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Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas. Iº Encuentro Internacional. ISBN: 978-987-1632-07-7 Editor: Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Coordinadores: Fernando Tula Molina (Doctor en Filosofía, UNLP) y Gustavo Giuliano (Doctor en Epistemología, UNTREF - Ingeniero en Electrónica, UNLP) Esta publicación compila las ponencias del Iº Encuentro Internacional de Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas, organizado por el Observatorio de Nuevas Prácticas y Alternativas Tecnológicas (ONPAT) y el Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (PROCODAS) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el 8 y 9 de Octubre 2009. 4 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Auspiciantes Organizadores: Prólogo 7 Introducción 9 Presentación de Trabajos - Primer Día 11 Fernando Tula Molina y Gustavo Giuliano (Coordinadores) Presentación de Trabajos - Segundo Día 17 Fernando Tula Molina y Gustavo Giuliano (Coordinadores) Primer día 23 Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales: PROCODAS 25 Oscar Galante Comentarios realizados por Federico Vasen 33 El pluriculturalismo tecnológico: cuarta generación de los derechos y el movimiento por la tecnología social en América Latina Ricardo Neder 39 Comentarios realizados por Ailin Reising 61 Sistemas Tecnológicos Sociales y Ciudadanía Socio-Técnica. Innovación, Desarrollo, Democracia. Hernán Thomas 65 Sobre el carácter cuantitativo de la evaluación neoliberal de la Universidad Marcos Barbosa de Oliveira 87 Comentarios realizados por Adriana De Simone 119 Las diversas culturas y las prácticas de la ciencia Hugh Lacey 133 Comentarios realizados por Antonio A. P. Videira 171 Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 5 Índice Segundo Día 179 La reunificación de las “dos culturas” a través de la vía tecnológica Ailin María Reising 181 Comentarios realizados por Martín Parselis 197 Los Observatorios de Sustentabilidad como centros guías para la implementación de estrategias de sustentabilidad local-regional, y potenciadores de sinergias entre actores sociales. Josep Antequera Parte 1 - Una visión en seis bloques de la sostenibilidad local y regional. 205 Parte 2 - Los Observatorios de Sustentabilidad 223 Comentarios realizados por André Luis de Oliveira Mendonça 237 Actuar y reaccionar: valores y culturas en la construcción de la relación tecnología-democracia Fernando Tula Molina 245 Comentarios realizados por Hernán Miguel 269 Ciencia, Tecnología y Democracia: distinciones y conexiones Andrew Feenberg 279 Comentarios realizados por Gustavo Giuliano 297 APÉNDICE I 305 Jugando en el patio trasero Eder L. Romero APÉNDICE II 313 La contribución de Feenberg y Lacey para el análisis de la política de C&T latinoamericana Renato Dagnino 6 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Promediaba el año 1959 cuando Charles Percy Snow, químico, novelista y varias veces funcionario del gobierno inglés, pronunciaba su célebre conferencia “Las dos culturas”. En ella hacía pública su desazón por los caminos de mutuo desdén transitados por los partidarios de la “cultura científica”, que se arrogaba para sí la representación de la modernidad, y la “cultura literaria”, que se negaba a aceptar un mundo nuevo aferrándose a la tradición humanista. Desde entonces, el desencuentro no ha cesado de expandirse, adquiriendo nuevos y complejos significados en la especialización siempre creciente y perdiéndose en los vericuetos epistemológicos que pretenden distinguir entre lo científico y lo social. Sin embargo, hay indicios firmes de que algo ha empezado a cambiar. La realidad de un mundo que nos avasalla con sus injusticias, y una ciencia y tecnología que nos deslumbran con sus logros, comienzan a reconocerse en los albores de un diálogo posible. La urgencia de este diálogo se hace cada vez más visible a partir del carácter limitado de un abordaje exclusivamente naturalista de los problemas medioambientales. Ante la enorme capacidad tecnológica que dispone la sociedad en nuestros días, se ha visto la necesidad de discutir cómo alcanzar grados de conciencia y responsabilidad acordes; en definitiva, el reconocimiento del carácter ético y político del sentido de nuestras prácticas de innovación, producción, distribución y consumo. Un modelo de país requiere una clara definición de aquello que considera valioso y lo que debe defenderse para afianzar un sistema tecnológico eficiente, legítimo y democrático. Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva hemos sabido reconocer esta necesidad urgente de época y la creación del Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (PROCODAS) abreva en estas nuevas aguas, promoviendo la vinculación de las potencialidades del conocimiento científico-tecnológico con las necesidades propias del desarrollo humano. Es bajo esta intención que ha puesto empeño en la búsqueda de elementos que permitan encontrar respuestas al desafío presente. Al cumplirse cincuenta años de la conferencia de Snow, el “Iº Encuentro Internacional de Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas”, cuyas memorias de dos jornadas intensas me es grato prologar, es una muestra cabal de que tal camino no sólo es posible sino que se ha transformado en imprescindible para la profundización y buen nombre de nuestras democracias. Dr. Lino Barañao Ministro de Ciencia Tecnología e Innovación Productiva Prólogo Introducción 1 Para más información, ver ganadores de Innovar 2009 (www.mincyt.gob.ar) Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 9 El nuevo enfoque en la planificación y gestión de la política en ciencia, tecnología e innovación adoptado desde el año 2003, se ha orientado a crear un nuevo perfil tecno-productivo de desarrollo para nuestro país. En el marco de estos lineamientos, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva ha identificado a las Tecnologías Sociales como una de las áreas estratégicas prioritarias. Las acciones y herramientas impulsadas por esta Administración para promover la innovación repercuten favorablemente en diversos ámbitos. La implementación de nuevas tecnologías en sectores sociales marginados es uno de ellos. Esta incorporación aporta soluciones y mejoras en las problemáticas que padecen estas comunidades. Así, las políticas que hacen foco en el incremento de nuevos conocimientos, tanto para la mejora de los procedimientos productivos, como para el desarrollo humanitario y social, dan como resultado un acceso más equitativo a las nuevas tecnologías y por ende, una sociedad más justa y ecuánime. Las Tecnologías Sociales son aquéllas que llegan a los sectores más excluidos para resolver problemas de primera necesidad, como son la alimentación, la salud, el acceso a servicios públicos e infraestructura básica. El mayor desafío a la hora de aplicar soluciones tecnológicas a realidades sociales sensibles es abordar la problemática de forma participativa, con la inclusión de todos los actores involucrados. Por ello, el Programa “Consejo de la Demanda de Actores Sociales” promueve la transversalidad de las políticas públicas para el desarrollo social, mediante la articulación de acciones que vinculan a los ciudadanos y a los técnico-científicos, como por ejemplo, las llamadas “mesas de gestión asociadas”. Un aspecto fundamental para alcanzar el propósito de las Tecnologías Sociales está en facilitar las nuevas tecnologías de forma inmediata y directa con los actores que las necesitan. Un claro ejemplo es el “Yogurt Probiótico para Escuela” (Yogurito)1, un alimento funcional de alta tecnología, que ingresa sin intermediarios en los comedores escolares para llegar a los niños y mejorar su dieta y salud. Este proyecto se inició en la provincia de Tucumán, y posteriormente se transfirió a Entre Ríos y San Juan. Actualmente, se gestiona su implementación/alcance a las provincias de Misiones, Chaco y Santiago del Estero. 10 | Culturas Científicas y AlternativasTecnológicas La presente publicación es fruto del primer encuentro internacional sobre esta temática, donde científicos, economistas y pensadores de varios países se reunieron para debatir y expresar nuevas propuestas sobre la trans- formación del desarrollo tecno-científico, orientado hacia la responsabilidad social. Las nuevas tecnologías y el crecimiento exponencial del conocimiento generan grandes oportunidades para aumentar la competitividad, y también son recursos invaluables para recuperar el equilibrio/la equidad (o la movilidad social ascendente) y mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Esto supone un cambio de paradigma en los procesos productivos aplicados hasta la fecha y una ocasión para articular el diálogo entre las “dos culturas”. Por ello, el aporte teórico y académico de los ponentes crea una base esencial para pensar, diseñar y planificar estrategias que favorezcan una sociedad más equitativa y democrática. Dra. Ruth Ladenheim Secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Presentación de los Trabajos Primer Día Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 11 A modo de apertura, el trabajo de Oscar Galante presenta los desafíos asumidos por el PROCODAS en la tarea de replantear las instituciones con políticas integrales que fomenten el trabajo asociativo, la complementaridad entre información y conocimiento, la competitividad de las estructuras productivas y la mejora de la calidad de vida de la población. Estos problemas, entendidos como prioridades estratégicas, exigen la gestión transversal y un marco coordinado de políticas públicas. En tal sentido, el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología, e Innovación “Bicentenario”, aspira al incremento de la productividad en un marco de sustentabilidad, con énfasis en las estrategias locales, pero sin perder de vista el marco nacional. El comentarista de este trabajo, Federico Vasen, destaca cómo esta propuesta supone un cambio de orientación de la política