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Armenios no Novo Mundo

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ARMENIOS EN 
EL NUEVO MUNDO
ARMENIOS EN 
EL NUEVO MUNDO
Blas Nabel Pérez
Ediciones
Abya - Yala
1998
ARMENIOS EN EL NUEVO MUNDO
Blas Nabel Pérez.
Edición: Ediciones ABYA-YALA
12 de Octubre 14-30 y Wilson
Casilla: 17-12-719
Teléfono: 562 633 - 506 247
Fax: (593-2) 506 255
E-mail: editorial@abyayala.org.
enlace@abyayala.org
admin-info@abyayala.org
Quito-Ecuador
Autoedición: Abya- Yala Editing
Quito - Ecuador
Impresión: Docutech
Quito Ecuador
ISBN: 9978-04-415-9
Impreso en Quito-Ecuador, 1998
CONTIENE MEMORIAS DEL PEREGRINAJE A SANTIAGO
DE COMPOSTELA Y EL VIAJE AL ATLANTICO DE 
MARTYROS ERSENKATSI, OBISPO DE LA CATEDRAL DE
SAN CIRIACO EN ERZENDJAN, CIUDAD DE LA GRAN 
ARMENIA, VISITADA Y DESCRITA POR MARCO POLO EN
SU HISTORIA DE LAS MARAVILLAS DEL MUNDO.
DATOS SOBRE EL AUTOR
Nació en Vertientes, Camagüey, Cuba el 3 de febrero de
1944. Investigador y diplomático. Graduado de la Facultad de
Filología de la Universidad de la Habana. Realizó estudios de po-
lítica exterior en el Instituto del Servicio Exterior de Cuba y de
Política Cultural Cubana en el Instituto Superior de Arte.
Colaborador de varias publicaciones cubanas y extranje-
ras. Se especializa en el estudio de los vínculos de Cuba y Rusia,
tema sobre el cual tiene publicada una monografía (1989) y es
coautor del libro “Crónica: Cuba-URSS” (1990). Además del pre-
sente trabajo tiene publicado “Acerca del Che Guevara” (en ru-
so), (1991) y “Las Culturas que Encontró Colón” (1992), y tiene
inédito “Cosacos”, ensayo etnográfico.
A todo armenio que ofrendó su vida
por la existencia de su nación.
El autor
INDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
Proemio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
Armenia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17
¿Armenios entre Olmecas? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35
Martyros Ersenkatsi: contemporáneo de Colón . . . . . . . . . .49
El relato de Martyros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .63
Diáspora Armenia en América . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77
ANEXO: Relato de Martyros (Tomado del original) . . . . . .83
Bibliografía consultada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93
“El día veintisiete del séptimo mes se asentó el arca 
(de Noé) sobre los montes de Ararat”1.
Génesis 8: 4: 11 Santa Biblia.
“La Armenia Mayor es una comarca de grandes proporcio-
nes. La cabecera es Arsinga2, donde se fabrican los mejores bogaro-
nes3. Se ven también allí las mejores lacas del orbe. Posee minas de
plata de gran riqueza. Sus pobladores son armenios, sometidos a los
tártaros. Y en todo el país pululan las ciudades y los castillos. La
ciudad principal, repito, es Arsinga donde hay un arzobispo. Le si-
guen en importancia Argirón4 y Darsisi5.
Esta es una provincia muy rica. En el estío, viven allí las tro-
pas del Tártaro del Levante, pues abundan en la comarca los pas-
tos para las cabalgaduras. Pero sólo en el estío, porque en invierno
el frío es muy intenso y nieva tanto, que las bestias no podrían re-
sistir tal clima. Por eso, en invierno, emigran hacia tierras cálidas,
donde pueden hallar pastos en abundancia.
Aquí -en la Armenia Mayor- es donde se encuentra el Arca
de Noé, situada en un alto monte, el monte Ararat.
Confina al Este y al Levante con Mosul6 reino habitado por
cristianos, nestorianos y jacobinos, de todos los cuales habrá oca-
sión de contar cosas curiosas”.
Marco Polo
Siglo XIII
NOTAS
1. Ararat, elevación de más de 16.000 pies (5.165 metros) en la antigua
Gran Armenia. Según relato bíblico en la cima de esta montaña está
ubicado el lugar donde se detuvo el Arca de Noé.
2. Arsinga (Erzincan), ciudad de Turquía oriental.
3. Bogarones, especie de cuchillos anchos de doble filo, a modo de rejón.
4. Argirón, Ciudad de Turquía oriental.
5. Darsisi, (Arjish) en Turquía.
6. Mosul, ciudad del Norte de Irak a orillas del Tigris en el Kurdistán.
Revista “ASIATIQUE”
INTRODUCCIÓN
El viaje, una de las más antiguas e importantes actividades
del hombre, ha obedecido siempre a los más variados motivos
desde la búsqueda de nuevos territorios de caza hasta la conquis-
ta del espacio, pasando por la ocupación de puntos o regiones
enteras con fines comerciales, religiosos, políticos; o por la co-
municación con lo invisible. En la Europa medieval el viajero tí-
pico era el peregrino que iba a buscar en lejanos países el perdón
de sus pecados, la certidumbre de su salvación y muchas veces lo
que finalmente encontraba era una nueva patria. Los monjes,
realizaban por lo general visitas a los santos lugares.
El investigador Blas Nabel Pérez pone en las manos del pú-
blico lector el presente trabajo, que constituye un verdadero
aporte al esclarecimiento de uno de los aspectos más misteriosos
y cautivantes del descubrimiento de América por el Gran Almi-
rante Cristóbal Colón.
¿ Habrá estado un armenio entre los tripulantes de una de
las naves que visitaron las islas y las costas del Nuevo Continen-
te? 
A través de una cuidadosa y exhaustiva acumulación de
documentos que aparecen en su investigación, el autor se propo-
ne contestar a ésta y otras interrogantes para conducirnos desde
los tiempos inmemorables de los olmecas, en el territorio de Mé-
xico actual, hasta la fantástica diáspora de los armenios en Amé-
rica.
El núcleo fundamental de este libro de divulgación histó-
rica está considerado por las memorias del peregrinaje que hubo
de realizar Martyros Ersenkatsi a Santiago de Compostela y su
viaje al Atlántico. Este armenio, obispo de la Catedral de San Ci-
riaco en Arzendján, ciudad de la Gran Armenia, visitada y des-
crita por Marco Polo en su Historia de las Maravillas del Mun-
do, quizás fuera el primer representante de su nacionalidad que
visitara los territorios situados más allá del Atlántico.
Se trata de un documento de los comienzos del siglo XVI,
que contiene el relato del religioso escrito en idioma armenio.
Este manuscrito fue traducido al francés y publicado con una
pequeña introducción en 1826 por el erudito francés Antoine M.
Saint-Martín, quien, de hecho, lo da a conocer en el mundo oc-
cidental.
El relato del viaje por el Atlántico -recorrido considerado
como una consecuencia inmediata del Primer Viaje de Colón-
cae luego en el olvido hasta nuestros días, en que el autor vuelve
a estudiar, tanto la traducción al francés, como el original en ar-
menio que se conserva en el archivo de antiguos manuscritos ar-
menios “Matenadarán”’, en la capital de ese país, Ereván.
La peregrinación de Martyros por los Santos Lugares, su
encuentro con el Papa Inocencio VIII, en los mismos momentos
en que el mejor marino de la Expedición colombina, Martín
Alonso Pinzón se encontrara con el Papa astrólogo, para traba-
jar en la biblioteca y consultar libros y escrituras antiguas en los
que se describían tierras nuevas en el mar tenebroso, mientras
Colón le esperaba en Palos; y su posterior viaje al Atlántico en el
siglo XV significa, sin lugar a dudas, una aventura que, desde el
punto de vista geográfico, constituye un tesoro para los investi-
gadores y lectores modernos.
Después de la celebración mundial del Quinto Centenario
del Encuentro entre las culturas del Nuevo y del Viejo Mundo el
autor se complace en poner a la disposición de los lectores esta
medular investigación.
6 Blas Nabel Pérez
El Camino de Santiago
Armenios en el Nuevo Mundo 7
PROEMIO
La antigüedad en América fluctúa entre 25 y 30 mil años
con el asentamiento de los primeros inmigrantes, cazadores asiá-
ticos, que después de haber cruzado el estrecho de Behring se in-
ternaron en el valle del Yukón y más tarde se extendieron por to-
do el vasto continente.
Posteriormente hubo migraciones tanto por la ruta de Asia
como por la oceánica. Durante los siglos IX y X navegantes nor-
mandos llegaron a las costas septentrionales de Islandia,Groen-
landia y Labrador.
En ese entonces ni siquiera se sabía que la tierra era redon-
da, y se creía todavía que había un lugar en el océano, donde el
mar terminaba, en que las aguas se precipitaban al vacío. Así,
aventurarse en una travesía por el Atlántico en aquellos años exi-
gía de quienes lo intentaran un valor inmenso, o un impulso sui-
cida irrefrenable. Muchos lugares de las costa occidental de Eu-
ropa llevaban el nombre de Finistiere (Fin de la Tierra), pues se
creía que, efectivamente, ahí terminaban las superficies que
emergían por encima de los mares. Ya para aquellos años Leif
Erikson y sus vikingos habían llegado a las costas del norte de
América; sin embargo, este acontecimiento no trascendió. Este
episodio no tuvo consecuencias reales ni para los indios ameri-
canos, ni para los esquimales, ni para los europeos.
Ya en el siglo XIII los genoveses habían cubierto con su
bandera y sus colonias comerciales todo el antiguo Mediterráneo
y a fines del mismo siglo llegaron hasta las puertas del Mar Cas-
pio y del Golfo Pérsico. En 1291 los hermanos Hugolino y Cuy
Vivaldi, oriundos de Génova, se propusieron encontrar una nue-
va ruta que llevase a las Indias, dando la vuelta a Africa. Pasaron
el estrecho de Gibraltar y luego desaparecieron en aguas marro-
quíes o senegalesas sin dejar rastro.
En el siglo XIV los genoveses arribaron a las Indias pasan-
do por Irán y descubrieron la vía marítima a China y el archipié-
lago Malayo, “la postrera de las tierras”.
La ciudad de Constantinopla tenía una situación geográfi-
ca privilegiada, era como un puente de oro entre el oriente y el
occidente, y era lógico que se considerara así pues en ella se cru-
zaban dos importantes vías comerciales: una terrestre, de Euro-
pa a Asia y otra marítima, del Mediterráneo al Mar Negro. A tra-
vés de la ciudad pasaban hacia Europa occidental artículos
orientales como tejidos, cueros, vinos de Siria y papiro de Egip-
to, piedras preciosas, esencias, marfil, especias y seda de Arabia,
India y China y muchos otros productos de gran demanda en
Europa.
