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Capítulo 9 Género 241 en aproximadamente la mitad de las sociedades estudiadas. Los estándares dobles, que restringen más a las mujeres que a los hombres, ilustran la estrati- fi cación de género. El apartado “Valorar la diver- sidad” de este capítulo muestra cómo en la India, aunque formalmente se ofrece igualdad de dere- chos a las mujeres, todavía se les niega el privile- gio de transitar sin problemas en los espacios públicos. Las mujeres usualmente son hostiga- das cuando se mueven del espacio privado (do- méstico) al público. En “Valorar la diversidad” se describe un intento por ofrecer a las mujeres ali- vio contra los ultrajes masculinos conforme via- jan al trabajo. Muchos estudios muestran que los roles eco- nómicos afectan la estratifi cación de género. En un estudio transcultural, Sanday (1974) descu- brió que la estratifi cación de género disminuye cuando hombres y mujeres realizan aportaciones aproximadamente iguales a la subsistencia. Ella descubrió que la estratifi cación de género era mayor cuando las mujeres contribuían mucho más o mucho menos que los varones. TABLA 9.5 ¿La sociedad permite múltiples cónyuges?* Sólo a los hombres 77 Para ambos, pero más comúnmente a los varones 4 Para ninguno 16 Para ambos, pero más comúnmente a las mujeres 2 *Porcentajes de 92 sociedades seleccionadas al azar. FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-Cultural Codes Dealing with the Relative Status of Women”, Ethnology 17(2):211-239. TABLA 9.6 ¿Existe un doble estándar con respecto al sexo PREMATRIMONIAL?* Sí: las mujeres están más restringidas 44 No: iguales restricciones sobre hombres y mujeres 56 *Porcentaje de 73 sociedades seleccionadas al azar para las cua- les había información disponible en esta variable. FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-Cultural Codes Dealing with the Relative Status of Women”, Ethnology 17(2):211-239. TABLA 9.7 ¿Existe un doble estándar con respecto al sexo EXTRAMARITAL?* Sí: las mujeres están más restringidas 43 Iguales restricciones sobre hombres y mujeres 55 Los varones son castigados más severa- mente por transgresión 3 *Porcentaje de 73 sociedades seleccionadas al azar para las cua- les había información disponible en esta variable. FUENTE: M. F. Whyte, “Cross-Cultural Codes Dealing with the Relative Status of Women”, Ethnology 17(2):211-239. Entre los forrajeros, la estratifi cación de género tiende a aumentar cuando los varones contribuyen mucho más a la dieta que las mujeres, como entre los inuit y otros cazadores y pescadores del norte. Aquí se muestra a Mikile, un cazador inuit, al momento de abrir un narval que cazó y mató cerca de Qeqer- tat, en el noroeste de Groenlandia. En muchas sociedades, las mujeres usualmente realizan trabajo físico duro, como ilustran estas mujeres que trabajan juntas para mover troncos en un ase- rradero en Langxiang, China. Los antropólogos describen tanto las similitudes como las diferencias en los roles y actividades de género entre las sociedades del mundo. 242 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural La diversidad humana se expresa en roles de género variados en diferentes sociedades. Sin embargo, tales roles cambian con la globaliza- ción. India experimenta cambios signifi cativos en patrones laborales y roles de género. Como las mujeres en Estados Unidos, aunque todavía en un grado menor, más y más mujeres hindúes ingresan a la fuerza laboral, muchas en em- pleos que forman parte de una economía global basada en servicios e información. ¿Cómo debemos evaluar el estatus de las mujeres en una sociedad como la hindú? La constitución de la India garantiza igualdad de derechos para ellas. India ha tenido varias lide- resas políticas destacadas. Su legislación decreta igual paga para trabajos semejantes, y existen leyes contra el acoso sexual. No obstante, India todavía puede describirse como una cultura pa- triarcal, donde las mujeres son hostigadas ruti- nariamente cuando se mueven del espacio privado (doméstico) al público. A continuación se describe un intento por ofrecer a las mujeres ali- vio de los ultrajes del “acoso sexual” mientras viajan en tren de ida y vuelta al trabajo. PALWAL, India. Mientras el tren suburbano ma- tutino traquetea por la pista, Chinu Sharma, una ofi cinista, disfruta la ausencia de hombres. Algunos de ellos pellizcan o manosean