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RUNA 28/ Año 2008 Universidad de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Instituto de Ciencias Antropológicas Buenos Aires 2008 archivo para las ciencias del hombre ISSN 0325-1217 FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES Decano Hugo Trinchero Vicedecana Ana María Zubieta Secretaria Académica Leonor Acuña Secretaria de Supervisión Administrativa Marcela Lamelza Secretaria de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil Reneé Girardi Secretario General Jorge Gugliotta Secretario de Investigación y Posgrado Claudio Guevara Subsecretaria de Bibliotecas María Rosa Mostaccio Subsecretario de Publicaciones Rubén Mario Calmels Coordinadora Editorial María Julia Zullo Consejo Editor Amanda Toubes / María Marta García Negroni / Susana Cella / Myriam Feldfeber / Silvia Delfino / Diego Villarroel / Germán Delgado / Marta Gamarra de Bóbbola Dirección de Imprenta Rosa Gómez Diagramación y composición de originales Graciela Palmas © Facultad de Filosofía y Letras - UBA - 2008 Puán 480 Buenos Aires República Argentina SERIE: REVISTAS ESPECIALIZADAS INSTITUTO DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS Director Carlos Herrán Directores de Sección Etnología y Etnografía Alejandra Siffredi Etnohistoria Ana María Lorandi Antropología Social Mabel Grimberg Folclore Ana María Dupey Antropología Biológica Francisco Raúl Carnese RUNA archivo para las ciencias del hombre Número 28 Año 2008 Director Carlos Herrán RUNA, Archivo para las Ciencias del Hombre, es una publicación anual del Instituto de Ciencias Antropológicas (ICA) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Recibe artículos originales de autores nacionales y extranjeros, que desarrollan sus investigaciones en el campo de la Antropología y las Ciencias Sociales en general. La Revista está destinada a especialistas y público académico en general. La publicación de los artículos está sujeta a un proceso de evaluación externa que garantiza el anonimato de autores y evaluadores. Las opiniones expresadas por los autores son responsabilidad exclusiva de los mismos. Comité Editorial Néstor García Canclini (Universidad Autónoma Metropolitana de México), Carlos Fausto (Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil), Oscar Calavia Sáez (Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil), Tristan Platt (University of St. Andrews, Escocia), Gustavo Polittis y María Carlota Sempé (Universidad Nacional de La Plata), Alejandro Frigerio (Universidad Católica Argentina), Ana María Lorandi, Ana María Dupey, Mabel Grimberg, Alejandra Siffredi y Francisco Raúl Carnese (Universidad de Buenos Aires). Secretarios de Redacción Lila Luna - Gustavo Iribarne - Pablo Goodbar Ilustraciones Lila Luna. Correo electrónico: lilaestelaluna@yahoo.com.ar Diseño de Tapa Guillermo Stanley Evaluadores de Runa 28 Evaluadora interna Cecilia Hidalgo (Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Evaluadores externos Elena Achilli (Facultad de Humanidades y Artes, y Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario); María Inés Laje (Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba); Marta Maffia (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata); Alberto Groisman (Departamento de Antropologia, Programa de Pos – Graduacao em Antropologia Social, Universidade Federal do Santa Catarina, Brasil); Adriana Fassio (Universidad Nacional de General Sarmiento); Rocío Guadarrama Olivera (Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México); María Epele (Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires). RUNA, Archivo para las Ciencias del Hombre, forma parte del Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas, clasificada nivel 1, revista especializada de excelencia por CAICYT – CONICET. Argentina. Resolución 107/07. La Revista RUNA se encuentra indizada en: AIO -Anthropological Index Online. HAPI - Hispanic American Periodical Index. Latindex (registro 3350) Anthropological Literature Indice de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras - UBA. ARTÍCULOS Antropología Social Educación y (des)igualdad: Un análisis del Programa Integral para la Igualdad Educativa desde la investigación etnográfica. Cerletti, Laura.......................................................................................................................... Dilemas de la práctica profesional: Cuando la ética y la moral devienen en problemas antropológicos. Gazzotti, Luciana................................................................................................................... El agente penitenciario: La cárcel como ámbito laboral. Kalinsky, Beatriz................................................................................................................... La evaluación moral cotidiana de los candidatos al estatuto de refugiados en Francia. Kobelinsky, Carolina............................................................................................................. Etnografía de la gestión colectiva de políticas estatales en organizaciones de desocupados de La Matanza – Gran Buenos Aires. Manzano, Virginia.................................................................................................................. Disciplina fabril y estrategias de dominación corporal en una corporación automotriz transnacional. Soich, Darío............................................................................................................................... Acompañando a la gente en el último momento de su vida: Construcción profesional de la Dignidad en un equipo de Cuidados Paliativos. Wainer, Rafael......................................................................................................................... SUMARIO DE RUNA 28 / AÑO 2008 11 29 43 59 77 93 111 Etnología El sentido étnico de la política de drogas: Fundamentos interculturales y consecuencias sociales de una discriminación médico – jurídica. Lynch, Fernando..................................................................................................................... RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS Los manuscritos del Mar Muerto. Hershell Shanks Por: Mariano Splendido...................................................................................................... La Fiesta del 30 de agosto entre los mocovíes de Santa Fe. Silvia Citro Por: Yanina Mennelli............................................................................................................. Instrucciones para los autores ............................................................................................ 141 171 177 181 ARTÍCULOS 10 11 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 EDUCACIÓN Y (DES) IGUALDAD: UN ANÁLISIS DEL PROGRAMA INTEGRAL PARA LA IGUALDAD EDUCATIVA DESDE LA INVESTIGACIÓN ETNOGRÁFICA Laura Cerletti* * Licenciada en Ciencias Antropológicas. Programa de Antropología y Educación, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: laurabcerletti@yahoo.com.ar. Laura Cerletti12 RESUMEN Este trabajo se enmarca dentro de los avances realizados en nuestra investigación de doctorado, que enfocada en la relación entre familias y escuelas. En este artículo analizamos una política educativa específica, el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE), creado por el Ministerio de Educación de la Nación, destinado a escuelas urbanas que atienden a niñas y niños “en mayor situación de vulnerabilidad social”. El análisis se realiza en dos niveles: a partir de la documentación producida por el Ministerio sobre dicho Programa, por un lado; y de las prácticas cotidianas relevadas etnográficamente en una escuela de la Ciudad de Buenos Aires, comprendida dentro del mismo. La articulación de ambos niveles permite indagarsobre los problemas socioeducativos contemporáneos, las propuestas que se desarrollan desde el gobierno para resolverlos, y las prácticas y resignificaciones construidas en la trama cotidiana escolar por parte de los múltiples sujetos involucrados. Palabras clave: Escuelas; Educación; Estado; Desigualdad; Responsabilidades. ABSTRACT This work is part of an investigation which focuses on the relationship between schools and families. In this paper, we analyze a specific educational policy, the Integral Program for Educational Equality, created by the Ministry of Education (Argentina), aimed at urban schools that attend children in situation of “social vulnerability”. The analysis is developed in two levels: on the one hand, considering the documents produced by the Ministry about this Program. On the other hand, in view of local practices registered through ethnographic work in a school placed in the City of Buenos Aires, which is included in the Program. The articulation of both levels enlightens the knowledge about contemporary socio-educational issues, the governmental attempts to work them out and the practices and resignifications built in schools everyday life. Key words: Schools; Education; State; Inequality; Responsibilities. 13 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 INTRODUCCIÓN El presente trabajo se enmarca dentro de la investigación de doctorado que estamos desarrollando actualmente1. La misma aborda las relaciones entre familias y escuelas en torno a los procesos de educación y escolarización infantil, desarrollada desde un enfoque etnográfico. En este trabajo desarrollamos un análisis de un Programa específico que pertenece al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación (de la Argentina), el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE). Este último está destinado a escuelas urbanas que atienden a “niños y niñas en situación de mayor vulnerabilidad social”, y entró en vigencia a partir del año 2004. Este análisis permite articular por un lado el estudio de las políticas educativas que se generan desde el ámbito estatal actualmente, y por el otro, visualizar algunas de sus formas de implementación concretas, ya que la escuela en la que desarrollamos nuestro trabajo de campo está comprendida entre las que cubre el PIIE. Según lo anterior, dedicamos la primer parte de este trabajo al análisis de los documentos producidos por el Ministerio en relación a dicho programa, centrándonos en aquellos ejes que consideramos más pertinentes en relación al tema e hipótesis de nuestra investigación. En la segunda parte describimos la forma en que dicho programa se implementa en esta escuela en particular. La articulación entre ambos niveles nos permite llegar a consideraciones generales que aportan al desarrollo de los ejes centrales de nuestra investigación. 