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La mente y el cerebro La mente y el cerebro Visión orgánica, funcional y metafísica Amadeo Muntané Sánchez www.librosenred.com Dirección General: Marcelo Perazolo Dirección de Contenidos: Ivana Basset Diseño de cubierta: Emil Iosipescu Diagramación de interiores: Juan Pablo Vittori Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento informático, la transmisión de cualquier forma o de cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin el permiso previo escrito de los titulares del Copyright. Primera edición en español - Impresión bajo demanda © LibrosEnRed, 2005 Una marca registrada de Amertown International S.A. ISBN: 1597540501 Para encargar más copias de este libro o conocer otros libros de esta colección visite www.librosenred.com 5 PRÓLOGO Unas breves palabras para presentar el libro La mente y el cere- bro: visión orgánica, funcional y metafísica que ha coordinado el Dr. Amadeo Muntané Sánchez, neurorradiólogo del Hos- pital Universitario de Bellvitge de la Universidad de Barcelo- na. El libro trata de un modo serio y divulgativo las relaciones entre la mente y el cerebro, tema de gran interés, muy espe- cialmente en los últimos años en los que la Neurociencia ha experimentado un gran desarrollo. Tengo que decir que sin ser un especialista en la materia, me ha llamado la atención que en este libro se intente abordar un tema tan difícil desde una perspectiva multidisciplinar. El he- cho de que, se planteen realizar un estudio de esta naturaleza entre médicos y filósofos habla por si solo de la búsqueda de una tarea integradora, de una iniciativa combinada muy po- sitiva para enfrentarse a cuestiones complejas. Y el problema mente-cerebro es, sin lugar a duda, uno de los aspectos cien- tífico-filosóficos más enrevesados y complicados. En un senti- do amplio, trata de las relaciones existentes entre los procesos biológicos que acontecen y se estructuran en nuestro sistema nervioso, y los psicológicos que observamos en la conducta humana. La pregunta clave en este estudio sería: ¿cómo pue- den los sistemas orgánicos de nuestro cerebro desencadenar la organización psicológica del ser humano, y viceversa? Para intentar dar respuesta a estas cuestiones Muntané y colaboradores emprenden de forma sistemática un estudio 6 multidisciplinar sobre la organización funcional del sistema nervioso sano y enfermo, y de los aspectos filosóficos relacio- nados con los procesos mentales. De esta manera, su estudio se incorpora a una de las corrientes de trabajo más importan- tes y originales de la Neurociencia moderna. Es notorio que en los últimos tiempos la Neurociencia ha dado un salto muy grande en los medios de comunicación, especialmente cuando en Estados Unidos se declaró a los diez años finales del siglo pasado como la “década del cerebro”. En general y como antes se indicó, las investigaciones cere- brales han experimentado un avance importantísimo durante los cuatro últimos decenios. Todo empezó en los años sesenta del siglo XX cuando se fraguó una nueva rama dentro de las ciencias biológicas a la que se denominó de forma sugerente como Neurociencia y que tenía por objetivo el estudio multi- disciplinar del sistema nervioso. Este tipo de aproximación ha resultado extraordinariamente exitosa y propiciado gran parte de su posterior desarrollo. Hay, además, un factor que ha supuesto un gran impulso a la Neurociencia, especialmente en su vertiente neurop- sicológica, y que ha sido el avance rápido de las técnicas de imagen no invasivas tales como la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones, a las que últi- mamente se ha sumado también la magnetoencefalografía. Estas técnicas están proporcionando una gran cantidad de datos sobre las funciones cerebrales, y tanto es así, que ha provocado en no pocos el convencimiento de que estamos muy cerca de desentrañar el misterio de la organización del pensamiento humano y, en general, de todas las funciones superiores del hombre. La realidad es bien distinta y, sin ser pesimista, pienso que todavía queda un gran camino por recorrer para entender a fondo cómo funciona bien nuestro sistema nervioso y las relaciones entre él y nuestra mente. 