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Psicologia da Prisão

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R~vt!ta de Psicologia Son".JI. 1986. I. 95-105 
© I <)86 Rev. Psi c. Soc 
La Psicologia del encarcelamiento: privacion, 
poder y patologia 
PJ. Zimbardo, C. Haney,W.C. Banks y D. Jaffe* 
En Ia carcel, es lo que se le quita al prisionero y lo que se le niega lo que el mas 
de sea. 
Elridge Cleaver, Soul on ice ( 1968) 
Sentimos nuestros poder mas nltidamente cuando quebramos el esplriru de una 
persona que cuando conquistamos su coraz6n. 
Eric Hoffer. The Passionate Stale of Mind (1954) 
Todas las carceles que construyen los seres humanos estan edificadas con ladrillos 
de vergUenza y rodeadas de barrotes para que Cristo no vea como los seres huma­
nos maltratan a sus hermanos. 
Oscar Wilde. The Ballad of Reading Gaol (1898) 
La drcel es forzar a alguien en contra de su voluntad. 
Epicteto, Discursos (2° siglo) 
En una manana de domingo del mes de agosto varios coches de Ia Polida se adentraron 
en Palo Alto haciendo sonar sus sirenas. La Polida efecru6 Ia detenci6n de varios estudiantes 
universitarios de primeros aiios de carrera en lo que parecla ser una detenci6n colectiva. A 
cada sospechoso se le acus6 de realizar actividades delictivas, se lo cache6, espos6 y arroj6 
en el incerior del vehlculo policial y se lo llev6 a comisarla para su identificaci6n. 
En algunos casos, vecinos curiosos que fueron testigos de las detenciones expresaron 
su simpatla y preocupaci6n a las familias de estos desafortunados j6venes. La madre de un 
estudiante universitario de 18 aiios que habla sido derenido por atraco a mano armada ma­
nifestaba sobresalrada: «Tuve Ia impresi6n de que mi hijo hab'ia hecho algo malo porque 
Ia polida vino a buscarlo». 
Despues de haber tornado sus huellas digirales y los datos pertinentes para enviarlos 
al archivo cencral, cada prisionero fue encerrado en una celda aislada y despues de un rato, 
y tras haberle vendado los ojos, fue conducido a Ia «Prisi6n del Condado de Stanford». En 
ella comenz6 el proceso de convertirse en prisionero. A cad a prisionero se lo desnud6, regis­
tr6, desinfecr6 y se le entreg6 un uniforme, toalla, jab6n y un lecho. 
*en Z. Rubin (cd.). Doing unto others. Prentice Hall. Englewood Cliffs. Los derechos de au tor de esrc trabajo los 
crdi<> gcntilmcnrr d doctor Zimhardo al tradurtor para su publicacilm en Ia prescnrc Rcvista. 
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En las ulrimas horas de Ia tarde, cuando ya se hab!an consumado nueve detenciones, 
estos j6venes que hab!an comerido su primer deli to esraban semados, aturdidos y silenciosos, 
en los catres de sus enrejadas celdas rratando de dar sentido a los inesperados sucesos que 
hablan rranformado sus vidas en una forma ran llamariva. Algo exrraordinario estaba ocu­
rriendo. No eran los procedimienros rurinarios de Ia Polic!a ni las derenciones, que se lleva­
ron a cabo con Ia fr!a eficacia habitual ni el hecho de ser enci.rcelado uas barrores menilicos 
en unas celdas que hab!a que comparrir con un excesivo numero de personas, por lo dmas, 
completamenre desconocidas. Habra algo que no encajaba, algo que obligaba a cada prisio­
nero a preguntarse a que tipo de ciircel hab!a ido a parar y a que ripo de experiencias se 
veria expuesro ames de ser finalmenre liberado o trasladado a orra circe!. 
Todos nosorros somos conejos de indias en el laborarorio de Dios. 
La Humanidad no es mas que una rarea en desarrollo. 
Tennesse Williams. Camino Real 
Esras personas formaban pane de un tipo muy especial de prisi6n, en concreto, una 
prisi6n experimental o simulada, creada por unos psic6logos sociales con el prop6siro de 
estudiar imensivamenre los efectos del encarcelamiemo sobre sujetos volumarios. Cuando 
planeabamos las dos semanas de vida de prisi6n simulada. lo que nos preocupaba primor­
dialmente era Ia comprensi6n del proceso mediante el cual las personas se adaptan a una 
situaci6n nueva y extrafia en Ia que los llamados «prisioneros» pierden su liberrad, sus dere­
chos, su independencia y su intimidad mienrras que los as! llamados «guardias» obtienen 
poder social aceptando Ia responsabilidad de controlar y manejar las vidas de las personas 
que son puesras a su cargo y que dependen de ellos. 
La decision de investigar esros temas y orros relacionados con ellos en el conrexro de 
una prisi6n simulada en Iugar de hacerlo en una real se bas6 en dos premisas. Los sistemas 
penitenciarios son forralezas cerradas, no accesibles a una observaci6n imparcial y, por lo 
tanto, inmunes a un analisis cririco provinienre de alguien que no forme pane de Ia aurori­
dad del centro. Es virrualmente imposible. incluso para los comites de invesrigaci6n del Con­
greso, conseguir acceso total y sin limiraci6n de riempo a las acrividades coridianas de Ia pri­
si6n. La probabilidad que rienen los ciudadanos individuates de conseguir tal acceso es con­
siderablemenre menor. 
