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Capítulo 7 Ganarse la vida 189 artículos que producen no les pertenecen, son para vender y acarrean benefi cios a su emplea- dor. Tal alienación signifi ca que ellos no sienten fuerte orgullo o identifi cación personal con sus productos. Ven que éstos pertenecen a alguien más, no al hombre o a la mujer que trabajó para hacerlos. Por el contrario, en las sociedades no industriales, las personas por lo general desem- peñan el trabajo de principio a fi n y dan un sen- tido de logro al producto. Los frutos de su labor les pertenecen a ellos y no a terceros. En las sociedades no industriales, la relación económica entre colaboradores sólo es un as- pecto de una relación social más general. No sólo son colaboradores sino parientes consanguíneos, parientes políticos o celebrantes en el mismo ri- tual. En las naciones industriales, la gente por lo general no trabaja con parientes y vecinos. Si los colaboradores son amigos, la relación personal por lo general se desarrolla afuera del lugar del empleo común, en vez de basarse en una asocia- ción previa. Por tanto, los trabajadores industriales man- tienen relaciones impersonales con sus produc- tos, colaboradores y empleadores. La gente vende su fuerza de trabajo por dinero, y el domi- nio económico se aparta de la vida social ordina- ria. Sin embargo, en las sociedades no industria- les, las relaciones de producción, distribución y consumo son relaciones sociales con aspectos econó- micos. La economía no es una entidad separada, sino que está incrustada en la sociedad. Un caso de alienación industrial Durante décadas, el gobierno de Malasia ha pro- movido la industria orientada a la exportación, lo que permite a las compañías trasnacionales instalar operaciones manufactureras con uso in- tenso de mano de obra en la Malasia rural. La industrialización de Malasia es parte de una es- trategia global. Al buscar mano de obra más ba- rata, las corporaciones con ofi cinas centrales en Japón, Europa occidental y Estados Unidos mue- ven sus fábricas a países en desarrollo. Malasia tiene cientos de subsidiarias japonesas y estado- unidenses, que principalmente producen ropa deportiva, alimentos procesados y componentes electrónicos. En las plantas electrónicas de la Ma- lasia rural, miles de mujeres jóvenes de familias campesinas ensamblan microchips y microcompo- nentes para transistores y condensadores. Aihwa Ong (1987) realizó un estudio de los trabajadores de ensamblado de electrónicos en un área donde el 85% de los empleados eran mujeres jóvenes solteras de poblados cercanos. Ong descubrió que, a diferencia de las muje- res del poblado, las trabajadoras de la fábrica tenían que enfrentar una rígida rutina laboral y constante supervisión de parte de los varones. Las fábricas valoran la disciplina que se enseña en escuelas locales; los uniformes ayudan a preparar a las niñas para el código de vestimenta en la fá- brica. Las mujeres del poblado visten largas túni- cas holgadas, pareos y sandalias, pero las trabaja- dores de la fábrica se sienten restringidas porque tienen que vestir overoles ceñidos y pesados guantes de hule. El ensamblado de componentes electrónicos requiere una labor concentrada y pre- cisa. El trabajo demandante y agotador de estas fábricas ilustra la separación de la actividad inte- lectual de la manual: la alienación que Karl Marx consideró como la característica que defi ne el tra- bajo industrial. Una mujer declara acerca de sus jefes: “nos explotan demasiado, como si no pensa- ran que nosotras también somos seres humanos” (Ong, 1987, p. 202). El trabajo en la fábrica tam- poco brinda a las mujeres una recompensa fi nan- ciera sustancial, dados los bajos salarios, la incerti- dumbre laboral y las exigencias familiares sobre el salario. Por lo general las mujeres jóvenes trabajan sólo algunos años. Las cuotas de producción, tres turnos diarios, tiempo extra y la supervisión co- bran su factura con agotamiento mental y físico. Una respuesta a las relaciones fabriles de la producción ha sido la “posesión del espíritu” de las mujeres de la fábrica. Ong interpreta este fe- nómeno como la protesta inconsciente de las tra- bajadoras contra la disciplina laboral y el control masculino del escenario industrial. En ocasiones las posesiones toman la forma de histeria colec- tiva. Los “espíritus” simultáneamente invaden hasta a 120 trabajadoras de la fábrica. Hombres tigre (el equivalente malayo de los hombres lobo) llegan para vengar la construcción