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Pedagogia_de_la_deshumanizacion

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Pedagogía de la deshumanización
José Del Grosso
Rebelión (30/03/2005) (Venezuela/opinión)
Del programa de radio “Controversia”.
Muy buenas tardes amigas y amigos. Les habla José Del Grosso, profesor de la ULA. Bienvenidos a su programa favorito Controversia.
Espero que todas y todos se encuentren muy bien. Me siento muy contento de estar compartiendo con ustedes una vez más estos minutos dedicados a la reflexión. Hoy está con nosotros uno de nuestros invitados más queridos, el doctor Juan Francisco Pérez.
JFP. ¿Sabe, joven? Ese nombre me parece conocido? ¿Y ese señor va a venir hoy al programa? Debería ser más cumplido, ¿sabe? ¿Hasta que hora nos irá a tener aquí esperando? ¡Yo me voy para mi casa!
P. Espere don Juan. Por favor, saque un momento su cédula de identidad.
JFP. ¿Para qué la quiere?
P. Simple curiosidad… ¡Ajá! Bien, no, no me la muestre.
JFP. Entonces, ¿para qué quería que la sacara?
P. Ya va a ver. Por favor, lea lo que dice.
JFP. República Bolivariana de Venezuela, Juan Francisco Pé… ¡Ah que bueno, no tendremos que esperar al doctor. ¿Ve joven, eso facilita las cosas? ¡Usted si es inteligente! ¡Bueno, no siempre! Pero por esta vez pase. Sepa que yo siempre estoy muy despierto. Por cierto esta es una foto de cuando era más joven. Cuando uno muestra la foto de la cédula uno siempre es más viejo.
P. ¿Qué le vamos a hacer? Bien, don Juan Francisco, bienvenido al programa Controversia.
JFP. Muy buenas tardes damas y damiselas, flores encantadoras y perfumadas ¡Uhmmm, que me recuerdan aquellos tiempos…! Buenas tardes, caballeros. Gracias, joven, por invitarme a su programa.
En relación al tema de tu programa de hoy, quería decirle. Bueno, quería decirle que… ¿Qué quería decirle?
P. ¿Era algo sobre la pedagogía de la deshumanización?
JFP. ¡Ah, sí, sí, sobre la mentira de la pedagogía!
P. Don Juan, mucho se habla hoy sobre la educación en Venezuela. Hay quienes dicen que la educación no sirve para nada; quien dice que la educación es adoctrinadora; hay quien dice que las universidades están bien como están. ¿Qué diría usted, don Juan?
JFP. ¡Uuuy, jovencito, a usted le gusta meterse en la candela.
P. Bueno, son temas de actualidad y hay que tratarlos con seriedad y profundidad.
JFP. Y eso es lo que deben hacer los verdaderos intelectuales, en vez de defender ideologías, posiciones. A usted como que no lograron lavarle el cerebro en la escuela.
P. No, la verdad que no. Me resistí. Sin embargo, no pude eludir todo el lavado. Me ha costado mucho trabajo tomar consciencia de aquello en lo que sí me afectó. Años de mucho esfuerzo.
Pero volvamos al programa. Don Juan, ¿usted diría que la escuela es una institución democrática o que es una institución autoritaria?
JFP. Mire bien. Desde que la escuela nació en Summer, hace unos 10.000 años, esta siempre ha sido cuestionada y los primeros en cuestionarla fueron y han sido los alumnos.
P. Por cierto, que rara vez ha sido escuchada la voz de los alumnos.
JFP. Muy importante, joven. Eso quiere decir que hay que preguntarse: “¿Por qué no se escucha a los alumnos?”. ¿No le parece?
Esa pregunta debería ampliarse y ser más o menos así: “¿Por qué la opinión de los alumnos de todas las edades no ha sido tomada en cuenta, si la educación es para ellos?”.
P. Imagino que ello se debe a que los niños no tienen la mente encadenada y expresan libremente lo que ven y lo que piensan. Los adultos en un porcentaje importante quieren aprender, pero no aprender abstracciones, ideas… Quieren aprender y comprender su realidad; de manera que niños, adolescentes y adultos, son vistos como revoltosos e ignorantes, porque, en general, se muestran en desacuerdo con las imposiciones de quienes planifican, dirigen e imponen una cierta educación, que no es educación, sino instrucción.
