Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
oiiaxuii vvcgsciiciuer-^ruse Aprende a quererte © ... desprendiéndote de antiguos programas que infravaloran tu verdadero potencial APRENDE A QUERERTE DESCUBRE TU PROPIA AUTOVALORACION Sharon Wegscheider-Cruse Neo Person Madrid Título original: Learning to love yourself Traducción: Tara Asun Blasco Ilustración de portada: Shakti Genaine © Sharon Wegscheider-Cruse, 1987 De la presente edición española: © Ediciones Neoperson, 1995 Vicente Camarón, 21 28011 Madrid - España Tel.: (91) 526 41 99 Fax: (91) 526 36 59 Primera edición: octubre 1995 Depósito Legal: M. 32.854-1995 I.S.B.N.: 84-88066-18-X Impreso en España por: Artes Gráficas COFAS, S.A. Reservados todos los derechos. Este libro no puede reproducirse total ni parcialmente, en cualquier forma que sea, electrónica o mecánicamente, sin autorización escrita del editor. DEDICATORIA Este libro está dedicado a: mí misma, y al coraje que necesité para reclamar mi libertad...; mis hijos Patrick, Sandra y Deborah, quienes me apoyaron y quisieron en los años más difíciles de mi vida...; Joe Cruse, cuyo desafío, amor y apoyo han contri buido día a día a aumentar y embellecer mi propia autovaloración. 5 AGRADECIMIENTOS Deseo dar gracias especiales a: Mark Worden (Editor). Mis ideas y pensamientos se han ampliado gracias a tu talento artístico y creativo. Además, es un placer trabajar contigo y mi autovaloración ha crecido al hacerlo. Katheleen Johnson. Tus aportaciones gráficas dan vida a mis pala bras. Los dibujos muestran con claridad lo que a veces las palabras no logran expresar. El equipo de Health Communications, Inc. Muy de vez en cuando una relación profesional cobra tal importancia que las personas implicadas se transforman: así es como veo mi relación con vuestra organización. Gracias por vuestra labor de traer palabras de esperanza y ayuda a tantos lectores interesados y deseosos de recibirlas. 7 ÍNDICE Págs. 1. VIAJE HACIA LA AUTOVALORACIÓN 11 2. LOS PADRES Y LA AUTOVALORACIÓN 29 3. NUEVAS PERSPECTIVAS SOBRE VIEJOS SENTIMIEN TOS 41 4. ENEMIGOS DE LA ESTIMA 65 5. PASOS A DAR PARA INCREMENTAR NUESTRA AUTO- VALORACIÓN 85 6. INTIMIDAD, COMPROMISO Y AUTOESTIMA 97 7. PAUTAS PARA DESARROLLAR LA INTIMIDAD 105 8. NECESIDADES EMOCIONALES Y AUTOVALORACIÓN 113 9 1. VIAJE HACIA LA AUTOVALORACIÓN ¿En qué consiste realmente la autovaloración? En realidad, la palabra autovaloración no existe como tal, así que analicemos sus dos componentes por separado y veamos qué significan: Auto: Personal, que tiene su propia identidad. Personalidad. Valoración: Aquello que tiene un valor; útil. La definición que le daría a la palabra «autovaloración» sería entonces: MI VALIOSA IDENTIDAD MERECE TODO LO MEJOR. ¿Cómo podemos saber si una persona posee autoestima y auto- valoración, o si se siente bien consigo misma? Su conducta podría ser una buena guía para determinarlo, pero también podría resultar engañosa ya que es posible actuar «como si» tuviéramos autocon- fianza, equilibro y una alta autovaloración. Ateniéndonos al viejo dicho: «No podemos saber qué tal es un libro guiándonos sólo por la cubierta», no siempre somos capaces de saber lo que sucede dentro de alguien que parece absolutamente seguro de sí mismo, que es la autoestima personificada. Si pudiéramos «sintonizar» los pensamientos de una persona con una actitud positiva respecto a sí misma, podríamos escuchar afirmaciones como las siguientes: «Me considero a mí misma una persona valiosa e importante, y siento que soy al menos tan buena como cualquier otra de mi misma edad y experiencia. Creo que me he ganado el respeto y la considera ción de mis compañeros de trabajo. A veces ejerzo una influencia positiva sobre los demás porque procuro respetar sus sentimientos y 11 les tengo en cuenta. Tengo una idea bastante clara de lo que es justo, y me siento capaz y con ganas de defender mis puntos de vista. Al mismo tiempo me considero bastante flexible, y estoy abierta a escu char otras opiniones sin sentirme atacada o amenazada. Me gustan los desafíos y las tareas nuevas y no me desespero cuando las cosas no me salen bien a la primera. Soy paciente.» ¿Cómo sería el monólogo interno de alguien que tiene una acti tud personal negativa? Estará lleno de pesimismo, depresión y auto- desvalorización: «Creo que no soy importante ni agradable. En realidad, no encuentro ninguna razón para gustar a los demás. No soy verdade ramente bueno en nada, ni nunca lo he sido. Los demás no me pres tan mucha atención ni me dan lo que siento que necesito, pero tam poco les culpo. No soy una persona muy aventurera; no me gustan los sucesos nuevos o imprevistos, y prefiero mantenerme siempre en terreno seguro. No espero mucho de mí mismo, ni ahora ni en el futuro. Incluso aunque lo intento, nunca llego a ninguna parte. No tengo esperanza en el futuro. Siento que no controlo totalmente lo que me sucede. Probablemente todo va a ir aún peor.» Existe un rango de muchos niveles diferentes de autovaloración entre los dos ejemplos anteriores. De hecho, todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida sentimientos de inadecuación, enfado, culpabilidad, soledad, vergüenza o dolor. He aquí algunos ejemplos: Inadecuación «Estoy sentado a la mesa escuchando a los demás, aparente mente a gusto y confortable, pero ¡por dentro me siento encogido! ¿Por qué a cualquiera de ellos le resulta más fácil estar relajado, entablar conversación y sentirse integrado en el grupo?» Enfado «¿Nunca va a ser mi momento? Parece que siempre soy yo el que ha de invertir energía para mantener las relaciones. Las crisis y los problemas de los demás siempre parecen más importantes que los míos. Estoy harto de preocuparme constantemente de los demás y anteponer sus necesidades a las mías.» 12 Obligaciones e intranquilidad «Parece que no me sirve de mucho cumplir con mis obligacio nes y hacer las cosas bien. ¿Cuándo voy a sentirme un ser completo, acabado y satisfecho? Estoy cansado de trabajar, buscar logros, for zarme. ¿Por qué no lo puedo parar?» Culpabilidad «Me siento como si debiera dar más de mí mismo, ser más com prensivo y colaborador. Me siento culpable siempre que hago algo para mí mismo; ya se trate de tiempo, dinero o energía, siempre siento que debería dar más y tomar menos.» Soledad «En última instancia, no creo que muchas personas me conoz can realmente: la mayoría de ellas solamente saben lo que yo les permito percibir de mí mismo. Si supiesen realmente lo que siento, lo que quiero y lo que me preocupa, probablemente no les gustaría y me perderían el respeto.» Vergüenza «Los sucesos del pasado me persiguen continuamente. En el momento en que siento que algo bueno me va a suceder, acuden a mi memoria viejos sentimientos, y de nuevo me siento mal conmigo mismo. ¿Me liberaré alguna vez de los antiguos recuerdos que me avergüenzan?» Dolor «¡He sufrido tantas pérdidas en mi vida! A veces me parece que ya es demasiado tarde para ser feliz. Algunas cosas nunca cambian, algunas relaciones son imposibles. ¿Podré superar algún día mis viejos remordimientos y sentimientos?» © Justo cuando empiezo a sentir que las cosas me van a ir mejor, me hundo en viejos miedos y sentimientos de inadecuación... 13 «A veces, aunque los demás no lo perciban, me siento realmente como un ciudadano de segunda clase. Mis propios sentimientos me hun den, me siento muy bajo de energía y pienso que soy un ser inferior.» Este sentimiento se conoce como baja autovaloración. Signos indicadores de una baja autovaloración Al contrario de lo que sucede respecto a un alto nivel de autova loración en alguien —que nunca podemos estar totalmente seguros de nuestras deduciones basándonos en su conducta—, sí existen en cambio algunas señales fácilmente reconocibles que indican una baja autovaloración: 1. Desórdenes alimenticios (obesidad, anorexia,etc.). 2. Problemas en las relaciones (dificultad de intimar, establecer compromisos, aventuras amorosas). 3. Trastornos físicos (problemas de salud crónicos, impotencia, frigidez). 4. Abuso de drogas y alcohol. 5. Adición al trabajo y actividad frenética. 6. Tabaquismo. 7. Necesidad de gastar dinero (ir de compras o practicar juegos de azar compulsivamente). 8. Depender de otras personas (desde familiares a gurús). Las conductas descritas anteriormente están enraizadas en nuestra cultura y forman parte, de un modo u otro, de nuestra vida cotidiana. Obviamente, comer, trabajar o gastar dinero pueden ser 14 conductas perfectamente normales y que no producen ningún daño, pero abusar de ellas puede causarnos problemas. Así, comemos para nutrirnos, pero caemos en un comporta miento abusivo cuando nos damos «atracones», hasta el punto de restringir el propósito de nuestra vida a esa actividad; o cuando nos emborrachamos y después hacemos una depuración; o cuando nos alimentamos a base de bocadillos, ingiriendo grasas en exceso. Comer de modo compulsivo, hacer dietas, o depurarse, son dife rentes maneras de reaccionar ante nuestros sentimientos. Tomemos el caso de Janet, por ejemplo: cuando se siente dolida o enfadada, todo se remueve en su interior; sin embargo su familia la educó para ser amable, educada y para controlar sus sentimientos en todo momento. Como su ansiedad le lleva a sentirse compelida, apurada y confusa, se «zampa» apresuradamente un dulce o una bolsa de patatas fritas. De esta forma controla su ansiedad: dando de comer a sus sentimientos; con lo que en pocos minutos es capaz de manejar los y de volver a funcionar de nuevo. Janet repite este patrón de conducta varias veces al día y pesa veinticinco kilos de más. @ La ansiedad es simplemente un pozo de sentimientos indefinidos e inexpresados que hemos acumulado durante años. Trabajamos para ganarnos la vida y, si tenemos suerte, también para realizarnos; pero cuando el trabajo se convierte