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Santi d’León
 
 
TRABAJA MENOS Y
GANA MÁS
GENERANDO
INGRESOS
PASIVOS
Guía completa paso a paso para imitar
el
éxito financiero y la vida de los nuevos
ricos
Título original de la edición en lengua
castellana: Trabaja menos y gana más
generando ingresos pasivos
Edición original en lengua castellana
publicada por Ediciones D’León,
ediciones digitales
Copyright © Santi d’León y Ediciones
D’León
Copyright © de la edición en lengua
castellana, Ediciones D’Leon. Madrid,
España.
Primera edición: noviembre 2014
Maquetación y portada: Sodyum Design
– sodyumdesign.com
Copyright © Ediciones D’León –
edicionesdleon.com
http://goo.gl/6NbDxI
http://goo.gl/5jvnjC
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Todos los derechos reservados. Esta
publicación no puede ser reproducida, ni en
todo ni en parte, ni registrada en o transmitida
por un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún
medio, se mecánico, fotoquímico, electrónico,
magnético, electroóptico, por fotocopia o
cualquier otro, sin permiso previo, por escrito
del autor, autores, editorial o representante
legal que ostente los derechos sobre esta obra.
 
Esta publicación fue diseñada para ofrecer
información competitiva y fiable sobre la
materia en cuestión. Sin embargo, se vende y
distribuye bajo el entendido tácito de que ni
el autor ni el editor ni la editorial tienen
intención u/o responsabilidad de brindar
ningún tipo de asesoría legal, impositiva,
financiera, contable o profesional. Las leyes
pueden cambiar de un país a otro o de una
ciudad a otra o de un estado a otro. Si el
lector requiere de asesoría legal o sobre
cualquiera de las cuestiones citas en este
libro deberá buscar por su cuenta y riesgo a
un profesional debidamente titulado y
autorizado. Los autores, el editor y la
editorial niegan cualquier responsabilidad en
la que el lector pueda incurrir al usar o aplicar
por su cuenta y riesgo los contenidos de este
libro.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Prólogo: ¿Para qué necesitas este libro?
Introducción
 
PRIMERA PARTE - Capítulos
1 – Empleo vs. Ingresos pasivos
2 – El sentido común es el 90% de un
negocio
3 – La mentalidad que genera ingresos
pasivos
4 – ¿Qué van a decir de ti cuándo lo
hagas?
5 – Disolver las dudas
 
SEGUNDA PARTE – Capítulos
6 – ¿Qué son los ingresos pasivos?
7 – Tipos de ingresos pasivos y sus
beneficios
8 – 5 pasos decisivos para conseguir
ingresos pasivos
9 – Crear ingresos pasivos que fluyan
durante años
10 – Consideraciones finales
11 – Guía paso a paso para crear
ingresos pasivos
 
TERCERA PARTE – Contenido extra
Capítulo extra - Más recursos para tu
formación
Cuéntale a los demás acerca de este
libro
Este no es el fin, es el comienzo
Información de contacto
PRÓLOGO
¿Para qué necesitas este libro?
 
 
Si en este momento tu vida se
encuentra en una encrucijada financiera
o laboral este libro ha sido escrito para
ti.
Desde muy joven me ha encantado
el mundo de los negocios, es un ámbito
en el que puedo estar en contacto con
gente muy diversa y donde día a día
surgen nuevas propuestas e ideas que
deseo poner en práctica.
Leo decenas de libros al año
sobre comercio internacional, el
mercados de valores, metales preciosos,
negociación, bonos, arbitraje,
especulación bursátil, bienes raíces,
contabilidad financiera, management,
marketing, creación de empresas,
negociación, startups, productividad y
motivación personal.
También soy consumidor de
podcasts, programas de televisión,
documentales y series sobre las grandes
empresas del mundo y su gestión.
Hace algunos años, uno de mis
socios que es un buen amigo —además
de millonario— me regalo un libro
difícil de conseguir “Como obtener el
éxito personal y financiero” de David J.
Schwartz, junto con un consejo que,
desde entonces, no he olvidado “Los
negocios son en un 90% sentido
común”.
En la mayoría de las personas, sin
embargo, el sentido común, es el menos
común de los sentidos, quizás por eso
tantos negocios acaben desapareciendo
o conduciendo a la ruina a sus
propietarios y a sus familias
obligándoles a permanecer como
empleados durante años —tal vez
durante el resto de su vida—.
La generación de ingresos pasivos
es una forma de negocio que me resulta
del todo fascinante por su potencial
económico. Sin embargo es abrumador
el hecho de que, la inmensa mayoría no
piensan siquiera en conseguir ingresos
pasivos. Nos han condicionado desde
pequeños para no hacerlo.
Como podrás suponer, he leído a
todos —o casi todos— los gurús
financieros actuales así como blogs,
entrevistas y artículos sobre este tema. A
algunos de ellos les conocerás o habrás
oído hablar de ellos, personas como
Robert Kiyosaki, Tim Ferris, Donald
Trump o Steve Pavlina —entre otros—.
Sin embrago, en lengua castellana,
sigue faltando una gran cantidad de
material disponible para el estudio
sobre este tema y para quienes quieran
mejorar sus habilidades financieras y
ganar dinero mientras duermen, cenan
con su pareja o están de vacaciones en
alguna isla alejada del mundo leyendo
un libro como este. Yo mismo he
experimentado esa tranquilidad y puedo
asegurar que no se compara con ninguna
otra. Esa sensación de libertad que
brindan los ingresos pasivos no tiene
comparación.
He escrito este libro porque
después de estudiar el material existente
sobre como crear flujos de ingresos
pasivos, he notado algunas zonas
incompletas o inconexas que dejan a
medias a quienes quieren explotar esta
vía de ingresos. En la mayoría de los
casos lleva varios meses establecer las
conexiones necesarias sobre ese
material para echarlo a rodar
definitivamente.
Eso sin hablar de la cantidad de
refritos de autores angloparlantes a los
que muchas veces se les quita toda
atribución de sus ideas o —peor aún—
son desvergonzadamente copiados.
Creedme, tengo 43 años y he leído
y leo mucho —mucho— y he visto cosas
que no creeríais —por decirlo con algo
de humor—.
De todas formas, creo firmemente
que la gente es lo suficientemente lista
para separar el trigo de la paja por si
misma, así que no voy a ser yo quien
emita un juicio de valor sobre el tema.
¿Quién mejor que ustedes, como
lectores, para tener la última palabra
sobre lo que vale o no vale la pena
leer?.
También hay algunas
publicaciones muy decentes, todo hay
que decirlo, pero, de algún modo dejan
algún aspecto sin tratar.
Escribo este libro porque así
puedo aportar valor a todos aquellos
que comparten mis inquietudes
financieras y que quieren aprender como
crear sus propios flujos de ingresos
pasivos y al mismo tiempo
compartiendo mi experiencia en este
tema creo un flujo de ingresos pasivos
propio a través de dicho valor.
Este es un gran momento para ti,
lo sé, yo he estado en ese lugar y sé lo
que se siente. La puerta hacia una nueva
forma de libertad financiera se está
abriendo delante de ti y te invito a pasar
a través de ella para que, cuando salgas
por el otro lado seas alguien diferente.
Alguien con una visión más aguda
de las posibilidades para crear y
mantener flujos de ingresos pasivos de
gran valor que perduren durante años
metiendo dinero en tus bolsillos —o
mejor dicho en tu cuenta bancaria—.
No me andaré con rodeos, iré
directo al grano aclarando conceptos
dudosos y explicando en detalle que son
—y que no son ingresos pasivos—.
Como se crean y se mantienen activos a
largo plazo. Detallaré las opciones más
habituales para conseguir ingresos
pasivos con sus pros y sus contras —
desde un punto de vista empresarial,
cosa que no se hace en otros libros—.
Te hablaré de cómo puede que se
lo tome tu familia y amigos y de como
lidiar con sus opiniones —muchas veces
contrarias a nuestros intereses—
tocaremos todo lo necesario para que al
finalizar des el primer paso y puedas
crear tu plan para conseguir tu primer
flujo de ingresos pasivos.
Acabas de abrirte una gran puerta
hacia la libertad financiera
¡Enhorabuena!
 
 
 
 
Santi d’León
Madrid, noviembre de 2014
INTRODUCCIÓN
 
 
Aprender a crear flujos de
ingresos pasivos de forma sistemática es
una de esas cosas que cambian tu vida. 
Cuando esta idea eche susraíces en tu
mente serás como un misil y ya no
podrán detenerte. Retomarás el control
financiero de tu vida y te preguntarás
¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Por qué
nadie me lo dijo? no te preocupes, a
todos nos pasa lo mismo en este punto.
Recuerda que nadie —ni el más
inteligente en su campo— nació
sabiendo hacer lo que hace tan bien, lo
cierto es que hubo un momento en su
vida en que no sabía nada al respecto,
así que deja de lado tus prejuicios
iniciales y centrémonos porque esto se
va a poner realmente interesante.
Supongo que alguna vez habrás
oído hablar de Warren Buffett —el
inversionista más rico del planeta—,
este señor con cara de bonachón
comienza sus charlas a jóvenes
estudiantes, llenos de sueños de
convertirse en futuros millonarios, con
una afirmación contundente que deberías
recordar durante el resto de tu vida:
 
“No hay nada que yo haga en mi
vida o en mi trabajo que vosotros no
podáis aprender a hacer igual o mejor
que yo. ¡Nada!”
 