1º PARTE: EL PIIE EN LOS DOCUMENTOS OFICIALES En cuanto a los documentos elaborados por el Ministerio, las referencias o citas explícitas que tomamos corresponden principalmente al Documento Base2, en el que se establecen los lineamientos generales del Programa, y a partir del cual se elaboran los siguientes documentos. Y si bien los otros documentos serán 1 Asimismo, esta investigación es parte de un proyecto Ubacyt, dirigido por la Lic. Ma. Rosa Neufeld y co-dirigido por los Lics. Liliana Sinisi y J. Ariel Thisted. 2 Los documentos citados y/o consultados son: Documento base (mimeo). Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Programa Integral para la Igualdad Educativa, 2004. Otros documentos complementarios son: Apoyo a las Iniciativas Pedagógicas Escolares (ídem), El entorno educativo: La escuela y su comunidad (ídem), Los equipos de asistentes jurisdiccionales del PIEE: Conformación de los Equipos y Acciones a desarrollar (ídem). Laura Cerletti14 referenciados con menor centralidad, su análisis permitió una comprensión más global del Programa, dando sustento a nuestras conclusiones, ya que se trata de documentos que especifican aspectos más puntuales presentados en el Documento Base. Con respecto al Documento Base, se parte de la afirmación de que “la prolongada crisis que viene afectando a nuestro país ha repercutido sobre la situación de millones de argentinos”, y a partir de dicha “crisis” se identifica la problemática de la desigualdad social que se propone combatir con este Programa. Al igual que las políticas implementadas durante los ’90 –que marcaron claramente la consolidación del modelo neoliberal en la Argentina, y que el gobierno actual critica3-, se enuncia esta supuesta “crisis” como causa de la desigualdad social y como motivo de las reformas y ajustes implementados. Según aparece en el PIIE, esta “prolongada crisis (...) favorece las desigualdades en el plano cultural y en la integración ciudadana” (ídem, PIIE). En este sentido, acordamos con Grassi, Hintze y Neufeld (1994), quienes explican que los procesos referidos no serían ya una crisis, sino la instauración de un nuevo modelo de acumulación-legitimación. Con respecto al caso argentino puntualmente, plantean como tesis que: “la crisis fue global (de un modelo social de acumulación) y los intentos de resolución han derivado en transformaciones estructurales que dan lugar a un modelo diferente, que incluye por definición la informalidad laboral, el desempleo, la desprotección laboral y, consecuentemente, la pobreza. (...) Esas condiciones críticas de reproducción de un amplio sector de la población, ya no es la manifestación de un sistema que estaría “funcionando mal” (en crisis), sino la contracara del funcionamiento correcto de un nuevo modelo social de acumulación” (Grassi, Hintze y Neufeld, 1994: 6). Estas transformaciones producidas en la Argentina en las últimas décadas, con sus particularidades locales -este nuevo “modelo social de acumulación”-, no puede ser disociado de los procesos mayores de transformación del capitalismo. El proceso de reestructuración capitalista en el contexto de la globalización se trata más de “un nuevo estadio de desarrollo del propio capital, que de su descarrilamiento histórico” (Andrade Oliveira, 2000: 45, traducción nuestra), reforzando con esto la crítica a las apelaciones a la “crisis” como justificación de las reformas de claro corte neoliberal implementadas. Dicho en pocas palabras, identificar como causa de la desigualdad a una “prolongada crisis” y no al modelo de acumulación, implica entonces 3 Y con respecto a lo cual supuestamente se diferencia. 15 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 “actuar” políticamente sobre lo primero (diríamos corrigiendo los efectos de la “crisis”), pero produciendo pocos cambios con respecto al modelo, que con relativas diferencias sigue vigente. El reconocimiento que hacen de la desigualdad sólo en relación a la “prolongada crisis” oculta las relaciones sociales constituyentes del actual modelo. En otras palabras, “el proyecto neoliberal construye paradójicamente su legitimidad sobre el develamiento de dicha desigualdad, pero ocultando las condiciones sociales e históricas que la producen” (Montesinos, 2002: 38, en referencia a Grassi, Hintze y Neufeld, 1994). En el mismo Documento Base, luego de apelar a la crisis como “situación que favorece las desigualdades en el plano cultural y en la integración ciudadana”, se afirma que: “el Estado debe intervenir fuertemente en la educación de las jóvenes generaciones, garantizando la escolaridad básica, fomentando la escolarización temprana y proveyendo oportunidades para la formación integral y el desarrollo social y cultural para el conjunto de la ciudadanía. En esta dirección, una política educativa nacional llevada a cabo en forma concertada entre el Estado nacional y los Estados provinciales, implica asumir conjuntamente la responsabilidad de atender las necesidades de aquellos sectores sociales que se encuentran en situación de vulnerabilidad” (ídem, PIIE). Según lo que enuncia este párrafo, si bien dice que “el Estado debe intervenir fuertemente en la educaciónbásica”4, la responsabilidad que asumen el Estado nacional y los Estados provinciales es de “atender las necesidades de aquellos sectores sociales que se encuentran en situación de vulnerabilidad”. En este sentido, consideramos que se trata de una continuidad fundamental con las políticas de corte neoliberal, con la focalización como característica central de las políticas sociales. Básicamente en las estrategias focalizadoras “se trata de identificar grupos poblacionales con determinada problemática, circunscribirla y orientar programas y proyectos a esa población y a la atención de la problemática específica que se ha detectado” (Birgin, Dussel y Tiramonti, 1998). La focalización en las políticas sociales 4 Es importante remarcar que el planteo sigue siendo que el Estado garantice la “educación básica”, y “fomente” y/o “provea oportunidades” para lo que vaya más allá, siguiendo en este sentido claramente los lineamientos generales establecidos por organismos internacionales como UNESCO, CEPAL (ver “Declaración Mundial sobre Educación para Todos y Marco de acción para satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje”, Jontiem, 1990, publicada por UNESCO). Laura Cerletti16 regionales no es algo nuevo, “lo que aparece como “nuevo” es su generalización a las diversas áreas de acción estatales y estar dirigida a vastos conjuntos sociales que deben “encarnar” ciertos indicadores de “carencia” para convertirse en “población objetivo”. La delimitación de “destinatarios” produce/refuerza la configuración de nuevos sujetos sociales en un contexto de agudización de las condiciones de explotación social” (Montesinos, 2002: 207-8). Esta generalización de la focalización como estrategia privilegiada de las políticas sociales neoliberales se sustenta en un discurso que pone en el eje las críticas a las políticas universalistas desarrolladas por el capitalismo en los últimos cuarenta años. El PIIE muestra claras líneas de continuidad con lo desarrollado hasta acá. Nos resulta altamente significativo que a través de la implementación de un Programa que apunta a la “igualdad”, se dirige ,en realidad, solamente a los que se encuentran en “mayor situación de vulnerabilidad”. Y más llamativo aún cuando unos renglones antes hablaba del “conjunto de la ciudadanía” y de la educación en tanto “derecho social”5, significantes –junto con el de “igualdad”, usado en el nombre del programa- fuertemente asociados a un modelo de Estado y políticas sociales diferente (anterior en nuestro contexto), pero implementado en prácticas que apuntan netamente a la “equidad”, con estrategias claramente focalizadas. En el mismo sentido que apuntan los autores citados más arriba, esto nos lleva a preguntamos sobre lo que genera socialmente pre-definir sujetos carentes, “más vulnerables”, y en tanto tales, objeto de las políticas sociales. En el caso del PIIE, a partir de indicadores de pobreza (basados en el NBI)6 de los niños que viven (o que concurren, no se especifica) en el entorno de determinadas escuelas, se selecciona a esas instituciones como universo de implementación del Programa – con la condición de que esas escuelas preseleccionadas presenten un proyecto (en esto se profundizará más adelante). Nos preguntamos asimismo qué sucede con todos aquellos que no entran en el recorte. Pensamos que ahí se produce uno de los grandes vacíos que generan una profunda desprotección social7: todos aquellos que no entran en la definición de “mayor vulnerabilidad”, y cuya situación objetiva – y subjetiva- no necesariamente se diferencia de aquellos que sí son “beneficiados” como destinatarios de la acción estatal. Más específicamente, en nuestro caso, vemos que reforzar determinadas escuelas por las características de “mayor vulnerabilidad” de los niños a los que atiende no contempla otros problemas muy importantes registrados a través del trabajo etnográfico, como las dificultades de acceso de los 5 Y en los discursos políticos mediáticos se vuelve a escuchar hablar de “universalidad”. 6 Para una crítica sobre la construcción y uso de dichos indicadores, ver Grassi, 2003. 7 Agradecemos en este sentido los aportes de M. P. Montesinos (en comunicación personal). 