En segundo Iugar, en una prisi6n real es imposible separar lo que el individuo trae 
a Ia prisi6n de lo que Ia prisi6n produce en el. Por ejemplo, al observar un determinado 
acto de violencia o de brutalidad en Ia prisi6n, es imposible dererminar si hade ser arribui­
do a algun aspecro de Ia situaci6n o a las caracrerfsricas ya exisrentes de Ia personalidad de 
Ia poblaci6n especial de los que se convierren en prisioneros o en guardias. 
AI poblar nuestra prisi6n simulada con un grupo completamenre homogeneo de indi­
viduos que eran normales en una serie de dimensiones de personalidad, esrabamos mejor 
preparados para evaluar el impacro de unas fuerzas situacionales exrremas sobre Ia conducra 
resultame, comrolando el posible influjo comaminame de rasgos cr6nicos de personalidad 
usados comunmeme para explicar los incidemes en las prisiones. 
Nuesrra muesrra final de parricipames (10 prisioneros y 11 guardias) fue el resultado 
de una selecci6n a partir de una muesrra inicial de 75 volumarios reclutados mediante anuncios 
en peri6dicos de Ia ciudad y de Ia universidad. Los aspirames eran en su mayor!a esrudiantes 
universirarios de Estados Unidos y del Canada, que casualmenre estaban en el area de Stan­
ford durante el verano y cuya motivaci6n se explicaba por los 15 d6lares diarios que se les 
ofreda por parricipar en un esrudio sobre Ia vida demro de Ia prisi6n. Todos los solicitantes 
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fueron sometidos a una enrrevista clinica en profundidad y cumplimemaron un extenso cues­
tionario sobre diversos aspectos de su vida y solo se seleccionaron aquellos a los que se juzg6, 
mas alia de toda duda razonable, como estables emocionalmente, sanos fisicamente y respe­
tuosos de Ia ley. 
Esta muestra de estudianres universitarios varones de clase media, de raza blanca (solo 
habla un oriental) se dividi6 entonces en forma arbitraria en dos subgrupos mediante el 
lanzamiento de una moneda al aire. Se asign6 a Ia mitad aleatoriamenre a desempaiiar el 
papel de guardias y a Ia otra mirad el de prisioneros. Por lo tanto, no exisrfan diferencias 
mensurables entre guardias y prisioneros al comienzo del experimento. Aunque al principio 
se aviso a todos que el desempeiio del papel de prisionero traeria consigo Ia perdida de inri­
midad y de sus derechos de ciudadano y que podrian ser sometidos a un trato violenro, 
todos los sujetos estaban convencidos plenamenre de su capacidad para soporrar rodo lo que 
Ia prision pudiese ofrecer en un periodo experimental de dos semanas. Armados con esta 
ilusion de invulnerabilidad y autonomia personal, todos los sujetos consintieron sin asomo 
de duda en firmar su permiso para participar. Es importante notar, aunque sea de pasada, 
que Ia motivacion que guiaba a esros sujetos a formar parte de esra prisi6n simulada es pare­
cida a Ia que gula a otros hombres hacia las prisiones reales: Ia oportunidad de conseguir 
dinero en una forma facil. 
Somos conscientes del conrenido de Ia experiencia pero no caemos 
en Ia cuenta de que es una ilusion. Vemos las sombras y las con­
fundimos con Ia realidad. 
R.D. Laing, Self and others 
Lo mas sorprendente del resultado de Ia experiencia de esta prision simulada fue Ia 
facilidad conque se puede provocar una conducta sadica en jovenes totalmen.te normales 
y el conragio de una patologia emocional entre aquellos que precisamenre hablan sido se­
leccionados con todo cuidado por su esrabilidad emocional. Quizas fue mas asombroso to­
davla para nosotros Ia extrema permeabilidad de las fronreras entre Ia realidad y Ia ilusion, 
entre Ia propia idenridad y el rol situacional. Lo que comenzo siendo un simple ejercicio 
academico se convirrio en una fuerza de proporciones monstruosas, produciendo unas con­
secuencias impredictibles en rodos aquellos que enrraron denrro de los muros de esta pri­
sion especial. Sin embargo, como esro es adelantar aconrecimienros, volvamos a Ia historia 
presentando Ia bienvenida .del guardia a los nuevos inrernos: 
Como ya sa breis probablemente, yo soy vuestro Guardia. Todos vosotios ha­
beis demosrrado que sois incapaces de funcionar en el mundo exterior por una 
raz6n o por orra. Es decir, que careceis de Ia responsabilidad que caracteriza a 
los ciudadanos de este gran pais. Nosotros, los de la prisi6n, el personal correc­
cional, os vamos a ayudar a aprender cualcs son las responsabilidades de los ciu­
dadanos de este pais. Aquf teneis la reglas. Dentro de poco habra una copia de 
elias en cada una de las celdas. Esperamos que las sepais y que seais capaces de 
decirlas de memoria. Si seguis rodas estas reg las y manteneis limpias vuesrras rna­
nos. si os arrepentfs de vuesrras malas acciones y mostrais una actitud de peniten­
cia. nos vamos a llevar de maravilla. 
