Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (5) 237 CorrespondenCia Deliberación ética sobre los tests genéticos en niños y adolescentes Montse esquerda a, sabel Gabaldón b, esther Gean c, y Grupo Ética en salud Mental infanto-Juvenil a CSMIJ Sant Joan de Déu-Lleida. Universitat de Lleida. IRB Lleida. b Servicio de Psiquiatría. c Genética Clínica. Hospital Universitario Materno-Infantil Sant Joan de Déu. Barcelona. Correspondencia: Dra. Montse Esquerda. CSMIJ Sant Joan de Déu-Lleida. Bisbe Torres, 2. E-25001 Lleida. e-mail: mesquerda@comll.cat aceptado tras revisión externa: 28.05.13. Cómo citar este artículo: Esquerda M, Gabaldón S, Gean E, y Grupo Ética en Salud Mental Infanto-Juvenil. Deliberación ética sobre los tests genéticos en niños y adolescentes. Rev Neurol 2013; 57: 237-9. © 2013 revista de neurología Los avances en el campo de la genética huma- na han sido uno de los progresos científicos mayores del siglo pasado e inicios del actual, y han culminado hace ya una década en la se- cuenciación del genoma humano, fruto del de- sarrollo del Proyecto Genoma Humano. Los objetivos del Proyecto Genoma Humano (PGH) fueron construir mapas genéticos y se- cuenciar los 3.000 millones de nucleótidos con- tenidos en el ADN. El objetivo final es interpre- tar el significado, el funcionalismo, la regulación, la evolución y la variabilidad del material gené- tico. Hace poco, la revista Nature [1] analizaba el impacto inicial de este hito histórico y se pre- guntaba qué hemos aprendido del genoma hu- mano durante esta década y hacia dónde va el camino. Es innegable el gran desarrollo de la investi- gación biomédica en el campo de la genética. Sin embargo, la aplicación de los resultados de la investigación en la práctica clínica habitual debe valorarse con prudencia, principalmente cuando se trata de pacientes menores de edad; así las determinaciones genéticas deben ponde- rarse en un contexto de mayor vulnerabilidad. Hasta este momento, el gran logro de la ge- nética clínica ha sido en el campo del diagnósti- co, no tanto en el campo terapéutico. Un diag- nóstico correcto puede ser una buena aproxi- mación al pronóstico y la posible evolución de un trastorno, pero la capacidad predictiva de la determinación genética dista de ser absoluta, sino que es relativa en varios contextos. Además, hay que tener en cuenta que muchas enferme- dades o trastornos, aunque se puedan diagnos- ticar, no tienen tratamiento eficaz ni preventivo más allá del consejo genético. La primera aproximación, desde una visión lineal y simplista del campo de la genética, es- tablecía una relación causa-efecto, es decir, gen- enfermedad. Sin embargo, el avance en la dis- ciplina abre un panorama de mayor compleji- dad, en el que la expresión de un gen se ve in- fluida por múltiples factores tanto internos como externos [2]. La interacción entre genes y con el ambiente presenta un panorama de mayor complejidad de la supuesta en un inicio, por lo que la sola presencia de un gen no siempre puede predecir el desarrollo de la enfermedad o el grado de afectación [2]. Incluso en la herencia mendeliana autosó- mica dominante, a pesar de su aparente simpli- cidad [3], existen características que dan lugar a matices como la penetrancia variable, la ex- presión variable o la posible existencia de mo- saicismo. La gran mayoría de trastornos están deter- minados por una herencia compleja en la que el desarrollo del trastorno y su gravedad no es- tán vinculados tan solo a la presencia de un gen determinado sino que su expresión está deter- minada por varios factores, ya sean del entorno o factores epigenéticos [4]. En este caso, la pre- sencia de una determinación genética marcaría una susceptibilidad más que la existencia real de una enfermedad predeterminada [5,6]. Las determinaciones genéticas en menores conllevan una serie de cuestiones que van más allá de las meramente asistenciales o clínicas, ya que trascienden al ámbito de los valores. Por ello, el punto de partida inicial consiste en poder ponderar el impacto de las determi- naciones genéticas en el desarrollo de un me- nor y valorar, desde un punto de vista ético, los criterios para la toma de decisiones. Como enunciaba Jonas, el primer deber de la ética fu- tura debe ser ‘visualizar los efectos a largo pla- zo de los proyectos tecnológicos, tanto positivos