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Santi d’León TRABAJA MENOS Y GANA MÁS GENERANDO INGRESOS PASIVOS Guía completa paso a paso para imitar el éxito financiero y la vida de los nuevos ricos Título original de la edición en lengua castellana: Trabaja menos y gana más generando ingresos pasivos Edición original en lengua castellana publicada por Ediciones D’León, ediciones digitales Copyright © Santi d’León y Ediciones D’León Copyright © de la edición en lengua castellana, Ediciones D’Leon. Madrid, España. Primera edición: noviembre 2014 Maquetación y portada: Sodyum Design – sodyumdesign.com Copyright © Ediciones D’León – edicionesdleon.com http://goo.gl/6NbDxI http://goo.gl/5jvnjC Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, se mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo, por escrito del autor, autores, editorial o representante legal que ostente los derechos sobre esta obra. Esta publicación fue diseñada para ofrecer información competitiva y fiable sobre la materia en cuestión. Sin embargo, se vende y distribuye bajo el entendido tácito de que ni el autor ni el editor ni la editorial tienen intención u/o responsabilidad de brindar ningún tipo de asesoría legal, impositiva, financiera, contable o profesional. Las leyes pueden cambiar de un país a otro o de una ciudad a otra o de un estado a otro. Si el lector requiere de asesoría legal o sobre cualquiera de las cuestiones citas en este libro deberá buscar por su cuenta y riesgo a un profesional debidamente titulado y autorizado. Los autores, el editor y la editorial niegan cualquier responsabilidad en la que el lector pueda incurrir al usar o aplicar por su cuenta y riesgo los contenidos de este libro. ÍNDICE DE CONTENIDOS Prólogo: ¿Para qué necesitas este libro? Introducción PRIMERA PARTE - Capítulos 1 – Empleo vs. Ingresos pasivos 2 – El sentido común es el 90% de un negocio 3 – La mentalidad que genera ingresos pasivos 4 – ¿Qué van a decir de ti cuándo lo hagas? 5 – Disolver las dudas SEGUNDA PARTE – Capítulos 6 – ¿Qué son los ingresos pasivos? 7 – Tipos de ingresos pasivos y sus beneficios 8 – 5 pasos decisivos para conseguir ingresos pasivos 9 – Crear ingresos pasivos que fluyan durante años 10 – Consideraciones finales 11 – Guía paso a paso para crear ingresos pasivos TERCERA PARTE – Contenido extra Capítulo extra - Más recursos para tu formación Cuéntale a los demás acerca de este libro Este no es el fin, es el comienzo Información de contacto PRÓLOGO ¿Para qué necesitas este libro? Si en este momento tu vida se encuentra en una encrucijada financiera o laboral este libro ha sido escrito para ti. Desde muy joven me ha encantado el mundo de los negocios, es un ámbito en el que puedo estar en contacto con gente muy diversa y donde día a día surgen nuevas propuestas e ideas que deseo poner en práctica. Leo decenas de libros al año sobre comercio internacional, el mercados de valores, metales preciosos, negociación, bonos, arbitraje, especulación bursátil, bienes raíces, contabilidad financiera, management, marketing, creación de empresas, negociación, startups, productividad y motivación personal. También soy consumidor de podcasts, programas de televisión, documentales y series sobre las grandes empresas del mundo y su gestión. Hace algunos años, uno de mis socios que es un buen amigo —además de millonario— me regalo un libro difícil de conseguir “Como obtener el éxito personal y financiero” de David J. Schwartz, junto con un consejo que, desde entonces, no he olvidado “Los negocios son en un 90% sentido común”. En la mayoría de las personas, sin embargo, el sentido común, es el menos común de los sentidos, quizás por eso tantos negocios acaben desapareciendo o conduciendo a la ruina a sus propietarios y a sus familias obligándoles a permanecer como empleados durante años —tal vez durante el resto de su vida—. La generación de ingresos pasivos es una forma de negocio que me resulta del todo fascinante por su potencial económico. Sin embargo es abrumador el hecho de que, la inmensa mayoría no piensan siquiera en conseguir ingresos pasivos. Nos han condicionado desde pequeños para no hacerlo. Como podrás suponer, he leído a todos —o casi todos— los gurús financieros actuales así como blogs, entrevistas y artículos sobre este tema. A algunos de ellos les conocerás o habrás oído hablar de ellos, personas como Robert Kiyosaki, Tim Ferris, Donald Trump o Steve Pavlina —entre otros—. Sin embrago, en lengua castellana, sigue faltando una gran cantidad de material disponible para el estudio sobre este tema y para quienes quieran mejorar sus habilidades financieras y ganar dinero mientras duermen, cenan con su pareja o están de vacaciones en alguna isla alejada del mundo leyendo un libro como este. Yo mismo he experimentado esa tranquilidad y puedo asegurar que no se compara con ninguna otra. Esa sensación de libertad que brindan los ingresos pasivos no tiene comparación. He escrito este libro porque después de estudiar el material existente sobre como crear flujos de ingresos pasivos, he notado algunas zonas incompletas o inconexas que dejan a medias a quienes quieren explotar esta vía de ingresos. En la mayoría de los casos lleva varios meses establecer las conexiones necesarias sobre ese material para echarlo a rodar definitivamente. Eso sin hablar de la cantidad de refritos de autores angloparlantes a los que muchas veces se les quita toda atribución de sus ideas o —peor aún— son desvergonzadamente copiados. Creedme, tengo 43 años y he leído y leo mucho —mucho— y he visto cosas que no creeríais —por decirlo con algo de humor—. De todas formas, creo firmemente que la gente es lo suficientemente lista para separar el trigo de la paja por si misma, así que no voy a ser yo quien emita un juicio de valor sobre el tema. ¿Quién mejor que ustedes, como lectores, para tener la última palabra sobre lo que vale o no vale la pena leer?. También hay algunas publicaciones muy decentes, todo hay que decirlo, pero, de algún modo dejan algún aspecto sin tratar. Escribo este libro porque así puedo aportar valor a todos aquellos que comparten mis inquietudes financieras y que quieren aprender como crear sus propios flujos de ingresos pasivos y al mismo tiempo compartiendo mi experiencia en este tema creo un flujo de ingresos pasivos propio a través de dicho valor. Este es un gran momento para ti, lo sé, yo he estado en ese lugar y sé lo que se siente. La puerta hacia una nueva forma de libertad financiera se está abriendo delante de ti y te invito a pasar a través de ella para que, cuando salgas por el otro lado seas alguien diferente. Alguien con una visión más aguda de las posibilidades para crear y mantener flujos de ingresos pasivos de gran valor que perduren durante años metiendo dinero en tus bolsillos —o mejor dicho en tu cuenta bancaria—. No me andaré con rodeos, iré directo al grano aclarando conceptos dudosos y explicando en detalle que son —y que no son ingresos pasivos—. Como se crean y se mantienen activos a largo plazo. Detallaré las opciones más habituales para conseguir ingresos pasivos con sus pros y sus contras — desde un punto de vista empresarial, cosa que no se hace en otros libros—. Te hablaré de cómo puede que se lo tome tu familia y amigos y de como lidiar con sus opiniones —muchas veces contrarias a nuestros intereses— tocaremos todo lo necesario para que al finalizar des el primer paso y puedas crear tu plan para conseguir tu primer flujo de ingresos pasivos. Acabas de abrirte una gran puerta hacia la libertad financiera ¡Enhorabuena! Santi d’León Madrid, noviembre de 2014 INTRODUCCIÓN Aprender a crear flujos de ingresos pasivos de forma sistemática es una de esas cosas que cambian tu vida. Cuando esta idea eche susraíces en tu mente serás como un misil y ya no podrán detenerte. Retomarás el control financiero de tu vida y te preguntarás ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Por qué nadie me lo dijo? no te preocupes, a todos nos pasa lo mismo en este punto. Recuerda que nadie —ni el más inteligente en su campo— nació sabiendo hacer lo que hace tan bien, lo cierto es que hubo un momento en su vida en que no sabía nada al respecto, así que deja de lado tus prejuicios iniciales y centrémonos porque esto se va a poner realmente interesante. Supongo que alguna vez habrás oído hablar de Warren Buffett —el inversionista más rico del planeta—, este señor con cara de bonachón comienza sus charlas a jóvenes estudiantes, llenos de sueños de convertirse en futuros millonarios, con una afirmación contundente que deberías recordar durante el resto de tu vida: “No hay nada que yo haga en mi vida o en mi trabajo que vosotros no podáis aprender a hacer igual o mejor que yo. ¡Nada!” ¡Qué gran verdad! que vale la pena no olvidar, no solo en lo referente a inversiones de capital, sino a cualquier habilidad que quieras desarrollar a lo largo de tu vida, como aprender a crear flujos de ingresos pasivos. Si te interesa ver sus charlas puedes encontrarlas en YouTube — subtituladas en castellano—. Aunque este libro no trata sobre el tipo de ingresos pasivos de alguien como Warren Buffett, lo que dice sobre la posibilidad de aprender es fundamental en la creación de flujos de ingresos pasivos. Te recomiendo que imprimas y pegues su afirmación en una hoja de papel con grandes letras a modo de tarjeta que puedas leer cada vez que te asalten las dudas para recobrar rápidamente la confianza y la concentración. También puedes utilizar la afirmación que yo tengo pegada en mi campo de visión cerca de la pantalla de mi ordenador y que me sirve para recordarle a mi mente de forma subconsciente que debe despejar las dudas rápidamente cuando me topo con alguna piedra en el camino: “Todo se puede aprender y mejorar y por tanto todo es posible” No necesito ponerla justo frente a mis ojos —bastará con que esté en mi campo de visión— así, mi cerebro por si mismo, se encargará de leer esa