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LA_TIERRA_PURIFICADA_POR_EL_FUEGO,_UN_NUEVO_EVENTO_DE_EXTINCIÓN

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LA TIERRA PURIFICADA POR EL FUEGO: 
 
¿UN NUEVO EVENTO DE EXTINCIÓN? 
 
Por Pedro Abelló 
 
Excelente artículo que explica la carta de San Pedro (2 Pedro 3, 10-14) que la Tierra será purificada 
por el fuego. Es la eliminación del mal y perversion entre los hombres y luego el Reinado de Cristo 
en los Nuevos Cielos (plural) y nueva Tierra. Son acontecimientos que, podrían darse en nuestro 
tiempo? 
 
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande 
estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán 
quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en 
santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el 
cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la 
justicia” (2 Pedro, 3: 10-13) 
 
A lo largo de la vida de la Tierra se han producido diversos eventos de extinción, es decir, grandes 
catástrofes que han supuesto la desaparición de la mayor parte de la vida existente en ese 
momento. Tanto la ciencia como los mitos y leyendas y, por supuesto, la Biblia, nos hablan de tales 
eventos. 
La ciencia nos ha relatado el ya sobradamente conocido evento de la extinción masiva del 
Cretácico-Paleógeno, que supuso la desaparición de tres cuartas partes de las especies animales y 
vegetales, respetando solamente a los pequeños animales (de peso inferior a 25 kilos) que fueron 
los predecesores de las especies que conocemos hoy. 
 
Los mitos y leyendas de todos los continentes nos hablan de eventos de ese tipo mucho más 
recientes. La epopeya sumeria de Gilgamesh, el mito azteca de Coxcoxtli, el Popol Vuh de los 
mayas, antiguas leyendas chinas, tradiciones orales griegas recogidas por Hesíodo, todo ello nos 
habla de un gran cataclismo geológico, un gran diluvio o inundación que destruyó la humanidad 
antes de nuestro tiempo, dejando unos pocos supervivientes que iniciaron nuestra actual 
humanidad. 
 
Mucho más conocida que las anteriores, encontramos la leyenda egipcia de la Atlántida, 
transmitida por Platón en el Timeo, que nos habla de una gran civilización guerrera y 
conquistadora destruida también por una gran inundación. 
 
Y, por supuesto, el diluvio universal relatado en la Biblia, que exterminó “toda carne que tiene 
hálito de vida bajo el cielo”, excepto el pequeño número de los que se refugiaron en el Arca. 
 
Podemos pensar que se trata “únicamente” de leyendas, pero el hecho de que los mismos relatos 
se encuentren, en términos prácticamente idénticos, en todos los continentes y todas las culturas, 
nos invita a pensar que esos mitos y leyendas son el recuerdo de acontecimientos reales sucedidos 
antes de “nuestra” historia. 
 
Si los asumimos de ese modo, cabe que nos preguntemos si tales acontecimientos se deben al 
puro azar, si son el resultado de leyes de la naturaleza desconocidas hasta el momento, o si son 
la consecuencia de la acción de una Voluntad divina. 
 
El hombre postmoderno, que sólo cree en lo que puede ser objeto de experimentación, puede 
admitir las dos primeras explicaciones, pero nunca la tercera. Los creyentes, o al menos algunos de 
ellos, podrán defender, por el contrario, la tercera hipótesis. A este respecto me parece interesante 
escuchar la explicación que ofrecen para esos acontecimientos algunas de las fuentes indicadas 
más arriba. 
 
El Popol Vuh relata un pavoroso diluvio desencadenado por la ira divina contra sus criaturas, caídas 
en desgracia porque “no se acordaron de su Creador”. 
 
Las antiguas tradiciones chinas hablan del caos creado en el universo por “la rebelión de los 
hombres contra los dioses supremos”. 
 
Refiriéndose a la destrucción de la Atlántida, el Timeo de Platón refiere que, “cuando se agotó en 
los hombres el carácter divino (…) y preponderó la parte humana, (…) se corrompieron, (…) porque 
estaban llenos de injusta soberbia y de poder. Zeus entonces tomó la decisión de castigarlos para 
que fueran más ordenados y lograran la prudencia”. 
 
Finalmente, según el relato bíblico sobre el diluvio universal, “Dios miró a la Tierra, y he aquí que 
estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la Tierra. Dijo, pues, Dios a 
Noé: ‘He decidido acabar con toda carne, porque la Tierra está llena de violencias por culpa de 
ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la Tierra”. 
 
Criaturas que olvidan a su Creador, que se rebelan contra los dioses, que se corrompen y se 
llenan de soberbia y afán de poder, cuya conducta es viciosa y llena de violencias… Y el Creador 
decide por ello castigarlos mediante el exterminio, salvando únicamente a un pequeño 
remanente que dará inicio a una nueva humanidad. 
 
Parece, por lo visto, que, en lo que se refiere a mitos, leyendas y relatos bíblicos, existe unanimidad 
en el planteamiento: la extinción es una acción de la Voluntad divina, no un producto del azar ni 
de las leyes físicas (aunque, evidentemente, éstas pueden ser utilizadas por el Creador para su 
propósito), sino un castigo debido al olvido del origen y a la degradación moral de los hombres. 
 
