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Capítulo 6 Etnicidad y raza 155 cluidos trabajos agrícolas) y pertenecer a la clase inferior nacional. Los burakumin y otras mino- rías japonesas también presentan más probabili- dades de realizar actos criminales, prostituirse o dedicarse al entretenimiento y a los deportes (De Vos et al., 1983). Como los afroamericanos en Estados Unidos, los burakumin están estratifi cados, o divididos en clases. Puesto que ciertos empleos se reservan a los burakumin, la gente que tiene éxito en di- chas ocupaciones (por ejemplo, dueños de fábri- cas de calzado) puede ser rica. Los burakumin también encuentran empleos en el gobierno. Y los que alcanzan el éxito fi nanciero temporal- mente pueden escapar de su estatus estigmati- zado al viajar, incluso al extranjero. La discriminación contra los burakumin es sorprendentemente parecida a la que sufren los negros en Estados Unidos. Con frecuencia, los burakumin viven en villas y vecindarios con vi- viendas y servicios sanitarios defi cientes. Tienen acceso limitado a la educación, empleos y servi- cios públicos e instalaciones de salud. En res- puesta a la movilización política de los buraku- min, Japón desmanteló la estructura legal de discriminación contra ellos y trabajó para mejo- rar las condiciones en los buraku. (El sitio web http://blhrri.org/index_e.htm es patrocinado por el Instituto de Liberación Buraku y de Inves- tigación en Derechos Humanos, e incluye la in- formación más reciente acerca del movimiento de liberación buraku.) Sin embargo, Japón toda- vía no instituye programas de acción afi rmativos al estilo estadounidense para garantizar educa- ción y empleo a los burakumin. La discriminación contra los japoneses no mayoritarios todavía es la regla en las compañías. Algunos empleadores di- cen que contratar burakumin daría a sus compa- ñías una imagen sucia y por tanto crearía una desventaja competitiva en relación con otros ne- gocios (De Vos et al., 1983). Fenotipo y fl uidez: raza en Brasil Existen formas de construcción social de la raza más fl exibles y menos excluyentes que las que se presentan en Estados Unidos y Japón. Con el resto de Latinoamérica, Brasil cuenta con catego- rías menos excluyentes, que permiten a los indi- viduos cambiar su clasifi cación racial. Brasil comparte una historia de esclavitud con Estados Unidos, pero carece de la regla de hipodescen- dencia. Brasil tampoco sufre de aversión racial similar a la de Japón. En contraste con Estados Unidos y Japón, los brasileños emplean una gran diversidad de eti- quetas raciales, incluso alguna vez se reportaron más de 500 (Harris, 1970). En Arembepe, una vi- lla de sólo 750 personas ubicada al noreste brasi- leño, encontré 40 términos raciales diferentes (Kottak, 2006). Dentro de su sistema de clasifi ca- ción tradicional, los brasileños reconocen y tra- tan de describir la variación física que existe en su población. El sistema que se emplea en Esta- dos Unidos, al reconocer sólo tres o cuatro razas, limita a los estadounidenses a un rango equiva- lente de contrastes físicos evidentes. El sistema que usan los brasileños para la construcción so- cial de la raza posee otras características especia- les. En Estados Unidos, la raza es un estatus ads- crito; se asigna automáticamente mediante la hipodescendencia y por lo general no cambia. En Brasil, la identidad racial es más fl exible, y más bien un estatus adquirido. La clasifi cación racial de los brasileños pone atención a los fenotipos. Los científi cos distin- guen entre genotipo, o confi guración hereditaria, y fenotipo, características físicas presentes. El ge- notipo es lo que uno es genéticamente; el feno- tipo es la apariencia de uno. Gemelos idénticos y clones tienen el mismo genotipo, pero sus fenoti- pos varían si se criaron en diferentes ambientes. El fenotipo describe los rasgos evidentes de un organismo, su “biología manifi esta”: fi siología y anatomía, incluido el color de piel, la forma del cabello, los rasgos faciales y el color de los ojos. El fenotipo y la etiqueta racial de un brasileño pueden cambiar debido a factores ambientales, como los rayos bronceadores del sol o los efectos de la humedad sobre el cabello. Un brasileño puede cambiar su “raza” (por decir, de “indígena” a “mixto”) al variar su forma de vestir, lenguaje, ubicación (por ejemplo, del medio rural al urbano) e incluso la actitud (por ejemplo, al adoptar comportamiento urbano). Los estigmatizados burakumin de Japón son física y genéticamente indistin- guibles de otros japoneses. En respuesta a la movilización política buraku- min, Japón desmanteló la estructura legal de discriminación contra los burakumin. Este Día del Deporte para los niños burakumin es una muestra de tal tipo de movilizaciones. estratifi cada Estructura de clases, con diferencias en riqueza, prestigio y poder. 156 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural Dos etiquetas raciales/étnicas que se usan en Brasil son indio (indígena) y cabôclo (alguien que “parece indio” pero viste ropa moderna y parti- cipa de la cultura brasileña, en lugar de vivir en una comunidad indígena). Cambios similares en la clasifi cación racial/étnica ocurren en otras partes de América Latina, por ejemplo, Guate- mala. La percepción de raza biológica está in- fl uida no sólo por el fenotipo físico, sino también por la forma de vestir y de actuar. Más aún, las diferencias raciales en Brasil pue- den ser tan insignifi cantes en la estructuración de la vida comunitaria, que la gente puede olvidar los términos que aplicaba a los demás. En ocasio- nes, incluso dejan de lado los que han usado para ellos mismos. En Arembepe, acostumbraba pedir a la misma persona, en diferentes días, que me dijera las razas de los demás en la villa (incluso la mía). En Estados Unidos, siempre soy “blanco” o “euroamericano”, pero en Arembepe recibía mu- chos términos además de branco (“blanco”). Po- día ser claro, louro (“rubio”), sarará (“cabeza roja de piel clara”), mulato claro o mulato. El término racial que se utiliza para describir a cualquiera varía de persona a persona, de semana a semana, e incluso día a día. El mejor informante, un hom- bre con color de piel muy oscuro, cambiaba el término que usaba para sí mismo todo el tiempo: de escuro (“oscuro”) a preto (“negro”) a moreno escuro (“moreno oscuro”). Los sistemas raciales estadounidense y japo- nés son creaciones de culturas particulares y no son descripciones científi cas de las diferencias biológicas humanas. La clasifi cación racial de Brasil también es una construcción cultural, pero los brasileños desarrollaron una forma de descri- bir la diversidad biológica humana que es más detallada, fl uida y fl exible que los sistemas que se usan en la mayoría de las culturas. Brasil ca- rece de la aversión racial de Japón y de la regla de descendencia que atribuye estatus racial en Esta- dos Unidos (Degler, 1970; Harris, 1964). Durante siglos, Estados Unidos y Brasil han tenido poblaciones mixtas, con ancestros de la América indígena, Europa, África y Asia. Aun- que las razas se han mezclado en ambos países, las culturas brasileña y estadounidense constru- yeron los resultados de modo diferente. Las razo- nes históricas para ese contraste se encuentran principalmente en las diferentes características de los colonizadores en ambos países. Los prime- ros colonizadores que llegaron a Estados Unidos, principalmente ingleses, fueron mujeres, hom- bres y familias, pero los colonizadores portugue- Las fotografías que tomé en Brasil entre 2003 y 2004 muestran sólo un fragmento del espectro de la diversidad fenotípica que se encuentra entre los brasileños contemporáneos.
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