La caída de Constantinopla en manos de los turcos en
1453 motivó la búsqueda de nuevas rutas por el oriente, que lle-
vasen a la India. Es así como a fines del siglo XIII la actividad de
los comerciantes y misioneros en oriente registró un notable de-
sarrollo.
No obstante lo anterior, todavía a fines del siglo XIV aun la
extensión máxima que se conocía del planeta equivalía a casi una
cuarta parte de su dimensión real y era la civilización islámica la
que se hallaba en posesión de ese conocimiento global; a lo lar-
go del siglo XVI el conocimiento del planeta por los hombres se
aproxima al nivel actual y es la Europa cristiana la protagonista
de esa expansión de los saberes geográficos.
Para el siglo XV la ciencia astronómica había avanzado lo
suficiente como para entender que la tierra, nuestro planeta, te-
nía que ser redondo. Hacía falta que alguien se arriesgara a de-
10 Blas Nabel Pérez
mostrar que se podía llegar a Oriente, tanto viajando en direc-
ción Este, como haciéndolo en dirección Oeste, partiendo de la
suposición de que la tierra era redonda y de que la mayor parte
de su superficie estaba cubierta por las aguas de los mares.
Resultaba lógico que una de las dos naciones de la penín-
sula Ibérica -Portugal y España- dada la posición geográfica de
acercamiento al Atlántico con respecto a Europa debía ser la pa-
trocinadora del proyecto que Colón había propuesto.
Portugal, de cara al Atlántico, parecía la nación predestina-
da a realizar los grandes descubrimientos atlánticos. Sin duda,
sus primeros descubrimientos contribuyen al acercamiento de
Europa con Africa, Asia y Oceanía. Estos descubrimientos per-
mitieron a los europeos doblar los cabos de Tarpaia y Bojador, lí-
mites tradicionales de la navegación por la costa occidental de
Africa que sólo ocasionalmente habían sido traspasados. Con
ellos se alcanzan las regiones del ecuador y del hemisferio sur y
se disipa la idea entonces tradicional en Europa de que en ellas
era imposible la vida. Esos descubrimientos permiten establecer,
por primera vez en la historia de la humanidad, la conexión sis-
temática y continua entre los océanos Atlántico e Indico, acaban-
do con la idea tradicional de que el Indico era un mar cerrado.
Durante el siglo XV van avanzando las navegaciones por el
Atlántico a lo largo de la costa occidental africana, tras haber po-
blado Madeira y las Azores en los decenios 1420 y 1430. Gil Ea-
nes dobla el cabo Bojador en 1434; en los decenios 1440 y 1460
se avanza por la costa occidental de Guinea y se descubre el ar-
chipiélago de Cabo Verde; en 1470 se efectúa el descubrimiento
de las islas de Fernando Po, Santo Tomé, Príncipe y Annobón; en
1483 Diago Cao llega al Congo-Zaire; y en 1487-1488 Bartolomé
Díaz establece la conexión entre el Atlántico y el Indico al doblar
el cabo de Buena Esperanza; y sin saberlo todavía, encontró la
ruta hacia la India.
Armenios en el Nuevo Mundo 11
El 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos zarpó la peque-
ña flota integrada por tres carabelas: la Niña, la Pinta y la Santa
María, con una tripulación de 90 hombres quienes se dirigían a
mares desconocidos: a la gloria o a la muerte. Al frente de ellos
Cristóbal Colón un empecinado navegante genovés que había
probado suerte con el Rey de Francia y sobre todo con el de Por-
tugal, antes de solicitar el patrocinio de dicha empresa a los Re-
yes de España.
Momento grande en la historia aquel 12 de octubre cuan-
do a las dos de la madrugada, el marinero de la Pinta, Rodrigo de
Triana avistó tierra, América acababa de ser descubierta para los
europeos. El Nuevo Mundo aparecía en el horizonte. A dos le-
guas de distancia, se divisaba una isleta. Poco después del ama-
necer, Colón, en traje de ceremonia y rodeado de capitanes y pi-
lotos desembarcó en una isla que sus nativos, los lucayos, la de-
nominaban Guanahaní y a la cual él nombró San Salvador. Co-
mo los europeos no conocían la existencia del continente ameri-
cano, Colón creyó haber llegado a las islas cercanas del Gran
Khan, a la isla de Cipango de que hablara Marco Polo.
La hazaña de Colón -y en eso radica su mayor grandeza-
propició el encuentro de dos mundos, de dos culturas que se de-
sarrollaban sin tener conciencia una de la otra: la europea y la
americana. En el siglo XV, Europa ya andaba dando los primeros
pasos para superar el feudalismo y el oscurantismo medieval. Al-
gunos hombres luchaban por imponer ideas más avanzadas, per-
seguidos casi siempre por la Iglesia y el pensamiento reacciona-
rio de la época. Se desarrollaba la navegación, florecía el arte.
América, por su parte, mostraba distintos grados de desa-
rrollo, desde una forma de imperio como el de los incas, hasta
tribus recolectoras sin zonas fijas de asentamiento. Las grandes
culturas americanas -azteca, maya, quechua- habían hecho avan-
zar - de acuerdo con sus condiciones y necesidades- la ciencia, el
12 Blas Nabel Pérez
arte, el pensamiento, y mantenían un ritmo de progreso que ha
asombrado a los especialistas posteriores. Esas civilizaciones más
desarrolladas se encontraban en zonas continentales a las que
Colón no pudo llegar.
El último tercio del siglo XV y la primera mitad del siglo
XVI están marcados por una serie de acontecimientos de diver-
sa índole, entre otros, el descubrimiento del Nuevo Mundo, que
puso término a una de las separaciones más espectaculares entre
partes habitadas de la tierra que recuerda la historia.
El mundo empezó a completarse en la conciencia de los
hombres. Pronto sería conocido como en verdad era: redondo,
multirracial, multicultural, único en su variedad y sus contradic-
ciones. Se daba inicio al largo camino del conocimiento de su
verdadera dimensión. Se inició simultáneamente la convivencia
de los europeos con los indios, lo que constituye una fase esen-
cial de la historia de América.
La invención de la imprenta contribuye a la difusión de las
ideas y, a la vez, comunica el descubrimiento de un nuevo mun-do, y esparce la semilla de la religión cristiana. La necesidad de
conocer la actividad universal se vuelve más imperativa para el
hombre.
Diez años más tarde, el viaje de Vasco de Gama contribu-
yó de modo radical a los cambios producidos en la historia uni-
versal al ser el primero en llegar a Calcuta utilizando la ruta des-
cubierta por Bartolomé Díaz y en 1520 Fernando de Magallanes
cierra de manera simbólica el ciclo de los descubrimientos mo-
dernos. Su objetivo era puramente comercial: alcanzar las “islas
de las especias”, por la ruta de occidente. Sin embargo su viaje
aportó la prueba de la esfericidad de la tierra al ser ésta la prime-
ra circunnavegación del planeta.
Armenios en el Nuevo Mundo 13
Los viajes realizados por marinos portugueses, italianos,
españoles y de otras muchas nacionalidades hasta el de Magalla-
nes, sintetizan el paso de la edad media a la moderna.
Los descubrimientos geográficos con toda la nueva gama
de informaciones y conocimientos sobre la extensión del mundo
y su imagen real, el encuentro de otros muchos pueblos de la tie-
rra, la profusión y variedad de culturas y civilizaciones que de es-
te modo entraron en contacto, los productos y las nuevas rique-
zas que todos los días llegaban a Europa procedentes del Nuevo
Mundo, la apertura del universo y su exploración progresiva es-
trecharon lazos entre las civilizaciones americanas y europeas, y
fueron transportadores de productos y sincretizadores de reli-
giones y costumbres.
A la visión maravillosa o mágica de la Edad Media sucede
una confrontación, que a veces se convierte en enfrentamientos,
entre descubridores y descubiertos. Se empieza así a cobrar con-
ciencia de las diferencias entre las civilizaciones.
La emigración europea a América durante más de tres si-
glos, conllevó a completar este mosaico humano de la cultura del
continente, aunque en su mayoría fueron negros los esclavos lle-
vados a Mesoamérica, también fueron traídos, en número pe-
queño a esta región hindúes, birmanos, siameses, indonesios y fi-
lipinos. Estos diferentes tipos de hombres, contribuyeron a dar
un carácter más amplio y diversificado a la sociedad.
14 Blas Nabel Pérez
Armenios en el Nuevo Mundo 15
ARMENIA
Armenia es una amplia región de la Transcaucasia al norte
de Mesopotamia ubicada geográficamente entre los mares Ne-
gro, Caspio y Mediterráneo, en el límite de Europa y Asia. La re-
gión antes mencionada estaba habitada por un conjunto de tri-
bus que constituían el Reino de Urartú. En el transcurso del si-
glo VII a. C. los armenios conquistaron la región y posterior-
mente se fusionaron con los urartianos, dando origen, la unión
de ambos pueblos, al elemento étnico que se conoce con el nom-
bre de Armenios, pueblo que quedará constituido y amalgama-
do en forma definitiva en el transcurso de los siglos II y I a. de C.
Los antiguos escritores hebreos y asirios conocían a Arme-
nia como Ararat. Una inscripción del tiempo de Naram-Sinn
(3000 años a. de C.) menciona un rey de los Kutis en las ofren-
das del templo del Sol en Sippar. Más tarde los ucttitos, raza
blanca, penetraron en el territorio del lago Van, habiendo tenido
por capital Thupsa, que estuvo en el lugar de la actual ciudad de
Van. Su primer rey conocido es Haig que gobernó desde 2107
hasta 2026 a. de C.
A fines del segundo y comienzos del primer milenio antes
de Cristo, las etnias que habitaban la meseta armenia y que eran
citados con diversos nombres en las escrituras cuneiformes, ya
manifestaban alguna forma de ordenamiento político y estatal.
El proceso de formación del pueblo armenio entró en su fase de-
cisiva con el estado de Urartú (s. IX a VI a. de C.), cuando las tri-
bus de la región se unificaron en una estructura centralizada que
entre los siglos VII y VI era presentada como un país homogé-
neo. Los reyes asirios comenzando por Salmanasar I atacaron re-
petidamente durante años a los reinos betitas, quienes se defen-
dieron obstinadamente contra el poder asirio. Hacia el año 650
las tribus indogermánicas de los cimerios, achkuzos y medos in-
vadieron el país. Del cruzamiento de la antigua población mon-
tañesa con los invasores indogermánicos se formó el pueblo ar-
menio, que a la caída del imperio Medo fue subyugado por los
persas. Armenia aparece por primera vez en las inscripciones cu-
neiformes de Darío Histaspes.
