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Orquestra Sinfônica de Stanford

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INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES
MÚSICA
P A L A C I O D E B E L L A S A R T E S
SECRETARÍA DE CULTURA
María Cristina García Cepeda
Secretaria
Saúl Juárez Vega
Subsecretario de Desarrollo Cultural
Jorge Gutiérrez Vázquez
Subsecretario de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura
Francisco Cornejo Rodríguez 
Oficial Mayor
INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES 
Lidia Camacho Camacho
Directora general 
Roberto Vázquez Díaz
Subdirector general
Silvia Carreño y Figueras
Gerente del Palacio de Bellas Artes
Roberto Perea Cortés
Director de Difusión y Relaciones Públicas
ORQUESTA SINFÓNICA DE STANFORD
Anna Wittstruck, directora 
LA MÚSICA QUE BAILA
PROGRAMA
Arturo Márquez Danzón núm. 2 10’
(1950)
Igor Stravinski Suite de El pájaro de fuego 23’
(1882-1971) (Versión de 1919)
 Preludio. Danza del pájaro de fuego
 Variaciones del pájaro de fuego
 Ronda de las princesas
 Danza infernal del rey Kashchei
 Canción de cuna
 Final
INTERMEDIO
Ludwig van Beethoven Sinfonía núm. 7 en la mayor, Op. 92 35’
(1770- 1827) Poco sostenuto – Vivace
 Allegretto
 Presto – Assai meno presto
 Allegro con brio
Duración aproximada: 1 hora 40 minutos
PALACIO DE BELLAS ARTES
Junio, 2017 mié 21 20 h
Palacio de Bellas Artes Orquesta Sinfónica de Stanford · La música que baila 32
La Orquesta Sinfónica de Stanford fue creada el 16 de diciembre 
de 1891, dos meses después de la fundación de la Universidad de 
Stanford, y desde sus inicios ha integrado a los más talentosos 
y destacados estudiantes. A la fecha, la orquesta está constituida 
por aproximadamente 100 músicos prometedores y miembros 
de la comunidad universitaria, seleccionados por medio de 
rigurosas audiciones, quienes cursan estudios de bachillerato 
y posgrado en diferentes disciplinas académicas. 
La Universidad de Stanford en el estado de California está 
considerada como una de las mejores instituciones académicas en 
Estados Unidos y su orquesta es la organización musical estudiantil 
más grande de la Universidad, apoyada por el Departamento 
de Música y la Asociación de Estudiantes de la Universidad de 
Stanford (ASSU). La Facultad de Música de Stanford cuenta con 
profesores del más alto nivel y artistas y compositores residentes 
que ofrecen clases magistrales a la comunidad universitaria. La 
agrupación brinda oportunidades musicales sin paralelo a sus 
estudiantes, incluyendo siete conciertos anuales en el Bing 
ORQUESTA
SINFÓNICA DE
STANFORD
Concert Hall, la sede de la orquesta. Realiza colaboraciones 
frecuentes con el conjunto de alientos y los ensambles corales 
de la Universidad. En su haber ha colaborado con artistas de 
renombre internacional como Jon Nakamatsu, quien recibió 
la medalla de oro del Concurso Van Cliburn, y miembros del 
St. Lawrence String Quartet. Los integrantes de la Orquesta 
cuentan además con entrenamiento adicional y tutorías, 
tanto de músicos de la Sinfónica de San Francisco, como del 
Conservatorio de Música de esa ciudad. 
A través de los años, la Orquesta ha presentado grandes obras 
sinfónicas en concierto y estrenos mundiales de piezas escritas por 
los compositores de la Universidad de Stanford. Ha realizado 
giras a través de todo el mundo, incluyendo Australia, Nueva 
Zelanda (2005) y China, como parte de las Olimpiadas Culturales 
en Pekín en 2008.
