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AMNISTÍA INTERNACIONAL Declaración pública http://web.amnesty.org/library/Index/ESLASA230072006 Camboya: El gobierno debe respetar los derechos humanos Mientras el Grupo Consultivo se reúne en Phnom Penh el 2 y 3 marzo de 2006, Amnistía Internacional ha pedido a los gobiernos que intensifiquen sus llamamientos al gobierno camboyano para que respete los compromisos contraídos anteriormente con el Grupo Consultivo y cumpla plenamente sus obligaciones en materia de derechos humanos. En cartas enviadas a los donantes que asisten a la reunión del Grupo Consultivo, Amnistía Internacional expresó su preocupación por la situación de los derechos humanos en Camboya. La organización señalaba también que seguían sin cumplirse las promesas hechas por el gobierno camboyano en diciembre de 2004, lo que indicaba que éste no estaba dispuesto en realidad a garantizar la protección de los derechos humanos de toda la población. Durante el último año, en Camboya se ha producido un grave deterioro del respeto a los derechos humanos, incluidas amenazas contra los derechos y libertades fundamentales, que Amnistía Internacional ha puesto de relieve en varias ocasiones. En concreto, los defensores de los derechos humanos, incluidos activistas de los derechos medioambientales y del derecho a la tierra y otros miembros de la sociedad civil camboyana, han sido blanco de amenazas. En una serie de recomendaciones, Amnistía Internacional ha apremiado a todos los integrantes del Grupo Consultivo, incluidos los donantes internacionales de Camboya, para que insten con fuerza al gobierno camboyano: a garantizar la erradicación de los actos de acoso e intimidación contra defensores de los derechos humanos, activistas y miembros de los partidos de oposición y a retirar todas las denuncias por difamación pendientes de resolución presentadas durante la reciente campaña represiva; a anular o modificar las leyes sobre difamación y desinformación y otras disposiciones de la legislación penal con el fin de garantizar la protección del derecho a la libertad de expresión, así como procurar que ninguna nueva legislación, incluido el Código Penal, criminalizará este derecho; a cumplir plenamente sus obligaciones en materia de derechos humanos, recogidas en los compromisos contraídos en la reunión del Grupo Consultivo de 2004, incluido el tratamiento de los problemas que impiden el ejercicio efectivo de los derechos humanos, como la apropiación de tierras, la corrupción y la mala utilización de los recursos naturales y de otros bienes del Estado, y a acelerar con urgencia las reformas jurídicas y judiciales; a garantizar la ampliación del derecho a la libertad de expresión a los medios de comunicación independientes. http://web.amnesty.org/library/Index/ESLASA230072006 Amnistía Internacional pidió también a los donantes: garantizar un apoyo sólido y constante a los esfuerzos de los activistas de la sociedad civil con el fin de mejorar la protección de los derechos humanos, promover el Estado de derecho, aumentar las iniciativas apropiadas para combatir la corrupción y ampliar la libertad de los medios informativos a las empresas de comunicación independientes; reforzar este apoyo mostrando públicamente preocupación por la inviabilidad de la situación actual. No se podrá conseguir un avance real en el cumplimiento de los compromisos contraídos en el Grupo Consultivo si no se garantiza que los derechos humanos no sustentan sólo la formulación de la denominada Estrategia Rectangular del gobierno para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino también su aplicación. Información general Al igual que la reciente campaña de represión acarreó una serie de detenciones y amenazas contra activistas de la sociedad civil que fueron objeto de críticas generalizadas, el deterioro de la situación de los derechos humanos afecta también a un número cada vez mayor de camboyanos corrientes. Las disputas relacionadas con la tierra van en aumento; el nivel de vida de la población rural sigue disminuyendo como consecuencia de las concesiones industriales otorgadas por las autoridades sobre sus tierras. La apropiación de tierras por empresas relacionadas con las familias dirigentes y la mala utilización de los recursos naturales y de otros bienes públicos, que el gobierno apoya o contempla con indiferencia, continúan privando a las comunidades locales de sus medios de subsistencia. Amnistía Internacional acogió positivamente la reciente excarcelación de los presos de conciencia Cheam Channy, Mam Sonando y Kem Sokha, entre otros, así como los indultos concedidos por el rey a políticos de la oposición condenados a penas de cárcel en juicios injustos. Sin embargo, estas medidas del gobierno constituyen sólo una reparación parcial de las violaciones de derechos humanos, y no se ha producido un avance significativo en relación con los persistentes problemas de derechos humanos en Camboya. Durante el año pasado se intensificaron los ataques contra los defensores de los derechos humanos y los activistas locales descontentos con las actividades de concesionarios, empresas y particulares poderosos. Amnistía Internacional ha recibido numerosos informes sobre muertes, otros actos de violencia, amenazas e intentos de acallar las protestas públicas. El principal partido de la oposición, los sindicatos, los medios de comunicación independientes y las organizaciones no gubernamentales actúan en un entorno de creciente incertidumbre, conscientes de que pueden ser objeto de represión en cuanto expresen públicamente críticas que superen el nivel de tolerancia ---muy reducido e impredecible--- de los dirigentes camboyanos. Además, la injerencia del gobierno en las actuaciones judiciales, como la registrada durante la reciente campaña de represión contra la libertad de expresión, sigue menoscabando la independencia e integridad del poder judicial. La cultura de la impunidad protege sólo a las personas con relaciones poderosas e influyentes. Todavía no se ha procesado a nadie por el homicidio ---perpetrado en marzo de 2005 por las fuerzas de seguridad--- de cinco campesinos que defendían sus tierras en la provincia de Banteay Meanchey y de la que fueron desalojados por la fuerza después de una larga y controvertida batalla legal. Se les había ofrecido otras tierras, pero se encontraban tan lejos del paso fronterizo internacional donde se ganaban la vida, que habrían perdido de hecho sus escasos medios de subsistencia. Se ha llevado ante la justicia a muy pocos de los responsables de la mayoría de los actos de apropiación de tierras y de las actividades ilegales de pesca o de tala de árboles, mientras que a los pobres y marginados, que se ven afectados directamente, se les niega la posibilidad de obtener resarcimiento legal u otras reparaciones adecuadas. En la reunión que el Grupo Consultivo celebró en diciembre de 2004, el gobierno camboyano se comprometió a garantizar un sistema judicial independiente y a ‘‘reforzar el Estado de derecho, promover la justicia social, reducir la corrupción, eliminar la cultura de la impunidad y fortalecer la cultura de la paz y la primacía de la ley’’. El primer ministro Hun Sen inició después la política de ‘‘puño de hierro’’ con el aparente propósito de abordar la corrupción generalizada del sistema judicial. Los analistas han advertido de que esta política socava aún más la independencia de los tribunales. No se siguieron los procedimientos adecuados en las medidas disciplinarias adoptadas contra varios jueces y fiscales, que recientemente fueron declarados culpables de soborno y condenados a penas de cárcel. Según los informes, estas sentencias, en lugar de fomentar la igualdad ante la ley, la transparencia y la rendición de cuentas, han sembrado la inquietud entre los funcionariosjudiciales. Lo más importante es que no se ha reformado el Consejo Supremo de la Magistratura, órgano encargado formalmente de garantizar la independencia y efectividad del poder judicial y cuya reforma es una de las piedras de toque de los acuerdos adoptados en diciembre de 2004 por el Grupo Consultivo.
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