Urartú pasa de una federación de pequeños cantones au-
tónomos a un estado floreciente, sin cesar nunca sus luchas con
Asiria en las cuales a menudo es vencido y conquistado. En el si-
glo VII su territorio se extiende del lago Sevan al Urmiá, del alto
valle del Tigris al de Meles y su capital es Thupsa (actual Van). Es
un momento de grandes cambios y desórdenes en Asia Menor a
causa de las invasiones de los medos, los escitas y los cimerios.
Los invasores de Urartú se instalan en este territorio, se fu-
sionan con los grupos nativos y con el aporte de los asirios-cal-
deos, que habitaban el sur del país, conforman finalmente el
pueblo armenio, con quienes se mezclaron alrededor del año 600
a. de C. los frigios.
Los tiempos no eran en realidad pacíficos en la región.
Apenas instalados en el nuevo territorio son conquistados a su
vez por el rey de los medos, Ciaxares, que venía de destruir el im-
perio Asirio. Detrás de Ciaxares, Ciro domina la región convir-
tiéndola en el reino de los medos y los persas. Esto hace que la
cultura armenia se vea muy influenciada por elementos iraníes.
La historia de las conquistas se sucede. Al morir Ciro, Da-
río convierte al país armenio en la decimotercera satrapía. Arme-
nia se benefició con una particular autonomía que le permitió
conservar su cultura. El territorio armenio, lo mismo que todo el
país persa fue incorporado al imperio de Alejandro Magno en el
año 330 a. de C. A su vez Alejandro Magno deja a los armenios
en poder de los macedonios. Este es un aspecto significativo en
la historia de Armenia, ya que por un lado se gesta la posibilidad
18 Blas Nabel Pérez
de la futura independencia y por otro pone en contacto a esta
cultura oriental de franca tendencia iraní con la civilización grie-
ga; lo que culmina en ese sincretismo que anuda lo oriental y oc-
cidental, característica de la cultura armenia.
Luego de la conquista greco-macedónica (s. IV a. de C.),
los autores helénicos mencionaban a Armenia como el país de
un pueblo que hablaba el idioma armenio.
A la muerte del conquistador cayó Armenia bajo el domi-
nio de los seléucidas, que les permitían elegir a sus gobernado-
res. Esto ocurrió hasta el reinado de Antioco III (El Grande), en
cuya época (190 a. de C.) fue anexionada por los romanos a ex-
cepción de un territorio en el valle del Araxes, donde en 189 a. de
C. fue erigido un reino independiente por Artaxias llamado la
Gran Armenia. Mientras que Zariadres fundaba en el Tigris la
Armenia Menor, posteriormente reconocida por los romanos.
Así comenzó la dinastía nacional de los arsácidas.
Después de un breve período de sumisión al imperio de los
seléucidas, al ser vencido Antioco El Grande por los romanos,
Armenia recobra su libertad, pero mantiene la división que ha-
bía promulgado Antioco: Armenia Mayor al este del Eúfrates go-
bernada por Artaxias, y Armenia Menor, al oeste del mismo río
gobernada por Zareh. Esta división termina al morir Zareh
cuando Artaxias anexa las dos Armenias y traslada su capital a
Armavir. No terminaría la época de las luchas, desde entonces, y
por espacio de siglos, Armenia fue teatro de rivalidades entre
partos y romanos .
Después de la muerte de Artaxias, los armenios sucumbie-
ron a un nuevo enemigo: los partos. Se vieron obligados a pagar
tributo nuevamente y el rey Mitrídates, se llevó cautivo a Tigrán,
heredero del trono, hasta la muerte de su padre.
Armenios en el Nuevo Mundo 19
En al año 95 a. C. Tigrán sube al trono. Llegará a ser el so-
berano más destacado de Armenia y se le conocerá con el nom-
bre de Tigrán El Grande. Casado con la hija de Mitrídates Eupa-
tor, rey de los partos, afianza la unión de las dosArmenias, con-
quista la Mesopotamia, Siria, Palestina, Cilicia y Capadocia. Por
primera y última vez Armenia domina el Medio Oriente. Esto in-
quieta sobremanera a Roma.
Las hostilidades parecen surgir incidentalmente, Lúculo,
general romano, vence a Mitrídates que se refugia junto a su yer-
no Tigrán. Ante las exigencias del romano el rey armenio rehusa
entregar al prisionero y esto da lugar a la invasión romana en
primera instancia. Lúculo obtiene un éxito absoluto ya que a pe-
sar del número inferior de sus hombres logra vencer a los arme-
nios. La última batalla se da en Tigranocerta, capital del nuevo
reino y el rey se ve obligado a huir al corazón de la zona monta-
ñosa. La ciudad es completamente destruida y el imperio se dis-
grega.
En el verano siguiente, Lúculo trata de completar la ocu-
pación y esta vez se encuentra con el hostigamiento de las gue-
rrillas, que lo detiene. El terrible invierno armenio hace lo de-
más. Lúculo debe retirarse con su ejército debilitado.
El Senado romano destituye a Lúculo y nombra en su lu-
gar a Pompeyo. Con la ayuda de los hijos de Tigrán, que lo trai-
cionaron, Pompeyo retoma la ofensiva contra Armenia. El rey
renuncia a combatir y se somete a los romanos, acepta el protec-
torado y paga un tributo, además de perder los territorios con-
quistados.
Visto a la distancia, este hecho permite una nueva sobrevi-
vencia de los armenios porque ni romanos ni partos pueden do-
minar absolutamente el país aunque la influencia romana es la
más perdurable.
20 Blas Nabel Pérez
Esta situación y la versatilidad de los armenios para aliarse
ya con unos, ya con otros, provoca la intervención de Marco An-
tonio.
Armenia gobernada así por príncipes impuestos por Roma
desde el año 2 hasta el 53, es sacudida por grandes desórdenes en
los que colabora la nobleza corrompida.
La culminación de estos sucesos está marcada por la suble-
vación del pueblo que busca amparo en los partos. Así es coro-
nado el primer rey de la dinastía de los Arshagunís, Tiridate. Es-
te se hace coronar en Roma e instala la nueva capital, construida
por artesanos romanos: Artashat.
En el año 224, los sasánidas eliminan a la dinastía parta y
se instalan en el trono de Irán, imponiéndose asimismo a la di-
nastía parta que gobernaba a los armenios.
Pocos años después, un príncipe parto del Irán, Anac se re-
fugió en la corte armenia de Tiridate II, se instala con toda su fa-
milia y, traicionando la hospitalidad recibida, asesina al rey. Este
hecho produce una confusión tal que facilita la invasión y la con-
quista del país por los sasánidas. Anac y toda su gente fue ejecu-
tada menos su hijo, Gregorio, que tendrá un papel relevante en
la cristianización de los armenios.
Hasta la adopción del cristianismo los armenios profesa-
ban el paganismo, que en gran medida se parecía a las religiones
iraní y helénica. De la misma sólo se conocen los nombres de sus
dioses y sus santuarios.
En la Biblia se conoce Armenia por el nombre de Thogar-
ma. La tradición armenia reúne tres nombres, que considera ar-
quegetas a los dos hijos de Thogorn, a quien el Génesis hace el
tercer hijo de Gomer, Ibaig y Armenag, este último rey del país
Armenios en el Nuevo Mundo 21
de Ararat. Según la leyenda los apóstoles Tadeo y Bartolomé a
mediados del siglo 1RO. a. de C. llegaron a la Gran Armenia y rea-
lizaron una labor evangelizadora en toda la región. Desde ese
momento comenzaron a aparecer las primeras comunidades
cristianas, que profesaban secretamente la nueva religión.
En el año 250 Tiridate III, hijo y sucesor del anterior, sube
al trono de Armenia. Este momento implica un giro decisivo en
la historia del pueblo armenio: el advenimiento del cristianismo.
El hijo del soberano asesinado y el hijo del asesino serán los ar-
tífices del mismo. Tiridate, educado en Roma, participa de la exi-
tosa campaña del Emperador Aureliano contra los persas y apro-
vecha la ocasión para entrar en Armenia y expulsar a los invaso-
res. Gregorio, que había sido educado en la fe cristiana acompa-
ñó a Tiridate en esta aventura, pero se negó a participar de los sa-
crificios paganos que el nuevo rey quería celebrar a la diosa Ana-
hid. Esta actitud le valió la enemistad del rey y fue condenado a
permanecer en una fosa de la capital que era reservada a los con-
denados a muerte, por intervalo de trece años.
Entretanto, Tiridate había hecho asesinar a doce vírgenes
cristianas, entre las que se encontraba Hripsimé, quien le había
negado su mano. La historia narra que, torturado por el remor-
dimiento, sufría ataques de licantropía. Su hermana también
convertida al cristianismo, dice tener una revelación: la libera-
ción de Gregorio devolvería la salud a su hermano. El rey con-
ciente, libera a Gregorio, recupera la salud y se convierte él tam-
bién al cristianismo. Se convierte en fanático de la nueva fe, co-
mo lo fuera de la antigua, y destruye con furia cuanto templo e
ídolo encuentra a su paso.
En el año 301 durante el reinado de Tiridate III (298-330)
y el patriarcado de Gregorio “El Educador” (300-325) al que se
le considera el primer Katholicós, Armenia se convierte en el se-
gundo estado en asumir la religión cristiana. La misma se deno-
22 Blas Nabel Pérez
minó apostólica armenia, ya que sus bases radicaban en las pro-
fecías de los apóstoles de Cristo. La historia no ofrece informa-
ción más antigua que una carta de Mezurano a Dionisio de Ale-
jandría (248-265 a. de C.), que atestigua que el Evangelio pene-
tró en Armenia antes de San Gregorio El Educador. De proce-
dencia de la real familia de los Arsácidas, durante la persecución
persa contra los armenios se refugió de niño en Cesárea de Ca-
padocia, donde fue instruido en la fe cristiana. Al regresar en el
año 261, a su país convirtió al rey y a un gran número de sus co-
terráneos. En el año 302 fue consagrado metropolitano de Ar-
menia por Leoncio, arzobispo de Cesárea. Gregorio cuidó sobre
todo, de multiplicar los sacerdotes, para lo cual y para atraer a los
sacerdotes paganos asignó altas dignidades a sus familias.