¡Qué gran verdad! que vale la
pena no olvidar, no solo en lo referente
a inversiones de capital, sino a
cualquier habilidad que quieras
desarrollar a lo largo de tu vida, como
aprender a crear flujos de ingresos
pasivos.
Si te interesa ver sus charlas
puedes encontrarlas en YouTube —
subtituladas en castellano—. Aunque
este libro no trata sobre el tipo de
ingresos pasivos de alguien como
Warren Buffett, lo que dice sobre la
posibilidad de aprender es fundamental
en la creación de flujos de ingresos
pasivos.
Te recomiendo que imprimas y
pegues su afirmación en una hoja de
papel con grandes letras a modo de
tarjeta que puedas leer cada vez que te
asalten las dudas para recobrar
rápidamente la confianza y la
concentración.
También puedes utilizar la
afirmación que yo tengo pegada en mi
campo de visión cerca de la pantalla de
mi ordenador y que me sirve para
recordarle a mi mente de forma
subconsciente que debe despejar las
dudas rápidamente cuando me topo con
alguna piedra en el camino:
 
“Todo se puede aprender y
mejorar y por tanto todo es posible”
 
No necesito ponerla justo frente a
mis ojos —bastará con que esté en mi
campo de visión— así, mi cerebro por
si mismo, se encargará de leer esa
afirmación todo el tiempo y cuando me
asalte alguna duda mi vista se irá de
forma automática hacia la tarjeta
recuperando la concentración.
Cuando descubres la importancia
que puede tener en tu vida aprender a
generar flujos de ingresos pasivos, tu
interior se ve repentinamente invadido
de una gran cantidad de emociones
difíciles de describir en palabras. Pasas
de la ansiedad a la incredulidad, del
desasosiego al temor y luego a una
profunda sensación de libertad una y
otra vez en un intento por volver a
organizar todo lo que sabías —o creías
saber hasta ese momento—.
No te preocupes, es solo el
revulsivo inicial. Tu mente ha puesto en
marcha el motor de tu imaginación y tus
ideas se están comenzando a bullir. Son
todos síntomas normales de que estás a
punto de dar un salto importante en tu
vida y que puede llevarte a un nivel
superior del que te encuentras ahora
mismo.
Recuerdo claramente cuando tomé
conciencia sobre el impacto de
introducir en mi vida los flujos de
ingresos pasivos. Fue a través del libro
Padre Rico y Padre Pobre de Robert
Kiyosaki y Sharon Lechter —a finales
de 2007—.
Eso cambió definitivamente mi
forma de pensar y de trabajar.
Se puede decir que desde pequeño
he tenido espíritu emprendedor y
empresarial por lo que ya conocía el
concepto de ingresos pasivos —renta
residual, regalía o interés— y, como la
mayoría, me había quedado en la
cascara sin percibir el valor a largo
plazo de ponerlo en práctica.
Hay una gran distancia entre
comprender algo y apreciar su
verdadero potencial de futuro —de lo
contrario todos seríamos especuladores
bursátiles—.
Por entonces yo vivía en una
especie de “día personal de la marmota”
—algo que se repite igual día tras día—
aunque el germen empezaba a crecer en
mi mente.
Me despertaba a las seis de la
mañana, me duchaba y salía a toda prisa
—sin desayunar— para hacer un viaje
de casi dos horas —primero en metro o
autobús y luego en tren y luego otra vez
autobús— hasta mi trabajo en la otra
punta de la ciudad, aprovechaba ese
tiempo para estudiar, planificar y pensar.
Allí permanecía durante diez
horas cada día esforzándome por ser el
mejor haciendo mi trabajo para que me
tuvieran en cuenta, si tenía un rato libre
estudiaba más, al final de la jornada
emprendía la vuelta a casa, otra vez casi
dos horas que usaba para estudiar un
poco más o simplemente cavilar.
Llegaba cansado, cenaba algo, me
ponía al día con los temas de la casa y
me quedaba dormido en el sofá; de
madrugada me pasaba a la cama y a las
seis de la mañana de vuelta a empezar.
Daba lo mismo que hiciera frío,
lloviera, nevara o asfixiara el calor así
eran todos mis días en aquel entonces.
Aún no lo sabía, pero todo estaba
a punto de cambiar debido a uno de mis
proyectos de negocio. Uno de mis jefes
vio el potencial de mi idea y se
convirtió en mi socio aportando el
capital para crear una nueva compañía,
fue una sensación maravillosa
conseguirlo y —sin preverlo— me puso
en contacto directo con los beneficios de
los ingresos pasivos —en este caso
publicitarios—.
Desde entonces muchas cosas han
sucedido, y sobre todo, he aprendido
mucho sobre como generar y como
funcionan los ingresos pasivos.
Cuando aprendas a crear tus
primeros flujos de ingresos pasivos y
compruebes sus resultados en primera
persona estarás de acuerdo conmigo en
que muy pocas te hacen sentir tan genial.
Entremos de lleno en el tema. En
el primer capítulo dejaremos claras las
diferencias entre ganar dinero en un
empleo convencional donde se te paga
por tu tiempo y crear un flujo de
ingresos pasivos donde se te paga por el
valor que eres capaz de aportar a los
demás.
¡No te lo creerás!
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
Empleo vs. Ingresos pasivos
 
