 
desarrollando posteriormente han ido asumiendo, aunque con diferentes 
denominaciones, los Servicios Sociales; se inicia así un proceso de elaboración y 
aprobación de Leyes de Servicios Sociales en las Comunidades Autónomas que 
responden a una estructura similar y un propósito idéntico: la implantación de un 
Sistema Público de Servicios Sociales, con elementos comunes a todas ellas. 
 
Con la aprobación de la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local en 1985 (Ley 
7/1985, de 2 de abril), se establece, además, la obligatoriedad de los Ayuntamientos 
de prestar servicios sociales. 
 
En el desarrollo del sistema de servicios sociales en España, se pueden diferenciar 
dos etapas: 
 Reestructuración reguladora (1979-1989): es un periodo de desarrollo 
legislativo y expansión de los derechos sociales. 
 Reestructuración privatizadora/socializadora (1989-1999): se produce una 
expansión de la oferta privada y adquiere protagonismo el tercer sector. 
 
En esta segunda etapa se desarrollan modelos basados en la intervención 
colaborativa de diferentes sectores en la puesta a disposición de los servicios para los 
 
 
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ciudadanos. Estos sectores son el estado (sector público), el mercado (sector privado 
lucrativo), et tercer sector (organizaciones privadas no lucrativas) y las familias. 
 
Este movimiento de desarrollo de la gestión privada en al campo de los servicios 
sociales, se ha canalizado a través de un doble cauce: 
1. Empresas de otros ámbitos que han incorporado a su oferta los programas 
específicos de la acción social. 
2. Profesionales que estuvieron en el ámbito público, y que han desarrollado 
entidades sin ánimo de lucro o empresariales, para acceder a la gestión de 
servicios públicos, mediante diversas formulas de concierto o gestión. 
 
La presencia de la iniciativa privada puede incorporar a la gestión de los Servicios 
Sociales un componente de pluralidad y diversificación, de estímulo motor para la 
renovación, pero siempre en el marco de una responsabilidad pública de provisión, 
control y supervisión de la gestión, y buscando siempre el interés social. 
 
Modelo de enfermedad y discapacidad de la Organización Mundial de la Salud 
(OMS, 1980 Y 2001). 
Las conceptualizaciones sobre la salud y la discapacidad han sido un campo de 
trabajo de los profesionales de la salud a nivel teórico, pero que tiene consecuencias 
para el diseño e implementación de las intervenciones terapéuticas. En el contexto 
social general y la vida cotidiana, discapacidad se ha asociado a la imposibilidad de 
operar de una manera considerada estándar o natural. La misma Organización 
Mundial de la Salud (1980) en su primera Clasificación Internacional de las 
Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM, 1980)2 recoge esta perspectiva al 
hablar de tres categorías pensadas desde un modelo de déficit: 
 
 Deficiencia: toda perdida o anormalidad de una estructura o función 
psicológica, fisiológica o anatómica. 
 Discapacidad: refleja la consecuencia de la deficiencia en el rendimiento 
funcional y en la actividad del individuo: toda restricción o ausencia, debida a 
una deficiencia, de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro 
del margen que se considera normal para una persona. 
 Minusvalía: situación de desventaja para un individuo determinado, 
consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el 
desempeño de un rol que es normal en su caso (en función de su edad, sexo y 
factores sociales y culturales). 
 
Desde su publicación en 1980, la CIDDM ha servido de base para un amplio desarrollo 
de medidas legislativas y de actuaciones en el campo de la provisión de servicios para 
 
2
 OMS (1980): Clasificación Internacional de deficiencias, discapacidad y minusvalía (CIDDM) 
 
 
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las discapacidades. A nivel conceptual, la CIDDM modificó la manera de considerar las 
discapacidades, las personas discapacitadas y el papel que desempeñaba el entorno 
físico y social en el proceso discapacitante. Sin embargo, a lo largo de los años se 
pusieron en evidencia una seria de críticas y limitaciones, relacionadas con la falta de 
información sobre la relación entre sus componentes (deficiencia, discapacidad y 
minusvalía), el enfoque “negativo” para el estudio y clasificación del estado de salud 
de la persona y la insuficiencia de los modelosbasados en el diagnóstico y la 
enfermedad (Vázquez, 2013)3. 
 
Además, el aumento significativo de estudios desde las ciencias sociales, así como la 
mayor presencia social de los grupos de personas afectadas por la discapacidad, 
condujo a que la misma Organización Mundial de la Salud se propusiera revisar y 
reformular ese modelo, creando así la CIDDM 2 , en 2001, con el título “Clasificación 
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud”, (CIF)4. 
 
Con esta nueva edición, la OMS adaptó un nuevo modelo conceptual y sistema 
clasificatorio hacia los procesos de salud-enfermedad basado ahora en el 
Funcionamiento. 
 
El concepto de funcionamiento se concibe como un concepto global en este nuevo 
paradigma e incluye tres subcomponentes: las estructuras y funciones corporales, la 
actividad y la participación. Este enfoque basado en el funcionamiento, pretende 
superar las limitaciones de otros modelos, especialmente en el campo de la salud 
mental y la esquizofrenia, que es el que ocupa a esta área de Intress. La primera se 
refiere a que el diagnóstico es un mal predictor del funcionamiento diario. En las 
personas con esquizofrenia, la variabilidad de las limitaciones para actuar en la vida 
cotidiana es enorme. Además, para planificar e implementar intervenciones 
asistenciales efectivas, se necesita un conocimiento exhaustivo y diferenciador del 
funcionamiento. La evaluación del funcionamiento permite identificar necesidades no 
siempre cubiertas por un tratamiento de corte biomédico y por tanto, incluir en el 
abordaje de la esquizofrenia un tratamiento multidisciplinario que atienda a desarrollo 
de planes de rehabilitación, atención de necesidades sociales, acceso al empleo, así 
como a la protección de los derechos. 
 
Las claves conceptuales de este nuevo modelo de clasificación son: 
 
1. Describe componentes de salud, desde una óptica basada en la salud y no en 
la enfermedad. El lenguaje propuesto es neutral. 
 
