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SOPORTE VITAL AVANZADO EN TRAUMA PEDIÁTRICO Editores E. CARRERAS GONZÁLEZ A. CONCHA TORRE A. SERRANO GONZÁLEZ Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra © 2018 Ergon C/ Arboleda, 1. 28221 Majadahonda (Madrid) Pza. Josep Pallach 12. 08035 Barcelona ISBN: 978-84-17194-34-5 Depósito Legal: M-12327-2018 Editores Autores CARRERAS GONZALEZ, EDUARDO Director de la Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias Pediátricas y del Programa de Politrauma Pediátrico del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Jefe de la Base SEM de transporte pediátrico en helicóptero. Profesor Asociado de Pediatria la Universidad Autónoma de Barcelona. CONCHA TORRE, ANDRÉS Médico Adjunto UCI Pediátrica. AGC Pediatría. Hospital Universitario Central de Asturias. Oviedo SERRANO GONZÁLEZ, ANA Profesora Asociada de Pediatría. Universidad Autónoma de Madrid. Jefe de Servicio de UCIP del Hospital Uni- versitario Infantil Niño Jesús. Madrid. ALADOS ARBOLEDAS, FRANCISCO JAVIER FEA de Pediatría. UCI Pediátrica del Complejo Hospi- talario Universitario de Jaén. BENITO FERNÁNDEZ, SERGIO Médico Adjunto Área de Críticos y Transporte SEM Pediátrico. Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona. Universidad de Barcelona. BRIÓ SANAGUSTÍN, SONIA Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias Pediátricas. Base SEM de transporte pediátri- co en helicóptero. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Universidad Autónoma de Barcelona. CAMBRA LASAOSA, FRANCISCO JAVIER Jefe de Servicio Área de Críticos. Hospital Sant Joan de Deu. Barcelona. Profesor Asociado de Pediatría de la Universidad de Barcelona. CAÑADAS PALAZÓN, SONIA Médico Adjunto. Servicio de Urgencias Pediátricas y Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Univer- sitario Vall d’Hebron. Universidad Autónoma de Barcelona. CASADO FLORES, JUAN Profesor Emérito de Pediatría. Universidad Autónoma de Madrid. Pediatra Emérito del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid. CALVO MONGE, CRISTINA Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Hospital Universitario Donostia. COCA FERNÁNDEZ, ELISABET Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensi- vos y Urgencias Pediátricas. Base SEM de transporte pediátrico en helicóptero. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Universidad Autónoma de Barcelona. DOMÍNGUEZ-SAMPEDRO, PEDRO Médico Coordinador. Unidad de Transporte SEM-Pe- diátrico y Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Universidad Autónoma de Barcelona. ESTALELLA MENDOZA, ANA FEA de pediatría. Unidad de Cuidados Intensivos Pe- diátricos. Hospital Puerta del Mar. Cádiz. ESTEBAN TORNÉ, ELISABET Médico Adjunto Área de Críticos. Coordinadora del equipo de Transporte SEM Pediátrico. Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona. Universidad de Barcelona. FERNÁNDEZ BARRIO, BÁRBARA Médico Adjunto AGC Pediatría. UCI Pediátrica. Hospi- tal Universitario Central de Asturias. Oviedo. FERNÁNDEZ CARRIÓN, FRANCISCO Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensi- vos Pediátricos. Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. FLORES GONZÁLEZ, JOSE CARLOS FEA de pediatría. Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Profesor asociado Universidad de Cádiz. Hospital Puerta del Mar. Cádiz GARCÍA URABAYEN, DIEGO Médico Adjunto. Unidad de Cuidados Intensivos Pe- diátricos. Hospital Universitario Cruces (HUC) GONZALEZ JUNYENT, CARLA Médico Adjunto. Unidad de Radiología Intervencionis- ta. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Universidad Autónoma de Barcelona. GONZÁLEZ SÁNCHEZ, SUSANA Médico Adjunto. Servicio de Radiodiagnóstico. Hospi- tal Universitario Central de Asturias. Oviedo. GUTIÉRREZ DE LA IGLESIA, DIEGO Médico Adjunto de Traumatología. Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona. Universidad de Barcelona. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, ARTURO FEA de Pediatría. Jefe de Sección de Urgencias Pediá- tricas y Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Hospital Puerta del Mar. Cádiz. JIMÉNEZ GARCÍA, RAQUEL Profesora Asociada de Pediatría. Universidad Autóno- ma de Madrid. Jefe de sección del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid. JIMÉNEZ RIVERA, JUAN JOSÉ Médico Adjunto. Unidad Cuidados Intensivos. Hospital Universitario de Canarias. Tenerife LANDA MAYA, JOSE JULIÁN Profesor Asociado de Pediatría. Universidad del País Vasco. Médico Adjunto de la Unidad de Cui- dados Intensivos Pediátricos. Hospital Universitario Donostia. LÓPEZ BAYÓN, JULIO Médico Adjunto. Unidad de Cuidados Intensivos Pe- diátricos. Hospital Universitario Cruces (HUC). MARHUENDA IRASTARZA, CLAUDIA Jefa del Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Uni- versitario Son Espases. Universitat de les Illes Balears. Palma de Mallorca. MARTÍNEZ BASTIDA, GINÉS Médico Adjunto de Emergencias. Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) Asturias. MAYORDOMO COLUNGA, JUAN Médico Adjunto AGC Pediatría. UCI Pediátrica. Hospi- tal Universitario Central de Asturias. Oviedo. MENÉNDEZ CUERVO, SERGIO Médico Adjunto UCI Pediátrica. AGC Pediatría. Hospi- tal Universitario Central de Asturias. Oviedo. MOLINA CABAÑERO, JUAN CARLOS Médico Adjunto del Servicio de Urgencias Pediátri- cas del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid. MORENO ZAFRA, JOSÉ RAMÓN Enfermero. Sistema de Emergencias Médicas de Cata- luña (SEM). Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Universitario Vall d’Hebrón. Universidad Autónoma de Barcelona. OLIVÉ CAVERO, MARTA Enfermera. Sistema de Emergencias Médicas de Cata- luña (SEM). Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Universitario Vall d’Hebrón. Universidad Autónoma de Barcelona. OÑATE VERGARA, EIDER Médico adjunto de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Hospital Universitario Donostia. PÉREZ HERNÁNDEZ, ROSALÍA Médico Adjunto. Unidad Cuidados Intensivos Pediátri- cos y Neonatales. Hospital Universitario de Canarias. Tenerife. PÉREZ LAFUENTE, MERCEDES Médico Adjunto Senior. Unidad de Radiología In- tervencionista. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Universidad Autónoma de Barcelona. REY GALÁN, CORSINO Jefe Sección UCI Pediátrica. AGC Pediatría. Hospital Universitario Central de Asturias. Catedrático de Pe- diatría. Universidad de Oviedo. ROSSICH VERDÉS, ROMY Médico Adjunto. Unidad de Cuidados Intensivos Pe- diátricos y Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Universidad Autónoma de Barcelona. SÁNCHEZ VALERO, PERE Enfermero. Sistema de Emergencias Médicas de Cata- luña (SEM). Programa de Trauma Pediátrico. Hospital Universitario Vall d’Hebrón. Universidad Autónoma de Barcelona. TURÓN VIÑAS, EULALIA Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias Pediátricas. Base SEM de transporte pediá- trico en helicóptero. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Profesora Asociada de Pediatría de la Universidad Autónoma de Barcelona. UDAONDO DE SOTO, JANIRE Médico Adjunto. Unidad de Cuidados Intensivos Pe- diátricos. Hospital Universitario Cruces (HUC). VALLE T- FIGUERAS, JOSÉ MARIA Médico Adjunto de la Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias Pediátricas. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Universidad Autónoma de Barcelona. VILLANUEVA ORDÓÑEZ, MARÍA JOSÉ Médico Adjunto de Emergencias. Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) Asturias. VIVANCO ALLENDE, ANA Médico Adjunto AGC Pediatría. UCI Pediátrica. Hospi- tal Universitario Central de Asturias. Oviedo. Prólogo Es para mi una gran satisfacción redac- tar estas líneas como prólogo a la nueva edición de este texto. La segunda edición de un libro constata que el esfuerzo lleva- do a cabo en la inicial mantiene su vigen- cia y que además, existe la capacidad y el entusiasmo necesario parallevar al lector la actualización de unos conocimientos encaminados a mejorar la asistencia al niño politraumatizado. Desde la Sociedad Española de Cuida- dos Intensivos Pediátricos (SECIP) se ha promovido y promueve la creación de Gru- pos de Trabajo alentando su productividad tanto en la vertiente asistencial, como en la docente e investigadora. Mi querido amigo, el Dr. Juan Casado, trabajador incansable y gran impulsor del grupo de trabajo sobre el niño politraumatizado, señalaba en el prólogo a la primera edición la impor- tancia de este manual, para su estudio y como soporte a los excelentes cursos que periódicamente se realizan para expandir el conocimiento sobre el manejo del paciente traumático. Han pasado siete años desde la primera edición y se imponía una nueva, a la que se han añadido nuevos capítulos, con el fin de renovar y ampliar conocimientos, objetivo que sin duda se ha conseguido sobradamente. A través de sus líneas vamos a adentrarnos en la epidemiología, en la evaluación primaria y secundaria, en las técnicas de movilización del paciente y en la mejor forma de llevar a cabo su trans- porte. Se analizan traumatismos específi- cos como el torácico, abdominal , músculo esquelético y del sistema nervioso central y diversas situaciones como el ahogamien- to, la electrocución o los niños quemados, así como diferentes técnicas diagnósticas y terapéuticas necesarias para poder llevar a cabo una asistencia integral. Quiero agradecer a los editores del libro Dres. Eduard Carreras, Andrés Concha y Ana Serrano, profesionales con una enor- me dedicación y amplísima experiencia, el esfuerzo realizado para llevar a cabo esta nueva edición y felicitarles por el alto nivel del texto, agradecimiento y felicitación que quiero hacer extensivos a todos los autores que han colaborado. Editores y colabora- dores han