 
Antes de comenzar quiero aclarar
que no tengo nada en contra de los
empleos, afortunadamente, todos somos
diferentes y muchos se sienten a gusto en
sus empleos actuales. Algunos han
pasado tanto tiempo trabajando para sus
empresas que estas se han convertido en
su segundo hogar —o el primero—.
Es importante que cada uno tome
sus propias decisiones, por eso voy a
exponer algunos aspectos del empleo
basados en mi experiencia y en la de
mucha gente a la que conozco, para que
puedas decidir por tu cuenta.
Se trata de aspectos poco
analizados a la hora de decidir a largo
plazo como vas a ganar tu sustento y que
creo que pueden ayudar a cualquiera que
los lea a tomar decisiones más
inteligentes sobre su presente y su
futuro. Así que ¡vamos allá!
¡Olvida todo lo que sabías hasta
ahora del empleo porque casi todo eso
es falso!
Así de rotundo te lo digo, a
continuación voy a enumerarte paso a
paso cada una de las situaciones a las
que te enfrentas para conseguir y
mantener un empleo y comprobarás lo
contundente de esta afirmación. Al
finalizar el capítulo sentirás ganas de
tomar un vaso de agua para pasar el
trago así que ve preparando algo de
agua fresca —puedes reemplazar el agua
por el whisky—.
Que algo se haga de una
determinada manera por la mayoría de
las personas no significa que sea lo
correcto ni lo más conveniente.
Probablemente te hayan lavado el
cerebro durante tantos años que no des
cabida si quiera a reflexionar sobre la
posibilidad de encontrar una manera
diferente de conseguir ingresos.
La gente no deja de pensar que las
cosas están muy mal—y ahora peor—
así que es mejor conseguir un buen
empleo y amarrarse a la silla de la
oficina de por vida.
El condicionamiento social al que
estamos sometidos es tal, que salirse del
molde y reflexionar se hace muy difícil.
Todo comienza en casa cuando somos
muy pequeños y luego en la escuela y la
universidad cuando crecemos. Estos
ambientes nos hacen aceptar sin planteos
algunas ideas por el simple hecho de
que si todo el mundo lo hace eso será lo
correcto y lo que hay que hacer.
Posiblemente tus padres lo hayan
hecho así, tus compañerosy amigos
también lo hayan hecho igual y tu pareja
también, así que se hace lo mismo y se
espera que todo vaya bien ¿verdad?.
Pues no.
Me estoy refiriendo al hecho de
que te hayan educado sin que lo sepas
para conseguir un empleo y considerarlo
el mejor —y a veces único— medio de
ganarte la vida. Te han programado
desde siempre para buscar un empleo y
ganar dinero y cuando quieras más
dinero —siguiendo tu programa— te
verás en la obligación de trabajar más
o de buscar un segundo empleo. Esto es,
hasta cierto punto, ridículo.
Tanto si has estudiado como si no,
lo más probable es que te hayan
inculcado que hay un solo camino para
ganarnos la vida, el empleo. Nuestro
sistema educativo forma mejores
empleados y no mejores individuos o
individuos más felices.
¿No me crees? Si estás en tu lugar
de trabajo, levanta la vista un momento y
observa cuantas caras de felicidad hay a
tu alrededor. Las hay con un gesto tenso
y las hoy de completa ausencia. Están,
pero no están. ¿qué te parece? ¿se
percibe verdadera felicidad allí donde
estás? ¿sientes que la gente es feliz allí
cada día?
¿Y tu, qué te gustaría estar
haciendo ahora mismo en lugar de estar
allí?.
Si toda la gente con la que te
rodeas vive únicamente de su empleo es
fácil que lleguen a la conclusión de que
es la mejor forma de ganarse la vida.
¡Eso no son más que bobadas! Que
los demás hagan algo en masa, no quiere
decir que tú estés en la obligación de
hacer lo mismo. De hecho, cuando notes
que todos hacen algo en masa y tú
también deberías preguntarte ¿por qué
estamos actuando como corderos?.
No hay nada de malo en que
busques un empleo como los demás —ni
que compres el nuevo teléfono móvil
como los demás— si es eso lo que
quieres, lo malo es que lo hagas sin
pensar. Si consideras que conseguir un
empleo es la única —o la mejor—
manera de obtener ingresos para
sustentar tu estilo de vida estás errando
de pleno. ¡Eso es completamente falso!.
Conseguir un empleo no es ni la
mejor ni la única manera para obtener
ingresos aunque sea la manera más
utilizada. En cambio es mejor sustentar
tu estilo de vida generando flujos de
ingresos pasivos, tantos como te sea
posible.
La gran diferencia que existe entre
ganar dinero con un empleo y ganar
dinero de forma pasiva es el meollo de
este libro.
Grábate esto en la cabeza, cuando
recibes un salario a través de un empleo
te están pagando por el tiempo que
dedicas a ese empleo —más que por tus
habilidades, te pagan por tu tiempo—.
¿No me crees? Entonces pregúntate ¿por
qué te infravaloran en tu trabajo? ¿por
qué te hacen trabajar más horas de las
que habías acordado inicialmente? ¿por
qué no te dan más responsabilidades?
Yo te lo diré. Porque quieren
sobre todo tu tiempo.
En cambio, cuando creas un
ingreso pasivo basado en el valor que
puedes aportar a los demás todos se
benefician —y ese todos te incluye a ti
también—.
Entiendo que ahora mismo sientas
algo de confusión, pero cuando acabe
este capítulo verás las cosas mucho más
claras y cuando termines este libro —o
antes— podrás responder con seguridad
a la siguiente pregunta ¿quiero que me
paguen por mi tiempo o por el valor que
soy capaz de crear para los demás? —
bebe un poco de agua o whisky—.
Si hablas con gente que siempre
ha vivido de sus empleos posiblemente
todos estén de acuerdo en que tener un
empleo es la forma más segura y fácil de
ganarse la vida y prosperar.
Si hablas con alguien que lleva
mucho tiempo desempleado y atraviesa
una circunstancia de necesidad, te dirá
que lo que más desea en el mundo —
sobre todas las cosas— es conseguir un
empleo, de hecho se conformará con
cualquier empleo que consiga, incluso
si no tienen nada que ver con lo que ha
hecho durante toda su vida o si es para
ocupar un puesto inferior en la escala
corporativa del que tenía anteriormente.
Algunas personas encuentran que
solo les es posible conseguir dinero
para sustentar sus vidas a través de uno
o más empleos. Así que te dirán, sin
duda alguna, que buscar un empleo es la
mejor decisión que puedas tomar para
labrarte un futuro más seguro.
¡Vaya idea más tonta! Si aceptas
esa idea sin más, te deseo la mejor de
las suertes, porque la vas a necesitar.
Entrar en el mundo corporativo no es, ni
de lejos una tarea sencilla y muchas
veces tampoco es agradable a largo
plazo.
Las encuestas del organismos
internacionales relacionados con el
bienestar laboral han demostrado que
más del 80% de las personas que tienen
un empleo, trabajan en algo que no les
gusta o para lo que no han estudiado, y
además, se consideran mal pagados y
mal valorados.
Esto tiene que ser significativo
para ti de alguna manera. Hablamos del
80% de los empleados (8 de cada 10).
Es una cifra aplastante y eso en los
países que mantienen un estándar laboral
digno o mínimamente digno. En países
del tercer mundo o países con altos
niveles de corrupción gubernamental, la
cifra podría ser incluso mayor. Nadie
quiere ser explotado laboralmente de
por vida.
Aunque el porcentaje varíe de
empresa a empresa, en general, puedes
esperar con seguridad que, al menos la
mitad de tus compañeros —y
posiblemente tú también— no están a
gusto con su empleo aunque necesiten
percibir un salario.
Esta situación es ridícula y
anormal, no puede sostenerse a largo
plazo. Pero si lo piensas es hasta cierto
punto esperable porque tanto los
procesos de selección de personal como
muchas de las políticas internas de las
empresas parecen estar pensadas para
empleados carentes de sentimientos,
familiares y cualquier ambición
personal. Ese 80% de frustración
demuestra la miopía de mundo
corporativo.
En algún momento de nuestra vida
llegamos a pensar —o nos convencen—
que obtener un único ingreso
proveniente de un empleo es lo más
seguro para hacer frente a nuestros
gastos. Es increíble que tanta gente siga
creyendo que es más seguro depender de
otra persona en vez de uno mismo para
mantener sus ingresos; más cuando la
otra persona —tu jefe— es un completo
desconocido que solo necesita algo de
ti, tu tiempo.
Tu jefe mañana podría empezar a
“tenerte entre ojo” porque no le ha
gustado tu rendimiento, tu forma de
mirar, que sueles llegar un poco tarde
por la mañana —aunque vivas muy lejos
— o porque simplemente no le gusta
alguna cosa trivial.
Resulta más irónico aún, si
piensas que muchos jefes ni siquiera
saben exactamente que hacen sus
empleados o la problemática de sus
labores cotidianas —tu jefe no sabe, ni
le preocupa, que la impresora nunca
funciona—, pero aún así valora la
actitud y el tiempo que dedicas a tu
empleo. Puede que hagas bien tu trabajo,
pero si no le caes en gracia a alguien
importante, antes o después, por un
motivo u otro te verás en la calle —
probablemente antes—.
¿Cómo empezó todo? Pues bien,
comienzas este tortuoso camino, con una
entrevista de trabajo, o mejor dicho, con
muchas entrevistas de trabajo.
Posiblemente tengas que aceptar
el empleo en el que te acepten a ti y no
el que te hubiera gustado conseguir —
aún si cuentas con la cualificación
necesaria—, porque lo jefes tienen
criterios muy diferentes a la hora de
contratar personal. Tal vez prefieran
contratar a alguien conocido de otro
trabajador de la empresa, aunque esté
menos cualificado, solo porque alguien
responde por esa persona. O prefieran
descartarte porque, en la entrevista, con
los nervios sudabas mucho y les
recuerdas a su cuñado. Es una verdadera
demencia.
Ese tipo —tu jefe— puede venir
mañana y decirte “¡Estás despedido/a!”
y seguir con su vida como en el
programa de El Aprendiz con Donald
Trump.
En ese punto, te guste o no, tendrás
que recoger tu cheque y tus cosas —
aunque podrían impedírtelo si quieren—
e irte con la cabeza gacha. Otra vez a la
casilla de salida. Otra vez a hacer
decenas de entrevistas pidiendo una
oportunidad.
Si sigues en tu empleo no estás
mejor. Puede suceder que tu jefe sea el
perfecto —o la perfecta— imbécil que
se atribuye los méritos de tu trabajo y te
culpa a ti o a tus compañeros cuando no
se alcanzan los objetivos que él mismo
no sabe gestionar —curiosamenteeste
perfil de jefes parece muy demandado
en las empresas—.
Deberás aceptar que en el mundo
corporativo, cuando te cruzas con un
jefe imbécil, no tienes más alternativa
que soportar y saludar con una sonrisa si
quieres conservar tu empleo y a veces ni
siquiera eso funciona, te vas a la calle
igual. Muchas veces sin miramientos y
sin gratitud. Es muy doloroso.
En un empleo tampoco puedes
decidir sobre aspectos cruciales a la
hora de hacer tu trabajo; por ejemplo,
elegir tu espacio de trabajo. Tendrás que
trabajar en el espacio que te hayan
asignado, aunque no sea cómodo para ti.
Si la persona que ocupaba antes ese
puesto podía hacerlo en 4 metros
cuadrados, tú deberías poder hacerlo
también —¡y te lo dirán!— aunque tu
volumen corporal sea mayor.
Si hacen cambios en la oficina y
quieren cambiar de sitio los muebles,
pues, los moverán y tendrás que moverte
tu también —te guste o no— ellos
decidirán donde estás mejor para hacer
tu trabajo, tu opinión casi nunca cuenta.
Es posible que te dejen
acondicionar un poco el espacio para
que te sientas “como en casa”, pero es
un placebo psicológico, si intentas hacer
grandes cambios como cambiar tus
cosas de sitio se te echarán encima.
Tampoco podrás estar cambiando tus
cosas de sitio todos los días hasta
encontrar la posición más cómoda
porque molestarás a tus jefes y a tus
compañeros y posiblemente te dirán que
“mejor que dejes las cosas como están
de una vez” porque podrías tener
problemas —da miedo de solo pensarlo
—.
No puedes decidir cuanto quieres
que te paguen por hacer tu trabajo, tu
salario lo decidirá el mercado, la
política de empresa, el sindicato, tu jefe
—o su mujer si va por allí— o el
departamento de recursos humanos, es
decir, cualquiera menos tu.
Serás tú quien tenga que adaptarse
a sus expectativas y ellos te pagarán en
base a una estimación que —realmente
— no está basada en tu talento o tu
capacidad porque te han valorado antes
de trabajar. Si lo haces mejor de lo que
esperaban seguirás cobrando lo mismo
al menos durante ese año. Si lo haces
peor, se desharán de ti a la primera
oportunidad.
Si necesitas más dinero para vivir
porque tu situación ha cambiado o
quieres mudarte tendrás dos alternativas.
Una de ellas es negociar —en algunas
empresas eso significa suplicar— y si
son buenos contigo consigues un
aumento. Sales del despacho con un
poco más de dinero —generalmente
poco— a cambio de una gran deuda
emocional que procurarán cobrar a
largo plazo. Siempre es una situación
incómoda y estresante (perderás algo de
pelo cuando te ocurra, ya lo sabes).
La otra alternativa es peor, porque
implica trabajar más, haciendo horas
extras; ten presente que en la actual
cultura corporativa, las horas extras
muchas veces no se pagan, porque se ha
extendido la costumbre de trabajar hasta
cualquier hora después del horario
laboral. Esa actitud se considera como
“compromiso con la empresa” y es una
obligación moral implícita que jefes y
empleados perpetúan.
Te verás en la situación de tener
que trabajar más horas fuera del horario
laboral porque se lo debes a la empresa
que te da trabajo.
Según parece, no estar dispuesto a
hacer más horas de las que habías
pactado sin cobrar un duro más está mal
visto —mal asunto—.
En un empleo tampoco puedes
decidir cuando y cuanto tiempo deseas
irte de vacaciones. En la mayoría de las
empresas existe un período socialmente
aceptado en el que la gente quiere irse
