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ORTOGRAFIA_Y_DRAE_ALGUNOS_HITOS_EN_LA_FIJACION_LEX

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ORTOGRAFÍA Y DRAE. ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN
LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS
SANTIAGO ALCOBA
Universidad Autónoma de Barcelona
RESUMEN
Este trabajo es un examen del proceso de fijación ortográfica de las palabras
en los DRAE. Explora el recorrido que va desde la consideración de ch y ll como
variantes respectivas de c y l en Autoridades (1726-1739), justificadas con encabe-
zamiento por su función distinta y genuina ya en DRAE (18034), hasta que, en
DRAE (200122), ch y ll se definen como “letras del alfabeto español”, pero orde-
nadas lexicográficamente según el “orden latino internacional”.
En medio veremos consolidarse ñ, hoy enseña ortográfica de la lengua, sancio-
nada en DRAE (18034), que completa la labor de fijación ortográfica, hasta DRAE
(18175), que aplica la sustitución definitiva de x por g/j para transcribir el sonido
“velar fricativo sordo”, y sistematiza algunas decisiones de la Ortografía (18158).
Aún se destacan las decisiones de DRAE (18378), donde se insiste en mante-
ner las distinciones j/g, x/s y x/cs, rechazando con energía la sustitución de x por
s y de x por cs. En DRAE (186911) se da por definitivo el sistema ortográfico y en
DRAE (188412) se seleccionan determinadas variantes léxicas u ortográficas: b/v,
j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø, de manera que podemos concluir que las formas léxi-
cas quedan estables hasta hoy, sin alteraciones sustanciales en los dicionarios
académicos: se ha cerrado la definitiva fijación léxica y ortográfica de las pala-
bras. Hasta DRAE (200122), donde se procede a la nueva ordenación, según el
“orden latino universal”, de ch y ll, aunque manteniendo su carácter de “letras
distintas del alfabeto español”.
PALABRAS CLAVE: Ortografía, Diccionario, Fijación ortográfica, Léxico, Letra,
Alfabeto, Pronunciación, Etimología.
ABSTRACT
This paper examines the process of the ortographical fixing of words in the
DRAE. It examines the path that starts with the consideration of ch and ll as
 respective variations of c and l in Autoridades (1726-1739), justified by heading
due to its own and different function already in DRAE (18034), until in DRAE
(200122), where ch and ll are defined as “letters of the Spanish alphabet”, but are
lexicographically placed according to the “international latin order”.
Español Actual, 88/2007.
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In between we shall see the consolidation of ñ (today the ortographical insig-
nia of the language), fixed in DRAE (18034), which completes the work of orto-
graphical steadiness, until DRAE (18175), which applies the definitive substitu-
tion of x by g/j to transcribe the sound “velar fricative voiceless” and systematizes
some decisions of the Ortografía (18158).
Also highlighted are the decisions of DRAE (18378), which insists in mantei-
ning the differences j/g, x/s y x/cs, strongly rejecting the substitution of x by s and
that of x by cs. In DRAE (186911) the ortographical system is considered as defi-
nitive and in DRAE (188412) some given lexical or ortographical variations (b/v,
j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø) are selected; therefore, we may conclude that the lexi-
cal forms remain steady until today, without substantial changes in the academic
dictionaries: the definitive lexical and ortographical fixation of words has been
completed. Until DRAE (200122), where the new order is used, according to the
“international latin order”, of ch and ll, altough keeping their character of
 “different letters of the Spanish alphabet”.
KEY-WORDS: Ortography, Dictionary, Ortographical steadiness of words,
Lexicon, Vocabulary, Letter, Alphabet, Pronunciation, Etymology.
Dada la configuración y la disposición de los textos del diccionario,
es una obviedad recordar la dependencia del diccionario respecto de
la ortografía. Como es un texto constituido por agregación de partes,
a modo de un mosaico, si no se dispone previamente de una ortogra-
fía, de un “libro de estilo”, se corren grandes peligros de incoherencia
expresiva. Y dadas las funciones y uso del diccionario, es evidente su
papel trascendental en la fijación ortográfica de las palabras de la len-
gua y, por tanto, la dependencia de la ortografía respecto del diccio-
nario1, y recíprocamente
Es difícil decidir el procedimiento de observación de las manifesta-
ciones de esta mutua dependencia: no es fácil elegir el enfoque y la
perpectiva para mejor poner de manifiesto los sucesivos momentos y
decisiones del diccionario, que han determinado algunas condiciones
ortográficas de la lengua y, recíprocamente, las sucesivas alteraciones
en el mapa o disposición del diccionario como consecuencia de dife-
rentes decisiones de la Ortografía respecto al alfabeto de la lengua y la
grafía sistemática de sus palabras.
1. INTRODUCCIÓN
Con motivo de un par de trabajos, sobre neología y la sanción lexi-
cográfica del neologismo, sobre la autorización del neologismo y la
SANTIAGO ALCOBA12
1 Algunas labores fundamentales de la investigación necesaria para la realización de este
trabajo han sido financiadas con una ayuda de la DGICYT para el proyecto de investigación
de referencia: HUM2004-01252/FILO.
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evaluación del uso en compilaciones de textos y corpora (Alcoba,
2006b y 2006c), tuve ocasión de hacer una compilación, con el Nuevo
Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (en adelante NTLLE) de los
prólogos de los DRAE, desde Autoridades (1723) a DRAE (2001) para
identificar los criterios sucesivos de incorporación de neologismos en
doscientos setenta y ocho años y veintidós ediciones de los diccionarios
académicos.
En esos prólogos se podía rastrear la historia de los criterios, argu-
mentos e intervenciones de los lexicógrafos académicos en la sanción,
fijación y generalización de las reformas ortográficas promovidas previa-
mente en las ortografías, desde el “Discurso proemial de la Or -
thographia”, de 1723, y la primera Ortografía de 1741. Así surgió el interés
por el asunto de este artículo: la función sancionadora y de generaliza-
ción de la ortografía y sus sucesivas reformas por parte de los DRAE2.
En concreto voy a hacer un breve y rápido repaso histórico de las
decisiones, adoptadas por los diccionarios en sucesivos momentos y
ediciones más relevantes sobre el alfabeto y la ortografía de las pala-
bras, tal como se declara en la literalidad de sus prólogos, en las adver-
tencias y preámbulos introductorios al cuerpo de cada edición3.
Voy a poner de manifiesto cómo en cuarenta años y cinco ediciones
del Diccionario, de DRAE (18034) a DRAE (18439), se fija el sistema
ortográfico de las palabras españolas en los diccionarios académicos4.
Para ello voy a dar la palabra a las fuentes, a los prólogos de los diccio-
narios cardinales. Algunas citas pueden parecer largas, pero considero
que hoy, con la existencia de una herramienta de consulta como el
Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE), sería inexcu-
sable no facilitar la literalidad de las fuentes, evidentemente mucho
más concluyentes que la mejor paráfrasis, y más en un trabajo como
este, que trata de desvelar el proceso lexicográfico de ocaso y adveni-
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 13
2 En esos prólogos también se encuentran los argumentos de los lexicógrafos a favor y en
contra de las sucesivas reformas ortográficas aplicadas en la edición correspondiente. Fruto
de estas observaciones son mis trabajos: Alcoba (2006c) y Alcoba (2007b), sobre los argu-
mentos y el debate sobre la reforma ortográfica del español.
3 Todas las referencias a los diccionarios académicos, que identificaré como DRAE (ya se
titulen “de la lengua castellana” o bien “de la lengua española”) y la fecha de edición, indi-
cando en superíndice la edición de que se trate en cada caso, las hago por el Nuevo Tesoro
Lexicográfico de la Lengua Española, que citaré por su sigla NTLLE, accesible en <http://bus-
con.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle> a donde remito allector interesado en más precisio-
nes. Así, disculpo la reiterada referencia a las distintas ediciones de los diccionarios acadé-
micos, cuyos prólogos se han manejado para este trabajo: desde Autoridades (1726-1739) a
DRAE (200122), y sólo citaré NTLLE, compilación de todos los diccionarios académicos, en la
lista de referencias bibliográficas.
4 Si en Alcoba (2006a), (2006b) y en (2007a) estudiaba los procesos de sustitución e
implantación de elementos neológicos en la lengua, aquí estudio la selección y asentamien-
to de variantes léxicas y ortográficas tal como se manifiesta en las publicaciones de los DRAE.
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miento o cristalización de algunas letras de nuestro alfabeto, de algu-
nas variantes léxicas, por exclusión de otras variantes y por fijación
ortográfica de las palabras en los diccionarios académicos desde su pri-
mera publicación hasta que se puede considerar cerrado y concluido
el proceso.
Desde una buena ordenación de las fuentes, la argumentación se va
a fundar en la disposición de las palabras convenientemente datadas
cuando convenga y aducidas con largueza. Se podría decir que este es un
artículo hecho a dos voces: la voz de las fuentes lexicográficas, que
hablan por sus prólogos y advertencias, debidamente diferenciadas en el
texto y en las notas, y mi voz, en una labor de ordenación, disposición, y
puesta de relieve de los jalones más relevantes de los diccionarios acadé-
micos, en ese proceso de “fijación ortográfica de las palabras”, hasta el
momento en que el Diccionario, probablemente DRAE (188412), se ha
convertido en la sanción ortográfica de referencia definitiva.
Veamos primero en el Discurso proemial de la Orthographía de
Autoridades (1726-1739) algunos principios y condiciones generales y la
definición de algunas letras. Es la fuente ineludible de partida para
señalar, por un lado, cómo se plasman esos conceptos en el primer
Diccionario; y, por otro lado, para poder apreciar las vicisitudes del
nacimiento y ocaso lexicográfico de algunas letras en particular.
Luego veremos, entre otras, las intervenciones en la ortografía de
tres ediciones capitales: la de DRAE (18034), que, a grandes rasgos esta-
biliza el sistema; la de DRAE (18226), que elimina un sinnúmero de
dobletes por alteraciones ortográficas de pronunciación “rústica, pro-
vincial y de mal gusto”; y la de DRAE (18378), que, al tiempo que fija el
uso de la letra X con contundencia, pretende simplificar la oposición
J/G con un efecto no buscado que requiere la precisión y la insistencia
firme en la distinción ortográfica en DRAE (18439) de ambas letras
cuando son homófonas5.
