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Antropología Cultural 1-páginas-86

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193Capítulo 7 Ganarse la vida
A lo largo del territorio de los betsileo, el 
crecimiento y la densidad poblacional impul-
san la emigración. Localmente, escasean tie-
rra, empleos y dinero. Una mujer con ancestros 
de Ivato, ahora residente de la capital nacio-
nal (Antananarivo), indicó que la mitad de los 
niños de Ivato ahora vive en dicha ciudad. 
Aunque estaba exagerando, un censo de to-
dos los descendientes de Ivato revela una 
sustancial emigración y población urbana.
La historia reciente de Ivato es de cre-
ciente participación en una economía mone-
taria. Dicha historia, combinada con la presión 
de una población creciente y con necesidad 
de recursos locales, ha hecho de la escasez 
no sólo un concepto, sino una realidad de los 
ivatanos y sus vecinos.
sarrollado en sociedades estables orientadas 
a la subsistencia, que en las sociedades ca-
racterizadas por la industrialización, en parti-
cular conforme aumenta la dependencia en 
bienes de consumo.
Pero, con la globalización de las últimas 
décadas, cambios signifi cativos han afec-
tado a los bestileo, y a la mayoría de los pue-
blos no industriales. En mi última visita a 
Ivato, en 2006, los efectos del dinero y del 
rápido aumento de la población fueron evi-
dentes ahí, y a lo largo de Madagascar, 
donde la tasa de crecimiento nacional había 
sido de aproximadamente 3% anual. La po-
blación de Madagascar se duplicó entre 
1966 y 1991, de 6 a 12 millones de personas. 
En la actualidad hay cerca de 18 millones 
(Kottak, 2004). Un resultado de la presión de-
mográfi ca es la intensifi cación de la agricul-
tura. En Ivato, los granjeros que anteriormente 
sólo cultivaban arroz, ahora después de co-
secharlo, usan la misma tierra para cultivos 
comerciales, como los de zanahorias. Otro 
cambio que afectó a los Ivato en años re-
cientes fue la descomposición del orden so-
cial y político, alimentado por la creciente 
demanda de dinero.
El abigeato de reses se convirtió en una 
creciente amenaza. Los ladrones de ganado 
(en ocasiones de poblados vecinos) aterrori-
zan a los campesinos que anteriormente se 
sentían seguros en sus poblados. Parte del 
ganado robado se lleva a las costas para ex-
portación comercial a islas cercanas. Ente los 
abigeos destacan jóvenes relativamente bien 
educados que estudiaron lo sufi ciente como 
para sentirse cómodos en la negociación con 
los extranjeros, pero que no han podido en-
contrar trabajo formal y no quieren trabajar 
en los campos de arroz como sus ancestros 
campesinos. El sistema de educación formal 
los ha familiarizado con instituciones y nor-
mas externas, incluida la necesidad de dinero. 
Los conceptos de escasez, comercio y reci-
procidad negativa ahora fl orecen entre los 
betsileo.
Durante mi más reciente visita al territorio 
betsileo atestigüé otra sorprendente eviden-
cia de la nueva adicción por el dinero. En el 
pueblo principal cerca de Ivato, las personas 
venden piedras preciosas como las turmali-
nas, que encuentran por casualidad en arro-
zales locales. Vimos un cuadro sorprendente: 
docenas de pobladores destruyeron un re-
curso ancestral: cavaron un gran arrozal en 
busca de turmalinas. Esto es una clara evi-
dencia de la intrusión del dinero en la econo-
mía local de subsistencia.
Mujeres que descascaran arroz en un pueblo betsileo. En el poblado de Ivato, los granjeros 
que tradicionalmente sólo cultivaban arroz en sus campos ahora, después de cosecharlo, 
usan la misma tierra para cultivos comerciales, como los de zanahorias.
194 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
residencia de un jefe. Los productos usualmente 
se movilizan a través de jerarquía de ofi ciales 
para almacenarse en el centro. A lo largo del ca-
mino, los ofi ciales y sus dependientes pueden 
consumir algunos de ellos, pero aquí el principio 
de intercambio es la redistribución. Con el 
tiempo, el fl ujo de bienes invierte su dirección: 
desde el centro, a través de la jerarquía y de 
vuelta a la gente común.