En 2013 la agrupación estableció su residencia oficial en 
el Bing Concert Hall. Como parte de las celebraciones de la 
apertura de este centro de conciertos, la Orquesta Sinfónica 
de Stanford presentó “El Proyecto Beethoven”, donde fueron 
interpretadas las nueve sinfonías del compositor y los cinco 
conciertos para piano con la participación de Jon Nakamatsu. 
Dicho proyecto culminó con la gira a Europa Central, donde se 
realizaron conciertos en Alemania, República Checa y Austria.
Palacio de Bellas Artes Orquesta Sinfónica de Stanford · La música que baila 54
ANNA 
WITTSTRUCK
Directora interina
Anna Wittstruck es profesora asistente del Departamento 
de Música de Stanford, donde completó recientemente su 
doctorado en Musicología. En la actualidad se desempeña 
como directora interina de la agrupación y de la Orquesta de 
Cámara Stanford Philharmonia. Ha dirigido a la Orquesta 
Sinfónica de Verano de Stanford durante seis temporadas 
consecutivas y dirigió el Ensamble de Alientos de Stanford 
en 2015. Fue directora asistente y directora interina del 
programa para música orquestal por dos años, donde actuó como 
directora asistente de la Orquesta Sinfónica de Stanford, Stanford 
Philharmonia, Stanford New Ensemble y el Stanford Chinese 
Ensemble. Ayudó además a la creación de la Orquesta Juvenil 
de Stanford, un programa internacional avanzado para 
estudiantes de nivel superior que ofrece la institución, donde 
ejerció el cargo de directora asistente y coordinadora académica. 
Anna Wittstruck ha dirigido conciertos en Estados Unidos, 
Europa y Asia, incluyendo la Orquesta Sinfónica de Harbin, 
China. En diciembre de 2013 dirigió el primer concierto de 
música sinfónica en la Isla Catalina, donde presentó la obra 
Appalachian Spring de Copland y regresó el siguiente año 
para dirigir un programa de música de Mozart con solistas de 
las sinfónicas de San Francisco y de Syracuse, Nueva York. Ha 
presentado conciertos en la Sala Rudolfinum de Praga y el 
Musikzentrum Augarten, sede de los Niños Cantores de Viena, 
al igual que conciertos en Berlín, Bad Elster y Teplice como parte 
de la gira de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Stanford en 
Europa Central.
Cuando tenía catorce años, ganó un concurso que le llevó 
a ser nombrada como el músico más joven contratado por 
la Orquesta Sinfónica de Asheville. Ha participado además 
en festivales de música orquestal, tales como Tanglewood, 
Round Top, y la Sinfónica Nacional del Kennedy Center. Se 
ha presentado como solista de las Orquestas de Charlotte 
y Hendersonville, y en el programa de Radio Internacional 
titulado “From The Top” de la cadena de radio pública de Estados 
Unidos, junto con la propia Orquesta Sinfónica de Stanford.
Obtuvo su bachillerato en Música en la Universidad de 
Princeton donde recibió, además, diplomas en Dirección de 
orquesta y Composición. En Princeton trabajó como directora 
asistente de la Orquesta de la Universidad y directora asociada 
de Princeton Sinfonia. Estudió junto a Michael Jinbo en la 
escuela de Dirección de Orquesta Pierre Monteux y participó 
en talleres en Mendomak, donde estudió con Kenneth Kiesler. 
Entre sus maestros se encuentran Michael Pratt, Ruth Ochs, 
Stephen Sano y Jindong Cai.
Anna Wittstruck tiene además una destacada carrera 
como violonchelista y sus presentaciones incluyen el Festival 
de Música Moderna de Beijing (2011), la Orquesta Sinfónica 
YouTube bajo la dirección de Michael Tilson Thomas. Su 
cuarteto de cuerdas regresó recientemente de una gira de 
conciertos en Tailandia, auspiciados por la Fundación Yonok
y American-Thai, donde participó en los eventos conmemorativos 
de la celebración del sexagésimo aniversario del natalicio de 
su Alteza Real, la princesa Maha Chakri Sirindhorn.