3
 Vázquez Echeverría, A. (2013): Clasificación internacional del funcionamiento e investigación 
en psicología y salud mental: hacia una integración. Psicología, conocimiento y sociedad, 3 (1), 
120-138 
4
 OMS(2001): Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF) 
 
 
 
 - 19 - 
 
2. Se asume que la discapacidad es universal y es parte de la experiencia 
cotidiana de vida. 
3. Se asume una interacción multinivel de las diversas dimensiones del 
funcionamiento humano. 
4. El rol del ambiente se entiende como parte integral de la manifestación de la 
discapacidad. 
 
Según el marco conceptual de la CIF, el funcionamiento está articulado en tres 
componentes: las funciones y estructuras corporales, la actividad y la 
participación, en influencia recíproca y bajo la influencia de factores ambientales y 
personales. 
 
Las funciones y estructuras corporales se refieren a funciones fisiológicas y 
anatómicas y las limitaciones en este sentido hacen referencia a problemas congénitos 
o adquiridos en el organismo. 
 
La actividad se refiere a la ejecución de una tarea o acción por un individuo. La 
participación se define como la implicación en una situación vital y el desempeño de 
un roles, como tener un empleo, grupos de amigos o cuidar a otros. 
 
Los factores contextuales, que incluyen factores ambientales y personales. Los 
factores ambientales a su vez se dividen en individuales y sociales. Los primeros 
incluyen el entorno inmediato del sujeto, las características físicas de su entorno y su 
interacción y relaciones directas con el medio. El nivel social incluye los servicios y 
sistemas de ayudas formales e informales a disposición de la persona, incluyendo 
factores actitudinales a nivel social. 
 
Por otro lado, los factores personales hacen alusión a las características individuales, 
no directamente relacionadas a su condición de salud pero que afectan su forma de 
vida. Estos factores pueden ser la edad, el sexo u género, raza, condición económica, 
estilo de vida, etc. 
 
La CIF describe la situación de las personas en una serie de dominios relacionados 
con la salud Esta característica la hace muy útil para el diseño individual de 
intervenciones, pero es una dificultad para su uso en estudios nacionales e 
internacionales. 
 
Este concepto más evolucionado de la discapacidad o capacidad diferente, basado en 
el funcionamiento y no en el diagnóstico, es el que asume Intress en su modelo de 
atención. 
 
 
 
 
 - 20 - 
 
3. FILOSOFÍA ATENCIONAL 
 
3.1. Aspectos clave del Modelo 
El Modelo de Atención propio de Intress quiere estar enraizado en lo social, 
coordinándose y complementándose con los demás sistemas que se requieren para 
abordar de forma integral las necesidades de las personas con trastornos mentales 
(sanitario, educativo, etc.) 
 
El punto de partida del modelo es la consideración de los derechos humanos y la 
dignidad de las personas (Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, 1948) 
y los desarrollos legislativos en España a través de la LISMI (desarrollo de ayudas 
técnicas y servicios especializados que permitiera a las personas vivir lo más 
normalmente posible en el hogar y en la comunidad) y la Ley de Igualdad de 
oportunidades (esta Ley establece nuevas garantías para hacer efectivo el derecho a 
la igualdad de oportunidades mediante medidas contra la discriminación y medidas de 
acción positiva). También es un elemento básico la Convención sobre los derechos 
de las personas con discapacidad 13 de diciembre de 2006 en la Sede de las 
Naciones Unidas. 
 
El convencimiento firme y decidido acerca de que la Recuperación de un trastorno 
mental grave es posible, se convierte en un elemento clave y esencial del modelo. 
Plantearse la recuperación como una meta final y deseable, es sin duda todo un reto 
para los profesionales. Para abordar esta misión, los equipos de Intress ofrecen a las 
personas y a sus familiares estrategias, instrumentos y contextos de rehabilitación. 
 
Así, la rehabilitación psicosocial se entiende desde Intress como; 
“el apoyo y el acompañamiento a las personas y sus familiares en el proceso de 
recuperación del impacto producido por un trastorno mental grave” 
La rehabilitación es ante todo un apoyo profesional a la voluntad de recuperación de la 
persona atendida y no un conjunto de indicaciones técnicas que debe cumplir la 
persona más allá de sus propias necesidades y expectativas. La perspectiva 
personal toma así especial relevancia, elementos importantes en la filosofía 
asistencial como pueden ser el respeto por el otro, su capacidad de decisión, la 
libertad de elección, etc. recobran su protagonismo. 
El modelo de atención de Intress despliega por tanto todos sus recursos de atención 
en base a las necesidades y demandas de los usuarios, en relación a sus 
características individuales y a sus características clínicas, sociales y del momento del 
curso de la enfermad en la que se encuentren. 
Intress asume que los valores clave de recuperación (orientación hacia la persona, 
implicación personal, autodeterminación, esperanza...) estén integrados en cada nivel 
del servicio y cada proceso de atención esté orientado a la recuperación, de este 
 
 
 - 21 - 
 
modo se alinean con el proyecto vital a largo plazo de la persona. Cada procedimiento 
forma parte del proceso de recuperación de la persona y permite establecer puentes 
entre las aspiraciones y expectativas con el cómo, cuándo, dónde y quién, pasando 
por la aplicación de los mejores tratamientos disponibles, el entrenamiento en 
habilidades necesarios y el apoyo práctico y emocional. 
 
El modelo de atención ha de integrar la participación activa de la persona en 
atención y la de sus familias y apoyos en su proceso de rehabilitación/recuperación 
lo que supone un salto cualitativo en la concepciónde las personas con enfermedad 
mental. Requiere de la formalización de espacios para la participación significativa de 
la persona en atención en el desarrollo del servicio y en los órganos de gestión de la 
propia entidad. La participación activa de las personas y sus familias conlleva un 
cambio en la manera de concebir al usuario, un cambio en la evaluación de usuarios 
respecto a la atención recibida, proporciona un papel activo y de implicación en todos 
los niveles de atención recibida y ofrece empoderamiento a las personas devolviendo 
el protagonismo a sus vidas a través de la construcción de su propio proyecto vital. 
 
Por último, señalar que la gestión de calidad es una de las señas de identidad de 
Intress, dentro de las prioridades de la entidad se encuentra el implantar el Modelo 
EFQM de Excelencia como Modelo de Gestión Integral. Por ello el modelo de atención 
debe desplegarse de forma alineada con la EFQM y estar basado en Procesos 
asistenciales, que permitan su mejora continua. 
 