En su sitio, por motivos obvios, antes de DRAE (18034), voy a recor-
dar algunas ideas de Ortografía (17755), que tengo a mano, y que debie-
ron tener presente en DRAE (18034). También recordaré algunas reglas
de Ortografía (18269) que reitera ideas, ya superadas en DRAE (18175),
sobre el uso de X “velar fricativa sorda” en final de palabra y de Y en
diptongos decrecientes.
Del ámbito de observaciones de este trabajo, por motivos diferen-
tes, se excluyen dos aspectos que conviene precisar desde un principio.
No me voy a referir para nada al acento o sistema de acentuación orto-
SANTIAGO ALCOBA14
5 Las menciones de las letras en el texto del artículo, en general, las haré con su forma
de mayúsculas. En los textos de las citas se hará respetando el formato de la fuente: mayús-
cula, minúscula, cursiva, redonda, etc., según se encuentre.
6 Sirva también como disculpa de la exclusión del estudio del proceso de fijación del
acento ortográfico el hecho de que en las ortografías académicas y tradicionales los capí tulos
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gráfica de las palabras españolas6. El estudio del proceso que va desde
el caos de la acentuación ortográfica en las publicaciones del siglo XVIII
hasta la extremada regularidad y simplicidad con que, mediante unas
pocas reglas ortográficas, se marca el acento (por presencia o por
ausencia de tilde) de todas las palabras españolas merece un trabajo
particular, que queda pendiente para otra ocasión.
Tampoco voy a hacer aquí un estudio de la teoría ortográfica, ni de las
vicisitudes de la ortografía del español, ni de las controversias entre acadé -
micos y publicistas al respecto: Gómez Hermosilla (1831), Noboa (1839),
Salvà (1830), Bello (1835), Rodríguez y Martín (1835), etc. Desde ahora
mismo, remitimos al magnífico trabajo al respecto de Esteve (1982), que
podemos considerar enciclopédico de la materia, y que nos parece esen-
cial para continuar o iniciar cualquier pista sobre el tema, desde el estu-
dio de un aspecto particular como quiere ser el de este trabajo.
2. LA ORTOGRAFÍA DEL DICCIONARIO DE “AUTORIDADES”
Podemos considerar el diccionario conocido como de Autoridades
(1726-1739) como el primer diccionario académico, tal como se hace
en el NTNLE, aunque estrictamente no es esta obra la que se conoce
como primera edición del Diccionario Usual, DRAE (17801)7. Pero el
Diccionario de Autoridades no es sólo el primer diccionario académico, es
también la primera publicación de la Academia, anterior a la Ortografía
(1742) y a la Gramática (1771). Estas tres obras son en conjunto las pie-
zas de referencia para la fijación y normalización de la lengua, el trí-
pode en el que se asienta una definición y explicación suficiente de la
lengua en un momento de su historia. Pero el diccionario requiere una
ortografía hasta tal punto que en esa edición de 1726, después del
Prólogo, y de otros textos, Autoridades incluye un “Discurso proemial de
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dedicados al acento se incluyen en la parte dedicada a “la puntuación”, distinta de la parte
que estudia el “oficio y uso de las letras”.
7 Citaré como DRAE todas las ediciones del Diccionario Usual, aunque estrictamente sólo
se titulan de la Lengua Española desde DRAE (192515), tal como se declara en su prólogo, que
no resisto recordar aquí en su literalidad: “Como consecuencia de esta mayor atención con-
sagrada a las múltiples regiones lingüísticas, aragonesa, leonesa e hispanoamericana, que
integran nuestra lengua literaria y culta, el nuevo Diccionario adopta el nombre de ‘lengua
española’ en vez del de ‘castellana’ que antes estampó en sus portadas. La Academia, ya
desde el prólogo de su primer Diccionario empleó indistintamente las dos denominaciones
de lengua castellana y española, en lo cual no hacia más que atenerse al antiguo uso de nues-
tros autores clásicos, que también daban ambos calificativos a la lengua literaria principal de
la Península. Al preferir ahora uno de los nombres, que responde mejor a la nueva orienta-
ción seguida, la Academia no desecha en modo alguno el otro, ni excluye de igual denomi-
nación a ninguna de las otras lenguas que se hablan en España, las cuales son ciertamente
‘españolas’, aunque no sean ‘el español’ por antonomasia”.
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la orthographia de la lengua castellana” (págs. LXI-LXXXIV), que
puede considerarse como la primera versión de la Ortografía de la
Lengua Castellana (1742).
En esta Orthographia se distingue entre las condiciones que se refie-
ren a la frase, “a la recta y legítima puntuación con que se deben seña-
lar, dividir y especificar las Cláusulas y Partes de la Oración, para que
lo escrito manifieste y dé a conocer clara y distintamente lo que se pro-
póne y discurre”, (pág. LXI); y la ortografía que se refiere a las pala-
bras, “a la observáncia de las reglas y preceptos que se deben guardar
para escribir pura y correctamente las Voces, conformandolas, en
quanto sea dable, al modo con que generalmente se pronúncian, y
atendiendo al mismo tiempo a los orígenes de donde vienen, para no
desfigurarlas”8 (pág. LXI). Esta segunda ortografía es la que nos inte-
resa aquí, en lo que se refiere al uso de las letras (a la fijación del léxi-
co) y en lo que ese usoafecta a la disposición de los elementos del dic-
cionario.
También en esta primera versión de la Orthographia ya se plantean
los dos principios de decisión y de regularización: el etimológico o del
origen de las palabras, y el fonético o de pronunciación. El primero se
basa en que “Los antiguos (y en especial Antonio de Nebrixa, a quien
han seguido los mas) arreglaron la Orthographía casi al méthodo de la
Léngua Latina, dando por regla generál, que las voces derivadas de ella
(que son las mas, como queda manifestado en el Discurso del orígen
de la Léngua Castellana) se escriban conforme a sus orígenes, y las que
son próprias, como se pronúncian” (pág. LXVI). Pero “los Autóres no
tan solamente están entre sí discordes, sino que en sus mismas obras se
hallan escritos con variedád unos mismos vocablos” (pág. LVII).
Existe una gran variedad de usos9. La solución alternativa parece
evidente: “Para vencer todas estas y otras diferéncias y encuentros de
opiniones han sido algunos de dictámen, que la única y segura regla
para reducir con perfección al papél la Léngua Castellana, es escribir
lo que en ella se habla, y en la realidád se pronúncia: respecto de que
esto solo es lo que legitimamente la constituye, y hace diversa de las
demás. Esta opinión (vulgarmente reputada por tan clara, que paréce
no se puede dudar de su firméza) pudiera tener algun fundamento si
SANTIAGO ALCOBA16
8 Las citas del “Discurso proemial de la orthographia de la lengua castellana”, las hare-
mos como Orthographia, y en ellas se mantienen las formas gráficas y de acento así como de
formato del texto original digitalizado por el potente OCR del amigo que me lo facilitó. Las
citas de otras fuentes no mantienen la ortografía acentual.
9 En Orthographia (pág. LXVII): “Esta irregularidád y defecto es tan indecoroso y ofensi-
vo de la nobleza y lustre de la Léngua, que siendo en sí purissima, elegante y clara, la hace
obscúra, intrincada y dificultosa: y al passo que dá motivo para que se dude en muchas pala-
bras el modo con que se deben escribir, ocasiona en los extraños el embarazo de que difi-
culten o no alcancen lo que se quiere dár a entender, por hallarldas diversamente escritas”. 
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concurrieran en el uso y practica de la Léngua Castellana las circuns-
táncias que son necessárias para que se manifieste, que lo que se escri-
be y debe escribir es conforme a lo que se pronúncia” (pág. LVII).
Pero esta que podría parecer “la única y segura regla para reducir
con perfección al papél la Léngua Castellana” presenta las dificultades
que ya advirtieron con precisión los autores del diccionario de
Autoridades en dos observaciones que valen hasta hoy: primero, las
variedades de pronunciación dialectal entre castellanos, andaluces,
asturianos y gallegos10. Y más en contra del principio de acordar la orto-
grafía a la pronunciación, las variedades (sociales, culturales, etc.) de
pronunciación entre los hablantes de un mismo dialecto castellano11. Y
segundo, las variedades ortográficas tradicionales o de uso de determi-
nadas pronunciaciones, según las cuales se representa una misma pro-
nunciación con distintas ortografías impuestas por la tradición y el
uso12.
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10 En Orthographia (pág. LXVII): “No hai uniformidád en la pronunciación, respecto de
la diversidád que se experimenta en el modo de hablar y proferir muchas voces entre los
natura les de algunas Províncias, donde es común la Léngua: pues los Castellanos jamás usan
de la letra H, y aunque precisamente la pidan diferentes palabras, en su boca no se oye el
mas leve indi cio de aspiración: lo que no sucede en Andalucía, y en casi toda la
Extremadúra, donde se hábla con tan fuerte aspiración, que es dificultoso discernir si pro-
núncian la H, ò la J. Nadie ignora la diversa pronunciación de los Asturiános y Gallégos, y lo
fa miliar que es entre los Andaluces el trueque de la S por C, de que nace el cecéo con que
naturalmente hablan: y siendo esto tan contrário a la común pronunciación, palpablemen-
te se reco noce que no hai uniformidád en el uso de la Léngua”. Este mismo argumento, más
explícito, de la fragmentación de la lengua, se reitera ciento cincuenta años más tarde, en
Suárez (1885), tal como se verá más adelante.
11 En Orthographia (pág. LXVIII): “Aun entre los mas preciados de verdaderos y legítimos
Castellanos tampoco hai igualdád en el modo de pronunciar, porque lo que unos profieren
con toda expressión, diciendo Acepto, Lección, Lectór, Doctrina, Propriedád, Satisfacción, Doctór:
otros pronúncian con blandúra, y dicen Aceto, Leción, Letór, Dotrina, Propiedád, Sa tísfación,
Dotór: unos especifican con toda claridád la letra X en los vocablos que la tienen por su orí-
gen, y dicen Expressión, Excesso, Explicación, Exacto, Excelencia, Extravagáncia, Extrémo, y otros
en unas palabras la mudan en c, y en otras en s, diciendo Eccesso, Eccellencia, Espressión,
Esplicación, Essacto, Estravagancia, Estrémo: unos expressan las consonantes duplicadas en
várias voces, diciendo Accento, Accidente, Annata, Innocencia, Commoción, Commutación, y por el
contrário otros no las usan, y dicen Acento, Acidente, Anata, Inocencia, Comoción, Comutación,
de suerte que es innegable la variación, y diversidád en la pronunciación”.
