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Adolfo J. Domínguez Monedero La Macedonia de Filipo II: la creación de un imperio “Con estas cualidades el padre echó los cimientos de un imperio universal y el hijo completó la gloria de toda esta obra” (Justino, IX, 8, 21). “Se piensa que Filipo se hizo valer porque, habiendo recibido las mínimas condiciones para la monarquía, en cambio llegó a poseer el mayor de los imperios entre los griegos, y por incrementar su poder no tanto por su valentía en las armas como por su conducta y amabilidad en las negociaciones. Afirman que el propio Filipo se enorgullecía más por su sagacidad militar y por sus aciertos mediante el trato que por su valor en los combates; porque de los éxitos en los combates participaban todos los soldados, pero de los aciertos que se producían mediante la negociación sólo él obtenía el título” (Diodoro, XVI, 95, 3-4). Sobre si los macedonios eran o no griegos: un debate interesado desde la Antigüedad Moneda de Alejandro I. 498-454 a.C. “Por otra parte, que estos descendientes de Perdicas son griegos, como ellos mismos pretenden, yo personalmente me hallo en condiciones de afirmarlo y, de hecho, en posteriores capítulos lo demostraré; además, los propios Helanódicas, que supervisan los juegos olímpicos, determinaron que así era. En efecto, en cierta ocasión en que Alejandro se decidió a tomar parte en la competición y, con ese propósito, bajó a la pista, los griegos que iban a competir con él en la carrera pretendieron excluirlo de la misma, alegando que la prueba no estaba abierta a participantes bárbaros, sino reservada a griegos. Sin embargo, una vez que Alejandro hubo demostrado que era argivo, se dictaminó que era griego y disputó la carrera del estadio, en la que llegó igualado con el primero” (Heródoto, V, 22). Necrópolis de Archontiko. 2ª mitad del s. VI a.C. Moneda de Arquelao. 413-399 a.C. “Estos macedonios, no estando en condiciones de defenderse ante el ataque de un gran ejército, se refugiaron en los lugares protegidos y en las plazas fuertes que había en el país. Y estas entonces no eran muchas, sino que más tarde, cuando fue rey Arquelao, el hijo de Perdicas, mandó construir las que ahora se encuentran en el país a la vez que abrió caminos rectos y, entre otras cosas, organizó sus fuerzas para la guerra con mayor número de caballos, armas y recursos que el que tuvieron juntos los otros ocho reyes que le habían precedido” (Tucídides, II, 100, 1-2). “Este Arquelao fue un tan grande y exagerado admirador de las letras, que confiaba todas sus decisiones al trágico Eurípides: no satisfecho con tributarle los últimos honores sufragando el funeral, se cortó los cabellos y su rostro reflejaba la profunda aflicción que le embargaba el ánimo. También cuando logró la victoria de la carrera de cuadrigas en los Juegos Píticos y en los Olímpicos, mostrando más el espíritu de un griego que el de un rey, hizo alarde de aquel título de gloria” (Solino, IX, 15-16). El príncipe no destinado a reinar (nacido en 390) (nacido en 384) (nacido en 383/2) “Alejandro (II), pues, en los primeros comienzos de su reinado terminó la guerra con los ilirios por un precio acordado y les dio a su hermano Filipo como rehén. Transcurrido un tiempo, concluye también la paz con los tebanos por medio del mismo rehén” (Justino, VII, 5, 2). La aparición en escena del joven Filipo “Cuando Amintas fue derrotado por los ilirios y obligado a pagar tributos a los vencedores, los ilirios apresaron como garantía a Filipo, el más joven de los hijos de Amintas, y lo confiaron a los tebanos” (Diodoro, XVI, 2, 2). “(Pelópidas) penetró luego en Macedonia, donde concluyó una alianza con Alejandro, rey de los macedonios; de él recibió como rehén a su hermano Filipo, al que envió a Tebas” (Diodoro, XV, 67, 4). Filipo aprovecha su estancia como rehén en Tebas “Esto desarrolló al máximo el natural egregio de Filipo, pues habiendo permanecido en Tebas como rehén tres años, terminó su aprendizaje infantil en una ciudad de antigua severidad y en casa de Epaminondas, gran filósofo y gran general” (Justino, VII, 5, 3). “Los tebanos entregaron a su vez al muchacho al padre de Epaminondas y le encomendaron que custodiase con esmero al rehén y que, al mismo tiempo, dirigiese su crianza y educación. Al tener Epaminondas como maestro a un filósofo de la escuela pitagórica, Filipo, que se educaba en su compañía, participó en gran manera de la filosofía pitagórica” (Diodoro, XVI, 2, 3). “Tras llegar y resolver las diferencias y hacer volver a los exiliados, (Pelópidas) tomó como rehén a