Logo Studenta

violencia domestica e intervencion psicologica

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Guía del Psicólogo 5
V i o l e n c i a d o m é s t i c a
e i n t e r v e n c i ó n p s i c o l ó g i c a
fondo ...A
La violencia doméstica se considera en la
actualidad un grave problema social, fa-
miliar y personal. Si un porcentaje eleva-
do de los miembros de nuestra sociedad,
casi todos ellos mujeres, es víctima de su
pareja o expareja, esto no es un proble-
ma individual, es un problema social. Un
problema que afecta a los derechos hu-
manos básicos, por lo que todos los miem-
bros de la sociedad deben luchar contra
él. También es un grave problema indivi-
dual. El hecho de que el lugar más perso-
nal e íntimo, el que debe dar la mayor
sensación de seguridad y confort, el que
debe ser refugio en tiempos de dificulta-
des o problemas, pierda estas caracterís-
ticas y se convierta en un lugar de inse-
guridad y de peligro, de miedos y
agresiones, es realmente grave.
Caracterización de la violencia domés-
tica:
La American Psychological Association
(APA) define la violencia doméstica como
“un patrón de conductas abusivas que in-
cluye un amplio rango de maltrato físico,
sexual y psicológico, usado por una perso-
na en una relación íntima contra otra, pa-
ra ganar poder o para mantener el abuso
de poder, control y autoridad sobre esa per-
sona” (Walker, 1999a, p. 23). Se conside-
ran tres tipos básicos de violencia domés-
tica: física, psicológica y sexual:
a) Física: cualquier conducta que impli-
que la utilización intencional de algún
instrumento o procedimiento para afec-
tar al organismo de otra persona de mo-
do que encierre riesgo de lesión física,
enfermedad, daño o dolor, con indepen-
dencia de los resultados de dicha con-
ducta. Se consideran tanto conductas
“activas” (como abofetear, empujar, gol-
pear, estrangular, etc.), como conductas
“pasivas” (privación de cuidados médi-
cos, no avisar de situaciones de peligro,
etc.).
b) Psicológica: toda conducta física o ver-
bal, activa o pasiva, que atenta contra la
integridad emocional de la víctima, en un
intento de producir en ella intimidación,
desvalorización, sentimientos de culpa o
sufrimiento. Por ejemplo, humillación, des-
calificación, ridiculización, aislamiento so-
cial y económico, amenazas, etc.
c) Sexual: cualquier conducta dirigida a
forzar un acto de intimidad sexual, ya sea
mediante el uso de amenazas, intimida-
ción, coacción o por llevarse a cabo en es-
tado de inconsciencia o indefensión.
Aunque se han aducido más categorías,
como el maltrato económico o financie-
ro, el maltrato espiritual, el maltrato es-
tructural o el social, todos estos tipos de
violencia pueden ser incluidos dentro de
la categoría de maltrato psicológico, pues
son conductas o actuaciones caracteriza-
das por tratar de controlar a la víctima a
través de la creación de sentimientos de
desvalorización e indefensión.
Epidemiología:
Es difícil saber cuántas mujeres sufren es-
ta situación, aunque las estimaciones apun-
tan a cifras próximas al 20% de las muje-
res en España. Informaciones más precisas
son las estadísticas del Instituto de la Mu-
jer sobre el número de muertes y denun-
cias presentadas por esta causa. Si bien
hay que tener en cuenta que probablemen-
te no todas las muertes debidas a la vio-
lencia doméstica están incluidas, y que se
estima que sólo se denuncia aproximada-
mente el 10% de los casos. Es posible que
el incremento en estas cifras, en especial
en el número de denuncias, se deba más
a la creciente concienciación del problema
que a un aumento real en su frecuencia.
Estas cifras ponen de relieve que el obje-
tivo fundamental, acabar con esta violen-
cia, dista mucho de ser alcanzable en un
futuro próximo, por lo que es previsible
que muchas mujeres sigan sufriendo y que
otras muchas comiencen a padecer este
problema. Por eso es necesario desarro-
Francisco Javier Labrador 1*
Paulina Paz Rincón **
Francisco José Estupiñá*
Edurne Alonso* y Saba Lignon* 
1 Francisco J. Labrador. Facultad de Psicología.
UCM. Campus de Somosaguas s/n. 28223 Madrid.