afirmación todo el tiempo y cuando me asalte alguna duda mi vista se irá de forma automática hacia la tarjeta recuperando la concentración. Cuando descubres la importancia que puede tener en tu vida aprender a generar flujos de ingresos pasivos, tu interior se ve repentinamente invadido de una gran cantidad de emociones difíciles de describir en palabras. Pasas de la ansiedad a la incredulidad, del desasosiego al temor y luego a una profunda sensación de libertad una y otra vez en un intento por volver a organizar todo lo que sabías —o creías saber hasta ese momento—. No te preocupes, es solo el revulsivo inicial. Tu mente ha puesto en marcha el motor de tu imaginación y tus ideas se están comenzando a bullir. Son todos síntomas normales de que estás a punto de dar un salto importante en tu vida y que puede llevarte a un nivel superior del que te encuentras ahora mismo. Recuerdo claramente cuando tomé conciencia sobre el impacto de introducir en mi vida los flujos de ingresos pasivos. Fue a través del libro Padre Rico y Padre Pobre de Robert Kiyosaki y Sharon Lechter —a finales de 2007—. Eso cambió definitivamente mi forma de pensar y de trabajar. Se puede decir que desde pequeño he tenido espíritu emprendedor y empresarial por lo que ya conocía el concepto de ingresos pasivos —renta residual, regalía o interés— y, como la mayoría, me había quedado en la cascara sin percibir el valor a largo plazo de ponerlo en práctica. Hay una gran distancia entre comprender algo y apreciar su verdadero potencial de futuro —de lo contrario todos seríamos especuladores bursátiles—. Por entonces yo vivía en una especie de “día personal de la marmota” —algo que se repite igual día tras día— aunque el germen empezaba a crecer en mi mente. Me despertaba a las seis de la mañana, me duchaba y salía a toda prisa —sin desayunar— para hacer un viaje de casi dos horas —primero en metro o autobús y luego en tren y luego otra vez autobús— hasta mi trabajo en la otra punta de la ciudad, aprovechaba ese tiempo para estudiar, planificar y pensar. Allí permanecía durante diez horas cada día esforzándome por ser el mejor haciendo mi trabajo para que me tuvieran en cuenta, si tenía un rato libre estudiaba más, al final de la jornada emprendía la vuelta a casa, otra vez casi dos horas que usaba para estudiar un poco más o simplemente cavilar. Llegaba cansado, cenaba algo, me ponía al día con los temas de la casa y me quedaba dormido en el sofá; de madrugada me pasaba a la cama y a las seis de la mañana de vuelta a empezar. Daba lo mismo que hiciera frío, lloviera, nevara o asfixiara el calor así eran todos mis días en aquel entonces. Aún no lo sabía, pero todo estaba a punto de cambiar debido a uno de mis proyectos de negocio. Uno de mis jefes vio el potencial de mi idea y se convirtió en mi socio aportando el capital para crear una nueva compañía, fue una sensación maravillosa conseguirlo y —sin preverlo— me puso en contacto directo con los beneficios de los ingresos pasivos —en este caso publicitarios—. Desde entonces muchas cosas han sucedido, y sobre todo, he aprendido mucho sobre como generar y como funcionan los ingresos pasivos. Cuando aprendas a crear tus primeros flujos de ingresos pasivos y compruebes sus resultados en primera persona estarás de acuerdo conmigo en que muy pocas te hacen sentir tan genial. Entremos de lleno en el tema. En el primer capítulo dejaremos claras las diferencias entre ganar dinero en un empleo convencional donde se te paga por tu tiempo y crear un flujo de ingresos pasivos donde se te paga por el valor que eres capaz de aportar a los demás. ¡No te lo creerás! PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1 Empleo vs. Ingresos pasivos Antes de comenzar quiero aclarar que no tengo nada en contra de los empleos, afortunadamente, todos somos diferentes y muchos se sienten a gusto en sus empleos actuales. Algunos han pasado tanto tiempo trabajando para sus empresas que estas se han convertido en su segundo hogar —o el primero—. Es importante que cada uno tome sus propias decisiones, por eso voy a exponer algunos aspectos del empleo basados en mi experiencia y en la de mucha gente a la que conozco, para que puedas decidir por tu cuenta. Se trata de aspectos poco analizados a la hora de decidir a largo plazo como vas a ganar tu sustento y que creo que pueden ayudar a cualquiera que los lea a tomar decisiones más inteligentes sobre su presente y su futuro. Así que ¡vamos allá! ¡Olvida todo lo que sabías hasta ahora del empleo porque casi todo eso es falso! Así de rotundo te lo digo, a continuación voy a enumerarte paso a paso cada una de las situaciones a las que te enfrentas para conseguir y mantener un empleo y comprobarás lo contundente de esta afirmación. Al finalizar el capítulo sentirás ganas de tomar un vaso de agua para pasar el trago así que ve preparando algo de agua fresca —puedes reemplazar el agua por el whisky—. Que algo se haga de una determinada manera por la mayoría de las personas no significa que sea lo correcto ni lo más conveniente. Probablemente te hayan lavado el cerebro durante tantos años que no des cabida si quiera a reflexionar sobre la posibilidad de encontrar una manera diferente de conseguir ingresos. La gente no deja de pensar que las cosas están muy mal—y ahora peor— así que es mejor conseguir un buen empleo y amarrarse a la silla de la oficina de por vida. El condicionamiento social al que estamos sometidos es tal, que salirse del molde y reflexionar se hace muy difícil. Todo comienza en casa cuando somos muy pequeños y luego en la escuela y la universidad cuando crecemos. Estos ambientes nos hacen aceptar sin planteos algunas ideas por el simple hecho de que si todo el mundo lo hace eso será lo correcto y lo que hay que hacer. Posiblemente tus padres lo hayan hecho así, tus compañerosy amigos también lo hayan hecho igual y tu pareja también, así que se hace lo mismo y se espera que todo vaya bien ¿verdad?. Pues no. Me estoy refiriendo al hecho de que te hayan educado sin que lo sepas para conseguir un empleo y considerarlo el mejor —y a veces único— medio de ganarte la vida. Te han programado desde siempre para buscar un empleo y ganar dinero y cuando quieras más dinero —siguiendo tu programa— te verás en la obligación de trabajar más o de buscar un segundo empleo. Esto es, hasta cierto punto, ridículo. Tanto si has estudiado como si no, lo más probable es que te hayan inculcado que hay un solo camino para ganarnos la vida, el empleo. Nuestro sistema educativo forma mejores empleados y no mejores individuos o individuos más felices. ¿No me crees? Si estás en tu lugar de trabajo, levanta la vista un momento y observa cuantas caras de felicidad hay a tu alrededor. Las hay con un gesto tenso y las hoy de completa ausencia. Están, pero no están. ¿qué te parece? ¿se percibe verdadera felicidad allí donde estás? ¿sientes que la gente es feliz allí cada día? ¿Y tu, qué te gustaría estar haciendo ahora mismo en lugar de estar allí?. Si toda la gente con la que te rodeas vive únicamente de su empleo es fácil que lleguen a la conclusión de que es la mejor forma de ganarse la vida. ¡Eso no son más que bobadas! Que los demás hagan algo en masa, no quiere decir que tú estés en la obligación de hacer lo mismo. De hecho, cuando notes que todos hacen algo en masa y tú también deberías preguntarte ¿por qué estamos actuando como corderos?. No hay nada de malo en que busques un empleo como los demás —ni que compres el nuevo teléfono móvil como los demás— si es eso lo que quieres, lo malo es que lo hagas sin pensar. Si consideras que conseguir un empleo es la única —o la mejor— manera de obtener ingresos para sustentar tu estilo de vida estás errando de pleno. ¡Eso es completamente falso!. Conseguir un empleo no es ni la mejor ni la única manera para obtener ingresos aunque sea la manera más utilizada. En cambio es mejor sustentar tu estilo de vida generando flujos de ingresos pasivos, tantos como te sea posible. La gran diferencia que existe entre ganar dinero con un empleo y ganar dinero de forma pasiva es el meollo de este libro. Grábate esto en la cabeza, cuando recibes un salario a través de un empleo te están pagando por el tiempo que dedicas a ese empleo —más que por tus habilidades, te pagan por tu tiempo—. ¿No me crees? Entonces pregúntate ¿por qué te infravaloran en tu trabajo? ¿por qué te hacen trabajar más horas de las que habías acordado inicialmente? ¿por qué no te dan más responsabilidades? Yo te lo diré. Porque quieren sobre todo tu tiempo. En cambio, cuando creas un ingreso pasivo basado en el valor que puedes aportar a los demás todos se benefician —y ese todos te incluye a ti también—. Entiendo que ahora mismo sientas algo de confusión, pero cuando acabe este capítulo verás las cosas mucho más claras y cuando termines este libro —o antes— podrás responder con seguridad a la siguiente pregunta ¿quiero que me paguen por mi tiempo o por el valor que soy capaz de crear para los demás? — bebe un poco de agua o whisky—. Si hablas con gente que siempre ha vivido de sus empleos posiblemente todos estén de acuerdo en que tener un empleo es la forma más segura y fácil de ganarse la vida y prosperar. Si hablas con alguien que lleva mucho tiempo desempleado y atraviesa una circunstancia de necesidad, te dirá que lo que más desea en el mundo — sobre todas las cosas— es conseguir un empleo, de hecho se conformará con cualquier empleo que consiga, incluso si no tienen nada que ver con lo que ha hecho durante toda su vida o si es para ocupar un puesto inferior en la escala corporativa del que tenía anteriormente. Algunas personas encuentran que solo les es posible conseguir dinero para sustentar sus vidas a través de uno o más empleos. Así que te dirán, sin duda alguna, que buscar un empleo es la mejor decisión que puedas tomar para labrarte un futuro más seguro. ¡Vaya idea más tonta! Si aceptas esa idea sin más, te deseo la mejor de las