Filipo, hermano del rey, y a otros treinta hijos de los ciudadanos más ilustres y los llevó a Tebas, haciendo ver a los griegos cuán lejos llegaba la capacidad de acción de los tebanos gracias al renombre de su poder y a la confianza en su sentido de la justicia. Este Filipo era el que después hizo a los griegos la guerra ‘de la libertad’, pero entonces, cuando era un niño, vivía en Tebas en casa de Pammenes. A raíz de esto (algunos) pensaron que tomó a Epaminondas por modelo, tal vez teniendo en consideración su energía en asuntos de guerra y mando militar” (Plutarco, Pelópidas, 26, 5-7). “Y no mucho después murió Alejandro víctima de las intrigas de su madre Eurídice, a la que Amintas, después de haberla sorprendido en su infidelidad, había perdonado a causa de los hijos comunes, sin saber que un día ella sería fatal para éstos” (Justino, VII, 5, 4-5). “... esta es una danza macedonia que Tolomeo estaba ejecutando cuando asesinó a Alejandro, el hermano de Filipo, como cuenta Marsias en el libro III de su Historia de Macedonia” (Ateneo, Deipnosofistas, XIV, 27). Moneda de Alejandro II. 369-367 a.C. La llamada “Tumba de Eurídice” “Pero a él [Alejandro II] lo asesinó Tolomeo de Aloro, quien se apoderó del trono y a éste lo eliminó, de idéntica manera, Perdicas y se hizo rey” (Diodoro, XVI, 2, 4). Moneda de Perdicas III. 365-359 a.C. Filipo colabora con su hermano “'¡Como si la gente no supiera que fue gracias a Platón como consiguió empezar a reinar Filipo! En efecto, a Eufreo de Oreo se lo envió a Perdicas Platón, quien convenció a aquel de que le asignase una parte de territorio a Filipo. Este mantenía tropas allí, y cuando murió Perdicas, como tenía un ejército listo para actuar, se hizo dueño de la situación por la fuerza’” (Ateneo, Deipnosofistas, XI, 115). Platón “Perdicas fue vencido por los ilirios en una gran batalla y cayó en la acción [...]. En efecto, en la batalla habían caído más de cuatro mil macedonios y los demás, consternados, se encontraban muy espantados ante las fuerzas de los ilirios y estaban sin ánimos para continuar la guerra. Y simultáneamente los peonios, que vivían cerca de Macedonia, saqueaban el territorio menospreciando a los macedonios, los ilirios acumulaban fuerzas y se disponían a marchar contra Macedonia, mientras cierto Pausanias, que tenía parentesco con la familia real, se proponía con la ayuda del rey de los tracios hacerse con el trono de Macedonia. De igual manera los atenienses, hostiles con Filipo, volvían a traer al trono a Argeo y enviaron a Mantias como general con tres mil hoplitas y una fuerza naval considerable” (Diodoro, XVI, 2, 4-6). El desastre ... y la oportunidad para Filipo “Los macedonios, debido a la derrota en la batalla y a la multitud de peligros que se les venían encima, se encontraron en una enorme dificultad. Pero a pesar de los temores y peligros tan enormes que amenazaban, Filipo no se espantó ante la magnitud de las desgracias que se esperaban, sino que reunía a los macedonios en continuas asambleas y, exhortándolos al valor con la habilidad de su palabra, los hizo animosos; tras reorganizar los destacamentos militares de la mejor manera y equipar convenientemente a los hombres con armas de guerra, hacía incesantes maniobras con armas y ejercicios propios del combate. Ideó también la solidez y equipamiento de la falange, imitando la marcha con los escudos apretados de los héroes en Troya, y fue el primero que formó lafalange macedónica” (Diodoro, XVI, 3, 1-2). Llega la hora de Filipo Sarisa. Madera de cornejo. Desde 12 codos (5,3 m.), hasta alcanzar los 14 (6,5 m.) y los 16 (7,4 m.). Escudo. De tamaño menor que el escudo habitual del hoplita griego. “Cuando su formación se aprieta para entrar en liza, cada hombre con sus armas ocupa un espacio de tres pies de ancho; la longitud de las sarisas, según su diseño primitivo, fue de dieciséis codos (=7,4 m.), pero, adaptada a las necesidades actuales, es de catorce (6,5 m.) [...] De ahí se puede ver fácilmente la potencia de ataque, la fuerza que, naturalmente, tiene la falange a dieciséis hileras de profundidad. Los que están detrás de la quinta hilera no pueden intervenir directamente en la embestida, por lo que no levantan las picas contra el adversario: las llevan sobre los hombros para asegurar por arriba el conjunto de la formación [...] Y estos, por la presión de sus cuerpos en la arremetida empujan violentamente a los precedentes y hacen duro su ataque; resulta imposible que los de las primeras filas den la media vuelta” (Polibio, XVIII, 29-30). Friso de la tumba de Agios Athanasios. 