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Historia del Sistema de Riego La “Historia del Sistema de Riego Ambato-Huachi-Pelileo. Tungurahua gente de acequias” de nuestro compañero e Historiador vitalicio Pedro Reino, ubica unos de los elementos centrales que estructuran y configuran la subjetividad de los campesinos de Tungurahua, el agua, y más específicamente el agua para riego. Desde los capítulos iniciales el autor nos va a mostrar como desde la época de la colonia nuestra provincia se va configurando en torno a las acequias o canales de riego; aunque no se tiene mayores datos respecto a la época “pre-colonial”; sin embargo hay ciertos vestigios de que en aquellas épocas también ya existió acequias que permitieron el aprovechamiento de este liquido fundamental para la vida. El proceso de construcción de las acequias y canales de riego, así como su uso y aprovechamiento no han estado exentas de grandes luchas y contradicciones. En medio de una sociedad marcada por el racismo y las diferencias de clase, el acceso, el uso y aprovechamiento del agua en general y particularmente el agua para riego ha sido un factor determinante de poder 1 . El autor con un lenguaje muy sencillo y cautivante nos acerca a las diversas concepciones que históricamente hemos desarrollado los campesinos en torno al agua. En cada una de ellas, nos sentimos identificados y reflejados. Nuestras maneras de ser, de pensar, de sentir se han ido construyendo en torno a nuestras luchas por tener acceso al agua. Escribir la historia del Sistema de Riego Ambato-Huachi-Pelileo ubicándole en el contexto de la Provincia como un sector del país que ha generado su subjetividad, su identidad en torno a la construcción de las acequias tiene profundas implicaciones culturales, políticas, económicas, representacionales que marcan el rumbo de nuestra provincia, no sólo en el pasado sino fundamentalmente en el presente. Estamos convencidos que el haber realizado esta investigación preliminar sobre la historia de nuestra organización implica potenciar nuestra identidad como campesinos que hacemos agricultura con riego, para irnos constituyendo 1 Entendido el poder como toda práctica, relación humana orientada a transformar la conducta del otro en función de un determinado “proyecto”. Hay que dejar en claro que el poder no es un objeto de posesión de un determinado grupo, sector y/o clase social sino las relaciones que se ejercen en función de mantener o transformar una determinada forma de funcionamiento social. Esas relaciones de poder no están solamente en el campo institucional del Estado sino que se ejercen en toda práctica humana, por eso, las organizaciones campesinas que realizan la administración, operación y mantenimiento del agua no están exentas de estas prácticas. Pero el problema no está en el ejercicio del poder, pues este es consustancial al ser humano. No existe ser humano que no ejerza relaciones de poder. El problema es que generalmente se vive como ejercicio de relaciones de dominación, exclusión, subyugación. Como bien anota Pedro Reyno, en nuestras organizaciones de regantes el poder se lo ha utilizado generalmente para manipular, dominar a los demás compañeros/as. Dicho en términos muy amplios el ejercicio del poder en las organizaciones de regantes ha sido utilizado para generar relaciones verticales, de imposición, sancionadoras. Tanto se ha adentrado ésta forma de ejercicio de poder que los/as compañeros/as no hacen las cosas si previamente no se determina la sanción a los que van ha estar sometidos. Estamos muy distantes todavía para que nuestros compañeros/as hagan las cosas por la pasión, la convicción que genera la pertenencia, la identidad con la organización. Esa es una de las tareas que hemos iniciado con la creación de la Escuela de Formación Permanente del Sistema de Riego, pero es algo que todavía dará sus frutos luego de muchos años, si se logra seguir en la misma línea de construcción colectiva del conocimiento. como sujetos políticos capaces de transformar nuestra situación de dominación, exclusión, manipulación que históricamente hemos sufrido. Como manifestamos al inicio, los procesos de construcción de nuestros canales de riego se han dado al calor de las luchas sociales. Muchos compañeros/as han tenido que dar su vida para que nosotros podamos acceder al agua. Nuestro sistema de riego no está exento de estas luchas, aunque en un inicio no hayamos sido nosotros directamente los que hayamos luchado. Siguiendo, esta línea de reflexión podemos ubicar que la historia de nuestro sistema de riego tiene su origen en la masacre del Río Pachanlica del 