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ETNICIDAD Y RELACIONES ETNICAS

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA 
CENTRO UNIVERITARIO DEL NORTE 
CARRERA DE GEOLOGÍA 
SOCIAL HUMANÍSTICA I 
LIC. MARVIN CUZ KUCKLING 
FATIMA DULCE MARÍA GARCÍA HERNANDEZ 
 
 
ETNICIDAD Y RELACIONES ÉTNICAS 
 
Por naturaleza el ser humano es un ser gregario, por ello desde la 
antigüedad los hombres han organizado sus vidas agrupándose y 
diferenciándose entre una sociedad y otra. 
 
Las etnias evolucionan con el tiempo, y por lo tanto se convierten en 
sujetos de cambio de acuerdo a las circunstancias históricas que se van 
dando paulatinamente. Al evolucionar la etnia, también sus características 
se modifican. 
 
En Guatemala, el tema de etnia o etnicidad ha generado mucha discusión y, 
ésta, básicamente gira en torno a las características que definen la 
pertenencia a un grupo étnico 
 
 
La desigualdad entre las etnias empezó en Guatemala desde la conquista 
española y sí fue avanzando el tiempo hasta llegar a estar manejado por una 
clase no indígena quedando, así, la sociedad compuesta por diversos grupos 
étnicos, con una población indígena unida por un sentido comunitario y 
también definida por una etnicidad común basada en su proveniencia 
aborigen. 
 
 El país cuenta con una población de características particulares. Se trata de 
una realidad heterogénea en cuanto a etnia, raíces culturales, desarrollo 
económico, acceso ante la ley y la estructura de poder, que producen diversas 
suertes de conflicto y asimetrías. En los últimos años, se ha vivido de manera 
desigual en las diversas regiones internas. Pero sobre todo, la modernización 
ha generado diferencias en lo que se refiere a población indígena y no 
indígena, sector rural/urbano, nivel de escolaridad, migración u 
oportunidades en el mercado del trabajo 
	
El racismo y la discriminación racial en Guatemala son fenómenos de orden 
histórico y estructural, el racismo y la discriminación racial han sido uno de 
los hilos conductores de la historia, y de la construcción de las relaciones 
sociales desde la Colonia hasta la actualidad. Durante la Colonia, el racismo 
y la discriminación sirvieron para justificar el despojo y el sometimiento de 
los pueblos de “indios”, para legitimar la estructura de dominación y 
privilegios de peninsulares y criollos, y permitirle a la Corona desplegar su 
proyecto político facilitando el ejercicio de su autoridad. 
 
El factor étnico continúa sirviendo como base ideológica para justificar las 
desigualdades económicas y la exclusión política. La sociedad está 
étnicamente ordenada a través del racismo estructural, aunque la pobreza, la 
exclusión y la desigualdad también afectan al mundo mestizo/ladino. 
 
 
 
 
 
En la historia, bajo esa óptica, se asumieron e implantaron estas ideas como 
verdades absolutas al extremo, como en el nazismo, de pensar en el 
sometimiento del mundo y en el exterminio de conglomerados humanos 
sobre la falsa idea de la superioridad de la raza. Las diversas manifestaciones 
en las que se expresa el racismo, sin embargo, no son solo observables en 
esa época y en esa latitud, sino que han trascendido el tiempo y el espacio. 
 
 
La invasión y colonización de América se arropó con el argumento de la 
superioridad de la raza. Su finalidad era consolidar el dominio de los 
invasores e imponer modelos económicos que se extendieran en el tiempo y 
garantizaran la explotación y el saqueo de los bienes y recursos de los 
pueblos originarios. Visto así, el racismo no ha sido más que un mecanismo 
para esos efectos. 
 
 
El caso de Guatemala es otro ejemplo paradigmático, pues los Acuerdos de 
Paz, firmados hace ocho años atrás y que establecen un marco para lograr la 
reconciliación y la paz en el país, se encuentran seriamente cuestionados. 
Los acuerdos establecen amplias e importantes medidas para el 
reconocimiento de derechos a los pueblos indígenas, que conforman la 
mayoría de la población del país y han sido el principal grupo al que se ha 
dirigido la violencia armada. Sin embargo, la violencia no se ha terminado y 
su principal víctima sigue siendo la población indígena. Los Acuerdos han 
sido renegociados y sus medidas “recalendarizadas” una y otra vez, con lo 
que surge la duda sobre la existencia de una verdadera voluntad política para 
avanzar en su aplicación. Después de todo, en Guatemala aún se respira un 
aire de impunidad en relación con los crímenes cometidos en el pasado y en 
la sociedad persiste la intolerancia y la discriminación contra los indígenas. 
 