Un ejemplo de un sistema de redistribución 
proviene de los cherokee, los dueños originales 
del valle de Tennessee. Los cherokee eran granje-
ros productores que subsistieron con maíz, frijo-
les y calabaza, y complementaban su dieta con la 
caza y la pesca; además, tenían caciques. Cada 
uno de sus poblados principales poseía una 
plaza central, que servía para reuniones del con-
cejo del cacique y las fi estas redistributivas. De 
acuerdo con la costumbre cherokee, cada granja 
familiar tenía un área donde la familia podía 
apartar una porción de su cosecha anual para el 
cacique. Este suministro de maíz se utilizaba 
para alimentar a los necesitados, así como para 
los viajeros y guerreros que cruzaban territorio 
amigo. Ese almacén de alimentos se hallaba dis-
ponible para cualquier persona necesitada, con el 
entendido de que “pertenecía” al jefe y se distri-
buía por su generosidad. El cacique también era 
el anfi trión de las fi estas de redistribución que se 
realizaban en los poblados principales (Harris, 
1978).
Reciprocidad
La reciprocidad es el intercambio entre iguales 
sociales, quienes por lo general se relacionan por 
parentesco, matrimonio u otro lazo personal cer-
cano. Puesto que ocurre entre iguales sociales, 
domina en las sociedades más igualitarias: entre 
forrajeros, cultivadores y pastores. Existen tres 
grados de reciprocidad: generalizada, equili-
brada y negativa (Sahlins, 1968, 2004; Service, 
1966). Éstos se pueden imaginar como puntos 
dentro de un continuo defi nido por las siguientes 
preguntas:
1. ¿Qué tan cercana es la relación entre las partes 
del intercambio?
2. ¿Con qué rapidez se ofrecen los regalos recí-
procos y cuál es el desinterés?
La reciprocidad generalizada, la forma más pura 
de reciprocidad, es característica de los intercam-
bios entre parientes cercanos. En la reciprocidad 
equilibrada aumenta la distancia social, así como 
la necesidad de ser recíproco. En la reciprocidad 
negativa, la distancia social es más grande y la 
reciprocidad es cuidadosamente calculada. Este 
rango, de generalizada a negativa, se llama con-
tinuo de reciprocidad.
Con la reciprocidad generalizada alguien da 
a otra persona y no espera algo concreto o inme-
diato a cambio. Tales intercambios (incluidos los 
regalos que los padres dan en Estados Unidos 
contemporáneo) no son transacciones principal-
mente económicas, sino expresiones de relacio-
nes personales. La mayoría de los padres no lleva 
la cuenta de cada centavo que gasta en sus hijos. 
Simplemente esperan que éstos respeten las cos-
tumbres de su cultura que involucran valores 
como el amor, el honor, la lealtad y otras obliga-
ciones hacia los padres.
vivir la antropología VIDEOS
¿Pólizas de seguros para cazadores-recolectores?
Este video presenta a Polly Wiesnner, etnólogo (antro-
pólogo cultural) que trabajó entre los san (“bosquima-
nos”) durante 25 años. El video contrasta la forma de 
vida forrajera con otras economías, en términos de al-
macenamiento, riesgo y seguridad en tiempos de es-
casez. Las naciones industriales cuentan con bancos, 
refrigeradores y pólizas de seguros. Los pastores tie-
nen rebaños, que almacenan carne y riqueza en vivo. 
Los granjeros poseen almacenes y graneros. ¿Cómo 
los san anticipan y enfrentan los tiempos difíciles? 
¿Con qué forma de seguro cuentan? ¿Qué fue, de 
acuerdo con Wiesnner, lo que permitió al Homo sa-
piens “colonizar tantos nichos en este mundo”?
Compartir los frutos de la producción, un pilar de muchas sociedades no in-
dustriales, también es una meta de las naciones socialistas, como China. Estos 
trabajadores en la provincia Yunnan se esfuerzan por distribuir de manera 
igualitaria la carne.
reciprocidad
Principio que gobierna 
el intercambio entre 
iguales sociales.
continuo de 
reciprocidad
Va desde la reciprocidad 
generalizada (relación cer-
cana/retorno diferido) 
hasta la reciprocidad nega-
tiva (extraños/retorno 
inmediato).
reciprocidad 
generalizadaIntercambios entre indivi-
duos con relación cercana.

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