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ALFONSO TAGLE VICUÑA (Sidhartha) M i s t e r i o s de la V i d a Un bosquejo explicativo S A N T I A G O DE C H I L E ALFONSO TAGLE VICUÑA (Sidhartha) M i s t e r i o s D E L A V i d a Un bosquejo explicativo SANTIAGO DE C H I L E P R E F A C I O Los "MISTERIOS DE LA VIDA" es altamente recomendable, ya que contiene montones de verdades inconmovibles y responde a la grandiosa cruzada moderna con miras a despertar conciencias y elevar almas por vía de la purificación del corazón. Lo importante, empero, es que llegue al corazón de las al- mas para que así coopere al RENACIMIENTO ESPIRITUAL en que estamos empeñados. Lo único que me apena es que estas claridades no hayan llegado más pronto al público, pues la Humanidad necesita des- pertar, liberarse de entuertos, y también rehabilitarse interna- mente para efectuarlo luego externamente en la sociedad. Lo primero que hemos de rehabilitar es el individuo, integralmen- te, y luego a la sociedad, aunque esto último viene por añadidu- ra ya que sin individuos apropiados ninguna sociedad es libre y respetable. Aunque este librito está dedicado "a las personas que em- piezan a sentir inquietudes espirituales", mucho bien le haría a los "sabios", si fueran capaces de despojarse de su sabiduría, aunque fuera momentáneamente. Las Fuerzas Invisibles están ahora en actividad para impul- sar a la Humanidad hacia un destino superior, decidirán el destino del mundo. No es pasible continuar con la bancarrota moral y con los problemas económicos y sociales que obstruyen los mejores ideales humanos, y que acusan !a imposibilidad de 5 continuar con el odio entre el Trabajo y el Capital, los nume- rosos males de la vida civilizada, el antagonismo religioso y la. pérdida de la fe en los ideales más nobles, y la creciente autori- dad que ejercen en la mente la "Clase Guerrera", el "Poder político" y el "Nacionalismo Totalitario". Al paso que se van desarrollando los acontecimientos, pronto la Humanidad se des- truirá a sí misma, y además de hacer la vida completamente desalentadora, cada esfuerzo por redimir los males, trae nuevos motivos de infelicidad. Ya es tiempo que la gente cese de argumentar, criticar, mur- murar e ilusionarse. Si nos preocupáramos de nuestros propios asuntos, seguramente llegaríamos a alguna parte, y no sería en detrimento de los códigos morales que tanto le gusta a la gente proclamar a grandes voces, pero que siempre olvida cumplir. Si la mente tuviera una mejor preparación interna, y con- trol de sí misma, esos códigos morales no estarían tan fuera de uso ni serían puramente simbólicos, y la vida sería mejor. El D H A R M A (Deber) se complementa con la S H A N G H A (Gran Fraternidad Universal Blanca). El primero es el espíritu, el impulso de la vida, el madurador de la evolución, y la fór- mula de las realizaciones y de la felicidad. La segunda es el me- canismo que ennoblece al ser, la función de los propios valores, el cuerpo de la Dinámica Espiritual y la realizadora de los ideales. Tarde o temprano la gente ha de alcanzar el Camino Recto o de la Rectitud, si es que ha de vivir eon propósitos nobles, sin ilusiones ni designios sentimentales, o perpetuamente encadena- da a las esperanzas irrealizadas y a las miserias y dolores de la vida. El gran don del Dharma es la Paz de la Mente, que es la base y la materia prima de la Salud, del Poder, del Genio, del Amor y de todas las realizaciones. Esforcémonos por adquirir la PAZ DE LA MENTE, para que el 6 hombre sea la Fuente de la Inteligencia y Plenitud, un medio de la Conciencia Creadora y un vehículo de la Iluminación Espiritual. La PAZ DE LA MENTTE debiera ser la finalidad inmediata de todo el mundo, porque sin ella no vale la pena de obtener, ad- quirir, tener o conquistar nada. Sin la PAZ DE LA M E N T E per- manecemos infelices y miserables. Tratemos de captar la im- portancia del NOBLE SENDERO, y entonces demos a nuestro ser interno toda la PAZ, ACTITUD y PODER de plenitud que nece- sita. D R . O M . CHERENZI LIND. ( K . H . ) 7 P R Ó L O G O LA VIDA se nos presenta tan caótica, tan compleja y llena de contradicciones, tan entrelazada de belleza y fealdad, de bondad y maldad, de crueldad y generosidad, que se nos hace difícil comprenderla. Nuestras aspiraciones y anhelos, y aun nuestros empeños, nos resultan casi siempre fallidos; tanto que estima- mos que no corresponden a nuestros méritos ni a nuestros es- fuerzos. Vemos constantemente injusticias de la vida. Sus ape- tecidos dones los vuelca sobre individuos que nos parecen no me- recerlos; y por otro lado vemos que quienes poseen todas las calificaciones y méritos, se ven privados de aquellos dones, y mu- chas veces tienen que sufrir intensamente todas las crueldades de la existencia. Ante este panorama, el hombre no sabe cómo interpretar la vida, a Dios y a los hombres; ni sabe ya cómo vivir. ¿Debe uno, entonces, seguir sus inclinaciones? La experien- cia nos muestra que ese proceder es errado, ya que siempre nos deja un saldo de dolor. ¿Hemos de amoldarnos a las normas clásicas de la moral o de la ética? Al observarnos a nosotros mismos y a otros que así lo hacen, pronto vemos que esa es una forma muy artificial de vivirj y no cosechamos el fruto que esperamos. ¿O es que la existencia está sólo regida por el azar? ¿Que el que posee buena «uerte es el hijo mimado de la vida, y el que nó, es el repu- diado? 9 Las Religiones no nos explican el enigma de la vida, ya sea porque no lo creen oportuno, o porque, en el transcurso del tiempo, a fuerza de no darle importancia, han relegado ese co- nocimiento, que tanto necesita actualmente la Humanidad, a los achivos de sus bibliotecas. ¿Es posible conformarse con eso de que la vida es asi, por- que Dios lo quiere; y que debemos ser buenos porque Dios lo manda? Los descontentos de la vida han visto que esos postulados ya no tienen ni valor ni eficacia. Esos descontentos no son malos, y sus problemas no se resuel- ven ni con amenazas ni promesas. El numero de esos desorien- tados es enorme; muchísimo más de lo que las Religiones creen. Esas inquietudes espirituales les vienen como expresión de su madurez espiritual. Esta madurez viene como consecuencia de los avances dé la Ciencia, y de la propia evolución; ambas cosas que las Religiones parecen desconocer, y por consiguiente nada hacen por ponerse a tono con ellas. Ahora todos los hombres y mujeres aspiran a poseer esa sa- biduría que Jesús enseñaba a Sus Discípulos, y no al vulgo. De manera que debemos comprender y aceptar que ese vacío que sienten es necesario satisfacer. Que los Sacerdotes de cada Re- ligión, de Cada Secta y de cada Iglesia deben dar a cada feligrés, según su capacidad, una cultura espiritual que les capacité para satisfacer sus aspiraciones. Y no dejarlos, como ahora, expues- tos a ser víctimas de tantos charlatanes e Instituciones pseudo espiritualistas. En forma por demás modesta, el que escribe esta pequeña obra, se ha esforzado en contribuir a satisfacer aquellas aspira- ciones, tanto en artículos de prensa, en una Revista a "Polí- grafo" y en charlas dadas en diferentes partes del país. Sus amigos, que han sido sus lectores y su auditorio, siempre le han pedido que recopile esos trabajos y los publique. Acce- 10 diendo a esos pedidos, y comprendiendo la necesidad de hacer- lo, es que se escriben estas páginas, que, aunque no es una re- copilación de sus trabajos, están comprendidos en ellas. Espe- ramos, con fundamento, que mucho ayudará a los desorienta- dos, lo que aquí se dice; les hará comprender mejor la vida, a ellos mismos, a las relaciones entre ellos y los demás; así co- mo entre ellos mismos y la vida, y entre ellos y Dios. Estas páginas no agotan el tema, ni mucho menos, pero la empañada luz que aquí alumbra, estimulará al lector a estu- diar obras más completas, más profundas y de más alta pro- cedencia. Por eso es que están dedicadas alas personas que empiezan a sentir inquietudes espirituales; para los indiferen- tes no tienen significado; y para los que mucho han aprendido de asuntos espirituales, para los eruditos, no tendrán valor, ni son para ellos. Aquí se encontrarán algunas ideas y conceptos un tanto dog- máticos y discutibles; pero no se pretende ni desea que sean admitidas, sino tomadas como exposición. Otros, los que se re- fieren a nuestro propio ser, y a las relaciones entre los hombres, y de éstos con la vida; así como los que se refieren a nuestra conducta, van con el propósito de ser sometidos a prueba para apreciarlos. Mucho de k> que aquí tratamos es de esa enseñanza que Jesús no daba al vulgo, ni los Apóstoles a los no preparados. Jesucristo se refirió a eso cuando dijo (San Marcos IV-11) "A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios, más a los que están fuera, por parábolas todas las cosas". Y San Pablo (I Cort. II-7) les dice "Más hablamos de sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta . . . " Esto no quiere decir que aquí se encuentre toda la verdad oculta, sino que lo suficiente para que el lector interesado com- prenda por qué debe ser bueno, y cómo; es decir, cuál es el mecanismo para convertirse en bueno, capacitándose así para 11 recibir y comprender mejor las enseñanzas de los que pueden darla. Lógicamente que el lector se preguntará cómo él va a saber si las ideas aparecidas aquí, no son como la mayoría que se da en tanta literatura llamada ocultista, y que aquí se censura. Es fácil distinguirlo: En primer lugar las obras de autores, no importa de qué categoría, que dicen poseer poderes que los capacitan para actuar en planos superiores, o dan a entender, o dicen que se entrevistan con Dios, con los Angeles, Maestros de otros planos, etc., sólo sirven para leerlas por curiosidad o información; así como también esas obras o enseñanzas de Es- cuelas que prometen poderes psíquicos. Los primeros son gene- ralmente