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Historia de la vulnerabilidad social de los golondrinas en la cuenca frutícola del río Negro

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Como citar este artículo: 
Cuaderno del GESA II De golondrinas y otros migrante. Trabajo rural y movilidad espacial en el norte 
de la Patagonia argentina y regiones chilenas del centro-sur. Coordinadoras Mónica Isabel Bendini-
martha Mabel Radonich. 
 
Historia de la vulnerabilidad social de los “golondrinas” en la 
cuenca frutícola del río Negro 
 Mónica Isabel Bendini 
Martha Mabel Radonich 
Norma Graciela Steimbreger 
 
 
 Este artículo intenta analizar las modalidades de inserción y participación de un 
sector históricamente vulnerable de trabajadores rurales: los migrantes estacionales. 
El foco de estudio es el cosechero “golondrina” en la cuenca frutícola de río Negro 
cuya presencia como asalariado agrícola para la recolección de la fruta tiene más de 
medio siglo. El propósito gnoseológico es visibilizar la trayectoria y continuidad en la 
movilidad espacial de este sujeto social desde los inicios de la fruticultura hasta la 
actualidad. 
Se parte del concepto de vulnerabilidad social como categoría analítica que 
ilumina la inclusión laboral histórica discontinua y precaria de este segmento de tra-
bajadores en los momentos de consolidación, expansión, crisis y reestructuración de 
esta actividad agroindustrial caracterizada tradicionalmente por su dinamismo. 
Desde una perspectiva histórico-comparativa, el análisis recorre las dimensio-
nes de lógica empresarial, de demanda laboral como también el perfil del trabajador 
migrante y características propias de la actividad, como variables que intervienen en 
el riesgo laboral del golondrina en tanto trabajador rural estacional y extrarregional. 
 Para la descripción actual de los trabajadores golondrinas se presenta una 
tipología, que expresa, por un lado, la condición diferencial de pobreza como grupo 
social asalariado rural espacialmente flotante y, por otro lado, la diversidad y comple-
 
 
 2
 
jidad al interior del conjunto de migrantes estacionales. 
Trabajo rural y vulnerabilidad social 
 
La vulnerabilidad social expresa un proceso de debilitamiento del vínculo con-
tractual en las relaciones sociales de producción, representa una zona intermedia 
entre los trabajadores integrados al mercado de trabajo y los desafiliados o excluí-
dos1 del mismo (Castel, 1997). 
 Este espacio de inestabilidad social, de debilitamiento de situaciones logra-
das, conjuga la precariedad del trabajo, la fragilidad de los soportes de inserción re-
lacional y la inestabilidad del vínculo laboral. No está necesariamente asociado a la 
pobreza, aunque la condición de riesgo y la amenaza a la desafiliación que implica, 
es mayor en los sectores sociales carentes de recursos económicos. La vulnerabili-
dad forma parte de un proceso global de degradación del mundo del trabajo y, más 
en general, de los lazos sociales, siendo el desempleo la expresión de su situación 
límite (Murmis y Feldman, 1996). Las crisis económicas dilatan la zona de riesgo 
porque son períodos en los que no sólo aparece la incertidumbre de la continuidad 
laboral sino también se generalizan las situaciones de desempleo y subempleo, ali-
mentando la desafiliación social de los sujetos afectados. 
 En la actual fase del capitalismo, la vulnerabilidad va más allá de la precariza-
ción del empleo, implica además procesos que surgen de la aplicación de políticas 
neoliberales y de reestructuración económica tales como la flexibilidad laboral y la 
externalización de funciones anteriormente integradas a las empresas. Estas trans-
formaciones en el proceso de trabajo tienden a reducir los costos laborales; aumen-
tar la rotación y la inestabilidad del trabajo derivan en una mayor heterogeneización, 
complejización y fragmentación del mercado de trabajo (Pok, 1998). Disminuyen las 
formas de trabajo estable, de tiempo completo y se genera una diversidad de moda-
lidades de inserción laboral a tiempo parcial, con integración precaria, temporaria, 
 
1 Castel (1997) prefiere utilizar el término desafiliación y no exclusión, porque este último sólo da cuenta de una ruptu-
ra. Por el contrario, el concepto de desafiliación conlleva la necesidad de pensar los procesos que generan las situa-
ciones de desenlace social. 
 
 
 3
sin garantía de continuidad en el empleo, tercerizada, subcontratada, vinculada al 
trabajo informal, entre otras que se suman al desempleo estructural. En esta nueva 
configuración del mercado de trabajo se excluyen diferencialmente sectores de po-
blación por edad, sexo, origen. 
 La búsqueda de integración flexible incorpora además de la modernización 
tecnológica y alianzas claves entre empresas, la flexibilidad laboral en dos formas: 
cuantitativa y cualitativa. La primera está vinculada con la capacidad de contratar y 
despedir personal, de adaptar horarios y funciones e introducir formas salariales me-
nos rígidas, siendo esta forma la más difundida y está relacionada con la desregula-
ción de la normativa laboral. La segunda, se expresa en el contenido de las califica-
ciones obreras que se asocian a la modernización tecnológica y a las nuevas formas 
de organizar el trabajo, siendo ésta la forma menos visible que también oficia de cri-
terio de selección y exclusión (Lara, 1998). 
 En este contexto, la vulnerabilidad es una condición latente que implica el 
riesgo de quedar fuera del mercado de trabajo porque socava las bases mismas del 
trabajo organizado. En el conjunto de la fuerza de trabajo, ubica al trabajador en una 
situación en la que es el último en ser contratado y el primero en ser despedido, 
haciendo más impredecibles los ingresos obtenidos a lo largo del año. "La actual 
tendencia de los mercados de trabajo es reducir el número de trabajadores 'centra-
les', para emplear cada vez más una fuerza de trabajo que entra fácilmente y es 
despedida sin costos (...) los trabajadores flexibles" (Harvey, 1992: 144). 
 La segmentación general del mundo del trabajo, a partir de las propuestas 
modernizadoras de integración flexible reconoce: 
. por un lado, un núcleo central formado por un grupo de trabajadores con mayor 
calificación o intelectualización -técnicos, profesionales, personal de alta responsabi-
lidad- cada vez menos numeroso, que se caracteriza por la estabilidad y seguridad 
laboral, a tiempo completo y por la flexibilidad funcional; es decir, un trabajador 
adaptable a los cambios de puesto, con mayor movilidad geográfica y con amplia-
ción de sus competencias. 
. por otro lado, un amplio sector de mano de obra periférica con calificaciones meno-
res y sometido a situaciones coyunturales en la continuidad del vínculo, es decir de 
 
