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69 Una verdad científica nueva no triunfa porque convenza a sus detractores y les haga ver la luz, sino porque éstos acaban por morir y sube una nueva generación que está familiarizada con el la. Max Planck, La fi losofía de la física. 70 La argumentación en la clase de ciencias 71 CAPÍTULO 2 como fundamento de propuestas de enseñanza: 34 Ángel Enrique Romero Chacón35 34. Una versión inicial de este texto fue presen- tada como conferencia en el I Encuentro de Estudios Históricos para la Enseñanza de las Ciencias y el IV Encuentro Nacional de Enseñanza de la Mecá- nica, real izado entre el 30 de mayo y el 1 de junio de 2012, Bogotá, Universidad Pedagógi- ca Nacional, con el tí- tulo de «La experimen- tación en la clase de ciencias como poten- ciadora de reflexiones acerca de la Naturaleza de las Ciencias». 35. Profesor-Invest igador, Grupo de Estudios Culturales sobre las Ciencias y su Enseñan- za (ECCE), Facultad de Educación, Universi- dad de Antioquia. Introducción naturaleza de las ciencias en la educación en ciencias Desde hace varias décadas se viene resaltando la importancia y necesidad de incluir reflexio- nes acerca de la Historia, la Fi losofía y la So- ciología de las Ciencias en el currículo de la Educación en Ciencias y, en particular, en los programas de formación de profesores de cien- cias (Duschl , 1995; Matthews, 1994; Driver et ál., 1996; Hodson, 2003). De hecho, esta impor- tancia y necesidad se ha venido estableciendo, desde la década de los noventa, como uno de los propósitos centrales en propuestas de di- seños curriculares de la educación en ciencias (Matthews, 1994; Hodson, 2003). En el marco de estas reflexiones se ha empezado a consol i- dar en la comunidad de investigadores del cam- po de la educación en ciencias el término de naturaleza de las ciencias (NdC). Como señala 72 La argumentación en la clase de ciencias Acevedo Díaz (2008), si bien este término es pol isémico, con él se hace alusión, en términos generales, a un meta-conocimiento so- bre la ciencia surgido de reflexiones interdisciplinares realizadas desde la Filosofía, la Historia y la Sociología de las Ciencias, que en un sentido amplio aborda cuestiones relacionadas con: ¿Qué es la ciencia? ¿Cómo se di ferencia de otras actividades humanas? ¿Cómo se construye, val ida y difunde el conocimiento que produ- ce? ¿Cuáles son los valores implicados en esta actividad? ¿Cuáles son las relaciones entre el sistema tecnocientífico y la sociedad? En el campo de la formación de profesores de ciencias, reflexio- nar sobre este tipo de preguntas tiene beneficios en la medida en que una adecuada comprensión de la NdC no solo es necesaria para apreciar el valor de la ciencia como dimensión cul tural, sino que es un requisi to para analizar y tomar decisiones bien informa- das en cuestiones tecno-científicas de interés social. Complemen- tariamente, una comprensión acerca de la NdC ayuda a entender las normas y valores de la comunidad científica y facil i ta los pro- cesos de enseñanza y aprendizaje de los contenidos discipl inares (Driver et ál ., 1996). Aunque en el contexto de estas reflexiones se advierte un con- senso en la comunidad de investigadores en educación en ciencias sobre la importancia y necesidad de la inclusión de reflexiones acerca de la NdC en la educación en ciencias, se han identificado dificultades y obstáculos en cómo implementarla efectivamente. Dentro de estos obstáculos se destacan, en particular, la propia sig- nificación de la NdC como contenido mul tidiscipl inar, dialéctico, complejo y cambiante y la carencia de formación del profesorado de ciencias para afrontar esta innovación, dado que los conoci- mientos de esta área no suelen hacer parte de su formación inicial (Acevedo Díaz et ál ., 2007; Hottecke & Silva, 2010). Con respecto al primer obstáculo, para algunos investigadores del campo de la educación en ciencias, el término NdC se refiere de manera especial a aspectos de epistemología de la ciencia y se dirige sobre todo a los valores y supuestos inherentes al conoci - miento científico (Osborne et ál ., 2003). Para otros autores, en cam- bio, el concepto de NdC abarca una mayor diversidad de cuestio- namientos dentro de los que se encuentran, además de los asuntos epistemológicos, aquellos relacionados con las características de la comunidad científica y las interrelaciones existentes en el sistema Ciencia-Tecnología-Sociedad (Acevedo Díaz, 2008; Acevedo Díaz et ál., 2007). En este orden de consideraciones, uno de los debates centrales en torno a este consenso se focaliza hoy en si el significado 73 del término NdC debe l imitarse a la inclusión de la epistemología de la ciencia en la educación científica o sus contenidos deben ampliarse con aspectos esenciales de la Sociología de las Ciencias (Acevedo Díaz et ál., 2007). Con respecto al segundo obstáculo, si bien hay muchas propues- tas curriculares a nivel de formación de profesores en ciencias que incluyen en sus planes de estudio temáticas y reflexiones acerca de la Historia, la Filosofía, la Epistemología y la Sociología de las Ciencias, no hay un consenso relativamente establecido respecto a las cuestiones relacionadas con qué perspectiva de NdC se ha de privi legiar en la formación del profesorado y cuál es la manera más adecuada de abordar estas problemáticas y reflexiones al interior de los programas de formación. Se sabe, no obstante, que cualquier perspectiva acerca de la NdC y cualquier forma de abordarla no es adecuada ni pertinente para el propósi to de una apropiación so- cial de los conocimientos científicos y la consecuente formación y consol idación de una comunidad crítica de profesores de ciencias con autonomía intelectual y capacidad de toma responsable de de- cisiones en las diversas si tuaciones y contextos de producción del conocimiento científico y su enseñanza. Lo cierto es que, de acuerdo con Acevedo Díaz et ál. (2007), des- pués de varias décadas de investigación en relación con la NdC, puede afi rmarse que: • Los estudiantes y profesores no tienen, en general , creencias adecuadas acerca de la NdC.36 • Las consideraciones del profesorado acerca de la NdC no se trasladan necesariamente de manera automática a la práctica docente, sino que este proceso es muy complejo. • Existe carencia en el profesorado de ciencias para afrontar esta innovación, dado que los conocimientos de esta área no sue- len hacer parte de su formación. • La NdC puede aprenderse “mejor” mediante una enseñanza explíci ta y reflexiva en diversos contextos de aprendizaje, es decir, puede resul tar más efectivo su aprendizaje mediante ac- tividades basadas en procedimientos de la ciencia o en hacer ciencia en la escuela. En este orden de consideraciones y asumiendo con Tamayo (2009) que la educación en ciencias debe aportar en forma decidida 36. Ver a este respecto, por ejemplo, Tamayo (2010). Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 74 La argumentación en la clase de ciencias a la apropiación crítica del conocimiento científico y la generación de condiciones y procedimientos que promuevan la formación de nuevas acti tudes hacia la ciencia y el conocimiento científico, es pertinente preguntarse qué perspectivas acerca de la NdC y cuáles maneras de abordar las problemáticas y cuestiones que le com- peten son las más pertinentes y adecuadas en la formación del profesorado. Se ha cuestionado, en este sentido, que la enseñanza de las cien- cias ha estado dominada por lo que se ha l lamado la retórica de las conclusiones o ciencia definitiva (Duschl, 1995). Se ha reclamado asimismo que —como posible consecuencia de lo anterior— las ac- ciones de los profesores se hayan orientado a enfatizar en una en- señanza de los productos científicos (Ayala, 2006), es decir, en una perspectiva de enseñanza desde la cual se privi legian los resultados de la actividad científica(hechos, conceptos, teorías), sin prestar su- ficiente atención a las formas en las cuales este conocimiento se ha generado. Bajo esta perspectiva, los problemas a los que responde un determinado concepto o teoría, las razones que obligan a cam- biar teorías o modelos, a modificar métodos y reestructurar objeti- vos, han sido eliminados del curso del aula (Tamayo, 2009). Complementariamente, diversos investigadores de la didácti - ca de las ciencias vienen demandando la responsabil idad de la educación en ciencias en cuanto a la asunción de una formación sociopolítica que permita a los ciudadanos actuar de manera infor- mada y responsable sobre temas y asuntos de las ciencias en los contextos donde el los se desenvuelven, es decir, vienen resal tando la necesidad de una formación para la acción y la crítica (Hodson, 2003; Moreira, 2005). Asumir estos reclamos y demandas implica reconocer el carácter sociocul tural de las discipl inas y la actividad científica y esfor- zarse por develar las relaciones entre estas y otras dimensiones culturales, como son los valores sociales y los aspectos éticos, po- líticos y económicos. Siguiendo a Hodson (2003), implica asumir asimismo que la educación en ciencias no puede ser solo una edu- cación en las ciencias, sino que ha de asumirse igualmente como una educación acerca de las ciencias. Con esta inclusión de reflexiones acerca de la NdC no se preten- de cambiar los cursos de ciencias por cursos de Historia, Fi losofía o Sociología de las Ciencias, tampoco se aspira a l levar al aula de ciencias las temáticas y polémicas centrales de estas discipli- nas. Más que eso, desde nuestra perspectiva la inclusión de tales reflexiones tiene como propósi to considerar la clase de ciencias 75 como un escenario en que es posible famil iarizar a estudiantes y futuros profesores con las tradiciones de la cultura científica, a la vez que se promueve la consti tución de una mirada crítica frente a los diferentes discursos, modelos explicativos y dinámicas de las disciplinas científicas. Se precisa, para el lo, asumir una perspecti - va acerca de la NdC que permita visibi l izar la plural idad y el cam- bio constante en las preguntas, expl icaciones, procedimientos y cánones de cienti ficidad, al mismo tiempo que posibil i te develar la incertidumbre y el carácter inacabado del conocimiento científico. Surgen, en este sentido, algunos interrogantes: ¿Cuáles de los enfoques acerca de la NdC resultan ser los más adecuados para las reflexiones sobre la educación en ciencias? ¿Cuál es la imagen de ciencia y de su dinámica sociohistórica más adecuada para la formación de una cultura científica sól ida y con posibi l idades de interlocución con otras comunidades científicas? ¿Cuáles son los aportes de la Historia, la Filosofía y la Sociología de las Ciencias en la construcción de dicha concepción de ciencia? Como lo han mencionado algunos autores (Romero & Rodríguez, 2009; Romero & Aguilar, 2012), cuando se trata de abordar estos anteriores interrogantes surgen alternativas que, en términos ge- nerales, pueden pertenecer a dos grupos antagónicos. En primer lugar, se puede pensar que la ciencia es el producto de una acti - vidad desarrol lada por los hombres, mediante la cual se pretende elaborar diferentes marcos teóricos que reflejan el estado, la natu- raleza y la dinámica de comportamiento del “mundo natural” . En la medida en que se asume que mediante la actividad científica se logra conocer la naturaleza íntima del mundo material —pues las teorías científicas reflejarían su estructura—, en el horizonte de esta perspectiva se encuentra lo que se podría denominar el senti- do del mundo exterior. En segundo lugar, se puede considerar que la ciencia es una ac- tividad desarrollada por los hombres, mediante la cual se preten- den aportar diferentes relatos y explicaciones que constituyen o construyen el sentido de los sujetos que conocen. Desde esta pers- pectiva, las teorías científicas no reflejan la estructura subyacente del mundo sino que aportan los relatos y discursos que edifican el sentido de la existencia de una comunidad, pues reflejan nuestras propias formas de interacción tanto hacia la comunidad como ha- cia el mundo. En el horizonte de esta perspectiva se encuentra lo que podríamos denominar el sentido del sujeto humano. Mientras que la primera perspectiva puede desentenderse de pre- ocupaciones históricas, filosóficas y sociológicas de la constitución Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 76 La argumentación en la clase de ciencias del saber científico o puede tenerlas en cuenta solo a manera de información, la segunda involucra tales reflexiones no de forma tangencial o accidental sino de una manera estructural y necesa- ria. La historia y la fi losofía de las ciencias dejan de ser referentes externos para convertirse en disciplinas que contribuyen sustan- cialmente a la hora de dilucidar la naturaleza y estructura de las narraciones que l lamamos científicas. Si la ciencia y su historia se asumen como actividades y se pro- mueve la vinculación con el las, los productos (conceptos, leyes, principios, teorías) pierden su carácter de objetos al ser considera- dos en íntima conexión con la actividad desarrol lada para elabo- rarlos y, por lo tanto, al ser incorporados en el entramado de creen- cias, intereses y compromisos epistemológicos puestos en juego por quienes lo producen o re-significan. Es en este sentido que adquieren relevancia los procesos de recontextualización de sabe- res, procesos que están estrechamente l igados con lo que podría denominarse la construcción de la historicidad de las ciencias (Ro- dríguez & Romero, 1999; Romero y Rodríguez, 2001).37 La Historia, la Filosofía y la Sociología de las Ciencias, desde esta perspectiva, dejan de ser un referente externo en la formación de los profesores para converti rse en disciplinas que contribuyen sustancialmente a su formación como sujetos cul turales por cuanto, además de per- miti r di lucidar la naturaleza y la estructura de las narraciones que l lamamos científicas, proveen las condiciones para vincularlos con los procesos de construcción de significados y sentidos nece- sarios para incidir en la constitución de un futuro más aceptable para nuestra sociedad. educación en ciencias? En la medida en que se constituye en una problemática y un espacio particularmente interesante y fructífero para adelantar e implementar reflexiones en torno a la NdC, la experimentación en la clase de ciencias adquiere especial relevancia. Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones y asumiendo que el modo de significar la relación entre la teoría y la experimen- tación y de implementarla en la clase de ciencias es subsidiario 37. Tal como lo propuso Berstein y Díaz (1984), la recontextual ización de saberes es un proceso a través del cual se si túa un conocimiento de manera significativa en un contexto diferente al que se originó. 