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Capítulo 6 Etnicidad y raza 151 los estadounidenses, por ejemplo, cree que su po- blación incluye razas con base biológica a las que pueden aplicarse etiquetas diversas. Las etiquetas incluyen “blanco”, “negro”, “amarillo”, “rojo”, “caucásico”, “negroide”, “mongoloide”, “amerin- dio”, “euroamericano”, “afroamericano”, “asiá- tico-americano” y “nativo americano”. En el apartado “Valorar el quehacer antropoló- gico” de este capítulo se destacó la declaración acerca de la raza que emitió la AAA. En ella se discute cómo se construyeron socialmente las ra- zas, por ejemplo, bajo el colonialismo. La declara- ción también señala que las desigualdades entre los grupos “raciales” no son consecuencia de su herencia biológica, sino producto de circunstan- cias sociales, económicas, educativas y políticas. Con frecuencia se escuchan las palabras etnici- dad y raza, pero la cultura estadounidense no traza una línea muy clara entre ellas. Considere un artículo del New York Times publicado el 29 de mayo de 1992. Al hablar acerca de la cambiante composición étnica en Estados Unidos, el ar- tículo explicó (correctamente) que los hispanos “pueden ser de cualquier raza” (Barringer, 1992, p. A12). En otras palabras, “hispano” es una cate- goría étnica que rompe con los contrastes raciales como entre las categorías “negro” y “blanco”. Otro artículo del Times publicado ese mismo día reportó que, durante los disturbios de Los Ánge- les en la primavera de 1992, “cientos de residen- tes hispanos fueron interrogados acerca de su estatus migratorio exclusivamente con base en su raza” (subrayado del autor; Mydans, 1992a, p. A8). El uso de “raza” aquí es inadecuado porque “hispano” por lo general hace referencia al crite- rio lingüístico del grupo étnico (hispanoha- blante), y no a las características biológicas. Dado que los residentes de Los Ángeles fueron interro- gados porque eran hispanos, el artículo en reali- dad reporta discriminación étnica, no racial. En un caso más reciente, considere un dis- curso que pronunció la entonces jueza de la Corte de Apelaciones, Sonia Sotomayor, quien fue no- minada (en mayo de 2009 y confi rmada en agosto de ese año) por el presidente Barak Obama para la Corte Suprema de Estados Unidos. En la con- ferencia que pronunció en 2001 y que tituló “La voz de una jueza latina”, como la “conferencia conmemorativa del juez Mario G. Olmos”, en la escuela de leyes de la University of California, Berkeley, Sotomayor declaró (como parte de un discurso mucho más largo): Esperaría que una mujer latina sabia con la riqueza de su experiencia llegara con frecuen- cia a una mejor conclusión que un hombre blanco que no haya vivido la misma vida (So- tomayor, 2001/2009). Los conservadores, incluido un ex vocero del Congreso, Newt Gingrich, y la presentadora de un programa de radio local, Rush Limbaugh, se apoyaron en esa declaración para evidenciar que Sotomayor era una “racista” o una “racista inversa”. Sin embargo, nuevamente, “latina” es una categoría étnica (y de género femenino) y no racial. Tal vez Sotomayor también usó “hom- bre blanco” como una categoría étnica y de gé- nero, para referirse a los hombres no minorita- rios. Estos ejemplos de la experiencia cotidiana ilustran las difi cultades para distinguir de ma- nera precisa entre las categorías de raza y etnia. Probablemente es mejor usar el término grupo étnico en lugar de raza para describir cualquiera de tales grupos sociales, por ejemplo, afroame- ricanos, asiático-americanos, angloamericanos, hispanos, latinos, latinas e incluso blancos no hispanos. CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA RAZA Las razas son grupos étnicos que se supone (se- gún los miembros de una cultura particular) tie- nen una base biológica, sin embargo, son una construcción social. Las “razas” de las que se es- cucha todos los días son categorías culturales, o sociales, no biológicas. Muchos estadounidenses suponen erróneamente que blancos y negros, por ejemplo, son biológicamente distintos y que di- chos términos representan razas distintas. Sin embargo, esas etiquetas, y los términos raciales que se usan en otras sociedades, en realidad de- signan a grupos culturalmente percibidos y no se basan en características biológicas. Hipodescendencia: raza en Estados Unidos ¿Cómo se construye culturalmente la raza en Es- tados Unidos? En la cultura estadounidense, uno adquiere su identidad racial al nacer, como un estatus adscrito, pero la raza no se basa en la bio- logía o en el simple linaje. Considere el caso del niño de un matrimonio “racialmente mixto” que involucra un padre negro y otro blanco. Se sabe que 50% de los genes del hijo proviene de la ma- dre y otro 50% es responsabilidad del padre. Sin embargo, la cultura estadounidense pasa por alto la herencia y clasifi ca a este hijo como negro. Esta regla es arbitraria. Sobre la base del genotipo (la composición genética), sería igualmente lógico clasifi car al hijo como blanco. Las reglas estadounidenses para asignar esta- tus racial pueden ser incluso más arbitrarias. En algunos estados, cualquier persona que tenga al- gún ancestro negro, sin importar cuán remoto sea, se le clasifi ca como miembro de la raza ne- gra. Ésa es una regla de ascendencia (asigna identidad social sobre la base del linaje), pero de un tipo que es poco común encontrar fuera de ascendencia Identidad social basada en el linaje. 