suertes, porque la vas a necesitar. Entrar en el mundo corporativo no es, ni de lejos una tarea sencilla y muchas veces tampoco es agradable a largo plazo. Las encuestas del organismos internacionales relacionados con el bienestar laboral han demostrado que más del 80% de las personas que tienen un empleo, trabajan en algo que no les gusta o para lo que no han estudiado, y además, se consideran mal pagados y mal valorados. Esto tiene que ser significativo para ti de alguna manera. Hablamos del 80% de los empleados (8 de cada 10). Es una cifra aplastante y eso en los países que mantienen un estándar laboral digno o mínimamente digno. En países del tercer mundo o países con altos niveles de corrupción gubernamental, la cifra podría ser incluso mayor. Nadie quiere ser explotado laboralmente de por vida. Aunque el porcentaje varíe de empresa a empresa, en general, puedes esperar con seguridad que, al menos la mitad de tus compañeros —y posiblemente tú también— no están a gusto con su empleo aunque necesiten percibir un salario. Esta situación es ridícula y anormal, no puede sostenerse a largo plazo. Pero si lo piensas es hasta cierto punto esperable porque tanto los procesos de selección de personal como muchas de las políticas internas de las empresas parecen estar pensadas para empleados carentes de sentimientos, familiares y cualquier ambición personal. Ese 80% de frustración demuestra la miopía de mundo corporativo. En algún momento de nuestra vida llegamos a pensar —o nos convencen— que obtener un único ingreso proveniente de un empleo es lo más seguro para hacer frente a nuestros gastos. Es increíble que tanta gente siga creyendo que es más seguro depender de otra persona en vez de uno mismo para mantener sus ingresos; más cuando la otra persona —tu jefe— es un completo desconocido que solo necesita algo de ti, tu tiempo. Tu jefe mañana podría empezar a “tenerte entre ojo” porque no le ha gustado tu rendimiento, tu forma de mirar, que sueles llegar un poco tarde por la mañana —aunque vivas muy lejos — o porque simplemente no le gusta alguna cosa trivial. Resulta más irónico aún, si piensas que muchos jefes ni siquiera saben exactamente que hacen sus empleados o la problemática de sus labores cotidianas —tu jefe no sabe, ni le preocupa, que la impresora nunca funciona—, pero aún así valora la actitud y el tiempo que dedicas a tu empleo. Puede que hagas bien tu trabajo, pero si no le caes en gracia a alguien importante, antes o después, por un motivo u otro te verás en la calle — probablemente antes—. ¿Cómo empezó todo? Pues bien, comienzas este tortuoso camino, con una entrevista de trabajo, o mejor dicho, con muchas entrevistas de trabajo. Posiblemente tengas que aceptar el empleo en el que te acepten a ti y no el que te hubiera gustado conseguir — aún si cuentas con la cualificación necesaria—, porque lo jefes tienen criterios muy diferentes a la hora de contratar personal. Tal vez prefieran contratar a alguien conocido de otro trabajador de la empresa, aunque esté menos cualificado, solo porque alguien responde por esa persona. O prefieran descartarte porque, en la entrevista, con los nervios sudabas mucho y les recuerdas a su cuñado. Es una verdadera demencia. Ese tipo —tu jefe— puede venir mañana y decirte “¡Estás despedido/a!” y seguir con su vida como en el programa de El Aprendiz con Donald Trump. En ese punto, te guste o no, tendrás que recoger tu cheque y tus cosas — aunque podrían impedírtelo si quieren— e irte con la cabeza gacha. Otra vez a la casilla de salida. Otra vez a hacer decenas de entrevistas pidiendo una oportunidad. Si sigues en tu empleo no estás mejor. Puede suceder que tu jefe sea el perfecto —o la perfecta— imbécil que se atribuye los méritos de tu trabajo y te culpa a ti o a tus compañeros cuando no se alcanzan los objetivos que él mismo no sabe gestionar —curiosamenteeste perfil de jefes parece muy demandado en las empresas—. Deberás aceptar que en el mundo corporativo, cuando te cruzas con un jefe imbécil, no tienes más alternativa que soportar y saludar con una sonrisa si quieres conservar tu empleo y a veces ni siquiera eso funciona, te vas a la calle igual. Muchas veces sin miramientos y sin gratitud. Es muy doloroso. En un empleo tampoco puedes decidir sobre aspectos cruciales a la hora de hacer tu trabajo; por ejemplo, elegir tu espacio de trabajo. Tendrás que trabajar en el espacio que te hayan asignado, aunque no sea cómodo para ti. Si la persona que ocupaba antes ese puesto podía hacerlo en 4 metros cuadrados, tú deberías poder hacerlo también —¡y te lo dirán!— aunque tu volumen corporal sea mayor. Si hacen cambios en la oficina y quieren cambiar de sitio los muebles, pues, los moverán y tendrás que moverte tu también —te guste o no— ellos decidirán donde estás mejor para hacer tu trabajo, tu opinión casi nunca cuenta. Es posible que te dejen acondicionar un poco el espacio para que te sientas “como en casa”, pero es un placebo psicológico, si intentas hacer grandes cambios como cambiar tus cosas de sitio se te echarán encima. Tampoco podrás estar cambiando tus cosas de sitio todos los días hasta encontrar la posición más cómoda porque molestarás a tus jefes y a tus compañeros y posiblemente te dirán que “mejor que dejes las cosas como están de una vez” porque podrías tener problemas —da miedo de solo pensarlo —. No puedes decidir cuanto quieres que te paguen por hacer tu trabajo, tu salario lo decidirá el mercado, la política de empresa, el sindicato, tu jefe —o su mujer si va por allí— o el departamento de recursos humanos, es decir, cualquiera menos tu. Serás tú quien tenga que adaptarse a sus expectativas y ellos te pagarán en base a una estimación que —realmente — no está basada en tu talento o tu capacidad porque te han valorado antes de trabajar. Si lo haces mejor de lo que esperaban seguirás cobrando lo mismo al menos durante ese año. Si lo haces peor, se desharán de ti a la primera oportunidad. Si necesitas más dinero para vivir porque tu situación ha cambiado o quieres mudarte tendrás dos alternativas. Una de ellas es negociar —en algunas empresas eso significa suplicar— y si son buenos contigo consigues un aumento. Sales del despacho con un poco más de dinero —generalmente poco— a cambio de una gran deuda emocional que procurarán cobrar a largo plazo. Siempre es una situación incómoda y estresante (perderás algo de pelo cuando te ocurra, ya lo sabes). La otra alternativa es peor, porque implica trabajar más, haciendo horas extras; ten presente que en la actual cultura corporativa, las horas extras muchas veces no se pagan, porque se ha extendido la costumbre de trabajar hasta cualquier hora después del horario laboral. Esa actitud se considera como “compromiso con la empresa” y es una obligación moral implícita que jefes y empleados perpetúan. Te verás en la situación de tener que trabajar más horas fuera del horario laboral porque se lo debes a la empresa que te da trabajo. Según parece, no estar dispuesto a hacer más horas de las que habías pactado sin cobrar un duro más está mal visto —mal asunto—. En un empleo tampoco puedes decidir cuando y cuanto tiempo deseas irte de vacaciones. En la mayoría de las empresas existe un período socialmente aceptado en el que la gente quiere irse de vacaciones que es durante el verano. Si prefieres el invierno para esquiar, tendrás que conformarte con algunos días extra, un fin de semana de puente o ir anticipando días a cuenta de tus vacaciones, pero es muy posible que no te permitan tomarte tus vacaciones completas, sobre todo si la fecha que has elegido coincide con la época de más trabajo en tu empresa. Por otra parte solo dispones de un número limitado de días para tomarte de vacaciones —habitualmente entre 15 y 30 días—, si quieres más días de vacaciones tendrás que cambiarlos por más horas de trabajo durante algún tiempo. No importa que tengas el dinero suficiente para tomarte dos meses de vacaciones, porque tu empresa solo te dejará hacerlo durante el tiempo que tiene establecido contigo en el contrato que has firmado —¡deberías tener un contrato!—. Aunque —según he oído— en la cultura popular corporativa “no es bueno ausentarse mucho tiempo del trabajo” porque podrían pensar que no se nota tanto tu ausencia y pasar tus obligaciones a otro compañero. Las empresas se adaptan y pueden adaptarse a sobrevivir sin ti. Así que ándate con ojo si vas a ausentarte. ¿Quieres un poco más de agua? …¿o whisky? Parece extraño, pero si van a darte un empleo, esta gente quiere verte por allí, así que tendrás que desplazarte todos los días hasta el trabajo —a ser posible con el almuerzo para ahorrar algo de dinero y comer mejor— no son muchas las empresas que dan de comer a sus empleados —aunque las hay—. Llueva, haga calor, frío o nieve, tendrás que hacer todo lo posible por llegar allí cada día a tiempo porque eso de trabajar desde casa todavía está mal visto —la desconfianza en tu formalidad está implícita—. Está claro que, más allá de lo bien que hagas tu trabajo —y de lo formal que seas— tu jefe se siente mucho mejor cuando recorre la oficina y todos están en su sitio mirando sus pantallas, aunque al mismo tiempo todos estén hablando pestes sobre él o ella por el chat de la oficina o comprobando sus redes sociales. Es irónico, pero quieren verte sentado en tu sitio más que saber que estás haciendo bien tu trabajo. La mayoría de los empleados acaban encontrando formas muy creativas de simular que trabajan durante la mayor parte de la jornada laboral, lo cual es una pérdida de tiempo para ambas partes. No participarás de los beneficios que contribuyes a generar para la empresa, algunas ofrecen un bono extra por cumplir objetivos —pero solo en puestos directivos— ese bono generalmente será inferior al valor que tu trabajo genere. Por otra parte ¿cómo se mide el verdadero impacto de tu trabajo en tu empresa? ¿cuánto exactamente contribuyes para que esta tenga éxito? No hay forma de saberlo