17 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 sectores “más vulnerables” a las mismas. Como ejemplo, encontramos: una práctica frecuente en las escuelas de negar la vacante8 a niños con las características que justamente los constituirían como “población objetivo” de las políticas focalizadas. Nos parece importante también recalcar la carga individualizante que tiene el concepto de “vulnerabilidad”, opacando las relaciones sociales que se encuentran en la base de la desigualdad social, al poner en primer plano a los sujetos “vulnerables”, aquellos que no pueden satisfacer sus necesidades básicas por sus propios medios9. Continuando con los lineamientos generales del mismo documento, se afirma que: “dentro de este concepto de promoción de la justicia social en el campo educativo, plantearnos la distribución de bienes simbólicos (culturales, sociales, pedagógicos) y el fortalecimiento de las condiciones materiales, equivale a decir que la igualdad de oportunidades educativas es una dimensión constitutiva de la igualdad social” (ídem). A partir del mismo, queremos resaltar por un lado la asociación que se establece a) entre la educación y la “igualdad social”, y b) la relación entre las “condiciones materiales” y la igualdad educativa. a) En cuanto a lo primero, vemos que a partir de la asociación que se establece entre la “distribución de bienes simbólicos”, el “fortalecimiento de las condiciones materiales”10 y la igualdad social, se genera un sentido en torno a la educación y las oportunidades que brinda como parte constituyente de la igualdad social. Pensamos que esto invierte la problemática de la desigualdad y las posibilidades de cambio. Es decir, pareciera que la igualdad social se pudiera conseguir a través de la educación y las oportunidades que brinda, ocultando –invisibilizando- las causas de base: al poner a las desigualdades educativas del lado de las causas (de la desigualdad social -o la igualdad, por contrapartida) y no de las consecuencias. El supuesto en que se apoyaría esto sería que “la educación antecede en importancia y centralidad al papel asignado a los antagonismos de clase” (Neufeld y Thisted, 2004: 88), como si no fueran “las relaciones de producción y la asignación desigual de tareas, con 8 Nos referimos particularmente a los trabajos desarrollados por Liliana Sinisi, María Rosa Neufeld, y equipo de investigación. 9 En relación a esto ver Grassi, 2003; Montesinos, 2002; entre otros. 10 Más adelante se analizarán las acciones específicas que el Programa impulsa en este sentido. Laura Cerletti18 retribuciones desiguales, y la realidad de las clases sociales en las sociedades capitalistas, lo que dificulta o imposibilita el acceso a la educación” (Neufeld y Thisted, ob. cit.). Esto pone a la educación –entendida básicamente como escolarización- en un lugar central con respecto a las posibilidades de transformación social. Así, se individualizan las responsabilidades por áreas estratégicas de la vida social que históricamente asumió el Estado. En este caso se transfiere la responsabilidad a los docentes (según se desarrollará más adelante), que pasarían a ser los potenciales modificadores de un modelo fuertemente instalado y fuertemente excluyente. El mismo Documento Base del PIIE, luego de la referencia a la “prolongada crisis”, dice que: “muchos han visto deteriorarse sus condiciones de vida y muchos otros han sido condenados a integrar la ancha franja de la pobreza. Esta situación favorece las desigualdades en el plano cultural y en la integración ciudadana, obstaculizando las perspectivas de cada persona y, con ello, del desarrollo nacional y la posibilidad de imaginar juntos un mejor futuro para nuestro pueblo” (ídem, PIIE). La asociación de estas afirmaciones con los supuestos de las teorías del capital humano y el lugar “transformativo”de la educación11 se ve reforzada por otros aspectos de las políticas del Estado actualmente. b) En relación al lugar dado en el PIIE a los recursos materiales, se establece una asociación directa, a lo largo del Documento Base (así como de los otros, donde se especifican más detalladamente las líneas de acción), entre la igualdad de oportunidades educativas y el equipamiento material de las escuelas (que ya vimos mencionado en la cita anterior). Pensamos que esto genera una autonomización de los recursos. Es decir, como si los recursos autónomamente (y automáticamente) implicaran una mejora de la calidad educativa. Consideramos que no necesariamente el equipamiento material de una escuela garantiza el nivel educativo, y menos aún las oportunidades educativas de la población que asiste12. 11 Nuestra crítica apunta a la imposibilidad de la escuela de revertir la profunda desigualdad social en que vivimos, lo cual no le niega un lugar de central importancia en tanto derecho social y posibilidades de resistencia, apropiación, impugnación. 12 Se ampliará este punto al desarrollar la forma en que se implementa el PIIE en la escuela donde hacemos el trabajo de campo. 19 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 En este sentido, nos parece importante tomar las “líneas de acción” que se plantean en el mismo documento, y que se amplían en los documentos más específicos. Citamos los cinco puntos que sintetizan dichas líneas de acción según figuran literalmente en el Documento Base: 1. “Apoyar las iniciativas pedagógicas escolares: se propone que las escuelas diagramen e implementen una iniciativa pedagógica, es decir, un conjunto de acciones dirigidas al fortalecimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Para su implementación el PIIE ofrece a las escuelas acompañamiento pedagógico y otorga un subsidio para cada institución. 2. Apoyar el ejercicio de la profesión docente: se prevé para los docentes de las escuelas actividades, encuentros y seminarios de formación y capacitación. Asimismo se diseñarán y aprovecharán documentos pedagógicos y recursos didácticos complementarios de esta acción. 3. Fortalecer el vínculo de la escuela con la comunidad: se impulsarán acciones con diferentes organizaciones de la comunidad para ampliar el entorno educativo y conformar comunidades de aprendizaje. Se impulsará asimismo el trabajo en redes interinstitucionales e intersectoriales que fortalezcan a la escuela y potencien las posibilidades de enseñanza y aprendizaje para todos los niños, especialmente los que se encuentran fuera de ella. 4. Recursos materiales para las escuelas: cada escuela recibirá: una biblioteca de 500 libros. Equipamiento informático. Vestimenta escolar. Un subsidio para útiles escolares. 5. Refuncionalizar la infraestructura escolar: se brindarán recursos económicos para el mejoramiento de la infraestructura escolar básica, especialmente destinados a la construcción, adecuación y mejoramiento de las salas de informática”. (Fuente: Documento Base, op. cit.). Creemos que hay un denominador común central en estos lineamientos: el lugar de la responsabilidad concreta puesta en las escuelas. El “apoyo a las iniciativas pedagógicas escolares” se traduce en el envío de subsidios ($5.000) y “asesoramiento técnico”, especialmente en la construcción del proyecto y para evaluar el uso de los subsidios. Con lo cual recae en cada institución la realización de un diagnóstico, la elaboración del proyecto (condición necesaria para el otorgamiento del subsidio) y la ejecución del mismo. Pensamos que brindar “formación y capacitación” a los docentes es también un arma de doble filo, ya que refuerza el lugar de responsabilidades individuales, poniendo el foco en las supuestas carencias del trabajo docente (y no en los problemas sociales estructurales). Laura Cerletti20 Con respecto a los puntos 4 y 5, interesa insistir en el desplazamiento que se produce hacia los recursos y la estructura material, como posibilidad de mejoramiento del nivel educativo. Nos preguntamos por qué la adecuación de la estructura edilicia y los recursos escolares (útiles, libros, etc.) se realizan a través de un programa específico que cubre solamente una parte de las escuelas públicas del país, y no una condición de base de todas las escuelas (que de suyo no necesitaría ser enunciada). Con respecto a la tercer línea de acción, retomamos los aportes de R. Mercado en su crítica a la noción “escuela-comunidad”. La autora plantea que esto remite a “una concepción parcelada de la sociedad donde la llamada “comunidad” y la escuela se constituyen en entidades homogéneas y separadas entre sí, tan estáticas como ahistóricas” (Mercado, 1986: 48). El concepto de “comunidad” supone “una agrupación social con una identidad común que le permite un “funcionamiento” colectivo ajeno a la división de clase” (ídem). Abordar la relación en estos términos –a partir de estas categorías ahistorizadas- implica pensar de entrada en “dos mundos preexistentes a las relaciones que se buscarán entre ellos. Dos mundos a cuyo interior se comparten o deberían compartirse (supuesto implícito) intereses comunes a cada uno; esos intereses o fines estarían definidos en un lugar más allá de los sujetos” (Mercado, 1986: 53). Según desarrollamos en trabajos anteriores (Cerletti, 2006), los planteos de acercar la “comunidad” a la escuela, o fortalecer la relación –en sus diversas variantes-, no contempla la complejidad de las relaciones que se dan cotidianamente entre sujetos (y no entre agrupaciones homogéneas), con lo cual puede en diversas situaciones generar más conflictividad aún en vínculos que no son nada fáciles. Resumiendo lo dicho hasta acá, vemos que desde los primeros párrafos de estos documentos aparecen palabras ‘fuertes’ que habían dejado de ser usadas, prácticamente, en las administraciones anteriores (del presidente Menem, o del presidente De La Rúa): se habla de “justicia social”, de “igualdad”, de “responsabilidades públicas”, que remiten a otros modelos político-económicos (de “derechos sociales”), pero los contenidos concretos y los significados específicos que asumen en las formas de aplicación del programa, siguen siendo prácticas que apuntan a la “equidad”, son focalizadas (con todo lo que ello implica), donde la carga principal pasa por la escuela (por los maestros y directivos, según se retomará más adelante), compartida con su supuesta “comunidad”. En pocas palabras, a partir de una retórica de la igualdad y de reivindicación de derechos sociales –en particular a la educación-, se generan prácticas que continúan fuertemente las políticas de corte neoliberal. 