Palacio de Bellas Artes Orquesta Sinfónica de Stanford · La música que baila 76
ARTURO
MÁRQUEZ
Danzón núm. 2
NOTAS AL PROGRAMA
La mejor forma de acercarse al sabrosoy ya famosísimo 
Danzón núm. 2 de Arturo Márquez (1950) es a través de un 
texto de su puño y letra, que dice así:
La idea de componer el Danzón núm. 2 surgió 
en 1993 durante un viaje a Malinalco con el pintor 
Andrés Fonseca y la bailarina Irene Martínez, 
ambos expertos en bailes de salón y con una especial 
pasión por el danzón, la cual me transmitieron desde 
el principio y también en posteriores excursiones a 
Veracruz y al Salón Colonia en la colonia Obrera 
del Distrito Federal. A partir de estas experiencias 
empiezo a aprender sus ritmos, su forma, sus 
contornos melódicos a base de escuchar las viejas 
grabaciones de Acerina y su Danzonera, y dentro 
de mi fascinación capto que la aparente ligereza 
del danzón es sólo una carta de presentación para 
una música llena de sensualidad y rigor cualitativo 
que nuestros viejos mexicanos siguen viviendo con 
nostalgia y júbilo como escape hacia su mundo 
emocional, el cual afortunadamente aún podemos 
ver en el abrazo que se dan música y baile en 
Veracruz y en los salones de la Ciudad de México. El 
Danzón núm. 2 es un tributo a ese medio que lo nutre. 
Trata de acercarse lo más posible a la danza, a sus 
melodías nostálgicas, a sus ritmos montunos, y aun 
cuando profana su intimidad, su forma y su lenguaje 
armónico, es una manera personal de expresar mi 
respeto y emotividad hacia la verdadera música 
popular. El Danzón núm. 2 fue compuesto gracias a 
un encargo de la Dirección de Actividades Musicales 
de la UNAM y está dedicado a mi hija Lily.
A este breve retrato de la obra hecho por su autor es 
posible añadir que, como en otras composiciones suyas, 
Márquez ha logrado en este Danzón núm. 2 una sofisticada y al 
mismo tiempo sabrosa estilización de todo aquello que define 
al danzón, permitiendo al oyente una clara identificación de 
la raíz popular de esta pieza de concierto. Prueba de ello es 
la entusiasta reacción del público ante cada audición de la 
obra, cuyo estreno se llevó a cabo el 5 de marzo de 1994 en 
la Sala Nezahualcóyotl, con la Orquesta Filarmónica de la 
UNAM dirigida por Francisco Savín. A la fecha (primavera 
de 2017), Arturo Márquez cuenta en su catálogo con ocho 
danzones para distintas dotaciones instrumentales: Danzón 
núm. 1 para cinta magnetofónica (con saxofón opcional), 
1992; Danzón núm. 2 para orquesta, 1993; Danzón núm. 3 
para flauta, guitarra y pequeña orquesta, 1994; Danzón núm. 4 
para orquesta de cámara, 1996; Danzón núm. 5, Portales de 
madrugada, 1997; Danzón núm. 6, 2001; Danzón núm. 7, 2001; 
y Danzón núm. 8, Homenaje a Maurice, 2004. Para más señas, 
y para deleite de los aficionados a los danzones de Márquez, 
están todos grabados en un CD titulado Arturo Márquez: 
Ocho danzones. No está de más anotar aquí que la merecida 
proyección internacional que en años recientes ha tenido 
el Danzón núm. 2 de Arturo Márquez se debe no sólo a sus 
indudables méritos musicales, sino también al hecho de que 
la obra ha sido “adoptada” por el gran director de orquesta 
venezolano Gustavo Dudamel.