exactamente, a la mayoría de las empresas no les interesa saberlo, porque no van a pagarte más por ello. En caso de que hagan este tipo de análisis será para valorar la empresa en su conjunto. Tiene sentido —para ellos—. Los empresarios tienen la mala costumbre de crear empresas para ganar dinero en lugar de repartirlo —cosas de empresarios—. Si nunca te ha pasado debes saber que enamorarte en el trabajo puede ser un gran problema, incluso puede ser la causa de que pierdas tu empleo, las empresas se oponen radicalmente a las relaciones íntimas dentro del ámbito corporativo. Esto puede ser muy complicado si acabas teniendo sentimientos más profundos y personales por alguien que trabaja contigo. Encontrar una pareja en el contexto laboral es habitual —ya sea permanente u ocasional— pero no debes involucrarte personalmente por el bien de tu empleo. No puedes permitirte enamorarte y menos tener algún tipo de contacto físico con alguien que trabaja contigo o podrían despedirte de inmediato —sin mediar otra justificación—. Para conservar tu empleo es más seguro reprimirse. Deberás hacer tu trabajo exactamente durante la jornada laboral, ni antes, ni después. Aunque si es después no importa tanto, como dije, hay tolerancia en que acabes después de tu hora de salida, pero no al contrario. Si acabas tus tareas dos horas antes que los demás, deberás quedarte igual en tu puesto de trabajo buscando algo en que ocuparte. Está mal visto irse antes de que concluya la jornada laboral y más si eres el primero en abandonar “el barco”. Hay excepciones a la regla, incluso puede que tengas que ir al médico o recoger a tus hijos del colegio y tengas que irte antes porque no tienes más alternativa, no vas a dejar a tus hijos en la calle ni poner en peligro tu salud —aunque si pudieras hacerlo te lo agradecerían —. Debes adaptar todo tu estilo de vida al horario de la empresa —se hacemuy difícil tener una vida fuera del trabajo—. El horario de trabajo se vuelve un muro muy alto para saltar entre tus relaciones, tus aficiones, tu descanso y tu salud. El día tiene las horas que tiene, no más. Pude suceder que tu jefe o algunos de tus compañeros de trabajo sean personas inseguras y celosas en relación a tu desempeño o a tu situación en la empresa, ya sea porque ganas más dinero que ellos o porque tu jefe se siente amenazado con tus novedosas ideas o porque pareces disfrutar más de lo habitual en tu trabajo —lo cual, extrañamente, nunca parece ser una buena señal para los demás— así que, muchas veces, tendrás que trabajar por debajo de tus posibilidades para no levantar una oleada de críticas hacia tu persona. También puede suceder que seas una mujer muy capaz de cumplir con tus obligaciones y que tu jefe sea un salido que te coloque en situaciones incómodas y que te veas obligada a hacer la vista gorda tanto como sea posible —también puede ocurrir al revés—. También tendrás que abstenerte de opinar abiertamente sobre tus jefes y sobre la política de la empresa y más frente a los demás. No está bien visto hablar mal de los jefes o de la empresa en presencia tus compañeros, incluso alguno de ellos podría ir a los jefes con el cuento para ganar puntos. ¿Lo entiendes? Para conseguir y mantener un empleo deberás renunciar una gran parte de tu libertad, autoestima e ilusiones. En algunos casos también a tu creatividad y por último a tu tiempo y a tus aficiones durante muchos años o de por vida. La vida es muy corta para malgastarla de esa manera. El ritmo será impuesto por tu empleo y tu estilo de vida tendrá que adaptarse plenamente al horario de tu jornada laboral, siempre estarás pensando que mañana madrugas. Son muchas las razones por las que el sentido común te dirá que no es una idea tan genial eso de atarte a un empleo de por vida, pero hay una razón entre todas que es especialmente importante y me refiero a los impuestos. Ser empleado y percibir un salario significa estar en la peor situación en relación a lo que debes pagar de impuestos. Para que tengas una idea, si tomas como referencia un salario medio de cualquier país industrializado, lo que pagas al año en impuestos sobre tu salario alcanza para comprar un coche nuevo cada año. Si has leído bien. Con lo que pagas de impuestos como empleado podrías comprar un coche nuevo todos los años. Eso se mucho dinero. Hay otras formas más eficaces de manejar tu carga impositiva cumpliendo todas tus obligaciones legales y morales como ciudadano —debes pagar tus impuestos porque es importante para todos— pero siendo empleado te llevas la peor parte, el gobierno cobra tu salario antes que tu cada mes, así lo dicta la ley. En cambio, si ganas dinero con tu propia empresa, tu carga impositiva es menor y te permite ganar más a largo plazo. Aunque para esto tendrás que buscar el modo de ingresar dinero cada mes —y eso no es para todo el mundo —. A través de los ingresos pasivos podrías elegir en que te gustaría trabajar —y de hecho debes hacerlo— porque ganarás más dinero haciendo lo que te gusta hacer que de otra forma. Las horas van muy de prisa cuando disfrutas de lo que haces. Algunos días podrías trabajar por la mañana, otros por la tarde, podrías hacerlo durante tres horas al día o seis u ocho, lo que fuera necesario para tus objetivos. Si un día no quieres —o no puedes— trabajar, los ingresos de dinero seguirán fluyendo de manera constante. Aunque si disfrutas lo que haces es raro que no quieras hacerlo algún día o durante todo el día. Cuando recibes ingresos pasivos puedes tomar las decisiones más importantes de tu vida en primera persona. Tú serás quien decida cuanto dinero necesitas o cuanto esperas ganar y cuanto más hábil te vuelvas creando flujos de ingresos pasivos más dinero ganarás, nadie va a decirte que tienes un límite. Nadie excepto tu. El valor que puedas producir para otros no tiene techo, en cambio el tiempo que puedes dedicar al día a un empleo es muy limitado. Podrás definir tus propios objetivos a largo plazo. En la mayor parte de los aspectos tendrás la última palabra y las cosas se harán a tu manera, por lo que es muy importante cultivar en tu persona los buenos hábitos de trabajo y disciplina para sacar el máximo partido a tus oportunidades. Crear ingresos pasivos no es para vagos ni pusilánimes. Podrás trabajar desde casa o desde tu propia oficina, decidiendo cuanto espacio vas a dedicar a tu trabajo y como prefieres que esté decorado. Si quieres ir al baño a darte una ducha relajante o hacer una pausa para hablar por teléfono puedes hacerlo sin sufrir el estrés que provoca la mirada de los demás o que te encuentres con tu jefe en el pasillo del baño mientras hablas a escondidas. Tú impones tu propio ritmo, así que saca lo mejor de ti. Si eres de esas personas que disfrutan quedándose un rato más en la cama podrás hacerlo porque no tendrás que salir una hora antes para llegar hasta la oficina, con lo que probablemente descanses mejor. Pero no te quedes en la cama holgazaneando, descansa un poco más y saca más provecho al día. Nadie puede llamarte a su despacho para despedirte o para cesarte si no le caes bien o si quiere contratar a otra persona para que ocupe tu lugar. No tendrás la obligación de bajar el nivel de tus resultados para no despertar envidias entre tus compañeros de trabajo o tus jefes. Podrás atender tus redes sociales cuando lo creas conveniente e incluso puede que estas redes te ayuden a vender mejor tus productos y te mantengan en contacto con tus clientes y amigos. No limitarás tus contactos y conocidos al único ámbito de tu trabajo, podrás contactar y conocer gente diferente cada día y eso enriquece tu persona. Tus relaciones personales y sentimentales dispondrán de más atención y tiempo por tu parte. Podrás dedicar más tiempo a las relaciones íntimas y al ocio con amigos y con tu pareja. Es más fácil dedicar tu tiempo a quienes te importan cuando no lo has vendido casi todo a una empresa. Si hasta hoy has podido lidiar con los problemas de tener un empleo, entonces, crear un flujo de ingresos pasivos no resultará más difícil para ti. Puede que te resulte algo extraño ahora, pero las habilidades necesarias para conseguir y mantener un empleo suelen ser muy parecidas a las que se necesitan para generar un flujo de ingresos pasivos. Piensa que para que tomen en cuenta tu perfil en muchos empleos te exigen que hayas cursado un master después de haberte graduado en la universidad, esto suele costar mucho dinero extra y ser bastante difícil y estresante de obtener. Crear un flujo de ingresos pasivos no es técnicamente más difícil que realizar la mayoría de los trabajos, es más difícil cambiar la mentalidad al respecto por la educación con la que nos han programado para ser buenos empleados que crear un flujo de ingresos pasivos. Esto no significa que debas presentarte mañana mismo en tu oficina y renunciar a tu empleo sin más, ni que todos los empleos y empresas del mundo sean despreciables —hay excepciones como en todo— aunque la mayoría de los empleos se ajustan a lo que he descrito y, puede que, lo hayas vivido en primera persona. Tampoco significa que crear flujos de ingresos pasivos sea incompatible con mantener un empleo de forma paralela. Podrías compaginar ambas cosas hasta que consigas generar le flujo de dinero suficiente para dejar tu empleo actual o para buscar otro empleo más agradable si eso es lo que deseas. Estés en la situación que estés no tiene ningún sentido saltar sin red cuando estás aprendiendo. En cualquier caso es una decisión enteramente personal, mi recomendación es ir haciendo el cambio progresivamente mientras necesites el dinero que te proporciona tu salario para mantener tu estilo de vida y a tu familia. Cuando alcances la experiencia necesaria y tus flujos de ingresos pasivos comiencen a dar resultados podrás optar por mantener ambas cosas o quedarte con una opción o la otra. Lo que sea mejor parati de eso se trata. Para tener verdadero éxito creando flujos de ingresos