charlatanes o desequilibrados mentales que negocian con sus libros, o se creen superhombres; y las segundas son per- judiciales, porque la finalidad de la vida no es desarrollar el psiquismo y obtener poderes. Eso no enriquece nuestro espíritu, y se termina con la muerte. Esos autores y Escuelas no saben distinguir lo psíquico de lo Espiritual, y si lo saben, no saben cómo efectuar el desarrollo espiritual; pero sí saben, y muy bien, que la esperanza de obte- ner poderes ejerce gran atracción en el público, que pagará bien sus libros o darán gustosos las cuotas mensuales. Gomo se comprenderá, esta obrita no se ha escrito con fines sectarios o de propaganda partidista. Es sí, una propaganda a la Verdad. Tampoco se ha escrito con fines comerciales, de ahí es que se ha hecho esfuerzo por hacerla lo menos extensa po- sible. Con ese propósito, aun los conceptos e ideas están lo más concisos posible, de manera que el lector debe suplir las expli- caciones con su propia meditación. Sin embargo, se repiten ideas y conceptos para hacer resaltar su importancia. No existe e t propósito de atacar las Religiones ni creencias sinceras y nobles; al contrario, es seguro que después de asimi- lar lo que aquí se diga, el lector obtendrá una mejor compren- 12 sión de las enseñanzas religiosas, especialmente de las cristianas. Nos preciamos de profesar el Universalismo. Esto no significa que "toleremos" todos los Credos, situándonos en un lugar pri- vilegiado, creyéndonos poseedores de la Verdad. Nada de eso, somos Universalistas porque hemos visto que la Verdad está en todo Credo y en todo corazón. Pero vemos que aquellos, a través del tiempo, han acumulado mucha broza y les ha cre- cido mucha maleza que amenazan, no sólo impedir la visión de la Verdad, sino sustituirla. Universalismo no es tolerancia ni eclecticismo. Las creencias superficiales o erradas sufrirán, seguramente, algún trastorno, pero éste será en beneficio del individuo. La verdadera fe religiosa no tiene nada que temer de lo que aquí o en otra parte se diga. La verdadera fe es inconmovible. Es cu- rioso observar lo que se busca del concepto de fe. La mayor parte de las veces no es otra cosa que prejuicio, esperanza, su- gestión o creencia superficial, nacidas de enseñanzas sin base de Verdad o que inclinan al temor. Sin embargo, se le llama sagrada. Estas fes caen como hojas otoñales al contacto de la Verdad o de otras enseñanzas más sugestivas o que infunden peores temores. La verdadera fe religiosa es la nacida por in- tuición, o como resultado de una enseñanza qué tiene el poder de despertar la Conciencia, y ponemos en contacto con la Ver- dad; aunque este contacto no dure más que un relámpago. En estos casos, sí que la fe es de origen divino, y de un valor trans- cendental; pero nó esas fes que se expenden al por mayor y a granel en puestos públicos con carteles religiosos. En estas páginas no se encontrarán esas frases altisonantes de significación ultrafilosófica, tan frecuente de encontrar en esa abundante literatura llamada ocultista, que no hacen otra cosa que hacer dudar al lector de las facultades mentales del autor. Aquí se considera al ser humano tal como es: Una parte 13 de la Naturaleza, y en transición, en vías de mejoramiento o evolución; no como un ser acabado, sin mayores esperanzas. Estas páginas son la expresión de una sincera y bien fundada fe en el futuro de la Humanidad, la cual será capaz de cons- truir un mundo más digno de ser habitado por seres espirituales. Aunque bien comprendemos, sin embargo, que estas esperan- zas son difíciles de realizar, especialmente en su aspecto econó- mico, debido al extremismo capitalista, a la democracia un tanto degenerada y al atropello a la dignidad humana que pa- rece ser una condición de los sistemas marxistas. Se da un pequeño bosquejo de una semblanza de Cosmo- logía y otra de Antropología, que ayudarán a una mejor com- prensión del mundo y del ser humano. Las enseñanzas de Jesús y Sus Apóstoles nos guiarán para la comprensión del ser humano, y para exigir su mejoramiento o evolución. No faltará, seguramente, algún lector de estas páginas que pensará que esto estaría bueno y bien para las personas reli- giosas, pero nó para una persona que desee vivir, sencillamen- te como "Dios manda". A eso diríamos que el tal lector no ha alcanzado a comprender lo que leyó, ya que las Leyes Divinas o de la Naturaleza, obran por igual tanto para santos como para pecadores, y el destino es igual para todos. 14 Capítulo Primero D I O S Mejor es no tener opinión de Dios »i esa opinión es indigna de él. F . BACON. PARA CONSTRUIR un edificio, por muy tosco o modesto que sea, si queremos evitar su derrumbé, siempre es necesario asegurarse de la solidez de sus cimientos. Así también queremos que esta pequeña obra descanse sobre cimientos sólidos. Ya que en ella hablaremos de cosas transcendentales, creemos que tiene que descansar sobre la idea de que Dios existe. El tema de la existencia de Dios es muy debatido, y las con- clusiones a que se llega son muy diversas. Las religiones, cuando son acosadas por objeciones muy rigurosas, declaran que la exis- tencia de Dios no se puede probar razonablemente, que sólo la fe nos lo asegura. Los ateos afirman que la creencia en Dios es pura superstición, o que es sólo una manera de explicar los fenómenos naturales. La causa principal de la divergencia entre los hombres con respecto a la creencia en la existencia de Dios es, sin duda, el concepto que se tiene de Dios, y el hábito que tenemos de ser demasiados rotundos en nuestras negaciones y afirmaciones. Son tan diversos los conceptos que se tiene de Dios, es tan estrecha la idea que tenemos de El, y es tanto el prejuicio que tenemos de lo que ios demás creen, que no es extraño ver que, aunque dos personas crean la misma cosa, parece que se refieren a cosas distintas. Para unos, Dios es el Padre de todo lo que existe, es bon- dadoso y justiciero,y está constantemente preocupado de lo que 15 cada uno hace, siente y piensa. Para otros es una Fuerza que impulsa la evolución, y nada más. Para unos es consciente, pa- ra otros, inconsciente. Para unos es el Espíritu que anima el Universo, es consciente e inteligente. Para los pueblos primiti- vos son las fuerzas de la Naturaleza. Para los Incas y otros pue- blos antiguos, era el sol; para sus sacerdotes era la Energía que lo anima, etc. Diremos que Dios, refiriéndonos al aspecto y al concepto más abstracto, es la Causa Unica, la Unica Verdad, lo que es, el inmutable y Absoluto Ser, lo que nos podríamos imaginar que existía antes de la Creación: Eso que no tiene existencia, como concebimos la existencia; pero que vive y posee todas las cualidades y poderes en forma absoluta, pero latentes. Después de la Creación sigue siendo igual, porque es inmutable. Se dirá que en tal caso, bien podría no existir, ya que no hace nada; sin embargo es Potencia, y como tal produce efec- tos. Tenemos al alcance de nuestra vida diaria un símil: los cuerpos catalíticos, sin cuya presencia no se efectúan algunas re- acciones químicas, no tomando ellos parte en las reacciones. Es común admitir que no existen pruebas de la existencia de Dios. Si por pruebas se refieren a una fotografía de El, o a que se le haya visto, oído, etc. aceptaríamos tal afirmación. Sin embargo, no podríamos menos de aceptar como prueba, la sana razón. Así como aceptamos como prueba de la existencia de los átomos, los efectos que ellos producen, también podríamos acep- tar la existencia de una inteligencia directora, al ver, por ejem- plo, que en una ciudad existen servicios de aseo, de socorro en caso de incendio o cataclismo, de epidemia, inundaciones, etc., servicios de protección individual y colectiva; si existe un pro- cedimiento de selección, y que además vemos que hay una per- fecta coordinación entre los Servicios diversos, y una inteligente, pronta y perfecta cooperación entre ellos. 16 ¿Existiría alguien que rehusara aceptar estas evidencias, y afirmara que todo ello es sólo efecto del azar? El solo hecho de poder constatar la existencia de una orga- nización como esa, es una prueba irrefutable de la existencia de una inteligencia que la creó y dirige. Estaríamos todos de acuerdo que existe una Inteligencia creadora y gobernadora del Universo si pudiéramos constatar que en la Naturaleza existe una organización exactamente igual a la que acabamos de describir. Es unánimemente aceptado en- tre los hombres más preclaros de la humanidad que el orden, la correlación, coordinación y la cooperación son frutos sola- mente de la inteligencia. Si consultáramos a los hombres más destacados de los dife- rentes campos científicos de hoy, si existe en el Universo aque- llas cualidades, nos contestarían enfáticamente que sí existen en el mundo tales cualidades, y que es por eso que ellos poseen un firme convencimiento de que el mundo está regido por fuerzas y leyes inteligentes y sabías. Consúltese las obras de Sir A. Thopson, Sir A. S. Edington, Micheal I. Pupin, Edwin B. Frost, Robert A. Milikan, Kirthey F. Mather, Sir J. Jeans, A. Compton, Alfred Noyes, Lecomp- du Nouy, A. Carrel, A. Einstein, etc. Para poder confirmar esas declaraciones, el común de los hombres no poseemos ni el conocimiento ni los medios de obser- vación de esos sabios; pero tenemos a nuestro alcance esa sínte- sis del Universo que llamaban los antiguos filósofos el "micro- cosmo", o sea el hombre mismo. El cuerpo del hombre es parte de la Naturaleza, y en él actúan, como en todo lo demás, las mismas leyes y las mismas fuerzas. No tenemos leyes y fuerzas para nuestro cuerpo, especialmente para nosotros; ellas son las mismas que actúan en -las Galaxias, estrellas, planetas, minera- les, vegetales y cuerpos de los que llamamos seres vivos. De ma- nera que es suficiente que encontremos en nuestro cuerpo cier- 17 tas leyes en acción para que deduzcamos que