IGOR
STRAVINSKI
Suite del ballet
El pájaro de fuego
(Versión de 1919)
Como casi todos los ballets de corte tradicional, El pájaro 
de fuego nos cuenta una historia, así que antes que nada, 
oigamos un antiguo cuento...
Una noche, el príncipe Iván recorría el bosque, y de 
pronto se encontró con un hermoso pájaro de fuego. Iván, 
maravillado, atrapó al ave, la cual, a cambio de su libertad, le 
ofreció al príncipe una de sus plumas de fuego como prenda 
y como promesa de volver en su ayuda cuando el príncipe lo 
necesitara. El pájaro voló y el príncipe siguió su exploración 
nocturna, llegando a los jardines del castillo del monstruoso 
y malvado rey Kashchei. Oculto, Iván vio cómo salían al jardín 
trece princesas, cautivas de Kashchei, a bailar una sugestiva 
ronda. Al amanecer, las princesas volvieron tristemente a su 
prisión. Cautivado por la última de las trece princesas, Iván 
abrió las puertas del castillo y pronto apareció la corte de 
Kashchei: esclavos, mutantes, monstruos, bestias y, finalmente, 
el ogro mismo. Iván fue hecho prisionero y Kashchei se dispuso 
a convertirlo en piedra, tal como había hecho con los otros 
Palacio de Bellas Artes Orquesta Sinfónica de Stanford · La música que baila 98
caballeros que se habían atrevido a meterse en sus dominios. 
Pero entonces Iván recordó la promesa del pájaro de fuego, y al 
agitar la mágica pluma el ave maravillosa llegó en su auxilio, 
volviendo locos a los monstruosos cortesanos del ogro Kashchei 
a través de una infernal danza. Después, el pájaro de fuego 
cantó un hermoso arrullo y puso a dormir a los monstruos. 
Entonces, guió a Iván hasta un cofre enterrado que contenía 
un enorme huevo, en el interior del cual estaba el alma de 
Kashchei. Al romper Iván el huevo, Kashchei murió y su 
palacio y su corte desaparecieron. Al amanecer, las princesas 
quedaron libres y los caballeros de piedra volvieron a la vida. 
Y en el final feliz de este antiguo cuento, Iván tomó por esposa 
a la última de las trece princesas.
Sobre este fantástico cuento, Igor Stravinski (1882-
1971) compuso entre 1909 y 1910 la partitura de su ballet El 
pájaro de fuego, por encargo del empresario ruso Serguei 
Diaghilev. Originalmente, el encargo había sido hecho al 
compositor Anatol Liadov (1855-1914), pero la tardanza de 
éste para cumplir lo pactado hizo que el encargo fuera a 
parar finalmente a manos de Stravinski. En junio de 1910, 
durante los ensayos para el estreno del ballet en la Ópera de 
París, Diaghilev pronosticó que Stravinski estaba a punto de 
alcanzar la celebridad, y no se equivocó. El estreno del ballet 
se llevó a cabo en la Ópera de París el 25 de junio de 1910 con la 
dirección musical de Gabriel Pierné, la coreografía de Michel 
Fokine y la participación de la legendaria bailarina Tamara 
Karsavina en el papel titular de la obra.
Tal y como Diaghilev lo había pronosticado, el estreno de 
El pájaro de fuego lanzó a Stravinski a la fama y su prestigio 
creció notablemente a partir de esa fecha. De la música 
original del ballet, Stravinski extrajo tres suites de concierto. 
La primera, de 1911, emplea la misma enorme orquesta que 
la partitura original. La segunda suite fue reorquestada por 
Stravinski para un conjunto de menores dimensiones; esta es
la versión que se escucha comúnmente en las salas de concierto 
y data de 1919. Finalmente, en 1946 se publicó una tercera 
suite, con la misma orquestación reducida de la segunda, pero 
incorporando selecciones adicionales del ballet.