7 Por eso sea muy bienvenida esta iniciativa del Dr. Muntané y sus colaboradores, que seguro ayudará a pensar más y me- jor sobre algo tan importante para nuestra comprensión del hombre. José Manuel Giménez Amaya Catedrático de Anatomía y Embriología Facultad de Medicina Universidad Autónoma de Madrid 9 AGRADECIMIENTOS Al Dr. José Masdeu Puche, director del departamento de Neurociencias de la Clínica Universitaria de Navarra y al Dr. Xavier Sobrevía Vidal, médico y sacerdote, por la revisión del primer borrador de este trabajo y por los consejos recibidos. Al Dr. Vicenç Gavaldà Casat del Departament de Sanitat de la Generalitat de Catalunya y al Sr. Antonio Carvajal Buendía, Diplomado en Enfermería del Hospital Universitario de Bell- vitge, por el apoyo que han mantenido a lo largo del tiempo en que se ha elaborado el libro. A la Psicóloga Anna Bascompte Torrescasana, por su colaboración en la compilación y redac- ción de la tercera parte del capítulo V: Psicofarmacología. Amadeo Muntané Sánchez 11 DIRECTOR Y COLABORADORES DIRECTOR DE LA OBRA Dr. Amadeo Muntané Sánchez Departamento de Neurorradiología Hospital Universitario de Bellvitge Barcelona, España COLABORADORES Dr. Carlos Aguilera Grijalvo. Director del Institut de Diagnòstic per la Imatge (IDI). Centro Bellvitge. Hospital Universitario de Bellvitge. Barcelona, España Dra. Ana Calderón Valdiviezo. Sección Neuropsicología. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona, España Sr. Daniel Fontes Caramé. Técnico Especialista en Radiodiagnóstico. Hospital Universitario de Bellvitge. Barcelona, España Dr. Santiago Fernández Fernández. MIR de Neurología. Hospital Clínico y Provincial. Barcelona, España 12 Dra. Mª Luisa Moro Esteban. Medicina de Familia. Centre Atenció Primaria “Les Corts”. Barcelona, España Prof. Dr. Enrique Moros Claramunt. Facultad Eclesiástica de Filosofía. Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Facultad de Teología. Universidad de Navarra. Pamplona. Dr. Oscar Pino López. Neuropsicología clínica. Unidad de Esquizofrenia. Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario de Bellvitge. Barcelona, España Prof. Dr. Miquel Sánchez-Turet. Catedrático de Psicobiología. Universitat de Barcelona. Barcelona, España Prof. Dr. Daniel Turbón Borrega. Catedrático de Antropología Física. Facultad de Biología. Universitat de Barcelona. Barcelona, España Dr. Carlos Valencia Calderón. M.D., Ph.D Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Universitario de Bellvitge. Sección de Neurología, Centro Internacional de Medicina Avanzada. Barcelona, España Prof. Dr. Ricardo Valencia Calderón. Facultad de Filosofía. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Guayaquil, Ecuador 13 Prof. Dra. Jeannette Robles Morejón. Facultad de Filosofía. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Ecuador 15 CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN Amadeo Muntané 1. PROPÓSITO DE LA OBRA El cerebro es el órgano menos conocido del cuerpo humano, pero cuyo funcionamiento representa uno de los mayores de- safíos actuales. Las neurociencias estudian la organización y funcionamiento del sistema nervioso, y procuran encontrar formas de prevención y curación de las enfermedades neuroló- gicas y psiquiátricas. Pese a los grandes adelantos tecnológicos no se ha avanzado mucho en el conocimiento de las leyes que rigen la relación mente-cerebro. Comprender el funciona- miento del cerebro es una tarea muy complicada, siendo uno de los temas más problemáticos el conocimiento de cómo el cerebro participa en la elaboración de los procesos mentales. Desde el punto de vista médico y psicológico la mente es una entidad funcional compleja que consiste en la interpretación, almacenamiento y recuperación deestímulos externos e inter- nos a través de los procesos de pensar, recordar, sentir, abstraer, entender y querer. La mente hace referencia al pensamiento y a la identificación de “yo” personal e incluye aquellas funcio- nes que se denominan cognitivas como la atención o la me- moria. La actividad mental permite la utilización del lenguaje y, por consiguiente la comunicación, retener con la memoria información de diferentes fuentes, tener sensaciones de nues- tro propio cuerpo como el dolor u otras sensaciones internas así como sensaciones externas de otros cuerpos, tener percep- Amadeo Muntané Sánchez 16 ciones y desde ellas poder construir conceptos. Mediante los procesos mentales podemos formar juicios acerca de nosotros mismos, de otras personas, cosas o ideas. Podemos desarrollar una información recibida que nos permite obtener nuevos co- nocimientos. Somos capaces de realizar planes para resolver problemas o hacer propósitos. Y obviamente podemos tener sentimientos, emociones, deseos, imágenes y sueños. La materia organizada neurológicamente es necesaria