21 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 2º PARTE: EL PIIE EN UNA ESCUELA En este apartado consideramos la forma en que este Programa se implementa en una escuela específica –donde realizamos nuestro trabajo de campo-, situada en la zona Sur de la Ciudad de Buenos Aires. Esta escuela está dentro de uno de los distritos escolares que registra los más altos niveles en los indicadores de pobreza. Casi todas las escuelas en este distrito están incluidas en el PIIE. En general es un distrito cuyas escuelas tienen una matrícula muy alta; es decir, son pocas escuelas para la cantidad de población, y no tiene vacantes para todos los chicos que viven en la zona. Éste es un problema crónico de este distrito, que según el Supervisor del mismo ha recrudecido últimamente, como se ve en el siguiente fragmento de una entrevista que le realizamos, en el marco de la investigación del Ubacyt (ver nota 1): Supervisor: Nosotros llegamos a tener 800 chicos sin vacante (con énfasis), en todo el distrito. (...) Este año. 800, una locura (con énfasis). M: claro, porque éste es uno de los temas crónicos, ¿no? Es decir... S: pero este año recrudeció enormemente. Porque, 800 pibes significa prác- ticamente la décima parte de la población que tenemos. Estamos cerca de los 8.000, y ahora ya llegamos a 9.000. Pero exportamos pibes a otros distri- tos, ésta es la locura nuestra. Bah, la única solución quedio el Gobierno. L: ¿al x, al y...? [en referencia a números de distritos escolares cercanos] S: al x, al y, al z, al n [ídem], y no vamos más allá porque los micros que contra- ta el gobierno de la ciudad les salen muy caros L: ¿El gobierno les contrata micros para la gente que no tiene vacantes acá? S: claro. En realidad hubo dos mecanismos. Los pibes más grandes van direc- tamente con línea de colectivos, al x, al z y al n [ídem]. Los pibes grandes o chicos, como ya tienen que ubicarse en distritos más lejanos, como son el a y el b [ídem], ahí sí tienen que... el gobierno puso micros, y los micros salen de determinadas esquinas. Se está construyendo una sola escuela en este distrito, pero gran parte de las vacantes que podría cubrir ya están comprometidas, dado que a principios de 2006 agregaron primeros grados provisorios en escuelas ya existentes13. Así, este problema continúa 13 La escuela donde desarrollamos nuestro trabajo de campo es una de las dos escuelas de este distrito donde se abrieron primeros grados provisorios. Esta forma provisoria ha acarreado múltiples problemas (en cuya descripción no podemos extendernos en los límites de este trabajo). Laura Cerletti22 sin solucionarse.La escuela donde realizamos el trabajo de campo es de jornada completa, con comedor donde se sirve el desayuno y el almuerzo (como todas las escuelas de jornada completa de la ciudad). Tiene dos grados por sección, y un “grado de recuperación”. Cuenta con sala de Computación, de Música, de Tecnología, una sala para Educación Plástica, un laboratorio de Ciencias Naturales, biblioteca, y una radio. Esto último será objeto de nuestra atención, por su relación con el PIIE. A partir de nuestro trabajo de campo por fuera de esta escuela, a nivel barrial, con adultos a cargo de niños en edad escolar, hemos dado con críticas diversas hacia la misma (ver Cerletti, 2005), pero podemos decir en términos generales que se la considera buena escuela. Sin embargo, la queja es que no se consigue vacante, o es muy difícil. De hecho, los grados tienen más de 25 chicos, y los primeros grados comienzan el año con más de treinta. Con lo cual, si bien se trata de una escuela relativamente grande, y con grados con mucha matrícula, su capacidad, comparada con la densidad de población de las inmediaciones, no puede cubrir de ninguna manera la demanda de escuelas en la zona14. Por las características de la población que atiende, al igual que la mayoría de las escuelas de este distrito, es señalada desde el Ministerio de Educación (de Nación) para formar parte del PIIE. A partir de ahí les avisan a los directivos de la escuela que tienen que presentar un proyecto para recibir el subsidio (ya que había sido preseleccionada por su enclave). De esta forma, pasa a ser responsabilidad de la escuela el armado del proyecto y la realización. Desde el Ministerio les envían un asistente que supuestamente los puede ayudar en el armado del proyecto y asesorarlos, pero partimos de la base que en la Ciudad de Buenos Aires hay un asistente cada diez escuelas. Esto, más los comentarios realizados por uno de los principales docentes encargados de llevar el proyecto adelante, nos da indicios del lugar secundario que tiene esta figura en el contexto específico. Más concretamente, los comentarios de ese maestro sobre el asistente es que lo prefiere “más lejos que cerca”, y que “principalmente controla en qué se gastó la plata”15. La forma concreta de aplicación del PIIE en nuestro contexto de investigación, da cuenta de la responsabilidad local que implica el desarrollo del Programa. 14 La escuela queda dentro de un “barrio” que es una ex “villa”, y se encuentra también a pocas cuadras de otra “villa” de importantes dimensiones, ambos sitios con gran densidad poblacional (ver Cerletti, 2005). 15 Según este mismo docente también es difícil acordar con el asistente los criterios en los que se gasta el dinero. Por ejemplo, el segundo se oponía a que se compraran ventiladores para la sala de la radio, que según el primero era inutilizable sin alguna forma de refrigeración (por ser completamente cerrada, recubierta con placas de un material aislante de los sonidos, etc.), y el costo de los ventiladores no llegaban al 2,5 % del monto del subsidio. Finalmente se accedió a la compra. 23 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Más allá de los principios generales y posicionamientos enunciados en los documentos oficiales, la modalidad de acción concreta en la lucha por la igualdad educativa depende del proyecto que la escuela elabore (con el apoyo de un asistente –compartido entre 10 escuelas, en el caso de la Ciudad de Bs. As.), y de la forma en que lo desarrolle. Según lo relevado en el trabajo de campo, el lugar del Estado es enviar el subsidio –una vez que el proyecto sea aprobado16- y evaluar en qué se lo utiliza. Retomando lo expuesto en la primera parte de este trabajo, vemos que estos lineamientos de la política educativa desplazan la consideración del sistema educativo como totalidad a la institución escolar, redefiniendo a las instituciones escolares como “ejecutoras” de la acción educativa, lo cual implicaría una “autonomía regulada, en tanto se condiciona las modalidades de acción de los sujetos e instituciones al tiempo que se les transfiere la responsabilidad por sus logros, en el contexto de una descentralización-recentralización de los lineamientos político- educativos” (Montesinos, 2002: 48-49). El proyecto17 que presentó esta escuela concretamente retoma unas experiencias de taller de radio que habían hecho entre los años ’93 y ’95 (primero con un pequeño grupo de alumnos, luego con todo el 3º ciclo), que se emitían por alguna FM barrial. A partir del entusiasmo generado por estas experiencias, hicieron un pedido de un subsidio a un programa llamado “Estímulos a las Iniciativas Institucionales”, que les fue otorgado. Con eso instalaron un estudio de radio FM y el equipamiento necesario para que funcionara. La fundamentación del proyecto presentado por la escuela al PIIE se basa en las dificultades de expresión oral que tenían los alumnos, la posibilidad de integrar áreas, de mejorar la comunicación, de “abrirse a la comunidad”, entre otras cosas. Recibieron entonces también los subsidios correspondientes al PIIE, con lo cual mejoraron y completaron el equipamiento de la radio (tienen una potencia de transmisión que puede alcanzar unas diez cuadras a la redonda). En nuestras primeras visitas a la escuela fue una sorpresa el tema de la radio, por su originalidad, por las potencialidades que podía tener para el trabajo con los 16 Los documentos indican explícitamente que las escuelas no “compiten” por el subsidio, es decir, la aprobación del proyecto es condición para recibir el dinero, pero es independiente de que lo reciban las otras escuelas seleccionadas (siempre según las características de “mayor vulnerabilidad” de la población a la que atienden, según se desarrolló). 