 
 4
flexibilidad numérica. Se pueden diferenciar: trabajadores permanentes con habili-
dades fácilmente disponibles en el mercado de trabajo y por ende, pueden ser re-
emplazados a través del reclutamiento de desocupados; trabajadores interinos, con 
jornada parcial -estacionales, transitorios-, con menor seguridad laboral; mano de 
obra externa a la empresa: trabajadores sin calificación especial y mano de obra 
subcontratada, fluctuante y ocasional, actualmente en aumento (Harvey, 1992, 
Gorz,1997) " Estas diversas categorías de trabajadores tienen en común la precarie-
dad del empleo y de la remuneración; la desregulación de las condiciones de trabajo, 
en relación con las normas legales vigentes o acordadas, y la consabida regresión 
de los derechos sociales, así como la ausencia de protección y libertad sindicales" 
(Alain Bihr, 1991: 89, en Antunes, 1999: 46). 
 Las nuevas formas de organización del proceso de trabajo si bien tienen efec-
tos positivos sobre la calificación de un grupo de trabajadores, profundiza la segmen-
tación del mercado laboral en su conjunto y genera formas precarias de empleo y 
desafiliación, principalmente en mujeres y migrantes. (Lara, 1998) 
 Los trabajadores rurales históricamente han sidoen la Argentina uno de los 
sectores más desprotegidos y de mayor riesgo laboral por el alto índice de trabajo en 
negro, sin formalización de su vínculo contractual; actualmente persiste la situación 
de precariedad en sus condiciones de trabajo y de remuneración agudizada por los 
procesos de flexibilidad cualtitativa o funcional, el debilitamiento de la protección la-
boral y de regresión en relación a los derechos sociales en un contexto general de 
desregulación de la normativa laboral. No obstante, los trabajadores rurales han te-
nido regímenes laborales especificos que facilitaron su “flexibilidad histórica” diferen-
ciándolos del resto de los asalariados, y que bien hoy los cambios en la normativa 
podrían hoy estar expresando para estos trabajadores una regulación de la desregu-
lación no desde las políticas sociales y protectorias laborales propias del estado be-
nefactor sino más bien desde las políticas de recaudación fiscal. 
 
La vulnerabilidad social de los golondrinas 
 
 
 
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 Dentro del segmento de trabajadores rurales, los migrantes estacionales han 
sido y son los más vulnerables, debido a su invisibilidad social y a su mayor despro-
tección legal. En el caso en estudio, esta mano de obra representa, además, uno de 
los eslabones más frágiles, en el cual recaen más directamente -vía disminución de 
la demanda- las crisis productivas derivadas de pérdida de producción por proble-
mas climáticos o por problemas de sobreproducción en el comercio internacional 
con bajo levantamiento de cosecha. Actualmente la condición de vulnerabilidad se 
ha acentuado como consecuencia de los mayores requerimientos de calificación vin-
culados a los cambios técnicos incorporados al proceso productivo. 
En términos generales, la vulnerabilidad histórica de los migrantes estacionales 
-golondrinas- está asociada con aspectos normativos, institucionales, tecnológico-
em-presariales: 
- la situación de transitoriedad estacional que caracteriza al trabajador golondrina, 
deriva no sólo en una marcada inestabilidad laboral resultado de la rotación empleo-
de-sempleo y entre diferentes empleadores, sino también en una mayor atomización 
social y espacial respecto de otros trabajadores rurales, lo cual dificulta su afiliación 
social y sindical. En general, son los últimos (trabajadores rurales y del complejo) 
tenidos en cuenta en los reclamos laborales y salariales. Estos condicionantes su-
mados al debilitamiento sindical actual profundiza la invisibilidad social y política de 
este sector obrero. 
- las estrategias empresariales ligadas a satisfacer un perfil de demanda de mano 
de obra para la cosecha que de respuesta a los patrones de calidad de la producción 
conducen a seleccionar y reclutar a los trabajadores que resultaron más eficientes 
en la temporada anterior con criterios de productividad y de buen comportamiento2 . 
Este mecanismo que se repite para cada temporada y que incide en la vulnerabili-
dad de los golondrinas, se ha visto acentuado en la fase actual de modernización 
productiva y de globalización del consumo. Desde el punto de vista político-
institucional en consonancia con la lógica empresarial, las medidas conducen a defi-
nir "...derechos flexibles, para poder disponer de una fuerza de trabajo en función 
 
