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Etimologia_del_toponimo_Cuzco (1)

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Etimología del topónimo Cuzco 
Carlos Alberto Faucet Pareja 
Universidad Nacional Mayor de San Marcos 
carlos.faucet@unmsm.edu.pe 
RESUMEN 
Esta nota tiene dos objetivos: refutar ciertos aspectos de la argumentación alrededor de la cual 
el lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino construye su hipótesis etimológica acerca de Cuzco –el 
nombre de la capital del Tahuantinsuyo–; y proponer, a partir de la discusión anterior, una nueva 
hipótesis que concuerda mejor con la naturaleza descriptiva de la toponimia andina y con 
información recogida por cronistas. 
PALABRAS CLAVE: Cuzco, Cusco, etimología, toponimia andina, quechua, aimara, 
cronistas 
ABSTRACT 
This note hast two aims: to argue some features of the rationale laying Rodolfo Cerrón-
Palomino’s hypothesis on the etymology of Cuzco, and to set a new hypothesis which conforms 
better with the descriptive nature of andean toponyms and information collected by chroniclers. 
KEY WORDS: Cuzco, Cusco, etymology, andean toponymy, quechua, aimara, chroniclers 
Introducción 
En el artículo “Cuzco: la piedra donde se posó la lechuza. Historia de un nombre”, del año 2006, 
reimpreso en el volumen Voces del Ande (2008)1, el profesor Rodolfo Cerrón-Palomino realiza 
una evaluación detallada de las propuestas de etimología de Cuzco, el nombre de la capital del 
Tahuantinsuyo, y formula luego su propia hipótesis por medio del establecimiento de la forma 
fonológica del término, según el quechua y el castellano del siglo XVI, y del ensayo de una 
aproximación semántica que se apoya en registros históricos de mitología andina. Más de una 
década después del artículo original, la presente nota viene a cuento para refutar ciertos aspectos 
de la argumentación de Cerrón-Palomino y, a partir de esta discusión, elaborar una nueva 
hipótesis etimológica acerca de Cuzco. 
1. La argumentación de Cerrón-Palomino 
En síntesis, en el artículo en cuestión se argumenta que el topónimo Cuzco (/qusqu/ en el siglo 
XVI) es de origen aimara y significa ‘lechuza’. El autor despliega su argumentación mediante 
los siguientes pasos: 
•Paso 1: sostiene que no existe ninguna fuente procedente de la zona original del quechua 
(centro y sur del Perú) que registre la raíz /qusqu/ o algún derivado diacrónico o sincrónico. 
Dice literalmente: «podrán hurgarse todos los vocabularios, antiguos y modernos, sean del 
quechua sureño o del central, con la seguridad de que no se encontrará en ellos un solo candidato 
de orden léxico con el cual pueda afiliársele» (Cerrón-Palomino, 2008: 276). 
•Paso 2: afirma que el topónimo Cuzco y semejantes (Cosco-s, ‘(lugar) proclive a cobijar coscos 
[lo que sea que esto signifique]’ Cosco-ra ‘(lugar) con abundancia de coscos’, Cosco-ri ‘(lugar) 
que es o aparenta ser un cosco’) deben hacer referencia a una entidad vegetal o animal 
característica de sus respectivas zonas, y más probablemente a una animal. Dice literalmente: 
«en base a glosas parciales […], no es aventurado adelantar que <cosco> podría estar aludiendo 
a una entidad propia del mundo animal antes que vegetal» (Cerrón-Palomino, 2008: 278). 
•Paso 3: señala que en el aimara y en variedades periféricas de quechua sí se encuentra la raíz 
/qusqu/, cuyo significado es ‘lechuza’. 
•Paso 4: conecta estos datos con una versión del mito de los hermanos Ayar, según la cual Ayar 
Auca, a quien le habían salido alas ‒convirtiéndose de este modo en una lechuza, según la 
interpretación del autor en cuestión‒, se alejó volando, se posó en determinado lugar y se 
convirtió en un hito de piedra para que allí se fundara la ciudad del Cuzco2. 
