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Antropología Cultural 2-páginas-2

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238 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
En las sociedades sin Estado, la estratifi cación 
de género con frecuencia resulta del prestigio 
más que de la riqueza. En su estudio de los ilon-
gots del norte de Luzón, en Filipinas (fi gura 9.1), 
Michelle Rosaldo (1980a) describió las diferen-
cias de género relacionadas con el valor cultural 
positivo atribuido a la aventura, los viajes y el 
conocimiento del mundo externo. Con más fre-
cuencia que las mujeres, los hombres ilongot, 
como cazadores de cabezas, visitaban lugares 
distantes. Adquirían conocimiento del mundo 
exterior, amasaban experiencias y regresaban a 
expresar su conocimiento, aventuras y senti-
mientos en discursos públicos. Como resultado, 
adquirían fama. El prestigio de las mujeres ilon-
got resultaba inferior porque éstas no contaban 
con experiencias externas sobre las cuales basar 
su conocimiento y expresarlo espectacularmente. 
Sobre la base del estudio de Rosaldo y los hallaz-
gos en otras sociedades sin Estado, Ong (1989) 
argumenta que debe distinguirse, en una socie-
dad dada, entre sistemas de prestigio y poder 
real. El alto prestigio masculino puede no entra-
ñar poder económico o político de los hombres 
sobre sus familias.
PATRONES DE GÉNERO 
RECURRENTES
Recuerde de los capítulos anteriores que los etnó-
logos comparan datos etnográfi cos de culturas 
diversas, es decir, datos transculturales, para 
descubrir y explicar diferencias y similitudes. 
Los datos relevantes para el estudio transcultural 
del género pueden extraerse de los dominios de 
la economía, la política, la actividad doméstica, 
el parentesco y el matrimonio. La tabla 9.1 mues-
tra datos transculturales sobre la división del tra-
bajo por género en 185 sociedades elegidas al 
azar.
Al recordar la discusión, en el capítulo de cul-
tura, sobre rasgos universales, generalidades y 
particularidades, los hallazgos de la tabla 9.1 
acerca de la división del trabajo por género son 
ejemplo de generalidades. Entre las sociedades 
que la etnografía ha estudiado hay una tendencia 
muy fuerte a identifi car actividades de acuerdo 
al género, por ejemplo, señalar que los hombres 
construyen botes; sin embargo, hay excepciones 
como las mujeres del grupo nativo americano lla-
mado hidatsa, que construían los botes que usa-
ban para cruzar el río Misuri. Tradicionalmente, 
los hidatsa eran granjeros y cazadores de bison-
tes en las planicies norteamericanas; ahora viven 
en Dakota del Norte. Otra excepción son las mu-
jeres pawnee que trabajaban la madera; éste es el 
único grupo nativo americano que asignó tal ac-
tividad a las mujeres. (Los pawnee, también 
granjeros de las planicies y cazadores de bison-
tes, originalmente vivían en lo que ahora es Ne-
braska y Kansas centrales; ahora radican en una 
reservación en Oklahoma norte central.) Entre 
los “pigmeos” mbuti de la selva ituri de África, 
las mujeres cazan al capturar pequeños animales 
lentos, usando sus manos o una red (Murdock y 
Provost, 1973).
Las excepciones a las generalizaciones trans-
culturales pueden involucrar sociedades e indi-
viduos. Esto es: una sociedad como la hidatsa 
contradice la generalización transcultural de que 
los hombres construyen botes al asignar la tarea 
a las mujeres. O, en una sociedad donde la expec-
tativa cultural es que sólo los hombres constru-
yen botes, una mujer o mujeres particulares pue-
den contradecir esa expectativa al realizar la 
actividad masculina. En la tabla 9.1 es evidente 
que, en una muestra de 185 sociedades, ciertas 
vivir la antropología VIDEOS
Marginalización de las mujeres
A pesar de las declaraciones de igualdad, la mitad de 
la población mundial sufre discriminación. Muchas cul-
turas favorecen a los hijos varones, y refuerzan una 
mentalidad de que las mujeres son inferiores a los 
hombres. Este video examina la devaluación econó-
mica, política, social y cultural de las mujeres. Con 
base en la discusión del capítulo, señale si la discrimi-
nación de género es inevitable.
Manila
Mar del sur
de China
Mar de
Filipinas
Mar
Sibuyán
Bahía de
Manila
Bahía Lamón
Lin
g
ayén 
G
o
lfo 
Luzón
Mindoro
ILONGOTS
50 km25
0
0
50 mi25
N
FIGURA 9.1 Ubicación de los ilongots en 
Filipinas.
