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Gregor Mendel e a Genética

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LA GENÉTICA 
 
Gregorio Mendel 
Gregor Johann Mendel (1822-1884) nació en Austria, en una familia de labradores de 
pocos recursos. De muchacho trabajó en el campo con su padre, y aprendió las 
técnicas agrícolas corrientes, incluido el injerto de frutales y el cruce de variedades 
distintas, que se hacía entonces en forma empírica. 
Cursó estudios superiores, pero no los pudo terminar por motivos económicos: tenía 
que ganarse la vida mientras estudiaba, y su salud se resintió. 
Pero pudo adquirir conocimientos muy sólidos de física, química, biología, 
matemáticas, latín, filosofía, y teología. 
A los 21 años ingresó como fraile en la Orden de los Agustinos, y a los 25 años fue 
ordenado sacerdote. 
Se desempeñaba como profesor suplente, y por dos veces rindió examen para 
obtener el diploma de Profesor de Instituto. Las dos veces fue desaprobado, y 
toda la vida no pasó del rango de profesor suplente. Ello no impidió que fuera muy 
apreciado por sus alumnos, tanto por su gran calidad humana como por su valía 
científica y pedagógica. 
Las aficiones de Mendel 
Mendel era un apasionado de la naturaleza. Tenía ese “sentimiento de la naturaleza”, 
ese cariño y reverencia a los objetos naturales, plantas, animales, paisaje... 
característico de los pueblos del Centro y Norte de Europa (se ha observado que en los 
cuadros del Siglo de Oro de la pintura española, los fondos están ennegrecidos para 
resaltar más el personaje principal; mientras que en la pintura flamenca, el paisaje del 
fondo está recargado de árboles, flores, pájaros; algo similar ocurre en la pintura 
cuzqueña). (1) 
Le gustaba la agricultura y la apicultura. También la meteorología: llevaba registros al 
día de los fenómenos atmosféricos. Era un apasionado de la física y las matemáticas, 
de las que tenía un conocimiento muy profundo. 
Nacimiento de la Genética 
A partir de 1864, Mendel residió en la ciudad de Brün (actualmente Brno, en 
Checoslovaquia), donde se dedicó a la docencia (como profesor suplente) de biología 
y matemáticas, a sus deberes sacerdotales, y a la investigación científica. 
Para esto último llenó de plantas el minúsculo jardín de su monasterio. 
Se preguntó: ¿Cómo se transmiten las características hereditarias? Para responderlo, 
realizó una concienzuda labor de exploración. 
Decidió ensayar con guisantes (arvejas), por las ventajas que presentan. Sus flores son 
autógamas, es decir, se fecundan a sí mismas; pero Mendel sabía cómo bloquear la 
fecundación espontánea y hacer una polinización artificial cruzada. Eligió 22 
variedades para sus experimentos, después de asegurarse de que eran razas puras (o 
sea, sus descendientes mantenían los mismos caracteres), lo que logró tras 2 años de 
cultivos. 
 
En esas variedades distinguió 7 caracteres: color de los cotiledones (amarillo o verde), 
superficie de semilla (lisa o rugosa), etc. 
En primer lugar, estudió el cruce de dos variedades diferentes en un solo carácter: el 
color de la semilla, amarillo o verde. Sembró las dos variedades y fertilizó una con el 
polen de la otra. 
Los hijos salieron amarillos, como uno de los padres. Mendel llamó al carácter amarillo 
"dominante", y al verde "recesivo". 
Los híbridos fueron sembrados y abandonados a la fecundación espontánea, y 
produjeron la segunda generación. En ella reaparecían los amarillos y los verdes, en 
la proporción de 2.99 a 1. Mendel supuso que esa relación correspondía a la 
proporción teórica 3 a 1. Tres amarillos por un verde. 
Elaboró una hipótesis que explicara ese resultado. Imaginó que los guisantes 
contenían para cada carácter, dos corpúsculos o "unidades hereditarias"; a cada una 
la designó por una letra, mayúscula si era carácter dominante, minúsculo si era 
recesivo. Las razas puras tendrían las dos unidades hereditarias idénticas. 
Las células reproductoras tendrían sólo una unidad hereditaria (sacada del padre o la 
madre). Al juntarse las dos células reproductoras, unirían las unidades hereditarias 
para formar el equipo genético del hijo, que definiría su carácter. Así: Amarillos AA; 
verdes bb Células germinales del amarillo: A ó A Células germinales del verde: b ó b 
En el hijo se aparearían así: Ab, bA dando lugar a amarillos, por tener el carácter 
dominante A. 
En la segunda generación las células germinales, tanto masculinas como femeninas, 
tendrían o la unidad A o la b. Por consiguiente, las combinaciones posibles serían: AA, 
Ab, bA, bb 
Las tres primeras, teniendo el carácter dominante, darían guisantes amarillos; la 
última, verdes. Esto explica que haya tres amarillos por cada verde. 
 