17 Es importante reconocer la colaboración del maestro que está principalmente a cargo de esto, que nos permitió observar la radio en funcionamiento con los chicos, nos facilitó los proyectos que presentaron en el 2004 y 2005 al PIIE, y conversó en distintas ocasiones conmigo sobre el tema. Laura Cerletti24 chicos. Según lo que observamos, la radio funciona una vez por semana con un programa realizado y emitido por los chicos (que trabajan principalmente con este maestro, y con maestros de otras áreas que participan en algunos de los pasos de preparación de los programas). Además, la tecnología con la que cuentan para la radio les permite hacer grabaciones que utilizan para los actos escolares, musicalizan la escuela, entre otros posibles usos. Nos parece importante destacar el compromiso y la calidad pedagógica con que se lleva adelante este proyecto en esta escuela, especialmente de la mano del maestro mencionado. Creemos que por parte de las personas involucradas hay una apuesta diaria al trabajo con los niños –que efectivamente viven en condicionessociales muy difíciles-, y a partir de lo cual logran instancias de aprendizaje significativo, de participación activa por parte de los chicos, y de entablar ciertas relaciones con el “afuera” de la escuela. Interesa, al mismo tiempo, preguntarnos si esto genera “igualdad educativa” en los términos que plantea el PIIE (según se expuso en la primer parte). De hecho, nos resulta significativo que el proyecto presentado por la escuela en lugar de decir “Programa Integral para la Igualdad Educativa”, dice “Programa por la Integración y la Igualdad Educativa”; nos preguntamos si tal vez no sea más acorde a las prácticas reales esta segunda versión. Asimismo, la escuela ya contaba con equipamiento antes de ser incluida en el PIIE, que va a agregar equipamiento a lo que ya se venía haciendo. No negamos las mejoras que esto pueda significar, pero a la luz de lo desarrollado en la primera parte del trabajo, nos preguntamos sobre el alcance de estos proyectos como forma de generar “igualdad educativa”, y más aún igualdad social (como contrapartida de la igualdad educativa)18. Por otra parte, más allá de lo positivo de la experiencia de la radio en la escuela y sus potencialidades de aprendizaje y comunicación con “la comunidad”, vemos que la modalidad de trabajo responde a lo que mencionamos más arriba como una “autonomía regulada”, en la cual recae la responsabilidad sobre la escuela como ejecutora del mismo proyecto que elabora y como responsable por los resultados del mismo, sobrecargando de trabajo a sujetos particulares. Desde el Estado, se “apoyan” esas iniciativas, se las subsidia y se las evalúa, sin mayor presencia en su puesta en práctica cotidiana. 18 Durante el trabajo de campo tuvimos la posibilidad de conversar con el maestro mencionado, sobre nuestras ideas principales en relación al PIIE, y leyó una versión preliminar de este artículo. Fue una experiencia interesante en términos teórico-metodológicos. Él coincidía con nuestras apreciaciones, y el intercambio con sus ideas nos permitió reforzar algunos de los ejes que desarrollamos acá. 25 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Ahora bien, la radio en esta escuela ya tiene todo el equipamiento necesario, ya funciona con ciertas rutinas cotidianas, y no necesitan comprar nada más. Pero el PIIE requiere que la escuela presente un proyecto para poder recibir los subsidios (y los guardapolvos, algunos libros para la biblioteca, etc.). Entonces desde la dirección de la escuela se le dice al maestro que ahora hay que ampliar el proyecto, presentar “otra cosa nueva”. Pero este maestro –abocado de lleno a las tareas en relación a la radio, entre muchas otras cosas19- responde “que lo haga otro”. Pero ¿quién lo hace? ¿Quién se hace cargo de armar otro proyecto y llevarlo adelante? Es más que entendible que los maestros y directivos no quieran tomar esa responsabilidad, que claramente implica una sobre-carga con respecto al trabajo docente. Nos preguntamos por qué “fortalecer la tarea central de la escuela, es decir, la enseñanza” (Doc. Base, op. cit.) recae desparejamente sobre los hombros y la buena voluntad de los que están en las bases del sistema educativo, poniendo en juego en su accionar cotidiano las (im)posibilidades igualadoras de la escuela, y con la “tarea” de construir una sociedad más justa en la cual la brecha de la desigualdad social nunca disminuye. No sólo se sobrecarga a la escuela con lo administrativo-burocrático que implican las políticas focalizadas, sino que la recarga también con la construcción, implementación y desarrollo de un proyecto –reiteramos- en el marco de un Programa Integral para la Igualdad Educativa. CONCLUSIONES Los elementos tomados para el análisis que presentamos acá son un posible recorte, orientado por los ejes centrales de nuestra investigación. Asimismo, la forma concreta de aplicación y ejecución de este Programa se refiere específicamente a nuestro contexto de trabajo de campo. En otras localidades la proporción de asistentes por escuela es completamente distinta, y las formas en que se llevan adelante pueden variar. Sin embargo, pensamos que tanto lo planteado en relación a los documentos, como las preguntas que pueden surgir de nuestro contexto local específico, permiten visibilizar procesos y problemas de profunda importancia. Según desarrollamos, el Estado propone promover la igualdad educativa a través de la implementación de programas específicos como lo es concretamente 19 El mismo maestro, o algún otro miembro de la escuela, debe ir a comprar los equipos, pedir presupuestos, ocuparse de los traslados, todas tareas “extras” al trabajo docente de enseñanza, pero que se incluyen en lo que implica llevar adelante el proyecto. Laura Cerletti26 el PIIE, que de por sí lleva en su título la intención de ser un “Programa Integral para la Igualdad Educativa”. Las formas propuestas e impulsadas por el PIIE para generar dicha igualdad consisten principalmente en enviar subsidios a determinadas escuelas –para que mejoren el equipamiento o las instalaciones- y apoyar “iniciativas pedagógicas” en términos de equipamiento y “asesoramiento”. Pero este tipo de subsidios y “apoyos” no contemplan la cantidad de niños –considerando solamente las zonas urbanas en las que se implementa el PIIE - que no tienen directamente una vacante en ninguna escuela, como es el caso de muchos niños que viven en el Distrito Escolar donde desarrollamos nuestro trabajo de campo. Nos preguntamos cómo sería posible lograr mayor igualdad educativa mandando subsidios para apoyar iniciativas pedagógicas a las escuelas que atienden “a niños/as en situación de mayor vulnerabilidad social”, cuando una importante cantidad de niños no tiene la posibilidad de concurrir a ninguna escuela. En el mismo sentido, nos preguntamos cómo se puede generar dicha igualdad si se focaliza en sectores de la población determinados a priori: ¿qué sucede con toda la población que no queda definida como de “mayor vulnerabilidad”? En los documentos citados se reconoce la desigualdad social como causa de la desigualdad educativa, y según vimos, las soluciones apuntan básicamente a dar más recursos económicos a ciertas escuelas. Pensamos entonces que el diagnóstico que se enuncia y las soluciones que se propone van por carriles distintos. Dicho en pocas palabras, esa solución no resuelve ese problema. Se plantea que la desigualdad social genera desigualdad educativa (con lo cual acordamos), pero desde ahí se produce una falacia, ya que proponen que generando una supuesta igualdad educativa se lograría mayor igualdad social. Retomando consideramos que la “solución” que propone el PIIE, sobrecarga a la escuela (o a personas individuales dentro de ésta), y les transfiere la responsabilidad de hacer el proyecto concreto. Se deposita en la escuela la responsabilidad por la lucha contra la desigualdad social, lo cual excede completamente sus posibilidades. Pensamos que esto visibiliza cómo el Estado transfiere responsabilidades a planos individuales de acción por la concreción cotidiana de lo que según el discurso oficial asume (y en base a lo cual construyen “legitimidad”, diferenciándose de las administraciones anteriores). En este caso concreto, autonomizan el recurso, como si fuera en sí lo que generaría una mejora pedagógica, y como si las mejoras pedagógicas implicaran una mejora respecto de la desigualdad social. También se relaciona con esto el énfasis puesto en la participación de “la comunidad”, que planteado en esos términos, y a la luz de lo que observamos en el trabajo de campo, queda desdibujada en cuanto a quiénes se refiere y qué lugar tendrían, más allá de las enunciaciones ideales de colaboración y participación. 27 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Agradecimientos Para este trabajo en particular, agradezco los aportes de la Lic. Liliana Sinisi, las fructíferas conversaciones con el Prof. Maximiliano Rúa, y las discusiones sostenidas en el marco del grupo de investigación. Fecha de entrega: 5/8/2007. Fecha de aprobación: 11/10/2007.BIBLIOGRAFÍA CITADA BIRGIN, ALEJANDRA, DUSSEL, INÉS Y TIRAMONTI, GUILLERMINA 1998 Nuevas tecnologías de intervención en las escuelas. Programas y pro- yectos. En: Revista Propuesta Educativa, Nº 18, Buenos Aires. CERLETTI, LAURA 2006 Las familias, ¿un problema escolar? Sobre la socialización escolar infantil. Buenos Aires, Noveduc. CERLETTI, LAURA 2005 Familias y educación: prácticas y representaciones en torno a la escolarización de los niños. En: Cuadernos de antropología Social Nº 22. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. GRASSI, ESTELA, HINTZE, SUSANA Y NEUFELD, MARÍA ROSA 1994 Políticas sociales, crisis y ajuste estructural. Buenos Aires, Espacio. GRASSI, ESTELA 2003 Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame (I). Buenos Aires, Espacio. MERCADO, RUTH 1986 Una reflexión crítica sobre la noción “escuela-comunidad’. En: Rockwell, E. y Mercado, R. La escuela, lugar del trabajo docente. México, DIE/Cinestav/ IPN. MONTESINOS, MARÍA PAULA 2002 Las políticas focalizadas en educación y su relación con los procesos de diversidad cultural y desigualdad social. Tesis de Maestría, Facultad de Ciencias Sociales, U.B.A. Laura Cerletti28 NEUFELD, MARÍA ROSA Y THISTED, JENS ARIEL 2004 ‘Vino viejo en odres nuevos’: acerca de educabilidad y resiliencia. En: Cuadernos de Antropología Social Nº 19. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. OLIVEIRA, DALILA 2000 Reestruturaçâo capitalista no contexto da globalizaçâo: as mudanças nas condiçôes gerais de produçâo. En: Educaçâo Básica: gestâo do trabalho e da pobreza. Petrópolis, Vozes. 