Figura 1. Aspectos Clave del Modelo de Atención de Intress. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Recuperación - Rehabilitación 
Centrado en la persona 
Derechos Humanos 
Bio-Psico-Social 
 
 
 - 22 - 
 
 
 
3.2. Misión, visión, valores. 
El área de salud mental de Intress ha especificado su misión como: 
“Somos profesionales comprometidos con las personas, que damos una respuesta 
integral y sostenible en el ámbito de la salud mental, para promover sus capacidades y 
participación social”. 
La visión, el lugar a alcanzar, está definida como: 
“Somos un área consolidada y líder en salud mental con una amplia cartera de 
servicios públicos y privados que da respuesta a nuevos retos”. 
 
En cuanto a los valores, no son diferentes de los del resto de las áreas de intervención 
de Intress, es decir: 
• Creencia en la Libertad de la Persona, reconocer que cada persona tiene el 
derecho y la capacidad de elegir por sí misma su manera de obrar, de 
responder de sus actos y de ser dueña de escoger su propio destino, obrando 
con libre determinación y autonomía. 
• Transparencia, dar cuenta de los principios, normas y procedimientos que 
rigen la gestión, los resultados conseguidos y los recursos empleados, además 
de asegurar un comportamiento ético 
• Permeabilidad, como capacidad de incorporar, asumir, empatizar e incorporar 
nuevas opiniones, corrientes e ideas de fuera y dentro sin perder la propia 
identidad. 
• Excelencia, buscar el reconocimiento de los grupos de interés y de la sociedad 
en general, mediante el actuar de manera sobresaliente. 
• Innovación, ser creativos y participativos para hacer cosas nuevas de manera 
diferente que permitan ser más eficientes en la consecución de sus objetivos 
Pero lógicamente tienen una expresión concreta y definida en el área de salud mental, 
y en este modelo se particularizan en los principios orientadores de la atención, que se 
recogen en un epígrafe posterior. 
 
 
 
 - 23 - 
 
 
4. LOS ACTORES 
 
4.1. Descripción del colectivo de personas con trastorno mental grave 
 
La atención en los servicios de Intress va dirigida de forma específica a las personas 
con trastorno mental grave y a sus familiares. A continuación se describen las 
características y necesidades de estas personas. 
 
4.1.1. Las personas con trastorno mental grave 
 
El término trastorno mental grave (TMG) hace referencia a enfermedades mentales 
graves de duración prolongada y que conllevan un grado variable de discapacidad y 
disfunción social. Sin embargo no se han establecido criterios consistentes y 
homogéneos que puedan ser utilizados para determinar morbilidad y prevalencia, y 
para planificar unos servicios adecuados. 
 
La definición más utilizada y en la que hay más consenso es la que emitió el Instituto 
Nacional de Salud Mental de EEUU en 1987 y que incluye tres dimensiones: 
 
1. Diagnóstico: incluye a los trastornos psicóticos, excluidas las psicosis 
orgánicas, y algunos trastornos de personalidad. 
2. Duración de la enfermedad y tratamiento: superior a dos años. 
3. Presencia de discapacidad: existencia de una disfunción moderada o severa 
evaluada a través del GAF (Global Assesment of Functioning APA, 1987) que 
indica una afectación de moderada a severa del funcionamiento laboral, social 
y familiar. 
 
Sin embargo en la práctica estos criterios no se aplican de forma restrictiva, y en 
muchas ocasiones pueden beneficiarse de la atención personas que no cumplen 
alguno de estos criterios en su dimensión diagnóstico, duración y presencia de 
discapacidad. En concreto algunos trastornos afectivos, trastornos neuróticos graves y 
personas que presentan además consumo de alcohol u otros tóxicos. 
 
El criterio de duración pretende descartar los casos que, aunque puedan presentar un 
diagnóstico de gravedad, tengan un tiempo corto de evolución y el pronóstico no esté 
muy claro. Aunque hasta hace pocos años en las primeras presentaciones psicóticas 
el tratamiento de elección era el farmacológico existe cada vez más evidencia sobre la 
necesidad de intervenciones tempranas que integren este tratamiento farmacológico 
con intervenciones psicológicas, dirigidas, además de reducir o eliminar los síntomas, 
a desarrollar una explicación que de sentido a la transformación que está viviendo y le 
permita una recomposición rápida de su identidad integrando la experiencia psicótica y 
 
 
 - 24 - 
 
evitando o minimizando las consecuencias discapacitantes de estos cambios. Existen 
en la actualidad numerosos postulados teóricos que señalan la necesidad de una 
intervención precoz en la psicosis, como la duración de la psicosis sin tratar (Compton 
et al, 2007), los modelos cognitivos de desarrollo de la psicosis (Garety, et al, 2007), 
así como la comorbilidad de síntomas depresivos, ansiedad social, evitación social y 
aislamiento tras el episodio psicótico (Birchwood, 2003). 
 
Existe ya evidencia suficiente acumulada a lo largo de las pasadas décadas 
demostrando que el funcionamiento premórbido y el ajuste social tras los primeros 
episodios resulta ser uno de los mejores predictores de la evolución a largo plazo, 
tanto por lo que concierne a las variables clínicas como a las no clínicas (Bravo, 1992; 
Liberman y cols., 2004)). En general, las personas que sufren TMG presentan en 
mayor o menor medida déficit en alguna o varias de las siguientes áreas: 
 
 Ocupación: falta de motivación e interés, incapacidad de manejar el ocio, 
dificultades en el desempeño laboral. 
 Relaciones interpersonales: escasa red social, déficit en habilidades sociales, 
escasa participación social. 
 Salud y manejo del malestar: hábitos de vida no saludables, escasa vigilancia 
de la salud, dificultades para manejar situaciones de estrés, dificultades en las 
habilidades de afrontamiento del malestar emocional. 
 Autonomía, habilidades para la vida independiente: dificultades en el manejo y 
la organización de la vivienda, dificultad para realizar de forma autónoma 
gestiones fuera de su entorno más cercano, falta de autonomía económica, 
 Funcionamiento cognitivo: dificultades de atención, percepción, concentración y 
procesamiento de información. 
 
