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Arte Japonês

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ARTE JAPONÉS
Históricamente Japón ha estado sujeto a súbitas invasiones de ideas nuevas procedentes del extranjero, seguidas por largos periodos de mínimo contacto con el mundo exterior. A lo largo del tiempo, los japoneses han desarrollado la habilidad de absorber, imitar y hacer suyos los elementos de culturas extranjeras que servían para complementar sus preferencias estéticas. Las manifestaciones artísticas más antiguas que se desarrollaron en Japón datan de los siglos VII y VIII y están relacionadas con el budismo. En el siglo IX Japón empezó a abandonar la influencia china y a desarrollar formas de expresión propias. De manera paulatina fue cobrando importancia el arte profano, que continuó floreciendo, junto al religioso, hasta finales del siglo XV. 
El pincel es el medio de expresión artística preferido de los japoneses. Su uso es especialmente notable en las artes de la pintura y la caligrafía japonesas, que se practican tanto de forma profesional como aficionada. Hasta los tiempos modernos siempre se ha utilizado el pincel, y no la pluma, para escribir. La escultura era a ojos de los artistas un medio de expresión mucho menos eficaz; la mayor parte de ella está relacionada con la religión, por lo que su importancia disminuyó con la decadencia del budismo tradicional. 
La principal característica del arte japonés es su polaridad. Por ejemplo, en la cerámica de los periodos prehistóricos, la exuberancia dio paso a un arte disciplinado y refinado. De la misma manera, hay dos tendencias en el siglo XVI radicalmente distintas: el palacio de Katsura, cerca de Kioto, es una muestra de la sencillez de líneas, en la que destacan la delicada utilización de la madera y la integración en los jardines circundantes, que realzan la belleza del edificio; por contraste, el templo-santuario mausoleo de Toshogu en el monte Nikkō es una estructura rígidamente simétrica con relieves coloreados que cubren toda la superficie visible. 
ARTE JOMON Y YAYOI
La primera civilización importante fue la de los Jomon (en japonés, “huella de cuerdas”, c. 10000-300 a.C.). Se caracteriza por la fabricación de figuritas de arcilla llamadas dogu y vasijas decoradas con motivos que recuerdan a una cuerda, lo que dio origen a su nombre. Era una cultura de cazadores y agricultores que vivían en pequeñas comunidades en casas de madera o de paja, construidas en hoyos poco profundos para aprovechar el calor del suelo. Los utensilios Jomon, que suelen tener complicadas formas flamígeras, son las piezas de cerámica conocidas más antiguas del mundo. La siguiente oleada de inmigrantes fue la del pueblo Yayoi, que toma su nombre del barrio de Tokio donde se encontraron los primeros vestigios de sus asentamientos. Llegaron a Japón hacia el año 300 a.C. y aportaron sus conocimientos en materia de cultivo del arroz mediante el riego, técnicas de metalistería para la fabricación de armas de cobre (doboko) y de campanas de bronce (dotaku), y fabricación de objetos de cerámica modelados con el torno y cocidos en el horno.
ARTE KOFUN O DE LOS GRANDES TÚMULOS
La tercera etapa de la prehistoria japonesa es el periodo Kofun o de los grandes túmulos (c. 300-710 de nuestra era). Se llama así por la construcción de imponentes estructuras de un enorme volumen. La mayor de todas, la tumba de Nintoku, tiene unos 460 m de largo y más de 30 m de alto. Esta etapa representa un cambio con respecto a la cultura Yayoi, que se puede atribuir tanto al desarrollo interno como a la activación exterior. En este periodo diversos pueblos pactaron alianzas políticas y se fundieron en una sola nación. Los objetos artísticos de la época son los espejos de bronce (símbolos de las alianzas políticas) y las esculturas de arcilla llamadas haniwa, que se levantaban en el exterior de las tumbas.