tecnológica nacional basada en los Sistemas Nacionales de Innovación (surgida de la economía evolucionista, y dominante en la década de los noventa en sintonía con la ola de políticas neoliberales), marcada más por el pedido de los demandantes que en políticas de prospectiva global. Este rumbo, se funda en la idea de investigación-acción participativa, con el fin de promover procesos de transformación social. Como señala Galante, tal transformación busca recuperar el crecimiento con relación a la movilidad social ascendente, la cual fue una característica del Estado Argentino. Luego, adoptando una posición crítica frente al supuesto de neutralidad tecnológica (y a la adopción por parte de tecnólogos e ingenieros de la visión instrumentalista que ello conlleva), Ricardo Neder señala los riesgos que supone la lógica de la apropiación privada del conocimiento por el sistema de patentamiento con fines comerciales. Frente a tales riesgos, defiende la necesidad de nuevos modos de organización institucional con prácticas deliberativas a nivel local (vecinal, comunitario). Desde un punto de vista teórico, observa que no es necesario reveer la tecnología, sino la construcción social de la tecnología. Esta revisión es crucial para reconducirla en la dirección de la satisfacción de las demandas sociales de base popular; dicho de otra manera, para transitar hacia una tecnología para todos. Es claro que 12 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas no se trata de una reforma menor, nuevas formas legales e institucionales son necesarias para desligar el progreso tecnológico del consumo tecnológico (generado por el mercado con el propósito primordial de optimizar el lucro). Este tránsito, de pasar de prácticas y desarrollos tecnológicos asociados a la concentración del rédito, a prácticas de desarrollo social efectivo, constituye el telón de fondo de la discusión política en torno a las tecnologías sociales. Como fundamento de la necesidad de avanzar por este camino, Neder apela a una cuarta generación de derechos humanos. Estos giran en torno al control tecnológico en procesos cruciales para los diferentes escenarios sobre los que pueden proyectarse las sociedades contemporáneas (p.e. manipulación genética de humanos, animales, vegetales, bacterias y organismos celulares). En el nivel académico, esta discusión se traduce en los diferentes modelos que pueden dar cuenta de las relaciones, tensiones y asimetrías que se dan entre ciencia, tecnología y sociedad o, para decirlo con una expresión única, de nuestras prácticas sociotécnicas. Neder defiende la importancia del modelo de Renato Dagnino respecto a asumir el desafío de fomentar mecanismos institucionales de participación, que nos conduzcan al pluralismo tecnológico, en lugar de profundizar los modelos de gerenciamiento coorporativo y empresarial, asociados a prácticas de consumo para pocos. No escapa a Neder que esta tarea supone, además, elaborar una pedagogía económica y cultural adecuada para la tecnología social y su ambiente innovador. A pesar de ser una tendencia contra-hegemónica, Neder pone el ejemplo de las prácticas asociadas a la economía solidaria que ya integra a 1,2 millones de personas en Brasil. Como observa la comentarista a este trabajo, Ailin Reising, ante los nuevos desarrollos y sistemas tecnológicos, se abren o cierran diversas posibilidades y por ello surgen preguntas fundamentales: ¿Qué seríamos, cómo seríamos, cómo podríamos llegar a ser en otros mundos tecnológicos? El modelo de Dagnino, al que Neder se refiere, es el de la adecuación socio-técnica. Este modelo es desarrollado por Hernán Thomas a partir de problematizar la finalidad de las tecnologías sociales, ¿Qué es lo que se busca? ¿Solución a problemas de exclusión social de los pobres? ¿O la clave de inclusión social de todos? Thomas coincide con Galante en la responsabilidad del Estado en la resolución de los problemas de exclusión social, y concibe las tecnologías sociales como un componente clave en las estrategias de desarrollo económico y democratización política. En este sentido, no se trata de paliar la situación de los grupos desfavorecidos, sino Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 13 del papel anticíclico que pueden jugar las tecnologías sociales, frente a las crisis recurrentes ocasionadas por las tecnologías “rent seeking”. Uno de los principales señalamientos de Thomas es que los problemas en cuestión no se solucionan con un aumento de presupuesto para el sector C&T, sino que requiere de un viraje estratégico para aumentar las unidades públicas de I+D en dinámicas sociotécnicas a nivel local, con nuevas formas de organización de la producción y nuevas oportunidades de acumulación. Tales dinámicas permiten profundizar las relaciones democráticas, incluyendo por vía participativa a los usuarios-beneficiarios en las decisiones tecnológicas. Esta nueva dimensión de las sociedades democráticas es conceptualizada como ciudadanía socio-técnica. Por su intermedio, Thomas propone la ampliación de la esfera pública, buscando contrarrestar los procesos de apropiación privada de bienes, conocimientos y espacios (con la consiguiente regulación y control social de conductas de la población). También preocupado por el sentido y dirección de las dinámicas de innovación, Marcos Barbosa de Oliveira explora el origen, ascenso y vigencia del sistema cuantitativo de evaluación de la productividad científica. Partiendo del carácter contraintuitivo de la propia idea de evaluar numéricamente creaciones de la mente humana, muestra que ello responde a la transición de los sistemas de innovación a su fase neoliberal. A partir de aquí, la impronta productivista y taylorista que asume la empresa científica, obliga a una administración eficiente, y ésta a indicadores cuantitativos que permitan medir la tasa entre recursos asignados y objetivos cumplidos. Pero es aquí donde volvemos a la pregunta por la finalidad y los objetivos de la actividad científicay los desarrollos tecnológicos. Es sólo cuando se vincula la administración de los recursos con la lógica empresarial que los productos simbólicos del sistema C&T se transforman en una mercancía, y su cuantificación se vuelve imprescindible para calcular el lucro asociado. Sin embargo, de la mano de Christopher Freeman, Oliveira muestra las dificultades para medir el impacto de la I+D con relación a las ganancias de una empresa o el grado en que se avanza en el cumplimiento en los objetivos de un país (como puede ser el aumento del PBI, o el bienestar general de la población). A pesar de ello, se mantienen en la actualidad los indicadores absolutos de desempeño basados en la cantidad (de artículos publicados, recursos formados y patentes obtenidas, etc.). En última instancia, observa, esta dirección conduce a que la subida en el ranking de los países con relación a la producción de artículos y patentes se convierta en el objetivo último de las políticas de C&T. El punto crucial reside, entonces, en la propia lógica implícita, de carácter empresarial, con la que se aborda la tarea de evaluar la actividad científica y tecnológica. Como fue señalado en trabajos anteriores, esta lógica no sólo no es única, sino que es posible y deseable transitar hacia una fase social, no neoliberal, del desarrollo tecnocientífico. Este punto no es menor dado que, como bien observa Oliveira, allí se juega la posibilidad de una actividad científica con responsabilidad social, que recobre su autonomía frente a los imperativos del mercado. El significado social de la investigación en ciencia y tecnología, a cuya consciencia insta Oliveira tanto a científicos, como a tecnólogos y administradores, resulta incompatible con la idea de optimización puesta en la productividad en términos cuantitativos. Para quienes pertenecen al sistema científico-tecnológico, cumplir con su trabajo, debería consistir más en cumplir con la misión social de su tarea, que la de rendir cuentas con parámetros productivistas. Al comentar su trabajo, Adriana De Simone va más allá de las causas sociohistóricas responsables del ascenso de la noción de innovación y de la evaluación cuantitativa, colocando en el centro de la discusión la idea de hombre, de persona y de sociedad a la que la actividad científica y tecnológica debería servir. Si valoramos la creatividad como característica humana fundamental –y específica de las tareas de I+D –, y si deseamos una sociedad basada en el respeto a la alteridad y a los derechos humanos, vemos la necesidad de modificar el rumbo actual (signado por la cuantificación, la homogenización y el consumo) que nos conduce al individualismo y a la propia alienación del yo. De modo general, alienta hacia un horizonte de desarrollo orientado más por el ser que por el tener, y hacia la participación cívica en temas de C&T. Coincide con Edgar Morin en que “la ciencia es un proceso demasiado serio para ser dejado en manos de los científicos” y que “se tornó demasiado peligrosa para ser dejada en manos de los políticos”. En la última presentación del primer día, Hugh Lacey presenta los resultados recientes de su modelo para la integración de valores epistémicos y sociales en las prácticas científicas. Este modelo parte justamente de una noción de hombre y del actuar humano. La capacidad de actuar libremente es concebida como una dimensión integral del bienestar humano, y el hombre como un ser social que, al interactuar con la naturaleza, los artefactos y otros hombres, refleja sus deseos, valores y creencias sobre lo que es posible y deseable. En relación con el tema específico del encuentro, Lacey observa cómo son las diferentes culturas existentes las que modelan la interacción social, la relación con el medio ambiente y, en algunas culturas, además con otros seres de naturaleza espiritual (espíritus, dioses, Dios). 