en la Naturaleza obran esas leyes. Bien se ha dicho que quien se conoce a sí mis- mo, conoce el Universo y a Dios. De ahí que la clave del aspi- rante a la espiritualidad sea el délfico precepto "Conócete a ti mismo". En otro capítulo se hablará de la constitución del hom- bre. Para los fines de este capítulo nos basta con examinar su cuerpo físico. También podría servir el de cualquier animal ma- mífero. Enumeremos algunas funciones de nuestro organismo para demostrar lo que nos proponemos. Los alimentos que ingerimos, voluntariamente los depositamos en el estómago. Ahí termina nuestra intervención; son las leyes fisiológicas y físicas las que se encargan de continuar el proceso. A medida que se va digerien- do el alimento, y después, observamos la distribución, después de la separación, en forma ordenada y acertada: Las grasas, ya preparadas, van al hígado, los hidrocarburos, a ser transforma- dos en alcohol, lo aprovechable, va finalmente a la sangre a ser distribuida ordenadamente y en proporción, a las diferentes par- tes del cuerpo; los desperdicios van a la vejiga, etc. Algunas substancias van a algunos órganos, y otras, a otros órganos. Te- nemos un eficaz sistema de aseo: La sangre acarrea de todas las partes del cuerpo todos los desperdicios y células muertas, y las arroja al exterior por distintos conductos. Si nos quemamos, in- mediatamente llega socorro en forma de linfa para atenuar el estrago y proteger.. Si existe fiebre, se acelera el pulso y refrigera la piel, fuera del auxilio para sofocar }a infección, con afluencia de los fagocitos que tratan de aislar y destruir los microbios no- civos. Si existe, por alguna causa una afluencia de sangre fuera de sus vasos, la sangre misma acude con substancias que coagu- lan y estancan la sangre, y luego cicatrizan la herida. Si estamos expuestos al frío, la sangre acude a protegernos con su calor, se nos engranuja la piel y eriza el vello. Si estamos al calor, la san- gre nos hace transpirar, refrigerándonos la piel. 18 La piel está protegida como por una cota de mallas que no contiene sangre, para evitar la infección. La sangre posee, fuera de los fagocitos, el plasma, donde se encuentran substancias ca- paces de sanar casi todas las enfermedades. Observamos tam- bién que existe selección perfecta de los elementos que se envían a los órganos. Esto se ha observado gracias a los isótopos radio- activos; así se ha visto, por ejemplo, que el yodo es conducido a la tiroidé. También observamos en el organismo, coordinación en el funcionamiento de los diferentes órganos, nunca entorpe- ciéndose unos a otros. Existe además cooperación; así vemos có- mo las secreciones de una glándula va ayudar a un órgano en dificultades. Si el corazón está afligido, las suprarrenales envían sus hormonas, etc., etc. Todo ese funcionamiento, en un cuerpo normal, es oportuno, eficaz y automático, es decir, se produce, obedeciendo a leyes bien claras. Si en esto no vemos inteligencia, es porque no estamos de acuerdo en el significado de ese vocablo. Toda ^sa maravilla de funcionamiento del organismo es comprensible, aunque gran- dioso; pero donde nuestra razón y mente falla en comprender es en ese otro aspecto de su funcionamiento, el cual el hombre no ha sido capaz aun de imitar: Nos referimos al proceso por el cual se producen las hormonas, cómo se producen los genes, y cómo se imprimen en ellos las cualidades transmisibles; y final- mente cómo sucede la formación de la célula viva, o mejor di- cho, cómo se hace viva una célula formada de substancias muer- tas. Todo eso nos muestra que tras de esas leyes existe una Inte- ligencia Superior, o sea Dios en algunos de Sus aspectos, funcio- nes, Agentes, etc. Se objetará, por algunos, que no es válido este ejemplo por- que nuestro organismo está manejado por nosotros mismos, por nuestra mente subconsciente. Pero no olvidemos que este funcio- namiento fisiológico también se cumple en los animales, aves, 19 etc. a los cuales Freudno extendió sus débiles teorías del Sub- consciente. Si es verdad que no tiene gran importancia creer o nó en Dios, ya que muchísimo más importante es la conducta, los sentimientos y pensamientos del hombre; no es menos verdad que el que no cree en la existencia de Dios a la luz de los cono- cimientos que la Ciencia moderna posee actualmente, es senci- llamente porque no tiene interés en ello. La verdad es que desprestigiamos a Dios cuando propaga- mos la idea de atribuir a El todo cuanto nos sucede, como si El estuviera atisbando las acciones de los hombres para intervenir en pro o en contra, según Su humor del momento, dejando así al ser humano reducido a la calidad de un ente sin vida propia. Desprestigiamos también a Dios cuando decimos que El nos en- vía toda clase de miserias y sufrimientos para solamente probar- nos; como si El fuera, un sádico que se divierte con nuestros atro- ces tormentos, y como no supiera El cómo vamos a reaccionar. Esto lo hacemos, a veces, para consolar a las personas que su- fren, por ignorar el mecanismo de la vida. En vez de hacer eso, deberíamos hacer comprender a la gente que lo malo que les su- cede es consecuencia de su mal proceder o de su ignorancia, de manera que deben afrontar las situaciones adversas con entere- za, valor y nobleza, tomando la responsabilidad de süs errores, ignorancia, egoísmo y debilidad que les hace ceder ante las exi- gencias de los instintos de su naturaleza inferior; y que deben luchar con todo su poder y constancia para salir noblemente de su situación. Si existe alguna "prueba" en eso, esta es para nosotros mismos: Son ocasiones que tenemos para probarnos si somos capaces de afrontar las vicisitudes de la vida con entereza y dignidad. Esos desprestigios son los causantes de que hayan tantos ateos; porque hay personas que no pueden aceptar que exista un Dios tal. 20 Capítulo Segundo C O S M O G É N E S I S "Con un átomo de mi Ser formé el mundo, iy sigo existiendo". BHAGAVAD G Í T Á . E N ESTE CAPÍTULO se encontrarán suficientes datos para obte- ner una idea de lo que es Dios, y él por qué de las confusiones existentes respecto a admitir la existencia de El. Para explicar la Creación del mundo, desde el principio, no podemos referirnos a la Biblia, o sea al Génesis, porque éste na- da dice de la formación del Universo, se conforma con decir, en el párrafo I del Cap. I : "En el principio crió Dios los cielos y la tierra". O sea lo Espiritual y lo material, y nada más. Otra causa para no tomar a la Biblia Antigua como guía en esta explicación es lo confuso y velado del significado que en- cierran sus frases e historias; tanto es así que nadie creería ni to- maría en serio lo que significan sus pasajes. Como ejemplo te- nemos en la misma Biblia, en el Nuevo Testamento, lo que San Pablo escribe a los Gálatas (IV-22 al 31) refiriéndose a lo que la Biblia Antigua dice de Abraham que tuvo dos hijos, una de la sierva y otro de la libre. Les explica que esas dos mujeres son dos pactos; uno fué el del Monte S i n a í . . . Para la interpreta- ción apropiada del Antiguo Testamento se debe conocer la Cá- bala hebrea y usar su clave. Por último diremos que el Antiguo Testamento no ofrece una garantía absoluta de veracidad, ya que a lo largo de su his- toria ha sufrido muchos trastornos. Se escribió como doce veces, habiéndose perdido otras tantas, quedando cada vez solo en la memoria de sus sacerdotes. Finalmente se hizo la versión de los 21 Sesenta, a pedido de Ptolomeo el Filadelfos, quien solicitó del Sumo Sacerdote Hebreo Eleazar su texto en griego. Según la tradición, como no había nada escrito, Eleazar nombró cinco sabios de cada una de las doce Tribus para que recopilaran y escribieran la Biblia. Pero en esto hay algo que hace dudar de su seriedad, y es que en esa época de la versión no existían las doce Tribus, desaparecidas, algunas, seis u ocho siglos an- tes. En cambio tomaremos como guía esa antiquísima pequeña obra de sabiduría oculta, llamada "Las Estancias de Dzyan": Dios, el Supremo Ser y No Ser, la Causa Unica, el Eterno e Inmutable Ser, que solo Es, ha estado, está y estará eternamen- te trayendo a la existencia innumerables universos sucesivos en diferentes partes del Espacio, Cada creación de universo es lo que se llama una nebulosa o galaxia, como por ejemplo nuestra galaxia, de la cual nuestro sistema solar no es más que un insig- nificante punto apenas brillante, apreciable o distinguible por su extrema pequeñez. Estos universos, de los cuales la Astrono- mía ha podido distinguir varios cientos de millones, tienen su nacimiento, desarrollo, muerte y desaparición, como sucede con todo en este insignificante mundo nuestro que llamamos Tierra. Algunos de estos universos están tan lejos que la luz que nos lle- ga hoy de allá, salió hace tantos millones de años que aquí en el espacio que ocupamos, aun no había empezado la Creación; otros, que actualmente vemos, ya han terminado su misión, y han desaparecido. Las Leyes rigen igualmente para uno de nuestros virus, co- mo para una galaxia. En todas partes está Dios con sus Leyes eficaces. Dentro de estos universos tienen lugar Creaciones me- nores de sistemas solares, que recorren también el mismo ciclo de existencia. El nuestro, por ejemplo, posee varios globos o planetas y satélites, tanto visibles como invisibles. Estos están agrupados en Cadenas de siete globos compuestos de satélites y 22 planetas visibles e invisibles, en donde la vida evoluciona desde sus rudimentos hasta terminar con el supremo producto de la evolución, que es el Hombre Perfecto. Al decir vida significa- mos no solo la vida orgánica, sino aun lo que origina en los ele- mentos químicos sus reacciones, cristalizaciones, etc. y aun mu- cho antes. En un punto vacío de nuestra galaxia, no existía nada, era solo espacio donde no alcanzaba a llegar nada de ninguna par- te; no había luz propia ni nada que pudiera