Seguia aquila lecrura de las 15 reglas basicasde Ia conducta del prisionero (que hablan 
compilado el guardia y su planrilla de oficiales correccionales): 
Regia numero uno: Los prisioneros tienen que permanecer silenciosos du­
rante los perfodos de descanso. despues de apagar las luces, durante las co midas 
y siempre que esten fuera del patio de Ia prisi6n. Dos: los prisioneros tienen que 
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comer en las comidas y solo en las co midas. Tres: los prisioneros no pod ran cons­
pirar. daiiar las paredes, los techos, las ventanas, las puenas o cualquier otra pro­
piedad de Ia prision ... Siete: los prisioneros se dirigir:in uno a otro solo por su 
numero de identificacion. Ocho: los prisioneros se dirigir:in a los guardas como 
«Sr. Oficial correccional» ... Dieciseis: Ia desobediencia a cualquiera de las reglas 
ameriores resultara en un castigo. 
La prisi6n se construy6 flsicamenre en los bajos de Ia Universidad de Stanford, desierta 
tras elfinal de los cursos de verano. Un largo pasillo se convini6 en el «patio~ de Ia prisi6n 
levanrando un muro en cada uno de sus extremos. Tres pequeiias salas de laborarorio que 
daban a este pasillo se convirtieron en celdas; se cambiaron las puerras originales; en Iugar 
del mobiliario primitivo se colocaron tres catres en cada celda. Las oficinas que habla allado 
sirvier6n como alojamiento de los guardias, como salas de enrrevista y como dormitories 
para el jefe de guardias Oajfe) y el Superinrendenre (Zimbardo). Una camara de television 
oculta y varios micr6tonos tam bien ocultos grabaron gran pane de las inreracciones verbales 
y no verbales entre guardias y prisioneros. El enrorno flsico era tal que los prisioneros siem­
pre podlan ser observados por el personal, siendo Ia (mica excepci6n los casos en que se colo­
caba a un prisionero en confinamienro solitario (una especie de trastero, pequeiio y oscuro, 
denominado «el Agujero»). 
Nuestra prisi6n simulada represent6 un inrenro de simular funcionalmente algunos 
de los aspectos significativos del estado psicol6gico del encarcelamienro. No inrenramos ge­
nerar una simulaci6n literal de los detalles de Ia prisi6n «real» ni sus procedimienros habi­
ruales de acruaci6n. Mas bien, nuestra preocupaci6n pfimordial era conseguir algunos efec­
tos psicol6gicos equivalences, por encima de las diferencias entre Ia forma y Ia esrructura de 
los procedimientos paniculares utilizados en Ia «Prisi6n de S.» y los que se utilizan en las 
prisiones «reales». 
Los prisioneros <<reales» informan por lo general de un senrimienro de ausencia total 
de poder, de senrirse arbitrariamente controlados, dependientes, frustrados, an6nimos, des­
humanizados, castrados. Noes posible, ni pragmatica ni eticamente, crear esros estados cr6-
nicos en sujetos voluntaries que saben perfectamente que estan en un experimento que du­
ra un corea perlodo de tiempo. El racismo, Ia brutalidad fisica, el confinamiento indefinido 
y Ia homosexualidad forzosa no constitui'an aspectos de nuestra prisi6n simulada. En su Iu­
gar, creamos manifestaciones simb6licas de aquellas variables que se suponlan fundamenta­
les en Ia experiencia de ser encarcelado. 
Se foment6 Ia anonimidad por medio de una variedad de procedimientos tendentes 
a minimizar las caracterlsticas personales de los prisioneros y su anterior identidad. Los uni­
formes, los numeros de identificaci6n, las gorras y el haber sido despojados de todos sus 
efecros personales y alojados en celdas con barrotes, todo ella hizo que los sujetos pareciesen 
muy similares unos a utros y a menudo imposibles de distinguir para observadores extraiios. 
A Ia vez esto les impuso a Ia fuerza una identidad situacional de grupo de «prisioneros». 
El tener que llevar una especie de guardapolvos, similar a un vestido de mujer, y sin ropa 
interior hizo que los prisioneros tuviesen menos libertad en Ia realizaci6n de sus acciones 
fisicas y que se moviesen en forma mas femenina que masculina. El forzar a los prisioneros 
a obtener permiso para accividadcs rutinarias simples tales como escribir canas, fumar un 
cigarrillo e incluso ir al servicio provoc6 en los primeros una dependencia infantil. 
Tambien los guardias estaban «desinvidualizados» por el hecho de llevar uniformes 
kakis identicos y gafas de sol con cristales reflectantes que hacian imposible el conracto vi­
sual. Sus simbolos de poder eran porras, silbaros, esposas y las !laves de las celdas y de Ia 
«entrada principal». Aunque no preparamos formalmente a los guardias para su papel, en 
Ia inmensa mayori'a de los casas no tuvieron mayores dificultades para adaptarse a el. Las 
pellculas, Ia TV, las novelas y el resto de los medias de comunicaci6n les habian proporcio­
nado un buen nlimero de modelos de guardias de prisi6n a los que ~mular. De Ia misma 
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manera que los oficiales ccorreccionales» reales.sometidos a las mismas influencias culturales 
nuesrros guardias simulados teni'an disponibles modelos de conducta de guardia sobre los 
que podian improvisar desempei'ios de rol. De Ia misma forma tambien, nuestros prisione­
ros simulados habi'an aprendido en cierta medida de los medios de comunicaci6n y habi'an 
seleccionado las experiencias vitales que eran adecuadas reacciones de prisionero. 
Dado que esrabamos tan interesados en Ia conducra de los guardias como en Ia de los 
prisioneros, se les concedi6 una considerable libertad de improvisacion para desarrollar las 
esrrategias y tacticas de rrato de prisioneros. La mayor parte del tiempo los guardias y los 
prisioneros interactuaban en el patio solos y sin Ia presencia de personas de mayor status. 
