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La mente y el cerebro
La mente y el cerebro
Visión orgánica, funcional y metafísica
Amadeo Muntané Sánchez
www.librosenred.com 
Dirección General: Marcelo Perazolo
Dirección de Contenidos: Ivana Basset
Diseño de cubierta: Emil Iosipescu
Diagramación de interiores: Juan Pablo Vittori
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tratamiento informático, la transmisión de cualquier forma o 
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titulares del Copyright.
Primera edición en español - Impresión bajo demanda
© LibrosEnRed, 2005
Una marca registrada de Amertown International S.A. 
ISBN: 1597540501
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5
PRÓLOGO
Unas breves palabras para presentar el libro La mente y el cere-
bro: visión orgánica, funcional y metafísica que ha coordinado 
el Dr. Amadeo Muntané Sánchez, neurorradiólogo del Hos-
pital Universitario de Bellvitge de la Universidad de Barcelo-
na. El libro trata de un modo serio y divulgativo las relaciones 
entre la mente y el cerebro, tema de gran interés, muy espe-
cialmente en los últimos años en los que la Neurociencia ha 
experimentado un gran desarrollo.
Tengo que decir que sin ser un especialista en la materia, me 
ha llamado la atención que en este libro se intente abordar un 
tema tan difícil desde una perspectiva multidisciplinar. El he-
cho de que, se planteen realizar un estudio de esta naturaleza 
entre médicos y filósofos habla por si solo de la búsqueda de 
una tarea integradora, de una iniciativa combinada muy po-
sitiva para enfrentarse a cuestiones complejas. Y el problema 
mente-cerebro es, sin lugar a duda, uno de los aspectos cien-
tífico-filosóficos más enrevesados y complicados. En un senti-
do amplio, trata de las relaciones existentes entre los procesos 
biológicos que acontecen y se estructuran en nuestro sistema 
nervioso, y los psicológicos que observamos en la conducta 
humana. La pregunta clave en este estudio sería: ¿cómo pue-
den los sistemas orgánicos de nuestro cerebro desencadenar la 
organización psicológica del ser humano, y viceversa?
Para intentar dar respuesta a estas cuestiones Muntané y 
colaboradores emprenden de forma sistemática un estudio 
6
multidisciplinar sobre la organización funcional del sistema 
nervioso sano y enfermo, y de los aspectos filosóficos relacio-
nados con los procesos mentales. De esta manera, su estudio 
se incorpora a una de las corrientes de trabajo más importan-
tes y originales de la Neurociencia moderna.
Es notorio que en los últimos tiempos la Neurociencia ha 
dado un salto muy grande en los medios de comunicación, 
especialmente cuando en Estados Unidos se declaró a los diez 
años finales del siglo pasado como la “década del cerebro”. 
En general y como antes se indicó, las investigaciones cere-
brales han experimentado un avance importantísimo durante 
los cuatro últimos decenios. Todo empezó en los años sesenta 
del siglo XX cuando se fraguó una nueva rama dentro de las 
ciencias biológicas a la que se denominó de forma sugerente 
como Neurociencia y que tenía por objetivo el estudio multi-
disciplinar del sistema nervioso. Este tipo de aproximación ha 
resultado extraordinariamente exitosa y propiciado gran parte 
de su posterior desarrollo.
Hay, además, un factor que ha supuesto un gran impulso 
a la Neurociencia, especialmente en su vertiente neurop-
sicológica, y que ha sido el avance rápido de las técnicas 
de imagen no invasivas tales como la resonancia magnética 
y la tomografía por emisión de positrones, a las que últi-
mamente se ha sumado también la magnetoencefalografía. 
Estas técnicas están proporcionando una gran cantidad de 
datos sobre las funciones cerebrales, y tanto es así, que ha 
provocado en no pocos el convencimiento de que estamos 
muy cerca de desentrañar el misterio de la organización del 
pensamiento humano y, en general, de todas las funciones 
superiores del hombre. La realidad es bien distinta y, sin 
ser pesimista, pienso que todavía queda un gran camino 
por recorrer para entender a fondo cómo funciona bien 
nuestro sistema nervioso y las relaciones entre él y nuestra 
mente.
7
Por eso sea muy bienvenida esta iniciativa del Dr. Muntané 
y sus colaboradores, que seguro ayudará a pensar más y me-
jor sobre algo tan importante para nuestra comprensión del 
hombre.
José Manuel Giménez Amaya
Catedrático de Anatomía y Embriología
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Madrid
9
AGRADECIMIENTOS
Al Dr. José Masdeu Puche, director del departamento de 
Neurociencias de la Clínica Universitaria de Navarra y al Dr. 