12 En Orthographia (pág. LXVIII): “Aun dado el caso de que todos hablen y pronuncien
de un mismo modo, y sin la menor diferéncia, no es dable que en muchissimas palabras se
pronuncien tan distinta y separadamente las mismas letras de que se compónen, que se
conozca por sola la pronunciación qua les son, y de que modo se deben escribir. Que esto sea
cierto lo demuestra y convence la misma experiéncia: porque hasta a hóra ninguno, por mas
vivo que tenga el oído, ha podido distin guir por la mera pronunciación de estas voces
Cuenta, Qüestion, Cueva, Eloqüencia, Freqüencia, Pescuezo, Quanto, Qual, Cuajo, etc. quales son
con C, y quales con Q: en estas Agente, Con sejero, Aloxa, Ximiu, Xabón, Enxambre, Paja, Page,
quales son con G, y quales con J, y quales con X: en estas Cidra, Cyprés, Ministerio, Mysterio,
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Estas son consideraciones generales13. Luego se despliega el cuerpo
de la Orthographia, para el primer diccionario académico, en perfecta
disposición lógica: primero un epígrafe donde se enuncian las causas
de la variedad y confusión ortográfica y los presupuestos axiomáticos
donde se funda la regularización14. Le siguen tres epígrafes sucesivos
que tratan de responder a las causas de vacilación ortográfica enuncia-
das en el § III mediante propuestas de uso sistemático15. Aquí voy a
recordar el último presupuesto de regularización, el que se refiere al
Alfabeto: “El Alphabéto Castellano se compóne de veinte y seis letras,
de las quales las veinte y tres son comúnes a otras Lénguas, y las tres res-
tantes son peculiares de la nuestra. De las comúnes las cinco son vocá-
les, que son A, E, I, O, U, a que se añade la Y para las voces Griegas. Las
demás son consonantes, regularmente divididas en mudas y semivocá-
les, ò como otros dicen en naturales y confusas. Las mudas ò naturáles
son B, C, D, G, K, P, Q, T, Z, y las semivocáles o confusas son F, H, L, M,
N, R, S, X, porque están acompañadas antes y despues de vocáles en el
modo de su pronunciación. Las letras peculiares Castellanas son ç, j, ñ,
assi formadas y admitidas por la especiál pronunciación que tienen en
nuestra habla: de suerte, que computadas todas hacen el número que
vá referido. De la manéra con que cada letra de las Latinas y
Castellanas se pronúncia, y los usos que tiene y ha tenido, se trata en el
principio de cada una segun su orden Alphabético en el cuerpo del
SANTIAGO ALCOBA18
Symbolo, Cithara, quales son con I Latina, y quales con Y Griega: en estas Agüero, Huevo, Huero,
Degüello, Huella, Pingüe, Regüeldo, Hueco, quales son con G, y quales con H, y assi de otras letras
que se profieren contal igualdád, que las unas no discrepan un ápice de las otras: de que se
infiere con evidéncia, que aunque haya quanta uniformidád se pueda imaginar en la pro-
nunciación, de ninguna manéra puede servir de regla generál, para que por ella se forme y
establezca la Orthographía”.
13 § II. Dificultad de fijar la Orthographía, y falsedád de várias reglas generales que han pretendi-
do establecer algunos Autóres.
14 § III. Causa de la variedád y confusión en la Orthographía, y algunos presupuestos en que se
explican y assientan várias reglas para mayor claridád de las generales, que se darán despues. En resu-
men, son causas de la variedad y confusión de la Orthographia: 1) el uso incierto de la letras
de igual pronunciación (B y V, C y Z, etc.); 2) el uso de consonantes dobles en voces com-
puestas (Accessión, Immemorial, Annotar, Assentar, Dissimular, Arregla); y 3) el uso de consonan-
tes diversas que concurren en varios vocablos (Assumpto, Sanctidád, Demonstracion, Disciplina,
Redempción, Extrañeza, Excusación). Y son presupuestos axiomáticos en que se asientan algu-
nas reglas: 1) la lengua castellana usa los caracteres latinos; 2) se han de usar algunas letras
griegas (Y, K, CH, PH, TH) para voces griegas; 3) las dicciones que vienen del latín han
mudado y alterado pronunciación y escritura; 4) dada la variedad de pronunciación, mejor
recurrir a los orígenes y etimología; 5) la ortografía ha de ser ajustada a los usos propios o
irregulares de los Autores más clásicos y juiciosos; y 6) la lista del alfabeto castellano, que se
compone de veinteséis letras: veintitrés comunes a otras lenguas y tres específicas.
15 Estos tres epígrafes se refieren respectivamente a los siguientes asuntos: § IV. De las
letras unísonas, ò que se equivocan en la pronunciación. § V. Del uso de la duplicación de las letras y
§ VI. De la concurréncia de diversas consonantes.
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Diccionario, donde lo pueden vér los curiosos. De las Griegas no se
hace particular expressión, por no ser comúnes a la Léngua” (Discurso
proemial, págs. LXX-LXXI).
Evidentemente, en un trabajo sobre ortografía y diccionario, pare-
ce lo más oportuno usar el alfabeto como hilo conductor, y eso es lo
que vamos a hacer a continuación, fijarnos en las vicisitudes de algunos
elementos de este alfabeto de Autoridades (1726-1739), y de sucesivas
ediciones del diccionario académico, donde se ponen de manifiesto
decisiones que afectan a la fijación y ocaso de algunas letras y formas
léxicas en particular.
En términos generales, antes de ver qué ocurre con determinadas
letras de este primer alfabeto de referencia, podemos recordar algunas
observaciones del prólogo de los diccionarios de Autoridades. Sobre su
función de fijación de la ortografía de las palabras: “Es mui grande el
descuido, o ignorancia que se padece en la Orthographía, aunque en
ninguna Lengua habrá mas tratados de esta essencial parte de explicar
por escrito el Idioma, porque passan de treinta Autores los que han
escrito sobre la Orthographía Castellana. La Academia no se ha intro-
ducido a impugnar, ni calificar a ninguno, y para su proprio uso ha
establecido, y fijado su Orthographía, porque su intención no es ense-
ñar, sino proceder por sí, constante en el modo de escribir, siguiendo
para este fin las reglas que le han parecido más proporcionadas de los
mismos Autores que han escrito de este assunto”16.
Esta intención fijadora se manifiesta en las entradas: “Las voces prin-
cipales, que siguen el orden alphabético, están escritas en todas sus
letras, según el tratado de Orthographía; pero se debe advertir, que en
la explicación de las voces, y en los textos de los Autores citados se
encontrará alguna variedad, ocasionada assi por la incuria de los
Impressores, como porque en algunas voces es mui dudosa la letra con
que se deben escribir, hallándose en ellas B, o V, cuya determinación
es de bastante estudio: y hasta que estas voces lleguen a ser principales
no se pueden fijar: por cuya razón podrá suceder que se hallen con
alguna variedad en lo escrito”17. Y en la segunda edición de Autoridades
(17702) se insiste en la norma académica como solución de vacilacio-
nes: “Las autoridades de voces antiquadas se ponen con la misma orto-
grafía que tienen en las obras e impresiones de que se tomaron: y cuan-
do hay tal variedad que no puede resolverse por el uso antiguo, se
ponen conforme a la Ortografía de la Academia. Pero las autoridades
de voces del uso corriente se escriben siempre con arreglo a esta, por-
que la variedad que en ellas se halla suele depender de los impresores
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 19
16 En § 6 del “Prólogo” de Autoridades (1726-1739). Recuérdese que en estas citas no se
mantiene sistemáticamente la ortografía acentual del original.
17 En § 23 del “Prólogo” de Autoridades (1726-1739).
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o de un uso arbitrario, y no de algun particular sistema de los auto-
res”18.
En esta misma edición se confirma el orden alfabético estricto con
que pasan a lematizarse hasta los participios: “En la colocación de las
voces se sigue rigurosamente el orden alfabético, observando en cuan-
to a su ortografía las últimas reglas que la Academia ha establecido en
el tratado que ha impreso: Y así se ponen los participios activos y pasi-
vos en el preciso lugar que les corresponde, y no a continuación de sus
verbos como se hizo antes”. Asistimos así, en Autoridades (17702), al
nacimiento de los participios como plabras diferenciadas, como lemas
(de participio, de adjetivo o de nombre). Desde esta segunda edición
de Autoridades, los participios ya no son lexicográficamente sólo formas
flexivas del paradigma representado por el infinitivo. Son considerados
como palabras de diferentes categorías, verbal, adjetiva o nominal.
3. ALFABETO DE PARTIDA DE LOS DICCIONARIOS ACADÉMICOS
Antes de pasar a ver el tratamiento de algunas letras en particular
por parte de la primera edición de Autoridades, voy a recordar en la
tabla (1) el alfabeto de partida.
(1) Alfabeto castellano de Autoridades (17261 y 17702)
Alfabeto Castellano Letras
Vocales A, E, I, O, U; Y
Común a otras lenguas Cons. “mudas o naturales” B, C, D, G, K, P, Q, T, Z
Cons. “semivoc. o confusas” F, H, L, M, N, R, S, X
Particular de la Lengua Castellana Ç, J, Ñ
De este conjunto nos vamos a fijar en algunos elementos en parti-
cular porque en ellos veremos cómo se manifiestan los sucesivos y más
importantes cambios que se han de señalar en una consideración de
las etapas o hitos de fijación ortográfica de las palabras, de determina-
das formas léxicas, por parte de los DRAE, y, en definitiva, en el naci-
miento y ocaso lexicográfico de algunas letras. En concreto, voy a reco-
ger aquí la consideración en Autoridades de las letras peculiares
castellanas (Ç, J, Ñ), de dos letras (K y X) singulares por distintos moti-
vos, y el caso de los dígrafos (Ph, Th, Ch y Ll). En estos elementos se
manifiesta en particular la evolución de las consideraciones de la orto-
grafía por parte de los DRAE.