pasivos a largo plazo, es mejor ser una persona diligente y organizada y no desatender tus responsabilidades. Sin excusas. Si eres de esas personas que les gusta quedarse en la cama holgazaneando hasta medio día y no manejas bien las situaciones en las que debas asumir compromisos en primera persona, tal vez no sea una buena idea que te dediques a crear ingresos pasivos para vivir de ello. Si ese es tu caso te recomiendo que hagas al transición poco a poco. Recuerda, no hay porque saltar sin red. Mantén tus obligaciones laborales mientras desarrollas las aptitudes y el carácter necesario para afrontar esta tarea que tiene muchas recompensas cuando el éxito llega. Recuerda que las mejores decisiones se toman utilizando el sentido común. Y tú ¿cuánto sentido común tienes? CAPÍTULO 2 El sentido común es el 90% de un negocio François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés y sobre todo fue un tipo muy inteligente, tal vez te interese saber también se hizo inmensamente rico en su época y no por casualidad, sino porque había desarrollado un gran sentido común. Este capítulo no va sobre la ajetreada vida y el magnífico legado de la obra de Voltaire, pero sus anécdotas son fascinantes. Como ejemplo, una vez, junto al matemático La Condamine y los hermanos Paris-Duverney estableció una sociedad con el único fin de comprar todos los billetes de lotería de su época —por entonces se podía hacer esas cosas— embolsándose unas inmensas ganancias más tarde con los premios. Así de listo era Voltaire. Así trabajaba para el su sentido común. Dicho esto, lo que nos importa aquí es su famosa frase “El sentido común es el menos común de los sentidos” que sigue tan vigente hoy como lo estaba entonces. Si estas leyendo este libro es generar ingresos pasivos y el sentido común puede ser un gran aliado para ese propósito. No solo influirá en los resultados de tu cuenta bancaria, también lo hará en muchos otros aspectos de tu vida. ¿Por qué el sentido común? Porque es la clave para liberarte de cometer grandes errores —muchas veces irreparables— y caer en engaños haciendo lo mismo que hacen los demás cuando se movilizan en masa. Te será más fácil y rápido separar el trigo de la paja sin ponerte en peligro ni a los demás, al menos hasta el punto que sea previsible. Si echas un ojo a YouTube encontrarás cientos de horas en video de personas que desprecian utilizar el sentido común, ya sea lanzándose desde una azotea con un globo en la mano o cruzando una calle transitada en bicicleta con una venda en los ojos o saltándose una señal de STOP frente a las vías del ferrocarril para intentar ganar unos pocos segundos más. Ese tipo de personas, no solo se ponen en riesgo a si mismas, sino que, por si fuera poco, ponen en riesgo a los demás. Así como una familia dirigida por unos padres sin sentido común es una familia condenada a sufrir penurias durante muchos años, del mismo modo, una empresa dirigida por empresarios sin sentido común es una invitación al desastre para si mismos, para sus empleados, para sus socios y para sus inversores. Nadie quiere seguir a una persona insegura y sin sentido común, en cambio la mayoría estaría dispuesta a apoyar con entusiasmo una idea con fundamento en el sentido común. El sentido común beneficia a todos o a la mayoría. En cambio la estupidez perjudica a todos o a la mayoría. Una cosa es plantearte desafíos que te obliguen a salir de tu zona de confort y te permitan ampliar tus límites metales y emocionales ayudándote a crecer. Otra cosa muy distinta es pararte frente a un tren con una mano en alto porque estás convencido de que puedes detenerlo cuando se ponga delante. Me temo que la partida acabará 1- 0 a favor del tren —y, créeme, no habrá revancha—. En este caso ganarás si apuestas en tu contra, pero no habrá nadie para cobrar dicha apuesta. El riesgo asumido es mucho mayor que el beneficio potencial propuesto, y ese tipo de situaciones van en contra del sentido común. El sentido común te ayuda a eludir algunas decisiones absurdas que no conducen a ninguna parte. Bueno si, al desastre. Deberás acostumbrarte a escuchar más y hablar menos, a prestar más atención antes de comenzar a actuar. Preguntar —o estudiar— a quienes han hecho antes lo que tu quieres hacer ahora y así evitar cometer los mismos errores. Créeme, no es tan complicado. Se tarta de desarrollar la habilidad de reflexionar y no solo de dejarse llevar por el entusiasmo. De eso se trata el sentido común. Desarrollando tu sentido común tomarás mejores decisiones que afectarán tu vida rápida y positivamente, y no solo eso, porque, al mismo tiempo, esas mismas decisiones mejorarán la vida de quienes te rodean ya sea que los conozcas o no. Por lo tanto trabajar conscientemente con el objetivo de mejorar y potenciar nuestro sentido común no solo te beneficia a ti, también beneficia a los demás. Se trata de ser más razonable para conseguir los objetivos que te propones de la manera más rápida y eficiente. El sentido común mejora tu pensamiento reflexivo y acorta los tiempos para llegar a las conclusiones de manera más acertada aumentando tu nivel de astucia. La astucia no es solo quiere decir aprovecharse de los demás. Tu cerebro también se vuelve más eficiente e invierte más energía en ideas productivas y planes bien elaborados y menos en vagas concepciones que no tienen sentido a la larga. Como todos los sentidos —según la ciencia— el sentido común es una fuerza pasiva se pone en marcha al ser estimulada con ideas. Trabaja para poner en marcha el sentido común a voluntad y tus planes no tendrán límites. La buena noticia es que desarrollar el sentido común es posible, encontrarás muchos artículos y ejercicios sobre este tema en internet. Son tantos que se hace imposible describirlos todos en este libro, pero el mejor ejercicio que puedes practicar es aplicarlo a diario en tu propia vida. Te daré un método que puedes utilizar cuando quieras para saber si estás aplicando el sentido común en una circunstancia concreta o no. El sentido común simplifica las cosas, no las complica. Despeja no atasca. En un momento dado, en una circunstancia concreta, puedes hacerte esta pregunta ¿esto que quiero hacer simplificará la situación o no? Si no tienes la total seguridad de que tu decisión simplificará esa situación, entonces es probable que no sea la mejor opción. Las soluciones simples —basadas en el sentido común— son evidentes cuando las detectas, es como el juego de “¿Dónde esta Wally?” en donde tienes que encontrar a un personaje concreto en un dibujo donde hay cientos de otros personajes amontonados. Al principio no lo encuentras entre tanta confusión, pero cuando consigues verlo todo lo demás parece despejarse y consigues ver con claridad. Lo mismo sucede con las soluciones sencillas basadas en el sentido común porque simplifican la visión global volviéndose evidentes. La solución a la mayoría de los problemas no debería sumar una nueva variable al mismo, sino despejar las variables que ya han sido planteadas. EL sentido común es algo propio de nuestra naturaleza, si crees que no tienes ese sentido bien desarrollado comienza ya mismo a trabajar en ello, los beneficios que conseguirás —igual que el dinero que fluye hacia ti generando ingresos pasivos— no tiene techo. CAPÍTULO 3 La mentalidad que genera ingresos pasivos Para llevar a cabo cualquier tarea se hace evidente que debes conocer la teoría que hay detrás, pero, en la mayoría de los casos, con conocer la teoría no es suficiente para conseguir resultados a largo plazo. Para conseguir dichos resultados debe hacerse algo más que estudiar y comprender la suma de las partes, será necesario meter mano personalmente en el asunto y manipular cada una de las partes hasta crear algo con ellas. Esa es la mejor —sino la única— manera de aprender a hacer cualquier cosa por unomismo adquiriendo una nueva habilidad en ese proceso. Eso significa que la mejor manera de aprender a hacer algo haciéndolo. Cualquiera de nosotros —en teoría— sabe como se patea un balón de fútbol, pero hacerlo en la práctica es algo completamente distinto, no es lo mismo saber que hacer, que hacer lo que se sabe. Estarás de acuerdo en que hay una gran diferencia entre conocer la teoría y ejecutar la práctica. Por otra parte, una de las preguntas que deberíamos hacernos cada vez que nos disponemos a aprender una nueva habilidad con el objeto de conseguir un nuevo objetivo es ¿en qué clase de persona deberíamos convertirnos para lograr tener éxito en nuestro propósito? Si reflexionas un momento notarás que existen una serie de rasgos comunes en la personalidad de aquellos que han alcanzado el éxito en determinados campos de la vida. Teniendo esto en cuenta —antes de comenzar nuestro propio proceso educativo— conseguiremos que nuestra mentalidad se adapte mejor a la tarea que nos propongamos realizar y al mismo tiempo nos facilitará llegar a mejores conclusiones durante el proceso de aprendizaje. Reflexiona un momento en este concepto que es realmente importante y te darás cuenta de que todo lo que existe en tu vida en este momento ha sido creado por los valores que están definidos en tu mentalidad, en lo profundo de tu mente. Todo lo bueno y todo lo malo que hay en tu vida en este momento fue creado primero en la incubadora que es tu mentalidad, aunque no hayas tenido consciencia de su creación y es por eso que es tan importante aprender a manipular de forma consciente y positiva nuestra mentalidad —nuestros procesos mentales— y así conseguir los resultados deseados en lugar de obtener lo contrario. En cierto sentido es como cuando te sugerí que pusieras una tarjeta con una frase positiva dentro de tu campo de visión para liberar de dudas rápidamente tus pensamientos si estas aparecieran en el proceso de ejecución. No necesitas mirar la tarjeta todo el tiempo, ni concentrarte en ella, porque, manteniéndola dentro de tu campo de visión mientras trabajas, tu mente es