2 Según expresión de encargados y empresarios por “buen comportamiento” se entiende permanencia durante todo el 
 
 
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directa a las necesidades del mercado consumidor" (Antunes, 1999: 32). La forma 
de selección utilizada por los empresarios se apoya en la necesidad de dar cumpli-
miento a la normativa laboral, migratoria y fiscal: exigencia de libreta sanitaria, de 
registro con nomenclador único de trabajador, de documentación habilitante en el 
caso de extranjeros. Este argumento permite al empleador disponer más fácilmente 
de la mano de obra, estrategia reforzada, por un lado, por el desconocimiento que 
tienen en general los propios trabajadores golondrinas sobre el tema y, por otro lado, 
por la invisibilidad sindical. 
- el énfasis puesto en los requerimientos de calificación de la mano de obra actúa 
como un mecanismo diferenciador al interior de la misma. En este sentido, los traba-
jadores golondrinas poseen baja calificación y pocas posibilidades de capacitación. 
Así, el tipo de contribución laboral de esta fuerza de trabajo deprime cada vez más 
sus ingresos, erosiona sus posibilidades de inserción laboral y disminuye sus ya es-
casas posibilidades de hacer frente a su situación de pobreza. 
- el debilitamiento de las políticas sociales afianza el distanciamiento histórico de los 
trabajadores golondrinas de los contextos protectorios del trabajo que alcanzaron las 
conquistas obreras para el conjunto de los trabajadores. Cabe mencionar al respec-
to, que durante el período de cosecha, resulta ineficiente la aplicación de los contra-
lores gubernamentales de las condiciones del trabajo estacional en las distintas ex-
plotaciones. Si bien suelen realizarse inspecciones de trabajo para constatar la si-
tuación legal y las condiciones laborales del personal estacional, los expedientes 
iniciados por incumplimiento de las normas legales, rara vez llegan a término antes 
que el migrante regrese a su lugar de origen y por lo tanto se disipa la sanción sin 
resarcimiento o cambio de condiciones para el golondrina. Esto posibilita la reitera-
ción de la situación en la próxima temporada y marca una vez más la desprotección 
del migrante estacional. 
- a nivel institucional, aparecen nuevos factores que estarían aumentando la vulne-
rabilidad de los migrantes estacionales. El mayor control migratorio no sólo se ob-
serva para la fuerza de trabajo estacional proveniente de países limítrofes, también 
se van configurando medidas internas de los estados provinciales orientadas a regu-
 
tiempo de cosecha, docilidad y responsabilidad en el cuidado de la calidad. 
 
 
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lar el ingreso de trabajadores nativos extrarregionales . El discurso político-gremial 
plantea priorizar el empleo de mano de obra local como consecuencia de los altos 
índices de desempleo3, situación que en las distintas temporadas ha generado mani-
festaciones xenofóbicas entre comprovincianos, y se diferencia del discurso empre-
sario que sostiene que la demanda de trabajadores supera en cantidad y calidad a la 
oferta local insistiendo en la real necesidad de fuerza de trabajo extrarregional du-
rante la época de recolección de la fruta. Cada nuevo año, los trabajadores golondri-
nas, en particular los que vienen por primera vez, quedan expuestos a decisiones 
fluctuantes y arbitrarias, obligados en ocasiones a regresar a su lugar de origen sin 
poder insertarse en este mercado laboral estacional y asumiendo los costos del tras-
lado. 
Mercado de trabajo frutícola y demanda estacional 
 
Los valles frutícolas de la cuenca del río Negro comprenden el tradicional Alto 
Valle del río Negro, los valles medios de los ríos Negro y Neuquén y el valle inferior 
del río Limay. Se trata de una zona de agricultura bajo riego de alrededor de 135.000 
ha. en las provincias de Río Negro y Neuquén y constituye una configuración territo-
rial en la que los aspectos económicos y sociales de su desarrollo están fuertemen-
te asociados a las modalidades de expansión de la fruticultura de exportación. 
La fruticultura ha sido desde sus inicios una actividad importante en la genera-
ción de empleo en la región, estimándose que a comienzos de los años ‘90 el con-
junto del sistema frutícola involucraba unos 56,3 miles de empleos (familiares y asa-
lariados, permanentes y transitorios, rurales y no rurales). Una idea de la importancia 
de este guarismo en la población regionalse tiene considerando que más de un ter-
cio de las familias de la zona obtienen sus ingresos directos, total o parcialmente de 
la fruticultura, importancia que aumenta al considerar las actividades conexas. 
Al consolidarse el complejo agroindustrial en los años 1960-‘70, se fortalecen 
 
3 Ver detalle encuadre jurídico de la situación en el artículo de Barotto, Sergio “Trabajadores golondrina. 
La 
ley los protege” en este mismo Cuaderno GESA. 
 
 
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las tendencias expansivas de la actividad y la creciente incorporación de mano de 
obra estacional. Esto último profundiza los procesos inmigratorios estacionales de 
alcance nacional e internacional -del resto de la región, de otras regiones del país, y 
de Chile y Bolivia. La constitución del complejo, y consecuentemente las nuevas 
ofertas de trabajo producidas por el desarrollo de la rama, consolida y amplía la dife-
renciación de la mano de obra asalariada en trabajadores rurales por una parte y, 
por otra, en operarios de galpones, frigoríficos e industrias de jugos y deshidratado, 
cuyas expresiones colectivas son las distintas organizaciones gremiales para cada 
segmento de trabajadores, con dinámicas propias y distintos niveles de negociación. 
La configuración de este mercado laboral ha estado caracterizado por su estacio-
nalidad en la demanda de fuerza de trabajo como consecuencia de la base biológica de 
la actividad, demanda que históricamente no ha podido ser cubierta en su totalidad por 
trabajadores locales. Esta circunstancia ha generado una movilidad espacial continua 
extrarregional y fronteriza de trabajadores para la etapa primaria -chacra- y de acondi-
cionamiento de fruta -empaque. Cabe aclarar que en la últimas décadas la presencia 
de trabajadores estacionales se concentra en chacra principalmente para las tareas de 
cosecha y en menor medida, de poda y raleo. 
La importancia de la cosecha en la demanda de mano de obra se visualiza en el 
siguiente cuadro que expresa a nivel de chacra el personal ocupado en forma perma-
nente y temporaria en el mes pico de cosecha. 
 
 
 
 
 
 
 
Cuadro 1: Trabajadores permanentes (familiar –incluido el productor- y no familiar) y tempo-
rarios, durante el mes de mayor requerimiento de mano de obra (marzo) en la 
cuenca frutícola del río Negro. 
___________________________________________________________________ 
 Trabajadores rurales Cuenca frutícola 
___________________________________________________________________ 
Total en mes pico (marzo) 42.121 
Permanente (familiar y no familiar) 23.339 55.4 % 
Temporario 18.782 44.6% 
__________________________________________________________________ 
 
 
 9
 
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censar'93, Provincia de Río Negro y Censo Frutihor-
tícola'94, Provincia del Neuquén. 
 