reflejar la luz de otros mundos, solo estaba ahí el Supremo Ser y no Ser, la Unica Realidad, pero sin manifestación visible o invisible. No había pensamiento, porque no había substancia alguna que vibrara para formar imágenes. Solo Dios estaba ahí, durmiendo el sue- ño eterno, después de otra creación que ha desaparecido, y que fué absorbida en Su Seno. El está ahí y con El el sol, todos los planetas y satélites, y todos los seres en estado latente, tal como está el árbol en la semilla o como está el hombre con todas sus características físicas en el gérmen que le dará el ser; únicamen- te que ahí no existe ni la semilla ni los genes, sino en estado la- tente. ¿Existe ahí el tiempo, ese factor del movimiento y del es- pacio? Posiblemente sí, ya que existe espacio, pues a su rededor, aunque a distancias enormes, existen otros mundos, tal como ahora, unos en pleno desarrollo, otros en formación y otros en decadencia. Posiblemente existe ahí el tiempo en forma aun más abstracta de lo que lo concebimos. Pero el hecho es que llegó un momento en que empezó a tener existencia, como un celaje te- nue e inmaterial, un reflejo del Supremo Ser. Fué como nuestra conciencia recién al despertar, que en realidad no es una mis- mo, pero que sin embargo es. Este reflejo es realidad, y de una potencia absoluta, es Consciente, y al darse cuenta de su exis- tencia, encuentra que es voluntad y poder infinitos. También realiza que no tiene existencia propia, sino que la tiene gracias a El, al Padre. Esta es la Conciencia Cósmica Universal. Al saber 23 que existe, produce una vibración que es como una intuición o pensamiento sin forma ni proceso, que incluye todo Su Ser. Pe- ro este Pensamiento tiene vida y está animado por ia Concien- cia. Realiza Su propio Ser y Existencia, aunque sabe que no es independiente, sino parte de la Conciencia Cósmica y del Supre- mo Ser. Así nació la Mente Universal, y con Ella se completó la Santísima Trinidad. Estos dos aspectos del Supremo Ser parti- cipan de la potenciade El, pero no son inmutables ni estáticos. Aunque los Tres son Uno mismo, estos aspectós tampoco son creaciones, sino más bien es un despertar en Dios y llenan todo el Universo. Esta es la Trinidad que adoran todas las Religio- nes, es Atma-Budi-Manas, o sea Espíritu-Conciencia-Mente. El misterio de la Santísima Trinidad no es más misterio que otros hechos que tenemos constantemente a nuestra vista en la Naturaleza, es decir que algo sale de otra cosa que tiene "per- sonalidad" propia bien definida y completamente diferente. Tomemos, por ejemplo, el ácido sulfúrico, un líquido que tiene ciertas cualidades químicas y físicas bien definidas y dis- tintivas. Lo podemos disociar, sacando de él tres substancias completamente distintas entre sí y de características completa- mente diferentes: extraemos del ácido, el hidrógeno, un gas que no tiene nada parecido al ácido, sacaríamos otro gas, el oxíge- no, completamente distinto en sus propiedades químicas y físi- cas del ácido, salvo que como el hidrógeno es un gas. Extraería- mos, finalmente el azufre, un sólido, cuyas propiedades, tanto químicas como físicas son enteramente diferentes del ácido y de los otros dos elementos extraídos. Aquella Santísima Trinidad, o los Tres Logos, es lo único espiritual que existe en el Universo, lo único sagrado y perma- nente, por lo menos mientras dure nuestra eternidad, o sea un período, desde su manifestación, de 4.320 millones de años so- lares; no así nuestra alma, que es transitoria. La Conciencia Universal emite vibraciones simples que es 24 energía casi infinitamente poderosa. Estas vibraciones son de cinco clases o estados de movimientos vibratorios, que son los verdaderos átomos primordiales, y que son los elementos básicos de todo lo que existe. Estas vibraciones llenan todo el espacio de la creación, y se manifiestan a nuestros sentidos como luz, sonido, etc. estando, naturalmente, compenetrados por ia Trinidad; y Esta, con su poder creador, imprime en estos elementos primordiales, Su Vo- luntad, que es Ley. Las partículas de energía se polarizan, de acuerdo con la Ley, dando ocasión a la atracción y a la repul- sión entre estos átomos primordiales, agrupándolos en núcleos pequeños, y estos en grandes. Un grupo mayor formaría el sol, y otros menores, los planetas y satélites. El poder de Dios les imprime un movimiento rotativo a todos ellos. El mayor, con su fuerza centrífuga aleja a los menores a una distancia donde su fuerza centrípeta los mantiene en órbita. Esto va sucediendo paralelamente con la separación de los átomos primordiales según sus densidades, que forman los "pla- nos" de cada grupo, compenetrándose el más sutil al más den- so, tal como compenetra el magnetismo al aire, o como nos ima- ginamos que la luz compenetra el cristal. Así los átomos primor- diales de la primera categoría, llamados en sáncrito Akasha tatvas, forman el plano Mental Superior, que está saturado de la Conciencia Universal. Los átomos primordiales siguientes, o Vayus tatva, forman el plano de la mente inferior, o del pensa- miento razonado, que en sus "capas" superiores recibe la in- fluencia de la Mente Superior. Los tatvas Tejas forman el pla- no del mundo emocional o de deseos. Los Tatvas Apas forman el plano o globo de sensación; y finalmente los Tatvas Prithivi forman el plano material con todos los elementos químicos que existen. Como puede apreciarse, la materia, como ya lo ha descu- bierto la Ciencia, no es un algo, sino energía en vibración; de 25 ahí que se diga que el mundo es ilusorio, sin existencia propia; es solo una condición de la energía universal. Sin embargo la Ciencia está aun lejos de descubrir la ver- dadera naturaleza de la materia. Actualmente tiene sus proble- mas, como ser la naturaleza de la luz; no sabe aun cómo se pro- paga; la de los colores, magnetismo, electricidad, etc. no sabe si son ondas o vibraciones. Sus hipótesis y teorías explican, en par- te, esos fenómenos, o sea que ellas se cumplen en algunos casos, y en otros nó. De manera que tiene que formular otras nuevas o volver a considerar otras antiguas. Así es cómo ha pasado por el éter, vibraciones, ondas, campps, cuarítas, relatividad restringid da, relatividad generalizada, etc. Todas ellas son, sin dudas, con- cepciones geniales, pero no satisfacen todas las exigencias de la realidad. Sin embargo es de esperar que la Ciencia y sus hombres, que ya han salido de los estrechos moldes clásicos, con su abne- gación y constancia, y con conocimientos más amplios, lleguen a descubrir estos átomos primordiales o Tatvas, cfue son los que explican lo que es el mundo. Posiblemente luego descubrirán los científicos, que en ese campo extramaterial, donde funcionan esas partículas de ener- gía llamadas electrones, protones, iones, neutrones, etc., existen algunas cuya actuación no sólo es desconcertante, sino que son perturbadas por la acción de lq. mente humana. 26 Capítulo Tercero A N T R O P O G É N ES IS "Sabemos mucho más de lo que sa- bemos". E M E R S O N . JUNTO CON I.A formación de esos planos o esferas o globos que componen el mundo, compenetrando los superiores o más su- tiles a los inferiores o más densos, y todo por la Trinidad Espí- ritu-Conciencia-Mente, o como se llama en sáncrito Atma- Budhi-Mana o AUM ; se efectuó también el proceso de poblarlos con seres, cuyos cuerpos o vehículos fueron del material que se iba formando. No ha de creerse que la formación del mundo se efectuó en pocos días, sino en un período de muchos millones de años. Primeramente se pobló con seres divinos de evolucio- nes pasadas que yacían latentes en el Seno del Infinito. Después por seres que terminaron sus evolución en otras cadenas plane- tarias que vinieron a ayudar a la formación de este mundo y de los cuerpos de sus futuros habitantes. Aquellos seres son los conocidos por Arcángeles, Angeles, Elohines, Constructores, D. Chahans, Genios Planetarios, etc. Y en seguida se pobló con seres, que podríamos llamar propios de este mundo, que se efectuó por impulsos u oleadas sucesivas de Vida, emanadas de AUM. Estas oleadas de Vida vivifican las formas construidas por los Constructores, sucesivamente en cada plano9 a medida que éstos se van formando, y que pasan de un planeta a otro. Por ejemplo, la primera oleada vivifica sucesivamente el reino mi- neral de un planeta o globo; terminada aquí su misión, pasa a vivificar el reino vegetal del siguiente de la Cadena, y toma su lugar la segunda oleada, y así sucesivamente hasta llegar al rei- 27 no humano. O sea que a cada paso va usando mejores medios de manifestación. En el reino mineral, sus manifestaciones fue- ron sólo de impulsos, afinidades, repulsión, cristalización, etc. En el reino vegetal, sus manifestaciones fueron más amplias, crece, su vehículo y se reproduce, posee además una sensibilidad ya manifiesta. En el Reino animal, sus manifestaciones son mu- cho más claras y activas, además posee sensación, emoción y mentalidad inferior. Así la Vida, a medida que evoluciona, va eíta misma, guiada por los Constructores, formando mejores medios, o sea cuerpos, en qué manifestarse. Cuando debe pasar al globo en el cual se va a manifestar como humanidad, está ya saturada de energías y experiencias que, por ley natural, se individualiza. Este fenómeno es pareci- do a la. cristalización de un líquido salobre que se ha ido satu- rando hasta producir el fenómeno de cristalización, que pasa de líquido a individualizarse en cristales. Así nació ésta y todas las Humanidades. Por eso es que el feto humano, en su evolu- ción biogenética, pasa por todos los estados que recorrió el ser en su historia. El primer medio de reproducción del ser humano fué de partogénesis,. después fué hermafrodita. Por eso el Géne- sis dice que Dios crió a Adán, varón y hembra. El feto hu- mano también muestra estas características. Cada individuo, en cada reino, tiene