325-300 a.C. Resultados inmediatos de la reforma: - Concesión de la autonomía a Anfípolis. - Acuerdos de paz con los peonios a cambio de dinero y posterior derrota de los mismos. - Derrota de los mercenarios atenienses y acuerdos con Atenas. - Aplastante victoria sobre los ilirios: “Tras mantenerse la persecución durante una distancia considerable y resultar muchos muertos en su huida, y convocar Filipo a los macedonios con la trompeta y erigir un trofeo de la victoria, enterró a sus propios muertos, mientras que los ilirios obtuvieron la paz cuando enviaron embajadores y se retiraron de todas las ciudades macedonias. Pero más de siete mil ilirios resultaron muertos en esta batalla” (Diodoro, XVI, 4, 7). ¿Filipo, el heredero legítimo? “Filipo actuó mucho tiempo no como rey, sino como tutor del pequeño. Pero cuando amenazaban guerras más peligrosas y se retrasaba la ayuda, si se esperaba de un niño, empujado por el pueblo, se hizo cargo del reino” (Justino, VII, 5, 9-10). “Entonces se le pusieron delante (a Alejandro Magno) Parmenión y Filotas, Amintas, su primo hermano, su madrastra y sus hermanos, asesinados, y Átalo, Euríloco, Pausanias, y otros nobles de Macedonia, hechos desaparecer” (Justino, XII, 6, 14). “Cinna, hija de Filipo, se ejercitaba en la guerra, conducía ejércitos y se enfrentaba a los enemigos [...] y habiéndose casado con Amintas, el hijo de Perdicas, aunque lo perdió pronto, no soportó casarse por segunda vez, y a la única hija que tenia de Amintas, Eurídice, también a ella la ejercitó en la guerra” (Polieno, Estratagemas, VIII, 60). Control sobre toda Macedonia. Los Pajes Reales “Existía una tradición, que se remontaba a los tiempos de Filipo por la cual los hijos de los macedonios ricos e influyentes, al llegar a la adolescencia eran seleccionados para pasar al servicio del Rey. Implicaba este servicio, a más de la asistencia a la persona del monarca, actuar de guardia cuando se retiraba a dormir. Acompañaban también al rey cuando este montaba a caballo, haciéndose cargo alguno de ellos del caballo cuando lo traían los palafreneros, y ayudaban al rey a montar al modo persa, siendo sus competidores en las jornadas de cacería” (Arriano, IV, 13, 1). La política matrimonial de Filipo “Pues bien, en el año veintidós de su reinado — según afirma Sátiro en su Vida de Filipo — se casó con la iliria Audata, y tuvo de ella a su hija Cina. Pero también tomó por esposa a Fila, hermana de Derdas y Macatas. Resuelto, por otra parte, a ganarse la amistad del pueblo tesalio, tuvo hijos con dos mujeres tesalias, una de las cuales fue Nicesípolis de Feras, que le dio a su hija Tesalónica, y la otra, Filina de Larisa, de la que tuvo a Arrideo. Adquirió, además, el reino de los molosos, tras desposar a Olimpíade, de la que tuvo a Alejandro y a Cleopatra. Y cuando conquistó Tracia, se llegó a él Cotelas el rey de los tracios, trayendo a su hija Meda y numerosos regalos; y, tras desposarla también a ella, la introdujo en su casa junto a Olimpíade. Pero, después de todas ellas, se casó enamorado con Cleopatra la hermana de Hipóstrato y sobrina de Átalo” (Ateneo, Deipnosofistas, XIII, 5). 359 a.C. Fila 358 a.C. Audata 358 a.C. Filina 357 a.C. Olimpíade 353 a.C. Nicesípolis 339 a.C. Meda 337 a.C. Cleopatra La expansión de horizontes. 357-356. Epiro, Anfípolis, Filipos “Y a Filipo, que acababa de tomar Potidea, le llegaron al mismo tiempo tres noticias: que los ilirios habían sido derrotados por Parmenión en una gran batalla, que uno de sus caballos de carreras había vencido en Olimpia y que había nacido su hijo Alejandro. Filipo se alegró de estas noticias, como es natural, y los adivinos aumentaron más todavía su regocijo al declarar que el niño nacido en conjunción con tres victorias habría de ser invencible” (Plutarco, Alejandro, 3, 8-9). 356 a.C. Otras victorias olímpicas de Filipo “Y es que no mostraba interés por cualquier tipo de fama, viniera de donde viniese, como Filipo, que se vanagloriaba de su habilidad para el discurso, como un sofista, y que hacía grabar en las monedas sus victorias con el carro en Olimpia” (Plutarco, Alejandro, 4, 9). Olimpiada 107, 352 a.C., vencedor en la cuadriga. Olimpiada 108, 348 a.C., vencedor en la biga. La Tercera Guerra Sagrada: la oportunidad para intervenir en Grecia central 356-346 a.C. - 353 a.C. El focidio Onomarco derrota a Filipo en Tesalia. - “Onomarco, tras reunir toda su fuerza, y pensando que se haría dueño de toda Tesalia, acudió rápidamente en auxilio de Licofrón. Y al ponerse en orden de batalla Filipo con los tesalios contra los focidios, Onomarco, aventajándolo