A los guardias se les dijo que teni'an que mantener Ia cley y el orden• en esta prision y que 
serlan responsables de Ia solucion de rodos los problemas que pudiesen surgir y se les advir­
ti6 de Ia gravedad de los peligros que conllevaba Ia situaci6n en Ia que iban ~ entrar. Sor­
prendentemente en Ia mayoria de los sistemas penitenciarios los guardias creales. no reci­
ben una preparacion psicologica 0 una formacion mucho mas adecuada que esta para uno 
de los trabamos mas peligrosos, complejos y exigentes que nuesrra sociedad puede ofrecer. 
Se espera que aprendan como ajustarse al nuevo empleo sobre todo a partir de Ia experien­
cia en el rrabajo y a partir de contacros con los «viejos lobos. durante un periodo de orienta­
cion que es una autentica supervivencia del mas apto. 
Solo se consigue conocer San Quintin con Ia experiencia que pro­
porciona el pasodel tiempo. Algunos de los nuestros necesitan mas 
tiempo y experiencia para lograrlo; algunos no lo consiguen nunca. 
Manual de orientacion del personal a cargo de Ia prisi6n de San 
Quintin Oulio de 1970) 
La interaccion simbolica entre guardas y prisioneros requiere que cada uno desempei'ie 
su propio rol y que obligue a los demas a desempei'iar el suyo de una forma adecuada. Na­
die puede ser un pn'sionero si nadie quiere ser su guarda, y nadie puede ser un guarda si 
nadie lo toma a el o a su pn'si6n en sen'o. Por lo tanto, a lo largo del tiempo se desarrollo 
una perverrida relacion simbiotica. A medida que los guardas se volvi'an mas agresivos, los 
prisioneros se volvi'an mas pasivos; Ia auroaserci6n en los guardas se reflejaba en Ia depen­
dencia de los prisioneros; el autoengrandecimiento se correspondia con Ia autohumillacion, 
Ia auroridad con Ia falta de poder y Ia contraparrida del sentido del dominio y control de 
los guardas era Ia depresi6n y Ia desesperanza que se apreciaban en los prisioneros. A medi­
da que estas diferencias en conducra, en tal ante yen percepci6n comenzaron a ser evidentes 
para rodos, Ia necesidad de que los guardas, ya cjustamente• poderosos, dominasen a los 
inferiores e impotentes internos se convirrio en una razon suficiente para apoyar cualquier 
otra indignidad del hombre contra el hombre. 
GUARDA K: Durante Ia inspecci6n me fui a Ia celda 2 para ordenar el lio 
que el prisionero habia hecho en Ia cama y el me agarr6 gritandome que lo habia 
hecho y que no estaba dispuesto a permitir que yo lo arreglase ... Me cogi6 por 
el cuello y. aunque yo me reia, lo cierto es que consigui6 asustarme de veras. Lo 
empuje hacia auas golpeiindolo con Ia porra en Ia mejilla aunque no muy fuerre 
y cuando me zafe fui presa de una fuerte irritaci6n. Ardia en deseos de volver 
a Ia celda y de tener un enfremamiemo con el, ya que me atac6 cuando estaba 
desprevenido. 
GUARDA M: Yo estaba sorprendido de mi mismo ... Hice que los prisionros 
se llamasen unos a ouos por sus nombres y luego los obligue a limpiar los retretes 
99 
con las manos. Practicameme los llegue a considerar como ovejas y esraba comi­
nuameme persuadiendome de que tenia que vigilarlos estrechameme para im­
pedir que llevasen a cabo sus maquinaciones. 
GUARDA A: Esraba harro de ver a los prisioneros rendidos en sus catres y 
de soporrar el peculiar olor corporal que despedian en sus celdas. l.Ds vela discutir 
entre ellos por 6rdenes que nosorros les habiamos dado. Desde luego nolo consi­
deraban como un experimemo. Era algo real y ellos luchaban por mamener su 
idenridad. Sin embargo, alll esriibamos nosorros para demosrrar claramenre quien 
era el que mandaba. 
El poder considera que las muestras de dolor de sus vktimas son 
simple ingratitud. 
Rabindranath Tagore, Stray Birds 
Dado que el primer dia transcurri6 sin que ocurriese ningun incidente, nos sorprendi6 
y nos pill6 desprevenidos Ia rebeli6n que se produjo durante Ia manana del segundo dia. 
Los prisioneros se despojaron de sus gorras, descosieron sus numeros y levantaron barricadas 
dentro de las celdas poniendo sus camas detras de las puertas. El problema que se nos plan­
teaba era que hacer frente a esta rebeli6n. Los guardias tambien estaban bastante alterados 
porque los prisioneros comenzaron a reirse y a burlarse de ellos en su cara. Cuando lleg6 
el turno de guardias de Ia manana se irritaron contra los del turno de noche por haber sido 
tan permisivos y blandos y por haber consentido que Ia rebeli6n hubiera llegado a producir­
se. Los guardias tenian que enfremarse solos a Ia rebeli6n y fue sorprendente ver las acciones 
que emprendieron. 