de una fábrica en los cementerios aborígenes. La tierra pertur- bada y los espíritus de la tumba invaden el piso de la planta. Primero las mujeres ven los espíri- tus; luego invaden sus cuerpos. Las mujeres se ponen violentas y gritan insultos. Los hombres tigre envían a las mujeres ataques de llanto, risas y gritos. Para lidiar con la posesión, las fábricas contratan médicos brujos locales, que sacrifi can pollos y cabras para apaciguar a los espíritus. Esta solución funciona solamente algún tiempo; la posesión todavía continúa. Las mujeres de la fábrica siguen actuando como vehículos para ex- presar sus propias frustraciones y la ira de los fantasmas vengadores. Ong argumenta que la posesión espiritual de- nota angustia, y resistencia, a las relaciones capi- talistas de la producción. Sin embargo, al involu- crarse en esta forma de rebelión, las mujeres de las fábricas evitan una confrontación directa con la fuente de su malestar. Ong concluye que la po- sesión espiritual, aunque expresa resentimiento reprimido, no hace mucho para modifi car las condiciones de la fábrica. (Otras tácticas, como la sindicalización, harían mucho más.) La posesión espiritual incluso puede ayudar a mantener el sistema actual al operar como una válvula de es- cape para las tensiones acumuladas. 190 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural ECONOMIZAR Y MAXIMIZAR Los antropólogos económicos están preocupados por dos cuestiones principales: 1. ¿Cómo se organizan la producción, la distri- bución y el consumo en diferentes socieda- des? Esta pregunta se enfoca en los sistemas de comportamiento humano y su organiza- ción. 2. ¿Qué motiva a la gente en diferentes cultu- ras a producir, distribuir o intercambiar, y consumir? Aquí el foco no se ubica en los sis- temas de comportamiento, sino en los moti- vos de los individuos que participan en di- chos sistemas. Los antropólogos consideran tanto a los siste- mas económicos y las motivaciones desde una perspectiva transcultural. La motivación es una preocupación de los psicólogos, pero también ha sido, implícita o explícitamente, un asunto de inte- rés para economistas y antropólogos. Los econo- mistas tienden a suponer que los productores y distribuidores toman decisiones racionalmente al usar el motivo de la ganancia, así como hacen los consumidores cuando salen de compras en busca de la mejor oferta. Aunque los antropólogos saben que el motivo de ganancia no es universal, la supo- sición de que los individuos tratan de maximizar las ganancias es básica para la economía mundial capitalista y para gran parte de la teoría económica occidental. De hecho, el tema de estudio de los economistas con frecuencia se defi ne como econo- mizar, o la asignación racional de medios (o recur- sos) escasos a fi nes (o usos) alternativos. ¿Qué signifi ca esto? La teoría económica clá- sica supone que los deseos personales son infi - nitos y que los medios son limitados. Dado que los medios son limitados, la gente debe hacer elecciones acerca de cómo usar sus escasos re- cursos: su tiempo, trabajo, dinero y capital. (El apartado “Valorar la diversidad” de este capí- tulo cuestiona la idea de que la gente siempre hace elecciones económicas con base en la esca- sez.) Los economistas suponen que, cuando se enfrenta con elecciones y decisiones, la gente tiende a tomar aquella que maximiza la ganan- cia. Se supone que ésta es la elección más racio- nal (razonable). Los economistas clásicos del sigloxix y algu- nos contemporáneos señalan que los individuos eligen maximizar la ganancia. No obstante, cier- tos economistas reconocen ahora que los indivi- duos en las culturas occidentales, como en otras, pueden estar motivados por muchas otras me- tas. Dependiendo de la sociedad y la situación, la gente puede tratar de maximizar la ganancia, la riqueza, el prestigio, el placer, la comodidad o la armonía social. Es posible que los individuos pretendan cristalizar sus ambiciones personales o familiares, o las de algún grupo al que perte- nezcan (vea Sahlins, 2004). En Vietnam, Malasia y otras partes del sureste asiático, cientos de miles de mujeres jóvenes de familias campesinas ahora trabajan en fábricas. Con aproxi- madamente 50 000 empleadas, Nike es el empleador pri- vado más grande de Vietnam, y cada año exporta 22 millones de pares de zapatos. Aquí se muestra a algunas de las em- pleadas de Nike en Cu Chi, Vietnam. economizar Asignación de medios escasos entre fi nes alternativos.
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