77 de un modo particular de signi ficar la naturaleza de la actividad científica, surgen en este sentido cuestionamientos como: ¿Qué manera de problematizar la relación entre la teoría y la experimen- tación es pertinente para adelantar reflexiones sobre aspectos de la NdC en la clase de ciencias? ¿Cómo la experimentación en la clase de ciencias contribuye a formar una cul tura crítica y proposi tiva sobre los aspectos propios de la NdC? A pesar que existen varias visiones o perspectivas del conoci- miento científico en su relación con la actividad experimental, las impl icaciones que puedan l legar a tener estas perspectivas en la enseñanza de las ciencias apenas han comenzado a ser objeto de análisis y reflexión.38 En este sentido, con la intención de tener una visión de lo que signi fica e impl ica una reflexión de la acti- vidad experimental en la enseñanza de las ciencias, es necesario caracterizar la forma usual de considerar y poneren práctica esta actividad en las propuestas didácticas. En términos generales, y de acuerdo con Segura (1993), los pro- pósi tos de las actividades didácticas centradas en la experimenta- ción pueden ser caracterizados como obedeciendo a dos tipos de consideraciones: el primero, de énfasis disciplinar, fundamentado en el supuesto de que es la instancia empírica la que permite de- mostrar o corroborar de forma incontrovertible y l impia la validez los enunciados teóricos; el segundo, de énfasis didáctico, con el cual se parte de las concepciones al ternativas (preconceptos) que tienen los estudiantes sobre determinado fenómeno y se pretende constatar, a partir de la contrastación empírica, lo equivocados que estaban. Mientras que en el primero se asume que los enunciados teóricos o bien se demuestran o bien se obtienen a parti r de la práctica, con el segundo se busca “sorprender” el sentido común de los estudiantes, quedando tal sorpresa en la mera motivación para la clase. A pesar de las di ferencias que se pudieran establecer en los pro- pósi tos y formas de implementación de estas dos maneras de asu- mir la actividad experimental en la clase de ciencias, se pueden identi ficar en ellas algunos elementos comunes. Ante todo, ningu- na de ellas favorece una apropiación por parte de los estudiantes de la temática objeto de estudio en la clase, en la medida en que convierte al profesor en el centro de la clase y hace de el la un 38. Ver a este respecto Ferreirós & Ordóñez (2002), Iglesias (2004), García & Estany (2010), Guerrero (2012), Romero & Agui lar (2012). Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 78 La argumentación en la clase de ciencias monólogo: el profesor es quien usualmente plantea los problemas y a la vez quien los resuelve. Adicionalmente, ambas se fundamen- tan en la i lusión de que los datos experimentales —asumidos como los resul tados de las medidas— son independientes del sujeto, da- tos considerados como absolutos y determinantes de la validez de los aspectos teóricos (leyes, conceptos, principios). Finalmente, ambas se basan en el supuesto de que, en lo que respecta a la cons- trucción de conocimiento, es posible trazar un camino l ineal entre la actividad empírica y la teorización. Complementariamente, algunas investigaciones han puesto de mani fiesto que a pesar de la importancia asignada al rol de la ex- perimentación en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias, principalmente en el caso de la física, aún no se han logrado superar di ficultades importantes en este aspecto. Se ha en- contrado, por ejemplo, que el trabajo práctico tiene poco impacto en la comprensión conceptual del estudiante (Watson, 1995), que es difíci l constatar su uti l idad hacia la meta de aprender conceptos científicos (Hodson, 1993 y 1996) y que las ventajas del trabajo de laboratorio sobre la comprensión del carácter de los conocimien- tos de física son cuestionables (Mi l lar, 1998). Otras investigaciones que anal izan el uso de las actividades prác- ticas y del trabajo de laboratorio en la enseñanza y el aprendizaje de la física resal tan aspectos como la existencia de un rechazo por parte de los estudiantes a las guías tipo “receta de cocina” uti l iza- das en la enseñanza tradicional y el consecuente reclamo de la ne- cesidad de una reflexión y participación activa de los estudiantes (Hodson, 1994; Gil et ál, 1994); la importancia de establecer una relación íntima entre las clases teóricas y las prácticas, entre los contenidos conceptuales y los procedimentales (Hodson, 1994; Gil & Valdés, 1995 y 1996); la necesidad de que los estudiantes “simu- len” las mejores características de la actividad científica (Gil & Val- dés, 1995 y 1996) y el requerimiento del desarrol lo de materiales didácticos y modelos experimentales más eficientes (Duit, 1991). Estudios recientes han contribuido a identificar que las consi- deraciones usuales de los profesores de ciencias con respecto a la naturaleza y función del experimento en la clase están fuertemente signadas por la imagen empiro-posi tivista de la ciencia, a saber: la aceptación de una clara distinción entre la dimensión teórica y la dimensión experimental y la admisión de que el experimento tiene como única función la val idación o contrastación entre teo- rías (Koponen & Mäntylä, 2006; García & Estany, 2010). Comple- mentariamente, han permitido constatar que en la mayoría de los 79 currículos de ciencias (tanto a nivel básico y medio como a nivel de formación inicial de profesores) se asume, impl íci ta o expl íci ta- mente, que el rol de la experimentación en la dinámica de las co- munidades científicas es el mismo rol que esta actividad pudiera tener en la enseñanza de las ciencias (Malagón et ál., 2011). Teniendo en cuenta este panorama, lo cierto es que las propues- tas sobre la actividad experimental en la enseñanza de las ciencias se han centrado, desde hace varias décadas, en el desarrollo de técnicas y procedimientos para una mayor eficiencia en la realiza- ción de experimentos y, en el mejor de los casos, en la búsqueda de estrategias didácticas para faci l i tar su enseñanza. Así, la acti - vidad experimental en el aula continúa asumiéndose bien como un simple recurso didáctico, subsidiario de la enseñanza pero en todo caso como contingente a la construcción de explicaciones a los fenómenos naturales y las correspondientes estrategias epis- temológicas uti l izadas por quienes real izan tales explicaciones, bien como respondiendo a un conjunto de protocolos altamente estandarizados que, supuestamente, aseguran la comprobación o refutación de los enunciados teóricos (Koponen & Mäntylä, 2006; Malagón et ál., 2011). Ahora bien, si es propósi to de la educación en ciencias aportar tanto a la apropiación crítica del conocimiento científico como a la generación de condiciones y procedimientos que promuevan la formación de nuevas imágenes y formas de relacionarnos con res- pecto a esta clase de conocimiento, surgen cuestionamientos como los siguientes: ¿Cómo promover, en los procesos de formación de profesores, imágenes de la dinámica del conocimiento científico alternativas a la perspectiva empiro-positivista? ¿Cómo contribui r a disminuir la sobrevaloración del carácter instrumental de las ac- tividades experimentales característica de los procesos de ense- ñanza de las ciencias? ¿Qué manera de asumir la relación entre la teoría y la experimentación es más pertinente para adelantar reflexiones sobre aspectos de la NdC en la clase de ciencias? Los anál isis conceptuales adelantados en esta investigación y las correspondientes propuestas pedagógicas diseñadas e implemen- tadas permiten afi rmar que, para posibles y más eficaces solucio- nes a las di ficultades identificadas, la actividad experimental en el proceso de enseñanza de las ciencias ha de abordarse de manera inter-dependiente y articulada con la actividad de construcción conceptual. El vínculo entre la experimentación y la construcción teórica (red de conceptos, leyes y principios en términos de los cua- les se organizan las teorías) no es di recto ni se da exclusivamente Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 80 La argumentación en la clase de ciencias en una sola vía o dirección. Se puede afirmar, siguiendo a Malagón (2002), que experimento y teoría se mueven el uno alrededor del otro, de forma tal que este movimiento es subsidiario de una cada vez mayor refinación en la elaboración teórica y a la vez en los procedimientos y técnicas experimentales. De hecho, como ya se ha mencionado en otra parte (Romero & Rodríguez, 2005), muchos conceptos y teorías han surgido en la historia precisamente de una organización de la experiencia sensible y además muchos diseños y técnicas experimentales para la cuantificación de magni tudes tienen sentido solo a la luz de su significadoconceptual . Asumiendo como base de análisis que el modo de significar la relación entre la teoría y la experimentación y de implementarla en la clase de ciencias es subsidiario de un modo particular de asumir la naturaleza de la actividad científica, se presentan a continuación algunos aportes de aspectos concernientes a la NdC, surgidos de re- flexiones de la Historia, la Filosofía y la Sociología de las Ciencias, que sin duda contribuyen a consolidar una perspectiva en torno a la relación entre la teoría y la experimentación acorde con una mirada sociocultural tanto de la actividad científica como de su enseñanza. 