en el centro de nuestras vidas hasta el punto de desatender nuestras relaciones más cercanas e incluso nuestra salud, entonces se vuelve autodes- tructivo. Larry siente la misma ansiedad que Janet respecto a emociones que surgen de él. Durante su niñez, y también en la adolescencia, Larry trató desesperadamente de llamar la atención de su padre, una figura muy poderosa para él. Probó con títulos, deporte, buena conducta... pero nunca sintió que le reconociese, le tuviera en cuen ta o le considerase suficientemente bueno. Hoy Larry posee una cualificación profesional alta, es una persona respetable y reconoci da socialmente, ha conseguido grandes logros en su profesión, y muchas personas se sienten intimidadas por sus conocimientos y su poder. Sin embargo, él se siente indigno e inadecuado, de modo que su impulso de realizar más y más le mantiene activo y compulsiva mente ocupado; como consecuencia, la relación con su mujer y sus 15 hijos en el presente también carece de la cercanía e intimidad que anhelaba tener con su padre en el pasado. Aleja sus sentimientos de ansiedad trabajando continuamente, pero se siente solo e inadecua do, lo que le lleva a incrementar todavía más la distancia con los demás y a sentirse todavía más solo. Empleamos el dinero para comprar aquellas cosas que quere mos y necesitamos, pero cuando nuestros gastos se descontrolan (compramos continuamente o no paramos de apostar) se vuelven claramente abusivos. Sandra es la encargada de la contabilidad de un colegio peque ño. Se siente un poco intranquila en su trabajo, ya que es la única en la administración que no posee un título superior. Aunque es muy responsable con las finanzas del colegio, las suyas propias son un desastre: abusa de su tarjeta de crédito y compra continuamente cuando se siente un poco deprimida. No obstante, lo que compra no le levanta el ánimo por mucho tiempo, y además se está endeudan- do cada vez más. El hecho es que, detrás de una fachada de seguridad, Sandra esconde una gran ansiedad. «Me siento tan desbordada —confiesa a sus amigos—... Sé que gasto más de lo que gano, pero parece que es el único placer que obtengo en mi vida. Además —añade después—, nunca me dieron nada de pequeña, así que me lo merezco; me gusta tratarme bien.» Otros comportamientos como fumar o utilizar ciertas drogas son dañinos para la salud y podríamos eliminarlos. De modo inevi table, nuestra actitud de abuso nos conduce a un círculo vicioso: comer, beber, gastar, actividad frenética, relaciones sexuales incon troladas... todo ello suaviza nuestros sentimientos dolorosos, pero sólo temporalmente puesto que las emociones originales vuelven cuando el efecto de estas medicinas (sustancias o conductas) se ha pasado. Entonces volvemos a caer en la rutina, y no sólo completamos el círculo vicioso sino que ahora, además de los sentimientos doloro sos originales, tenemos otros nuevos como la culpabilidad, la inade cuación, la vergüenza y la soledad. ¿Y qué solemos hacer para reme diarlo? Más alcohol o drogas; más helados y cremas de chocolate; trabajar más duro; permitirnos el lujo de jugar a menudo a la lotería e ir de compras compulsivamente. Sentimos mitigado nuestro dolor en cuanto nos llenamos de excitación; pero se trata de un alivio a corto plazo, seguido de senti mientos aún más dolorosos, y una vez más nos encontramos en la espiral descendente de la baja autovaloración. 16 m Más y más los mismos sentimientosi dolorosos aumentan, í < i • y la conducta se empeora, bebiendo de nuevo, i i i i fumando, comiendo demasiado, utilizando drogas, trabajando sin parar, teniendo incontroladas... lo sentimientos de... vergüenza, inadecuación, de nuevo a beber, fumar, utilizar drogas, trabajar l desmesuradamente, / incontroladas, lo que / sentimientos de... dolor, / vergüenza, inadecuación, en exceso, gastando relaciones sexuales que aumenta nuestros dolor, tristeza, culpa, lo que nos conduce comer demasiado, en exceso, gastar tener relaciones sexuales aumenta nuestros tristeza, culpa, que nos conducen a beber más, fumar, comer en exceso, utilizar drogas, trabajar frenéticamente, tener relaciones sexuales incontroladas, \ lo que aumenta nuestros senti mientos de dolor, listeza, vergüenza... ̂ Como Sandra dice: «Cuando empiezo a comprar me siento genial, y me digo a mí misma: "¡Te lo mereces; por una vez, mereces tratarte bien a ti misma!". Cuando termino las compras vuelvo a casa llena de paquetes, con cosas bonitas pero que no son nada del otro mundo y esto me lleva a endeudarme cada vez más y me hace 17 sentirme una fracasada». Actuar de este modo hace que nuestro dolor emocional aumen te, lo que nos lleva a la necesidad de volver a actuar de la misma manera para conseguir alivio. Entonces nuestro sufrimiento aumen ta y nuestra conducta empeora; continuamos hiriéndonos, pregun tándonos continuamente por qué actuamos así y deseando cambiar. A estas alturas ya hemos llegado a un punto en que somos: ADICTOS A: — El alcohol — Las drogas — El tabaco O DEPENDIENTES DE: — La comida — El trabajo o el poder — Las posesiones — Determinadas personas De este modo el objeto de nuestro alivio temporal se transforma en un veneno para nosotros. En estas situaciones, sustancias como el alcohol, las drogas, los cigarrillos o la comida, se vuelven tóxicas para nuestro bienestar emocional. Asimismo desarro l lamos relaciones «intoxicadas». En el momento en que nos volvemos dependientes de ciertos trabajos, personas o miembros de la familia, nuestras relaciones con ellos se convierten en una toxina emocional para nosotros. Toxinas emocionales @ Toda persona o sustancia que inhibe nuestra capacidad de sentirnos espontáneos emocionalmente se convierte en una toxina emocional para nosotros, y provoca un ambiente de toxicidad que disminuye y mantiene muy bajo nuestro sentimientode autovaloración. Primeros pasos para aumentar nuestra autovaloración El primer y más importante paso en el comienzo de nuestro viaje hacia una mayor autovaloración empieza por descartar todas 18 las sustancias o relaciones tóxicas de nuestra vida. Este paso requie re que hagamos un inventario honesto y valiente de nuestra situa ción actual. Un inventario es una valoración honesta (tomemos muy en cuenta la palabra «honesta») de nuestras fuerzas y debilidades; con siste en dar importancia a aquello que la merece y observar impar- cialmente los aspectos que más nos cuesta aceptar. Es importante que reconozcamos que tenemos valores y defectos, y que estamos siempre cambiando; de este modo, nuestros valores nos pueden dar la fuerza para asumir y enfrentar nuestras imperfecciones. En la medida en que hacemos cambios positivos, nuestro nivel de autova loración aumenta. Es muy difícil, y en algunos casos imposible, alcanzar un nivel saludable de autoestima cuando continuamos intoxicando nuestro cuerpo con sustancias inadecuadas o rodeándonos de personas que minan nuestra energía. Las sustancias y las relaciones tóxicas aumentan nuestra tensión física y psíquica, lo que intensifica nues tros problemas y nos hace menos capaces de tomar decisiones en favor de nuestra autovaloración. Es difícil que algo (o alguien) saludable y bello crezca en un cubo de basura; tenemos que tirar la basura para que pueda produ cirse el crecimiento. 19 Cuanto mayor es nuestra autovaloración, mayor es nuestro con vencimiento de que merece la pena luchar para vivir mejor y para ser más felices. De este modo, la autovaloración puede verse como una necesidad básica y un requisito indispensable para la salud mental y el bienestar. Antes de comenzar cualquier viaje hacia el aumento de la auto- valoración es importante darse cuenta de qué es lo que la está blo queando en cada uno de nosotros en ese momento. En la mayoría de los casos entramos en un camino de crecimiento personal, bien por un sentimiento de desasosiego (queremos algo más) o bien por dolor (queremos deshacernos de algo que nos pesa). Primera ley de la autovaloración @ Antes de avanzar para elevar nuestra autovaloración es necesario que nos volvamos completamente conscientes de nuestra realidad presente y de las fuerzas de nuestro pasado que nos retienen. No se puede poner energía para ir hacia adelante y hacia atrás al mismo tiempo. Hay tres pasos esenciales que debemos dar si queremos desarrollar nuestra autovaloración... 1. Eliminar sustancias y conductas tóxicas. 2. Mirar al pasado y tomar nuevas decisiones acerca de viejos mensajes y sentimientos. 3. Desarrollar nuevos sentimientos y conductas que impulsen el florecimiento de la autovaloración. 