Analizada esta argumentación, hay por lo menos dos observaciones que puede hacérsele. La 
primera, respecto del paso 2, es que aunque en efecto la toponimia andina es principalmente 
descriptiva (Solís Fonseca, 1997) ‒ es decir, destaca aspectos relevantes del ambiente‒, en el 
corpus presentado por el autor no hay ningún dato que permita adelantar que dichos topónimos 
refieren más probablemente al reino animal que al vegetal, al mineral, a una configuración 
geográfica o a un producto de la cultura humana. En este sentido, una revisión de los topónimos 
ancashinos y huancavelicanos no hispánicos de las letras <H(U)> y <T> del índice toponímico 
de Lamas y Encarnación (1976, pp. 26-30 y 70-74, respectivamente) arroja los siguientes datos: 
para el departamento de Áncash3, de los aproximadamente cincuenta topónimos no hispánicos 
(entre las dos letras), veintiuno son etimologizables de una forma plausible y solo dos de estos 
se relacionan con entes animales; y para Huancavelica4, de los aproximadamente veintisiete, 
quince son etimologizables y solo dos de estos se relacionan con animales, de modo que la 
toponimia andina, fundamentalmente descriptiva, no alude en mayor número a entes animales5. 
Por ello, la afirmación de Cerrón-Palomino recogida en el paso 2 no parece tener sustento. 
Sin embargo, la segunda observación que puede hacerse al trabajo en cuestión es más 
importante: es definitivamente errado lo sostenido en el paso 1, pues los diccionarios de Parker 
(1975: 97) y Parker y Chávez (1976: 145), de Áncash, sí registran las entradas /qusqu/ y 
<qosqu>, respectivamente, ambas ‘pantano, ciénaga’. 
2. Una nueva hipótesis 
El último dato de la sección anterior permite comenzar a fundar una nueva etimología para 
Cuzco: del quechua /qusqu/ ‘pantano’6, hipótesis que concuerda con la naturaleza descriptiva 
de la toponimia andina y con lo registrado por los cronistas. En efecto, las crónicas de Pedro 
Sarmiento de Gamboa (citado en el trabajo de Cerrón-Palomino), Juan de Betanzos y Pedro 
Cieza de León recogen información de la saga de los incas míticos que indica que en el Cuzco 
antiguo hubo un lago, pantano o ciénaga que fue secado para levantar ahí la futura plaza 
principal de la ciudad. Así, para 1551, Betanzos registraba testimonios de que la zona en general 
se había caracterizado anteriormente por la presencia de ciénagas: 
En el lugar e sitio que oy dizen y llaman la gran ciudad del Cuzco […] avía un pueblo 
pequeño de hasta treinta casas pequeñas […] y lo demás de[l] entorno deste pueblo 
pequeño hera una çiénaga de junco […] y esta çiénaga era y se hazía en el lugar do agora 
es la plaça y las casas del marqués don Françisco Piçarro, que después esta çiudad ganó 
y lo mismo hera en el lugar y sitio de las casas del comendador Hernando Piçarro. Y 
ansimismo hera çiénaga en el lugar y sitio do es en esta çiudad de la parte del arroyo 
que por medio della pasa el mercado tianguez […] al qual pueblo llamavan los 
moradores dél desde su antigüedad Cozco y lo que quiere dezir este nombre Cozco no 
lo saben declarar más de dezir que ansí se nombrava antiguamente» (2015 [1551]: 129) 
También para 1551, Cieza de León ofrecía testimonios semejantes: 
Luego pues que fue muerto Mango Cápac y hechos por él los lloros generales y 
obsequias, Sinche Roca Inga tomó la borla o corona con las ceremonias acostumbradas, 
procurando luego de alargar la casa del Sol y allegar así la más gente que pudo con 