Lo primero que hicieron fue Hamar a refuerzos. Los dos guardias que estaban de reten 
en sus casas vinieron y el turno de noche se ofreci6 voluntariamente a permanecer en su 
puesto (sin paga extra) para apoyar al turno de manana. Los guardas tras una deliberaci6n 
decidieron oponer su propia fuerza a Ia fuerza de los prisioneros. Consiguieron un extintor 
de di6xido de carbona que lanzaba un chorro helado y con el obligaron a los prisioneros 
a retroceder en las puenas, entraron a continuaci6n en cada celda, desnudaron a los prisio­
neros, sacaron fuera los catres, pusieron a los lideres en celdas de castigo (confinamiento 
solitario) y comenzaron a molestar e intimidar a los prisioneros. 
Despues de aplastar Ia revuelta, los guardas decidieron prevenir otras posibles creando 
una celda privilegiada para los que fuesen «buenos prisioneros•. y luego sin explicaci6n tras­
ladaban a elias a algunos de los cabecillas y a los buenos los pasaban a las de castigo. Los 
lideres de los prisioneros no podfan confiar en estos nuevos companeros de celda porque 
no se habian unido a Ia revuelta e incluso podian ser «soplones.. A partir de entonces los 
prisioneros nunca actuaron unidos contra el sistema. Uno de los lideres de Ia revuelta de 
los prisioneros confesaba mas tarde: 
Si nos hubiesemos mantenido unidos, creo que habriamos dominado Ia 
situaci6n. Sin embargo, cuando vi que Ia revuelta no funcionaba decidi ajustar­
me al sistema. Todo el mundo hizo lo mismo. Desde entonces nos comrolaron 
realmente. 
Fue despues de este episodio cuando los guardias comenzaron de verdad a desplegar 
inventiva en Ia aplicaci6n del poder arbitrario. Obligaban a los prisioneros a obedecer reglas 
esn1pidas y con frecuencia inconsistentes, a realizar trabajos tediosos e iniitiles tales como 
100 
crasladar canones de un retrete a otro una y otra vez o sacar espinas de sus mantas durante 
horas y horas. No solo tenlan los prisioneros que cantar canciones o relr o dejar de relr cuan­
do se les ordenaba sino que tambien tenfan que insultarse y vilificase entre sf durante los 
recuentos. Tam bien renlan que decir en voz alta sus numeros durante interminables perlo­
dos de tiempo y se les obligaba a renderse en el suelo y a levantar a alguien que se ponla 
de pie o se sentaba encima de ellos. 
Poco a poco los prisioneros fueron resignandose a su destino. Incluso llegaban a ponar­
se de forma que realmente ayudaba a justificar el deshumanizado tratamiento que reciblan 
a manos de los guardias. El analisis de las cintas grabadas en las que se recoglan las conversa­
ciones entre prisioneros y los comentarios que hicieron a los entrevistadores revelaron que 
el oche~lta y cinco por cien de las afirmaciones valorativas de sus propios compaiieros eran 
peyorauvas: 
Prisionero: el 2093, el «Sarge&, siempre nos sirve de vlctima propiciaroria 
... no podemos comprender como puede plegarse mentalmente a rodo lo que 
se le pide. 
Este resultado debera ser tornado dentro del contexto de uno todavla mas sorprenden­
te. (De que creen usredes que hablaban los prisioneros cuando estaban solos en sus celdas, 
gozando de un respiro lejos del mal trato y de Ia vigilancia de los guardias: de sus chicas, 
planes de carrera, hobbies, polltica, etc., que parecen sera primera vista los remas mas im­
portantes de conversacion?. Desde luego que no. Sus preocupaciones estaban centradas casi 
exclusivamente en temas relativos a Ia prision. Las conversaciones registradas revelaron que 
solo el 10 por cien del tiempo se dedicaba a temas del .:exterior». Durante el restante 90 
por ciento del tiempo discutlan temas como planes de fuga, Ia horrible comida, quejas o 
tacticas de congraciamiento a usar con guardas especificos. La obsesion de los prisioneros 
con preocupaciones de Ia supervivencia inmediata convenfa Ia conversaci6n sobre su pasado 
y su futuro en un lujo ocioso. Sin embargo. el centrarse exciuslvamente en temas de prisi6n 
tenia un efecro doblemente negativo sobre el ajuste del prisionero. En primer Iugar, permi­
tiendo voluntariamente que los temas de Ia prisi6n ocupasen sus pensamientos, incluso cuando 
ya no tenlan que desempeiiar sus roles. los prisioneros exrendlan Ia opresi6n y Ia realidad 
de Ia experiencia. En segundo Iugar, dado que los prisioneros eran al empezar desconocidos 
entre sf, Ia unica forma que tenlande conocer como eran los otros realmente era compar­
tiendo sus experiencias y sus expectativas para el futuro y observando como se componaban. 
Sin embargo. lo que observaba cada prisionero era como sus compaiieros permitlan que los 
guardas los humillasen, acruando como ovejas complacientes, llevando a cabo 6rdenes ab­
surdas con obediencia total o incluso siendo insultados por sus propios compaiieros (a ins­
tancias de los guardas). Despues de haber vivido varios dlas confinados juntos en este rigido 
entorno, muchos de los prisioneros ni siquiera conocian los nombres de Ia mayoria de los 
otros, de d6nde procedian ni ten'ian Ia mas ligera idea de que haclan cuando no eran o:pri­
sioneros». Bajo tales circunstancias, (Como podia un prisionero tener respeto por sus compa­
iieros o algun tipo de respeto hacia lo que el mismo estaba llegando a ser ante los ojos de 
quienes le esraban evaluando? 
• 
La vida es el arre de ser bien engaiiado; y para que el engaiio pue­
da surrir su efecto tiene que ser habitual y continuado. 