Gregorio también organiza el clero y evangeliza Iberia (ac-
tual Georgia). Así, su recuerdo queda para siempre entre los ar-
menios, que lo veneran con el nombre de San Gregorio El Ilumi-
nador. De aquí el nombre que suele darse a la iglesia armenia:
iglesia gregoriana.
El monarca después de la destrucción de los viejos santua-
rios del paganismo nacional, convoca a los principales goberna-
dores y aliados, lo que arroja por primera vez un acontecimien-
to interesante en la constitución y formación territorial de la so-
ciedad armenia. A su muerte le sucede Aristaces, su hijo, en el pa-
triarcado y es quien asiste al concilio de Nicea. A su vez los obis-
pos de los años 363 y 372 figuran notablemente en el episcopa-
do universal.
El cristianismo suscita también un afán por construir; es
así como se edifica la catedral de San Echmiadzin en los años
301-303 para celebrar la adopción del cristianismo como reli-
gión del estado. En aquellos tiempos la ciudad de Vagarshapat
(actual Echmiadzin) era la capital de la dinastía de los reyes ar-
menios de Arshadid. Al construir la catedral en la capital, Grego-
Armenios en el Nuevo Mundo 23
rio El Educador fundó allí su trono patriarcal. Desde ese mo-
mento y hasta la actualidad Echmiadzin se convirtió en el centro
de la religión armenia.
Al ocupar León II el reino de la Armenia Menor, creado
por los cruzados, el Katholicós Gregorio VI proclamó la unión
con Roma.
La Biblia fue traducida al armenio a principios del siglo V
inmediatamente después de la implantación del alfabeto arme-
nio (406) por su creador Mesrop Mashtos conjuntamente con el
Katholicós Saak Partev y otros monjes traductores. Inicialmente
fue realizada una traducción de la lengua asiria y posteriormen-
te del griego.
La fracción pro-occidental, la más fuerte, respaldada por el
Katholicós apoyaba a Bizancio en la lucha contra el imperio sa-
sánida. En 449, el rey de Irán, Yasdediard II intentó compelir a
los armenios a convertirsea su religión, la mazdeísta. Esta con-
versión, calculaba el gran Visir persa, alejaría a los armenios de
Bizancio.
La situación provocó el llamado a una gran asamblea de la
nobleza y el clero, presidida por el Katholicós. La resolución era
previsible: reafirmaban su adhesión a la fe cristiana.
El pueblo armenio se sublevó en masa bajo el caudillaje de
Vartan Mamiconian y el apoyo del Katholicós Hovsep. El 26 de
mayo de 451 enfrentaron en Avarair al ejército persa de 150.000
hombres. Las fuerzas armenias contaban con 60.000 hombres. La
derrota de los armenios fue el resultado del enfrentamiento. Pe-
ro el éxito de los persas no fue tan fácil. Vartan y sus aliados se
refugiaron en las montañas y hostigaron a los persas con guerri-
llas, lo que obligó a los atacantes a abandonar la idea de la sumi-
sión religiosa y así se preservaron religión e instituciones.
24 Blas Nabel Pérez
El 8 de octubre del mismo año 451 se reunió en Calcedo-
nia, sobre el Bósforo, el cuarto concilio ecuménico. Armenia ha-
bía participado de los tres anteriores: Nicea, Constantinopla y
Efeso. Este momento la encontraba en guerra, en la más absolu-
ta confusión: el patriarca y el episcopado estaban exiliados o en-
carcelados, el pueblo y los hombres de armas estaban en plena
guerrilla. Dadas las circunstancias, los armenios no asistieron al
concilio de Calcedonia, donde la iglesia romana y la bizantina
adoptaron la doctrina del papa León el Grande según la cual
Cristo tenía dos naturalezas distintas: una naturaleza humana y
una divina, estrechamente vinculadas pero no confundidas.
Cuando cuarenta años después, las decisiones de Calcedo-
nia llegan a Armenia, las autoridades eclesiásticas reunidas en un
sínodo especial rechazan las conclusiones de Calcedonia. Esto
consuma la ruptura con Roma y Bizancio. La iglesia apostólica
armenia obtiene desde ese momento su independencia adminis-
trativa: instituye su teología, sus ritos y sus tradiciones.
El hecho tanto político como religioso, de la creación de
una iglesia propiamente nacional priva a los armenios del apoyo
de Occidente en cambio les asegura su supervivencia política.
En el siglo VII las tribus árabes se expandieron por el Asia
anterior venciendo a los sasánidas y, después de algunos inten-
tos, ocuparon Armenia. Las ciudades fueron arrasadas, los habi-
tantes masacrados y los sobrevivientes, esclavizados. Una vez su-
perado el período de proselitismo, los árabes renunciaron a con-
vertir a los armenios y se contentaron con presionarlos con im-
puestos. Los califas nombraron un gobernador armenio, miem-
bro de una de las familias principales, los Mamiconian, los Ardz-
rouni, los Rejtonuní y los Bagratuní. Sin embargo, explotando
con habilidad el individualismo de los najarares y enfrentando
unos a otros, aprovecharon la situación para suplantar rápida-
mente los gobernadores armenios por otros árabes.
Armenios en el Nuevo Mundo 25
En 859, después de una sucesión de gobiernos a cual más
codicioso, fanático y cruel, el califa comprendió que no obten-
dría obediencia de los armenios si no les devolvía parte de su au-
tonomía. Bagdad nombra gobernador de Armenia al príncipe
bagrátida Ashot. Por otra parte, Bizancio, que se había aliado a
los árabes para despojar a los armenios, conviene también con
éstos en apoyar la reconstrucción de Armenia.
Durante sesenta años la dinastía de los Bagratuní, que go-
bernó desde el año 885 logró un período de libertad y prosperi-
dad cultural y comercial. Se desarrolló la agricultura y la indus-
tria; las iglesias y monasterios fueron reconstruidos y repobladas
las ciudades y las villas. Aní, la nueva capital, la ciudad de cua-
renta puertas, de cien palacios y de mil iglesias, ubicada en la
margen del río Arpatchai, en un valle, fue el corazón de Armenia
y se convirtió en la “hermana asiática de Bizancio y en un baluar-
te de la civilización occidental y cristiana que enfrenta al Asia.
Finalmente el poder bagrátida fue enfrentado por los naja-
rares enemigos, encabezados por los Ardzruní, quienes fundaron
el reino de Vaspuragán. Los griegos y los árabes secundaron a tal
punto esta división que en el siglo X lograron que siete reyes ar-
menios, los del norte apoyados por Bizancio y los del sur por
Bagdad, se enfrentaran y guerrearan entre sí.
La independencia que habían logrado los bagrátidas fina-
lizó en 1045 cuando los griegos, con la complicidad del Katholi-
cós Pedro, llegaron a ocupar Armenia. Abrieron, sin saberlo, un
abismo que iba a terminar tragándolos a ellos mismos.
Lograron que el rey Gagic accediera a un pedido del empe-
rador para firmar un tratado de paz. Cuando el rey llegó a Bizan-
cio, fue encarcelado y el Katholicós Pedro, a quien había dejado
como regente, entregó la capital Aní a los griegos. Así terminó la
26 Blas Nabel Pérez
dinastía de los bagrátidas que tanto habían hecho por la inde-
pendencia.
Los griegos después de ocupar Armenia fueron incapaces
de defenderla. Los armenios, abatidos y desorganizados, sólo po-
dían enfrentar a los turcos esporádicamente.
En 1048 los turcos ocuparon Armenia a pesar de lo cual
Aní sólo cayó 16 años después en el 1064.
Los reinos de Vaspuragán y de Cars también habían caído
en manos turcas, sólo el reino de Lorí, debido a una ubicación
geográfica más favorable, pudo subsistir un siglo más. Fue el fin
de la gran Armenia.
La derrota de la casa de los bagrátidas permitió a los tur-
cos seldjúsidas extender su dominación hasta el Cáucaso. Los ar-
menios y los georgianos lucharon contra los invasores nómadas
y Bizancio enviaba a veces algunas tropas de apoyo.
Así pasaron las invasiones de Gengis Khan, de Tamerlán,
convirtiendo al país en la semblanza de la devastación y de la
muerte. También fue presa de dos tribus turcomanas que esta-
blecieron su trono en Diabekir, y sufrió el flujo y reflujo de las
migraciones turanias.
Gran parte de los armenios se agruparon entonces alrede-
dor de un nuevo príncipe bagrátida y emprendieron una migra-
ción hacia Cilicia. Después de la instalación en estas tierras des-
pobladas por las devastaciones árabes, Rubén organiza la Nueva
Armenia o la Armenia Menor, último brote de la independencia
armenia el que no puede entenderse si no se mira el conjunto de
la situación política: la desintegración del imperio islámico y la
reacción europea, las Cruzadas.
Armenios en el Nuevo Mundo 27
Cuando llegaron los soldados de la Primera Cruzada los
armenios los recibieron fraternalmente, les permitieron abaste-
cerse e incluso se establecieron alianzas.
Bizancio se alía con los turcos para repeler el ataque de Oc-
cidente y destruir a los barones armenios. Otra vez, a riesgo de
amenazar su propio territorio, no dudan en apoyar a los islámi-
cos contra los católicos.
En 1187 el kurdo Salah Eddin (Saladino) logra la unidad
religiosa de los musulmanes del Medio Oriente, se enfrenta a los
cruzados y ocupa Jerusalén. Para combatirlo, Europa envía la
Tercera Cruzada que convierte el modesto principado de Rubén
en el Reino de la Nueva Armenia.
En 1199, León II el Magnífico, es coronado por el empera-
dor Enrique VI y el Papa. El país hasta entonces asolado por tur-
cos y bizantinos, tuvo algunos años de paz y prosperidad.
Al morir León sin descendencia masculina se extingue la
dinastía. Su yerno Hetum funda la nueva casa reinante. Es un
momento difícil, los cruzados vacilaban ante los ataques de los
mamelucos y los armenios. Se defendían de éstos y de los turcos.
Los salvaron, paradójicamente otras invasiones, las de los mon-
goles.
Hetum logra una alianza con Ogotay Khan, nieto de Gen-
gis Khan. Los mongoles habían entrado en contacto con los cris-
tianos y algunos de ellos se habían convertido al culto nestoria-
no.
En 1342, también por falta de heredero varón, se extingue
la dinastía hetumiana que es reemplazada por una familia fran-
cesa, los Lusignan. Su rey es Guy de Lusignan. Fiel al principio de
28 Blas Nabel Pérez
los reyes latinos Guy quiere instalar la iglesia cató1ica en el país
y los señores, fieles a la iglesia nacional,lo mandan a asesinar.