39 De forma alternativa al enfoque empiro-positivista, surgió en la primera mitad del siglo XX una concepción de ciencia que pro- clamaba la historicidad del conocimiento científico. Propuesta ini- cialmente por Fleck y ampliamente difundida posteriormente por autores como Kuhn y Toulmin, esta perspectiva sostiene que todos los procesos de producción y cambio del conocimiento —inclui- do el científico— poseen una estructura que es tributaria de una dinámica sociohistórica. Así, tanto la ciencia (en sus contenidos, metodologías, formas de comunicación, etc.) como lo que concebi- mos como conocimiento científico es dependiente de los cambios de los procesos sociales acaecidos a lo largo de la historia. Según Fleck, los sistemas de opiniones y concepciones existentes en cada época, incluso los conocimientos especializados, son es- 39. Algunos de estos aspectos han sido discutidos en Romero & Agui lar (2012), en especial el segundo capítulo: «Imágenes del conocimiento científico y su relación con la actividad experimental». 81 tructuras independientes dominadas por un esti lo de pensamiento, concebido como la disposición para «un percibir dirigido con la correspondiente elaboración intelectiva y objetiva de lo percibido» (1986: 145). Complementariamente, propone el concepto de colec- tivo de pensamiento, con el significado de la unidad social de la comunidad que comparte un esti lo de pensamiento determinado y que da cuenta de su condicional idad social, es decir, como «el por- tador comunitario del esti lo de pensamiento» (1986: 149). Así, un esti lo de pensamiento puede permear un colectivo de pensamien- to de forma tal que puede frenar aquel las concepciones que se le opongan y, consecuentemente, l legar a constituirse en una forma de ver socialmente compartida. En la medida en que los conceptos y los hechos científicos, asu- midos como tales en un momento dado, son el resul tado del desa- rrollo histórico y de la coincidencia de algunas líneas colectivas de pensamiento, no es posible legitimar ninguna “existencia” de ellos que no sea a través de procesos sociohistóricos. Procesos sociales en el sentido de que los conceptos y hechos científicos trascienden a los individuos e incluso a las generaciones de individuos que los resigni fican y transforman constantemente; procesos históricos en la medida en que tienen un desarrollo en el tiempo que no es acu- mulativo ni progresivo, sino dependiente de las transformaciones en los esti los de pensamiento. Según Fleck: querámoslo o no, no podemos l ibrarnos de un pasado que —con todos sus errores— sigue vivo en conceptos heredados, en las formas de concebi r problemas, en los programas de enseñanza formal, en la vida diaria, en el lenguaje y en las insti tuciones. No existe ninguna generatio spontanea de los conceptos, sino que están —valga la expresión— determinados por sus antepa- sados. Lo pasado es mucho más pel igroso —o, mejor dicho, sólo es peligroso— cuando nuestros enlaces con él se mantienen in- conscientes y desconocidos (1986: 67). Así, el conocimiento científico es —como cualquier otro tipo de conocimiento— una creación social por excelencia. Como tal, para su análisis y reconstrucción, debe tenerse en cuenta, además de las convicciones y perspectivas epistemológicas de los individuos, las estructuras sociológicas e ideologías que unen entre sí a los científicos. Consideraciones análogas fueron resal tadas por Kunh: para dar cuenta del desarrollo efectivo del proceder científico, tanto en lo que concierne a sus creencias como a sus prácticas, es necesario tomar en consideración los estudios sobre su historia. En particular, Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 82 La argumentación en la clase de ciencias al describir el cambio de paradigma como una “revolución”, Kuhn cuestiona la concepción clásica positivista en la medida que con- sidera que la elección entre teorías rivales no se resuelve con el recurso a la experimentación neutral o a las decisiones gobernadas por un conjunto de reglas metodológicas universales (método cien- tífico). Los científicos que asumen un nuevo paradigma no pueden probar, vía la argumentación lógica o la experimentación, que una teoría es mejor que otra, pues subsidiario de un tal cambio están presentes igualmente cambios en las normas y procedimientos de evaluación, en las estructuras conceptuales, en las formas de ver el mundo, en los supuestos ontológicos y metafísicos asumidos, incluso en ciertos rasgos de las convicciones ideológicas o de per- sonalidad de los científicos, aspectos que son dependientes de los contextos sociales y cul turales en que se consti tuyen y desarrol lan las comunidades científicas.40 Toulmin (2003), por su parte, retoma estas consideraciones y las desarrolla ampliamente. Adelantando un análisis crítico de la manera como se considera, desde la fi losofía clásica de las ciencias, tanto la estructura y contenido de las ciencias naturales como su dinámica, se pregunta hasta qué punto las construcciones teóricas, apoyadas en conceptos abstractos y argumentos formales, están formuladas in- dependientemente de quien las propone y a quién, dónde, cuándo y cómo se invocan y presentan. Dada la variedad de hechos y situacio- nes que observamos y nos involucramos en una u otra circunstancia, «¿hasta qué punto pueden estos hechos describirse en términos de conceptos sin contexto y atemporales?» (2003: 51). Como respuesta a estos interrogantes, Toulmin considera que solo podemos comprender con claridad la jerarquía y relevancia de nuestros conceptos si se tienen en cuenta los procesos socio- históricos por los cuales se desarrollan dentro de la vida de una cultura o de una comunidad. Así, según él, los hombres «demues- tran su racionalidad, no ordenando sus conceptos y creencias en rígidas estructuras formales, sino por su disposición a responder a situaciones nuevas con espíritu abierto, reconociendo los defectos de sus procedimientos anteriores y superándolos» (1977: 12). Como se ha señalado, es precisamente en este contexto significa- tivo que adquiere relevancia el concepto de razonabil idad como la 40. Para las posibles relaciones entre los conceptos de Fleck (esti lo y colectivo de pen- samiento) y los acuñados por Kuhn (paradigma y comunidad científica), cf. Pérez (2010) y Otero (1995). 