El personal temporario en cosecha -mes pico- alcanza el 45% del total ocupado 
en el sector primario respecto de la totalidad de trabajadores familiares y asalariados. 
Esa relación aumenta al considerar solamente los trabajadores asalariados, ya que la 
razón es superior a 2 trabajadores temporarios por cada permanente (2,64), siendo 
mayor la relación en las áreas históricas o tradicionales con mayor ocupación de mano 
de obra familiar permanente.. 
Cuadro 2. Relación entre trabajo asalariado temporario y permanente no familiar, en el mes 
pico -marzo, según zonas productoras de la cuenca frutícola del río Negro. 
__________________________________________________________________________________ 
 Personal asalariado Personal asalariado Razón 
Zonas productoras permanente temporario 
 No Familiar mes de marzo Temp/perm. 
__________________________________________________________________________________ 
 
Cuenca frutícola 7.103 18.782 2.6 
Alto Valle (R.N.) 4.316 13.488 3.1 
Valle Medio (R.N.) 656 2.006 3.1 
Alto Valle (Nqn) 1.407 1.806 1.3 
Valle Medio (Nqn) 724 1.482 2.0 
_________________________________________________________________________________
_ 
Fuente: Elaboración propia en base a los datos del Censar’93, Provincia de Río Negro y Censo Fru-
tihortícola ’94, Provincia del Neuquén. 
 
El volumen de mano de obra temporaria demandado para la tarea de cosecha, 
supera ampliamente la oferta de trabajadores locales de acuerdo al perfil demanda-
do, por esta razón y tal lo expresado en el punto anterior, los empresarios recurren a 
fuerza de trabajo extrarregional ; que, de acuerdo a informantes calificados, repre-
senta aproximadamente el 50 por ciento del total de temporarios en el mes pico de 
demanda estacional. 
 
 
 
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Pasado y presente de los trabajadores golondrinas 
 
El análisis histórico de la división social del trabajo en esta agroindustria frutíco-
la refleja una presencia inicial y continua de asalariados en la organización social del 
trabajo y una alta movilidad espacial de los trabajadores que se manifiesta en una 
incorporación sustantiva de migrantes estacionales al proceso productivo. La activi-
dad frutícola demandó desde sus inicios trabajo asalariado estacional, necesidad 
cubierta a través de flujos migratorios recurrentes; siendo así, los golondrinas acom-
pañaron el proceso histórico de desarrollo de esta agroindustria. 
Durante la cristalización del complejo agroindustrial, los importantes flujos mi-
gratorios para las temporadas de cosecha tuvieron impacto en la configuración social 
y territorial al asentarse definitivamente en el momento de expansión de la actividad, 
coincidente con las políticas sociales y de empleo propias del estado benefactor y 
del modelo de sociedad asalariada vigente. 
Como ya se ha señalado, los trabajadores migrantes estacionales histórica-
mente han sido los sectores más vulnerables en la estructura ocupacional agraria del 
país. Sin embargo, el dinamismo propio que tuvo la actividad frutícola regional du-
rante los períodos de consolidación y expansión, y las mejores condiciones relativas 
de trabajo respecto de otras regiones agrícolas generó un mercado de trabajo dife-
rencial en términos de condiciones y retribuciones. En la actualidad, la rápida exten-
sión de la flexibilización laboral a todas las etapas del circuito, el aumento de la dife-
renciación social entre los trabajadores y el deterioro de los niveles salariales impac-
tan en el conjunto de la fuerza de trabajo pero también ponen al descubierto y pro-
fundizan la vulnerabilidad de los golondrinas principalmente en términos de aumento 
del riesgo laboral. 
 
Los golondrinas en la etapa de conformación de la matriz productiva (1930-1960) 
 
 La década del treinta marcó el inicio de la especialización productiva en el alto 
valle de la cuenca con el cultivo intensivo de fruta bajo riego. A partir de la promoción 
 
 
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de la fruticultura, la estructura agraria se ha caracterizado por la presencia de pe-
queños y medianos productores -chacareros- y por una organización social del tra-
bajo que combina el trabajo familiar con el empleo de mano de obra asalariada. 
 A grandes rasgos este período se caracterizó por el aumento de la superficie 
bajo riego, el crecimientosostenido de la producción y el consecuente incremento de 
la comercialización interna y externa. Esta economía en expansión dio lugar a un 
mercado de trabajo dinámico que estuvo asociado a la sistematización de las tierras 
y a las distintas tareas culturales a lo largo del ciclo productivo, en particular a la re-
colección de manzanas y peras con atracción de un importante flujo migratorio con 
carácter más o menos definitivo. No obstante ello, la constante y creciente demanda 
de fuerza de trabajo que exigía la tarea de cosecha no se cubría con la mano de 
obra local -baja densidad poblacional en áreas nuevas de colonización agraria; ge-
nerando movimientos espaciales de trabajadores desde la zona cordillerana de la 
provincia del Neuquén y de Chile. 
Es así que, que a lo largo de esta etapa y principalmente para la época de la 
cosecha arribaban del vecino país trabajadores golondrinas, “venían expresamente 
de Chile, cruzaban la cordillera por esos pasos que tienen ellos, no habían camio-
nes, venían a pata. Algunos traían a la mujer, chicos nunca, muy pocos traían a los 
chicos, por lo general venían ellos solos” (trabajadora familiar no remunerada, espo-
sa de un encargado de chacra). Estos trabajadores golondrinas llegaban al alto valle 
de la cuenca a partir de noviembre, mes en que se iniciaba el raleo4 y permanecían 
en la zona hasta terminada la cosecha que según las variedades se extendía a fines 
de marzo o mediados de abril. El hecho de constituir una fuerza de trabajo conoce-
dora de las tareas rurales influyó en su temprana movilidad hacia nuestro país al 
presentarse una demanda creciente de fuerza de trabajo. En este caso particular, 
estos históricos desplazamientos fueron mayoritariamente espontáneos. 
 Hacia la década del '50, este flujo se intensificó y muchos de los golondrinas 
eran acompañados por su núcleo familiar -esposa e hijos. Ingresaban por el oeste y 
 
4 Tarea consistente en extraer en forma manual o química los frutos excesivos de la planta para dejar la densidad 
adecuada que permita lograr un buen tamaño, evitar deformaciones, debilitamiento, caída de fruta y asegurar la perpe-
tuidad de la producción en cosechas sucesivas. En los inicios de la fruticultura esta tarea se realizaba en forma ma-
nual, en la actualidad con el surgimiento de productos químicos, se combina el raleo químico con el repaso manual. 
 