Los principados francos habían desaparecido, los mongo-
les se habían retirado y los armenios enfrentaban los duros ata-
ques de los turcomanos y los mamelucos. Otra vez la traición
acarrea la caída de la Nueva Armenia. Los señores armenios a
quienes León V, hijo de Guy, encargara la defensa de la capital,
Sis, entregaron la ciudad.
Así, después de tres siglos cae el reino que había fundado
Rubén. Este período les permitió a los armenios ver occidente no
a través de los griegos sino a través de los francos y su cultura la-
tina.
A principios del siglo XVI en el curso de su expansión por
Medio Oriente, los turcos otomanos ocuparon la Armenia Ma-
yor.
Durante un siglo, el territorio armenio fue el campo de ba-
talla donde se enfrentaron los turcos y los iraníes. Una vez asegu-
rada la conquista, los otomanos que poseían un poder central
fuerte y un aparato administrativo muy estructurado, mantuvie-
ron un relativo orden en el norte.
Un siglo después, al comenzar el XVII, el sha Abbas I de
Persia ocupó la provincia armenia de Ararat. Al tener que recha-
zar un contraataque de los turcos y ser vencido, devastó la pro-
vincia en su retirada y se llevó a los 50. 000 armenios que la ha-
bitaban. La mitad de la columna había desaparecido al llegar a
Persia, algunos asesinados en el camino y otros ahogados al cru-
zar el río Arax. Los sobrevivientes fueron instalados en la zona de
Ispahán y fundaron la ciudad de Djulfa, donde prosperaron y se
enriquecieron.
Armenios en el Nuevo Mundo 29
Entretanto, la guerra entre los turcos y los persas prose-
guía. El primer armisticio fue firmado en 1620 según el cual los
turcos concedían la provincia armenia de Carabag a los persas.
En las montañas de esta provincia vivía una población guerrera
que aún no había podido ser sometida. Pero los persas tuvieron
la capacidad de administrarlos directamente y conservar la auto-
nomía de los cinco principados que componían la provincia:
Gulistán, Djraberd, Jatshén, Varanda y Tisac. Gobernados por
sus señores estos principados se conservaron hasta el siglo XVIII.
Ellos habían sido el refugio de la independencia armenia hasta
en los momentos más aciagos de la historia.
En 1639 un nuevo tratado otorgó a Persia toda la parte
oriental de Armenia. Estas regiones no tuvieron la misma suerte
que la provincia de Carabag. Fueron sometidas a una adminis-
tración que les impuso el mismo duro trato que tenían bajo la
ocupación turca.
En estas circunstancias los armenios deciden intentar esta-
blecer relaciones diplomáticas con la vieja Europa y con Rusia, a
fin de obtener la independencia. Ya lo habían intentado en el si-
glo XVI sin ningún resultado. Sin embargo, reiniciaron las tenta-
tivas en el XVII.
El Katholicós Hagop IV partió en 1678 de Etchmiadzín ha-
cia Roma con la intención de pedirle al Papa una intervención de
las potencias cristianas de Europa en Armenia a cambio de po-
ner la iglesia Armenia bajo la tutela de Roma. Murió en el cami-
no y todos sus acompañantes regresaron a Armenia menos uno:
Israel Orí.
Este muchacho de 19 años, hijo de uno de los cinco melic
de Carabag, siguió camino hasta llegar a Francia y se enroló en
los ejércitos del rey. Cayó prisionero de los ingleses y después de
liberado pudo llegar a Alemania, donde le ofreció al príncipe
30 Blas Nabel Pérez
elector del Palatinado la corona de Armenia, si la liberaba. Este,
asombrado por la propuesta, solicitó la confirmación de los me-
lic e información acerca de las fuerzas que podían reunir para la
lucha.
Orí tampoco se amedrentó ante la dificultad que suponía
un viaje de esta envergadura. Volvió a su patria y allí se enteró
que el nuevo Katholicós rechazaba la subordinación de la iglesia
a Roma. Sin embargo obtuvo el consentimiento de los melic y
volvió al Palatinado. Esta vez, el príncipe le aconsejó dirigirse al
emperador Leopoldo I de Alemania, quien le declaró que nada
podía hacer sin la ayuda de Rusia. Orí también logró llegar a San
Petersburgo y convencer al zar de preparar una expedición para
liberar a Armenia de los turcos. Esta expedición recién se lleva-
ría a cabo veinte años más tarde, debido a los problemas que Ru-
sia tenía con el frente europeo. En 1722 los rusos atacan a los
persas pero son detenidos en Shamaji. Pedro el Grande, acucia-
do por los problemas de Europa y ante la superioridad militar de
los turcos firmó un tratado con Persia y renunció a la liberación
de Armenia.
A fines del siglo XVIII, cuando los rusos reaparecieron en
la escena regional, los armenios creyeron ver la posibilidad de
restablecer sus relaciones con los cristianos de Europa, de quie-
nes los separaba el aislamiento de la ocupación asiática.
Los rusos se enfrentaron en por lo menos cuatro guerras
con los persas. Ayudados por tropas voluntarias de armenios, fi-
nalmente lograron triunfar. Firmado el tratado de Turmenchai,
en 1828, Rusia quedó en poder de Georgia, Carabag, Ereván y
Najicheván.
Las guerras ruso-turcas se prolongaron casi 75 años. En
1878 los rusos adquieren la posesión de las provincias de Cars y
Ardahán, por los tratados de San Stéfano y de Berlín.
Armenios en el Nuevo Mundo 31
El zar organizó estos territorios con una administración
distinta a la que le dio el nombre de “Territorio Armenio”. Pese a
la política de opresión de la Rusia zarista, ese paso constituyó pa-
ra el pueblo armenio el tránsito del medioevo asiático a condi-
ciones económicas y culturales más avanzadas.
El 29 de noviembre de 1920 Armenia pasó a formar parte
de una de las Repúblicas Federadas de la URSS.
Al momento de producirse su incorporación, Armenia so-
portaba una crítica situación de hambre, epidemias y bancarro-
ta de la economía nacional como consecuencia de la Primera
Guerra Mundial, que había reducido su población a menos de
780.000 habitantes .
32 Blas Nabel Pérez
El Matenadarán
Armenios en el Nuevo Mundo 33
¿ ARMENIOS ENTRE OLMECAS ?
Para ciertos investigadores contemporáneos los olmecas
representan algo más que el florecimiento de una cultura en el
Golfo de México. Los datos indican que son más antiguos de lo
que se creía y con mayor influencia en otras regiones y otros pue-
blos. Quizás esa teoría avale la vieja leyenda olmeca de ser la na-
ción constructora del mundo.
Olmeca1, gentilicio derivado de olman, “donde está el hu-
le” (o dónde se coge el hule), tiene etimológicamente una clara
connotación geográfica, puesto que está ligado al territorio en
que se produce dicha resina, es decir, la costa del Golfo de Méxi-
co, desde Papaloapan hasta la laguna de Términos (sur de Vera-
cruz y norte de Tabasco). La región con una extensión de 18.000
kilómetros, cruzada por grandes ríos y abundantes lluvias, fue
denominada por Alfonso Caso2 la Mesopotamia Mexicana.
Según el Fr. Bernardino de Sahagún3 reconocido como la
mayor autoridad en los asuntos de los antiguos pueblos de Mé-
xico - la época de los olmecas (Uixtuti) data de aproximadamen-
te 1000 años a. de C.. En su Historia General de las Cosas de
Nueva España, él refiere: “En lo que toca a la antigüedad de esta
gente, tiénese por averiguado que ha más de dos mil años que
habitan en esta tierra que ahora se llama la Nueva España, por-
que por sus pinturas antiguas hay noticia que aquella famosa
ciudad que se llamó Tula, ha ya mil años o muy cerca de ellos,
que fue destruida, y antes que se edificase, los que la edificaron
estuvieron muchos poblados en Tulantlinco..” “Del origen de es-
ta gente la relación que dan los viejos es que por el mar vinieron
de hacia el Norte, y cierto es que vinieron en algunos vasos de
madera, que no se sabe cómo eran labrados, sino que se conjetu-
ra por una fama que hay entre todos estos naturales que salieron
de siete cuevas, que estas siete cuevas, son los siete navíos o gale-
ras en que vinieron los primeros pobladores de esta tierra, según
se colige por conjeturas verosímiles.
Sahagún ha conservado una viejísima tradición acerca de
unas gentes que, habiendo llegado por mar a Pánuco, se estable-
cieron en Tamoanchan, dondeestuvieron mucho tiempo. Con
estas gentes habían venido los sabios y adivinos, conocedores de
la escritura, los cuales no permanecieron con los demás en Ta-
moanchan, sino que: “tornándose a embarcar, fuéronse hacia
oriente, prometiendo que volverían cuando estuviese próximo el
fin del mundo. Idos los sabios, los que en Tamoanchan quedaban
viéronse obligados a hacer frente a la ruptura de la tradición cul-
tural, producida por aquel suceso, y cuatro ancianos que habían
permanecido entre ellos - Oxomoco y Cipactónal - emprendie-
ron el arreglo del calendario. Estando en Tamoanchan iban de
allí a orar en Teotihuacán que, según esto, no estaba muy lejos.
Se afirma que allí se enterraba a los señores y se mencionan las
pirámides como la obra de los gigantes (quienes también edifi-
caron el cerro artificial de Cholula)”.
Más adelante nos señala Sahagún: “Y estando todos en Ta-
moanchan, ciertas familias fueron a poblar las provincias que
ahora se llaman Olmeca, Uixtoti, los cuales antiguamente solían
saber los maleficios o hechizos, cuyo caudillo y señor tenía pac-
to con el demonio y se llamaba Olmecatl Uixtotli, de quien to-
mando su nombre se llamaron olmecas uixtotin.”
Al referirse a los olmecas en su época más temprana Saha-
gún nos dice: “Ha años sin cuenta que llegaron los primeros po-
bladores de estas partes de la Nueva España, que es casi otro
mundo, y viniendo con navíos por la mar aportaron al puerto
que está hacia el norte; porque allí se desembarcaron se llamó
Panutla, casi Panoayan (Pánuco)... Y desde aquel puerto comen-
zaron a caminar por la ribera de la mar mirando siempre las sie-
36 Blas Nabel Pérez
rras nevadas y los volcanes, hasta que llegaron a la provincia de
Guatemala...”
