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Capítulo 3 Método y teoría en antropología cultural 55 ETNOGRAFÍA: ESTRATEGIA DISTINTIVA DE LA ANTROPOLOGÍA Los primeros antropólogos trabajaron en reservas indias de nativos-americanos, viajaron a tierras distantes para estudiar pequeños grupos de forra- jeros (cazadores y recolectores) y cultivadores. Tradicionalmente, el proceso para convertirse en antropólogo cultural requirió desarrollar expe- riencias de campo en otra sociedad. Los primeros etnógrafos vivieron en sociedades a pequeña es- cala, relativamente aisladas, con tecnologías y eco- nomías simples. La etnografía surgió entonces como una estra- tegia de investigación para estudiar sociedades con mayor uniformidad cultural y menor dife- renciación social que las que prevalecen en las naciones modernas, grandes e industrializadas. Para comprender una cultura particular en su conjunto (tanto como se pueda, dadas las limita- ciones de tiempo y percepción), los etnógrafos adoptan una estrategia de movimiento libre para recabar información. En una sociedad o comuni- dad dada, el etnógrafo se mueve de escenario en escenario, de lugar a lugar, y de sujeto a sujeto para descubrir la totalidad y la interconexión de la vida social. Al ampliar el conocimiento de la diversidad humana, la etnografía proporciona bases para realizar generalizaciones acerca del comportamiento humano y de la vida social; para ello se apoya en diversas técnicas y arma un cuadro donde se muestran estilos de vida ajenos. A continuación, se enumeran muchas de las téc- nicas utilizadas por los antropólogos. Cabe seña- lar que rara vez emplean todas ellas (vea también Bernard, 2006). TÉCNICAS ETNOGRÁFICAS Entre las técnicas de campo que utiliza el etnógrafo se encuentran las siguientes: 1. La observación directa. Es de primera mano, se hace sobre el comportamiento e incluye la observación participante. 2. La conversación. Se realiza con diversos nive- les de formalidad, desde el chismorreo diario que ayuda a mantener el rapport y ofrece cono- cimiento acerca de lo que sucede, hasta las en- trevistas prolongadas, que pueden ser abiertas o estructuradas. 3. El método genealógico. 4. El trabajo detallado con consultores, o infor- mantes clave, acerca de áreas particulares de la vida comunitaria. 5. Historias de vida de personas particulares. Para realizarlas se llevan a cabo entrevistas en profundidad. 6. El descubrimiento de creencias y percepciones de los locales o nativos, que pueden compa- rarse con las observaciones y las conclusiones a las que llega el etnógrafo. 7. La investigación orientada a problemas de di- versos tipos. 8. La investigación longitudinal. Consiste en el estudio continuo a largo plazo de un sitio o aspecto de la comunidad que se estudia. 9. La investigación en equipo. Se trata de inves- tigaciones coordinadas en las que participan varios etnógrafos. Observación y observación participante Los etnógrafos tienen que prestar atención a cien- tos de detalles de la vida diaria, eventos estaciona- les y sucesos inusuales. Deben registrar todo lo que ven, y tal como lo observan. Durante las pri- meras semanas en el campo, las cosas nunca pare- cerán más extrañas de lo que son. Con frecuencia, al llegar a un nuevo sitio de trabajo de campo, los antropólogos experimentan un choque cultural, un extraño y profundo sentimiento de alienación. Aunque los antropólogos estudian la diversidad humana, a algunos les cuesta acostumbrarse a la verdadera experiencia de campo de tal diversi- dad, como se verá en el recuadro “Valorar la di- versidad” de este capítulo. Con el tiempo, el etnó- grafo se acostumbra y acepta como normales los patrones culturales que inicialmente le parecieron ajenos. Permanecer poco más de un año en el campo permite al etnógrafo repetir la estación de su llegada, momento en el que pudo haber per- dido ciertos eventos y procesos debido a la falta de familiaridad inicial y al choque cultural. Muchos etnógrafos registran sus impresiones en un diario personal, que se mantiene separado de notas de campo más formales. Posteriormente, el registro de las primeras impresiones le ayu- dará a puntualizar algunos de los aspectos más básicos de la diversidad cultural. Tales aspectos incluyen olores distintivos, ruidos que hacen las personas, cómo cubren sus bocas cuando comen, y cómo se miran unos