muje- res en los trenes, o les gritan insultos o silbi- dos... Según transcurren los zarandeos del tren, las mujeres repiten el mismo tema: durante la última década, conforme millones de ellas se volcaron en la fuerza laboral hindú, se topa- ron con diferentes obstáculos en una cultura patriarcal acotada por la tradición, pero pocos más molestos como la tarea básica de acudir al trabajo. Los problemas de burlas y hostigamiento, conocidos como acoso sexual, son tan per- sistentes que en meses recientes el gobierno decidió simplemente suprimir el acceso a los hombres por completo. En un programa pi- loto, en cuatro de las más grandes ciudades de la India (Nueva Delhi, Mumbai, Chennai y Calcuta) se introdujeron ocho nuevos trenes suburbanos exclusivamente para mujeres. Los trenes se conocen como Ladies Spe- cials (exclusivos para damas), y en un viaje redondo reciente, en el que un reportero va- rón consiguió permiso para abordar, las muje- res que viajaban de ida y vuelta entre la ciudad industrial de Palwal y Nueva Delhi se mostraban muy complacidas. “Es tan agradable aquí”, dice una profe- sora, Kiran Khas, quien ha viajado en tren du- rante 17 años. Kahs dice que los trenes regulares están atiborrados de vendedores de vegetales, carteristas, mendigos y muchos hombres. “En este tren”, dice, como si descri- biera un milagro, “puedes abordar en cual- quier parte y sentarte con libertad”. India parecería ser un país donde las mu- jeres han rebasado los límites tradicionales. El político más poderoso del país, Sonia Gandhi, presidenta del partido Congreso, es una mu- jer. El actual presidente del país, una posición un tanto ceremoniosa, es mujer. También lo son la secretaria del exterior y el jefe de mi- nistros del estado más populoso del país, Uttar Pradesh, y el nuevo ministro de ferroca- rriles. La constitución de la India garantiza igualdad de derechos para las mujeres, mien- tras que las leyes estipulan igualdad de paga y castigo para el hostigamiento sexual. Pero la realidad es muy diferente para la mujer trabajadora promedio, según los ana- listas. Desde que la India comenzó reformas económicas a principio de la década de 1990, las mujeres han ingresado a la fuerza laboral urbana, inicialmente como ofi cinistas del go- bierno, pero ahora cada vez más como em- pleadas en el explosivo sector de servicios o en ocupaciones profesionales. En general, el número de mujeres trabajadoras aproxima- damente se ha duplicado en 15 años. Pero la violencia contra las mujeres tam- bién aumentó, de acuerdo con estadísticas nacionales. Entre 2003 y 2007, los casos de violación subieron en más de 30%; los de se- cuestro o rapto se elevaron en más del 50%, mientras que la tortura y las vejaciones tam- bién aumentaron de manera notable. Mala Bhandari, quien dirige una organiza- ción enfocada en las mujeres y los niños, dice que la entrada de las primeras en la fuerza laboral erosionó la tradicional separación en- tre espacio público (el centro de trabajo) y el privado (el hogar). “Ahora que las mujeres co- menzaron a ocupar espacios públicos, siem- pre surgirán problemas”, declara. “Y el primer problema es la seguridad.” Los periódicos de la India están llenos con reportes de las fric- ciones generadas por el cambio social. La semana pasada, un hombre en Noida fue llevado a la policía y acusado de golpear a su esposa porque cortó su cabello en un es- tilo occidental. En junio, cuatro colegios en Kanpur trataron de impedir que sus estudian- tes mujeres usaran pantalones de mezclilla, al decir que eran“indecentes” y que contribuían al aumento de casos de acoso sexual. Des- pués de que las estudiantes protestaron, ofi - ciales del estado ordenaron a los colegios eliminar la restricción. Durante muchos años, las mujeres que viajaban por tren se sentaban con hombres, hasta que las preocupaciones de apiña- miento y seguridad motivaron al ferrocarril a reservar dos compartimientos por tren para las mujeres. Pero con trenes tremendamente atestados, los varones irrumpían en los vago- nes para las mujeres y reclamaban los asien- tos. Mumbai comenzó a operar dos trenes exclusivos para mujeres en 1992, aunque el programa nunca se extendió. Entonces, con quejas crecientes de mujeres, Mamata Ba- nerjee, la nueva ministra de ferrocarriles, valorar la D I V E R S I D A D Un tren de mujeres para la India
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