La ocupación más temprana, a juzgar por los hallazgos ar-
queológicos, se ha fechado entre 1500 y 5000 a. de C., a ese hori-
zonte corresponden los descubrimientos realizados en 1938 por
el Dr. Matthew W. Stirling en Tres Zapotes, Cerro de las Mesas y
La Venta, cuyo conjunto muestra un estilo desarrollado por pro-
fesionales. Dos años de trabajo estratigráfico de Stirling en Tres
Zapotes, Veracruz, han revelado una estratigrafía que indica una
ocupación continua durante 1000 años aproximadamente, des-
de un período un poco anterior al inicio de la Era Cristiana. La
Venta (Tabasco) representa una sola ocupación y es una zona ex-
clusivamente olmeca. Una característica del lugar, es el magnífi-
co tallado en piedra, en jade y grandes monolitos. Las esculturas
de piedra que han dejado muestran a gente de cuerpo sólido y
bajo, con tendencia a la gordura, cabeza redondeada con cara
mofletuda, ojos oblicuos - que indican claramente la descenden-
cia mongoloide - nariz corta y ancha y labios gruesos sobre fuer-
te mandíbula.
Su arte (clásico por excelencia, su difusión y su permanen-
cia) muestra un tipo humano a la vez negroide y mongoloide;
personajes gordos, con cabeza en forma de pera, nuca abultada,
ojos oblicuos, comisuras hundidas, barbilla saliente, septum per-
forado para colocar una nariguera, labio superior levantado, en-
cía aparente y boca semejante a la del tigre. Se ha supuesto que
se trata de deidades-jaguares, que acaso fueron los antecedentes
de Tláloc, Chac, Cocijo y Tajín; o bien representaciones de ena-
nos, duendes o espíritus de la selva (chaneques).
La difusión de algunas de estas características formales lle-
vó al Dr. Alfonso Caso a presumir la existencia de una metrópo-
li y de varias provincias influidas por ella. Aun cuando no se ha
localizado la capital de ese imperio, sí se conocen los testimonios
Armenios en el Nuevo Mundo 37
de la expansión de su cultura en sitios tan distantes como Hua-
melulpan (Oxaca), Chacalcingo (Morelos), Tlatilco (Estado de
México) Chiapas y Guatemala, sitios donde se han encontrado
esculturas no transportables que evidencian una unidad de esti-
lo.
La vida del olmeca transcurría en un marco modesto, muy
distinto del que mil años después se daría en Teotihuacán4. Esta
ciudad se levantó en un valle cerca del lago de Texoco y era pró-
diga en templos y basamentos piramidales, por ser centro de pe-
regrinación y gran mercado. En el siglo VI llegó a tener una po-
blación superior a los 100.000 habitantes. La mayoría de sus ma-
nifestaciones plásticas tenía una finalidad religiosa. La escultura
en bulto redondo, muchas veces realizada en piedra, representa-
ba dioses a los que adoraban, como el jaguar, el sol, la serpiente,
la diosa del agua. También realizaban objetos cuya utilización era
prácticamente ritual.
La ciudad de Teotihuacán se hundió en el siglo VII, gente
extraña ocupa algunos sectores de la urbe y mora entre sus rui-
nas. Dejan allí una cerámica conocida como Coyotlatelco. En el
siglo siguiente llegan nuevos habitantes guiados por un jefe, y
fundan la ciudad de Tula5, que se identificará con lo que fue an-
terior. Se trata de la cultura tolteca, que perdurará trescientos
años; utilizaban para su arquitectura el pilar y la columna. Desa-
pareció como consecuencia de la llegada de otro grupo seminó-
mada, los chichimecas.
Cuando arribaron los conquistadores españoles se encon-
traron con este mosaico de pueblos y culturas que asombraría al
mundo por su grado de desarrollo.
¿Cuándo llegaron y quiénes fueron los primeros poblado-
res del continente americano?, ha sido campo de discusión y
conjeturas tan viejo como la incorporación del continente a la
38 Blas Nabel Pérez
geografía mundial. Según plantea Eric Wolf: “Mesoamérica ha si-
do el terreno de grandes contactos humanos, un laboratorio pa-
ra la producción de variedades de hombres. Aquí, los indios
americanos, los blancos mediterráneos y los negros africanos se
han encontrado y han reconocido su común humanidad, produ-
ciendo una descendencia también común.
Los primeros residentes de esta región fueron los indios
americanos o amerindios. Penetraron en el Nuevo Mundo hacia
el año 25000 a. de C. pasando de Siberia a Alaska. Parece proba-
ble que el hombre franqueara el estrecho de Bering en varias
oleadas, algunas de las cuales quizás se remontan hasta 30 mile-
nios a. de C.. Aunque las últimas se producen ya en la época de
Cristo.
Es preciso señalar que el tema de las investigaciones ar-
queológicas en los Centros de las Antiguas Civilizaciones de
América es muy corto, sobre todo si lo comparamos con la his-
toria de toda la arqueología mundial, no es menos cierto que al-
gunos enigmas comienzan a ser esclarecidos. Ese es el caso de la
procedencia de los olmecas, cuya cultura es una de las más anti-
guas y hasta ahora una de las más importantes para los especia-
listas de la historia del Nuevo Mundo Precolombino.
La Conferencia de Tuxtla Gutiérrez6 en sus conclusiones
advirtió que el término olmeca “pudo ser aplicado a una suce-
sión de pueblos de diferente filiación étnica y lingüística que, su-
cesiva o simultáneamente ocuparon esa área”.
En la propia Conferencia, Wigberto Jiménez Moreno plan-
teó que ha observado que así como el término chichimeca, en su
sentido más general, se ha usado tradicionalmente para denomi-
nar a los pueblos oriundos de la altiplanicie, olmeca es el voca-
blo que designa a la antigua población de la costa Atlántica.
Armenios en el Nuevo Mundo 39
La historia precortesiana de México puede dividirse en dos
grandes períodos: el primero, en que predominan las influencias
costeñas, - la olmeca y la nonalca-, el cual termina con Teotihua-
cán y el Tajín; y el segundo, que se inaugura con el imperio de
Tula, a partir del cual prevalecen influencias alteñas o chichime-
cas.
Otro participante de la Conferencia el doctor Norman Mc-
Quown, planteó que existen relaciones entre el Huave y los pue-
blos de otras regiones, quizás de Sudamérica, y en todo caso cree
que dichas relaciones “deberán buscarse en dirección a los pue-
blos que pudieron llegar por el mar”.
A la luz de las antiguas leyendas, sobre todo aztecas, se
puede presumir la posibilidad de que alguna nave, procedente de
las costas europeas o del Mediterráneo, haya llegado hasta los li-
toralesamericanos, o incluso que hayan llegado hasta allá en un
momento no concreto del desarrollo de las civilizaciones medi-
terráneas, un puñado de hombres, que nunca regresaron.
Por su parte, Juan Comas en su tesis plantea que los restos
óseos procedentes de la zona arqueológica olmeca de Cerro de
las Mesas no corresponden a un solo tipo somático, sino que evi-
dencian claramente, pese a su escaso número, una diferenciación
física que supone por lo menos la existencia de dos o más tipos.
Las representaciones antropomorfas del arte olmeca per-
miten admitir que algunos rasgos físicos representados tienen su
modelo en caracteres reales, pero no como expresión del tipo ge-
neral, sino más bien de casos excepcionales que por ello mismo
“llamaron la atención del artista”.
En el esquema de clasificación de las representaciones de
los olmecas desde el punto de vista antropológico elaborado por
Daniel F. Pulené de Borbolla se señala en la IV categoría a tipos
40 Blas Nabel Pérez
bárbaros con el cuerpo menos rechoncho y las extremidades más
largas que el tipo normal.
En las conclusiones de la Conferencia se había señalado el
hallazgo, en 1937, de figuras danzantes que, además de estar de-
formadas y en posturas exóticas, también presentan invariable-
mente facciones negroides y a veces viejos con barbas, algunos
sentados “A la usanza del Oriente”. Son muy frecuentes las repre-
sentaciones de glifos y, por las estelas de la época de los danzan-
tes, en Monte Alban I, se puede decir que ya se tenía conocimien-
to del Tonalpohuali con numeración representada por ballas y
puntos.
Miguel Covarrubias7 en su conferencia Origen y desarro-
llo del estilo artístico olmeca, señala que los artistas olmecas re-
presentaban seres gordos y chaparros, con las quijadas anchas,
chatos, de labios gruesos, ojos mongoloides, con las cabezas de-
formadas de un modo muy especial. Casi siempre aparecen des-
nudos o escasamente vestidos, pero también los hay con cascos y
adornos característicos”. Esto demuestra que hicieron induda-
blemente representaciones de sí mismos, o tal vez retratos idea-
lizados. Siguiendo con la hipótesis, Greenman en 1963 trató de
demostrar el poblamiento de América con gente llegada de Eu-
ropa Occidental, durante el paleolítico superior, que navegaba en
embarcaciones equivalentes a los kayaks y umiaks de los esqui-
males.
También se ha creído ver negros africanos entre aquellos
que poblaron América y en el Festival de Arte Negro que tuvo lu-
gar en Daisar 1966, se representaron 25 figurillas prehispánicas
en las cuales se podían percibir ciertos rasgos negroides. Esta se-
lección fue hecha sobre varios centenares de piezas por A. Von
Wuthenau quien hace hincapié en aquellas que se derivan o se
asocian al complejo olmeca en el cual, entre otros, la representa-
ción humana maneja un tipo al que se achacan elementos ne-
Armenios en el Nuevo Mundo 41
gros. Nadie puede negar la posible arribada forzosa de una o más
embarcaciones, sean llegadas de Asia, de Europa o de Africa;
ahora bien, estas arribadas forzosas no pueden haber alcanzado
ni la cifra ni la frecuencia que permite poblar un territorio.
En 1966 el profesor Anzhei Verchintsky cuyo tema de in-
vestigación son las navegaciones trasatlánticas precolombinas a
las costas del Continente Americano, y el problema de la inde-
pendencia y la originalidad de las culturas indias, fue invitado a
México donde se dedicó al estudio de los cráneos hallados en los
entierros precolombinos. La mayoría de los cráneos estudiados
resultó ser el tipo protomongólico, lo que confirma la conclusión
acerca del origen de los antiguos pueblos mexicanos que ya era
conocida, pero también alrededor de un 18 % de los cráneos te-
nía rasgos impropios de la población autóctona, los rasgos inhe-
rentes eran negroides y armenoidales. Además, fueron encontra-
dos cráneos en los cuales los rasgos negroides, característicos de
la población de Africa Ecuatorial, estaban mezclados con los ras-
gos armenoidales.