consciente de que está ahí e introduce esa información en el momento oportuno, sin preguntarte nada y sin que tu lo notes realmente. Es posible que a primera vista esta idea te resulte perturbadora y contraria a lo que crees en el fondo de tu ser sobre como te ocurren las cosas, pero es la pura verdad. El sistema que existe a tu alrededor formado por personas, valores y circunstancias que conforman tu vida ha sido creado íntegramente por las ideas que viven y se desarrollan en tu mentalidad tanto si has tenido conciencia del proceso como si no. Realmente es una gran noticia porque, si no te gusta lo que hay a tu alrededor en este momento, puedes ponerte a trabajar —de manera activa y consciente— para crear algo distinto que se ajuste mejor a tus deseos. Recuerda que, seas consciente o no, el proceso sigue siendo el mismo y actúa de igual. Manipúlalo a tu favor. Como si se tratara del papel que envuelve un caramelo, tu mentalidad envuelve tus ideas y es en tu mentalidad donde existe un gran potencial preparado para atraer todas aquellas cosas que deseas que formen parte de tu vida. En realidad no se trata de algo mágico —en el sentido místico— es un proceso natural y sutil de nuestro organismo que comenzamos a comprender mejor hace algunos años. Si preguntas a cualquier neurocientífico te dirá que las emociones que se producen en tu cerebro —si, las emociones se producen en el cerebro— son el origen de todas las acciones que has tomado en tu vida y dichas acciones son las causantes directas de los resultados que ves en tu vida. La mayor parte de lo que sucede en tu vida —sobre el 99%— es el resultado directo de tus acciones y está provocado por la mentalidad que tienes al respecto en cada uno de los aspectos que la conforman. Esto quiere decir que ser consciente de las ideas que forman parte de tu mentalidad es muy importante para conseguir tus objetivos tanto si se trata de crear flujos de ingresos pasivos duraderos como si se trata de escalar el Everest o de ganar tu primera estrella Michelin. Todo comienza en tu mente y en la mentalidad que tengas al respecto de algo. Esta es la idea básica para conseguir cualquier objetivo que te propongas y me encantaría desarrollarla en profundidad, pero ese no es el objeto de este libro —nos llevaría otro libro completo hacerlo— aunque es un tema francamente apasionante del que puedes encontrar muchísima información científica y contrastada en internet al respecto. Comprender cuales son los procesos con los que funciona tu mente e influir sobre ellos modifica los resultados que obtienes consiguiendo al mismo tiempo una gran ventaja en cualquier ámbito que quieras desarrollarte. En este caso me conformo con que comprendas claramente que tu mentalidad juega un papel crucial en tu objetivo de creación de flujos de ingresos pasivos por lo que debes tener conciencia de este aspecto desde el inicio. La primera vez que tomas contacto con un nuevo conocimiento es normal que junto con el entusiasmo inicial aparezcan algunas dudas en escena, no hay nada de malo con dudar, de hecho, dudar es un síntoma de inteligente reflexión por lo que, las dudas —en si mismas— no son un problema. Sin embargo se convierten en un problema cuando las dudas se mantienen a lo largo del tiempo ya que esto conduce a un estado de parálisis que va en contra de los objetivos que te propongas. Debes aprender a detectar en tu propia personalidad cuando estás entrando en este estado de parálisis prolongada provocada por las dudas y actuar inmediatamente, si no lo haces corres el peligro de que dicho estado te atrape y todo se vaya al trasto —como puede que te haya ocurrido otras veces —. Existen varias maneras de tratar con este estado mental, y yo voy a proponerte dos alternativas para lidiar con ello. Son estrategias tan prácticas como para que las utilices en cualquier momento y al mismo tiempo muy efectivas. La primera de ellas es hacer una pausa breve, funciona de este modo, cuando llegas a un punto en que las dudas han arraigado tanto en tus pensamientos que no sabes que hacer, es mejor que dejes de darle vueltas al asunto y te pongas con otra cosa que no tenga nada que ver para, así, liberar a tu mente del tema o mejor aún que te vayas a dormir directamente. En ese proceso de pausa existe un mecanismo por el cual tu mente seguirá trabajando en el problema aunque estés haciendo otra cosa completamente distinta o incluso durmiendo —muchas veces habrás soñado con cosas que te preocupaban e incluso alguna vez puede que soñaras con la solución a un problema al que dabas vuelta— es algo así como dejar la mente trabajando en segundo plano. Si las dudas comienzan dominar el panorama de tu mente y no consigues dar con una solución entonces ¡detente y déjalo durante un buen rato! Puedes hacer una pausa durante una noche o durante un par de días o una semana antes de retomar el tema, durante este tiempo es mejor que no vuelvas al tema; tu mente seguirá trabajando ese tiempo y al retomarlo es muy probable que la mayor parte de las dudas hayan encontrado una respuesta de forma automática. Ahora bien, esto es importante, no debes dejar pasar más de dos semanas antes de tomar alguna determinación definitiva sobre si lo harás o no porque, pasado ese tiempo, existe un riesgo mayor de abandonar definitivamente. Esto se debe al temor de no elegir la mejor opción o por anticipar unos malos resultados finales. La segunda situación es más común —y más peligrosa— que la anterior por eso hay que evitar llegar hasta ese punto. Lo único que puede extinguir ese temor es pasar a la acción lisa y llanamente. Todos sentimos temor en un momento dado (a todos nos ocurre), pero es mejor actuar a pesar del temor que quedarnos estancados. Si te encuentras en este punto debes hacerte el siguiente planteo “Si no resultará en ningún daño físico para ti o para otros, debes hacerlo y punto” cuando nosabes si es mejor hacer algo o no, probablemente la mejor decisión sea hacerlo y ya está. Está demostrado científicamente que los seres humanos tenemos tendencia a hacer un mundo de un pequeño problema pensando que las consecuencias negativas de una mala decisión serán mucho peores de lo que finalmente resultan ser y cuanto más tiempo pases dudando y barruntando sobre aquello que te preocupa más difícil te será vencer la parálisis provocada por ese temor. La mejor forma de saber si algo funcionará —y como lo hará— es pasar directamente a la acción y hacerlo, los resultados de ese intento te darán mucha información que podrás aprovechar. Recuerda que, con un poco de entrenamiento, tu mente es capaz de ponerse a la altura de cualquier objetivo y puede aprender cualquier habilidad nueva que te propongas, pero debes ser tú quien la obligue a hacer lo que tiene que hacer. Si dejas que tu mente tome el control de la situación comenzará a vagar en círculos creando excusas y problemas aún donde no los hay. Tu mente es parte de ti y es tu obligación hacerte con el control de ella para sacarle el máximo partido y conseguir lo que quieres para tu vida. No demores en poner tu mente a trabajar para crear nuevos flujos de ingresos pasivos y, recuerda, ante la duda es mejor pasar a la acción. CAPÍTULO 4 ¿Qué van a decir de ti cuándo lo hagas? Oye, espera un momento. ¿De verdad vas a hacer esto? ¿por qué no dejas de perder el tiempo y te buscas un empleo? Cuando te plantees seriamente crear flujos de ingresos pasivos estas serán algunas de las preguntas que oirás a menudo. Incluso te lo preguntarán un par de veces, como si tuvieras alguna tara, y tu interlocutor estuviera intentando salvarte de tu falta de juicio. Muchas veces las personas que nos rodean y nos quieren, son las que menos nos apoyan en momentos como este y esto nos afecta profundamente; al fin y al cabo somos una especie social y la aceptación por parte de nuestro grupo es importante. Hemos crecido buscando la aprobación de quienes nos rodean. Primero de nuestros padres, luego de nuestros amigos, más tarde de nuestros maestros y finalmente de nuestras parejas, jefes y compañeros de trabajo. Debes empezar a comprender que esperar que los demás aprueben todo lo que hacemos o queremos hacer no tiene ningún sentido. Si por algún motivo hemos hecho creer —equivocadamente — a las personas que nos rodean que esperamos su aprobación para todo lo que vamos a hacer es hora de cambiar y dejar bien en claro que ya somos capaces de tomar nuestras propias decisiones y aguantar las consecuencias. Si estas leyendo este libro es porque te estas tomando seriamente la tarea de crear tus propios flujos de ingresos pasivos, así que, de alguna manera, estás manifestando tu deseo de ser más independiente, al menos financieramente. Por eso debes comportarte del mismo modo en el resto de tu vida. Transmite un mensaje subyacente de seguridad con tus acciones porque eso influye positivamente en quienes te rodean generando aceptación y diluyendo la controversia antes de que se produzca. Si crees que ganarás algo sometiendo a un debate cada una de tus ideas, déjame decirte que te equivocas; se desperdicia mucha energía en ese proceso. La gente sabe que dar una opinión es gratis. En la mayoría de los casos quienes opinan no tienen la misma experiencia de vida que tu, ni las mismas necesidades, ni la misma educación, ni el mismo punto de vista, por lo que su opinión puede ser completamente opuesta a la tuya. Si quieres debatir tu idea con alguien de tu confianza está bien, no hay nada malo en ello, pero al fin y al cabo debes ser tu, en primera persona, quien decida. Del mismo modo, pedir una opinión quien haya hecho lo que tu pretendes hacer para que comparta su experiencia te ahorra tiempo y mucho trabajo inútil. Alguien con experiencia puede ayudarte a evitar los errores que pudo haber cometido en el proceso y así mejorar la inversión de tu tiempo y de tu dinero. No olvides que es mejor buscar personas afines a tus ideas con quienes puedas debatir tus dudas, así como para intercambiar ideas y experiencias, esto enriquece enormemente el proceso creativo y lo hace más eficiente y divertido. No subestimes la importancia de hacer algo divertido. En el caso de los ingresos pasivos debes tener en mente que la mayoría de las personas con las que tratas a diario —en casa, en el trabajo, la universidad o el gimnasio— ni siquiera están familiarizadas con la idea de ingresos pasivos. No saben nada sobre su potencial, muchos no saben siquiera que existen. En el fondo no es su culpa, a la mayoría de las personas no se les enseña nada sobre ingresos pasivos. Funcionamos con lo que aprendimos de pequeños, primero en nuestra casa y después en la escuela y allí, generalmente, no se habla de estas cosas. Si haces memoria habrás oído a tus padres diciendo enfadados “¡pues, si no quieres estudiar sal a conseguir un trabajo!”, nunca le oíste decir “¡pues, si no estudias sal y consigue ingresos pasivos!”