Estas dificultades en el funcionamiento psicosocial generan problemas para el 
desempeño normalizado de roles sociales y en interacción con elementos de 
discriminación social (estigma, rechazo social, insuficiencia de recursos de atención y 
soporte social, etc.), originan un riesgo de desventaja social y marginación 
(aislamiento social, desempleo, pobreza, dificultades para acceder a una vivienda, 
exclusión social). 
 
 
4.1.2. Las familias de personas con trastorno mental grave 
 
Pese a los cambios sociales en las últimas décadas y aunque en las últimos años está 
aumentando el número de personas con TMG que viven solas, la familia continúa 
siendo el principal elemento de apoyo social para laspersonas con enfermedad 
mental, asumiendo en muchos casos los familiares tareas de cuidado y atención hacia 
la persona con TMG. 
 
 
 
 - 25 - 
 
En muchas ocasiones los familiares necesitan ayuda para adaptarse a las dificultades 
y déficits en el desempeño psicosocial de las personas con TMG, y evitar o minimizar 
el impacto negativo de estas dificultades en el propio desarrollo vital de los familiares. 
 
La intervención que se realice debe seguir dos líneas estratégicas básicas: 
 
 Trabajar con los familiares para que se conviertan en un recurso para la 
recuperación de la personas con TMG, partiendo siempre de una consideración 
positiva de los familiares. 
 Atender a las necesidades de los propios familiares en relación con el 
afrontamiento de las dificultades relacionadas con la psicopatología y las 
discapacidades en el desempeño psicosocial de su familiar con TMG. 
 
 
4.1.3. Prevalencia de personas con Trastorno Mental Grave 
 
Los estudios más significativos sobre prevalencia son el llevado a cabo por Thornicroft 
en Londres y el de Tansella en Verona, ambos en 19885. 
 
Los estudios no son equivalentes ya que el de Londres hace la estimación sobre la 
población general (prevalencia estimada) y el de Verona sobre la población atendida 
(prevalencia registrada). 
 
En España se han llevado a cabo también algunos estudios para estimar el número de 
personas que tendrían un diagnóstico de trastorno mental grave (Santiago, 1998 y 
Granada, 2002). 
 
Los datos de los estudios muestran una prevalencia de 1,34/1000 habitantes en 
Verona, 2,55/1000 habitantes en Londres y entre 0.5 y 1.1/1000 habitantes en España. 
 
Tomando como referencia los estudios mencionados y los tres criterios de consenso 
del Instituto Nacional para la Salud Mental de Estados Unidos para definir el TMG: 
 
 El 40% de los trastornos psicóticos cumplen criterios de TMG 
 El 9% de los trastornos no psicóticos atendidos cumple asimismo dichos 
criterios. 
 
 
 
 
5
 Tansella M, Amaddeo F, Burti L, et al (1998) Community-based mental health care in Verona, 
Italy. In Eds: D. Goldberg & G. 
Thornicroft (1998): Mental Health in our Future Cities, pp. 239-262.London: Erlbaum (UK), 
Taylor & Francis (Psychology Press). 
 
 
 - 26 - 
 
4.1.4. La especificidad desde Intress 
 
Este constructo de trastorno mental grave es útil para definir la población objeto de 
nuestra atención, pero es demasiado grueso y no atiende a variables que para los 
profesionales de Intress son importantes. 
 
Así, a la hora de atender y diseñar las intervenciones para las personas con trastorno 
mental, desde los recursos de salud mental de Intress, se tienen que tener en cuenta 
especialmente los siguientes factores, que se apuntan en este epígrafe y se 
desarrollan en el siguiente que da cuenta de las necesidades de estas personas: 
 
a) Perspectiva del ciclo vital: desde esta perspectiva es importante atender al 
ciclo vital del trastorno, de la persona y de la familia. La intervención debe 
ajustarse en función del momento en que se encuentren los usuarios y su 
entorno concreto. Las necesidades de las personas, tanto los propios 
afectados como sus familiares, van a ir cambiando en función del momento del 
ciclo vital en que estén. 
 
b) Perspectiva de género: en general las mujeres acceden en menor porcentaje 
a recursos de rehabilitación que los hombres. Entre las razones que se han 
encontrado para explicar esta situación están el mayor desempeño de roles 
relacionados con el cuidado de otros (mayores o menores) y en relación con el 
cuidado y mantenimiento de la casa. Igualmente, menor orientación hacia el 
desempeño de roles productivos y hacia la socialización fuera de la familia. La 
intervención que se realice con las mujeres debe incorporar la perspectiva de 
género orientada a: 
 Desarrollo de su propio proyecto vital. 
 Disminuir dependencia de la familia. 
 Acceso al mercado laboral, autonomía económica. 
 Cuidado de la salud. 
 
c) Comorbilidad o presencia de varias discapacidades: dada la alta frecuencia 
de consumo de tóxicos por parte de personas con trastorno mental y la elevada 
incidencia de trastornos psiquiátricos en consumidores de sustancias debería 
entenderse que la comorbilidad es la norma en un porcentaje significativo de 
las personas con las que se interviene, y hay que orientar la atención teniendo 
en cuenta este criterio. 
 
d) Factores sociales: Existen elementos clave para poder definir las 
características de un colectivo y a partir de ellas diseñar la atención 
individualizada que se propugna. Estos factores sociales pueden ser variados, 
pero hay dos que son especialmente significativos y que se detallarán más 
 
 
 - 27 - 
 
adelante: la Población inmigrante y la Población en riesgo de exclusión, como 
puede ser el caso de la población reclusa. 
 