 
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se distribuían hacia el centro y este del alto valle, extremo en el cual siempre esca-
seaba la mano de obra. Solían llegar en grupos y se instalaban en las explotaciones 
que disponían de viviendas precarias para ser utilizadas por estos trabajadores. En 
general, en el seno del núcleo familiar se producía una división interna y muy simple 
del trabajo que permitía incrementar tanto su productividad como el nivel de ingreso. 
El jefe de familia realizaba la tarea de cosecha en el monte frutal, los niños y las mu-
jeres recolectaban la fruta caída. Las mujeres, además tenían a su cargo las tareas 
domésticas no sólo para su familia sino también para aquellos cosechadores que se 
trasladaban solos y que vivían en la misma chacra. (Kloster y otros, 1992). 
 El ingreso de esta población extranjera se realizó en el marco de una legisla-
ción muy permisiva que permitía su entrada y permanencia sin un control efectivo 
por parte de los organismos nacionales y posteriormente provinciales encargados de 
regular y legalizar ambas situaciones. Esta permeabilidad fronteriza era bien aprove-
chada por chacareros y trabajadores en momentos de una creciente demanda de 
mano de obra que no sólo coincidía con la expansión de los cultivos sino también 
con las exigencias de requerimiento estacional para un producto altamente perece-
dero como es la fruta fresca. Esto implicaba tener una disponibilidad de fuerza de 
trabajo para tareas simultáneas tales como la cosecha y el empaque por no existir, 
hasta fines de la década del sesenta, la tecnología y la capacidad frigorífica necesa-
ria para desestacionalizar parcialmente la tarea de acondicionamiento y embalaje. 
 Con respecto al marco normativo, no existía un vínculo contractual formal en-
tre el trabajador golondrina en tanto trabajador rural y el empleador que regulara las 
condiciones sociales de trabajo. Las jornadas laborales se extendían de sol a sol, sin 
descanso semanal y/o anual, y menos aún pensar en prestaciones sociales que fa-
vorecieran a la mano de obra. En tal sentido, cabe recordar que la regulación del 
trabajo permanente y transitorio surge en la década del cuarenta. Para el primero, a 
partir del Estatuto del Peón del año 1944; para el segundo, en el año 1947 se dictó 
una norma (ley 12789) que regulaba la actividad de conchabadores, es decir, de 
quienes contrataban trabajo, sobre todo para las cosechas. Esta Ley, si bien no es-
taba destinada directamente a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores 
temporales, determinaba la forma de contratación, traslado, ciertas normas de higie-
ne, entre otras; que significó un paso muy relevante en la lucha por los derechos de 
 
 
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los trabajadores. Posteriormente surgieron otras normativas para la mano de obra 
rural, aunque su aplicación fue diferencial según regiones, escala de explotación, 
tipo de trabajadores -permanente o transitorio- y origen de los mismos; aunque en 
general, el nivel de aplicación y contralor era casi inexistente en esa época. 
 
 
Los golondrinas en el momento de consolidación del modelo agroindustrial y expan-
sión de la actividad (1960-1980) 
 
Al cristalizarse el complejo agroindustrial, se fortalecen las tendencias expansivas 
de la actividad, los procesos de subdivisión de predios y la creciente incorporación de 
mano de obra estacional que intensificó los procesos inmigratorios estacionales de al-
cance nacional e internacional -del resto de la región, de otras regiones del país, de 
Chile. La constitución del complejo agroindustrial y consecuentemente las nuevas ofer-
tas de trabajo producidas por el desarrollo de la rama profundizaron la diferenciación de 
la mano de obra asalariada en trabajadores rurales e industriales. 
Al generalizarse los nuevos sistemas de conducción y de poda en las chacras, 
se extendió la continuidad del vínculo del trabajador temporario reflejándose en una 
presencia importante de chilenos en el espacio valletano; si bien algunos venían es-
pecíficamente para esta actividad, la mayoría ya estaba asentado o radicado5. 
En este sentido y más allá de la actividad frutícola misma, el asalariado rural, an-
tes mayoritariamente golondrina, encontró opciones laborales complementarias que le 
permitieron asentarse en forma definitiva. La radicación de la mano de obra migrante 
originó específicas pautas espaciales de asentamiento de estos sectores ppopulares en 
villorios rurales, llámense calles ciegas, enclaves o barrios periféricos, tanto en las mis-
mas aglomeraciones urbanas o a la vera de los canales de riego o desagüe (Bendini y 
Pescio, 1996). 
 
5 Radicado significa para los migrantes no sólo establecerse en forma más o menos permanente sino también haber accedido a la 
radicación legal permanente o temporaria. 
 
 
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Hacia fines de la década del '60 y principios del '70 se advierte la presencia de 
unos pocos trabajadores del noroeste argentino. Estos golondrinas eran trasladados en 
camiones que llegaban a la comisaría donde se les retiraba el documento y se les to-
maban las huellas dactilares. Los transportistas, propietarios de los camiones que tras-
ladaban a los migrantes, ofrecían de chacra en chacra a los cosechadores permitiendo 
al productor elegirlos como mercanías -según parámetros de fuerza física, carácter su-
miso, salud, etc. 
Es precisamente un hecho histórico totalmente ajeno al circuito productivo, el con-
flicto del Beagle en1978, el que alteró el origen y las características demográficas de lostrabajadores estacionales, aumentando el flujo de migrantes del noroeste argentino. 
Esta mano de obra se concentró en el sector oriental del alto valle, área en que tradi-
cionalmente se producía un déficit de mano de obra, tal como se señalara anteriormen-
te mientras que los trabajadores chilenos se ubicaban preferentemente en el sector oc-
cidental, hecho que puede relacionarse con la ruta de ingreso de esta población al es-
pacio valletano. 
 