para nuestra experiencia mental, es decir, existe un sustrato ana- tómico y neuroquímico cerebral relacionado con los procesos intelectivos humanos, con las emociones, con la sensibilidad y con la percepción sensorial. Sin embargo ¿es la mente sólo el resultado de una función electroquímica? ¿podemos explicar la mente sólo por los impulsos originados por los neurotrans- misores? ¿cómo podemos explicar y relacionar los cambios iónicos en las células, los neurotransmisores y las sinapsis neu- ronales con la realidad de disfrutar con la música, de enamo- rarse, de escribir un libro o de actividades tales como crear ideas, conceptos, razonamientos, de realizar autorreflexión, de tener sentido común, pensamiento, imaginación, compren- sión, de la capacidad de abstraer, de tener voluntad, libertad, inteligencia y conocimiento? ¿somos únicamente un conjunto complejo de neuronas formadas por proteínas, enzimas, lípi- dos, DNA...? ¿es capaz el sistema neuronal por sí solo de ela- borar todas estas características propias del ser humano? ¿es posible que la materia neurobioquímica sea pensante y cog- noscente por si misma? ¿pueden las neurociencias dar un res- puesta completa a todas estas cuestiones? La mayoría de los neurocientíficos considera que la actividad mental se reduce únicamente a la estructura físico-química ce- rebral. Se ha observado la existencia de correlación entre los fenómenos mentales y los cambios físico-químicos del cerebro tal como ocurre con la patología cerebral y la psicofarmaco- logía. Por otra parte se ha estudiado el programa genético, la La mente y el cerebro 17 localización cromosómica, la secuencia de los genes y la deter- minación de la función de las proteínas específicas del sistema nervioso. El genoma humano está compuesto por 2 billones de nucleótidos de DNA, organizado en los 23 pares de cromo- somas, representando un promedio de 60.000 a 70.000 genes con proteínas codificadas. Se han identificado 2.000 genes es- tructurales, regulatorios activos en el sistema nervioso central. A modo de ejemplo, el gen Xq codifica la proteína rhoGAP que estimula la actividad intrínseca GT Pase de las pequeñas proteínas G tales como Rho, Rac, y Cdc42, las cuales inter- vienen en la formación de las dendritas y laminación cortical. Se sabe que existen alteraciones neurobiológicas que producen anomalías cognitivas. Por ejemplo en pacientes con retardo mental no específico se han identificado genes aislados cu- yas mutaciones se manifiestan en los productos bioquímicos que determinan ruptura de las conexiones axonales, deficien- cia en el desarrollo cortical y alteraciones en la liberación de neurotrasmisores sinápticos, todo lo cual, afecta las neuronas comprometidas en los sistemas cognitivos. La mutación anor- mal del gen del cromosoma 21q, determina lesiones sinápticas asociadas al disturbio de la ALFA sinucleína (proteína impor- tante en la plasticidad neuronal)1. Antonio Damasio en su libro El error de Descartes (1994) pone de manifiesto que el cuerpo aparece antes de la mente, por lo tanto lo físico es sustrato obligado de lo pensante y por consiguiente es indiscutible que la mente viene del cerebro2. Joseph LeDoux en Synaptic self: how our brains become who we are (2002) explica que el yo ha de entenderse en términos sinápticos ya que todo se traduce en sinapsis y somos nuestras sinapsis3. El premio Nóbel Francis Crick ha propuesto que cualquier individuo, sus emociones, recuerdos, su sentido de identidad personal, su libre albedrío, es de hecho el reflejo de la conducta de un vasto ensamblaje de células y de sus molé- culas asociadas. Para que haya conciencia y memoria a corto Amadeo Muntané Sánchez 18 plazo se necesita la actividad de circuitos que se encargan de mantenerlas. Asimismo la conciencia requiere la actividad de varias áreas corticales así como del tálamo. El también premio Nóbel G. Edelman da una explicación neurobiológica de la inteligencia, planteando su teoría de la Selección del Grupo Neuronal a partir de los modelos de conformación del desarro- llo del sistema nervioso. La propuesta de Edelman se remonta al período embrionario de formación del cerebro, cuando la selección entre células neuronales y sus procesos determinan la forma anatómica y los patrones de conectividad sináptica del sistema nervioso. Esta selección para la conectividad se elabora mediante mecanismos evolutivos de adhesión y mo- vimiento de células, crecimiento diferencial, división celular y muerte de células. Dada sus propiedades