de vacaciones que es durante el verano.
Si prefieres el invierno para esquiar,
tendrás que conformarte con algunos
días extra, un fin de semana de puente o
ir anticipando días a cuenta de tus
vacaciones, pero es muy posible que no
te permitan tomarte tus vacaciones
completas, sobre todo si la fecha que
has elegido coincide con la época de
más trabajo en tu empresa.
Por otra parte solo dispones de un
número limitado de días para tomarte de
vacaciones —habitualmente entre 15 y
30 días—, si quieres más días de
vacaciones tendrás que cambiarlos por
más horas de trabajo durante algún
tiempo. No importa que tengas el dinero
suficiente para tomarte dos meses de
vacaciones, porque tu empresa solo te
dejará hacerlo durante el tiempo que
tiene establecido contigo en el contrato
que has firmado —¡deberías tener un
contrato!—.
Aunque —según he oído— en la
cultura popular corporativa “no es
bueno ausentarse mucho tiempo del
trabajo” porque podrían pensar que no
se nota tanto tu ausencia y pasar tus
obligaciones a otro compañero. Las
empresas se adaptan y pueden adaptarse
a sobrevivir sin ti. Así que ándate con
ojo si vas a ausentarte. ¿Quieres un poco
más de agua? …¿o whisky?
Parece extraño, pero si van a darte
un empleo, esta gente quiere verte por
allí, así que tendrás que desplazarte
todos los días hasta el trabajo —a ser
posible con el almuerzo para ahorrar
algo de dinero y comer mejor— no son
muchas las empresas que dan de comer a
sus empleados —aunque las hay—.
Llueva, haga calor, frío o nieve,
tendrás que hacer todo lo posible por
llegar allí cada día a tiempo porque eso
de trabajar desde casa todavía está mal
visto —la desconfianza en tu formalidad
está implícita—.
Está claro que, más allá de lo bien
que hagas tu trabajo —y de lo formal
que seas— tu jefe se siente mucho mejor
cuando recorre la oficina y todos están
en su sitio mirando sus pantallas, aunque
al mismo tiempo todos estén hablando
pestes sobre él o ella por el chat de la
oficina o comprobando sus redes
sociales.
Es irónico, pero quieren verte
sentado en tu sitio más que saber que
estás haciendo bien tu trabajo. La
mayoría de los empleados acaban
encontrando formas muy creativas de
simular que trabajan durante la mayor
parte de la jornada laboral, lo cual es
una pérdida de tiempo para ambas
partes.
No participarás de los beneficios
que contribuyes a generar para la
empresa, algunas ofrecen un bono extra
por cumplir objetivos —pero solo en
puestos directivos— ese bono
generalmente será inferior al valor que
tu trabajo genere.
Por otra parte ¿cómo se mide el
verdadero impacto de tu trabajo en tu
empresa? ¿cuánto exactamente
contribuyes para que esta tenga éxito?
No hay forma de saberlo exactamente, a
la mayoría de las empresas no les
interesa saberlo, porque no van a
pagarte más por ello. En caso de que
hagan este tipo de análisis será para
valorar la empresa en su conjunto.
Tiene sentido —para ellos—. Los
empresarios tienen la mala costumbre de
crear empresas para ganar dinero en
lugar de repartirlo —cosas de
empresarios—.
Si nunca te ha pasado debes saber
que enamorarte en el trabajo puede ser
un gran problema, incluso puede ser la
causa de que pierdas tu empleo, las
empresas se oponen radicalmente a las
relaciones íntimas dentro del ámbito
corporativo.
Esto puede ser muy complicado si
acabas teniendo sentimientos más
profundos y personales por alguien que
trabaja contigo.
Encontrar una pareja en el
contexto laboral es habitual —ya sea
permanente u ocasional— pero no debes
involucrarte personalmente por el bien
de tu empleo.
No puedes permitirte enamorarte y
menos tener algún tipo de contacto físico
con alguien que trabaja contigo o
podrían despedirte de inmediato —sin
mediar otra justificación—. Para
conservar tu empleo es más seguro
reprimirse.
Deberás hacer tu trabajo
exactamente durante la jornada laboral,
ni antes, ni después. Aunque si es
después no importa tanto, como dije, hay
tolerancia en que acabes después de tu
hora de salida, pero no al contrario.
Si acabas tus tareas dos horas
antes que los demás, deberás quedarte
igual en tu puesto de trabajo buscando
algo en que ocuparte. Está mal visto irse
antes de que concluya la jornada laboral
y más si eres el primero en abandonar
“el barco”.
Hay excepciones a la regla,
incluso puede que tengas que ir al
médico o recoger a tus hijos del colegio
y tengas que irte antes porque no tienes
más alternativa, no vas a dejar a tus
hijos en la calle ni poner en peligro tu
salud —aunque si pudieras hacerlo te lo
agradecerían —.
Debes adaptar todo tu estilo de
vida al horario de la empresa —se hacemuy difícil tener una vida fuera del
trabajo—. El horario de trabajo se
vuelve un muro muy alto para saltar
entre tus relaciones, tus aficiones, tu
descanso y tu salud. El día tiene las
horas que tiene, no más.
Pude suceder que tu jefe o algunos
de tus compañeros de trabajo sean
personas inseguras y celosas en relación
a tu desempeño o a tu situación en la
empresa, ya sea porque ganas más
dinero que ellos o porque tu jefe se
siente amenazado con tus novedosas
ideas o porque pareces disfrutar más de
lo habitual en tu trabajo —lo cual,
extrañamente, nunca parece ser una
buena señal para los demás— así que,
muchas veces, tendrás que trabajar por
debajo de tus posibilidades para no
levantar una oleada de críticas hacia tu
persona.
También puede suceder que seas
una mujer muy capaz de cumplir con tus
obligaciones y que tu jefe sea un salido
que te coloque en situaciones incómodas
y que te veas obligada a hacer la vista
gorda tanto como sea posible —también
puede ocurrir al revés—.
También tendrás que abstenerte de
opinar abiertamente sobre tus jefes y
sobre la política de la empresa y más
frente a los demás. No está bien visto
hablar mal de los jefes o de la empresa
en presencia tus compañeros, incluso
alguno de ellos podría ir a los jefes con
el cuento para ganar puntos.
¿Lo entiendes? Para conseguir y
mantener un empleo deberás renunciar
una gran parte de tu libertad, autoestima
e ilusiones. En algunos casos también a
tu creatividad y por último a tu tiempo y
a tus aficiones durante muchos años o de
por vida. La vida es muy corta para
malgastarla de esa manera.
El ritmo será impuesto por tu
empleo y tu estilo de vida tendrá que
adaptarse plenamente al horario de tu
jornada laboral, siempre estarás
pensando que mañana madrugas.
Son muchas las razones por las
que el sentido común te dirá que no es
una idea tan genial eso de atarte a un
empleo de por vida, pero hay una razón
entre todas que es especialmente
importante y me refiero a los impuestos.
Ser empleado y percibir un salario
significa estar en la peor situación en
relación a lo que debes pagar de
impuestos. Para que tengas una idea, si
tomas como referencia un salario medio
de cualquier país industrializado, lo que
pagas al año en impuestos sobre tu
salario alcanza para comprar un coche
nuevo cada año.
Si has leído bien. Con lo que
pagas de impuestos como empleado
podrías comprar un coche nuevo todos
los años. Eso se mucho dinero.
Hay otras formas más eficaces de
manejar tu carga impositiva cumpliendo
todas tus obligaciones legales y morales
como ciudadano —debes pagar tus
impuestos porque es importante para
todos— pero siendo empleado te llevas
la peor parte, el gobierno cobra tu
salario antes que tu cada mes, así lo
dicta la ley.
En cambio, si ganas dinero con tu
propia empresa, tu carga impositiva es
menor y te permite ganar más a largo
plazo. Aunque para esto tendrás que
buscar el modo de ingresar dinero cada
mes —y eso no es para todo el mundo
—.
A través de los ingresos pasivos
podrías elegir en que te gustaría trabajar
—y de hecho debes hacerlo— porque
ganarás más dinero haciendo lo que te
gusta hacer que de otra forma. Las horas
van muy de prisa cuando disfrutas de lo
que haces.
Algunos días podrías trabajar por
la mañana, otros por la tarde, podrías
hacerlo durante tres horas al día o seis u
ocho, lo que fuera necesario para tus
objetivos. Si un día no quieres —o no
puedes— trabajar, los ingresos de
dinero seguirán fluyendo de manera
constante. Aunque si disfrutas lo que
haces es raro que no quieras hacerlo
algún día o durante todo el día.
Cuando recibes ingresos pasivos
puedes tomar las decisiones más
importantes de tu vida en primera
persona. Tú serás quien decida cuanto
dinero necesitas o cuanto esperas ganar
y cuanto más hábil te vuelvas creando
flujos de ingresos pasivos más dinero
ganarás, nadie va a decirte que tienes un
límite.
Nadie excepto tu. El valor que
puedas producir para otros no tiene
techo, en cambio el tiempo que puedes
dedicar al día a un empleo es muy
limitado.
Podrás definir tus propios
objetivos a largo plazo. En la mayor
parte de los aspectos tendrás la última
palabra y las cosas se harán a tu manera,
por lo que es muy importante cultivar en
tu persona los buenos hábitos de trabajo
y disciplina para sacar el máximo
partido a tus oportunidades.
Crear ingresos pasivos no es para
vagos ni pusilánimes.
Podrás trabajar desde casa o
desde tu propia oficina, decidiendo
cuanto espacio vas a dedicar a tu trabajo
y como prefieres que esté decorado. Si
quieres ir al baño a darte una ducha
relajante o hacer una pausa para hablar
por teléfono puedes hacerlo sin sufrir el
estrés que provoca la mirada de los
demás o que te encuentres con tu jefe en
el pasillo del baño mientras hablas a
escondidas. Tú impones tu propio ritmo,
así que saca lo mejor de ti.
Si eres de esas personas que
disfrutan quedándose un rato más en la
cama podrás hacerlo porque no tendrás
que salir una hora antes para llegar hasta
la oficina, con lo que probablemente
descanses mejor. Pero no te quedes en la
cama holgazaneando, descansa un poco
más y saca más provecho al día.
Nadie puede llamarte a su
despacho para despedirte o para cesarte
si no le caes bien o si quiere contratar a
otra persona para que ocupe tu lugar. No
tendrás la obligación de bajar el nivel
de tus resultados para no despertar
envidias entre tus compañeros de
trabajo o tus jefes.
Podrás atender tus redes sociales
cuando lo creas conveniente e incluso
puede que estas redes te ayuden a
vender mejor tus productos y te
mantengan en contacto con tus clientes y
amigos.
No limitarás tus contactos y
conocidos al único ámbito de tu trabajo,
podrás contactar y conocer gente
diferente cada día y eso enriquece tu
persona.
Tus relaciones personales y
sentimentales dispondrán de más
atención y tiempo por tu parte. Podrás
dedicar más tiempo a las relaciones
íntimas y al ocio con amigos y con tu
pareja.
Es más fácil dedicar tu tiempo a
quienes te importan cuando no lo has
vendido casi todo a una empresa.
Si hasta hoy has podido lidiar con
los problemas de tener un empleo,
entonces, crear un flujo de ingresos
pasivos no resultará más difícil para ti.
Puede que te resulte algo extraño ahora,
pero las habilidades necesarias para
conseguir y mantener un empleo suelen
ser muy parecidas a las que se necesitan
para generar un flujo de ingresos
pasivos.
Piensa que para que tomen en
cuenta tu perfil en muchos empleos te
exigen que hayas cursado un master
después de haberte graduado en la
universidad, esto suele costar mucho
dinero extra y ser bastante difícil y
estresante de obtener.
Crear un flujo de ingresos pasivos
no es técnicamente más difícil que
realizar la mayoría de los trabajos, es
más difícil cambiar la mentalidad al
respecto por la educación con la que nos
han programado para ser buenos
empleados que crear un flujo de
ingresos pasivos.
Esto no significa que debas
presentarte mañana mismo en tu oficina
y renunciar a tu empleo sin más, ni que
todos los empleos y empresas del mundo
sean despreciables —hay excepciones
como en todo— aunque la mayoría de
los empleos se ajustan a lo que he
descrito y, puede que, lo hayas vivido en
primera persona.
Tampoco significa que crear flujos
de ingresos pasivos sea incompatible
con mantener un empleo de forma
paralela. Podrías compaginar ambas
cosas hasta que consigas generar le flujo
de dinero suficiente para dejar tu
empleo actual o para buscar otro empleo
más agradable si eso es lo que deseas.
Estés en la situación que estés no
tiene ningún sentido saltar sin red
cuando estás aprendiendo.
En cualquier caso es una decisión
enteramente personal, mi recomendación
es ir haciendo el cambio
progresivamente mientras necesites el
dinero que te proporciona tu salario
para mantener tu estilo de vida y a tu
familia.
Cuando alcances la experiencia
necesaria y tus flujos de ingresos
pasivos comiencen a dar resultados
podrás optar por mantener ambas cosas
o quedarte con una opción o la otra. Lo
que sea mejor parati de eso se trata.
Para tener verdadero éxito
creando flujos de ingresos pasivos a
largo plazo, es mejor ser una persona
diligente y organizada y no desatender
tus responsabilidades. Sin excusas.
Si eres de esas personas que les
gusta quedarse en la cama
holgazaneando hasta medio día y no
manejas bien las situaciones en las que
debas asumir compromisos en primera
persona, tal vez no sea una buena idea
que te dediques a crear ingresos pasivos
para vivir de ello.
Si ese es tu caso te recomiendo
que hagas al transición poco a poco.
Recuerda, no hay porque saltar sin red.
Mantén tus obligaciones laborales
mientras desarrollas las aptitudes y el
carácter necesario para afrontar esta
tarea que tiene muchas recompensas
cuando el éxito llega.
Recuerda que las mejores
decisiones se toman utilizando el sentido
común.
Y tú ¿cuánto sentido común
tienes?
CAPÍTULO 2
El sentido común es el 90% de
un negocio
 
