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246 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural llevaron a cabo la mayor parte del trabajo (tabla 9.8). Las mujeres tienden a hacer un poco más de cultivo en las sociedades matrilineales, en com- paración con las patrilineales. Ellas dominaban la horticultura en 64% de las sociedades matrili- neales, frente a 50% de las patrilineales. Estratifi cación de género reducida: sociedades matrilineales y matrilocales La variación transcultural en estatus de género se relaciona con reglas de ascendencia y residencia posmatrimonial (Friedl, 1975; Martin y Voorhies, 1975). Entre los horticultores con ascendencia matrilineal y matrilocalidad, el estatus femenino tiende a ser alto (vea Blackwood, 2000). La matri- linealidad y la matrilocalidad dispersan a los hombres relacionados, en lugar de consolidarlos. En contraste, patrilinealidad y patrilocalidad mantienen unidos a los parientes masculinos, una ventaja en la guerra. Los sistemas matrili- neales-matrifocales tienden a ocurrir en socieda- des donde la presión demográfi ca sobre recursos estratégicos es mínima y la guerra poco fre- cuente. Las mujeres tienden a poseer estatus alto en las sociedades matrilineales y matrilocales por varias razones. La membresía al grupo de as- cendencia, el acceso a los puestos políticos, la asignación de tierra y sobre todo la identidad social provienen de los vínculos femeninos. En Negeri Sembilan, Malasia (Peletz, 1988), la ma- trilinealidad otorga a las mujeres herencia ex- clusiva de los campos de arroz ancestrales. La matrilocalidad creó grupos solidarios de parien- tes femeninos. Las mujeres adquirían considera- ble infl uencia más allá del hogar (Swift, 1963). En tales contextos matrilineales, las mujeres son la base de toda la estructura social. Aunque la autoridad pública puede (o acaso parezca) asig- narse a los hombres, mucho del poder y la toma de decisiones en realidad pertenece a las muje- res mayores. Algunas sociedades matrilineales, incluidos los iroqueses (Brown, 1975), una confe- deración de tribus en el Nueva York aborigen, muestra que la infl uencia económica, política y ritual de las mujeres puede rivalizar con la de los varones (fi gura 9.2). Las mujeres iroquesas jugaban un gran papel de subsistencia, mientras que los hombres deja- ban el hogar durante largos periodos para gue- rrear. Como es usual en las sociedades matrili- neales, las guerras internas eran raras. Los varones iroqueses peleaban sólo con grupos distantes, lo que podía mantenerlos alejados de su pueblo por años. Los iroqueses cazaban y pescaban, pero las mujeres controlaban la economía local. Éstas además hacían algo de pesca y caza ocasional, pero su principal papel productivo era la horti- cultura. Ellas poseían la tierra, que heredaban de parientes matrilineales. Las mujeres controlaban la producción y distribución de alimentos. Las iroquesas vivían con sus maridos e hijos en los compartimientos familiares dentro de una casa comunal. Las que nacían en una casa comu- nal permanecían ahí toda su vida. Las mujeres mayores, o matronas, decidían cuáles hombres podían unirse a la casa comunal como maridos, y podían echar fuera a los varones incompatibles. Por tanto, las mujeres controlaban las alianzas entre grupos de ascendencia, un papel político importante en la sociedad tribal. Las iroquesas, por tanto, manejaban la pro- ducción y la distribución. La identidad social, la sucesión a cargos y títulos, así como la propie- dad, venían a través de la línea femenina, y las mujeres eran prominentes en los rituales y la po- lítica. Las tribus relacionadas constituían una confederación, la Liga de los Iroqueses, con jefes y consejeros. Un consejo de hombres varones gestionaba las campañas militares, pero la sucesión de los jefes era matrilineal. La sucesión iba de un hombre a su hermano, al hijo de su hermana u otro pariente matrilineal. Las matronas de cada casa comunal nombraban a un varón como su representante. Si el consejo rechazaba a su primer nominado, las mujeres proponían a otros hasta que se aceptaba uno. Las matronas constantemente controlaban a TABLA 9.8 Aportaciones de hombres y mujeres a la producción en las sociedades que cultivan HORTICULTURA (PORCENTAJE DE 104 SOCIEDADES) AGRICULTURA (PORCENTAJE