SANTIAGO ALCOBA20
18 En “Prólogo” de Autoridades (17702).
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Entre las letras consideradas “peculiares castellanas”, la Ç tiene un
humilde catafalco en Autoridades (s.v. C) que la considera “superflua”,
“defectuosa” e “inútil”, frente a la Z (homófona) del alfabeto común
con otras lenguas19. Si el humilde monumento funerario de la Ç no
merece letra capitular y se encierra en el artículo correspondiente al
lema de la C, la nota “necrológica” de esta defunción está en el § 31 del
Discurso proemial de la Orthographía, donde se concluye que puede ser
suplida por Z, una letra del alfabeto común, y en los usos que se le asig-
nan sólo se puede emplear en las palabras genuinamente castellanas
para distinguirlas de los “vocablos Griegos y Arábigos”20.
A diferencia de la anterior, la J, también particular castellana en
algunosusos, merece letra capitular y artículo específico: “Décima letra
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 21
19 En Autoridades (1726-1739), s.v. C: “Si a la c se le añade una virgurilla por abaxo en esta
forma ç, se constituye nueva letra propria y peculiar de la lengua, llamada comúnmente cedi-
lla, y de algunos c caudata, la qual entre los Castellanos se pronuncia generalmente del
mismo modo que la z, y sin la menor distinción. Esta sólo puede tener uso antes de las voca-
les a, o, u, diciendo ça, ço, çu, a fin de que se distinga de la propria y natual pronunciación
de la c, porque siguiéndose las otras vocales e: i, es superflua, respecto de que en este caso,
ni se muda, ni altera la pronunciación. Por este motivo, y ser letra defectuosa, que no se
puede usar en todas ocasiones, la ç se ha reputado por inútil en el uso de nuestra lengua”.
20 En Orthographia § 31 se lee lo siguiente: “Igual, y aun mayor diversidád se ha conside-
rado entre la ç, y la Z, sobre cuyo uso ha havido, y hai notable variedád y dispúta: porque
unos son de dictámen de que la ç, como letra própria y especiál de la Léngua Castellana,
debe ser en todo preferida, y por el contrário otros la pretenden excluir, por ser letra defec-
tuosa, y ocasionada a ridículas y raras equivocaciones, por no ser letra enteramente forma-
da, y finalmente no incluida en el número de las de la Cartilla o Alphabéto común, como lo
está la z. En lo antiguo se usó mucho de la ç, porque la z se reputaba por letra extraña y pró-
pria de los vocablos Griegos y Arábigos; pero estando yá tan introducida y tan familiar en la
Léngua, tanto que promiscuamente los mas sin hacer distinción usan yá de la una, yá de la
otra: de necessidád se debe atender a su conservación, tanto mas siendo precisa para las
expressiones de muchas palabras Castellanas, que sin ella no se pueden formar ni especifi-
car. En fuerza de esto, y de que algunos han considerado no ser en la substáncia dos letras
diversas, sino una diferentemente figurada: cuya opinión se califica y comprueba con el uso
promiscuo de entrambas, aunque se puede dár facilissimo medio para conservar a cada una
de por sí, y señalarles sus usos separados (qual es usar de la ç en medio de las palabras todas
las veces que precede consonante, como en Bonança, Esperança, Fuerça, Ensalçar, Dulçura,
Confiança, y de la z siempre que precede vocal, y en el princípio de las dicciones, como Razón,
Pureza, Riqueza, Gozo, Zelo, Zapato, Zumba, Zorra, y del qual se puede usar con seguridád) no
obstante el medio mas conveniente y oportúno es retener la z, y no usar de la ç: lo uno, por-
que la z es letra generál para princípio, medio, y fin de qualesquiera vocablos, lo que no com-
pete ni es capáz de adaptarse a la ç, respecto de que muchas veces en el medio no se puede
usar de ella, y en el fin nunca, porque nadie ha escrito Mayoraçgo, Hallaçgo, Almirantaçgo,
Mereçca, Padeçca, Paç, Veç, Desliç, Veloç, Luç, &c. y lo otro, porque haviéndose inventado la ç
unicamente para suplir al defecto de la combinación del Ce, Ci en las tres vocáles a, o, u, a
fin de pronunciar ça, ço, çu en lugar del Ca, Co, Cu: lográndose esto mismo, y con la misma
igualdád y blandúra el dia de óy con la z, realmente se puede reputar por supérflua la ç, tanto
mas no sirviendo para las voces Griegas y Arábigas, por deberse escribir con z, como en Zelo,
Zodiaco, Zizaña, &c.”
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de nuestro Alphabeto: que aunque algunos la confunden con la Y,
debe distinguirse, porque la J sirve siempre de consonante y su pro-
nunciación es gutural, como la propria y natural de la X: por cuyo moti-
vo irán puestas en esta letra solamente las voces que no tienen x por su
origen, conforme a lo dispuesto en el tratado de Orthographia”21.
La Ñ tampoco merece letra capitular en Autoridades, que la define
en el artículo de N: “Con una tilde o circunflexo encima, equivale a las
dos n n Latinas, que en lo antiguo se pronunciaban como tales: y el uso
las suavizó con una pronunciación particular de la que llamamos ñ,
que tambien se usa en otras voces que no tienen las dos”22. Pero lexi-
cográficamente tiene condición de letra distinta cuando en Autoridades
(1726-1739) se ordenan los lemas de ñagaza, ñaque, etc., después de
nyimpha, nyimphea, y nyimpho, por un lado; y aña y añada, después de
anzolero y anzuelo23.
De las letras que hemos distinguido como de uso singular, la K se
considera en el volumen correspondiente de Autoridades (1726-1739)
como totalmente prescindible24. Se mantiene en las sucesivas ediciones
del DRAE (de 18034 a 18378) con la precisión de que “sólo se usa en
algunas voces tomadas de otros idiomas”. Desde DRAE (188412) esta
precisión se incrementa: “No se emplea sino en voces de evidente pro-
SANTIAGO ALCOBA22
21 En Orthographia de la Orthographía de Autoridades (1726-1739), § 33. “La j, y la x son igua-
les en toda la combinación de las cinco vocáles, porque del mismo modo que se pronuncia
Ja, Je, Ji, Jo, Ju, se pronúncia tambien en muchas dicciones la x. […] Siendo, pues, la duda
principal entre estas dos letras: el medio para no confundirlas es atender a las raíces de las
palabras, porque si tienen x, como en Vexación, Relaxación, Execución, Exemplo, Exido, Vexiga,
Perplexo, Enxundia, no hai motívo para desfigurarlas escribiendolas con i, respecto de estar
comunmente admitida la pronunciación aspirada de la x en estas y otras dicciones”.
22 En Autoridades (1734), s.v. N. Ya se alude aquí a un primer argumento “etimológico”
para considerar la Ñ con entidad propia cuando aduce que así “consta en el discurso proe-
mial de las etymologias, que esta puesto al principio del Tomo primero deste Diccionario,
num. 53”. Donde, literalmente, dice: “la pronunciación particular de las dos nn por ñ nace
de dos nn: como Annus Año, aunque también suele salir de otras letras: como de Aranea
Araña, de Autunnus Otoño, de Hispannia, España, de Damnum Daño, de Vinnea Viña: y como
esta es pronunciación nacional propria, se ha acomodado, según que la Lengua se propor-
cionó a ella, o según la dificultad que encontraban los Españoles en la pronunciación
 latina”.
23 De todos modos, la Ñ tiene esta misma consideración lexicográfica de variante de la N,
aunque tenga entidad propia en la ordenación alfabética de los lemas, durante las tres pri-
meras ediciones de los DRAE (17801, 17832, y 17913) hasta (18034), donde aparece la defini-
ción de la Ñ, que veremos más adelante.
24 En Autoridades (1726-1739), s.v. K se lee: “Es la octava de las consonantes, y pertenece
a la classe de las mudas por su pronunciación, que es como la de la C fuerte. Es tomada del
Latín, y este la tomó del griego kappa. Tiene poquíssimo uso en nuestra Lengua, y solo en
aquellas voces que se toman de otro idioma, y absolutamente se pudiera excluir de nuestro
Alphabeto, pues su pronunciación se podía suplir, ó con la C fuerte, como queda dicho, con
las vocales a, o, u, o con la C aspirada en todas: como charidad, cherubín, chimera, choro, chylo,
o con la Q en las vocales e, i”.
01 Pres_Alcoba.qxd:01 Bajo Perez.qxd 4/12/08 17:01 Página 22
cedencia extranjera, y durante no pocos años ha estado en desuso”,
que no creo que se deba entender en sentido estricto, sino en lo que
se refiere a nuevas incorporaciones en el Diccionario.
Consideramos también singular a la X por su polifonía25. Pero tam-
bién por las vacilaciones ortográficas de uso, que requiere de unos
cuantos párrafos en Orthographía para fijar su uso cuando aparece en
concurrencia con otras consonantes: primero, X ante C o Q26. Luego X
ante grupo consonántico27. Recordamos la literalidad de las propuestas
en las notas anteriores porque se han de tener en cuenta para enten-
der, más adelante, las admoniciones de DRAE (18378) ante los usos vaci-
lantes, de ortografía fonética, de X en posición intervocálica.
Lo que ahora se conoce como dígrafos Ph, Th, Ch, y Ll, algunos de
los cuales han tenido consideración lexicográfica propia en los DRAE,
ALGUNOSHITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 23
25 En Autoridades, s.v. X, se dice: “Es semivocal, y tomada de los Latinos, entre los quales
tenía el valor de dos consonantes: y unas veces la fuerza de c, y s, y otras de g, y s. En
Castellano conservamos el sonido de la c, y s: como en Examen, Exótico; pero el de la g, y s le
convertimos en otro mucho más fuerte, y gutural, tanto que no la distinguimos de la j, o g
fuerte, como en Xamugas, y Exército”. Esta misma definición se mantiene en las sucesivas edi-
ciones de 17801, de 17832, de 17913 y de 18034.