Capítulo 9 Género 239
actividades (“actividades intercambiables”) se 
asignan tanto a hombres como a mujeres. Entre 
las más importantes destacan la plantación, así 
como el cuidado y la cosecha de los cultivos. Más 
adelante se verá que algunas sociedades acos-
tumbran asignar más actividades agrícolas a las 
mujeres, mientras que en otras los varones son 
los principales trabajadores agrícolas. Entre las 
tareas que casi siempre se asignan a los hombres 
(tabla 9.1), algunas (por ejemplo, la caza de gran-
des animales en tierra y mar) parecen claramente 
relacionadas con su tamaño y fuerza promedio. 
Culturalmente otras, como el trabajo de madera 
y la elaboración de instrumentos musicales, las 
realizan de manera indistinta hombres y muje-
res. Éstas, desde luego, no se hallan exentas de 
trabajo físico arduo y consumidor de tiempo, 
como la recolección de madera para fogatas y el 
transporte de agua. En Arembepe, Bahía, Brasil, 
las mujeres de manera rutinaria transportan agua 
en botes de cinco galones —que colocan sobre 
sus cabezas— desde pozos y lagunas hacia sus 
casas ubicadas a largas distancias.
Note que la tabla 9.1 no menciona el comercio 
y las actividades de mercadeo, en las que son ac-
tivos tanto hombres como mujeres. ¿La tabla 9.1 
es un poco androcéntrica al contemplar más ta-
reas masculinas que femeninas? Las mujeres se 
TABLA 9.1 Generalidades en la división del trabajo por género, con base en datos 
de 185 sociedades
ACTIVIDADES GENERALMENTE 
MASCULINAS
ACTIVIDADES INTERCAMBIABLES 
(MASCULINAS O FEMENINAS)
ACTIVIDADES GENERALMENTE 
FEMENINAS
Cazar grandes animales acuáticos 
(por ejemplo, ballenas, morsas)
Encender fuego Recolección de combustible (por 
ejemplo, madera)
Fundición de minerales Mutilación corporal Elaboración de bebidas
Metalurgia Curtido de pieles Recolección de plantas salvajes
Tala de árboles Recolección de pequeños animales 
terrestres
Producción de lácteos (por ejemplo, 
elaboración de mantequilla)
Caza de grandes animales terrestres Siembra de cultivos Hilar
Trabajos de maderas Fabricación de productos de piel Lavar
Caza de aves Cosechar Transportar agua
Elaboración de instrumentos 
musicales
Cuidado de cultivos Cocinar
Captura de animales con trampas Ordeña Preparar alimentos vegetales (por 
ejemplo, procesar granos y cereales)
Construcción de botes Cestería
Trabajo con piedras Transportar cargas
Trabajos de huesos, cuernos y 
conchas
Elaboración de tapetes
Minería y explotación de canteras Cuidar animales pequeños
Colocación de huesos Preservar carne y peces
Carnicería* Tejer en telar
Recolección de miel Alfarería
Limpieza de terrenos
Pesca
Pastoreo de grandes animales de 
rebaño
Construcción de casas
Preparación de suelos
Fabricación de redes
Fabricación de sogas
*Las actividades que se ubican arriba de “carnicería” casi siempre las realizan hombres; las que van de “carnicería” a “fabricación de 
sogas” por lo general también las realizan los varones.
FUENTE: Adaptado de G.P. Murdock y C. Provost, “Factors in the Division of Labor by Sex: A Cross-Cultural Analysis,” Ethnology 12(2) 
abril 1973: 202-225. Copyright © 1973 University of Pittsburgh. Reimpreso con permiso.
240 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
dedican más al cuidado infantil que los varones. 
Sin embargo, el estudio en el que se basa la tabla 
9.1 no reconoce las actividades domésticas con 
tanto detalle como las extradomésticas. Piense en 
la tabla 9.1 en términos de los roles domésticos y 
laborales que actualmente realizan mujeres y hom-
bres. Éstos todavía realizan la mayor parte de la 
cacería; pero cualquier género puede “recolec-
tar” la miel en un supermercado; el cuidado in-
fantil —que no se incluye en la tabla 9.1— sigue 
estando en manos femeninas.