14 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Frente a este panorama, la cultura científica, nacida en la modernidad, es vista como una cultura particular con características que le son propias, entre las que se destacan la objetividad (basada en criterios cognitivos sin contenido ético ni valorativo) y la inclusividad (que permite que el conocimiento sea usado por todos, y concebido como patrimonio común de la humanidad). La crítica de Lacey apunta a mostrar que no es un hecho que todos los resultados aceptados por la comunidad científica estén de acuerdo con la objetividad, y claramente no lo están con relación a la inclusividad (p.e. es un punto de crítica que el conocimiento científico sirve más a los intereses de los ricos que de los pobres, como puede verse en la Argentina con relación al mal de Chagas o, de modo general, con relación a todas las “enfermedades huérfanas” –ver Apéndice I–). Otro punto destacado de su trabajo, es la distinción entre diversas estrategias de investigación, responsables de delimitar el campo y las teorías a considerar, así como la selección de los datos relevantes. En el caso dominante, las teorías a investigar son las que tienden a mostrar los mecanismos subyacentes a diferentes niveles (p.e. molecular, psicoquímico, estructuras matemáticas y propiedades cuantificables), y utilizan los resultados de mediciones efectivas con el fin de examinarlas. El punto aquí, para Lacey, es que los fenómenos que no puedan ser descriptos por estos medios quedan fuera de lo comprensible y de lo investigable. Por otra parte, este abordaje disocia los fenómenos de sus cualidades sensoriales, ecológicas, y de sus contextos culturales, humanos y sociales. A tal concepción denomina abordaje descontextualizado. En su opinión, por este camino no puede alcanzarse una comprensión satisfactoria de diversos fenómenos asociados a los riesgos indirectos, o a las prácticas alternativas (como la agricultura biodinámica). Es decir, el abordaje descontextualizado invisibiliza ciertos fenómenos, para los cuales se requiere estrategias alternativas. En tal sentido, al igual que Neder, Lacey defiende la necesidad de transitar hacia el pluralismo metodológico con el fin, no sólo de aumentar la objetividad y la inclusividad, sino como camino para aumentar la capacidad de agencia humana. ¿Por qué la principal tendencia de la investigación actual se relaciona con la innovación tecnocientífica? ¿Por qué no se enfoca en reparar los daños sociales, culturales y ecológicos a los que tal innovación ha conducido, a partir de las condiciones socioeconómicas de la modernidad? ¿Por qué no volver central la cuestión de la distribución equitativa de los beneficios del avance del conocimiento como capital simbólico de todos? Para dar cuenta de estas preguntas Lacey distingue dos principios axiológicos, el de la legitimidad de la innovación tecnocientífica, y el de la responsabilidad de la conducta científica. Mientras el primero sólo admite la existencia de riesgos cuando Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 15 16 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas existen pruebas fehacientes –validadas por los criterios del abordaje descontextualizado–, el segundo pone en primer plano las consideraciones que emanan del principio de precaución. De todos modos, aclara, la diferencia fundamental entre ambos no es de tipo conceptual, sino de las características de nuestras sociedades de base capitalista, donde una parte significativa del ideario de progreso en las instituciones científicas, se encuentra en relación de refuerzo mutuo con los valores del mercado. Ante esta situación, el trabajo de Lacey finaliza alentando hacia un proceso de reinstitucionalización de la ciencia, a la luz de los ideales de objetividad e inclusividad. Este proceso enfrenta dificultades que no deben ser subestimadas (como el alto prestigio del abordaje descontextualizado a partir de los resultados objetenidos, o la insuficiencia de las currículas académicas para cultivar una visión crítica general en los jóvenes científicos), pero tampoco deben ser exageradas (dado que ya existen indicadores concretos para un rumbodiferentes (p.e. las organizaciones científicas contrahegemónicas en Brasil, la iniciativa PROCODAS del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en Argentina, o la creación de la sección “Ciencia y Derechos Humanos” en la American Association for the Advancement of Science). En todos estos casos una mayor participación democrática se torna crucial en la definición de prioridades y en el llamado de atencion sobre áreas marginalizadas. En cualquier caso, queda claro que no se trata de negar espacio a la innovación tecnocientífica, sino de crear formas insitucionales que permitan la deliberación cívica entre todos los que experimentan su impacto. Pero, como bien señala el comentarista del trabajo, Antonio A. P. Videira, este proyecto involucra repensar varias cuestiones de envergadura; entre ellas, el análisis de la sociedad desde la propia filosofía de la ciencia y desde la política en C&T, así como la relación entre el aumento del conocimiento y el aumento de la felicidad. Presentación de los Trabajos Segundo Día Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 17 Como ya se señaló, una preocupación en común que une a los textos que ocupan este volumen se relaciona con la identificación de herramientas concretas que faciliten el diálogo entre las diferentes culturas científicas. Ailin Reising sostiene en su trabajo que las nuevas tecnologías de visualización cumplen con ese fin, permitiendo la interacción entre el arte digital y la comprensión científica de fenómenos complejos. La autora considera que este nuevo ámbito resulta, no sólo positivo para el arte y para la ciencia –al potenciar las posibilidades de ambos–, sino también propicio para contribuir a la divulgación científica. Las tecnologías de visualización de alta precisión, aparecen como el vínculo que permite la emergencia de nuevos recursos y configuran un espacio de interacción novedoso. Este espacio posibilita la conversión de la estética fría de la visualización de meros datos, en estéticas reflexivas más aptas para su comunicación social. Este puente entre ciencia y arte resulta una contribución a la tercera cultura; aquella que enfatiza el pluralismo axiológico (que trasciende la demarcación entre lo epistémico y lo social) y la necesidad de participación ciudadana en el análisis de las consecuencias eventuales de la innovación tecnológica. Complementando y tensionado esta posición, su comentarista, Martín Parselis, sugiere analizar hasta qué punto el sci-art estimularía miradas antirrealistas de la ciencia, y se pregunta qué riesgos existen de asemejar sus productos a la tecnología, tal vez hasta su confusión, haciendo imposible diferenciar entre los objetos sci-art y los artefactos. Con el mismo interés, aunque en otro plano pragmático, Josep Antequera muestra cómo los observatorios de ciencia y tecnología se han reconocido como una herramienta eficaz para pensar y guiar la actividad tecnocientífica. En este sentido, y ante la heterogeneidad de criterios y formas organizativas posibles, propone partir de una definición que entienda que un modelo de desarrollo debe tener como horizonte, no sólo mantener la calidad de los ecosistemas y su biodiversidad, sino alcanzar un bienestar social generalizado. Desde una mirada amplia, sostiene que lograr el objetivo de la sostenibilidad no es meramente una cuestión de definir los mejores indicadores, sino que requiere de un modelo cultural nuevo en el cual se incremente el valor moral, social y económico de los sistemas naturales y de los seres humanos, transitando hacia “un nuevo eco-humanismo”. Con su trabajo, y en base a su vasta experiencia en el tema, fundamenta y expone un modelo sistémico de alcance regional. Este modelo se basa en una matriz que tiene en consideración una variedad de aspectos que se suman a los ecológicos clásicos, aportando datos desde lo territorial-urbanístico, la esfera económica y del empleo, la gestión pública y los aspectos que hacen a una gestión institucional adecuada a la consecución de los fines deseados. No escapa a la mirada de Antequera la necesidad de criticar el sistema mercantilista actual y, en armonía con su ideal de “más sociedad y menos mercado”, considera que un observatorio debe traer a la luz el valor del tiempo dedicado a las relaciones sociales, a la formación personal, al disfrute de la vida familiar y la educación de los hijos. Los observatorios regionales deben contribuir a generar la conciencia necesaria para movilizar las voluntades, para desarrollar un nuevo modelo de transformación social acorde con los nuevos tiempos. Las transformaciones locales son las esperanzas para transformar el mundo. André Luis de Oliverira Mendonça, quien comenta su trabajo, señala algunas inquietudes y preocupaciones sobre la propuesta; entre ellas, que resulta difícil entrever cómo un observatorio tendría la capacidad de influir en la subjetividad individual de las personas, de modo que pueda incentivar el tránsito hacia una sociedad menos consumista, más participativa y sustentable. En línea con esta incisiva inquietud, y conciente de que todo cambio requiere de actores que actúen proactivamente, Fernando Tula Molina propone la necesidad de seguir un comportamiento que respete simultáneamente nuestro conocimiento y nuestra ignorancia. El conocimiento valida y estimula la necesidad de educar y educarse, la ignorancia plantea la necesidad de tejer acuerdos colectivos y democráticos, que legitimen la acción aún en los casos en que se desconozcan sus consecuencias. Tales acuerdos en sociedades democráticas en las que “prima la diferencia más que la igualdad”, requiere de marcos que trasciendan los valores meramente técnicos e incluyan los aspectos subjetivos de la riqueza social. Esto necesita de una crítica a las referencias simbólicas hoy hegemónicas, que dan primacía a la optimización de la eficiencia como valor supremo. En tal sentido es claro en señalar que, mientras no se pueda trascender el imaginario 18 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas social que asocia acríticamente tecnociencia con progreso social, no será posible alcanzar una sociedad más plena en el sentido humano amplio del desarrollo social, según lo entiende el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. Para Tula Molina, la educación y la acción participativa conforman así los dos ejes (en analogía con el espacio cartesiano, uno temporal y otro espacial), en los que se mueve su propuesta de “implicación ciudadana”, con la cual inaugura un plano de reflexión colectiva desde donde poder re-pensar la relación entre bienestar y bien colectivo, bien público y desarrollo social. Su propuesta consiste en incentivar la ampliación de este espacio en las instituciones democráticas, con el fin de legitimar colectivamente una identidad y un proyecto de país desde la acción ciudadana. La gran capacidad de transformar el mundo inaugurada por la tecnociencia, lejos de ahuyentar al ciudadano y replegarse en la autoridad de los expertos, debe llamarlo a aumentar su grado de responsabilidad en la conformación de su entorno de vida, revalorizando el sentido de sus ideales y los objetivos a futuro. Al comentar su trabajo, Hernán Miguel muestra que la distinción inicial entre hechos previsibles y explicables no es excluyente, ampliándola a la distinción entre hechos explicables e inexplicables, por un lado, y hechos previsibles e imprevisibles, por el otro. Con ello mostrará que la responsabilidad en el actuar se liga con la posibilidad de prever antes que con la de explicar (siendo que hay hechos imprevisibles que luego son explicables). A partir de allí, analiza el principio de precaución y señala que debemos ser precavidos tanto para actuar como para no hacerlo, siendo que ambas conductas involucran riesgos; así, toda evaluación debe hacerse sopesando los riesgos previsibles y no mediante una ecuación riesgo-beneficio. En el último trabajo del cuerpo principal Andrew Feenberg vuelve sobre la relación entre sujeto técnico e identidad, observando que elpropio actor está en juego en su acción: al serruchar y martillar, convirtiendo una pila de maderas en una mesa, no se trata sólo del objeto producido, sino de que nos tornamos carpinteros. Y es por estar en juego nuestra identidad, y por el hecho de que las tecnologías proporcionan los entornos en los cuales la gente ordinaria vive, por lo que se vuelve necesaria la intervención democrática; no sólo los expertos, sino también los legos, son alcanzados por la implantación de nuevas prácticas tecnológicas. De todos modos, más allá de señalar y defender la relevancia de los criterios sociales y económicos en las elecciones tecnológicas, Feenberg defiende no abandonar la vieja distinción entre ciencia y tecnología: la democratización tiene un significado normativo en la tecnología que no lo tiene para la ciencia. En tal sentido, mantiene que verdad y utilidad Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 19 todavía pertenece a mundos distinguibles, aún cuando en muchos casos se intersecten en las “tecnociencias”. Es por la utilidad, más que por la verdad, que surgen los conflictos de intereses en las políticas de regulación (como en los estudios sobre cáncer de pulmón financiados por las tabacaleras) y, a diferencia de las controversias científicas, es deseable que sean procesos democráticos los que decidan el resultado, en lugar de que lo hagan unos pocos actores específicos (como pueden serlo las corporaciones y las agencias involucradas). En este sentido, según su mirada, la tecnología responde a una dinámica de “jerarquía entramada” que imposibilita diferenciar un adentro y un afuera. Los grupos sociales se forman en derredor de la tecnología que al mismo tiempo moldea sus experiencias y posibilita su identidad común. Comprender el mundo va de la mano con la propia formación de los grupos sociales y su identidad. Todo está entrelazado con tecnología de un modo fluido en las sociedades modernas. En consecuencia, concluye, las políticas de ciencia y las de tecnología deben diferir, en tanto que la contribución de los grupos sociales al cambio científico es mucho menos directa que en el caso del cambio tecnológico. Mantener esta distinción es importante, tanto para lograr equidad a la hora de distribuir los fondos destinados a la investigación, como para no confundir las cuestiones cognitivas con las regulatorias. Su comentarista, Gustavo Giuliano, pone de manifiesto su preocupación acerca de que tal posicionamiento demarcatorio y estratégico sea, paradójicamente, poco eficaz a la hora de avanzar hacia la reforma tecnológica por él mismo propugnada. Al asentarse en una fuerte confianza en la autorregulación de los sistemas políticos, trae nuevamente a escena un tema que cruzó horizontalmente las jornadas: las condiciones de posibilidad para escapar del discurso hegemónico mercantilista, de los fuertes intereses corporativos y del poder de la propaganda, posibilitando que afloren otras culturas científicas y alternativas tecnológicas. El volumen se cierra con dos trabajos de especial significación para los objetivos del Encuentro. En el primero, Eder Romero, nos invita a pasar a su “patio trasero”, al exponer sus experiencias personales como responsable del Programa de Nanomedicinas de la Universidad Nacional de Quilmes. Los nano-objetos aplicados a la medicina con los que trabaja, son ejemplares paradigmáticos de una tecnología de vanguardia en desarrollo que trae consigo una miríada de 20 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas promesas terapéuticas, entre ellas la posible curación del Mal de Chagas. A pesar de ello, Romero se pregunta por qué motivo no ha logrado despertar el interés sobre ellos para estas aplicaciones. La dificultad de conseguir recursos para investigaciones sobre enfermedades huérfanas (problema al que se refirieron tanto Lacey como Feenberg), la hace reflexionar sobre el circuito del dinero en la ciencia, sobre los valores subyacentes en la promoción de investigaciones y sobre la libertad de la ciencia “auto-gestionada”. En el segundo, Renato Dagnino, a través de un análisis contextualmente situado en la periferia, destaca la importancia que, para el desarrollo inclusivo de la región, tienen los aportes teóricos desarrollados por dos de los invitados especiales al Encuentro, H. Lacey y A. Feenberg. En sus obras ve el camino para renovar el argumento central del Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Sociedad (PLACTS): un “Proyecto Nacional” que radicalice el componente democrático-popular del desarrollismo nacional, y que, por este motivo, involucre un desafío cíentífico-tecnológico original. En tal sentido, y contra la orientación neoliberal, defiende la posibilidad de conceptualizar la relación CTS vinculada a un Estado protagonista, que dignifique –en lugar de precarizar– las relaciones laborales, y se guíe fundamentalmente por políticas públicas, más allá de los intereses corporativos. Como observa Dagnino, el punto crucial para tales autores es prestar atención a los valores puestos en juego en cada decisión de desarrollo tecnológico, a partir de una crítica del supuesto de “neutralidad valorativa” y de un llamado a la democratización del sentido general de la política en C&T. Como bien observa, de hecho, la idea del sentido común de que los avances tecnológicos siempre contribuyen a aumentar la eficiencia, produciendo más, mejor y más barato, y beneficiando a la sociedad, al no especificar el actor que introduce la tecnología en el proceso de trabajo, no es conveniente para tal proyecto. Como coordinadores de este volumen, queremos agradecer a todos los participantes por su aporte, al programa PROCODAS como óptimo anfitrión del Encuentro, y a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica que financia el Proyecto “Nuevas tecnologías: condiciones para la evaluación de sus riesgos y posibilidades” en el cual se gestó el Observatorio de Nuevas Prácticas y Alternativas Tecnológicas (ONPAT: www.redonpat.ning.com). Fernando Tula Molina – Gustavo Giuliano Buenos Aires, marzo de 2010 Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 21 Primer día 1 Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” (2006/2010). Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales: PROCODAS Oscar Galante Dirección Nacional de Desarrollo Tecnológico e Innovación Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva El Estado Argentino está recuperando su fortaleza para producir los cambios que le permitan abordar la compleja realidad social, orientándose en el crecimiento y reinstalando la movilidad social ascendente que, otrora, caracterizara a la Argentina. Lo hace desde una presencia activa, al protagonizar y promover el desarrollo humano por encima de los intereses sectoriales, pensando que las instituciones que lo componen deben servir no sólo para resolver problemas coyunturales, sino para ayudar a construir una ciudadanía comprometida con un Estado presente. En este marco, el desafío es replantear las instituciones desde una innovación creativa, con políticas integrales y trabajo asociativo, las cuales movilicen y orienten nuestro recurso más valioso: el conocimiento. La estrategia debe ser, entonces, la de subordinar el conocimiento y la innovación en función de la resolución de problemas, enraizados tanto en la falta de competitividad de las estructuras productivas, como en la mejora de la calidad de vida de la población. En este contexto se debe construir un marco de eficiencia y complementariedad de información y conocimientos, de capacidades y experiencias, de recursos materiales, humanos y financieros, que difícilmente sean sólo patrimonio de un único sector o de una sola institución. Se trata de desarrollar un sistema, que articule la promoción tradicional de la investigación por disciplinas con el desarrollo de actividades científicas y tecnológicas orientadas a la solución de problemas estratégicos o prioritarios atendiendo además de la calidad, criterios de pertinencia yrelevancia para su financiamiento.1 Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 25 2 Informe Objetivos de Desarrollo del Milenio para la Argentina, 2007. PNUD. 3 Metodología de Gestión Asociada. FLACSO. 