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Antropología Cultural 1-páginas-24

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Capítulo 3 Método y teoría en antropología cultural 55
ETNOGRAFÍA: ESTRATEGIA 
DISTINTIVA DE LA 
ANTROPOLOGÍA
Los primeros antropólogos trabajaron en reservas 
indias de nativos-americanos, viajaron a tierras 
distantes para estudiar pequeños grupos de forra-
jeros (cazadores y recolectores) y cultivadores. 
Tradicionalmente, el proceso para convertirse en 
antropólogo cultural requirió desarrollar expe-
riencias de campo en otra sociedad. Los primeros 
etnógrafos vivieron en sociedades a pequeña es-
cala, relativamente aisladas, con tecnologías y eco-
nomías simples.
La etnografía surgió entonces como una estra-
tegia de investigación para estudiar sociedades 
con mayor uniformidad cultural y menor dife-
renciación social que las que prevalecen en las 
naciones modernas, grandes e industrializadas. 
Para comprender una cultura particular en su 
conjunto (tanto como se pueda, dadas las limita-
ciones de tiempo y percepción), los etnógrafos 
adoptan una estrategia de movimiento libre para 
recabar información. En una sociedad o comuni-
dad dada, el etnógrafo se mueve de escenario en 
escenario, de lugar a lugar, y de sujeto a sujeto 
para descubrir la totalidad y la interconexión de 
la vida social. Al ampliar el conocimiento de la 
diversidad humana, la etnografía proporciona 
bases para realizar generalizaciones acerca del 
comportamiento humano y de la vida social; 
para ello se apoya en diversas técnicas y arma un 
cuadro donde se muestran estilos de vida ajenos. 
A continuación, se enumeran muchas de las téc-
nicas utilizadas por los antropólogos. Cabe seña-
lar que rara vez emplean todas ellas (vea también 
Bernard, 2006).
TÉCNICAS ETNOGRÁFICAS
Entre las técnicas de campo que utiliza el etnógrafo 
se encuentran las siguientes:
1. La observación directa. Es de primera mano, 
se hace sobre el comportamiento e incluye la 
observación participante.
2. La conversación. Se realiza con diversos nive-
les de formalidad, desde el chismorreo diario 
que ayuda a mantener el rapport y ofrece cono-
cimiento acerca de lo que sucede, hasta las en-
trevistas prolongadas, que pueden ser abiertas 
o estructuradas.
3. El método genealógico. 
4. El trabajo detallado con consultores, o infor-
mantes clave, acerca de áreas particulares de la 
vida comunitaria.
5. Historias de vida de personas particulares. 
Para realizarlas se llevan a cabo entrevistas en 
profundidad.
6. El descubrimiento de creencias y percepciones 
de los locales o nativos, que pueden compa-
rarse con las observaciones y las conclusiones 
a las que llega el etnógrafo.
7. La investigación orientada a problemas de di-
versos tipos.
8. La investigación longitudinal. Consiste en el 
estudio continuo a largo plazo de un sitio o 
aspecto de la comunidad que se estudia.
9. La investigación en equipo. Se trata de inves-
tigaciones coordinadas en las que participan 
varios etnógrafos.
Observación y observación 
participante
Los etnógrafos tienen que prestar atención a cien-
tos de detalles de la vida diaria, eventos estaciona-
les y sucesos inusuales. Deben registrar todo lo 
que ven, y tal como lo observan. Durante las pri-
meras semanas en el campo, las cosas nunca pare-
cerán más extrañas de lo que son. Con frecuencia, 
al llegar a un nuevo sitio de trabajo de campo, los 
antropólogos experimentan un choque cultural, 
un extraño y profundo sentimiento de alienación. 
Aunque los antropólogos estudian la diversidad 
humana, a algunos les cuesta acostumbrarse a la 
verdadera experiencia de campo de tal diversi-
dad, como se verá en el recuadro “Valorar la di-
versidad” de este capítulo. Con el tiempo, el etnó-
grafo se acostumbra y acepta como normales los 
patrones culturales que inicialmente le parecieron 
ajenos. Permanecer poco más de un año en el 
campo permite al etnógrafo repetir la estación de 
su llegada, momento en el que pudo haber per-
dido ciertos eventos y procesos debido a la falta de 
familiaridad inicial y al choque cultural.
Muchos etnógrafos registran sus impresiones 
en un diario personal, que se mantiene separado 
de notas de campo más formales. Posteriormente, 
el registro de las primeras impresiones le ayu-
dará a puntualizar algunos de los aspectos más 
básicos de la diversidad cultural. Tales aspectos 
incluyen olores distintivos, ruidos que hacen las 
personas, cómo cubren sus bocas cuando comen, 
y cómo se miran unos a otros. Dichos patrones, 
que son tan básicos que hasta parecen triviales, 
son parte de lo que Bronislaw Malinowski llamó 
“los imponderables de la vida nativa y del com-
portamiento típico” (Malinowski, 1922/1691, p. 