conseguido un manual excelen- te, en el que han plasmado, sus extensos conocimientos de una forma profunda y muy pedagógica. La labor editorial de Ergon, me ha pareci- do excelente, consiguiendo una didáctica y funcional presentación que facilita la lectura y la adquisición de conocimiento. Querido lector, este texto que tienes en tus manos, constituye una excelente herramienta de estudio y trabajo para todos aquellos profesionales que tienen que aten- der a un paciente tan complejo como el niño politraumatizado, en él, encontrarás respuesta a las necesidades que puedan surgir para su manejo adecuado, en el que las oportunas maniobras diagnóstico tera- péuticas, son esenciales para obtener los mejores resultados. Fco. José Cambra Lasaosa Presidente de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos. UCIP Hospital Sant Joan de Déu Indice 1. Niño politraumatizado. Diferencias con el adulto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 J. Casado Flores 2. Epidemiología de las lesiones y accidentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 J.C. Molina Cabañero 3. Biomecánica del trauma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 M.J. Villanueva Ordóñez, G. Martínez Bastida, A. Concha Torre 4. Reconocimiento primario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 A. Concha Torre, A. Vivanco Allende, C. Rey Galán 5. Reconocimiento secundario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 A. Concha Torre, J. Mayordomo Colunga, S. Menéndez Cuervo 6. La vía aérea en el paciente traumático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 J.C. Flores González, A. Estalella Mendoza, A. Hernández González 7. Traumatismo torácico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 E. Carreras González, S. Brió Sanagustin, E. Coca Fernández 8. Drenaje torácico y pericardiocentesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 A. Serrano, R. Jiménez García 9. Traumatismo abdominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 E. Carreras-González, E. Turón Viñas, J.M. Valle T-Figueras 10. Cirugía de control de daños en trauma pediátrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97 C. Marhuenda Irastorza 11. Radiología intervencionista en el trauma pediátrico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 M. Pérez Lafuente, C. Gonzalez Junyent, S. Cañadas Palazón 12. Resucitación hemostática. Transfusión masiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 E. Carreras-González, E. Turón Viñas, S. Brió Sanagustín 13. Shock traumático y coagulopatía en el trauma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 E. Carreras-González, Eulalia Turón Viñas, Sonia Brió Sanagustín 14. Traumatismo craneoencefálico. Evaluación neurológica. . . . . . . . . . . . . . . . 135 R. Jiménez García, A. Serrano González 15. Trauma de columna y lesiones medulares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 E. Esteban Torné, F.J. Cambra Lasaosa, S. Benito Fernández 16. Otros traumatismos osteoarticulares: pelvis y extremidades . . . . . . . . . . . . 161 E. Esteban Torné, F.J. Cambra Lasaosa, D. Gutiérrez de la Iglesia 17. Intoxicación por monóxido de carbono e inhalación de humo . . . . . . . . . . . 173 F. Fernández Carrión 18. Quemados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 R. Rossich Verdés, S. Cañadas Palazón, P. Domínguez Sampedro 19. Electrocución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 E. Oñate Vergara, C. Calvo Monge, J.J. Landa Maya 20. Accidentes por inmersión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 E. Carreras-González, S. Brió Sanagustín, E. Turón Viñas 21. Maltrato infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213 A. Vivanco Allende, B. Fernández Barrio, A. Concha Torre 22. Sedoanalgesia en el trauma pediátrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 F.J. Alados Arboledas 23. Radiología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 S. González Sánchez, C. Rey Galán, A. Concha Torre 24. Asistencia prehospitalaria al trauma pediátrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 G. Martínez Bastida, M.J. Villanueva Ordóñez, A. Concha Torre 25. Movilización-Inmovilización del enfermo traumático pediátrico. . . . . . . . . . 263 M. Olivé Cavero, J.R. Moreno Zafra, P. Sánchez Valero 26. Categorización y triaje del niño politraumatizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275 R. Pérez Hernández, A. Concha Torre, J.J. Jiménez Rivera 27. Transporte del paciente politraumatizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287 J. López Bayón, D. García Urabayen, J. Udaondo de Soto 1Niño politraumatizado. Diferencias con el adulto J. Casado Flores OBJETIVOS • Aprender las principales diferencias ana- tómicas y funcionales entre el niño y el adulto. • Conocer las diferencias de valoración y tratamiento en la primera evaluación con respecto a la atención al trauma en el adulto. • Aprender la sistemática de la evaluación secundaria y sus diferencias con el adul- to. INTRODUCCIÓN Los traumatismos de los niños son dife- rentes a los de los adultos en los aspectos anatómico, etiológico, epidemiológico, fisiopatológico, clínico, diagnóstico, así como en el tratamiento y la prevención. Las causas del trauma pediátrico son totalmente diferentes en las distintas eda- des de la infancia. Los recién nacidos sufren traumatismo de parto que puede afectar a la columna cervical, cráneo, encéfalo, clavícu- la y huesos del antebrazo. El trauma craneal grave está producido en el primer año de la vida por dos causas: maltrato, bien por contusión o golpeo craneal directo con un objeto duro, o bien por sacudida violenta (síndromedel niño sacudido), lo que provo- ca hemorragia cerebral (hematoma subdural bilateral) sin signos externos de contusión y en ocasiones luxación cervical; la segunda causa es la caída desde altura, sobre todo desde la plataforma del cambiador cuando el niño aprende a rotar sobre sí mismo. En el segundo y tercer semestres los accidentes son por caídas desde altura, traumatismo en el andador y caída desde la trona o silla de la alimentación. En los siguientes 4-5 años los traumatismos suceden en los lugares por donde se mueven: parques, jardines, guardería, piscina y casa. Los accidentes deportivos y de bicicleta aparecen en los siguientes años y durante la adolescencia. Los accidentes de tráfico como pasajero o peatón suceden en cualquier época de la vida. J. Casado Flores2 DIFERENCIAS ANATOMOFISIOLÓGICAS PRINCIPALES Las diferencias en el órgano más vulnera- ble, la cabeza, causante de la mayor morta- lidad, se resumen en la tabla I. La cabeza de los niños es más grande, proporcionalmente al cuerpo, que la de los adultos y proporcio- nalmente más grande cuanto más pequeños son, y por ello con más posibilidades de ser el punto de contacto en los impactos a alta velocidad. Además, es más vulnerable porque los sistemas de protección del encéfalo no están completamente desarrollados hasta los 4-5 años de la vida, especialmente la com- partimentalización de la cavidad intracraneal. Las diferencias anatómicas en la colum- na cervical del niño y del adulto se resumen en la tabla II. La más importante es que los niños pequeños pueden tener lesión medu- lar sin lesión ósea debido a que las estruc- turas ligamentosas pueden distenderse en longitud sin romperse, varias veces más que la médula espinal. Además, los niños tienen menor masa muscular cervical y esta es más hipotónica que la de los adultos, quedando el cuello menos protegido a la movilidad y a los golpes. Las diferencias respiratorias son impor- tantes. Los niños son respiradores nasales. La obstrucción nasal aumenta intensamente la resistencia en la vía aérea. La intubación nasotraqueal es más dificultosa en los niños y solo debe contemplarse cuando la intu- bación es programada. En los casos urgen- tes se realizará por vía orotraqueal, que es TABLA I. Diferencias en el SNC y en el TCE del niño y del adulto NIÑO ADULTO Fontanela Abierta hasta 18-24 meses Cerrada Sutura de los huesos del cráneo No soldadas hasta el año Cerrada Tamaño cabeza Nacimiento, 25% del peso del adulto 4 años, 75% del peso del adulto 5 años, 90% del peso del adulto Compartimentos intracraneales No realizada hasta 5-6 años Un solo compartimento Supratentorial (hemisferio izquierdo y derecho) e infratentorial Riesgo de TCE Mayor Más grande en niños más pequeños respec- to a niños mayores Menor Espacio subaracnoideo Grande Pequeño Cisternas Grandes Pequeñas Mortalidad por TCE Menor aunque depende de la edad, tanto mayor en los niños cuanto menor edad Mayor globalmente que los niños Mielinización del SNC Incompleta primeros 10 años de vida Completa Convulsión post-TCE Más frecuentes, especialmente en los pri- meros 3 años de vida Menos frecuente Pérdida de conciencia post-TCE Menos frecuente, especialmente en los pri- meros 3 años de vida Más frecuente Niño politraumatizado. Diferencias con el adulto 3 más fácil y rápida. La intubación es también más dificultosa porque la glotis de los niños tiene una posición más anterior y superior en la faringe. La vía aérea a nivel cricoideo es más estrecha y por ello mayor el riesgo de estenosis subglótica postintubación. En los neonatos se utiizarán tubos endotra- queales sin manguito y en los niños pueden utilizarse con manguito vigilando la presión del neumotaponamiento. Deben utilizarse con manguito en los que se prevea alta asis- tencia respiratoria. La tráquea es más corta, lo que facilita la excesiva movilización del tubo endotraqueal con los movimientos de flexión y extensión de la cabeza, también la extubación accidental o la intubación en un bronquio principal, generalmente el derecho. El volumen tidal de los