por su superioridad numérica, lo derrotó en dos batallas y mató a muchos macedonios” (Diodoro, XVI, 35, 2). - “En esta huida dicen que Filipo, el rey de los macedonios, dijo: ‘no hui, sino que retrocedí como los carneros, para hacer de nuevo más fuerte la embestida’” (Polieno, Estratagemas, II, 38, 2). - 352 a.C. Aplastante victoria de Filipo en la llanura de los campos de azafrán. - “Por eso, cuando acudió a toda prisa Onomarco en su ayuda con veinte mil infantes y quinientos jinetes, Filipo persuadió a los tesalios a preparar la guerra en común y reunió a todos los infantes, más de veinte mil, y a tres mil jinetes. Se produjo un feroz combate y al ser superiores los jinetes tesalios en número y valor, Filipo venció [...] al final murieron más de seis mil focidios y mercenarios, entre ellos el propio general, y no menos de tres mil fueron capturados. Filipo colgó a Onomarco, y los demás fueron arrojados al mar como ladrones de templos” (Diodoro, XVI, 35, 5-6). “Contra este [Onomarco] los tebanos y los tesalios eligen como general no a uno de sus conciudadanos, por temor a no poder soportar su prepotencia si resultaba victorioso, sino a Filipo, rey de Macedonia, y espontáneamente ponen bajo dominio de un extranjero el poder que temieron en los suyos [...] Es increíble cuánta gloria proporcionó esta empresa a Filipo entre todos los pueblos. Se decía que era el vengador de un sacrilegio y el protector de la religión, que él solo se había levantado para exigir un castigo por aquello que debió castigarse con las fuerzas de todo el mundo. Por esto quien había vengado la majestad divina merecía ser considerado casi como los dioses” (Justino, VIII, 2, 1-7), Control de la Confederación tesalia. 352 a.C. El final de la Liga Calcídica. Captura de Olinto. 348 a.C. Demóstenes recapitula la política expansionista de Filipo hasta ese momento. “Primero, tomando Anfípolis, después de eso, Pidna, de nuevo. Potidea, otra vez, Metone, luego pisó el suelo de Tesalia; después de eso, tras haber regulado a su gusto los asuntos de Feras, Págasas, Magnesia y todas las regiones, se marchó a Tracia; luego allí a unos reyes destronó, a otros instauró, hasta que cayó enfermo; de nuevo, en cuanto empezó a mejorar, no declinó haciala molicie, sino que al punto atacó a los olintios. Y paso por alto sus campañas contra los ilirios, los peonios, contra Aribas y contra cualquier otra parte que podría citarse” (Demóstenes, I Olintíaco, 12-13). “Finalmente sobornó con dinero a los que mandaban a los olintios, Eutícrates y Lástenes, y capturó Olinto por la traición de éstos. Después de saquear la ciudad y esclavizar a los habitantes, vendió el botín. Al obrar así se procuró en abundancia mucho dinero para la guerra y aterrorizó también a las demás ciudades que se le oponían” (Diodoro, XVI, 53, 2-3). “Después de la captura de Olinto celebró una fiesta Olímpica en honor de los dioses, en conmemoración de su victoria, y ofreció sacrificios magníficos; y organizó también competiciones espléndidas e invitó a banquetes a muchos extranjeros que estaban presentes. Como durante las comidas trataba con muchos invitados, a muchos regalaba copas en los brindis, concedía regalos a no pocos y hacía con amabilidad grandes promesas a todos, tuvo a muchos deseosos de tener amistad con él” (Diodoro, XVI, 55, 1-2). La paz de Filócrates; el final de la Tercera Guerra Sagrada. 346 a.C. “Mientras suceden estas cosas, llegaron a él unos embajadores de los atenienses para pedir la paz. Después de haberlos oído, también él envió embajadores a Atenas con sus condiciones de paz; y allí se concluye una paz ventajosa para las dos partes” (Justino, VIII, 4, 1-2). “Los focidios, desalentados en sus esperanzas, se entregaron a Filipo. El rey, que sin batalla terminó inesperadamente la guerra sagrada, deliberaba con los beocios y tesalios. Decidió convocar al Consejo de los Anfictiones y encomendarle a él la decisión sobre todos los asuntos. Pareció bien a los miembros del Consejo hacer participar a Filipo y a sus descendientes en la Anfictionía, y que tuviera dos votos, los que antes tenían los vencidos focidios [...] que Filipo, además, celebrara la reunión de los Juegos Píticos [...] Tras eso, Filipo, que había colaborado con los Anfictiones en estas resoluciones y con todos se había mostrado cordial, regresó a Macedonia, después de haber ganado no sólo una reputación de piedad y valor militar, sino también una gran preparación para el engrandecimiento que le iba a sobrevenir” (Diodoro, XVI, 59,3-60,4). Ampliación de horizontes 1: control sobre el Epiro. 