Xavier Sobrevía Vidal, médico y sacerdote, por la revisión del 
primer borrador de este trabajo y por los consejos recibidos. Al 
Dr. Vicenç Gavaldà Casat del Departament de Sanitat de la 
Generalitat de Catalunya y al Sr. Antonio Carvajal Buendía, 
Diplomado en Enfermería del Hospital Universitario de Bell-
vitge, por el apoyo que han mantenido a lo largo del tiempo en 
que se ha elaborado el libro. A la Psicóloga Anna Bascompte 
Torrescasana, por su colaboración en la compilación y redac-
ción de la tercera parte del capítulo V: Psicofarmacología.
Amadeo Muntané Sánchez
11
DIRECTOR Y COLABORADORES
DIRECTOR DE LA OBRA
Dr. Amadeo Muntané Sánchez
Departamento de Neurorradiología
Hospital Universitario de Bellvitge
Barcelona, España
COLABORADORES
Dr. Carlos Aguilera Grijalvo.
Director del Institut de Diagnòstic per la Imatge (IDI). Centro Bellvitge.
Hospital Universitario de Bellvitge.
Barcelona, España
Dra. Ana Calderón Valdiviezo.
Sección Neuropsicología.
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Barcelona, España
Sr. Daniel Fontes Caramé.
Técnico Especialista en Radiodiagnóstico.
Hospital Universitario de Bellvitge.
Barcelona, España
Dr. Santiago Fernández Fernández.
MIR de Neurología.
Hospital Clínico y Provincial.
Barcelona, España
12
Dra. Mª Luisa Moro Esteban.
Medicina de Familia.
Centre Atenció Primaria “Les Corts”.
Barcelona, España
Prof. Dr. Enrique Moros Claramunt.
Facultad Eclesiástica de Filosofía.
Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Facultad de Teología.
Universidad de Navarra.
Pamplona.
Dr. Oscar Pino López.
Neuropsicología clínica. Unidad de Esquizofrenia.
Servicio de Psiquiatría.
Hospital Universitario de Bellvitge.
Barcelona, España
Prof. Dr. Miquel Sánchez-Turet.
Catedrático de Psicobiología.
Universitat de Barcelona.
Barcelona, España
Prof. Dr. Daniel Turbón Borrega.
Catedrático de Antropología Física.
Facultad de Biología.
Universitat de Barcelona.
Barcelona, España
Dr. Carlos Valencia Calderón. M.D., Ph.D
Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Universitario de Bellvitge.
Sección de Neurología, Centro Internacional de Medicina Avanzada.
Barcelona, España
Prof. Dr. Ricardo Valencia Calderón.
Facultad de Filosofía.
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Guayaquil, Ecuador
13
Prof. Dra. Jeannette Robles Morejón.
Facultad de Filosofía.
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Ecuador
15
CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN
Amadeo Muntané
1. PROPÓSITO DE LA OBRA
El cerebro es el órgano menos conocido del cuerpo humano, 
pero cuyo funcionamiento representa uno de los mayores de-
safíos actuales. Las neurociencias estudian la organización y 
funcionamiento del sistema nervioso, y procuran encontrar 
formas de prevención y curación de las enfermedades neuroló-
gicas y psiquiátricas. Pese a los grandes adelantos tecnológicos 
no se ha avanzado mucho en el conocimiento de las leyes que 
rigen la relación mente-cerebro. Comprender el funciona-
miento del cerebro es una tarea muy complicada, siendo uno 
de los temas más problemáticos el conocimiento de cómo el 
cerebro participa en la elaboración de los procesos mentales. 
Desde el punto de vista médico y psicológico la mente es una 
entidad funcional compleja que consiste en la interpretación, 
almacenamiento y recuperación deestímulos externos e inter-
nos a través de los procesos de pensar, recordar, sentir, abstraer, 
entender y querer. La mente hace referencia al pensamiento y 
a la identificación de “yo” personal e incluye aquellas funcio-
nes que se denominan cognitivas como la atención o la me-
moria. La actividad mental permite la utilización del lenguaje 
y, por consiguiente la comunicación, retener con la memoria 
información de diferentes fuentes, tener sensaciones de nues-
tro propio cuerpo como el dolor u otras sensaciones internas 
así como sensaciones externas de otros cuerpos, tener percep-
Amadeo Muntané Sánchez
16
ciones y desde ellas poder construir conceptos. Mediante los 
procesos mentales podemos formar juicios acerca de nosotros 
mismos, de otras personas, cosas o ideas. Podemos desarrollar 
una información recibida que nos permite obtener nuevos co-
nocimientos. Somos capaces de realizar planes para resolver 
problemas o hacer propósitos. Y obviamente podemos tener 
sentimientos, emociones, deseos, imágenes y sueños.