dinámicas, estos mecanismos selectivos introducen variación individual en las redes neuronales. Más tarde, durante la experiencia postna- tal, la selección entre diversos grupos de células preexistentes, complementada por las modificaciones sinápticas sin cambios en el patrón de conectividad, da forma al repertorio conduc- tual del organismo. Un enfoque similar y complementario al de Edelman ha sido el de Jean Pierre Changeux, el cual par- tiendo de los estudios de Edelman, añade aspectos antropoge- néticos en el desarrollo del cerebro después del nacimiento de los individuos4. Otros datos que favorecen este hecho son los trabajos de estimulación eléctrica de determinadas zonas del cerebro, la cual produce una serie de respuestas. El efecto más frecuente- mente observado durante la estimulación eléctrica del cerebro humano es una respuesta motora simple, como la contracción de una extremidad. En algunos pacientes la estimulación del lóbulo temporal ha inducido automatismos y ha producido percepción de sonidos musicales. Se han obtenido vocalizacio- nes mediante la estimulación del giro precentral y se pueden inducir manifestaciones amistosas en la estimulación eléctrica La mente y el cerebro 19 de los lóbulos frontales5. King describe el caso de una mujer que sufría depresión y que al estimular con 5 miliamperios la amígdala pudo provocar un comportamiento violento6. Fried y sus colaboradores explican como la estimulación eléctrica de la división medial de la corteza motora suplementaria del hemisferio cerebral izquierdo de un paciente producía una sensación de hilaridad y risa7. Se ha descrito cómo a un pa- ciente se le estimuló un área cercana a la sustancia negra del mesencéfalo, lo cual le produjo tristeza y llanto8. Por último, experimentos realizados en el cerebro de anima- les han puesto de manifiesto aspectos de la función cerebral. Se sabe que la estimulación eléctrica del cerebro en perros anestesiados provoca movimientos en el cuerpo y en las ex- tremidades; en gatos sin anestesiar, estimulando una parte del cerebro denominada diencéfalo, produce efectos motores y re- acciones emotivas; en ratas, gatos y monos se puede producir o inhibir los fenómenos de aprendizaje, condicionamiento, miedo y placer; mediante la estimulación de zonas específicas del cerebro de gatos y monos se ha provocado,modificado e inhibido la agresión y la actividad sexual. Por tanto funciones somáticas, emotivas y de comportamiento pueden provocarse, mantenerse, modificarse o inhibirse en los animales mediante la estimulación eléctrica de estructuras cerebrales determina- das5. Las neurociencias son imprescindibles en el estudio del sis- tema nervioso, sin embargo por sí solas no parece que puedan dar una visión global de lo que es el cerebro humano. Hay cabos sueltos que quedan sin resolver. Así desde la perspectiva psicológica, el pensamiento es un proceso mental interno y subjetivo que utiliza todos aquellos elementos suministrados por la percepción y la memoria realizando una combinación y organización en nuevas pautas y al mismo tiempo nuevas combinaciones. Ciertamente hay fenómenos neurobiológicos y neurofisiológicos en el cerebro mientras pensamos y una ac- Amadeo Muntané Sánchez 20 tividad global del sistema cognitivo, sin embargo ¿cuáles son las características físicas del pensamiento? ¿tiene peso? ¿ocupa volumen en el cerebro? ¿implica esto que el pensamiento no se puede definir igual que una estructura material? ¿o el pen- samiento es inmaterial?¿cómo podemos pensar en conceptos tales como infinito o eterno teniendo un número limitado de neuronas en el cerebro?En el pensamiento utilizamos la ima- ginación, la cual consiste en la representación mental de sen- saciones externas recibidas a través de la percepción, incluso en ausencia de éstas9. En la imaginación pueden darse una serie de operaciones que van desde las simples imágenes (ob- jetos, números, figuras...) hasta operaciones superiores como la fantasía, mediante la cual se transforman, combinan y crean nuevas imágenes. Con la imaginación podemos reproducir secuencias o procesos temporales como subir unas escaleras corriendo, escribir u otras actividades más complejas. Puede ocurrir que lo que pensamos pueda ser distinto de lo que ima- ginamos o de la representación mental que lo acompaña, es decir, la imagen mental es reconocida como inadecuada, al menos después de alguna reflexión. Imaginar un objeto, como puede ser un libro, no supone la incorporación estructural del libro en el cerebro, la imagen