Verchintsky hace la suposición de que esas personas de di-
ferentes tipos antropológicos llegaron simultáneamente al con-
tinente y posteriormente se mezclaron no solamente entre ellos,
sino también con la población autóctona. A decir verdad, los ha-
llazgos atestiguan que la mezcla no fue en grandes cantidades,
por lo cual no conllevó a la formación de un nuevo tipo de ros-
tro.
En los cráneos estudiados también fueron encontrados
rasgos característicos de la población del Norte de China, esto
explica el porqué en la cultura olmeca se pueden encontrar in-
fluencias de la época de la cultura de Bronce, que tuvo lugar en
el período del gobierno de las dinastías de Chan In y Shou. A la
llegada de los europeos, los indígenas de la costa del noroeste
norteamericano y de la Colombia Británica tenían máscaras ce-
42 Blas Nabel Pérez
remoniales de madera en algunas de las cuales los ojos estaban
hechos con monedas chinas de las del tipo de perforación cen-
tral rectangular.
Es indudable que alguna vez habría llegado una nave chi-
na, en arribada forzosa. También en la costa del Ecuador se han
encontrado huellas de un probable desembarco o naufragio ja-
ponés de la cultura jomón, de alrededor de 3000 años a. de C.
En primer lugar, se trata de gente que llegó a donde ya ha-
bía otras, pero ni en uno ni en otro caso los náufragos dejaron
huellas claras, perdurables de su presencia, de tal manera que la
cultura recipiendaria sufriera cambios fundamentales debido a
ese contacto y que esos cambios, a su vez, fueran generadores de
otros en los grupos que se encontrasen de inmediata vecindad.
Bajo ningún concepto hay una cerrazón absoluta a la posibilidad
de contactos transoceánicos y existe una serie de enigmas para
los cuales es más cómodo pensar en esos contactos.
Según Verchintsky, los naturales del oeste del Mediterrá-
neo pudieron aportar sus unidades de medición y también los
conocimientos sobre la base de construcción megalítica y los fo-
rasteros de China las investigaciones sobre el arte y en particular
la peculiaridad de la cerámica.
Simultáneamente fueron estudiadas las esculturas de pie-
dra olmecas, las cuales reflejaban escenas de la vida real. En ellas
fueron también encontradas cabezas talladas con rasgos negroi-
des y armenoidales.
De acuerdo con la hipótesis, resultado de las investigacio-
nes los portadores de estos rasgos se trasladaron al continente
desde el Norte de Asia y se establecieron en la región que tenía
un clima semejante al de Africa Ecuatorial, fue después que lle-
Armenios en el Nuevo Mundo 43
garon a reproducirse principalmente en Tabasco y Veracruz cen-
tros culturales olmecas.
Al parecer en la época de las culturas megalíticas del oeste
del Mediterráneo entre los milenios I y II antes de nuestra era, al-
gunas flotas veleras con ayuda de las corrientes ecuatoriales rea-
lizaron expediciones al golfo de México, lo que condujo a estas
migraciones esporádicas.
Thor Heyerdahl en el Pacífico demostró que era posible vi-
sitar la Polinesia desde Sudáfrica, años más tarde y al segundo in-
tento, el mismo aventurero cruzó el Atlántico, desde Africa del
Norte hasta el Caribe. En ambos casos, con ayuda de elementos
básicos de la tecnología moderna se hicieron travesías hasta cier-
to punto comparables con las que en otras épocas se hubieran
podido efectuar. Tal vez las mismas que el inca Tupac Yupanqui.
El profesor Paolo Emilio Taviani, uno de los más destaca-
dos historiadores del encuentro de las culturas del Nuevo y el
Viejo Mundo ha señalado que la empresa atlántica del RHA II
constituye una memorable empresa marinera, aunque no pro-
porciona pruebas sustanciales. Demuestra solamente lo que ya se
suponía a la luz de las antiguas leyendas, que no se puede excluir
la posibilidad de la arribada de naves procedentes de otros con-
tinentes.
44 Blas Nabel Pérez
Estela de la zona de La Venta.
Los relieves en la columna presentan imágenes con rasgos
armenoides. Miguel Covarrubias.
Armenios en el Nuevo Mundo 45
Notas
1. Olmeca: Gentilicioque deriva de olman, donde está el hule (OLLIMA-
NI), o sea la región situada en las costas del golfo de México, desde el
Paploapan hasta la laguna de Términos (sur de Veracruz y Tabasco),
llamada por Alfonso Caso la Mesopotamia Mexicana. Olmeca significa
habitante de la región de hule, pero según advirtió la Conferencia de
Tuxtla Gutiérrez en una de sus conclusiones, el término sí pudo ser
aplicado a una sucesión de pueblos de diferente filiación étnica y lin-
güística que, sucesiva o simultáneamente, ocuparon esa área”.
2. Alfonso Caso: maestro en filosofía (1918), abogado (1919) y arqueólo-
go (1925), fue jefe de arqueología del Museo Nacional de Arqueología,
Historia y Etnografía. Encabezó las operaciones en Monte Albán
(1931-1943) donde descubrió 180 tumbas, en especial 7, con un rico
tesoro en joyas. Recibió el premio nacional de ciencias (1990). Es autor
de 300 obras. Fue presidente del comité organizador de la Reunión de
Tuxtla Gutiérrez, y miembro de la Sociedad Mexicana de Antropología.
3. Fr. Bernardino de Sahagún: nació el primer año del siglo XVI o en
1499, según algunos autores, en Sahagún, villa de la cual tomó, al pro-
fesar en Salamanca, su nombre sacerdotal. Pasó a la nueva España en
1529 donde residió hasta su muerte en 1590. En 1536, cuando ya cono-
cía a fondo la lengua de los mexicas, comenzó a trabajar en el imperial
Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco como instructor. Algunos viajes los
realizó en servicio de su orden durante los años siguientes y en 1538 se
trasladó a Tepepulco, donde comenzó el trabajo que había de ser la
Historia General de las Cosas de Nueva España.
4. Teotihuacán; ciudad arqueológica en territorio del actual estado. Sede
del imperio, determinó el horizonte clásico de Mesoamérica. Se co-
menzó a construir hacia 200 a. de C.. Está trazada sobre un eje consti-
tuido por la avenida llamada micaotli (Camino de los Muertos) de nor-
te a sur; parte de la Pirámide de la Luna y tiene a ambos lados basamen-
tos piramidales escalonados, y en su trayecto, patios hundidos. No se
sabe el origen de sus constructores. sus habitantes hablaban la lengua
náhuatl, según lo testifica una de las pirámides, donde está inscrito el
nombre jeroglífico de Quetzalcóalt en ese idioma.
5. Tula: centro ceremonial arqueológico cuyo nombre Náhuatl, Tullan,
significa literalmente tular, pero, metafóricamente, lugar muy poblado,
metrópoli. Fue fundado por los Toltecas alrededor del año 900 de nues-
tra era y llegó a ser la capital de un imperio que abarcó toda Mesoáme-
rica.
46 Blas Nabel Pérez
6. Conferencia de Tuxtla Gutiérrez: fue la segunda Reunión de Mesa Re-
donda sobre Problemas Antropológicos de México y Centroamérica,
celebrada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, del 27 de abril al 1ro de mayo
de 1942.
7. Miguel Covarrubias: Profesor de etnografía en la Escuela Nacional de
Antropología. Pintor muralista. Caricaturista de la revista Vanity Fair.
Trabajó en la Enciclopedia Británica. Su trabajo fue publicado como
Maravilla del Lápiz. Libros de caricatura y dibujos de arte y etnografía.
A su muerte dejó una rica colección arqueológica.
Armenios en el Nuevo Mundo 47
MARTYROS ERSENKATSI:
CONTEMPORÁNEO DE COLÓN.
Cada hombre participa en la conformación de la historia
de la humanidad. Algunos perduran - por su biografía - más en
la memoria de otros hombres, sobre todo aquellos que han con-
tribuido, en mayor o menor medida, a transformar el curso de
esa historia.
Uno de éstos fue sin duda, Cristóbal Colón, empecinado
navegante, que con su audacia, su tesón y su fe en las nuevas
ideas logró dar a conocer la verdadera dimensión del mundo.
Otros, aunque no logran la fama, debido a que su aporte no es
tan valioso, no deben ser tampoco olvidados.
Por un azar extraordinario llegó a nuestras manos un rela-
to de comienzos del siglo XVI, escrito por un religioso armenio
- originario de Erzendjan - quien emprendió en esa época un pe-
regrinaje a los Santos Lugares. El religioso - llamado Martyros
Ersenkatsi - poseía además de su carácter piadoso las virtudes
que engalanan en nuestro tiempo a los corresponsales de prensa.
Así, nos narra muchos detalles del peregrinaje que efectuó por
toda Europa hasta Santiago de Compostela1. El relato está escri-
to en armenio popular, en un estilo simple y sin arte, y parece
tratarse de la única obra que él escribió.
Obispo de la catedral de San Ciriaco, Martyros vivió du-
rante la segunda mitad del siglo XV, y aunque las fechas de su na-
cimiento y muerte se desconocen, toda la información que de él
disponemos demuestra que fue contemporáneo de Cristóbal
Colón. De él se conocen aquellos datos que proporciona en sus
memorias y alguna otra información recogida por los investiga-
dores, sobre todo el erudito francés M. Saint-Martín2, quien en
1826, después de haber encontrado una copia del manuscrito del
relato, lo tradujo al francés y lo publicó con una breve introduc-
ción.
La versión francesa fue realizada de una copia del manus-
crito original, que fue hecha en Constantinopla y terminada el
12 de diciembre de 1684, la cual se conserva en la biblioteca del
Rey de Francia con el códice No. 65. La copia fue muy mal escri-
ta en armenio con una gran mezcla de palabras turcas y además
con muchas faltas. La misma ha sido cotejada con el manuscrito
original y se guarda con el códice No 3488 en el Archivo de An-
tiguos manuscritos armenios “Matenadarán”3 en Ereván.
Martyros era oriundo de la bella ciudad de Arzandjan, la
cual hasta el año 305 fue capital de Armenia y que tanto los tur-
cos como los persas y en general los musulmanes le llamaban Er-
zendjan. La misma se encontraba situada sobre la margen dere-
cha del Eufrates; contaba con varias mezquitas y cuatro iglesias
armenias. Al norte se hallaba Satala, una fortaleza romana. En
ella se encontraba el famoso templo dedicado a la diosa Anahid,
la más querida y adorada por los armenios y que los griegos con-
fundieron con Artemisa. La ciudad afectada por terremotos en
diferentes épocas, fue totalmente destruida en 1667, y reedifica-
da a mediados del siglo XVIII.