como negativos’ [7]. Entendemos la bioética como el estudio in- terdisciplinar orientado a la toma de decisiones éticas de los problemas planteados por los pro- gresos médicos y biológicos y su repercusión en la sociedad y su sistema de valores [8]. La deliberación ética debe establecer algu- nos criterios para poder tomar decisiones en un contexto marcado, en ocasiones, por la incerti- dumbre. Bauman [9] lo resume muy bien cuan- do indica que ‘el deber de visualizar el impacto futuro de una acción (o elección) significa ac- tuar bajo la presión de una incertidumbre agu- da. La actitud moral consiste precisamente en lograr que esta incertidumbre no se haga a un lado ni se elimine, sino que se abarca conscien- temente’. Como inicio del análisis de criterios, toma- mos como punto de partida los cuatro princi- pios éticos [10-12]: – Beneficencia: deber actuar en beneficio del paciente. – No maleficencia: obligación moral de evitar causar un daño o perjuicio al paciente, pri- mum non nocere. – Autonomía: obligación moral de permitir a la persona gobernarse a sí misma y que pue- da entonces tomar decisiones en relación con su salud. – Justicia: obligación moral de dar a cada uno según le corresponda y distribuir de manera justa los recursos, así como evitar la discri- minación. Beneficencia. El hecho de practicar una prueba genética en un menor debería redundar en un claro beneficio para el mismo [13], ya sea en el diagnóstico presintomático, en determinacio- nes de probabilidad o a la hora de establecer un pronóstico determinado que permita anticipar actuaciones sanitarias, psicológicas o sociales. Esto implica que las propuestas derivadas de las determinaciones genéticas deben tener re- sultados contrastados y basados en la evidencia del beneficio que representaran para el menor, ya sea en relación con el tratamiento o con otro tipo de intervenciones (como la psicoterapia). Por ejemplo, en la posibilidad de diagnóstico genético de susceptibilidad de TDAH con abuso de sustancias o de conducta disocial, o de con- ducta violenta, sólo debería recomendarse la práctica de esta determinación ante programas con eficacia contrastada de intervención sobre dicho riesgo [14]. En aquellas entidades con diagnóstico pre- sintómatico que se manifiesten en la vida adul- ta, sin posibilidad de intervención terapéutica, debería ser decisión del menor su práctica cuan- do cuente con la madurez suficiente, pero te- niendo presente tanto la angustia familiar liga- da a la incertidumbre como su manejo. En el caso de una implicación en las decisio- nes familiares y consejo genético, en el que el www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (5) CorrespondenCia 238 hecho de una determinación genética no re- dunde directamente en beneficio al menor, de- bería ponderarse el riesgo/beneficio que le re- porte la determinación genética. No maleficencia. Cuando las determinaciones genéticas no aporten beneficio al menor, el he- cho de practicarlas no es necesariamente neu- tro, sino que hay que valorar la posibilidad de que no sea maleficente, es decir que el hecho de practicar una determinación genética no cause daño o perjuicio al niño o que pueda ser discriminado o estar influido por dicha determi- nación. Jonas explicaba que ‘es necesario prestarle más atención a la profecía de fatalidad que a la profecía de felicidad. Lo más urgente es una éti- ca de prevención, no de progreso y perfección’ [7]. Por ello, ante algunas determinaciones ge- néticas técnicamente posibles como son la de posibilidad de conducta disocial, riesgo de alco- holismo ode violencia, es necesario ser muy prudentes y tener muy en cuenta la vulnerabili- dad del menor. Un diagnóstico es una etiqueta, por lo que modela unas expectativas. No es en absoluto neutro sino que, a partir del resultado y la de- terminación, debemos tener en cuenta el ries- go de que el niño quede estigmatizado. En los años setenta, Rosenthal [15] desarro- lló la teoría del etiquetado o de la profecía au- tocumplida, según la cual las expectativas y previsiones que los padres o profesores tienen sobre los niños tienden a cumplirse en cuanto a que la conducta y actuaciones de los niños se interpretan según dichas expectativas. Estudios posteriores han observado este efecto en profe- sores, padres o en el ámbito laboral. Según el teorema de