W.M. Hazzlitt. •On pedantry». The Round Table 
101 
As!, Ia combinacion de elementos simbolicos y realistas en este experimento se fusiona­
ron para crear una ilusion vivida de encarcelamiento. Esta ilusion se fundio inextricable­
mente con Ia realidad. por lo menos durante parte del tiempo, para cada individuo que par­
ticipo en esta situacion. Era notable observar con que facilidad nos deslizamos en nuesrros 
roles, cedemos temporalmente nuestras identidades y permitimos que estos roles asignados 
y estas fuezas sociales de Ia situacion gulen, modelen y al final acaben controlando nuestra 
libertad de pensamiento y de accion. 
iEs posible, cabe preguntarse, que unas personas voluntarias que tienen un alto grado 
de inteligencia y de educacion formal. hayan podido perder Ia perspectiva de Ia realidad, 
de que no haclan mas que actuar como parte de un juego elaborado (de policias y ladrones) 
que iba a tener que acabar? Hay muchas fumtes de evidencia que indican no solo que es 
posible sino que tambien nosotros (los experimentadores) perdimos esa perspectiva. Al­
gunos ejemplos demostraran Ia medida en Ia que un experiencia de simulacion de desem­
peiio de rol puede, bajo ciertas circunstancias, convertirse en una situaci6n vital de compro­
miso total. 
El prisionero 819, que cayo en un estado de rabia incontrolable seguido por un ataque 
de llanto, estuvo a punto de ser liberado prematuramente de Ia prision cuando un guarda 
puso en fila a rodos los prisioneros y les hizo cantar a coro: «el 819 es un mal prisionero; 
por culpa del dano que hizo a Ia propiedad de Ia prision. todos tendremos que pagar; 
el 819 es un mal prisionero:. y repetirlo una y otra vez. Cuando pensamos que el prisionero 
819 estarla resistiendo estos cantos fuimos a Ia habitacion donde se suponla que deberla 
estar descansando y lo encontramos llorando, y preparandose para volver a Ia prisi6n dado 
que no podia abandonarla en tanto que los demas pensasen que era un «mal prisionero:.. 
A pesar de que se sentla mal, tenia que probar a los otros que no era un· «mal» prisionero. 
Tuvo que ser persuadido de que no era en absoluro un prisioneo, de que alll todos eran 
estudiantes, de que aquello no era mas que un experimento y no una prisi6n y de que el 
personal directivo de Ia prision no eran mas que psicologos sociales. 
Considerese lo excesivo de Ia reaccion que manifestamos ante el rumor de Ia prepara­
cion de una fuga masiva que uno de los guardianes aseguraba haber oldo. El rumor deda 
lo siguiente: el Prisionero 8612, que habfa sido liberado con anterioridad a causa de proble­
mas emocionales habla fingido dichos problemas. En realidad, estaba reuniendo un grupo 
de amigos con los que asaltar Ia prision inmediatamente despues de Ia hora de visita. En 
Iugar de recoger datos sobre Ia pauta de transmision del rumor, elaboramos planes para man­
tener Ia seguridad de nuestra institucion. I..o primero que hicimos fue introducir a un cola­
borador nuestro en Ia celda que habla ocupado 8612 con el fin de que obtuviese informa­
cion acerca de los planes de fuga. A continuacion, el Superinrendente se desplazo hasta el 
Departamento de Polida de Palo Alto para solicitar el traslado de nuestros prisioneros a 
Ia vieja carcel de Ia localidad. Su apasionada peticion fue desestimada a ultima hora cuando 
un concejal puso de relieve el problema de seguridad y de responsabilidad legal que plan­
teaban nuestros prisioneros a Ia ciudad. 
Enfurecido por esta ausencia de cooperacion institucional el personal formulo otro plan. 
Se desmantelo Ia carcel; los prisioneros, encadenados y con los ojos vendados, fueron con­
ducidos a un lejano almacen. Cuando llegasen los conspiradores, se les dirla que el estudio 
habia concluido, que sus amigos habfan sido enviados a sus casas respectivas y que no habra 
all! nada que liberar. Una vez que se hubiesen ido, se reforzarfa Ia seguridad de nuestra 
prisi6n para hacer inutil cualquier intento de fuga. Llegamos incluso a planear hacer volver 
al ex prisionero 8612 con algun pretexto para encarcelarlo de nuevo bajo Ia acusaci6n de 
haber conseguido su libertad alegando falsos motivos. 
Resuit6 que el rumor era eso: simplemente un rumor, pero habfamos dejado transcu­
rrir un dfa entero sin recoger ni un solo dato; habfamos trabajado increfblemente para des-
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mamelar primero y reconstruir a cominuacion nuestra prision. Sin embargo, nuestra reac­
cion fue tanto de alivio y alegria como de agocamiemo y fruscracion. 
Tal vez Ia version mas elocueme del siniestro desarrollo de esta nueva realidad y de Ia 
gradual metamorfosis kafkiana del bien en el mal se evidencia en los excraccos del diario 
de uno de los guardias, el guardia A: 
ANTES DEL EXPERIMENTO: Como persona pacifista y no agresiva me resulta 
imposible imaginar una situacion en Ia que pueda ser guardia de ouas criaturas 
vivas, mucho menos maltratarlas. 
TRAS LA REUNION DE ORIENTACION: La compra de uniformes al final de 
Ia reunion confirm a Ia atmosfera de pasatiempo de rodo este montaje. Tengo du­
das de que muchos de nosmros companamos las expectativas de cseriedad~ que 
parecen rener los experimentadores. 
