Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Capítulo 4 Aplicación de la antropología 95 para un desarrollo nacional equitativo. En Ma- dagascar, los miembros de los grupos de des- cendencia locales de manera rutinaria compar- ten sus recursos para educar a sus miembros ambiciosos. Una vez educados, dichos hombres y mujeres obtienen posiciones económicamente seguras en la nación. Entonces comparten las ventajas de sus nuevas posiciones con su paren- tela. Por ejemplo, dan pensión completa a sus primos rurales que asisten a la escuela y los ayudan a encontrar empleos. Las administraciones malgaches por lo gene- ral parecen compartir un compromiso con el de- sarrollo económico democrático, quizá porque los funcionarios del gobierno son gente del campo o poseen fuertes lazos personales con él. En contraste, en los países latinoamericanos, las élites y la clase más baja tienen diferentes oríge- nes y no hay fuertes lazos a través del parentesco, la descendencia o el matrimonio. Más aún, las sociedades con organización por grupos de descendencia contradicen la suposi- ción que comparten científi cos sociales y econo- mistas. Lo cual no evita que conforme las nacio- nes se ligan más a la economía mundial, las formas indígenas de organización social se des- componen y transitan hacia la organización de la familias nucleares, se vuelven impersonales y se alienan. Los grupos de descendencia, que se ba- san en la comunidad tradicional y la solidaridad corporativa, juegan roles importantes en el desa- rrollo económico. El desarrollo realista promueve el cambio, pero no la sobreinnovación. Muchos cambios son posibles si la meta es preservar los sistemas loca- les mientras se consigue hacerlos funcionar me- jor. Los proyectos de desarrollo económico exito- sos respetan, o al menos no atacan, los patrones culturales locales. El desarrollo efectivo aprove- cha las prácticas culturales y las estructuras so- ciales indígenas. ANTROPOLOGÍA Y EDUCACIÓN La atención a la cultura también es fundamental para la antropología y la educación, cuyas in- vestigaciones toma en cuenta desde los salones de clase y se extienden hasta los hogares, vecin- darios y comunidades (vea Spindler, 2000, 2005). En los salones de clase los antropólogos observan las interacciones entre profesores, alumnos, padres y visitantes. El clásico reporte de Jules Henry del salón de clase de una escuela primaria estadounidense (1955) muestra cómo los alumnos aprenden a conformarse y compe- tir con sus pares. Los antropólogos ven a los ni- ños como criaturas culturales completas, cuyas enculturación y actitudes hacia la educación pertenecen a un contexto que incluye familias y pares. Sociolingüistas y antropólogos culturales tra- bajan juntos en la investigación educativa. Por ejemplo, en un estudio de los alumnos puertorri- queños de séptimo grado en el medio-oeste ur- bano (Hill-Burnett, 1978), los antropólogos des- cubrieron percepciones falsas de los profesores; éstos, de manera errónea suponían que los pa- dres puertorriqueños valoraban menos la educa- ción que los no hispanos; sin embargo, entrevis- tas a profundidad revelaron que los padres puertorriqueños la apreciaban más. Los antropólogos también descubrieron que ciertas prácticas evitaban que los hispanos fue- ran educados de manera adecuada. Por ejemplo, el sindicato de maestros y la junta de educación acordaron impartir “inglés como lengua extran- jera”. Sin embargo, no proporcionaron profeso- res bilingües para trabajar con los alumnos que hablaban español. La escuela asignaba a todos los alumnos (incluidos los no hispanos) con bajas califi caciones en lectura y problemas de compor- tamiento al curso de “inglés como lengua extran- jera”. Este desastre educativo se debió a que compartían el salón de clase un profesor que no hablaba español, niños que apenas sabían inglés y un grupo de alumnos que hablaba inglés y mostraba problemas de lectura y comporta- miento. Los hablantes de español se rezagaban no sólo en lectura, sino en todas las materias. Se habrían mantenido en las otras materias si al me- nos un hablante de español les hubiera impar- tido ciencias naturales, estudios sociales y mate- máticas hasta que estuvieran listos para aprender dichas materias en lengua inglesa. antropología y educación Estudio de los educan- dos en el contexto de su familia, de sus pares y la enculturación. En un salón de clase de una escuela primaria bilingüe, una niña hispana y otra asiática leen juntas un libro escrito en español. En tales salones de clase, y en su extensión hacia la comunidad, los antropólogos de la educación estudian los antecedentes, el comporta- miento, las creencias y las actitudes de los profesores, los alumnos, los padres y las familias en su contexto (multi)cultural. 