niños es lógicamente dependiente del peso (6-8 ml/kg). El volumen minuto depende de la frecuencia respiratoria, que es tanto mayor cuanto más pequeño es el niño. El tórax de los niños es muy elástico, por ello las fracturas costales son poco frecuentes y a veces pasan desapercibidas. El masaje car- diaco tampoco produce fracturas costales. El abdomen es también diferente. El de los niños pequeños es globuloso, tiene menos masa muscular y las vísceras sólidas son más grandes proporcionalmente que las de los adultos. Por ello las vísceras sólidas y huecas están menos protegidas. Además, los niños son propensos a deglutir aire en exceso, produciéndose gran distensión gás- trica y abdominal que por sí mismo produce mayor susceptibilidad a la lesión gástrica y mayor dolor. La superficie corporal en relación al peso es tanto mayor cuanto más pequeño es el niño y siempre es superior, proporcional- mente, en los niños que en los adultos. Por ello, la pérdida de calor corporal es más intensa y más rápida la aparición de hipotermia. Además, los lactantes y niños pequeños tienen el sistema de regulación de la temperatura corporal inmaduro, calien- tan y refrigeran mal su cuerpo, produciendo hipotermia e hipertermia cuando la tempe- TABLA II. Diferencias anatómicas en la columna cervical entre niños y adultos DIFERENCIAS NIÑO-ADULTO LESIÓN QUE FACILITA Cabeza proporcionalmente más grande, mayor en los niños más pequeños respecto a los adultos Mayor cimbreo cefálico, mayor lesión por extensión y flexión cefálica Ligamentos interespinosos más flexibles Luxación cervical sin anormalidad radiológica (SCIWORA) Músculos cervicales más pequeños e hipotónicos que limi- tan la estabilidad cervical Luxación cervical Carillas de la articulación intervertebrales más horizontales Luxación cervical Espacio preodontoides mayor (4-5 mm versus 3 mm) Luxación odontoidea Pseudoluxación de C2 sobre C3 frecuente (40%) Luxación C2-C3 Osificación incompleta de las vértebras Osificación de la base del odontoides a los 3-7 años de edad Luxación C2-C3 Luxación C2-C3 Fusión de la epífisis apical del odontoides Fusión del arco de C1 alrededor de 4 años Fusión de los arcos posteriores a 7-10 años Dificultad en la interpretación radiológica Dificultad en la interpretación radiológica Dificultad en la interpretación radiológica J. Casado Flores4 ratura ambiental es fría o calurosa respec- tivamente. Lógicamente, los parámetros fisiológi- cos en los niños son dependientes de la edad. Por ello, es necesario conocer en cada grupo de edad los parámetros de normalidad cuando se valoran los datos obtenidos de la exploración física y de la monitorización del paciente. En la tabla III se resumen las princi- pales variables de peso, frecuencia cardiaca y respiratoria, y presión arterial sistólica. DIFERENCIAS EN LA EVALUACIÓN PRIMARIA Y EN LA RESUCITACIÓN Existen algunas diferencias en la evalua- ción primaria y en la resucitación inicial entre los niños y los adultos, aunque en todos se realizará secuencialmente el ABCDE. Vía aérea La apertura de la vía aérea, que se reali- za con la maniobra de tracción mandibular, es fundamental, ya que los niños tienen con mayor frecuencia la vía aérea obstruida por la caída de la lengua (proporcional- mente más grande que en los adultos en relación a la boca) hacia atrás. Además, la obliteración de la tráquea debido a su estructura blanda, menos cartilaginosa, es más frecuente. La cánula orofaríngea (cánula de Gue- del) se utiliza para evitar la caída de la lengua hacia atrás solo en los pacientes con disminución intensa del nivel de con- ciencia. Esta cánula debe ser del tamaño adecuado ya que si se utiliza una pequeña o mayor, no evitará la caída de la lengua o estimulará la faringe respectivamente, provocando vómitos. La colocación de la cánula orofaríngea en el primeraño de vida se introduce con la zona convexa hacia arriba, en los niños mayores de un año con la zona convexa hacia abajo, rotán- dola para poner esta hacia arriba, una vez que ha sido totalmente introducida en la boca. La intubación traqueal se realiza con laringoscopio y tubo adecuado. La pala del laringoscopio tiene que ser adecuada al tamaño del niño y se debe preparar un tubo endotraqueal medio número mayor y menor del adecuado para la edad. La utili- zación de un tubo pequeño no permite, por escape de gas alrededor del tubo, una ven- tilación adecuada. La elección de un tubo mayor del adecuado conduce al fracaso en la intubación. Esta se realizará siempre por boca. El tubo endotraqueal puede ser con o sin neumotaponamiento en menores de 8 años. En el caso que se prevea una eleva- da presión de las vías aéreas debe ser con neumotaponamiento. Ventilación La ventilación y la frecuencia respiratoria deben realizarse de acuerdo a la edad (Tabla III). El tórax debe moverse simétricamente durante la inspiración. Circulación El sistema circulatorio se evaluará con la palpación de los pulsos. Estos se explo- rarán en diferentes lugares: en los primeros 12 meses de la vida, pulso humeral; niños pequeños, pulso femoral, y niños mayores y adolescentes, pulso carotídeo. Además, se tendrá en cuenta la frecuencia cardiaca, fisiológicamente tanto mayor cuanto más pequeño es el paciente (Tabla III). Como el gasto cardiaco de los niños es básicamente Niño politraumatizado. Diferencias con el adulto 5 dependiente de la frecuencia cardiaca, la bradicardia intensa es indicativa de insu- ficiente perfusión de los órganos vitales. los niños pequeños de pocas semanas de vida y una frecuencia cardiaca inferior a 60 lpm con ausencia de signos vitales deben recibir reanimación cardiopulmonar (RCP). El acceso venoso periférico en niños es preferible al acceso central, aunque muchas veces es difícil la canalización, especialmen- te en situaciones de urgencia vital o en lactantes pequeños en los que el panículo adiposo oculta las venas. En recién nacidos y lactantes pequeños, las venas epicranea- les son fáciles de canalizar. En el resto, las venas antecubitales y safena externa son adecuadas. La vena central más frecuente- mente utilizada deber ser aquella con la que más experiencia se tenga. La vena femoral es muy fácil de canalizar así como la subcla- via. La vena yugular interna es más difícil ya que en los niños existen muchas variantes en el tamaño y localización. Cuando no es posible obtener un acceso venoso adecuado, debe conseguirse una vía intraósea, el hueso más utilizado es la tibia. Es fácil, rápida y segura, especialmente en los primeros 8 años de la vida. Sistema nervioso El sistema nervioso central se evalúa de la misma forma en todas las edades de la vida, pero debe tenerse en cuenta que los niños pequeños no responden a las órdenes de los adultos. Los niños no mueven las extremidades cuando los adultos se lo orde- nan, lo hacen espontáneamente o como respuesta al dolor. Exposición La exposición del paciente debe ir inme- diatamente seguida de la protección al frío ya que los niños accidentados, especialmente si son pequeños, son más sensibles a la hipo- termia. El calentamiento mediante mantas de calor o sueros calientes es muy importante, tanto más cuanto más pequeño es el niño. DIFERENCIAS EN LA VALORACIÓN SECUNDARIA Existen pocas diferencias entre la valora- ción secundaria del niño y la del adulto. En ambos casos se realiza un reconocimiento desde la cabeza hasta los pies, al objeto de hacer un diagnóstico de las lesiones de cada uno de los órganos del paciente. TABLA III. Frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, TA sistólica en reposo y tamaño del tubo endotraqueal en las diferentes edades pediátricas EDAD PESO (kg) FRECUENCIA CARDIACA (lpm) FRECUENCIA RESPIRATORIA (rpm) TAS (mmHg) TUBO ENDOTRAQUEAL (Nº) Recién nacido 2,5-4 120-180 40-50 50-75 2,5-3 < 6 meses 3,5-7 110-140 20-40 70-95 3-3,5 6 meses-12 meses 7-10 100-130 20-40 80-100 3,5-4 1-2 años 10-12 100-130 20-30 80-105 4-4,5 3-6 años 12-19 90-120 15-25 80-120 4-5,5 7-10 años 19-32 80-100 15-20 85-130 5,5-7 11-14 años 32-50 70-100 13-15 90-140 6,5-7 J. Casado Flores6 Cabeza La exploración de la cabeza debe tener en cuenta que hasta el año de vida no se cierran las suturas craneales y hasta cerca del final del segundo año, la fontanela ante- rior puede estar abierta. La palpación de una fontanela abombada puede orientar hacia una hipertensión intracraneal. Las suturas sin soldar de los huesos del cráneo no deben ser confundidas con fracturas óseas en la Rx de cráneo. Debajo del cuero cabelludo puede colec- cionarse extensos cefalohematomas que amenacen y que incluso sean responsables de un shock hemorrágico en ausencia de sangrado visible. Cuello El cuello se explorará detenidamente, manteniéndose la inmovilización hasta tener la certeza de que la columna cervical es estable. Debe tenerse en cuenta la posibi- lidad de lesión espinal sin fractura vertebral, SCIWORA (Spinal Cord Injury With Out Radiological Abnormalitty). Es una lesión característica de los niños menores de 8 años, producida porque las cápsulas articulares y los ligamentos que soportan las estructuras óseas de la columna cervical son más elás- ticos en los niños que en los adultos, espe- cialmente en los niños pequeños, pudiendo distenderse en longitud sin romperse, varias veces más que la médula espinal. En los traumatismos con riesgo elevado de lesión espinal (caída desde altura, lesión de zambullida, accidente de tráfico) y en los niños con mayor riesgo de lesión cervical (síndrome de Down, hipotonía muscular), la inmovilización cervical se mantendrá hasta que la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) no descarte lesión espinal. Las diferencias entre la lesión espinal del niño y la del adulto (Tabla II) se justifican por