26 En Orthographía, § 54, se lee: “La última dificultad es tocante a la X, que concurre con
diversas consonantes, y con variedád en muchos vocablos. El modo priméro es de x, y c entre
dos vocáles, como Excelso, Excelente, Excidío, Excomunión, Excusar. En estas y sus semejantes no
se debe hacer variación escribiéndolas con s en lugar de la x, o con c, como hacen algunos,
diciendo Escomunión, Escusar, Eccelso, Eccelente, porque claramente se vá contra sus orígenes,
y contra el modo común con que se pronúncian: y aunque es cierto que el verbo Excusar, y
sus derivados Excusa, Excusable, Excusación, Excusado, se hallen muchas veces, ò las mas escri-
tos con s, diciendo Escusar, Escusa, &c. no siendo generál el estílo, y conforme el uso en con-
trário, paréce justo no desfigurados, y retener la x”. Y en § 57: “En lo que mira al quinto
modo de la X, y de la Q, que se hallan en los vocablos Exquisito, Coxquear, tambien se debe
estar à sus raíces, y no escribirlas con s, como se hallan en algunas obras, porque es su pro-
nunciación con la x: lo que no se debe hacer con las palabras Cosquillas, y Cosquilloso, aun-
que en los libros antíguos se hallen escritos con x, respecto de no pronunciarse con la fuer-
za que pide esta letra, y estar el uso en contrário”.
27 En Orthographía, § 55, se puede leer: “El segundo modo es de XCL, y de XCR, como en
estas palabras Exclamar, Excluir, Excremento, En estas no hai que hacer novedád, porque será
raro el que las altére, y vaya contra el estílo y méthodo generalmente admitido: en medio de
que no ha faltado quien mude la x en s en el verbo Excluir, y sus derivados, porque en su pro-
nunciación no se pone tanta fuerza en la expressión de la x”. Y en §56: “Lo mismo se debe
observar en el tercero, y quarto modo en que se halla la x junta con la p sola, con pl, ó pr,
como en Experiencia, Exposición, Expediente, Explanar, Explicación, Explorar, Expressión, Exprimír:
porque fuera novedád reparable desfigurar estas voces contra su pronunciación, por mas
que algunos procúren usar de blandúra en el modo de hablar”. Y en § 58: “El sexto y septi-
mo modo es de XT, y de XTR, como en Extender, Extenso, Exterioridád, Extinguir, Extirpar,
Extrañar, Extraño, Extraher, Extrajudicial, Extrémo, Extrangéro, Extraordinário, Extrinseco. En el uso
de estas voces hai grande variedád, y aun contradicción, porque se hallan freqüentemente
escritas las de un mismo orígen unas veces con s, y otras con x, como Estender, y Extenso,
Estrangéro, y Extraño, Estremado, y Extrémo: y assi para quitar toda diversidád y confusión se
deben guardar sus raíces, y escribir uniformemente todos estos vocablos con x, por no haver
violéncia en su pronunciación”.
01 Pres_Alcoba.qxd:01 Bajo Perez.qxd 4/12/08 17:01 Página 23
son en Autoridades meras variantes de la respectiva letra inicial. Así, Ph
se entiende como una P que “Junta o aspirada con la H tiene la fuerza
y pronunciación de la F, y se usa en las voces que trahen su origen del
Griego: como Phantasma, Phenómeno, Philosophía”. Su uso se justifica por
el segundo presupuesto de la Orthographía enunciado en el § 22: “Se
debe suponer y sentar, que igualmente se han conservado para la
expressión y notoriedád de las voces Griegas admitidas en nuestra
Lengua algunas letras suyas, quales son la Y, K, Ch, Ph, Th, y esto no
porque se necessite de ellas para su pronunciación, sino para que se
distingan y conozcan, a imitación de lo que acostumbraron los Latinos,
de quienes las hemos tomado, y de lo que hacen otras Naciónes que
tambien las mantienen, aunque para pronunciarlas no las necessitan”.
En parecidos términos podemos referirnos al dígrafo Th, conside-
rado variante de T28. Ambos, Ph y Th, duran poco: no tienen justifica-
ción fonética, de pronunciación, y el fundamento etimológico se basa
en el escasísimo rendimiento de los grequismos en la lengua científica,
técnica, académica, de poca trascendencia en la lengua general.
Un caso distinto es el de Ch29. El fundamento etimológico de la lla-
mada “C aspirada”, frente a la K, se basa en su función de distinguir las
voces de origen griego: charidad, cherubín, chimera, choro, chylo, de las
voces castellanas, que usarían “C fuerte” ante a, o, u; o bien Q, ante e, i.
La Ch se justifica como representante de la pronunciación “africada”,
genuina y distinta, “al modo que los italianos pronuncian la C” lo que
salva al dígrafo Ch, pues sus usos de fundamento etimologista para la
escritura de los grequismos, desaparecerán de los DRAE con los de Ph
y Th30. A diferencia de lo que ocurre con la Ñ, la Ch sigue la ordenación
SANTIAGO ALCOBA24
28 “[La T] escríbese aspirada en algunas voces, que vienen del idioma Griego: como
Thesoro, Throno (aunque sin mudar su pronunciación) por no desfigurarlas de su origen”.
Esta “T aspirada”, o Th, desaparece en DRAE (1780).
29 En Autoridades (1726-1939), s.v. C, “Quando la c precede a la h en cualquiera de las
vocales de este modo cha, che, chi, cho, chu, tiene particular pronunciación en nuestro idio-
ma: la cual se forma echando con violéncia el aliento, y haciendo fuerza con la punta de la
léngua en los dientes de abaxo, al modo que los Italianos pronuncian la c, cuando se siguen
la e o la i: esto se entiende y observa en todas las voces castellanas, que no trahen origen de
la Léngua Griega: como chapa, chico, choza, chuzo, porque si el origen es Griego como en cha-
ridad, Christiano, Monarcha, chímica, &c. se pronuncian como K”.
30 A continuación, apunto la fecha del primer registro en un DRAE separado por el sím-
bolo <, al que sigue el último registro si lo hay, de tal manera que cuando no se especifica
fecha a la derecha del citado símbolo se ha de entender que el lema de que se trate se
encuentra hasta 1992, última fuente del NTLLE. En efecto, por ejemplo en Autoridades (1726-
1739) sólo se encuentran charidad (1729), cherubín (1729 < 1791; 1780, v. querubín), chimera
(1729-1791, “riña”, “ficción”), choro (1729), chylo (1729, “sustancia blanca del alimento en el
estómago”), phantasma (1737), phenómeno (1737), philosophía (1737), orthographía (1737), thá-
lamo (1739), theatro (1739), theología (1739), theoría (1739), thesis (1739), thema (1739), theso-
ro (1739). Y a partir de DRAE (17801), sólo tenemos caridad (1729, v. charidad; 1780 < ), que-
01 Pres_Alcoba.qxd:01 Bajo Perez.qxd 4/12/08 17:01 Página 24
alfabética internacional colocando los lemas de chabacanería a chylo
entre cevil y cia, etc.31
Por último, el dígrafo de la Ll también se considera en Autoridades
(1726-1739) como una variante de la L en cuyo artículo se incluye la
definición: “[La L] Junta con otra l tiene especial pronunciación en
nuestra lengua, enteramente semejante a la Gl de los Italianos o a la Lh
de los Portugueses: y esto se usa en principio de dicción o en medio de
ella entre dos vocales: como Llano, Llúvia, Calle, Malla”. La propuesta
del dígrafo se justifica, como vemos, en su representación de “una
especial pronunciación de nuestra lengua” y en el paralelismo fonéti-
co y gráfico de los dígrafos del italiano y portugués. De todos modos,
no ocurre como en el caso de la Ñ, porque la LL sigue la ordenación
alfabética internacional colocando los lemas de llaga, llagar, a lluvia,
lluvioso entre liza, lizos, y antes del loa, loable, etc.32
4. LA 5ª EDICIÓN DE LA ORTOGRAFÍA, DE 1775
Aunque, estrictamente, no es el objeto de este estudio, dedicado al
concepto y usos ortográficos de los DRAE, igual que para el primer dic-
cionarioacadémico, de Autoridades, se han repasado las principales
propuestas ortográficas de su “Libro de estilo”, su Orthographía, antes
de ver lo que ocurre con el uso de las letras en algunas ediciones car-
dinales de los DRAE, voy a recordar brevemente los principios acadé-
micos publicados en 1775 sobre la ortografía33. Esta edición de la orto-
grafía académica estaba presente para la primera edición del DRAE
(17801) y, prácticamente, es una versión que, con poquísimas variacio-
nes, podemos considerar casi como definitiva.
En esta Ortografía (17755) se confirma la presencia de Ch, Ll y Ñ en
el “abecedario” de nuestra lengua34. La Ch aun se considera una varian-
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 25
rubín (1780 < ), quimera (1803 “pendencia, riña” < ), coro (1729, v. choro; 1780 < ), quilo (1780
< ), fantasma (1780 < ), fenómeno (1780 < ), filosofía (1780 < ), ortografía (1780 < ), tálamo (1780
< ), teatro (1780 < ), teología (1780 < ), teoría (1780 < ), tesis (1780 < ), tema (ya se incluye en 1739
y se remite al cultismo thema), tesoro (ya se incluye en 1739 y se remite al cultismo thesoro).
31 Como en DRAE (200122).
32 Como en DRAE (200122).
33 Real Academia Española (1775): Ortografía de la lengua castellana, que citaré Ortografía
(17755).
34 §2 (cap. II) de Ortografía (17755): “La lengua castellana, que según la común y más fun-
dada opinión es hija de la latina, tomó de ella la mayor parte de las letras de nuesto abece-
dario. En la primera impresión de este tratado se dexaron de añadir la ch, la ll y la ñ que son
letras propias nuestras; pero en la segunda impresión, como en la tercera, en la cuarta y la
presente, reflexionado este punto, ha parecido que sin estas letras está defectuoso el abece-
dario: porque ninguna de las otras representa en lo escrito el sonido que atribuimos a cada
01 Pres_Alcoba.qxd:01 Bajo Perez.qxd 4/12/08 17:01 Página 25
te de la C 35. La Ll, que era una variante de L en Autoridades, se consi-
dera una genuina letra distinta “doble en la figura y sencilla en el
valor”36. Y, en fin, se reitera lo dicho en Autoridades sobre la Ñ sin más
precisiones37. “Se da por definitiva la desaparición de Ç, cuyo uso no
está justificado, que ya ha sido excluida de las publicaciones académi-
cas, y que ya no aparece ni en lo escrito ni en lo impreso38. También des-
aparece el uso de Ch y Ph en cultismos y tecnicismos de origen griego,
SANTIAGO ALCOBA26
una de estas y distinguen las voces chasco, llanto, año, especialmente quando la diversidad de
las letras no consiste tanto en la figura, como en la diferencia de su pronunciación. No es
esta novedad, porque Nebrixa en su Ortografía castellana incluyó estas tres letras en el alfa-
beto; y el que está puesto en la cartilla común por donde se enseña a los niños, compre-
hende la ll y la ñ, aunque omite la ch, habiendo igual fundamento y razón para incluirla”.