LUDWIG
VAN
BEETHOVEN 
Sinfonía núm. 7
en la mayor, Op. 92 
Casi sin excepción, todas las notas que se han escrito respecto 
a ésta, probablemente la más bella de las sinfonías de Ludwig 
van Beethoven (1770-1827), citan la famosa frase en la que 
Richard Wagner (1813-1883) afirma que la Séptima sinfonía 
es la apoteosis de la danza. Sin embargo, lo dicho por Wagner 
va más allá de esta categórica definición, y es ciertamente 
interesante conocer más a fondo la descripción hecha por el 
gran compositor de óperas y dramas musicales. En el año de 
1850, casi cuarenta años después del estreno de la obra, Wagner 
escribió esto:
La Séptima sinfonía de Beethoven es la alegría, que 
con una omnipotencia orgiástica nos lleva a través 
de todos los espacios de la naturaleza, de todas las 
corrientes y los océanos de la vida, dando voces 
de alegría y consciencia, por donde caminamos al 
ritmo audaz de esta danza humana de las esferas. 
Esta sinfonía es la apoteosis de la danza, la mejor 
realización de los movimientos corporales en 
forma ideal.
Beethoven inició la composición de la Séptima sinfonía 
en el año de 1807 y la terminó en el verano de 1812. El estreno 
se llevó a cabo en la Universidad de Viena el 8 de diciembre de 
1813 bajo la batuta de Beethoven mismo. Como solía ocurrir 
en aquellos tiempos, el concierto fue organizado con un fin 
especial: recaudar fondos para los soldados austríacos 
y bávaros heridos en la batalla de Hanau mientras defendían 
a su patriade las huestes de Napoleón, quien en otros tiempos 
había sido el héroe de Beethoven. Además de la Séptima 
sinfonía, Beethoven estrenó en ese concierto una de sus 
obras más extrañas y menos características: La victoria de 
Wellington, también conocida como Sinfonía de la batalla o 
La batalla de Vitoria. Esta especie de poema sinfónico-militar, 
que hoy es considerado como una de las obras más débiles de 
Beethoven, inflamó el espíritu patriótico del público y, dadas las 
circunstancias, su éxito opacó al de la sinfonía. Sin embargo, el 
segundo movimiento de la Séptima fue muy bien recibido por 
el público vienés.
Palacio de Bellas Artes Orquesta Sinfónica de Stanford · La música que baila 1110
La noche del 8 de diciembre de 1813 Beethoven se encontró 
en muy buena compañía, ya que la orquesta estaba llena de 
personajes musicales ilustres, como Louis Spohr (1784-1859), 
Giacomo Meyerbeer (1791-1864), Johann Nepomuk Hummel 
(1778-1837), Ignaz Moscheles (1794-1870), Domenico Dragonetti 
(1763-1846), Andreas Romberg (1767-1821) y Antonio Salieri 
(1750-1825). En particular, han llegado hasta nosotros muchos 
datos de esa noche del estreno de la Séptima sinfonía de 
Beethoven gracias a la autobiografía de Louis Spohr. En 
ella, Spohr cuenta que para ese entonces Beethoven sufría 
ya de la sordera que habría de ser la mayor angustia de su 
vida, y que por ello no alcanzaba a escuchar adecuadamente 
cuando la orquesta tocaba pasajes muy delicados, de modo 
que el compositor perdió varias veces el camino en su propia 
partitura. Sin embargo, según cuenta Spohr, la orquesta no se 
perdió de igual manera gracias a que Salieri, para proteger a 
Beethoven, se encargaba de dirigir correctamente detrás de 
bambalinas. Además del buen recibimiento que el público 
dio a la obra, la crítica vio con buenos ojos y escuchó con 
buenos oídos esta obra maestra. La crítica publicada en el 
Allgemeine Musikalische Zeitung afirmaba que la Séptima 
era la más melodiosa, agradable y accesible de las sinfonías 
de Beethoven. 