. Sin embargo, las familias adineradas si que han enseñado a sus hijos el potencial de los ingresos pasivos desde pequeños. Eso explica porque los hijos de la gente rica parecen “heredar” la suerte financiera de sus padres —y su dinero—. Si te sometes reiteradamente a las opiniones de quienes no saben siquiera de lo que están hablando, tarde o temprano, acabarás dudando de tus propias ideas debido a que la gente que nos rodea y que queremos tiene una gran influencia sobre nuestras opiniones y nuestras decisiones. Algunas personas cercanas a ti incluso montarán en cólera si te muestras con poca disposición para aceptar sus opiniones. Es extraño, pero quienes más desean protegerte muchas veces son quienes más te presionan para alejarte de tus verdaderos deseos y no digo que lo hagan con maldad, pero es un hecho que muchas veces insisten tanto que uno acaba desistiendo de sus propios sueños por no causarles un disgusto. No tienes porque mantener tus planes en secreto, tampoco tus planes para crear flujos de ingresos pasivos, no estás haciendo nada malo así que no tienes nada que ocultar, pero cuando notes que la situación comienza a ponerse tensa simplemente di “Te agradezco tu opinión, pero ya está decidido y no voy a dar marcha atrás ¡deséame suerte! Es lo único que quiero”; si la persona insiste puedes decir “Oye, mejor cambiemos de tema”; si aún insiste te levantas y te vas de forma amistosa. No malgastes energía discutiendo con los demás, porque en cuestiones de dinero es calmar los ánimos y evitar confrontaciones con amigos y familiares. Emplea tu energía creando flujos de ingresos pasivos y no en discutiendo con aquellas personas que aprecias y menos por dinero, evitarlo es mucho mejor. La gente que se muestra contraria a tus objetivos puede llegar a ser muy cruel —a veces es difícil saber si lo hacen por envidia o por ignorancia— pero, sea cual sea el caso, es mejor estar preparado. Si alguien sugiere sutilmente —o directamente— que tu problema es la vagancia porque prefieres obtener ingresos pasivos en lugar de buscar un nuevo empleo para trabar más horas es que no sabe de lo que habla. También es posible que estas personas se sientan amenazadas por la posibilidad de tu éxito y por eso intenten convencerte de que no es una buena idea intentarlo —ellos pueden pensar que si lo consigues entonces ellos se serán unos tontos— así que se oponen firmemente argumentando que vas a cometer un gran error. Recuerda que —te equivoques o no— tienes todo el derecho a tomar tus propias decisiones siempre que estén basadas en el sentido común. Si los demás las aprueban estupendo y si no, es su historia. CAPÍTULO 5 Disolver las dudas Como he contado, ya conocía el concepto de ingresos pasivos — teóricamente—, pero no había sido capaz de valorar el potencial de este tipo de renta. Retomando mi historia mi vida estaba bastante bien financieramente. Era director creativo en una importante compañía de publicidad en Europa con filialesen Miami, México, Portugal, Brasil y Latinoamérica. Llevaba trabajando unos cuatro años y me había labrado una buena reputación dentro de la corporación. Había puesto en evidencia mi compromiso y mi potencial como trabajador y eso finalmente me valió un rápido ascenso en la compañía y una mejora salarial —esas cosas nunca sientan bien a los demás—. Además, como incentivo y debido a mi perfil empresarial, había recibido la oportunidad de quedarme con un porcentaje de stock options —acciones concedidas a ciertos directivos a un precio fijo— lo cual, a largo plazo, representaba una suma importante de dinero. Me sentía realmente satisfecho de haber alcanzado mis objetivos, sobre todo teniendo en cuenta que había llegado a Europa unos años antes, sin apenas un céntimo. Por mis propios medios me las había arreglado para acomodarme en lo más alto en la escala corporativa. Sin embargo en esta agradable situación había un problema sutil que yo había pasado por alto. Toda mi familia se encuentra en Argentina —en este punto es razonable pensar que soy argentino— lo soy. Ese desfase continental y horario trae consigo muchas situaciones que son fáciles de imaginar. Por ejemplo, cuando llega la temporada de verano a Europa —cuando las compañías dan las vacaciones— en Latinoamérica, es pleno invierno. Si vas a tomarte vacaciones en esa fecha encontrarás a la mitad de tu familia con gripe. Tu equipaje pesará el doble — llevarás menos cosas, pero más pesadas —, los sobrinos pequeños deberán ir al colegio todos los días y —en general— la gente a la que visitas no tienen demasiado tiempo —ellos no están de vacaciones—. No disfrutas el verano en Europa y tampoco a tu familia en Latinoamérica porque no puedes hacer que todos cambien su rutina para pasar mas tiempo contigo. Las navidades, por lo general son, para muchas compañías, una época de intenso trabajo donde necesitan toda su fuerza laboral —y a sus directivos—. La compañía para la que trabajaba era publicitaria por lo que las navidades representaban entre el 40% y el 50% de su facturación anual. Un momento crítico para abandonar el barco. Mis días de trabajo eran interminables. Trabajar doce o catorce horas era lo habitual incluso en fin de semana, me despertaba muy temprano y volvía agotado por la noche, con muy poca energía para dedicar a familia y mis amigos —lo que, a la larga, no es un buen negocio—. Había conseguido lo que había venido a buscar a Europa pagando el precio de ser un esclavo —como muchos otros— de mis estimadas obligaciones y cargos. Como seguía trabajando mucho, mi situación financiera y laboral siguió mejorando. Mis jefes se convirtieron en mis socios y financiaron la creación de una nueva compañía donde yo dirigiría el cotarro —el negocio— junto con mi equipo. Así deje de viajar en metro y autobús y comencé a ir al trabajo en un nuevo BMW con total comodidad —a pesar de los atascos por la mañana y por la tarde—. Ganaba más dinero, era dueño de mi propia compañía, tenía un BMW nuevo, dos teléfonos móviles, más de veinte personas trabajando en mis productos y muchas —muchas— más tensiones y responsabilidades que atender. Algunos pensarán que no hay ningún problema con esta situación, pero —es evidente— que cada uno establece sus prioridades. Después de casi un año en ese plan las cosas en la nueva compañía comenzaron a ir mal. En plena crisis europea recibíamos muchísima presión de los accionistas para alcanzar objetivos muy ambiciosos al tiempo que no éramos capaces de solucionar los problemas técnicos con la misma rapidez que aparecían. Trabajábamos mucho, algunas veces hasta las diez u once de la noche durante la semana y luego yo seguía trabajando los fines de semana. Era lógico, era mi compañía, era lo que se esperaba de mi —y yo también lo esperaba de mi—. A pesar de ser una etapa muy productiva, también fue ardua, caótica y desgastante física y emocionalmente. Al año siguiente, como muchas otras compañías, sucumbimos a la crisis y los accionistas retiraron su financiación. Una tarde de Agosto, en una larga y tensa reunión del consejo directivo, donde todos pensábamos distinto, llegamos a un acuerdo para disolver la compañía. Al mismo tiempo ese fue el punto donde se disolvieron mis dudas. No lo sabía en ese momento, pero tenía que poner en marcha una forma más eficiente para generar mis ingresos. Y trabajar más y más ya no era la solución. Cuando todo ello acabó decidí tomarme unos meses de reflexión —algo sabático— mi cuerpo y mi mente estaban exhaustos. Inicialmente sería poco más un mes, luego se prolongó a tres meses y finalmente fueron seis meses de profunda reflexión los que me tomé para rediseñar completamente mi vida. Gracias a lo que había aprendido durante la última década en la gestión empresarial mis ingresos fluctuaban y seguían fluyendo, lo cual me dio la oportunidad de ocupar casi todo mi tiempo reorganizando mi vida en función de disfrutar más de mi familia, de mis amigos, de mis relaciones, de mis experiencias y de mi mismo. Para mi se había vuelto más importante el como que el cuanto y así empecé a ganar dinero más fácilmente que antes. Usando el sentido común. La felicidad es mejor cuando es compartida y más cuando es compartida con las personas más importantes de tu vida. Actualmente, además de varias páginas web con mucho tráfico, tengo una compañía con la que comercializo productos digitales e impresos, entre ellos, este libro que tienes en tus manos donde pongo a tu disposición mi experiencia con el deseo de que te sirva para mejorar tu vida también y tu forma de ganar dinero. Para mi la combinación ideal es la de crear y mantener un porcentaje de ingresos pasivos provenientes de productos digitales —libros, revista, aplicaciones móviles, etc.