Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
206 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural TIPOS Y TENDENCIAS Hace décadas, el antropólogo Elman Service (1962) mencionó cuatro tipos, o niveles, de orga- nización política: banda, tribu, cacicazgo y Es- tado. En la actualidad, ninguna de dichas entida- des u organizaciones políticas puede estudiarse como una forma independiente de organización política, pues todas existen dentro de los estados nacionales y se encuentran sujetas al control esta- tal. Hay evidencia arqueológica de bandas, tri- bus y cacicazgos tempranos que existieron antes de la aparición de los primeros Estados. Sin em- bargo, dado que la antropología nació mucho después que el origen del Estado, los antropólo- gos nunca han podido observar una banda, tribu o cacicazgo “en persona”, fuera de la infl uencia de algún Estado. Todas las bandas, tribus y caci- cazgos conocidos a través de la etnografía han sido encontrados dentro de las fronteras de un Estado. Sin embargo, puede haber líderes políti- cos locales (por ejemplo, jefes de poblados) y fi - guras regionales (por ejemplo, jefes) del tipo que se discutirá en el presente capítulo, pero todos existen y funcionan dentro del contexto de la or- ganización estatal. Una banda se refi ere a un pequeño grupo ba- sado en el parentesco (todos los miembros se rela- cionan entre sí por parentesco o lazos matrimo- niales) que se encuentra entre los forrajeros. Las tribus tienen economías que se basan en la pro- ducción de alimentos de manera no intensiva (horticultura y pastoreo). Al vivir en villas y or- ganizarse en grupos de parentesco basados en la ascendencia común (clanes y linajes), las tribus carecen de un gobierno formal y no tienen me- dios confi ables para reforzar las decisiones políti- cas. El cacicazgo se refi ere a una forma de organi- zación sociopolítica intermedia entre la tribu y el Estado. En los cacicazgos las relaciones sociales se basan principalmente en el parentesco, el ma- trimonio, la ascendencia, la edad, la generación y el género, tal como en las bandas y tribus. Aun- que los cacicazgos se basaron en el parentesco, hay diferencias signifi cativas en el acceso a los recursos (algunas personas poseen más riqueza, prestigio y poder que otras) y una estructura po- lítica permanente. El Estado es una forma de or- ganización sociopolítica basada en una estruc- tura gubernamental formal y estratifi cación socioeconómica. Las cuatro etiquetas de la tipología de Ser- vice son demasiado simples para explicar la di- versidad y complejidad políticas que se han es- tudiado desde la arqueología y la etnografía. Se verá, por ejemplo, que las tribus han variado ampliamente en sus sistemas e instituciones po- líticas. No obstante, la tipología de Service re- salta algunos contrastes signifi cativos en orga- nización política, especialmente los que existen entre estados y sociedades que carecen de ellos. Por ejemplo, en las bandas y tribus, a diferencia de los estados, que cuentan con gobiernos clara- mente visibles, la organización política no so- bresale como algo separado y distinto del orden social total. En las bandas y tribus es difícil dis- tinguir entre un acto o evento político y uno me- ramente social. La clasifi cación de Service “banda”, “tribu”, “cacicazgo” y “Estado” alude a categorías o tipos dentro de una tipología sociopolítica. Dichos tipos se correlacionan con las estrategias adaptativas (ti- pología económica) que se estudian en el capítulo “Ganarse la vida”. Por consiguiente, los forraje- ros (un tipo económico) tienden a organizarse en bandas (un tipo sociopolítico). De igual modo, muchos horticultores y pastores viven en socie- dades tribales (o, más simplemente, tribus). Aun- que la mayoría de los cacicazgos se basan en eco- nomías agrícolas, el pastoreo era relevante en algunos cacicazgos de Medio Oriente. Los esta- dos no industriales por lo general descansan so- bre una base agrícola. La producción de alimentos generó poblacio- nes más grandes y densas, y economías más complejas que la de los forrajeros. También sur- gieron problemas de regulación, que dieron lu- gar a relaciones y vinculaciones de mayor com- plejidad. Muchas tendencias sociopolíticas refl ejan las crecientes demandas reguladoras aso- ciadas con la producción de alimentos. Los ar- queólogos las han estudiado a través del tiempo, y los antropólogos culturales las observaron en- tre grupos contemporáneos. tribu Sociedad productora de alimentos con estructura política rudimentaria. Entre los forrajeros tropicales, las mujeres realizan una importante aportación económica mediante la recolección, como sucede entre los san de Namibia. ¿Qué evidencia observa en esta fotografía de que los forrajeros contemporá- neos participan en el sistema mundial moderno? Capítulo 8 Sistemas políticos 207 BANDAS Y TRIBUS Este capítulo examina una serie de sociedades con diferentes sistemas políticos. Para cada una se abordará un conjunto común de preguntas. ¿Qué tipos de grupos sociales tiene la sociedad? ¿Cómo se afi lia la gente a dichos grupos? ¿Cómo