ARTE ASUKA Y NARA
Durante los periodos Asuka y Nara, llamados así porque sus gobiernos estuvieron asentados en el valle de Asuka desde el año 593 hasta el 710 y en la ciudad de Nara hasta el año 794, se produjo en Japón la primera influencia importante de la cultura procedente del continente asiático. La introducción del budismo en el año 552 desde Corea proporcionó el empuje inicial para los contactos entre Corea, China y Japón. Los japoneses advirtieron que la cultura china tenía muchas facetas que podían ser incorporadas a la suya propia de forma provechosa: un sistema para expresar las ideas y los sonidos por medio de símbolos escritos, la historiografía, complejas teorías de gobierno, así como una eficaz burocracia y, lo más importante para el arte, una avanzada tecnología, nuevas técnicas de construcción, métodos muy perfeccionados para fundir en bronce y nuevas técnicas y materiales de pintura.
Sin embargo, durante los siglos VII y VIII, el principal foco de contacto entre Japón y el continente asiático fue el budismo. No todos los especialistas están de acuerdo en la periodización y en la nomenclatura adecuada para designar las diferentes etapas entre el año 552, fecha oficial de la introducción del budismo en Japón, y el año 784, en que se trasladó la capital de Nara.
Las primeras construcciones budistas que aún se conservan en Japón (los edificios de madera más antiguos del Lejano Oriente) se encuentran en el templo de Horyu-ji, un complejo religioso al suroeste de Nara. El monasterio, construido en los comienzos del siglo VII como templo privado del regente Shotoku Taishi, consta de 41 pabellones independientes. De entre ellos, los más importantes (el salón de culto principal o kondo, salón dorado, y la gojunoto, pagoda de cinco plantas) están en el centro de una zona abierta rodeada de un claustro cubierto. El kondo, al estilo de las salas de culto chinas, es una construcción de dos plantas, con postes y vigas, coronada por un irimoya o tejado de cuatro aguas de azulejos.
Dentro del kondo, en una amplia plataforma rectangular, se encuentran algunas importantes esculturas del periodo. La imagen central es una figura de bronce realizada por Tori Busshi (activo a principios del siglo VII) en homenaje al recientemente desaparecido regente Shotoku, que representa a la trinidad Shaka (623), compuesta por el Buda histórico flanqueado por dos bodhisattvas (santos budistas). En las cuatro esquinas de la plataforma están situados los reyes guardianes de las cuatro direcciones, tallados en madera hacia el año 650. También en el Horyu-ji se encuentra la capilla Tamamushi (copia en madera de un kondo), situada en alto sobre una base de madera decorada con figuras pintadas con pigmentos minerales mezclados con laca.
ARTE HEIAN
En el año 794 la capital del Japón se trasladó oficialmente a Heian-kyo (hoy Kioto), donde permaneció hasta 1868. El periodo Heian abarca desde el 794 hasta el 1185, año en que terminó la Guerra Gempei. A partir de entonces el periodo se divide en Heian primitivo y Heian posterior, siendo fundamental el año 894, fecha de retirada de las embajadas imperiales de China. El siguiente periodo toma el nombre de Fujiwara (866-1160), a la sazón la familia más poderosa del país, cuyos miembros gobernaban como regentes del emperador.
ARTE HEIAN PRIMITIVO
Como reacción ante la creciente riqueza y poder del budismo organizado en Nara, el sacerdote Kukai (denominado póstumamente Kobo Daishi), viajó a China para estudiar el Shingon, una variedad de budismo más riguroso, que introdujo en Japón en el 806. La base del culto Shingon son los mandala o diagramas del universo espiritual: el kongo-kai, o mapa de los innumerables mundos del budismo, y el taizo-kai, o representación pictórica de los reinos del universo budista.
Los templos de esta nueva secta fueron levantados en las montañas, lejos de la corte y de la mundana capital. La irregularidad del terreno obligó a los arquitectos a replantear la construcción de templos y, al hacerlo, eligieron elementos de decoración más autóctonos. En los tejados utilizaron la corteza de ciprés en lugar de los azulejos, la tarima de madera sustituyó a los suelos de tierra y delante del santuario principal se añadió una zona separada destinadaal culto de los seglares.