Entre los muchos momentos felices de esta sinfonía está, 
por ejemplo, la asombrosa y emocionante coda del primer 
movimiento, en la que Beethoven hace subir a los cornos a un 
registro agudo poco usual en sus partituras, con un resultado 
brillante. Inmediatamente después de este vibrante momento, 
Beethoven nos ofrece el Allegretto, uno de los más notables 
movimientos de la literatura sinfónica de todos los tiempos, 
en el que el compositor propone un acorde misterioso 
y seductor como inicio de un discurso musical de enorme 
belleza, con un contenido armónico y rítmico que parecía 
estar adelantado cincuenta años a su tiempo. El efecto total de 
este movimiento es el de crear en el oyente ese sentimiento, al 
mismo tiempo vago e intenso, que el compositor Ned Rorem 
(1923) ha descrito acertadamente como nostalgia por el futuro. 
Otro gran sinfonista, Gustav Mahler (1860-1911), después de 
una ejecución de la Séptima de Beethoven en el año de 1899, 
afirmó esto:
El último movimiento de la sinfonía tuvo un 
efecto dionisíaco sobre el público. Todos salieron 
de la sala de conciertos como embriagados, y así 
debe ser.
No cabe duda que la Séptima sinfonía de Beethoven 
aún tiene la hermosa capacidad de producir ese efecto, y es 
seguro que la noche de su estreno la embriaguez del público 
fue doble, porque no sólo asistieron al estreno de una obra 
maestra sino que además, con esa noche de espléndida música 
beethoveniana, estaban celebrando de algún modo la derrota 
de Napoleón a manos de Europa.
Juan Arturo Brennan
Palacio de Bellas Artes12
ORQUESTA SINFÓNICA DE STANFORD
VIOLINES Léa Bourgade, Beatrice Choi, Justin Doong, Kelsey 
Garcia, Brad Girardeau, Spencer Guo, Andrew Jabara, Suzanne 
Joh, Lina Karamali, Andy Kim, Ryan Kim, Ayano Kitano, Laurie 
Kost, Andrew Lan, Aaron Levett, Praveen Pallegar, Do-Hyoung 
Park, Carson Poltorack, Arianna Serafini, Bruce Tiu, Angela 
Wang, Alice Yang, Anna Yang | VIOLAS Carlos Bustos, Annie 
Brantigan, Arkira Chantaratananond, Katie Reinders, Isaac 
Scheinfeld, Emma Spellman, Lauren Taylor, Hannah Thompson, 
Jennie Yang, Phoebe Yao | VIOLONCHELOS Monica Anuforo, 
Hannah Choi, Tyler DeVigal, Simon Evered, Samuel Rogers, 
Shannon Wu, Benjamin Yeh, Christopher Yeh | CONTRABAJOS 
Bruce Moyer, Rafael Zepeda, Rubén Fernández Meléndez, 
Hipólito Cabrera López | FLAUTAS Victoria Ding, Nadja Drabon, 
Haiwen Gui, Tiffany Jiang, Krishan Kumar, Jacqueline Speiser 
| ARPA Eugenia Espinales Correa | OBOES Eve LaPuma, Enoch 
Park | CLARINETES Benjamin DeMayo, Ashlyn Gary, Cynthia 
Hao, Stephanie Quinn, Matthew Volk | FAGOTES Nicholas 
Rodriguez, Jamie Tippett | CORNOS Jake Gold, Connor Gunn, 
Stephanie Palocz, Vaughn White | TROMPETAS Dominic 
Favia, Alex Groth, Anna Jaffe, David Weber | TROMBONES 
Matt Carr, Rami Hindiyeh, Kevin Wang | TUBA Andrew Lovett 
| PERCUSIONES Karen Dai, Josh Payne, Kirby Smithe, David 
Weber, Francisco Sánchez Cortés, Cecilia Sánchez García
Créditos
La presentación de la Orquesta Sinfónica de Stanford en el Palacio 
de Bellas Artes se lleva a cabo por Classical Movements, con la 
asistencia y colaboración del Instituto Nacional de Bellas Artes, el 
Palacio de Bellas Artes y la Dirección de Asuntos Internacionales 
del Instituto Nacional de Bellas Artes.