35 En § 17 (cap. III) de Ortografía (17755): “La C seguida de la H es en castellano una letra
doble en la figura y sencilla en el valor, con que explicamos aquel sonido que se percibe en
las voces chapin, cherrido [“lo mismo que chirrido”, 17801], chico, choza, chuzo, semejante al que
tiene en la lengua italiana la C antes de e o de i; sin que otra aguna letra simple o compues-
ta tenga en nuestro idioma esta particular pronunciación”.
36 En § 40 (cap. III) de Ortografía (17755): “Esta letra es doble en la figura, porque se com-
pone de dos ll juntas y sencilla en su valor, porque es expresiva de aquel sonido que expli-
can las voces llave, lleno, mellizo, lloro, lluvia: el qual distinguen los franceses con dos ll prece-
didas de la i que llaman L mojada, los italianos con el gli en las voces de sonido que ellos
llaman eschiacciato, y los portugueses con la lh”. Y en § 41 (cap. III) de Ortografía (17755): “Por
eso en castellano nunca se debe escribir dos ll, aunque las tenga en su origen la voz, sino en
el caso preciso de notar este particular y único sonido que se les ha atribuido: y así aunque
el nombre latino Bulla tenga en aquel idioma dos ll; en el nuestro no se debe poner mas que
una que es la que se pronuncia: pues escribiéndole con dos varía la pronunciación y el sig-
nificado, porque entonces significa ruido.”
37 En § 45 (cap. III) de Ortografía (17755): “La N, con una tilde encima en esta forma Ñ,
ñ, es una letra o carácter a que se ha atribuido en castellano el particular sonido que se per-
cibe en las voces maña, niñez, pañito, mañoso. Los italianos y franceses tienen esta pronuncia-
ción y la explican con la gn y nosotros en algunas voces convertimos la gn del origen en ñ: y
así de ignorare latino se dixo en lo antiguo iñorar, iñorante: y hoy decimos tamaño, que viene
de tam magnus y leño de lignum”. Y en § 46 (cap. III) de Ortografía (17755): “En los tiempos
más antiguos de nuestra lengua se explicó con dos nn juntas esta pronunciación: y algunos
se han persuadido a que la tilde sobre la N como hoy se usa, se introduxo para notar la otra
n que se omitía, al modo que la tilde puesta sobre las vocales se usó frecuentemente en lugar
de n”.
38 En § 4 (cap. II) de Ortografía (17755): “Este carácter ç, llamado vulgarmente cedilla,
tenía en castellano el propio oficio que la Z y por ella se substituía, siendo ambas signos de
un mismo sonido; aunque algunos autores fueron de opinión que era más blando y suave el
de la Cedilla. El uso de ella estaba expuesto a equivocaciones y algunas de ellas ridículas; y no
tenía esta letra a su favor, como otras, el poderoso apoyo del origen, porque era propia de
nuestra lengua: y siendo al presente su pronunciación la misma que la de la Z, aunque en lo
antiguo tuviese alguna diferencia, no había razón para que se conservase, haciendo mas gra-
vosa la escritura con el uso de un carácter superfluo e inútil. Estas son la principales razones
por que la Academia ha excluido de nuestro abecedario la ç y omitido el uso de ella en todas
sus obras: y habiendo logrado la aprobación pública, pues ni en lo escrito ni en lo impreso
se usa ya de esta letra, se añade hoy esta mayor razón para su exclusión”.
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con la excepción de algunos nombres propios39. Así queda definido un
alfabeto de 28 letras, contando la K, que va a perdurar hasta hoy día:
“el abecedario castellano completo consta de veinte y ocho letras y son
por este orden. a. b. c. ch. d. e. f. g. h. i. j. k. l. ll. m. n. ñ. o. p. q. r. s. t.
u. v. x. y. z.”40. En este alfabeto, por último, se ha de destacar que la X
aun representa dos pronunciaciones diferentes: la conocida como lati-
na, de [ks], y la pronunciación “velar fricativa sorda” de los arabismos
(axuar, almoxarife), de algunas palabras latinas (exemplo, exercicio) y de
esta pronunciación en final de palabra (carcax, relex, dix, relox, almora-
dux)41.
5. LA 4ª EDICIÓN DEL DRAE, DE 1803
La edición de DRAE (18034) es el primer hito de los diccionarios
académicos respecto a la ortografía de nuestra lengua. Podemos decir
que es la sanción lexicográfica de los principios y usos enunciados en
Ortografía (17755), que acabamos de destacar en el epígrafe anterior. Se
confirma la Ñ, nacida lexicográficamente en Autoridades. Así, s.v. N se
reitera lo dicho en 1726, y, s.v. Ñ, se lee: “Decimoséptima letra de nues-
tro alfabeto, la qual es un carácter á que se ha atribuido en castellano
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 27
39 En § 18 (cap. III) de Ortografía (17755): “La C antes de la H tiene también un sonido
equivalente al de la K con todas las vocales en las voces tomadas de las lenguas extrangeras,
lo que repugna a la pronunciación que tiene en castellano la Ch, da motivo a equivocacio-
nes y hace difícil su escritura: y así se debe excusar en quanto fuere posible, inclinando el
uso a nuestros propios caractéres que son la c con la a, o, u y la q con las sílabas ue y ui, escri-
biendo así mecánica, coro, cubo, querubin, quimera, a excepción de algunos nombres hebreos o
griegos, en que fuera muynotable la novedad de escribirlos sin h, como Christo, Melchîsedech”.
Y en § 48-II (cap. III): “La Ph, que tienen algunas voces tomadas del hebreo o del griego, se
debe omitir en castellano, sustituyendo en su lugar la F que tiene la misma pronunciación y
es una de las letras propias de nuestra lengua; a excepción de algunos nombres propios o
facultativos, en que hay uso común y constante de escribirlos con la Ph de su origen, como
Pharaón, Joseph, Pharmacopea”.
40 En § 5 (cap. II) de Ortografía (17755).
41 En § 57 (cap. III): “La X tiene dos diferentes pronunciaciones. La primera, que hemos
tomado de la lengua latina, es la que tiene esta letra cuando equivale a CS, como en êxequias,
extensión: lo que sucede no solo en las voces derivadas de aquella lengua, sino también en las
griegas, como éxtasis, sintaxîs. La segunda, que nos vino del árabe, es cuando la X tiene soni-
do gutural fuerte semejante al de la J con todas las vocales y al de la G con la e y con la i,
como en axuar, almoxarife y otras voces de aquel idioma, en las quales usamos frecûente-
mente de la X. Así tambien pronunciamos y escribimos muchas palabras que trahen su orí-
gen del latín, como exemplo, exercicio; aunque en estas damos con impropiedad a la X una pro-
nunciación gutural que no admite aquella lengua. El mismo sonido, si bien algo menos
perceptible, tienen siempre esta letra en fin de dicción, como en carcax, relex, dix, relox, almo-
radux; y aunque pudiera suplir por ella la G o la J, estas voces y todas las semejantes se escri-
ben con X porque es propio del castellano no acabar en G ni J voz alguna”.
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el particular sonido que se percibe en las voces maña, niñez, pañito,
mañoso. Los italianos y franceses tienen esta pronunciación y la expli-
can con la gn, y nosotros en algunas voces convertimos la gn del origen
en ñ; y así de ignorare latino se dixo en lo antiguo iñorar, iñorante, y hoy
decimos tamaño, que viene de tam magnus, y leño de lignum. En los tiem-
pos mas antiguos de nuestra lengua se explicó con dos nn juntas esta
pronunciación y algunos se han persuadido á que la tilde sobre la n,
como hoy se usa se introduxo para denotar la otra n que se omite, al
modo que la tilde puesta sobre las vocales se usó freqüentemente en
lugar de n”.
Merece la pena recordar estas definiciones lexicográficas que con-
firman en su literalidad las propuestas de la Ortografía (17755), de unos
treinta años antes, que hemos recogido en una nota del epígrafe ante-
rior. El retraso del diccionario se entiende fácilmente en la ardua labor
de edición de un diccionario general de la lengua de cuyas dificultades
se queja la propia institución a modo de disculpa por los posibles des-
cuidos y “pistas perdidas”42.
Se asientan en el diccionario los dígrafos Ch y Ll como letras distin-
tas del alfabeto castellano y con todos los efectos y consecuencias lexi-
cográficas en cuanto a la ordenación de lemas43. El diccionario sancio-
na así, en esta edición, la Ch o el carácter de la Ch para representar la
pronunciación “africada” del español, pero, al mismo tiempo extiende
el acta de defunción de Ch para la pronunciación “oclusiva velar” [k],
de las palabras de origen griego44. Y con el mismo fundamento, ya argu-
SANTIAGO ALCOBA28
42 En “Prólogo” a DRAE (18034): “Deseando la Academia dar a esta edición la corrección
y perfección que permiten las circunstancias, después de impreso todo el Diccionario, le ha
vuelto a reconocer y leer enteramente con el objeto de comprobar las remisiones, y de obser-
var si estaban en su debido lugar algunas de las voces usadas en las definiciones de diferen-
tes artículos”.
43 En “Prólogo” a DRAE (18034): “Como la ch che; y la ll elle son letras distintas de las demás
de nuestro alfabeto, aunque dobles en su composición y figura, ha creído la Academia mas
sencillo y oportuno darles el lugar y orden que les corresponde con separación. Por esta
causa todas las palabras que empiezan con las combinaciones cha, che, chi, cho, chu, se han
entresacado de enmedio de la letra c, donde se colocaron en las ediciones anteriores, y se
han puesto ahora después de concluida esta; y lo mismo se ha executado respectivamente
con las voces pertenecientes a iguales combinaciones de la ll elle.
El mismo orden se ha observado en las combinaciones de las demas letras en que entran
las referidas ch che y ll elle; de suerte que la primera se halla siempre a continuación de la com-
binación cu, y la segunda de la combinación lu. Así, encha se deberá buscar después de encu-
rrir, y enllenar despues de enlutar”.