342 a.C. “Y no se abstiene de atacar a sus allegados; pues decidió destronar a Arribas, rey del Epiro, unido a su propia esposa Olimpíade por estrechos lazos de parentesco [...] Así pues, cuando hubo llegado a los veinte años, aunque todavía muy joven, le entregó [a Alejandro el Moloso] el reino que había quitado a Arribas, siendo un criminal en ambos casos, porque no respetó el derecho de parentesco en aquél al que había quitado el reino, y a aquél a quien se lo dio lo prostituyó antes de hacerlo rey” (Justino, VIII, 6, 4-8). Ampliación de horizontes 2: campañas al interior de Tracia. 342-341 a.C. “Filipo, para atraer a su favor a las ciudades griegas en Tracia, marchó contra Tracia. Cersobleptes, que era el rey de los tracios, seguía sometiendo a las ciudades del Helesponto que eran vecinas de Tracia, y arrasaba su territorio. Deseando impedir el ataque de los bárbaros, Filipo marchó contra ellos con un gran ejército. Una vez que venció a los tracios en muchas batallas, ordenó a los bárbaros vencidos que pagaran un diezmo a los macedonios, y, además, al fundar él en lugares estratégicos ciudades importantes, hizo cesar a los tracios de su osadía. Por eso las ciudades griegas, liberadas de temor, con mucho celo se adhirieron a la alianza de Filipo” (Diodoro, XVI, 71, 1-2). “El asunto preocupante consiste en los acontecimientos del Quersoneso y en la campaña que, hace ya diez meses, Filipo conduce en Tracia” (Demóstenes, Sobre los asuntos del Quersoneso, 2). * BeroeFilipópolis * Filipos * El río Maritsa (Evros) a su paso por Plovdiv y monumento en honor a Filipo II (2004). “Pero no tienen esos sentimientos respecto de Filipo II lo que ahora hace, a pesar de no sólo no ser griego ni relacionado con los griegos por algún lazo de unión, sino, incluso, ni siquiera bárbaro proce- dente de un lugar que se pueda nombrar, sino un miserable macedonio, oriundo de un país en el que antes ni comprar un esclavo diligente era po- sible” (Demóstenes, Filí- pica III, 31. 341 a.C.). Sitio de Perinto. 340 a.C. Intervención de Artajerjes III Oco. “El asedio estaba durando mucho tiempo, y al haber en la ciudad muchos muertos, no pocos heridos y faltar las provisiones, era inminente la captura de la ciudad. Pero la fortuna no vio con indiferencia la salvación de los que estaban en peligro, sino que les proporcionó una ayuda inesperada. Porque como se propagó por Asia el engrandecimiento del rey, el rey persa vio con desconfianza la fuerza de Filipo y escribió a los sátrapas de la costa que ayudaran a los perintios con todas sus fuerzas. Por eso los sátrapas, de acuerdo con él, enviaron a Perinto gran número de mercenarios, abundante dinero, suficientes víveres, armas ofensivas y todo lo demás que es útil para la guerra” (Diodoro, XVI, 75, 1-2). Perinto * Bizancio * “La guerra de los atenienses contra los macedonios surgió [...] y las otras cuestiones, tanto como porque Filipo hizo lo posible para engañar a los atenienses mientras que pretendía mantener la paz, en especial su campaña contra Bizancio y Perinto. Trató de conseguir que las dos ciudades se pusiesen de su lado por dos razones: para arrebatarles a los atenienses el abastecimiento de trigo y para que no dispusiesen de ciudades en la costa que no proporcionasen puertos y zonas de refugio para la flota en su guerra contra él, cuando él de hecho llevó a cabo un acto de todo punto ilegal al capturar a la flota mercante en Hieron. Como dice Filocoro se hizo con 230 barcos, aunque Teopompo dice que fueron 180, de los que obtuvo setecientos talentos” (Teopompo, FGrHist 115 F 292). El sitio de Bizancio y la ruptura de la Paz de Filócrates El príncipe Alejandro entra en escena. 340 a.C. “Cuando Filipo marchó de campaña contra Bizancio, Alejandro, que contaba a la sazón dieciséis años y había quedado en Macedonia como dueño de la situación y en posesión del sello real, desbarató la rebelión de los maidos, tomó su ciudad, expulsó de ella a los barbaros, la repobló con gentes de varias procedencias y le puso el nombre de Alejandrópolis” (Plutarco, Alejandro, 9, 1). Filipo en el Danubio. La guerra contra los escitas. 