 
Los golondrinas en la etapa actual de crisis frutícola y reestructuración económica 
 
 En los años recientes se produce una reestructuración del complejo frutícola que 
podría estar expresando el inicio de un cambio histórico cualitativo en el desarrollo de la 
actividad. Una de las características de esta reestructuración es la redefinición de las 
posiciones productivas de trabajadores, chacareros y empresarios. En la producción 
primaria, se va configurando un trabajador permanente más polivalente o con habilidad 
extensiva y semicalificado y a la vez aumenta la demanda de trabajadores transitorios 
menos calificados, para la realización de las diferentes tareas culturales que se realizan 
a lo largo del año. En este sentido, las nuevas variedades y prácticas de manejo del 
monte frutal han generado una desestacionalización de algunas tareas suavizando los 
picos de demanda laboral durante el ciclo productivo aunque no se modifica la mayor 
necesidad de personal en la temporada de cosecha. 
 
 
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Respecto de los trabajadores golondrinas, a partir de la década de los noventa 
disminuye la proporción de migrantes chilenos a la vez que aumenta la presencia de 
trabajadores estacionales del noroeste argentino, en especial, tucumanos. Esta situa-
ción está íntimamente vinculada a los cambios económicos producidos en sus lugares 
de origen como también a las transformaciones ocurridas en el conjunto de la actividad 
fruticola de la cuenca. 
En el caso de los migrantes chilenos, quienes todavía mantienen su condición 
de campesinos o pequeños productores en su lugar de origen, la reactivación de 
ciertas actividades económicas como la construcción, el comercio y la fruticultura 
chilena, podrían explicar la disminución del flujo hacia la zona; aunque también influ-
ye los mayores controles migratorios argentinos. A pesar de la existencia de un mar-
co legal específico binacional de 1971 que regula la forma de contratación y condi-
ciones de seguridad para el trabajador trasandino que viene a realizar tareas esta-
cionales, la mayoría de los golondrinas chilenos ingresa a nuestro país con visa de 
turista, sin poder acceder a un contrato previo y/o sin poder cumplimentar los requisi-
tos de permiso de trabajo. La única forma de contratarse es en negro, exponiéndose 
de esta manera a la desprotección laboral sumado a la situación de infractor de las 
leyes argentinas. Sin embargo, los trabajadores chilenos siguen encontrando razo-
nes para migrar estacionalmente: la histórica diferencia salarial aunque actualmente 
más reducida -el doble que el salario promedio de cosechador en su lugar de origen- 
y la mayor horizontalidad en las relaciones sociales de trabajo. 
La mano de obra migrante que proviene del noroeste de nuestro país, se carac-
teriza por ser "temporaria permanente"; es decir, son trabajadores que residen en 
áreas urbanas o peri-urbanas y están dispuestos a contratarse por la temporada de 
zafra o la cosecha de cítricos en sus lugares de origen. El resto del año permanecen 
desocupados y, por lo tanto, deben salir a buscar trabajo en otras regiones del país. 
Así, para la mano de obra extrarregional argentina, la inexistencia de fuentes alterna-
tivas de trabajo estimula la continuidad de los movimientos. 
Los golondrinas, cualquiera sea su origen, se caracterizan por tener una menor 
estabilidad laboral que el resto de los trabajadores rurales ya que están sujetos a 
períodos intermitentes de inactividad. Estas circunstancias producen un debilitamien-
 
 
 16
 
to de la afiliación ciudadana -acceso a la seguridad social y legal, a la organización 
colectiva, a la infraestructura básica de vida en el lugar de destino- lo que expresa la 
precariedad social de este grupo y el estado permanente de riesgo laboral, de vulne-
rabilidad. 
A partir 1990, el trabajador de cosecha se encuadra en el régimen de la Ley de 
Contrato de Trabajo como “trabajador permanente discontinuo”. Este marco legal 
debería proporcionarle mayor protección, ya que implica que todo trabajador de ín-
dole estacional debe ser llamado según un orden de prelación, vinculado con la anti-
güedad, cuando hace falta su trabajo. La convocatoria para estos trabajadores debe 
hacerse a través de la prensa, pero como sólo es obligatorio realizar el llamado a 
través de medios locales, obviamente esta condición impide que los golondrinas 
puedan informarse en sus lugares de origen. Por consiguiente, los empresarios y/o 
productores que requieren de mano de obra golondrina recurren a formas de convo-
catorias diversas, principalmente informales, que, por otra parte, les permite contra-
tar a aquellos que les resultaron buenos trabajadores en la temporada anterior. 
En relación a la formalización del vínculo contractual, según información surgi-
da de relevamientos de organismos de contralor, están registrados menos del 50% 
de los trabajadores estacionales6. En una de las nuevas áreas de expansión de la 
cuenca -donde el porcentaje de golondrinas en relación a los trabajadores estaciona-
les es mayor, alrededor del 80 % de las empresas no cumplía con la normativa esta-
blecida para los trabajadores estacionales, según datos de las inspectorías de tra-
bajo en la última temporada -1998-99. Asimismo, una estimación realizada por técni-
cos de OSPRERA -Obra Social del Personal Rural y Estibadores de la República 
Argentina, persistiría en la actualidad alrededor de un 60% de estacionales ligados a 
relaciones contractuales ilegales o en negro. 
 Por otra parte, dada la dispersión espacial, la estacionalidad que caracteriza a 
los golondrinas en sus lugares de destino facilita la invisibilidad legal y social de esta 
fuerza de trabajo, es muy débil su posibilidad de presionar gremialmente como así 
también la de los sindicatos o autoridades competentes de ejercer controles sobre la 
 
6 Según datos primarios, GESA, 1994-1996 y datos secundarios de inspecciones de trabajo de organismos guberna-
mentales, 1998. 
 