15 de Agosto de 1962. Trece compañeros Salasacas fueron asesinados y 23 heridos en su lucha por defender y tener acceso al agua. Muchos de los compañeros/as se preguntarán que tiene que ver esta masacre con la historia de nuestro sistema de riego. Pero justamente a raíz de esta lucha, que luego fue sometida a un proceso de investigación y esclarecimiento como producto de la movilización que realizaron los compañeros/as a Quito conjuntamente con el Sacerdote Antonio Michelena; La Cámara de Diputados el 7 de Septiembre de 1962 decreto, entre otras cosas: “Solicitar al Ministerio de Fomento y a la Caja Nacional de Riego, que inicie a la brevedad posible, los estudios y construcción de los canales de riego Latacunga-Ambato, Pisayambo, Chambo, y Río Ambato, que vendrán a solucionar el agudo problema de aguas que soporta la Provincia de Tungurahua, aclarando que en lo referente al canal Latacunga-Ambato se deja a salvo los legítimos derechos de la provincia de Cotopaxi.” 2 Este hecho pone en evidencia la tesis que a lo largo de las páginas del libro nuestros/as compañeros/as encontraran como eje articulador de la reflexión de nuestra historia: “El agua sirve para la vida, pero por el agua también se muere”. Los que vivimos en el campo sabemos que esta frase no es solo retórica, pues sin agua en nuestros campos es preferible morir. Rescatar, potenciar esta fuerza organizativa y de lucha que se articula en torno al acceso al agua, y particularmente al agua para el riego es lo que nos ha motivado a publicar la historia del Sistema de Riego Ambato-Huachi-Pelileo. Pero la historia no es solamente saber de dónde venimos, saber quiénes somos en torno a un pasado de lucha organizativa, no podemos quedarnos rememorando los pasados “gloriosos” de nuestras luchas, sino que la apropiación de nuestra historia debe permitir proyectarnos hacia la construcción de nuestro horizonte político que es el que guía, orienta y dinamiza nuestros deseos de lucha, nuestras utopías, nuestras esperanzas, nuestros sueños y aspiraciones. Una organización que tiene claro su pasado de gloria pero también de “fracasos” no volverá a cometer los mismos errores en la búsqueda por construir otra forma de convivencia social, donde la ganancia, el lucro no sea el eje ni el motor de toda acción humana. Hemos dado los primeros pasos para cambiar el rumbo, para hacer posible nuestros sueños, es el momento de juntar nuestras fuerzas para mostrar que los campesinos/as somos capaces de vencer las adversidades, el racismo, la discriminación, la explotación, a la que 2 Cf. Ursula Poeschel-Renz, No quisimos soltar el agua”. Formas de resistencia indígena y continuidad étnica en una comunidad ecuatoriana: 1960-1965. Quito, Editorial Abya- Ayala, 2001, p.132-133. siempre hemos estado sometidos; y constituirnos en sujetos de transformación social. Por ello, estamos empeñados en potenciar nuestra Escuela de Formación Permanente que permitirá formar nuevos líderes y lideresas que rompan con los esquemas clásicos de manipulación que generalmente han acompañado al quehacer dirigencial de nuestras organizaciones campesinas. Es el momento de pensary hacer micro-finanzas desde esquemas y prácticas distintas a la lógica del capital que únicamente privilegia la ganancia. Es el momento de pensar en el ser humano, en la naturaleza. Debemos sobreponernos a lo lógica financiera que ha convertido a todo persona en objeto-cliente. Igualmente debemos impulsar una fuerte reactivación productiva que esté centrada en la recuperación, visibilización y potencialización de los saberes y conocimientos que históricamente van produciendo nuestros compañeros/as campesinos/as. Una reactivación productiva que respete a la madre tierra, que nos permita recuperar la sensibilidad perdida frente a la naturaleza; y que nos permita vivir en armonía con nosotros mismos/as, con los otros/as. Esta es la tarea que esta iniciada pero que debemos continuar. De nosotros depende que estos objetivos se cristalicen o se extingan. La esperanza de transformación es como una pequeña planta a la que hay que saberla alimentar, cuidar. Si no lo hacemos se marchitará. Por ello, debemos rebasar el proceso de enajenación que pone al yo como centro de toda acción, para poner al nosotros, a la comunidad, a la organización como motor, como eje de nuestras acciones, de nuestros pensamientos, de nuestros afectos. Si esto no ocurre no podremos avanzar en esta tarea urgente de construir un mundo en el que quepan todos los mundos, todos los sueños, todos los deseos que potencien la vida. Luis Fernando Villegas
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