La materia organizada neurológicamente es necesaria para 
nuestra experiencia mental, es decir, existe un sustrato ana-
tómico y neuroquímico cerebral relacionado con los procesos 
intelectivos humanos, con las emociones, con la sensibilidad y 
con la percepción sensorial. Sin embargo ¿es la mente sólo el 
resultado de una función electroquímica? ¿podemos explicar 
la mente sólo por los impulsos originados por los neurotrans-
misores? ¿cómo podemos explicar y relacionar los cambios 
iónicos en las células, los neurotransmisores y las sinapsis neu-
ronales con la realidad de disfrutar con la música, de enamo-
rarse, de escribir un libro o de actividades tales como crear 
ideas, conceptos, razonamientos, de realizar autorreflexión, de 
tener sentido común, pensamiento, imaginación, compren-
sión, de la capacidad de abstraer, de tener voluntad, libertad, 
inteligencia y conocimiento? ¿somos únicamente un conjunto 
complejo de neuronas formadas por proteínas, enzimas, lípi-
dos, DNA...? ¿es capaz el sistema neuronal por sí solo de ela-
borar todas estas características propias del ser humano? ¿es 
posible que la materia neurobioquímica sea pensante y cog-
noscente por si misma? ¿pueden las neurociencias dar un res-
puesta completa a todas estas cuestiones?
La mayoría de los neurocientíficos considera que la actividad 
mental se reduce únicamente a la estructura físico-química ce-
rebral. Se ha observado la existencia de correlación entre los 
fenómenos mentales y los cambios físico-químicos del cerebro 
tal como ocurre con la patología cerebral y la psicofarmaco-
logía. Por otra parte se ha estudiado el programa genético, la 
La mente y el cerebro
17
localización cromosómica, la secuencia de los genes y la deter-
minación de la función de las proteínas específicas del sistema 
nervioso. El genoma humano está compuesto por 2 billones 
de nucleótidos de DNA, organizado en los 23 pares de cromo-
somas, representando un promedio de 60.000 a 70.000 genes 
con proteínas codificadas. Se han identificado 2.000 genes es-
tructurales, regulatorios activos en el sistema nervioso central. 
A modo de ejemplo, el gen Xq codifica la proteína rhoGAP 
que estimula la actividad intrínseca GT Pase de las pequeñas 
proteínas G tales como Rho, Rac, y Cdc42, las cuales inter-
vienen en la formación de las dendritas y laminación cortical. 
Se sabe que existen alteraciones neurobiológicas que producen 
anomalías cognitivas. Por ejemplo en pacientes con retardo 
mental no específico se han identificado genes aislados cu-
yas mutaciones se manifiestan en los productos bioquímicos 
que determinan ruptura de las conexiones axonales, deficien-
cia en el desarrollo cortical y alteraciones en la liberación de 
neurotrasmisores sinápticos, todo lo cual, afecta las neuronas 
comprometidas en los sistemas cognitivos. La mutación anor-
mal del gen del cromosoma 21q, determina lesiones sinápticas 
asociadas al disturbio de la ALFA sinucleína (proteína impor-
tante en la plasticidad neuronal)1.
Antonio Damasio en su libro El error de Descartes (1994) 
pone de manifiesto que el cuerpo aparece antes de la mente, 
por lo tanto lo físico es sustrato obligado de lo pensante y por 
consiguiente es indiscutible que la mente viene del cerebro2. 
Joseph LeDoux en Synaptic self: how our brains become who 
we are (2002) explica que el yo ha de entenderse en términos 
sinápticos ya que todo se traduce en sinapsis y somos nuestras 
sinapsis3. El premio Nóbel Francis Crick ha propuesto que 
cualquier individuo, sus emociones, recuerdos, su sentido de 
identidad personal, su libre albedrío, es de hecho el reflejo de 
la conducta de un vasto ensamblaje de células y de sus molé-
culas asociadas. Para que haya conciencia y memoria a corto 
Amadeo Muntané Sánchez
18
plazo se necesita la actividad de circuitos que se encargan de 
mantenerlas. Asimismo la conciencia requiere la actividad de 
varias áreas corticales así como del tálamo. El también premio 
Nóbel G. Edelman da una explicación neurobiológica de la 
inteligencia, planteando su teoría de la Selección del Grupo 
Neuronal a partir de los modelos de conformación del desarro-
llo del sistema nervioso. La propuesta de Edelman se remonta 
al período embrionario de formación del cerebro, cuando la 
selección entre células neuronales y sus procesos determinan 
la forma anatómica y los patrones de conectividad sináptica 
del sistema nervioso. Esta selección para la conectividad se 
elabora mediante mecanismos evolutivos de adhesión y mo-
vimiento de células, crecimiento diferencial, división celular 
y muerte de células. Dada sus propiedades dinámicas, estos 
mecanismos selectivos introducen variación individual en las 
redes neuronales. Más tarde, durante la experiencia postna-
tal, la selección entre diversos grupos de células preexistentes, 
complementada por las modificaciones sinápticas sin cambios 
en el patrón de conectividad, da forma al repertorio conduc-
tual del organismo. Un enfoque similar y complementario al 
de Edelman ha sido el de Jean Pierre Changeux, el cual par-
tiendo de los estudios de Edelman, añade aspectos antropoge-
néticos en el desarrollo del cerebro después del nacimiento de 
los individuos4.