DE 93 SOCIEDADES) Mujeres como principales cultivadores 50 15 Hombres como principales cultivadores 17 81 Iguales aportaciones al cultivo 33 3 FUENTE: K. Martin y B. Voorhies, Female of the Species (New York: Columbia University Press, 1975), p. 283. Capítulo 9 Género 247 los jefes y podían enjuiciarlos. Las mujeres po- dían vetar las declaraciones de guerra, retener provisiones bélicas e iniciar negociaciones por la paz. En lo religioso, también, las mujeres com- partían el poder. La mitad de los practicantes re- ligiosos de la tribu eran mujeres, y las matronas ayudaban a seleccionar a los otros. Estratifi cación de género reducida: sociedades matrifocales Nancy Tanner (1974) también descubrió que la combinación de viajes masculinos y un predomi- nante papel económico femenino reducían la es- tratifi cación de género y promovían un alto esta- tus femenino. Ella basaba tal hallazgo en una encuesta de la organización matrifocal (centrada en la madre, con frecuencia sin marido-padre re- sidente) de ciertas sociedades en Indonesia, África occidental y el Caribe. Las sociedades ma- trifocales no necesariamente son matrilineales. Algunas incluso son patrilineales. Por ejemplo, Tanner (1974) descubrió matrifo- calidad entre los igbo de Nigeria oriental, quie- nes son patrilineales, patrilocales y poliginios (los hombres tienen múltiples esposas). Cada es- posa tenía su propia casa, donde vivía con sus hijos. Las mujeres plantaban cultivos junto a sus hogares y comerciaban los excedentes. Asocia- ciones de mujeres dirigían los mercados locales, mientras que los hombres realizaban el comercio a larga distancia. En un estudio de caso de los igbo, Ifi Ama- diume (1987) notó que cualquier sexo podía lle- nar los roles del género masculino. Antes de la infl uencia cristiana, las mujeres igbo exitosas empleaban la riqueza para comprar títulos y ad- quirir esposas. Las esposas liberaban a los mari- dos (hombres y mujeres) del trabajo doméstico y los ayudaban a acumular riqueza. Los mari- dos femeninos no se consideraban masculinos, sino que conservaban su feminidad. Las muje- res igbo afi rmaron su dominio en grupos de mujeres, incluidos los de hijas y esposas de li- naje y un concejo de mujeres de toda la comuni- dad dirigido por mujeres titulares. El alto esta- tus y la infl uencia de las mujeres igbo descansaba en la separación de los hombres de la subsisten- cia local y en un sistema de mercadeo que alen- taba a las mujeres a dejar su hogar y ganar im- portancia en la distribución y, mediante dichos logros, en la política. Matriarcado Transculturalmente, los antropólogos describen tremendas variaciones en los roles de hombres y mujeres, y los diferenciales de poder entre ellos. Si un patriarcado es un sistema político dirigido M o n t a ñ a s C a t s k i l l Montañas Adirondack Lago George Lago Cayuga Lago Seneca Lago Oneida Lake Simcoe Lago Champlain Ottawa R. R . R ic h el ie u Lago Ontario Lago Erie Grand R. G en es ee R . Black R. Seneca R. Tonawanda C r. Mohawk R. Ch en an g o R . Susquehanna R. D e law are R. St. La wrence R. U n ad ill a R. CANADÁ ESTADOS UNIDOS ONTARIO QUEBEC NUEVA YORK PENNSYLVANIA Canandaigua Canandasaga Oswego Oswegatchie St. Regis Amsterdam Little Falls Oneonta Fort Niagara Schenectady Poughkeepsie Rochester Albany Toronto Ottawa Montréal LaGalette I R O Q U E S E S N 80 km 0 0 40 80 mi 40 H u d so n R. . FIGURA 9.2 Territorio histórico de los iroqueses. Muchas labores que realizan los hombres en algunas sociedades las desempe- ñan las mujeres en otras, y viceversa.En África occidental, las mujeres osten- tan un importante papel en el comercio y el mercadeo. En Togo, de donde proviene esta fotografía, las mujeres dominan las ventas de textiles. ¿Hay una tienda de telas cerca de usted? ¿Quién la dirige? matrifocal Centrado en la madre; por ejemplo, hogar sin esposo-padre residente. 