339 a.C. “Tras levantar el sitio de Bizancio, emprende la guerra contra Escitia, pero envía por delante unos embajadores para tranquilizarlos y hacer saber a Ateas que, mientras sitiaba Bizancio, había prometido solemnemente una estatua a Hércules; iba, decía, para colocarla en la desembocadura del Histro, y, pues tenía el propósito de ir como amigo de los escitas, pedía pasar en paz para el culto al dios [...] Enardecidos así los ánimos de ambas partes se traba combate. Aunque los escitas eran superiores en valor y en coraje, son vencidos por la astucia de Filipo. Fueron apresados veinte mil niños y mujeres, gran cantidad de ganado, nada de oro ni de plata. Éste fue el primer motivo para creer en la pobreza de los escitas. Fueron enviadas a Macedonia veinte mil yeguas de raza para su propagación” (Justino, IX, 2, 10-16). Túmulo de Aghigiol (Tulcea, Rumanía). (340-330 a.C. Una herida de gran gravedad “Pero, cuando Filipo volvía de Escitia, le salieron al encuentro los tribalos y dicen que no le darán paso, a no ser que reciban una parte del botín. De aquí surge una disputa y pronto una batalla en la que Filipo fue herido en el muslo de forma que a través de su cuerpo fue matado su caballo. Como todos pensaban que había muerto, dejaron el botín” (Justino, IX, 3, 1-3). La cuarta guerra sagrada, el pretexto definitivo. 339-338 a.C. “En el sacerdocio de Clinágoras, en la sesión de primavera, pareció bien a los pilágoros y a los consejeros de los anfictiones y al común de los anfictiones que [...] vaya como embajadorante Filipo el macedonio el general electo de los anfictiones, Cótifo [...] y le ruegue que acuda en socorro de Apolo y los anfictiones, para que no permita que el dios sea objeto de trato insolente por parte de los impíos anfiseos; y que le eligen a él general con plenos poderes los griegos que forman parte del consejo de los anfictiones” (Demóstenes, Sobre la corona, 155). “De repente [Filipo] se apoderó de la ciudad de Elatea, reunió en ella sus fuerzas y decidió hacer la guerra a los atenienses [...] una vez capturada Elatea vinieron de noche algunos anunciando la toma de la ciudad y que rápidamente llegaría Filipo con su ejército al Ática. Atónitos por lo inesperado de la acción, los generales atenienses llamaban a los trompetas y les ordenaban que tocaran la señal de alarma durante toda la noche” [Diodoro, XVI, 84, 2-3). La reacción ateniense. Demóstenes y la alianza con Beocia. “¿Qué digo, pues, que es preciso? En primer lugar, abandonar vuestro actual temor, luego, cambiar de mentalidad y temer todos por los tebanos; pues están mucho más cerca de los peligros que nosotros y el riesgo lo corren ellos primero [...] Además de esto, recomiendo vivamente elegir diez embajadores y darles plenos poderes, para que, juntamente con los generales, decidan cuándo se ha de marchar allí y lo relativo a la expedición militar. Y una vez que lleguen los embajadores a Tebas, ¿cómo les aconsejo que traten el asunto? A este punto prestadme toda vuestra atención. No pidáis nada a los tebanos (pues la ocasión es oprobiosa), sino prometedles que iremos en su ayuda, si lo solicitan” (Demóstenes, Sobre la corona, 177-179). Macedonios: 30.000 infantes 2.000 jinetes Aliados: Atenienses: 10.000 Beocios: 12.000 Corintios, aqueos, focidios, acarnanios, eubeos, megarenses, mercenarios: 8.000 Infantería ligera: 5000 Caballería: 2000 “Se dice que (el batallón sagrado) fue invencible hasta la batalla de Queronea, y que Filipo, tras la batalla, se detuvo en el lugar en que habían caído los trescientos, y al ver los cadáveres, todos con sus armaduras alcanzados por delante por las sarisas y mezclados unos con otros, se quedó admirado, y al enterarse de que ese era el batallón de amantes y amados se le saltaron las lágrimas” (Plutarco, Pelópidas, 18) “Filipo II, el primer rey que dio prestancia a la dinastía de los macedonios y que inició su preeminencia, venció a los atenienses en la batalla de Queronea, pero no consiguió tanto con las armas como con la condescendencia y la benignidad de su temperamento. La guerra y las armas le sirvieron solo para imponerse y dominar a sus adversarios, pero con su moderación y su buen sentido se ganó a todos los atenienses, al tiempo que sometía a su ciudad: no añadía nunca la cólera a sus éxitos, sino que pugnaba y buscaba la victoria solo hasta encontrar un motivo suficiente para mostrar su mansedumbre y su nobleza. En efecto: liberó a los prisioneros de guerra sin exigir rescate, rindió honores a los muertos atenienses y encargó a Antípatro la conducción de sus restos” (Polibio, V, 10, 1-4). “Cayeron en la batalla más de un millar de atenienses y fueron capturados no menos de dos mil. Del mismo modo, muchos beocios perdieron la vida y no pocos fueron hechos prisioneros” (Diodoro, XVI, 86, 5). “Además de esto, envió a Atenas a su hijo Alejandro y a su amigo Antípatro a pactar con ellos la paz y la amistad” (Justino, IX, 4, 5). “Dentro del Altis está el Metroo y un edificio circular llamado Filipeo. En lo más alto del Filipeo hay una adormidera de bronce que une