del libro que se ha elaborado en nuestra mente no está formada por las moléculas que constituyen las páginas de papel y la tinta de las letras. Seguro que en el proceso que se realiza en el cerebro para que tenga lugar la imaginación, existe una activi- dad neuroquímica, sin embargo el objeto que imaginamos no está materialmente en el cerebro. En los sueños la mayoría de las imágenes son visuales y mu- cho más vivas que las de la vida normal en vigilia. De hecho son más parecidas a las percepciones que a los recuerdos. Las experiencias que ocurren cuando se sueña parecen inmedia- tas y reales e incluso pueden experimentarse emociones que pueden llegar a ser intensas. Las imágenes y vivencias que apa- La mente y el cerebro 21 recen en los sueños, incluso muchas veces grotescas, no están constituidas materialmente. Otro tema a considerar es el movimiento voluntario en el ser humano, en el cual intervienen diferentes partes del sistema nervioso central: el lóbulo prefrontal, las áreas motoras cor- ticales, los ganglios basales, circuitos cerebelosos y las vías pi- ramidales. En la motricidad voluntaria existe una acción que consiste principalmente en una decisión de la voluntad, con una programación del acto motor y la ejecución del mismo. De todo este entorno cabe subrayar el hecho del acto volitivo. Para que ocurra un movimiento voluntario debe iniciarse la idea de moverse y la decisión volitiva de hacerlo, esto pare- ce estar relacionado con la región prefrontal, posteriormente existe una planificación del acto motor en cuanto a la secuen- cia de movimientos en el tiempo y en el espacio a nivel de las áreas premotoras. Cuando esta actividad cortical se desplaza al área motora de la corteza cerebral se produce la orden ejecu- tiva para que finalmente a través de la vía piramidal, que pasa por la médula espinal, y de los nervios periféricos se produzca la contracción muscular. La lesión de la corteza cerebral y/o de las fibras nerviosas cerebrales implicadas en los movimientos voluntarios da lugar a una pérdida de fuerza muscular. Cuan- do esto ocurre, y si el paciente está consciente, aunque quiera mover las extremidades paralizadas le será imposible dado que las neuronas que inician el impulso nervioso están dañadas o bien el impulso nervioso no tiene continuidad por afectación de los axones de las neuronas. La estimulación eléctrica cerebral puede producir movi- mientos en pacientes despiertos que tienen que ser interveni- dos del cerebro con el objetivo de no dañar zonas normales de la corteza cerebral. Por tanto esta estimulación es capaz de ac- tivar e influir sobre los mecanismos cerebrales que intervienen en el movimiento voluntario. ¿Existe algún núcleo nervioso cerebral que sea el responsable de la voluntad del ser humano? Amadeo Muntané Sánchez 22 Wilder Penfield en pacientes que tenían que ser intervenidos y estaban conscientes, les aplicaba electrodos en diversas lo- calizaciones cerebrales. Un paciente movía el brazo cuando se estimulaba el área cortical motora. Al preguntarle si había tenido voluntad de mover el brazo, respondía que él no había sido, sino que era el doctor quien se lo había hecho mover. Penfield estimulaba las neuronas responsables del movimien- to, pero estas neuronas no eran las causantes de la voluntad del movimiento. Penfield buscó algún centro cerebral que al ser estimulado creara la voluntad de mover el brazo, jamás lo pudo encontrar10. María Gudin escribe: “Al realizar mi tesis doctoral con estimulación magnética transcraneal comprobé lo descrito previamente por otros autores: que si el individuo al que se le aplicaba el estímulo pretendía mover el miembro que se estimulaba, la cantidad de campo magnético era menor. Es decir si voluntariamente se pretende el movimiento, hay algo, que podríamos llamar intracerebral, que facilita la respuesta motora. De modo inverso, si se indica a un individuo que mueva un miembro mientras se aplica el estímulo magnéti- co a uno de los lados de la corteza cerebral, el sujeto tenderá a mover el lado donde se descargó el estímulo, porque allí la respuesta es más fácil de ejecutar. Pero todos estos expe- rimentos no implican que el movimiento sea una respuesta condicionada; lo que realmente se deduce es que aunque no conocemos el fundamento último de la función volicional, sí sabemos que existen mecanismos intracorticales que favorecen o disminuyen la posibilidad de una determinada respuesta. La respuesta voluntaria no es una respuesta determinada y fija, sino condicionada