SUBGERENCIA TÉCNICA DEL PALACIO DE BELLAS ARTES
Jorge Peláez, jefe de foro
TALLER DE TRASPUNTE Juan Martínez, jefe de taller
Christopher Arturo González Flores, Guadalupe Negrete Murillo
TALLER DE TRAMOYA Braulio Lara Nieto, jefe de taller
Juan Pedro Peña Márquez, Héctor Reyes Sánchez, Felipe Sosa Montes, Julio César 
Guerra Picazo, José Alberto Lugo Cruz, Jesús Dionisio Salinas del Castillo, Gabriel 
García Hernández, Sergio Meléndez Ensástiga, Daniel Samaniego Alvarado, Luis 
Alejandro García Herrera, Martín Antonio Alarcón Hernández, Jorge Mejía Nieto, 
Michelle Giselle Enzastiga Almaráz, Karla Magali Gutiérrez Cervantes 
TALLER DE MAQUILLAJE María Teresa Quevedo Ayala, jefe de taller
Dolores Amparo Vargas Ayala, Azalea Martínez López, Bibiana Eva Vázquez Rivera
TALLER DE VESTUARIO Patricia Gutiérrez Barrios, jefe de taller
Mónica Legorreta Soria, Ernesto Farías Pérez, Elvia Patricia Aceves García, Ricardo Castro 
Carrasco, Fortino Pinzón Heracleo, María de los Ángeles Vargas Arellano, Erik Daniel 
Ramírez Aceves
TALLER MECÁNICO José Amado Castillo Barreto, jefe de taller
Javier Márquez Bernabé, José Luis Olivares Aguirre, Rodolfo Ponce Durán, Luis Alfredo 
Alejandro Durán Alvarado, Rubén Martín Sánchez Reyes
TALLER DE ILUMINACIÓN Roberto Carlos Arellano Ramos, jefe de taller
José Aníbal Castro Reyes, David Méndez Cruz, Víctor Ernesto Yones Coronel, Federico 
Flores Fuentes, Julián Gerardo González Contreras, Juvenal Orozco Medina, Marco 
Antonio Hurtado Jaima
TALLER DE AUDIO Martín Fernando Jiménez Páramo, jefe de taller
Julio Cárdenas García, Ramón Aceves García, José Luis Román Pedraza, Saúl Martínez 
Cadena
MULTIMEDIA Rodolfo Jair Aceves Celis, jefe del taller 
Viridiana González Vázquez
TALLER DE UTILERÍA Luciano Noé Alarcón Estrada, jefe de taller
Pedro Zaragoza García, Jonathan Eduardo Castillo Díaz, Miguel Gustavo Andrade 
Márquez
ATENCIÓN ARTÍSTICA Carmen Briseño Gómez de la Llata, jefa de área
José Joel García Maldonado, Ruperto Sánchez Nieto, María Guadalupe Cejudo Sánchez, 
Sandra Rodríguez Maturano, Leonardo Méndez Ojeda
GERENCIA DEL PALACIO DE BELLAS ARTES
Jesús José Sánchez Herrera, subdirector de administración
Alberto Mercadé Mosqueira, subgerente de programación y proyectos especiales
José Rojas Patiño, coordinador editorial y de difusión
Federico Emery Othón, subgerente técnico
Silvia Gil Rivera, subgerente de control de espectáculos
José López Quintero, subgerente de conservación y obras
Erika Pegueros Loaiza, coordinadora de relaciones públicas
Arturo Ricardo Murguía García, coordinador de seguridad y vigilancia
Luis Pérez Santoja, revisión editorial de contenidos musicales
Carlos Alberto Ramos Rodríguez, diseño gráfico

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