— en combinación con otros ingresos activos derivados de la venta directa de productos y una inversión poco diversificada en valores bursátiles. Tengo experiencia en el mercado bursátil y por eso es un buen plan para mi. Sin embargo no recomiendo hacer inversiones por tu propia cuenta si no conoces el mercado de valores —eso va en contra del sentido común—. Invierte tu dinero y tu tiempo en proyectos y mercados que domines y conozcas. Evita participar en negocios que no comprendas del todo. No vayas detrás del dinero, ve detrás de lo que te gusta hacer y los ingresos se harán eco de tu mensaje. No cuento mi experiencia para vanagloriarme de nada. La cuento porque yo no puedo disolver tus dudas. Solo puedo mostrarte mi camino, mi elección para que veas como funciona y puedas aplicarlo a tu propia vida. Yo le debo a otros —como yo hago ahora contigo— la oportunidad de que compartieran conmigo sus experiencias, su apoyo y sus ideas, pero he sido yo quien tuvo que pasar a la acción y ponerlas en practica. Durante los últimos años he pasado de estar tremendamente estresado, cansado, amargado y sobreocupado por mantener mi situación financiera a dormir ocho horas y tener tiempo para descansar, viajar, retomar la práctica del ejercicio, comer mejor, leer y estudiar sobre los temas que me apasionan y, sobre todo para escribir y compartir mi experiencia con los demás. No fue una decisión sencilla y no lo hice en un solo día, pero he recuperado el control. Me encanta lo que hago y puedo decidir cuando y como hacerlo. Lo haría incluso aunque no me pagaran por ello. La gente apoya mi trabajo y me agradece de diversas maneras que comparta mis experiencias, mis ideas y mis resultados con ellos. He trasladado mi negocio y mi equipo de trabajo a la nube y puedo atenderlo desde cualquier parte del mundo. Así que viajar ya no es un problema para mi. No tengo que esperar que me autorice los días un mando superior dependiendo de la fecha del año. Ya no soy esclavo de un lugar, de un horario o de una política de empresa que no he escrito y por sobre todas esas cosas soy mucho más feliz. Y he descubierto que la felicidad disuelve la dudas. SEGUNDA PARTE CAPÍTULO 6 ¿Qué son exactamente los ingresos pasivos?Antes de dar el primer paso en la creación de flujos de ingresos pasivos debes tener claro que es lo que vas a crear —si no sabes exactamente a donde tienes que ir no sabrás como llegar allí —. En líneas generales se puede definir como ingresos pasivos cualquier tipo de renta o ingreso que percibes sin que sea necesaria una participación activa por tu parte en el proceso posterior a la puesta en funcionamiento. Esto significa que cuando recibes algún tipo de ingreso monetario sin que sea necesaria tu presencia —tu tiempo— o tu trabajo para conseguirlo estás percibiendo algún tipo de ingreso pasivo. Existe una manera muy sencilla de saber si percibes actualmente algún ingreso pasivo y es haciéndote estas dos preguntas ¿recibes algún ingreso monetario mientras duermes? —tu salario no cuenta aunque se ingrese por la noche— y si lo recibes ¿debes llevar a cabo alguna tarea para que ese ingreso se realice o se mantenga? —dicho ingreso debería recibirse sin que tenga que mediar tu participación en el proceso—. Tanto si tu primera respuesta ha sido NO —en ese caso la segunda pregunta no procede— como si ha sido SI en ambas preguntas, entonces, puedes concluir que actualmente tu NO estás recibiendo ningún tipo de ingreso pasivo. Es posible que te hayas percatado de que hay un aspecto clave asociado a los flujos de ingresos pasivos y es —en mayor o menor medida— el grado de automatización de su funcionamiento. Un flujo de ingresos pasivos será más eficiente cuanto mayor sea su grado de automatización, es decir, cuanto menos tengas que hacer por tu parte de manera activa para percibirlo y mantenerlo en el tiempo, es por esa razón muchos productos intangibles como aplicaciones para móviles, video juegos, libros digitales o cursos online funcionan tan bien como vehículos que generan flujos de ingresos pasivos — hablaremos de los tipos en el próximo capítulo—. Cuando hablo de eficiencia, no me refiero necesariamente a la rentabilidad que puede producir un flujo de ingresos pasivos frente a otro, ya que esto puede variar drásticamente en función del valor que aporta cada uno de ellos y el sistema utilizado en la entrega de dicho valor, me refiero a la eficiencia para percibirlo sin que medie ninguna acción directa por tu parte que lo desencadene y lo mantenga. Pongamos un ejemplo que he oído en varias ocasiones; digamos que has creado una tienda online para vender unos cinturones de piel que consigues con cierta ventaja competitiva de un fabricante que te los deja tirados de precio. Colocas tu catálogo online y esperas que comience la fiesta —las ventas— durante el primer día ciertamente no ocurre mucho así que te vas a la cama con algo de desánimo ya que esperabas hacer alguna venta el día de tu lanzamiento. Al día siguiente te levantas, preparas tu café y vuelves a sentarte en tu ordenador para comprobar el estado de los pedidos y algo mágico ha sucedido —mientras dormías y sin que hicieras nada— dos nuevos clientes han hecho un pedido en tu tienda. Empaquetas ambos pedidos —que ya han sido pagados con tarjetas de crédito— y los envías, ¡enhorabuena! Ya estás en el negocio. Para que quede bien claro, este caso no se puede considerar un flujo de ingresos pasivos y tu te preguntarás ¿por qué? Si he ganado dinero mientras dormía y sin hacer nada. Y yo te pregunto a ti ¿cómo que sin hacer nada? Has tenido que hacer muchas cosas antes, durante y después para concretar esas ventas “mientras dormías”. Primero —y sin entrar en detalles— has tenido que montar la tienda online, para lo cual has tenido que buscar y contratar un servicio de alojamiento web, instalar el software adecuado, configurarlo y básicamente hacer que todo funcione o contratar a alguien que lo haga por ti, negociar con tu proveedor para conseguir los cinturones a buen precio, comprarlos y trasladarlos a tu casa o almacén para tener un stock que vender a tus clientes, comprobar los pedidos para poder enviar las compras a sus destinatarios y aún no sabes si estos recibirán correctamente su pedido, porque, algunas veces, los paquetes se pierden o estropean por el camino o sencillamente los clientes deciden hacer una devolución de lo que han comprado — transformando una pequeña ganancia inicial en una pérdida— así que abre tus ojos y lee con atención, eso no es un flujo de ingresos pasivos. Eso es, en todo caso, un puesto de trabajo que has creado para ti. Retomemos esta simpática historia para convertirla en una situación donde intervengan elementos relacionados con los flujos de ingresos pasivos para que te familiarices con los conceptos. Sería algo así. Conoces a un fabricante de cinturones de piel y crees que estos se venderían si estuvieran a la venta en internet —has visto el nicho así que esperas sacar un beneficio de ello— así que, en lugar de comprar el stock al fabricante le propones que el mismo pueda subir el stock disponible a la tienda online que tu has creado. Cuando se realiza una venta el pedido va directo al fabricante quien se ocupará de hacer el cobro y enviar los productos adquiridos al destinatario, una vez acabado este proceso será el fabricante quien te pagará una pequeña comisión en tu cuenta bancaria por haber intermediado en la venta —hecha a través de tu tienda online— así que, básicamente, tu trabajo ha consistido en montar una plataforma para que el fabricante ponga a la venta esos bonitos cinturones que fabrica. Lo cierto es que no ganas mucho dinero con las comisiones del fabricante de cinturones así que piensas —con acierto— que podrías buscar a otro fabricante de cinturones para disponer de una mayor oferta en tu tienda online lo cual resulta ser una estupenda idea porque el siguiente fabricante con el que cierras un trato, además de cinturones, fabrica carteras de piel. Ahora yo te pregunto ¿qué te impide buscar a un nuevo fabricante, de bolsos por ejemplo, para que incluya su catálogo en tu tienda? Nada! Así que, te lanzas a buscar más proveedores. Te has convertido en intermediario, no está mal te has acercado un poco al concepto de ingresos pasivos, pero sigue sin ser un ingreso pasivo puro y duro. Este caso que acabo de relatar no encaja en la definición exacta que damos de un flujo de ingresos pasivos porque, entre otras cosas, aún tienes la tarea de cerrar acuerdos con los fabricantes para que suban sus catálogos. Me parece importante hablar de este ejemplo porque mucha gente me ha preguntado —y se confunde— creyendo que montar una tienda online es crear una fuente de ingresos pasivos —porque ingresas dinero mientras duermes—, y lo cierto es que no es del todo así, aunque el sistema pueda adaptarse para ser lo más automático posible, siempre tendrás que hacer alguna —o mucha— actividad por tu parte, sobre todo cuando se trate de productos físicos que deben enviarse a un cliente. Si lo que vendes son productos intangibles como aplicaciones para móviles entonces la cosa cambia y se acerca más a lo que entendemos como ingresos pasivos. Una tienda online puede automatizarse en gran medida, sobre todo si vendes productos que puedan descargarse a través de internet, pero siempre requerirán algún tipo de gestión por tu parte por lo que, aunque reditúen ingresos mientras duermes o estás de vacaciones —y para la finalidad de este libro—, no consideraremos las tiendas online como verdaderos flujos de ingresos pasivos. Debes empezar a tener en claro que un flujo de ingresos pasivos se crea a partir de algún tipo de activo —el vehículo— y genera un flujo de ingreso más o menos constante que puede mantenerse con poca o ninguna acción por tu parte a lo largo del tiempo. Aunque existen algunos flujos de ingresos pasivos que pueden mantenerse activos durante toda tu vida generando algún beneficio —acciones del mercado de valores— lo cierto es que, muchos otros flujos de ingresos pasivos fluctúan y finalmente se extinguen por diversas razones, este hecho está relacionado directamente con la atemporalidad del valor que los sustenta y eso quiere decir que si el activo —por
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