por una serie de factores. Afirmar que toda la respuesta voluntaria humana se debe a dinamismos interio- res intracerebrales es una aseveración muy arriesgada y carece de fundamentación neurológica. La voluntad existe, y eso es una experiencia común (yo sólo conozco si quiero conocer) La mente y el cerebro 23 posiblemente conformada por múltiples mecanismos neurales que desconocemos, y que no tiene un fundamento totalmen- te biológico. Al igual que la inteligencia, o los mecanismos de la consciencia, es difícil la localización intracerebral de la voluntad. Posiblemente, la base neurológica de la voluntad se halla en diferentes circuitos neuronales que se activan a la vez, originando la respuesta voluntaria. Cuanto mayor sea la di- mensión de globalidad de la respuesta, es decir, cuanto menos automática sea ésta, puede afirmarse que es más voluntaria y más propiamente humana” 11. Quizá alguien puede pensar que en el futuro el desarrollo de las investigaciones en las neurociencias, conseguirá saber todo acerca del cerebro. Sin embargo el premio Nobel John Eccles escribió: “Una insidia perniciosa surge de la pretensión de algunos científicos, incluso eminentes, de que la ciencia proporcionarápronto una explicación completa de todos los fenómenos del mundo natural y de nuestras experiencia sub- jetivas: no sólo de las percepciones y experiencias acerca de la belleza, sino también de nuestros pensamientos, imaginacio- nes, sueños, emociones. Esta extravagante y falsa pretensión ha sido calificada por Popper como “materialismo promiso- rio”. Es importante reconocer que, aunque un científico pue- da formular esta pretensión, no actúa entonces como cientí- fico, sino como un profeta enmascarado de científico. Esto es cientificismo, no ciencia, pero impresiona fuertemente al profano, convencido de que la ciencia suministra la verdad. Por el contrario, el científico no debe pretender que posee un conocimiento cierto de toda la verdad. Lo más que podemos hacer los científicos es aproximarnos más de cerca de un en- tendimiento verdadero de los fenómenos naturales mediante la eliminación de errores en nuestras hipótesis. Es de la mayor importancia para los científicos que aparezcan ante el público como lo que realmente son: humildes buscadores de la ver- dad” 12. Amadeo Muntané Sánchez 24 Filosóficamente el término mente es sinónimo de pensa- miento o entendimiento, y entender no se refiere a almacenar datos en la memoria ni retener imágenes de cualquier tipo. Entender significa captar lo que las cosas son, y saber lo que son, es decir conocer el ser de las cosas. El conocimiento su- pone inmaterialidad: una cosa sólo es cognoscible en razón de su forma, principio distinto de la materia13. Para comprender este aspecto es necesario remitirnos a la definición de algunos conceptos utilizados en el lenguaje filosófico*. El filósofo Leonardo Polo dice que “en la reflexión, el acto de pensar versa sobre el acto de pensar y ninguna cosa mate- rial se vuelve sobre sí misma de manera que siga siendo en ese volverse”. Así, pues, el acto de reflexión es inmaterial y la in- teligencia que lo realiza lo es igualmente. Añade que “en el ser humano hay algo constitutivamente inmaterial que le permite operaciones de esta categoría” 14. Si estos fenómenos inmateriales proceden de la mente, ésta tendrá que ser también inmaterial aunque tenga un sustrato material neurobiológico. Por consiguiente si los seres huma- nos tenemos mente, y ésta es inmaterial, ella existe necesaria- mente en un sujeto cuya naturaleza guarda proporción con la naturaleza de sus capacidades. En efecto del ser humano * El ente Lo que ordinariamente se llaman cosas, o seres en filosofía reciben el nombre de entes. Ente significa “lo que es”, algo dotado de la propiedad de ser, es decir, algo que existe en la realidad. Sustancia Sustancia es lo subsistente, no en otra cosa, sino en sí misma, tiene ser propio como un hombre o un perro. Es un ente que es en sí. Acto Corrientemente llamamos “actos” a las acciones u operaciones (acto de pa- sear, leer). En el lenguaje filosófico “acto” también puede significar cualquier perfección o propiedad de las cosas. El lirio blanco es una flor que tiene la blancura como un acto que le otorga una determinada perfección. La mente y el cerebro 25 no se puede afirmar que se trate de un sujeto de naturaleza totalmente material, ni totalmente inmaterial, y sin embar- go asume en una unidad indisoluble esa doble potencialidad. ¿Cómo es posible que dos realidades tan