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Capítulo 11 Matrimonio 307 MATRIMONIOS PLURALES En la actualidad, en Estados Unidos, donde el divorcio es bastante sencillo y común, la poliga- mia (el matrimonio con más de un cónyuge al mismo tiempo) es contra la ley. En las naciones industriales el matrimonio junta individuos, y las relaciones entre éstos se pueden disolver más fácilmente que aquellas que se dan entre los gru- pos. Conforme el divorcio se vuelve más común, los estadounidenses practican la monogamia se- rial: los individuos tienen más de un cónyuge pero nunca, legalmente, más de uno al mismo tiempo. Como se afi rmó anteriormente, las dos formas de poligamia son la poliginia y la polian- dria. La poliandria se practica sólo en algunas culturas, notablemente entre ciertos grupos del Tíbet, Nepal e India. La poliginia es mucho más común. Poliginia Debe distinguirse entre la aprobación social del matrimonio plural y su frecuencia real en una so- ciedad particular. Muchas culturas aprueban que un hombre tenga más de una esposa. Sin em- bargo, aun cuando la poliginia se aliente, la ma- yoría de los hombres son monógamos, y la poli- ginia sólo caracteriza a una fracción de los matrimonios. ¿Por qué esto es así? Una razón es la igual proporción de sexos. En Estados Unidos nacen alrededor de 105 hom- bres por cada 100 mujeres. En la adultez, la pro- porción de hombres a mujeres se iguala, y even- tualmente se invierte. La mujer estadounidense promedio sobrevive al hombre promedio. En muchas sociedades no industriales, de igual manera este sesgo del sexo que se presenta en la infancia se revierte en la adultez. La costumbre de que los hombres se casen más tarde que las mujeres promueve la poliginia. Entre los kanuri de Bornu, Nigeria, los hombres se casan entre los 18 y 30 años; las mujeres, entre 12 y 14 (Cohen, 1967). La diferencia de edad entre los cónyuges implica que habrá más viudas que viudos. La mayoría de las viudas vuelve a ca- sarse, algunas en uniones poliginias. Entre los kanuri de Bornu y en otras sociedades poliginias, las viudas representan un gran número de las mujeres involucradas en matrimonios plurales (Hart, Pillin y Goodale, 1988). En muchas socie- dades, incluida los kanuri, el número de esposas es un indicador de la productividad, el prestigio y la posición social del hogar de un hombre (vea “Valorar la diversidad”). Mientras más esposas, más trabajadores. Productividad creciente signi- fi ca más riqueza. Ésta a su vez atrae esposas adi- cionales al hogar. Riqueza y esposas derraman mayor prestigio al hogar y a su jefe. Para que un matrimonio funcione, se necesi- tan ciertos acuerdos entre las esposas existentes Esta familia poligi- nia incluye dos es- posas, seis hijos y un esposo, todos miembros del grupo étnico uighur. Apa- recen sentados en- frente de su hogar en la comuna Buzak, cerca de Khotan, provincia Xinjiang, República Popular de China. ¿Esperaría usted que la mayo- ría de los matrimo- nios fuesen poligínicos en una sociedad que per- mite la poliginia? 308 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural La diversidad en las costumbres matrimoniales ha sido un tema destacado en la antropología desde su origen. Muchas sociedades, incluida la turca, que alguna vez permitieron el matrimo- nio plural, lo prohibieron. La poliginia es la forma de poligamia (matrimonio plural) en el que un hombre tiene más de una esposa. Por lo general, el matrimonio es una sociedad domés- tica, pero bajo la poliginia las esposas secunda- rias pueden o no residir cerca de la primera esposa. En este caso turco, las cinco esposas po- seen sus propias casas. La poligamia, aunque formalmente declarada ilegal, ha sobrevivido en Turquía desde el periodo otomano, cuando el tener muchas esposas se veía como símbolo de poder, riqueza y proeza sexual. A diferencia del pasado, cuando la práctica era obligatoria (para los hombres que podían costearla) y no ilegal, la poligamia puede poner en riesgo a las mujeres contemporáneas. Puesto que sus ma- trimonios no tienen estatus ofi cial, las esposas secundarias que son hostigadas o maltratadas no cuentan con recursos legales. Como todas