44 En “Prólogo” a DRAE (18034): “Siguiendo la Academia estos principios para simplificar
mas y mas la escritura, ha suprimido el signo llamado capucha en las palabras en que la ch
no tenía el mismo valor y sonido que en chapí y otras semejantes, y ha trasladado aquellas a
las letras equivalentes, con las cuales deben escribirse en lo sucesivo. Así las voces chîmera ,
chîmérico, chîmerizar, chîmia, chîmica, que por medio del signo expuesto se pronunciaban con
un sonido diferente del de la ch, se han colocado en las combinaciones de la q, al modo que
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mentado en Ortografía (17755), se sustituye sistemáticamente Ph por F
45.
Por último, se excluye K definitivamente del uso de las palabras his-
pánicas y sólo se conserva para los nombres extranjeros46. De ella se
dice, s.v. K, que “solo se usa en algunas voces tomadas de otros idiomas,
y aun en estas se puede suplir con la C antes de las vocales A, O, U y con
la Q, U antes de las E, I”, lo cual se repite hasta DRAE (197019), donde
se reitera que “no se emplea sino en voces de procedencia griega o
extranjera, y durante muchos años ha estado en desuso”.
6. LAS EDICIONES DEL DRAE, DE 18175 Y 18226
En DRAE (18175) se declara seguir las reglas que tiene prescritas en
su tratado de la Ortografía académica47. Es evidente la sanción lexico-
gráfica de esta edición respecto a las decisiones adoptadas en Ortografía
(18158). En efecto, en DRAE (18175) se sanciona el cambio ortográfico
QUa/o > CUa/o. Literalmente, s.v. Q, se dice: “En castellano a imitación
del latín nunca se usa de la q sin poner después de ella la u, la cual se
elide y suprime en la pronunciación; y por esta causa se remitirán a la
c todas las voces en que suene o se pronuncie esta vocal”48. También en
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 29
se ha hecho ya con las palabras que podían reducirse y se han reducido en efecto a la com-
binación ca.
Por igual razón de conservar a la ch solamente el sonido de cha, se ha suprimido la h en
todas las voces en que no tiene este mismo valor, como en Cristo y sus derivados; pues no hay
diferencia alguna entre ellas y las demás que según los principios establecidos, se han tras-
ladado a otros caracteres equivalentes, para excusar equivocaciones y hacer mas fácil y
corriente la escritura”.
45 En “Prólogo” a DRAE (18034): “A esta clase pertenece también la ph, cuyo sonido se
expresa igualmente con la f, por cuyo motivo se han colocado en esta última letra las pala-
bras phalange, phalangio, pharmacéutico, pharmacia, phármaco, pharmacopea, pharnacopola, phar-
macopólico, phase y philaucia”, palabras que sólo aparecen en las ediciones de [1737 < 1791].
46 En “Prólogo” a DRAE (18034): “Últimamente se ha excluido la k de todas nuestras voces,
poniendo las que antes se escribían con ella en las combinaciones ca, cu y que, qui, que son
de una pronunciación equivalente. Pero se ha conservado su figura y noticia en el
Diccionario, para saber su valor en los nombres extrangeros, en que se usa de ella, los qua-
les si no, podrían desconocerse fácilmente”.
47 En “Prólogo” a DRAE (18175): “Hubiera sido inconsecuencia inexcusable el que la
Academia no siguiese con puntualidad en su diccionario las reglas que tiene prescritas en su
tratado de Ortografía. Algunas de ellas se han simplificado y perfeccionado en la última edi-
ción hechaen el año 1815 y esto ha obligado en el Diccionario a variaciones que siempre
son de mucha consideración en obras donde esto influye y de tanta importancia es el orden
alfabético”.
48 Así, tenemos quanto, qual, quatro, quociente, quota, quotidiano en las ediciones (17391 <
18075), mientras que a partir de la edición de (18134) tenemos cuanto, cual, cuatro, cuociente,
cuota, cuotidiano.
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esta edición del Diccionario se reducen los usos vocálicos de Y a la posi-
ción final de palabra (buey, rey): se sustituyen sistemáticamente las for-
mas ymagen, ayrazo, ayre, ayrearse, ayrecillo, ayroso, que aparecieron hasta
(18034), por las respectivas con I latina: imagen, airazo, aire, airearse, aire-
cillo, airoso, que aparecieron, algunas, en (17261), y luego a partir de
(18175).
Por último, se zanjan en DRAE (18175) las vacilaciones de los auto-
res entre X, G y J, estudiadas en Cotarelo (1909), que concluye desta-
cando cómo “Santa Teresa, al igual que Tirso, apenas usó la x como
consonante simple”49. En efecto, la sustitución de X > J/G propuesta en
Ortografía (18158) se sanciona en DRAE (18175), donde s.v. X, se puede
leer lo siguiente: “El sonido gutural que la x ha tenido hasta ahora en
algunas voces, y nos vino del árabe, debe remitirse en adelante a la j y
a la g en sus casos respectivos”. Así se establece la sanción lexicográfica
definitiva de la sustitución ortográfica. Hoy, con el NTLLE es fácil fijar
la historia lexicográfica de la ortografía de X frente a J para la pro-
nunciación “velar fricativa sorda” en los diccionarios50.
Ante las vacilaciones ortográficas (J/G) y (C/Z) debidas a la contra-
posición e imprecisión de los tres principios rectores de referencia
para la fijación ortográfica: etimología, pronunciación y uso, esta edi-
ción deja la sanción definitiva para la resolución de las dudas al “uso
de las personas instruidas y de los buenos impresores”51.
SANTIAGO ALCOBA30
49 Cfr.: Cotarelo (1909: 106-152) y el Apéndice II de “Pruebas relativas a la g, j y x”, págs.
215-222, con datos desde 996 al 1596.
50 Así, tenemos: axuar (1726 < 1803 ), ajuar (1726 < 1791 v. axuar; 1817 <); almoxarife
(1726 < 1803), almojarife (1817 < ); almoradux (1726 < 1989; en 1992 almoraduj o almoradux ),
almoraduj (1832 < [regresión en 1914 v. almoradux < 1992]); carcax (1729 < 1884; en 1899 v.
carcaj. hasta 1992), carcaj (1832 < 1864; en 1884 v. carcax; de 1899 < ); dix (1732 < 1803; en
1925 v dije hasta 1992), dij (dij o dije, de 1832 < 1852; de 1936 < 1992 dij v. dije.); exemplo (1732
< 1803), ejemplo (1817 < 1992); exercicio (1732 < 1803), ejercicio (1817 < 1992); relex (1737 <
1822), relej (relej o releje de 1832 < ); relox (1737 < 1822), reloj (1832 < ). No se especifica la edi-
ción en superíndice, por claridad. Si se requiere, véase cuadro (2), más adelante.
51 En “Prólogo” a DRAE (18175): “Posible es que los inteligentes noten aun alguna varie-
dad ó falta da constancia en la escritura de ciertas voces de sonido y pronunciación semejan-
te. Aunque la Academia ha manifestado en su Ortografía el deseo que tiene de qua el sonido
áspero y gutural se circunscriba exclusivameute a la j, todavía lo conserva la g en algunas com-
binaciones. Otro tanto viene a suceder con las letras c y z. La Academia preferiría que se escri-
biesen con esta última las dicciones que la tienen en su raíz, como pazes ,felizes ; pero .en este
y otros casos hay diversidad entre los doctos, el uso fluctúa, y la Academia que puede dirigir-
lo, no tiene derecho por sí sola para fijarlo. Es de desear que la práctica común y general seña-
le y establezca reglas sencillas, uniformes e inalterables en esta materia; y la Academia que ha
experimentado ya la docilidad con que la nación ha contribuido a realizar las mejoras orto-
gráficas de la lengua castellana, siguiendo y adoptando sus consejos e insinuaciones, así como
aprovecha esta ocasión de manifestar su gratitud por tan honrosa deferencia, así también
espera que el uso de las personas instruidas y de los buenos impresores continúe auxiliando
sus deseos de dar la última mano á la perfección de este ramo de nuestra cultura”.
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La edición de DRAE (18226) podemos decir que es la de la elimina-
ción y corrección de muchos lemas identificados como de pronuncia-
ción “provincial, rústica, de mal gusto” por lo que se considera “altera-
ción de las letras de un mismo órgano” [de una misma articulación]
(e/i, o/u, b/p, t/d, y así) o por “decadencia de las letras” (quequier,
qui)52. Se lleva a cabo la fijación léxica de muchas palabras por exclu-
sión del Diccionario de variantes de uso restringido, que dejan de con-
siderarse como parte del léxico general de la lengua, precisamente por
sus restricciones de uso. Esta poda se aplica también a los dobletes neo-
latinos frente a las formas patrimoniales, porque se considera que no
merecen artículos separados, o lemas, las palabras neolatinas puestas
en circulación, “por afectación”, según la Academia, frente a las pala-
bras patrimoniales ya existentes53.
La acumulación de dobletes de variación dialectal (geográfica o
social) es tanta (debido a las críticas y al prurito del número de pala-
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 31
52 En “Prólogo” a DRAE (18226): “En esta última clase deben colocarse las voces Probe por
Pobre, Probedad por Pobreza, Pusición por Posición, Quequier por Cualquiera, Qui por Quien,
Quiotro por Aquel Otro, etc.: las que por viciosa pronunciación en algunas provincias no mere-
cen adoptarse, como Puya por Pulla, Plumaye por Plumage: las acabadas en l o en z que antes
tuvieron e en su final, como docile, facile; imbecile, eficace; las que terminan en t; que después
se ha convertido en d; como amistat; caridat; heredat; salut; las que concluían en d a quienes
el uso a quitado después la e final, como honestade, amistade, meatade, virtude; las que princi-
pian en f por depravado uso, como faca por haca, fígado por hígado, fuerta por huerta; y las que
por traer en su origen latino la f se usaron alguna vez, especialmente por los poetas, y han
quedado anticuadas, como figueral, fongo, formiga, forno. Otras voces se han suprimido por-
que el uso antiguo las hacía más ásperas y desabridas, ya interponiendo la s en los verbos,
como apresciar, acaescer, carescer, reconoscer, rescibir, ya duplicando la n en las voces que pro-
nunciamos con ñ, que es el signo que se estableció para denotar la duplicación de aquella
letra y equivale a la gn de los franceses e italianos, como en anno, estranno; y muchas corrom-
pidas por los resabios de la primera educación, como las que por r tienen n en los com-
puestos de la preposición in, por ejemplo inremediable, inresistible, inreparable, o que inter-
ponen la r como en impropriar, labrio, oprobrio, o en ella convierten por mala pronunciación
la l, como en Facistor, Fretar, Frete, o al contrario; la e por i, en encorporar, enducir, enfeccionar,
engenioso, homecida, impremir, freso; la i por e, en inviar, inorme, intendimiento, lóbrigo, lición.