 
 
4.2. Necesidades específicas de este colectivo. 
 
El grado de discapacidad no correlaciona necesariamente con la gravedad de la 
problemática. Además, ésta varía según la persona y aún en esta misma persona se 
transforma a lo largo del tiempo. Pero a pesar de ello se pueden encontrar, en función 
de las características comunes, una serie necesidades específicas vinculadas a la 
problemática psiquiátrica y psicosocial. 
Son muchos los estudios que analizan las necesidades específicas que se encuentran 
en las personas con TMG. Según el estudio de Ana Isabel Guillén Andrés y Manuel 
Muñoz López6 del 2011, las necesidades más frecuentes de este colectivo 
corresponden a las áreas de sintomatología, información, actividades diarias y 
compañía. El número de necesidades se asocia con la edad, actividad profesional, 
nivel educativo, no vivir con la familia, proceder de recursos residenciales, 
funcionamiento global, discapacidad y salud. Las necesidades más frecuentes entre 
los familiares son el apoyo individualizado, ayudas económicas, asociaciones de 
familiares y servicios de respiro; el número de necesidades se asocia con su estilo de 
afrontamiento y su participación en recursos de apoyo, así como con las necesidades 
y discapacidad de la persona con enfermedad mental. 
A raíz de la definición de Goldman et al. (1981), el estudio de Guillén y Muñoz (2011), 
y la mayoría de análisis realizado en relación a las necesidades se puede señalar que 
las necesidades de las personas con trastorno mental y sus familiares son un 
fenómeno complejo y multidimensional en el que fundamentalmente se encuentran 
dificultades en autonomía y funcionamiento psicosocial, y que es por esta razón por la 
que, además de la atención sanitaria psiquiátrica, son imprescindibles los apoyos 
desde el sistema de servicios sociales para cubrir sus necesidades y ayudarles en la 
mejora de su funcionamiento personal y social y apoyarles en su integración social y 
laboral. 
Una de las clasificaciones más utilizadas en España ha sido la recogida en el Plan de 
atención social a personas con enfermedad mental grave y crónica 2003-2007 de la 
Comunidad de Madrid y que enumera las siguientes: 
 
6
 “Variables asociadas a las necesidades psicosociales de personas con enfermedad mental 
grave usuarias de servicios comunitarios y de sus cuidadores familiares. Anuario de psicología 
clínica y de la salud, ISSN-e 1699-6410, Vol. 7, 2011. 
 
 
 
 - 28 - 
 
 Atención y tratamiento de la salud mental. 
 Las personas con enfermedad mental grave y crónica necesitan adecuados 
procesos de diagnóstico y tratamiento psiquiátrico que permitan controlar su 
sintomatología psicopatológica, prevenir la aparición de crisis y en su caso 
controlarlas, así como mejorar su funcionamiento psicológico. 
 Atención en crisis. 
 Incluso las personas que están recibiendo un adecuado tratamiento 
psiquiátrico, pueden experimentar crisisperiódicas. La atención en crisis, a 
través en muchos casos de la hospitalización breve, deberá ayudar al paciente 
a estabilizar y reajustar su situación psicopatológica y a posibilitar la 
recuperación de su nivel de funcionamiento. 
 Rehabilitación Psicosocial. 
Como se ha indicado, a pesar de la mejoría y control de la sintomatología 
psiquiátrica que se derivan de las intervenciones terapéuticas en Salud Mental, 
muchas de las personas que sufren esquizofrenia u otras psicosis presentan 
variadas limitaciones y discapacidades en su funcionamiento psicosocial que 
dificultan su desenvolvimiento autónomo y su integración en la vida cotidiana 
comunitaria. 
Por ello necesitan programas y servicios de rehabilitación psicosocial que les 
ayuden a recuperar y/o adquirir las capacidades y habilidades necesarias para 
vivir y relacionarse en la comunidad; y que les apoyen de un modo flexible y 
continuado para favorecer su integración social efectiva en sus entornos 
sociales y familiares. 
 Apoyo social y apoyo a la integración comunitaria. 
Como complemento y continuidad de los procesos de rehabilitación psicosocial 
se necesita también ofrecer programas de apoyo social, soporte comunitario y 
apoyo a la integración social que ayuden a las personas con enfermedad 
mental grave a mantenerse en la comunidad en las mejores condiciones 
posibles de calidad de vida, potenciando su funcionamiento psicosocial y 
apoyando su integración en la comunidad y que permitan evitar, en la medida 
de lo posible, procesos de deterioro, aislamiento o marginación especialmente 
de aquellos usuarios con mayores niveles de déficit o deterioros psicosociales 
o de dificultades de integración comunitaria. 
 Rehabilitación laboral y apoyo a la integración en el mundo del trabajo. 
La integración laboral es un componente clave para facilitar la autonomía, 
independencia e integración social de cualquier persona. Sin embargo, la 
mayoría de los enfermos mentales crónicos en general y de las personas con 
esquizofrenia en especial, están desempleados o excluidos del mundo laboral y 
presentan importantes dificultades para acceder y mantenerse en puestos de 
trabajo competitivos (las tasas de desempleo son cinco veces superiores a las 
 
 
 - 29 - 
 
personas sin discapacidad – INE, 2012, o en el último estudio realizado en la 
comunidad de Madrid solo un 5% de personas con trastorno mental grave tenía 
trabajo estable). Necesitan, por tanto, programas de rehabilitación laboral que 
les orienten y ayuden a adquirir aquellos hábitos laborales y habilidades que les 
permitan estar en mejores condiciones para acceder y manejarse en el mundo 
laboral. También necesitan mejorar su, en general, escasa cualificación 
profesional a través de programas adaptados de formación. Asimismo, dadas 
las exigencias y barreras del mercado laboral, serán necesarias acciones y 
medidas que potencien la incorporación de este colectivo en el mundo laboral, 
tanto a través del fomento de la creación de empresas en las que se puedan 
integrar enfermos mentales, como apoyando específicamente la contratación 
de dichas personas en el mercado laboral ordinario. 
 
 Alojamiento y atención residencial comunitaria. 
Muchas personas tienen dificultades para cubrir autónomamente sus 
necesidades de alojamiento y cuidado. Algunos que no cuentan con apoyo 
familiar pueden verse incluso abocados, en determinadas circunstancias, a 
situaciones de riesgo y marginación. Por ello es necesario contar con un 
abanico de alternativas de vivienda y atención residencial, que cubran sus 
diferentes necesidades de alojamiento, cuidado y supervisión, permitiendo su 
mantenimiento en la comunidad en las mejores condiciones de autonomía y 
calidad de vida posibles. 
 Apoyo económico. 
De igual modo, un porcentaje significativo tiene dificultades para alcanzar una 
mínima autosuficiencia económica, debido a su escasa o esporádica historia 
laboral y a sus dificultades para acceder y mantenerse en un puesto de trabajo. 
Se hace, pues, necesario, ayudarles a cubrir sus necesidades económicas 
mínimas cuando no cuentan con otros ingresos ni tienen apoyo económico de 
sus familias, tanto para evitar situaciones de pobreza como para facilitar su 
autonomía y manejo en el entorno social. Ello implica apoyar a estas personas 
para que se puedan beneficiar de los sistemas de prestaciones económicas 
existentes tanto contributivas como no contributivas. Así mismo es necesario 
disponer para aquellas personas que no puedan acceder a dichas 
prestaciones, de programas de apoyo con fondos que permitan proporcionar 
ayudas económicas individualizadas, para facilitar así procesos de 
rehabilitación y mantenimiento autónomo en la comunidad. 
 