las diferencias anatómicas de la columna vertebral, especialmente de la región cervical entre el niño menor de 8-10 años y el adulto. Hasta los 15 años los niños no tienen los patrones de lesión medular característicos de los adultos. La visualización de las venas yugulares, ingurgitada en el neumotórax a tensión, es difícil en el lactante bien alimentado por- que están ocultas por el panículo adiposo. En estos casos, la desviación traqueal y la hiperinsuflación y disminución del hemitó- rax afecto ayudan a realizar el diagnóstico. Tórax La exploración torácica se realiza como en los adultos: inspección de la movilidad torácica y de posibles heridas penetrantes; palpación costilla a costilla buscando sig- nos de fracturas o crepitación por enfise- ma subcutáneo, sugestivo de neumotórax; percusión de ambos hemitórax ya que la matidez acompaña al hemotórax y la tim- panización al neumotórax; auscultación pulmonar y cardiaca al objeto de detectar hipoventilación, desplazamiento del latido cardiaco o arritmias. El volet costal es infre- cuente en los niños pequeños porque sus costillas son muy elásticas. Abdomen Las diferencias anatómicas en los niños respecto a los adultos en la caja torácica y una musculatura abdominal menos desa- rrollada hacen que las principales vísceras abdominales estén menos protegidas de la agresión traumática y sean, por lo tanto, Niño politraumatizado. Diferencias con el adulto 7 más vulnerables. Además, estos órganos son más blandos porque contienen tanto más agua cuanto menos edad tienen. Los niños tienen proporcionalmente los órga- nos sólidos más grandes que los adultos y menos grasa subcutánea. Los riñones, además de ser más grandes, tienen lobula- ciones fetales que predisponen a la lesión renal. Además, la flexibilidad costal hace más posible el daño hepático, esplénico y renal, a lo que se añade la dificultad para la anamnesis y la exploración física. El traumatismo abdominal cerrado es mucho más frecuente que elabierto (85% versus 15%), al igual que en el adulto. El hígado, el bazo y los riñones son los órganos más frecuentemente afectados, pero no sue- len requerir tratamiento quirúrgico cuando los signos vitales y el hematócrito permanecen estables. La lesión traumática del estómago es más frecuente en niños que en adultos. Las lesiones de intestino, páncreas o vejiga son menos frecuentes, pero pueden conllevar una morbilidad sustancial si el diagnóstico se demora. El empleo inapropiado del cinturón de seguridad puede producir lesión de víscera hueca. Asimismo se han descrito lesiones en múltiples localizaciones por excesiva proximi- dad del niño a los sistemas de airbag. La detección de daños abdominales en niños puede ser especialmente difícil y el índice de sospecha ha de ser elevado. Los signos externos pueden estar ausentes. Generalmente existe distensión abdomi- nal, taquipnea, taquicardia (mayor cuan- ta más hemorragia), equimosis o signos de shock. Los niños con lesión hepática o esplénica suelen tener dolor localizado, pero este signo está oculto especialmente en los niños pequeños. Además un niño inconsciente es incapaz de referir dolor y un niño consciente puede no cooperar. Conviene recordar asimismo que el llanto y la ansiedad tras el trauma hacen que traguen gran cantidad de aire, lo que motiva distensión abdominal y dolor. Este hecho interfiere y a veces confunde en la exploración al simular un abdomen agudo quirúrgico. En estos casos, se deberá pro- ceder a descomprimir el abdomen con una sonda gástrica y esperar la evolución. Periné y pelvis La exploración del periné y la pelvis es muy importante y no difiere de la del adul- to. Como en estos, las fracturas de pelvis producen intenso dolor y sangrado oculto que puede conducir a shock. Extremidades Los traumatismos de extremidades son muy frecuentes en la infancia. Requieren aten- ción no porque sean potencialmente morta- les, sino porque su tratamiento precoz mejora el confort del niño y porque de esa manera se evita la pérdida de función. Deben aplicarse apósitos estériles en todas las heridas abiertas. Las fracturas de los huesos largos, especial- mente las de fémur, pueden producir pérdidas sanguíneas en el foco de fractura, hematoma voluminoso no visible externamente y anemi- zación o shock hipovolémico. En el caso de fracturas es muy importan- te palpar todos los pulsos periféricos por la posibilidad de afectación vascular (frecuen- te complicación de la fractura supracondílea del húmero) y prestar especial atención a la exploración motora y sensitiva. Ante la sos- pecha de lesión vascular pueden ser precisos estudios con Doppler y arteriografía. Con- J. Casado Flores8 viene recordar que el espasmo arterial suele durar menos de tres horas, y que la ausencia de pulso distal superior a seis horas obliga a descartar trombosis o sección arterial. El retraso en el diagnóstico de la lesión vas- cular puede producir isquemia prolongada y desarrollar síndrome compartimental y/o enfermedad de Volkmann (retracción mus- cular isquémica), con potencial minusvalía. Particular interés tienen las fracturas que afec- tan a las zonas de crecimiento del hueso por sus consecuencias negativas en el desarro- llo del mismo. Son especialmente graves las fracturas con aplastamiento de las metáfisis. Siempre que existan heridas o fracturas abiertas es necesario conocer el estado de vacunación del niño para adelantar si es necesario la revacunación del tétanos. RESUMEN El traumatismo de los niños es muy dife- rente al de los adultos, incluso difiere en los niños de diferentes grupos de edad porque la epidemiología, anatomía, fisiopatología y expresividad clínica es también diferente. La cabeza de los niños es más grande que la de los adultos, y más vulnerable a los accidentes porque los sistemas de protección, el cierre de la fontanela, la sutura de los huesos cra- neales y la compartimentación de las cavi- dades intracraneales no están desarrolladas en los primeros años de la vida. La columna vertebral, especialmente la cervical, está tam- bién más desprotegida, pudiendo por ello aparecer luxaciones cervicales y lesiones medulares sin fractura ósea ni luxación ver- tebral. Las vísceras sólidas intraabdominales son más vulnerables al traumatismo, siendo escasas sus manifestaciones clínicas. En la evaluación primaria, cuando es necesario mantener permeable la vía aérea, deben utilizarse cánulas o tubo endotra- queal del tamaño apropiado a la edad. La frecuencia del masaje cardiaco y de la ven- tilación, cuando se precisa, se realiza con una frecuencia diferente porque estas son dependientes de la edad, también la ten- sión arterial y las necesidades de fluidos y electrólitos. La expresividad clínica de las lesiones orgánicas detectables en la evaluación secundaria difieren también con la edad. Los niños más pequeños no colaboran, no pueden expresarse y suelen deglutir mucho aire con el llanto simulando un abdomen agudo. La interpretación radiológica de la columna cervical puede falsamente parecer una luxación por la osificación incompleta de las vértebras en los primeros años de la vida. La hipotermia es frecuente porque la superficie corporal de los niños es proporcio- nalmente mayor cuanto más pequeños son, por eso necesitan ser tapados y calentados. BIBLIOGRAFÍA 1. Dodson TB, Kaban LB. Special considerations for the pediatric emergency patient. Emerg Med Clin North Am. 2000;18:539-48. 2. Jaffe D, Wesson D. Emergency Management of Blunt Trauma in Children. New Engl. 1991;324:1447-82. 3. Mayer TA. Emergency Management of Pediatric Trau- ma. Philadelphia: WB Saunders Company, 1985. 4. Nguyen TD, Raju D. Considerations in pediatric trau- ma. emedicine.com. Octubre, 2003. 5. O’Neill JA. Advances in the management of pediatric trauma. Am J Surg. 2000;180:3665-9. 6, Quesada Suescun A. Recomendaciones asistenciales en Trauma Infantil. En Recomendaciones asistenciales en trauma grave. Edicomplet. 1999; 233-244. 7. Serrano A, Castellanos A. Politraumatismos. Protocolo de actuación. En: Casado Flores J, Serrano A, edito- res. Urgencias y tratamiento del niño grave (3ª ed). Madrid: Ergon; 2017. p. 863-874. Epidemiología de las lesiones y accidentes J.C. Molina Cabañero 2 OBJETIVOS • Reflexionar sobre el concepto de acci- dente como un suceso prevenible y evi- table. • Conocer la importancia que tienen los accidentes en relación a otras enferme- dades graves en los niños. • Conocer cuáles son los tipos más fre- cuentes de lesiones y accidentes en función de la edad. • Analizar la mortalidad producida por los accidentes según la edad. • Analizar los factores epidemiológicos relacionados con las lesiones y acci- dentes. INTRODUCCIÓN Los accidentes son un problema impor- tante de salud pública en todo el mundo. En los países desarrollados constituyen la primera causa de mortalidad en la edad pediátrica; además producen una morbili- dad importante en forma de secuelas físicas y psicológicas que pueden condicionar el desarrollo de la vida de los niños. La prevención es el pilar fundamental en el abordaje de los accidentes, tanto a nivel primario (evitar que se produzcan) como a nivel secundario (hacer que la atención a los niños accidentados sea óptima). Las distin- tas características del desarrollo psicomotor en los niños en función de la edad hace necesario que las estrategias de prevención sean distintas según su grado de desarrollo. Por esta razón es muy importante estudiar la epidemiología de los accidentes (edad, tipo de lesiones, circunstancias en las que se produjo) con el fin de desarrollar medidas preventivas que realmente sean efectivas. CONCEPTO DE ACCIDENTE - LESIÓN La palabra accidente proviene del latín accidens que significa “lo que cae, acaece