ARTE FUJIWARA
En el periodo Fujiwara se extendió la secta de la Tierra Pura, que ofrecía una salvación fácil por medio de la fe en Amida (el Buda del paraíso occidental). No se necesitaba nada más: ni templos, ni monasterios, ni rituales, ni clero. Paralelamente, entre la nobleza de Kioto se desarrollaba una sociedad refinada y entregada al cultivo de una estética elegante. Su mundo era tan seguro y tan bello que no podían concebir que el paraíso fuera muy distinto. El salón de Amida, que aglutinaba lo profano con lo religioso, cuenta con alguna imagen de Buda en el interior de una construcción que parece una mansión noble.
El ejemplo más característico de los salones Amida de la era Fujiwara es el Ho-o-do (salón del Fénix, terminado en 1053) del templo Byodo-in, en Uji, al sureste de Kioto. Está formado por una estructura principal rectangular flanqueada por dos corredores laterales y uno trasero situado al borde de un gran estanque. Dentro, en una plataforma elevada, hay una imagen dorada de Amida (c. 1053), realizada por Jocho, responsable de la aplicación de un nuevo canon de proporciones y una nueva técnica (yosegi) consistente en múltiples piezas de madera esculpidas a modo de conchas y unidas desde el interior. En las paredes del salón hay pequeños relieves que representan a los seres celestiales que según la creencia acompañaban a Amida cuando bajaba del paraíso occidental para recoger a las almas de los creyentes en el momento de su muerte y transportarlas en capullos de loto al paraíso. En las puertas de madera hay representaciones pictóricas del Raigo (descendimiento del Buda Amida) con paisajes de los alrededores de Kioto, que constituyen una muestra temprana del Yamato-e, estilo decorativo e ilustrativo que se desarrolló en ese periodo.
Durante el último siglo del periodo Heian empezaron a destacar los emaki, rollos horizontales que narraban historias ilustradas. Uno de los ejemplos más importantes de la pintura japonesa es La historia de Genji, que data de hacia 1130, donde se ilustra una historia escrita hacia el año 1000 por Murasaki Shikibu, dama de honor de la emperatriz Akiko, en la que cuenta la vida y amores del príncipe Genji y describe el mundo de la corte Heian después de su muerte. Los artistas del siglo XII que realizaron la versión emaki idearon un sistema de convenciones pictóricas que sirven para transmitir visualmente el contenido emocional de cada escena. 
ARTE KAMAKURA
En 1180 estalló la guerra civil, la Guerra Gempei entre dos clanes militares, los Taira y los Minamoto; cinco años más tarde, Minamoto Yorimoto, a la cabeza de su facción, conseguía la victoria y establecía su gobierno en el pueblo costero de Kamakura, donde permaneció hasta 1333. Con el traspaso de poderes de la nobleza a la clase guerrera, el arte debía ponerse al servicio de un público nuevo: los soldados, los hombres dedicados a las técnicas y oficios relacionados con la guerra, los sacerdotes encargados de difundir el budismo entre los plebeyos iletrados y también a los miembros más conservadores de la sociedad, entre los que se hallaba la nobleza y algunos religiosos que lamentaban el debilitamiento del poder de la corte. Todas estas circunstancias confluyeron en el arte del periodo Kamakura, que se caracteriza por su mezcla de realismo, tendencia hacia lo popular y resurgimiento de lo clásico.
ESCULTURA
Un estilo de escultura más realista y dinámico fue creado por la escuela de Kei, especialmente por Unkei, cuya factura queda patente en los dos guardianes (1203) de la gran puerta sur del Todai-ji de Nara. Estas estatuas, de unos 8 m de altura, fueron talladas en numerosos bloques durante un periodo de tres meses, hecho que indica que existía un taller de artesanos que trabajaban a las órdenes de un maestro escultor. La técnica de los bloques múltiples permitía construir grandes estatuas sin peligro de resquebrajamiento de la madera. Entre las obras más realistas de la época destacan las esculturas de madera policromada de Unkei (1208, Kofuku-ji, Nara) que representan a los dos sabios indios Muchaku y Seshin, legendarios fundadores de la secta Hosso y que, como es habitual en la obra de este artista, son imágenes muy singulares y de gran credibilidad.