20 @ La autovaloración es una elección, no un derecho de nacimiento. ¿Qué es esto, una herejía? Quizás algunos piensen que mi afir mación de que la autovaloración no es un derecho de nacimiento revela una actitud negativa, pero en mi opinión no es así; es simple mente una creencia basada en mis experiencias pasadas con clien tes y amigos. Muchas personas han nacido en familias en las que los padres no recibieron dosis saludables de autoestima, y esta carencia es transmitida de generación en generación. Desde temprana edad el niño comienza a experimentar el mundo en relación consigo mismo, porque aquél le devuelve una imagen que le ayuda a crecer y a definirse. Si el mundo (padres, familia, amigos, profesores) le refleja su propia valía, el niño se sen tirá valorado y actuará de una manera que aumente sus méritos. Sin embargo, muchos niños nacieron en hogares donde los padres fueron incapaces de darles el cuidado y la atención necesaria para un crecimiento saludable, ya que bien estaban demasiado ocu pados intentando establecer su propia valía y su sitio en el mundo, o bien ellos mismos eran «como niños». Estos padres infantiles quieren hijos porque piensan que éstos les darán el amor incondicional que necesitan. Gloria, madre a los dieciséis años, empezó a sentirse mal cuando su hija Judy Kay cum plió dos años: la niña se estaba haciendo independiente y ya no la necesitaba tanto como antes. Entonces, decidió tener otro hijo: «Judy Kay ya no me necesita —protestaba Gloria—, ya no me hace sentir querida como antes». Algunos de nuestros padres son de la generación que vivió la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, por lo que experi mentaron la inseguridad que produce la pobreza, la pérdida de vivienda y la posibilidad de una muerte inminente. Los valores que aprendieron en esa época resultaban extraños en el tiempo de pros peridad y expansión económica que se vivió después de la guerra. No obstante, toda generación intenta vivir según los presupues tos, necesidades, normas y deseos de la anterior. Así, los niños tra tan de integrarse en sistemas familiares ya establecidos en lugar de experimentar la vida como algo nuevo, y tienden a buscar la aproba ción de los adultos en vez de explorar las posibilidades y recursos que llevan dentro de sí mismos. Muchos niños, especialmente aquellos nacidos de padres insegu ros respecto a su propia valía, se ven forzados a crecer demasiado 21 rápido. Es lo que se ha llamado el síndrome del niño adelantado. En una cultura donde se valoran los coches supersónicos, los alimentos precocinados, las gratificaciones instantáneas y los ordenadores veloces, existe también la tendencia de apresurar el crecimiento del niño. Así, los padres que sueñan con ver a sus hijos vestidos de unifor me militar, tienen una actitud competitiva que precipita el creci miento y desarrollo. «¿Dices que tu hijo dio sus primeros pasos a los once meses?... El mío anda desde los nueve y es capaz de recorrer medio kilómetro desde que cumplió el año. ¡Y si le tiras un balón... deberías ver que brazos tan fuertes tiene!» En lugar de experimentar el placer de la infancia, el niño adelan tado siente la pesada responsabilidad de la niñez. En vez de disfru tar del juego, de las posibilidades y elecciones que se le presentan y de la alegría, la infancia se vuelve un tiempo en que ha de cumplir un horario, aprender normas, ser responsable e intentar averiguar cómo se han de hacer las cosas correctamente. Los padres nos quie ren cuando somos buenos y exitosos, y si no lo somos... nos conver timos en «un desastre». El rechazo y el abandono, implícito o explí cito en la infancia, nos acompaña durante el resto de nuestra vida y nos impulsa al fracaso. De este modo la infancia se convierte en una época dolorosa e infeliz, en la que hay que responsabilizarse en lugar de despreocu parse; las propias necesidades, deseos y aspiraciones son sustituidas por otros valores considerados prioritarios. Así, la autovaloración queda determinada en la infancia y atrapada, como un insecto fosili zado en ámbar; la autoestima no llega a desarrollarse; y los senti mientos que todo esto provoca se entierran. Reconocer el Ser en el niño Un niño aprende a desarrollar una alta autoestima cuando ha recibido mensajes que afirman o validan su existencia, sus eleccio nes, sus capacidades, ideas y planes. Por el contrario, si todo esto no se ha apoyado, tiende a sentirse menos importante o valorado que los niños que le rodean. Imagínate que recibiste una gran cesta al nacer. Durante tus pri meros años cogiste de ella conocimientos que te suministraron energía, esperanza, capacidad, deseo y buenos sentimientos hacia ti mismo (mensajes a los que llamaremos flores). Al mismo tiempo recibiste otros que te hicieron sentir inadecuado, pequeño, culpable y asustado (a éstos les llamaremos mensajes basura). 22 Lee detenidamente los siguientes mensajes y elige los que llevas en tu cesta. Mensajes Basura (Mensajes que nos hacen sentir mal y creernos despreciables.) * Si no tienes nada agradable que decir, cállate. (Esconde tus verdaderos sentimientos.) * Los asuntos familiares son privados.(No confíes.) * Primero el trabajo y después la diversión. (Es más importante lo que haces que quién eres). * Los chicos no lloran. (Los hombres siempre han de ser fuer tes.) * Las mujeres no deben enfadarse. (Los mujeres han de escon der sus sentimientos de enfado.) * No hables a menos que se te pregunte. (La espontaneidad es mala.) * No hables de sexo. (Hablar del cuerpo es pecado.) * Apáñatelas como puedas. (No hay cabida para los errores.) * Todo lo que valga la pena hacer, ha de estar bien hecho. (Lucha por el perfeccionismo en todas las cosas.) * El dinero no sale de debajo de las piedras. (Ten mucho cuida do con lo que gastas.) * Lo puedes hacer mejor. (Lo que haces no es suficientemente bueno.) * ¡Te lo dije! (Deberías haberme escuchado y obedecido. Yo tengo razón y tú no.) * No enseñes tus trapos sucios en público. (No hables de tus cosas ni pidas ayuda.) * A los tuyos con razón o sin ella. (La lealtad familiar es primor dial, aunque no sea merecida.) Piensa acerca de algunos de los mensajes y normas que apren diste en tu familia. ¿Cuántos de ellos ayudan a aumentar tu autoes tima? ¿Cuántos te hacen sentir mal contigo mismo? Veamos ahora algunos mensajes positivos (flores) que ayudan a las personas a sentirse bien consigo mismas: 1. Hoy me siento muy orgulloso de ti. 2. Tuviste una brillante idea. 3. Continúa trabajando así de bien. 4. Eres una persona muy especial. 23 5. ¡Eres genial! 6. Parece que tienes un montón de buenas ideas. 7. Probablemente aprendiste mucho de aquel error. 8. Es un placer trabajar y divertirse contigo. 9. Me gustas tal como eres. 10. Es bueno tener muchos sentimientos. 11. A veces, llorar es un alivio. 12. Lo siento. Tú tienes la razón. 13. Me siento feliz cuando estoy contigo. El objetivo principal de este libro es que podamos hacer una valoración honesta de lo que llevamos en nuestra cesta y que deci damos lo que queremos desechar. En la segunda parte del libro hablaremos de cómo rellenar nuestra cesta haciendo elecciones positivas que aumenten nuestra autovaloración. Un término muy utilizado hoy en día es el de alienado, que signi fica simplemente alguien que vive continuamente reaccionando al mundo exterior: pareja, familia, trabajo, amigos, televisión y even- 24 tos mundiales. El ser alienado no siente el mundo como su hogar; siempre se siente fuera de sitio, incómodo y ansioso, y va por el mundo emocionalmente paralizado. Al mismo tiempo, permanecemos conectados con nuestro ser interno, el cual selecciona la información, los acontecimientos y sentimientos que son únicos y que nos distinguen de los demás. Podríamos decir que el ser interior es como nuestro ordenador per sonal, que almacena la información pertinente para ser utilizada cuando sea necesaria. f 7 H L T \ \ SOY GENIAL Somos un sistema tan maravilloso y lleno de posibilidades, que surge la pregunta de cómo una persona puede llegar a desconectar se de sus propias emociones, a ser incapaz de evocar sentimientos y emociones que le sirvan de guía en su vida. ¿Cómo se convierte un ser alienado en un autómata emocionalmente bloqueado? El primer punto importante a destacar es cómo muchos padres enseñan a sus hijos a reprimir o tragarse sus sentimientos: * Un niño se cae y se hace daño; su padre le regaña * Una niña se enfada porque otro niño le ha roto un juguete, y la madre le responde de inmediato: «No te enfades, no está bien». * Un niño se entusiasma al ver una procesión subiendo por la calle y sus padres le regañan: «Estáte quieto y no hagas tanto ruido». 25 Los padres estoicos que reprimen sus emociones suelen a su vez criar niños estoicos que reprimen las suyas; y esto no solamen te lo hacen mediante la imposición de normas de conducta, sino directamente a través del ejemplo. El niño sustituye la espontanei dad y la libertad emocional por lo que es adecuado, apropiado, y socialmente aceptable, y de este modo su verdadero yo queda cada vez más y más oculto: un paso regresivo en su proceso de hacerse persona; un paso atrás de gigante. En un ambiente así, el niño teme tener sentimientos y emociones, e intenta desarrollar modos de controlarse. Lo adecuado sustituye a lo auténtico y, de este modo, la realidad se distorsiona: en lugar de sentir lo que sentimos, empezamos a sentir lo que es adecuado sentir. La negación como estilo de vida Q El rechazo de sus verdaderos sentimientos y de su verdad es un problema común entre los niños que viven en hogares problemáticos. Al ignorar nuestra experiencia interna (aquello que realmente sentimos y experimentamos) renegamos de una parte de nuestra auténtica verdad; entonces la realidad se distorsiona y no podemos ver con claridad nuestras propias situaciones. Cuando la realidad se ha distorsionado, tendemos a minimizar la seriedad e importancia de las situaciones: elegimos ver las cosas como queremos y nos conviene, en lugar de verlas como realmente son. Éstas son afirmaciones de una realidad distorsionada: * Las cosas no van tan mal... * Las cosas van mejor de lo que parece... * Me contentaría con... * No puedo... * La culpa la tienen los demás... * Si solamente fueras capaz de entenderme... * Los demás, o los acontecimientos, me hacen sentir así... * No hay esperanza... * Resuélveme el problema, yo soy incapaz... * Todo funcionaría perfectamente si tú... . 