o sucede ocasionalmente”. La Real Academia Española lo define como un “suceso even- tual que altera el curso de las cosas” y la J.C. MolinaCabañero10 Organización Mundial de la Salud lo refiere como un “acontecimiento fortuito, gene- ralmente desgraciado o dañino, o acon- tecimiento independiente de la voluntad humana, provocado por una fuerza exterior que actúa rápidamente y que se manifiesta por un daño corporal o mental”. De forma práctica, los accidentes pue- den definirse como sucesos episódicos esporádicos debidos a una fuerza externa (física, química, eléctrica) que puede pro- ducir lesiones complejas que requieren una asistencia médica inmediata. Actualmente desde el punto de vista de la salud es preferible hablar de “lesiones” en vez de “accidentes”, precisamente para evitar la connotación de inevitable o aza- roso que conlleva esta palabra. Este cam- bio de paradigma es decisivo para abordar adecuadamente este grave problema de salud, considerando los accidentes o las lesiones como una enfermedad con factores de riesgos conocidos, predecibles y sobre los que se puede actuar. En este capítulo se utilizarán ambos términos indistintamente. Clásicamente, el concepto de politrau- matismo ha ido ligado a la lesiones origi- nadas por fuerzas mecánicas como caídas, accidentes de tráfico o precipitados, pero desde el punto de vista funcional también deben referirse como “enfermedad traumáti- ca” los cuadros graves originados por intoxi- caciones, quemaduras, hipo o hipertermia, ahogamientos, asfixia y electrocución. La razón de incluir este tipo de lesiones dentro de los politraumatismos es que, indepen- dientemente de la causa, en todos los casos puede existir afectación multiorgánica y las medidas de atención inicial son comunes (pauta ABCD de estabilización). La adecua- ción de estas medidas iniciales en la “enfer- medad traumática” es decisiva, ya que en muchas ocasiones condiciona de forma definitiva el pronóstico de estos niños. ETIOLOGÍA DE LOS ACCIDENTES Y LESIONES Es difícil conocer cuál es la incidencia real de los accidentes en nuestra sociedad, porque en la mayoría de las ocasiones no se registran los datos. Las cifras que se dis- ponen son de las lesiones que causan más morbilidad o mortalidad, pero no de las que realmente se producen. Las dos fuentes que proporcionan más información para conocer la epidemiología de los accidentes en nuestro país son el Instituto Nacional de Estadística y las Encuestas de Salud Pública que realiza el Ministerio de Sanidad periódicamente. Los tipos más frecuentes de lesiones en los niños en función de la edad, en España durante 2011, se muestran en la figura 1. El grupo de las contusiones, heridas super- ficiales, esguinces y luxaciones es el más frecuente en todas las edades. Los otros tres grupos los constituyen las fracturas y heridas profundas, las quemaduras y las intoxicaciones. % de niños Contusiones, esquinces, heridas leves Fracturas, heridas profundas Quemaduras 0-4 años Intoxicaciones 70 80 60 50 40 30 10 0 20 5-14 años FIGURA 1. Tipos más frecuentes de lesiones en función de la edad (Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2011). Epidemiología de las lesiones y accidentes 11 FACTORES EPIDEMIOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS LESIONES Edad. Las diferentes etapas del desarro- llo psicomotor de los niños condicionan que algunos tipos de accidentes sean más frecuentes en determinados rangos de edad. Los niños entre 1 y 4 años tienen mayor riesgo de intoxicaciones, quemaduras y ahogamientos. Los niños en edad escolar sufren más frecuentemente caídas en el colegio, caídas de las bicicletas y atropellos. En los adolescentes las lesiones se produ- cen mientras realizan actividades deporti- vas, juegos que requieren fuerza física y caídas de bicicleta o de motocicleta. Las intoxicaciones se distribuyen carac- terísticamente en dos grupos de edad: a) accidentales, en los preescolares por falta de vigilancia o error de los cuidadores en los medicamentos que toman, y b) voluntarias, en los adolescentes que ingieren fármacos con fines autolíticos o consumen drogas con motivo recreacional. Sexo. En general los niños tienen un mayor riesgo de lesiones que las niñas en todos los rangos de edad. Esta diferencia es más marcada en la adolescencia debido a que los deportes y las actividades que reali- zan los varones implican una mayor fuerza física. También durante la edad preescolar las intoxicaciones son más frecuentes en los niños que en las niñas. Nivel socioeconómico. La mortali- dad infantil por causa accidental es más elevada en los países y entornos sociales más pobres. Los ambientes desfavoreci- dos exponen a los niños a un mayor ries- go de lesiones (casas antiguas con poca seguridad, calles poco cuidadas). También algunas situaciones familiares como padres muy jóvenes con bajo nivel económico o hacinamiento en la casa, se han relacionado con una mayor incidencia de accidentes. Lugar del accidente. Las lesiones en los niños menores de 4 años suceden más fre- cuentemente en la casa y de forma más espe- cífica en la cocina o en el cuarto de baño. Estos son lugares donde el riesgo de quema- duras o de ingestión de sustancias tóxicas es más elevado. Las lesiones fuera de la casa son más frecuentes en los niños mayores; se producen en el colegio, en la calle o practi- cando actividades deportivas. Los accidentes en la calle tienen especial importancia en los niños de 1 a 4 años; se trata de situaciones en las que los cuidadores pierden el control del niño durante unos segundos, tiempo suficiente para que, por ejemplo, cruce solo la calle. En la figura 2 aparece un gráfico en el que se representan los lugares donde más frecuentemente ocurren las lesiones en función de la edad del niño. Tipo de asistencia sanitaria. La mayoría de los niños con lesiones por accidentes no consultan en ningún centro sanitario y muchos de los que lo hacen no son regis- trados. Por esta razón es difícil conocer exactamente la repercusión que tienen los accidentes en los niños a nivel sanitario. Casa Colegio Calle Deporte Tráfico 0-4 años 60 50 40 30 10 0 20 5-14 años % de niños FIGURA 2. Lugares-actividades relacionados con los ac- cidentes en función de la edad (Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2011). J.C. Molina Cabañero12 En la figura 3 aparecen los datos extraídos de la Encuesta Nacional de Salud en el año 2011. Lo más reseñable es que la mayoría de los casos acuden a los servicios de Urgen- cias y que los niños mayores ingresan en el hospital más frecuentemente (4%) que los niños más pequeños (2%); este hecho pro- bablemente esté relacionado con la mayor gravedad de las lesiones en los niños de mayor edad. MORTALIDAD POR LESIONES EN LA INFANCIA En la figura 4 aparece un gráfico con las causas más frecuentes de mortalidad en España durante el año 2015, en función de la edad del niño. Los accidentes constitu- yen la etiología más frecuente, antes que el grupo de las enfermedades neoplásicas. Cuanto mayor es la edad, mayor es el riesgo de muerte por accidente. En la figura 5 se muestran cuáles fue- ron los tipos de lesiones que produjeron mayor mortalidad, en función de la edad. Es muy importante llamar la atención sobre el hecho de que las muertes por ahogamiento en los niños menores de 10 años superan a las muertes por accidentes de tráfico; esto es especialmente notable en los niños con edades entre 1 y 4 años. Este dato epide- miológico tan relevante que se ha produ- cido en los últimos 4 años en nuestro país necesita ser evaluado adecuadamente con el fin de desarrollar medidas que puedan evitar estas muertes en los niños. CARACTERÍSTICAS DE LOS DISTINTOS TIPOS DE LESIONES Y ACCIDENTES Lesiones por ahogamiento Los ahogamientos en las piscinas se producen en menores de 5 años debido a distracciones de los adultos que los cuidan. Nº de niños Menores 1 año 1-14 años 15-19 años Tumores S. circulatorio Malformaciones Accidentes 700 800 600 500 400 300 100 0 200 Ahogamiento sofocación Vehículos a motor Caídas Fuego, quemadurasIntoxicaciones 20 18 16 14 10 12 8 6 2 0 4 Nº de niños 0-1 años 1-4 años 5-9 años 10-14años FIGURA 4. Causas de mortalidad en la edad pediátrica (Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2015). FIGURA 5. Causas de mortalidad por accidentes en función de la edad (Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2015). Nº de niños Urgencias Atención primaria 81% 73% 6% 15% 2% 4% 11% 8% Ingeso hospital 0-4 años No consulta 350.000 300.000 250.000 200.000 150.000 50.000 0 100.000 5-14 años FIGURA 3. Tipo de asistencia requerida en los niños con lesiones en función de la edad (Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2011). Epidemiología de las lesiones y accidentes 13 Los niños pequeños pueden ahogarse en el agua en pocos segundos. Son más frecuen- tes en piscinas privadas cuando no existe un socorrista. En el caso de ahogamiento en el mar suele tratarse de adolescentes que se bañan en entornos poco seguros y que subestiman el riesgo de accidentes (fatiga excesiva, corriente elevada, zambullidas desde altura en aguas poco profundas). Lesiones por vehículos a motor Constituyen una causa importante de lesiones graves en todos los rangos de edad. La gravedad de las lesiones y la mor- talidad de los accidentes de tráfico en los niños como ocupantes de vehículos están estrechamente relacionadas de forma inver- sa, con la utilización de sistemas de fijación al asiento adecuados a la edad del niño. Los asientos traseros son más seguros, con cifras de mortalidad hasta un 70% menores, que los asientos delanteros del vehículo. Los atropellos son más frecuentes en los niños de 5 a 9 años que pasean y jue- gan en la