 Protección y defensa de sus derechos. 
Se dice al principio de este documento que el modelo de Intress parte de la 
concepción de ciudadanía emanada de la Convención de Derechos de las 
Personas con Discapacidad de 2006. Pero la problemática psiquiátrica y 
psicosocial de las personas con enfermedad mental grave en general y de los 
 
 
 - 30 - 
 
pacientes con esquizofrenia en especial, así como las barreras y desventajas 
sociales que sufren, hacen de esta población un grupo especialmente 
indefenso y vulnerable ante posibles abusos, situaciones de desprotección y 
obstáculos para el pleno acceso y ejercicio de sus derechos civiles como 
ciudadanos de pleno derecho. Por ello es preciso asegurar y promover la 
defensa y protección de sus derechos tanto en dispositivos de atención y 
tratamiento como en la vida cotidiana. Y para ello también es una necesidad 
básica el erradicar el estigma asociado a la enfermedad mental. 
 
 Apoyo a las familias. 
Las familias constituyen el principal recurso de cuidado y soporte comunitario 
de las personas con enfermedades mentales graves y crónicas. De hecho la 
gran mayoría viven con sus familias. Sin embargo, la convivencia con el familiar 
enfermo puede suponer dificultades y conflictos, que en ocasiones puede llevar 
a las familias a sentirse desbordadas y con escasos recursos para hacer frente 
a dichos problemas. Así mismo, en algunos casos esta situación puede 
degenerar en una importante tensión y sobrecarga para las familias. 
 
En función de lo anterior, las familias deben ser apoyadas y cuidadas (es 
necesario "cuidar a los que cuidan"), necesitan información, aprendizaje de 
cómo convivir en mejores condiciones con su familiar, asesoramiento y apoyo 
para entender la problemática de su familiar enfermo mental crónico y contar 
con estrategias y recursos para manejar y mejorar la convivencia y para ser 
agentes activos de la rehabilitación de su familiar enfermo. Así mismo 
necesitan ayuda y apoyo para mejorar la calidad de vida de la propia familia. 
 
En el documento de consenso "Modelo de atención a las personas con 
enfermedad mental grave"7 editado por el IMSERSO (en el que participaron 
profesionales de Intress), se señala que las necesidades más frecuentes 
percibidas por los familiares son: disponer de información adecuada sobre la 
enfermedad, ser tenidos en cuenta en la toma de decisiones que puedan 
repercutir en la familia, ayuda material y prestaciones económicas, periodos de 
descanso o respiro, apoyo emocional y apoyo técnico. 
Para Intress esta visión de las necesidades es demasiado reduccionista, y requiere de 
una mirada más amplia que tenga en cuenta a la individualidad de la persona y su 
entorno. El colectivo de personas diagnosticadas con un trastorno mental grave 
engloba un amplio grupo de personas con situaciones, diagnósticos y problemáticas 
muy diferentes. El aspecto en muchas ocasiones tan difuso del término “enfermo 
mental grave” y la heterogeneidad de criterios para considerar a una persona como 
 
7
 Guinea R. Modelo de atención a las personas con enfermedad mental grave. ColecciónDocumentos IMSERSO. 2007. 
 
 
 
 - 31 - 
 
parte de este colectivo nos lleva a que los profesionales se encuentren con realidades, 
características y necesidades muy diversas. Así, a la hora hay varios aspectos que 
hay que tener en cuenta: 
En primer lugar, las personas con trastorno mental grave, son ante todo personas, y 
por tanto comparten con el resto de la población necesidades comunes (alimentación, 
higiene, salud, alojamiento, seguridad, convivencia, afecto, sexualidad, apoyo social y 
familiar, trabajo, etc.). 
En segundo lugar y en sintonía con la idea de que las necesidades que se detectan o 
recogen están relacionadas con la individualidad de la personas, se encuentran 
necesidades derivadas de la interacción (diacrónica y sincrónica) de múltiples factores 
biológicos, psicológicos, familiares y sociales que concurren en la historia y la vida de 
cada una de estas personas. 
 Y aquí se despliega un abanico diverso de necesidades en función de: 
a) Momento de ciclo vital de la personas: tanto de las que sufren un trastorno 
mental como las de los familiares. Observar y escuchar necesidades desde esta 
perspectiva lleva a darse cuenta de que son muy diferentes las necesidades de 
una persona joven que vive con sus padres y se está iniciando en el mundo 
laboral con las necesidades de una persona con menores a su cargo o con 
familiares mayores a su cuidado. Igualmente, los familiares padres de edad 
avanzada que ya no ejercen actividad laboral y empiezan a presentar problemas 
de salud van a presentar diferentes necesidades que la de unos padres en edad 
productiva, trabajando ambos, con otros hijos menores a su cargo. 
 
b) Comorbilidad o presencia de otros diagnósticos: en este sentido se pone 
atención no sólo a la comorbilidad psiquiátrico sino especialmente a la 
confluencia en la misma persona de un diagnóstico de trastorno mental y otras 
enfermedades o abuso de tóxicos asociados. El consumo de drogas en las 
últimas décadas ha dejado tras de sí verdaderos estragos en materia de salud 
mental. A día de hoy, seis de cada diez drogodependientes atendidos en la red 
de toxicomanías españolas padecen además, un trastorno mental. Se incluyen 
aquí por tanto las necesidades de personas con patología dual. 
 
c) Situación social: 
 Población en situación de calle (necesidades de personas sin hogar): El 
estudio Perfil de necesidades de las personas sin hogar de Bizkaia (Aierdi 
et al., 2009) observa que uno de los rasgos que ha ido aumentando con el 
paso de los años es la presencia de problemas de salud mental o de 
patología dual. Encuentran necesidades derivadas de la falta de 
autonomía, las del ámbito familiar y social (desamparo, violencia y 
aislamiento social) y las necesidades materiales e instrumentales. 
 