Otros datos que favorecen este hecho son los trabajos de 
estimulación eléctrica de determinadas zonas del cerebro, la 
cual produce una serie de respuestas. El efecto más frecuente-
mente observado durante la estimulación eléctrica del cerebro 
humano es una respuesta motora simple, como la contracción 
de una extremidad. En algunos pacientes la estimulación del 
lóbulo temporal ha inducido automatismos y ha producido 
percepción de sonidos musicales. Se han obtenido vocalizacio-
nes mediante la estimulación del giro precentral y se pueden 
inducir manifestaciones amistosas en la estimulación eléctrica 
La mente y el cerebro
19
de los lóbulos frontales5. King describe el caso de una mujer 
que sufría depresión y que al estimular con 5 miliamperios la 
amígdala pudo provocar un comportamiento violento6. Fried 
y sus colaboradores explican como la estimulación eléctrica 
de la división medial de la corteza motora suplementaria del 
hemisferio cerebral izquierdo de un paciente producía una 
sensación de hilaridad y risa7. Se ha descrito cómo a un pa-
ciente se le estimuló un área cercana a la sustancia negra del 
mesencéfalo, lo cual le produjo tristeza y llanto8.
Por último, experimentos realizados en el cerebro de anima-
les han puesto de manifiesto aspectos de la función cerebral. 
Se sabe que la estimulación eléctrica del cerebro en perros 
anestesiados provoca movimientos en el cuerpo y en las ex-
tremidades; en gatos sin anestesiar, estimulando una parte del 
cerebro denominada diencéfalo, produce efectos motores y re-
acciones emotivas; en ratas, gatos y monos se puede producir 
o inhibir los fenómenos de aprendizaje, condicionamiento, 
miedo y placer; mediante la estimulación de zonas específicas 
del cerebro de gatos y monos se ha provocado,modificado e 
inhibido la agresión y la actividad sexual. Por tanto funciones 
somáticas, emotivas y de comportamiento pueden provocarse, 
mantenerse, modificarse o inhibirse en los animales mediante 
la estimulación eléctrica de estructuras cerebrales determina-
das5.
Las neurociencias son imprescindibles en el estudio del sis-
tema nervioso, sin embargo por sí solas no parece que puedan 
dar una visión global de lo que es el cerebro humano. Hay 
cabos sueltos que quedan sin resolver. Así desde la perspectiva 
psicológica, el pensamiento es un proceso mental interno y 
subjetivo que utiliza todos aquellos elementos suministrados 
por la percepción y la memoria realizando una combinación 
y organización en nuevas pautas y al mismo tiempo nuevas 
combinaciones. Ciertamente hay fenómenos neurobiológicos 
y neurofisiológicos en el cerebro mientras pensamos y una ac-
Amadeo Muntané Sánchez
20
tividad global del sistema cognitivo, sin embargo ¿cuáles son 
las características físicas del pensamiento? ¿tiene peso? ¿ocupa 
volumen en el cerebro? ¿implica esto que el pensamiento no 
se puede definir igual que una estructura material? ¿o el pen-
samiento es inmaterial?¿cómo podemos pensar en conceptos 
tales como infinito o eterno teniendo un número limitado de 
neuronas en el cerebro?En el pensamiento utilizamos la ima-
ginación, la cual consiste en la representación mental de sen-
saciones externas recibidas a través de la percepción, incluso 
en ausencia de éstas9. En la imaginación pueden darse una 
serie de operaciones que van desde las simples imágenes (ob-
jetos, números, figuras...) hasta operaciones superiores como 
la fantasía, mediante la cual se transforman, combinan y crean 
nuevas imágenes. Con la imaginación podemos reproducir 
secuencias o procesos temporales como subir unas escaleras 
corriendo, escribir u otras actividades más complejas. Puede 
ocurrir que lo que pensamos pueda ser distinto de lo que ima-
ginamos o de la representación mental que lo acompaña, es 
decir, la imagen mental es reconocida como inadecuada, al 
menos después de alguna reflexión.