calle con cierto grado de libertad, pero sin ser suficientemente conscientes de las situaciones de riesgo que pueden plantearse en este entorno. Se producen por falta de vigilancia de los cuidadores. Muchos de estos atropellos también ocu- rren alrededor de los colegios a la hora de entrada o de salida. Los accidentes de tráfico también pue- den ocurrir en los adolescentes como con- ductores de ciclomotores y motocicletas. La legislación actual permite conducir estos vehículos sin necesidad de pasar ningún tipo de examen. No obstante, en países donde existen exámenes para la obtención del permiso de conducción de ciclomotores para personas de 15 a 18 años, el número de accidentes de los adolescentes sigue siendo más elevado que el de los conduc- tores mayores de esta edad. Lesiones por bicicletas, patines y dispositivos sin motor Las lesiones por este tipo de medios de desplazamiento son más graves cuanto mayor velocidad sean capaces de desarro- llar. En este sentido, los adolescentes y los niños mayores son quienes sufren los acci- dentes más importantes. La gravedad de las lesiones está relacionada de forma inversa con la adopción de medidas de seguridad como son el casco en los ciclistas, y el uso de coderas, rodilleras y otros sistemas de protección en los patinadores. Lesiones por quemaduras En los niños menores de 3 años las lesio- nes por quemaduras más frecuentes son las producidas por líquidos o alimentos semilí- quidos muy calientes como papillas o purés. Este tipo de lesiones característicamente se producen cuando el niño se vierte encima el plato con el puré o la sopa a alta tempe- ratura. En ocasiones se trata de recipientes que están sobre el fuego cocinándose que el niño es capaz de alcanzar. Los lactantes también pueden sufrir quemaduras en el tracto digestivo al tomar biberones calen- tados en el microondas sin haber sido agi- tados suficientemente para neutralizar el calentamiento irregular que estos producen. En la edad escolar los niños pueden presentar quemaduras al jugar con fuego en la casa y, en el caso de niños mayores, jugando en la calle con petardos o fuegos artificiales. J.C. Molina Cabañero14 Lesiones por intoxicaciones Según el registro del observatorio de la Sociedad Española de Urgencias de Pedia- tría, las intoxicaciones suponen alrededor del 0,3% de las consultas en los servicios de urgencias pediátricos. Aunque en la mayoría de los casos no se produce toxi- cidad (sustancia no tóxica o dosis insufi- ciente), en ocasiones los niños intoxicados pueden precisar ingreso hospitalario (15%) o ingreso en la UCIP (1,5%), tratándose de cuadros graves con afectación multior- gánica. Las intoxicaciones más graves por medicamentos están causas por los antica- tarrales en los niños en edad preescolar y por psicofármacos en el caso de los adoles- centes que los toman con fines autolíticos o para llamar la atención. El paracetamol es el fármaco más frecuente implicado en las intoxicaciones en la edad pediátrica. Los productos domésticos que antes eran causa de intoxicaciones graves han disminuido su morbilidad debido a que su comercializa- ción se hace en forma de concentraciones menos elevadas y en envases más seguros. RESUMEN Los accidentes y las lesiones constitu- yen un problema importante de salud públi- ca, son la primera causa de mortalidad en la edad pediátrica. Reconocer este tipo de patología como una enfermedad y no como un suceso inevitable y fortuito, es funda- mental para poder establecer un adecuado abordaje de estos procesos. Los niños por sus características especí- ficas y en función de la edad tienen riesgo de padecer determinados tipos de acciden- tes. En general, los niños mayores sufren más lesiones en la calle producidas por actividades físicas y los niños pequeños lo hacen en casa accediendo a objetos peli- grosos, que por su desarrollo psicomotor no son capaces de manejar adecuadamente. Las lesiones más frecuentes son las contu- siones, esguinces y heridas superficiales. Los accidentes que causan mayor mor- talidad en los niños son los ahogamien- tos, superando en los últimos años a los accidentes de tráfico en nuestro país. La adopción de medidas de prevención es el pilar fundamental en el “tratamiento” de los accidentes y las lesiones. Es fundamental disponer de datos epidemiológicos adecua- dos que permitan desarrollar planes eficaces de prevención. BIBLIOGRAFÍA 1. Carreras E, Goyanes C, Elizari MJ. Traumatismos graves por accidente de tráfico en la edad pediátrica. Causas y lesiones más frecuentes. Emergencias. 2002;14:17-20. 2. Instituto Nacional de Estadística. Defunciones según causas, sexo y edad, 2015. (090-102XX Causas exter- nas de mortalidad). 3. Mintegi S, Fernández A, Alustiza J, Canduela V, Mon- gil I, Caubet I, et al. Emergency visits for childhood poisoning: a 2-year prospective multicenter survey in Spain. Pediatr Emerg Care. 2006; 22(5):334-8. 4. 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Concha Torre OBJETIVOS Concepto de biomecánica de la enfermedad traumática La biomecánica es una ciencia que trata de describir el riesgo de lesiones producidas en el organismo humano ante un impac- to según los mecanismos lesivos que las ocasionan. Su fundamento es la comprensión de las leyes físicas de las distintas formas y grados de energía que actúan sobre las diferentes zonas del cuerpo humano. Trata de establecer una curva de riesgo de determinadas lesiones en función del mecanismo lesivo, los intercambios de energía, la zona anatómica afectada, y la existencia ono de protección mediante la seguridad activa y pasiva. Para ello se basa en diferentes discipli- nas como la física, la ingeniería, la ergo- nomía, la epidemiología, la biología y la medicina. Su objetivo es doble: 1. Encontrar medidas que permitan la pre- vención de lesiones. 2. Predecir la probabilidad de encontrarnos ante determinadas lesiones analizando sus características, magnitud y zona afectada en el paciente. Mantener una actitud de anticipación por parte de los profesionales mediante la búsqueda y tratamiento precoz de las lesiones, la planificación de los mejores cuidados y la evacuación del paciente al centro útil para su patología, nos permitirá evitar hasta un 30% de las muertes que suceden en las horas posteriores al acciden- te, consecuencia de hipoxia, hemorragia e hipovolemia. Prevención en la enfermedad traumática La biomecánica, además de ayudar a predecir lesiones, juega un papel crítico en el desarrollo de estrategias de prevención a tres niveles: Prevención primaria El objetivo, en este nivel de preven- ción, es evitar que la lesión se produzca. La mayoría de las muertes en el politrauma- tismo pediátrico acontecen precozmente, M.J. Villanueva Ordóñez, G. Martínez Bastida, A. Concha Torre16 en los primeros minutos tras el accidente, debido a lesiones cerebrales, medulares y de grandes vasos. La mejor estrategia de actuación a este nivel es la prevención de accidentes a través de la seguridad vial y las campañas educativas de divulgación. Prevención secundaria Una vez se ha producido el siniestro, trata de reducir la magnitud de las lesiones mediante la investigación y uso de dispo- sitivos que mejoran la seguridad, como los avances en la fabricación de vehículos (barras laterales, airbag, etc.), uso de cin- turón de seguridad, cascos, sillas y anclajes adecuados para la edad de los niños (Fig.1), etc. Prevención terciaria El objetivo es disminuir la morbimorta- lidad ante el impacto sufrido, a través de una asistencia sanitaria adecuada, desde el momento inicial del accidente y a través de todo el proceso de ingreso y rehabilitación. DETERMINANTES DE LESIVIDAD Ante un traumatismo grave hemos de considerar una serie de factores: Leyes de Newton Muchos de los mecanismos lesivos son explicados por las Leyes de Newton, cuyo conocimiento por parte de los responsa- bles de la asistencia al politraumatismo es importante, ya que nos permite comprender la magnitud del evento y sus consecuen- cias, como se describe a continuación: Primera Ley de Newton “Un cuerpo en movimiento continuará su trayectoria de manera continua y perma- FIGURA 1. Dispositivos de retención infantil adecuados a la edad, peso y altura del ocupante. Biomecánica del trauma 17 nente, a no ser que haya una fuerza externa que se oponga a este movimiento”. Si un niño se desplaza en un vehículo a 100 km/h, su frágil cuerpo se mueve a esa velocidad hasta que un choque o frenazo termine con esa inercia. Segunda Ley de Newton “La cuantía de la energía determinada por el movimiento viene determinada por la fórmula”: F= Masa (kg) x Aceleración (m/seg2) Esta ley indica que la velocidad es el principal determinante de la gravedad, ya que ese factor está elevado al cuadrado. Además se debe tener en cuenta la dife- rencia de masa entre los dos cuerpos que soportan el choque (incompatibilidad); por ejemplo, un choque entre un autobús y un automóvil sería mucho más grave que entre dos automóviles. De este modo, la energía lesiva para el niño en un accidente depende en gran medida tanto de la masa del elemento con el que impacta, como de la aceleración de ambos vehículos. Tercera Ley de Newton “A toda acción se opone una reacción igual y de sentido contrario”. Con fre- cuencia se observan lesiones por golpe y contragolpe o cómo un niño, al chocar un vehículo contra una estructura fija, saldrá impulsado hacia delante casi a la misma velocidad a la que circulaba el automóvil en el momento del impacto. Determinantes generales de lesividad Existen una serie de determinantes de lesividad que se han de valorar inicialmente para establecer la magnitud general de las fuerzas generadas y la potencial repercusión sobre el paciente. Entre ellos destacan: 1. Intercambio de energía: a mayor masa y, sobre todo, mayor velocidad, mayor riesgo de lesiones severas. 