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ESCUELA DE PSICOLOGÍA
Curso: Ética y Psicología
Ensayo Ética y Psicología
Elaborado por:
Silvia Aragón
Rodrigo Arias
La ausencia del sentir: Reflexiones en torno a la atención psicológica en el ámbito de la salud
Ana se encuentra recostada en la camilla del hospital, hace un día fue intervenida quirúrgicamente tras una lesión en el cráneo a causa de un accidente automovilístico, ella recibe la visita de una especialista quien le aplicara una prueba cognitiva para poder identificar algún daño cerebral que se traduzca en problemas en las capacidades cognitivas y motoras. Ana se siente indispuesta para realizar la prueba, pero al mismo tiempo se siente presionada, tantas preocupaciones y miedos se albergan en su interior. Cuando sucedió el accidente se encontraba con su madre y su sobrina. A partir de este caso planteamos algunas preguntas que enmarcan la reflexión en el ámbito de la ética, y más precisamente dentro de la bioética, las cuáles exploraremos en el siguiente ensayo, y planteamos algunas preguntas ¿Cómo es que la atención a personas, tanto desde la medicina como desde la psicología, centró la atención de las personas (principalmente centrada en el cuerpo orgánico) escindida del cuidado emocional? Así mismo partiendo de los aportes de la filosofía profundizaremos en la importancia de la subjetividad y el diálogo intersubjetivo en la relación médico-paciente y psicólogo-persona a partir del análisis del posconvencionalismo moral. Finalmente partiendo de la Psicología Humanista se presentan algunas reflexiones y aportes desde una “atención humanizada” orientada en la persona.
Al analizar el valor del posconvencionalismo moral como una manera de abrir nuevos horizontes hacia una intersubjetividad más humana en la relación psicólogo-paciente, partimos por reconocer los aportes de Husserl (s/f) quien da ciertas luces al respecto en su ensayo Kaizou: Renovación del hombre y de la ciencia. Solo se puede llegar a un trabajo eficiente y liberador si logramos volver racional la fe para trascender la mera emotividad, así es como Husserl concibe que se mueven montañas.
Husserl propone que para llegar a una ciencia del espíritu social se requiere racionalizar teniendo en cuenta las bases aprióricas de la condición racional humana, y se debe juzgar teniendo en cuenta esas bases, no se le puede juzgar de la misma forma en que se juzga un objeto inorgánico dentro del mundo. Al estudiar la naturaleza se suele hacerlo exteriormente y sólo se entiende en su sentido espacio-temporal externo. En contraste, en las ciencias del espíritu la forma espacio temporal posee mucha mayor individualidad e intimidad en la medida en que posee leyes aprióricas reconocidas por cada individuo en sí mismo, y que no pueden ser explicadas aprióricamente por una racionalidad exógena. (Husserl, s/f: p. 19). Es decir la condición humana tendría que ser comprendida desde “una ciencia del espíritu social” reconociendo la individualidad propia de cada ser, superando un acercamiento de lo humano como “objeto inorgánico” propia del modelo de las ciencias naturales. 
Hay en la etapa posconvencional de Kohlberg una superación de los esquemas morales habituales y un intento de llegar a una moral universal (Medina-Vicent, 2016) que, en términos Husserlianos sería de carácter más apriórica y más cercana al trato del paciente como un ser orgánico y no tan ligado a lo que Husserl considera una suerte de tecno-ciencia. La pregunta que cabe plantearnos es: ¿cómo llegar a esa moral posconvencional, cómo volverla objetiva y, sobre todo, cómo aplicarla eficientemente en el trato de psicólogo paciente sin perder de vista los cánones de la ciencia? 
Todas estas respuestas pueden ser encontradas en el estudio mismo de las humanidades y, sobre todo, de las disciplinas históricas. El estudio de la historia y la comprensión de diversas líneas temporales en diversas culturas permiten ubicar al paciente bajo una perspectiva mucho más enriquecedora y compleja, pero al mismo tiempo permite ubicar la atención paciente en perspectiva como un modelo cambiante y dinámico.