 
François Marie Arouet, más
conocido como Voltaire, fue un escritor,
historiador, filósofo y abogado francés y
sobre todo fue un tipo muy inteligente,
tal vez te interese saber también se hizo
inmensamente rico en su época y no por
casualidad, sino porque había
desarrollado un gran sentido común.
Este capítulo no va sobre la
ajetreada vida y el magnífico legado de
la obra de Voltaire, pero sus anécdotas
son fascinantes.
Como ejemplo, una vez, junto al
matemático La Condamine y los
hermanos Paris-Duverney estableció
una sociedad con el único fin de
comprar todos los billetes de lotería de
su época —por entonces se podía hacer
esas cosas— embolsándose unas
inmensas ganancias más tarde con los
premios.
Así de listo era Voltaire. Así
trabajaba para el su sentido común.
Dicho esto, lo que nos importa
aquí es su famosa frase “El sentido
común es el menos común de los
sentidos” que sigue tan vigente hoy
como lo estaba entonces.
Si estas leyendo este libro es
generar ingresos pasivos y el sentido
común puede ser un gran aliado para ese
propósito. No solo influirá en los
resultados de tu cuenta bancaria,
también lo hará en muchos otros
aspectos de tu vida.
¿Por qué el sentido común?
Porque es la clave para liberarte de
cometer grandes errores —muchas
veces irreparables— y caer en engaños
haciendo lo mismo que hacen los demás
cuando se movilizan en masa. Te será
más fácil y rápido separar el trigo de la
paja sin ponerte en peligro ni a los
demás, al menos hasta el punto que sea
previsible.
Si echas un ojo a YouTube
encontrarás cientos de horas en video de
personas que desprecian utilizar el
sentido común, ya sea lanzándose desde
una azotea con un globo en la mano o
cruzando una calle transitada en
bicicleta con una venda en los ojos o
saltándose una señal de STOP frente a
las vías del ferrocarril para intentar
ganar unos pocos segundos más.
Ese tipo de personas, no solo se
ponen en riesgo a si mismas, sino que,
por si fuera poco, ponen en riesgo a los
demás.
Así como una familia dirigida por
unos padres sin sentido común es una
familia condenada a sufrir penurias
durante muchos años, del mismo modo,
una empresa dirigida por empresarios
sin sentido común es una invitación al
desastre para si mismos, para sus
empleados, para sus socios y para sus
inversores.
Nadie quiere seguir a una persona
insegura y sin sentido común, en cambio
la mayoría estaría dispuesta a apoyar
con entusiasmo una idea con fundamento
en el sentido común. El sentido común
beneficia a todos o a la mayoría. En
cambio la estupidez perjudica a todos o
a la mayoría.
Una cosa es plantearte desafíos
que te obliguen a salir de tu zona de
confort y te permitan ampliar tus límites
metales y emocionales ayudándote a
crecer.
Otra cosa muy distinta es pararte
frente a un tren con una mano en alto
porque estás convencido de que puedes
detenerlo cuando se ponga delante.
Me temo que la partida acabará 1-
0 a favor del tren —y, créeme, no habrá
revancha—. En este caso ganarás si
apuestas en tu contra, pero no habrá
nadie para cobrar dicha apuesta.
El riesgo asumido es mucho mayor
que el beneficio potencial propuesto, y
ese tipo de situaciones van en contra del
sentido común.
El sentido común te ayuda a eludir
algunas decisiones absurdas que no
conducen a ninguna parte. Bueno si, al
desastre.
Deberás acostumbrarte a escuchar
más y hablar menos, a prestar más
atención antes de comenzar a actuar.
Preguntar —o estudiar— a quienes han
hecho antes lo que tu quieres hacer
ahora y así evitar cometer los mismos
errores.
Créeme, no es tan complicado. Se
tarta de desarrollar la habilidad de
reflexionar y no solo de dejarse llevar
por el entusiasmo. De eso se trata el
sentido común.
Desarrollando tu sentido común
tomarás mejores decisiones que
afectarán tu vida rápida y positivamente,
y no solo eso, porque, al mismo tiempo,
esas mismas decisiones mejorarán la
vida de quienes te rodean ya sea que los
conozcas o no. Por lo tanto trabajar
conscientemente con el objetivo de
mejorar y potenciar nuestro sentido
común no solo te beneficia a ti, también
beneficia a los demás.
Se trata de ser más razonable para
conseguir los objetivos que te propones
de la manera más rápida y eficiente. El
sentido común mejora tu pensamiento
reflexivo y acorta los tiempos para
llegar a las conclusiones de manera más
acertada aumentando tu nivel de astucia.
La astucia no es solo quiere decir
aprovecharse de los demás.
Tu cerebro también se vuelve más
eficiente e invierte más energía en ideas
productivas y planes bien elaborados y
menos en vagas concepciones que no
tienen sentido a la larga.
Como todos los sentidos —según
la ciencia— el sentido común es una
fuerza pasiva se pone en marcha al ser
estimulada con ideas. Trabaja para
poner en marcha el sentido común a
voluntad y tus planes no tendrán límites.
La buena noticia es que
desarrollar el sentido común es posible,
encontrarás muchos artículos y
ejercicios sobre este tema en internet.
Son tantos que se hace imposible
describirlos todos en este libro, pero el
mejor ejercicio que puedes practicar es
aplicarlo a diario en tu propia vida.
Te daré un método que puedes
utilizar cuando quieras para saber si
estás aplicando el sentido común en una
circunstancia concreta o no. El sentido
común simplifica las cosas, no las
complica. Despeja no atasca.
En un momento dado, en una
circunstancia concreta, puedes hacerte
esta pregunta ¿esto que quiero hacer
simplificará la situación o no? Si no
tienes la total seguridad de que tu
decisión simplificará esa situación,
entonces es probable que no sea la
mejor opción.
Las soluciones simples —basadas
en el sentido común— son evidentes
cuando las detectas, es como el juego de
“¿Dónde esta Wally?” en donde tienes
que encontrar a un personaje concreto en
un dibujo donde hay cientos de otros
personajes amontonados. Al principio
no lo encuentras entre tanta confusión,
pero cuando consigues verlo todo lo
demás parece despejarse y consigues
ver con claridad.
Lo mismo sucede con las
soluciones sencillas basadas en el
sentido común porque simplifican la
visión global volviéndose evidentes. La
solución a la mayoría de los problemas
no debería sumar una nueva variable al
mismo, sino despejar las variables que
ya han sido planteadas.
EL sentido común es algo propio
de nuestra naturaleza, si crees que no
tienes ese sentido bien desarrollado
comienza ya mismo a trabajar en ello,
los beneficios que conseguirás —igual
que el dinero que fluye hacia ti
generando ingresos pasivos— no tiene
techo.
CAPÍTULO 3
La mentalidad que genera
ingresos pasivos
 