26 Es importante recordar que: —o— Para aumentar nuestra autovaloración, debemos desterrar la ¡dea de que nuestro pasado fue únicamente bueno o totalmente malo. Si sólo tenemos buenos recuerdos, continuaremos viviendo el mito de la infancia perfecta, y de ese modo, nos mantendremos sepa rados de nuestro verdadero ser; por otro lado, vivir atrapados en el mito de la infancia desastrosa nos impedirá utilizar lo mejor de nosotros mismos y de nuestra experiencia para mejorar la situación. La autovaloración es una elección, no un derecho de nacimiento. En este libro te sugiero realizar algunas elecciones difíciles, y quizás la más difícil de todas sea buscar la verdad de tu infancia y encontrar allí tu propio sentido de la realidad. Algunos se pregunta rán: «¿Por qué mirar hacia atrás? ¿De qué sirve indagar en viejos y olvidados sentimientos? ¿Qué objetivo tiene abrir viejas heridas?». La razón principal para hacerlo es que aunque esas situaciones y sentimientos parecen viejos, no están olvidados: viven en nuestras actitudes, pensamientos y sentimientos, afectando nuestros relacio nes y elecciones. Una de mis creencias más firmes es: «Reconquistar o repetir». Lo que no resolvemos en nuestra infancia y juventud con nuestras familias, lo debemos resolver con nuestras relaciones actua les (pareja, amigos e hijos). Cuando hacemos elecciones se despierta un poder curativo, y existe asimismo un poder curativo en la realidad (incluso en la rea lidad dolorosa). La primera tarea es volver al pasado y descubrir qué fue real y qué fue mito. 27 2. LOS PADRES Y LA AUTOVALORACIÓN Es importante comenzar este capítulo destacando que el propó sito de este libro no es el de hacer responsables a nuestros padres de nuestra baja autovaloración. A menudo, los padres mismos no han recibido dosis saludables de autovaloración: puede que sus propios padres hubieran vivido en condiciones de pobreza, persecución, opresión, perjuicio e incluso abandono; también es posible que recibieran una educación muy básica, apenas para saber leer y escribir; o bien que estuvieran en fermos o padecieran alguna disminución física. Con todo y eso, po demos suponer que cuando ellos se convirtieron en padres, intenta ron hacer todo lo que pudieron por sus hijos y darles lo mejor: incluso aun cuando a veces esto fuera contraproducente, la mayoría de los padres quisieron a sus hijos, aunque desafortunadamente no tenían las herramientas necesarias para crear una atmósfera que fo mentara el desarrollo de su autovaloración. Durante la infancia todostenemos dificultades y tensiones; del mismo modo todos los niños experimentan algún grado de sufri miento, infelicidad y descontento. A pesar de ello, todos crecemos hasta hacernos adultos. Cada uno de nosotros recuerda momentos dolorosos; muchos hemos sufrido pérdidas —pérdidas reales— de animales de compañía, amigos o miembros de la familia. El colegio tenía sus pros y sus contras, ya que nos proporcionó oportunidades para crecer, al tiempo que nos aseguraba el fracaso: después de todo, sólo había cinco puestos en el equipo de animadoras, y once jugadores en el de fútbol... lo que provocaba enormes disgustos en tre los numerosos adolescentes que querían participar y no lo con seguían debido al escaso número de plazas. Durante dos años, Susan volvió locos a sus padres entrenando en todo momento para convertirse en parte del equipo de animado ras; por un voto, fue excluida de la selección y esto la destrozó inter namente durante dos años. Ahora, a sus treinta y cinco años, refle xiona: «Fue la mayor humillación de mi vida; cuando lo recuerdo todavía me pongo enferma. Mis amigas íntimas formaron parte del 29 equipo de animadoras, pero yo no era lo suficientemente popular». Algunas de las actitudes y creencias del hogar donde crecimos nos hicieron daño, y seguramente hubo hechos que nos hicieron sentirnos inadecuados, rechazados y aislados. Nicolás, por ejemplo, recuerda haberse sentido abandonado. Su padre dejó a su madre cuando él tenía cinco años, y tras volverse ésta a casar, su padrastro insistió en ingresarle en una Academia Militar: durante los siete años siguientes, Nicolás vio a su madre una vez al año; su familia era la Academia (desconocidos a los que se pagaba por alojarle). John, que ahora tiene ochenta y tres años, relata el mayor fra caso de su vida: «Me encantaba el colegio, y cuando terminé el oc tavo grado quise ir a la escuela superior; nadie en mi familia lo ha bía hecho antes y el problema era que debía t rasladarme a la ciudad». John había nacido y se había criado en un caserío de Ca mas Valley, en Idaho. «Mis padres me buscaron un sitio para alo jarme en la ciudad y encontré un trabajo en un almacén, lo que me permitía pagarme la estancia; pero yo era un chico de campo, y los chicos de la ciudad se reían de mi ropa de campesino. Sólo duré dos días; después, tomé el primer tren y me volví a casa». Después de to dos estos años, John todavía tiene un sentimiento agudo de humilla ción y fracaso. Pocos de nosotros llegamos a la edad adulta sin algún tipo de ci catriz psíquica; no obstante, ahora que somos adultos, podemos em pezar a ver las cosas como realmente eran. Nuestros padres no eran las todopoderosas, sabias y omnipotentes personas que creíamos cuando éramos pequeños; eran seres humanos corrientes con virtu des humanas y defectos humanos. Ellos mismos tenían problemas (algunos no muy diferentes de los nuestros) y aunque no nos dieron lo que necesitábamos, probablemente hicieron lo mejor que pudie ron teniendo en cuenta el entendimiento, los conocimientos y la si tuación económica que tenían. En otras palabras, nuestros padres no estaban llenos de absoluta e implacable maldad; no son «los malos» de nuestros melodramas infantiles. «Asignaturas pendientes» y el adulto-niño Nuestro propósito actual es explorar lo que realmente obtuvi mos y lo que no cuando éramos niños, e identificar nuestras asigna turas pendientes. Ahora, como adultos, podemos resolverlas, satisfa- 30 ciendo nuestras necesidades y aumentando nuestro nivel de autova- loración para así continuar viviendo. La baja autovaloración suele desarrollarse en familias donde las expectativas hacia los hijos son demasiado altas, las normas dema siado estrictas y las emociones no se valoran. Las personas que pro ceden de familias así, detienen su desarrollo emocional a edades muy tempranas; de este modo, su vida emocional permanece inma dura (juvenil o incluso infantil) mientras que el resto de la persona crece y madura. Este estado es conocido algunas veces como retraso emocional. Los niños que lo padecen se desarrollan intelectual y físi camente (a veces, incluso en exceso); sin embargo continúan siendo niños a nivel emocional, no importa la edad que tengan. A estos «ni ños» se les suele denominar adultos-niños. Aparentan ser adultos maduros y tienen responsabilidades de mayores, viviendo estilos de vida adultos; sin embargo, dentro de sí mismos se sienten vulnera bles como niños. Tienden a ser competitivos y exitosos por fuera, pero internamente su corazón y su alma sufren. Mi experiencia con personas que tienen un bajo nivel de autova loración es que siempre se están preparando para cuando llegue el momento... Les suelo decir: «El ensayo ha terminado, y la obra ya ha empezado. La vida es aquí y ahora». Esto es importante, ya que las personas con una baja autovaloración a menudo piensan que lle gará el momento en que se convertirán en quienes están destinados a ser; sólo entonces se sentirán bien y serán felices. Parece que espe rasen que algo o alguien apareciese en su vida y que les impactase de tal modo que les permitiera ser felices. Es importante darse cuenta de que no hay más que lo que hay; no hay nada que conseguir, solo hay que ser. La felicidad no es algo por lo que uno compite, como si se tratase de un título académico; tampoco es algo que llega en un maravilloso paquete con un letrero que dice «felicidad» ni algo que sucede automáticamente cuando encontramos la pareja ideal. La felicidad implica enfrentar y acep tar la realidad tal como es y aprender a entrar en esa corriente; esto supone aceptar las circunstancias físicas y económicas que nos toca vivir. La felicidad llega de maneras muy diversas: en ocasiones es muy intensa, en otras, es casi imperceptible. Si miramos retrospec tivamente, a menudo somos más felices cuando no nos preocupamos por el tema de la felicidad. @ No hay nada que hacer o conseguir para llegar a ser felices y sentir nos satisfechos. Se trata de ser, no de hacer... 31 Los adultos-niños viven continuamente con expectativas. Cuando eran pequeños pensaban que cuando se fuesen de sus hogares serían independientes, libres de la opresión y mano dura de sus desalmados padres; con la emancipación, podrían organizarse el tiempo como les conviniese y encontrar personas nuevas e interesantes. Sin lugar a dudas, encontrarían el mágico reino de la felicidad y, por supuesto, nunca serían como sus padres. Pero esto no es así. Una de sus máximas expectativas es ser lo menos infelices posi ble y tener el mínimo de sentimientos desagradables. Pienso que esto sucede de esta manera porque los adultos-niños están acostum brados a culpar a sus padres y a otros de su propio dolor e infelici dad. Una vez que una persona vive por sí misma, por decirlo así, esas influencias malévolas y extrañas no permanecen mucho tiem po; de modo que esa persona espera que la vida sea más placentera, relajada y feliz. Pero quizás parte de lo que produce realmente la felicidad es ser capaz de afrontar el dolor de la vida, las frustracio nes y la infelicidad; asumirlo y continuar viviendo, en lugar de sumirse en la miseria indefinidamente. Estos pensamientos y sentimientos acerca de una felicidad ideal se formaron durante la infancia. En lugar de escucharnos y confiar en nosotros mismos, muchos aprendimos a tener en cuenta las expectativas de los demás (la familia, el colegio, los amigos y los medios de comunicación). La televisión es una fuente importante, y a veces sutil, para muchas de nuestras expectativas (la felicidad llega por medio de una marca de colonia, y la feminidad con unas medias). La publicidad es archiconocida por ser el contrapunto de nuestra baja autoestima, como demostró hace años Vanee Packard en su libro The hidden persuaders'. Llegar a conocer nuestro niño interno Dentro de mí vive mi particular consejero, juez y maestro. Se trata de mi niño interno.Hay veces que una persona está bastante familiarizada con su ser interno (el depositario de la autovalora- ción); sin embargo en otras ocasiones este niño interno es totalmen te desconocido. En este último caso podemos llegar a ser extraños para nosotros mismos. Si le entendiéramos mejor y le conociéramos a fondo, podría mos comprender y eliminar gran parte del dolor, la fatiga, las heri- 1 En castellano su traducción literal sería «Los persuasores ocultos». (N. de laT.) 32 das y el aislamiento. Esta comprensión nos ayudaría en el encuen tro con los demás y en el descubrimiento de nuestro propio valor como personas. Hubo un tiempo en el que todos nosotros fuimos niños; esa fue una época importante y el impacto de aquellos días todavía nos acompaña. Pero a menudo los adultos intentamos pasar de nuestra infancia, quitamos importancia a lo que aprendimos en esa etapa e ignoramos las lecciones que recibimos. Sin embargo, éstas afectan a nuestro modo de pensar, sentir y actuar hoy en día. Algunas de ellas nos dificultan la interacción con los demás y nos traban a la hora de querer y ser queridos; incluso pueden ser la fuente de una parte importante de nuestro cansancio, incapacidad de relajarnos, dolores de cabeza, ansiedad crónica y depresión. Piensa en el niño que fuiste... ¿Qué ha sido de él? 1. ¿Murió? 