CALIGRAFÍA Y PINTURA
El Kegon Engi Emaki (historia ilustrada de la fundación de la secta Kegon) es un excelente ejemplo de la tendencia de la pintura Kamakura hacia lo popular. La secta Kegon, una de las más importantes del periodo Nara, atravesó momentos difíciles durante el dominio de las sectas de la Tierra Pura. Resurgió después de la Guerra Gempei (1180-1185) gracias al sacerdote Myo-e del Kozan-ji, quien pretendía además crear un refugio para las viudas de guerra. Los conocimientos de las esposas de los samurái, aún siendo nobles, se limitaban al silabario nativo para la transcripción de sonidos e ideas y la mayoría de ellas tenían dificultades con los textos que empleaban ideogramas chinos. Por ello, el Kegon Engi Emaki es una combinación de textos, escritos con la mayor cantidad posible de sílabas de fácil lectura, y de ilustraciones en las que los diálogos entre los personajes están escritos al lado del orador, siguiendo una técnica comparable a las tiras cómicas de hoy. Narra las vidas de los dos sacerdotes coreanos fundadores de la secta con una trama ágil, llena de hechos fantásticos, como un viaje al palacio del rey del Océano, y una desgarradora historia de amor. Una obra que sirve de ejemplo al estilo más conservador es la versión ilustrada del diario de Murasaki Shikibu. Aún se seguían haciendo versiones emaki de su novela, pero la nobleza, que aunque adaptada al nuevo interés por el realismo sentía nostalgia por las pasadas épocas de riqueza y poder, recuperó el diario y lo ilustró para hacer revivir el esplendor de los tiempos de la autora. 
ARTE MUROMACHI
Durante el periodo Muromachi (1333-1568), llamado también periodo Ashikaga por ser éste el nombre del clan militar gobernante, se operó un profundo cambio en la cultura japonesa. El clan se hizo cargo del sogunado y volvió a instalar la sede del gobierno en la capital, en el distrito de Muromachi de Kioto, lo que significó el final de las tendencias populares del periodo Kamakura y la adopción de formas culturales de expresión más aristocráticas y elitistas. El budismo Zen, la secta Ch'an, que según la tradición fue fundada en China en el siglo VI, se introdujo en el Japón por segunda vez, y allí arraigó.
PINTURA
Con las expediciones seglares y las misiones comerciales a China organizadas por los templos Zen, se incrementó en el Japón la importación de pinturas y objetos de arte chinos, que ejercieron una profunda influencia sobre los artistas japoneses que trabajaban para los templos Zen y para el sogunado, no sólo en lo relativo a los temas, sino en el uso del color, que pasó de la brillantez del estilo Yamato-e a los tonos monocromos característicos de la escuela china. Un ejemplo típico de la pintura primitiva Muromachi es la obra del sacerdote-pintor Kao (activo a principios del siglo XV) en la que representa al legendario monje Kensu (Hsien-tzu en chino) en el momento de su iluminación. Este tipo de pintura se realizaba con pinceladas rápidas y un mínimo de detalles. 
Los artistas más destacados del periodo Muromachi fueron los sacerdotes-pintores Shubun y Sesshu. En su obra Un sabio leyendo en una ermita en un bosque de bambúes (1446, Museo Nacional de Tokio) Shubun, monje en el Shokoku-ji de Kioto, crea un paisaje realista y una asombrosa sensación de profundidad. Sesshu, a diferencia de la mayoría de los artistas del periodo, pudo viajar a China y estudiar la pintura de ese país de las fuentes originales. Una de sus obras más notables es el Paisaje de las cuatro estaciones (Colección Mori, Yamaguchi) en la que representa un paisaje continuado a lo largo de las cuatro estaciones.
ARQUITECTURA
Otra innovación importante de la época es la ceremonia del té y el lugar donde se celebraba; su finalidad era pasar el tiempo con los amigos amantes delas artes, liberando la mente de las preocupaciones de la vida cotidiana y tomar un té cuidadosamente preparado y servido con refinamiento y gusto exquisito en un precioso cuenco. Para las casas de té se adoptó la estética aparentemente simple de las viviendas rurales, dando preferencia a materiales naturales, como troncos de árboles para los muros exteriores y los tejidos de paja para las divisiones interiores.

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