 
Para llevar a cabo cualquier tarea
se hace evidente que debes conocer la
teoría que hay detrás, pero, en la
mayoría de los casos, con conocer la
teoría no es suficiente para conseguir
resultados a largo plazo.
Para conseguir dichos resultados
debe hacerse algo más que estudiar y
comprender la suma de las partes, será
necesario meter mano personalmente en
el asunto y manipular cada una de las
partes hasta crear algo con ellas.
Esa es la mejor —sino la única—
manera de aprender a hacer cualquier
cosa por unomismo adquiriendo una
nueva habilidad en ese proceso. Eso
significa que la mejor manera de
aprender a hacer algo haciéndolo.
Cualquiera de nosotros —en
teoría— sabe como se patea un balón de
fútbol, pero hacerlo en la práctica es
algo completamente distinto, no es lo
mismo saber que hacer, que hacer lo que
se sabe.
Estarás de acuerdo en que hay una
gran diferencia entre conocer la teoría y
ejecutar la práctica.
Por otra parte, una de las
preguntas que deberíamos hacernos cada
vez que nos disponemos a aprender una
nueva habilidad con el objeto de
conseguir un nuevo objetivo es ¿en qué
clase de persona deberíamos
convertirnos para lograr tener éxito en
nuestro propósito? Si reflexionas un
momento notarás que existen una serie
de rasgos comunes en la personalidad de
aquellos que han alcanzado el éxito en
determinados campos de la vida.
Teniendo esto en cuenta —antes
de comenzar nuestro propio proceso
educativo— conseguiremos que nuestra
mentalidad se adapte mejor a la tarea
que nos propongamos realizar y al
mismo tiempo nos facilitará llegar a
mejores conclusiones durante el proceso
de aprendizaje.
Reflexiona un momento en este
concepto que es realmente importante y
te darás cuenta de que todo lo que existe
en tu vida en este momento ha sido
creado por los valores que están
definidos en tu mentalidad, en lo
profundo de tu mente.
Todo lo bueno y todo lo malo que
hay en tu vida en este momento fue
creado primero en la incubadora que es
tu mentalidad, aunque no hayas tenido
consciencia de su creación y es por eso
que es tan importante aprender a
manipular de forma consciente y
positiva nuestra mentalidad —nuestros
procesos mentales— y así conseguir los
resultados deseados en lugar de obtener
lo contrario.
En cierto sentido es como cuando
te sugerí que pusieras una tarjeta con una
frase positiva dentro de tu campo de
visión para liberar de dudas
rápidamente tus pensamientos si estas
aparecieran en el proceso de ejecución.
No necesitas mirar la tarjeta todo
el tiempo, ni concentrarte en ella,
porque, manteniéndola dentro de tu
campo de visión mientras trabajas, tu
mente es consciente de que está ahí e
introduce esa información en el
momento oportuno, sin preguntarte nada
y sin que tu lo notes realmente.
Es posible que a primera vista
esta idea te resulte perturbadora y
contraria a lo que crees en el fondo de tu
ser sobre como te ocurren las cosas,
pero es la pura verdad. El sistema que
existe a tu alrededor formado por
personas, valores y circunstancias que
conforman tu vida ha sido creado
íntegramente por las ideas que viven y
se desarrollan en tu mentalidad tanto si
has tenido conciencia del proceso como
si no.
Realmente es una gran noticia
porque, si no te gusta lo que hay a tu
alrededor en este momento, puedes
ponerte a trabajar —de manera activa y
consciente— para crear algo distinto
que se ajuste mejor a tus deseos.
Recuerda que, seas consciente o no, el
proceso sigue siendo el mismo y actúa
de igual. Manipúlalo a tu favor.
Como si se tratara del papel que
envuelve un caramelo, tu mentalidad
envuelve tus ideas y es en tu mentalidad
donde existe un gran potencial
preparado para atraer todas aquellas
cosas que deseas que formen parte de tu
vida. En realidad no se trata de algo
mágico —en el sentido místico— es un
proceso natural y sutil de nuestro
organismo que comenzamos a
comprender mejor hace algunos años.
Si preguntas a cualquier
neurocientífico te dirá que las
emociones que se producen en tu
cerebro —si, las emociones se producen
en el cerebro— son el origen de todas
las acciones que has tomado en tu vida y
dichas acciones son las causantes
directas de los resultados que ves en tu
vida.
La mayor parte de lo que sucede
en tu vida —sobre el 99%— es el
resultado directo de tus acciones y está
provocado por la mentalidad que tienes
al respecto en cada uno de los aspectos
que la conforman.
Esto quiere decir que ser
consciente de las ideas que forman parte
de tu mentalidad es muy importante para
conseguir tus objetivos tanto si se trata
de crear flujos de ingresos pasivos
duraderos como si se trata de escalar el
Everest o de ganar tu primera estrella
Michelin.
Todo comienza en tu mente y en la
mentalidad que tengas al respecto de
algo.
Esta es la idea básica para
conseguir cualquier objetivo que te
propongas y me encantaría desarrollarla
en profundidad, pero ese no es el objeto
de este libro —nos llevaría otro libro
completo hacerlo— aunque es un tema
francamente apasionante del que puedes
encontrar muchísima información
científica y contrastada en internet al
respecto.
Comprender cuales son los
procesos con los que funciona tu mente e
influir sobre ellos modifica los
resultados que obtienes consiguiendo al
mismo tiempo una gran ventaja en
cualquier ámbito que quieras
desarrollarte.
En este caso me conformo con que
comprendas claramente que tu
mentalidad juega un papel crucial en tu
objetivo de creación de flujos de
ingresos pasivos por lo que debes tener
conciencia de este aspecto desde el
inicio.
La primera vez que tomas contacto
con un nuevo conocimiento es normal
que junto con el entusiasmo inicial
aparezcan algunas dudas en escena, no
hay nada de malo con dudar, de hecho,
dudar es un síntoma de inteligente
reflexión por lo que, las dudas —en si
mismas— no son un problema.
Sin embargo se convierten en un
problema cuando las dudas se mantienen
a lo largo del tiempo ya que esto
conduce a un estado de parálisis que va
en contra de los objetivos que te
propongas.
Debes aprender a detectar en tu
propia personalidad cuando estás
entrando en este estado de parálisis
prolongada provocada por las dudas y
actuar inmediatamente, si no lo haces
corres el peligro de que dicho estado te
atrape y todo se vaya al trasto —como
puede que te haya ocurrido otras veces
—.
Existen varias maneras de tratar
con este estado mental, y yo voy a
proponerte dos alternativas para lidiar
con ello. Son estrategias tan prácticas
como para que las utilices en cualquier
momento y al mismo tiempo muy
efectivas.
La primera de ellas es hacer una
pausa breve, funciona de este modo,
cuando llegas a un punto en que las
dudas han arraigado tanto en tus
pensamientos que no sabes que hacer, es
mejor que dejes de darle vueltas al
asunto y te pongas con otra cosa que no
tenga nada que ver para, así, liberar a tu
mente del tema o mejor aún que te vayas
a dormir directamente.
En ese proceso de pausa existe un
mecanismo por el cual tu mente seguirá
trabajando en el problema aunque estés
haciendo otra cosa completamente
distinta o incluso durmiendo —muchas
veces habrás soñado con cosas que te
preocupaban e incluso alguna vez puede
que soñaras con la solución a un
problema al que dabas vuelta— es algo
así como dejar la mente trabajando en
segundo plano.
Si las dudas comienzan dominar el
panorama de tu mente y no consigues dar
con una solución entonces ¡detente y
déjalo durante un buen rato!
Puedes hacer una pausa durante
una noche o durante un par de días o una
semana antes de retomar el tema, durante
este tiempo es mejor que no vuelvas al
tema; tu mente seguirá trabajando ese
tiempo y al retomarlo es muy probable
que la mayor parte de las dudas hayan
encontrado una respuesta de forma
automática.
Ahora bien, esto es importante, no
debes dejar pasar más de dos semanas
antes de tomar alguna determinación
definitiva sobre si lo harás o no porque,
pasado ese tiempo, existe un riesgo
mayor de abandonar definitivamente.
Esto se debe al temor de no elegir la
mejor opción o por anticipar unos malos
resultados finales.
La segunda situación es más
común —y más peligrosa— que la
anterior por eso hay que evitar llegar
hasta ese punto. Lo único que puede
extinguir ese temor es pasar a la acción
lisa y llanamente. Todos sentimos temor
en un momento dado (a todos nos
ocurre), pero es mejor actuar a pesar del
temor que quedarnos estancados.
Si te encuentras en este punto
debes hacerte el siguiente planteo “Si no
resultará en ningún daño físico para ti
o para otros, debes hacerlo y punto”
cuando nosabes si es mejor hacer algo o
no, probablemente la mejor decisión sea
hacerlo y ya está.
Está demostrado científicamente
que los seres humanos tenemos
tendencia a hacer un mundo de un
pequeño problema pensando que las
consecuencias negativas de una mala
decisión serán mucho peores de lo que
finalmente resultan ser y cuanto más
tiempo pases dudando y barruntando
sobre aquello que te preocupa más
difícil te será vencer la parálisis
provocada por ese temor.
La mejor forma de saber si algo
funcionará —y como lo hará— es pasar
directamente a la acción y hacerlo, los
resultados de ese intento te darán mucha
información que podrás aprovechar.
Recuerda que, con un poco de
entrenamiento, tu mente es capaz de
ponerse a la altura de cualquier objetivo
y puede aprender cualquier habilidad
nueva que te propongas, pero debes ser
tú quien la obligue a hacer lo que tiene
que hacer.
Si dejas que tu mente tome el
control de la situación comenzará a
vagar en círculos creando excusas y
problemas aún donde no los hay.
Tu mente es parte de ti y es tu
obligación hacerte con el control de ella
para sacarle el máximo partido y
conseguir lo que quieres para tu vida.
No demores en poner tu mente a
trabajar para crear nuevos flujos de
ingresos pasivos y, recuerda, ante la
duda es mejor pasar a la acción.
CAPÍTULO 4
¿Qué van a decir de ti cuándo
lo hagas?
 