Imaginar un objeto, como puede ser un libro, no supone la 
incorporación estructural del libro en el cerebro, la imagen del 
libro que se ha elaborado en nuestra mente no está formada 
por las moléculas que constituyen las páginas de papel y la 
tinta de las letras. Seguro que en el proceso que se realiza en el 
cerebro para que tenga lugar la imaginación, existe una activi-
dad neuroquímica, sin embargo el objeto que imaginamos no 
está materialmente en el cerebro.
En los sueños la mayoría de las imágenes son visuales y mu-
cho más vivas que las de la vida normal en vigilia. De hecho 
son más parecidas a las percepciones que a los recuerdos. Las 
experiencias que ocurren cuando se sueña parecen inmedia-
tas y reales e incluso pueden experimentarse emociones que 
pueden llegar a ser intensas. Las imágenes y vivencias que apa-
La mente y el cerebro
21
recen en los sueños, incluso muchas veces grotescas, no están 
constituidas materialmente.
Otro tema a considerar es el movimiento voluntario en el ser 
humano, en el cual intervienen diferentes partes del sistema 
nervioso central: el lóbulo prefrontal, las áreas motoras cor-
ticales, los ganglios basales, circuitos cerebelosos y las vías pi-
ramidales. En la motricidad voluntaria existe una acción que 
consiste principalmente en una decisión de la voluntad, con 
una programación del acto motor y la ejecución del mismo. 
De todo este entorno cabe subrayar el hecho del acto volitivo. 
Para que ocurra un movimiento voluntario debe iniciarse la 
idea de moverse y la decisión volitiva de hacerlo, esto pare-
ce estar relacionado con la región prefrontal, posteriormente 
existe una planificación del acto motor en cuanto a la secuen-
cia de movimientos en el tiempo y en el espacio a nivel de las 
áreas premotoras. Cuando esta actividad cortical se desplaza al 
área motora de la corteza cerebral se produce la orden ejecu-
tiva para que finalmente a través de la vía piramidal, que pasa 
por la médula espinal, y de los nervios periféricos se produzca 
la contracción muscular. La lesión de la corteza cerebral y/o de 
las fibras nerviosas cerebrales implicadas en los movimientos 
voluntarios da lugar a una pérdida de fuerza muscular. Cuan-
do esto ocurre, y si el paciente está consciente, aunque quiera 
mover las extremidades paralizadas le será imposible dado que 
las neuronas que inician el impulso nervioso están dañadas o 
bien el impulso nervioso no tiene continuidad por afectación 
de los axones de las neuronas.
La estimulación eléctrica cerebral puede producir movi-
mientos en pacientes despiertos que tienen que ser interveni-
dos del cerebro con el objetivo de no dañar zonas normales de 
la corteza cerebral. Por tanto esta estimulación es capaz de ac-
tivar e influir sobre los mecanismos cerebrales que intervienen 
en el movimiento voluntario. ¿Existe algún núcleo nervioso 
cerebral que sea el responsable de la voluntad del ser humano? 
Amadeo Muntané Sánchez
22
Wilder Penfield en pacientes que tenían que ser intervenidos 
y estaban conscientes, les aplicaba electrodos en diversas lo-
calizaciones cerebrales. Un paciente movía el brazo cuando 
se estimulaba el área cortical motora. Al preguntarle si había 
tenido voluntad de mover el brazo, respondía que él no había 
sido, sino que era el doctor quien se lo había hecho mover. 
Penfield estimulaba las neuronas responsables del movimien-
to, pero estas neuronas no eran las causantes de la voluntad 
del movimiento. Penfield buscó algún centro cerebral que al 
ser estimulado creara la voluntad de mover el brazo, jamás lo 
pudo encontrar10.
María Gudin escribe: “Al realizar mi tesis doctoral con 
estimulación magnética transcraneal comprobé lo descrito 
previamente por otros autores: que si el individuo al que se 
le aplicaba el estímulo pretendía mover el miembro que se 
estimulaba, la cantidad de campo magnético era menor. Es 
decir si voluntariamente se pretende el movimiento, hay algo, 
que podríamos llamar intracerebral, que facilita la respuesta 
motora. De modo inverso, si se indica a un individuo que 
mueva un miembro mientras se aplica el estímulo magnéti-
co a uno de los lados de la corteza cerebral, el sujeto tenderá 
a mover el lado donde se descargó el estímulo, porque allí 
la respuesta es más fácil de ejecutar. Pero todos estos expe-
rimentos no implican que el movimiento sea una respuesta 
condicionada; lo que realmente se deduce es que aunque no 
conocemos el fundamento último de la función volicional, sí 
sabemos que existen mecanismos intracorticales que favorecen 
o disminuyen la posibilidad de una determinada respuesta. La 
respuesta voluntaria no es una respuesta determinada y fija, 
sino condicionada por una serie de factores. Afirmar que toda 
la respuesta voluntaria humana se debe a dinamismos interio-
res intracerebrales es una aseveración muy arriesgada y carece 
de fundamentación neurológica. La voluntad existe, y eso es 
una experiencia común (yo sólo conozco si quiero conocer) 
La mente y el cerebro
23
posiblemente conformada por múltiples mecanismos neurales 
que desconocemos, y que no tiene un fundamento totalmen-
te biológico. Al igual que la inteligencia, o los mecanismos 
de la consciencia, es difícil la localización intracerebral de la 
voluntad. Posiblemente, la base neurológica de la voluntad se 
halla en diferentes circuitos neuronales que se activan a la vez, 
originando la respuesta voluntaria. Cuanto mayor sea la di-
mensión de globalidad de la respuesta, es decir, cuanto menos 
automática sea ésta, puede afirmarse que es más voluntaria y 
más propiamente humana” 11.