JFP. ¡Ajá! Se muestran en desacuerdo. ¿Diría usted que hay un choque de intereses?
P. Bueno, si a los alumnos les agradara lo que ocurre en el sistema educativo nadie querría perdérselo. Si la mayoría, honestamente, quiere perdérselo es porque de alguna manera hay un choque de intereses.
JFP. Va bien, joven. ¿Usted diría que los intereses de los alumnos se oponen a los intereses religiosos, políticos, económicos?
P. Sí. Sí lo diría, y diría que mientras los alumnos quieren conocer el mundo como es, directivos, docentes… están interesados en que los alumnos aprendan a ver el mundo como ellos creen que debería ser y no como es.
Yo creo que les enseñan sumisión y a no ver ni pensar ciertas cosas, de modo que cuando estén en una oficina tomando decisiones no piensen en consecuencias y que cuando vean los telediarios no cuestionen ni vean una invasión imperialista como la de USA a Irak como tal, sino como una “guerra humanitaria” o “un esfuerzo por difundir la democracia”.
JFP. Así es. Así es y quisiera enfatizar un poco sobre lo de las voces de los estudiantes. ¿Qué le parece?
P. Adelante, don Juan.
JFP. Ponga cuidado. Lo interesante es que las voces de los estudiantes son las voces del pueblo, de las personas de todas las clases sociales, razas, ideologías, religiones… y que la educación que necesitamos no se está deduciendo de las necesidades sociales e individuales más primarias, sino de las necesidades e intereses religiosos, políticos y económicos de quienes tienen agarrado el poder por el gañote.
P. Por eso se excluye a los alumnos de la planificación y supervisión educativa. Al excluir sus voces, también se excluye la voz de la sociedad.
Don Juan, yo pienso que los proyectos educativos se fabrican no para educar, sino para “obtener un producto”, para modelar a los seres Humanos acorde con intereses particulares, los cuales son contrarios a los de la mayoría.
JFP. El debate queda reducido a una discusión en la que participan algunos docentes, los supercríticos, quienes defienden el orden social establecido, a quienes están en desacuerdo con este y a todos los salvadores que quieren “pescar en río revuelto”. En realidad, en las últimas décadas las discusiones que deciden han estado, sobre todo, en manos del poder económico y del poder político.
P. ¿Eso qué significa para usted, don Juan?
JFP. Significa que la escuela ha dejado de lado su labor educativa, para convertirse en un lugar de instrucción, de adoctrinamiento y de domesticación, cuyo objetivo es preparar individuos que sirvan a las necesidades del mercado de trabajo y al poder.
P. Lo que quiere decir que se ha dejado de lado lo Humano, que se privilegian los intereses económicos sobre el Ser Humano.
JFP. ¿Y de qué otra manera podría ser? En el último siglo la cultura occidental fue relegando lo Humano para poner el acento en el dinero, en la producción, en la economía, en el consumo…, de modo que la escuela y todo el sistema educativo no podían seguir siendo humanistas ni tener rasgos humanistas. Tampoco podía ser una escuela crítica, porque eso iba contra los intereses económicos, contra el orden social establecido.
P. Yo agregaría que también iba contra la ideología del hombre máquina que estaba siendo inyectada en el cerebro de la gente a través de las nuevas religiones de la biología y la sociología científica.
JFP. Sí, sí, lo humano fue banalizado, trivializado, y la voz de los alumnos, que en buena parte es la voz de la sociedad, fue marginada y bien reprimida. Buscaron la manera de desvalorizar y descalificar lo que decían los alumnos diciendo que eran jóvenes ignorantes, revoltosos, desordenados…
P. Entonces, don Juan ¿podríamos entender que la escuela del último siglo es una escuela doctrinaria coherente con la ideología y los objetivos del capitalismo?
JFP. La escuela casi siempre fue doctrinaria. Los gobernantes y las elites religiosas, económicas y políticas siempre necesitaron formar dos grupos de individuos: “borregos alfabetizados” y “borregos ilustrados”.
P. ¿Cómo es eso, don Juan?
JFP. Bueno en la industria y la política hace falta gente que sirva como obrero, trabaje y haga lo que se le dice sin chistar. Si en la escuela son buenos sometidos, entonces serán buenos empleados. Esos son los borregos alfabetizados. Luego estánlos borregos ilustrados, que son los “más buenos de todos”, los cuales son necesarios para crear justificaciones en defensa de la ideología y manera de proceder de las elites religiosas, políticas y económicas; es decir, ante su clara injusticia, las elites necesitan generar un tipo de pensamiento favorable que sea respaldado por supuestas autoridades intelectuales para poder tener credibilidad.