29 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 DILEMAS DE LA PRÁCTICA PROFESIONAL: CUANDO LA ÉTICA Y LA MORAL DEVIENEN EN PROBLEMAS ANTROPOLÓGICOS Luciana Gazzotti* * Licenciada en Ciencias Antropológicas. Becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Proyecto UBACyT F202. Correo electrónico: lucianagazzotti@yahoo.com.ar Luciana Gazzotti30 RESUMEN La reflexión sobre los dilemas éticos que se presentan en la práctica profesional constituyen instancias de quiebre y redefinición de la práctica etnográfica, no solamente en relación a la construcción del objeto, sino también en relación con las estrategias y metodologías que orientan la investigación. Este trabajo buscará analizar de qué modo la reflexión sistemática sobre los desafíos éticos puede redundar en un enriquecimiento en la manera de realizar etnografía y los métodos apropiados para llevarla a cabo. Intentaremos en primer lugar esclarecer algunas dificultades conceptuales que se presentan a la hora de abordar esta temática para posteriormente ahondar en la manera en que se está discutiendo sobre ética en la comunidad antropológica contemporánea. Palabras clave: Ética; Responsabilidad social; Dilemas de la práctica profesional; Trabajo de campo. ABSTRACT The reflections on ethical dilemmas that arise in professional practice are important moments of redefinitions of our ethnography practice. This paper reviews how systematic and different reflection on ethical dilemmas may enrich the debate about the way we make ethnography and the appropriate methods for carrying it out. I also analyze the importance of giving some philosophical and anthropological definitions about ethics and moral, to rethink the way social anthropologist are thinking about the issue in contemporary context. Key words: Ethics; Social responsibility; Practical dilemmas; Fieldwork. 31 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 I. INTRODUCCIÓN Con mayor asiduidad los antropólogos están incorporando la reflexión sobre los dilemas éticos que se les presentan en el ejercicio de su práctica profesional como un elemento constitutivo de sus trabajos etnográficos. Esta reflexión profunda y pormenorizada sobre los dilemas éticos se debe principalmente, a que los mismos constituyen instancias de quiebre y redefinición de la práctica etnográfica, no solamente en relación a la construcción del objeto, sino también respecto de las estrategias y metodologías que orientan la investigación. Las discusiones acerca de la ética y las reflexiones sobre los compromisos y responsabilidades de la antropología constituyen instancias centrales de interpelación de la propia práctica científica. Dichas discusiones sirven no solamente para indagar sobre el sentido de las prácticas –preguntando para qué y para quienes es el trabajo etnográfico y cuál es el mejor modo de realizarlo-, sino también para problematizar el tipo de relaciones que se establecen con las personas o grupos que intervienen en el proceso de investigación. Este trabajo pretende analizar los desafíos éticos que se le presentan al antropólogo cuando realiza investigación y determinar en qué medida la reflexión sistemática sobre los mismos puede redundar en un enriquecimiento en la manera de realizar etnografía y de los métodos apropiados para llevarla a cabo. II. ALGUNAS CONSIDERACIONES INICIALES Para comenzar a reflexionar sobre ética y antropología intentaré en primer lugar valerme de algunas definiciones que aporta la filosofía. Estas definiciones y conceptos servirán de marco de referencia para vislumbrar la existencia de diversos niveles de reflexión ética que coexisten y tienen especial relevancia para comprender el fenómeno en el campo de la antropología. Una de las principales dificultades que aparecen a la hora de convertir los dilemas éticos en instancias plausibles de reflexión antropológica consiste en que no siempre se contemplan los múltiples niveles de reflexión y se prioriza un sólo aspecto en detrimento de una perspectiva más general de análisis. De este modo, en numerosas ocasiones se ha discutido sobre ética solamente en términos normativos, se la ha vinculado con un posicionamiento político o por el contrario se la ha relacionado con una instancia dilemática de carácter individual que tiene lugar en un momento particular del trabajo de campo. Luciana Gazzotti32 En este trabajo sostengo que la reflexión ética atraviesa todo el proceso de producción de conocimiento planteando profundos interrogantes acerca de los marcos de referencia de la propia práctica científica. Estas dimensiones articuladas pueden vislumbrarse desde la construcción del objeto, ya que la reflexión ética nos señala posibles núcleos problemáticos sobre los cuales producir conocimiento. También cuando diseñamos las metodologías y técnicas de modo tal que nuestros objetivos sean comprendidos y consentidos por las comunidades en las cuales participamos. Por último, la reflexión ética nos pone en alerta sobre las consecuencias que puede tener que la información producida sea utilizada con otros fines respecto de los cuales ha sido creada. a) Aportes de la filosofía A fin de abordar algunas dificultades que se manifiestan en el terreno de la ética en antropología, nos valdremos de algunos conceptos y definiciones que nos aporta la filosofía. En primer lugar señalaremos una distinción entre ética y moral. Berbeglia señala: “... la moral es un cúmulo de normas y valores concretos por los que se rige la conducta de un grupo social en un tiempo determinado y que establece, además, la sanción o el encomio de las acciones realizadas por sus miembros. La ética, en tanto, consiste en la reflexión segunda y derivada, efectuada por las filosofías, que se basan en parte, al menos, en la materia prima de las normas y valores aludidos, que le sirven como trampolín para sostener teorías más universalizadoras y fundamentadas racionalmente” (Berbeglia, 1997). 1 Numerosos autores cuestionan si la solicitud del “consentimiento informado” puede ser incorporada en la antropología en los mismos términos en los que se emplea en la biomedicina. A diferencia de la anterior, que trabaja en seres humanos, la antropología trabaja con seres humanos, por lo tanto la permanencia en el campo es siempre una situación negociada y los diálogos en este contexto siempre son consentidos.A su vez señalan que en antropología es muy complejo obtener consentimiento informado ya sea en poblaciones con problemas de escritura, o con distintos grados de enfermedades mentales donde no es posible una real comprensión de los objetivos de la investigación. Por último, argumentan que el objeto de investigación es permanentemente reformulado, aún cuando cesa la interacción con los sujetos y el antropólogo abandona el campo. (L. Cardoso de Oliveira, 2004; Heilborn, 2004). 33 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Podríamos decir entonces que, en términos filosóficos, la ética consiste en la tematización del ethos, entendiendo por ethos “un conjunto de actitudes, convicciones o creencias morales y formas de conducta de una persona o grupo social” (Maliandi, 2004). Cada grupo social tiene su propio código de normas y conductas que no son parámetros establecidos de una vez y para siempre, sino que están en estricta relación con el contexto histórico social del que forman parte. Ahora bien, algunos autores han señalado que existen distintos niveles de reflexión ética que conviven generando diversas formas de conceptualizar y entender un problema de naturaleza moral. Maliandi ha establecido cuatro niveles de reflexión2. Al primero lo denomina nivel de “reflexión moral”. Este tiene lugar cuando se cuestiona acerca de qué se debe hacer, para luego actuar en consecuencia. Este nivel de reflexión no es estrictamente filosófico sino es una reflexión espontánea, acrítica y asistemática que guía nuestras decisiones cotidianas. Al segundo nivel de reflexión lo denomina “ética normativa” y el mismo surge con la pregunta de porqué debemos hacer lo que hacemos. Maliandi argumenta que: “cuando se advierte que no todos opinan unánimemente sobre lo que “se debe hacer” surge la duda, la pregunta básica acerca de qué se debe hacer, y –en caso que se obtenga para ello alguna respuesta- la de por qué se lo debe hacer. Con este tipo de preguntas se inicia la ética filosófica, que representa la continuación sistemática de la tematización espontánea: en ella se procura explicitar (“reconstruir”) los principios que rigen la vida moral, es decir se intenta fundamentar la norma” (op. cit, 2004). Al tercer nivel de reflexión lo denomina “metaética”, y ocurre cuando se “examinan la validez de los argumentos que se utilizan para la fundamentación que lleva a cabo la ética normativa. Establece el significado de los términos y enunciados éticos”, es decir cuando se demandan aclaraciones sobre los significados. (op. cit, 2004). Al cuarto nivel lo denomina “ética descriptiva”. Es decir, es un intento que proviene por fuera del ethos donde “se estudian costumbres, códigos normativos, creencias de la facticidad normativa, de su estructura, su funcionamiento en cuanto fenómeno general [...] La reflexión del nivel ético descriptivo son habituales en 2 Si bien el autor determina diferentes niveles de reflexión éticos parte de la noción de que todos los hombres que viven en sociedad operan sobre un saber moral que tiene carácter pre-filosófico es decir, operan sobre un “conjunto no tematizado ni cuestionado de creencias morales, códigos de normas, costumbres” que rigen su comportamiento y acción en cada momento y espacio particular (op. cit, 2004). Luciana Gazzotti34 antropología, sociología y psicología” (op. cit, 2004) Este nivel de reflexión no es filosófico sino científico. Esta compleja clasificación de niveles de reflexión ética, nos servirá de marco de referencia para problematizar y sistematizar el modo en que los antropólogos han abordado la temática, no sin divergencias y dificultades. b) Aportes desde la antropología a la reflexión ética Una de las mayores complejidades del campo de la ética y la antropología consiste en que confluyen simultáneamente los diversos niveles de reflexión ética dando lugar a poderosos cuestionamientos. Por un lado confluyen “reflexiones morales” personales sobre qué es lo que debemos hacer como antropólogos cuando llevamos a cabo trabajo etnográfico y cuales son las mejores maneras de realizarlo. Por otro lado, confluyen reflexiones del “nivel ético descriptivo” cuando