2. Distancia de detención: a menor distan- cia de detención mayor lesividad. 3. Superficie afectada y área anatómica afectada: a igualdad de impacto, la gra- vedad será mayor cuanto más amplia es la superficie afectada y si afecta una zona anatómica que alberga órganos vitales. Se debe reflejar este dato en los informes médicos. 4. Cavitación: es el fenómeno que se pro- duce cuando un cuerpo en movimiento golpea una estructura, produciendo una tendencia a la separación de las molé- culas del cuerpo golpeado (el fenómeno de “las bolas de billar” al ser golpeadas por otra bola). 5. Uso de dispositivos de seguridad: no utilizarlos incrementa la gravedad de las lesiones y la mortalidad. Mecanismos lesionales Ante un impacto, los mecanismos de lesión corresponden a uno o varios de los siguientes: 1. Flexión: suele producir fracturas trasver- sales. 2. Extensión: puede producir fracturas tras- versales y/o luxaciones articulares. 3. Tracción: suele producir luxaciones y desgarros cutáneos y musculares. 4. Compresión: suelen producirse fracturas o lesiones vertebrales. Son característi- cas las fracturas por estallido de cuerpo vertebral. M.J. Villanueva Ordóñez, G. Martínez Bastida, A. Concha Torre18 5. Torsión: suele producir fracturas en espi- ral. ACCIDENTES Tradicionalmente, los accidentes de tráfico se clasifican en choques frontales, choques laterales, colisiones por alcance, vuelcos y atropellos. Otro tipo de acciden- tes frecuentes en la edad pediátrica son los politraumatismos por precipitación desde una altura. En las colisiones de vehículos hay que considerar que se producen varios impactos consecutivos: 1. Impacto inicial: del automóvil contra otro objeto, sea este fijo o móvil. 2. Segundo impacto: de los ocupantes contra alguna estructura interior del vehículo, por ejemplo, contra el volante. 3. Tercer impacto: de los órganos internos entre sí. 4.. Cuarto impacto: no siempre acontece. Es el provocado por objetos no fijos en el interior del automóvil, que pueden golpear a sus ocupantes. Choques frontales Tras un choque frontal, si un ocupante sale despedido su probabilidad de sobrevivir es mucho menor que si permanece dentro del vehículo. Los ocupantes que utilizan cinturón de seguridad sufren uno de los siguientes desplazamientos: Hacia abajo y por debajo o también lla- mado efecto de inmersión (Fig. 2), en el que se producen varios impactos consecutivos: • Impacto inicial: de las extremidades infe- riores contra el salpicadero, pudiendo producirse fractura-luxación posterior de cadera, fracturas de fémur, fracturas conminutas de rótula, así como fractu- ras en pies y tobillos por atrapamien- to de estos o traumatismos contra los pedales. • Segundo impacto: del tórax contra el volante o el salpicadero, pudiendo pro- ducirse fracturas costales y esternales y lesión de órganos intratorácicos. • Tercer impacto: de la cabeza contra estructuras del vehículo, causando trau- matismos craneoencefálicos de grave- dad variable en función de la magnitud del choque. Hacia arriba y por encima (Fig. 3): el cuerpo tiende a salir despedido hacia arriba, de modo que el cráneo y la colum- na cervical se golpean fuertemente contra estructuras del vehículo, pudiendo produ- cirse lesiones faciales y craneales, fracturas FIGURA 2. Choque frontal. Abajo y debajo. Biomecánica del trauma 19 luxaciones vertebrales y lesiones medu- lares. En caso de disponer de airbag, su activa- ción supone un alto intercambio de energía por una deceleración intensa, impidiendo el contacto directo con el volanteo el sal- picadero y aumentando la supervivencia en caso de choque frontal. Choques laterales A igual velocidad de impacto, las lesio- nes son más graves en un choque lateral que en el choque frontal, ya que existen menos estructuras del vehículo que protejan al ocupante del golpe (Fig. 4). Producen traumatismos torácicos, debiendo explorar a qué nivel se producen fracturas costales, para buscar posibles lesiones asociadas, siendo las más fre- cuentes: • En fracturas costales altas (indicativas de impactos de alta energía): lesiones de grandes vasos intratorácicos. • En fracturas costales medias: neumotó- rax, hemotórax o contusión pulmonar, así como contusión miocárdica. • En fracturas costales bajas: si la víctima viajaba en el lugar del conductor puede producirse rotura esplénica, y si el niño estaba en el lugar del acompañante puede producirse rotura hepática. Colisión por alcance En general, ante este tipo de lesión se producen lesiones vertebrales, especialmen- te en la columna cervical, al desplazarse el cuerpo hacia delante sin desplazarse en este sentido la cabeza, produciendo una hiper- flexión e hiperextensión forzadas. Parte de estas lesiones podrían prevenirse con un uso adecuado de los reposacabezas o de las sillas homologadas para cada edad. Vuelco Las lesiones que se producen con más frecuencia, y que por su gravedad obligan a una inmovilización estricta, son las frac- turas-luxaciones cervicales, al golpear el cráneo y la columna contra el techo del vehículo. Si la víctima sale despedida del vehículo sus lesiones son potencialmente muy gra- ves, de modo que su mortalidad se triplica FIGURA 4. Choque lateral. FIGURA 3. Choque frontal. Efecto arriba y encima. M.J. Villanueva Ordóñez, G. Martínez Bastida, A. Concha Torre20 con respecto a aquellos vuelcos en que el niño permanece en el vehículo. Atropello Los factores determinantes de la grave- dad en un atropello son la velocidad a la que sucede y la masa, de modo que un atropello por un vehículo pesado a alta velocidad condicionará lesiones absoluta- mente diferentes a las originadas por una motocicleta a baja velocidad. En el atropello por un vehículo hemos de fijarnos a qué nivel del mismo hay deformi- dad o restos de sangre, ya que nos indicará traumatismos a diferentes niveles en fun- ción de la altura del coche y de la víctima. Las lesiones pueden producirse en su totalidad o solo algunas de ellas, en función de la altura, tanto del vehículo como del niño, y de un posible frenado que impi- da que se produzca toda la secuencia de impactos. Las posibles lesiones produci- das al sufrir el atropellado el impacto con las diferentes partes del vehículo son las siguientes (Fig. 5): 1. Impacto del parachoques contra las extremidades inferiores: fracturas de tobillos, tercio medio de pierna o rodilla. 2. Segundo impacto: de la cadera contra el borde del capó. 3. Tercer impacto: del tórax contra el capó. 4. Cuarto impacto: de la cabeza contra el parabrisas. 5. Quinto impacto: de la víctima contra el asfalto, causando fracturas y abrasiones. Posteriormente si el vehículo arrolla al peatón se producen aplastamientos e incluso el tatuaje de los neumáticos sobre la piel. Accidentes de motocicleta Las lesiones más frecuentes, debidas a golpes de la víctima contra el asfalto o con- tra otros vehículos, son fracturas comple- jas y abrasiones de miembros inferiores, así como lesiones vertebrales (especialmente dorsales) y traumatismos craneales al salir el accidentado despedido y golpearse con el asfalto. Precipitados Las caídas desde altura son una impor- tante causa de morbimortalidad en la edad pediátrica, con una mortalidad estimada del 12%, siendo factores pronósticos la altura de la caída, la puntuación en la escala de coma de Glasgow y el índice de trauma pediátrico. La mayoría se produce desde edificios, siendo el traumatismo craneoencefálico la lesión más frecuente, seguido de frac- turas-luxaciones vertebrales y lesiones medulares, resultando crítico un manejo FIGURA 5. Atropello. Biomecánica del trauma 21 estricto de la columna vertebral, así como la monitorización de la Escala de Glasgow y remitir al niño al centro útil para el manejo de su patología si se sospecha daño cerebral o medular. TRAUMATISMOS PENETRANTES Tradicionalmente se clasifican en: 1. Por objeto punzante o por arma blan- ca. En este caso el determinante de gravedad son las estructuras anatómi- cas atravesadas, de modo que se debe investigar el objeto causante de las lesio- nes y la zona anatómica que ha sufrido la agresión. Objetos como un punzón, que producen orificios de entrada míni- mos, pueden causar lesiones mortales si atraviesan zonas como el corazón o grandes vasos. Si el objeto punzante permanece cla- vado en el niño es muy importante no retirarlo, para evitar posible sangrado de estructuras vasculares atravesadas. Lo que se debe hacer es inmovilizar el objeto con gasas y vendas para evitar que se mueva durante el traslado. 2. Por arma de fuego. Además de la zona anatómica afectada hemos de conside- rar la trayectoria, la existencia o no de orificio de salida, así como el calibre del arma y tipo de proyectil. TRAUMATISMOS POR ONDA EXPANSIVA Una lesión por onda expansiva es un tipo de traumatismo complejo causado por un cambio súbito de presión, ocasionado por una explosión. Gravedad de las lesiones La gravedad de las lesiones depende de: 1. La potencia de la onda expansiva. 2. El lugar donde se produce la explo- sión. En espacios abiertos se produce una sola onda de hiperpresión, pero en zonas cerradas la onda choca contra las paredes generando nuevas ondas, lo que causa mayor grado de lesión. 3. La distancia entre la víctima y la zona de explosión. Mínimas diferencias en esta distancia tienen una importante reper- cusión clínica, ya que la fórmula que recoge la magnitud de la energía recibida depende de la distancia al cubo de la víctima al epicentro de la onda E=1/R3. Fases Tras una explosión se producen las siguientes fases asociadas a lesiones: 1. Lesión primaria o Blast: el desplazamien- to de una masa de aire o gases desde el centro de la explosión genera una onda de presión positiva y otra posterior de succión, responsables de estallidos en vísceras huecas (intestino, pulmón y tímpanos). 