P. Esos serían las autoridades que entrevistan hoy día en la tele.
JFP. Sí, así mismo. El politólogo, el psiquiatra, que dicen estar en contra de la opresión, critican la Revolución Bolivariana y, aparte de divagar, quieren volver a la opresión de la IV República.
¡Pero no me distraiga! En el sistema educativo, que ahora llaman sistema de instrucción, de ninguna manera, querían seres humanos pensantes e independientes, los cuales pudieran poner en tela de juicio la ideología y las acciones de las elites. Nunca han querido formar personas sensibles, sino máquinas que produzcan y consuman.
P. Ni más ni menos.
JFP. Pero quisiera ir a otro aspecto del problema educación que me parece muy pertinente. Usted que es psicólogo, ¿está de acuerdo con eso de que los alumnos no saben lo que dicen, que no tienen razón?
P. Bueno, cuando uno se pasa interminables horas en un aula, día tras día, escuchando cosas que a uno no le interesan, obligado a no participar, aburrido…, uno comienza a notar qué es lo que anda mal: “El profesor te dice que debes estudiar, pero él no prepara la clase. Te dice que llegues a la hora y él llega tarde…”; y entonces, uno se pregunta: “¿Por qué él si y yo no? ¿Por qué se comporta distinto a lo que predica? ¿Qué intenta hacer conmigo?”.
JFP. ¡Yo me acuerdo en mis tiempos de mozo! ¡Qué tiempos aquellos! Los amigos… ¿Dónde estaba? ¿Usted conoce a mis amigos?
P. No, no los conozco.
JFP. Entonces, ¿para qué me pregunta por ellos? ¡A usted como que lo de la psicología le aflojó un tornillo!
P. Reconozco que a veces sí.
JFP. Bueno, pero que quede claro que mis amigos son mis amigos. Y hablando de mis amigos de la escuela, recuerdo que en clase nos mirábamos las caras y nos preguntábamos muchas cosas cuando algunos profesores daban clase. Por su modo de actuar, sabíamos que algunos sentían miedo. No lo podíamos verbalizar, pero jugábamos con eso y los volvíamos locos.
En esas horas de tener que estar callados mirando al profe o a la profe, le desnudábamos el alma. Ellos creían que no, porque se ocultaban detrás de la autoridad o detrás de los contenidos.
P. Sí y mis amigos y yo, no sé los suyos porque no los conozco, de alguna manera nos dábamos cuenta de que algunos profesores se preocupaban más por terminar el programa que por enseñar. Notábamos que algunos estaban ansiosos porque les prestáramos atención o notábamos que el profe se preocupaba mucho por su imagen.
JFP. No se olvide cuántas veces nos dijimos que el mismo profesor no creía en lo que estaba haciendo. Quizá se sentía frustrado porque quería estudiar otra carrera o porque luego de tanto estudiar, debía repetir lo que decía el programa y lo que dicen textos que están mal escritos o que tienen poco que ver con la vida.
P. Ahora, don Juan. ¿No cree que la mayor parte del tiempo hay una pose en la educación?
JFP. Yo diría que sí, que como el borracho que perdió la llave de su casa en la oscuridad y que en lugar de buscarla allí, la busca bajo el farol de luz, la mayoría de quienes trabajan en educación perdió la perspectiva de todo y se dedica a buscar la clave de la educación en otra parte.
P. Bueno, eso demuestra que el sistema de sumisión y adoctrinamiento de la escuela funciona: “No te metas con el poder, échale la culpa a los más débiles”.
JFP. Sí, sí. ¡Así es! En vez de preguntarse por qué no me prestan atención, por qué no les interesa la asignatura, por qué se burlan a mis espaldas, por qué evitan venir a clase y se alegran cuando me enfermo; los docentes y directivos quieren mantener las apariencias de que todo está bien y crean una nueva realidad: “El problema es que los alumnos son mal educados, en sus casas no les han enseñado educación y, por lo tanto, hay que endurecer la disciplina”.