se buscan estudiar y comprender normas o códigos de comportamiento ajenos a nuestros sistemas de valores. En ese contexto surge la problemática del universalismo versus relativismo y las posibilidades o imposibilidades de establecer sistemas universales de derechos y valores. Por último, confluyen reflexiones de nivel “ético normativo”, cuando se intenta establecer porqué debemos actuar del modo en que actuamos, porqué es necesario solicitar consentimiento, preservar el anonimato, o tener en cuenta las consecuencias posibles de nuestro trabajo y acción, entre otros. b.1) El plano de la reflexión moral: la disyuntiva de “tomar partido” Si bien cuando reflexionamos sobre qué es lo que debemos hacer como antropólogos cuando llevamos a cabo trabajo etnográfico surgen gran variedad de respuestas que son constitutivas de la práctica disciplinar, elegiremos para tratar en este trabajo la problemática del “advocacy” o toma de partido por una causa. La disyuntiva de tomar partido, es decir involucrarnos activamente con una causa de las personas o grupos con los cuales trabajamos es una discusión central y no acabada en la disciplina. Existen numerosas reflexiones contrapuestas y el debate al respecto es muy interesante e enriquecedor. La antropóloga Scheper-Hughes señala que: “el no involucramiento es en sí mismo una posición ética y moral”. Para ella, “la antropología debe insistir en una explícita posición ética hacia los otros” y “lo mejor que podemos hacer es comprometernos y practicar una buena etnografía que incluya mirar, escuchar, ponerse en contacto, registrar y sobre todo reconocer a nuestros sujetos”. (Cit. en Caplan, 2003: 18) 35 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Hastrup y Elsass argumentan por el contrario, que la “toma de postura” o “advocacy” nunca puede ser antropológica, ya que la antropología busca comprender en contexto los intereses locales; en cambio la “toma de postura” implica la elección de un interés en particular. “La racionalidad de “tomar postura” o “advocacy” nunca es etnográfica, es esencialmente moral en el sentido amplio del término” (Hastrup and Elsass, 1990). Sin embargo señalan que existen responsabilidades, y muchas veces como sujetos morales podemos vernos obligados a actuar en nombre “de” o tomar partido “por”. La problemática es compleja y también introduce el problema de la representatividad y el cuestionamiento acerca de: en nombre de quién estamos hablando. Al tomar partido por una causa y “hablar en nombre de” muchas veces se reduce la multiplicidad de voces de una cultura ocultando los conflictos de intereses y contradictorias relaciones que existen entre los grupos y su contexto social. Luis Cardoso de Olivera señala que esta dimensión ético política de la práctica antropológica introduce problemáticas como la de convertirse en “portavoz” de los grupos con los cuales trabajamos, presuponiendo que los sujetos no tienen o no han desarrollado capacidades de acción ni de comprensión de los hechos que podrían sucederles. También se manifiesta contrario a la concepción de una antropología militante, en los términos en los que lo plantea Scheper-Hughes, en el cual se selecciona un solo punto de vista nativo y donde la autoridad etnográfica se sostiene en base a una representación del antropólogo como sujeto iluminado capaz de resolver y resguardar al grupo que representa. El autor señala que es importante establecer una distinción entre la noción de neutralidad e imparcialidad, donde la imposibilidad de ser neutro no implique ni permita que el antropólogo sea parcial (L. Cardoso de Olivera, 2004). b.2) El plano de la ética descriptiva: universalismo versus relativismo Si bien la posibilidad de pensar la existencia o inexistencia de universales como problema científico nos remite nuevamente al terreno de la filosofía, la problemática ha sido ampliamente tratada por la antropologíadesde los comienzos de su conformación disciplinar. Hidalgo argumenta que: “el ser universalista o relativista depende en este caso de la plausibilidad empírica de la postulación de la existencia de universales. El punto de partida de ambos enfoques es la tesis fáctica que afirma la existencia de diversidad cultural y lingüística humana; este hecho es considerado básico y alude a la existencia de pluralidad de lenguajes, de variedad de formas (o instituciones) Luciana Gazzotti36 sociales y culturales. Si además de esta tesis se acepta que los lenguajes y las instituciones humanas en general son comparables (supuesto de comparabilidad), el relativismo con el que nos enfrentamos se limita a negar que puedan realizarse generalizaciones acerca de las mismas, ya sean de carácter empírico o teórico” (Hidalgo, 1994) Si bien desde los inicios de la escritura etnográfica la antropología ha generado enunciados universales basados en la postulación de rasgos comunes de las culturas, también ha señalado que las diferencias existentes entre los sistemas de costumbres y valores no pueden generalizarse sino deben ser comprendidas en relación con su propio sistema cultural. El relativismo cultural ha afirmado que cada cultura posee un sistema de valores y prácticas que son inherentes a su propio contexto de desarrollo y que éstos deben ser comprendidos en sí mismos y no en relación con otros sistemas. Mientras para algunas personas o grupos algunas prácticas resultan inaceptables, para otros no constituyen una cuestión a problematizar. En este contexto no sería posible extrapolar juicios de valor ya que cada cultura tendría su propio sistema de valores (ethos) regido por su sistema moral propio. Ahora, si bien el relativismo ha posibilitado la convivencia con la diferencia cultural, existen consensos respecto de que ciertos hechos no podrían ser explicados a través de estos argumentos. El genocidio perpetuado sobre diversos grupos étnicos, crímenes de lesa humanidad, casos de infanticidio, o circuncisión femenina, han sido objeto de profundos cuestionamientos por parte de la antropología. Ante estos hechos, la disciplina se ha debatido entre un academicismo que recomienda la neutralidad científica apoyada en el relativismo cultural3 y una toma de postura que denuncia y se pronuncia en defensa de la vida, la integridad de las personas, y en la cual el respeto al culturalismo no redunde en actos de irresponsabilidad social. Fluehr-Lobban señala que: 3 Son muy interesantes las experiencias y reflexiones de Fluehr-Lobban acerca de sus 25 años de trabajo de campo en Sudán, donde la circuncisión femenina es una práctica corriente, donde una mujer no circuncidada es considera persona no respetable y tiene riesgos de no contraer matrimonio si no lo está. Señala los conflictos que se le presentaron en relación con su entrenamiento como antropóloga donde, basada en una neutralidad promovida por el relativismo cultural y a partir del conocimiento de primera mano de las sensibilidades respecto de esta práctica, aplazaba cualquier juicio de valor al respecto. Manifiesta que el punto de quiebre de esta postura surgió a partir del diálogo intercultural e interdisciplinario donde comenzaron a establecerse consensos acerca de que la mutilación genital constituía un verdadero perjuicio hacia los derechos más básicos de la mujer y de las niñas. (Fluehr-Lobban, 1998) 37 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 “el terreno entre los derechos humanos y el relativismo cultural puede ser extraño y difícil de negociar, pero el uso de la idea de evitar el daño puede ayudar a los antropólogos y a otros a proyectar cursos de pensamiento y acción [...] La comprensión de la diversidad cultural en contextos donde la violencia o el daño se llevan a cabo es valioso e importante pero suspender o negar un juicio por causa del relativismo cultural es intelectual y moralmente irresponsable” (Fluehr-Lobban, 1998) Castiñeira y Lozano argumentan a su vez que sería mejor hablar de valores universalizables más que en término de valores universales, ya que los primeros, implican la búsqueda de criterios de referencia que delimitan las situaciones prácticas. Pero a su vez, señalan que lo más importante es: “...aprender a plantearnos en nuestras prácticas y responsabilidades cotidianas (personales y organizativas), si lo que hacemos instrumentaliza a las personas o las trata como fines en sí mismas, si fomenta nuestra autonomía y la de los demás, si tiene en cuenta unos mínimos de justicia, si reconoce a los afectados como interlocutores válidos, si fomenta la comunicación y el diálogo” (Castiñeira y Lozano, 2001). Una visión superadora de esta compleja problemática consiste en complejizar la dicotomía ofreciendo alternativas que redunden en un diálogo fecundo respecto a los diversos posicionamientos que el antropólogo debe tomar cuando realiza investigación. Al respecto, Hidalgo señala: “el problema de la verdad o falsedad de tales enunciados es distinto del de la adopción de posiciones universalistas o relativistas: se puede ser relativista y aceptar que ninguna teoría es por el momento satisfactoria (o con otras palabras verdadera), y se puede ser relativista aún cuando se admita que algunos enunciados generales son verdaderos...” (Hidalgo, 1994). b.3) El plano de la ética normativa: la dimensión práctica La reflexión ética normativa se hace presente en la disciplina cuando se cuestionan los cursos de acción, los tipos de relaciones que establecemos cuando investigamos y los alcances que nuestra investigación e intervención pueden tener sobre la vida de los grupos con los cuales trabajamos. Gustavo Lins Ribeiro establece que en antropología “la ética implica la búsqueda por parte de una colectividad de principios aceptables de Luciana Gazzotti38 comportamiento y acción” (Lins Ribeiro, 2004). Estos principios deben ser entendidos dinámicamente, es decir se renuevan y resignifican con cada generación convirtiéndose así en una reflexión que no deja de ser histórica y política, producto intelectual de estándares de profesionalidad y moralidad en disputa