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Capítulo 5 Lenguaje y comunicación 127 62% lo hizo en Saks, 51% en Macy’s y sólo 20% en S. Klein’s. También descubrió que el personal de los pisos superiores (donde se vendían artículos más costosos), pronunciaban /r/con más fre- cuencia que los vendedores de la planta baja. En el estudio de Labov, que se resume en la tabla 5.3, la pronunciación de /r/ claramente se asoció con el prestigio. Ciertamente, las perso- nas que contrataron a los vendedores de las tiendas nunca contaron las r antes de ofrecerles el empleo. Sin embargo, usaron evaluaciones de su habla para realizar juicios acerca de cuán efectivas serían ciertas personas en la venta de tipos particu lares de mercancías. En otras pala- bras, practicaron la discriminación sociolingüís- tica usando características lingüísticas para de- cidir quién estaría al frente de determinados empleos. Los hábitos del habla ayudan a determinar el acceso al empleo y a otros recursos materiales. Debido a esto, el “lenguaje decente” en sí se con- vierte en un recurso estratégico, y en una ruta hacia la riqueza, el prestigio y el poder (Gal, 1989; Thomas y Wareing, eds., 2004). Para ilustrar esto, muchos etnógrafos han descrito la importancia de la habilidad verbal y la oratoria en la política (Beeman, 1986; Bloch, ed., 1975; Brenneis, 1988; Geis, 1987). Ronald Reagan, conocido como un “gran comunicador”, gobernó la sociedad esta- dounidense en la década de 1980 como presi- dente durante dos periodos. Otro mandatario elegido dos veces, Bill Clinton, a pesar de su acento sureño, fue conocido por sus habilidades verbales en ciertos contextos (por ejemplo, los debates televisados y las reuniones en el ayunta- miento). Los fallos en la comunicación pudieron haber causado el derrumbe de las presidencias de Gerald Ford, Jimmy Carter y George Bush (padre). ¿Cómo evalúa usted las habilidades lin- güísticas del actual presidente o primer ministro de su país? El antropólogo francés Pierre Bourdieu ve las prácticas lingüísticas como capital simbólico que la gente adecuadamente capacitada puede con- vertir en capitales económico y social. El valor de un dialecto, su reputación en un “mercado lingüístico” dependen de la medida en la que proporciona acceso a las posiciones deseadas en el mercado laboral. A su vez, esto refl eja su legi- timación por parte de instituciones formales: educativas, estatales, eclesiásticas y de los me- dios de comunicación de prestigio. Incluso las personas que no usan el dialecto prestigioso aceptan su autoridad y corrección, su “domina- ción simbólica” (Bourdieu, 1982, 1984). Por tanto, las formas lingüísticas, que carecen de poder en sí mismas, toman el poder de los grupos que simbolizan. No obstante, el sistema educativo (que defi ende su propia valía) niega la relativi- dad lingüística, y considera el habla de prestigio como inherentemente mejor. La inseguridad lin- güística que experimentan con frecuencia los hablantes de clase baja y minoritarios es resul- tado de tal dominación simbólica. El “lenguaje decente” es un recurso estratégico, correlacionado con la ri- queza, el prestigio y el poder. En la fotografía de arriba, ¿cómo se refl eja la estratifi cación lingüística (y social) tanto en la imagen como en los comen- tarios escritos a mano? (Mi sueño fue llegar a ser profesora de escuela. Mrs. Stone es rica. Tengo talento pero no oportunidad. Yo solía permanecer de pie detrás de Mrs. Stone. He sido sirvienta durante 40 años. Vickie Figueroa.) TABLA 5.3 Pronunciación de r en tiendas departamentales de Nueva York TIENDA NÚMERO DE ENCUENTROS PORCENTAJE DE LA PRONUNCIACIÓN r Saks Fifth Avenue 68 62 Macy’s 125 51 S. Klein’s 71 20 128 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural Inglés afroamericano vernáculo (BEV) Nadie pone mucha atención cuando alguien dice runt (enano) en lugar de rent (renta). Pero ciertos lenguajes no estandarizados conllevan mayor es- tigma. En ocasiones, el habla estigmatizada se vincula con antecedentes regionales, de clase o educativos; a veces se asocia con etnicidad o “raza”. El sociolingüista William Labov y muchos de sus colegas, tanto blancos como afroamericanos han realizado estudios detallados de lo que lla- man inglés afroamericano vernáculo (BEV, por sus siglas en inglés) (vernáculo signifi ca habla or- dinaria, casual). El BEV es el “dialecto relativa- mente uniforme que habla la mayoría de los jó- venes negros en la mayor parte de Estados Unidos hoy día, especialmente en el interior de las áreas urbanas de Nueva York, Boston, Detroit, Filadelfi a, Washington, Cleveland, y otros cen- tros urbanos. También