halagos y grandes ofrecimientos, llamando, como ya se llamaba, a la nueva población 
Cuzco. Algunos de los indios naturales de él afirman que, adonde estaba la gran plaza, 
que es la misma que ahora tiene, había un pequeño lago y tremedal de agua que le era 
dificultoso para el labrar los edificios grandes que querían comenzar a edificar; mas 
como esto fuese conocido por el rey Sinche Roca, procuró con ayuda de sus aliados y 
vecinos deshacer aquel palude, cegándolo con grandes losas y maderos gruesos, 
allanando por encima donde el agua y lodo solía estar con tierra, de tal manera que 
quedó como ahora lo vemos. (2005 [1551]: cap. XXXI, p. 371) 
 
Ciertos topónimos recogidos por el propio Cerrón-Palomino (2008) estarían confirmando la 
hipótesis. Se trata de Cosco-uma ‘agua del cosco’ y Cosco-t’uru ‘ciénaga del cosco’. Las raíces 
uma y t’uru denotan formaciones acuosas en aimara;su uso concomitante con cosco, para hacer 
referencia a una misma entidad del mundo, estaría corroborando la hipótesis planteada para el 
significado de esta última raíz. El uso redundante de palabras que significan lo mismo, en un 
mismo topónimo, no es extraño; puede ser explicado a partir de la caída en desuso de una de 
dichas palabras, como en el caso de Cerro de Caudayorco, topónimo cajabambino 
(departamento de Cajamarca) en el cual se patentiza la alusión a un cerro en tres lenguas (culle 
<day>, quechua <orco> y castellano <cerro>) (Torero, 2002). 
3. Conclusiones y comentario final 
En conclusión, sin alcanzar a menoscabar lo nuclear de la hipótesis de Cerrón-Palomino acerca 
del topónimo Cuzco (< del aimara /qusqu/ ‘lechuza’), puede afirmarse, de forma sintética, que 
ciertos aspectos de su argumentación son errados y que existen datos históricos y de lengua que 
autorizan a formular una hipótesis muy diferente (< del quechua /qusqu/ ‘pantano’), pero igual 
o mejor fundamentada. La confrontación de esta y cualquier otra hipótesis queda por ahora en 
manos de estudios sobre la geografía y fauna históricas de la ciudad. 
 
Referencias bibliográficas 
Cerrón-Palomino, R. (2008). Cuzco: la piedra donde se posó la lechuza. Historia de un nombre. 
En R., Cerrón-Palomino, Voces del Ande. Ensayos sobre onomástica andina (pp. 259-290). 
Lima: PUCP. 
Cieza de León, P. (2005 [1551]). El señorío de los incas [segunda parte de La crónica del Perú]. 
Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho. 
De Betanzos, J. (2015 [1551]). Suma y Narración de los Incas. En F., Hernández Astete y R., 
Cerrón-Palomino (Eds.), Juan de Betanzos y el Tahuantinsuyo (pp. 107-440). Lima: PUCP. 
Lamas, G. y Encarnación, F. (1976). Índice Toponímico del Mapa del Perú: 1:1’000,000. Lima: 
UNMSM. 
Parker, G. (1975). Diccionario polilectal del quechua de Áncash. Lima: UNMSM-CILA. 
Parker, G. y Chávez, A. (1976). Diccionario quechua Áncash-Huailas. Lima: MINEDU. 
Solís Fonseca, G. (1997). Los hombres pasan, los nombres quedan: introducción en la 
toponimia. Lima: Lengua y Sociedad. 
Torero, A. (2002). Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia. Lima: Institut Français 
d’Études Andines-Editorial Horizonte. 
1 Esta es la edición que será citada a lo largo del presente trabajo. Cabe indicar aquí que el germen de los artículos 
mencionados se hallaría en una nota del autor en cuestión: Cerrón-Palomino, R. (1997). Cuzco y no Cusco ni 
menos Qosqo. Histórica, XXI, 2, 165-170. 