Quizá alguien puede pensar que en el futuro el desarrollo 
de las investigaciones en las neurociencias, conseguirá saber 
todo acerca del cerebro. Sin embargo el premio Nobel John 
Eccles escribió: “Una insidia perniciosa surge de la pretensión 
de algunos científicos, incluso eminentes, de que la ciencia 
proporcionarápronto una explicación completa de todos los 
fenómenos del mundo natural y de nuestras experiencia sub-
jetivas: no sólo de las percepciones y experiencias acerca de la 
belleza, sino también de nuestros pensamientos, imaginacio-
nes, sueños, emociones. Esta extravagante y falsa pretensión 
ha sido calificada por Popper como “materialismo promiso-
rio”. Es importante reconocer que, aunque un científico pue-
da formular esta pretensión, no actúa entonces como cientí-
fico, sino como un profeta enmascarado de científico. Esto 
es cientificismo, no ciencia, pero impresiona fuertemente al 
profano, convencido de que la ciencia suministra la verdad. 
Por el contrario, el científico no debe pretender que posee un 
conocimiento cierto de toda la verdad. Lo más que podemos 
hacer los científicos es aproximarnos más de cerca de un en-
tendimiento verdadero de los fenómenos naturales mediante 
la eliminación de errores en nuestras hipótesis. Es de la mayor 
importancia para los científicos que aparezcan ante el público 
como lo que realmente son: humildes buscadores de la ver-
dad” 12.
Amadeo Muntané Sánchez
24
Filosóficamente el término mente es sinónimo de pensa-
miento o entendimiento, y entender no se refiere a almacenar 
datos en la memoria ni retener imágenes de cualquier tipo. 
Entender significa captar lo que las cosas son, y saber lo que 
son, es decir conocer el ser de las cosas. El conocimiento su-
pone inmaterialidad: una cosa sólo es cognoscible en razón de 
su forma, principio distinto de la materia13. Para comprender 
este aspecto es necesario remitirnos a la definición de algunos 
conceptos utilizados en el lenguaje filosófico*.
El filósofo Leonardo Polo dice que “en la reflexión, el acto 
de pensar versa sobre el acto de pensar y ninguna cosa mate-
rial se vuelve sobre sí misma de manera que siga siendo en ese 
volverse”. Así, pues, el acto de reflexión es inmaterial y la in-
teligencia que lo realiza lo es igualmente. Añade que “en el ser 
humano hay algo constitutivamente inmaterial que le permite 
operaciones de esta categoría” 14.
Si estos fenómenos inmateriales proceden de la mente, ésta 
tendrá que ser también inmaterial aunque tenga un sustrato 
material neurobiológico. Por consiguiente si los seres huma-
nos tenemos mente, y ésta es inmaterial, ella existe necesaria-
mente en un sujeto cuya naturaleza guarda proporción con 
la naturaleza de sus capacidades. En efecto del ser humano 
* El ente
Lo que ordinariamente se llaman cosas, o seres en filosofía reciben el 
nombre de entes. Ente significa “lo que es”, algo dotado de la propiedad 
de ser, es decir, algo que existe en la realidad.
Sustancia
Sustancia es lo subsistente, no en otra cosa, sino en sí misma, tiene ser 
propio como un hombre o un perro. Es un ente que es en sí.
Acto
Corrientemente llamamos “actos” a las acciones u operaciones (acto de pa-
sear, leer). En el lenguaje filosófico “acto” también puede significar cualquier 
perfección o propiedad de las cosas. El lirio blanco es una flor que tiene la 
blancura como un acto que le otorga una determinada perfección.
La mente y el cerebro
25
no se puede afirmar que se trate de un sujeto de naturaleza 
totalmente material, ni totalmente inmaterial, y sin embar-
go asume en una unidad indisoluble esa doble potencialidad. 