se habla en la mayoría de las áreas rurales y se usa en el habla casual íntima de muchos adultos” (Labov, 1972a, p. xiii). Esto no implica que todos, o incluso la mayoría, de los afroamericanos hablen BEV. El BEV no es una mescolanza sin gramática. En vez de ello, el BEV es un complejo sistema lingüístico con sus propias reglas, que los lin- güistas ya han descrito. La fonología y la sintaxis del BEV son similares a los de los dialectos sure- ños estadounidenses. Esto refl eja la infl uencia mutua de los patrones del habla entre generacio- nes de afroamericanos y blancos sureños. Mu- chas características que distinguen el BEV del SE (inglés estándar) también se muestran en el habla blanca sureña, pero con menos frecuencia que en el BEV. Los lingüistas no están de acuerdo en la ma- nera en la que se originó el BEV (Rickford, 1997). Smitherman (1986) lo llama una forma africani- zada de inglés que refl eja tanto una herencia afri- cana como las condiciones de servidumbre, opre- sión y vida en Estados Unidos. Nota ciertas similitudes estructurales entre las lenguas de África occidental y BEV. Sin duda, los anteceden- tes lingüísticos africanos infl uyeron en la manera en la que los primeros afroamericanos aprendie- ron inglés. ¿Reestructuraron el inglés para ajus- tar los patrones lingüísticos africanos? ¿O rápi- damente aprendieron el inglés de los blancos, con poca infl uencia continua de la herencia lin- güística africana? ¿O, posiblemente, al adquirir el inglés, los esclavos africanos fusionaron el in- glés con lenguas africanas para elaborar un pid- gin o criollo, que infl uyó el posterior desarrollo del BEV? El habla criolla la introdujeron en las colonias americanas los esclavos que se importa- ron del Caribe durante los siglos xvii y xviii. In- cluso tal vez algunos esclavos aprendieron, mientras todavía estaban en África, los lenguajes pidgins y criollos que se hablaban en los fuertes comerciales de África occidental (Rickford, 1997). Además de los orígenes, existen diferencias fonológicas y gramaticales entre BEV y SE. Una diferencia fonológica entre BEV y SE es que los hablantes de BEV tienen menos probabilidad de pronunciar r que los hablantes de SE. En reali- dad, muchos hablantes de SE no pronuncian las r que vienen justo antes de una consonante (card) o al fi nal de una palabra (car). Pero los hablantes de SE por lo general pronuncian una r que viene justo antes de una vocal, o al fi nal de una palabra (four o’clock) o dentro de una palabra (Carol). Los hablantes de BEV, en contraste, tienen mucho más probabilidad de omitir tales r intervocálicas (entre vocales). El resultado es que los hablantes de los dos dialectos tienen diferentes homónimos (palabras que suenan igual pero tienen diferente signifi cado). Los hablantes de BEV que no pro- nuncian las r intervocálicas tienen los siguientes homónimos: Carol/Cal; Paris/pass. Al observar las reglas fonológicas, los hablan- tes de BEV pronuncian ciertas palabras de modo diferente a como lo hacen los hablantes de SE. En particular, en el contexto de la escuela elemental estadounidense, los homónimos de los estudian- tes que hablan BEV por lo general difi eren de los de sus profesores que hablan SE. Para evaluar la precisión en la lectura, los profesores deben de- terminar si los estudiantes reconocen los signifi -cados de los homónimos BEV como passed, past y pass. Los profesores tienen que asegurarse de que los alumnos comprendan lo que leen, lo que pro- bablemente es más importante que la pronuncia- ción correcta de las palabras de acuerdo con la norma SE. Los contrastes fonológicos entre los hablantes BEV y SE con frecuencia tienen consecuencias gramaticales. Una de éstas es la supresión de la cópula, que signifi ca la ausencia de formas SE de la cópula: el verbo ser. Por ejemplo, los siguientes contrastes entre SE y BEV: En el BEV la supresión del verbo ser de la ora- ción presente es similar a muchos idiomas, inclui- dos el ruso, el húngaro y el hebreo. La supresión de cópula del BEV es simplemente un resultado gramatical de sus reglas fonológicas. Note que el BEV borra la cópula donde el SE tiene contraccio- nes. Las reglas fonológicas del BEV dictan la elimi- nación de las r (como en you’re, we’re y they’re) y las s al fi nal de palabra (como en he’s). Sin em- inglés afroamericano vernáculo (BEV, por sus siglas en inglés) Dialecto con reglas pro- pias hablado por algu- nos afroamericanos. SE CONTRACCIÓN SE BEV you are tired you’re tired you tired he is tired he’s tired he tired we are tired we’re tired we tired they are tired they’re tired they tired
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