96 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural ANTROPOLOGÍA URBANA Alan y Josephine Smart (2003) han señalado que las ciudades desde hace mucho tiempo están in- fl uenciadas por fuerzas globales, incluidos el capi- talismo mundial y el colonialismo. Sin embargo, los roles de las urbes en el sistema mundial cam- biaron recientemente como resultado de la nueva compresión sobre el espacio-tiempo derivada de los modernos sistemas de transportación y co- municación. Esto es: todo parece más cercano hoy, porque el contacto y el movimiento son mu- cho más sencillos. En el contexto de la globalización contempo- ránea, los medios masivos pueden volverse tan importantes como los factores locales en la guía de las rutinas diarias, los sueños y las aspiracio- nes. La gente vive en lugares particulares, pero sus imaginaciones y vínculos no tienen que estar confi nados localmente (Appadurai, 1996). La gente migra a ciudades en parte por razones eco- nómicas, pero también para estar donde se en- cuentra la acción. Las personas buscan experien- cias que sólo están disponibles en las ciudades, como el teatro en vivo o las calles bulliciosas. Los brasileños rurales usualmente citan el movi- miento y la excitación urbanos como algo que es necesario valorar. Los migrantes internacionales tienden a asentarse en las ciudades más grandes en las que ocurren más cosas. Por ejemplo, en Canadá, que, después de Australia, tiene el por- centaje más alto de población nacida en el extran- jero, 71.2% de los inmigrantes se asientan en To- ronto, Vancouver o Montreal. Casi la mitad de los ciudadanos de Toronto nacieron fuera de Ca- nadá (Smart y Smart, 2003). Desde la Revolución Industrial, el porcentaje de la población mundial que vive en las ciudades aumentó como nunca. Tan sólo en 1800, alrededor de 3% de la gente radicaba en ciudades, en com- paración con 13% en 1900, más de 40% en 1980, y aproximadamente 50% en la actualidad (vea Smart y Smart, 2003). Los países más desarrolla- dos estaban 76% más urbanizados en 1999, en comparación con 39% de los menos desarrolla- dos. No obstante, la tasa de crecimiento de urba- nización es mucho más rápida en estos últimos (Smart y Smart, 2003). En 1900 el mundo sólo te- nía 16 ciudades con más de un millón de perso- nas, pero en 2005 ya había 314 millones. Para el 2025, 60% de la población global será urbana (Butler, 2005; Stevens, 1992). Aproximadamente mil millones de personas, un sexto de la población mundial, vive en barrios bajos urbanos, principalmente sin agua, insalu- bres, sin servicios públicos ni seguridad legal (Vi- dal, 2003). De continuar las tendencias actuales, el aumento de la población urbana y la concen- tración de personas en los barrios bajos estarán acompañados por crecientes tasas de criminali- dad, junto con la contaminación del agua, el aire y por ruido. Dichos problemas serán más severos en los países menos desarrollados. Conforme la industrialización y la urbaniza- ción se dispersan por todo el globo, los antropó- logos estudian cada vez más dichos procesos y los problemas sociales que crean. La antropolo- gía urbana, que tiene dimensiones tanto teóricas (investigación básica) como aplicadas, es el estu- dio transculturaly etnográfi co de la urbaniza- ción global y la vida en las ciudades (vea Aoyagi, Nas y Traphagan, 1998; Gmelch y Zenner, 2002; Smart y Smart, 2003; Stevenson, 2003). Estados Unidos y Canadá se han convertido en lugares populares para la investigación antropológica urbana sobre todo en temas como inmigración, etnicidad, pobreza, clase y violencia urbana (Mu- llings, 1987; Vigil, 2003). Urbano frente a rural Al reconocer que una ciudad presenta un con- texto social muy diferente al de una aldea tribal o de campesinos, uno de los primeros estudio- sos de la urbanización, el antropólogo Robert Redfi eld, se centró en los contrastes entre las vi- das rural y urbana. Él comparó las comunidades rurales, cuyas relaciones sociales se dan sobre una base cara a cara, con las ciudades, donde lo impersonal caracteriza a muchos aspectos de la vida. Redfi eld (1941) propuso que la urbaniza- ción se estudiara a lo largo de un continuo ru- ral-urbano. Describió las diferencias en valores y relaciones sociales en cuatro sitios que abarca- ban tal continuo. En la península de Yucatán, en México, Redfi eld comparó una aislada comuni- dad indígena de habla maya, un poblado cam- pesino rural, una pequeña ciudad provincial y una gran capital. Varios estudios en África (Little, 1971) y Asia estuvieron infl uenciados por la vi- sión de Redfi eld de que las ciudades son centros a través de los cuales las innovaciones cultura- les se dispersan hacia las áreas rurales y tribales. En cualquier nación, lo urbano y lo rural re- presentan diferentes sistemas sociales. Sin em- bargo, la difusión o el préstamo cultural ocurren conforme las personas, los productos, las imá- genes y los mensajes se mueven de uno al otro ambiente. Los migrantes llevan las prácticas y creencias rurales a las ciudades y conducen pa- trones urbanos de vuelta al hogar. Las experien- cias y formas sociales del área rural afectan la adaptación a la vida en la ciudad. Los citadinos también desarrollan nuevas instituciones para satisfacer necesidades urbanas específi cas (Mit- chell, 1966). Un enfoque de la antropología aplicada a la planifi cación urbana identifi ca grupos sociales clave en el contexto urbano. Después de señalar dichos grupos, el antropólogo puede evocar sus deseos de cambio, comunicar dichas necesidades a agencias de fi nanciamiento y trabajar con agen- antropología urbana Estudio antropológico de las ciudades y la vida urbana.
Compartir