 
 
 
Esta hipótesis explica correctamente la segunda generación, y permitió a Mendel 
aventurar la predicción de lo que sucedería en la tercera generación, con fecundación 
autógama. La variedad pura de verdes (bb) dará verdes (un cuarto del total); mientras 
que los amarillos (los tres cuartos restantes) se comportarán así: 
Un cuarto de dominantes puros (AA), seguirán dando dominantes. 
Los dos cuartos restantes, volverán a producir dominantes y recesivos en la 
proporción de 3 a 1. 
En resumen, la tercera generación tendrá, si la hipótesis es cierta, 5/8 de amarillos y 
3/8 de verdes. 
La predicción se vio brillantemente confirmada por los resultados experimentales. 
Mendel pasó a estudiar entonces la cuarta generación, el cruce de variedades con dos 
caracteres diferentes, con tres... y siempre la teoría le permitía prever los resultados 
de la experiencia. 
Tan interesantes fueron sus experimentos desde el punto de vista de la estadística 
aplicada, que aún hoy día se los encuentra como ejemplos o como ejercicios en los 
libros de texto. 
Resumiendo los resultados: 
- Los caracteres hereditarios de un ser vivo están contenidos, cada 
uno, en dos unidades hereditarias independientes, que no interfieren entre sí 
ni con las unidades de otros caracteres. 
- Hay unidades dominantes y unidades recesivas. 
- Cada célula germinal contiene una sola unidad. 
- Las unidades hereditarias de las dos células germinales, se unen en 
combinaciones al azar, para constituir las dos unidades hereditarias del nuevo 
ser. 
Treinta años de incomprensión y olvido 
En 1856, Mendel presentó sus trabajos, en dos conferencias, a la Sociedad de 
Naturalistas de Brünn. El mismo año, en la revista de dicha sociedad publicó un 
magistral artículo, de 47 páginas, con literatura y modestos esquemas, titulado 
"Experimentos sobre la Hibridación de Plantas", que se envió a muchas universidades 
de bastantes Países (incluso se han descubierto varios ejemplares del número en los 
Estados Unidos). Todo ello fue recibido con gran frialdad y sin comentarios. El botánico 
Nagaeli, que asistió a las conferencias de Mendel, consideró que era un trabajo de 
aficionado que no merecía interés; y en un libro sobre la herencia que publicó 
posteriormente, ni siquiera mencionó a Mendel. 
Pasaron más de 30 años sin que el mundo se diese por enterado. Nadie se hizo eco de 
las conferencias ni del artículo, que significaban el nacimiento de la Genética. 
Seguramente hay muchos factores que pueden ayudar a comprender lo sucedido: la 
figura de Darwin dominaba totalmente el escenario científico, opacando a todos los 
demás; el planteamiento radicalmente nuevo de Mendel, incorporando la estadística 
matemática y los métodos de la física (hipótesis, predicción de resultados medibles, 
comprobación) desconcertó a los biólogos; la llaneza de Mendel, que no se daba 
importancia y usaba con maestría audaces conceptos nuevos, como si fueran cosas 
 
muy sencillas; y por último, el hecho de ser un sacerdote católico, en una época 
marcada por el iluminismo y la discriminación. 
En el año 1900, el artículo de Mendel fue descubierto y publicitado por tres 
biólogos, que en forma independiente, lo encontraron y supieron valorarlo: el 
holandés De Vries (que lo notificó a la Sociedad Botánica Alemana), elalemán Correns 
y el austríaco Tschermak. La obra de Mendel fue reeditada, y la biología dio un paso 
gigantesco hacia adelante (3). 
"El redescubrimiento de las leyes de Mendel ha transformado la Genética, de una 
ciencia de incertidumbres, en una disciplina rigurosa, plena de facetas, que es la única 
rama de la Biología en que se han trabado inducción y deducción, teoría y 
experimentación, observación y comparación, de la misma manera que ha sucedido 
desde hace muchos años en la Física." (J. Huxley, "Genetics in the 20th Century", 1951 
(4)). 
Últimos años de Mendel 
En 1868, Mendel fue nombrado Superior de su convento. El cargo le produjo 
numerosas obligaciones e inquietudes: tuvo que dedicarse al trabajo administrativo, a 
reuniones con diferentes grupos de personas, etc. Los tiempos eran difíciles. Mendel 
supo abandonar sus experimentos para dedicarse a un trabajo ingrato, que realizó con 
eficacia y con buen humor. A consecuencia de una demanda que hizo contra el Estado, 
con motivo de una ley que consideró vejatoria para las comunidades católicas, se vio 
envuelto en un pleito que le robó todas sus energías. Muchos que al principio le 
animaban, le dejaron solo. Murió, agotado, en 1884. Todavía dos días antes había 
anotado, con mano temblorosa, algunos datos meteorológicos. 
A su entierro acudió muchísima gente. Como en el de Darwin, fue un homenaje masivo, 
pero menos oficial y más espontáneo: las personas asistieron para despedir al amigo, 
al profesor emérito, al socorredor de los pobres, al hombre bueno y servicial, al 
sacerdote ejemplar. Nadie sospechaba que despedían también a una lumbrera de la 
ciencia, que sería considerado como uno de los grandes, al lado de Kepler o de Newton. 
La Genética después de Mendel 
Sobre las bases sentadas por Mendel, la Genética ha podido progresar en forma 
continua, de manera rigurosa. 
Las unidades hereditarias de Mendel han sido identificadas: los cromosomas 
constituyen el material hereditario, y se dividen exactamente en dos partes iguales 
para constituir las células germinales. Los cromosomas contienen los genes, y cada gen 
posee cadenas de ADN (ácido desoxirribonucleico), las cuales son como programas 
codificados que presiden la construcción o reconstrucción del ser vivo. 
La Genética ha permitido obtener variedades de plantas y animales de gran 
rendimiento y resistencia a las enfermedades, por cruces y selección mejorados. 
Está en marcha la Biotecnología, que permitirá (permite ya) lo mismo y mucho más, en 
mucho menor tiempo: variedades mejoradas y hasta especies nuevas, diseñadas por 
el hombre manipulando los genes de los seres vivos existentes. El potencial agrícola y 
ganadero de la biotecnología es ilimitado; la producción agrícola y ganadera va a 
cambiar radicalmente en el transcurso de los próximos años. Los procesos industriales 
se beneficiarán del "trabajo" de microorganismos preparados para tareas específicas.

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