las vigas [...] Fue construido por Filipo después de que la Hélade sucumbiera en Queronea. Y allí están Filipo y Alejandro, y con ellos Amintas, el padre de Filipo. Éstos, en marfil y oro, son obra de Leocares, como lo son también las imágenes de Olimpíade y Eurídice” (Pausanias, V, 20, 9). “Después de dejar en orden los asuntos de Grecia, Filipo ordena que sean convocadas a Corinto embajadas de todos los países, para consolidar el estado de la situación presente. Allí fijó las condiciones de paz para toda Grecia [...] y de entre todos eligió el consejo de todos ellos, una especie de senado único. Solamente los lacedemonios rechazaron al rey y sus leyes [...] Después se fijan las tropas auxiliares de cada uno de los estados, sea que tuviera que prestarse ayuda al rey con tal ejército, si alguien lo atacaba, sea que tuviera que hacerse una guerra bajo su mando. Y no había ninguna duda de que con estos preparativos se apuntaba al imperio persa” (Justino, IX, 5, 1-5). “Juro por Zeus, Gea, Helios, Posidón, Atenea, Ares, por todos los dioses y diosas que observaré la paz y no anularé los pactos establecidos con Filipo; [...] que no derribaré el reino de Filipo y de sus descendientes, ni los regímenes vigentes en cada lugar cuando formularon los juramentos sobre la Paz; y yo mismo no haré nada en contra de este tratado ni apoyaré a nadie; [...] y haré la guerra a cualquiera que quebrante ... en cualquier modo ... y como el hegemón requiera y no abandonaré ...” (IG II³,1 318; 338-337 a.C.). Isócrates, 436-338 a.C.: una vida defendiendo la guerra contra los persas “Es una vergüenza que [...] nosotros, ultrajada toda Grecia, no tomemos una venganza común, cuando además podemos realizar acciones dignas de fama. Pues solo esta guerra es mejor que la paz, parece una procesión más que una expedición militar y conviene tanto a los que prefieren la tranquilidad como a quienes desean pelear. Porque unos podrían disfrutar tranquilamente de lo suyo y los otros obtener las mayores riquezas de lo ajeno” (Isócrates, Panegírico, 181-182; 380 a.C.). “Piensa que tendrás una fama insuperable y digna de tus hazañas cuando obligues a los bárbaros (salvo a quienes combaten a tu lado) a ser hilotas de los griegos, cuando logres que el que ahora se llama gran rey haga lo que tú le mandes. No te faltará sino ser dios. Es mucho más fácil realizar esto desde tu situación actual que haber llegado al poderío y gloria que ahora posees desde el reino que al principio tenías. Solo le tengo que agradecer a la vejez que me ha hecho llegar hasta este momento de mi vida para ver ya realizadas por tus hazañas algunas de las cosas que proyectaba cuando era joven e intente escribir en el discurso Panegírico y en otro que te envié. Espero que también las demás se realizaran” (Isócrates, A Filipo [III], 5-6; 338 a.C.). ... y al fin va a ver realizados sus sueños Conflictos en la corte macedonia “Pero los conflictos de la casa real, debidos a los matrimonios y amoríos de Filipo y que de alguna manera se contagiaban desde su gineceo a todo el reino, provocaban numerosas quejas y violentas desavenencias, que además el carácter difícil de Olimpíade, mujer celosa y colérica, se encargaba de agrandar, excitando por su parte a Alejandro” (Plutarco, Alejandro, 9, 5). Boda de Filipo con Cleopatra. 337 a.C. “‘Amigos, ahí tenéis al hombre que se disponía a pasar de Europa al Asia: pasando de un lecho a otro ha acabado por los suelos’. Después de este episodio causado por el vino, Alejandro se llevó a Olimpíade y la instaló en el Epiro, mientras él residía entre los ilirios” (Plutarco, Alejandro, 9, 10-11). Alexander, Oliver Stone, 2004. Alexander the Great, Robert Rossen 1956. El asunto de Pixódaro. 336 a.C. “Algún tiempo después Pixódaro, sátrapa de Caria, con la secreta intención de ganarse la alianza de Filipo gracias a un lazo de parentesco, quiso ofrecer a su hija mayor para casarla con Arrideo, hijo de Filipo, y envió a Macedonia a Aristócrito para hablar del asunto. De nuevo Alejandro tuvo que escuchar de labios de sus amigos y de su madre falsas acusaciones, en el sentido de que Filipo quería asegurar el trono a Arrideo por medio de una boda brillante y de una posición aventajada [...] en cuanto a los demás amigos de Alejandro, expulsó de Macedonia a Hárpalo y Nearco, así como a Erigio y Tolomeo, a los que más tarde hizo volver Alejandro y concedió los mas altos honores” (Plutarco, Alejandro, 10, 1-4). Un nuevo rey en Persia.Siguen los preparativos de guerra. Primavera 336 a.C. “El total de tropas auxiliares fue de doscientos mil infantes y quince mil