2. ¿Creció demasiado y le desechaste como si fuera un juguete o un jersey viejo? 33 3. ¿Le abandonaste? 4. ¿O tu propia infancia se volvió irrelevante, confusa y vacía de significado? 5. ¿El niño que fuiste sigue vivo y se encuentra bien? Cada persona lleva dentro de sí los sentimientos y actitudes de su infancia. Algunos ambientes en los que se respiraba una baja autovaloración eran hogares donde: El niño se hizo mayor «demasiado pronto»... En este caso los padres fueron incapaces de suministrar a su hijo seguridad emocional y confort. A menudo en estas familias, el padre, la madre (o ambos) son o han sido dependientes del alcohol o las drogas, y sus propias necesidades son más importantes que las de sus hijos. Los niños aprenden demasiado pronto a hacerse cargo de sí mismos emocionalmente, y a veces incluso físicamente; los mayores se ocupan de los pequeños y la infancia se convierte en un tiempo de responsabilidad y miedo. Se esperaba que el niño fuera «perfecto»... El niño se vuelve perfeccionista si sus padres no le revelan sus muestras de afecto y aceptación hasta que le consideran merecedor de ellas; el niño responde a la demanda de sus padres haciendo esfuerzos enormes para conseguir el éxito (físico, intelectual o social); y sin embargo, nunca llega a satisfacer las demandas de sus padres o de sí mismo... El niño fue continuamente dirigido, regañado y sermoneado... El padre decide, sugiere y supervisa constantemente la vida del niño, dándole consejos, haciendo planes de futuro, estable ciendo sus objetivos, etc. De este modo, el niño abandona cual quier acción que provenga de él mismo y confía únicamente en los estímulos del exterior. Con el tiempo, aprende a aplazar, olvi dar y resistir, experimentado apatía y desgana, por lo que este niño tendrá muchas dificultades para convertirse en un ser con iniciativa propia. El niño que fue blanco de la ira de sus padres... El niño se convierte en la víctima de la familia, y sus padres le uti lizan para expresar su enfado y frustración, ya que carecen de recur- 34 sos para hacerlo de otra manera. En este tipo de familias problemáti cas, el niño indefenso se convierte en el blanco perfecto de la ira de los adultos, llegando en algunos casos, al abuso físico o emocional. Desafortunadamente, algunas formas de expresar la ira son sutiles, como sucede con el sarcasmo, los insultos, o las normas rígidas. El niño que sufrió el abandono de sus padres... La forma más común de abuso infantil en los EE.UU. es el aban dono emocional, que en ocasiones se suma al abandono físico. Muchos niños lo sufren debido a que los padres están excesivamen te ocupados con sus propios asuntos, afectando mucho a los hijos de personas muy exitosas económica y profesionalmente, al igual que a niños que han crecido en hogares con padres alcohólicos. La causa del abandono puede ser cualquier cosa que prive al niño de la atención y del cariño de sus padres; ya sea el trabajo, la actividad, la ausencia, la muerte, etc. Uno de los aspectos más difí ciles a la hora de detectar si ha habido abandono emocional es que éste es escurridizo y produce un vacío en el niño; aparentemente, nada ni nadie es responsable de ello, y es costoso medirlo y descri birlo. No es nada fácil para los niños poner en palabras este senti miento, y esta dificultad continúa cuando se vuelven adultos; hablan de un vacío vago e inquietante, en lugar de algo concreto que se pueda medir y entender. Estas personas (tanto de niños como de adultos) describen un sentimiento de aturdimiento, inseguridad y vacío; incapaces de recordar episodios dolorosos de su infancia, suelen decir: «En reali dad, nunca me sucedió nada demasiado terrible»... Este comenta rio, aparentemente insignificante, puede ser una clave importante que muestre que faltaba algo esencial en la infancia y que el niño fue abandonado o descuidado. Si nuestros padres no estaban dispo nibles cuando les necesitábamos emocionalmente, entonces se puede afirmar que sufrimos de abandono. El niño estaba expuesto a conductas parentales que le hacían «volverse loco» Este tipo de conductas se basan en emitir dos mensajes contra dictorios al mismo tiempo. Por ejemplo: * Quiero que te sientas libre de realizar tus propios sueños; no olvi des que todos esperamos que continúes con el negocio familiar. 35 * Te quiero tal como eres; solamente te doy algunas sugerencias y consejos ya que hay ciertas cosas que podrías cambiar. Aprendí acerca de los mensajes dobles gracias a mi mentora, Virginia Satir. Ella me decía: «Todas las familias problemáticas que conozco se comunican a través de mensajes de doble sentido, lo que crea un sentimiento de locura. Algo funciona mal». Así, las conductas paradójicas tienen lugar cuando dos mensajes que son opuestos se dan simultáneamente. Por ejemplo: * Quiero que salgas y te diviertas. No me importa quedarme solo en casa. * Ya se que me quieres, lo único que pasa es que no sabes cómo demostrármelo. * Tendremos mucho tiempo para estar juntos, pero no ahora. * Puedo cuidar de mí mismo perfectamente, pero me gustaría que estuvieses más tiempo en casa. * Estoy bien, no te preocupes. Sólo me siento un poco decaído. * Siempre te cuidaremos y hay un montón de cosas que podemos hacer juntos, pero justo ahora la situación es un poco difícil. La gente quiere ser reconocida por sus buenas intenciones, y nos pide que no prestemos atención cuando nos decepciona. Muy pronto aprendemos a no tener expectativas de que nos suceda real mente algo bueno. En las familias difíciles, no importa lo que nos dijeron o cuántas sonrisas recibimos, las cosas no iban bien. Incluso aprendimos a relacionarnos con nosotros mismos por medio de dobles mensajes: * Comemos mucho y después nos ponemos a régimen. * Recorremos tres kilómetros conduciendo hasta el club depor tivo, para luego caminar tres kilómetros en los alrededores de la pista. * Vamos de vacaciones y no paramos de telefonear a casa para comprobar que todo va bien. La coherencia, y el enfoque de vivir en el presente, son estilos de vida que raramente se aprenden en una familia difícil. Habitualmente en estas situaciones «para volverse loco», suele haber un mensaje establecido de buena intención, interés, apoyo y cuidado; y un segundo (normalmente no expresado con palabras) que es más indirecto, y que a menudo trata de algo que no quere mos oír o enfrentar. Suele referirse a una acción... como por ejem plo, olvidar una fecha señalada, perder el tren, llegar tarde a una 36 cita, actuar de manera confusa o mostrarse frágil. Sonactitudes que llevan a desconfiar de las palabras atentas y cariñosas... Para muchos, la infancia no fue una etapa en la que se desarro llaran la alta autovaloración y la confianza, sino que tuvieron que crecer demasiado rápido, temerosos e inseguros de sí mismos. En los próximos capítulos exploraré algunas de las dificultades por resolver y después plantearé formas de aumentar nuestra autovalo ración y de celebrar la vida. Por qué es tan importante entender mejor nuestros sentimientos Para muchos niños los primeros años de vida estuvieron llenos de experiencias dolorosas; quizá tuvieron padres que no respondían a sus necesidades de contacto físico, apoyo y consuelo; o quizá les gritaban, descargando sobre ellos su propia rabia y frustración. Algunas veces los padres, en un intento de comunicarse con sus hijos, les infunden miedo y culpabilidad para conseguir que «se por ten bien»; esta forma de dominar es muy dolorosa. Otras veces, los padres son indiferentes a sus hijos y les desatienden. Muchos niños recuerdan haber sido continuamente criticados y objeto de burla, o que se les pedía algo que era imposible que ellos dieran. Un niño pequeño no tiene una idea conceptual acerca de sus propias necesidades ni entiende por qué sus padres son como son. Quizás sus padres fueron maltratados en la infancia, o sufrieron graves pérdidas y humillaciones, pero los niños no conocen las 37 penas ocultas de sus padres porque carecen de la capacidad para la empatia. Están demasiado ocupados intentando aprender a mane jarse en el mundo y son incapaces de apreciar que sus propios padres están perdidos. En ocasiones el miedo, la culpa, la rabia y el dolor son tan inten sos que el niño, para sobrevivir, aprende a negar sus propios senti mientos. Este es un mecanismo de defensa necesario: el niño renun cia a su propio conocimiento y a sus sentimientos para seguir ade lante y sobrevivir: entierran y repudian a su niño interno. Estos vie jos sentimientos se congelan dentro del cuerpo, atrincherados tras barreras de tensión muscular y psicológica. Cuando el niño se con vierta en adulto, continuará desarrollando conductas de protección: actuando compulsivamente con la comida, el tabaco, el alcohol o el sexo. Para paliar el dolor interno se crea un sistema compulsivo de conducta, muchas veces sin que nos demos cuenta, y se reprimen los sentimientos (quedando así atrapados en el interior de uno mismo). Esto se convierte en la fuente de rechazo y engaño en nues tras vidas. Nuestros sentimientos son un sexto sentido que interpreta, orga niza y provee de significado a los otros cinco. No sentir (estar blo queado emocionalmente e insensible) nos impide tener una pers pectiva equilibrada de la realidad. Si somos incapaces de sentir, nos cerramos a la posibilidad de conectar realmente con los demás, ya que los sentimientos son el denominador común de todos los seres humanos. 