248 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural por hombres, ¿qué sería un matriarcado? ¿Un sis- tema político dirigido por mujeres, o aquél donde las mujeres poseen un papel mucho más desta- cado que los varones en la organización social y política? La antropóloga Peggy Sanday (2002) concluyó que el matriarcado existe, mas no como refl ejo invertido del patriarcado. El poder supe- rior que usualmente ejercen los hombres en un patriarcado no se equipara con el poder acen- tuado de las mujeres en un matriarcado. Muchas sociedades, incluidos los minangkabau de Su- matra occidental, Indonesia, a quienes Sanday estudió durante décadas, carecen de sustancia- les diferenciales de poder que caracterizan a los sistemas patriarcales. Las mujeres minangkabau desempeñan un papel central en las vidas social, económica y ceremonial, y como símbolos clave. La primacía de la matrilinealidad y el matriar- cado es evidente a nivel del poblado, así como regionalmente, donde la antigüedad de la ascen- dencia matrilineal funciona como forma de jerar- quizar a los poblados. Los cuatro millones de minangkabay ubica- dos en las tierras altas de Sumatra occidental constituyen uno de los grupos étnicos más gran- des de Indonesia. Su cultura se basa en la co- existencia de la tradición matrilineal y una fi lo- sofía inspirada en la naturaleza llamada adat, Ser madre representa una tarea suprema en la vida de una mujer serbia típica, y las madres en Serbia a menudo están rodeadas de un aura casi sagrada, que históricamente les ha proporcionado a las, de otro modo oprimidas y subestimadas, mujeres una esfera donde ejercen cierto tipo de poder. Aunque puedan estar subyugadas en otras esferas de la vida, las mujeres serbias son alabadas como madres por sus esposos, parientes políticos, consanguíneos y otros, especialmente si procrean hijos varones. Una de las principales razones para tal actitud es el número inusualmente grande de guerras peleadas en territorio serbio, lo que infl uyó en la idea de que las mujeres son responsables de prolon- gar la vida de la nación al tener hijos. Como destacan los científi cos so- ciales, las familias serbias están centradas en la madre en el sentido de que sus miembros dependen de las mujeres para satisfacer necesidades nutricionales e higiénicas básicas. Existe una inclinación hacia el paren- tesco matricéntrico, y las mujeres en realidad logran su dominio, concen- tran e incluso amplían su poder, mediante el autosacrifi cio. Las mujeres en Serbia ven la abnegación como una estrategia para mejorar su posi- ción individual, para fortalecer su confi anza y ayudarse a reconstruir su identidad en un periodo de transición social y política. Las serbias por lo general tienden a no gastar dinero en ellas mismas y con frecuencia se sienten culpables si pasan demasiado tiempo con sus amigas o se invo- lucran en actividades de ocio en lugar de cuidar a sus hijos. Por el contrario, el concepto de maternidad en Estados Unidos no se apoyo mucho en la abnegación como pasa en Serbia. Las estadouniden- ses no necesariamente se defi nen a sí mismas a través de la maternidad y no se consideran “egoístas” si eligen no tener hijos. El poder de las mujeres en Estados Unidos surge de su estatus profesional, el dinero que ganan y su capacidad como académicas, atletas, propietarias de nego- cios o exitosas personas independientes. Mientras que las madres ser- bias buscan infl uir a sus hijos durante tanto tiempo como sea posible, las estadounidenses esperan que sus hijos en edad universitaria vivan fuera de casa, consigan empleos y se hagan cargo de ellos mismos. En Serbia, la maternidad representa el elemento clave de la condición femenina; de hecho, en muchas formas, las mujeres parecen obligadas a ser madres. Más aún, la ética de la maternidad abnegada se encuentra profundamente enraizada en la conciencia de las mujeres serbias, como lo confi rma el alto nivel de aceptación de la máxima “toda mujer normal debe sacrifi carse por sus hijos”. En contraste, las mujeres en Estados Unidos tienen hijos si lo desean, pero éstos no necesariamente defi nen o limitan sus vidas. Puesto que la cultura las alienta a defi nir sus identida- des más allá de la maternidad, usualmente no contemplan sacrifi car su calidad de vida por su descendencia. La maternidad como componente clave de la identidad femenina en Serbia ESTUDIANTE: Masha Sukovic, candidata a Ph.D. PAÍS DE ORIGEN: Serbia. PROFESOR SUPERVISOR: Thomas A. Green. ESCUELA: Texas A&M University. OTRA mirada a... Esposos minangkabau en Sumatra occidental, Indone- sia, donde la antropóloga Peggy Reeves Sanday realizó varios años de trabajo etnográfi co de campo.
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