26 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Esto exige una gestión transversal e integral que cruce fronteras organizacionales y trascienda el campo de las incumbencias y respon- sabilidades individuales de ámbitos gubernamentales, e implica también establecer un marco coordinado de políticas públicas, consensuadas entre los distintos sectores. A fin de operativizar los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas2, y en concordancia con los mismos, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva creó el Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (PROCODAS) como “vinculador” entre los actores del Sistema Científico-Tecnológico Nacional y el sector Público y Privado con el fin de implementar políticas de desarrollo sostenible que promuevan la equidad, a través de los recursos tecnológicos y de conocimiento. A nivel de Programación de políticas públicas3 sostenemos la visión integral y sistémica de las necesidades sociales y su interdependencia, como un elemento sustantivo en todos los campos de actuación ya que la focalización fue una estrategia selectiva en el diseño e implementación de las Políticas Sociales de la década de los noventa que produjo fragmentación y superposición de Planes y Programas Sociales. En este sentido entre los principales obstáculos que se detectaron a partir de la experiencia de trabajo, se cuentan entre otros: la escasa vinculación entre el sector científico-tecnológico y el sector empresarial; la baja capacidad para la identificación de demandas y la formulación de proyectos, y la excesiva dependencia de los recursos públicos para la innovación. El conjunto de las limitantes confluye para crear una concentración de la mayoría de los Programas, Convocatorias, Fondos y Proyectos de Promoción en un corredor educativo- científico-tecnológico-productivo que abarca desde la ciudad de La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires), el conurbano bonaerense, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe hasta Córdoba y Mendoza. Para enfrentar esta problemática y mejorar el impacto, sustentabilidad y viabilidad de las políticas, se incorporó el enfoque integral en aras de superar la segmentación entre esas necesidades, los campos de conocimiento y las distintas áreas del Estado. De lo que se trata, entonces, es de aplicar una política de ciencia y tecnología a nivel territorial con la finalidad de promover la integración social, garantizar la inclusión, la participación y el protagonismo responsable de todos Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 27 los actores sociales en la búsqueda de alternativas que mejoren las condiciones de vida, incluyendo mecanismos como la gestión asociada (Ruiz, V., 2004) para generar redes cuya potencialidad resida en lograr mayor equidad y desarrollo humano. El PROCODAS se enmarca en una estrategia de abordaje integral que se propone alcanzar los Objetivos del Desarrollo del Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” (2006/2010): • Satisfacción de las necesidades básicas e incremento de la productividad económica, pero a partir del uso sustentable de los recursos. • Énfasis en las estrategias locales, sin perder de vista la estrategia nacional, con un marcado fortalecimiento de las capacidades de gestión local, la promoción de mecanismos participativos y el desarrollo institucional. Lo hace desarrollando una dinámica eficaz que coordine las capacidades del sector Científico y Tecnológico hacia la resolución de los problemas en las áreas prioritarias, identificadas por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. A nivel territorial, el PROCODAS se suma como una herramienta de CyT a los espacios de encuentro locales y regionales –Consejos Locales, Centros de Referencia; Centros Integradores Comunitarios (CIC)– para colaborar desde el sector del conocimiento a consolidar la implementación de las políticas sociales con lo cual se propicia la creación de redes de conocimiento, desde un enfoque asociativo e interdisciplinario, priorizando criterios de pertinencia, relevancia y sustentabilidad de las acciones a emprender. Posibilita la transversalidad de las políticas públicas para el desarrollo social a través de acciones conjuntas, vinculadas a espacios Institucionales: • Vehiculizando los proyectos, que den respuesta a las necesidades, demandas y carencias en determinadas áreas estratégicas y canalizarlos a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (FONTAR, FONCYT y FONSOFT), del COFECyT (PFIP), Fondos Sectoriales y otras fuentes de financiamiento Nacionales e Internacionales. • Con la promoción de los procesos de investigación acción participativa (PI-AP) entendiendo a los mismos 28 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Como un enfoque de la Investigación Social que procura incrementar la participación real de la población involucrada en el proceso de objetivación de la realidad en estudio, con el doble objetivo de generar conocimiento colectivo sobre dicha realidad y promover la modificación de las condiciones que afectan a la vida cotidiana de los sectores populares. Este conocimiento es generado a partir de instancias colectivas que confrontan el conocimiento de sentido común con el de tipo científico. Se busca generar un conocimiento colectivo holístico, que colabore como instrumento cognitivo para la transformación de la realidad, tomando en cuenta la naturaleza contradictoria de la realidad y la relación dialéctica entre teoría y práctica (Sirvent, M. T., 1999, cap. 3). • Coordinando Gestiones Asociadas, mediante la articulación con los cuerpos colegiados de participación social a fin de contribuir a una eficaz relación entre las demandas socio-productivas y la capacidad de resolución del sector científico y tecnológico. Definimos a la Gestión Asociada como planeamiento participativo, como proceso político-técnico y como escenario de concertación entre actores diversos, que implica incluir en la negociación a los sectores con menores recursos de poder. De acuerdo a Hector Poggiesi, la Gestión Asociada es: Un escenario formalizado de planificación: gestión continua, secuencial, acorde a los recursos humanos, institucionales, temporales y económicos con que se cuenta. Se trata de un sistema de trabajo planificado que va construyendo una relación articulada de colectivos en torno a proyectos elaborados y gestionados co- gestivamente. Los colectivos que se crean, las redes mixtas socio-gubernamentales van deviniendo en una trama social reconfigurada y activa. Representa un tipo de construcción político- técnico-comunitaria con un sentido de poder compartido que se contrapone al habitual juego de suma cero de nuestra tradición política (Poggiessi, H., 1999). La estrategia operativa multiactoral utilizada incluye a todos los actores pertinentes directa e indirectamente afectados por el/los problemas identificados; se convoca a aquellos de nivel técnico y político que tengan recursos de poder para viabilizar su resolución (representantes del gobierno Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 29 local; especialistas en los temas pertinentes; representantes de organizaciones comunitarias; empresas; etc.). Los pasos a tener en cuenta en esta metodología son: • Exploración de las prioridades de las instancias socio-políticas pertinentes en relación a la temática. Es la construcción del espacio de articulación y asociatividad de los distintos actores que participan para acordar criterios mínimos. Conformación de un Equipo Nuclear de articulación, representativo de los sectores como “Comité de Gestión del Proyecto”. • Viabilización del proyecto y constitución del espacio de planeamiento integral. • Diagnóstico de la situación e identificaciónde la problemática: Búsqueda de antecedentes de otros proyectos, efectos, causas, insumos, resultados, etc. • Construcción de un modelo teórico integrado de la realidad particular que se desea modificar: • Integración de conocimientos científicos y conocimientos no formales. • Definición de causas y efectos del problema. • Análisis de sus relaciones. • Análisis de los actores involucrados y formulación de estrategias a partir de los diversos intereses; recursos; actitudes y ejercicios de poder; eventuales alianzas y/o conflictos potenciales. • Asistencia en la programación de actividades y en la elaboración del proyecto. • Ejecución del proyecto. • Evaluación de resultados y procesos. Esta forma de gestión intenta alejarse del modelo lineal de innovación, el cuál postula la dependencia unidireccional de las distintas instancias de producción, transformación y aplicación de conocimientos científicos. Tal como afirma, Leonardo Vaccarezza. Eso creó lo que se denominó política «ofertista», basada en producir conocimientos que, en última instancia, se extenderían a la sociedad a través de la investigación aplicada, el desarrollo tecnológico y la innovación. En tal sentido, el desarrollo científico era entendido como una condición necesaria y suficiente del desarrollo social (Vaccarezza, 1998). Desde este nuevo modelo, descreemos de la posibilidad de que la investigación científica y el desarrollo tecnológico de modo autónomo, pueda generar un ‘derrame’ en forma espontánea beneficiando a la sociedad. Frente a este paradigma se postula, bajo los presupuestos del Triángulo de Sábato, la necesaria interacción entre el Estado, las universidades, las empresas y otros actores involucrados, como camino para el logro de un desarrollo tecnológico autónomo que beneficie a toda la sociedad de manera equitativa, inclusiva y sustentable. En conclusión, el PROCODAS, funciona como un grupo coordinador cuyas funciones son la vinculación, articulación y apoyo de las gestiones asociadas. Dicha función, la “gestión de la gestión” es definida por el Equipo de Formación que dirige Hector Poggiesi (FLACSO) como: Un sistema definido de responsabilidades técnicas y de toma de decisiones, estructurado para coordinar la complejidad de actores y de acciones. Se necesita mantener la efervescencia creativa de los actores del plan, a través de reiterar la dinámica del sistema de planificación programando la secuencia continua y permanente de escenarios de planificación y gestión. Este grupo sostiene al sistema y se repite en los nodos microregionales como producto de sus propios ciclos de planificación (Redín, M. E. / Morronni, W. F., 2002). A través de esta forma de gestión, pretendemos alejarnos del modelo lineal de innovación, el cuál postula la dependencia unidireccional de las distintas instancias de producción, transformación y aplicación de conocimientos científicos. 