Thomas, si una situación se define como real dicha situación tiene efectos reales. Por ello, cuando a un niño, o incluso a un lactante, le diagnostican una determinación genética de riesgo de TDAH, conducta disocial o de abuso de sustancias, existe el riesgo claro de ser etiquetado con dicha susceptibilidad y que acabe cumpliendo las expectativas, princi- palmente cuando no hay estrategias claras de manejo. Otra acción maleficente posible sería en ca- sos de diagnóstico presintomático con mal pro- nóstico como, por ejemplo, la corea de Hun- tington, en los que no puede obviarse la carga emocional que comporta el diagnóstico y que se ha relacionado con depresión, ansiedad y riesgo de suicidio [16], por lo que el manejo de la información en estas entidades debe ser más cuidadoso, principalmente en los niños y ado- lescentes. Autonomía. Desde finales del siglo pasado, no sólo se han dado importantes cambios en el de- sarrollo cientificotécnico, sino que también se han producido profundos cambios en la relación médico-paciente y, en particular, en la atención sanitaria a menores. Se ha pasado de un mode- lo basado en el paternalismo y la protección absoluta, en el que todos los derechos relacio- nados con el menor pertenecían a los padres o tutores, a un nuevo modelo en el que existe un reconocimiento progresivo de los derechos de los menores, como el de la toma de decisiones sanitarias, proporcional al grado de madurez y desarrollo del menor. Varios estudios enumeran múltiples razones para fomentar la participación del menor en la toma de decisiones sanitarias y lograr su coope- ración [17]: por respeto al menor, para poder responder a sus cuestiones y ayudarle a saber qué puede esperar, para reducir la ansiedad, para ayudarle a encontrar sentido a esa expe- riencia, para advertir de los riesgos, para preve- nir malentendidos o resentimientos, para pro- mover coraje y confianza, para incrementar el cumplimiento. McCabe [18] añade otros moti- vos como facilitar la cooperación en el estable- cimiento de objetivos y el plan de tratamiento, mejorar la sensación de control y, finalmente, promover sus capacidades, ofreciendo posibili- dades para un desarrollo futuro. Al plantearnos la participación del menor [19] en la decisión de abordar determinaciones genéticas, es importante tener en cuenta tres puntos fundamentales: – Valorar el grado de madurez del menor en concreto [20-23]: no todos los menores al- canzan el mismo grado de madurez en una misma edad, por lo que existe una amplia variabilidad. Es importante conocer el grado de madurez de un menor determinado ante una decisión concreta. – Valorar el grado de dificultad de la decisión: cuanta mayor gravedad implique la deci- sión, mayor madurez se debe exigir [22], principalmente en diagnósticos que impli- quen enfermedades graves (por ejemplo la corea de Huntington) o de alto riesgo. – Tener en cuenta las circunstancias y el con- texto en el que se toma la decisión. Tal como existe el derecho a la información, existe también y está claramente reflejado y de- sarrollado el derecho a no saber o a no querer conocer la información. En el caso del diagnós- tico presintomático de una enfermedad de ini- cio en la edad adulta, cuando se ha realizado a petición de la familia la determinación, vulne- ramos el derecho del niño o adolescente a no saber. A pesar de que la familia se comprometa a no desvelar el diagnóstico hasta la mayoría de edad, la determinación genética puede te- ner influencia en la dinámica familiar. Justicia. Otro de los factores que debemos tener en cuenta es la discriminación potencial que puede derivarse del contenido de la informa- ción, ya sea en el ámbito escolar o el sanitario, en la contratación de seguros médicos o luego en el ámbito laboral. Es importante no infravalorar el riesgo que supone la información genética y, con ello, adoptar medidas activas para evitarla. En los Estados Unidos, en el año 2009 y de modo pio- nero, entra en vigor la llamada ley GINA (Gene- tic Information Nondiscrimination Act) [23] con la intención de proteger a las personas del uso indebido de la información genética, ya sea por parte de las compañías de seguros médicos como en el ámbito laboral, y regular la confi- dencialidad en este ámbito. El coste de las determinaciones es otro de los factores que debemos tener en cuenta, en relación con el beneficio potencial que podamos obtener, principalmente en aquellas pruebas genéticas que se ofrecen con un pack, de mane- ra muy global sin poder elegir entre las de pro- babilidad o las de farmacogenética. Bibliografía 1. Lander ES. Initial impact of the sequencing of the human genome. Nature 2011; 470: 187-97. 