P. ¡Ah, como el médico que quiere quedar bien diciendo que el paciente no colabora o no dijo aquello tan importante, cuando en realidad, está adivinando qué tiene su paciente!
JFP. Sí, así mismo. Entonces, ese médico, en vez de remitir con humildad al paciente, lo regaña. Eso es muy bueno. En la escuela suele dar buen resultado y la verdad siempre es silenciada chantajeando la autoestima, la necesidad de ser aceptado, la debilidad de un yo en formación, el temor a los padres…
P. Sí, en el sistema educativo el que se está quietito, se porta bien y repite como un lorito lo que dice el profesor es considerado buen alumno, es decir, no incomoda, no es indiscreto. Mientras que quien dice: “Profe, ¿a usted no le parece que…?”. Es un alumno al que se le tiene ojeriza.
JFP. Ese es el comienzo de la deshumanización, de la discriminación y de la colonización mental. El calladito llega lejos, no porque sepa pensar, sino porque nunca tiene objeciones, porque siente miedo de usar su inteligencia. El que llaman maleducado es mal visto porque hace valer su inteligencia.
P. Y hace valer lo que ve, lo que oye. No se deja arrebatar la realidad de lo que le dicen sus sentidos, confía en sus razonamientos. Pero como ese es el indiscreto, lo ven y lo tratan como a un perdedor y buscan la manera de manipularlo con amenazas, hiriendo su ego, desmoralizándolo con castigos y malas notas.
Y aquí hay que destacar que pocos docentes tienen el valor y la certeza de guiar las tendencias, los intereses cognoscitivos... de estos alumnos.
JFP. ¿Y dónde deja a los padres que reafirman la acción de los docentes y directivos por miedo a que le echen del colegio, no consiga puesto en otro y supuestamente termine siendo un don nadie en la vida?
P. ¡Chantaje! ¡Eso es chantaje! De todos modos, si los padres no defienden la humanidad de sus hijos, sus tendencias naturales, las habilidades que buscan desarrollarse, igualmente sus hijos van a ser unos domesticados, de manera que terminarán siendo don nadie, un empleado que debe vender su trabajo para comer y pagar la renta.
¡Epa, don Juan! ¿Le pasa algo? ¿Tiene algún problema? ¡Le está temblando la mano!
JFP. ¡Usted como que no sabe observar bien! El problema no es que la mano me tiembla, sino que el cuerpo se queda quieto, ¿comprende?
P. ¡Aaah, siendo así, pues…! Bueno, ¿qué le parece si seguimos con el programa?
JFP. Una curiosidad, usted que es psicólogo y trabajó en una escuela de educación. ¿Usted no está proponiendo, como decía Freud, que se deben evitar las frustraciones a los niños, a los alumnos, porque sino se traumatizan? Usted, ¿qué diría? ¿Hay que dejarlos hacer lo que quieran?
P. Don Juan, Freud no dijo nada de eso. Yo me leí gran parte de la obra de Freud y nunca propuso tal cosa. De su afirmación sobre los traumas infantiles y de las afirmaciones de Piaget, quien insistía en la necesidad de ampliar las experiencias de los niños para estimular su inteligencia, se interpretó todo de manera tan disparatada que la educación terminó en el libertinaje. Lo peor, se redujo a una educación más pobre que la de la escuela autoritaria.
JFP. ¿Por qué en una educación más pobre?
P. Por poner un ejemplo. En la escuela autoritaria con sangre o sin sangre, quien iba a la escuela aprendía a leer y a escribir correctamente. En la supuesta nueva escuela, la mayoría de los graduando no sabe ni lo uno ni lo otro, de manera que uno puede estar seguro que carece de los conocimientos más elementales.
Fíjese que la nueva escuela lo que se hizo fue cambiar la tiranía de los docentes por la tiranía de los alumnos y quizá no tanto de los alumnos como la de los padres.
JFP. Entonces, ¿Ni Freud ni Piaget propusieron nada de lo que se supone que propusieron?
P. Así es. Haberlo dicho hubiera supuesto una contradicción con sus propias ideas y con la realidad. Vivimos en una realidad concreta y en una sociedad concreta que no está dispuesta a satisfacernuestros caprichos, de modo que Freud sabía que si dejábamos a los niños hacer lo que se les ocurriera, eso significaba que los íbamos a criar con una personalidad muy débil y poco tolerante a las frustraciones.