83 posibil idad de disponerse al cambio y de aceptar en forma crítica otros puntos de vista.41 En estrecha conexión con estas consideraciones, Toulmin (1977) resal ta que, contrariamente a lo que usualmente se considera, los diversos contenidos y dominios de las discipl inas científicas deben ser identificados no por los tipos de objetos que tratan, sino ante todo por la clase de cuestiones que plantean acerca de el los. En este sentido, desde una mirada sociohistórica del conocimiento, las problemáticas que aborda la ciencia no han estado determina- das por la naturaleza del mundo solamente, «sino que han surgido siempre del hecho de que, en el campo involucrado, nuestras ideas sobre el mundo [nuestros ideales explicativos] están en confl icto con la naturaleza o una con otras» (1977: 160). Así, desde esta perspectiva, el énfasis de construcción del cono- cimiento se coloca en lo social y la elaboración del conocimiento no es un productode un individuo en particular, sino una creación social que comparten los miembros de un determinado grupo, pro- porcionándoles ideas, pensamientos, creencias, imágenes y pautas de comportamiento sobre ese “mundo” construido y compartido. En estrecha relación con el carácter socio-histórico atribuido al conocimiento científico, esta concepción al ternativa de ciencia — asumida como fundamento de la presente investigación— promul- ga también su carácter discursivo y dialógico. Como se ha mencionado, en la medida en que el conocimiento científico es una creación sociohistórica, su análisis y recontextua- l ización debe tener en cuenta las estructuras sociológicas e ideolo- gías que unen entre sí a quienes practican tal actividad. En particu- lar, y siguiendo a Fleck, el pensar y el conocer no corresponden a un proceso individual sino a una actividad eminentemente social, siempre enmarcada en un esti lo de pensamiento determinado, en un colectivo de pensamiento específico. Según Fleck, este carácter social del pensamiento se pone en evidencia cuando se reconoce que «un colectivo de pensamiento existe siempre que dos o más personas intercambian ideas» (1986: 90).42 Consecuentemente, es 41. Ver capítulo 1. 42. «Una especie de temor supersticioso impide atribuir también lo más íntimo de la personal idad humana, el pensar, a un colectivo. Un colectivo de pensamiento existe siempre que dos personas intercambian ideas. Será un mal observador el que no note cómo una estimulante conversación entre dos personas produce ense- guida un estado en el que cada uno de el los expresa pensamientos que no estaría en condiciones de producir por sí mismo o en otra compañía» (Fleck, 1986: 90). Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 84 La argumentación en la clase de ciencias precisamente este intercambio de ideas, este carácter dialógico o de comunicabil idad, lo que garantiza la continuidad y superviven- cia del colectivo de pensamiento: Toda introducción didáctica es, por tanto, l i teralmente, un “con- ducir-dentro” [...] la iniciación en [un] esti lo de pensamiento, y por tanto, también la introducción en una ciencia, es epistemo- lógicamente análoga a esas iniciaciones que conocemos a través de la etnología y la historia de las culturas. Su efecto no es me- ramente formal , ya que es como si el Espíri tu Santo descendiera sobre el novicio para hacer visible lo que hasta entonces había sido invisible. Tal es el resultado de la asimilación de un esti lo de pensamiento (Fleck, 1986: 151). De acuerdo con Fleck, tal proceso de comunicación nunca ocu- rre sin una transformación, que, si bien se produce acorde con el esti lo de pensamiento, se traduce (intercolectivamente) en un cambio fundamental del pensamiento comunicado. Consideraciones similares fueron posteriormente planteadas por Toulmin (1977): los conceptos y procesos de la dinámica científica son susceptibles de ser transmitidos, legados y aprendidos en pro- cesos a través de los cuales el saber disciplinar mantiene su exis- tencia más al lá del lapso de vida de sus creadores. De acuerdo con este autor, el contenido de una ciencia se transmite de una genera- ción de científicos a la siguiente por un proceso de enculturación, es decir, un proceso por el cual ciertas habi l idades explicativas se transfieren —usualmente con modificación— de la generación más vieja a la más joven.43 Dicho contenido que ha de ser apren- dido, probado, aplicado, criticado y cambiado en esta transferen- cia es, precisamente, «el repertorio de técnicas, procedimientos y habil idades intelectuales y métodos de representación que se em- plean para “dar expl icaciones” de sucesos y fenómenos dentro del ámbi to de la ciencia involucrada» (1977: 169). Estas reflexiones son propuestas por Toulmin en estrecha rela- ción con su concepto de razonabil idad y los procesos argumenta- tivos l igados a su desarrollo. Como se ha señalado en el capítulo anterior, la razonabi l idad puede considerarse como la disposición a examinar y modi ficar puntos de vista y perspectivas explicativas a través de la búsqueda, construcción y expl icitación de buenas razones, es decir, argumentos que atienden a evidencias, garantías y justificaciones (Toulmin, 2003). Así, alejándose de la pretensión 43. Ver capítulo 1. 85 de buscar y transmitir “verdades” objetivas y, por tanto, ahistóricas y acontextuales, la razonabil idad se configura como la posibil idad de disponerse al cambio, de aceptar en forma crítica otros puntos de vista, de justificar y debatir alternativas, permitiendo entender el carácter cultural, plural y cambiante de las disciplinas científicas.44 De forma complementaria a estas consideraciones, desde los ini- cios de la década de los ochenta ha venido consolidándose una perspectiva del estudio de la dinámica científica, perspectiva que tiene como intención comprender las formas como ocurre la prác- tica científica misma, a través de la identi ficación y observación naturalista de contextos y episodios concretos en que esta prácti- ca se desarrolla. Estimulada por algunos presupuestos del Progra- ma Fuerte de la Sociología del Conocimiento Científico (SCC), de acuerdo a esta imagen no solo la construcción del conocimiento científico tiene un carácter sociocultural ; es igualmente tributario de tal carácter lo que l lamamos “real idad natural” —o naturaleza— (Iglesias, 2004; Quesada, 2006). Un aspecto de este enfoque adquiere especial relevancia para comprender el carácter discursivo del conocimiento científico: lo que se denomina como lo natural y lo social deben ser tratados en auténtica simetría y debe propenderse por mostrar la dialéctica existente entre ellos (Shapin & Schaffer, 1985; Latour & Woolgar, 1995). Es en este sentido que Shapin (1991), a propósi to de los análisis de las controversias sobre las experiencias con la máqui- na neumática de Boyle en la década de 1660, considera el hecho científico como una categoría tanto epistemológica como socioló- gica. Esta categoría, tomada como fundamento de la fi losofía expe- rimental y de lo que vale de manera general como conocimiento fundado, es «un producto de la comunicación y de la forma social necesaria para sostener y favorecer tal comunicación» (1991: 4). El establecimiento de un hecho científico no es, por consiguiente, un proceso espontáneo; se requiere desplegar toda una tecnología de socialización, que surge con la intención de abordar y tratar de dar respuesta a preguntas como: ¿A qué se podría l lamar conoci- miento en ciencias? ¿Cómo distinguir los hechos científicos de otras categorías epistemológicas como las creencias y las opiniones? ¿Qué grado de certeza se espera de una u otra perspectiva epistemológica? ¿Cómo alcanzar el grado de certeza y seguridad requerida?45 44. Ver capítulo 1. 45. Ver a este respecto Romero & Agui lar (2012). Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 86 La argumentación en la clase de ciencias Latour (1991), por su parte, propone extender el principio de simetría del Programa Fuerte de la SCC. Según él , no solo se ha de renunciar a cualquier caracterización valorativa de los cono- cimientos científicos —como verdad o falsedad— y tratarlos en pie de igualdad como cualquier otra clase de creencias existentes en la sociedad, sino que se debe admiti r que tales conocimientos son a la vez sociales y naturales. No tiene sentido separar los co- nocimientos en científicos y no-científicos basados en la supuesta consideración de que unos derivan de la “naturaleza” y otros de la “sociedad”; no se debe admitir que hay, por un lado, objetos na- turales y, por otro, objetos sociales, pues ellos son al mismo tiem- po tanto naturales como sociales, es decir, híbridos (Latour, 1991). El laboratorio se convierte, desde esta perspectiva, en un espacio privi legiado para el anál isis de la construcción de conocimientos científicos, enla medida en que permite evidenciar cómo los cien- tíficos están constantemente abocados a convencer y ser conven- cidos de aceptar como hechos las explicaciones que construyen y, consecuentemente, cómo sus prácticas están inmersas en procesos discursivos de debate y argumentación (Latour & Woolgar, 1995). Para dar cuenta de tales procesos discursivos de debate y argumen- tación, Latour & Woolgar (1995) proponen adelantar un anál isis (etnográfico) de la forma como se generan, justi fican y cambian los diferentes enunciados que despl iegan los científicos en su intento de construir explicaciones y dar sentido a sus observaciones. De acuerdo con tal análisis, los enunciados que constituyen las expli- caciones se pueden clasi ficar según su “grado de facticidad” (ver tabla 2.1.): desde aquel los que apenas son asumidos como conjetu- ras o especulaciones (tipo I) hasta los que son considerados por la comunidad científica como “hechos” dados sin discusión (tipo V). Particularmente relevante en este orden de consideraciones es la significación dada por Latour & Woolgar (1995) a lo que denominan instrumentos de inscripción. De acuerdo con estos autores, puede con- siderarse como un instrumento de inscripción a un conjunto de ele- mentos de un aparato o una configuración de esos elementos, cuya función es transformar una “sustancia material” en una “inscripción gráfica” directamente util izable por quienes disponen del instrumen- to. Si bien la noción de “inscripción gráfica” es muy amplia en el sentido de que a través de ella se designan los posibles trazos, histo- gramas, valores registrados, espectros, diagramas, señales, etc., que un instrumento pueda producir, su importancia en el análisis ade- lantado radica en el hecho de que solo a través de tales inscripcio- nes es posible obtener nueva información o generar explicaciones y 87 discursos acerca de la si tuación en cuestión. Consecuentemente, la importancia fundamental de la disposición material sintetizada con el término de instrumento de inscripción es que ninguno de los fenómenos “sobre los que” hablan, discuten y escriben los partici- pantes (científicos) podría existir sin ella. Tabla 2.1. Enunciados tipo V Correspondientes a un “hecho” dado por sentado. Aseveracio- nes que no se discuten y que se consideran “verdades” Enunciados tipo IV Enunciados con alto grado de facticidad. Son los que usual- mente van a los l ibros-texto Enunciados tipo III Enunciados que hacen alusión a otros enunciados y se identi- fican por el uso de modales Enunciados tipo II Enunciados que contienen modalidades que centran su aten- ción en la generalidad de la evidencia Enunciados tipo I Comprenden conjeturas o especulaciones, que aparecen de forma más común al final de los artículos En la medida en que estos autores identi fican como un rasgo importante y característico de la construcción de un hecho el «pro- ceso mediante el que desaparecen los factores “sociales”, una vez se establece el hecho» (Latour & Woolgar, 1995: 203), la clasifica- ción de los enunciados presentada nos habla también de los cam- bios en la artificial idad de los instrumentos de inscripción de los cuales provinieron tales enunciados. Mientras que los enunciados adquieren facticidad, esto es, transi tan hacia su constitución como “hecho” científico (de enunciados tipo I a enunciados tipo V), los instrumentos de inscripción de los cuales provinieron tales enun- ciados adquieren artificial idad, es decir, se hace más evidente que son reificaciones de la teoría. Es precisamente en este sentido que podemos afi rmar que ex- perimentación y teorización son dimensiones complementarias y dialécticas en los procesos de construcción social del conoci- miento científico. De una parte, es a través de los instrumentos de inscripción que se fabrican explicaciones y discursos (orales y escri tos) acerca de los fenómenos o si tuaciones en cuestión; asi- mismo, sobre la base de la generación y transformación de tales expl icaciones se potencial iza la generación de nuevos elementos del instrumento y de los procedimientos experimentales. Los ins- trumentos de inscripción son, desde esta perspectiva, teorías y Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 88 La argumentación en la clase de ciencias prácticas reificadas en el sentido de que «la real idad arti ficial, que los participantes [científicos] describen en términos de una enti- dad objetiva, ha sido de hecho construida uti l izando instrumentos de inscripción» (Latour & Woolgar, 1995: 79).46 El carácter histórico y cul tural (esto es, fabricado, construido) de la “real idad natural” hace adquiri r un papel protagónico a la reflexión y estudio sobre los l lamados “elementos materiales” de la actividad científica. Los denominados “elementos materiales” de las ciencias, es decir, el conjunto de instrumentos, experimentos y técnicas diseñados y usados en los espacios de producción cientí- fica, se vuelven necesarios a la hora de comprender y anal izar las formas como se ha asumido y practicado la actividad científica a lo largo de la historia (Hacking, 1983/1996; Franklin, 1986, Galison, 1987; Pickering, 1995; Steinle, 1997 y 2002, entre otros). En particular, los instrumentos y procesos de medida no solo son, desde esta perspectiva, el nexo o canal de comunicación en- tre nuestros pensamientos y aquello que denominados naturaleza, sino que se convierten en la condición de posibi lidad de los efectos científicos y fenómenos naturales. Así, al ser los instrumentos y procesos de medida los medios que posibi l i tan el modo en que los objetos de estudio de las ciencias (fenómenos y efectos científicos) se producen, la noción de observación y el papel atribuido al sujeto en la dialéctica entra la teorización y la experimentación tiene que modificarse. Tal como señalan Ferreirós & Ordóñez (2002), aunque se afirme que la base empírica de la física está formada por resul- tados experimentales, para construir las teorías no hubo que ob- servar sino experimentar, y «releer esos desarrol los en términos de “hechos de observación” no consti tuye una interpretación simple del proceso, sino compleja y —precisamente— sesgada por ciertas visiones fi losóficas» (2002: 59). La clasificación de los experimentos sugerida por estos autores al cruzar los pares de tipos de experimento cuali tativo-cuantitati- vo y exploratorio-guiado resul ta particularmente relevante en este sentido. Estos tipos de experimentos resaltan dos distinciones.47 46. Latour & Woolgar retoman de Bachelard (1953) el termino fenomenotécnica, para referirse a la aparición de un fenómeno o efecto en virtud de su construcción me- diante técnicas materiales. 47. Ver Romero & Agui lar (2012). 