 
 
 - 32 - 
 
 Población reclusa o exreclusa: Tal y como muestran los datos ofrecidos 
por los Indicadores Clave del Sistema Nacional de Salud (INCLASNS-BD) 
de enero de 2012, la prevalencia de trastornos mentales en los hombres 
españoles mayores de 15 años es de 8,2 y un 19,26 entre las mujeres.8 
En prisión estas cifras se disparan, mostrando unos valores que oscilan 
entre el 25 y el 40%.9 De estos, entre un 4 y un 6% ha sido diagnosticado 
con un proceso mental grave y del 30 al 50% con un trastorno vinculado 
al consumo de drogas (patología dual). 
En este caso, añadidas a las necesidades específicas de las personas con 
trastorno mental grave, se hallan las necesidades derivadas de 
encontrarse en un medio cerrado, que dificulta en gran parte el proceso 
rehabilitador de la persona con esta patología. 
 
 Población inmigrante: La inmigración es un fenómeno que conlleva 
desarraigo, consecuencia de un acontecimiento desestabilizador que 
incluye alteraciones en la vida familiar, así como una ruptura con la cultura 
de origen y los valores tradicionales propios. Esto genera una situación de 
incertidumbre, que agudiza el estrés y la angustia. Así, toda persona 
inmigrante se verá sometida a un proceso de duelo, puesto que pierde 
elementos tan importantes en su vida como la familia y los amigos, la 
identidad nacional y el estatus social, entre otros. 
En este caso las necesidades específicas a las que hay que dar respuesta 
están relacionadas con el área de subsistencia (la obtención y gestión de 
recursos materiales básicos) y protección jurídica (alcanzar la seguridad de 
sus derechos fundamentales, empezando por la regularización). 
Y en tercer lugar se encontrarán las necesidades específicas derivadas de las 
personas que, unido a todo lo anterior, sufren un trastorno mental grave. En relación a 
estas últimas, se ve claramente como están directamente relacionadas con la 
interacción de factores anteriormente señalados y de igual manera por la atención y 
servicios que han recibido. Incluso atendiendo al momento evolutivo del trastorno, se 
verá como durante el proceso de recuperación, a medida que la persona va 
adquiriendo y recuperando habilidades, aparecen nuevas necesidades y expectativas. 
Por ello, la recogida individualizada y continua de estas necesidades es un elemento 
crítico para Intress porque sin ellas no es posible llevar a cabo una atención centrada 
en la persona. 
 
8
( Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2012) 
9
 En el estudio realizado por el Grupo PRECA en CCPP de Cataluña, Aragón y Madrid, se sitúa 
la prevalencia de enfermedad mental en población reclusa como 5 veces superior a la 
población general, llegándose a afirmar que 8 de cada 10 reclusos han sufrido a lo largo de su 
vida un trastorno mental incluyendo el consumo de drogas. Estos datos solo se refieren a 
hombres. Informe Prevalencia de Trastornos mentales en Centros Penitenciarios Españoles 
(Estudio Preca) 
 
 
 - 33 - 
 
5. PRINCIPIOS ORIENTADORES 
Se han recogido en un punto anterior los valores de Intress. Estos valores aplican a 
toda la entidad, pero se expresan o despliegan de una manera específica en el área 
de salud mental. Así, los principios orientadores de la atención ofrecida son: 
Autonomía 
El objetivo principal de la intervención es, sin duda, lograr la mayor autonomía posible 
en la persona en atención. Potenciar este principio es el objetivo fundamental de todos 
los profesionales que trabajan en el ámbito de la Rehabilitación. 
El Principio de Autonomía (del griego auto, “uno mismo” y nomos “norma”) exige el 
respeto a la capacidad de decisión de las personas y el derecho a que se respete su 
voluntad, en aquellas cuestiones que se refieren a ellas mismas. 
Por tanto, la práctica en rehabilitación debe ir orientada a capacitar a las personas a 
tomar sus propias decisiones sobre su vida. Se acompañará y valorarán junto a los 
usuarios las ventajas y los inconvenientes de una decisión, dejando de lado la 
ideología y absteniéndose de emitir juicios morales. 
Respetar el Principio de Autonomía e Independencia implica promover que el individuo 
sea el responsable de sus decisiones y de las responsabilidades derivadas de sus 
actos. Significa que tenga el control sobre su propia vida y que ningún profesional se 
apropie de ese control y significa el capacitarle si es necesario para que tome sus 
decisiones y afronte los resultados de sus acciones. 
Inclusión 
La Rehabilitación Psicosocial está orientada al mantenimiento de la persona en su 
entorno y a lograr su participación activa en los recursos socio-comunitarios inmersos 
en el mismo. Así, el escenario de la intervención se traslada desde las instituciones 
hasta la comunidad. Asumir como objetivos la integración y participación social implica 
trabajar desde un modelo de atención comunitaria, dirigida a la capacitación de la 
persona para que desarrolle su vida en su medio natural y orientado también a la 
reducción de aquellos factores externos a la persona que obstaculicen su participación 
enel mismo. De esta manera, la intervención desde los servicios de Intress se centra, 
no sólo en la persona, sino también en el entorno, estableciendo medidas efectivas 
para la reducción del estigma y la discriminación. 
Igualdad 
La Rehabilitación Psicosocial se enmarca dentro del movimiento generado por la 
ideología de los Derechos Humanos, según el cual, las personas deben disponer de 
las medidas necesarias para hacer efectivo su derecho a una ciudadanía plena. Este 
movimiento incluye a las personas que sufren de un trastorno mental, por lo que la 
 
 
 - 34 - 
 
práctica de la Rehabilitación Psicosocial implica capacitar a estas personas psicológica 
y socialmente para ejercer su papel como ciudadano de pleno derecho. 
 