en sí los medios de manifestación del reinoanterior; así el hombre tiene lo mineral, lo vegetal y lo animal. Para llegar a formarse el vehículo de manifestación que llama- mos hombres, se necesitó un período enorme de tiempo, millo- nes de millones de años. Gomo se ve, no tiene sentido esa preocupación de los hom- bres de Ciencia sobre las posibilidades de que haya vida en otros planetas. La. vida es una condición innata del universo. Ella es la que producé o se adapta a los medios ambientes para manifestarse. Los globos, donde empieza a manifestarse la vida orgánica, 28 recibe vitalidad y ayuda del globo anterior correspondiente, de otra Cadena, que ya ha cumplido su misión. Nosotros la recibi- mos de la luna, y continuamos recibiéndola hasta que desapa- rezca. En este globo nuestro, la Tierra, donde se iba a desarrollar la humanidad, aunque no estaba aun apta para sostener la vida orgánica, los futuros hombres vivieron en planos extramateriales, y sus cuerpos se fueron materializando y solidificando, a medi- da que la tierra fué presentando mejores condiciones, y no solo el hombre, sino la vida vegetal también. Así dice el Génesis que Dios crió ( I I -5) : "Toda planta, antes que fuese en la Tierr^". También ingresaron a esta Humanidad los rezagados o atra- sados de la Humanidad de la Cadena anterior, que en los últi- mos tiempos de aquella evolución tuvieron que ser relegados a una especie de l imbo, para evitar que perturbaran el progre- so de los demás. En ese Limbo quedaron sin sufrir, inconscien- tes. La Religión dice que los inocentes, o sea los ignorantes, van al Limbo, y que para el día del Juicio no habrá "inocentes" en la Tierra. Además ingresaron a nuestra Humanidad aquellos seres que, no Qorrespondiéndoles aun ser seres humanos, se arrancaron del alma grupo por un esfuerzo inmenso de energía y voluntad, como sería la acción de un perro fiel, que defiende a su amo hasta la muerte, a pesar de estar mal herido. Al principio, los seres humanos no eran seres espirituales, sino que semi humanos y semi animales, semi inconscientes. Esto duró mucho tiempo, hasta que llegaron a ser aptos de re- cibir el "soplo" divino o el Espíritu-Conciencia-Mente. Esto está simbolizado en el Génesis por la creación del segundo Adán. San Pablo también se refiere a esto en su Primera Epístola a los Corintios (XV-45 a 4 7 ) : "Así también está escnto: Fué hecho el primer Hombre Adán (del primer Gap. del Génesis), en ánima viviente; el postrer Adán (del Cap. II del Génesis), 29 en espíritu vivificante". "Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal, luego lo espiritual". "El primer hombre es de la tierra, terreno; el segundo hombre es el Señor, es del cielo". Es de absoluta necesidad llamar la atención que San Pablo llama a la ánima viviente, o alma, "terrenal". El alma, o sea la mente inferior, cuerpo de deseos o emocional y el vital o de sensaciones, aunque no es material, está formada de substancias físicas, transitorias. Lo única permanente y espiritual es la Tri- nidad, o sea Espíritu-Conciencia-Mente, que es lo que San Pa- blo llama "El Señor", que es Cristo en nosotros. El ser humano emprende un viaje dé ida y de regreso: Sale de Dios con poderes y facultades casi divinas, pero sin expe- riencia y casi inútil. Se va sumiendo en la materialidad y en el goce de los sentidos: sufre .lo indecible al violar, en su ignoran- cia, las Leyes Divinas, pierde sus facultades y cualidades origi- nales, y vaga por el mundo, como en una noche oscura, en bus- ca de su perdida felicidad. Después reacciona y recapacita, al ver que la felicidad que obtiene por el camino seguido, le pro- porciona solo goces fugaces y mucho dolor, que no compensan sus afanes. Lo peor es que se ve encadenado por sus vicios, hábi- tos e inclinaciones que le impiden cambiar rumbo, a pesar de comprender la necesidad de hacerlo. Entonces comienza su regreso, que puede ser tan largo o más que su descenso, pero ciertamente más arduo y más difícil. Sin embargo, su experiencia ha sido tan dolorosa, y los frutos cosechados tan mezquinos, que está dispuesto a pagar el precio que fuere, con tal de llegar a obtener la libertad y la felicidad buscada. En el esfuerzo por ascender se va capacitando para vencer. En su evolución, la Humanidad pasa por siete Razas. Cada Raza raíz está dividida en siete sub-razas; cuyos cuerpos le pro- porciona mejores medios de manifestación. Durante las dos pri- meras Razas el hombre fué el primer Adán, semi animal y an- 30 drógeno. En la tercera Raza se separaron los sexos y obtuvo el ""soplo divino". Los Agentes de Dios crearon las distintas formas, y entre ellas la humana que deberían animar; pero la cuarta parte de ellos se negaron, creyéndose demasiado espirituales. Esta es la rebelión de los Angeles que la leyenda entrelaza con un supues- to origen del demonio. Este hecho nos debiera hacer meditar profundamente, por- que vemos ahí una explicación de algunos misterios de la vida. ¿Cómo es posible que esos seres, estando tan cerca de Dios, siendo tan divinos, obrasen por su propia cuenta o en contra de los deseos de sus Superiores? ¿Cómo fué que Dios o Sus Agentes no lo impidieron? La explicación está en que Dios no creó caprichosamente a los seres para que fueran instrumentos ciegos, sino que los hizo, obedeciendo a una especie de exigen- cia de nosotros mismos; eso fué lo que nos. hizo venir a la existencia, y bajo nuestra propia responsabilidad y riesgos. Nues- tra vida es nuestra, y hacemos de ella lo que deseamos o somos capaces, sin que Dios intervenga en pro o en contra. Pero sa- bemos que Dios puso en movimiento Sus Leyes, que son Su Vo- luntad; y jsi obramos en contra de ellas, sufrimos las conse- cuencias. Estos Angeles rebeldes están sufriendo su castigo, sin duda; pero, ¿hasta cuándo? Generalmente se dice "eternamente", por- que esa expresión se ha tomado de traducciones deficientes de la Biblia, en cuyo texto original no existe la palabra que sig- nifique eternidad, o sea tiempo sin fin. Por eso es que San Ju- das dice en su Epístola Universal (Vers. 6 ) : "Y a los Angeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas, hasta el juicio del gran día". Esto significa que la eternidad es el perío- do de tiempo que dura nuestra creación. El "día del Juicio", como un acontecimiento que tendrá 31 lugar en un día determinado, no es tal; "día" se refiere, como los "días" de la Creación, a un período largo de tiempo. Parece que los Apóstoles lo interpretaron como día de 24 horas, y como un acontecimiento muy cercano a la muerte del Maestro, ya que ponen en boca de Él, palabras que no fueron cumplidas, como ser cuando lo hacen decir que algunos de los Apóstoles presen- ciarán el hecho antes de morir. Existen otros hechos que muestran la absoluta independen- cia de los actos de los hombres. Dios no interviene directamen- te en impedir actos malos, por mucha trascendencia que tengan. Tan es así que existen Instituciones religiosas que perturban, desvían yTetrasan la evolución, que es Su Ley Suprema, y la finalidad de la vida. Esto lo hacen aun en nombre de Dios y algunos hasta se creen Sus representantes. Dios, sin embargo, los deja hacer. Aunque algunas de estas Instituciones fueron fundadas por Seres Superiores, sus reemplazantes pronto cam- biaron rumbos e introdujeron modificaciones, ya sea con pro- pósitos egoístas y sectarios, o con finalidades claramente mer- cantiles, o con propósitos de hegemonía. Sin embargo, Dios no interviene ni los priva de los medios para obtener el éxito bas- tardo que desean; eso sí que esos egoístas y mal intencionados han de responder ante el Tribunal de Dios, o sea ante Sus Le- yes, y no escaparán al castigo. Fuera de Sus Leyes, también existe en nosotros lo Espiritual, "que es Señor" que siempre aconseja, aprueba o censura nuestros actos, pero nada más. Dios no puede, sin violar Sus propias Leyes, obligar a nadie que haga o dejede hacer las cosas. De otra manera, ¿para qué serviría la vida, qué objeto tendría? No podemos aceptar razonablemente que Dios nos haya dado el libre albedrío, nos castiga si obramos mal y nos premia si obramos bien; y, sin embargo, está interviniendo en toda la actividad nuestra, constantemente . . . Mucha bondad podemos atribuir a Dios, pero no necedad. 32 Eso sí que las Fuerzas superiores o Dios responden a la vo- luntad humana, y obran a favor de nuestros propósitos, aunque estos sean torcidos, cuando esa voluntad la formulamos en for- ma de oración o meditación, saturada de una fuérza o intensi- dad verdaderamente grandes. Así es como se efectúan los lla- mados milagros, y tienen efectos las maldiciones. Uno de los hechos a que nos referimos más arriba es el re- latado en el Génesis, Cap. VI, Vers. 2-, donde dice que los ángeles tomaron mujeres y las fecundaron. También consta en los anales ocultos que antes de ese hecho, los hombres, aun semi humanos tomaron por mujeres y fecundaron ciertas hem- bras de animales, de las cuales nació una raza de híbridos, que son los actuales monos. Decimos que esto sucedió antes de lo anterior porque en aquella relación bíblica, se dice que había gigantes en esa época; y sabemos que se refiere a la IV Raza o Atlántica, que era de gigantes. Confirma esto el relato, también bíblico, que poco después sobrevino el Diluvio que sepultó a la Atlántida bajo las aguas del Océano Atlántico. Aun existen descendientes de esa raza semi humana, las de los Atlántes-Lemures, en Australia, Borneo y Cei'lán. En aque- llos tiempos del nacimiento de los antropoides "era aun posible la producción de híbridos fecundos; mas ahora, no sólo es im- posible, sino que la Naturaleza impide el producto entre hom- bres y seres semi humanos. Sólo a fines del siglo pasado sucedió, que los colonos que poblaron la Tasmania, al sur de Australia, se mezclaron con las mujeres de los aborígenes, raza semi hu- mana; pero la Naturaleza hizo a todas las mujeres estériles, desapareciendo así la raza. El verdadero demonio es el simbolizado por la serpiente o el dragón que tentó a Eva, y que no .es otra cosa que el cono- cimiento y la sabiduría,'que llega a ser malo cuando es obteni- do antes de tiempo, prematuramente, cuando el ser humano está dominado por el egoísmo, y sin moral sólida. 