PRIMER DIA: Presiento que los prisioneros se burlaran de mi aspecto. Pondre 
en marcha mi primera estrategia basica -fundamental es que no son ria ante na­
da que pueda decir o hacer lo cual equivaldrla a admitir que esto noes mas que 
un pasatiempo ... En Ia celda 3 me detengo y con voz grave y baja digo al numero 
5486: «ide que te rles?», «De nada. Sr. Oficial Correccional~. cBien, asegurate 
de que es aslo. (Cuando me marcho, me siento como un estupido). 
SEGUNDO DIA: 5704 me pidio un cigarrillo y no le hice caso -ya que no fumo 
y no puedo empatizar ... Mientras tanto, y, dado que sf empatizaba con 103 7, de­
cidl no dirigirle Ia palabra ... Despues del Recuento y de que se apagasen todas 
las luces, el Guardia D y yo mantuvimos una conversacion a voces relativa a ir 
a visitar a nuestras chicas y a lo que lbamos a hacer con elias. 
TERCER DIA: (Preparatives de Ia primera Noche del Visitante). Tras advenir a 
los prisioneros que no planteasen quejas si no querlan que Ia visita se oconase, 
dejamos entrar a los primeros padres. Consegul ser uno de los guardias del patio 
puesro que ella me brindaba Ia primera oporrunidad del tipo de poder manipu­
lative que realmente me gusta -el de ser una figura bien visible con un control 
casi completo sabre lo que se dice o no-. Mientras los padres y prisioneros ocu­
paban unas sillas, yo me sente en el extreme de Ia mesa moviendo los pies negan­
do .todo lo que se me ocurrla ... 817 se est a componando de forma odiosa y parece 
pedir a gritos que se lo vigile mas estrechamente. 
CUARlD DIA: ... el psicologo me increpa por esposar y vendar los ojos de un 
prisionero antes de abandonar Ia oficina (de consejo y orientacion) y le contesto 
ofendido que es necesario desde el punta de vista de Ia seguridad y que. en cual­
quier caso es asunto mlo. 
QUINTO DIA:Acoso a •Sarge~ que se obstina tercamente en obedecer en 
exceso todas las ordenes. Lo he seleccionado especialmente para maltratarlo par­
que se lo ha ganado a pulso y porque me cae mal. sin mas. El problema verdade­
ro empieza en Ia cena. En nuevo prisionero (416) se niega a comer su salchicha ... 
Lo arrojamos al Agujero y le ordenamos que cogiendo salchichas en cada 
mano las mantenga en alro. Tenemos una crisis de auroridad. Esta conducta re­
belde puede socavar el control complero que tenemos sabre los dem:is. Decidi­
mos sacar partido de Ia solidarid:..d de los prisioneros y decirle al nuevo que si 
no da cuenta de su cena privara a los demas de Ia visita ... AI pasear por delante 
de Ia puena del Agujero doy porrazos en ella ... Siento una gran irritacion hacia 
este prisionero que crea molestias y problemas a los demas. Decidl hacerlo comer 
a Ia fuerza pero se resistla a tragar, de modo que Ia comida que le daba le cala 
resbalando por Ia cara. No crela que fuera yo el que hacia esro. Me odiaba por 
obligarlo a comer pero lo odiaba a el rodavla mas por negarse a comer. 
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SEXTO DIA: El experimento ha finalizado. Me siento gozoso pero al mis­
mo tiempo asombrado de enterarme de que ouos guardias estan desilusionados 
por perder dinero y porque se lo estaban pasando bien. 
Ya no estabamos implicados en un ejercicio intelectual en el que se estaba evaluando 
una hip6tesis de una manera desapasionada dinada por los canones del mewdo cientifico. 
Nos vimos arrapados por Ia pasion del preseme, por el sufrimiento, Ia necesidad de contro­
lar a las personas y no simplememe las variables, Ia escalada del poder y todos los sucesos 
inesperados que estaban produciendose a nuestro alrededor y demro de nosotros. jTuvimos 
que imerrumpir el experimento! Asl, nuestra simulaci6n que se habla planeado para dos 
semanas, fue abortada despues de solo seis dias y seis noches {ifueron solo seis?). 
Hemos ido demasiado lejos en nuestro viaje y nuestro lmpetu ha 
comenzado a crecer; caminamos vanameme hacia Ia eternidad, sin 
posibilidad de aplazamiemo y sin esperanza de explicacion. 
Tom Stoppard. Rosencrantz and Guzldenstein are Dead 
Pero, ivalfa Ia pena todo esta sufrimiemo para probar algo que ya todos sablamos de 
antemano: que hay personas sadicas, que hay otras que son debiles y que las prisiones no 
son precisamente un !echo de rosas? Si es esw todo lo que demosuamos en nuesua investi­
gaci6n, desde luego novalia Ia pena. Creemos que hay muchas implicaciones significativas 
que se pueden derivar de esta experiencia, solo algunas de las cuales se sugeriran aqul. 
El valor social potencial en este estudio deriva precisameme del hecho de que jovenes 
normales, sanos y con alto grado de educaci6n formal pudieran ser transformados radical­
mente bajo las presiones institucionales del «entorno de una prision•. El argumento seguiria 
as!: si esro sucede en tan corto tiempo, sin los excesos que son posibles en las prisiones rea­
les, en Ia «flor y Ia nata. de Ia juventud del pais, entonces no cabe mas que echarse a tem­
blar ante Ia imagen de lo que Ia sociedad esta haciendo tanto a los guardias como a los 
prisioneros reales que en este mismo momento estan participando en ese antinatural «expe­
rimento social». 