En Guatemala se ha construido un Estado que responde a esos modelos 
económicos, en el cual los poderes que le han dado forma han visto a los 
pueblos originarios, más que como pueblos con derechos, como sujetos 
útiles y objeto de explotación. Así se explican, por un lado, las abismales 
diferencias en lo económico, político, jurídico, cultural y social cuando se 
hace la relación blanco-moreno y, por otro, el desprecio con que se tratan los 
reclamos de respeto a los derechos específicos de los pueblos indígenas y la 
permanente y casi salvaje descalificación de figuras políticas indígenas que 
ejercen su condición de sujetos políticos y encaran la historia de nefastos e 
injustos saqueo y exclusión. 
 
El Estado racista ha implantado imaginarios y reproducido prejuicios 
diligentemente mediante mecanismos que excluyen al diferente y que van 
desde la reproducción de estereotipos hasta la permisividad en la 
ridiculización a través de la jocosidad perversa. El fin: implantar en el 
imaginario social la idea de que los indígenas son inferiores y la permanente 
necesidad de interiorizala, ya que dicha condición es consustancial al 
sistema. 
 
 
De esta manera, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas 
podría expresarse no sólo en soluciones de papel sino, particularmente, en 
las prácticas concretas y el respeto a las formas de vida distintas a las 
hegemónicas. La ampliación de una ciudadanía moderna sobre la base del 
respeto a la diversidad, el multiculturalismo, la pluralidad cultural y el 
reconocimiento de derechos colectivos es una exigencia y un reto, porque 
mediante estos principios y normas será menos dificultoso abatir las barreras 
y mecanismos de la discriminación y la exclusión. El cumplimiento de tales 
principios, exigidos por los pueblos indígenas en la mayoría de los países de 
la región, podría permitir la reevaluación de las concepciones hasta ahora 
vigentes en materia de derechos humanos, sin dejar de lado la posibilidad de 
rediseñar el Estado, los currículos educativos, la administración de justicia y 
las estrategias productivas, entre otras áreas de interés. 
 
 
Aun sin reconocerse la discriminación racial como tal, en el país hay 
instrumentos jurídicos que a la luz del debate, y particularmente de la lucha 
de los pueblos indígenas, se han incorporado al orden jurídico nacional y que 
de alguna manera pretenden encararla. 
 
 
Por fortuna, se ha demostrado que el racismo es profundamente antihumano. 
Y lo más avanzado de la humanidad ha forjado un conjunto de medios y de 
instrumentos jurídicos internacionales que pretenden eliminarlo a partir de 
considerar «que la supuesta superioridad que lo argumenta es 
científicamente falsa, jurídicamente invalida, moralmente injusta y 
socialmente condenable». Sin embargo, y contrario a esta aspiración, en el 
mundo de hoy hay férreas resistencias y peligrosos rebrotes. Y en Guatemala 
en particular hay una ideología que subyace y que se resistirá a sucumbir por 
las implicaciones que tiene en el modelo económico y político instaurado por 
las clases dominantes. 
 
 
 
En tal sentido, podemos indicar que el racismo es la ideología que sustenta 
la dominación étnica, a través de hacer creer que las desigualdades entre los 
grupos son naturales, ya que no son realmente consecuencia de una 
estructura social dada. En un principio, el racismo estuvo basado en las 
diferencias e inferioridad biológica, en la actualidad esta basado en los 
rasgos culturales. Ya que, la ideología racista proponeque hay grupos 
étnicos que son “atrasados”, que se constituyen en un obstáculo para el 
desarrollo, en contraste con otros cuyas características, valores y logros 
representan la modernidad a alcanzar. Mientras que el grupo hegemónico, 
esta representado por la oligarquía guatemalteca 
 
 
En el caso específico del racismo en Guatemala, se manifiesta en las 
instituciones del Estado a través del sesgo desfavorable hacia los pueblos 
indígenas en la distribución del gasto público y los bienes colectivos. Así 
como, en los retardos en materia jurídica, omisión de enunciados favorables 
de derechos humanos de pueblos indígenas en las leyes y la insuficiente 
adecuación de la legislación nacional a instrumentos internacionales 
ratificados por Guatemala. También, se expresa en los bajos niveles 
socioeconómicos, restringida participación en la administración pública, 
particularmente en puestos de decisión; limitado acceso a la salud, educación 
y justicia, servicios públicos básicos y la falta de oportunidades laborales o 
de acceso a la tierra de las poblaciones indígenas.

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