El monasterio al cual pertenecía Martyros estaba situado
sobre una montaña y rodeado de bosques, al sur de Erzendjan en
el lugar más bello de la Gran Armenia. La iglesia aunque peque-
ña era muy bonita y en sus cercanías se encontraba un pueblo de
los kurdos rodeado por una fuerte muralla. Los clérigos de Er-
zendjan la visitaban frecuentemente. Al pueblo también lo lla-
maban Mair-Hougihda, el nombre de la madre de Santos Ciria-
co. La descripción más antigua que disponemos data del viaje de
Marco Polo, quien visitó Armenia y la describió con gran minu-
ciosidad.
50 Blas Nabel Pérez
Los hermanos Polo durante sus viajes por estas regiones
hicieron varias jornadas a caballo para llegar a Armenia, según se
asegura caminaron durante tres años hasta llegar a Layas, según
sus relatos no encontraron felizmente más que apacibles merca-
deres cuya presencia les inspiró confianza. En este país los tres
Polo se sintieron algo así como en su propio país, encontraron en
los caminos de Armenia a numerosos mercaderes italianos y va-
rios conventos cristianos donde les dispensaron acogida. Según
ellos, Layas era, efectivamente, una ciudad bastante importante
por su comercio marítimo, situada en las proximidades de la de-
sembocadura del río Jihon.
Antes de hablar de la Gran Armenia, Marco Polo nos de-
leitará con relatos acerca de Turquía. El relato de su viaje por es-
tas regiones es dulce y lleno de optimismo.
La Gran Armenia, nos señala Marco Polo, es una provincia
cuyo comienzo se halla en la ciudad de Arzingan, denominada
en persa Erzendjan. Esta ciudad se levanta en la ribera occiden-
tal del alto Eufrates, que fue destruida por un terremoto.... “Al
decir de Marco Polo: “Allí se elaboraban las mejores telas de lana
de todo el mundo. Existían numerosos castillos y ciudades, pero
la más hermosa de todas es sin duda Arzingan (Erzendjan), que
tiene un arzobispo; las otras ciudades son Arziron y Arziri. Arzi-
ron, en la actualidad Erzeroumse encuentra situada en el mismo
brazo del Eufrates. Arziri no es más que una pobre ciudad cons-
truida en el lado norte del lago Van”.
Es igualmente en la Gran Armenia, al decir de Marco Polo,
donde se encontraría el Arca de Noé, en la cima de una alta mon-
taña “situada en los confines del Mediodía con el Levante, próxi-
ma al reino de Mossul, poblada de cristianos, jacobitas y nesto-
rianos”.
Armenios en el Nuevo Mundo 51
Era la época de las luchas religiosas. Los heresiarcas o grie-
gos cismáticos se dividían, en las vastas regiones de la Gran Ar-
menia que visitó Marco Polo con minuciosidad en dos sectas
opuestas. Los unos tomaban su nombre de Nestorius, patriarca
de Constantinopla (431) y distinguían dos personas en Jesucris-
to: la divina y la humana. Los otros, denominados jacobitas, ha-
cían derivar su nombre del arzobispo de Odessa, Jacobo Zanzale
(578) y eran los sostenedores de la Tesis contraria, aquella que
reconoce una sola naturaleza en Jesucristo: divina y humana.
Al referirse a los pueblos cristianos nestorianos y jacobitas
señala que tienen un patriarca llamado Atolic (abreviatura de la
palabra árabe “Katolikos” que significa “universal - perpetua”).
Este patriarca consagraba a los arzobispos, abates y demás prela-
dos y los enviaba hacia la India, Bagdad, Catay, al igual que el Pa-
pa de Roma respecto a los países latinos y todos estos cristianos
son nestorianos y jacobitas.
Como nos señala Martyros, él parte de Erzendjan el 29 de
octubre de 1489 en dirección a Constantinopla, en los mismos
momentos en que Cristóbal Colón trataba inútilmente de con-
vencer a los duques de Medina Sidonia y Medinaceli de que or-
ganizaran la expedición hacia el mundo desconocido. El propó-
sito fundamental del viaje emprendido por Martyros era obtener
en Roma salvoconducto del Papa para satisfacer su piedad con-
forme al hábito de su siglo - hacer un peregrinaje a Santiago de
Compostela, como devoto al culto del apóstol Santiago, visitar
allí también las tumbas de las reliquias de los Santos en Roma y
adorar las reliquias más célebres conservadas en las principales
ciudades de Europa, que en aquella época también eran objeto
de veneración universal.
En Istambul se dirige a la basílica de Santa Sofía cuya juris-
dicción se subordina al arzobispo de Génova. Para esa época el
emperador Justiniano había fijado en cien el número de diáco-
52 Blas Nabel Pérez
nos que debían existir en la iglesia de Constantinopla, uno de
ellos Vertanés, sería designado para acompañar a Martyros has-
ta Roma. El 11 de marzo parten hacia Venecia donde permane-
cen 29 días. La urbe veneciana con su belleza artística y arquitec-
tónica, impresiona sobremanera a Martyros, por su grandeza ri-
valizadora con cualquier otra península en el medioevo; sede de
una república aristocrática muy próspera que se encontraba ba-
jo el gobierno de los Dux. Visita la iglesia, maravilla del arte ro-
mánico, bizantino y gótico, y la plaza de San Marcos sitio natu-
ral de paseo y concurrencia de los habitantes. Así como la parte
de la laguna donde se erigen dos columnas de granito proceden-
tes de Constantinopla, una coronada con un león alado y otra
que sostiene a San Teodorico, antiguo patrón de Venecia. Cami-
no hacia Roma permanece 13 días en Ancone, importante cen-
tro comercial, donde se convierte en huésped de la hermosa ca-
tedral romano-bizantina.
Para Colón el año 1489 había transcurrido con nuevas po-
co prometedoras, Valladolid, donde pasaban el invierno los re-
yes, guardaba silencio. En Portugal el fracaso había sido rotundo.
Bartolomé Colón recibió una denegación del Rey Enrique VII de
Inglaterra. Los hermanos decidieron ofrecer sus servicios a la co-
rona francesa.
En 1489 ó 1490, Bartolomé se dirigió a Francia, donde sos-
tuvo negociaciones con Ana de Beaujev, hija del difunto rey Luis
XI y hermana mayor del rey Carlos VIII, menor de edad. El pro-
pio Colón intentó varias veces en esos años ir a Francia. En 1489
se quedó en Castilla porque allí inesperadamente se le habían
ofrecido nuevas posibilidades al entrar nuevamente en contacto
con el duque Medina Sidonia, quien definitivamente decidió
abandonar la dudosa empresa sobre todo porque habría consi-
derado insensato mandar una expedición allende el océano
mientras proseguía la guerra por Granada. Indudablemente que
la situación política y militar de fines de 1489 y 1490 por la resis-
Armenios en el Nuevo Mundo 53
tencia de Granada a las huestes de Isabel y de Fernando desbara-
tó todos los cálculos que Colón se había hecho. Cuando llega el
otoño de 1491 la desesperación se había apoderado del ánimo de
Colón. A su vez Bartolomé llevaba una año en Francia sin obte-
ner respuesta de Carlos VIII, por lo que Colón toma la determi-
nación de dirigirse nuevamente a La Rábida.
Martyros había arribado a Roma en Junio de 1491, donde
durante meses había conocido en detalle todos los puntos fun-
damentales de la Villa, visitó los santos lugares de Roma y tuvo
la posibilidad de conocer casi todas las iglesias. En julio de 1491
Martyros es recibido en tres ocasiones por el Papa genovés Ino-
cencio VIII4, persona bondadosa que pertenecía a una distingui-
da familia genovesa emparentada con la familia Doria, que había
residido en la corte aragonesa de Nápoles. Al parecer la similitud
de caracteres hace al Papa recibir en más de una ocasión y depar-
tir con el obispo Martyros Ersenkatsi y concederle el salvocon-
ducto para continuar peregrinaje a Santiago de Compostela,
propósito final de su viaje.
En la Europa Medieval se tenía la oportunidad con fre-
cuencia de presenciar una extraña escena. Junto a la llamada
Tour Saint-Jacques, en la orilla derecha del Sena se reunían pere-
grinos de todas las condiciones de Vida. Seres muy disímiles te-
nían sin embargo una cosa en común: su propósito de llegar has-
ta Santiago de Compostela en el oeste de la Península Ibérica.
Entre estos devotos los había con diferentes motivaciones, unos
por fe, muchos de los cuales por ser ya de avanzada edad morían
por el camino. También había caballeros que regresaban de algu-
na de las muchas guerras de la época, quizás una cruzada, e iban
a cumplir un voto hecho al apóstol Santiago en momentos de
peligro. Había desde luego, clérigos y frailes, y no faltaban los de-
lincuentes que habían tenido que escoger entre la celda y la pe-
regrinación, y que estaban obligados a regresar ante su juez con
la Compostela.
54 Blas Nabel Pérez
El 9 de julio después de haber obtenido el salvoconducto y
hacer su testamento, riguroso ritual - emprende su peregrinaje
por la vía de los romeros, es decir desde Roma y la tumba de San
Pedro hasta Santiago de Compostela habría de recorrer 1.400
kms de distancia y un uniforme que delataba su condición de pe-
regrino jacobeo (o sea devoto del apóstol Santiago); capa gruesa
y oscura, para defenderse de la lluvias; abrigo y manta, para las
noches que pasaría a cielo raso, pesado bastón de 2,5 m, que con
su sugestión cinética lo estimularía a seguir aun en medio del
cansancio, y un extraño sombrero de ala ancha, levantada al
frente, donde orgulloso debía exhibir su concha de coquina (ve-
nera) prueba fehaciente de que había cumplido su voto.
Muchos y diversos peligros son los que tuvo que enfrentar
Martyros, viajando a pie como promedio hasta 15 kms por día,
viajó a través de Francia, Alemania, Flandes y a lo largo de las
costas septentrionales de España, llegando incluso al temible Fi-
nistierre. Fue un viaje largo y penible, largas estancias en varias
villas retardaron su viaje para llegar a Galicia en medio del bulli-
cio general provocado por la noticia del hecho sin precedentes
del encuentro del - otro mundo - como le llamara Colón. En la
primavera y el verano de 1493 acudieron a Sevilla y Cádiz miles
de personas capaces de ir hasta el fin del mundo. Fue tal el nú-
mero de emprendedores de nuevos viajes con el fin de llegar a las
nuevas tierras, que dio lugar a que el 30 de marzo de 1493 los Re-
yes Españoles promulgaran un decreto que prohibía a cualquier
persona

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