¿Cómo es posible que dos realidades tan distintas estén uni-
das? ¿cómo se pueden vertebrar? ¿se puede elaborar un modelo 
que permita el vínculo de las mismas?
Desde la filosofía se han dado respuestas. Aristóteles (384-
322 a. de C.) decía que el alma humana dotaba al ser humano 
de la facultad racional, es decir, la capacidad de adquirir cono-
cimiento intelectual y universal. Debe tenerse en cuenta que, 
cuando Aristóteles habla del alma, no se refiere solamente al 
principio del pensamiento; alude al principio de la vida. El 
define el alma como la forma del cuerpo, “la entelequia pri-
mera del cuerpo organizado que posee la facultad de la vida”. 
Es un principio consustancial al cuerpo, y ambos están unidos 
para formar la sustancia compuesta. En cambio, para Descar-
tes (1596-1650) el alma era puro pensamiento y era diferente 
del cuerpo actuando en este a través de la glándula pineal. Este 
modo de pensamiento dio lugar al dualismo cartesiano15.
El concepto de alma se ha abandonado por aquellos cien-
tíficos que reducen todo a la materia cerebral. En el libro la 
búsqueda científica del alma, el Dr. Crick afirma que la cien-
Potencia
Es lo que puede recibir un acto. La potencia no es igual al acto: La vista 
se encuentra a veces en acto de ver y otras no. El acto y la potencia son 
principios que se encuentran en las cosas.
Esencia o naturaleza
Es aquello que hace que una cosa sea lo que es.
Materia y forma
Los dos elementos constitutivos de la esencia, materia y forma, se relacio-
nan entre sí como potencia y acto. La forma es el primer acto que adviene 
a la materia para constituir la sustancia. De los dos componentes de la 
esencia de los entes corpóreos, el más importante es la forma, pues la mate-
ria es de suyo pura potencia y está en función de la forma sustancial que
Amadeo Muntané Sánchez
26
cia del cerebro no encuentra el alma y, en cambio, encuentra 
neuronas y procesos neuronales por todas partes. A lo largo 
del libro, Crick sostiene que el alma no existe y propone una 
hipótesis revolucionaria: “La hipótesis revolucionaria es que 
“Usted”, sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y sus ambi-
ciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre 
voluntad, no son más que el comportamiento de un vasto 
conjunto de células nerviosas y de moléculas asociadas. Tal 
como lo habría dicho la Alicia de Lewis Carroll: “No eres más 
que un montón de neuronas”. Esta hipótesis resulta tan ajena 
a las ideas de la mayoría de la gente actual que bien puede cali-
ficarse de revolucionaria”. Comenta que “un sistema comple-
jo puede explicarse por el funcionamiento de sus partes y las 
interacciones entre ellas”. Deduce que todo queda reducido a 
los átomos químicos. El Dr. Crick afirma que “el reduccionis-
mo es el principal método teórico que ha guiado el desarrollo 
de la física, la química y la biología molecular. Es el princi-
pal responsable de los desarrollos espectaculares de la ciencia 
moderna. Es el único modo sensato de proceder hasta que 
nos veamos obligados a afrontar una evidencia experimental 
incontestable que nos exija cambiar de actitud”. Aunque de 
hecho esta postura es un reduccionismo de carácter filosófico, 
el cual dice que sólo existe lo que puede someterse al estudio 
es acto. El elemento determinante de la esencia, lo que la configura como 
tal esencia y no otra, es la forma, que determina a la materia a ser este tipo 
de materia con unas cualidades específicas. La forma es el principio del 
ser del Ente y la materia participa del ser a través de la forma. Por eso los 
compuestos de materia y forma se corrompen cuando pierden la forma.
El ser, acto del ente
El ser es un acto, o perfección de las cosas. El ser es el acto constitutivo y 
más radical: Aquello por lo que las cosas son. Así como la esencia es lo que 
hace que una cosa sea de un modo u otro, el ser hace que las cosas sean. Nin-
guna propiedad físico-química de las cosas puede hacer que éstas sean, pues 
todas estas características, para producir sus efectos, antes tienen que ser.
La mente y el cerebro
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experimental. No cabe duda que es un método muy útil para 
el desarrollo de las ciencias particulares, pero sólo es un méto-
do que tiene sus límites. Existen muchas cosas que no pueden 
demostrarse con este método, y no se debe negar la existencia 
de lo que no es posible estudiar con este procedimiento16.
El biólogo Rupert Sheldrake, dice que es indiscutible que 
el cerebro está constituido por una estructura físico-química, 
pero todo esto no prueba que su función se reduzca única-
mente a un sistema físico-químico perfectamente explicable 
en términos de física y química. Sheldrake pone una analogía 
con un radiotransistor. “Imagínese que alguien que no sabe 
nada sobre aparatos de radio ve uno y se queda encantado 
con la música que sale de él, y trata de entender el aparato. 