Según Garzón (2011) Aunque la objetivación del paciente como ser inorgánico encuentra sus raíces en épocas previas, en el siglo XX se desarrolla una medicina masificada con el predominio de productos farmacéuticos, una mayor tecnificación y la superación de la “pura relación médico paciente”, como consecuencia se han cometido numerosos errores, que trajo como consecuencia una “relación objetivante” en la atención, donde uno de las dos personas que integra la relación convierte al otro en objeto, y donde “el otro queda entonces reducido a ser cosa, realidad exterior carente de libertad personal y de fines propios” (Garzón, 2011: p. 8). Como señalan Mejía y Romero (2017), históricamente prevaleció un modelo biomédico de atención, sin embargo con el desarrollo de la ética médica y la bioética en particular, se espera que el especialista en salud se centre en el ser humano como totalidad, estableciendo una comunicación adecuada, para construir una relación horizontal entre dos personas. El caso presentado nos devela la importancia de una comunicación basada en la escucha, la empatía de las necesidades de la persona, 
De ahí la necesidad de un modelo humanizador, donde se reconoce e incluye la subjetividad de la persona enferma, este cambio como señala Garzón (2011) intenta recuperar el poder de la palabra como factor terapéutico, en este aspecto el modelo psicoanalítico de Freud ha contribuido profundamente, al introducir a la persona en medicina y señalar la importancia de la relación médico paciente, dando importancia a la transferencia como “ la intensa emoción afectiva del enfermo hacia el médico durante el tratamiento” (Garzón, 2011: p.15).
Por otra parte, la comprensión del mythos abre, bajo una epistemia jungiana, muchas puertas con respecto a zonas oscuras y abstractas (más no por eso necesariamente menos reales) de la mente humana. Esta nueva visión humanizada y enriquecida le otorgaría al psicólogo un entendimiento más integral y orgánico del paciente y le evitaría caer en un trato estrictamente técnico, lo cual puede generar detrimento en la calidad del tratamiento en cuestión. 
Si lo que se busca es un posconvencionalismo para una nueva moral en el trato del paciente, es menester, como se argumentó anteriormente, el conocimiento humanístico ya mencionado y la curiosidad intelectual hacia ámbitos que trasciendan el ámbito puramente técnico-psicológico. De ahí que la Psicología humanista como tercera fuerza dentro de los enfoques de la Psicología (Villegas, 1986) ofrezca valiosos aportes, al reconocer la libertad, autonomía, totalidad y dignidad humana, proponiendo una terapia dialogal, basado en el intercambio y diálogo intersubejtivo, una atención “centrada en la persona” en palabras de Karl Rogers, donde la terapia se orienta hacia la experiencia del cliente en particular hacia el plano de sus emociones, una aproximación no coercitiva, donde el mundo interno del terapeuta se pone a disposición de la persona. (Artiles et al. 1995). 
Sin embargo es importante señalar, que desde una mirada centrada en lo humano, no se busca caer en una dicotomía entre lo “científico” y lo “humanista”, sino más bien como señala Grauman (1981), la psicología debe apuntar a generar mediaciones entre ambas formas de conocimiento, “la psicología debe ser humana en toda su amplitud y profundidad. Debe ser una psicología basada en cl estudio científico de la persona en situación” (Citado por Villegas, 1986). Es decir se apunta a superar una visión de la psicología que contrasta algunos aspectos del rigor de la ciencia científica, (como es el caso de la psicología humanista), para pensar más bien en una psicología humana.
La discusión del tema se complejiza, si se toman en consideración dimensiones como el género y la dimensión cultural de la persona, aspectos que también podrían tomarse en cuenta en la relación de atención de la persona, 
Bibligrafía:
1. Artiles, M., Martín R., Kappel J.,Poliak J., Rebagliati P., Sánchez., A. (1995). Rogers y el enfoque centrado en la persona. En: Psicología: Aportes y orientaciones. Fundación Universidad a distancia "Hernandarias".
2. Garzón, F.G. (2011). La relación médico-enfermo en el cuadro de las relaciones interpersonales. Congreso Internacional de la Asociación Española de Ética y Filosofía Política (AEEFP). Donostia-San Sebastián. 
3. Husserl, E. (s/f) Kaizou: Renovación del hombre y de la ciencia.
4. Medina-Vicent (2016). La ética del cuidado y Carol Gilligan: una crítica a la teoría del desarrollo moral de Kohlberg para la definición de un nivel moral postconvencional contextualita. Daimon. Revista Internacional de Filosofía, nº 67, 2016, 83-98. Recuperado en: http://dx.doi.org/10.6018/daimon/199701.
5. Mejia, A. y Romero H. (2017) Doctor-patient relationship: the development of a new medical culture. México: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 
Recuperado en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1684-18242017000700016
6. Villegas, M. (1986). La Psicología Humanista: Historia, concepto y método. Universidad de Barcelona. Anuario de Psicología. Núm. 34-1986 (1).
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