20). Tales características de la cultura son tan fun-
damentales que los nativos las dan por sentado. 
Incluso son muy básicas para hablar de ellas, pero 
el ojo no acostumbrado del etnógrafo novato las 
recoge. A partir de ahí y al volverse familiares, se 
desvanecen hacia el borde de la conciencia. Las 
impresiones iniciales son valiosas y deben regis-
trarse. Ante todo, los etnógrafos tienen que inten-
tar ser observadores, registradores y reporteros 
precisos de lo que ven en el campo. En el recuadro 
56 PARTE 1 Introducción a la antropología
Primero viví en Arembepe (Brasil) durante el 
verano (norteamericano) de 1962. Eso fue en-
tre mis penúltimo y último años en el Columbia 
College de la ciudad de Nueva York, donde me 
especialicé en antropología. Fui a Arembepe 
como participante de un programa, ahora ex-
tinto, diseñado para ofrecer a los estudiantes 
de pregrado la experiencia de realizar etnogra-
fía: el estudio de primera mano de la cultura y 
la vida social de una sociedad ajena.
Los antropólogos criados en una cultura, 
en particular en su primer viaje de campo, ex-
perimentan un choque cultural; a pesar de que 
tengan una curiosidad por conocer otras cultu-
ras. El choque cultural se refi ere al conjunto de 
sentimientos que se presentan al estar en un 
escenario extranjero y a las reacciones que re-
sultan de ello. Se trata de un extraño senti-
miento de alienación: es escalofriante hallarse 
de pronto sin algunas de las señales más ordi-
narias, triviales (y por tanto básicas) de la cul-
tura propia.
Mientras planeaba mi partida a Brasil en 
1962, no podía saber cuán desnudo me senti-
ría sin el cobijo de mi propio idioma y cultura. 
Mi estancia en Arembepe sería mi primer 
viaje fuera de Estados Unidos. Yo era un chico 
urbano que creció en Atlanta, Georgia, y la 
ciudad de Nueva York. Poseía poca experien-
cia sobre la vida rural en mi propio país, y nin-
guna con Latinoamérica, sólo había recibido la 
mínima capacitación en el idioma portugués.
De la ciudad de Nueva York fui directo a 
Salvador, Bahía, Brasil. Sólo hice una breve es-
cala en Río de Janeiro; una visita más larga 
sería una recompensa al fi nal del trabajo de 
campo. Conforme nuestro avión se aproxi-
maba al Salvador tropical, no daba crédito de 
la blancura de la arena. “Eso no es nieve, ¿ver-
dad?”, comenté a un compañero del equipo 
de campo...
Mis primeras impresiones de Bahía fueron 
a través del olfato (los olores de mangos, plá-
tanos y papayas [granadinas] maduras y en 
descomposición) y al aplastar las omnipre-
sentes moscas de la fruta que nunca antes 
había visto, aunque había leído mucho acerca 
de su comportamiento reproductivo en las 
clases de genética. Había extraños platillos 
de arroz, frijoles negros y gelatinosos trozos de 
carnes no identifi cables, así como piezas fl o-
tantes de piel. El café era fuerte y el azúcar 
valorar la 
D I V E R S I D A D
Incluso los antropólogos experimentan 
choques culturales
Dom João
Sugar Mill
Isla
Itaparica
 Bahía de
Todos los Santos
OCÉANO
ATLÁNTICO
Río Jaculpe
Río Paraguacu
Sauipe
Praia Do Forte
Arembepe
Jauá
ItapoanSalvador
Camacari
São Francisco
Do Conde
Mataripe
B A H Í A
13º00"S
38º00"W38º30"W
12º30"
20 km
0
0
10 20 mi
10
FIGURA 3.1 Ubicación de Arembepe, Bahía, Brasil.
“Valorar la diversidad” del presente capítulo, 
destaco mis impresiones inicialesde algunos im-
ponderables de la cultura brasileña del noreste.
Los etnógrafos se esfuerzan por establecer un 
rapport o una buena relación de trabajo con sus 
anfi triones, con base en el contacto personal. Uno 
de los procedimientos más característicos de la 
etnografía es la observación participante, es decir, 
participar de la vida comunitaria mientras se le 
estudia. Como seres humanos que vivimos con 
otros, no podemos ser observadores totalmente 
imparciales y desconectados. Participe en mu-
chos eventos y procesos que observe y trate de 
comprender. Al participar, puede aprender por 
qué la gente encuentra tales eventos signifi cati-
vos, mientras ve cómo se organizan y realizan.
En Arembepe, Brasil, aprendí sobre pesca al 
navegar en el Atlántico con pescadores locales.

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