¿Y respecto a la extinción del Cretácico-Paleógeno? Es evidente que entonces no había hombres, 
por lo que no puede ser aplicable en ese caso el mismo razonamiento. Sin embargo… La ciencia 
admite cada vez en mayor medida lo que llama “diseño inteligente”, en contraste con el 
materialismo radical que achaca todo al azar. La ciencia ha descubierto que la Tierra ha sido 
preparada para el hombre de una forma tan exquisita, en condiciones tan extremadamente 
calculadas, que las posibilidades de que se hayan dado por azar son totalmente despreciables, 
puesto que su probabilidad en términos estadísticos es prácticamente nula. Tales condiciones han 
tenido que ser buscadas con la finalidad de albergar la vida humana. Y la extinción del Cretácico-
Paleógeno forma parte de ese delicado proceso de preparación de la Tierra y de sus especies 
animales y vegetales para recibir al hombre. Es, también, resultado de un acto de la Voluntad 
divina. 
 
Y si volvemos a ese cuadro descrito más arriba, olvido del origen, rebelión, corrupción, soberbia, 
afán de poder, vicio, violencia… ¿no está acaso describiendo con precisión el mundo en el que 
vivimos? 
 
¿Acaso el hombre no ha olvidado hoy a su Creador? ¿Acaso no se ha rebelado contra Él, 
pretendiendo establecer por sí mismo el bien y el mal sobre la base de su propia voluntad, de sus 
propios deseos? ¿Acaso tal olvido y rebeldía no son la manifestación de una soberbia sin medida? 
¿Y acaso tal olvido, tal rebelión y tal soberbia no han llenado el mundo de corrupción, afán de 
poder, vicio, violencia…? 
 
El hombre ha decidido librarse de Dios para ocupar su lugar, haciéndose dios a sí mismo y 
rehaciendo la Creación de Dios mediante su inversión satánica: frente al Dios de la vida, el 
hombre ha ‘creado’ la cultura de la muerte con el aborto, la eutanasia, la esterilización, la 
anticoncepción… Frente al hombre creado por Dios varón y mujer, el hombre ha ‘creado’ la 
multiplicidad de sexos y su ‘intercambiabilidad’. Frente a la ley moral de Dios, el hombre dice: “el 
pecado no existe, todo es admisible, todo lo que el hombre pueda desear es legítimo”. Frente al 
“pobre de quien escandalizare a uno de estos pequeños…”, el hombre sexualiza a los niños y 
pretende legitimar la pederastia. Dios dice: “multiplicaos y llenad la Tierra”, pero el hombre 
legitima las uniones estériles… 
 
En su soberbia desmedida, el hombre ha llegado finalmente al límite de pretender arrebatar a Dios 
su condición de Creador, pero como no puede crear de la nada, se lanza a “crear” un hombre 
nuevo, mezcla de carne, sangre y tecnología, controlado por implantes que ‘sustituyen’su mente y 
su alma, el hombre ‘transhumano’, el hombre ‘más allá de la humanidad’, sólo que más allá de la 
humanidad, en esa dirección, sólo está el infierno. 
 
Y no satisfecho todavía, pretende crear ‘humanos’ en úteros artificiales, monstruos con aspecto 
humano y sin alma, el extremo límite de la aberración. 
Si lo que hemos visto más arriba con relación a los mitos y leyendas establece una ‘pauta de 
conducta divina’, ¿podemos esperar que Dios permita mucho tiempo más esta corrupción de su 
criatura sin decidir exterminarla mediante un nuevo evento de extinción? 
 
En su segunda carta (citada al inicio de este escrito), ¿no está San Pedro narrando precisamente un 
evento de estas características? Alguien podría decir que el apóstol se refiere en esa carta al fin del 
mundo, pero el texto es claro: “esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la 
justicia”, es decir, “esperamos un nuevo inicio en el que finalmente reine la justicia”. Y el mismo 
apóstol advierte, en la misma carta: 
 
“en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que 
proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en 
agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma 
palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 
Pedro, 3: 5-7) 
 
Por lo tanto, y como medida de razonable prudencia, haríamos bien en meditar sobre el consejo 
del apóstol: 
 
“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y 
piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios…” 
 
Andar en santa y piadosa manera de vivir, mediante la conversión, la penitencia, el sacrificio, la 
oración, los sacramentos, es la única forma de entrar en la NUEVA ARCA incombustible que puede 
atravesar el fuego del día de Dios: MARÍA SANTÍSIMA. 
 
COMENTARIO: 
Recordemos el evento profetizado en Garabandal de un gran CASTIGO por el fuego (así lo 
describieron las niñas videntes que lo vieron en la “2da. Noche de los Gritos”), acontecimiento de 
origen Divino y en su momento condicionado a la conversión del mundo después de dos grandes 
acontecimientos previos, el Aviso Universal y el gran Milagro, que serán dos grandes 
oportunidades que nos va a dar el Cielo para que el mundo se convierta. 
 
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