Transculturalmente,tanto hombres como mu-
jeres aportan de forma casi igual a la subsistencia 
(tabla 9.2). Como se aprecia en las tablas 9.3 y 9.4, 
predomina el trabajo de las mujeres en las activi-
dades domésticas y el cuidado infantil. La tabla 
9.3 muestra que, en aproximadamente la mitad 
de las sociedades que se estudiaron, los hombres 
virtualmente no realizaron trabajo doméstico. In-
cluso en las sociedades donde los hombres reali-
zan algunas labores domésticas, el grueso de tal 
trabajo lo llevan a cabo las mujeres. Al reunir sus 
actividades de subsistencia y sus labores domés-
ticas, las mujeres tienden a trabajar más horas 
que los varones. ¿Esto ha cambiado en el mundo 
contemporáneo?
¿Y qué hay del cuidado infantil? Las mujeres 
tienden a ser los principales cuidadores en la ma-
yoría de las sociedades, pero con frecuencia los 
hombres también tienen un papel. De nuevo, 
existen excepciones, tanto dentro como entre so-
ciedades. La tabla 9.4 usa datos transculturales 
para responder la pregunta “¿quién, hombres o 
mujeres, tiene la última palabra sobre el cuidado, 
manejo y disciplina de los niños menores de cua-
tro años?” Aunque las mujeres ejercen la autori-
dad principal sobre los infantes en dos tercios 
de las sociedades, existen sociedades (18% del 
total) en las que los hombres dicen la última pa-
labra. En la actualidad, en Estados Unidos y Ca-
nadá, algunos varones son los principales cui-
dadores a pesar del hecho cultural de que el 
papel de la mujer en el cuidado infantil sigue 
siendo más destacado en ambos países. Dado el 
papel crucial de la lactancia materna para ga-
rantizar la supervivencia infantil, tiene sentido, 
en especial para los bebés, que la madre sea el 
cuidador primario.
Existen diferencias en estrategias reproducti-
vas de hombres y mujeres. Éstas paren, amaman-
tan y asumen la responsabilidad principal del 
cuidado infantil, y garantizan que su progenie 
sobrevivirá al establecer un lazo cercano con cada 
bebé. También es ventajoso que una mujer cuente 
con un compañero confi able para facilitar el pro-
ceso de crianza infantil y asegurar la sobreviven-
cia de sus hijos. (De nuevo, existen excepciones; 
por ejemplo, los nayars, que se estudian en el ca-
pítulo “Familias, parentesco y descendencia”.) 
Las mujeres sólo pueden procrear un cierto nú-
mero de bebés durante el curso de sus años re-
productivos, que comienzan después de la me-
narca (la primera menstruación) y terminan con 
la menopausia (cese de la menstruación). Los 
hombres, en contraste, presentan un periodo re-
productivo más largo, que puede prolongarse 
hasta la senectud. Si eligen hacerlo, los varones 
pueden mejorar su éxito reproductivo al fecun-
dar varias mujeres durante un periodo más largo. 
Aunque los hombres no siempre poseen múlti-
ples compañeras, presentan mayor tendencia a 
hacerlo que las mujeres (vea las tablas 9.5, 9.6 y 
9.7). Entre las sociedades conocidas por la etno-
grafía, la poliginia es mucho más común que la 
poliandria (vea la tabla 9.5).
Los hombres se aparean, dentro y fuera del 
matrimonio, más que las mujeres. La tabla 9.6 
muestra datos transculturales acerca del sexo 
prematrimonial, y la tabla 9.7 resume los datos 
acerca de sexo extramarital. En ambos casos los 
varones experimentan menos restricciones que 
las mujeres, aunque las restricciones son iguales 
TABLA 9.2 Tiempo y esfuerzo que dedican 
a actividades de subsistencia hombres 
y mujeres*
Más por hombres 16
Aproximadamente igual 61
Más por mujeres 23
*Porcentaje de 88 sociedades seleccionadas al azar para las cua-
les había información disponible en esta variable.
FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-cultural codes dealing with the re-
lative status of women”, Ethnology 17(2):211-239.
TABLA 9.3 ¿Quién efectúa el trabajo 
doméstico?*
Los hombres virtualmente no hacen nada 51
Los hombres realizan algo, pero princi-
palmente lo llevan a cabo las mujeres 49
*Porcentaje de 92 sociedades seleccionadas al azar para las cua-
les había información disponible en esta variable.
FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-Cultural Codes Dealing with the 
 Relative Status of Women”, Ethnology 17(2):211-239.
TABLA 9.4 ¿Quién tiene la última palabra 
sobre el cuidado, manejo y disciplina de los 
niños (menores de cuatro años de edad)?*
Los hombres 18
Aproximadamente igual 16
Las mujeres 66
*Porcentaje de 67 sociedades seleccionadas al azar para las cua-
les había información disponible en esta variable.
FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-Cultural Codes Dealing with the 
Relative Status of Women”, Ethnology 17(2):211-239.

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