30 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Referencias Bibliográficas Arciénaga, A. (2004), “Breve Introducción a la problemática de la Innovación”. Arciénaga, A. (2005), “Modelo Argentino de Innovación”, Comisión de Investigaciones Científicas, La Plata. Cardarelli, G. y Rosenfeld, M. (1998), Las participaciones de la Pobreza, Tramas Sociales, Paidós, Buenos Aires. Castro Díaz–Balart, F. (2006), Ciencia, Tecnología e Innovación. Desafíos e Incertidumbres para el Sur, trabajo monográfico. Poggiese, H. (1999), Metodología de Gestión Asociada de FLACSO, UNESCO. Galante, O. / Muñoz, I. / Vívori, A. (1999), Unidades de Vinculación Tecnológica, ALTEC, Valencia. Girotti, C. / Palazzesi, A. / Varela, C. (2006), “Nuevos Actores, nuevos saberes: La experiencia del Programa de Calidad de Vida y Desarrollo Económico de la Secyt,- Argentina”, IBERGECYT. Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (2008), La Bisagra: Políticas Sociales en Acción, Buenos Aires. Redín, M. A. / Morroni, W. F. (2002), “Aportes metodológicos para la ampliación democrática de la toma de decisiones y la participación social en la gestión socio-urbana”, en: Seminario: Gestâo Democrática das Cidades. Metodologías de Participación, Redes y Movimientos Sociales; 22-24 de Noviembre, Porto Alegre. Ruiz, V. (2004), Organizaciones Comunitarias y Gestión Asociada, Cap. 3, Paidós, Buenos Aires. Sirvent, M. T. (1999), Cultura popular y participación social, Ed. Miño y Dávila, Buenos Aires. Vaccarezza, L. (1998), “Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en América Latina”, Revista Iberoamericana de Educación, 18, Ciencia, Tecnología y Sociedad ante la Educación, pp. 13-40. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 31 1 Jasanoff (1994) o Douglas (2009, cap.2) narran en detalle el surgimiento y la importancia de la figura del “asesor científico” en los EE. UU. 2 A modo de ejemplo, Carden (2009) presenta un análisis comparado de más de veinte estudios de caso en distintas partes del mundo sobre la difícil relación entre investigación social y políticas públicas en países en desarrollo, desde la perspectiva de un organismo internacional que se propone fortalecer estos lazos. A nivel local, el caso más estudiado de aplicación de conocimiento experto en las políticas públicas la encontramos en la economía. Véase al respecto Neiburg y Plotkin (2004, pp. 231-263) y Camou (1999, 2006). Comentarios sobre el texto de Oscar Galante Federico Vasen Universidad Nacional de Quilmes - CONICET El trabajo de Oscar Galante tiene la virtud de ubicarse en la intersección de dos formas diferentes de relacionar ciencia y política. Por una parte, se trata visiblemente de un trabajo de política científica, es decir, es el trabajo de alguien que piensa desde el Estado cómo impulsar la investigación científica y el desarrollo tecnológico, con qué criterios y objetivos, a través de qué instrumentos. Pero por otra parte, el trabajo de Galante vincula ciencia y política de un modo más sutil, en tanto incorpora a su propia reflexión de política científica, los conceptos de la ciencia social, que dan forma a la discusión sobre la política que propone para la ciencia. Con esto quiero decir que es usual, principalmente en los países del norte, que los distintos ámbitos de las administraciones gubernamentales se valgan del testimonio experto de diversos investigadores para fundamentar mejor sus decisiones. Esto se da fundamentalmente en casos de regulación de nuevas sustancias y análisis de riesgo ¿Cómo debe reaccionar el estado ante la posible amenaza carcinogénica de un plaguicida? ¿Debe prohibir o limitar su uso? Allí surge para las burocracias estatales la necesidad de contar con testimonios y juicios expertos, fundamentalmente de científicos naturales1. Claramente lo que presenciamos en el trabajo de Galante no es este tipo de vinculación. Se trata, en cambio, de la forma en la que las ciencias sociales –y no las naturales– influyen en las decisiones políticas, no ya restringidas a los casos regulatorios sino de forma más amplia en el aporte de conceptos para pensar las políticas públicas. La economía y la ciencia política de modo más directo y la sociología, la psicología, la historia y la filosofía luego, son la fuente de las concepciones teóricas y metodológicas que fundamentan las diversas políticas públicas, y en este marco la política para la ciencia y la tecnología no es una excepción2. En el artículo de Galante se propone entonces una operación en el campo de los marcos teóricos que guían las políticas científicas argentinas. Veamos en qué consiste. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 33 3 Un claro ejemplo de ello puede verse en la creación del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC), siguiendo la experiencia brasileña. 34 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Desde mediados de la década del noventa, en sintonía con la ola de políticas neoliberales, el paradigma que dominó la política científico-tecnológica nacional fue el de los Sistemas Nacionales de Innovación, un marco teórico que proviene de la economía evolucionista.En la versión que fue implementada localmente, esto supuso la aplicación de políticas de tipo horizontal que fomentaban la innovación tecnológica sin establecer mayores prioridades sectoriales o jerarquías para el desarrollo. En este sentido, el Estado operaba a pedido de los demandantes de conocimiento, facilitando su interacción con las instituciones del sistema científico, pero sin ejecutar acciones de planificación y prospectiva en un nivel más global. Recientemente, el Estado ha buscado recuperar estas funciones estratégicas que permitirían el desarrollo de un sistema nacional de ciencia y tecnología que tome como pilares áreas que se consideren prioritarias dadas las características naturales y culturales de nuestro país y permitan una mejor inserción en el contexto internacional3. Este progresivo abandono de las políticas horizontales no ha ido sin embargo, de la mano de un cambio radical en los marcos analíticos utilizados en la gestión de las políticas científicas y tecnológicas: la economía de la innovación retiene todavía un poder hegemónico tanto en lo teórico como en lo metodológico. El presente trabajo permite en este contexto reconocer, frente a lo que hemos descrito, un interesante cambio de orientación en los conceptos que guían una iniciativa concreta en política científica y tecnológica: el Programa Consejo para la Demanda de Actores Sociales en Ciencia, Tecnología e Innovación (PROCODAS). En términos generales, la diferencia más relevante con las políticas preexistentes se expresa en las características de los destinatarios. Usualmente los posibles beneficiarios de los programas se encontraban restringidos a dos grupos –los científicos y tecnólogos académicos y las empresas innovadoras–, a los que se intentaba fortalecer y vincular. Sin perjuicio de ello, el PROCODAS se propone avanzar hacia la inclusión de actores sociales que anteriormente no estaban considerados en el marco de las políticas en ciencia y tecnología, como organizaciones comunitarias de base y otras organizaciones de la sociedad civil. Allí no son las herramientas de la economía de la innovación las que permitirán construir, en conjunto con estos grupos, conocimientos científicos y artefactos tecnológicos que les permitan cubrir sus necesidades. El PROCODAS propone en cambio, un enfoque metodológico completamente diverso: el de la Investigación Acción Participativa inspirado originalmente en la obra de Orlando Falls Borda. En este marco la realización de una investigación no se propone meramente como objetivo la búsqueda desinteresada de nuevos conocimientos por parte 4 Para una discusión amplia del concepto de sustentabilidad, véase Komiyama y Takeuchi (2006). 5 Véase Dagnino, Thomas y Davyt (1996) y Marí y Martínez Vidal (2002) para un detalle de las ideas centrales de estos autores. 