2. Gean E. Estudis genètics presimptomàtics en menors. Butlletí de Bioètica 2010; 4: 1-5. 3. Artigas-Pallarés J. Bases genéticas de la conducta. In Artigas-Pallarés J, Narbona J, eds. Trastornos del neurodesarrollo. Barcelona: Viguera; 2011. p. 17-35. 4. Artigas-Pallarés J, Guitart M, Gabau-Vila E. Bases genéticas de los trastornos del neurodesarrollo. Rev Neurol 2013; 56 (Supl 1): S23-34. 5. Sánchez-Mora C, Ribasés M, Mulas F, Soutullo C, Sans A, Pàmias M, et al. Bases genéticas del trastorno por déficit de atención/hiperactividad. Rev Neurol 2012; 55: 609-18. 6. Castro-Gago M. Neurología pediátrica y genética: introducción. Rev Neurol 2002; 35: 145-8. 7. Jonas H. El principio de responsabilidad. Barcelona: Herder; 2008. www.neurologia.com Rev Neurol 2013; 57 (5) CorrespondenCia 239 8. Abel F. Bioética: orígenes, presente y futuro. Madrid: Fundación Mapfre-IBB; 2001. 9. Bauman Z. Ética posmoderna. Madrid: Siglo XXI; 2005. 10. Beauchamp T, Childress J. Principios de ética biomédica. Barcelona: Masson; 1998. 11. Gracia D. Fundamentos de bioética. Madrid: Triacastela; 2007. 12. Gracia D. La deliberación moral: el método de la ética clínica. Med Clin (Barc) 2001; 117: 18-23. 13. American Academy of Pediatrics. Pediatrics. Molecular genetic testing in pediatric practice: a subject review. AAP 2000; 106: 1494-7. 14. Hudziak J, Faraone S. The new genetics in child psychiatry. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2010; 49: 729-35. 15. Rosenthal R, Jacobson L. Pygmalion in the classroom: teacher expectation and pupils’ intellectual development. Contemporary Psychology: APA Review of Books 1969; 14: 197-99. 16. Wahlin R. To know or not to know: a review of behaviour and suicidal ideation in preclinical Huntington’s disease. Patient Educ Couns 2007; 65: 279-87. 17. Coad JE, Shaw KL. Is children’s choice in health care rhetoric or reality? A scoping review. J Adv Nurs 2008; 64: 318-27. 18. McCabe MA. Involving children and adolescent in medical decision making: developmental and clinical considerations. J Pediatr Psychol 1996; 21: 505-16. 19. Esquerda M, Pifarré J, Gabaldón S. Evaluación de la competencia para tomar decisiones sobre su propia salud en pacientes menores de edad. FMC. Form Med Contin Aten Prim 2009; 16: 547-53. 20. Espejo M, Miquel E, Esquerda M, Pifarré J. Valoración de la competencia del menor en relación con la toma de decisiones sanitarias: escala de la competencia de Lleida. Med Clin (Barc) 2011; 136:26-30. 21. Esquerda M, Pifarre J, Miquel E. La capacidad de decisión en el menor. Aspectos particulares de la información en el niño y en el joven. An Pediatr Contin 2013; 11: 202-9. 22. Drane JF. Métodos de ética clínica. In Couceiro A, ed. Bioética para clínicos. Madrid: Triacastela; 1999. 23. Korobkin R, Rajkumar R. The genetic information nondiscrimination act –a half-step toward risk sharing. N Engl J Med 2008; 359: 335-7. Epilepsia refleja cinetogénica asociada a movimientos masturbatorios nuria García a, Josep M. aragonès b a Servicio de Psiquiatría y Salud Mental. b Unidad de Neurología. Consorcio Hospitalario de Vic. Vic, Barcelona, España. Correspondencia: Dr. Josep M. Aragonès. Servicio de Psiquiatría y Salud Mental. Consorcio Hospitalario de Vic. Sant Miquel Xic, 2. E-08500 Vic (Barcelona). e-mail: nmgarcia@chv.cat aceptado tras revisión externa: 24.05.13. Cómo citar este artículo: García N, Aragonès JM. Epilepsia refleja cinetogénica asociada a movimientos masturbatorios. Rev Neurol 2013; 57: 239-40. © 2013 revista de neurología La epilepsia refleja se caracteriza por la presen- cia de crisis desencadenadas por un estímulo sensorial específico. Habitualmente, son crisis generalizadas, aunque también se conoce la epilepsia focal refleja. Ésta puede ser idiopática o secundaria a una lesión focal (epilepsia refle- ja lesional), de etiología heterogénea. Hay va- rios estímulos capaces de originar crisis reflejas, y se caracterizan por ser repetitivos. Estos estí- mulos sensoriales pueden ser tanto visuales como