38 Una gran parte de la realidad depende del conocimiento que tenemos de nuestros sentimientos, y por ello nos sentimos confusos y «agobiados» cuando no somos capaces de distinguir los propios de los ajenos. La clave para convertirnos en maestros de nuestra propia vida reside en entender el lenguaje de los sentimientos; cuan do nuestro entendimiento aumenta, podemos desechar los senti mientos negativos y de ese modo, una mayor energía y de una cuali dad más creativa puede ser liberada. Cuanta más energía creativa se libera, más sentimientos de miedo y dolor se alejan. Esta es la otra cara del círculo vicioso: es un ciclo en que una persona se refuerza a sí misma y produce una reacción positiva. Cuando experimentas el dolor emocional (el cual todos padece mos alguna vez) tu energía se agota y un sentimiento de dolor y desánimo se apodera de ti por un tiempo. Esto es normal; si te per mites sentir y experimentar plenamente los estados naturales de dolor, enfado y resentimiento —sin negarlos— tu recuperación será más rápida y completa; de este modo volverás a sentir tu energía, creatividad y productividad. El proceso de resolver problemas emo cionales a lo largo de nuestra vida nos ayuda a crecer y desarrollar nos; los temas de nuestra infancia se vuelven a presentar una y otra vez en forma de conflictos cuando somos adultos y si permanece mos abiertos a ellos, maduramos; si nos cerramos y nos defende mos, malgastamos energía y nunca alcanzamos nuestro potencial. Nuestro primer objetivo en la vida es la dependencia, el siguiente la independencia, después la maestría y por último la libertad. @ ...Comprender y sentir nuestras emociones nos hace libres... El perdón El perdón es un regalo que nos concedemos a nosotros mismos, e implica admitir que no conocemos totalmente las circunstancias de las personas que nos han impactado a lo largo de nuestra vida. No disponemos de una sabiduría absoluta que nos permita juzgar: «Papá debió estar más tiempo con nosotros cuando éramos niños», o «Mamá no debió haber sido tan severa...». El perdón implica que reconocemos no poseer el conocimiento o la sabiduría que nos per mitiría sentirnos los jueces de las personas que nos han herido en el pasado. 39 El perdón es una elección, y al perdonar apostamos por la vida en nosotros y en los demás. Gracias a él: 1. Nos liberamos de la carga de arrastrar continuamente nues tro dolor, enfado, resentimiento y soledad, y de este modo nos curamos. 2. Permitimos a los demás vivir libremente su vida ( o descansar en paz) y ocuparse de sus propios sentimientos y conductas, y de las consecuencias de éstas. o El perdón es un regalo curativo que nos hacemos a nosotros mismos. 40 3. NUEVAS PERSPECTIVAS SOBRE VIEJOS SENTIMIENTOS Entender los sentimientos Quizás resulte extraño para algunas personas que yo hable acerca de entender los sentimientos; muchos dirán: «¿Qué hay en los sentimientos que necesite ser entendido? Yo sé cuando me siento bien y cuando me siento mal. ¿Qué es tan complicado?». Si las emociones fuesen únicamente un asunto de sentirse bien unas veces y mal otras, entonces sería cierto que no hay mucho que comprender acerca de ellas; pero como hemos visto anteriormente, nuestros sentimientos presentes están cargados de historia emocio nal que se estableció en nuestra infancia y que hemos traído hasta el presente. Recuerda esto: A veces el miedo, la culpa, el enfado y el dolor que siente el niño son tan grandes que para sobrevivir deja de escuchar a la parte de sí mismo que puede «sentir» ; éste es un mecanismo de defensa nece sario. Para sobrevivir y seguir adelante, el niño se aleja de su cono cimiento y de sus sentimientos internos; de ese modo niega y entie- r ra a su niño in te rno . Pero aunque t ra ta de escapar de sus sentimientos ocultándolos y conteniéndolos, éstos permanecen den tro de él. Después de todo somos seres emocionales así como racio nales, y las emociones forman parte de nuestra urdimbre. Actuando de este modo congelamos los sentimientos de la infan cia (los encapsulamos en el tiempo, por así decirlo) y los transporta mos hasta el presente. Por ello, si bien es cierto que sabemos dife renciar entre cuándo nos sentimos bien y cuándo mal, también lo es que estamos acostumbrados a negar muchos de nuestros sentimien tos, y esto es debido a que: —... los tememos. —... sentimos vergüenza de ellos. —... pensamos que son malos. —... pensamos que son anormales. 41 Como indiqué en el capítulo anterior, nuestros sentimientos constituyen un sexto sentido que interpreta, organiza, dirige y ayuda a entender los otros cinco. Literalmente, «no sentir» (estar emocionalmente bloqueado, congelado, lejano e insensible) lleva a percibir el mundo y los demás seres humanos de una forma dese quilibrada. La persona que controla y suprime sus emociones se cie rra a la posibilidad de estar conectado realmente con los demás, y de este modo deja de ser realmente humano, ya que los sentimientos son el denominadorcomún de la humanidad. Conectar con nuestros sentimientos Los psicólogos y terapeutas han puesto mucho énfasis en la im portancia de conectar con los propios sentimientos, pero ¿qué signi fica esto realmente? Para empezar, conectar con los sentimientos supone darse cuenta de que tenemos sentimientos y llegar a conocer nuestra vida emocional sumergida; significa también aprender a aceptar las emociones como un aspecto natural de nuestra existencia, no como algo a lo que temer o algo hostil que preferimos evitar. Cuando no estamos en contacto con nuestros sentimientos ca minamos por la vida en una especie de trance, como si fuésemos so námbulos; temblorosos y agitados, nos sentimos desbordados por nuestras propias emociones y perplejos ante las de los demás. • - © - — • Entender el lenguaje de los sentimientos es una de las claves para la automaestría. Permanecer en conexión con nuestras emociones y entender el lenguaje de los sentimientos son herramientas indispensables que nos ayudan a resolver nuestros problemas emocionales a lo largo de la vida, lo cual nos permitirá crecer «de verdad» y hará posible nuestro desarrollo. Inevitablemente, como hemos visto antes, los temas de la infancia continúan apareciendo y son la fuente de muchos conflictos cuando somos adultos. Si permanecemos abiertos al cambio, abiertos a entender el lenguaje de los sentimientos, tenemos acceso al potencial para madurar; por el contrario, si optamos por seguir siendo sonám bulos (despertándonos de modo caprichoso únicamente cuando nos conviene) nuestra energía se dispersa y permanecemos como algo más que autómatas, pero algo menos que humanos. 42 En la mayoría de nosotros existe un impulso que nos lleva de la dependencia a la independencia, y después a la maestría y a la liber tad. A continuación veremos cómo el hecho de entender las emocio nes nos proporciona una nueva perspectiva en la vida y aumenta nuestras posibilidades de realizar nuestro potencial como personas que piensan, sienten y actúan, es decir, plenamente seres humanos. o Recuerda: la libertad se basa en el entendimiento de las emociones y en la capacidad de actuar según nuestra nueva comprensión. El enfado El enfado o la ira hacen referencia a un amplio abanico de senti mientos... * El enfado puede tratarse de una simple irritación. * Habitualmente nos enfadamos cuando nos sentimos frustrados o cuando se contrarían nuestro planes. * Puede ocurrir que al principio no percibamos el fastidio que sentimos, pero si el malestar continúa, podemos llegar a sentir una ira bastante considerable. * A veces sentimos rabia, que en ocasiones denominamos rabia ciega ya que parece estar fuera de control. * Otra forma de enfado es el resentimiento que experimentamos cuando nos sentimos disgustados y abandonados. * Cuando nos enfadamos pero no queremos que se note, utiliza mos el eufemismo: «Estoy realmente desbordado»... El enfado es una respuesta habitual cuando nos sentimos doli dos o cuando sufrimos una pérdida, pero incluso en estas ocasiones puede que no lo reconozcamos. Cuando alguien dice: «Yo nunca me enfado», probablemente esta persona no sabe cómo reconocer su enfado, o quizás sea tan consciente de su ira que prefiere negarla porque ha aprendido que este tipo de sentimientos son socialmente inaceptables, malos o signos de debilidad. A veces, las personas nie gan su enfado porque lo temen; su temor es que si lo expresan se de sencadene un torrente de rabia incontrolada que cause algún daño irreparable. Gordon, un policía retirado de cincuenta y cinco años, explica: «He tenido que reprimir mi enfado. Aprendí a controlarme y, fran- 43 camente, a veces me preocupaba pensar qué pasaría si mi ira se des controlase». Después añade: «Debido a mi profesión, toda mi vida he estado rodeado de armas, pero nunca he guardado una en casa. Cualquiera que haya estado relacionado con el cumplimiento de la ley te dirá que la mayoría de los homicidios con armas de fuego se producen en hogares, y en la mayoría de los casos, los disparos ocu rren cuando se ha bebido durante una disputa familiar». Es importante reconocer el sentimiento de enfado ya que, el en fado, es una emoción natural. Es normal enfadarse en ocasiones, pero el enfado se vuelve problemático cuando intentamos negar su existencia, o cuando lo utilizamos para manipular o intimidar a los demás. Existen dos pasos esenciales en el proceso de entender el en fado: 1. Aprender a conocer mejor la propia ira en todas sus variacio nes. Observar lo que nos sucede cuando nos enfadamos, cómo nuestro pulso y respiración se aceleran, cómo sentimos el flujo de sangre en nuestra cara y la tensión en nuestras manos, piernas, cuello y estómago, y cómo nuestros múscu los faciales cambian. Observarse uno mismo con deteni miento. 