Normalización 
El foco de la intervención se dirige al logro de unas condiciones de vida que 
favorezcan el que la persona desempeñe roles sociales valiosos y ajustados a sus 
propias características y a las de su entorno concreto. Esta postura implica alejarse de 
la adopción del rol único de “enfermo” para experimentar y consolidar roles similares a 
los desarrollados por cualquier persona con características parecidas a la suya. 
El Principio de Normalización define como objetivo de la Rehabilitación Psicosocial la 
adquisición o el mantenimiento de una identidad personal valorada, significativa y 
satisfactoria, basada en gran medida en el sentimiento de competencia generado 
gracias al desempeño de los roles socialmente valorados. Asimismo, implica la 
consideración de las características propias de la personas y de su entorno, y el 
respeto por aquellos aspectos culturales, sociales y familiares que influyan sobre la 
vida de las personas atendidas. 
Individualización 
El objeto de la Rehabilitación Psicosocial es una persona única y no un colectivo. Esto 
implica la consideración de la unicidad del sujeto y el ajuste del proceso de 
intervención a las características que lo definen. La Rehabilitación Psicosocial se 
concibe como un proceso global que comienza con una evaluación individualizada que 
va a permitir que se diseñe un Plan Individualizado de Atención. En él se establecerán 
unos objetivos de intervención únicos, en ese momento concreto y se determinarán las 
acciones necesarias para la consecución de los mismos. 
Esta individualización es apoyada sólidamente desde la visión del paradigma de la 
recuperación, que la define como un proceso profundamente personal de cambio de 
actitudes, valores, sentimientos, metas, habilidades y roles de una persona para vivir 
una vida satisfactoria, con esperanza y aportaciones, incluso con las limitaciones 
causadas por la enfermedad. 
Coordinación o trabajo en red 
La Rehabilitación psicosocial debe dispensar a la persona una atención integral. Para 
ello todos los servicios, recursos y programas implicados en la intervención deberán 
colaborar de forma coordinada, complementaria y en red. 
La gran variabilidad y heterogeneidad de las necesidades de las personas con un 
trastorno mental hace imprescindible la existencia de una red coordinada y 
diversificada de tratamientos y de cuidados de carácter comunitario, en la que se 
garantice la continuidad de su asistencia, así como la colaboración con otros recursos 
 
 
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del ámbito social, educativo, laboral, etc; para asegurar la cobertura de sus 
necesidades básicas. 
El desarrollo de modelos de trabajo comunitario en el ámbito de lo social así como la 
colaboración entre los diferentes recursos, en un determinado ámbito geográfico, ha 
producido, en algunos distritos o mancomunidades, una serie de redes comunitarias 
organizadas en torno a algún colectivo o necesidad básica (mujer, salud, etc.) en las 
que participan entidades vecinales, profesionales de recursos relacionados y 
asociaciones de usuarios. En ocasiones estas redes, más o menos formales, han 
surgido como vía de innovación, generando actividades y proyectos compartidos. 
Es este sentido el modelo de trabajo de los profesionales de Intress debe ser un 
modelo de trabajo en red, entendiendo como tal el trabajo sistemático de colaboración 
y complementariedad entre los recursos locales de un ámbito territorial. El trabajo en 
red va más allá de la coordinación, entendida como intercambio de información, y es 
una articulación comunitaria: colaborar de forma estable y sistemática, para evitar 
duplicidades, competencia entre recursos, descoordinación y potenciar el trabajo 
conjunto. 
Las personas con problemas de salud mental pueden necesitar a lo largo de su vida 
diferentes tipos de atención socio-sanitaria, relacionada con el trastorno que padecen. 
Pero a su vez como personas de pleno derecho, van a presentar otras necesidades 
que tienen que ver con su condición de ser hombre/mujer, desempleado, tener padres 
mayores en situación de dependencia, usuarios de un centro de salud... Por este 
motivo desde los recursos de atención, además del trabajo en red con los recursos 
socio-sanitarios de la zona, se debe intervenir también en red con entidades y 
servicios de otros ámbitos diferentes al socio-sanitario, para participar de forma 
constructiva en los procesos comunitarios de desarrollo local. 
Bioética 
En los Estados Unidos, a finales de los años 70 y de la mano de los grandes 
bioeticistas surgen códigos morales que enuncian sistemas de referencia y 
metodologías. 
El profesor Diego Gracia, de la Universidad Complutense de Madrid, plantea un 
sistema de referencia moral que se basa en la premisa ética de la igualdad de todas 
las personas y que estas merecen igual consideración y respeto, sin poder ser 
discriminados por ningún motivo. Los grandes teóricos de la bioética en Estados 
Unidos, T. Beauchamp y J. Childress, son reconocidos, fundamentalmente, por haber 
establecido los cuatro grandes principios que, a su juicio, son asumibles por todos los 
seres racionales: 
 
 
 - 36 - 
 
 Por Principio de No Maleficencia se entiende "no dañar" a las personas. Se 
relaciona con la buena práctica en el ejercicio de nuestro trabajo como 
profesionales. 
 
 El Principio de Beneficencia obliga a hacer el bien a otras personas, 
procurándoles el mayor beneficio según sus propios deseos. Limita los riesgos 
y perjuicios que pueden surgir en el desarrollo de la atención. Según este 
principio, en los adultos, no se permite ejercer un beneficio sin tener en cuenta 
el consentimiento y los deseos de la persona. 
 
 El Principio de autonomía implica considerar a todas las personas capaces de 
tomar decisiones respecto a la aceptación o rechazo de todo aquello que 
afecta a su propia vida. Es la persona quien puede y debe decidir lo que 
considera su mayor beneficio, como por ejemplo, su bienestar, su calidad de 
vida, sus intereses o necesidades en las áreas de su vida. 
 
 El Principio de Justicia obliga a tratar a todas las personas por igual y no 
discriminarlas bajo ningún concepto. Debe ser ejercido por los gestores 
públicos, los políticos, los jueces y, en general, se trata de un principio 
gestionado por el Estado, que debe procurar la eficacia y la equidad en la 
distribución de recursos y servicios, pero también en los recursos de 
rehabilitación donde Intress debe asegurarse que ninguna persona es 
discriminada por razones de sexo, religión, orientación sexual, etc. tanto en el 
acceso como en la atención. 
 
En la toma de decisiones que exige el proceso de rehabilitación, estos cuatro 
principios entran, a veces, en conflicto tanto entre sí como con las consecuencias de 
los acciones rehabilitadoras, por lo que se propone que deben ser dotados de una 
jerarquía. Así, la No Maleficencia y la Justicia marcan los "mínimos éticos" exigibles 
siempre, incluso por la ley, por lo que se les denomina de "primer nivel". Sin embargo, 
la Autonomía y la Beneficencia, que tienen que ver sobre todo con los proyectos 
vitales de las personas tendrán que respetarse pero no podrán

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