las instituciones que los antropólogos estudian, las costumbres que involucran al matrimonio plural cambian en el mundo contemporáneo y en el contexto de las naciones-estado y la glo- balización. ISIKLAR, Turquía, 6 de julio. Con sus 5 esposas, 55 hijos y 80 nietos, 400 ovejas, 1 200 acres de tierra y un pequeño ejército de sirvientes, Aga Mehmet Arslan no parecería defender la monogamia. Aunque prohibida, la poligamia está muy difundida en la región de Isiklar. Aunque, si fuera joven de nuevo, dice Arslan, un cacique kurdo de 64 años de edad, barrigón y lleno de vida, felizmente cambiaría a sus cinco esposas por una. “Casarse con cinco esposas no es peca- minoso, y yo lo hice porque tener muchas es- posas es un signo de poder”, dice, apoltronado en un diván en una gran habitación llena de cojines en su casa, donde, en un lugar desta- cado, se muestra un retrato del primer presi- dente de Turquía, Mustafa Kemal Ataturk, quien prohibió la poligamia en 1926. “Pero no lo haría de nuevo”, agrega, y menciona los retos de poseer tanta parentela, como la necesidad de construir una casa para cada esposa, lejos de las otras para evitar fric- ciones, y su lucha por recordar todos los nombres de sus hijos. “En ese entonces no estaba educado, y Dios nos ordenó ser fructí- feros y multiplicarnos.” Aunque Ataturk prohibió la poligamia como parte de un esfuerzo por modernizar la república turca y dar poder a las mujeres, esa práctica sigue estando muy difundida en esa región kurda, profundamente religiosa y rural, del sureste de Anatolia, hogar de un tercio de los 71 millones de turcos. La práctica general- mente es aceptada bajo el Corán. La poligamia crea choques culturales en un país que lucha por reconciliar el secula- valorar la D I V E R S I D A D Cinco esposas y 55 hijos Muchas sociedades, incluida la turca (como se describe aquí), que alguna vez permitieron los matrimonios plurales, la consideran ilegal. La novia turca que aparece en la fotografía, Kubra Gul, hija del presidente de Turquía, Abdullah Gul, no tendrá que compartir a su novio, Mehmet Sarimermer. La fotografía muestra a la pareja el día de su boda (14 de octubre de 2007), en Estambul. cuando otra está por agregarse, en especial si comparten el mismo hogar. En ciertas socieda- des, la primera esposa solicita una segunda para ayudarse con las labores domésticas. El estatus de la segunda esposa es inferior al de la primera; son esposas de mayor y menor categoría. La es- posa de mayor categoría en ocasiones elige a la de menor categoría en sus parientes cercanas. Entre los betsileo de Madagascar, las diferentes esposas siempre viven en poblados distintos. La primera esposa, y de mayor categoría, de un hombre, llamada “gran esposa”, vive en el po- blado donde él cultiva su mejor campo de arroz y pasa con él la mayor parte de su tiempo. Los hombres de estatus superior con muchos arroza- les y múltiples esposas poseen hogares cerca de cada campo. Pasan la mayor parte de su tiempo con la esposa de más categoría y visitan a las de- más a lo largo del año. Las esposas plurales desempeñan un impor- tante papel político en los estados no industriales. El rey de los merina, una sociedad con más de un 309Capítulo 11 Matrimonio dría ser abrumadora. “Cuando voy a la zapa- tería, compro 100 pares de zapatos al mismo tiempo”, dice. “El dependiente de la tienda cree que soy vendedor de calzado y me dice que vaya con un mayorista.” También enfrenta problemas para seguir la pista a sus hijos. Recientemente vio a dos niños pelear en la calle y les dijo que avergon- zarían a sus familias. “¿No me reconoces?”, le inquirió uno. “Soy tu hijo.” Grupos femeninos aseguran que la poliga- mia pone en riesgo a las mujeres. “Éstaspue- den sufrir abusos, violaciones, malos tratos y, puesto que sus matrimonios no son legales, no tienen a dónde acudir”, dice Ms. Coskun, directora de un centro femenil que abrió fá- bricas de pan en áreas rurales pobres donde las mujeres pueden trabajar y tomar clases sobre sus derechos. De vuelta en Isiklar, Arslan reconoció que la poligamia era una práctica fuera de moda. “Dios me ha procurado porque yo procuro a mi familia”, dice. “Pero si