Puede pensar que la música procede totalmente del interior 
del aparato, como resultado de complejas interacciones de sus 
elementos. Si alguien le sugiere que realmente viene de fuera, 
a través de una transmisión desde algún otro lugar, podría re-
chazarlo argumentando que él no ve entrar nada en el aparato. 
Tampoco podría medir nada, porque la radio pesa lo mismo 
encendida que apagada. Y aunque por ahora no entienda, po-
dría pensar que algún día, después de mucho investigar las 
propiedades y funciones de todas las piezas, logrará entender 
su secreto. Cuando ese día llegue, no sabrá nada de las ondas 
de radio, pero pensará que ha entendido el aparato, incluso 
podrá ponerse a demostrar que lo ha entendido: Las piezas 
El ser constituye el Acto Primero y más íntimo del ente, que desde dentro 
confiere al sujeto toda su perfección, el ser actualiza intrínsecamente a cada 
cosa, haciendo que sea.
Ser no es exactamente existir; al afirmar que una cosa existe, queremos 
decir que es real, que no es la nada, que “está ahí”, ser, en cambio, significa 
algo más interior, no el mero hecho de estar en la realidad, sino la perfec-
ción más íntima de una cosa y la raíz de sus restantes perfecciones. Existir 
es el resultado de tener ser. Alvira T, Clavell L, Melendo T, Metafísica. 5ª 
Ed EUNSA. 1993.
Amadeo Muntané Sánchez
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son cristales de silicio, hilos de cobre y demás. Conseguirá 
esas piezas y hará una réplica del transistor por la que salga la 
misma música. Entonces afirmará: ya he comprendido perfec-
tamente esta cosa; he sintetizado un aparato idéntico a partir 
de sus mismos elementos. Pero ya se ve que el ingenuo imita-
dor no ha comprendido como funciona el transistor. Aunque 
hubiera sido capaz de construir el aparato, aún no sabría nada 
sobre ondas de radio, y mucho menos sobre música” 12.
Martin Gardner comenta: “Es perfectamente posible que 
haya sustancias incorpóreas no detectables por los instrumen-
tos hechos de materia ordinaria. En la física cuántica las par-
tículas elementales están muy lejos de lo que se entiende por 
“corpóreo” en el sentido ordinario. Son paquetes discretos de 
energía sólo si se las mide de determinada manera. Si se las 
mide de otra manera, son unas complicadas ondas de probabi-
lidad de nada, descritas en unos espacios abstractos y artificia-
les de muchas dimensiones ¿Hay algo más fantasmagórico que 
un neutrino? Pues bien, las otras partículas son igualmente 
misteriosas, y si algunas están formadas por quarks, éstos son 
más misteriosos aún. Si la materia está formada por partículas 
sólo conocidas por unas propiedades que se expresan como 
fórmulas matemáticas, y si nadie sabe qué hay detrás de es-
tas fórmulas, quiénes somos nosotros para decir que no pue-
de haber otras sustancias, basadas en fórmulas desconocidas 
todavía, y tan indetectables por los instrumentos hechos por 
materia terrena, como indetectable pueda ser el neutrino para 
nuestras manos” 17.
El cerebro es una estructura que requiere para su estudio 
y comprensión distintos puntos de vista. No nos podemos 
quedar únicamente con la neurobiología, la neuropatología o 
la neuroimagen es preciso intentar ver todas las caras de este 
“poliedro” tan complejo y procurar además tener una idea de 
conjunto. Las neurociencias deben tener una relación necesa-
ria con la filosofía para buscar un marco explicativo y unifi-
La mente y el cerebro
29
cador no sólo en lo que respecta a la función cerebral sino en 
la concepción de lo que es el ser humano. Es imprescindible 
concretar un pensamiento filosófico que además de ayudar a 
comprender la mente humana no esté en contradicción con 
los conocimientos neurocientíficos, sino que los avale y corro-
bore. Curiosamente Tomás de Aquino (1225-1274), el gran 
desconocido de la mayor parte de los científicos, que prolongó 
y aplicó aspectos nuevos de la concepción general de Aris-
tóteles15, aporta un conocimiento filosófico que permite una 
respuesta válida para tener una visión más adecuada de lo que 
es el cerebro, reafirmando el saber científico y no entrando en 
contradicción con él.
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Rialp. Madrid 1991.
15. Gambra C R. Historia sencilla de la filosofía. 6ª Ed. 
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17. Gardner M. Los porqués de un escriba filósofo. Tus-
quets editores. 1989.

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