a otros. Dichos patrones, que son tan básicos que hasta parecen triviales, son parte de lo que Bronislaw Malinowski llamó “los imponderables de la vida nativa y del com- portamiento típico” (Malinowski, 1922/1691, p. 20). Tales características de la cultura son tan fun- damentales que los nativos las dan por sentado. Incluso son muy básicas para hablar de ellas, pero el ojo no acostumbrado del etnógrafo novato las recoge. A partir de ahí y al volverse familiares, se desvanecen hacia el borde de la conciencia. Las impresiones iniciales son valiosas y deben regis- trarse. Ante todo, los etnógrafos tienen que inten- tar ser observadores, registradores y reporteros precisos de lo que ven en el campo. En el recuadro 56 PARTE 1 Introducción a la antropología Primero viví en Arembepe (Brasil) durante el verano (norteamericano) de 1962. Eso fue en- tre mis penúltimo y último años en el Columbia College de la ciudad de Nueva York, donde me especialicé en antropología. Fui a Arembepe como participante de un programa, ahora ex- tinto, diseñado para ofrecer a los estudiantes de pregrado la experiencia de realizar etnogra- fía: el estudio de primera mano de la cultura y la vida social de una sociedad ajena. Los antropólogos criados en una cultura, en particular en su primer viaje de campo, ex- perimentan un choque cultural; a pesar de que tengan una curiosidad por conocer otras cultu- ras. El choque cultural se refi ere al conjunto de sentimientos que se presentan al estar en un escenario extranjero y a las reacciones que re- sultan de ello. Se trata de un extraño senti- miento de alienación: es escalofriante hallarse de pronto sin algunas de las señales más ordi- narias, triviales (y por tanto básicas) de la cul- tura propia. Mientras planeaba mi partida a Brasil en 1962, no podía saber cuán desnudo me senti- ría sin el cobijo de mi propio idioma y cultura. Mi estancia en Arembepe sería mi primer viaje fuera de Estados Unidos. Yo era un chico urbano que creció en Atlanta, Georgia, y la ciudad de Nueva York. Poseía poca experien- cia sobre la vida rural en mi propio país, y nin- guna con Latinoamérica, sólo había recibido la mínima capacitación en el idioma portugués. De la ciudad de Nueva York fui directo a Salvador, Bahía, Brasil. Sólo hice una breve es- cala en Río de Janeiro; una visita más larga sería una recompensa al fi nal del trabajo de campo. Conforme nuestro avión se aproxi- maba al Salvador tropical, no daba crédito de la blancura de la arena. “Eso no es nieve, ¿ver- dad?”, comenté a un compañero del equipo de campo... Mis primeras impresiones de Bahía fueron a través del olfato (los olores de mangos, plá- tanos y papayas [granadinas] maduras y en descomposición) y al aplastar las omnipre- sentes moscas de la fruta que nunca antes había visto, aunque había leído mucho acerca de su comportamiento reproductivo en las clases de genética. Había extraños platillos de arroz, frijoles negros y gelatinosos trozos de carnes no identifi cables, así como piezas fl o- tantes de piel. El café era fuerte y el azúcar valorar la D I V E R S I D A D Incluso los antropólogos experimentan choques culturales Dom João Sugar Mill Isla Itaparica Bahía de Todos los Santos OCÉANO ATLÁNTICO Río Jaculpe Río Paraguacu Sauipe Praia Do Forte Arembepe Jauá ItapoanSalvador Camacari São Francisco Do Conde Mataripe B A H Í A 13º00"S 38º00"W38º30"W 12º30" 20 km 0 0 10 20 mi 10 FIGURA 3.1 Ubicación de Arembepe, Bahía, Brasil. “Valorar la diversidad” del presente capítulo, destaco mis impresiones inicialesde algunos im- ponderables de la cultura brasileña del noreste. Los etnógrafos se esfuerzan por establecer un rapport o una buena relación de trabajo con sus anfi triones, con base en el contacto personal. Uno de los procedimientos más característicos de la etnografía es la observación participante, es decir, participar de la vida comunitaria mientras se le estudia. Como seres humanos que vivimos con otros, no podemos ser observadores totalmente imparciales y desconectados. Participe en mu- chos eventos y procesos que observe y trate de comprender. Al participar, puede aprender por qué la gente encuentra tales eventos signifi cati- vos, mientras ve cómo se organizan y realizan. En Arembepe, Brasil, aprendí sobre pesca al navegar en el Atlántico con pescadores locales.
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