de caballería. Además de este número, estaban los ejércitos de Macedonia y los bárbaros de los pueblos fronterizos sometidos. Al comienzo de la primavera, Filipo envía por delante al Asia sometida a los persas a tres generales, Parmenión, Amintas y Átalo, a cuya [sobrina] hacía poco había tomado en matrimonio, después de repudiar a la madre de Alejandro, Olimpíade, bajo la sospecha de adulterio” (Justino, IX, 5, 8-9). “El quiliarca Bagoas, que era un eunuco en su constitución, pero perverso y belicoso de naturaleza, mató a Oco con veneno a través de un médico y colocó en el trono a Arses, el más joven de los hijos del rey. Mató también a los hermanos del rey [...] y [después] mató a Arses junto con sus hijos cuando llevaba reinando ya tres años. Extinguida la casa real [...] Bagoas eligió a uno de sus amigos, de nombre Darío, y lo ayudó a establecerse en el trono (336 a.C.). Éste era el hijo de Arsanes, y nieto de Ostanes, hermano a su vez de Artajerjes, que había sido rey de los persas” (Diodoro, XVII, 5, 3-5). El último golpe de efecto de Filipo II. Verano del 336 a.C. “Inmediatamente celebraba magníficos sacrificios a los dioses y organizaba las bodas de su hija Cleopatra, la que tenía de Olimpíade, y a la que dio en matrimonio a Alejandro, rey del Epiro, que era el propio hermano de Olimpíade. Como quería que junto con los honores a los dioses participaran de la fiesta tantos griegos como fuera posible, organizaba magníficas competiciones musicales y lujosos banquetes para los amigos y huéspedes. Por eso hacía venir de toda Grecia a sus huéspedes personales y ordenaba a sus propios amigos que invitaran a cuantos conocidos pudieran del extranjero. Porque deseaba enormemente mostrarse amable ante los griegos y responder con entretenimientos adecuados a los honores que se le otorgaron con el mando supremo” (Diodoro, XVII, 91, 4-6). Crónica de un magnicidio - Procesión de las estatuas de los doce dioses. - Estatua de Filipo, entronizado. - Aparición de Filipo, vestido con manto blanco, entre los dos Alejandros. - Sus amigos entran delante de él. - Sus somatophylakes, separados gran trecho de él. - Pausanias de Oréstide, uno de ellos, se le acerca corriendo. - Le clava un puñal celta que le atraviesa las costillas. - Sale corriendo hacia los caballos que tenía preparados. - Los somatophylakes le persiguen; Pausanias tropieza y cae. - Leonato, Perdicas y Átalo le dan muerte. ¿Quién mató a Filipo? - Autor material. Pausanias de Oréstide, antiguo amante y guardia personal de Filipo. - Celoso, ultrajado y maltratado por Átalo y resentido con Filipo. - ¿Autores intelectuales? - Lo que difundieron Alejandro y su entorno: - Amintas (IV), ejecutado por Alejandro. - Casado con Cinane, hija de Filipo. - La hija de ambos, Adea, se casó con Filipo Arrideo. - Herómenes y Arrabeo, hijos de Aeropo, lincestas, ejecutados en la tumba de Filipo. - El tercer hermano, Alejandro, sería detenido en 334 y ejecutado en 330 a.C. - Darío III o alguno de sus sátrapas. - Demóstenes de Atenas. - Lo que creían los enemigos de Alejandro. - Olimpíade y su hijo Alejandro. “Murió Filipo a los cuarenta y siete años, cuando había reinado veinticinco” (Justino, IX, 8, 1). La necrópolis real de Egas (Vergina) Tumba II “Tumba de Perséfone” o Tumba I Discurso de Alejandro en Opis. 324 a.C. “Filipo os encontró siendo unos vagabundos indigentes: muchos de vosotros, mal cubiertos con unas burdas pieles, erais pastores de unas pocas ovejas allá en los montes, ovejas que teníais que guardar (y no siempre con éxito) de los ilirios, tríbalos y vuestros vecinos tracios. Fue Filipo quien os facilito clámides en vez de vuestras toscas pieles, os bajó del monte a la llanura, os hizo contrincantes capaces de pelear con vuestros vecinos bárbaros, de suerte que pudierais vivir confiados, no tanto en la seguridad de vuestras fortalezas del monte, como en la capacidad de salvaros por vuestros propios méritos. Os hizo habitar las ciudades y os proporcionó leyes y costumbres en extremo útiles. Os dio el mando de aquellos pueblos bárbaros (por quienes antes estabais dominados y a quienes vivíais sometidos vosotros y vuestros bienes), haciéndoos sus dueños en vez de sus esclavos y servidores [...] y cuando fue designado hegemón de toda Grecia con plenos poderes para organizar la expedición contra los persas, consiguió esta nueva reputación no solo para sí mismo, sino especialmente para la comunidad macedonia” (Arriano, VII, 9, 2-5). Adolfo J. Domínguez Monedero La Macedonia de Filipo II: la creación de un imperio
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