quieren ser felices, cásense con una sola esposa.” FUENTE: Dan Bilefsky, “Polygamy Fosters Culture Clashes (and Regrets) in Turkey”. Tomado de The New York Times, 10 de julio de 2006. © 2006 The New York Times. Todos los derechos reservados. Usado con permiso y protegido por las leyes de copyright de Estados Unidos. Queda prohibida la impresión, copia, redistribución o retransmisión del material sin permiso escrito expreso. www.nytimes.com rismo de la república con sus tradiciones mu- sulmanas. También arriesga con minar el impulso turco por conseguir acceso a la Unión Europea. “La UE busca cualquier excusa para no permitir la entrada de Turquía, y la poligamia refuerza el estereotipo de Turquía como un país atrasado”, dice Handan Coskun, director de un centro para mujeres. Puesto que el Estado no reconoce los matrimonios polígamos (los sacerdotes que los realizan están sujetos a castigo), las es- posas no tienen estatus legal, lo que las hace vulnerables cuando los matrimonios se tornan violentos. Aunque aquí las autorida- des locales por lo general se desentienden y lo pasan por alto porque la práctica se ve como tradición. En Turquía, los expertos en poligamia ex- plican la práctica como una reminiscencia del imperio otomano, cuando la cultura del harén abundaba y tener muchas esposas era visto como símbolo de infl uencia, poder sexual y riqueza. Remzi Otto, profesor de sociología en la Universidad Dicle en Diyarbakir, quien realizó un estudio de 50 familias polígamas, dice que algunos hombres toman segundas esposas si sus primeras cónyuges no pueden concebir hijos. Algunos también toman mujeres viudas y niñas de orfelinatos como segundas espo- sas para proporcionarles una red de seguri- dad social. El amor, agrega, también puede jugar su papel. “A muchos hombres en esa región se les obliga a casarse cuando son muy jóvenes, como a los 13 años de edad, de modo que encontrar a su propia esposa es una forma de rebelarse y expresar su independencia”, dice. Isiklar, la remota villa donde Arslan es el aga o jefe, se encuentra al fi nal de un largo y sucio camino, rodeado por amplios campos que verdean. La mayoría de los residentes lo- cales comparte el apellido Arslan, que signi- fi ca león en turco y connota virilidad. Arslan dice que él se arrepiente de sus múltiples matrimonios y que prohibió a sus hijos tomar más de una esposa. También educa a sus hijas. “No he hecho nada vergon- zoso”, dice. “No bebo. Trato a todos con res- peto. Pero tener tantas esposas puede crear problemas.” Su mayor dolor de cabeza, dice, surge de los celos entre sus mujeres, con la primera de las cuales se casó sin amor. “Mi regla es com- portarme de manera equitativa con todas mis esposas”, asegura. “Pero mi primera esposa se puso muy, muy celosa cuando llegó la se- gunda. Cuando arribó la tercera, las dos pri- meras crearon una alianza contra ella. De modo que tuve que ser un buen diplomático.” Arslan, quien posee tierras, propiedades y tiendas a lo largo de la región, dice que la carga fi nanciera de tanta descendencia po- millón de personas en las tierras altas de Madagas- car, cuenta con palacios para cada una de sus doce esposas en diferentes provincias. Él permanece con ellas cuando viaja a lo largo del reino. Son sus agentes locales, supervisan y reportan acerca de asuntos provinciales. El rey de Buganda, el mayor estado precolonial de Uganda, tomó cientos de es- posas, que representaban a todos los clanes de su nación. En el reino, todos se convirtieron en pa- rientes políticos del rey, y todos los clanes tenían oportunidad de proporcionar al siguiente gober- nante. Ésta fue una forma de dar a las personas comunes una participación en el gobierno. Estos ejemplos muestran que no hay una sola explicación para la poliginia. Su contexto y fun- ción varían de una sociedad a otra, e incluso den- tro de la misma sociedad. Algunos hombres son poliginios porque heredaron una viuda de un hermano (el levirato). Otros tienen esposas plu- rales porque buscan prestigio o desean aumentar la productividad del hogar. Incluso otros usan el matrimonio como herramienta política o medio
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