Correo electrónico: flabrado@psi.ucm.es 
* Universidad Complutense
** Universidad de Concepción. 
 
A fondo ....6
llar intervenciones que ayuden a estas víc-
timas. La labor del psicólogo en esta la-
bor es evidentemente decisiva.
El ciclo de violencia
Aunque en cada ocasión y en cada pare-
ja cada episodio de violencia doméstica
puede ser diferente, se puede apuntar un
patrón característico que, siguiendo la pro-
puesta de Walker (1989), estaría consti-
tuido por tres fases:
1. Fase de acumulación de tensión. Es ló-
gico que en una relación de pareja apa-
rezcan tensiones. Si se dispone de habili-
dades para resolverlas adecuadamente
éstas se disiparán; en caso contario se uti-
lizarán habilidades menos adecuadas, en-
tre ellas las que implican cierta violencia
(en esta fase pueden aparecer agresiones
psciológicas, incidentes “menores” de ma-
los tratos…). Pero si la situación no se re-
suelve se progresaría a la fase siguiente.
2. Fase de explosión, agresión o inciden-
te de maltrato agudo. Cuando la tensión
llega al límite, se produce la descarga de
la misma a través de maltrato psicológi-
co, físico o sexual, más o menos grave.
Suelen ser episodios relativamente breves
pero muy destructivos. La agresión ha em-
pezado en un intento de darle una lec-
ción a la víctima, sin la intención de cau-
sarle mayor daño, y ha finalizado cuando
el agresor considera que ella ha aprendi-
do la lección, pero cuando llega a esta
conclusión la víctima ya ha sido severa-
mente maltratada o peor.
3. Fase de arrepentimiento, reconciliación
o luna de miel. Tras la agresión, la tensión
parece desaparecer y ya no hay agresiones.
El agresor se arrepiente y pide perdón a la
víctima, promete que no volverá a suceder,
incluso llega a comportarse de manera en-
cantadora y cariñosa. Es posible que con-
sidere que ella “ya ha aprendido su lección”
por lo que no volverá a comportarse de ma-
nera “inadecuada” y él no se verá “obliga-
do” a maltratarla. La víctima con frecuen-
cia cree que él será capaz de hacer lo que
ha prometido y que ella podrá cambiarlo
y que las cosas serán mejores en el futuro.
No obstante, al cabo de poco tiempo co-
menzará nuevamente el aumento de la
tensión y se repetirá el ciclo completo, con
el agravante de que cada vez la duración
de la fase de acumulación de tensiones
será menor, la intensidad de la agresión
mayor y la fase de reconciliación menor
o incluso acabará por desaparecer. Ade-
más, los comportamientos violentos pa-
recen aumentar de forma progresiva su
intensidad. Si en un primer momento apa-
recen conductas como la de amenazar,
ironizar, dar un portazo, pronto se progre-
sa a romper objetos queridos, empujar,
aislar, luego a abofetear, dar patadas, fi-
nalmente estrangular, golpear con obje-
tos contundentes, violar, etc.
Consecuencias de la vigencia domés-
tica
1. Consecuencias en la salud física. Según
el Informe Mundial de Violencia y Salud
de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), entre el 40% y el 72% de las mu-
jeres que han experimentado violencia fí-
sica por parte de sus parejas, presenta le-
siones. No obstante, las consecuencias más
comunes y graves de la violencia domésti-
ca no son las lesiones sino los llamados
trastornos funcionales, como colon irrita-
ble, fibromialgia, trastornos gastrointesti-
nales y síndromes de dolor crónico (Krug
et al., 2002), producto de la tensión cró-
nica a que se ven sometidas estas víctimas.
2. Consecuencias sobre la salud mental.
Se estima que el 60% de las mujeres mal-
tratadas tiene problemas psicológicos mo-
derados o graves, siendo los síntomas más
frecuentes ansiedad, hiperactivación, tris-
teza, sensación de indefensión, rumiacio-
nes negativas, déficit en solución de pro-
blemas, pérdida de autoestima, labilidad
emocional, ideación suicida, inapetencia
sexual, fatiga permanente e insomnio. Si
en lugar de síntomas se consideran los
cuadros psicopatológicos los más frecuen-
tes sontrastorno de estrés postraumático
(TEPT), depresión, trastornos de ansiedad,
trastornos disociativos, disfuncionesse-
xuales y abuso de sustancias.