 
 17
contratación de estos migrantes estacionales. 
A continuación se presenta el perfil sociodemográfico de los golondrinas y el 
significado social que tiene el desplazamiento estacional tanto para este tipo de mi-
grante estacional en el lugar de destino como para la familia que permanece en el 
lugar de origen: 
 
 
 
 
 
Perfil socio-demográfico 
 de los 
golondrinas 
Significado social del movimiento estacional 
 Para el migrante en el lugar de 
destino 
Para la familia en el lugar de ori-
gen 
. Los golondrinas se caracterizan por 
ser: 
- En su mayoría hombres; 
- Adultos jóvenes; 
- Edad promedio de 36 años; 
- Poseen bajo nivel de instruc-
ción –modo: primaria incomple-
ta; 
- en el lugar de origen, dos de 
cada tres migrantes son casa-
dos o unidos, predominando la 
primera condición; 
- composición familiar nuclear: 
esposa y entre dos a cuatro 
hijos; 
- miembros de la familia que 
migra: jefe de hogar y/o hijos 
mayores. (hasta los ochenta, 
frecuente migración del grupo 
familiar completo). 
. Recambio intergeneracional en la 
movilidad estacional. 
. Temprano inicio en la historia ocu-
pacional, alrededor de los 14 o 15 
años. 
. Ausencia temporal de su lugar vi-
vencial de pertenencia geográfica y 
social –familia y amigos. 
. Los golondrinas poseen dos o más 
espacios de localización: 
- la habitual/legal y la 
- la/s transitoria/s. 
. “Reversibilidad renovada" porque 
registrauna repetitividad cíclica del 
trayecto efectuado en destinos bien 
definidos. 
. A nivel de representación, la movili-
dad resulta la alternativa digna de 
estar incluidos transitoriamente como 
asalariados. 
. Aislamiento social y geográfico en el 
lugar de destino por su residencia 
transitoria en explotaciones agrícolas.
. Invisibilidad social, sindical y políti-
ca. 
. Incertidumbre con respecto a la 
forma y monto de pago. 
.Escaso consumo de bienes y servi-
cios. 
. Ausencia del jefe y otros miembros 
de la familia, por lo general, los hijos 
varones mayores y redefinición de 
roles y tareas. 
. Se modifican las relaciones sociales 
del grupo de pertenencia porque 
altera la organización de la familia y 
la división del trabajo en el seno de la 
misma. 
. La mujer asume la toma de decisio-
nes en el hogar y en el caso de fami-
lia campesina la gestión de la parce-
la. 
. Ausencia temporal repetida de la 
figura paterna que desdibuja el víncu-
lo filial, según percepción del propio 
trabajador y de los miembros en el 
hogar. 
. El trabajo estacional es un comple-
mento del ingreso familiar a través de 
giros periódicos y/o dinero en el mo-
mento del retorno. 
. Cuidadosa organización del presu-
puesto familiar en época de movilidad 
y de permanencia –indicador de 
modo de vida y de reversibilidad 
renovada . 
 
7 Para mayor información analítica del perfil estacional de los migrantes estacionales ver artículo de Marta Radonich, 
Norma Steimbreger y María Sol Ozino “Cosechando temporadas” en este mismo Cuaderno GESA. 
 
 
 18
. Incidencia de redes sociales familia-
res y/o amicales, en inicio y continui-
dad de la experiencia migratoria. 7
 
 
 
 
A manera descriptiva y también con propósito interpretativo de la diferenciación 
en el conjunto de trabajadores migrantes estacionales se presenta asimismo una 
tipología de golondrinas a partir de datos recolectados en fuentes primarias de in-
formación en base a: trayectoria ocupacional, origen, dirección de la movilidad esta-
cional y condicionantes del desplazamiento estacional. Esta tipología expresa por un 
lado, la condición diferencial de pobreza de esta fuerza de trabajo como grupo social 
asalariado rural y, por otro, la diversidad y complejidad al interior de un grupo apa-
rentemente homogéneo. 
 
 
 19
Tipología de golondrinas en la cuenca del río Negro 
 
Tipos de golondrinas Trayectoria ocupacional Origen y dirección de la 
movilidad estacional 
Condicionantes que origi-
nan el movimiento 
Asalariado rural con multi-
ocupación agraria 
. Combina dos o más ciclos 
productivos a lo largo del año 
articulando distintos espacios. 
. Rotación entre empleos y 
empleadores. 
Circuitos de trabajo: 
. Zafra-Tucumán // Manzana-
Valle Medio del río Negro. 
. Tabaco-Jujuy // Manzana-
Valle Medio del río Negro. 
. Citrus-Tucumán // manzana- 
Alto Valle. 
. Hortalizas-Jujuy // Manzana-
Alto Valle // Uva-Mendoza. 
. Ganadería-Línea Sur // Man-
zana-Valle Medio del río Ne-
gro. 
. Migrante estacional prove-
nientes del NO argentino, 
predominantemente de Tu-
cumán. 
. Residencia urbana y peri-
urbana. 
. Movilidadurbano-rural; inter-
provincial (interna). 
 
. La movilidad se relaciona 
con las características esta-
cionales de la actividad pro-
ductiva del área de origen y la 
ausencia de alternativas labo-
rales el resto del año. 
Este desplazamiento estacio-
nal es asumido como una 
estrategia histórica de repro-
ducción social, incorporada al 
modo de vida del trabajador y 
su familia. 
 
Semi-asalariado rural 
. Combina el trabajo en la 
parcela (cuenta propia/ traba-
jador familiar) con la venta de 
fuerza de trabajo extrapredial. 
. Pequeño productor-campe-
sino,en descomposición hacia 
abajo. 
. Involucra a aquellos miem-
bros de la unidad doméstica 
que ofrecen su fuerza de 
trabajo fuera de la explota-
ción: el jefe del hogar y/o los 
hijos varones mayores. 
. Migrante estacional prove-
niente de Chile y de Tucumán. 
. Residencia rural. 
. Movilidad rural-rural; interna-
cional (fronteriza) e interpro-
vincial (interna). 
 
. Necesidad de incorporar la 
movilidad estacional como 
estrategia familiar de maximi-
zación de ingresos a través de 
la venta temporal de fuerza de 
trabajo en el mercado extrare-
gional. 
 