33 El demonio también es esas fuerzas en nosotros que llama- mos malas: el egoísmo, la ira, odio, etc., que no son fuerzas buenas o divinas, donde está Dios, como ser el amor, dignidad, modestia, etc. Esas fuerzas llamadas negras, vivificadas por la mente inferior, forman una verdadera entidad; pero estas fuer- zas actúan sólo donde existe vacío de las fuerzas buenas. Mas aquellas fuerzas no tienen existencia de por sí. Cuando los hom- bres abriguen solo sentimientos y pensamientos constructivos y positivos, esas fuerzas negras no existirán. Tenemos un relato del escritor y explorador Harrison For- man, donde dice haber presenciado la aparición del demonio con su corte de demonios, personificación de más o menos lo que son los pecados capitales. Esta aparición fué provocada por invocación y ceremonias celebradas por hechiceros de una secta de magos negros de las selvas del Tibet. Eliphas Levi, el famoso cabalista del siglo pasado, relata en sus obras, varias apariciones del demonio, efectuadas por invo- caciones, según el Grimario de Honorio, obra ésta atribuida al Papa Honorio. En algunas de estas apariciones el demonio asu- mió la personalidad divina. Cada Raza vive en Continente propio, desde que la Huma- nidad se materializó; así la I I I Raza en la Lemura, de la cual quedan algunas islas, como la de Pascua, que se sumergió y reapareció. De ahí viene que sus monumentos e inscripciones sean tan misteriosas. La IV Raza o la Atlántida vivió en la Atíántida, de cuyo hundimiento nos habla la Biblia como el Diluvio Universal; y de la que quedan aun algunas tierras habi- tadas. Platón nos habla de ese continente, situándolo más allá de las Columnas de Hércules, o sea el Estrecho de Gibraltar. El supo de ese Continente por los sacerdotes de Amon-Rá, en Egip- to, por donde viajó, obteniendo conocimientos espirituales, como lo hacían todos los grandes hombres de aquella época. 34 La forma humana fué reduciéndose de tamaño a medida que la Tierra proporcionaba diferente ambiente, tal como su- cedió con los animales y plantas. La Biblia nos dá la razón o causa por qué del hundimiento de la Atlántida o del Diluvio: La perversidad de los hombres. Sobre todo la magia negra estaba tan desarrollada, y hacían tanto mal, que los que practicaban la magia blanca no fueron capaces de contrarrestar. Las fuerzas del mal llegaron a tal extremo que desequilibraron totalmente la armonía de la Na- turaleza, y sobrevino el cataclismo. Seres superiores advirtieron, de lo que iba a suceder, a algunos hombres buenos que emigra- ron a Egipto y a China, llevando la civilización, pero no la maldad de su pueblo. Esta es la emigración de Noé. De ese período atlante pos quedan algunos monumentos, los llamados ciclópeos y las grandes pirámides. Fuera de esto exis- ten aún conocimientos científicos de gran valor, especialmente astronómicos. Restos, humanos de los gigantes, no es fácil encon- trar debido a que era deber sagrado de ellos el incinerar los cadáveres. Sin embargo hace algunos años se encontró al norte de México unos restos humanos muy deteriorados, especialmen- te tibias de más de un metro de longitud, que no se supo a qué ser pertenecían. 35 Capítulo Cuarto EL SER H U M A N O Esas almas destinadas por el hado a animar otros cuerpos, están bebiendo en las tranquilas aguas del Leto el completo olvido de lo pasado. VIRGILIO". EXISTE PARA LOS cristianos un punto delicado y dudoso, debi- do a que no se ha aclarado bien, ni dado mayor importancia, y sobre todo por nó haberse dado una interpretación adecuada a pasajes de la Biblia, o por no saberse a qué se refieren. Sin aclarar ese punto, la vida pierde toda su significación; y aun la existencia no tendría objeto; así como no habría explicación para comprender la diversidad de personalidades entre los hom- bres, ni para los que nacen con ciertas cualidades innatas. En San I > cas, Cap. 1-17, San Gabriel anunció a Zacarías que su mujer pariría un hijo con el espíritu de Elias. ¿Significa eso que sería igual a Elias, con su misma devoción y fortaleza? Sin embargo en San Juan (1-17), le preguntan a San Juan Bautista si él es Elias. En San Lucas, Jesús le asegura a los espías que existe la resurrección de los muertos, y que Dios es de los vivos. En San Mateo (XI-14), Jesús les dice a la gente que San Juan Bautista es Elias. En San Mateo (XVII-12), le dice Jesús a sus discípulos que Elias ya vino y no lo conocieron. En (XVI-13) Jesús les pregunta que quién cree la gente que es Él, y ellos le contestan que algunos creen que es Elias, otros Jeremías, etc. San Pablo le asegura a los Corintios en su Pri- mera Epístola (XV-12 y 13), que existe la resurrección de los muertos. Y, finalmente, en el Apocalipsis (111-12), el Angel de Filadelfia, dice: "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera .. 37 Todo esto significa que el ser humano vuelve a la vida, des- pués de un período de purificación; y repetirá su vuelta .hasta vencer, hasta adquirir la perfección, hasta completar su evo- lución. Esto está corroborado por innumerables casos, científica- mente comprpbados, de niños que recuerdan su vida pasada, habiendo muerto en su infancia, en su vida anterior; también por adultos, bajo el sueño hipnótico, o por seres superiores. El que fué eminente Cardenal belga, Mons. Mercier, al pre- guntársele si existía la reencarnación, se limitó a decir: "No se puede negar que existe". En la Naturaleza se observa que todo tiende a perfeccionar- se; y el hombre, cuando ha recogido las experiencias de la vida, siente una fuerza irresistibleque le impulsa a perfeccionarse, de llegar, por la purificación de su vida, a obtener la Comunión con Dios; y no quedaría satisfecho su anhelo con un éxito ba- rato, sino con el merecimiento dado por la conquista de su ser inferior. ¿Admitiremos que Dios nos puso ese sagrado anhelo en lo más íntimo de nuestro ser, sólo en son de burla? ¿Cómo se explicaría que dos hermanos, criados y educados juntos, uno llegue a ser un santo, un genio o un sabio, y el otro un depravado? ¿Y esos niños con aptitudes artísticas asombrosas? Si Jesucristo no enseñó abiertamente la doctrina de la re- encarnación, pudo haber sido porque consideró que no era oportuno para esas gentes, saber que tendrían otras oportuni- dades de corregir sus vidas, porque postergarían sus esfuerzos para mejorar. En cambio les decía que el día del Juicio vendría en poquísimo tiempo más. La doctrina de la reencarnación la encontramos en todas las religiones antiguas; y no es esa absurda idea que induce a creer que la personalidad reencarna en nuevos cuerpos físicos. Podremos comprender mejor esta enseñanza, una vez que 38 hayamos estudiado la constitución del ser humano, que detalla- mos a continuación a grandes rasgas. Se ha hecho dos clases de divisiones de la constitución del hombre: Una en tres partes, que agrupa más de un "cuerpo" en cada grupo, el otro, en siete "cuerpos". El primero se acer- ca más a la concepción cristiana y es: Cuerpo, alma y espíritu. Las religiones cristianas consideran al alma como inmortal y divina; no estando muy de acuerdo con lo que enseña San Pa- blo en el pasaje citado, donde dice que el primer Adán lo hizo Dios como ánima viviente, y que es terreno, de la tierra, o sea no divino; lo que está en perfecto acuerdo con lo que aquí de- cimos. El concepto septenario de la constitución humana enseña que los siete cuerpos son, tal como es la constitución del mun- do: I.—Cuerpo físico compuesto de los elementos del mundo objetivo, de polvo de la tierra, JI.—Cuerpo astral, donde resi- den las sensaciones y lo más bajo de las emociones. Hemos de decir que aquí existe alguna confusión debido a que algunos llaman astral al cuerpo emocional, y al astral lo llaman vital; lo que es un error. Tampoco se debe confundir con la Luz Astral que es emanación de lo Espiritual. III.—Cuerpo de deseos o emocional, o kama rupa. IV.—Mente inferior o mente razona- dora que está influenciada, por abajo, por el cuerpo emocional, y por arriba, por, V.—El Mental Superior, que conoce y sabe directamente, como nos imaginamos la intuición. VI.—Con- ciencia Divina, y VII.—Espíritu Puro. Estos cuerpos se compenetran, como los planos del mundo, el más sutil o superior al más denso o inferior y están hechos del mismo material de sus planos. Los materialistas dicen que el alma muere con el cuerpo, ya que sólo es una emanación de éste, o no reconocen su exis- tencia. Tienen razón, hasta cierto punto, porque el alma, que es lo emocional y la mente inferior o razonadora del ser huma- 39 no, se forma en el ser, a medida que el niño adquiere experien- cia y aprende a desear y pensar. Como está compuesta de ele-» mentos tatvicos o de elementos primordiales, son desintegrables, y se dispersan en el purgatorio. Sería más propio decir que el alma se agota, cuando, después de la muerte, el ser se purifica con el fuego del deseo jamás cumplido. La persona viciosa o de fuertes pasiones y apegos, continúa en la otra "vida" con estas mismas cualidades, aun más acentuadas, ya que no posee el cuerpo material que algo tempera esas fuerzas. Por eso se dice que el purgatorio es fuego, porque es comparable a éste, esa sed abrasadora que no se puede satisfacer. El ser, una vez agotado su cuerpo astral y de deseos o emo- cional, de tanto sufrir o por convencimiento propio, pasa al mundo mental inferior, llevando, sin embai-go, la -impresión de su vida emocional en forma de semilla o genes, llamados áto- mos permanentes. A su vuelta a la vida, estos átomos perma- nentes son los que sirven de núcleo para la formación de su nuevo cuerpo emocional, continuando así su interrumpida evo- lución, o descenso en la materia. En el plano mental inferior sobrelleva una "vida" parecida a la anterior por su perturbación y desequilibrio. Aquí puede permanecer mucho más tiempo, debido a lo subjetiva de las circunstancias, ya que su imaginación y fantasía le da la im- presión de tener lo que se imagina. Mientras más incontrolada y versátil ha sido la mente, más confusa y atormentadora tiene que ser la permanencia en este plano. Quedará aquí hasta rea- lizar lo ilusoria de esa "vida"; pierde entonces interés, y luego su cuerpo se disuelve por inútil. Aquí también el Ego se lleva el fruto de su vida mental, en forma de átomos permanentes, que le servirá de núcleo para desarrollar su nuevo cuerpo mental cuando vuelva a la Tierra, con las mismas características que tenía antes. 