6 Dagnino (2006) es uno de los más enérgicos defensores de esta propuesta. A nivel internacional, también existen llamados a la adopción de un programa “comprometido”. Véase Sismondo (2008) para una muy interesante discusión sobre el compromiso político en las distintas vertientes de los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 35 de una élite experta sino que se piensa como un proceso colectivo y participativo que tiene como objetivo final promover procesos de transformación social. Cabe aclarar que en estos procesos el aporte que se puede hacer desde el conocimiento científico-tecnológico al bienestar de los que menos tienen no es sino una pequeña parte. Es por ello que es de gran importancia que el PROCODAS no piense su acción de modo autárquico, sino que busque integrarse en un abordaje integral de las políticas públicas y concierte sus acciones en el marco del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Este abordaje integral permite a su vez que no se pierda de vista la importancia del nivel territorial para las políticas, así como también la necesidad de hacer un uso sustentable de los recursos humanos y naturales4. Finalmente, no debe olvidarse que el objetivo final irrenunciable de todas estas políticas es promover la integración e inclusión social para todos los ciudadanos. La organización de este evento muestra desde el inicio una gran apertura por parte de la gestión del Ministerio a los distintos investigadores sobre temas de ciencia, tecnología y sociedad tanto dentro del país como del exterior. Esto es, una vez más, una prueba de la vocación participativa del PROCODAS, orientada ahora hacia el interior de la comunidad académica. Por otra parte la presencia de numerosos estudiosos del campo CTS provenientes de la filosofía, la historia y la sociología, la economía y las ciencias políticas, da cuenta de un interés de parte de los académicos en contribuir a la construcción de mejores políticas públicas. En este sentido, el campo CTS latinoamericano no surge de una mera reflexión intelectual. En sus orígenes, pensadores como Jorge Sabato, Amílcar Herrera y Oscar Varsavsky, no se representaban como intelectuales en una torre de marfil, sino como hombres de pensamiento y acción. Si, como dicen Martínez Vidal y Marí, sus ideas surgieron desde una práctica, también puede decirse que fueron ideadas para una práctica. Una breve ojeada a sus biografías permitirá comprobar esta vocación política5. Luego, tras una fase en la que los estudios CTS en la región se han abocado a la consolidación del campo disciplinar en los espacios académicos, hoy vuelve a estar en la agenda la posibilidad de producir un conocimiento ligado más de cerca a la práctica política y el compromiso social6 . Para concluir, me restan sólo dos sugerencias, que tienden a buscar la profundización del proyecto del PROCODAS. En primer término, sería de importancia poder dar mayor institucionalidad a las redes que nuclean a los productores y usuarios de conocimientos sobre temas de agenda pública con alto contenido científico. De este modo los científicos podrían interactuar por fuera de los canales usuales disciplinares, en conjunto con los posibles beneficiarios del conocimiento. Esto podría permitir un mayor ajuste entre las necesidades de los usuarios finales y las propuestas de los investigadores, bajo la supervisión del Ministerio. En segundo término, para darle mayor solidez a la propuesta del Programa, sería útil que contara con un instrumento propio de gestión, a través del cual puedan financiarse las actividades de gestión asociada. Hoy los instrumentos que ofrecen los organismos públicos de promoción científica y tecnológica –como por ejemplo la Agencia Nacional– han sido creados pensando en la empresa innovadora como principal demandante y destinataria de conocimiento científico. En tanto el PROCODAS pretende la inclusión de nuevos actores sociales en la trama de producción y uso del conocimiento científico, resulta necesario crear un nuevo tipo de instrumento que contemple las particularidades organizativas y económicas de las organizaciones comunitarias o las cooperativas a las que el Programa apunta. 36 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Referencias Bibliográficas Camou, A. (1999), “Los consejeros de Menem. Saber técnico y política en los orígenes del menemismo”, Cuadernos del CISH Nº5, Centro de Investi- gaciones Socio-Históricas, La Plata, pp. 75-98. __________ (2006), “El saber detrás del trono. Intelectuales-expertos, tanques de pensamiento y políticas económicas en la Argentina democrática (1985- 2001)”, en: A. Garcé y G. Uña (comps.), Think Tanks y políticas públicas en Latinoamérica, IDRC-CRDI / Konrad Adenauer Stiftung / Prometeo Libros, Buenos Aires, pp. 139-176. Carden, F. (2009), Knowledge to Policy. Making the most of Development Research, Sage – IDRC, Los Angeles – Ottawa. Dagnino, R. (2006), “Mais além da participação pública na ciência: buscando uma reorientação dos Estudos sobre Ciência, Tecnologia e Sociedade em Ibero-amé- rica”, Revista CTS+I (OEI), 7, (http://www.oei.es/revistactsi/numero7/articulo02.htm). Dagnino, R./ H.Thomas y A. Davyt (1996), “El Pensamiento Latinoameri- cano en Ciencia, Tecnología y Sociedad: una interpretación polítia de su trayectoria”, Redes, 3, 7, pp. 13-51. Douglas, H. (2009), Science, Policy and the Value-Free Ideal, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh. Jasanoff, S. (1994), The Fifth Branch. Science Advisors as Policy-makers, Harvard University Press, Cambridge. Komiyama, H. y K. Takeuchi (2006), “Sustainability science: building a new discipline”, Sustainability Science, 1, pp. 1-6. Martínez Vidal, C. y Marí, M. (2002), “La escuela latinoamericana de Pensamiento en Ciencia, Tecnología y Desarrollo. Notas de un proyecto de investigación”, Revista CTS+I (OEI), 4. Neiburg, F. / M. Plotkin (comps.) (1994), Intelectuales y expertos. La cons- titución del conocimiento social en Argentina, Paidós, Buenos Aires. Sismondo, S. (2007), “Science and Technology Studies and an Engaged Pro- gram”, en E. Hackett et al, (comps.) The Handbook of Science and Technology Studies, Third Edition, MIT Press, Cambridge. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 37 El pluriculturalismo tecnológico: cuarta generación de los derechos y el movimiento por la tecnología social en América Latina Ricardo Neder Observatorio del Movimiento por la Tecnología Social en América Latina Universidad de Brasilia Introducción Las personas comunes (no especialistas) ven a la tecnología como un instrumento para alcanzar valores y satisfacer deseos que dependen del poder y el dinero para ser realizados. En sí mismo, el sistema técnico es visto como algo neutro, instrumento de lo político y del poder económico. Tal perspectiva convalida el comportamiento de los tecnólogos e ingenieros que adoptan el instrumentalismo. Éste puede ser definido como permeabilizado por el velo de la neutralidad, asociado al derecho comercial de la propiedad intelectual como algo natural. Un circuito, una combinatoria, el diseño de un proceso técnico, de un objeto o dispositivo tecnológico se ven coartados por el derecho de patente. Este conocimiento patentado convierte a la transformación técnica en resorte propulsor de las tecno-estructuras. América Latina ya vive por lo menos, desde las oleadas autoritarias y dictatoriales de los años 1970, la mundialización de las tecno-estructuras. Éstas se tornan parte del régimen cognitivo, social y político de penetración de las relaciones mercantiles y económicas en otras esferas de la subjetividad humana en la sociedad. Aquí se recurre al argumento determinista ante el fenómeno tecnológico: estamos ante la mejor o más avanzada de las tecnologías, y el mejor modelo de tecnología es decidido en el juego de las patentes. Diariamente, disputas jurídicas en los tribunales reclaman registros de patentes. Acciones de este tipo se acumulan en los tribunales de las ciudades del mundo. Saberes comunes y apropiación privada El sistema de innovación y la política de patentes más que impedir el dominio público del conocimiento, alimentan el régimen cognitivo de las tecno- estructuras en su tránsito por la sociedad civil. Todas las otras formas de conocimiento desaparecen del discurso del derecho de propiedad intelectual. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 39 1 Ver Alan Herscovici, (2007) Capital intangível e direitos de propriedade intelectual: uma análise institucionalista, e Jorge Alberto Quillfeldt, NBIC: Paradigma ou propaganda? A ascensão das patentes e o fim do proce(gre)sso científico (2006) 40 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas Por lo anterior, estos saberes comunes y públicos, son pasibles de apropiación privada – vale decir, “cercamiento”. Esto presenta evidentes riesgos para los derechos humanos, pues puede crear derechos de propiedad intelectual patentando componentes de la cultura local (tecnologías tácitas o informales) bacterias, vegetales, semillas de dominio público1. La tecno-estructura tiene una poderosa arma para controlar el día a día de las personas por medio de ambientes de aculturación, proyectos y procesos racionalizadores socio-culturales y político-institucionales, guiados por gestores y cuadros ejecutivos cuya concepción de mundo sistémico se manifiesta en el funcionamiento de las organizaciones de mercado y gobiernos bajo un Estado de Derecho de la democracia representativa. De allí surge el siguiente cuestionamiento: ¿cómo regular este tránsito si la democracia representativa no ha sido suficiente?; ¿por qué preocuparse por la correlación positiva o negativa entre el funcionamiento de la cultura política que orienta a la democracia y la gestión tecnológica? Tal preocupación es tributaria de las corrientes de los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología (ESCT) que proliferaron a partir de los años 1980, para captar dónde y cómo se origina en la sociedad la política socio-cognitiva de la tecnología. Respecto a la racionalidad instrumental que en su tránsito en el mundo del poder, del mercado y la democracia, la tecnología carga en sí misma con valores éticos que se han tornado demasiado evidentes, desde la explosión de la primera bomba atómica en 1946. Las investigaciones en este campo estudian la complejidad bajo cuatro perspectivas distintas. Este artículo trata estas cuatro perspectivas. Las dos primeras son más antiguas – la visión instrumentalista; y su gemela, la perspectiva determinista del progreso técnico. La tercera perspectiva sobre tecnología, la sustantivista, emergió desde los años 1920. La cuarta surgió hacia fines del siglo XX, como una teoría crítica de la tecnología que contrasta con las demás, proponiendo en su lugar una nueva síntesis. Veremos en qué medida esta cuarta perspectiva podrá ayudar ampliamente en los esfuerzos de fundamentación ahora en curso para la cuarta generación de derechos que implica el control de las tecnologías sobre la segunda naturaleza humana (que son nuestra sociedad en estrecha dependencia de la primer natura, primordial) o la relación entre los ambientes construidos, y las tecnologías que alteran esta dependencia. Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 41 Democracia y Gestión Tecnológica Hacia el final de la gran crisis de 1929 a 1945, los Estados-Nación aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A partir de 1946 fue implementado el Plan Marshall, que recuperó la economía de Europa y sentó las bases para el desarrollo de los países semi-periféricos y de la periferia más remota. El movimiento histórico de la generación de derechos, en el cual se inscriben los derechos humanos, tuvo sus inicios en el siglo XVIII. La primera generación de derechos fue llamada individuales negativos marcados por la prohibición al Estado de abuso de poder, en defensa de la propiedad privada, de la igualdad ante la ley, libertad de creencias y asociación, y derecho a la vida. Los derechos de segunda generación se vinculan a las conquistas sociales, económicas, culturales como derechos positivos que adoptaron la mística de la igualdad y la libertad como inseparables de las condiciones materiales para ejercerla. El resultado fue la expansión de los servicios públicos para el acceso de la sociedad a la educación y la salud, planes sociales, tiempo de ocio, seguridad pública, vivienda y derecho al trabajo (Estado de Bienestar). En América Latina, esta fase fue marcada por el desarrollo e industrialización asociados en algunos países a la creación de los sistemas de planes sociales. Y, al mismo tiempo, se produjo un desarrollo único de las formas sociopolíticas y culturales de aglomeración de las tecnologías y sistemas técnicos. Tal complejidad –ya anunciada en la descripción de la gran industria capitalista hecha por Karl Marx, en El Capital– se convirtió en tecno-estructura. Sin ella, tal vez no hubiese sido posible la atención a la demanda colectiva de las grandes masas por la libertad en los derechos de segunda generación. No obstante, las tecno-estructuras generaron el aislamiento de las personas por la extrema impersonalidad de sus racionalidades.La tercera generación de derechos buscó corregir esto sin éxito. Son los llamados derechos difusos y colectivos, asumen el carácter de garantías transindividuales en cuanto a derechos de colectividades se refiere (derecho a un medio ambiente ecológicamente equilibrado, derecho a la paz y al desarrollo sustentable). ¿Estos derechos son suficientes? Tal cuestionamiento es hecho por los movimientos sociales contemporáneos. Según ambientalistas, feministas, grupos étnicos, de género y política del cuerpo-consumo, parte del movimiento sindical y de los trabajadores, precisamos ir más allá, con derechos de cuarta generación, de control de la manipulación del dominio tecnológico sobre procesos biológicos y vitales para el futuro de la sociedad, abarcando 2 Cfr. Norberto Bobbio (1992) - A era dos direitos. 3 Sobre régimen cognitivo de mercado ver Alberto Guerreiro Ramlos (1981) Política cognitiva – a psicologia da sociedade centrada no mercado, en A nova ciência das organizações.; y Hugh Lacey (2006) A controvérsia dos transgênicos. Questões científicas e éticas. 4 Cfr. G. Simondon (2007) e (2009) . 42 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas diferentes clases de organismos, desde las bacterias hasta las plantas y los animales genéticamente modificados2. Si las personas del común ven a la tecnología como un instrumento para alcanzar valores y deseos, significa que éstas toman al sistema técnico como algo neutro: instrumento de lo político y del poder económico. Tal perspectiva convalida el comportamiento de los tecnólogos e ingenieros que adoptan el instrumentalismo (P1). P1 es esta neutralidad asociada al derecho comercial de propiedad intelectual como algo natural. Un circuito, una combinatoria, el diseño de un proceso técnico, de un objeto o dispositivo tecnológico se ven coartados por el derecho de patente. Este conocimiento patentado convierte a la transformación técnica en resorte propulsor de las tecno-estructuras. Desde los años 1970 particularmente en América Latina, vivimos las tecno-estructuras como parte del régimen cognitivo social y político de penetración de las relaciones mercantiles en otras esferas de la subjetividad humana en la sociedad3. Aquí se recurre al argumento determinista (P2) de que estamos ante la mejor o más avanzada de las tecnologías, y el mejor modelo de tecnología es decidido en el juego de las disputas por las patentes. Acciones de este tipo se acumulan en los tribunales de las ciudades del mundo. El sistema de innovación y la política de patentes más que impedir el dominio público del conocimiento, con todo, alimenta el régimen cognitivo de las tecno-estructuras en su tránsito por la sociedad civil. Todas las otras formas de conocimiento se tornan pasibles de apropiación privada. Esto presenta evidentes riesgos para los derechos civiles –los humanos incluidos–, pues genera apropiación intelectual con reglas comerciales de patentado de los componentes de la cultura local que son antiguas o tradicionales, tecnologías tácitas o informales. La tecno-estructura tiene una poderosa arma para controlar estos conocimientos y saberes tácitos en el día a día de las personas, por medio de ambientes de transculturación (concreción) capaz de generar un mundo o mundos sistémicos4. Es necesario que los derechos de cuarta generación puedan ser orientados por otros regímenes cognitivos o, fundamentalmente, para proteger otros 5 Cfr. ver investigación brasileña de C. K. Grisolia (2005). Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas | 43 regímenes cognitivos de desaparición o muerte cultural. Una de las propuestas mejor calificadas en las últimas décadas ha sido debatida en América Latina dadas las contribuciones de la teoría del actuar comunicativo, del filósofo Jurgen Habermas (1929). El actuar comunicativo está relacionado a la articulación de la democracia representativa con la deliberativa. Formas de consejo, asambleas, organizaciones y movimientos civiles pueden ampliar y socializar las decisiones en base a los conocimientos compartidos. ¿Cómo? Por medio de nuevos acuerdos institucionales y deliberativos en bases locales y vecinales, comunales o socializados (por ejemplo, por los medios de comunicación). Esto podría darse en una base ampliada de racionalidades en la cual hubiera otras racionalidades presentes, además del régimen cognitivo de mercado. Esta influencia de la teoría habermasiana del actuar comunicativo en América Latina aún es un capítulo a ser analizado con cuidado. Creo que ésta es insuficiente por varias razones. Las formas de conocimiento y experiencia se sitúan más allá del actuar comunicativo: para esto se hacen necesarias decisiones que están no sólo por sobre la decisión de grandes tecnologías en abstracto; de allí la necesidad de revisar no la tecnología en sí, sino la construcción social de la tecnología. Existen numerosos ejemplos concretos en América Latina, de que la ampliación de la base comunicativa no será suficiente para alterar decisiones que involucran operaciones en sistemas técnicos complejos, dominados por las estructuras corporativas. Ciertamente es importante esta base comu- nicativa sin distorsiones y depurada de la propaganda y del marketing. Estos fueron, por ejemplo, fundamentales para la diseminación de la entonces Revolución Verde en América Latina, en medio del caos comercial de productos y servicios que estas compañías promueven para la aplicación de productos petroquímicos a la agricultura industrial que a pesar de las reglamentaciones, se torna fuente irremediable de muertes de productores en todo el continente latinoamericano y en el mundo5. El campo de la energía nuclear en América Latina es otro ejemplo de que se volvieron enteramente fluidas las fronteras entre las aplicaciones militares y las civiles. Ante estas situaciones, el sistema legislativo o democrático presenta grandes limitaciones o bloqueos imposibles de ser catalogados. Esto es porque son restricciones dictadas por límites claros: los gobiernos pueden avanzar hasta cierto punto –por ejemplo, imponiendo dictados por las normas técnicas, cuyos responsables en general no están preparados para lidiar con la complejidad de los procesos económicos en la actualidad. Se trata en este caso de reorientar y reconducir a la tecnología en dirección a la satisfacción de las demandas de base social o popular. En América Latina 6 Esto ha sido constatado empíricamente de muchas formas. Al conducir mi automóvil en una gran ciudad pierdo mi co-responsabilidad por el daño ambiental y urbano causado por la máquina. No soy culpable por el embotella- miento... cfr. R. Neder (2008) Crítica à cultura do automóvel ou teoria crítica da tecnologia? 44 | Culturas Científicas y Alternativas Tecnológicas debemos preguntarnos en qué sentido existe una demanda de ciencia y tecnología en vivienda rural y urbana, transportes de masa, recursos hídricos, salud pública, bio-sistemas y biodiversidad con mejores técnicas en el complejo social de la producción agro-familiar, o en la agricultura urbana, además de la coordinación económica y financiera viables para la democratización del crédito o finanzas y economía solidarias. Hay, por lo tanto, en estas áreas, demandas sociales reprimidas por la política de ciencia, tecnología e innovación tecno-científica convencionales. ¿Podrían estar siendo enfrentadas si existiesen estos canales de representación y de deliberación en lo cotidiano para demandas sociales y soluciones adecuadas en tecnología? Para encontrar la respuesta a este interrogante vamos a retomar las otras perspectivas sobre la tecnología en lo cotidiano. Existen otras dos perspectivas sobre la tecnología, como fuera mencionado en la introducción. La tercera levantó su mirada esencialista (o P3). Su tesis es radical: toda tecnología es una manipulación de las personas. Ella aniquila nuestro potencial de crear y elaborar libremente, y nos tornamos apéndices de las máquinas. Medios y fines son determinados por el sistema. Esta crítica esencialista proviene
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