La patologla observada en este estudio no se puede atribuir razonablemente a diferen­
cias preexistentes de personalidad de los sujetos, a! haber sido eliminada tal opcion por nues­
rros procedimientos de seleccion y Ia asignaci6n aleatoria. En su Iugar, las reacciones anor­
males de los sujetos, ramo desde un punto de vista social como personal, deben ser considera­
dos como un producto de su transacci6n con el entorno cuyos valores y contingencias apoya­
ban Ia producci6n de una conducta que seria pawl6gica en otros contextos, pero que en 
este resultaba «apropiada». Si hubiesemos observado reacciones comparables en una prisi6n 
real, un psiquiatra hubiese atribuido sin duda Ia conducta del prisionero a defectos de ca­
racter o a deficientes ajustes de Ia personalidad, mientras que los crfticos del sistema de Ia 
prisi6n hubiesen etiquetado Ia conducta de los guardas como cpsicopatica.. Esta tendencia 
a ubicar Ia fuente de Ia conducta en el interior de una persona o grupo particular infraesti­
ma el poder de las fuerzas situacionales para determinar Ia conducta mientras que superva­
lorar Ia eficacia de las disposiciones y los rasgos de personalidad. Existe una notable abundan­
cia de investigaci6n que indica que hay poca generalidad transituacional en los rasgos de 
personalidad y, mas aun, que Ia consistencia de Ia personalidad esta mas en Ia mente del 
observador que en Ia conducta de los que son observados. 
Desgraciadamente Ia insistencia por parte de los psiquiatras tradicionales, los psicoana­
listas y los psic6logos de Ia personalidad en que Ia conducta desviada o patol6gica es un 
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producto de los debiles, de rasgos latemes y de roda una cohorte de disposiciones internas 
supuestas ha hecho un flaco servicio a Ia humanidad. Los que ocupan posiciones de poder 
han recibido de esta forma un arsenal de etiquetas para aplicar a los que carecen de poder, 
a los pobres, a los disidentes, a los incorformistas, a los revolucionarios, etc. perrpitiendoles 
mamener el status quo convirtiendo a las personas en problema en Iugar de las injusticias 
en Ia situaci6n vital econ6mico/socio/polftico. Ademas, esre analisis disposicional se con­
vierte en un arma en manos de los legisladores reaccionarios y de las agencias encargadas 
de sancionar las ]eyes, ya que enronces las personas que son consideradas como problema 
pasan a ser rraradas por una de las instituciones ya exisremes mientras que las situaciones 
problema son ignoradas o despreciadas como irrelevantes o demasiado complejas para cam­
biar facilmeme. 
• 
Entre todas las formas vulgares de escapar de Ia consideraci6n de 
Ia influencia moral y social sobre Ia mente humana, Ia mas vulgar 
de todas es Ia que consiste en arribuir las diversidades de conducra 
y de caracter a diferencias naturales inherentes. 
). Stuart Mill, Pn.ncipios de Economia Politica 
La lecci6n mas inquietante de nuestra investigaci6n procede de los paralelismos entre 
lo que ocurri6 en Ia prisi6n simulada y las experiencias diarias de nuestras vidas, y supone­
mos que tambien de Ia suya. La instituci6n flsica de Ia prisi6n no pasa de ser una metafora 
de acero y hormig6n frente a Ia exisrencia de prisiones mas generales, desgraciadamente menos 
evidentes, de Ia mente que cada uno de nosotros crea, puebla y perpetiia. Nos referimos 
aqul al racismo, al sexismo, Ia desesperaci6n, Ia timidez y similares. La instiruci6n social del 
matrimonio se convierte, por ejemplo, para muchas parejas en un estado de encarcelamien­
to en el cual un componente consiente en ser el prisionero o el guarda, obligando o permi­
riendo al otro desempefiar el rol reclproco, siempre sin hacer expllcito el contrato. (En 
que medida nos permitimos a nosotros mismos llegar a estar encarcelados a! admitir d6cil­
mente los roles q_ue los otros nos asignan o, en realidad, decidimos permanecer prisioneros 
dado que ser pasivos y dependientes nos Iibera de Ia necesidad de actuar y de ser responsa­
bles de nuestras acciones? 
Sin embargo, a pesar de Ia caracrerizaci6n profundamente negativa de las prisiones 
que cabe exrraer de nuestros resultados y de otros presentados par..otros autores, existen to­
davla razones de favor de un moderado optimismo en relaci6n con la posibilidad de refor­
mas constructivas. En realidad, si Ia patologia de las prisiones se puede aislar como un pro­
ducro de las relaciones de poder en Ia estructura psicosociol6gica de Ia misma instituci6n, 
el cambio todavla es posible. Las instituciones sociales, siendo como son creaciones de los 
seres humanos, y nuestros limitados experimentos sobre el control politico y social, son su­
ceptibles de modificaci6n a! ser confrontados con una conciencia humana que protesta ante 
su fait a de adecuaci6n ... y preocupadapor eliminar rod as las form as de Ia injusticia. Las 
posiciones instirucionalizadas tienen que ser cambiadas radicalmente, hay que buscar alter­
narivas al encarcelamiento de tal forma que los valores humanos sean fomentados en Iugar 
de desrruidos y perverridos. aunque «no va a resultar facil». 
Traduccion:). Francisco Morales. 
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