 
Oye, espera un momento. ¿De
verdad vas a hacer esto? ¿por qué no
dejas de perder el tiempo y te buscas un
empleo? Cuando te plantees seriamente
crear flujos de ingresos pasivos estas
serán algunas de las preguntas que oirás
a menudo.
Incluso te lo preguntarán un par de
veces, como si tuvieras alguna tara, y tu
interlocutor estuviera intentando salvarte
de tu falta de juicio.
Muchas veces las personas que
nos rodean y nos quieren, son las que
menos nos apoyan en momentos como
este y esto nos afecta profundamente; al
fin y al cabo somos una especie social y
la aceptación por parte de nuestro grupo
es importante.
Hemos crecido buscando la
aprobación de quienes nos rodean.
Primero de nuestros padres, luego de
nuestros amigos, más tarde de nuestros
maestros y finalmente de nuestras
parejas, jefes y compañeros de trabajo.
Debes empezar a comprender que
esperar que los demás aprueben todo lo
que hacemos o queremos hacer no tiene
ningún sentido. Si por algún motivo
hemos hecho creer —equivocadamente
— a las personas que nos rodean que
esperamos su aprobación para todo lo
que vamos a hacer es hora de cambiar y
dejar bien en claro que ya somos
capaces de tomar nuestras propias
decisiones y aguantar las consecuencias.
Si estas leyendo este libro es
porque te estas tomando seriamente la
tarea de crear tus propios flujos de
ingresos pasivos, así que, de alguna
manera, estás manifestando tu deseo de
ser más independiente, al menos
financieramente. Por eso debes
comportarte del mismo modo en el resto
de tu vida. Transmite un mensaje
subyacente de seguridad con tus
acciones porque eso influye
positivamente en quienes te rodean
generando aceptación y diluyendo la
controversia antes de que se produzca.
Si crees que ganarás algo
sometiendo a un debate cada una de tus
ideas, déjame decirte que te equivocas;
se desperdicia mucha energía en ese
proceso. La gente sabe que dar una
opinión es gratis. En la mayoría de los
casos quienes opinan no tienen la misma
experiencia de vida que tu, ni las
mismas necesidades, ni la misma
educación, ni el mismo punto de vista,
por lo que su opinión puede ser
completamente opuesta a la tuya.
Si quieres debatir tu idea con
alguien de tu confianza está bien, no hay
nada malo en ello, pero al fin y al cabo
debes ser tu, en primera persona, quien
decida.
Del mismo modo, pedir una
opinión quien haya hecho lo que tu
pretendes hacer para que comparta su
experiencia te ahorra tiempo y mucho
trabajo inútil.
Alguien con experiencia puede
ayudarte a evitar los errores que pudo
haber cometido en el proceso y así
mejorar la inversión de tu tiempo y de tu
dinero.
No olvides que es mejor buscar
personas afines a tus ideas con quienes
puedas debatir tus dudas, así como para
intercambiar ideas y experiencias, esto
enriquece enormemente el proceso
creativo y lo hace más eficiente y
divertido.
No subestimes la importancia de
hacer algo divertido.
En el caso de los ingresos pasivos
debes tener en mente que la mayoría de
las personas con las que tratas a diario
—en casa, en el trabajo, la universidad
o el gimnasio— ni siquiera están
familiarizadas con la idea de ingresos
pasivos.
No saben nada sobre su potencial,
muchos no saben siquiera que existen.
En el fondo no es su culpa, a la mayoría
de las personas no se les enseña nada
sobre ingresos pasivos. Funcionamos
con lo que aprendimos de pequeños,
primero en nuestra casa y después en la
escuela y allí, generalmente, no se habla
de estas cosas.
Si haces memoria habrás oído a
tus padres diciendo enfadados “¡pues, si
no quieres estudiar sal a conseguir un
trabajo!”, nunca le oíste decir “¡pues, si
no estudias sal y consigue ingresos
pasivos!”.
Sin embargo, las familias
adineradas si que han enseñado a sus
hijos el potencial de los ingresos
pasivos desde pequeños. Eso explica
porque los hijos de la gente rica parecen
“heredar” la suerte financiera de sus
padres —y su dinero—.
Si te sometes reiteradamente a las
opiniones de quienes no saben siquiera
de lo que están hablando, tarde o
temprano, acabarás dudando de tus
propias ideas debido a que la gente que
nos rodea y que queremos tiene una gran
influencia sobre nuestras opiniones y
nuestras decisiones.
Algunas personas cercanas a ti
incluso montarán en cólera si te
muestras con poca disposición para
aceptar sus opiniones. Es extraño, pero
quienes más desean protegerte muchas
veces son quienes más te presionan para
alejarte de tus verdaderos deseos y no
digo que lo hagan con maldad, pero es
un hecho que muchas veces insisten tanto
que uno acaba desistiendo de sus
propios sueños por no causarles un
disgusto.
No tienes porque mantener tus
planes en secreto, tampoco tus planes
para crear flujos de ingresos pasivos, no
estás haciendo nada malo así que no
tienes nada que ocultar, pero cuando
notes que la situación comienza a
ponerse tensa simplemente di “Te
agradezco tu opinión, pero ya está
decidido y no voy a dar marcha atrás
¡deséame suerte! Es lo único que
quiero”; si la persona insiste puedes
decir “Oye, mejor cambiemos de tema”;
si aún insiste te levantas y te vas de
forma amistosa.
No malgastes energía discutiendo
con los demás, porque en cuestiones de
dinero es calmar los ánimos y evitar
confrontaciones con amigos y familiares.
Emplea tu energía creando flujos
de ingresos pasivos y no en discutiendo
con aquellas personas que aprecias y
menos por dinero, evitarlo es mucho
mejor.
La gente que se muestra contraria
a tus objetivos puede llegar a ser muy
cruel —a veces es difícil saber si lo
hacen por envidia o por ignorancia—
pero, sea cual sea el caso, es mejor estar
preparado.
Si alguien sugiere sutilmente —o
directamente— que tu problema es la
vagancia porque prefieres obtener
ingresos pasivos en lugar de buscar un
nuevo empleo para trabar más horas es
que no sabe de lo que habla.
También es posible que estas
personas se sientan amenazadas por la
posibilidad de tu éxito y por eso intenten
convencerte de que no es una buena idea
intentarlo —ellos pueden pensar que si
lo consigues entonces ellos se serán
unos tontos— así que se oponen
firmemente argumentando que vas a
cometer un gran error.
Recuerda que —te equivoques o
no— tienes todo el derecho a tomar tus
propias decisiones siempre que estén
basadas en el sentido común. Si los
demás las aprueban estupendo y si no, es
su historia.
CAPÍTULO 5
Disolver las dudas
 