152 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural Estados Unidos contemporáneos. Se le llama hi- podescendencia (Harris y Kottak, 1963), porque automáticamente coloca al hijo de una unión entre miembros de diferentes grupos en el grupo mino- ritario (hipo signifi ca “más bajo”). La hipodescen- dencia divide a la sociedad estadounidense en grupos y hace referencia a aquellos que no tienen acceso a la riqueza, al poder ni al prestigio. El siguiente caso de Louisiana es una exce- lente ilustración de lo arbitrario de la regla de hipodescendencia y del papel que los gobiernos (federal o, en este caso, estatal) juegan para lega- lizar, inventar o erradicar los conceptos de raza y etnicidad (B. Williams, 1989). Susie Guillory Phipps, una mujer de piel clara, con característi- cas caucásicas y cabello negro lacio, descubrió en su adultez que era negra. Cuando Phipps solicitó una copia de su certifi cado de nacimiento, descu- brió que su raza se mencionaba como “de color”. Dado que “se crió como blanca y se casó dos veces como blanca”, Phipps desafi ó una ley de Louisiana de 1970 que declaraba a cualquier per- sona con al menos un treintaidosavo de “sangre negra” como legalmente negra. Aunque el abo- gado del estado admitió que Phipps “parecía una persona blanca”, el estado de Louisiana insistió en que su clasifi cación racial era la adecuada (Yetman, ed., 1991, pp. 3-4). Casos como el Phipps son raros porque la identidad racial por lo general se adscribe al na- cer y no cambia. La regla de hipodescendencia afecta de manera diferente a negros, asiáticos, nativos americanos e hispanos (vea Hunter, 2005). Es más fácil negociar la identidad indígena o hispana que la identidad negra. La regla de adscripción no es tan defi nitiva, y la suposición de una base biológica no es tan fuerte. Para ser considerado nativo americano, puede ser sufi ciente un ancestro de tercer grado (bis- abuelos) o de segundo (abuelos). Esto depende de si la asignación es por ley federal o estatal o por un concejo tribal nativo. El hijo de un his- pano puede afi rmar o no, dependiendo del con- texto, la identidad hispana. Muchos estadouni- denses con abuelo indígena o latino se consideran a ellos mismos blancos y no reivindican su esta- tus de grupo minoritario. Raza en el censo Desde 1790 el U.S. Census Bureau recopila datos sobre la raza. Inicialmente esto se hizo porque la Constitución especifi caba que un esclavo contaba como tres quintas partes de un contribuyente blanco, y porque a los indígenas no se les cobra- ban impuestos. En el censo de 1990 las categoríasraciales que se incluyeron fueron “blanco”, “ne- gro”, “indígena (americano)”, “esquimal”, “aleu- tiano o isleño del Pacífi co” y “otra”. También planteó una pregunta acerca de la herencia espa- ñola-hispana. Observe la fi gura 6.2 para apreciar las categorías raciales en el censo de 2000. La National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) y la National Coun- cil of La Raza (un grupo de defensa de hispanos) se oponen a los intentos de científi cos sociales y ciudadanos interesados por incluir una categoría censal “multirracial”. La clasifi cación racial es un tema político (Goldberg, 2002) que involucra el acceso a recursos, incluidos los empleos, distritos electorales y fondos federales para programas di- rigidos a minorías. La regla de hipodescendencia implica que todo el crecimiento poblacional se atribuye a la categoría minoritaria. Las minorías temen que su infl uencia política decline si sus es- tadísticas disminuyen. Pero la situación está cambiando. La elección de la respuesta “alguna otra raza” en el censo es- tadounidense se duplicó de 1980 (6.8 millones) a 2000 (más de 15 millones), lo que sugiere impreci- siones e insatisfacción con las categorías existentes (Mar, 1997). En el censo de 2000, 2.4% de los esta- dounidenses, o 6.8 millones de personas, eligieron la opción, que se planteó por primera vez, de identifi carse pertenecientes a más de una raza. El número de matrimonios e hijos interraciales va a la alza, y cuestiona el sistema tradicional de clasi- fi cación racial estadounidense. Los hijos “interra- ciales”, “birraciales” o “multirraciales” que crecen con ambos padres indudablemente se identifi can con cualidades particulares de alguno de ellos. Para muchos, es problemático tener una identidad como raza dictada por la regla arbitraria de la hi- podescendencia. Puede ser especialmente discor- dante cuando la identidad racial no va a la par con la identidad de género; por ejemplo, un niño con padre blanco y madre negra, o una niña con ma- dre blanca y padre negro. Una estadounidense birracial, Halle Berry, con su madre. ¿Cuál es la raza de Halle Berry? hipodescendencia Hijos asignados al mismo grupo de un pa- dre minoritario.
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