89 La primera distinción trata de superar el supuesto según el cual se sugiere que todo proceso de elaboración de teorías científicas comienza con mediciones y datos cuanti tativos precisos. Contra- rios a esta consideración, los autores señalan que, al menos en el caso de la física, los experimentos cuali tativos han sido una parte fundamental de los procesos de formación de conceptos, aspecto indispensable de los procesos de formación de datos. La segunda distinción intenta restablecer el desequi l ibrio de la “carga teórica de la observación”, para dar lugar igualmente a una “carga experimental de la teoría” . Con el término de experimenta- ción guiada se quiere signi ficar aquel los procedimientos y diseños experimentales previstos y desarrol lados en el marco de teorías ya claramente establecidas. Usualmente esta clase de experimentos son asumidos como prototipo de la experimentación en general, probablemente porque implican mediciones de magnitudes físi - cas. La experimentación exploratoria, por su parte, está principal- mente presente en las primeras fases del desarrol lo de una cien- cia, y su contribución a la configuración de nuevos conceptos y al desarrollo de nuevasperspectivas expl icativas es fundamental (Steinle, 1997). En la medida en que esta clase de experimentación acontece cuando se está aún lejos de tener conceptos y principios teóricos adecuados y bien desarrollados, su final idad principal es la identi ficación y estabi l ización de regularidades empíricas en al- guna clase particular de fenómenos. Complementariamente, como señalan Ferreirós & Ordóñez (2002) y García & Estany (2010), los aportes de Pickering (1995) resultan en este sentido particularmente importantes. Según este autor, en la producción de cualquier resultado experimental entran en juego tres elementos estructurales: un procedimiento material, un modelo ins- trumental y un modelo fenoménico. Pickering sostiene que si bien la actividad experimental comienza de tal modo que no hay ningu- na relación aparente entre estos elementos, avanzando en el proceso se obtiene una coherencia entre ellos, una estabilización tal que «los procedimientos materiales […] al ser interpretados a merced de un modelo instrumental, producen hechos dentro del marco de un mo- delo fenoménico» (citado por Ferreirós & Ordóñez, 2002: 68). Así, el anál isis de los procesos interactivos de los elementos constituye para Pickering propiamente la dinámica de la expe- rimentación, dinámica que sucede gracias a que todos estos ele- mentos resultan ser recursos eminentemente plásticos.48 Desde esta 48. De acuerdo con Ferreirós & Ordóñez (2002), una tesis idéntica fue defendida por Hacking (1996) bajo el rotulo de “autojusti ficación” de las ciencia del laboratorio. Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 90 La argumentación en la clase de ciencias perspectiva se configura una forma alternativa de asumir la rela- ción entre la teoría y la experimentación: los resultados que surgen de este proceso de estabil ización interactiva de los elementos in- tervinientes son el producto de una acomodación recíproca de las técnicas y las teorías, teniendo en cuenta que la evolución de este proceso carece de dirección predefinida. La perspectiva fenomenológica del mundo físico Si bien son varios los aspectos en que la perspectiva sociohistó- rica de la dinámica científica se diferencia de la concepción em- piro-positivista, por su importante afinidad con la investigación desarrollada queremos resal tar aquel relacionado con la l lamada “carga teórica” atribuida a la observación. Sobre este aspecto, los autores antes referidos defienden que en la medida en que toda ex- periencia está determinada por los marcos conceptuales y teóricos, no hay distinción definida entre la dimensión teórica y la dimen- sión experimental de la ciencia, entre la teoría y la observación. Según Fleck, no hay observación l ibre de presupuestos, pues «lo ya conocido condiciona la forma y manera del nuevo conoci- miento, y este conocer expande, renueva y da sentido nuevo a lo conocido» (1986: 85). Incluso en el caso en que no se dé una pre- suposición sino un interrogante, «éste es ya una suposición sobre la cuestionabi l idad, que sitúa la materia en una clase de los proble- mas científicos y, por tanto, también una presuposición, adecuada a un esti lo de pensamiento» (1986: 136). Para Kuhn, no solo la interpretación de la observación es dependiente del marco concep- tual en que se esté inmerso, sino también las mismas posibi l idades perceptuales: «Lo que un hombre ve depende tanto de lo que mira como de lo que su experiencia visual y conceptual previa lo ha enseñado a ver» (citado por Pérez Ransanz, 1995: 182). Así, de forma al ternativa a lo que asumiera la concepción clásica de la fi losofía de la ciencia, esta perspectiva sociohistórica de la dinámica científica promulga y pone en evidencia la “carga teóri- ca” que subyace en el experimento: lo que se l lama “experimento” no es aquello que confirma o refuta teorías; la función significativa del experimento es hacer expl ícito el acuerdo ya implíci to entre la teoría y el mundo.49 49. Duhem ya se había referido, en este sentido, a la no existencia del l lamado “expe- rimento crucial” . Cf. Duhem (1914). 91 Retomando estas consideraciones, recientes estudios históricos y fi losóficos de la física han re-valorado la importancia que tiene el experimento en la consti tución y desarrol lo de la actividad cien- tífica (Hacking, 1983/1996; Ferreirós & Ordóñez, 2002; Iglesias, 2004). Según estos estudios, es preciso superar la clásica imagen posi tivista de las ciencias, con la cual se resal ta una visión acumu- lativa del conocimiento científico y una clara sobrevaloración de la dimensión teorética sobre la dimensión experimental, y propen- der por el establecimiento de una visión integral de la actividad científica que permita asumir que la experimentación y la teoría no son dimensiones separadas entre sí. De acuerdo con estos estudios, la actividad científica puede ser más adecuadamente considerada como una fi losofía técnica, es de- ci r, un híbrido de teorización (fi losofía, lógica, argumentación) y experimentación (técnica, manipulación, observación) (Ferreirós & Ordóñez, 2002). Si bien en el proceso de construcción del conoci- miento científico se habla usualmente del mundo del pensamiento y del mundo de [lo que entendemos por] la realidad —es decir de la teoría y el experimento—, «de lo que se trata cuando se hace ciencia es de ver el modo en que los pensamientos y la vida expe- rimental concuerdan hasta darnos la idea de que efectivamente co- nocemos algún aspecto de la naturaleza o de la real idad» (Iglesias, 2004: 107).50 Esta forma de plantear la relación entre la teoría y el experimento es precisamente aquella que se configuró a parti r de la segunda mitad del siglo XIX y conllevó a establecer una visión del mundo físico al ternativa a las clásicas perspectivas inductiva y deductiva. Según los estudios referidos, en esta época ocurrió una amplia- ción del campo de análisis y reflexión de los fenómenos físicos que condujo al desarrol lo de una reflexión sistemática sobre el rol que tiene la actividad experimental en los procesos de construcción de conocimiento. Preguntas como las siguientes orientaron esta reflexión: ¿Qué relación existe entre la experiencia sensible y las formalizaciones propiamente dichas? ¿Hasta qué punto el diseño experimental es independiente de la conceptualización y de la for- malización? ¿Es posible hablar de los fenómenos por fuera de las teorías desde las cuales ellos se conciben? Como resultado de dicha reflexión, surgió lo que se ha denomi- nado la perspectiva fenomenológica del mundo físico. Contrario a 50. Subrayado nuestro. Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 92 La argumentación en la clase de ciencias lo que afirman las clásicas perspectivas deductiva e inductiva, des- de esta visión del mundo el experimento no interviene en el desa- rrollo del conocimiento científico como un simple verificador de los enunciados teóricos o como la única fuente de conocimiento a partir de la cual, vía la inducción, se obtienen las diferentes teorías. Desde esta perspectiva, el experimento no es trivializado como un mero elemento subsidiario de la teoría, sino que estas dos dimensio- nes —experimentación y teorización— son asumidas como comple- mentarias y constitutivas en los procesos de producción científica.51 Estas consideraciones han sido retomadas por una perspectiva de análisis de actividad científica que se ha denominado nuevo experimen- talismo o filosofía de las prácticas experimentales (Hacking, 1983/1996; Pickering, 1989; Ferreirós & Ordóñez, 2002). De acuerdo con esta pers- pectiva, para tener una visión integral de la actividad científica es pre- ciso asumir que la experimentación y la teoría (la intervención y la re- presentación) no son dimensiones separadas, sino que se relacionan dialécticamente en los procesos de producción científica. - ción como fundamentos de propuestas pedagógicasEstas consideraciones presentan la necesidad de adelantar re- flexiones teóricas que fundamenten propuestas pedagógicas sobre la actividad experimental en la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias que, superando las clásicas perspectivas inductiva y de- ductiva sobre las cuales está estructurado el currículo actual, con- tribuyan a la construcción de imágenes más adecuadas sobre el conocimiento científico y su dinámica. A través de las discusiones adelantadas acerca de la NdC se pre- tende contribuir a desvirtuar aquella imagen del conocimiento científico a parti r de la cual se ha propiciado una disociación entre la teoría y el experimento, así como también una separación en- tre estas dos dimensiones con el sujeto que experimenta. Se espe- ra que estos análisis contribuyan a cuali ficar la enseñanza de las ciencias, en la medida en que se asume que las formas particulares de identi ficar y abordar las diversas y complejas problemáticas de la enseñanza de las ciencias están estrechamente relacionadas y 51. Esta perspectiva de la relación entre la teoría y la experimentación es expresada explíci tamente en autores como Mach (1838-1916) y Duhem (1861-1916). Algu- nos aportes propuestos por estos pensadores son discutidos en Romero & Agui lar (2012). 93 condicionadas por la particular relación que el docente estable- ce con el saber que enseña: las ciencias. En particular, superar la perspectiva empiro-posi tivista y la correspondiente sobrevalora- ción del carácter instrumental de las actividades experimentales en la enseñanza de las ciencias requiere la configuración e imple- mentación de una perspectiva de la experimentación en la clase de ciencias, perspectiva que incorpore reflexiones acerca de la NdC fundamentadas en una mirada sociocul tural de la construcción de conocimiento científico. Es decir, una perspectiva acerca de la NdC que permita visibi l izar la pluralidad y el cambio constante en las preguntas, expl icaciones, procedimientos y cánones de cienti- ficidad y al mismo tiempo posibil i te develar la incertidumbre y el carácter inacabado del conocimiento conlleva a centrar la atención en los procesos discursivos propios de la construcción y val idación del conocimiento. Una tal perspectiva se convierte en un espacio propicio para poner en relación los procesos epistémicos inhe- rentes a enseñar a hacer ciencias —proponer, defender, negociar, val idar y compartir signi ficados y representaciones— y aquellos concernientes a enseñar acerca de las ciencias —provisionalidad, dialéctica de la relación entre la teoría y el experimento—. En la tabla 2.2. se presenta, a modo de ejemplo, algunas situacio- nes pedagógicas diseñadas para propiciar reflexiones sobre la NdC a través de la argumentación. Estas temáticas y situaciones fueron diseñadas en el marco de trabajos de investigación (tesis) del progra- ma de maestría en Educación, en la línea de Educación en Ciencias Naturales (Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia), realizado con profesores de ciencias en ejercicio, participantes de un semina- rio-taller sobre la experimentación cualitativa, cuando discuten sobre la organización de los fenómenos relacionados con la electrostática.52 Como hacen notar algunos autores (Malagón, 2002; García & Es- tany, 2010), incentivar la construcción de explicaciones a fenómenos físicos en el marco de actividades experimentales encierra necesaria- mente procesos discursivos en relación con lo que se quiere “obser- var”, lo que se “percibe”, lo que se nombra como “hecho” y lo que se pretende “representar” con ese hecho. En estos procesos, el rol del lenguaje es primordial, en la medida en que permite llenar de signi- ficado la experimentación (García & Estany, 2010). Así, la relación entre la experimentación y los procesos argumentativos en el aula de clase favorece los debates, consensos, disensos y justificaciones, que en conjunto permiten una mejor comprensión de los conceptos cien- tíficos y la formación de un pensamiento crítico y reflexivo. 52. Algunos de estos aspectos son presentados en detalle y discutidos en el capítulo 4. Reflexiones acerca de la naturaleza de las ciencias... / Á. E. Romero 94 La argumentación en la clase de ciencias Tabla 2.2. acerca de la NdC a través de la argumentación. Temáticas abordadas Situaciones pedagógicas centradas en la NdC Situaciones pedagógicas centradas en la argumentación La experimenta- ción cual itativa y exploratoria como escenarios para la argumentación Exploración de la electri ficación con diferentes materiales. Producción de fenomenologías asociadas a la electri ficación de los cuerpos (atracción y repulsión). Construcción de explicaciones (orales y escri tas) sobre formas de electri ficación y efectos de la interacción de cuerpos electri ficados. Análisis de las producciones argumentales según los elementos de un argumento: construcción de “evidencias” y caracterización de enunciados según su sustento (aseveraciones dogmáticas y sustentadas). Los instrumentos como elementos mediados por el lenguaje para la construcción de fenómenos Diseño, construcción y uso de “ indicadores” de electri ficación como instrumentos de inscripción. Discusión sobre la sensibi l idad de los instrumentos construidos y su pertinencia para evidenciar los efectos electrostáticos. Explicitación de modelos explicativos de los fenómenos: regularidades expresadas a través del lenguaje. Análisis del discurso de los participantes en la construcción y uso de indicadores: Grado de razonabi lidad de producciones argumentales mediante el anál isis de las variables impl icadas en cada indicador. Uso de cuali ficadores modales en la construcción de argumentos sustantivos. Uso de refutaciones. El experimento en la clase de ciencias como construcción social Usos y trasformación de los “ indicadores” en la producción de efectos electrostáticos. Discusión sobre los usos otorgados al experimento en la producción de fenomenologías. Conversatorio sobre dialéctica entre la teoría y el experimento. Análisis del discurso de los participantes del uso otorgado al experimento en la construcción de conocimiento: Identificación de perspectivas epistemológicas de base (cienti ficista versus sociocultural). Papel del instrumento en la construcción de conocimiento (veri ficacionista versus generador). Rol de la experimentación en la enseñanza de las ciencias. 95 En este orden de consideraciones, l levar a la clase de ciencias la relación entre la experimentación y los procesos discursivos y argumentativos visibi l iza unas reflexiones sobre el carácter socio- cultural de la construcción del conocimiento científico: además de posibil i tar a los estudiantes su participación en la actividad de aislar regularidades (fenomenologías) y construir simbologías, per- mite centrar la atención en la comunicabil idad de tal actividad, ac- ciones que se obtendrán si es posible l legar a una serie de acuerdos y consensos en lo que se percibe en determinadas ci rcunstancias de la construcción del fenómeno (Romero & Agui lar, 2012). AYALA, María Mercedes (2006). «Los anál isis histórico-críticos y la recontex- tualización de los saberes científicos. Construyendo un espacio de posibil idades». En: Pro-Posições, Vol . 17, N.o 1 (49), pp. 19-37. 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