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1 En junio se cumplirán cuarenta y tres años de que, en 1965, me propuse obtener permiso del INAH para hacer una calca del Sarcófago de Pakal en el Templo de las Inscripciones, en Palenque. Ya tenía yo algunas cartas con listones y sellos dorados del Agregado Cultural de México en San Francisco, así como del Dr. Albert Elsasser, Director del Museo Lowe de la Universidad de California en Berkeley, y varias más. Estas son mis notas de campo. 12 de junio. Me registré en el Hotel Geneva (en donde suelo quedarme en la Ciudad de México) en un día hermoso, con un clima perfecto. Fue un día largo, de mucho trabajo: primero fui a ver a John Brown, Agregado Cultural de la Embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México. Cuando llegué no estaba, pero me dieron una cita a las 11:45, así que regresé. Me recordaba de hacía varios años, por lo que mi visita fue muy posi- tiva. Hablamos especialmente sobre Palenque. Me hizo favor de escribir una carta a Ignacio Marquina, Director del Departamento de Monumentos Prehispánicos, so- licitando permiso para que pudiera yo hacer una calca del Sarcófago de Palenque y de su tapa. Al despedirnos, estrechó mi mano una docena de veces y me acompañó al elevador mientras toda la gente que tenía cita con él esperaba, haciendo cola. Saliendo de la embajada, tomé un taxi y fui directamente a ver a Marquina. La suerte me sonrió, pues estaba en su oficina, aunque se encontraba ocupado. Cuando le hice saber a la secretaria que venía yo directamente de la embajada, me pidió que esperara y, aunque tuve que hacerlo durante una hora y media, fue mucho mejor a que me pidiera volver a la semana siguiente. Marquina me informó que había que tener un permiso especial del Consejo de Educación para poder La historia del Sarcófago de Palenque MERLE GREENE ROBERTSON hacer la calca, pero me dijo que podía obtenerlo para el día siguiente. Mantengo los dedos cruzados. Tomé otro taxi al Instituto de Cultura Maya para ver a Alberto Ruz; me dijeron que no estaba, pero que probablemente volv- ería a eso de las 5:00 o 6:00 de la tarde. Así que decidí esperar y, en efecto, regresó a las 5:30. Para ser alguien que supuestamente no habla inglés en lo absoluto, lo- gramos entendernos muy bien y nuestra reunión duró aproximadamente una hora. 13 de junio. Bueno, pues recibí la carta de Marquina, que había tenido una reunión especial con el Consejo de Educación; la carta está redactada de forma que me otorga permisos especiales, extraordinarios, etc. y ya tengo la autorización para hacer las calcas. Después de que me entregó la carta, platicamos cerca de una hora. Hablamos de la idea de hacer un libro sobre el Templo del Sol y de que me gustaría vivir en dicho templo por un tiempo, con el fin de tener una idea de cómo es la selva por las noches, etc. Me dijo que no conseguía entender por qué motivo querría yo dormir ahí, siendo un sitio tan incómodo, sin privacidad, lleno de murciélagos, y 2007 Traducción de “The Palenque Sarcophagus Story,” en The PARI Journal 8(3):1-4. Esta traducción: www.mesoweb.com/es/articulos/ Robertson/Historia.pdf. Publicaciones en línea de PARI Figura 1. Templo de las Inscripciones (foto: Joel Skidmore). 2 siendo yo demasiado frágil, etc., etc. Pero dijo que me ayudaría de todas las formas que fueran posibles y que, si quería, podía yo dormir en el edificio un par de noches, aunque sabía que yo no querría hacerlo. 14 de junio. Me levanté temprano y empaqué mis cosas; desayuné y salí al aeropuerto para tomar el avión a Villahermosa, que salía a las 9:20. El vuelo hacía di- versas escalas y le tomó mucho tiempo llegar por fin, a Villahermosa: a eso de la 1:30. Al llegar, pregunté si había algún vuelo a Palenque y me informaron que sería hasta la mañana siguiente. Así que le pregunté a un piloto privado cuánto me costaría que me llevara a Palenque y me dio un precio de 420 pesos. Era demasiado, así que tomé mis maletas y me dispuse a ir a la ciudad. El piloto privado me alcanzó y me informó que había un piloto que vivía en Palenque que quería irse a casa y que podía yo ir con él por 100 pesos. Una muchacha alemana con la que estaba yo hablando me acompañó. ¡Es delicioso volver a Palenque! 