De todos ellos el TEPT es el más frecuen-
te, afectando al 63,8% de las víctimas,
aunque prácticamente el 100% de éstas
presenta algún tipo de síntomatología
postraumática (reexperimentación, hipe-
ractivación o evitación/embotamiento
emocional), seguido por la depresión que
afecta aproximadamente al 50% (Gol-
ding, 1999). El TEPT, además, es la cate-
goría diagnóstica más apropiada para des-
cribir las consecuencias psicológicas en
las víctimas de violencia doméstica, y el
trastorno que más desorganiza su vida en
general. Dado el carácter tan incapaci-
tante del TEPT, el punto central y funda-
mental de la intervención psicológica de-
be dirigirse a superar este trastorno, o los
síntomas postraumáticos. Una vez supe-
rado éste se podrá atender de forma efi-
caz los demás problemas.
Es evidente que un programa de interven-
ción con las víctimas de maltrato domés-
tico debe tener siempre como punto de re-
ferencia el conseguir no sólo que ésta
supere sus problemas psicológicos, sino al-
go más positivo, que la mujer desarrolle
las habilidades necesarias para poder adap-
tarse a su nueva realidad y, en consecuen-
cia, volver a disfrutar de nuevo de su vida.
Intervención psicológica:
Aunque se ha dado mucha publicidad al
problema del maltrato doméstico, hay nu-
merosas actuaciones de cara a concienciar
a la opinión pública e incluso se ha logra-
do, al menos en nuestra sociedad, una im-
portante sensibilización del problema, des-
graciadamente parece que se ha avanzado
menos en el desarrollo de programas de tra-
tamiento de las víctimas. Parece como si
mucho del esfuerzo se dirigiera a condenar
la violencia y al maltratador y menos a aten-
der a las víctimas. No obstante, sería injus-
to no reconocer los esfuerzos que viene rea-
lizando el Colegio Oficial de Psicólogos de
Madrid en colaboración con la Consejería
Año 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Nº de denuncias 21.582 22.397 24.158 43.313 50.088 57.527 59.738
Nº de muertes 54 63 50 54 71 72 60
Tabla 1. Número de muertes y denuncias por violencia doméstica en España (Instituto de la Mujer, 2006).
 
Guía del Psicólogo 7
de Empleo y Mujer de la Comunidad de
Madrid en el tratamiento de estas víctimas.
Con todo, la realidad actual es que son más
bien escasos los programas de tratamien-
to psicológico para estas víctimas y, lo que
es peor, pocos de estos programas han mos-
trado de forma inequívoca su eficacia. Con
todo, coincidiendo con la mayoría de los
expertos se pueden señalar, como directri-
ces generales para la intervención con mu-
jeres víctimas de violencia doméstica, las si-
guientes:
a) Necesidad de poner fin a la situación
de trauma y garantizar la seguridad de la
víctima. Evitar la revictimización.
b) Normalizar la experiencia de la vícti-
ma: hacerle ver que sus síntomas no son
anormales dadas la condiciones a las que
se ha visto sometida. Modificar las creen-
cias erróneas respecto a la violencia y sus
posibilidades de acción.
c) Dirigir la intervención en primer lugar a
la sintomatología postraumática. Posterior-
mente atender a otros posibles problemas
como depresión, ansiedad, problemas de
autoestima, sentimientos de culpa, proble-
mas de adaptación personal y social.
d) Utilizar programas de intervención que
incluyan técnicas dirigidas a superar los dis-
tintos problemas y síntomas presentes. En-
tre las técnicas que se han mostrado más
eficaces destacan: psicoeducación, reorga-
nización cognitiva, solución de problemas,
entrenamiento en control de la activación,
exposición y entrenamiento en asertividad.
f) Dada la necesidad de reorganizar su vi-
da que suelen tener estas víctimas, los tra-
tamientos han de ser breves (alrededor
de 10 sesiones, con periodicidad de una
o dos sesiones semanales), específicos pa-
ra cada problema, articulados y flexibles
para que pueda adaptarse a cada perso-
na y situación y, preferiblemente, en for-
mato grupal.
g) Aunque el objetivo inmediato es el ali-
vio del sufrimiento y la mejora de condi-
ciones de vida de las víctimas, el objeti-
vo final ha de ser lograr una nueva
adaptación de éstas a sus condiciones de
vida habituales, y una buena calidad de
vida para ellas y su familia.