en diversos contextos de producción del conocimiento. Como hemos visto, la dimensión ética atraviesa todo el proceso de producción del conocimiento. La antropóloga Pat Caplan argumenta que no podemos seguir privilegiando solo un aspecto ya que hoy día la ética en antropología ha trascendido el plano de lo estrictamente normativo para posicionarse en el corazón mismo de la disciplina: problematizando principalmente las premisas con las que opera, la epistemología, la teoría y la praxis. (Caplan, 2003) III. REPENSANDO LA ÉTICA HOY EN LA ANTROPOLOGÍA Desde el 2000 en adelante, diversos autores han profundizando en el modo en que los antropólogos han escrito sobre ética y reflexionado sobre qué circunstancias pueden explicar diferentes posicionamientos en los cuales el antropólogo es partícipe. Se ha establecido la necesidad de vincular a la ética no con una normativa basada en la negatividad y el deber ser sino con una responsabilidad activa y positiva para con las personas o grupos que intervienen en la investigación (Fluehr-Lobban). El antropólogo holandés Peter Pels manifiesta la necesidad de repensar la ética en términos de negociación incorporando a su vez la discusión sobre las prácticas de producción del conocimiento. Establece el concepto de “duplicidad” de la figura del etnógrafo cuando realiza investigación, ya que por un lado debe comprometerse con las personas con las cuales realiza la investigación pero a su vez debe negociar nuevos valores y cuestionar la universalidad de sus propios principios éticos (Pels, 2005). Hoy día se está empezando a reconocer que la reflexión ética ya no puede estar confinada a declaraciones surgidas a partir de casos concretos ni solamente al establecimiento de normativas tendientes a proporcionar parámetros aceptables para la acción. Si bien la reflexión ética constituye una parte constitutiva de la práctica, en las últimas décadas nos hemos acostumbradoa escuchar preguntas que solamente la relacionan con el plano de los dilemas: si se debe preservar el anonimato; si hay que explicitar los objetivos de la investigación; si se debe aceptar financiamiento de agencias que tienen intereses sobre la región estudiada; si hay que preocuparse por material producido cuando éste es utilizado en esferas de dominio público, etc. 39 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 Todas estas preguntas y respuestas se tornan vacías si no logran trascender el plano de los dilemas que enfrenta el investigador aisladamente. La perspectiva dilemática, generalmente planteada en términos individuales y descontextualizados, es insuficiente si no toma en cuenta que la producción científica se desarrolla en contextos políticamente polarizados. Estos dilemas cobran sentido si están intrínsecamente relacionados con las asimetrías económicas, sociales, y científicas y las relaciones desiguales de poder en las cuales los agentes están involucrados y la investigación está siendo producida. Ésta idea es tratada con detenimiento por Philippe Bourgois en su crítica a la ética antropológica contemporánea: “... [Los dilemas] son asuntos éticos vitales e importantes con los cuales debemos confrontarnos durante el trabajo de campo. Pero ¿por qué la preocupación antropológica acerca de la ética termina aquí? ¿Qué hay de la más amplia dimensión moral y humana acerca de las estructuras políticas y económicas que han dañado a muchos de los pueblos estudiados históricamente por el antropólogo? Con algunas excepciones, la mayoría de los antropólogos norteamericanos no han incluido en la discusión de la “ética antropológica” a la política y a la dimensión de los derechos humanos relativa a los pueblos que investigan. De hecho la tendencia dominante ha evitado estos temas reemplazándolos por un enfoque teórico basado en el significado de los símbolos fuera del contexto social. El problema con la ética antropológica contemporánea no es solamente que los límites acerca de lo que se define como ética están establecidos de manera demasiado estrecha, lo más importante es que la ética así entendida está sujeta a rígidas interpretaciones que, aún cuando estén moralmente justificadas, opacan preocupaciones de mayor peso relativas a los derechos humanos”. (Bourgois, 1990: 45) IV. CONSIDERACIONES FINALES A lo largo de este trabajo, y habiéndonos enriquecido con algunos aportes provenientes de la filosofía y la antropología, hemos intentado demostrar que la discusión sobre ética y antropología deriva en profundas reflexiones sobre el modo de realizar etnografía y los marcos de referencia de la propia práctica científica. En primer lugar porque redunda en un proceso reflexivo sobre nuestro quehacer disciplinar, ya que al cuestionar el sentido de las prácticas modela nuestra metodología, nos interroga sobre la manera de conducir un trabajo etnográfico y Luciana Gazzotti40 nos advierte sobre las posibles dificultades que pueden manifestarse a lo largo del trabajo de investigación, aún cuando la interacción cara a cara haya finalizado. En segundo lugar porque interpela nuestro sentido de responsabilidad como antropólogos. En este sentido, nos expulsa a un terreno que excede los límites de la antropología y nos invita a posicionarnos como sujetos activos en diálogo con otras disciplinas y otros actores portadores de agencia y compromiso social. La noción de responsabilidad trae aparejada la problemática del compromiso ante retos sociales donde estén en juego la vida, la dignidad, la justicia, la libertad. Es necesario volver a centrarnos en la noción de autonomía como valor, que es una idea que debe subyacer a toda acción emprendida en relación con el otro. En tercer lugar, la reflexión sobre ética nos alerta sobre la práctica cotidiana como investigadores. Tal como señala Castiñeira y Lozano “el discernimiento ético es necesario antes de la actividad científica, durante la actividad científica y después de la actividad científica” (Castiñeira y Lozano, 2001). A su vez, debemos reconocer que nuestra responsabilidad científica no es solo teórica, sino también práctica y está enmarcada en el devenir de una comunidad histórica y moral que modela nuestro conocimiento y establece los parámetros de lo que se espera como un buen ejercicio profesional. Para concluir, consideramos que la discusión ética no debe quedar reducida estrictamente a su aspecto normativo. Reconocer los diferentes planos de reflexión ética y poder plantear para cada plano un estado de permanente discusión y debate redunda en que no se resquebraje la permanente retroalimentación reflexiva que debe provenir de la praxis y se cristalicen criterios que entren en contradicción con las complejas realidades en las cuales el antropólogo interviene como investigador. Fecha de entrega: 6/8/2007. Fecha de aprobación: 29/10/2007. BIBLIOGRAFÍA CITADA BERBEGLIA, CARLOS 1997 Ética después. En: El campo de la ética. Mediación, discurso y práctica. Coordinación Gabriella Bianco. Edicial. BOURGOIS, PHILIPPE 1990 Confronting Anthropological Ethics: Ethnographic Lessons from Central America. En: Journal of Peace Research. Vol. 27, N° 1. pp. 43-54. Sage Publications, Ltd. 41 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 CAPLAN, PAT 2003 The ethics of Anthropology. Debates and Dilemmas. Routledge. London in New York. CARDOSO DE OLIVEIRA, LUIS 2004 Pesquisas em versus pesquisas com seres humanos. En: Antropología e Ética: O debate atual no Brasil. ABA. Editora da Universidad Federal Fluminense. Niteroi. CARDOSO DE OLIVEIRA, ROBERTO 2004 A mal estar da etica na antropología prática. En: Antropología e Ética: O debate atual no Brasil. ABA. Editora da Universidad Federal Fluminense. Niteroi. CASTIÑEIRA, ANGEL Y LOZANO, JOSEPH 2001 ¿Qué puede aportar el debate ético contemporáneo a los científicos?. En: Cuadernos de Bioética. Ed. Ad. Hoc. FLUEHR-LOBBAN, CAROLYN 1991 Ethics and the Profession of Anthropology. Dialogue for a New Era. University of Pennsylvania Press. Philadelphia. 1998 Cultural relativism and universal human rights. En: Anthronotes. Museum of Natural History Publication for Educators. Smithsonian Institution. Volume 20, N° 2. 2002 Revised second edition of: Ethics and the profession of anthropology: the dialogue continues. Altamira Press. Rowman and Littlefield, Inc. HASTRUP KIRSTEN AND ELSASS PETER 1990 Anthropological Advocacy. A contradiction in Terms?. En: Current Anthropology. Volume 31, Number 3. HIDALGO, CECILIA 1994 Leyes sociales, reglas sociales. Los Fundamentos de las Ciencias del hombre. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. LINS RIBEIRO, GUSTAVO 2004 Prefacio. En: Antropología e Ética: O debate atual no Brasil. ABA. Editora da Universidad Federal Fluminense. Niteroi. Luciana Gazzotti42 MALIANDI, RICARDO 2004 Ética: conceptos y problemas. 3ra Edición. Buenos Aires. Biblos. MESKELL, LYNN AND PELS, PETER 2005 Embedding Ethics: shifting boundaries of the anthropological profession. Wenner-Gren International Symposium Series. Oxford. 43 Runa 28, Año 2008. ISSN 0325-1217 EL AGENTE PENITENCIARIO: LA CÁRCEL COMO ÁMBITO LABORAL Beatriz Kalinsky* * Antropóloga. Doctora en Derecho Social. Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filoso- fía y Letras, UBA. Investigadora independiente del CONICET. Correo electrónico: beka@arnet.com.ar Beatriz Kalinsky 44 RESUMEN La cárcel es un ambiente laboral con especificidad propia. Se analizan las condiciones laborales de los agentes penitenciarios y las relaciones internas con los demás protagonistas con relación a la potencial o real peligrosidad que define este ambiente de trabajo. Se analizan tres temas claves: las requisas, la arbitrariedad de los reglamentos y la actitud frente a los conflictos internos. Se trata de aportar conocimiento alrededor de un lugar vacío de conocimiento y de políticas públicas relativas. Palabras clave: Agente penitenciario; Cárcel; Condiciones de trabajo; Peligrosidad; Estrés laboral. ABSTRACT The jail is a labor atmosphere which
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