15 de junio. Comencé a trabajar en la Tapa del Sarcófago a las 7:30 y no salí de la tumba sino hasta las 5:30: pasé diez horas en ella. Al llegar a la parte inferior de la escalera de piedra, empinada y resbalosa (y, claro, muy oscura), ésta da un giro de 180 grados y se halla uno en un sitio de poco más de dos metros de largo; sube uno tres escalones y llega uno a la puerta (que es demasiado pequeña para caber de pie) y se halla uno viendo hacia el interior de la tumba, directamente a la La historia del Sarcófago de Palenque Figura 2. Pintura del Templo de las Inscripciones, mostrando la tumba de Pakal (fotografía de Irmgard Groth, mejorada digitalmente). 3 La historia del Sarcófago de Palenque Tapa del Sarcófago. Me cuesta trabajo trepar a la tapa, pues está levantada un metro y sesenta centímetros por encima del nivel del piso, lo que equivale a mi estatura. En la tumba, es difícil siquiera distinguir a alguien si se asoma a la cripta por entre las barras de hierro que la protegen. Hay mucha agua filtrada por piedra caliza en el piso; ésta gotea de las estalactitas que cubren también las figuras esculpidas en la pared de la cripta. Todo iba muy bien hasta que la linterna se apagó y no conseguí hacer que volviera a encender; así que tuve que per- manecer sentada en la oscuridad más profunda hasta que Manuel León, primo de Mario León, vino a ver cómo iban las cosas. Logramos que la linterna encendiera de nuevo y trabajé hasta las 5:30. No me había dado cuenta de qué tan cansada estaba: diez horas en la tumba sin nada que comer, ni agua que beber. Mario me llevó de regreso al pueblo en su jeep. ¡Qué día! 16 de junio. Me levanté a las 5:30 y de inmediato me dirigí a la tumba. Ciertamente, dentro de muy poco tiempo acabaré por conocer perfectamente cada rincón de esa tumba. Los escalones me resultaron mucho menos difíciles el día de hoy. Bajé sin gran esfuerzo. Desgasté la parte de atrás de mis pantalones, de tanto moverme hacia delante y hacia atrás en la tapa, sacando medidas de ella antes de comenzar con la calca. 17 de junio. Una vez más en la tumba. Esta vez me comí un buen desayuno primero: papaya, huevos a la mexicana, tortillas y café; luego, ya no comí nada más sino hasta la cena. Las maniobras que tuve que hacer para trabajar sobre la tapa parecían más suertes de acró- bata, pues tenía que lograr sentarme en tablas de 30 centímetros que iban de lado a lado de la tapa, apoyadas en polines de más de tres metros de largo, anclados so- bre el piso de piedra. Casi no había como salir, pues los polines casi tocaban las resbaladizas y húmedas paredes de la cripta. Así fue día tras día, hasta terminar. Cada pliego de papel de arroz de 1 metro x 3 metros tiene que humede- cerse con una brocha de cerdas de 10 centímetros de ancho; luego, hay que darle golpecitos con cuidado, de tal manera que el papel entre en contacto con el interior de cada línea y cada rincón del tallado. Los problemas comenzaron cuando tuve que colocar el segundo pliego de papel, pues había que tener mucho cuidado de asegu- rarse de que el grado de oscuridad del pigmento fuera exactamente el mismo que se había aplicado al pliego contiguo. Tuve que usar pigmentos de aceite, pues hab- ría sido imposible trabajar con papel que seguía húm- edo. Con el proceso a base de pigmentos de aceite, podía asegurarme de que la apariencia de toda la tapa fuera el adecuado; además, tuve la oportunidad de sombrear los detalles, logrando hacer una calca muy realista. Esto tomó mucho tiempo, pues tuve que aplicar el pigmento Figura 3. Dibujo de la autora haciendo la calca de la tapa del Sarcófago. Figura 4. Tapa del Sarcófago dentro de la cripta de Pakal (fotografía de Irmgard Groth). 4 de aceitecon el dedo pulgar, teniendo cuidado de que no fuera excesivo en ningún momento. No tengo idea de cuantos miles de impresiones de mi pulgar fueron necesarias para cubrir toda la tapa; y eso sin contar los bordes con glifos ni los cuatro lados del sarcófago. Lo que sí sé es que fueron muchas semanas de trabajo. Puedo decir que ahora CONOZCO perfectamente cada rincón de la tumba y de la cripta. La historia del Sarcófago de Palenque Figura 5. Calca terminada, aún aplicada sobre la tapa del sarcófago (fotografía de la autora).
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