JFP. Como los jovencitos, cuyos padres les han criado dándoles de todo sin tener que hacer ningún esfuerzo, ¿verdad?
P. Exacto. Esos padres crearon en su casa una realidad que no tenía nada que ver con lo que pasa en la calle, de modo que cuando salían a la calle, sentían que eran incomprendidos, no se podían adaptar a las exigencias sociales y no tenían sensibilidad social.
JFP. ¿Y qué hubiera propuesto usted?
P. En vez de cambiar una tiranía por otra, hubiera pensado en una educación más Humana. Como era de esperarse, las ideas distorsionadas de Freud y Piaget fueron un fracaso; y en vez de escuchar las proposiciones de Paulo Freire, que es una educación más Humana, se decidieron por una educación deshumanizadora, basada en la ideología capitalista, la cual ha resultado ser peor.
JFP. Sí, sí y ahora andan en un pleito, proponiendo cambios de todo tipo, sin tener en cuenta al Ser Humano.
P. Bueno, sí lo están tomando en cuenta, pero de manera abstracta, para hacer demagogia y ganar indulgencias con escapulario ajeno.
A todo el mundo le dio el ataque y en vez de poner el dedo en la llaga, pegan el grito en el cielo. ¿Quién sabe quiénes irán a ser esta vez los chivos expiatorios?
JFP. Je, je, je. Les dio el ataque de cada tantos años. Sí, sí. Ahora tienen un letrerote que dice: “Se buscan culpables”.
P. Mire, don Juan. Los mismos alumnos, de quienes se habla tan mal, han dado respuestas brillantes a esa educación deshumanizada. Una de esas respuestas fue dada en 1918. A ella le deberíamos prestar atención, en lugar de seguir aparentando que los adultos nos las sabemos todas.
JFP. ¿Sí? ¡Qué bueno! ¡Cuénteme, cuénteme, que me interesa!
P. Bueno, pero seré breve y tomaré algunas cosas que me llamaron poderosamente la atención. En 1918, los estudiantes de la Universidad de Córdoba, Argentina, hicieron un manifiesto a las Mujeres y Hombres libres de Sudamérica y mire usted lo que afirmaron:
Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara.
JFP. Esos sí eran jóvenes con valor. ¡Llevaban consigo la espada de la verdad! No como hoy, que cuando hay que enfrentar la verdad, deciden irse a su casa, mientras que los supuestos estudiantes luchadores son un manojo de encapuchados. Por cierto, en los años 60 los estudiantes luchaban por causas sociales.
P. Sí y terminaron luchando porque les dieran todo gratis. Por chantajear a las autoridades, destrozar comercios…
JFP. Pero no se distraiga. Cuénteme de lo del manifiesto de Córdoba.
P. Escuche esto otro:
Cuando la universidad en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto…
Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere.
JFP. ¡Igualitico pasa en la primaria y secundaria! ¡Quizá peor, sobre todo si son privadas!
P. Sí, señor. Ahora escuche esto:
La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.
Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden
JFP. ¡Un poema! ¡Un poema que es pura verdad! ¡Qué Humanidad! ¿Dónde están esos muchachos que quiero ir a abrazarlos?
P. Don Juan, 1918. Los muchachos deben ser unos ancianos como usted.
JFP. ¡No señor, yo no soy ningún anciano, me encuentro un poco maduril, pero nada más! Pero no me eche a perder mi entusiasmo. Esa es una educación Humanizada, eso que dicen LOS JÓVENES, no representa ningún conflicto de intereses. ¡Qué estupendo, recórcholis!
¿Y cómo cree usted que se implementaría esa educación con Pedagogía Humanitaria?
P. Don Juan, se nos ha acabo el tiempo y sería imposible exponerla en 1 minuto.
JFP. ¡No me venga con ese cuento!
P. Nos van a sacar del aire. Le prometo que para el próximo programa lo invito y hablamos de ello.
JFP. Y yo soy el entrevistador. ¡No me lo pierdo! Yo no sé ustedes que están del lado del receptor, pero quiero escuchar cómo podría una Pedagogía Humanitaria viable.
Muy buenas tardes damas y damicelas. Caballeros todos. Hasta la próxima semana, les habló Juan Francisco Pérez, un beso.
P. Muy buenas tardes amigas y amigos. Se despide de estedes José Del Grosso. Hasta la semana próxima.

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