También se han omitido los adverbios en mient, en ment, en mientre, mentre, miente, como libe-
rament, librementre, honestamientre, plenamientre, que tuvieren un uso vario y vacilante hasta que
se ha fiado su terminación en mente. Aun en estas reformas se ha procurado suprimir solo
aquellas voces cuyo significado se comprende con facilidad y cuya composición y carácter se
ha conservado en las que se les han sustituido. Sin embargo son tantas que se omite al expre-
sarlas por evitar prolijidad y fastidio, resultando de todo una economía que hace al
Diccionario más breve y de un uso más fácil y expedito”.
53 En “Prólogo” a DRAE (18226): “Con la decadencia del buen gusto en las letras y las artes
se introdujo posteriormente el prurito de afectar latinidad escribiendo asumpto, presumpción
y escripto, dificultando la pronunciación y complicando la ortografía y la escritura, al mismo
tiempoque se abandonaban otros vocablos más significativos y elegantes que los que susti-
tuyeron: de modo que unos y otros contribuían a multiplicar los que eran de un mismo ori-
gen y significado, como coluna y columna, afeto y afecto, repunar y repugnar, ecelente y excelente y
otros de esta clase que por lo mismo no merecen artículos separados en el Diccionario”.
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bras del diccionario) y tanta la poda de esta edición que la Academia
aduce un argumento de autoridad: “Estas alteraciones viciosas, que
tanto han perjudicado a la pureza y fijación del idioma castellano, vie-
nen desde muy antiguo; pues ya en los primeros años del reinado de
Carlos V se quejaba el autor del Diálogo de las lenguas de que se dijese
arbor por arbol, resolgar por resollar, rancor, rabaño por rencor y rebaño, levar
por llevar, espera por esfera y así otros vocablos; atribuyendo la variación,
supresión o trasmutación de sus letras más a la inadvertencia, que a la
deliberación o estudio de los que entonces los hablaban o escribían”54.
De todos modos, la presión de las críticas por el número de entradas
no debía amainar porque la réplica mantiene el tono alto: “Prescinde
la Academia de los reparos que se han opuesto al suyo por no hallarse
en él algunos artículos de voces extrangeras como mutualmente; o de
voces estropeadas y desfiguradas como Barberescos; o escritas con mala
ortografía como uraño; o pronunciadas a la manera del ínfimo vulgo
como hespital. Adoptar artículos de esta especie sería no enriquecer
sino manchar el Diccionario, y profanar el carácter del noble y mages-
tuoso idioma de Castilla”55.
SANTIAGO ALCOBA32
54 En “Prólogo” a DRAE (18226). Para poder hacerse una idea exacta de esta labor de
poda y expurgo de dobletes por variación sociolingüística o cultista, facilito a continuación
las fechas de la primera y última aparición en los diccionarios académicos, de los afijos y de
las palabras citadas en las dos notas anteriores, pero en orden alfabético para una mejor loca-
lización: -ment [1770 < 1817]; -mente [1726 < 2001 ]; -mentre [1726 < 1817]; -mient [1729 <
1803]; -miente [1803 < 1817: acordadamiente, afechamiente, amigablemiente, asesigadamiente, blan-
damiente, cumplidamiente, livianamiente, mayormiente, pleneramiente, señaladamiente]; acaescer
[1726 < 1817]; afecto [1726 < 1992]; afeto [ant. 1933]; amistade [Ø]; amistat [1780 < 1817 y
1933]; anno [1726 < 1817]; apresciar [1770 < 1817]; asumpto [ant. 1933]; carescer [1780 <
1817]; caridat [1780 < 1817]; columna [1780 < ]; coluna [1729 < 1783; remisión de 1791 a 1992
]; docile [Ø]; facile [ant. 1791 < 1817]; ecelente [Ø]; eficace [ant. 1791 < 1817]; encorporar [ant.
1791 < 1817]; enducir [ant. 1791 < 1817]; enfeccionar [Ø]; engenioso [ant. 1791 < 1817]; escrip-
to [ant. 1791 < ]; estranno [ant. Remite a estraño, de 1803 < 1817]; excelente [1732 < ]; faca
[ant. 1732 < 1899; 1914 < ]; haca [1732 < 1899]; facistor [ant. 1791 < 1817]; fígado [ant. 1803
< 1817]; figueral [1732 < 1803; ant. 1817 < ]; fongo [ant. 1791 < 1817]; formiga [ant. 1791 <
1817 ]; forno [ant. 1791 < ]; freso [ant. 1791 < ]; fretar [ant. 1791 < 1817]; frete [ant. 1791 <
1817]; fuerta [ant. 1791 < 1817]; heredat [ant. 1803 < 1817]; homecida [ant. 1803 < 1817]; hones-
tade [ant. 1803 < 1817]; honestamientre [ant. 1803 < 1817]; imbecile [ant. 1803 < 1817]; impre-
mir [ant. 1803 < 1992]; impropriar [ant. 1803 < 1817]; inorme [ant. 1734 < 1992]; inremediable
[ant. 1803 < 1817]; inreparable [ant. 1803 < 1817]; inresistible [ant. 1803 < 1817]; intendimien-
to [ant. 1803 < 1817]; inviar [desus. 1734 < 1992]; labrio [desus. 1803 < ]; liberament [ant. 1803
< 1817]; librementre [ant. 1803 < 1817]; lición [v. lección 1734 < 1791; ant. 1817 < ]; lóbrigo [ant.
1803 < ]; meatade [ant. 1803 < 1817]; oprobrio [1737 < 1791; ant. 1803 < ]; blandamiente [1780
< 1803]; plumaye [ant. 1737 < 1817], ; plumage [1737 < 1822]; presumpción [Ø]; presumptuosi-
dad [1803. v. presunción]; probe [ant. 1737 < 1817]; probedat [ant. 1803 < 1817], ; pusición [ant.
1803 < 1817], ; quequier [v. qualquiera. ant. 1803; v. cualquiera de 1817 < ]; qui [ant. 1803 < 1992
], por Quien ; quiotro [Ø], ; reconoscer [ant. 1803 < 1817]; repugnar [1737 < ]; repunar [Ø]; res-
cibir [ant. 1803]; salut [ant. 1803 < 1817]; virtude [Ø]. Las referencias marcadas Ø no se inclu-
yeron en ningún DRAE. Los usos anticuados se marcan ant.
55 En “Prólogo” a DRAE (18327).
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7. LAS ÚLTIMAS SANCIONES ORTOGRÁFICAS: DE DRAE (18378) A DRAE
200122)
A mediados del siglo XIX, cuando la lexicografía académica está
cerrando el sistema ortográfico, se publican los principales argumentos
a favor y en contra de las reformas56. Un gran reformista, Noboa (1839),
se declara a favor del criterio nebrisense estricto de la pronunciación
como único principio determinante de la ortografía57. Su argumento
facilitador y antietimológico recuerda la propuesta de Gabriel García
Márquez, motivo de algunas controversias de no más nivel que el perio-
dístico58. Suárez (1885) resume el principal argumento de los fonetistas
basado en la sencillez59. Pero el mismo Suárez (1885) recuerda el prin-
cipal argumento antifonetista del peligro de fragmentación del idioma
por la variación dialectal de la ortografía60. A este argumento se le aña-
día reiteradamente el problema de la lectura de las bibliotecas61.
ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS 33
56 Para un examen exhaustivo del asunto, cfr. Esteve (1982).
57 En Noboa (1839: 311): “Como la actual ortografía no es conforme á la pronunciacion,
hai que ir á buscar fuera de ella las reglas de escribir, por cuya razon establecen nuestros gra-
máticos que, cuando no sirva de regla la pronunciacion, se atienda al oríjen de las palabras;
i cuando no sea esto suficiente, se siga el uso constante de los doctos. Esta triple regla, pro-
nunciacion, oríjen i uso constante, es el fundamento de la actual ortografía castellana, i la causa
de las estrañas anomalías e inconvenientes que vamos á ver”.
58 En Noboa (1839: 312): “No queremos ser molestos enumerando otros muchos incon-
venientes que resultan de no seguir por única regla la pronunciacion, pues son demasiado
conocidos; solo diremos que, siendo tan difícil, como lo es, el escribir esactamente segun la
triple regla de pronunciacion, oríjen i uso constante, serán pocos, solo los sabios i literatos,
los que puedan escribir con correccion la lengua castellana (no se tenga esto por exajera-
cion, porque el que no haya estudiado á lo menos la lengua latina, ¿cómo podrá saber el orí-
jen de las palabras?)”. Estas ideas, en efecto, resuenan en las palabras de García Márquez, en
la controvertida broma de Zacatecas: Jubilemos la ortografía: enterremos las haches rupestres, fir-
memos un tratado de límites entre la ge y la jota y pongamos más uso de razón en los acentos escritos. 
59 En Suárez (1885: 68): “El principal argumento, a primera vista incontestable, de los
reformistas, puede formularse así en sustancia: la escritura es signo de la palabra hablada; el
signo es tanto más perfecto, cuanto es más sencillo, fiel y exacto; luego la ortografía adqui-
rirá el sumo posible de perfección cuando se reduzca a ser signo del sonido, sin atender a
uso ni a origen”.
60 En Suárez (1885: 72): “Un sistema enteramente fonético que fuese copia fiel de la pro-
nunciación, había de cambiar en cada dialecto y en cada época, multiplicando así las difi-
cultades en lugar de disminuirlas, y acelerando la corriente de las mudanzas del lenguaje.
Dadas las diferencias de pronunciación que existen hoy entre los idiomas cultos, cada uno
debería adoptar signos especiales para esos sonidos, lo cual ocasionaría la pérdida de un alfa-
beto común en detrimento de la apetecida facilidad para aprender lenguas extrañas”.
61 Según Hermosilla (1831: 232-233): “Advierto que estas mejoras, buenas en sí mismas,
tienen el gravísimo inconveniente de que, una vez introducidas,

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