Un modelo de programa de intervención,
que reúne estas características así como un
apoyo empírico adecuado, es el propuesto
por Labrador y cols. (2004). Es un progra-
ma grupal, para un número ideal de cua-
tro participantes por grupo, con una perio-
dicidad de una sesión a la semana y una
duración de 90 minutos por sesión. Sus
componentes fundamentales son psicoe-
ducación, entrenamiento en relajación, te-
rapia cognitiva y terapia de exposición. La
primera sesión se destina a psicoeducación
acerca del problema, objetivos del trata-
miento y revisión de conceptos de violen-
cia doméstica, ciclo y escalada de violen-
cia; así como al entrenamiento en relajación
a través de la técnica de control de la res-
piración, que se seguirá practicando a lo
largo del programa. De ahí en adelante se
ha diseñado una serie de sesiones que se
distribuyen por módulos para abordar la
problemática de las mujeres tratadas de la
manera más adecuada. De este modo se
presentan cinco módulos que son:
1. Autoestima (2 sesiones).
2. Estado de ánimo (2 sesiones).
3. Exposición (3 sesiones).
4. Reevaluación cognitiva (2 sesiones).
5. Solución de problemas (2 sesiones).
La selección de los módulos y el orden de
presentación de éstos van a depender de
los síntomas y la gravedad de los mismos
que presenten las víctimas. En el caso de
mujeres que hayan desarrollado TEPT o pre-
senten síntomas de reexperimentación, evi-
tación e hiperactivación, aunque no lle-
guen a cumplir criterios para el diagnóstico
del TEPT, se recomienda la utilización de
los siguientes módulos y en este orden: a)
Reevaluación cognitiva, b) Autoestima, c)
Solución de problemas y d) Exposición. En
aquellos casos en que los síntomas sean
más bien de baja autoestima y bajo esta-
do de ánimo, se recomiendan los módulos
de: a) Estado de ánimo, b) Autoestima y c)
Solución de problemas.
Avanzando un paso más en esta dirección,
y fruto de la colaboración entre el Colegio
Oficial de Psicólogos de Madrid, El Institu-
to de la Mujer y nuestro equipo de investi-
gación, se ha desarrollado un Protocolo de
intervención psicológica en mujeres vícti-
mas de violencia doméstica, con el objetivo
de servir de referencia a la actuación de los
psicólogos en éste ámbito. El protocolo, que
completa el programa anterior de Labrador
y cols. (2004), presenta guías de actuación
en tres ámbitos: evaluación, actuación en
urgencias e intervención psicológica. 
Referencias Bibliográficas: 
GOLDING, J. (1999). Intimate partner violence as a risk
factor for mental disorders: A meta-analysis. Journal
of Family Violence, 14 (2), 99-132
INSTITUTO DE LA MUJER (2006). Estadísticas. Mujer en ci-
fras. Disponible en http://www.mtas.es/mujer/mu-
jeres/cifras/index.htm
KRUG, E. G.; DAHLBERG, L. L.; MERCY, J. A.; ZWI, A. B. &
LOZANO, R. (2002). World Report on Violence and He-
alth. Geneva: World Health Organization.
LABRADOR, F. J.; RINCÓN, P. P.; DE LUIS, P. Y FERNÁNDEZ-VE-
LASCO, R. (2004). Mujeres Víctimas de la Violencia Do-
méstica: Programa de Actuación. Madrid: Pirámide
WALKER, L. (1989). Psychology and violence against
women. American Psychologist, 44 (4), 695-702.
WALKER, L. (1999). Psychology and domestic vio-
lence around the world. American Psychologist, 54
(1), 21-29.
A fondo ....8
P u b l i c i d a d

Continuar navegando

Otros materiales