40 Desde ese punto adelante, puede suceder una de estas dos cosas: I.—Si la persona no ha tenido en actividad su parte es- piritual, como sucede con la mayoría de nosotros, en este estado tan retrasado de la humanidad, pierde la conciencia de sí mis- mo, y sin voluntad personal, queda a merced de las leyes natu- rales. Ahora es cuando se decide su suerte y destino para su próxima vida, destino no fatal, sino, modificable por la persona. Ahora no puede usar su malicia y astucia para engañarse a sí mismo, ni puede resistirse a las fuerzas que tratan de someterlo a que cumpla con la Ley de Compensación o kármica. Su parte espiritual, su verdadero Yo, a quien casi nunca tomó en cuenta en su vida, eso que finalmente él llegará a ser, "que es el Se- ñor" y su Angel de la Guarda, es el que actúa ahora, indepen- dientemente de su personalidad que ya no existe; y lo hace en forma completamente impersonal, sin atender a lo que la per- sona quisiera ser para su satisfacción o comodidad, sino que atiende a lo que puede ser mejor para Su evolución. Si la per- sona necesita, por ejemplo, ser deforme de cuerpo para curar su vanidad u orgullo, nacerá deforme. Su actuación pasa des- apercibida para nosotros porque nuestra conciencia ha desapa- recido, ya no hay egoísmo, sólo hemos quedado reducidos a unos pocos átomos permanentes entregados a la Ley de la Vida. Para entonces ya han aparecido en la Tierra seres con quie- nes ha tenido anteriormente relaciones; a quienes ha amado u odiado, y con quienes tiene asuntos pendientes que debe saldar. Entonces la resultante de aquellas fuerzas, puestas por ella en acción, y que ha dejado en trance o desequilibrio, la atraen nue- vamente a la Tierra. Como trae en potencia lo que fué antes, su nuevo ser se desarrollará de acuerdo con lo que fué antes también, apare- ciendo en él sus propias tendencias, aficiones y facultades, ate- nuadas o acentuadas por la influencia de los cáracteres de sus 41 padres y familiares, y después por el medio ambiente que habi- te, y, finalmente, por la educación. Ahora volverá a seguir sus inclinaciones bajas, si no tuvo la suficiente experiencia anterior- mente, o a renovar la lucha por su perfeccionamiento, si antes reaccionó debido al dolor o por su buen juicio. II.—Si la persona fué espiritual, teniendo, en consecuencia, activos sus Principios Superiores, empieza una "vida" gloriosa, como remuneración de sus buenos actos, o sea que pasa a la Gloria, hasta que r.eciba todo el premio, pasando después, como en. un sueño, a ser atraído a la Tierra, como en el caso an- terior. Seres superiores pueden renunciar al cielo, y volver luego a la Tierra para terminar más pronto su evolución, y sobre todo para cooperar con sus Superiores en la dolorosa tarea de ayudar a sus hermanos. La tafea de esos Seres Superiores o Maestros de Sabiduría y Compasión es de un sacrificio enorme, pues saben que la in- comprensión y el egoísmo de la gente no sólo los repudian, sino que tratan, por todos los medios, de suprimirlos, porque Ellos se oponena sus actos malos o fanáticos. Jesús murió en la cruz, y a sabiendas. Todavía se agrava más su sacrificio, si con- sideramos que Ellos no son de nuestra Humanidad. Esas reencarnaciones continuarán hasta que el ser humano venza, o sea que llegue a obtener la liberación final. Entonces, siendo ya un Adepto, y siempre poseyendo libertad de hacer lo que quiera de su vida, puede seguir uno de estos dos caminos: Continuar en otros mundos una evolución más perfecta y glo- riosa de lo que podemos comprender, o se rinde al clamor del dolor de sus hermanos atrasados de la Tierra. Entonces, sabien- do que nadie le agradecerá, se queda en este mundo, cambian- do de cuerpo cada vez que lq necesite, exponiéndose siempre a la maldad e incomprensión de las gentes. Cuando se acerque la hora de salir de este mundo, cuando 42 se supone que toda la Humanidad haya terminado su evolu- ción, los atrasados, que con su presencia puedan demorar y perturbar la evolución de los demás, cuando mueren, no vuel- ven, sino que pausan al Limbo mencionado anteriormente, donde tendrán que esperar hasta que la oleada de Vida que anima actualmente el reino animal, empiece a evolucionar ya como humanidad. Entonces entrarán ellos también a evolucionar. Ahí serán los líderes, pero tendrán que sufrir la incomprensión, en- vidia y maldad de sus nuevos hermanos, destino propio de los avanzados. Y lo peor es que se exponen a reaccionar en mala forma y desarrollar peores defectos y cualidades de los que los hicieron retrasarse anteriormente, llegando a ser así peores que •sus nuevos hermanos. Según lo dicho hasta aquí, parece no haber cabida a la existencia del infierno y de los condenados. Sin embargo exis- ten seres humanos tan depravados que van perdiendo toda aspi- ración y sentimientos nobles, -encontrando tanta satisfacción en el mal, que su propio Angel de la Guarda, o Yo Superior va perdiendo contacto con él, hasta tal punto que termina por abandonarlo, quedando así el hombre o la personalidad, como un ente sin conciencia, un "desalmado". Esto, lejos de entriste- cer o deprimir al sujeto, le hace sentirse libre; y como general- mente es inteligente y de mucha experiencia, su actividad es de lo más fecunda. Estos seres tienen toda la apariencia de seres normales, pero su único propósito en la vida es la satisfacción •egoísta y hacer el mal. Las fuerzas tenebrosas o negras del mun- do acuden a él, como atraídas por imán para cooperar en su obra de destrucción. Aun pueden, y no es raro, adquirir po- deres psíquicos, a los cualefe tanto rédame les hacen/ algunas Instituciones "espiritualistas", afiliándose a esas Instituciones y sometiéndose a estricta disciplina. Pueden así llegar a ser gran- des magos negros. Una criatura tal, tiene, sin embargo, oportunidad de sal- 43 varse, arrepintiéndose sinceramente y permanentemente, con lo cual el Ego es llamado a él nuevamente. Pero eso solo puede suceder en esta vida; porque si muere desalmado, ya está per- dido; porque el Ego puede haberse encarnado nuevamente, formando una nueva personalidad. Después de la muerte, ese ser sufre un verdadero infierno, influyendo en la vida de los vivos para inducirlos al mal. En el "otro mundo" no tiene la esperanza de la desintegra- ción de sus cuerpos emocional, astral y mental inferior, ya sea por la enorme potencia que posee su ser que quiere volver a la Tierra, o por efecto de la Ley de Compensación o-Kármica que necesita saldar cuentas con él. El hecho es que vuelve a nacer y a continuar su fatal obra, transformándose en verdadero de- monio. Si llega a arrepentirse tardíamente, su infierno es aun ma- yor, hasta que Dios se apiada de él, y lo disuelve. Estos pobres seres nunca saben lo que les ha sucedido, ni siquiera creen en la existencia de la parte espiritual del ser humano. Debemos decir algo sobre un tema muy discutido entre ma- terialistas y teólogos, y que nunca se han puesto de acuerdo jo rque se niegan a colocarse en el punto de vista del contrario, y porque ambos se refieren a distintas cosas. Nos referimos al libre albedrío. Los teólogos dicen que el hombre posee el libre albedrío, sendo, en consecuencia libre de hacer lo que quiera; de ahí que si obra mal, Dios lo castiga y lo envía al infierno; si obra bien, Dios lo premia y lo envía al Cielo. El materialista dice que el hombre no es libre, sino que está determinado a obrar, como lo hace, por las leyes psicológicas; de ahí su irresponsabi- lidad y la necesidad de educación, y no de castigo. Ambos poseen parte de la verdad y parte de error. Si la conducta del hombre está determinada solo por su vo- 44 luntad, y obra mal, significaría que eligió libremente el mal, y lo hizo. Así también si elige libremente el bien, hace el bien. Pero la experiencia nos muestra que eso no es tan fácil; existen leyes psicológicas que pueden hacer desviar nuestro propósito, y obrar en forma distinta de la elegida libremente. Si un hom- bre está atado de pies y manos, poco le beneficiaría elegir "andar y correr. Si el hombre ha adquirido el vicio de beber, cosa que él no eligió libremente, sino que se desarrolló sin darse cuenta de lo que sucedía, elige libremente no beber más, seguramente no puede cumplir su propósito tan fácilmente. Por otro lado, si su conducta está determinada únicamente por consecuencias de sus actos anteriores, -o sea que es una parte de una cadena, ¿cómo es que hay personas que se sienten im- pulsadas por el hábito, vicio o costumbre a hacer un mal, o sea que van a ser determinadas a actuar en ese sentido, y sin em- bargo, reaccionan y hacen bien? La verdad es que poseemos el libre albedrío, o sea que po- seemos la facultad de elegir, y nada más; el cómo vamos a actuar, depende de las leyes psicológicas que hemos desarrolla- do en nosotros, que nos influenciarán en uno o en otro sentido, y de nuestra voluntad, que si <s fuerte, es capaz de modificar todas las leyes. Esto significa que es necesario la educación y la cultura; no esa cultura escolástica que es