2. Aprender a dirigir nuestro enfado de la manera adecuada y a la persona adecuada. La expresión del enfado es una respuesta sana y natural, necesa ria para mantenernos en equilibrio. Es cierto que a veces sentirse enfadado es molesto: la tensión sanguínea aumenta y el corazón se acelera; sin embargo, esta tensión necesita ser liberada hacia el ex terior (del modo adecuado) o, al menos, ser reconocida. Si no es así, se vuelve hacia nosotros y se pudre en nuestro interior. Al actuar de este modo, al dolor que originalmente nos causó el enfado añadi mos la retención del mismo, con lo cual la dificultad se vuelve mu cho mayor. Existe una diferencia importante entre una persona que expresa de manera adecuada su enfado cuando ha sido herida y otra que pa rece estar crónicamente enfadada, continuamente descargándose hacia el exterior. Una persona crónicamente enfadada y amargada, habitualmente siente que la vida le ofrece muy pocas oportunidades y acostumbra a culpar a los demás de sus problemas; en este caso, la persona utiliza el enfado como una defensa y una racionalización para culpar a otros. Este no es un enfado sano o apropiado. 44 Una buena referencia para saber si el enfado se expresa de modo adecuado es la especificación, que supone que el enfado está asociado a un evento o situación que puede ser descrita de modo es pecífico. La conducta asertiva (afirmación de uno mismo) nos previene de la conducta agresiva, ya que protege los propios derechos y senti mientos, mientras que la agresión ataca los derechos y sentimientos de los demás. Muchas personas querrían volverse más asertivas, sin entender que la asertividad es una habilidad que se aprende; y algu nas veces confunden asertividad con agresividad. ¿Cómo sería una expresión asertiva apropiada? 1. Decir cuándo estás enfadado y por qué, expresando el enfado real que hay detrás de las palabras; no seas evasivo, no te jus tifiques ni seas humilde cuando lo que realmente sientes es ira. Al mismo tiempo, no explotes ni te vuelvas irracional. 2. Cuando las circunstancias externas no te ofrecen la seguridad necesaria para expresar tu enfado, éste puede ser liberado con un amigo o un terapeuta entrenado. Es importante reco nocer la situación correctamente; las palabras, los movimien tos y los sonidos pueden ser vehículos importante para esta manifestación. Recuerda: dar patadas al perro, correr diez kilómetros al día o cambiar la colocación de los muebles constantemente, no son mo dos apropiados de expresar esta energía. Aprender a identificar el enfado es una parte esencial del pro ceso de crecimiento y curación. Muchas personas lo llaman, erróne amente, dolor, tristeza o culpa, cuando lo que sienten realmente es enfado. Estancarse en el enfado puede llevar a la persona a sentirse deprimida, cansada, atemorizada, dolida, frustrada, confusa, o ais lada; y rumiar amargamente acerca de injusticias pasadas, viejas heridas y conflictos requiere mucha energía que podría ser utilizada para fomentar el crecimiento personal. Con el tiempo el enfado que ha sido reprimido se convierte en rabia. Esta tiendea ser un sentimiento generalizado a medida que va aumentando, mientras que el enfado es más específico y, por ello, más fácil de comunicar y curar. Uno de los beneficios de expre sar honestamente el enfado es que en la mayoría de los casos la per sona se siente liberada, comprendida y también más aceptada; cuando el enfado se expresa adecuadamente, puede convertirse en un medio que facilita el camino hacia la capacidad de intimar. 45 Por otro lado, cuando el enfado se expresa de manera no clara, disfrazada o velada, la situación puede empeorarse. Tomemos, por ejemplo, el caso de Hank y Celia, una joven pareja casada hace dos años. Cuando Hank era estudiante, acostumbraba a desayunar to dos los sábados con sus dos hermanos mayores para hablar de asuntos de hombres. Después del desayuno, solían ir a algún par tido o a una carrera de coches. Este ritual de los sábados continuó después de que Hank y Celia volvieran de la luna de miel. Como cualquiera puede imaginar, estos encuentros entre hom bres no le hacían ninguna gracia a Celia. Ambos trabajaban durante toda la semana y disponían únicamente de los fines de semana para estar juntos. Como Celia amaba a Hank y le gustaba estar con él, quería que pasasen el máximo tiempo juntos para hablar, divertirse o hacer el amor. También le hubiese gustado que la ayudase en las tareas del hogar... Hank continuaba pasando seis u ocho horas todos los sábados con sus hermanos y Celia se sentía enfadada, herida, abandonada y celosa; tenía el sentimiento de que Hank se preocupaba más de sus hermanos de que ella. Como se puede ver, esta era una situación a punto de estallar. Celia se crió en una familia donde el enfado era una emoción peli grosa que nunca se expresaba directamente a menos que la situa ción se volviese intolerable, y entonces, uno perdía los estribos. Si guiendo este patrón de comportamiento, Celia expresaba sus sentimientos hacia su marido regañando todo el tiempo, quejándose y haciendo comentarios sarcásticos. En lugar de decir a Hank que se sentía sola y que quería pasar más tiempo con él porque le quería, empezó a decir cosas del estilo de: «Supongo que vas a salir otra vez con tus hermanos»... en un tono que indicaba claramente su desaprobación. Comenzó a protes tar acerca del dinero que Hank gastaba, añadiendo comentarios despreciativos sobre sus hermanos, y le insinuaba que era dema siado débil para romper con su familia. Cuando estas tácticas falla ron para retener a Hank en casa, Celia malhumorada y dolida se en cerró dentro de sí misma en un enfado silencioso, comenzando a rechazar los requerimientos sexuales que su pareja le hacía los sá bados por la noche. ¿Cuál fue la respuesta de Hank? Respondió con la misma mo neda; cuando Celia le sermoneaba y se quejaba, él se mostraba inso lente y reservado. Un abismo de resentimiento creció entre los dos. Desesperada por arreglar su matrimonio, Celia buscó consejo en una terapia, y aprendió a manifestar su enfado de un modo más 46 adecuado. En lugar de expresarlo con lágrimas, sarcasmo o distan- ciamiento, aprendió a reconocer la verdadera naturaleza de sus sen timientos y a manifestarse con Hank teniendo cuidado y sin acu sar le . Como la mayor ía de noso t ros , Celia creció con el convencimiento de que un enfrentamiento siempre ha de ser desa gradable, doloroso y negativo, pero no siempre ha de ser así: un en frentamiento (incluso cuando se está enfadado) puede ser la expre sión firme, desapasionada y amorosa de lo que pensamos; nuestro objetivo es expresar claramente nuestro posicionamiento, respetán donos a nosotros mismos y sin intentar destruir al otro. Queremos manifestar que algo que ha sucedido nos está causando problemas, ofrecemos posibles soluciones y expresamos nuestro compromiso para facilitar el cambio. En lugar de acusar sarcásticamente a Hank de ser un estúpido desconsiderado que no se interesa por los sentimientos de ella y que todavía necesita el reconocimiento de sus toscos hermanos para sentirse un hombre, Celia dijo: «Estoy enfada porque...», y le ex presó a su marido sus sentimientos de soledad y aislamiento, asegu rándole que le quería y que no le intentaba separar completamente de sus hermanos, pero que le gustaría pasar al menos dos sábados al mes con él. ¿Que harían los sábados, entonces? Hablar, ir de ex cursión, ver la tele, limpiar la casa, hacer el amor o visitar a la fami lia de vez en cuando; sobre todo lo que Celia intentó fue transmitir a su marido que le apetecía estar con él porque disfrutaba de su com pañía. ¿Cómo reaccionó Hank? Al principio, esperando ser acusado como en el pasado, montó en cólera y se puso a la defensiva; pero esta vez, Celia no reaccionó de modo negativo. Volvió inmediata mente a expresar su punto de vista con claridad, dando ejemplos concretos y no pidió que Hank sucumbiese a sus ruegos completa mente. El matrimonio de Hank y Celia va mucho mejor ahora. En pala bras de Hank: «Siempre supe que Celia me sermoneaba por el tiempo que pasaba con mis hermanos, pero pensaba que se debía a que era una persona celosa, egoísta y posesiva. Nunca me llegué a dar cuenta de lo mucho que se interesaba por mí hasta que dejó de regañarme». Aprender a expresar de manera abierta los sentimien tos negativos de enfado y los sentimientos positivos de amor, ha contribuido a crear el espacio de intimidad que Celia anhelaba. Ser capaz de expresar la rabia y el enfado a menudo supone romper con los patrones de conducta aprendidos en la infancia, como por ejemplo: «Debes contener tus sentimientos, es mejor que 47 expresarlos abiertamente». La expresión del enfado puede ayudar a una persona a desatascarse y a ser capaz de sentir otro tipo de emo ciones. ¿Qué nos impide expresar nuestro enfado? 1. Las personas dependientes temen que si se enfadan, los demás piensen que son antipáticas; son personas que temen ser recha zadas y abandonadas. Prefieren quejarse continuamente y gi motear, antes que expresar claramente su enfado y utilizar esa energía de modo constructivo hacia una resolución. Actuando así, malgastan su energía y a menudo se sienten deprimidas y apáticas. 