auditivos, gustativos, olfativos y de modo excepcional, también descritos, los asociados al movimiento (epilepsia cinetogénica). Como mo- vimientos desencadenantes de las crisis cineto- génicas se ha descrito la masticación, movi- mientos linguales repetitivos, el cepillado de los dientes, el habla o la escritura. Dada la rareza de estas crisis cinetogénicas, presentamos un caso en el que son desencadenadas por movi- mientos manuales repetitivos durante la mas- turbación masculina. Varón sin hábitos tóxicos ni antecedentes pato- lógicos de interés, que a los 22 años presentó una crisis desencadenada durante la masturba- ción, por movimientos manuales repetitivos de la mano derecha. La crisis se inició con pareste- sias de la misma mano seguidas de una convul- sión que fue inicialmente tónica y progresó por la totalidad de la extremidad superior derecha de forma ascendente, seguida de un compo- nente clónico que inicia en la mano, con pro- gresión ascendente por la misma extremidad y hacia la extremidad inferior derecha, con des- viación oculocefálica a la derecha, que se auto- limitó en menos de un minuto. Un mes más tarde, el paciente presentó una nueva crisis si- milar con el mismo desencadenante masturba- torio, con parestesias y convulsiones que pro- gresan por todo el hemicuerpo derecho, desvia- ción oculocefálica derecha y pérdida de concien- cia final. Se inició el tratamiento con 100 mg/día de lamotrigina. En la exploración física, no se detectó déficit neurológico. Como única alteración morfoló- gica se mostraba en la resonancia magnética (RM) cerebral solicitada una alteración estruc- tural temporal uncal-hipocámpica izquierda de probable naturaleza displásica y el registro electroencefalográfico tras privación de sueño, en vigilia y sueño diurno, resultó dentro de la normalidad. Un mes después, el paciente pre- sentó, tras un movimiento repetitivo manual originado por apretar un tornillo con un destor- nillador, parestesias y un breve calambre de la mano derecha. Al cabo de cuatro años, presentó de nuevo calambres de las mismas características al ha- cer un esfuerzo con la misma mano. Se le prac- ticó también un electromiograma, que mostró signos de atrapamiento muy leves del nervio mediano derecho, y una nueva RM, que resultó con la misma alteración morfoestructural tem- poral uncal-hipocámpica izquierda del hallazgo inicial, sin cambios respecto al estudio previo. Ante la posibilidad de nuevas crisis reflejas, sin descartar que fueran calambres musculares por síndrome de túnel carpiano, se inició el trata- miento con ácido valproico y se procedió a la retirada de la lamotrigina. Posteriormente, han persistido de modo ocasional calambres breves de la mano derecha, precipitados también por movimientos de la mano y alguna vez durante el sueño. Controles sucesivos con RM no han mos- trado cambios. En nuestro caso, el paciente presenta una epi- lepsia focal cinetogénica, con dos crisis jackso- nianas a los 22 años. No se encuentra en la bi- bliografía ningún caso de epilepsia focal refleja desencadenada por los movimientos manuales repetitivos durante la masturbación masculina. En relación con la actividad sexual, se ha descri- to algún caso de crisis generalizadas durante el orgasmo femenino [1], si bien el desencade- nante es un estímulo de tipo sensorial. En cuan- to a las crisis desencadenadas por actividades motoras, se ha descrito con la escritura [2], el movimiento repetitivo del cepillado de los dien- tes [3] y actividades como el habla, la mastica- ción o movimientos linguales [4]. Se han descrito crisis cinetogénicas asociadas a lesiones de la corteza primaria somatosensiti- va muy próximas a áreas motoras [3] y a la re- gión perirrolándica lateral [4]. En nuestro caso, la lesión se encontraba en la región uncal-hipo- cámpica izquierda, sin afectación aparente de las áreas motoras y sensoriales, por lo que creemos poco probable que fuera el foco de las crisis. Es de interés destacar la presencia en la bi- bliografía de algún estudio con modelos anima- les, de epilepsia refleja cinetogénica provocada por movimientos pasivos propioceptivos [5]. Así pues, el desencadenante de la crisis cineto- génica sería el estímulo propioceptivo repetiti- vo asociado al movimiento, sin descartarse que la activación motora voluntaria pudiera también ser un precipitante.
Compartir