Asalariado con pluriactivi-
dad multisectorial 
. Combina tareas urbanas de 
carácter ocasional y/o tempo- 
rario, principalmente en servi-
cios e industria –
acondicionamiento de fruta, 
construcción etc.- con trabajo 
agrícola estacional, -cosecha 
de cítricos, caña. 
. Migrante estacional prove-
niente del NO argentino, prin-
cipalmente de Tucumán. 
. Residencia urbana y peri-
urbana. 
. Movilidad urbano-rural; inter-
provincial (interna). 
. Ausencia de trabajo perma-
nente en áreas urbanas, im-
pulsa a esta población flotante 
a insertarse en el mercado de 
trabajo estacional frutícola. 
Desocupado en área de 
origen 
. Asalariado urbano tradicional 
en sector servicio, comercio, 
talleres, etc. de reciente inser-
ción como asalariado agrario 
ocasional y/o temporario. 
. Migrante estacional prove-
niente de la Línea Sur rione-
grina (Jacobacci), Sierra Colo-
rada y Viedma. 
. Residencia urbana. 
.Movilidad urbano-rural; intra- 
provincial. 
 
. Desempleo urbano en áreas 
deprimidas. 
A manera de reflexión 
 
 
 20
 
El sentido de este artículo, al incorporar las dimensiones espaciales y tempora-
les en el análisis de la divisón social del trabajo frutícola, es contribuir a la visibiliza-
ción de un sector de trabajadores históricamente encubierto. Por un lado, visibilizar 
significa descubrir al trabajador golondrina cuando se habla de producción frutícola, 
trabajo agrario y peones rurales; significa llamar la atención hacia las distintas reali-
dades y posibilidades vividas por hombres y mujeres trabajadores y trabajadoras del 
campo en términos de sus oportunidades de inserción en este mercado de trabajo 
específico y de calidad de esa inserción; significa llamar la atención sobre la situa-
ción de vulnerabilidad de los golondrinas por las condiciones inciertas de empleo y 
precarias de trabajo, y de riesgo en la afiliación social. 
Hacer visible a estos sujetos sociales significa algo más que revelar su presen-
cia por medio de estadísticas debido a la ausencia de las mismas o al elevado nivel 
de subregistro. Más que contarlos, la intencionalidad de este trabajo ha sido descu-
brir las relaciones sociales de trabajo en más de medio siglo de presencia continua 
de golondrinas en la cosecha de fruta en la cuenca del río Negro, las que permiten 
visibilizar espacios laborales segmentados en el sector primario y mecanismos histó-
ricos de reproducción de esa diferenciación. 
En síntesis, la situación de riesgo o de vulnerabilidad tiene que ver con una in-
serción en el mercado de trabajo históricamente precaria y flotante, es decir, dentro 
y fuera del sistema alternadamente, y aún cuando estos trabajadores están dentro, 
se encuentra en situación de incertidumbre y en deficientes condiciones de trabajo. 
Las características más relevantes de esta fuerza de trabajo estacional son: 
- bajo nivel de instrucción y escasa calificación, 
- alta rotación entre actividades y empleadores con momentos de desocupación, 
- de lo anterior, se deriva la alternancia de períodos caracterizados por intensas jor-
nadas laborales en la actividad estacional -sobreempleo, con períodos de trabajo 
ocasional en los que permanecen subocupados o directamente desempleados, 
- inserción en puestos asalariados no registrados, en negro ; situación que proba-
blemente cambie al existir la disposición estatal para el blanqueo de la situación la-
 
 
 21
boral de los golondrinas mediante la implementación de la Libreta de Trabajador en 
Tránsito. 
- inexistente o baja sindicalización que debilita su capacidad de negociación, 
- salarios deprimidos e inestables. 
En laactualidad, se suma la nueva organización del proceso de trabajo que 
genera cambios en los perfiles demandados con niveles crecientes de calificación, el 
aumento del nivel de desempleo y subempleo regional y nacional que incremente la 
disponibilidad de mano de obra dispuesta a buscar un espacio en el mercado de tra-
bajo estacional, y el cambio en la relación empresa-trabajador con la aparición de 
nuevos estratos intermedios que suplanta la tradicional relación patrón-golondrina; a 
su vez se desdibujan el rol del empleador neutralizando el compromiso laboral en la 
continuidad del trabajo estacional. La persistencia de las características señaladas y 
el nuevo escenario laboral agudizan la vulnerabilidad social de estos trabajadores 
migrantes estacionales. 
A diferencia de años anteriores hay una debilitamiento de la afiliación comunita-
ria, ya que disminuye el reconocimiento y cumplimiento de los contratos de trabajo 
verbales que otrora se efectivizaban en la concurrencia año tras año de un mismo 
trabajador o familia de trabajadores a las mismas explotaciones. 
A la histórica vulnerabilidad de los golondrinas se suma, en la actualidad, la 
aparición de nuevas formas de organización empresarial que buscan reducir recur-
sos productivos ociosos y externalizar servicios que debilitan aún más la relación 
laboral como la irrupción en la actividad frutícola de seudo cooperativas de trabajo. 
En un contexto más general signado por la incertidumbre y las rápidas trans-
formaciones en el empleo se abre el interrogantes de si este segmento de trabajado-
res -los golondrinas- permanecerá incluido marginalmente, en el sentido de repre-
sentar una fuerza de trabajo sujeta a condiciones cada vez más precarias e inesta-
bles, o en proceso de desafiliación o exclusión ante su reemplazo por mano de obra 
local desempleada. Ahora bien, manteniendo la hipótesis de que sería una fuerza de 
trabajo fácilmente reemplazable frente al aumento del desempleo regional, la per-
cepción de los actores decisores es que podría llegar a disminuir su volumen pero no 
 
 
 22
desaparecer en la medida en que el trabajador golondrina sigue siendo funcional a 
las necesidades empresariales como fuerza de trabajo flotante para el momento de 
la recolección de peras y manzanas. 
 
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