2. Lesión secundaria: traumatismos pene- trantes por impacto de objetos lanzados por la onda expansiva (proyectiles). 3. Lesión terciaria: • Síndromes de aplastamiento y fracturas. • Quemaduras y lesiones por inhala- ción. RESUMEN Toda historia clínica de un niño politrau- matizado debe contemplar los siguientes aspectos: M.J. Villanueva Ordóñez, G. Martínez Bastida, A. Concha Torre22 Tipo de accidente • Accidente de tráfico. • Traumatismo accidental. • Traumatismos penetrantes. • Traumatismos por onda expansiva: tipo y magnitud. Situación inicial de la víctima • Atrapado o no. • Valoración inicial: reconocimiento pri- mario y secundario. • Puntuación en las escalas de Glasgow y de Trauma Pediátrico. Una breve descripción de estos aspectos resultará clave para permitirnos adoptar una actitud de anticipación, buscando y tratan- do activamente las lesiones más frecuentes en función del mecanismo lesivo, evitando hacerlo en las fases avanzadas en que el pronóstico se ensombrece notablemente. Han de sustituirse en los informes expre- siones como “niño politraumatizado por accidente de tráfico de 4 años de edad” (que dicen poco o nada), por expresiones como “niño de 4 años que sufre politrau- matismo tras chocar frontolateralmente el vehículo en el que viajaba con su padre contra un camión en una carretera comar- cal. Viajaba en el asiento trasero del lado de conductor y sufrió el impacto por su lado. No llevaba silla adecuada ni cinturón de seguridad y salió despedido del vehículo”. BIBLIOGRAFÍA 1. Arregui Dalmases C, Luzón Navarro J, Seguí Gómez M (eds). Fundamentos deBiomecánica en las Lesiones por Accidente de Tráfico. Madrid: Dirección General de Tráfico, 2007. 2. Delgado Corpas A. Biomecánica de los accidentes de tráfico. Técnicas de movilización e inmovilización de pacientes con enfermedad traumática. Formación Alcalá; 2003; p.607 15. 3. Hernando A, Calvo M. Biomecánica del accidente de tráfico. Puesta al día en urgencias, emergencias y catástrofes. 1999; 1: 8 13. 4. Schmitt Kau-U, Niederer P, Walz F. Ed Trauma Bio- mechanics. Introduction to Accidental Injury. Springer Berlin Heidelberg, 2004. 5. Nance ML, Elliott MR, Arbogast KB, Winston FK, Durbin DR. Delta V as a Predictor of Significant Injury for Children Involved in Frontal Motor Vehicle Crashes, Annals of Surgery. 2006; 243(1): 121-125 6. Protocolo de actuaciones y buenas prácticas en la atención sanitaria inicial al accidentado de tráfico. Madrid: Ministerio de Sanidad y Política social, Direc- ción General de Tráfico, 2010. 7. Seguí Gómez M, López Valdés FJ. Fundamentos de biomecánica en las lesiones por accidente de tráfico. Análisis de los accidentes de tráfico recogidos en sis- temas de información. Madrid: Dirección General de Tráfico, 2007. 4Reconocimiento primario A. Concha Torre, A. Vivanco Allende, C. Rey Galán OBJETIVOS • Llevar a cabo una valoración secuencial del niño politraumatizado. • Establecer prioridades en la evaluación y en el manejo. • Detectar y tratar rápidamente lesiones amenazantes para la vida. INTRODUCCIÓN Los traumatismos representan la prime- ra causa de mortalidad infantil en países desarrollados, el doble que las muertes por cáncer y ocho veces más que las muertes por enfermedades respiratorias. En la Unión Europea fallecen más niños por lesiones que por la suma de todas las demás enferme- dades infantiles. Producen, además, una elevada morbilidad con secuelas físicas, sensoriales y mentales con la consiguien- te sobrecarga económica para el sistema sanitario y para la sociedad por la pérdida potencial de años de vida. Las principales causas de muerte por lesiones son, por este orden: los accidentes de tráfico (peatones, ciclistas y pasajeros de vehículos), los accidentes por inmersión, las caídas, los homicidios incluyendo mal- trato físico y las quemaduras. Concepto de politraumatismo El politraumatismo se define por la pre- sencia de dos o más lesiones traumáticas, o de una sola si esta pone en peligro la super- vivencia o existe riesgo de secuelas graves. Lo más frecuente en el paciente pediátrico politraumatizado es un trauma craneal de gravedad variable asociado a lesiones en otras secciones corporales: tórax, abdomen, pelvis y extremidades, etc. En el politraumatismo infantil la mayo- ría de las muertes ocurren en los primeros minutos tras el accidente y se deben a lesio- nes irreversibles a nivel cerebral, medular o de grandes vasos. La única estrategia de actuación a este nivel es la prevención de accidentes y la educación vial. Sin embar- go, un tercio de las muertes ocurren en las horas posteriores al accidente y se deben a hipoxia, hemorragia e hipovolemia; son estas sobre las que se puede incidir con una actuación rápida y agresiva. A. Concha Torre, A. Vivanco Allende, C. Rey Galán24 Protocolo de valoración y actuación Debido a la elevada morbimortalidad del paciente politraumatizado es imprescindi- ble una evaluación rápida y estructurada que ayude a establecer los problemas a resolver. El reconocimiento primario consiste en una exploración rápida del paciente, funda- mentalmente clínica, para detectar lesiones con riesgo vital y tratarlas con métodos efi- caces. Para facilitar la sistematización del reconocimiento primario del paciente es útil seguir el orden de prioridades de las funciones vitales ABCDE: • Vía aérea permeable y estabilización cervical. • Oxigenación y ventilación adecuadas. • Control de la hemorragia y restableci- miento de la hemodinámica. • Discapacidad y estado neurológico. • Exposición y control térmico. Una vez realizado el reconocimiento pri- mario y la reanimación inicial del paciente, se procederá a un reconocimiento secun- dario, mediante la valoración completa de las lesiones por regiones/aparatos. RECONOCIMIENTO PRIMARIO Y REANIMACIÓN INICIAL El reconocimiento primario debe reali- zarse siempre ante cualquier paciente con politraumatismo, tanto si es en el lugar del accidente o en un medio hospitalario. Como se comentó con anterioridad, se seguirá el orden ABCDE. El trabajo en equi- po permite realizar varias de estas tareas de forma simultánea. El esquema que se propone sirve como guía para el líder de la reanimación (team-leader) y para evitar que se nos puedan pasar por alto lesiones de riesgo vital (“no dejar enemigos a la espalda”). Vía aérea permeable y estabilización cervical simultánea La obstrucción de la vía aérea es la principal causa de mortalidad evitable en el politraumatismo. Está producida por la caída de la lengua hacia la faringe si el paciente está inconsciente y por obstruc- ción de la vía aérea por sangre, cuerpos extraños, edema o restos alimenticios. Desde el punto de vista práctico, esta primera fase se caracteriza por tres aler- tas: la alerta cervical, la alerta de alerta (estado de consciencia) y la alerta de la vía aérea. La alerta cervical Conlleva la estabilización cervical inme- diata para lo que un ayudante deberá man- tener cabeza, cuello y tronco alineados e inmovilizados en posición neutra hasta que se pueda colocar un collarín cervical adecuado a su tamaño (Fig. 1). Si es necesario realizar un manejo ins- trumental urgente de la vía aérea en este momento se puede mantener la inmovili- zación bimanual durante el procedimiento (p, ej., intubación) y, una vez estabilizada la vía aérea, se colocará el collarín. Se deben colocar también inmovilizadores laterales. La alerta de alerta Consiste en determinar de forma rápi- da la consciencia o inconsciencia del niño. Puede ayudar la norma general de que todo paciente consciente y que habla tiene la vía aérea permeable. Si el paciente está cons- Reconocimiento primario 25 ciente y respira adecuadamente, se pasará a evaluar el paso siguiente: oxigenación y ventilación (B). Por contra, si el paciente está inconsciente, tiene ruidos respiratorios anormales (ronquido), trabajo respiratorio o respiración irregular precisará manejo ins- trumental de la vía aérea. La alerta de vía aérea (ver capítulo de vía aérea) Si la vía aérea está obstruida por sangre o secreciones se puede utilizar una sonda de aspiración rígida (Yankauer). Si existen cuerpos extraños, se pueden extraer con la ayuda de las pinzas de Magill. FIGURA 1. Colocación de collarín cervical. A) Inmovilización bimanual. B) Medición de la distancia mandíbula-clavícula. C) Elección del tamaño del collarín. D) Deslizar la solapa larga. E) Ajustar apoyo mentoniano y apoyo esternal. F) Inmovi- lización lateral bimanual. A C E B D F A. Concha Torre, A. Vivanco Allende, C. Rey Galán26 Una vez desobstruida la vía aérea, se puede mantener permeable con las cánulas orofaríngeas (cánulas de Guedel). Evitan la caída hacia atrás de la lengua y la obstrucción secundaria de la vía aérea, aunque solamente deben utilizarse en pacientes inconscientes. En pacientes semiinconscientes o agitados pueden provocar laringoespasmo o vómitos con riesgo de broncoaspiración. Su utilidad es transitoria en el manejo de la vía aérea. Si no se observa mejoría respiratoria se procederá a ventilar con bolsa autoinflable y mascarilla facial. Se trata de una técnica válida para el mantenimiento de la vía aérea por personal no entrenado en intubación si bien hay que tener presente que no se aisla la vía aérea. Teniendo en cuenta esto últi- mo, es una alternativa eficaz y con menos complicaciones que la intubación para ven- tilar y realizar un traslado de corta duración al hospital de un paciente politraumatizado. La intubación orotraqueal es el
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