2 Cerrón-Palomino ofrece información de que antiguamente el nombre de la ciudad estuvo constituido por dos 
elementos nominales: /qusqu wanka/ ‘huanca de la lechuza’ o ‘huanca lechuza’, /qusqu qaqa/ ‘peñón de la lechuza’ 
o ‘peñón lechuza’, o algo por estilo, donde el segundo elemento alude siempre a un elemento rocoso. En lo que 
sigue, pasaré por alto este dato, pero lo retomaré en la nota 6 para mostrar que la etimología defendida en el 
presente trabajo es compatible con él. 
3 Los siguientes son los topónimos ancashinos plausiblemente etimologizables –es decir, que pueden ser 
etimologizados sin caer en semantismos ridículos o demasiado conjeturales–; el número entre paréntesis indica las 
veces que aparece en la fuente: Huacaybamba (waka-wi pampa ‘pampa con huacas’), Huandoval (wantu wal 
‘pampa de floripondios’, híbrido quechua-culle), Huandoy (wantu-wi ‘[lugar] con floripondios’), Huaracpampa 
(2) (wara-q pampa ‘pampa de la estrella naciente’, ‘pampa del lucero’), Huaracuy (wara-ku-y ‘amanecer’), Huari 
(wari ‘sol’, ‘cueva’ o ‘[la deidad] Huari’), Huaripampa (wari pampa ‘pampa de Huari’), Huarirca (wari hirka 
‘cerro de Huari’), Huascarán (waska-ra-ni ‘(lugar) con abundantes cordilleras’), Huaycho (wayĉaw ‘[cierta especie 
de ave]’), Huaylas (wayλa-š ‘(lugar) con humedales’), Huayllabamba (wayλa pampa ‘pampa del humedal’), 
Huayllán (wayλa-ni ‘(lugar) con humedales’), Huayllapampa (ver Huayllabamba), Tauca (tawqa 
‘amontonamiento’), Ticapampa (tika pampa ‘pampa de flores’), Ticllas (tikλa-š ‘[lugar] con trampas’), Tinco 
(tinku ‘encuentro [de ríos]’), Tingo (2) (ver Tinco), Tuco (tuku ‘búho’). 
4 Los siguientes son los topónimos huancavelicanos plausiblemente etimologizables: Huachac (waĉa-q ‘[lugar] 
que pare’), Huamanrazo (waman rasu ‘nevado de gavilanes’, ‘nevado del Huamani’), Huamantambo (waman 
tampu ‘posada de gavilanes’, ‘posada del Huamani’), Huancahuanca (wanka wanka ‘[lugar con muchas] 
huancas’), Huando (wantu ‘floripondio’), Huari (wari ‘[la deidad] Huari’), Huaribamba (wari pampa ‘pampa de 
Huari’), Huarmicocha (warmi quĉa ‘lago hembra’), Huayllabamba (wayλa pampa ‘pampa del humedal’), Huaytará 
(wayta-ra ‘[lugar con] abundantes flores’), Tambo (tampu ‘posada’), Tambopata (tampu pata ‘anden de la 
posada’), Tita paccha (tita paqĉa ‘cascada ancha’), Tocllacuri (tuqλa-ku-ri ‘cazador de aves)’). 
5
 La muestra de topónimos es pequeña, pero fue escogida al azar y es esperable que el resultado de su examen sea 
generalizable. De ahí la conclusión de que en la toponimia andina el reino animal no es el más recurrentemente 
referido. 
6 De acuerdo con esto, topónimos como /qusqu wanka/ y /qusqu qaqa/ (cf. nota 2 arriba) significarían ‘huanca del 
pantano’ y ‘peñón del pantano’, respectivamente. Por otra parte, no estará de más señalar aquí que la hipótesis de 
Cuzco como ‘pantano’ ya había sido sostenida antes, aunque sin mayor fundamento (cf. las alusiones en Cerrón-
Palomino, 2008).

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