sinónimo de "leído", sino de una cultura integral, lo que significa la palabra, que sea capaz de dar frutos que sirvan para ayudar al bien de la sociedad y al desarrollo o evolución de nuestro ser. Entonces sí que se cumplirá el libre albedrío teólogo: elegir y hacer el bien o el ma l 5 i nos observamos detenidamente, veremos que a veces exis- te un impulso simple y espontáneo en nosotros. Este impulso puede llegar invariable hasta convertirse en voluntad y deseo de actuar. Pero muchas veces solo llega hasta ahí, porque entra a 45 actuar la voluntad propia de la personalidad, que si es primi- tiva, y se opone a ese impulso, no hará lo que espontáneamen- te quiso, encontrándose determinado fatalmente por sus incli- naciones e intereses egoístas. Sin embargo ese hombre, una vez consumado el acto, seguramente se reprueba el haberse dejado llevar por sus inclinaciones bajas. Esta es la experiencia; y ese hecho se va a sumar a otros parecidos, acumulando así antece- dentes para obrar mejor la próxima vez. Esto sucede más mar- cadamente si la experiencia ha sido dolorosa. Pero si aquella personalidad ha acumulado mucha expe- riencia y está convencida que su bienestar solo lo hallará en la obediencia del impulso superior, entonces pondrá a contribu- ción su mente, su afecto y todo su ser para cumplirlo. El cumplimiento del libre altíedrío es una conquista del hombre en el camino de su evolución. No debemos temer que la evolución del hombre se paralice o estagne, porque mientras exista Conciencia, tiene esperanzas de mejorar. El deseo de bienestar es algo innato en el hombre, y es lo que impulsa la evolución; por satisfacerlo, no sólo desoirá to- do consejo, sino que sacrificará aún su vida; y como la expe- riencia le irá mostrando el camino que no debe seguir, final- mente llegará al camino que debe seguir. Volviendo a las Razas Humanas, diremos, para terminar este capítulo, que la Humanidad debe pasar porsiete Razas, y en cada Raza Raíz, por siete sub-razas. Cada Raza Raíz nace de la sub-raza del mismo número de la Raza anterior; así nuestra V Raza raíz nació de la V sub-raza de la IV raza raíz. En esa forma ía Humanidad de una Raza va asimilando la experien- cia de la anterior hasta que desaparezca. 46 Capítulo Quinto L A V I D A "Malo es el fruto de la sabiduría si sólo ha de servir para conocer lo que nos deja desnudos y huérfanos de honor, inocencia, fé y pureza. M I L T O N . EL VOCABLO tiene por lo menos tres significaciones: La Vida orgánica, la vida, suerte o destino de las personas, y la vida,- como juego de los acontecimientos. Se ha dado varias definiciones de lo que es la Vida orgáni- ca, que es de lo que trataremos en este Capítulo, más o menos aceptadas en general. Daremos una definición poco corriente, pero es la que se ajusta más a la realidad: La Vida es una fuer- za consciente e inteligente que impulsa y provoca el movimien- to, asimilación y reproducción de los seres. Esta fuerza no se manifestó en la Tierra en forma esporádica o aislada, como por casualidad, como creen algunos sabios; sino que es una mani- festación natural, necesaria e inherente del Universo; es la ma- nifestación de esas oleadas de Vida de que hablamos al tratar de la Cosmogénesis. La Vida no es una creación o producto de la materia, sino que esta es el medio que la Vida tiene para expresarse. Es la Vida la que va creando cada vez mejores me- dios de manifestación; y ese hecho es Jo que se llama evolu- ción. La Vida también se adapta a las condiciones del ambien- te, de manera que puede haber, y la hay, manifestaciones de Ella en distintas formas y constitución de lo que conocemos aquí en la Tierra. Es ridículo, por ejemplo que digan los hom- bres dq ciencia que en algún planeta dado, no puede haber Vida porque no existe oxígeno libre, como aquí en la Tierra; porque ellos saben, y muy bien, que aquí mismo en la Tierra 47 existen seres vivos microbianos, que no pueden vivir con oxí- geno libre, y son las Uámadas bacterias anaeróbicas. La manifestación más simple de vida aceptada por la Cien- cia es la de los virus; y es en realidad así. Algunos hombres de ciencia que les repugna la idea de la manifestación de la Vida en la Tierra como un hecho casual aislado, como aceptan sus colegas, han imaginado que vino de otros mundos como "polvo cósmico". En cierto aspecto tienen razón, ya que los Arquitec- tos o Constructores de nuestro mündo, usaron residuos de otros mundos para ciertas creaciones de este. Los virus, por lo menos algunos de ellos que han sido estu- diados por la Ciencia, como el mozaico de los vegetales o moho del tabaco, es un ejemplo de los de su especie que producen enfermedades, en los vegetales, animales y en el hombre. Los virus en general son tan pequeños que no se pueden ver direc- tamente ni con los más potentes microscopios, con la luz natu- ral o blanca, por ser las ondas de esta de mayor dimensión que ellos. Por eso deben recurrir los bacteriólogos a fotografiarlos con luz de onda menor, en los citroclones o ultra microscopios. Existen muchos virus que atacan al hombre, como ser el de la influenza, tracoma, tifus, etc. Los virus apenas si se pueden llamar Vida orgánica, ya que se pueden cristalizar, como cualquiera otra sal; son proteínas, compuestas de carbón, nitrógeno y oxígeno. Los virus, una vez cristalizados, lejos de perder su vida, se mantienen vivos y con sus propiedades intactas indefinidamente; basta disolverlas para que' produzcan los mismos efectos que antes. Los micrófagos son otros virus que viven en el instentino, como parásitos de los microbios que ahí se encuentran; apare- cen en el recién nacido, de cuatro a siete días de nacer, y desem- peñan el papel de los fagocitos de la sangre. Son pequeñísimos, comparados con los microbios o bacterias. Puestos uno al lado de otro, se necesitarían de 8 a 100 millones de ellos para cu- 48 brir un milímetro. Para atacar a los microbios, se introducen dentro de ellos y los disuelven. Se multiplican de una manera asombrosa. Uno solo, puesto en un medio apropiado de alimen- tación, en una hora y media de tiempo resultan varios cientos de billones de ellos. Existen alrededor de diez mil variedades distintas, y atacan a los microbios de diferentes enfermedades. Su acción en los microbios puede ser fulminante, suave o ape- nas notoria. Cuando el efecto es suave, los microbios tienen tiempo de resistir cada vez mejor a su acción, hasta vencerlos. Entonces se produce un fenómeno por demás interesante: Jun- to con la mayor resistencia, sufren una mutación, se transfor- man en otros microbios. Así sucede con el estafilococus que se transforma en un verdadero estreptococus. La vida se mantiene en nuestro cuerpo, gracias al alimen- to que ingerimos y al aire que respiramos. Del primero se se- leccionan las sales adecuadas; y del oxígeno que viene en el aire, se toma la carga vital o prana tátvico que posee, la cual pasa a nuestro cerebro, y de ahí al canal central de la espina dorsal, hasta el hueso sacro; de ahí vuelve, con la expiración del aliento por ambos canales laterales de la espina dorsal, pa- sando a los ganglios que están conectados entre vértebras, con la médula; y de ahí a las glándulas de secreción interna, o centros de poder, y a los centros nerviosos o plexos. Nuestros cuerpos inferiores: Mente inferior, cuerpo de emociones y de- seos, el astral y el físico, forman un verdadero animal, con sus necesidades, instintos, inclinaciones bajas, etc. como todo ani- mal, y fácilmente adquiere hábitos que se hacen cada vez más fuertes a medida que obtienen satisfacción, hasta llegar a ad- quirir vicios que lo degradan. La diferencia está en que el ani- mal adquiere vicios rara vez, debido a que su mente no está tan desarrollada. 49 Capítulo Sexto EL C U E R P O Aquel que se permite toda clase de placeres no absteniéndose de ningu- no, pierde el dominio de sí mismo. A R I S T Ó T E L E S - LA FISIOLOGÍA del cuerpo físico y de su funcionamiento son ma- ravillosos. El cuerpo se forma, no de una manera uniforme, como producción en serie, sino que obedeciendo a las cualida- des que le imprimen la herencia transmitida por los genes de sus padres, por una parte, y por la de los átomos permanentes, por la otra, que se llevó el Ego en su encarnación anterior. Una parte importantísima del cuerpo es la existencia en él de las glándulas de secreción interna o endocrinas, o los cen- tros de poder. Estas son todas las que describe la Fisiología, más otras que se tienen como atrofiadas o no de secreción. Son tan importantes, porque rigen el funcionamiento de los órganos, e influyen poderosamente en la parte emocional e in- telectual del ser humano. Tan es así que ha hecho decir al ca- tedrático argentino, endocrinólogo Perucci, que el hombre es alto o bajo, bueno o malo, según sus glándulas endocrinas. En realidad, han habido casos que con una operación a la tiroide se ha vuelto a la normalidad a criminales e idiotas. Las glándulas endocrinas producen las misteriosas hormo- nas que es la cristalización de la energía cósmica que pasa por el líquido céfalo raquídeo, llevado ahí como fluido mental. Siendo tan grande la influencia en nosotros ejercida por esas glándulas, comprenderemos la tragedia que significa para esas personas que se les exige ser buenas, amenazándolas con el infierno, o tentándolas con el Cielo, o simplemente el de las 45 personas que sienten aspiraciones espirituales, y que están tara- das con un funcionamiento o constitución anormal de sus glán- dulas. En la casi totalidad de Iks veces las glándulas anormales no determinan la conducta de la persona afectada, pero la influ- yen enormemente. Estas glándulas defectuosas, es posible nor- malizarlas con operación, medicina o por influencia de la vo- luntad y ejercicios apropiados. Las glándulas o centro de poder son asiento de Fuerzas Superiores que el
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