distintas estén uni- das? ¿cómo se pueden vertebrar? ¿se puede elaborar un modelo que permita el vínculo de las mismas? Desde la filosofía se han dado respuestas. Aristóteles (384- 322 a. de C.) decía que el alma humana dotaba al ser humano de la facultad racional, es decir, la capacidad de adquirir cono- cimiento intelectual y universal. Debe tenerse en cuenta que, cuando Aristóteles habla del alma, no se refiere solamente al principio del pensamiento; alude al principio de la vida. El define el alma como la forma del cuerpo, “la entelequia pri- mera del cuerpo organizado que posee la facultad de la vida”. Es un principio consustancial al cuerpo, y ambos están unidos para formar la sustancia compuesta. En cambio, para Descar- tes (1596-1650) el alma era puro pensamiento y era diferente del cuerpo actuando en este a través de la glándula pineal. Este modo de pensamiento dio lugar al dualismo cartesiano15. El concepto de alma se ha abandonado por aquellos cien- tíficos que reducen todo a la materia cerebral. En el libro la búsqueda científica del alma, el Dr. Crick afirma que la cien- Potencia Es lo que puede recibir un acto. La potencia no es igual al acto: La vista se encuentra a veces en acto de ver y otras no. El acto y la potencia son principios que se encuentran en las cosas. Esencia o naturaleza Es aquello que hace que una cosa sea lo que es. Materia y forma Los dos elementos constitutivos de la esencia, materia y forma, se relacio- nan entre sí como potencia y acto. La forma es el primer acto que adviene a la materia para constituir la sustancia. De los dos componentes de la esencia de los entes corpóreos, el más importante es la forma, pues la mate- ria es de suyo pura potencia y está en función de la forma sustancial que Amadeo Muntané Sánchez 26 cia del cerebro no encuentra el alma y, en cambio, encuentra neuronas y procesos neuronales por todas partes. A lo largo del libro, Crick sostiene que el alma no existe y propone una hipótesis revolucionaria: “La hipótesis revolucionaria es que “Usted”, sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y sus ambi- ciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre voluntad, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y de moléculas asociadas. Tal como lo habría dicho la Alicia de Lewis Carroll: “No eres más que un montón de neuronas”. Esta hipótesis resulta tan ajena a las ideas de la mayoría de la gente actual que bien puede cali- ficarse de revolucionaria”. Comenta que “un sistema comple- jo puede explicarse por el funcionamiento de sus partes y las interacciones entre ellas”. Deduce que todo queda reducido a los átomos químicos. El Dr. Crick afirma que “el reduccionis- mo es el principal método teórico que ha guiado el desarrollo de la física, la química y la biología molecular. Es el princi- pal responsable de los desarrollos espectaculares de la ciencia moderna. Es el único modo sensato de proceder hasta que nos veamos obligados a afrontar una evidencia experimental incontestable que nos exija cambiar de actitud”. Aunque de hecho esta postura es un reduccionismo de carácter filosófico, el cual dice que sólo existe lo que puede someterse al estudio es acto. El elemento determinante de la esencia, lo que la configura como tal esencia y no otra, es la forma, que determina a la materia a ser este tipo de materia con unas cualidades específicas. La forma es el principio del ser del Ente y la materia participa del ser a través de la forma. Por eso los compuestos de materia y forma se corrompen cuando pierden la forma. El ser, acto del ente El ser es un acto, o perfección de las cosas. El ser es el acto constitutivo y más radical: Aquello por lo que las cosas son. Así como la esencia es lo que hace que una cosa sea de un modo u otro, el ser hace que las cosas sean. Nin- guna propiedad físico-química de las cosas puede hacer que éstas sean, pues todas estas características, para producir sus efectos, antes tienen que ser. La mente y el cerebro 27 experimental. No cabe duda que es un método muy útil para el desarrollo de las ciencias particulares, pero sólo es un méto- do que tiene sus límites. Existen muchas cosas que no pueden demostrarse con este método, y no se debe negar la existencia de lo que no es posible estudiar con este procedimiento16. El biólogo Rupert Sheldrake, dice que es indiscutible que el cerebro está constituido por una estructura físico-química, pero todo esto no prueba que su función se reduzca única- mente a un sistema físico-químico perfectamente explicable