se vinculan los grupos con otros más grandes? ¿Cómo los grupos se representan mutuamente? ¿Cómo se regulan sus relaciones internas y ex- ternas? Para responder tales preguntas, se co- menzará con las formas de organización en ban- das y tribus, y luego se revisarán los cacicazgos y estados. Bandas forrajeras Los cazadores-recolectores modernos no deben verse como representantes de personas de la edad de piedra, todas ellas recolectoras. ¿Cuánto pueden decirnos los forrajeros contemporáneos y recientes acerca de las relaciones económicas y sociales que caracterizaron a la humanidad antes de la etapa de producción de alimentos? Los fo- rrajeros modernos, después de todo, viven en estados nacionales y en un mundo interconec- tado. Durante generaciones, los pigmeos del Congo han compartido un mundo social e inter- cambios económicos con sus vecinos, que son cultivadores. Todos los forrajeros comercian ahora con productores de alimentos. Parte del consumo de la mayoría de los cazadores-recolec- tores contemporáneos se da gracias al apoyo de los gobiernos y misioneros. Los san En el capítulo “Ganarse la vida” se vio cómo las políticas del gobierno de Botswana afectaron a los basarwa san, a quienes se reubicó al conver- tir sus tierras ancestrales en una reserva de la vida salvaje (Motseta, 2006). El gobierno de Botswana no es el primero en implementar polí- ticas y sistemas que afectan a los basarwa san. Durante 2 000 años, los hablantes bantú (granje- ros y pastores) y los europeos han infl uido en los hablantes san (“bosquimanos”) del sur de África. Edwin Wilmsen (1989) argumenta que a muchos san descendientes de pastores se les empujó a vivir en el desierto debido a condicio- nes de pobreza y opresión. Él ve a los san de hoy como una subclase rural en un sistema político y económico más grande dominado por pro- ductores de alimentos europeos y bantúes. Como resultado de dicho sistema, muchos san ahora cuidan ganado para los bantúes más ricos en lugar de recolectar de manera independiente. También domesticaron animales, lo que indica un movimiento que los alejó de su estilo de vida recolector. Susan Kent (1992, 1996) destacó una tendencia a estereotipar a los forrajeros, que a la par los amenaza. Éstos han sido tildados de aislados y primitivos supervivientes de la edad de piedra. Un nuevo estereotipo los concibe como gente necesitada de cultura confi nada en la margina- ción por los estados, el colonialismo o los acon- tecimientos mundiales. Incluso si esta última concepción raya con frecuencia en la exagera- ción, es probablemente más adecuada que la primera. Los forrajeros modernos difi eren sus- tancialmente de los cazadores-recolectores pre- históricos. Kent (1996) hizo hincapié en las variaciones entre los forrajeros, al centrarse en la diversidad temporal y espacial entre los san. La naturaleza de la vida san ha cambiado considerablemente desdelas décadas de 1950 y 1960, cuando una serie de antropólogos de la Universidad de Har- vard, en los que se incluye a Richard Lee, se em- barcaron en un estudio sistemático de la vida en el Kalahari. Lee y otros estudiosos documenta- ron muchos de esos cambios en varias publica- ciones (Lee, 1979, 1984, 2003; Silberbauer, 1981; Tanaka, 1980). Tal investigación longitudinal en- frenta variación temporal, mientras el trabajo de campo en muchas áreas san ha revelado varia- ción espacial. Uno de los contrastes más signifi - cativos se halló entre los grupos establecidos (se- dentarios) y los nómadas (Kent y Vierich, 1989). A pesar de que el sedentarismo se ha incremen- tado sustancialmente en años recientes, algunos grupos san (de las regiones ribereñas) ya habían sido sedentarios por generaciones. Otros, inclu- yendo a los Dobe Ju/’hoansi san estudiados por Lee (1984, 2003) y los Kutse san con los que Kent trabajó, han conservado su estilo de vida como cazadores-recolectores. Los forrajeros modernos no son reliquias de la edad de piedra, fósiles vivientes, tribus perdidas o buenos salvajes. Sin embargo, en la medida en que el forrajeo ha sido la base de su subsistencia, los cazadores-recolectores contemporáneos y re- cientes muestran los vínculos entre una econo- mía forrajera y otros aspectos de la sociedad y la cultura. Por ejemplo, los grupos san que todavía son móviles, o que lo fueron hasta hace poco tiempo, enfatizan la igualdad social, política y de género. Un sistema social basado en el paren- tesco, la reciprocidad y el compartir es apropiado para una economía con pocas personas y recur- sos limitados. La búsqueda nómada de plantas salvajes y animales tiende a desalentar los asen- tamientos permanentes, la acumulación de ri- queza y las distinciones de estatus. En ese con- texto, las familias y bandas han sido unidades sociales adaptativas. Las personas tienen que compartir carne cuando la consiguen; de otro modo se pudre. Bandas forrajeras, pequeñas unidades sociales nómadas o seminómadas se reúnen estacional- mente cuando las familias nucleares que las com- ponen se juntan. Las familias particulares en una banda varían año con año. El matrimonio y el
Compartir