2. Las personas muy controladas tienden a intelectualizar su en fado y a retenerlo. Confunden los términos, analizan la situa ción desde todos los ángulos, verbalizando y evitando sentir; de este modo, acumulan tanta ira que en ocasiones explotan irra cionalmente. Temen «perder el control» y este temor está a me nudo justificado ya que no saben expresar esta emoción de ma nera saludable. 3. Las personas constantemente preocupadas por agradar a los de más tienden a disfrazar su enfado; proceden a través de insi nuaciones, sonriendo continuamente con los dientes apretados. A menudo estos sentimientos se expresan a través de síntomas físicos: dolores de cabeza, tensión muscular y malestar de estó mago; todo ello señales que manifiestan la ira reprimida. 48 Algunas claves para expresar el enfado de forma saludable 1. Guarda silencio y deja que todos los sentimientos de enfado salgan a la superficie... 2. Reconócete a ti mismo y valórate por ser capaz y estar abierto a sentir la verdad de tu enfado... 3. Expresa tu sentimiento de enfado honestamente tan rápido como puedas a la persona apropiada... 4. Vuelve a sentir reconocimiento hacia ti mismo por ser honesto y directo... Me enfadé cuanto tú... pero ahora ya está solucionado La culpabilidad Cuando surge la culpabilidad uno se siente desvalorizado, equi vocado, estúpido y miserable. A menudo, la culpa es el resultado de retener la rabia hasta tal punto que ésta se vuelve contra uno mismo; las personas que se sienten excesivamente culpables tienden a hundirse en sus propios sentimientos negativos como forma de autocastigo para, de este modo, aliviar un poco su sentimiento de 49 culpa. Un rasgo común entre la persona enfadada y la que se siente culpable es que ambas tienen dificultadesen dirigir sus sentimien tos hacia la fuente: la rabia largo tiempo contenida. Con el tiempo la persona duda de su propio valor y dirige cada vez más energía negativa hacia sí misma, lo que refuerza su culpabilidad. Esto es particularmente cierto en el caso de que haya habido re laciones conflictivas con algunas personas o dentro de la familia. En un momento dado, alguna de las personas hace un alto en el con flicto y decide buscar ayuda o establecer algún cambio; este puede ser el momento en que la persona comienza una terapia o se une a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Esta actitud de buscar ayuda y terminar con los roles establecidos, es una forma de encarar toda la falsedad y los juegos en la familia o en una relación. Cuando la persona que ha buscado ayuda empieza a cambiar y a desarrollar un sentimiento de autovaloración, las personas cercanas (que no han buscado ayuda o no tienen intención de cambiar) fre cuentemente se sienten amenazadas y culpan a la ayuda psicológica o terapia por los cambios ocurridos; se quejan de que ya no se les quiere y se resienten de que su compañero ya no entre en los mis mos juegos de poder destructivos del pasado. En ocasiones la persona que ha buscado ayuda está tan sorpren dida de sentirse mejor consigo misma que cuando se le acusa, inme diatamente se siente culpable. Es importante saber que lo que siente no es verdadera culpa: se trata de una culpabilidad que manifiesta mejoría y recuperación, y que en realidad oculta rabia. Da tanto miedo sentir rabia cuando estamos en un proceso de autovaloración que nos sentimos tentados de llamarlo culpa; sin embargo, es nece sario que llamemos a la rabia por su nombre y la expresemos como tal... Toda persona deseosa de trabajar por ello merece sentir una alta autovaloración y todas las cosas positivas que ello conlleva. — -—o — Toda persona deseosa de trabajar su culpabilidad merece sentir una alta autovaloración y todas las cosas positivas que ello conlleva. Los sentimientos de culpa pueden apoderarse de nosotros y diri gir nuestras energías hacia dentro como si fuera un castigo, a me nudo confuso, ilógico e incontrolado. Entonces nuestra memoria se vuelve selectiva y nos acordamos únicamente de las veces que he mos quebrantado algún valor que considerábamos superior o he mos causado sufrimiento y pena a otro ser humano. Las evidencias 50 de logros pasados y de actitudes de buena voluntad anteriores se vuelven vagas, difíciles de recordar, al mismo tiempo que las agre siones se hacen muy presentes en nuestra memoria. Acordándonos únicamente de la culpa, seguimos sintiéndonos mal con nosotros mismos. Parece que nos hemos vuelto dependientes y adictos a te ner relaciones insatisfactorias, asuntos irresueltos y situaciones de la vida en las que se nos castiga. Existen dos situaciones que producen especialmente sentimien tos de culpa: cuando sentimos rabia hacia los padres y/o hacia los hijos. De algún modo estos dos grupos parecen generar mucha an siedad e incertidumbre cuando se trata de la expresión de senti mientos de rabia; sin embargo, es importante recordar que a veces el sentimiento más apropiado que se puede sentir hacia los padres o los hijos es una rabia sana. Cuando estamos convenientemente enfadados con nuestros hi jos, les estamos enseñando a reconocer límites y a respetar. En la medida en que nos respetamos a nosotros mismos y establecemos límites a cerca de cómo queremos ser tratados, les estamos ense ñando que esto es correcto y apropiado y que ellos también tienen derecho a establecer sus propias fronteras. Cuando enseñamos a nuestros hijos a expresar, recibir y aprender de la rabia, estamos es tableciendo los fundamentos de cómo comportarse entre seres hu manos y establecer así relaciones maduras. Los padres son un asunto totalmente diferente. A veces los miti ficamos y los vemos como personas que siempre son correctas, nos aceptan y saben mucho acerca de casi todos los temas. La realidad, sin embargo, es que todos los padres son simplemente personas a las que les sucedió el hecho de tener hijos. Repite: Los padres son simplemente personas a las que les sucedió el hecho de tener hijos. Y ese hecho no quiere decir que sean personas más responsa bles, sabias y cariñosas que las personas que no tienen hijos. Un niño que en su infancia aprende que la rabia no es una ex presión saludable, a menudo se siente culpable de mayor cuando expresa sus sentimientos naturales de rabia hacia sus padres. Este niño, al convertirse en adulto, a menudo guarda resentimientos ha cia sus padres cuando se da cuenta de que éstos rehusaron darle amor y apoyo en el momento en que más lo necesitaba. La rabia que no pudo ser manifestada en la infancia busca toda- 51 vía ser expresada y cuando el niño se hace adulto, todavía sigue te miendo hacer algo para sí mismo pues siente que si expresa sus emociones «anti-padres», únicamente conseguirá que aumente su sentimiento de culpa. Cuando se vive temiendo continuamente herir los sentimientos de los padres, la vida se vuelve una repetición dolo- rosa de una infancia confusa y esto afecta a todas las relaciones, pues uno teme expresar la rabia y manifestar cuándo se siente he rido. Es crucial resaltar la importancia de resolver la rabia entre el niño y sus padres, ya que el miedo no resuelto y la rabia de nuestras primeras relaciones en la infancia afectan a nuestras relaciones adultas en la vida presente (lo sepamos o no). También es importante reconocer que existe un sentimiento de culpa apropiado; este tipo de culpa es saludable y una señal de que hemos ofendido a alguien o nos hemos equivocado con alguna per sona o con nosotros mismos. Este tipo de culpabilidad nos hace sentir incómodos hasta que reparamos o restituimos la situación con la persona a la que hemos herido. Negar nuestra responsabili dad cuando hemos ofendido a alguien, únicamente aumentará nuestro sentimiento de culpa. La mejor manera de liberarnos de ella es reconocer la responsabilidad de nuestras acciones, disculparnos y reparar los daños causados; esto ayudará enormemente a aligerar nuestra tensión interna y a colaborar a que todos, incluidos noso tros, nos sintamos mucho mejor. @ Negar nuestra responsabilidad cuando hemos ofendido a alguien únicamente aumentará nuestro sentimiento de culpa. La mejor manera de liberarnos de él es reconocer la responsabilidad de nuestras acciones, disculparnos y reparar los daños causados. Romper con un patrón de «toda una vida» de culpabilidad, es difícil, pero no tanto como continuar viviendo dominado por ella. Consideremos el caso de Carol, una mujer de veinte años que intentaba construirse su vida y que se sentía culpable (a la vez que atrapada) cada vez que quería irse de casa. Su vida era un fracaso físico y emocional; su madre estaba enferma y su padre confiaba en su princesita Carol para hacerse cargo de la situación. Cuando creció, anhelaba tener una relación y liberarse de la pre sión que le suponía tener que responder a las necesidades de sus padres. Con el tiempo fue capaz de irse a vivir a otra ciudad, pero 52 solamente después de tener varias sesiones de lágrimas con sus padres. Carol se fue a 130 kilómetros de distancia pero su sentimiento de culpa persistía. Su madre necesitaba su ayuda, su apoyo y su compañía, y su padre la necesitaba como principal sostén de la fa milia para ayudar a su madre. Aunque vivía a 130 kilómetros, visi taba a sus padres al menos una vez al mes y les telefoneaba cada dos o tres días. Sus salidas con hombres dejaron de ser algo prioritario; tenía otras obligaciones, otras situaciones requerían su tiempo y sus emo ciones. Después de perder su tercer novio, Carol decidió empezar una terapia. Allí aprendió que había perdido gran parte de su infancia, que se había visto enredada en la relación de sus padres y que, de alguna manera, había sido emocionalmente utilizada. Para desarro
Compartir