en términos de física y química. Sheldrake pone una analogía con un radiotransistor. “Imagínese que alguien que no sabe nada sobre aparatos de radio ve uno y se queda encantado con la música que sale de él, y trata de entender el aparato. Puede pensar que la música procede totalmente del interior del aparato, como resultado de complejas interacciones de sus elementos. Si alguien le sugiere que realmente viene de fuera, a través de una transmisión desde algún otro lugar, podría re- chazarlo argumentando que él no ve entrar nada en el aparato. Tampoco podría medir nada, porque la radio pesa lo mismo encendida que apagada. Y aunque por ahora no entienda, po- dría pensar que algún día, después de mucho investigar las propiedades y funciones de todas las piezas, logrará entender su secreto. Cuando ese día llegue, no sabrá nada de las ondas de radio, pero pensará que ha entendido el aparato, incluso podrá ponerse a demostrar que lo ha entendido: Las piezas El ser constituye el Acto Primero y más íntimo del ente, que desde dentro confiere al sujeto toda su perfección, el ser actualiza intrínsecamente a cada cosa, haciendo que sea. Ser no es exactamente existir; al afirmar que una cosa existe, queremos decir que es real, que no es la nada, que “está ahí”, ser, en cambio, significa algo más interior, no el mero hecho de estar en la realidad, sino la perfec- ción más íntima de una cosa y la raíz de sus restantes perfecciones. Existir es el resultado de tener ser. Alvira T, Clavell L, Melendo T, Metafísica. 5ª Ed EUNSA. 1993. Amadeo Muntané Sánchez 28 son cristales de silicio, hilos de cobre y demás. Conseguirá esas piezas y hará una réplica del transistor por la que salga la misma música. Entonces afirmará: ya he comprendido perfec- tamente esta cosa; he sintetizado un aparato idéntico a partir de sus mismos elementos. Pero ya se ve que el ingenuo imita- dor no ha comprendido como funciona el transistor. Aunque hubiera sido capaz de construir el aparato, aún no sabría nada sobre ondas de radio, y mucho menos sobre música” 12. Martin Gardner comenta: “Es perfectamente posible que haya sustancias incorpóreas no detectables por los instrumen- tos hechos de materia ordinaria. En la física cuántica las par- tículas elementales están muy lejos de lo que se entiende por “corpóreo” en el sentido ordinario. Son paquetes discretos de energía sólo si se las mide de determinada manera. Si se las mide de otra manera, son unas complicadas ondas de probabi- lidad de nada, descritas en unos espacios abstractos y artificia- les de muchas dimensiones ¿Hay algo más fantasmagórico que un neutrino? Pues bien, las otras partículas son igualmente misteriosas, y si algunas están formadas por quarks, éstos son más misteriosos aún. Si la materia está formada por partículas sólo conocidas por unas propiedades que se expresan como fórmulas matemáticas, y si nadie sabe qué hay detrás de es- tas fórmulas, quiénes somos nosotros para decir que no pue- de haber otras sustancias, basadas en fórmulas desconocidas todavía, y tan indetectables por los instrumentos hechos por materia terrena, como indetectable pueda ser el neutrino para nuestras manos” 17. El cerebro es una estructura que requiere para su estudio y comprensión distintos puntos de vista. No nos podemos quedar únicamente con la neurobiología, la neuropatología o la neuroimagen es preciso intentar ver todas las caras de este “poliedro” tan complejo y procurar además tener una idea de conjunto. Las neurociencias deben tener una relación necesa- ria con la filosofía para buscar un marco explicativo y unifi- La mente y el cerebro 29 cador no sólo en lo que respecta a la función cerebral sino en la concepción de lo que es el ser humano. Es imprescindible concretar un pensamiento filosófico que además de ayudar a comprender la mente humana no esté en contradicción con los conocimientos neurocientíficos, sino que los avale y corro- bore. Curiosamente Tomás de Aquino (1225-1274), el gran desconocido de la mayor parte de los científicos, que prolongó y aplicó aspectos nuevos de la concepción general de Aris- tóteles15, aporta un conocimiento filosófico que permite una respuesta válida para tener una visión más adecuada de lo que es el cerebro, reafirmando el saber científico y no entrando en contradicción con él. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Beteta E. Neurogenética de las funciones cognitivas. Revista de Neuro-Psiquiatría 2003; 66: 335-343. 2. Damasio A. 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