 
Como he contado, ya conocía el
concepto de ingresos pasivos —
teóricamente—, pero no había sido
capaz de valorar el potencial de este
tipo de renta.
Retomando mi historia mi vida
estaba bastante bien financieramente.
Era director creativo en una importante
compañía de publicidad en Europa con
filialesen Miami, México, Portugal,
Brasil y Latinoamérica.
Llevaba trabajando unos cuatro
años y me había labrado una buena
reputación dentro de la corporación.
Había puesto en evidencia mi
compromiso y mi potencial como
trabajador y eso finalmente me valió un
rápido ascenso en la compañía y una
mejora salarial —esas cosas nunca
sientan bien a los demás—.
Además, como incentivo y debido
a mi perfil empresarial, había recibido
la oportunidad de quedarme con un
porcentaje de stock options —acciones
concedidas a ciertos directivos a un
precio fijo— lo cual, a largo plazo,
representaba una suma importante de
dinero.
Me sentía realmente satisfecho de
haber alcanzado mis objetivos, sobre
todo teniendo en cuenta que había
llegado a Europa unos años antes, sin
apenas un céntimo. Por mis propios
medios me las había arreglado para
acomodarme en lo más alto en la escala
corporativa.
Sin embargo en esta agradable
situación había un problema sutil que yo
había pasado por alto. Toda mi familia
se encuentra en Argentina —en este
punto es razonable pensar que soy
argentino— lo soy. Ese desfase
continental y horario trae consigo
muchas situaciones que son fáciles de
imaginar.
Por ejemplo, cuando llega la
temporada de verano a Europa —cuando
las compañías dan las vacaciones— en
Latinoamérica, es pleno invierno. Si vas
a tomarte vacaciones en esa fecha
encontrarás a la mitad de tu familia con
gripe.
Tu equipaje pesará el doble —
llevarás menos cosas, pero más pesadas
—, los sobrinos pequeños deberán ir al
colegio todos los días y —en general—
la gente a la que visitas no tienen
demasiado tiempo —ellos no están de
vacaciones—.
No disfrutas el verano en Europa y
tampoco a tu familia en Latinoamérica
porque no puedes hacer que todos
cambien su rutina para pasar mas tiempo
contigo.
Las navidades, por lo general son,
para muchas compañías, una época de
intenso trabajo donde necesitan toda su
fuerza laboral —y a sus directivos—.
La compañía para la que trabajaba
era publicitaria por lo que las navidades
representaban entre el 40% y el 50% de
su facturación anual. Un momento crítico
para abandonar el barco.
Mis días de trabajo eran
interminables. Trabajar doce o catorce
horas era lo habitual incluso en fin de
semana, me despertaba muy temprano y
volvía agotado por la noche, con muy
poca energía para dedicar a familia y
mis amigos —lo que, a la larga, no es un
buen negocio—.
Había conseguido lo que había
venido a buscar a Europa pagando el
precio de ser un esclavo —como
muchos otros— de mis estimadas
obligaciones y cargos.
Como seguía trabajando mucho,
mi situación financiera y laboral siguió
mejorando. Mis jefes se convirtieron en
mis socios y financiaron la creación de
una nueva compañía donde yo dirigiría
el cotarro —el negocio— junto con mi
equipo.
Así deje de viajar en metro y
autobús y comencé a ir al trabajo en un
nuevo BMW con total comodidad —a
pesar de los atascos por la mañana y por
la tarde—.
Ganaba más dinero, era dueño de
mi propia compañía, tenía un BMW
nuevo, dos teléfonos móviles, más de
veinte personas trabajando en mis
productos y muchas —muchas— más
tensiones y responsabilidades que
atender.
Algunos pensarán que no hay
ningún problema con esta situación, pero
—es evidente— que cada uno establece
sus prioridades.
Después de casi un año en ese
plan las cosas en la nueva compañía
comenzaron a ir mal. En plena crisis
europea recibíamos muchísima presión
de los accionistas para alcanzar
objetivos muy ambiciosos al tiempo que
no éramos capaces de solucionar los
problemas técnicos con la misma
rapidez que aparecían.
Trabajábamos mucho, algunas
veces hasta las diez u once de la noche
durante la semana y luego yo seguía
trabajando los fines de semana. Era
lógico, era mi compañía, era lo que se
esperaba de mi —y yo también lo
esperaba de mi—.
A pesar de ser una etapa muy
productiva, también fue ardua, caótica y
desgastante física y emocionalmente.
Al año siguiente, como muchas
otras compañías, sucumbimos a la crisis
y los accionistas retiraron su
financiación. Una tarde de Agosto, en
una larga y tensa reunión del consejo
directivo, donde todos pensábamos
distinto, llegamos a un acuerdo para
disolver la compañía.
Al mismo tiempo ese fue el punto
donde se disolvieron mis dudas.
No lo sabía en ese momento, pero
tenía que poner en marcha una forma
más eficiente para generar mis ingresos.
Y trabajar más y más ya no era la
solución.
Cuando todo ello acabó decidí
tomarme unos meses de reflexión —algo
sabático— mi cuerpo y mi mente
estaban exhaustos. Inicialmente sería
poco más un mes, luego se prolongó a
tres meses y finalmente fueron seis
meses de profunda reflexión los que me
tomé para rediseñar completamente mi
vida.
Gracias a lo que había aprendido
durante la última década en la gestión
empresarial mis ingresos fluctuaban y
seguían fluyendo, lo cual me dio la
oportunidad de ocupar casi todo mi
tiempo reorganizando mi vida en función
de disfrutar más de mi familia, de mis
amigos, de mis relaciones, de mis
experiencias y de mi mismo.
Para mi se había vuelto más
importante el como que el cuanto y así
empecé a ganar dinero más fácilmente
que antes. Usando el sentido común.
La felicidad es mejor cuando es
compartida y más cuando es compartida
con las personas más importantes de tu
vida.
Actualmente, además de varias
páginas web con mucho tráfico, tengo
una compañía con la que comercializo
productos digitales e impresos, entre
ellos, este libro que tienes en tus manos
donde pongo a tu disposición mi
experiencia con el deseo de que te sirva
para mejorar tu vida también y tu forma
de ganar dinero.
Para mi la combinación ideal es la
de crear y mantener un porcentaje de
ingresos pasivos provenientes de
productos digitales —libros, revista,
aplicaciones móviles, etc.— en
combinación con otros ingresos activos
derivados de la venta directa de
productos y una inversión poco
diversificada en valores bursátiles.
Tengo experiencia en el mercado
bursátil y por eso es un buen plan para
mi.
Sin embargo no recomiendo hacer
inversiones por tu propia cuenta si no
conoces el mercado de valores —eso va
en contra del sentido común—.
Invierte tu dinero y tu tiempo en
proyectos y mercados que domines y
conozcas. Evita participar en negocios
que no comprendas del todo. No vayas
detrás del dinero, ve detrás de lo que te
gusta hacer y los ingresos se harán eco
de tu mensaje.
No cuento mi experiencia para
vanagloriarme de nada. La cuento
porque yo no puedo disolver tus dudas.
Solo puedo mostrarte mi camino, mi
elección para que veas como funciona y
puedas aplicarlo a tu propia vida.
Yo le debo a otros —como yo
hago ahora contigo— la oportunidad de
que compartieran conmigo sus
experiencias, su apoyo y sus ideas, pero
he sido yo quien tuvo que pasar a la
acción y ponerlas en practica.
Durante los últimos años he
pasado de estar tremendamente
estresado, cansado, amargado y
sobreocupado por mantener mi situación
financiera a dormir ocho horas y tener
tiempo para descansar, viajar, retomar la
práctica del ejercicio, comer mejor, leer
y estudiar sobre los temas que me
apasionan y, sobre todo para escribir y
compartir mi experiencia con los demás.
No fue una decisión sencilla y no
lo hice en un solo día, pero he
recuperado el control. Me encanta lo
que hago y puedo decidir cuando y como
hacerlo. Lo haría incluso aunque no me
pagaran por ello.
La gente apoya mi trabajo y me
agradece de diversas maneras que
comparta mis experiencias, mis ideas y
mis resultados con ellos.
He trasladado mi negocio y mi
equipo de trabajo a la nube y puedo
atenderlo desde cualquier parte del
mundo. Así que viajar ya no es un
problema para mi. No tengo que esperar
que me autorice los días un mando
superior dependiendo de la fecha del
año.
Ya no soy esclavo de un lugar, de
un horario o de una política de empresa
que no he escrito y por sobre todas esas
cosas soy mucho más feliz.
Y he descubierto que la felicidad
disuelve la dudas.
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 6
¿Qué son exactamente los
ingresos pasivos?Antes de dar el primer paso en la
creación de flujos de ingresos pasivos
debes tener claro que es lo que vas a
crear —si no sabes exactamente a donde
tienes que ir no sabrás como llegar allí
—.
En líneas generales se puede
definir como ingresos pasivos cualquier
tipo de renta o ingreso que percibes sin
que sea necesaria una participación
activa por tu parte en el proceso
posterior a la puesta en funcionamiento.
Esto significa que cuando recibes algún
tipo de ingreso monetario sin que sea
necesaria tu presencia —tu tiempo— o
tu trabajo para conseguirlo estás
percibiendo algún tipo de ingreso
pasivo.
Existe una manera muy sencilla de
saber si percibes actualmente algún
ingreso pasivo y es haciéndote estas dos
preguntas ¿recibes algún ingreso
monetario mientras duermes? —tu
salario no cuenta aunque se ingrese por
la noche— y si lo recibes ¿debes llevar
a cabo alguna tarea para que ese ingreso
se realice o se mantenga? —dicho
ingreso debería recibirse sin que tenga
que mediar tu participación en el
proceso—.
Tanto si tu primera respuesta ha
sido NO —en ese caso la segunda
pregunta no procede— como si ha sido
SI en ambas preguntas, entonces, puedes
concluir que actualmente tu NO estás
recibiendo ningún tipo de ingreso
pasivo.
Es posible que te hayas percatado
de que hay un aspecto clave asociado a
los flujos de ingresos pasivos y es —en
mayor o menor medida— el grado de
automatización de su funcionamiento.
Un flujo de ingresos pasivos será
más eficiente cuanto mayor sea su grado
de automatización, es decir, cuanto
menos tengas que hacer por tu parte de
manera activa para percibirlo y
mantenerlo en el tiempo, es por esa
razón muchos productos intangibles
como aplicaciones para móviles, video
juegos, libros digitales o cursos online
funcionan tan bien como vehículos que
generan flujos de ingresos pasivos —
hablaremos de los tipos en el próximo
capítulo—.
Cuando hablo de eficiencia, no me
refiero necesariamente a la rentabilidad
que puede producir un flujo de ingresos
pasivos frente a otro, ya que esto puede
variar drásticamente en función del
valor que aporta cada uno de ellos y el
sistema utilizado en la entrega de dicho
valor, me refiero a la eficiencia para
percibirlo sin que medie ninguna acción
directa por tu parte que lo desencadene
y lo mantenga.
Pongamos un ejemplo que he oído
en varias ocasiones; digamos que has
creado una tienda online para vender
unos cinturones de piel que consigues
con cierta ventaja competitiva de un
fabricante que te los deja tirados de
precio.
Colocas tu catálogo online y
esperas que comience la fiesta —las
ventas— durante el primer día
ciertamente no ocurre mucho así que te
vas a la cama con algo de desánimo ya
que esperabas hacer alguna venta el día
de tu lanzamiento. Al día siguiente te
levantas, preparas tu café y vuelves a
sentarte en tu ordenador para comprobar
el estado de los pedidos y algo mágico
ha sucedido —mientras dormías y sin
que hicieras nada— dos nuevos clientes
han hecho un pedido en tu tienda.
Empaquetas ambos pedidos —que
ya han sido pagados con tarjetas de
crédito— y los envías, ¡enhorabuena! Ya
estás en el negocio.
Para que quede bien claro, este
caso no se puede considerar un flujo de
ingresos pasivos y tu te preguntarás ¿por
qué? Si he ganado dinero mientras
dormía y sin hacer nada.
Y yo te pregunto a ti ¿cómo que
sin hacer nada? Has tenido que hacer
muchas cosas antes, durante y después
para concretar esas ventas “mientras
dormías”. Primero —y sin entrar en
detalles— has tenido que montar la
tienda online, para lo cual has tenido
que buscar y contratar un servicio de
alojamiento web, instalar el software
adecuado, configurarlo y básicamente
hacer que todo funcione o contratar a
alguien que lo haga por ti, negociar con
tu proveedor para conseguir los
cinturones a buen precio, comprarlos y
trasladarlos a tu casa o almacén para
tener un stock que vender a tus clientes,
comprobar los pedidos para poder
enviar las compras a sus destinatarios y
aún no sabes si estos recibirán
correctamente su pedido, porque,
algunas veces, los paquetes se pierden o
estropean por el camino o sencillamente
los clientes deciden hacer una
devolución de lo que han comprado —
transformando una pequeña ganancia
inicial en una pérdida— así que abre tus
ojos y lee con atención, eso no es un
flujo de ingresos pasivos.
Eso es, en todo caso, un puesto de
trabajo que has creado para ti.
Retomemos esta simpática historia
para convertirla en una situación donde
intervengan elementos relacionados con
los flujos de ingresos pasivos para que
te familiarices con los conceptos.
Sería algo así. Conoces a un
fabricante de cinturones de piel y crees
que estos se venderían si estuvieran a la
venta en internet —has visto el nicho así
que esperas sacar un beneficio de ello—
así que, en lugar de comprar el stock al
fabricante le propones que el mismo
pueda subir el stock disponible a la
tienda online que tu has creado.
Cuando se realiza una venta el
pedido va directo al fabricante quien se
ocupará de hacer el cobro y enviar los
productos adquiridos al destinatario, una
vez acabado este proceso será el
fabricante quien te pagará una pequeña
comisión en tu cuenta bancaria por haber
intermediado en la venta —hecha a
través de tu tienda online— así que,
básicamente, tu trabajo ha consistido en
montar una plataforma para que el
fabricante ponga a la venta esos bonitos
cinturones que fabrica.
Lo cierto es que no ganas mucho
dinero con las comisiones del fabricante
de cinturones así que piensas —con
acierto— que podrías buscar a otro
fabricante de cinturones para disponer
de una mayor oferta en tu tienda online
lo cual resulta ser una estupenda idea
porque el siguiente fabricante con el que
cierras un trato, además de cinturones,
fabrica carteras de piel.
Ahora yo te pregunto ¿qué te
impide buscar a un nuevo fabricante, de
bolsos por ejemplo, para que incluya su
catálogo en tu tienda? Nada!
Así que, te lanzas a buscar más
proveedores. Te has convertido en
intermediario, no está mal te has
acercado un poco al concepto de
ingresos pasivos, pero sigue sin ser un
ingreso pasivo puro y duro.
Este caso que acabo de relatar no
encaja en la definición exacta que damos
de un flujo de ingresos pasivos porque,
entre otras cosas, aún tienes la tarea de
cerrar acuerdos con los fabricantes para
que suban sus catálogos.
Me parece importante hablar de
este ejemplo porque mucha gente me ha
preguntado —y se confunde— creyendo
que montar una tienda online es crear
una fuente de ingresos pasivos —porque
ingresas dinero mientras duermes—, y
lo cierto es que no es del todo así,
aunque el sistema pueda adaptarse para
ser lo más automático posible, siempre
tendrás que hacer alguna —o mucha—
actividad por tu parte, sobre todo
cuando se trate de productos físicos que
deben enviarse a un cliente. Si lo que
vendes son productos intangibles como
aplicaciones para móviles entonces la
cosa cambia y se acerca más a lo que
entendemos como ingresos pasivos.
Una tienda online puede
automatizarse en gran medida, sobre
todo si vendes productos que puedan
descargarse a través de internet, pero
siempre requerirán algún tipo de gestión
por tu parte por lo que, aunque reditúen
ingresos mientras duermes o estás de
vacaciones —y para la finalidad de este
libro—, no consideraremos las tiendas
online como verdaderos flujos de
ingresos pasivos.
Debes empezar a tener en claro
que un flujo de ingresos pasivos se crea
a partir de algún tipo de activo —el
vehículo— y genera un flujo de ingreso
más o menos constante que puede
mantenerse con poca o ninguna acción
por tu parte a lo largo del tiempo.
Aunque existen algunos flujos de
ingresos pasivos que pueden mantenerse
activos durante toda tu vida generando
algún beneficio —acciones del mercado
de valores— lo cierto es que, muchos
otros flujos de ingresos pasivos fluctúan
y finalmente se extinguen por diversas
razones, este hecho está relacionado
directamente con la atemporalidad del
valor que los sustenta y eso quiere decir
que si el activo —por

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